Capítulo 12: Problemas
Di dos pasos hacia atrás, de manera automática, pero sabía que era imposible salir.
“Te dije que no vinieras” – recordó Alice
“Pensé que estaban en problemas” – contesté, sin despegar mi mirada de todos los vampiros que observaban a Bella – “¿Por qué no fuiste más especifica?”
“¿Es qué acaso no te has dado cuenta?” – preguntó
“¿Cuenta de qué?”
Me miró de forma significativa y no respondió. Me sentí confundido y fue entonces cuando comprendí que no podía escuchar pensamiento alguno dentro de ahí
“¿Qué es lo que pasa?” – inquirí, viajando mi mirada, de un lado a otro, tratando de encontrar alguna voz mental.
“Estamos rodeados por un escudo” – informó una voz femenina. Volví mi rostro para ver de quién se trataba y me encontré con una mujer de belleza exótica, con el cabello largo, negro y sedoso, cayéndole por los hombros de piel bronceada – “Mi nombre es Elizabeth, tu hermana me pidió un segundo para poder comunicarse contigo, y un segundo fue lo que le di” – informó y, no pude evitar gruñirle cuando su negra mirada se centró en Bella – “Me imagino que no has traído a esta humana para ofrecernos una merienda”
“Imaginas bien” – contesté. Su mirada se clavó fijamente en la mía y una mofada sonrisa estiró sus labios
“No te preocupes, no le haremos daño” – prometió – “Al menos, no por ahora”
“No pienso quedarme aquí” – informé, mientras daba media vuelta y me disponía a salir de aquella cueva. Una mano me lo impidió
“Lamento decirte que no puedes irte”
“¿Por qué no?”
“Por que nos arriesgas a todos. No sabemos qué ventajas poseen los humanos. Si te capturan, corremos el riesgo de que se enteren dónde estamos y cuántos somos. Si sales de aquí, solamente será hecho cenizas”
Gruñí fuertemente ante la impotencia. Alice me tomó por el hombro
“Tranquilízate” – pidió.
Viajé mi mirada hacia alrededor. Encontrándome con todo tipo de expresiones que iban desde la burla, la sed, la ira, la apatía, hasta llegar a, unas cuantas, las cuales denotaban compasión. Suspiré profundamente y permití que mi hermana me guiara hacia el espacio en donde el resto de mi familia se encontraba.
Acomodé a Bella sobre el suelo, sin dejar de cubrirla en ningún momento. Se sentó lentamente, al lado de Esme, quien la envolvió con amorosos brazos, al mismo tiempo en que yo tomaba sus manos entre las mías.
“Todo estará bien” – prometí, con voz ansiosa al sentir la tensión en sus dedos – “No tengas miedo. No dejaré que te hagan daño”
“No sabía que los chupa sangre fueran tan sinvergüenzas y mentirosos” – terció una ronca voz
“Jacob, no es momento…”
“Tu mismo te has dado cuenta de cómo la han quedado mirando todos ellos. La has traído al centro del mismo infierno
“¿Piensas que permitiría que le acercaran, si quiera?” – reté
“¿Acaso crees que podrás tú solo?” – una risa completamente ácida salió de su garganta – “Espera solo unos cuantos días más y hasta tu propia familia la vera como lo que es para ustedes: comida”
Crispé mi rostro, sin que lo pudiera evitar, a causa del dolor que aquellas palabras me creaban…
“Eso no pasará” – murmuré, ignorando al licántropo y concentrándome en la humana que temblaba bajo mis manos – “Estaremos bien. Lo prometo”
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BELLA POV
“Trata de descansar” – pidió Edward, cuando di un bostezo involuntario. Llevé mi mano hacia su pecho y traté de acomodarme. Cerré mis ojos mientras sentía sus labios posados sobre mi frente – “¿Tienes miedo?”
