Las chicas grandes no lloran
mirándolo a hurtadillas. De reojo, siempre que iba a buscar a nuestro hijo. Era como un sentimiento enfermizo. En realidad llegaba a la triste conclusión que, más que daño a él me estaba haciendo el daño a mí misma. Era macabro verlo entrar y salir cada viernes sin que volteara a mirarme más allá de lo necesario y volver a verlo los lunes cuando lo pasaba a dejar. Era extraño ver crecer a Cameron lejos de su padre, y yo ver como mi familia no era más que un amargo recuerdo.
— No todo lo que aparece en la prensa es verdad —habían sido sus palabras aquel día en la cafetería.
— Cuando el río suena es porque piedras trae —refuté en un sorbo amargo recordando mi propio pasado.
— No siempre —discrepó él sonriéndome amable pero sombrío.
— ¿Acaso tu pensabas distinto de mí? —le pregunté.
— Fue totalmente distinto, tú llevabas en tu cuerpo la evidencia, transformándolo en algo irrefutable —contestó con tristeza.
— ¿Debería perdonarlo? —le pregunté buscando consejo y probablemente estaba fuera de lugar. Me miró tenso, su mirada se endureció y noté como su mandíbula se tensó. Me reí nerviosa y giré mi vista al vacio.
— ¿Podrías sostener su mano sin sentir rencor? —fue la respuesta de Jacob al cabo de unos segundos de silencio.
Suspiré.
— ¡Quiero que él vuelva a mi lado! —murmuré entre dientes largando el llanto descontrolado y no tenía idea de cómo volver a juntar mi jarrón roto. Aquel jarrón por el cual yo me había jugado el todo por el todo. Aquel jarrón que yo había buscado por tantas noches y del cual estaba segura que era mi destino, entonces me sorprendió la reacción de quién menos me lo había esperado. Me abrazó con infinita ternura, una que no había sentido hacía mucho, pero aquel abrazo no fue el abrazo de alguien interesado sino que fue un abrazo fraternal. Un abrazo de amistad.
— Sí eso es lo que quieres, entonces deja atrás tu orgullo y ve por él —y aquel consejo me sorprendió, lo miré desconcertada.
— ¿Y si él ya no me quiere?
— Entonces deberás aprender a vivir con las consecuencias de tus decisiones… —contestó separándose de mí. Sentí como la tibieza de sus dedos recorrieron mi mejilla y secaron las lágrimas que aún adornaban victoriosas mi rostro. Giró su cuerpo aún sonriéndome.
Decisiones...
— Porque la invité a vacacionar conmigo —y sentir la voz de Jake detrás de mí fue como una mala película. ¿En verdad podría él haberse atrevido a decir semejante mentira?
— No —balbuceo tajante Edward con la voz más ronca y aguda mirándome a mí.
Hubo un tenso minuto en donde la mirada verde de Edward pareció tornarse de un rojo flameante. Era como ver flamas del infierno. Ajeno a todo estaba Cameron que seguía alrededor de nosotros sin entender o dimensionar lo que estaba ocurriendo.
— ¿No te parece que estas siento injusto? —reclamé sin sentido aún atontada por la circunstancia.
— ¿Injusto? Puedo ver a mi hijo solo los fines de semana y vacaciones de por medio y ¿yo estoy siendo el injusto? ¡Ja! —espetó seco.
— Utilizar a tu hijo es la escusa más burda que te he conocido —y ahora sí que no le encontraba ni pies ni cabeza a lo que intentaba hacer Jacob. ¿Precionar a Edward?
— ¿Quién te dio velas en este entierro? —le preguntó encolerizado Edward a Jacob, él que sonrió.
— Porque no te dejas de niñerías y le dices lo que en verdad te mueres de decirle —instó y sentí como el mundo se me vino encima.
Fue como si de pronto la tercera guerra mundial estuviera a punto de desatarse frente a mis narices y yo cobardemente quisiera abstraerme de aquel monumental momento. Sentí como si el aire se hubiera escapado de mis pulmones. Sentí arder mis entrañas con furia pero solo atine a mirar a Cameron cuando sentí como mi cuerpo cayo en el suelo de costado y sus manitas y ojitos preocupados se abalanzaron sobre mí.
— ¡Mamiiii! ¡Mamiii! —gritó asustado y sentí como las voces de Edward y Jacob se distorcionaron.
Era una cobarde, jamás quise pretender ser algo distinto. De hecho no tenía idea como, la vez anterior, me había comportado a la altura de alguien maduro pero ahora las cosas eran distintas. No tenía o tal vez no quería comportarme como una chica grande, después de todo ¿Acaso yo era tan grande?
