CAP. 15
25 de Octubre de 2007
Edward A. Cullen.
Finalmente la espera habia acabado, al dia siguiente conseguiría lo que con tanto trabajo y tan arduamente habia buscado, por lo que tan generosamente habia esperado e iba a pagar.
El dinero… y la compensación que este traia consigo, unido. El uso de Isabella Swan como mujer para que saciara ese apetito que ella misma habia creado, inconcientemente o no.
Como habia explicado antes no pude estar muy cerca de ella durante los preparativos de la boda puesto que me atenazaban dos densas y deseosas voluntades.
Por una parte estar lejos de ella podia aliviar al animal en mi, sobre el que ella, como habia dicho antes inconcientemente o no, tenía todo el poder.
Por otra parte necesitaba tener y estar al corriente de todo lo concerniente a la legalidad del documento, los documentos, que ahora se encontraban listos para que Bella los firmara y en el plazo de 3 meses pudiera disponer de su dinero,
Aunque debía admitir que no habia estado tan "alejado" de ella como podia parecer, podia llamársele a eso el hecho de mirarla furtivamente desde la ventana de mi habitación mientras se perdía, sucia y desaliñada, entre los matorrales y las flores del jardín de mi madre. También habia probado de sus delicias una y otra vez, no de las de su cuerpo, evidentemente, pero sí de las que sus dedos maniobraban.
Habia recibido la prudente sugerencia de James de tomar unos tragos y divertirme con algunas mujeres en lo que el denomino despedida de soltero. Lo rechace estoicamente y sin miramientos ya que para mí todo esto no era nada para celebrar.
Aparte la vista del computador y la centre en mi oscura habitación. Era ya bastante tarde así que no tenía sentido quedarse más tiempo desolado por lo inevitable.
Me levante y me cambia hacia el pijama. Hacía demasiado calor así que decidí prescindir de la parte superior de esta para no sentirme ahogado, luego me acosté en la cama y me eche solo las sabanas encima dispuesto a descansar un poco y prepararme psicológica y físicamente para lo que me esperaba al dia siguiente.
No supe exactamente el momento en el que me quede dormido, cuando menos lo pensé estaba soñando con mi parcialmente dudosa obsesión imaginaria.
La mujer. De espaldas solo que esta vez habia demasiadas diferencias, las que no incluían en hecho de poder verle la cara, más bien consistían en su forma de vestir, de negro con unos tacones semi altos negros también y con un ramo de rosas rojas colgando inerte de su mano derecha, sus hombros se sacudían como si estuviera llorando y algo parecido a un cráter inundo mi pecho al escuchar el bajo y sensual sollozo.
Hice un trazado mental del entorno que me rodeaba y que curiosamente no habia vuelto a ver desde el dia en que mis padres murieron.,
Estaba en un cementerio, y esta mujer estaba llorando por alguien de una manera demasiado trágica, ¿a quien podia ser?
Di unos pasos hacia ella procurando no asustarla ni que se percatara de mi presencia para que saliera huyendo. Ella permaneció quieta, todo lo quieta que le permitía el llanto que la embargaba hasta que estuve a un paso de ella oliendo el aroma de sus cabellos….vainilla…como Isabella Swan…solo que la mujer del sueño no podia ser ella.
Dispuesto a comprobarlo alargue mi mano y toque su tembloroso hombro, en el momento en que toque su piel fría un profundo alarido, estridente, torturado, de puro dolor, estallo en mis oídos y luego se volvió ahogado como con una almohada, este grito me devolvió rápidamente a la realidad.
Despertándome todo lo cómodamente que era posible escuche unos ruiditos provenientes de fuera, casi podia oírse que alguien gemía.
- no, por favor – rogaba una voz ahogada igual a la del sueño, pero era la voz de Bella.
Me plantee solamente acudir a su habitación, no muy seguro de mi mismo pero los sonidos continuaban y parecían tan tristes y melancólicos que se me erizaron los vellos del cuello. Brevemente me pregunte si algún ladrón no habría entrado en casa.
Acomodándome un poco el pantalón de pijama Salí caminando hasta entrar en la habitación de ella.
Cuando la divise estaba retorciéndose en la cama como una posesa, como si fuera presa de una sujeción sin ningún tipo de salida. Me acerque consiente de cómo el olor de su cuerpo habia impregnado completamente la habitación.
Me senté a su lado e hice todo el ruido posible para que se despertara pero no lo hizo así que tome una de sus manos y la acaricie fuertemente para que despertara.
-¡No…!- gimió ella profundamente a la vez que levantaba rápidamente esa mano que yo tenía y la otra con la evidente intención de sacarme los ojos si no la hubiera detenido, seguí sujetándola todo lo gentilmente que me lo permitían sus movimientos, me puse suavemente casi sobre ella y la llame quedo.
- Bella…- sus ojos continuaban fuertemente cerrados, como si aun no pudiera separar realidad de sueño – Bella…- insistí con más fuerza esperando ser escuchado pero como tampoco abrió los ojos la zarandee un poco y la llame con más fuerza - ¡Bella..! -
Finalmente sus ojos se abrieron pero la expresión en ese para de abismos marrones casi me hizo retroceder. Jamás habia visto el terror en una mirada de esa manera, luego esos ojos se dirigieron rápidamente a las menos que sostenía entre las mías y cuyos dedos se curvaban para hacerlos amenazantes.
Miro a su alrededor y también a mi figura durante lo que parecieron minutos, luego esos ojos se inundaron de cristalinas lagrimas y por una vez en mucho tiempo no supe que hacer, inconcientemente mis manos forzaron a sus muñecas en reacción a su miedo.
- abrázame – susurro suplicantemente y sin esperar mi respuesta se sentó y apoyó la cabeza en mi pecho. Sin pensarlo solté sus muñecas y la encerré entre mis brazos de una manera que no recordaba haberlo hecho nunca.
- que estabas soñando? - quise saber impulsivamente teniendo que aceptar que tenia curiosidad por saber qué tipo de sueños producían reacción semejante.
- no es nada – dijo ella terca como solía ser en ocasiones, la mecí suavemente buscando su quiebre
- cuéntamelo…- soné algo imperioso pero era la única manera de convencerla.
Durante unos segundos no hablo, solo se limito a estremecerse entre mis brazos, luego comenzó a cantar.
- lapidas…oscuridad…sangre… y olor a muerte –
Cuando escuche la palabra "lapidas" el recuerdo de mi propio sueño vino a mi cabeza. Coincidían en la oscuridad y lo de las lapidas…y ahora que lo traia a mi recuerdo, también el olor a muerte.
¿Sería posible que estuviéramos soñando lo mismo?, y si era así ¿Por qué?
- qué?- le pregunte incapaz de poder creerlo
- habia lapidas – volvió a decir ella temblorosa .- por favor no me hagas repetirlo
Su llanto se hizo más intenso e inconcientemente, también esta vez, la abrace con fuerza, definitivamente parecía haber sido un sueño vivido, ella respondió, sino con la más fuerza, igualándola en entusiasmo. Fue apoyándose tan lentamente como yo me daba cuenta de que la tenía entre mis brazos con sus pequeñas curvas apretadas contra mí y nuestros cuerpos separados solamente por la tela de su ¿…camisón? De la camisa que usaba como pijama.
La sangre comenzó a calentárseme y a concentrarse en ese lugar que me hacia diferente a ella. Cuando fui consciente del aroma de su pelo y de su piel, ese que siempre lograba sacarme de mi mejor comportamiento, todo se fue al traste. Mi respiración comenzó a agitarse y el deseo se termino de apoderar de mi.
Nunca me habia pasado tan rápidamente y solo con tener a una persona entre mis brazos.
Percibí que su cabeza dejaba de estar apoyada en mi pecho, y comenzaba a levantarse hacia mí. Pero no podía caer en su mirada, sería demasiado tarde si lo hiciera. A cambio trate de distraerla y distraerme.
-¿por qué hueles de esta manera?- fue lo único que se me ocurrió preguntarle mientras esa escancia que habia llegado a conocer demasiado bien comenzaba a nublarme la conciencia.
Ella no se movió, parecía no tener la respuesta a mi pregunta y yo dudaba encontrarla algún dia. Seguí perdiendo la poca humanidad que me quedaba mientras casi sucumbía al impulso de deslizar la lengua por su frente y catar el dulce sabor de su piel.
- tu olor me envenena – respire sonoramente – crea adicción – confesé reprimiendo a medias mi impulso y solo besándole la frente. Ella se estremeció y luego me contesto con un…
- no lo sé - que no me alivio para nada.
Seguía oliéndola y besándola encendiendo el calor del deseo dentro de mí, dejándolo expandirse hasta límites insospechados.
Descendí por su piel hacia donde el olor se concentraba más, en su delgado cuello.
Ella seguía temblando como siempre lo hacía cuando la besaba o cuando hacia nuestro contacto más intimo, era la primera vez que me detenía a pensar realmente en eso, y ahora que caía me daba una sensación de poder demasiado placentera.