“No” – contesté, sin pensarlo dos veces
No habíamos hablado mucho. Después de todo, resultaba un poco incomodo, estando rodeado de vampiros y licántropos con un sentido de la audición demasiado desarrollado.
“¿Qué se siente el no poder leer la mente de nadie, por primera vez?” – quise saber. Su pecho se agitó un poco por la risa que salía de sus labios
“Es muy reconfortante y, a la vez, demasiado frustrante. Supongo que estoy muy acostumbrado a husmear en la vida de los demás” – agregó, a modo de broma. Sonreí ligeramente y, después, quedamos en medio de un silencio que me fue arrullando, poco a poco.
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“Bella, Bella” – la ansiosa voz de Edward me despertó y, al abrir los ojos, me encontré con una fuerte conmoción a mi alrededor
“¿Qué pasa?”
“Nos vamos de aquí”
“¿Nos vamos? ¿A dónde?”
“Alice ha visto que, dentro de poco, ellos catearan esta parte”
“Los están siguiendo por todas partes” – murmuré
“¿Qué esperabas?” – terció Elizabeth, con voz seca y mirada asesina – “Ellos nos descansaran hasta acabar con nosotros”
Bajé mi mirada, completamente intimidada por la dureza de la suya. Edward me cubrió con sus brazos y depositó un beso sobre mi mejilla
“Te quiero” – susurró
Salimos de aquella inmensa cueva, uno por uno. Edward corría a la par de su familia, íbamos casi al frente de todos. Llevábamos ya varios minutos avanzando, cuando el grito de Alice se levantó por los aires
“¡Nos están alcanzando!”
Las balas comenzaron a escucharse, no supe en que momento nos encontrábamos otra vez completamente rodeados por una inmensidad increíble de hombres armados que no dudaron, ni un solo instante, en disparar hacia nosotros. Mis ojos contemplaron como varios vampiros y licántropos comenzaban a caer, al igual que los humanos que eran atacados por éstos. Edward me cubrió todo el tiempo con su espalda y corrió hacia un sujeto, ensartando sus dientes en su garganta y extrayendo toda la sangre que le fuera posible. Todos los que lograban esquivar las balas, estaban haciendo, prácticamente, lo mismo. Estaban matando dos pájaros de un tiro: se estaban alimentando y, al mismo tiempo, estaban luchando por sobrevivir.
No pude evitar gritar al escuchar un gemido por parte de Edward, bajé la mirada hacia su pierna y el corazón se me detuvo al contemplar como una bala se había incrustado en ella.
“¡Edward!” – exclamé y, con un rápido movimiento, me alejó de su espalda y me lanzó, con exactitud, hacia el hombre lobo de pelaje rojizo
“¡Llévatela!” – ordenó y, antes de que pudiera reaccionar, me encontraba corriendo lejos de él, y de su familia, montada sobre Jacob, en medio de algunos vampiros y licántropos que estaban logrando escapar
“¡Regresa!” – dije una y mil veces más, pero él no me hizo caso. Cuando mi garganta ya no pudo emitir un solo sonido más, me dejé caer sobre el lomo de mi amigo y comencé a llorar sin fin.
Nos adentramos en otra cueva, muy similar a la que nos encontrábamos horas atrás. Mis mejillas estaban completamente inundadas en lágrimas y mi cuerpo se encontraba temblando debido al miedo que corría por mis venas. Jacob desapareció un momento, para después regresar, convertido ya en hombre. Giré mi mirada hacia alrededor y me encontré con varias inmortales pupilas que me observaban detenidamente
“¿Cómo te encuentras?” – preguntó mi amigo, acomodando su cuerpo, de tal forma, que dejaba en claro que él me estaba protegiendo.