Para cuando desperté estaba a mi lado mi incondicional. Aquel ser que no importará lo que yo hiciera estaría siempre de mi lado.
— Mamiii —y sentí como acariciaba mi rostro — Mami —balbuceo otra vez pegando su rostro al mío — Mi mami —y entonces suspiró tiernamente acomodando sus manitos en mis cabellos, apego su cuerpo al mío y se quedo quieto, demasiado para ser un niño, era como si tratara de no despertarme. Entonces sentí la puerta abrirse lentamente.
— Cameron, hijo —y la voz de Edward se sentía más suave y ya para nada enojado. Se acercó hasta la cama.
— Shsssss —sentí que hizo mi pequeño pateador en mi oído y luego volvió a poner su cabeza contra mi cuello.
— Ven, la cena esta lista —anunció Edward en la penumbra. Podía sentir su perfume muy claramente cerca de nosotros pero tenía claro que estaba a una distancia prudente.
— ¡No quero! —murmuró mi angelito y entonces volvió a pegar su rostro al mío, sentí como olio mi cuello. — Mami —exclamó en un suspiró.
— La mamá está durmiendo, te prometo que dormirás con ella pero ahora tienes que cenar ¿Vale? —y esa psicología no se la conocía. De hecho para mí toda la escena era desconocida, jamás había visto a Edward interactuar con Cameron, al menos, no de esa manera.
Entonces decidí que era tiempo de dejar la cobardía y actuar como una Chica grande. Como la mujer que era. Me hice la que me despertaba y agarré a Cameron por la cintura, este alerta levantó su rostro de inmediato mirándome en la oscuridad. Sus ojos brillaban.
— ¡Mami pol fin depertasste —y parecía demasiado entusiasmado con que yo estuviera otra vez consciente.
— Así es —confirmé y lo besé en la frente. Automáticamente extendí mi mano hacía la mesa de noche para alcanzar la lampará y encenderla. En el minuto que mis dedos viajaron por el aire tope con otra mano que se me adelantó.
La luz se encendió y frente a mi tenía esas dos esmeraldas perversas e inquisidoras. Edward me miraba un tanto expectante.
— Antes de que grites o que me corras solo me quede porque Cameron no quiso separarse de tu lado —y su frialdad no me sorprendió después de todo la ley del hielo la había comenzado yo.
— Gracias —fue todo lo que atiné a decir aún sabiendo que no era necesario que se quedará. Bien podría haberse llevado al niño a la fuerza y haberme dejado con la empleada.
— ora sí… ame… —anunció mi pequeño mirándonos a ambos y Edward sonrió. Tomó a Cameron de entre mis brazos y lo alzó en el aire, lo besó en la frente y luego justo cuando giró su cuerpo para irse lo sujete de la mano.
— Yo… —y nuevamente me flaqueo la fuerza para revelar la verdad completa. Mi corazón latía a mil y lo miré esperando su furia, a cambio bajo a Cameron al suelo con una pasividad poco conocida. Se acerco a mí, yo la mire un tanto asustada.
— ¿Con que Londres?
Me preguntó entre dientes y me sorprendió su capacidad para leer entre líneas pero cuando miré a Cameron, de pronto entendí que mi hijo de dos años era una buena fuente de información desde que hablaba coherentemente.
— Serán un par de meses, podrás visitarlo cuando quieras —aseguré alzando mi cuerpo de la cama para enderezarme en ella.
Edward soltó esa risita estúpida que tanto me chocaba.
— Lo que tú hagas con tu vida me tiene sin cuidado pero lo que respecta a Cameron no voy a permitir que alejes a mi hijo de mí por un "par de meses" aquí es cuando aplicaré sicología invertida contigo: Ser padre implica sacrificios y desgraciadamente, esta vez, tendrás que decidir ¿O Cameron o tú trabajo?
Sentenció con la sonrisa dibujada en el rostro.
— ¡Es una oportunidad única! ¡Tengo derecho a desarrollarme profesionalmente igual que tú! —le reclamé erguiendo mi cuerpo para quedar a su altura. Sentí una punzada en mi cabeza.
— ¿Acaso estoy prohibiéndotelo? – me preguntó irónico
— Iré a Londres y Cameron irá conmigo aunque tu no estés de acuerdo con ello —respondí desafiante
— Haz lo que tu quieras pero mi hijo no saldrá del país… eso dalo por hecho—agrego tomando la mano de Cameron. Separó su cuerpo de mi cuerpo.