Volví a olfatearla no muy seguro de querer que ese olor tan familiar desapareciera de mi vida cuando todo esto terminara.
Preferí no pensar en eso ahora, cuando estaba lejos, bastante lejos, de ser un pensando orgulloso.
- ¿por qué sabes tan dulce?- pregunte incoherentemente mientras el ligero tono y textura de su piel volvía a quedar grabada en mis labios a medida que la tocaba.
- no lo sé – seguía contestando estremeciéndose más fuertemente aun que antes.
Ahora, con la libertad que ella parecía ofrecerme comencé a saborear su piel perdiéndome en la longitud de su dulce cuello y hombro, tan blancos como un algodón, como un caramelo blanco y cremoso.
Quise morderla dejándome llevar por el instinto y actuando de una manera muy diferente a como lo hacía cuando estaba con una mujer, no era un partidario muy activo de mordeduras, marcas de dientes y chupetones pero ella me tentaba a hacerlo enormemente, me tentaba a marcarla como, si de alguna manera yo fuera su dueño y ella mi preciada posesión, mi pertenencia, solo mía. Tal era mi convicción que sin pararme a pensar en lo que hacía, cómo lo hacía, por qué lo hacía, y las consecuencias que podría traer, hice que se recostara en la cama y me subí sobre ella como conquistando mi terreno.
Suavemente me posicione en el cálido apoyo que ofrecían sus brazos y sus piernas, luego la bese saboreando el dulce y salvaje sabor de su boca y ella metía sus dedos en mi pelo. Esos dedos mandaban ondas por entre mi cuero cabelludo a mi cerebro y allí se transformaban en inesperados y pequeños dardos de placer que iban acabando `poco a poco con mi capacidad de autocontrol.
Luego esas manos, y lo que producían, tocaron mi espalda tan suavemente como si fuera el lomo de un perro consentido, la suavidad de sus palmas pareció marcarme con fuego la espalda desnuda, hasta llegar abajo.
Si ella era un poco atrevida yo la doblaba en atrevimiento por que el hecho de que me tocara de esa manera tan inocente y a la vez tan…sensual añadía más y más ardor a mis demandas. De repente no era suficiente que estuviera tocando la seda de sus muslos ni el calor invitador de sus caderas, ahora tocaba su estomago ardiendo por tocarla de una masera mas intima, como no lo hacía desde el hospital.
Bajo mis palmas sentí el tacto del rápido movimiento de sus costillas al llenarse de aire sus pulmones, era una manera más de saber cuánto se estaba calentando esta situación. El control habia terminado de ser arrebatado, al menos en lo que a mi respectaba y lo único que importaba era dejarse llevar por el ímpetu.
- por qué me haces esto?- nuevamente la odiosa y repentina maña de preguntarle la razón de las cosas a las que obviamente no tenía una respuesta, al menos no una oral, y me cegaba a todo menos a la irracional necesidad de enterrarme profundamente en su cuerpo y finalmente marcarla como mía.
Mis manos se agarraron de sus senos cubriéndolos totalmente, sintiendo cada forma, textura, depresión de ellos tallando en la palma de mi mano mientras presionaba la lengua contra su paladar buscando el erotismo en ella que estaba escondido.
Su piel caliente pareció equipararse con la mía de una manera encajante como si ella estuviera, de alguna extraña manera, hecha para mí.
Aparte mi cabeza de esos poéticos pensamientos antes de que pudieran hacer mella en mí. El cuerpo de ella se apretó contra el mío inconcientemente o no, haciéndome desear profundamente terminar con esto de una vez por todas, y profundamente dentro de su cuerpo.
El instinto parecía hacerla buscar lo que habia probado antes y mis propias manos se movían sin voluntad en un irreverente impulso de complacerla completamente.
Una de mis manos se estiro sobre la suave curva de su vientre y las ligeras contracciones de este, luego más abajo, hasta la secreta parte en donde ardía por estar.
A medida que la tocaba era mas consiente de cosas que antes no, como por ejemplo de sus manos en la parte inferior de mi espalda, tocándome el trasero de esa manera tan "pura". Aun no podia creerme la rapidez con la que el descontrol invadió mi cuerpo definitivamente ansiándola más que siempre, más que nunca, tanto así que mi cuerpo, involuntariamente, imito el movimiento que realizara de haber estado dentro de ella sintiendo rozar la parte inferior de mi cuerpo con mi propia mano y el calor que emanaba de su piel en mis caderas. Era absolutamente sexual e intimo, más allá de lo tolerable.
Fui consciente de sus manos en mis caderas, y luego mas adelante, en la zona inguinal haciéndome aun más salvaje.
De repente me di cuenta de qué era lo que ella quería con su toque y también era consciente de que si ella me llegaba a tocar de esa manera explotaría como una cereza. Así que para ahorrarme la vergüenza de comportarme como un quinceañero, algo que nunca me habia pasado ni siquiera cuando los tenia, decidí apartarme de ella y dejarnos a ambos en "este "estado.
Nunca me habia sentido de esta manera tan baja. Nunca nadie habia encendido mis pasiones de esta manera tan caprichosa, constante e insaciable, incontrolable. Jamás hubiera creído que existiera ese tipo de mujer capaz de eso…
Me quede sentado completamente anonadado de mi descubrimiento y dejando de sentirme orgulloso de mi mismo en un solo segundo, deje de sentirme orgulloso de mi autodisciplina y autocontrol, ambos irremediablemente perdidos en tanto me acercaba a ella o siquiera percibía el olor de su cuerpo.
Podia sentir en los suaves ruidos de la cama que ella se estaba moviendo luego todo se quedo tan quieto que pensé que se habia quedado dormida.
La mire, pero no me esperaba que me estuviera mirando tan fijamente, ni tampoco me esperaba la oleada de emociones desconocidas que me atacaron de pronto, ni tampoco el cuestionamiento interno de que era lo que era ella y si, llegado el caso sería tan fácil deshacerme de ella como quería.
-¿tienes idea de cuánto te deseo? - era retorico, pero no pensaba en nada más que decir ante esta insólita situación, yo considerando a la mujer con que me acostaba, o me iba a acostar.
Tampoco se me ocurría que más hacer ya que toda la capacidad de raciocinio, y pensamiento, se hallaba en la parte inferior de mi cuerpo.
Ella negó con la cabeza, como le negaría un alumno la respuesta a su maestra. Ella era, en muchos sentidos, pero el solo hecho de haberla tocado y saber lo que ocultaba no la hacía una niña en absoluto para mí.
Me reí brevemente al imaginarme como un anciano barbudo y a ella como una niña de coletas y mejillas rojas de época de huevos de pascua.
No tenía idea de que era lo que ella podía interpretar de mi risa así que antes de que pudiera sacar la conclusión errónea me puse de pie pronto a retírame ante de cometer más burradas.
- hasta mañana.- me despedí pensando en que ese mañana estaba bastante más cerca de lo que en realidad habia temido.
Cuando Salí de la habitación me apoye pesadamente en la puerta de la mía sintiéndome ta agotado como si me hubieran dado una paliza, pero tenía que aceptar que jamás una paliza habia sido tan dolorosamente excitante, ni tan dulcemente emocionante.
Entre a la habitación dispuesto a dormir una gran siesta que reparara en algo mi estado actual. Pero encontré una respuesta negativa a mi petición de sueño, la que le hice a mi cerebro. Parecía que tendría que dormir el resto de la noche algo empalmado.
26 de Octubre
Pero al otro dia amanecí con un humor de perros no solo por la frustración sino porque en la noche decidió atacarme el Síndrome del Pensamiento y de pronto me encontré meditando acerca de la desgracia que estaba a punto caer sobre mi vida.
Y todo por culpa de esa deseable mocosa.
Si ella se hubiera muerto cuando nació esto hubiera sido mucho más fácil para mí.
No tendría que comprometer mi deliciosa libertad por una chiquilla virgen y que parecía haberse enamorado irremediablemente de mí.
Tampoco podia pensar en mi madre ni en la manera en que "ella" me la recordaba, porque nunca desee hacerle a mi madre lo que ahora deseaba hacerle a Isabella.
Si se tratara de una chica normal, interesada únicamente en la ropa de marca, los zapatos caros y el dinero habrían podido deshacerme de ella con facilidad, solo hubiera tenido que prometerle una cuantiosa suma de dinero y ella habría firmado, y todo hubiera terminado.
Pero no, tenía que pasarme esto y, en medio de la refriega, conocer a la única mujer en el mundo capaz de excitarme con una mirada.
Esto era mi ruina.
Por lo menos lo iba a ser en los próximos tres meses.
Tan lentamente cómo fue posible, la madrugada dio paso a la mañana y también pude pensar acerca de Bella y la curiosidad del sueño brevemente compartido que habia tenido con ella, ¿podia eso llegar a ser una señal de algo?
