“¿Quieres casarte conmigo?” propuso nuestra compañera a Robert. Ella estaba, por supuesto, bromeando, desde que todos supimos que en ‘Eclipse’, el volumen de la serie ‘The Twilight Saga’, ‘Edward Cullen’ y ‘Bella Swan’ finalmente se comprometen. O por lo menos, pensábamos que nuestra amiga asiática sólo estaba de guasa con Robert, porque él estaba absolutamente encantador y despreocupado.
viernes, 8 de enero de 2010
Robert, una de las entrevistas más fascinantes del 2009 según la revista Sunday Inquirer Saruchis
“¿Quieres casarte conmigo?” propuso nuestra compañera a Robert. Ella estaba, por supuesto, bromeando, desde que todos supimos que en ‘Eclipse’, el volumen de la serie ‘The Twilight Saga’, ‘Edward Cullen’ y ‘Bella Swan’ finalmente se comprometen. O por lo menos, pensábamos que nuestra amiga asiática sólo estaba de guasa con Robert, porque él estaba absolutamente encantador y despreocupado.
Publicado por anita cullen en 13:39 0 comentarios
Etiquetas: robert pattinson
Luna nueva trinfa sin Robert Pattinson
Fuente:lavozlibre & twilightsinfronteras
La segunda de las películas de la saga ‘Crepúsculo’, ‘Luna Nueva’, fue la auténtica vencedora de los People's Choice Awards 2010. El filme protagonizado por Kristen Stewart y Robert Pattinson, ausentes en la gala, se alzó con cuatro galardones: película favorita, franquicia favorita, mejor reparto y actor revelación, premio que se llevó Taylor Lautner ante la emoción de los asistentes.
A pesar del rotundo éxito en estos premios, ‘Luna Nueva’ no se llevó todos los premios a los que optaba, ya que Sandra Bullock se impuso a Kristen Stewart en la categoría de mejor actriz y Johnny Deep hizo lo mismo con Robert Pattinson en el galardón a mejor actor. Precisamente, ni Kristen Stewart ni Robert Pattinson estuvieron presentes en una gala repleta de diversión.
La pareja de actores no llegó a confirmar su presencia y finalmente optaron por no ir; sí estuvieron otros de los protagonistas de ‘Luna Nueva’: Taylor Lautner y Kellan Lutz, así que los licántropos y los vampiros estuvieron muy bien representados. Ambos actores han sido elegidos recientemente para protagonizar sendas campañas de ropa interior.
Taylor Lautner acudió solo, ya que hace poco se conocía que había roto con su novia la cantante Taylor Swift, que curiosamente acudió a la gala y al igual que Lautner se llevó un premio. El actor que en la película interpreta al personaje de Jacob Black, el tercero en discordia en la relación de Bella y Edward, se mostró muy emocionado y algo tímido al subir al escenario para recoger el galardón a actor revelación.
Taylor Lautner iba muy elegante con un traje gris y una corbata negra y sólo tuvo palabras de agradecimiento para todos sus fans y para la gente que le había votado. Por su parte, Kellan Lutz también acudió en traje, aunque con un estilo más arriesgado que su compañero de reparto. El considerado como uno de los vampiros más sexys del cine se mostró muy sonriente y divertido durante toda la ceremonia.
Otros ganadores en las categorías de cine fueron Hugh Jackman y Jim Carrey, que lograron los premios al mejor actor de acción y comedia respectivamente; además, Miley Cyrus se adjudicó el premio a mejor actriz revelación
Publicado por anita cullen en 13:27 0 comentarios
Etiquetas: Taylor
¿Quién tiene más fans?
Jimmy Fallon nos trae una interesante encuesta:
¿Cuál es el ídolo de adolescentes con más fans dedicadoos?
Entre otros actores están aparte de Rob Pattinson, Kristen Stewart, Taylor Lautner, se encuentran: Los Jonas Brothers, Miley Cyrus, Justin Bieber, Demi Lovato, Selena Gomez, Zac Efron y Taylor Swift.
Para votar AQUI.
Gracias LNM & Twilightsinfronteras
yo voto por mi Rob jaja, ustedees x qien niñaas?