— Estas siendo injusto – exclamé un poco preocupada por el tono que empleó
— ¿Injusto? piensas que voy a permitir que él lo crié, estas equivocada Isabella —remarcó mi nombre con cierta irá.
— Si no estamos juntos es por tu culpa no tengo que recordarte aquello verdad – le respondí mordaz haciendole sentir lo mismo que él minutos antes.
— Cameron es mi hijo y si quieres darle una familia pues entonces tendrá que ser conmigo, y en este país no en otro distante jugando a la casita con tu supuesto "jefe" —exclamó serio tomando a a nuestro hijo en sus brazos por un segundo quise quitárselo pero me contuve, si hacía un escándalo sería contraproducente tendría que buscar otra alternativa diferente para hacerle entender, no quería terminar en lo que habíamos evitado hace un año atrás.
— Vas a devolverlo el lunes o te lo llevarás lejos
Le pregunté directa y él me sonrió son irónia.
— No soy estúpido Bella a diferencia tuya yo no actúo motivado por las hormonas, lo dejaré en el colegio el lunes.
Me respondió saliendo de la habitación. Respiré aliviada pero nerviosa, se venía algo inevitable.
Como lo había prometido Cameron estaba en el colegio puntualmente a las ocho, me había ido especialmente temprano para aguardar a unos metros de distancia para mirar cuando él lo llevará. Puntualmente a las ocho de la mañana lo había pasado a dejar y respiré aliviada por ello. Apenas se fue corrí hacía la puerta del colegio y pedí permiso para entrar. Cameron me vio y corrió a mis brazos, lo estreche casi como si de verdad no lo hubiera visto hace meses. Mi corazón se calmó y la ansiedad que había tenido todo ese fin de semana había sido demasiada.
Era martes por la tarde y aún me quedaban un par de días libres antes que tuviera que viajar a Londres para empezar a grabar la serie de televisión en la que había firmado gracias a Jacob, cuando sentí el timbre de la puerta principal, estaba ayudando a Cameron a terminar unas tareas del colegio cuando la empleada nos interrumpió.
— Señora la buscan —exclamó y un joven salio detrás de ella, se acercó a mí. Lo miré extrañada
— ¿Isabella Swan? —me preguntó serio
— ¿De que se trata? —le pregunté pero él no respondió – Sí soy yo – confirme confundida
El hombre saco un sobre de su bolso y me lo entregó
— Dese por notificada —fue todo lo que dijo y mi corazón se disparó, abrí el sobre y me quede de una pieza
Demandante: Edward Cullen
Demandada: Isabella Swan
Tipo de Demanda: Custodia completa menor Cameron Cullen
Me baje del auto con el corazón en la boca y entre al edificio donde estaba su departamento ignorando al conserje, marque el ascensor y apenas se abrió entre apretando incesantemente el botón para que las puertas se cerraran. Marque el numero y corrí por los pasillos del decimoquinto piso, hasta la puerta de su departamento el que golpee incesantemente
— ¡Edward! —lo llamé — ¡ábreme soy yo! —le grité pero nada, suspiré y pensé que debía haberlo llamado primero. Marque el numero de su celular y me dio al buzón de voz.
— ¡Maldición! —murmuré y me senté en el suelo recargada contra la puerta a esperarlo.
Pasaron las horas y se me hacía eterna la espera, en varias ocasiones me llamó Jacob para preguntarme sí todo seguía en marcha y sí había logrado convencer a Edward para que me diera la autorización pero le mentí magistralmente, ahora tenía otra preocupación más grave que tener un permiso para salir del país con mi hijo. Primero tenía que tratar de arreglar las cosas por la buena y si ya no resultaba tendría que recurrir a la asesoría legal no iba permitir que él se quedara con mi hijo sin pelear. Iban a ser cerca de las doce cuando los pasos de alguien me distrajeron de mi blackberry, era él. No a minoró el paso al contrario como que se esperaba que yo estuviera allí esperándolo.
— ¡Cómo pudiste! —espeté con la mano para darle una cachetada pero él me sujeto la mano impidiéndolo.
— Tu sola te lo buscaste —contestó y me solté de su prisión.
— ¿Qué estas buscando que me quede sin trabajo? —le pregunté y él rió tomando la llave entre sus manos, me esquivo y abrió la puerta
— Bella probablemente no deberías estar aquí tómalo como un consejo —me contestó serio estaba a un paso de entrar a su departamento cuando desesperada y en forma arrebatada lo besé apasionadamente.
