ES OFICIAL: LA PRODUCCIÓN DE AMANECER tiene luz verdeSerá filmada en Portland, OregónLa filmación principal no comenzará hasta Septiembre del 2010El director todavía tiene que ser anunciado.La producción la llevará a cabo la compañía Sunswept Entertainment asociada con Summit Entertainment.Se buscarán talentos para interpretar a Renesmee Cullen, igual que se hizo con Seth y Leah en Eclipse.Noticia en inglés con todos los requisitos para las audiciones: AQUÍ
grax a Twilightmoon
lunes, 19 de octubre de 2009
Amanecer
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THE HOST (la huesped)
Era de esperar. Se ha hecho oficial que ‘The Host’, el último best-seller de Stephenie Meyer (la escritora de la exitosa saga de ‘Crepúsculo’), será llevado al cine. El libro, cuya portada tenéis arriba, lleva tiempo editado en nuestro país, con el subtítulo de ‘La huésped’.
Los productores Nick Wechsler, Steve Schwartz y Paula Mae Schwartz han adquirido los derechos de la obra, en teoría, la primera novela de Meyer destinada al público adulto; ¿alguien puede confirmarlo?, porque suena a broma de mal gusto. Lo que no es ninguna broma, por más que lo parezca, es que el material ha acabado en manos de un tipo tan competente como Andrew Niccol, que ha confirmado que va a escribir el guión y dirigir la película. Niccol, como ya sabréis, es responsable de ‘Gattaca’, ‘Simone’ y ‘El señor de la guerra’, así como del guión de ‘El show de Truman’ (y, ejem, la historia de ‘La terminal’, una de las peores películas de Steven Spielberg).
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GHOTIKA
Buen dia mis angeles hermosas
aqui les dejo su dosis diaria de vicio
las amo
mil besitos
Angel of the dark.
Edward y Jasper llegaron a lo que sería su hogar por el tiempo indeterminado que estuvieran en Forks, debían admitir que, hasta el momento, todo, el lugar y la casa, les agradaba a ambos.
La gigantesca e imponente casa oculta a través del bosque era hermosa, parecía más bien un pequeño y antiguo castillo de la edad medieval, con gigantescas ventanas, sobre muros que parecían torres, cubiertas por espesas cortinas de terciopelo vino, que aportaban al interior, una completa y relajante oscuridad, la cual los jóvenes vampiros rompían con velas acomodadas en calderas de hierro dorado.
Jasper se sentó sobre el sillón de cuero negro, ubicado frente al fuego de la chimenea, observando las formas y colores que adquirían las llamas salvajes y candentes, pudiendo sentir el calor cerca de su fría piel. Acomodó su fuerte quijada sobre su mano, la cual se sostenía sobre su hombro recargado en el brazo del mueble, perdiéndose, pensando sin pensar…
Pudo escuchar las pisadas de su hermano aproximarse hacia él
“Edward” – identificó sin que el otro chico hubiera hablado antes – “¿Pasa algo?” – preguntó, sin girar la vista, al sentir la intranquilidad del chico que se dejaba caer en el sillón de al lado
“No dejo de pensar en las chiquillas que vimos hoy en la escuela” – dijo Edward que, al igual que Jasper, clavaba fijamente sus pupilas en el espectáculo de frente – “¿A qué se habrá referido con son ellos?” – preguntó más para si mismo que para su compañero
“Seguramente se sintieron identificadas con nuestra apariencia” – aventuró Jasper recordando las negras vestimentas de ambas mujeres – “no es la primera vez que nos pasa… y si me equivoco, no tardaremos en saberlo” – Edward se dejó tranquilizar por las palabras de su hermano y, sin decir más, recargó su espalda completamente sobre el sofá y comenzó a leer un grueso libro llevaba por título “Melmoth el Vagabundo” el cual terminó justamente esa misma noche.
