Capitulo 17: Noticias inesperadas
Edward POV
Sin embargo ese hombre, del que ahora dependía mi felicidad, tenía que regresar a Europa a cerrar uno de sus negocios, pero mañana regresaría y entonces si tendría un testigo para terminar con este matrimonio lo más rápido posible. Pero sobre todo podría regresar con Bella, con la mujer que amaba más que a nadie en el mundo.
Estaba tentado a mandarle un mensaje de texto, un correo, y claro tenia ganas de tomar un avión directo a Forks, pero me aguante las ganas y no hice nada, nada mas que pensar en ella una vez mas, mientras la vista del pent-house, con sus edificios iluminados se volvían borrosos y solo estaban esos ojos cafés viéndome con ternura, con amor y con deseo.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la puerta que cerró de golpe, Tanya entro con miles de bolsas, otra vez.
— ¿Te divertiste? —pregunté simulando interés por ella.
—Claro, que mujer no se divierte pasando una y otra vez la tarjeta de su marido —se acercó a mí y me besó rápidamente en los labios para después regresar con sus bolsas—. Mira lo que te compré.
Sacó de una bolsa una camisa verde canario que le habría dañado la vista a cualquiera. Simule una sonrisa y la tomé en mis manos.
—Gracias —dije simulando mi desprecio por la camisa, supuse que fue lo ultimo que encontró en la tienda, y como no traía absolutamente nada para mi la tomó y decidió vestirme como payaso.
—De nada amor —dejó la bolsa y tomo otra color rosa, saco un conjunto sexy de encaje en color negro—. Y esto es para mí, bueno es para los dos, dejaré que lo disfrutes antes de que me lo arranques con los dientes.
Sonrió seductoramente, aunque esa sonrisa hacia mucho que había dejado de tener efecto en mi, y pensé en una excusa para no tener que "arrancárselo".
—Voy a ponérmelo, tu prepara un poco de vino, y vete quitando la ropa —me guiñó un ojo.
—Tanya no creo que eso sea buena idea —me vio con ojos desconcertados.
— ¿Por qué no?
—Mañana tenemos un desayuno… muy temprano, con mi padre.
— ¿Y?
—Tenemos que levantarnos temprano, tenemos que descansar.
—Entiendo amor, pero para diez minutos que te va a tomar no creo que nos desvelemos mucho después de eso —dijo con una simulada inocencia, y acababa de herir mi orgullo de hombre ¿diez minutos? Alcé una ceja.
—Simplemente no tengo ganas —ya que mas daba si la trataba bien o mal, durante tres semanas había fingido soportar su presencia, sus besos y sus pocas caricias para sacarme de la cartera la tarjeta de crédito, pero si mañana terminaba esto que mas daba pelearme con ella el día de hoy.
— ¿Es por ella verdad? —Dijo con los ojos llenos de lágrimas, a veces actuaba tan bien, que empezaba a creer que en verdad me quería—. Aunque digas que solo fue una aventura, esa Isabella sigue entre los dos.
Tomó sus bolsas y se fue al cuarto, así que decidí cambiar los planes, llamé a Carlisle quien vendría con el tal Félix y los cité en el departamento, no quería escenas con Tanya en ningún restaurante, aunque eso habría estado bien, a ella no le gustaban las escenas publicas, las humillaciones, y eso seria un buen castigo, pero yo seguía siendo un caballero aunque ella no fuera una dama.
Esa noche dormí en el cuarto de huéspedes, y soñé con Bella, estábamos en la cabaña donde habíamos pasado nuestra noche juntos, y había una niña de cabellos cobrizos como los míos, paseando a un niño más pequeño de ojos verdes. Bella y yo los mirábamos desde el porche.
La mañana siguiente desperté feliz, y por alguna razón extremadamente nervioso, fui al cuarto principal a despertar a Tanya y disculparme por la noche pasada, traté de convencerla de que Bella no significaba nada en mi vida, pero sobre todo trate de que se levantara y se arreglara para recibir a mi padre. Nos bañamos, por separado aunque ella insistió en que lo hiciéramos juntos, afortunadamente mi padre llego, y con el pretexto de quedarme a darle la bienvenida ella desistió. Cuando por fin estuvimos en el comedor y Tanya vio cuatro lugares.
—No sabia que también venia Esme.
—No —contestó Carlisle— mi esposa se quedó en Forks.
— ¿Y entonces quien viene a desayunar? —Preguntó alzando una ceja— ¿Mi cuñada Alice?