Publicado por anita cullen en 13:04 0 comentarios
Etiquetas: Kristen Stewart, robert pattinson, Taylor
Script de Eclipse
Publicado por anita cullen en 12:46 0 comentarios
Renacer
HOLA mis angeles hermosos, aqui les traigo una nueva historia , de mi querida ANJU DARK, espero les guste este fic es la secuela de Te Amo Aun Despues De La Muerte , bueno no les hecho mas rollo
disfruten de estos primero cap
y chicas muchas gracias por su apoyo la adoro
Mil besitos
Angel Of The Dark
************************************************************************************
Capítulo 1: Reencuentro
Llevaba ya casi un siglo sin tenerla a mi lado.
El tiempo no me había borrado ni disminuido, ni por un solo instante, el dolor que su eterna espera me causaba. No quería dejar de creer, si lo hacía, simplemente mi existencia ya no tendría ni el más minúsculo sentido.
Paseé mis dedos por aquel sepulcro…
Tenía cerca veinte años que mi familia y yo nos habíamos ido de Forks ya que en ese entonces, nuestra existencia había salido a la luz, trayendo con tal revelación, una inmensa oleada de pánico entre los humanos, quienes rápidamente, con la desarrollada tecnología de ese entonces, consiguieron de hacerse de instrumentos letales para nuestra especie. Pasamos varios días sufriendo a causa de la sed, tras no poder salir al exterior ante el temor de ser aniquilados por aquellas armas.
Todo el mundo estaba enloquecido. Aferrados completamente a la idea de darnos fin por completo. Se podían ver a cada metro, a manos portando crucifijos o dagas de plata… (Objetos que, no tardaron mucho en descubrir, eran de nula ayuda para su propósito).
En fin… eso fue hace no muchos años atrás y, por un momento, agradecí el que Bella no hubiera estado presente en medio de aquella despiadada guerra entre inmortales y humanos.
Ahora, coexistíamos entre ellos. Y no solamente nosotros, también se habían descubierto otro tipo de seres, considerados hasta ese entonces, como mitológicos. Entre ellos, destacando tanto como nosotros, se encontraban los licántropos. Nuestros enemigos eternos, con los cuales teníamos un tratado de paz: ellos no atacarían a nuestra especie, ni nosotros a la suya, al menos que, alguna parte de cualquier bando, iniciara una guerra…
Sin embargo, de ser así, aquella guerra sería frenada inmediatamente por los humanos… quienes, en su mayoría, estarían felices de tener la excusa perfecta para aniquilarnos.
Si. Muchos nos odiaban, nos veían como animales feroces y mortales, como monstruos… aquella falsa etiqueta me enfurecía ya que no había razones para llamarnos así… solamente algunos seguían revelándose ante la abstinencia de sangre humana a la que nos habíamos comprometido y el gobierno se estaba encargando de darles caza. Ahora, algunos, como nosotros, habían optado el régimen vegetariano y, otros, se habían inclinado por las donaciones voluntarias, dadas por los pocos humanos que nos apreciaban.
Suspiré justo en el momento en que dejé caer una pequeña flor color violeta sobre el cemento que tenía incrustado su nombre.
Isabella Swan. ¿Cuánto más tengo que esperar? Pregunté…
La espera simplemente era… insoportable.
Su ausencia dolía de manera inhumana… estaba seguro que, de no ser un vampiro, hubiera muerto a causa del pesar desde hacía ya varias décadas atrás…
Cerré mis ojos y recordé, como siempre, como a cada minuto solía hacerlo, su rostro… aquel rostro que el tiempo no había logrado, ni lograría jamás, arrancar de mi memoria.
“Edward” – la voz mental de Alice llegó primero que el sonido de sus pisadas. Apareció a mi lado en tres segundos – “hola” – saludó, dedicándome una pequeña sonrisa
“Hola” – respondí , imitando el gesto
“Vengo… a dejarle esto” – informó, mientras depositaba un ramo de flores, a un lado del pequeño capullo que yo había dejado caer minutos antes
“Gracias” – le dije y volví a situar mi vista sobre su nombre tallado en el cemento. – “Extrañaba venir a este lugar” – confesé, con un murmullo – “solamente aquí encuentro un poco de sosiego”
“Lo sé” – dijo ella, mientras una de sus manos se posaba sobre mis hombros – “no te entretengo más… te esperamos en la casa”
Asentí, en forma de entendimiento. Alice desapareció en la nada, dejando como señal de su antigua visita, un delicioso y fresco aroma impregnado en el viento… estuve de pie unas cuantas horas más, resistiéndome a lo que la debilidad que me gritaba
Vamos, no te hagas el fuerte… manifiesta, saca el dolor que todos estos años has estado reprimiendo… LLORA – me ordenó y, aunque luché por ignorarla, flaqueé casi al instante.