Otra noche en la cual Edward se preguntaba el por qué de su existencia mientras veía la espesura del bosque desde la terraza iluminada por la luna llena. Sus dorados ojos se perdieron en la noche, tan inmensa y tan incierta, como su vida de inmortal.
La inmortalidad, bufó al repetir aquella palabra en su mente, le había tocado escuchar, más de alguna vez, que lo mejor que te podría pasar en la vida sería nunca morir ni envejecer, ¡Que ilusos eran los que podrían llegar a pensar eso! No sabían ni de lo que hablaban
Pensaban en la inmoralidad como un sinónimo claro de juventud eterna y magnifico poder, no se imaginaban que, con el paso de los años, de las décadas, de los siglos, ni el más bello de los rostros y ni el más grande de los privilegios, eran suficientes para contrarrestar la soledad, la tristeza y la melancolía de ver como el mundo sigue, corre, cambia, se transforma y tu sigues completamente igual: con el mismo rostro, con el mismo cuerpo, con la misma dura y fría piel incapaz de sentir dolor, con el corazón muerto, con las venas secas y con la garganta ardiendo día y noche con una sed irrefrenable, por la cual te conviertes en un asesino de inocentes.
Al menos, tenía una cosa que agradecer a los Vulturis, y eso era el tener entre ellos a Carlisle, el más noble de los cuatro líderes, su maestro, su padre, su amigo, el que ofrecía una posibilidad de llevar una vida más humana al enseñarte que no es necesario matar a lo que alguna vez fuiste…
… si podías alimentarte de animales
Eso, de algún modo, hacía para Jasper y para Edward, la vida como inmortal más llevadera, aunque el régimen vegetariano, como ellos solían llamarle, además de ser duramente juzgado por la mayoría en ese aquelarre, no era nada fácil. Solamente seis (incluyendo a ambos) de los veintisiete vampiros que conformaban aquella familia, habían sido capaces de soportar la abstinencia de la dulce y cálida sangre humana.
Al principio, para ambos jóvenes fue realmente difícil lograr soportar el torturante fuego quemando sus gargantas, Jasper solía llamarlo como la representación del infierno que les esperaba tras estar condenados, y Edward apoyaba completamente aquella interpretación…
Almas condenadas sin descanso alguno, eso es lo único que habitaba en los cuerpos de ellos y los de su clase...
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Bella caminó hacia su salón sin la compañía de Alice, quien había sido solicitada en la dirección de la escuela para arreglo de unos papeles que su madre había mandado a pedir. Toda la noche se la había pasado pensando en los jóvenes tan parecidos al dibujo de su amiga y, tras pasar horas y horas concentrada en el mismo tema, solo pudo estar segura de algo: que no tenía ni la más mínima idea de quienes eran, ni de lo que significarían para Alice en un futuro (ya que, si por algo los había dibujado y los había soñado, significaba que eran parte de las extrañas e inciertas premoniciones que solía tener la pequeña)
Se convenció mentalmente a ella misma que, mientras la situación no representara algún peligro para su amiga, ella se mantendría al margen de todo ese asunto. Bella se consideraba alguien discreta y no quería presionar o poner más nerviosa a Alice de lo que seguramente ya lo estaba, así que, se prometió que no tocaría el tema al menos que su amiga lo hiciera y, que si eso pasaba, solo escucharía y daría su opinión si, y solo si, se la pedían.
Siguió caminando hacia el salón, tranquila de saber que había tomado la mejor elección, pero no pudo reprimir la curiosidad de buscar a los misteriosos jóvenes en cuanto traspasó la puerta. Sus pupilas solo se encontraron con el chico pálido de cabellos cobrizos y despeinados, quien, a la vez, también había levantado la vista para mirarla, desviándola casi al instante. El gesto incomodó (sorprendentemente) a Bella, provocando que sus botas se sintieran más pesadas de lo normal y sus pasos se volvieran torpes.