Al principio no respondió el beso y seguramente lo tomé desprevenido pero lo cierto era que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por hacerlo desistir de su propósito y si eso significaba complacerlo lo haría. Lo besé aún más desesperada y cruce mis brazos por su cuello acercándolo a mi cuerpo para tentarlo, Edward estaba petrificado en su posición pero finalmente lo traicionó el deseo propio y me correspondió el beso haciéndolo más profundo y desenfrenado, me jalo al interior del departamento acercándome hasta fundir su cuerpo con el mío, deslizo sus labios por mi cuello hasta la base de mi garganta y me beso mientras acariciaba sobre la ropa uno de mis pechos, mi respiración se hizo errática y tenía los latidos de mi corazón a mil, bajo sus manos deslizándola por mi cintura hasta mis nalgas apretándolas suavemente mientras me seguía besando, lo sujete por la solapa de su chaqueta y lo hice girar para que se apoyará sobre el respaldo del sofá. Sus manos se fueron hasta mi cintura y jaló la blusa para soltarla, metió sus manos y como un experto abrió mi corpiño, acariciando mi piel desnuda, unos jadeos vergonzosos se escaparon de mi boca. Sentí como levantó mi falda y tiro de mi ropa interior lo necesario para acariciarme la entrepierna, deslizo uno de sus dedos hacía mi parte más intima y no pude evitar sonrojarme al sentirlo tocarme de esa manera, había pasado tanto tiempo pero aún así él conocía cada parte de mi cuerpo y la manera justa de cómo tocarme para hacerme perder la razón. Mi respiración se aceleró inconcientemente, los gemidos se hicieron más fuertes y justo cuando estaba a punto de perderme en el placer que estaba sintiendo, se acercó a mi oído y me susurró.
— ¿Una de dos o estas demasiado desesperada o me crees de verdad muy estúpido? —exclamó deteniéndose en seco y me separé de él, esta vez no alcanzó a sujetarme la mano y la cachetada se estrello contra sus mejillas, se rió mientras se llevaba la mano al rostro y yo trataba de controlar mi respiración agitada, mis mejillas estaban ardiendo pero de furia, pena y verguenza.
— La desesperación es mala consejera mi amor —agrego caminando hacía la puerta del departamento, la abrió y luego me miró
— Búscate un abogado, nos vemos en la audiciencia el miércoles de la semana que viene —finalizó guiñándome el ojo, me ordené la ropa y camine para salir por la puerta pero no sin antes decirle un par de cosas.
— No vas a quedarte con Cameron y difícilmente podrías quedarte conmigo después de esto
— Tú fuiste la que vino aquí a "Ofrecerse" o que creías que luego de acostarte conmigo yo iba a quitar la demanda, no me gustan las sobras Bella —espetó furioso y salí de su departamento, camine unos pasos por el pasillo y cuando sentí el golpe de la puerta mis piernas flaquearon. Sentí que iba a caerme al suelo justo cuando el teléfono celular vibró, contesté casi ahogándome.
— ¿Bella? —agradecí escuchar aquella voz del otro lado de la línea.
— Podrías venir por mi por favor —le pedí llorando desesperada.
— ¿Vas a decirme que paso? —me preguntó preocupado mientras me daba un vaso de agua. Lo tomé y lo miré no tenía cara para decirle que había estado a punto de "acostarme" con Edward sólo para hacerlo desistir de que me quitará a Cameron. Tomé aire y lo mire
— Edward me demando
— ¿Demandarte? ¿Pero por qué? —me preguntó sorprendido
— Demando la custodia completa de Cameron —le explique y de pronto las nauseas ante lo que había estado a punto de hacer desesperada no se dejaron esperar.
Lo abracé intempestivamente y me puse a llorar descontroladamente, él me acaricio la espalda por varios minutos y estuvimos así hasta que eventualmente me calme
— No va a quitártelo, la tutela le corresponde a la madre siempre, cálmate no te hace bien que llores tanto —me pidió besando mi frente y era como todo lo contrario a lo que él fue en su momento. Me separé mirándolo a los ojos y lo besé irreflexibamente.
— Quédate conmigo esta noche —le pedí en un susurró y sentí como Jacob me separó, gentilmente pero decidido, de su cuerpo. Sus ojos negros estaban brillantes, y una sonrisa un tanto tímida se dibujo en sus labios.