“Tengo que regresar con él” - murmuré y, estupidamente, intenté correr hacia la salida de aquella cueva. Obviamente, Jacob me atrapó sin mucho esfuerzo – “¡Suéltame!” – sollozaba, mientras me revolvía en sus brazos
“No, ¡Bella, tranquila!” – exclamó, mientras tomaba mis hombros entre sus manos – “Cálmate, por favor” – pidió, con voz baja
Lo intenté. Juro que lo intenté, más el temblor era quien me tenía completamente controlada. Apreté fuertemente mis labios para reprimir todo el llanto que quería expulsar. Pero comprendí que también había dejado de respirar, por que sentía que el pecho se me estaba comprimiendo fuertemente.
“Edward…” – musité, rindiéndome ante la debilidad de mis rodillas y dejándome caer al suelo.
La cuarta despedida…
Estaba segura que ya no lo iba a soportar. Si él no regresaba… Simplemente yo no iba a resistir a tanto dolor. Los brazos de mi amigo impidieron que me desmoronara completamente sobre la tierra. Por el contrario, me mantuvieron apretada hacia su pecho, lo cual, supuso cierto alivio. Muy pequeño, por cierto
“¡Maldición!” – gruñó, con un susurró y su aliento rozaba uno de mis oídos – “Bella, no sabes cuánto me duele verte así”
“Me voy a morir…” – dije, perdida en mis pensamientos – “Sin él, yo me muero”
“No, no digas eso” – pidió, mientras tomaba mi rostro entre sus manos – “Yo no permitiré que eso pase. Si él no regresa, no estarás sola, yo estaré contigo, yo te protegeré, yo… yo también soy capaz de darte amor, Bella”
A pesar de lo hundida que me encontraba en mi tristeza, comprendí a tiempo lo que Jacob estaba a punto de hacer.
“Jake, no” – dije, débilmente, a causa del llanto, mientras ladeaba mi rostro y sus labios caían sobre mi mejilla
“Yo también te gusto” – aventuró – “Te gustaba antes de que él apareciera”
“Él no apareció, Jake. Él siempre estuvo conmigo. Nuestro amor ha permanecido desde siempre. Es eterno y eso, tú, no lo puedes cambiar” – a mi dolor, se sumó también el suyo. Él jamás tendrá una idea de cuánto le quería y cuánto daño me provocaba herirle.
Bajé mi mirada hacia el suelo, sintiéndome más mal que nunca…
Edward…
Las espesas lágrimas volvieron a caer sobre mis mejillas y se filtraron por mis labios. Amargo sabor amargo que estrujaba fuertemente el centro de mi pecho y martillaba, cruelmente, mi corazón
“Han logrado escapar más” – escuché que exclamó alguien y, con un movimiento automático, alejé mis rodillas al suelo y corrí hacia la entrada.
Sentí como Jacob venía detrás de mí, cuidándome; sin embargo, todo desapareció al tenerlo frente a mí. Era algo sumamente imposible lo mucho que mi existencia dependía de aquel vampiro que ahora se encontraba a menos de un metro de mí, con el rostro cenizo y los cabellos mucho más alborotados de lo normal.
“¡Edward!” – chillé, mientras me lanzaba a sus brazos y me veía bien recibida entre ellos
“Bella” – susurró, mientras mis lagrimas mojaban su camisa malgastada y polvorienta.
Besé todas las partes que me fueron posibles de su pecho y acaricié sus mejillas con mis manos. Dios, cuánto lo amaba. Hasta en ese preciso momento me había dado cuenta en realidad que ese sentimiento, ciertamente, no tenía un límite. Sus ojos negros se clavaron en los míos y, tomándome entre sus brazos, me llevó hacia una de las esquinas del fondo. Detrás de él, pude ver que el resto de los Cullen también habían regresado a salvo y que veían nuestra escena con una sonrisa pintada en sus rostros.
Edward me acunó entre sus brazos, mientras depositaba pequeños besos sobre mi frente, nariz, mejilla, sientes y boca. Cerré mis ojos y me dejé anestesiar por la dulzura de su aliento.