El joven ya no le miraba, pero al encontrarse a su lado, Bella se fijó como sus manos se crispaban en puños que resaltaban sus nudillos y las venas que se dibujaban debajo de éstos hasta llegar a sus muñecas, las cuales estaban adornadas por unas gruesas pulseras de cuero negro y picos plateados
Bella sintió un miedo que le resultó ridículo.
“Ni que me fuera a morder o algo por el estilo”, pensó con humor negro, reprimiendo una sonrisa de sus negros labios.
Lo que la chica gótica ignoraba era que sus suposiciones estaban demasiado cerca de la realidad, Edward prácticamente había dejado de respirar en cuanto había vuelto a sentir el perfume que emitía su cuerpo, un perfume jamás antes conocido y deliciosamente devastador para sus instintos de vampiro, que exigían comprobar si el dulce de su aroma era fiel prometedor de una exquisita sangre la cual correría por su garganta y se esparciría por su cuerpo hasta calentar sus venas.
Jasper se encontraba exactamente en el mismo dilema: completamente envarado y sin moverse, luchando ante el deseo de matar a la muchacha que se encontraba justamente al lado, en aquella pequeña sala de espera, emitiendo el olor más dulce y calido que hubiera podido antes imaginar. Pero, había algo más, lo cual, pese al ardor que se había formado en su garganta, le causaba interés: se trataba que, por segunda vez, no había sido capaz de dar nombre a los sentimientos que la chica emanaba, solo podía escuchar los latidos de su corazón, a veces rápidos, muy rápidos y a veces lentos, tan lentos, que parecían extinguirse…
“Alice Brandon” – llamó la señora desde la recepción y la jovencita se paró del asiento de un salto inconciente, como quien despierta de pronto de una terrible y vivida pesadilla, tirando en el acto su bolso de terciopelo y encaje negro al suelo.
Movimiento reflejo, Jasper se inclinó para ayudarle, sin dejar de contener la respiración.
“Te ayudo” – murmuró con el poco aire que quedaba en su pecho para que Alice se alejara de él. Agradeció el hecho de que la muchacha no se opusiera y, sin decir palabra alguna, se incorporara y caminara hacia donde la señora le esperaba con un fólder lleno de papeles
Alice caminó sin estar conciente de sus pasos, jamás había, ni pensaba, escuchar una voz tan hermosa y varonil que, prácticamente, la había hipnotizado. Sin embargo, sabía ella que había algo más que la voz de ese joven que le había atrapado… un detalle que sabía, estaba pasando por desapercibido…
Los ojos del rubio vampiro se dilataron en cuanto vieron, sobre el suelo, un amplio cuaderno abierto de par en par, dejando al descubierto sus hojas completamente blancas y, sobre una de ellas, el retrato suyo y de Edward hecho a lápiz y en matices grisáceos. Miró la firma, escrita con finas letras cursivas, ubicada en la esquina izquierda inferior de la página, la cual decía: Alice Withlock, 23 de Agosto del 2009
Aquel conjunto de siete palabras, había bastado para dejarlo estático en su lugar…
Estaba seguro que la señora de la recepción la había llamado Alice Brandon, no Alice Withlock… ¿Por qué tenía entonces aquel apellido, el cual justamente correspondía al que Jasper había portado en su vida humana?
Además, estaba el detalle de la fecha inscrita, la cual correspondía a tres días antes de su llegada… si no les conocía en ese entonces, ¿De dónde habían salido esos esquemas completamente idénticos a ellos? No había nada en ese dibujo que no concordara con el rostro de su hermano y el suyo…
Jasper cerró el cuaderno en cuanto escuchó a Alice emitir un “gracias” para la señora que la había atendido, levantó la mirada hacia la muchacha, que caminaba con la cabeza inclinada hacia abajo, en su dirección, y volvió a dejar de respirar
“Gracias” – le dijo Alice mientras él le tendía el cuaderno y su bolso, y se limitaba a asentir ya que, si hablaba, tendría que respirar y sabía que eso era un error que no se debía permitir
Alice se sintió incomoda por el silencio y la rigidez del muchacho, más no fue capaz de moverse, se quedó parada frente a él, incapaz si quiera de verle, sus ojos se clavaron en el suelo que pisaban las botas de ambos y apretó su cuaderno de dibujo fuertemente contra su pecho.