La hipocresía le brotaba por los poros, en ese momento el timbre sonó, mi pulso se aceleró y me levanté a abrir la puerta y ahí estaba un hombre alto con aire europeo. Al entrar al comedor Tanya palideció al verlo.
—Hola Tanya —sonrió Félix.
— ¿Qué… qué haces aquí? —tartamudeó Tanya.
—Verás Tanya —respondí por Félix— él está aquí para hacerse cargo de tu hijo.
No pude evitarlo y sonreí, aunque mi sonrisa no duró mucho cuando Tanya habló de nuevo.
— ¿Cuál bebé? —pregunto con una sonrisa mas que estúpida en su cara. ¿Cómo que cual bebé? El que llevaba en el vientre desde que me había engañado infinidad de veces con este hombre en Ibiza, ese bebé.
—Estas embarazada ¿o no? —pregunté con voz ronca, no podía creer que en eso también me había engañado.
—Estaba —corrigió Tanya— o sea que ya no.
— ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Carlisle.
—Le cuento —cruzó una pierna y tomó un pedazo de fruta para llevárselo a la boca, como si nos fuera a platicar la serie que vio anoche en le televisión— resulta que ese cuento de que Edward me amaba, que quería volver a hacer su vida conmigo y hacerse cargo de un niño que no era suyo simplemente no me lo creí. Así que al llegar aquí me deshice de el.
Sonrió y tomo un sorbo de jugo. Para continuar.
—Ahora, antes de que tu interpusieras una demanda por infidelidad lo hice yo, no tarda en llegarte el aviso con mis abogados, o y también uno a la zorra de tu amante, si es posible vendrá el pueblo entero de Forks a atestiguar que soy una esposa abnegada que fue traicionada por su marido con una estudiante.
Fue entonces que me di cuenta de que Tanya era mas lista de lo que había imaginado, y que este asunto se me había salido de las manos por completo, pero sobre todo que ahora Bella, la única persona que quería fuera de todo esto, estaba a punto de meterse hasta el fondo.
Bella POV
Habían pasado tres semanas desde que Edward se había marchado, lo extrañaba inmensamente y apenas tenia noticias de él. Alice me había dado la gran noticia de que Félix era el papá del niño que Tanya estaña esperando y se había ido a Nueva York acompañada de Carlisle. Esme había decidido quedarse conmigo para infundirme ánimos. La escuela estaba por terminar y aunque también Emmett, Rose y Jasper me apoyaban yo me sentía infinitamente sola.
Por un lado el hombre que yo amaba estaba a miles de kilómetros de distancia con su esposa, y aunque esto de ser la amante parecía estar a punto de terminar, no podía de dejar de extrañar su presencia, su rostro insoportablemente hermoso, o su suave aliento recorriendo mi piel una y otra vez. Quería con todas mis fuerzas que sus brazos se cerraran a mi alrededor, sentí mis ojos arder con las lagrimas que se acumulaban en mis ojos deseosas por salir. Y por otro lado estaba Charlie, había intentado hablar con él pero no me permitió pasar, en sus ojos ya no había enojo, pero había algo mucho peor: decepción.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño, sentía los ojos hinchados y cansados, no sabia si eran las lagrimas o era el sueño, no había dormido bien los últimos días, parecía estar en un lapso depresivo en el que lo único que quería hacer era dormir, dormir mucho.
— ¡Bella! ¿A que hora bajaras a desayunar?
— ¡Cuando yo quiera! —le grité al molesto de mi hermano, era irritante que ni en pleno sábado pudiera levantarme a la hora que yo quisiera.
Me di un baño rápido y bajé a desayunar con ropa limpia, pero pijama al fin.
—Que carita, parece que te arroyo un autobús y después te comió un lobo y después te vomito —la sonrisa estúpida en la cara de Emmett era insoportable, mas insoportable de lo normal.
—Supongo —me encogí de hombros— después debió hacer lo mismo con tu cerebro.
— ¿Vas a desayunar? —preguntó ignorando mi comentario y dejando sobre la mesa un plato con waffles.
—Uh —hice un gesto al percibir el olor nauseabundo del plato— eso huele asqueroso, prefiero un par de huevos.
—Puedo aceptar que insultes mi inteligencia pero jamás mis waffles —la cara de Emmett estaba indignada— ¿Qué tienen de malo? Los acabo de preparar
—Debiste revisar la fecha de caducidad antes de prepararlos —mire el plato nuevamente— en serio Emmett, si no quitas eso de aquí voy a vomitar.
—Está bien, pero tú te preparas tus huevos, ah por cierto te llego una carta.