“Nunca lo vuelvas a hacer” – supliqué, antes de vencerme ante el sueño que comenzaba a dominarme – “Nunca vuelvas a alejarme de tu lado”
“Lo siento. Fue algo inevitable” – susurró – “No soporto la idea de que te veas en peligro. No me podría perdonar si algo te llega a pasar. Ya te he perdido una vez, no puedo soportar la idea de que eso vuelva a pasar. ”
“En estos minutos morí con cada segundo que pasó” – confesé – “¿Acaso no entiendes que la muerte arriba a mí cuando no estoy entre tus brazos?”
“Lo siento” – volvió a decir
“Promételo” – insistí – “Júrame que no lo volverás a hacer. Júrame que, pase lo que pase, estaremos juntos”
Tardó dos segundos en contestar
“Lo juro” – aseguró. Después, siguió acunándome, al mismo tiempo que tarareaba mi canción de cuna, muy cerca de mi oído.
Y, entre mis sueños, recordé que él había sido herido, pero, cuando quise despertar, ya no pude.
EDWARD POV
Bella quedó profundamente dormida entre mis brazos
“Edward” – llamó Alice, mientras me lanzaba el morral, que tanto habíamos cuidado durante nuestro encuentro con los humanos – “Cúbrela, la temperatura esta descendiendo”
“¿Cómo sigue tu pierna?” – preguntó Esme
“Bien” – mentí, pues el dolor había incrementado – “Seguramente, para mañana ya todo estará bien”
“La herida tarda dos días en sanar” – informó Elizabeth, con aire ausente – “Será un problema muy grande si nos vemos en la obligación de huir a otro lugar. Sobre todo si vas cargando a esa humana”
“Su nombre es Bella” – recordé, tratando de contener mi voz.
“Demasiado emotiva, la muchachita” – agregó, mofadamente – “Ya veremos cuánto tiempo aguanta entre nosotros. Esperemos que si sea resistente. No quiero ni imaginar el problema que nos causaría un Neófito en estos momentos”
“Nadie ha dicho que la convertiré en medio de esta guerra”
“Esto no se trata de si quieres o no” – atajó – “La comida que traes no es eterna. Tarde o temprano se acabará. Ella se encontrara débil y tendrás dos opciones para entonces: convertirla o dejarla morir”
Bajé la mirada y la centré en la frágil muchacha que dormía, ajena, a todo lo que pasaba. Acaricié su mejilla con mis dedos, las cuales, debajo del polvo que las cubría, se mostraban aún rosadas y suaves.
“Todo saldrá bien” – prometí, por segunda vez, tratando de ignorar todo lo que había escuchado.
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Capítulo 13: Exilio
EDWARD POV
Mantenía a Bella, fuertemente, apretada a mi costado. Desconocía si estaba dormida o simplemente mantenía sus ojos cerrados. Su respiración agitada y difícil no cambiaba con ello. Habían pasado ya cerca de dos semanas desde que no salíamos de aquella cueva y…
“Edward” – llamó Alice, con voz preocupada, desde el otro extremo de aquella húmeda y oscura guarida – “No es necesario que te sacrifiques de tal manera, puedes venir aquí, con nosotros”
“Estoy bien” – dije, pero, en realidad, la garganta me ardía como si tuviera un hierro fundido en el fuego dentro de ella. Podía sentir mi lengua y mis labios secos y el amargo sabor de la ponzoña nadaba en mi paladar y llegaba a mi estomago con un penetrante dolor.
El resto de los vampiros se encontraba a varios metros de distancia de nosotros, huyendo de aquel olor humano que les era prohibido. Literalmente, Bella no estaba enloqueciendo a todos. Si no fuera por que los hombres lobos y mi familia estaban de mi parte, dispuestos a protegerla, estaba seguro que, desde hacía ya varios días, no hubieran dudado en atacarla. Apreté mis brazos a su alrededor nada más el imaginarlo. Bella se removió entre ellos y, de manera natural, acerqué mis labios para besar su frente. Me arrepentí al instante. Un involuntario gruñido salió de mi garganta ante el ardor que sentí en ella.