Jasper reunió todas sus fuerzas para dar media vuelta e irse lejos de aquella muchachita que tanta consternación le causaba (empezando por su apetitoso olor y terminando por la intriga de sus dibujos y la firma en ellos). Decidió dar inmediato aviso a Edward, quien sería el único capaz de saber lo que en realidad pasaba con la misteriosa Alice.
Al entrar al salón, pudo sentir la tensión de su hermano, aunque para eso, estaba seguro que no era necesario poseer un don como el suyo. Mientras se acercaba, se preguntó mentalmente si sus ojos estarían tan negros como los de Edward, a causa de la terrible sed.
Edward escuchó con atención las palabras de Jasper, que fluían para los oídos humanos, como un murmullo imperceptible del viento
“Debes encargarte de ella” – pidió el rubio vampiro y Edward asintió, completamente de acuerdo
“En cuanto salgamos” – acordó, mirando, por menos de un segundo, a la pequeña muchacha de cabello negro y puntiagudo que entraba por la puerta en ese instante.
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“Te alcanzo en la salida” – murmuró Alice con voz neutra, la voz que Bella sabía, usaba cuando se perdía en una de sus visiones.
Bella estuvo a punto de negarse, pero recordó la promesa tenía poco se había hecho a si misma, así que accedió, con un asentimiento de cabeza, y se dirigió hacia el estacionamiento de la escuela, en donde una fuerte llovizna mojaba el pavimento desprotegido.
Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas y recargó su cabeza sobre la pared que tenía detrás de ella… suspiró al momento en que cerraba sus castaños ojos y trató de calmar la repentina angustia que le había invadido tras dejar a su amiga sola. Llevó sus manos hacia el interior de su mochila, en donde las movió hasta encontrar su celular y los audífonos, tentó el libro que estaba leyendo, pero no lo abrió, no tenía ánimos ni cabeza para concentrarse en ninguna lectura.
Presionó el botón de play, ubicado en el centro de su teléfono, y buscó especialmente las pistas de Craddle of Filth, ya que, en momentos como esos, solamente los constantes cambios que la voz de Dany obtenía al recitar aquellos poemas de muerte, lograban relajarla.
Alice se estremeció en cuanto sus visiones la abandonaron y regresó a la realidad, se sintió repentinamente agitada y no lograba entender el por qué le había pedido a Bella que se adelantara sin ella. Viajó su mirada por todo el salón, no había nadie más que el profesor, poniendo sus cosas en orden dentro de su maletín, y aquellos misteriosos jóvenes de vestimenta oscura que le veían fijamente.
La forma en que aquellas negras pupilas se clavaban en ella, era estremecedora.
La piel se le erizó al comprender el por qué aquellas sombrías miradas le hacían temblar: eran las mismas que se reflejaban en cuanto ella cerraba sus ojos…
Desvió el rostro violentamente en un vano intento de controlar el miedo, la confusión, el asombro y, aunque le pareciera absurdo, el júbilo, que sintió al convencerse por completo que había predicho la llegada de aquellos jóvenes, los cuales, estaba segura, serían algo crucial en la vida de su amiga y en la suya.