Cuando pare oreja de la almohada me dirigí a mi escritorio en donde James habia dejado los papeles que ella debía firmar encima, ordenados en una pulcra carpeta.
Les eche una ojeada por última vez repasando las líneas.
"Yo, Isabella Marie Swan acepto por el presente documento a que mi conyugue Edward Anthony Cullen, sea el administrador de todos mis bienes aquí mancomunados entre los cuales se incluyen las acciones legales y ponderan tés del así llamado Hospital Estatal Central.
Para su legalidad el documento se extendía a cerca de una página o dos más repitiendo lo mismo anteriormente escrito mas otras estipulaciones de menor interés. Y estaba escrito en una letra mucho más pequeña que la normal y podia, fácilmente, ser confundida con otro documento más a firmar, de todos los acuerdos prematrimoniales. Esperaba que ella no notara las pequeñas diferencias por que iba a tener que firmar más documentos que yo.
El dia anterior habia mandado a llamar a Madame René, para que se encargara de ser la estilista de Bella, esta aun no podia acabar de creerse que me fuera a casar y así se encargo de hacérmelo saber cuando hablamos por teléfono
"je le lui ai dit ou un non, monsieur?, esa ega la muchacha que usted desposaggia…"
Evidentemente no compartía el entusiasmo de madame ante su acertada suposición, pero sabía que ella haría un buen trabajo con Bella. Habia tenido oportunidad de comprobarlo el dia pasado en el que uso el sensual vestido negro que me dejo descubrirla como mujer. Probablemente llegaría en un par de horas así que decidí entrar a bañarme.
Bajo el agua de la ducha era casi posible imaginar que nada de esto en realidad estaba pasando. Pero la realidad era que me iba a casar después de tantos años de libertinaje la persona que menos debía haberme echado la soga al cuello lo estaba haciendo. La idea no me agradaba, pero curiosamente habia dejado de desagradarme en algún punto.
Bah! Habia podido con peores situaciones, un matrimonio de conveniencia no me iba a hacer caer, podia lograrlo, pero no pude eximir de mi rostro mi expresión de desasosiego y mal genio, a pesar de que lo intente innumerables ocasiones frente al espejo de la tina.
Finalmente desistí muy convencido de que tal vez más adelante con el pasar del dia y el poco de aire fresco que recibiría conseguiría olvidarme un poco de esto.
Casi lo conseguí, pero en el momento en que Laurent interrumpió en mi habitación, portando el esmoquin que madame habia destinado para mí y que habia visto en otra cantidad basta de oportunidades, pero no sobre mí, todo se me rego encima otra vez . Maldije por lo bajo.
Todo, todo era culpa de ella.
- la señora René acaba de llegar, subió directamente al cuarto de la señorita.
- está bien – le refunfuñe, para nada interesado en lo que pudiera pasar con ella, y a la vez demasiado consciente de que ese pensamiento anterior no era del todo cierto, pero ya era bastante tenerla presente en todas mis desgracias.
Laurent dejo colgado el esmoquin envuelto en plástico en una de mas manijas del guardarropa y me lanzo una mirada inquisitiva, esa mirada me hizo preguntarme si el sabia de lo que iba toda esta farsa de matrimonio pero se marcho sin llegar yo a decirle nada.
Termine de secarme el cuerpo, me afeite y me perfume correctamente, luego desenvolví mi traje y me lo puse con tanta lentitud como si estuviera sucio. "Resignación, amigo. Recuerda que aun no ha terminado."
Debía canalizar todos mis pensamientos en esa frase, no fuera que llegara a olvidárseme y en el momento en que fuera a dar el "si" nada mas decidiera salir corriendo.
Cuando termine de arreglarme como tal, espere a que Laurent me avisara de la llegada del otro chofer con el auto de James, en cuya casa esperaría para irnos a la registradora.
Madame René seguramente pensaría que todo estaría listo en casa de James y así se lo haría saber a Bella, mejor, así no estaría prematuramente nerviosa por la cercanía de mi presencia.
El teléfono interno de la casa sonó y cuando conteste Laurent me aviso que habia llegado el auto.
Baje las escaleras inhalando el ligero olorcillo a perfume que flotaba en el ambiente. Luego me fui con el chofer a la casa de James que quedaba bastante cerca de la registradora
Laurent tenía instrucciones expresas para llevar a Isabella las cuales no me preocupe en repetir, si en algo tenía fe en Laurent era en su gran memoria.
El tiempo seguía corriendo y yo seguía enfurruñándome aun más. James me recibió con un saludo mucho más cálido del que esperaba, parecía casi contento de que me casara, como si ese matrimonio fuera a marcar alguna diferencia sobre mí.
"Si, claro".
Después de pasada otra hora llego el tiempo de embarcarme hacia la registradora para llevar a cabo la situación. Cuando llegamos allí no me sorprendió nada que James tuviera todo preparado, también era un empleado eficiente.
Sabía que habia invitado a algunos de sus compañeros de trabajo que también era compañeros míos, aunque no bastante allegados, aunque eran de las pocas personas sinceras que aun quedaban en el gremio y en las que podia confiar en que no saldrían pululando sobre "mi boda" a la primera esquina donde cualquiera podia enterarse. Y serian lo suficientemente prudentes en el momento en que me divorciara.
Los salude con un gesto de la cabeza al cual todos respondieron de la misma manera, luego me senté a esperar en la silla que James me indico.
Después de un tiempo no logre conseguir una expresión diferente en mi rostro y lo supe por la rigidez de este. Una pequeña parte de mí, una verdaderamente pequeña, se alegraba por este beneficio de estar con Isabella, pero también debía aceptar que iba a pagar un precio demasiado caro para todo lo que implicaba.
Unas suaves pisadas se sintieron en la alfombra pero no me pare inmediatamente, ni me di la vuelta creyendo que se trataba de algún otro abogado. Unos segundos después James tosió sonoramente y no tuve más remedio que darme la vuelta para ver si tosía de esa manera porque estaba atragantado con saliva. Cuando me di la vuelta completamente supe que lo habia hecho para llamar mi atención que de repente se vio eclipsada por el impacto que sentí al ver a Isabella Swan parada en la puerta como un cervatillo asustado, pero más hermosa que nunca.
Mi cara podia estar rígida, inamovible en su expresión de desazón y aburrimiento, pero dentro de mi sentí que el pulso comenzó a palpitarme entre las sienes y la ingle.
Su aire de inocencia iba tan a la medida de su vestido, de su rostro, con todo lo que la rodeaba en ese momento. Solo pude pensar en Blancanieves el dia de su boda, con los labios maravillosamente rojos, la piel tan blanca y el cabello tan oscuro, solo que, a diferencia de la Blancanieves de los cuentos, a este si la podia ver, tocar, oler y saborear.
Hice acopio de todas mis fuerzas para no saltar sobre ella, lo que tuvo que haber añadido más hostilidad a la expresión enmascarada de mi cara. Pero también me hizo volver a tomar conciencia, rotundamente, de lo que estaba a punto de pasar y algo parecido a un baldado de agua fría termino por afianzar mi propia frialdad.
Mientras avanzaba hacia mí algo `parecido a una sombra inundo sus facciones pero, lamentablemente, después de eso no se veía menos hermosa y apetecible. No supe interpretar la razón de su cambio pero prometí pensarlo luego, cuando todo esto hubiera terminado y no tuviera la intención de salir huyendo.
Cuando estuvo frente a mi abrió levemente sus rojos labios como si quisiera formular alguna frase pero los cerro rápidamente y a cambio me dirigió una rápida mirada evaluadora que me hizo sentir como el apetecible manjar de un restaurante, pero tan rápido como me miro, se retiro.
James me ofreció su blanca mano cubierta por un guante de seda largo que se deslizaba hasta más arriba del codo y parecía estar diseñado con el único propósito de hacer imaginar deslizar la mano bajo el y quitarlo del todo. Abarque su mano con la mía y luego nos volvimos hacia el juez que iba a dictar la sentencia.
- el dia de hoy nos reunimos, en este recinto de ley, para celebrar la unión de estas dos personas, Isabella Marie Swan y Edward Anthony Cullen – Masen, quienes han decidido unir sus vidas bajo el poder que otorga la ley. Siéntense por favor.
Todos así lo hicimos. Por el ojo de gato podia ver a Isabella mirando hacia el frente, el suave perfume que la envolvía volvía a invadir mis sentidos como el ejercito de un conquistador. Procure permanecer frio y mecánico sin penas demasiado en las consecuencias que podia traer ese tipo de actitud. Solo podia pensar en el contrato, en el dinero, y en lo mucho que iba a disfrutar descubriendo a la hermosa blanca nieves de ojos chocolate.
- Isabella Marie Swan, por juramento sobre el tratado de la ley, ha decidido , sin ningún tipo de coacción o forzamiento, a contraer nupcias civiles con Edward Anthony Cullen- Masen prometiendo así compartir su vida, bienes y demás hasta que decidan que ha llegado a su fin?.