“Edward” – susurró Esme, quien se mantenía abrazada de Carlisle (que era el único que parecía ser el que aún no se sentía perturbado por el aroma de mi novia)
“Estoy bien…” – volví a repetir y, ciertamente, había algo de verdad en mis palabras...
El malestar que sentía por la sed no era nada a todo lo que en un pasado había tenido que soportar al no estar con ella. Un minuto a su lado valía todos los sacrificios habidos y por haber. El problema ahí, la pesadumbre que se reflejaba en mi rostro, no era por el desgarramiento que sentía en mi garganta. Era algo más poderoso, más importante: Era lo que ella estaba teniendo que soportar por estar junto a mí. Su cuerpo no paraba de temblar ytenía días que la comida había escaseado.
Paseé mis dedos por su mejilla, y ella se revolvió en mis brazos, abriendo, cansadamente, sus ojos.
“Edward…” – musitó. Intenté sonreírle, pero al ver la nubosidad en su marida el gesto quedó solo en el deseo. Por el contrario, ella si sonrió y, débilmente, llevó una de sus manos hacia mi rostro, para acariciar mi mejilla.
Era un gesto que siempre hacía, cada vez que se levantaba y me encontraba junto a ella. Era su silenciosa forma de decir que todo se encontraba bien, siempre y cuando estuviéramos juntos. Sin embargo, ¿Podía estar todo bien cuando ella se estaba debilitando, día tras día?
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Días después
“¡Ya no podemos soportar más!” – exclamó un vampiro, rompiendo con el silencio que, durante varias horas, se había levantado entre todos nosotros – “¡El aroma de esa chica nos esta volviendo locos! ¡Conviértela o entréganosla, para que podamos alimentarnos!”
“Ninguna de las dos opciones” – contesté, con voz firme, rodeando a Bella, con mis brazos.
El vampiro gruñó fuertemente, mientras se agazapaba frente a mí, dispuesto a atacar. Dejé caer la cabeza de mi novia sobre la tierra y, rápidamente, me puse frente a ella, para protegerla. Mi familia veía todo de manera estupefacta, al igual que el resto de los que se encontraban a nuestro alrededor. No podía leer ninguna clase de pensamiento, pues el escudo de Elizabeth se encontraba presente aún. El vampiro se arrojó hacia mí, propinándome un fuerte puñetazo en la mejilla derecha y otro más en el estomago. Yo también moví mis manos y logré golpearle y aventarle varios metros lejos de mí. No tardó mucho en incorporarse y presencié como otros dos vampiros más le flanqueaban. Emmett y Jasper hicieron lo mismo conmigo, los seis diferentes gruñidos se elevaron por toda la cueva, haciendola temblar.
“¡Deténganse!” – exclamó Elizabeth, completamente furiosa y poniéndose en medio de nosotros – “¡Se están comportando como bestias! ¿Acaso no entienden que no es momento para pelear?”
“¡El problema es él y esa humana que se niega a convertir!” – acusó uno de ellos y su voz fue apoyada por la mayoría de los vampiros ahí presentes – “Llevamos semanas sin alimentarnos. Tenemos sed y, el tener a esa muchachita con su sangre corriendo por sus venas, no nos ayuda en nada”
“No puedo convertirla” – defendí
“No, claro que puedes” – discutió Elizabeth – “Solamente que tu cobardía no te lo permite”
Bajé la mirada hacia mis pies. Era cierto. Era un maldito cobarde. Me aterraba el hecho de condenar a Bella a esta vida de huidas y persecución… ¡Quién lo diría! ¡Un siglo entero esperándola, para estar junto a ella y, cuando la oportunidad había llegado, cuando el aplazamiento había llegado a su fin, una cacería contra nosotros se levantaba! No podía convertirla estando en esta situación… Yo tenía algo mejor planeado para ella: Una eternidad feliz a mi lado, no esto. No podía soportar el imaginar verla, retorciéndose en esta tierra, ante el dolor que mi ponzoña le causaría. No quería ni si quiera pensar en su despertar, el ardor que su garganta sentiría ante la sed que no iba a poder saciar hasta saber cuándo...