¿Carta? Siempre pensé que eso ya no se usaba, que la era de la tecnología nos había alcanzado y que el correo solo se utilizaba para deudas y citatorios, así que no podía ser nada bueno. Sobre la mesa junto al teléfono había varios sobres con las cuentas de teléfono, luz y sistema de cable, uno en específico dirigido a mí, con el símbolo del gobierno de los Estados Unidos.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente, recientemente no había cometido algún delito, pero intuía de que se trataba, y aunque Edward me había jurado que no tendría que meterme en ese asunto tal vez me necesitaba, pero por que no me había avisado el que llegaría este sobre. Lo abrí temblorosa y comprobé lo que tanto temía, necesitaba presentarme a declarar en el juicio de divorcio de Tanya Cullen en contra de Edward Cullen.
Pero acaso las cosas no deberían ser al revés, no debería ser el quien interpusiera la demanda, en todo caso el plan de Edward no habría funcionado y ella se le había adelantado, y lo peor de todo, ahora yo era llamada para que me cuestionaran sobre mis amoríos con el marido de la victima… Tanya. Esto estaba mal, comencé a temblar, sentí que la sangre abandonaba mi cara, mi cuerpo, y lo último que sentí fue el piso debajo de mi, frio y duro.
Desperté en el hospital, gemí despacio. Odiaba los hospitales, y a menos que el cerebro se me haya salido al desmayarme, no encontraba una razón para haberme trasladado al hospital. El exagerado de mi hermano debió ser el culpable de esto. Por un momento olvide el por que me había desmayado, y entonces recordé el citatorio y me pregunté ¿Qué demonios iba a hacer? Obviamente no podía solo ignorarlo y no presentarme, tendría que estar ahí ¿pero para decir que? Tenia que hablar con Edward, al menos con Esme o Alice para que me dijeran que estaba pasando.
Me levante de la cama donde me tenían exageradamente acostada, pero justo en ese momento entró mi hermano junto con Esme y Alice.
—Ya era hora de que despertaras —dijo Emmett mientras me hacia recostarme de nuevo en la cama— ¿Por qué te desmayaste eh? No sabia que hacer contigo, tuve que llamar a medio Forks para que me ayudara contigo.
—No lo dudo Emmett, cuando eras niño y te atoraste el pie en el piso de la cocina estuviste a punto de llamar al FBI a que investigaran a ese hoyo asesino —me reí, quería por un momento olvidarme de lo que se me venia encima.
— ¿Cómo te sientes corazón? —preguntó Esme con ese tono maternal que me hizo extrañar a mi madre mas que nunca. La necesitaba, sabia que me habría regañado por lo que hice, pero después me hubiera apoyado incondicionalmente.
—Estoy bien, solo fue un pequeño desmayo por… el remolino de emociones que me llego en ese momento, supongo que ya saben que paso.
—Emmett nos conto —dijo Alice sentándose en la cama y tomando mi mano— pero todo saldrá bien, hablé con Edward, Tanya abortó al bebé, nunca creyó lo que Edward le dijo sobre darse otra oportunidad e interpuso la demanda primero.
Suspiré, esto apenas estaba empezando.
—Pero Bella debes ser fuerte, no debes dejarte caer hoy más que nunca por que…
—Yo le digo ¿si? —chilló Alice.
—Yo quería decirle —se quejó Emmett.
—Pero yo lo pedí primero —argumentó Alice.
—Pero yo tengo lazo sanguíneo con ella, tengo más derecho. —Parecían niños pequeños jugando a "mi casa es más grande que la tuya".
—Niños por favor… —Esme quiso intervenir pero ninguno de los dos le hizo caso.
—Juguemos piedra, papel o tijera —sugirió Alice.
—Prepárate para perder —sonrió mi hermano.
Alice se levantó de la cama y empuño su mano al igual que mi hermano. Y después de decir las palabras mágicas Alice puso papel y mi hermano piedra.
— ¡Si! —Brincó Alice— lo sabia. Bueno quiero silencio y que alguien le tomé una foto a su cara después de que se lo diga.
—Alice por favor —regaño su madre.
— ¿Me vas a decir de una vez o tengo que desmayarme de nuevo? —pregunté molesta y curiosa.
—No, no lo hagas —Alice se sentó de nuevo junto a mi y tomó mi mano entre las suyas— Bella… estas embarazada ¡voy a ser tía!
Sentí que brincaba en la cama, también sentí la sangre abandonar mi cuerpo de nuevo, aunque esta vez me quede sobre la cama, esta vez no caí al suelo.