No podia decirse que fuera una declaración ni mucho menos romántica y más bien parecía estar haciendo una advertencia lo cual me hizo rechinar los dientes, no necesitaba que ella dudara de lo que íbamos a hacer especialmente en ese importante momento.
Sospechas infundadas pero aun así su tembloroso "Si" me confirmo que más seguro se sentía Hitler cuando se encerró en el bunker.
Pronuncie el mío de manera más firme que ella intentando contagiarla de mi seguridad, pero al parecer eso era algo difícil de lograr.
Cuando llego la hora de firmar las actas el juez dejo removió los documentos dejando de ultimas el contrato vinculante que me permitiría hacerme con las acciones, la fortuna de Isabella. Volví a tragar un poco en seco ya que no sabía si el juez conocía de la artimaña, era lo más probable ya que el juez conocía a James y este debió explicarle lo que tenía en mente en especial esa parte en donde yo no estaba con ella más que para lo obvio.
El turno de firmar fue de ella, pero a pesar de que note que le temblaba la mano el trazado de su firma fue tan regular y elegante como la de cualquiera de mis allegados. Fue contundente y firmo todo sin apenas pararse a leer.
No sabía si eso lo habia hecho por ignorante o por que le daba pereza leer, o por si quería acabar con esto tan rápido como yo.
Luego fue mi turno, ahí la sensación de euforia por el hecho de que ella hubiera firmado se desvaneció cuando los papeles aparecieron frente a mí. Iba a firmar un contrato en el que me uniría a ella por tres meses durante los cuales podría disponer de la totalidad de su capital y con lo que ella firmaba me autorizaba a mí, su esposo, a utilizar ese capital como mejor me pareciera.
Pero era el hecho de estar casado con ella durante tres meses lo que me hacía dudar., no esperaba que en ese tiempo la situación con ella cambiara de alguna forma y esperaba, para ese entonces, haber saciado esa necesidad de ella que me achicharraba por dentro.
Finalmente mi mano respondió a la orden del cerebro y me vi a mi mismo firmando sin ningún miramiento dudando de todo como nunca antes.
Culpa… la tenia ella.
- gracias – dijo el juez tomando los papeles poniéndolos en sus respectivas carpetas entregándolos a James.
- los anillos por favor -
A cambio de las carpetas James le entrego en descansillo de los anillos a la vez que el juez los puso frente a nosotros como si nos estuviera ofreciendo un platillo.
Recordé brevemente que James me habia preguntado la talla de mi dedo anular y supe que habia sido para esto, los aros de la joya de ella eran mucho más pequeños que el mío, habían costado bastante ya que el de compromiso portaba un diamante. Le pedí a James que eligiera esa piedra preciosa para ella, al menos para compensar en algo lo mucho que le iba a quitar. Lo demás vendría luego.
La mano temblorosa de ella tomo mi sencilla argolla que, por lo que habia dicho James, estaba marcada con el nombre de ella por dentro. La argolla encajo bien en mi dedo y luego fue mi turno.
Levante su mano dejándome llevar brevemente por la sensación de la seda de su guante, tan parecida a la de su piel, como recordaba su tacto la noche anterior.
Cumplí mi pequeña fantasía, la que habia imaginado con el largo y principesco guante, desnude su brazo como me hubiera gustado desnudarla a ella, lenta y eróticamente. Sus ojos estaban nublados pero no por las lagrimas sino por esa sombra que percibí antes
- Isabella Marie Swan, acepta este anillo como símbolo de mi…amor – maldición ¿porque tuve que titubear?- y nuestra unión hasta que la ley lo prohíba o hasta que nuestra voluntad lo disponga. – dije mientras deslizaba los dos anillos en su impecable y pequeño dedo.
Ahí fue cuando dejo de mirarme.
Nos dimos la vuelta para terminar con la boda.
- por el poder que me otorga la ley los declaro marido y mujer
Marido, la palabra en si me era desconocida y por razones netamente actitudinales no tenía idea más que de relaciones sexuales conyugales en ese rol, no sabía cómo debía comportarse un marido aparte de acostarse con su mujer.
Cuando me gire para besarla recordé lo mucho que estaba entregandole y lo mucho que besarla haría de mí un orate., Así que la bese fría y calculadoramente procurando ignorar el calor de sus labios suaves y jugosos.
Maldije cuando el oscuro velo cubrió sus ojos y me miro a través del como si se encontrara a miles de kilómetros de distancia, y si no se encontraba parecía desear sobre manera estarlo.
Cuando todo se termino nuestra siguiente parada fue la improvisada recepción que se llevaria a cabo en el hotel donde también se llevaría a cabo nuestra noche de bodas. El silencio reino mientras montábamos en el ascensor del registro civil y lentamente salíamos, cada uno a uno de los asistentes a su vehículo, para llegar a la recepción.
Ella se subió cuidadosa y delicadamente a la limosina con la clara intención de no arrugar su precioso vestido, puso su ramo, ese que yo pensaba que habia dejado en el registro, a un lado de su pierna derecha, con ligerísimo cuidado, entre nosotros.
Cuando abrí la boca para preguntarle por que parecía cuidarlo tanto ella me interrumpió como si me hubiera leído el pensamiento.
- no tenia amiga a quien lanzárselo – repuso lacónicamente en el momento en que inspire para hablar - así que me lo quedo. Espero que no te moleste. – añadió en un tono extraño. La manera en que protegía las flores la hacía incluso más angelical.
- por supuesto que no – dije rindiéndome un momento a la suavidad de su perfil respingado, la miraba a ella y ella miraba hacia el frente pero algo me decía que sabía que la estaba mirando - es un vestido hermoso- repuse para justificarme y para hacerle un cumplido que a todas luces se merecía.
Ella asintió rápidamente como cuando recibes las palabras de alguien de manera rápida, como si mi comentario le resbalara, pero no por las razones normales, aparentemente, y como siempre, no tenía idea de lo hermosa que se veía.
- pero más lo es quien lo lleva - no fui capaz de morderme la lengua.
- tú también te ves muy bien – dijo ella en voz baja moviendo imperceptiblemente la mano y atrayendo mi atención inevitablemente a su brazo cremoso cubierto de seda.
Alargue mi mano y la toque antes de que pudiera apartarse.
-no sabes lo que ese guante le hace a mi autocontrol - parecía que, al menos por el momento, no podia callarme las verdades.
- ¿puedo preguntarte algo? – inquirió ella súbitamente haciendo que mis dedos se detuvieran por un momento en la sórdida seducción de seda que quería practicar con ella.
- adelante
- ¿sucedió algo malo antes de que acudieras al registro?-
Sabía que mi rostro habia cambiado de expresión, de repente volvía a tener la máscara de rigidez que me afectaba ahora con ella recordando me mi enfado de las horas anteriores y recordándome también lo que habia hecho.
-no…por qué?- repuse frio
Pensé que no me iba a responder pero tampoco esperaba que me respondiera con otra pregunta.
-se que no tengo derecho a preguntártelo - dudo - ¿acaso hice algo malo anoche? -
¿Por qué insistía? ¿Acaso mi palabra no bastaba?
- te repito que no se dé que estás hablando - pero parecía no darse por vencida y algo me decía que no lo hacía precisamente por que estuviera buscando un cumplido.
- ¿cuál es la verdadera razón por la que querías que fuera tu esposa? -
¿Podría alguien haber abierto la boca? , ¿Podría haberse dado cuenta de lo que estaba pasando?, parecía albergar cierto rencor en el tono de voz. – parecía que James tenia mas deseos de casarse conmigo que tu... - la fuerza de su argumento duro poco menos de tres segundos en los cuales, cuando medito las palabras que acababa de decir, se tapo la boca con la mano y una expresión de suma vergüenza tiño su blanco rostro. No pude menos que reírme ante su comentario, pero esto tampoco pareció agradarle
- tengo mucho trabajo en el que pensar, Isabella, aun el dia de mi boda mi empresa depende de mí – puse de excusa a mi empresa a fin de alejarla de sus cuestionamientos sobre mis razones para casarnos.
Ella asintió pero no se veía realmente convencida y no se me ocurría que mas decirle para distraerla
- ¿solo por eso?- pregunto con una inseguridad palpable.
- solo por eso – repuse, pero ya mi ánimo para algo positivo parecía evaporarse rápidamente, así que debía empezar a fingir lo que no sentía - ahora tendremos nuestra celebración – susurre - que creo que es por lo que estas penando – tome su mano pero su mirada no me transmitió más calor que mi propio frio interior.
- no me interesa la fiesta si no quieres asistir. Si en algo ha fallado esto por favor dímelo, aun estamos a tiempo de retractarnos.
Y volvía la burra al trigo. Jamás habia conocido a una mujer mas insegura que esta, pero no pude decirle nada mas romántico en la frase con la que conteste.