Mis piernas se doblaron y mis rodillas toparon con la tierra que mis pies habían pisado hasta ese entonces… y, poco después, el llanto, vacío y sin lagrimas, se apoderó de mi garganta. Llevé mis manos hacia mi cabeza y me encogí ante el dolor desgarrante, expulsado desde mi pecho, hasta expandirse a cada milímetro de mi dura y fría piel
Supongo que estuve ahí, en la misma posición, durante varios días y varías noches. Al fin de cuentas, ya no tenía que aparentar el ser humano… alguna ventaja tenía que haber tras todo ese desastre. Aunque, claro, los pensamientos de los supersticiosos humanos que, durante el día, visitaban a sus difuntos, no tardaron en llegarme. Sus acusaciones eran tan dolorosas y directas como un poderoso latigazo sobre mi espalda y rostro…
Seguramente el remordimiento de conciencia es lo que le tortura – pensaba una señora ya entrada en edad – sabrá Dios de qué manera tan más vil mató a aquella pobre y desdichada persona…
Aún no comprendo por que el gobierno no los extermina de una vez por todas – decía otra persona en su mente – son bestias completamente aterradoras… un día de estos se aprovecharan de nuestra confianza…
Me concentré para dejar de escuchar todo el murmullo que se levantaba sobre mí, el cual había escuchado infinidad de veces… en ese momento, más que ningún otro, deseé encontrar la manera de quitarme aquel maldito don de poder leer los pensamientos de los demás…
Encogí mi cuerpo aún mucho más, hasta el punto de que mi rostro casi tocaba el suelo… dijeran lo que dijeran, oyera lo que oyera, no me iría de ese lugar hasta ser realmente necesario… nadie me arrancaría de ella, de mi amada Isabella…
No recuerdo cuántas horas más pasé en aquella posición fetal… la noción del tiempo se volvió mucho más nubosa cuando, de la nada, sentí un pequeño, calido y electrizante roce sobre mi espalda.
Levanté mi vista, completamente agitado, en primera: por no haber sido capaz de anticipar que alguien se me acercaba (por lo general, era demasiado extraño que me tomaran por sorpresa ya que, si no era por mis sentidos altamente desarrollados, solía darme cuenta de la proximidad de las personas partir de sus pensamientos) y, segunda, por que el toque de ese alguien era exactamente igual al toque de…
Giré mi cuerpo para comprobar mis sospechas y mis ojos se entreabrieron un poco más al tener frente a mí a una pequeña niñita de cabellos y ojos marrones…
“¿Por qué llora?” – me preguntó y su voz… aquella voz…
¡Oh! A pesar de estar bañada en una aguda infantilaza, fue canto para mis oídos. Tenía justamente la misma resonancia, la misma serenidad, la misma inteligencia de aquella voz que, desde hacía casi un siglo, había dejado de escuchar y había mantenido guardada en mis más preciados recuerdos.
De haber podido llorar, lo hubiera hecho en aquel instante.
“Bella” – susurré, con el poco aliento que me quedaba en el pecho
“¿Cómo sabe mi nombre?” – inquirió, con sus ojitos muy abiertos y brillantes…
De manera rara y sorpresiva, me percaté de que no la veía de la misma manera a como recordaba la veía antes… seguramente se debía a que esta Bella tenía, si mis cálculos no fallaban, alrededor de unos cinco o seis años de edad.
“Señor” – llamó, ante mi silencio – “¿Le puedo ayudar en algo?”
De nueva cuenta, fui incapaz de contestarle. Estaba completamente fascinado de verla, otra vez…
Me sentí esperanzado… sentí como si, durante todas las décadas pasadas, hubiera estado sumergido en un inmenso, oscuro y profundo mar y, hasta ese día, había salido a la superficie… Si. Esa era le mejor metáfora que podía utilizar para poder describir, lo mejor posible, la sensación que me embargaba en ese instante… el aire que entraba a mis pulmones era diferente… ya no era doloroso.