“Da lo mismo si la sigues manteniendo como humana” – continuó la vampiro, con voz fría e inexpresiva – “Pero puedo ver que no estas dispuesto a transformarla, por lo tanto, te pido que abandones la cueva, ahora mismo. Se agradecido, te estoy dando una oportunidad de sobrevivir, cuando no debería ser así. Ya antes te había mencionado que todos debemos estar en el mismo lugar, para que no puedan atraparnos, sin embargo, si desprendemos una batalla por esa humana, tu familia te defenderá y no quiero perder más hermanos míos por cosas insignificantes. Así que, por favor, sal de aquí”
Empuñé mis manos a mis costados y apreté fuertemente los labios para reprimir un grito colérico que amenazaba con salir de mi garganta. Elizabeth dio media vuelta y regresó a su antiguo lugar, dando por terminada la conversación. Los vampiros que me atacaron hicieron lo mismo, no sin antes dedicarme una mirada envenenada y una sonrisa mofada. Jasper y Emmett se quedaron a mi lado, un instante más, esperando por mi reacción. Suspiré pesadamente y los ojos me ardían ante el llanto que no era capaz de expulsar. Caminé hacia Bella y la tomé entre mis brazos. Si bien el salir de esa cueva también implicada un grave peligro, tampoco estaba dispuesto a seguir soportando los comentarios despectivos con los que se referían a ella.
“Edward” – me detuvo una pequeña mano, posada en mi hombro, cuando me encaminaba hacia la salida – “Espera, no irás solo”
“Alice” – susurré, al mismo tiempo que veía como Jasper, Emmett, Rose, Carlisle y Esme, se acercaban
“Todos nosotros iremos contigo” – anunció Carlisle
“No es necesario, ustedes…”
“Nosotros somos tu familia” – interrumpió Esme – “Digas lo que digas, no lograras que nos quedemos”
“Gracias” – dije, de manera sincera
“Tengan presente que, si ponen un pie fuera de este lugar, no podrán regresar”
“No te preocupes, Elizabeth” – dijo Rose, de manera fría – “Tenemos claro ese detalle”
“Entonces, no esperen más y váyanse de aquí”
Cuando mi familia y yo pusimos un pie fuera de aquella cueva, el cielo se encontraba completamente oscuro. Emmett era quien encabezaba nuestro grupo y, tras dar una señal para que pudiéramos avanzar, corrimos hacia el bosque.
“No sería mala idea si aprovechamos para cazar” – propuso Jasper
“No tenemos mucho tiempo” – recordó Carlisle – “Los humanos pueden estar cerca”
“Aún así, creo que disponemos de unos cuantos minutos para ello” – terció Alice, regalándome una sonrisa
Nos alimentamos de lo primero que encontramos: Una manada de ciervos, la cual apenas y bastó para saciar nuestra sed. Aceleramos el paso cuando logramos ver las luces de los helicópteros por el cielo, ocultándonos lo mejor posible entre las espesas ramas y troncos.
“Hay que encontrar un refugio, ¡Rápido!” – exclamó Emmett.
Corrimos hacia el sur, en donde nos escondimos en el primer hueco que encontramos en la sima de una montaña. Nos introducimos en ésta y mis hermanos se encargaron de cubrirla con ramas y tierra, para no dejar rastro de nuestra presencia ahí.