- tendrás que perdonarme, pero como dije antes mi trabajo es agobiante. – quería decirle que me diera su dinero y que desapareciera de mi vida, que dejara de ponérmela patas arriba, que despareciera de la faz del planeta para así recuperar mi vida normal.
Aparte mi mirada de ella no fuera que identificara cuanto rencor le tenía por todo.
No volvimos a hablar hasta que llegamos al lobby del hotel, justo como lo recordaba solo que el horario era diferente.
El salón estaba decorado con bastantes cosas blancas dándole a esta farsa el falso aspecto de un cielo paradisiaco cuando no podia ser mas lo contrario, sentí que Isabella se prendía de mi como una lapa y aunque debería no me molesto mucho.
Vi por unos momentos en los que la mire que sus ojos vagaban rápidamente por la gente que se nos habia adelantado en el viaje y a que su vez la miraban a ella con suma curiosidad.
Intempestivamente O`bannon, uno de los abogados dirigentes se acerco a mí a hablarme de negocios relegándola instantáneamente y aunque parecía reacia finalmente dejo de estar prendida de mi brazo. No supe qué dirección tomo hasta mucho tiempo después, cuando pude sacudirme un poco a los múltiples argumentos de leyes y de economía de los que estos hombres hablaban. Cuando finalmente pude volver a enfocarla un sentimiento amargo e inerte me inundo los sesos cuando vi que mi mujercita no habia estado perdiendo el tiempo en absoluto, es mas parecía estar siendo el objeto de la mirada lasciva de ese perro de pelo oscuro al cual creí haber visto antes. La estaba mirando como si fuera el bistec del dia y el sentimiento de posesividad al cual no me atreví a darle nombre en ese momento termino de inundar mis entrañas dejándome en amargo sabor de la furia en la lengua, furia que, como no lo conocía a él, descargaría sobre ella y su taimada forma.
- creo que eso no es asunto suyo – decía ella mientras se daba la vuelta y se topaba de frente conmigo. Sorpresivamente me evito y se dirigió a una mesa mientras miraba al perro y este a mí como si estuviera calibrando a su rival, me dieron ganas de cargármelo a puños especialmente cuando un bufido de superioridad broto de sus dientes.
- ¿algún problema con mi mujer? - le pregunte brevemente recalcando eso si el status de Bella conmigo.
- su mujer quería agua – dijo el también haciendo hincapié en su mujer.
Su mirada devoro a Bella aun a la distancia y luego se poso sobre mí sin ningún tipo de sentimiento más que el odio, el cual, sin saber la verdadera razón, era totalmente correspondido.
Me di la vuelta sintiéndome incapaz de seguir ahí de pie sin atestarle un puñetazo al perro ese por atreverse siquiera a mirara a Bella.
Este ataque de posesividad, el cual habia decidido llamar de esa manera, seguramente era por el hecho de que ella podia dejarme en cualquier momento antes de los tres meses llevándose consigo el dinero que salvaría mi negocio. Por eso, enfadado me acerque a la mesa donde estaba ella sentada y me senté frente a ella, sin ningún tipo de tangentes le pregunte.
- ¿que hacías hablando con él?- mientras le hacia esa pregunta recordé donde lo habia visto antes lo cual fue algo enervante por que fue esa misma noche, cuando Bella vestía de negro y yo acababa de humillarla bastante.
- no estaba hablando con el – respondió ella tan seria como un buda. Se llevo una mano a los ojos y froto las puntas lentamente. Luego comenzó a tomar agua como si fuera alcohol en el que pudiera ahogarse.
Por supuesto que estaba hablando con él, una mujer que no hablaba con alguien no dejaba que ese alguien la devorara con la mirada ni que se inclinara hacia ella de esa manera tan familiar en la que el perro se habia inclinado sobre ella. Música de cámara comenzó a sonar mientras la taladraba con la mirada que sabia estaba llena de odio, pero ni en ese momento me propuse preguntarme cuanto era que la estaba lastimando, pero de todas formas esto podia ser tomado como una lección para ella, no mirar a alguien más, no cuando eras la esposa de Edward Cullen, acababas de firmar un contrato de matrimonio con él, e ibas a ser su fuente de ingreso monetario durante los próximos tres meses.
- el vals de los novios – escuche la voz de madame René amplificada en el micrófono, no me sentía lo bastante animado para humillarla rechazando la petición de baile que debía ser tradición en todos los matrimonios, incluido el nuestro aunque no fuera, técnicamente, real.
Ella tomo mi mano, la que en un principio ofrecí y que ella se demoro tanto tiempo en aceptar que casi bajo para irme de ese infierno.
En tanto nos situamos apreté su cuerpo contra el mío, sintiendo repentinamente una tranquilidad y un alivio casi instantáneo. Como si al tenerla en mis brazos pudiera asegurar el futuro de ambos de una manera que nos beneficiara.
Para acentuar la sensación de tranquilidad, la de posesión una vez calmado, la sensación de ella entre mis brazos otra vez, no pude detener mis labios quienes, por instinto, buscaron los de ella para unirse en un beso febril y cargado de chispas de mal humor y deseo contenido.
Y bailábamos sin importar lo demás, por un momento me convertí en el príncipe de Blancanieves.
Un baño de calor cubrió mi cuerpo de la cabeza a los pies mientras el contacto se extendía tanto como la música y el deseo comenzaba a apoderarse de mí de una manera incluso mas atroz que la de la noche anterior, mas aun por que ahora sabia que nada me impediría tomarla, nada me impediría experimentar lo que tan ansiosamente habia esperado, lo que tanto habia deseado, estar dentro de Bella Swan de todas las maneras en las que un hombre podia estar dentro de una mujer.
Cuando se termino el baile ya estaba perdiendo el ceso así que no se me ocurrió otra manera de calmarme las que refugiarme en lo que todo el mundo consideraba antídoto para las situaciones difíciles, alcohol.
En cuanto nos sentamos llame al camarero más próximo y sin importarme nada le pedí un whisky de más fuerte que se podia preparar.
No la mire en los minutos en los que se demoro el alcohol en llegar no fuera que decidiera destrozar su bonito vestido y la violara sin más contemplaciones.
Me tome la bebida en el tiempo que requería que no me quemara el hígado, pero aun así fue bastante más rápido de lo que normalmente bebía alcohol, y para mi sorpresa, pareció calmarme un poco, o no sabía si era algo psicológico. Pedí otro nuevamente sin contemplaciones esperando que me brindara aun mas sosiego que el anterior.
Estaba terminándome el tercero cuando vi que James se acercaba y se detenía al lado de Bella mirándome con algo de reprobación, bah!, el anciano no tenía derecho a reprocharme nada, el estaba tan hundido como yo en esto.
- ¿puedo bailar con su esposa?- me pregunto, el solo hecho de pensar en las manos de James sobre la tela del vestido de Bella me hizo hervir la sangre otra vez, pero para lastimarla por su osadía de antes le dije sin importarme nada.
- adelante -
Cuando se fueron decidí matarme en alcohol, maldije todo lo que me rodeaba, todo lo que habia hecho y todo lo que estaba a punto de hacer, de repente era con si un demonio me hubiera poseído, tenia celos, increíblemente encontré en nombre, en medio de mi tormenta de alcohol, `para la sensación de posesión que no me habia atrevido a nombrar, celos de James, del perro, de cualquier persona del género masculino que quisiera acercarse a ella sin mi consentimiento, aun con él, quería que fuera mía, y la quería encerrada en vidrio para poder romperla cuando no me sirviera mas y destruirla para que nadie más pudiera tocarla, tenerla aun después e haberla usado yo.
Estaba maniaco y alcoholizado, me sentía muy capaz de cometer una locura así que Salí al jardín a calmarme un poco haciendo un recuento mental de cuantos fuertes whiskys me habia tomado. Definitivamente habían sido muchos, ya que no podia reconocerme y mucho menos pude hacerlo cuando enfoque mi mirada a través del cristal y vi que Bella estaba bailando con el perro camarero de una manera tan intima como yo habia bailado con ella. La canción terminaba en ese momento y pretendía entrar como un bólido para rematarlo cuando se inclino sobre ella y le dio un beso en la mejilla tan despacio como si quisiera catar su piel, como yo habia querido hacerlo la noche anterior, y con la más intensa de las miradas en esos ojos negros que parecían el infierno al que me estaba viendo sometido solo por esa vista maldita.
Y ella, maldita fuera, mientras él se iba se dio la vuelta completamente sonrojada, maldita perra manipuladora, ahora que sabia a medias lo que se sentía estar con un hombre de verdad quería ir a probarlo con el primero que le diera palabras lisonjeras. Antes de entrar y llevármela por delante decidí tranquilizarme un poco, a ella le gustaba jugar duro cuando de otros hombres se trataba, recordaba la noche del vestido negro y la manera en la que habia respondido después de que la humille, bien esto podia repetirse pero esta vez seria en una cama y conmigo sobre ella castigando su imprudente zorrería.