Contemplé como su rostro, cubierto completamente por la inocencia de la niñez, denotaba la gran confusión que sentía por mi actitud. Obviamente, eso era lo que podía yo predecir ya que, al igual que antes, Mi Bella había heredado aquella extraña barrera que me impedía leer sus pensamientos… y daba gracias por ello.
“Bella” – volví a repetir. No encontraba qué más decir, solamente podía pronunciar su nombre
Levanté mis manos para rozar su piel y, cuando mis yemas alcanzaron sus mejillas, sentí que las puertas del cielo se abrían, para mí, de par en par. Su pequeña manita se posó sobre la mía, apretándola aún más a su delicada piel… me alegré al darme cuenta de que mi contacto frío no le incomodaba.
Sonreí… y ella también sonrió
“¡Isabella!” – Exclamó una furiosa voz, que se acercaba hacia nosotros – “¡Te dije que no te movieras de mi lado!” – recordó, mientras la jalaba, lejos de mí. Más sus marrones ojos no me dejaron de ver, ni un solo instante
“Estaba platicando con el señor” – informó la pequeña, señalándome con su diminuto dedito.
Su mamá (lo supuse rápidamente, aunque no tenía ningún parecido a, la también difunta, Renne), giró su rostro para verme. Me incorporé inmediatamente, para tenerla frente a frente y dedicarle mi mejor gesto de cortesía
“¡Vampiro!” – susurró, tras analizarme unos cuantos segundos - “¡¿Qué hacías tú con un vampiro?!” – le preguntó, con cierta violencia que me disgusto, a Bella
“Señora, yo no…” – comencé a defenderme, más su mirada envenenada me enmudeció
“Te prohíbo que te vuelvas a acercar a mi hija” – escupió, mientras retrocedía varios pasos, alejando a Bella cada vez un poco más de mí.
La desquiciada señora salió corriendo de aquel lugar… sin embargo yo, ya no tenía motivos para sentir dolor… no cuando, al fin, Bella había regresado, cumpliendo su eterna promesa…
Ahora, solo me correspondía a mí el cumplir la mía…
Mi Bella había renacido… y solamente tenía que esperar para poder acercarme a ella y ganarme, de nueva cuenta, su amor… y esta vez, no fallaría.
************************************************************************************
Capítulo 2: Encuentro
La seguí escondido a través de los muros y los tejados.
Tenía que ser cuidadoso si no quería que me vieran. Si me descubrían, probablemente estaría en grandes problemas…
Después de todo, tal vez tenían algo de razón. Un vampiro “persiguiendo” constantemente a una joven y mortal muchacha, escondido entre las tinieblas de la noche, no denotaría mucha confianza, fueran cuales fuesen las circunstancias.
Ya antes me había pasado, tenía cerca cinco años, cuando Bella, en uno de sus pocos arranques de rebeldía, se había escapado de su casa para molestar a su madre tras haberla regañado inmerecidamente y yo la había seguido para cuidar de ella.
Lo único que me había ganado como pago fue un estricto dictamen, levantado por la madre, el cual me prohibía rotundamente acercarme a su hija mientras ella tuviera la menoría de edad y ella fuese quien decidiera si quería o no tener algún contacto con los seres sobrenaturales andando allá afuera.
Era una lástima que la señora me hubiera reconocido claramente como la misma bestia que había engatusado a su pequeña hija en el cementerio hacía pocos años atrás (esas habían sido sus duras palabras). Era una de las desventajas de no cambiar nunca… la mamá de Bella se había deshecho entre sus exageradas y falsas acusaciones acerca de que yo seguramente era un pedofilo incubo obsesionado con su pequeño retoño. Claramente, el gobierno se alarmó ante tal juego de palabras. Teníamos prohibido rotundamente el convertir a humanos en vampiros así por que si. Había cierto reglamento el cual debíamos seguir (nosotros como no muertos y ellos como humanos) para llevar a cabo un conversión. Después de todo, no hacía mucha falta, repito: la mayoría de los humanos nos veían como lo más despreciable que podía existir en su Tierra. Nos huían y repelían. Yo, mejor que nadie, sabía todo lo que pensaban acerca de mi especie… y yo, mejor que nadie, sabían cuál era el motivo de ese odio, el cual radicaba principalmente en una cosa: Envidia…
Ellos no lograban explicarse de dónde provenía nuestra belleza e inmortalidad. Y, aunque lo negasen miles de veces, la avaricia llenaba sus cuerpos cada vez que nos veían caminar entre ellos. Fantaseaban obsesivamente con poder tener nuestro “perfecto” físico siempre joven (si, todo era una cuestión de absoluta vanidad). Sin embargo, al darse cuenta que para ello era necesario pasar alrededor de tres días y tres noches con la sensación de que te han sumergido en el infierno, se acobardaban y era entonces cuando, como manifestación a esa frustración secreta y contenida, empezaban a llamarnos de las maneras más lastimosas posibles… palabras tan punzo cortantes, como todas las que la mamá de Bella me recitó.