“Maldito chupasangre, ¿Dónde te has metido?” – respigué al escuchar aquella voz mental
“Jacob” – musité – mientras me ponía de pie
“¿Qué has dicho?” – inquirió Alice
“Jacob, el amigo de Bella, nos ha seguido. Se encuentra afuera, lo pueden cazar”
“¿Y eso nos debería de importar?” – exigió saber Rose, claramente molesta
“A mi me importa” – contesté, viendo a Bella… Ella lo quería y, ahora que podía leer claramente los pensamientos de los demás, sabía perfectamente que él había optado por renunciar a aquel refugio, solamente, para estar cerca de ella.
Era un detalle molesto, demasiado en realidad, pero que, en el fondo, me hacía apreciarlo. Aquel muchacho era el único que, más o menos, era capaz de comprender el dolor y la preocupación que sentía al ver a Bella enredada en esta terrible situación. Era el único que, compartía, en cierto modo, mi desesperación…
“¡Maldición! ¿Y si los han atrapado?”
“Cuiden de Bella” – pedí, mientras salía en la búsqueda del licántropo
No fue difícil rastrearlo. Nos encontramos, mutuamente, a pocos kilómetros de ahí. Su mente quedó en blanco por un breve instante y, después, solo un nombre se hizo presente en ella
“Se encuentra con mi familia” – informé – “Sígueme, no debemos estar tanto tiempo fuera”
“Que quede claro que hago esto solamente por ella…”
“Lo sé” – admití – “Y agradezco tu preocupación”
Corrimos sin hablar. Después de todo, ¿Qué se le puede decir a quien trata de arrebatarte lo que más amas en este mundo, pero, aún así, no puedes odiarle? Cuando llegamos a la cueva, le indiqué que podía entrar. Rose bufó fuertemente al verlo y no hizo el intento de ocultar lo mucho que le irritaba la presencia de aquel joven de piel morena. Él se acercó a Bella. Yo no se lo impedí. Me limité a darles su espacio – lo mejor que podía aquel reducido lugar –. Presencié como sus manos tomaban las de mi novia, con delicadeza y fervor.
“Bella, realmente eres una tonta” – pensó, con dolor, mientras recordaba algo que yo desconocía, hasta entonces…
El recuerdo de una confesión me inundó la mente, logrando que mis manos se crisparan en un puño al tener, claramente, la imagen de un beso inconcluso. Jacob se dio cuenta de que sus pensamientos habían llegado hacia mi y los bloqueó al instante. Se alejó de Bella y caminó hacia un rincón, en donde se dejó caer con pereza y desgana.
“No deberías de enojarte, al fin de cuentas, ella te eligió… Aunque eso no significa que sea lo correcto”
Sonreí, sin humor, ante sus palabras… ¿Es que acaso ella y yo no estábamos destinados a estar juntos? ¿Por qué siempre el destino se interponía en nuestra felicidad? ¿Era acaso mucho lo que pedíamos? ¿Era acaso que tanto amor tenía que ser castigado de esta manera?... Si es así, solo puedo decir dos palabras: Qué injusticia…
Me acerqué a Bella y acomodé su cabeza sobre mi pecho. Ahora, me resultaba más fácil estar cerca de ella, la sangre de aquel venado me había ayudado demasiado. Aproximé mis labios hacia su frente y la besé. Suspiré pesadamente, ella no despertaba, aunque su corazón seguía latiendo…
“Bella” – llamé, mientras agitaba sus hombros con delicadeza – “Bella”
La angustia me envolvió en sus redes. ¿Qué era lo que tenía que hacer? Ella era demasiado joven aún. Todavía no era la chica de dieciocho años a la cual dejé escapar una vez… sin embargo, tampoco quería esperar y presenciar como, con cada minuto que pasaba, ella se debilitaba más y más… ya la había perdido una vez, ¿Acaso mi cobardía sería la causante de cometer el mismo error dos veces?
“¡Conviértela!” – Dijo aquella voz ronca, situada a pocos metros de mí – “Hazlo. ¿Qué esperas? ¿Tan estupido eres? ¡Tienes la oportunidad de tenerla junto a ti y la desaprovechas como un vil imbecil!”