Me sentía un poco mareado pero lo suficientemente sobrio como pará caminar derecho y con dirección hacia la mesa, en donde un minuto antes otro camarero habia `puesto una asombrosa y gigantesca combinación de comidas que mandaría al baño a cualquiera.
Ella me miro asustadamente mientras me sentaba en el lado opuesto de la mesa de ella, aprecia analizarme aunque quisiera no demostrarlo, que tonta era.
- ¿puedo comer de eso?- dije arrastrando las palabras en contra de mi voluntad. La sombra de sus ojos cayó sobre ellos una vez más, y la volví a maldecir porque me mirara de esa forma cuando se habia sonrojado por la mirada del perro.
- por supuesto – dijo con esa vocecita de mártir que odie en ese momento. En mi embriaguez no quería ver la cosa de otra manera diferente a esta: ella creía que lo tendría todo al tenerme a mí y que podia jugar de la misma manera que yo tenía planeado jugar con ella y estaba demasiado equivocada. Maldita fuera si lo estaba.
- te has divertido?- le pregunte dándole la ligerísima oportunidad de que fuera sincera conmigo
- claro… tus amigos son muy educados –
Así que mis amigos… por qué no admitía que no solo habia bailado con ellos sino con el perro ambulante que la quería seducir y del cual descaradamente se dejaba. Metódicamente deslice la mirada buscando al que parecía haberse ido, esperando así que me contestara con la verdad
¿Y los tuyos? -
- no tengo amigos aquí – repuso lentamente – compañeros si acaso, tus amigos, que bailaron conmigo, y James, pero no amigos – negando ese baile maldecido una y otra vez. Al parecer me habia encaletado con su vestido de falsa molestia a la verdadera mentirosa que parecía ser. Tal vez el alcohol me estuviera nublando la mente, tal vez nada de esto era lo que parecía y estaba cometiendo un terrible error. Me permití pensarlo por unos momentos y se me escapo un
- perdóname…- que desgraciadamente para mi amor propio sonó a sincero.
- no tengo nada que perdonarte – respondió ella automáticamente, tan friamente como un revolver.
- si, si tienes… no me estoy portando bien – esa excusa era tan patética como la cantidad de pensamientos contradictorios que tenía en ese momento.
- lo siento yo también – dijo ella negando con la cabeza – creo que no he sido la compañía más agradable - sorprendentemente estaba asumiendo la culpa de todo en lo que la habia enredado desde la noche anterior.
- por mi causa – la asumí ahora yo - bueno…en fin.- dije la palabra aunque sabía que esto no tendría final hasta que estuviera en la cama con ella. – ¿en serio vas a comer todo eso? - ella soltó una suave risita que me erizo los vellos del cuello.
- no estaba muy en mis cabales cuando lo pedí – dijo con voz arrepentida.
También reí tratando de conservar este pequeño humor hasta que se volviera de mayor tamaño.
El alcohol me soltó la lengua como nunca antes realmente con ella, así que le conté muchas cosas sin saber muy bien de que estaba hablándole pero sintiéndome un poco más cómodo aunque aun con el alcohol en la sangre. Luego le pedí algo más liviano al camarero, un poco de vino, mas vino, mucho más vino. Necesitaba del alcohol en esos momentos en los que sabia previos al encuentro final, en donde descubriría por fin que era lo que tenia Bella Swan para mí.
Partimos un pastel en el que no repare mucho y del que solo probé un poco de fina crema, luego me dedique a hablar con James sentados en el sillón amplio.
-parece que logro lo que quería – dijo el levantando su copa hacia mi
- todavía no ha terminado –confesé mis actos venideros sin ningún tipo de vergüenza. Los celos comenzaron a picarme
- es una muchacha muy buena…debe tratarla con cuidado –
- sabré lo buena que es en la mañana – solté groseramente mientras la expresión del rostro de James se endurecía
- no sabe en lo que se está metiendo señor Cullen, cuando se dé cuenta de todo va a ser demasiado tarde.
- no me vengas tu con esas advertencias, estas hasta el cuello con esta trama al igual que yo, estuviste de acuerdo así que no vengas a hacerte el bueno defendiendo a la chiquilla porque te calo con su carita de niña buena – escupí estas palabras en la cara de James que se alejo de mi lentamente.
- está enamorada de usted… y ese amor la va a matar.
Hice una mueca ante sus palabras recordando lo que habia soñado antes y llenándome de celos nuevamente
- no me digas que te enamoraste tu de ella, James. No creo que Sheila le guste saberlo. – reí por lo bajo mientras el anciano se daba la vuelta-
- Sheila tendría compasión por lo que usted está a punto de hacer y me apoyaría en quitarle de las manos a esa niña indefensa.
- en cuanto la use puedes quedártela, ya no me servirá para nada entonces - dije completamente ebrio.
- veremos quién se queda con ella cuando todo pase – dijo el enigmáticamente mirándome con algo que nunca habia visto en sus ojos, al menos no realmente. Profunda decepción.
Otro bache, la ruptura de mi amistad con James. Maldita Swan, me estaba destruyendo la vida.
Cuando fui consciente de mi otra vez parecían haber pasado horas pero debían haber sido minutos por que luego estaba de pie y la tenía a ella frente a mí, al karma en el que el alcohol la habia convertido para mi, un karma que iba a borrar de mi vida esta noche.
Aplaste su boca con la mia besándola con la fuerza que la furia me proveía y estando tan ebrio como un vagabundo. Moví mi boca una y otra vez tratando de contagiarla de mi locura sin importarme si le hacía daño o no, sabiendo tanto como ella que solo habia un final para esta noche.
La tome de la mano cuando nos separamos y me la lleve consigo a donde pudiéramos estar solos. Mientras llegábamos la besaba y la besaba encendiendo así el interruptor que solía encenderse solo y que controlaba todos los movimientos voluntarios e involuntarios de mío cuerpo, los que me urgían a poseerla ya, de una vez sin más esperas ni ansiedades.
Para mi embotado cerebro, embotado de alcohol, deseo, frustración, celos y decepción, fue todo un milagro maniobrar hasta estar finalmente donde quería, a solas con ella en la habitación, para terminar de una vez por todas con sus dudas de que era mia y que lo seria al menos durante los próximos tres meses.
Comencé a besarla impetuosamente, con fuerza violenta, como siempre habia querido hacerlo pero me contenía, ahora el alcohol habia acabado con lo poco que quedaba en mi de un ser pensante para cerrarse a todo menos al monstruo que exigía satisfacción inmediata.
Tan cerca de ella comencé a besarle el cuello chupándolo como habia querido hacer la noche anterior y llenándolo d marcas rojas, marcas mías. Entremetí las manos entre las faldas del vestido buscando la manera de arrancárselo definitivamente, ella se estaba removiendo imperceptiblemente sobre mí, como si quisiera apartarse, lo cual no podia permitir, no cuando habia estado tan cerca del otro y parecía haberlo disfrutado tanto. Después de besarla succionando con fuerza sus labios ahora rojos de manera natural me lance con ella hacia la cama cubriéndola con mi cuerpo tan íntimamente como habia querido siempre.
Acostada era más fácil marcarla y así lo hice sintiendo las reverberaciones de sus gemidos en mi boca. Mis manso encontraron el borde superior del vestido y con la delicadeza de una bestia lo bajaron hasta la cintura para al fin contemplar por lo que tanto habia esperado.
La mire fijamente grabando en mis ojos y en mi memoria nublada cada forma, cada curva y cada textura de color de ese torso delgado y…
¡Dios Mío!, ¿que demonios me pasaba?, era demasiado delgada y aun así cada centímetro de mi piel ardió por tocarla por marcarla por tomarla y sofocar el ansia sexual que invadía mi cuerpo como una cubeta de agua caliente. Mi mano se levanto por voluntad propia y volvió a tocar ese hermoso seno que habia sentido solamente la semana anterior, lo apreté sin pensar demasiado dejándome llevar por la sensación placentera más intensa de el momento, ella gimió cuando apreté demasiado la mano y supe brevemente que eso la lastimaba. Luego mi otra mano entro en contacto con el calor de su otro sentó tan tentador como el primero y al cual apreté de la misma manera, como un huno que estuviera viendo algo diferente a matanza y muerte.
Sin poder esperar más tiempo la levante de la cintura hacia mí y la apreté contra mi pecho escuchado como el aire abandonaba rápidamente sus pulmones y besando su lastimada boca con igual fuerza que antes, imprimando ene ya un beso húmedo y frotándola con fuerza sobre mí, aplastándola contra mí, apartándola de mi, probando lo que antes habia tocado y descubriendo otra vez, que su olor a vainilla y su sabor a caramelo era algo que tenía en todo el cuerpo, succione fuertemente su seno tratando de llevarme en la lengua el sabor dulce de su `piel aterciopelada. Ella tenía la cabeza echada hacia atrás y gemía dolorosamente, como si de alguna manera la estuviera torturando, pero estaba ciego, sordo y mudo a otras demandas que no fueran las mías.