Pobre mujer… no tenía ni la más mínima idea de lo que yo sentía por su hija.
No podía imaginarse la forma en que aquella pequeña personita removía cada parte de mi ser, ni podía tener, si quiera, la más mínima noción de lo feliz que era al verla cambiar, y presenciar con aquellos cambios, como Bella había renacido completamente en ese ser. No había nada de ella que faltara… y no había nada de ella que no amara con la misma, (o, si era posible, con mucha más) intensidad que hacía más de cien años…
No podía saberlo por una simple razón: ella no había esperado un siglo por Isabella.
Pero lo más interesante y lo más curioso era que realmente estaba equivocada. Puedo asegurar que, durante aquellos años en los que ella era una pequeña niña, jamás tuve otro pensamiento que no fuera el de cuidarla y protegerla… no puedo comparar tal instinto protector como el que tiene un padre con una hija por que no era así, lo mío era mucho más fuerte, mucho más devoto, mucho más delicado…
Aún así, no tenía caso el protestar con tal abnegación. Al fin y al cabo, por mucha tecnología humana y cosas por el estilo, yo seguía siendo un vampiro. Un vampiro con velocidad tan rápida como la luz, fuerza increíblemente asombrosa y agilidad sigilosa e inaudible… Jamás antes en mi vida (o existencia, como gusten llamarle) había estado tan agradecido de estos dotes que la inmortalidad nos confería.
Bella solamente me había visto un par de ocasiones y por lapsos de tiempo menores a tres segundos en todos esos años que yo llevaba cuidándola…
Ahora, tenía cerca de los dieciséis años y sería un mentiroso si dijera que no empezaba a verla como la mujer que comenzaba a ser. Una parte de mí se sentía un poco culpable y yo mismo me llegué a acusar de un vampiro enfermo y depravado, más no era así…
Yo había amado a Bella desde siempre. En tiempos muy pasados habíamos estado juntos desde que ella tenía cerca de los catorce y yo de los diecisiete…
¿Recordaría algo de lo que juntos habíamos vivido en su vida pasada?... ¿Recordaría ella todo el daño que le había causado?
Frené mi marcha por un instante en el cual mi mente trajo una serie de dolorosos recuerdos en los cuales yo tuve la oportunidad de jamás separarme de ella. Los deseché lo más rápido que pude… no importa, ahora tengo otra oportunidad, me repetí una y otra vez.
Seguí caminando con pasos acortado, Bella caminaba de manera muy lenta. Me deslicé por un pequeño callejón, para no perderla de vista. Me sentí molesto al ver que rumbo optaban sus pasos, ¿Era necesario caminar por aquellas calles tan desoladas? Creo que de lo único que me lamentaba era que el sentido de no supervivencia había nacido otra vez en ella.
Bella…
Frenó su andar. Fruncí el ceño al percatarme de que el lugar en donde ella se había quedado parada estaba completamente solo. Solamente una ligara neblina (tan común en Forks) se alzaba sobre el aire…
Escuché claramente como los latidos de su corazón comenzaban a acelerarse y agudicé mis oídos y mi olfato ¿Qué era lo que tanta inquietud le causaba? ¿Acaso por andar tan embelezando, mirándola, no me había percatado de que había peligro cerca?...
Ella giró su cuerpo, posicionándolo de manera en que, a distancia, su rostro quedo casi frente al mío… instintivamente, moví mi cuerpo más hacia atrás, ocultándome lo mejor posible y traté de repetirme una y otra vez que era mi imaginación lo que provocaba que aquel par de ojos castaños parecieran verme detenidamente, traspasando la lúgubre oscuridad que me arropaba.
