Dark Chat

martes, 8 de junio de 2010

Inmortal

Cap. 14: Confesión.

JASPER POV

–¿Seguro que no quieres otra rebanada de pan? – ofreció María, inclinándose más de lo debido hacia mí, mientras tomaba asiento sobre mis piernas, dejando a mi vista el escote de su vestido de donde resaltaban las líneas de sus pechos.


Debo admitir que hubo un momento, demasiado breve, en el que ese recorrido de sensualidad me resultó atractivo; pero, ni bien mis pensamientos se comenzaban a dirigir hacia la senda morbosa, cuando el viento se impregnó de un dulce aroma al que tan bien conocía, sacándome de mis cavilaciones y centrando toda mi atención en la fina figura que pasaba frente a mí, robando, con sus movimientos gráciles y sencillos, cada uno de mis suspiros, cada uno de mis sueños... Sus penetrantes ojos me miraron por un pequeño instante, en el cual recordé que María aún seguía sobre mis piernas.


–No gracias – contesté, levantándome y alejándome de su lado, sintiéndome absurdamente culpable, como si mi vida o mis acciones le importaran a la princesa – Estoy satisfecho y, si su Majestad me permite, me retiro


–Adelante, Jasper – accedió ella, sin si quiera verme.


En cuanto estuve fuera, cerré la puerta y me recargué sobre ella, suspirando largamente. Estaba completamente loco. ¡¿Cómo había sido posible que yo me haya podido enamorar de una Noble? Aquello era la más grande tontería que los dioses hayan podido escribir en el destino de un humano.


–¿Se le ofrece algo, mi niña? – escuché, a través de la madera, que preguntó la anciana cocinera, con voz amorosa


–¿Alguno de ustedes ha visto a Charlotte? – respondió ella, opacando todos los sonidos de la naturaleza con el hermoso sonido de su expresión – Necesito hablar con ella


–Aquí estoy, señorita – contestó la aludida – ¿Le puedo servir en algo?


–Solo quería avisarte que, en pocos días, nos iremos del Castillo...


Dejé de escuchar el resto por que todos mis sentidos se habían hundido en un silencio perpetuo, en donde sólo pude sentir varias punzadas de dolor. Me obligué a caminar lejos de ahí, con pasos inconscientes y sin destino definido, por lo cual me sorprendí cuando, al recobrar un poco de sentido, me encontré en mi habitación, con mi rostro hundido en mis manos.


Se iba...


Debería de alegrarme o, por lo menos, no debería de afectarme tanto. Tal vez su ausencia era mucho mejor que envejecer y morir, sabiéndola nunca mía... Si. Después de todo, no tenía por que ser tan mala su partida. Sólo era una muestra clara y cruel de la realidad en la que me encontraba... Sólo eso; pero, dicen por ahí que nosotros, los humanos, somos criaturas egoístas y cobardes.


Yo tenía miedo de despertar y no verla más. Tenía tan poco de conocerla, pero habían sido sus ojos, desde el primer instante en que los vi iluminar el castillo en cuanto sus pies le pisaron, los que me hipnotizaron por completo. No lograba concebir que, dentro de poco, esa luz se apartara de mí. No era mía, lo sabía, pero me conformaba con estar cerca y protegerla...


La noche cayó sobre Forks y con ella, numerosas pesadillas de una vida vacía inundaron a mis sueños.


EMMETT POV


–¿Saldrá, mi señor? –preguntó uno de mis hombres, mientras alistaba la montura de mi caballo.


–Si – contesté


–Su Majestad parece demasiado apresurado, ¿Ocurre algo?


El que ya no soporto otro día más sin verla, contesté mentalmente.


–No – tranquilicé – Es sólo que, bien sabes, el encierro me asfixia. Me urge ir al bosque y dar un paseo por él.


–La cacería de vampiros empezará en pocos días, me imagino ha de estar ansioso.


–No sabes cuánto – admití, esbozando una ancha sonrisa de emoción y montando en mi caballo – Regreso en la noche.


–Si, señor...


Espoleé las costillas de Rel para que corriera hasta aquella entrada en la que le había dejado la última vez y, así, dirigirme hacia aquel pequeño prado oculto en el que la había visto. Rezando por que ahí estuviera, penetré la espesa hierba y me interné en él, decepcionándome al encontrarle vacío. Caminé hacia el cristalino lago y hundí mis manos en el agua fresca y transparente, remembrando su gloriosa imagen dentro de ellas, envidiándolas por haber tenido la oportunidad de sentir su cálida y suave piel. Tomé asiento en una enorme y plana roca, que se encontraba a pocos metros de ahí, y me dejé caer hacia atrás, con los brazos cruzados detrás de la nuca y los ojos cerrados. Suspiré profundamente, intentando relajar mi memoria con las represalias que ésta tenía por mi actitud. Si. Sabía que mi comportamiento era más que reprobable. Ella era una hechicera, una especie la cual no debería de existir. Una especie la cual yo mismo ayudé a destruir años atrás y a la cual debería de odiar por el simple hecho de ser ellos quienes habían matado a mis padres...