-Edward – murmuro su voz suplicante mi nombre mientras, sin quitar un momento la boca de mi pecho, mis extremidades maniobraron sobe su vestido sacándola, de alguna fugaz manera, de la cárcel que este significaba para mi, esa que no me daba la libertad de mirarla y de desearla salvajemente.
Deje de chuparla para dejarla un momento mientras hacía desaparecer mi propia ropa y no aparaba los ojos de ella y de su delgada figura, la que quería poseer hasta que la locura me abandonara. Antes de que pudiera eliminar la camisa de mi cuerpo ella comenzó a taparse de mis ojos con lentitud, como si no quisiera alterarme, pero era demasiado tarde para eso y así se lo hice saber deteniendo los temblorosos movimientos de sus manos antes de que tapara lo que quería ver.
-ya no tienes derecho a esto – le dije cerrando mi agarre sobre las muñecas que habia detenido, lo decía inconcientemente cegado solamente por la necesidad.- ahora eres mia y puedo hacer contigo lo que quiera -
Era cierto, así lo sentía, así lo senti desde el dia en que la vi realmente, además no le importaba conquistarme y a la vez conquistar al perro camarero que parecía estar tras ella. Solté sus manos para quitarme la camisa, sus ojos me recorrieron encendiéndome la sangre mas y mas, aunque parecía tener miedo la embriaguez me impedía tenerlo en cuenta, me estaba excusando y no tenía otro argumento más valido para el animal que había poseído mi cuerpo. Tomándola de las muñecas otra vez la incline sobre la cama para tener un contacto más cómodo y con tanta lentitud que me dolía. Retire el resto del vestido reteniéndola con una sola mano. Ahora estaba casi desnuda, como tantas veces me la había imaginado y podía sentir el roce de sus pechos contra el mío, el calor invitador de su piel abrasándose a la mia. Presione una vez más contra ella haciéndonos gemir a ambos, mientras me acomodaba entre sus piernas y sentía como le temblaba todo el cuerpo. Deje caer parte de mi peso contra ella para que asimilara el significado de las palabras que brotaron libremente de mi boca hacia su oído.
-eres mia y de nadie más – un hecho que en ese momento no le permitiría atreverse a refutar.
Cuando dije esto el cuerpo de ella pareció cambiar totalmente, ahora no temblaba pero lo notaba tan tenso debajo de mi que hice una mueca, luego comenzó a moverse de manera irritante, como si de repente quisiera apartarse de mí, no sabía si era fingido pero el hecho de moverse de esa forma me hacía sentirla con cada parte de mi cuerpo echado sobre el de ella. Así era como me tentaba, entregándose y luego replegándose como los ojos de un caracol cuando se tocaban...y ¿por que quería alejarse?, ¿acaso no era lo suficientemente bueno para ella?, ¿acaso me estaba comparando con sus amiguitos del orfanato de donde salió, alguno de ellos había conseguido lo que ella quería negarme? Esa serie de preguntas irracionales comenzaron a i8nvadir mi cabeza una y otra vez, bombardeándome con dudas, ira y mal humor. La deseaba tanto que no iba ponerme a parar a pensar en cuantos hombres habrían poseído ese cuerpo voluntariamente o no. Ella tendría que entender que era mia y de nadie más, tendría que recordarme como el único hombre con el que podía acostarse. El único.
- no te muevas – me estremecí sobre ella cuando su respiración agito su pecho, el que se rozaba con el mío y el resto de su cuerpo, el que ansiaba poseer de manera salvaje y sin inhibición. – esto es lo que quiero - no podía negarme lo que tan fácilmente parecía querer darle al donnadie del camarero del hotel, ese que esperaba no encontrarme nunca más en la vida y al que esperaba que un tren le pasara por encima – no puedes negarme que tu también lo quieres, todas esas miradas de niña ingenua – tal vez su talento fuera algo consumado, o tal vez me había echado brujería para hacerme deseara de esa manera tan dolorosa – acechándome… tentándome…no puedes negarte ahora.
No podía echarse para atrás cuando la bestia que ella misma había creado había decidido seguir sus instintos, ¿no era eso lo que ella había deseado tan silenciosa a la vez tan demostrativamente?
La mano de la ahora bestia comenzó a marcarla con una mano, no importaba la aspereza con que la tocara, la violencia con que la hiciera, ella respondía con su piel tan sedosa cada vez. Y seguía perdiéndome en ella conociendo por fin lo que escondía bajo la ropa.
Me hice a un lado solamente para dejarla desnuda del todo y poder contemplar y tocar por lo que tanto había pagado. Para eso tuve que salir del calor de sus piernas, las que ella aprovecho para cerrar persistentemente. La mire a la cara y vi lo que estaba pasando. Lagrimas brotaban de sus ojos y parecía tan triste y desolada como una viuda. Me incline sobre ella incapaz de entender el sentido de su llanto, con el whisky velándome de toda emoción menos las más primarias.
- no me digas que tienes miedo – la frase salió de mi boca alentada por la pérdida de conciencia. Los ojos que estaban cerrados pero de los que seguían manando cristalinas lágrimas se abrieron finalmente para dejarme ver el maldito velo de sombra. Ella iba a tenerlo todo, al menos todo por lo que podía compensarla ¿y lloraba?, Si, no podía entenderla y mi cuerpo no me daba más tiempo de intentar hacerlo. Tal vez no me lo perdonara nunca pero ella había querido ser mi esposa, jamás se hubiera entregado a mí de otra manera, jamás hubiera podido quitarle lo que era mío de otra manera. – no vas a llorar – quise rogarle que no lo hiciera, quise que la desolación de sus ojos pudiera haberme detenido, tampoco quería que el instinto animal prevaleciera sobre el humano, pero no podía, no en ese momento, no cuando mi propia mano buscaba ese calor que conocía bien y que quería tocar al menos una vez antes de hundirme en ella y probar que podía amainar ese deseo absurdo.
Se movió con más fuerza pero esta vez si pude distinguir entre el miedo y sus propios deseos, y esta vez quería apartarse por que tenía miedo de mí. Bien, ese miedo tenía que desaparecer, de lo contrario esta experiencia, a pesar de al nivel de alcohol en mi sangre, quedaría grabada para siempre en mi memoria y no iba a permitir que me atormentara el resto de la vida.
Ella respiraba agitada mientras la besaba apremiantemente buscando la respuesta de su cuerpo. Luego se estremecían notablemente y se quedo tan quieta como una estatua. Como si de repente el alma hubiera abandonado el cuerpo. Interprete eso como signo de que había perdido el miedo de mí, ya no me tocaba pero eso no lo necesitaba, al menos no en ese momento. Distribuí el sentid de mis manos por la extensión de su cuerpo deleitándome en cada forma que encontraba y siendo un poco consiente de la fragilidad de este, mantenía los ojos cerrados cada vez que la miraba, pero estaba intentando grabarme su cuerpo como no lo había hecho con nadie más nunca.
Y seguía tocándola porque no podía saciarme de su piel, porque, al contrario de las miles de mujeres con las que había dormido, esta estaba comenzando a penetrar las barreras que había erigido por mi propia seguridad emocional, cuando había entendido por fin que no podía amar a nadie porque mi madre no había terminado de enseñarme lo que necesitaba aprender de la vida. Esa vulnerabilidad podía destruirme y si me destruía nunca jamás podría dejar a Isabella Swan lejos de mi vida. Ella era una complicación que no necesitaba, pero que sabia tan mia como lo era mi madre, solo mia.
Cuando mi cuerpo empezó a buscar el de ella para entrar en el mas intimo contacto en que podían entrar un hombre y una mujer, la laxitud de ella se evaporo, como si se hubiera dando cuenta repentinamente de que era lo que estaba a punto de hacer. Intentaba apártame…pero ya era demasiado tarde para eso, ya la parte racional de mi había sido desplazada definitivamente y aunque en un segundo intente encontrarla y traerla de vuelta fue inútil porque ya estaba ahí, porque no podía apartarme, porque la sangre me estaba explotando en las venas y porque quería alcanzar la cima del placer dentro del cuerpo de ella como tantas veces lo había querido
- Edward…no, por favor…no lo hagas…no así….por favor no – su voz llego a mi mente desde muy lejos, desde donde no quería escucharla y desde donde no podía observarla, sonaba a pánico, a desesperación, a miedo y no la entendía, podía no ser virgen, podía serlo, pero seguía estando lejos de mi capacidad de distinguir entre lo que estaba bien o mal de este evento.
M e hacía sentir como un loco, como un poseso, de eso si podía culparla, de llevarme a este límite de la locura, de hacerme desearla de esa manera, de hacerme celarla como si fuera mia, como si quisiera conservarla por toda la eternidad. La odie por eso. No sabía, que mucho mas adelante me odiaría mucho más a mi mismo que a ella.