- Sal – ordenó, más su voz fue apenas un murmullo. ¿Era por miedo o por que, realmente, pensaba que yo era un producto de su imaginación? – Te he traído hacia acá para que no corras el riesgo de que te vean – continuó, de manera mucho más insegura, bajando su mirada hacia el suelo y empuñando sus manos a sus costados – Quiero verte… Sal – volvió a ordenar.
Me apreté contra el frío muro que topó con mi espalda.
Desconocía la razón por la cuál me encontraba luchando por que ella no lograra verme. Tal vez por que sabía que aún no era el momento para mostrarme frente a ella. Tal vez por que, dentro de mí y sin saberlo bien, hasta ese instante, había mantenido mi promesa de no buscarla hasta que ella tuviera la misma edad con la que me había dicho adiós… o tal vez, simplemente, fue el miedo, ya que no sabía que reacción iba a tener al verme fijamente…
Sé que estas ahí – dijo con más fuerza – no te escondas más y muéstrate.
¿Debía o no salir?...
***********************************************************************************
Capítulo 3: Inesperado
Me apreté hasta lo imposible hacia el muro enmohecido que se extendía mis espaldas. Bella seguía viendo hacia mi dirección. El castaño de sus ojos brillaba, expectante por mi aparición.
“¿Por qué no sales?” – preguntó.
No contesté. Dejé de respirar y, prácticamente, me convertí en una simple sombra que se desvaneció con el soplido del viento. Salté hacia uno de los tejados más altos que por ahí había. Estaba a salvo. ¿A salvo de qué?...
Me incliné, así como lo hace un gato, para poder ver si Bella aún seguía en el mismo lugar. Evidentemente, así era. Sus manos seguían aún mucho más empuñadas a sus costados y su cabeza estaba inclinada hacia abajo. A pesar de la distancia, mis oídos me permitían escuchar los latidos (aún frenéticos) de su corazón
“Qué tonta” – murmuró y me sobresalté ante el sonido abatido de su voz – “de verdad que he de estar completamente loca como dice mi madre”
Por un momento, quise descender, ir hacia ella y mostrarme ante sus ojos. ¿Me reconocería? ¿Acaso me recordaba y era eso lo que le confería a su voz esa pesadumbre tras no haberme visto?
Mis pies comenzaron a deslizarse, al mismo tiempo que mis manos se sujetaban de los muros sobresalientes por los cuales comenzaba a bajar… ¿Qué más daba si era hoy en dos años nuestro encuentro?...
Un fuerte y detestable olor me llegó, mucho antes que los afligidos pensamientos, haciéndome retroceder el espacio que ya había avanzado.
“¡Bella!” – exclamó alguien (o más bien, algo), mientras mis ojos ya podían ver claramente de qué se trataba: Un apestoso licántropo.
La muchacha dio media vuelta y, con los ojos dilatados por la sorpresa, le miró fijamente.
“¡Jacob!” – reconoció y, dos segundos después, el muchacho de piel morena y cabello negro y largo, se tensó… había captado mi olor.
Por sus pensamientos, supe que no quería atormentar a Bella, por lo que prefirió callar.
“Vayámonos de aquí” – murmuró entre dientes, aún intentando buscarme con la mirada furiosa.
“¿Pasa algo?”
“Tu mamá te esta buscando” – decidió informar, para cambiar el tema – “esta furiosa de que te hayas salido a esta hora… si te ve conmigo, su humor empeorará aún más, así que camina, hay que darnos prisa”
Bella no protestó cuando la mano de aquel muchacho le tomó del brazo y la guió de vuelta hacia atrás… mientras tanto, mi mano había destrozado un pequeño muro de cemento al haberlo presionado más de la cuenta sin siquiera quererlo.
¿Qué hacía Bella con un perro?
La había seguido durante casi todas las noches y jamás le había visto con él…
¡Oh, claro!... si, efectivamente, la había seguido casi todas las noches pero no la había seguido durante el día (momento en el cual los hombres lobos no tenían que esconderse en ningún momento por los rayos del sol y, sobre todo – y la verdadera esencia de mi impedimento – aquel animal no tenía una orden de alejamiento con Isabella y, por lo tanto, no necesitaba estar encubierto por las sombras de la noche para seguirla)
¡Genial!