Pero... Ella... a ella no la podía ver más que como la diosa que era...


Un perfume dulce llegó a mi nariz cuando volví a inspirar, logrando que abriera los ojos para encontrarme con la dama que tanto había estado interrumpiendo en mis pensamientos desde hacía días. ¿Había dicho que era una diosa? ¿Qué era una diosa comparada con su perfección? La observé por un momento, parada a menos de tres metros de mí, mientras me erguía, lentamente, para no asustarla.


–No huyas, por favor – supliqué, cuando sus pies desnudos retrocedieron, agitando la falda de su vestido y marcando más sus frágiles curvas – No pienso hacerte daño


Me miró por un momento, con el cuerpo en alerta y el azul endurecido de sus ojos, que opacaban la belleza del lago al instante; pero no se movió. Siguió ahí, frente a mí, y yo aproveché la oportunidad para otros dos pasos más. Me movía con tanta cautela, que sentí como si estuviera tratando de acercarme a una pequeña ave que amenazaba con desplegar sus hermosas alas para echarse a volar.


–Creí que no tendría la oportunidad de verte de nuevo – le dije, cuando la distancia había sido acortada – O lo que era mucho peor, pensé que habías sido sólo una ilusión.


–Yo creí lo mismo, Señor, y me desconsuela el ver que no estaba en lo correcto. Su presencia no es de mi agrado.


–Pensé que era miedo lo que había provocado que salieras corriendo la vez pasada – dije, ignorando la forma tan despectiva con la que su voz vibrante se dirigía hacia mí.


–¿Miedo? – Repitió, levantando la barbilla en una clara señal de altruismo – la única emoción que mis sentidos reconocen es la aberración que siento por la Realeza – soltó, con la mirada congelada.


Sonreí ante su actitud tan arrogante que, fuera de ofenderme, solo iba enganchándome más de aquella belleza.


–Si es eso, creo que tengo una solución – dije, llevando mis manos hacia la joya que colgaba sobre mi frente y removiéndolo de ahí.


–¿Qué es lo que hace?


–Si no fuera por el cristal que marca mis siglos de eternidad, muy probablemente podría pasar como un humano común y corriente, ya que las tierras que gobierno se encuentran tan lejos de aquí, que muy pocos me conocen – expliqué – Hagamos de cuenta, pues, que esta es la primera vez que me ves y olvídate de la raza a la que pertenezco.


–Eso es absurdo – discutió; pero pude notar un pequeño atisbo de diversión en su brillo ocular – Es como si yo, con cubrirme la marca de mi cuello, te pidiera que olvidaras que soy una bruja.


Sonreí y caminé hacia ella, recorriendo el único paso que nos separaba. Con mucho cuidado, me atreví a tomar su fino cabello y moverlo un poco, para que los delicados trazados plateados en su piel se vieran disimulados tras los hilos dorados de su pelo.


–Para mi no era necesario. Seas lo que seas, no cambia el hecho de que eres la criatura más hermosa que ha deleitado mis pupilas – aclaré, mirándole a los ojos – Pero si esto te hace sentir mejor, que así sea.


–¿Cuál es su táctica, señor? – Preguntó, dando media vuelta y rompiendo la unión de nuestras miradas – ¿Le gusta seducir a su presa antes de acabar con ella?


–¿Parece acaso que quiero lastimarte? – Inquirí, tomándola por el brazo y haciéndole girar para que me volviera a mostrar el rostro – Creo que es más probable que este hechizado, sin si quiera saberlo.


Ella me dedicó una sonrisa mordaz.


–Parece que, después de todo, no ha podido olvidarse con quién esta hablando. Y le recomiendo que no lo haga, sus palabras podrían volverse ciertas.


–Entonces, ¿no estoy bajo ningún embrujo?


–Aún no.


–Si es así, dudo que tus pócimas surjan algún efecto sobre mí – declaré – No hay antídoto que cure o mate al amor.


–Yo apesto por todo lo contrario – dijo ella, ignorando la insinuación que había hecho, con cierta maldad en sus expresiones que me resultaron adorables – He sido testigo de amores corrompidos por la magia.


–El mío no sería cualquier clase de amor – me defendí, tomando sus manos entre las mías – El mío desafiaría hasta el más grande y oscuro de los hechizos


–Señor, sus palabras son completas mentiras – discutió, soltándose de mi agarre con un movimiento delicadamente violento – ¿Cómo espera que le crea, si apenas me conoce y ya me está hablando de amor?