“Jacob” – susurré, completamente asombrado. Era evidente, en su negra mirada, que no solamente yo sufría
“Se encuentra débil y lo sabes. No hay esperanza en este momento. Los humanos no desistirán en darnos caza y, con cada segundo que pasa, ella se va...”
No contesté y Jacob no dijo más. Me limité a bajar mi mirada hacia el rostro cenizo y adorado. Paseé la punta de mis dedos por sus parpados caídos y las ojeras marcadas y enterré mi rostro en su pecho
“Necesito que me ayudes” – susurré, para ella – “Tengo miedo de no hacer lo correcto…”
Permanecí en esa posición durante varios segundos, concentrado solo en ella, sin ningún pensamiento exterior que lograra interrumpirme. No fue hasta que, un movimiento profundo que su pecho realizó, que levanté el rostro y me encontré con sus chocolates ojos, mirándome fijamente. Nuestras pupilas se fusionaron en ese instante, eliminando todo lo que a nuestro alrededor había. Ella me sonrió y, sin decir palabra alguna, tomó mis cabellos entre sus manos, para jalar mi rostro hacia el suyo. Nuestros labios quedaron a pocos centímetros de tocarse
“Soy tuya, en todos los sentidos que puedan existir” – musitó, casi sin sonido en la voz – “No dudes más. Si estoy aquí, es por que quiero estar a tu lado, por siempre. No importa cuales sean las circunstancias. No importa lo que se venga, todo estará bien si estoy entre tus brazos"
Al terminar de hablar, inclinó su rostro hacia un lado, permitiendo a mis labios la libre entrada a su cuello. Vacilé otro poco más, mientras me perdía en la delicada vena que se presentaba frente a mis ojos. ¿Sería capaz de hacerlo sin matarla?
“Es lo mejor que puedes hacer” – alentó Alice
“Hazlo, Edward” – pidió Bella y, sin pensarlo más, presioné mis dientes en aquella suave y final piel.
Un pequeño gemido se escapó de sus labios, mientras yo luchaba contra la bestia que se encontraba deleitada ante el dulce y cálido sabor de aquella sangre. Apreté mis manos en sus brazos, en un intento de recuperar un poco el sosiego que se negaba a llegar.
“Sueltala, hijo” – indicó Carlisle, con voz paciente – “Recuerda que si no lo haces, la puedes perder”
¡No!--- Perderla no…
El dolor que ese pensamiento me provocaba era suficiente como para apaciguar cualquier otro deseo. Alejé mis dientes de su cuello, en medio de frenéticos jadeos y con los ojos pintados por el rojo de su sangre. Me pasé la lengua por los labios, tratando de saborear las últimas gotas de aquel exquisito líquido que en ellos habían quedado. Mi lujurioso placer fue interrumpido por un desgarrador alarido que se elevó por todos los aires. Volví mi cuerpo y, recuperando la sobriedad de inmediato, me acerqué a Bella, quien comenzaba a convulsionarse por la ponzoña impregnada en su cuerpo.
“Flaca, todo estará bien” – prometí, mientras intentaba mantenerla entre mis brazos y acunarla entre ellos – “Estoy aquí…”
Y, con esas palabras, sus gemidos y agitaciones disminuyeron su intensidad, quedando solamente, pequeños sollozos y débiles temblores. Tomé una de sus manos entre las mías y la apreté fuertemente, en señal de apoyo. Todo quedó casi en un completo silencio, el cual fue roto por el único pensamiento que logré captar.
“Adiós, Bella…”
por fiss mis angeles dejen sus comentarios , no sean malitas . mil besitos
Angel of the dark
martes, 26 de enero de 2010
Renacer
Publicado por Angel of the dark en 12:48 2 comentarios
Etiquetas: Renacer
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