¿Era necesario que, al ser la existencia de los licántropos delatada, Bella se tuviera que involucrar con uno? Era imposible que ella no lo supiera. Dadas las circunstancias en que la humanidad se encontraba, ésta ya sabía perfectamente diferenciar entre los suyos y entre los demás seres inhumanos andando por los alrededores.
Así de fácil como ella, al verme, deduciría que yo soy un vampiro, tenía que haber deducido en su momento, al ver al chucho ese, que era un maldito licántropo…
No comprendía de dónde provenía tanta furia de mi parte.
No sabía si era por que ella arriesgaba mucho al estar cerca de un ser tan voluble el cual, al mínimo cambio de temperamento, podía decidir transformarse a su estado salvaje (no quería ni pensar qué consecuencias llegaría a tener si eso ocurriría al estar cerca mi Bella)… O si era por simple instinto (el cual nos indicaba rápidamente cuando uno de ellos se encontraba cerca ya que, como había dicho antes, eran nuestros eternos enemigos naturales) O si era por lo que había leído en su mente…
Si no me quería engañar, mi sincera respuesta se debatía arduamente entre la primera y la última opción. Por supuesto, y como era de esperarse, estaba el miedo. El abrumador miedo.
El solo imaginar perderla de nuevo, hacía que mi estomago se revolviera y que mi rostro empalideciera mucho más. De una cosa estaba completamente seguro: otra espera ya no la soportaría… mi corazón podía estar muerto y yo podría ser una criatura muy fuerte pero un dolor así de torturante, era demasiado…. hasta para mí.
Aparte, y volviendo a mis antiguas especulaciones, también debía reconocer que, el escuchar en los pensamientos de aquel joven, el amor que sentía por Bella, me provocó aquellos celos infrenables que hacía mucho tiempo no sentía (y, a decir verdad, pensé nunca más sentir)… aunque, pensándolo detenidamente, prácticamente, todo se reducía al término empleado anteriormente: Miedo.
Por que… ¿Qué son los celos si no eso? Yo estaba aterrado ante la idea de que, en esta vida, Bella no me recordara y, al suceder eso, se enamorara de alguien más…
Imposible.
Bella había regresado para estar conmigo, a mi lado, por siempre… ¿no?
Suspiré pesadamente mientras contemplaba la luna llena alzándose arriba del bosque… Solo tenía que esperar un poco más para verla.
Una pequeña figura se materializó a mi lado
“¿No irás esta noche?” – preguntó, como quien no quiere la cosa.
“Para ser alguien tan pequeño, eres demasiado curiosa” – dije, entre una ligera risa.
Alice giró su rostro solamente para sacarme su pequeña lengua.
“Está con un licántropo” – informé. Sabía que ella desconocía tal información… ella, por una extraña razón, no podía ver a esa especie.
Sus dorados ojos se dilataron por la sorpresa.
“¿Un… licántropo?” – repitió. Asentí, con gesto abatido y ella suspiró, resignadamente – “¿Tiene mucho tiempo que esta relacionado con él?”
“No lo sé” – contesté – “no lo creo. La he cuidado secretamente durante años… dudo mucho que, si llevara demasiado tiempo en conocerse, no me hubiera dado cuenta”
“Pareces molesto” – señaló y yo reí, sin humor.
“Molesto no” – contradije – “Preocupado, sería la mejor palabra…”
Me volví a perder en mis pensamientos y me pregunté, ¿Sería buena señal el que Bella tuviera de relación con un licántropo?... al menos, esa idea me dejaba claro que no era como la mayoría de los humanos de prejuiciosa (nunca creí que lo fuera) pero ¿Sería solamente así de tolerante con todos o solamente con esos perros…?
Alice bajó de la rama del árbol, con un ágil y delicado salto.
No seas tonto, todo estará bien, te lo digo yo
Asentí, en forma de agradecimiento por el apoyo que me daba con sus pensamientos y, pocos minutos después de que ella se fue, corrí hacia aquella casa, en la cual solía pasar la mayoría de mis noches.