–No es culpa mía, si no tuya, el que haya quedado enloquecido con solo mirarte y, que ahora, al hablarte, esta locura crezca como volcán nacido de la tierra sin esperar alcanzar un fin.


Volví a tomar sus manos entre las mías, esta vez apretándolas con un poco más de fuerza para que no pudiera liberarse...


BELLA POV


Me encontraba esperando a Jacob, sentada en un pequeño jardín, cerca de las caballerizas, de donde partiríamos hacia nuestro paseo, cuando una fuerza inesperada me jaló hacia atrás, sacándome todo el aliento a través de un fuerte jadeo. No fui consiente de que me encontraba a varios metros fuera del castillo, hasta que mi vista se aclaró y los injustificables mareos me abandonaron.


Fruncí el ceño al encontrarme rodeada de frondosos arboles y, extrañada, viajé mi mirada alrededor...


¿Qué diablos?...


¡Ah! Todo tuvo explicación en cuanto me encontré con el cobarde vampiro que se había escabullido en mi habitación la noche pasada.


–Buenos días, Alteza – saludó, dando una pequeña reverencia.


Le mutilé con la mirada por un breve instante, para después, sin contestarle, comenzar a caminar lejos de él


–Espere – interrumpió mis pasos – ¿Es que acaso no piensa contestar a mi saludo?


–Hazte a un lado – ordené, con voz contenida.


–Parece que su Majestad ha amanecido de mal humor


–No lo estoy para soportar las malas bromas de un estúpido vampiro – solté


–¿Puedo saber a dónde es que se dirige? – inquirió, caminando detrás de mí e ignorando mi ofensa


–Al castillo – contesté secamente – ¿Acaso no es lógico?


–Si su Majestad me lo permite, le informo que el camino que está tomando es erróneo y se puede perder.


Frené mis pasos y no pude evitar mirarle, para encontrarme con la burla reprimida en su mirada y en la pequeña sonrisa que no podía disimular.


Idiota...


¿Es que acaso tenía falta de memoria? ¡¿Cómo podía actuar de esa manera tan descarada cuando la noche pasada me... me...? Oh, maldición... no podía ni si quiera pensarlo.


–No es de tu incumbencia – contesté, retomando mi marcha – ya encontraré la forma de llegar


No fue necesario que alguien más me dijera que no tenía ni la más mínima idea de dónde me encontraba. Lo supe cuando, después de caminar varios minutos, llegué a un pequeño claro que tenía, como extensiones, cinco veredas más. Giré mi cuerpo, de manera violenta, para encarar al vampiro que había soltado una pequeña risita a mis espaldas.


–¡Te ordeno que me lleves, ahora mismo, de regreso al castillo! – exclamé


–¿Yo?¿Y por qué habría de hacerlo? – inquirió, de manera patéticamente inocente.


–Por que, por si no lo recuerdas, fuiste TÚ quien me sacó de ahí – dije, dando dos pasos hacia él, con la barbilla ligeramente alzada, e intentando que mi mirada le intimidara... Pero todo parecía tener el efecto contrario a lo que yo deseaba, ya que era claro que el fruncimiento de sus labios era solamente para evitar soltar la carcajada que amenazaba con salir.


Cerré los ojos e inspiré profundamente, para intentar tranquilizarme y probar con otro tipo de persuasión


– Oye – dije, con voz mucho más baja – De verdad, no estoy para absurdos juegos en este momento. Jacob me espera y...


–Entonces, ¿Es por ese perro, por lo que esta tan desesperada en regresar? – interrumpió


¿Cómo sabía, con tal perfección, quién era Jacob?


–Deberías de ser más respetuoso al dirigirte al resto de las personas – recomendé, volviéndome a enojar y no dándole importancia a mi cuestionamiento anterior.


–¡Ah! – Exclamó de regreso – Entonces, ¿Cómo debo de decirle? ¿Su Majestad, "El Gran Perro"?


–Al menos él si es un hombre que no sale corriendo después de besar a una mujer – dije, sin poder contenerme. Sin saber muy bien qué tenía que ver ese tema en nuestra discusión.


–¿Acaso ya la ha besado? – exigió saber


–No tengo por que responderte – contesté.


Nuestras miradas relampaguearon en la distancia, mutilándonos, mutuamente, tres segundos antes de que él avanzara hasta mí y tomara mi rostro entres sus manos, para fundir nuestras bocas en un beso gentilmente ansioso, cargado de desesperante dulzura que me desconectó de todo alrededor.


–Esta vez no huiré – musitó, sin soltar mis labios de los suyos, que se movían con suavidad y fervor – Esta vez no, Bella...