- Edward…te lo ruego…por favor…no - llanto, terror… ¿que era? Todo me llegaba en forma de ensoñación mientras su calor comenzaba a tocar el mío finalmente.
Finalmente, dentro de su cuerpo abrazándome, sofocándome, dándome tal placer que era casi irreal. No me importaba en donde estaban todas las demás partes de mi cuerpo sino la inferior y mi propia alma. Miles de imágenes de ella se deslizaban por mi moribunda conciencia mientras la sentía moverse debajo de mí y gritar sin sentido. Tenía cerrados los ojos y la sangre corría veloz por mis venas incendiadas.
- ¡Detente!... ¡por favor no sigas!, ¡por favor! ¡Te lo ruego!, ¡te lo imploro!-
Otra vez esa voz…penetrando mas allá del placer, mas allá de donde yo estaba penetrando, rompiendo algo que creí que no debía estar ahí, algo que me hizo despertar tan súbitamente del sueño que había tenido y me hizo caer en la realidad de lo que estaba pasando. Cuando abrí los ojos a la verdad, ella estaba ahí, llorando como una niña lastimada, lastimada de verdad, no con un simple raspón, como una niña que estaba muriendo lentamente, y yo estaba sobre ella, sosteniéndole los brazos, forzándola a mi voluntad errada e inconsciente, y tan dentro de su cuerpo como podía estarlo.
- para…por favor – decía ahogadamente sin moverse, sometida a mí de la manera más cruel.
Las sensaciones que corrían por mi espalda y por mi cuerpo comenzaron a remolinarse en donde encontraba el placer, y no tenia excusa más que decirle a ella lo que sentía.
- no puedo…- dije confesando la debilidad de la que era presa, la debilidad que me hacia lo suficientemente fuerte y sádico para forzarla a mis propios deseos carnales y mentales. La solté, sabiéndome más grande, mas fuerte y mil veces menos inocente, y tome su rostro, quería que me mirara, que me ayudara a recuperar lo que tan salvajemente me había arrebatado. Un poco de control. – Bella….- sus ojos me miraban, pero no estaba ahí, ella no estaba ahí, en esos profundos abismos negros solo estaba yo, yo y mi rostro maldito. – soy yo…- dije mas para mí que para ella. Si, era yo, pero no lo era hacia unos minutos.
Ella sollozo silenciosamente quitándome el espejo de su alma impidiéndome seguirla buscando. Mi mano busco la humedad de sus mejillas. Y me quemo, tanto como si ahora recuperada conciencia estaba quemándome con el remordimiento, el que luchaba contra el placer de estar en su cuerpo, de poseerla al fin, de hacerla mia de esa manera.
Ella ya no luchaba, aceptaba inertemente las demandas de mi cuerpo como si ese fuera su deber, como si estuviera hecha para nada más que para soportarme. Eso me lastimo profundamente, me lastimo el ego y me lastimo las entrañas, porque quería que fuera como antes, aunque sabía que era demasiado tarde para eso, porque la necesitaba cálida y receptiva como cuando hacia algo 'para mí en las cocinas, como cuando cuidaba las flores de mi madre como si fueran de ella, como cuando acepto, mostrándome a su verdadera inseguridad, casarse conmigo. A ella, a la que maldije, incluso así l necesitaba, porque sabía que no conseguiría liberarme hasta que ella me aceptara.
-Isabella…- ondas de placer sacudieron mi cuerpo cuando me moví dentro de ella, buscando la liberación que no podía conseguir - te necesito –
-Edward – susurro mi nombre en voz tomada y casi imperceptible, mirándome por fin a los ojos y dejándome volver a buscarla
- entrégate a mi – "déjame encontrarte"
Mi mano toco su rostro húmedo otra vez dejando la otra a un lado, mis ojos buscaron en su cuerpo la aceptación que necesitaba encontrando súbitamente un moretón, un chupetón en el cuello que recordé haberle hecho minutos antes y del que me arrepentía mortalmente, también veía su piel enrojecida donde mis manos, mis labios y mis dientes también la habían marcado. Su vientre se contraía dolorosamente cuando mi mano paso por ahí, mis ojos seguían los movimientos de mi mano esperando terminar de encontrarla, hasta que finalmente estaba ahí, tan cálida, tan… ¿húmeda? Cuando baje los ojos, aun a pesar de la tenue oscuridad pude ver que había sangre, demasiada sangre…como si…
Ahora entendía lo que se había roto, ahora comprendía que aun a pesar de sufrir abusos en ese orfanato donde estuvo nunca había sido violada, no hasta que llegue yo…y cuando me había rogado que no siguiera solo lo hacía para protegerse….de algún trauma. Deslice mi mano sintiéndome dentro de ella y tocando mas y mas sangre, la prueba más contundente de que el alcohol, los celos y la sensación de traición, el sentimiento que nunca había tenido y que solo ella despertaba, me habían convertido en algo que nunca imagine llegar a ser, en algo que desprecie y en lo que me convertí. Un violador.
No, no lo era, y podía demostrarlo, a los dos. Si conseguía que ella me perdonara y me aceptara. Nada de esto iba a cambiar mis principales propositos, pero podía ayudarla a ella a superar cualquier otro trauma que tuviera, para que pudiera ser feliz, cuando todo esto terminara, al lado de un hombre que no fuera yo.
Toque su dulce cuerpo de la manera en que sabía que le produciría placer. Y al alivio corro por mis venas cuando su hondo gemido me traspaso.
Su cuerpo se movió hacia el mío dándome la señal que necesitaba, ahí estaba Isabella Swan la mujer que deseaba placer y la que yo deseaba con locura. Seguí moviéndome dentro de ella enterrándome mas profundamente mientras ella me seguía como había soñado que lo hiciera.
Más, mas rápido, con cada movimiento la veía bajo mi cuerpo, gimiendo a unísono conmigo, transportándome al mundo del placer de una manera inmediata y abrumadora. No articulaba palabra, solamente gemía y gemía presa del placer, tan presa como yo.
Senti su cuerpo aprisionar el mío mientras gemía más fuerte, y luego sentía su orgasmo en mi propio cuerpo mientras el placer parecía devorarla a ella. Estuve peligrosamente cerca de seguirla mientras sentía sus contracciones alrededor de mí, pero me contuve dispuesto, solo por ella, a llenarla nuevamente de placer.
El desencadenar del placer de ella me hizo moverme más rápido, para apresurarla y derramando sobre mi mismo mas y mas estimulación. Sus ojos volvían a mirarme y finalmente la veía a ella otra vez aparte de a mí. Nos habíamos encontrando nuevamente en medio de esta tempestad, tempestad que, en el momento en que ella comenzó a contraerse contra mí, supe que no tardaría en llegar a su fin. Sus manos se aferraron a mi cuello mientras mis brazos la apretaron contra mí y sus piernas me abrazaban tensándose sobre mis caderas y gimiendo sonoramente. Luego todo termino al mismo tiempo, ella me recibía y yo llegaba a la cumbre del placer con ella a mi lado, bajo mi cuerpo pero a mi lado. Un profundo gruñido se deslizo fuera de mi pecho hacia mi boca mientras la olía a ella, a su olor de vainillas.
El placer remitió con tanta lentitud como nunca, jamás había durado tanto, jamás había encontrado un clímax tan poderoso y explosivo, y ella me lo había dado, ella y solo ella, y lo que yo había hecho no tenia perdón. Nunca podría compensara y eso lo sabía tan bien como sabia que la tierra era redonda. Me aparte un poco para mirarla, mirar la sangre que había derramado por mí. Para mí.
- lo siento – gruñí, para nada acostumbrado a pedir disculpas pero tan consciente de que debía hacerlo. Tampoco esperaba que ella me contestara nada.
- lo sé – así que cuando lo hizo, el remordimiento volvió a asaltarme.
Mea poye en su cuerpo y al ver que ella me aceptaba me derrumbe en su pecho con ganas de llorar, pero reprimiéndolas como solía hacerlo.
- Lo siento – volví a murmurar mientras cerraba los ojos y sentía su respiración en mi mejilla y su olor entrando por mi nariz y comenzando a arrullarme, sus dedos estaban en mi pelo y me acariciaban como si yo fuera su hijo.
- lo sé – murmuro ella moviendo los dedos calmantemente.
- lo siento – argumente una vez más sabiendo que tendría que hacer mucho más que eso para que este hondo placer e inexplicable calma que sentía pudiera volver a repetirse.
- Lo siento…- suspire una última vez y como una madre que sabía que las travesuras de su hijo merecían ser perdonadas, ella me respondió por última vez.
- lo sé –
Luego el sueño, el alcohol, el cansancio y demás dejaron mi conciencia en estado k.o.
Al menos hasta el dia siguiente,
*****************************************************************
Chicas q les parecio el edward pov muy intenso ??
por fiss dejen sus comentarios a mi querida MaraGaunt
que como nos hace sufrir, pero aqui estamos de viciosas