— No, Bella… esto no está bien —hizo notar tan sereno pero decidido — No estoy aquí para ocupar el lugar de nadie, sí me acerque a ti nuevamente no fue porque me interesará volver a ser tu pareja —explicó y entonces sus manos grandes y cobrizas se posicionaron una a cada lado de mi rostro, su mirada se hizo profunda — Te quiero, de verdad que te quiero pero no en la manera en que tu necesitas, siempre ocuparás un lugar en mi corazón… fuiste y serás alguien tremendamente especial para mí pero yo no te amo —y entonces enterré mi rostro en su cuello.
— Otra vez estoy lastimando a la gente que supuestamente amo… perdóname —murmuré entre sollozos.
— Tienes que dejar de hacerte daño Bella, las cosas no se arreglarán mientras ustedes dos no dejen el orgullo de lado —advirtió aún sosteniendo mi cuerpo entre sus brazos.
Jacob tenía razón, me había sentido lastimada y había iniciado una venganza, cuya única y principal víctima había sido siempre yo.
— Smith y asociados Buenos días ¿En que puedo ayudarla?
Escuche y dude ¿Tal vez ella era su abogada?, después de todo eran amigos. Pero no tenía a quién más recurrir prefería que fuera alguien a quien conociera a contarle toda mi vida privada a un extraño.
— Jessica Stanley por favor
— ¿Quién la llama?
— Isabella Swan, soy una amiga
— Momento por favor
Y como odiaba la música tradicional de cuando uno espera. Estaba distraída mirando la notificación cuando su voz sería me trajo de regreso a la tierra.
— ¿Bella?
— ¡Jessica!, tanto tiempo
Le dije nerviosa y no estaba segura si era buena idea.
— Si tanto tiempo casi tres años ¿no?, me sorprendió que me llamarás, cuando mi secretaria me dijo tu nombre pensé que era una broma pero veo que no es así ¿Cómo esta Cameron?
— Bien, él… está bien…grande… ¿estás ocupada?
— No, tenía que hacer un par de cosas pero no te preocupes, ¿en que puedo ayudarte?
— ¿Podríamos juntarnos a almorzar?
— Claro ¿hoy?
— Si me urge hablarte pero antes tengo que preguntarte algo
— Claro dime
— Edward… ¿él no te ha llamado?
— No, de hecho con Edward no nos vemos desde la Navidad, estuve de visita en la casa de mis padres y tu sabes nuestros padres son amigos, bueno allí lo vi en la fiesta de navidad ¿Por qué? ¿Paso algo?
— Entonces necesito que seas mi abogada, Edward esta demandando la custodia completa de Cameron
Le explique y ella se quedo callada por unos momentos.
— Te espero en mi oficina en dos horas.
— Mmm... por qué será que no me sorprende —me dijo luego que escucho mi historia y después de leer la demanda. — Los hombres son tan predecibles —agrego sentándose en su escritorio, se recargó contra el respaldo y me miró
— ¿Quieres que él vea a Cameron o quieres quitarle todos los privilegios que tiene hasta ahora?
— ¿Cómo? ¿Podría? —pregunté aturdida por tanta información repentina.
— En esta vida todo se puede, es cosa de saber probar. Ahora dime, en que situación estamos con Edward, ¿de amistad o enemistad profusa?
— Solo quiero que sigamos con el acuerdo que teníamos, no me molesta que lo vea y que lo tenga en las vacaciones pero no voy a ceder la custodia completa, mi hijo tiene que vivir conmigo
— Bien, ahora dime ¿Sabes de algo que podamos utilizar?
— ¿Algo como qué?
— Bella, él sacará todo y cada uno de tus errores durante esa audiciencia, la única manera que le den la custodia completa es que logre acreditar que tú eres una madre incompetente ya sea económicamente o moralmente hablando, me explicó. No puede decir que estas loca porque evidentemente no lo estas, no puede decir que tiene mejor situación económica que tu porque están parejos y según veo tu situación esta a punto de cambiar por tu nuevo contrato así que lo único que queda es hacerte parecer una mujer moralmente reprochable
Me dijo y en ese minuto recordé algo y que agradecí infinitamente que mi madre no me hubiera hecho caso cuando le pedí que lo dejara tranquilo. Asentí y Jessica me miró con la sonrisa en el rostro.
— Creo que mañana es un buen día para almorzar con mi amigo de toda la infancia
Me dijo y sus palabras me tranquilizaron, al menos tenía una esperanza.
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Hello mis angeles hermosos aqui estoy de nuevo con ustedes dejandoles su vicio las amo mil besitos a todas
Angel of the dark