Como siempre solía hacerlo, subí fácilmente hasta llegar por su ventana. La casa que ella había ocupado hacía más de cien años no era la misma, pero su recamara guardaba muchas similitudes, como por ejemplo: la posición de sus muebles.
Eran alrededor de la media noche y ella dormía. Su cabello se extendía y despedía aquel delicioso olor a fresas tan característico de su persona… he de admitir que el ardor de mi garganta aún se intensificaba al tenerla a mi lado, pero no era nada por lo cual alarmarse.
Su cuerpo giró hacia la derecha y algo cayó de entre las sabanas. Esperé un momento, en completo silencio e inmovilidad, por si se había despertado y, al notar que su sueño seguía tan imperturbado como antes, me incliné para asir el objeto que anteriormente había llamado mi atención.
Me paralicé (de manera literal), en mi lugar al ver de qué se trataba…
El pequeño cuadernito que yacía entre mis manos era el mismo que, décadas atrás, yo mismo le había regalado. Un nudo se formó en mi garganta, ¿cómo había llegado hasta ella? Yo mismo lo había buscado como loco tras su muerte y jamás lo había encontrado…
Me ardieron los ojos de manera tortuosa mientras lo abría y lo comenzaba a hojear y ver que cada verso y cada canción estaban en el mismo orden que yo recordaba.
Vino a mi mente aquella noche en que Bella supo la verdad, cuando le dije que era un vampiro. Le había leído una estrofa de una canción que le gustaba mucho y que yo mismo le había cantado innumerables veces al ser humanos…
“Edward…” –
El cuaderno se me cayó de las manos al escucharla. Afortunadamente, pude cogerlo antes de que topara con el suelo. Permanecí otro momento en completo estado de petrificación, hasta que pude encontrar la coordinación necesaria entre mi mente y mi cuerpo para moverme y acercarme hacia ella.
Quería escuchar otra vez cómo musitaba mi nombre entre sus sueños. Durante los diez años que llevaba cuidándola y visitándola (sin que ella lo supiera) durante las noches, jamás había dicho ni una sola palabra que tuviera relación entre nosotros y nuestro pasado. ¿Significaba aquello que empezaba a recordarme?
Giró su cuerpo otra vez y tuve su rostro a pocos centímetros del mío. No había atisbo alguno de que fuese a despertar, así que permanecí igual de cerca. Pase ligeramente mis dedos sobre su rostro, suave y frágil, y pude apreciar como una gota caía de sus ojos cerrados. Estaba llorando en sus sueños… ¿Lloraba por mi? Capturé la pequeña lágrima antes de que se perdiera entre las sabanas y la contemplé durante un breve momento.
Y, aunque esperé hasta la llegada del alba, ella no volvió a pronunciar mi nombre. Suspiré y me incliné para depositar un ligero beso sobre su frente. La triste hora de irme había llegado.
“Jamás te haré sufrir otra vez, mi amor. Falta poco para que estemos juntos” – le prometí mientras me incorporaba, para salir de su recamara y regresar a mi casa, sin ella...
Al llegar, me encontré con Alice sentada en el inferior de las escaleras junto a Jasper, quien tenía su cabeza recostada en su regazo. Me miró por un momento y sonrió ampliamente, como respuesta, ante el levantantamiento de mi ceja que le demostré al darme cuenta que su mente estaba concentrada en no permitirme hurgar en ella.
"Sé que algo te traes entre manos" - dije y su sonrisa se amplió aún más. Se puso de pie y caminó hacia mí, con pasos tan ligeros y alegres, que cualquiera quien la hubiera visto desde fuera, hubiera pensado que se encontraba efectuando un baile de ballet.
"Efectivamente, te tengo una grata sorpresa" - anunció mientras me tendía un sobre amarillo. Con el ceño fruncido, lo tomé entre mis manos y, al abrirlo, extreje de él un par de hojas blancas las cuales leí en cuestión de segundos.
"¿Preparatoria de Forks?" - pregunté, mientras levantaba la vista de los oficios. Ella asintió y, junto con Jasper, me dedicaron una resplandeciente sonrisa de complicidad
"Ya es momento de que te acerques a Bella y, ¿Qué mejor manera yendo con a ella a la misma institución
ya saben chicas dejen sus comentarios por fisss
Publicado por Angel of the dark en 10:36 2 comentarios
Etiquetas: Renacer