“Alice” – llamó una suave y aterciopelada voz que parecía hablarle al oído, la cual le hizo girar hacia la derecha, en donde se encontró con el par de ojos negros del chico de cabello cobrizo, el cual le miraba fijamente, provocándole casi al instante, un extraño cansancio
Jasper permanecía callado mientras veía como su hermano usaba su poder para hipnotizar a Alice y así poder leer sus pensamientos. No se podía explicar por qué, repentinamente, la idea no le había parecido tan buena. Aunque confiaba en Edward y sabía que no le haría daño, no podía dejar de tener la sensación de que estaban abusando de la muchacha de una manera vil y sintió un instinto de protegerla (sin saber bien de qué, puesto que se repetía una y otra vez que su hermano no le estaba causando ni el más mínimo daño)
Mientras tanto, Edward ya había logrado entrar en la mente de Alice, los pensamientos de la chica llegaron a él como una cascada de agua cristalina, dándole al vampiro la libertad de poder cerrar sus ojos al momento en que movía sus manos hacia los delicados brazos de su victima (gesto inconciente que tenía Edward siempre que leía la mente de los demás)…
“Duérmela” – le ordenó a Jasper e, inmediatamente, éste se acercó para posar sus manos sobre los hombros de la muchacha, mandándole a través de ellas, grandes olas de somnolencia que fueron debilitándola más
Ambos estaban tan concentrados en sus tareas que no se fijaron en que Bella, tras no soportar más la espera por su amiga, había decidido ir a buscarla al salón y se había quedado petrificada en la entrada de éste, viendo como la pequeña yacía inconciente, entre las cuatro manos de aquellos misteriosos jóvenes
“Alice” –
El murmullo entrecortado de aquella voz, logró que ambos vampiros voltearan a ver a la humana que los había sorprendido
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GHOTIKA
- ¿Piensas que la muerte es hermosa?
- Es lo más sublime que puede pasarte en la vida”
Gótica, Clara Tahoces.
“Se desmayó” – se apresuró a decir Edward, con un timbre de voz tan firme que era imposible llegar a pensar que de sus labios había salido una calumnia.
“¿Esta bien?” – Bella caminó hacia su amiga, (aún ligeramente embelezada por la gravedad y suavidad de aquella voz), sin imaginarse que, lo único que Edward pedía a gritos en ese instante, era que no diera un solo paso más hacia su dirección.
La ponzoña se acumuló en la boca del muchacho de una manera, la cual, él no creía posible, provocándole un fuerte dolor en la garganta por la terrible resequedad que sentía en ella. Bella inclinó su cuerpo para ver la expresión de su amiga, la cual tenía los ojos cerrados y respiraba con profunda calma.
“Alice” – llamó Bella con preocupación, mientras pasaba una mano por la mejilla de la chica y la miraba fijamente, con gran preocupación.
“No debemos arriesgarnos, borra sus recuerdos, Edward” – dijo Jasper de manera tan rápida que era imposible para el oído humano escucharle.
Edward se sintió sorprendido por lo difícil que le fue tomar aquella decisión, algo le había hecho vacilar unos instantes, más bien sabía él, que era necesario. No podían exponerse de tal manera, la existencia de su especie debía de permanecer oculta para los humanos…
Empuñó las manos (un movimiento, el cual, ni él mismo supo por qué) y con un leve asentimiento de cabeza, se dispuso a hipnotizar a la muchacha que a pocos metros se encontraba, para así, poder borrar de su mente lo que tenía pocos minutos había visto…
No pasaría nada más. No le haría daño. Sería algo simple, con lo cual, su farsa como humanos seguiría de manera inmaculada… se repitió esas palabras miles de veces, más le tomó un esfuerzo invisible el pronunciar las primeras palabras con las cuales dar comienzo
“Isabella” – murmuró suavemente y al instante, la muchacha que respondía a tal nombre giró la cabeza obedientemente, como los marinos acudían al canto de las sirenas.
Edward se posicionó frente a ella (siempre, conteniendo la respiración) y la miró fijamente a los ojos…
Bella no tardó en perderse en aquel par de lúgubres pupilas negras que fijamente miraban a las suyas, se percató también, de un extraño rubor asomándose a sus pálidas mejillas y, un fuego lento recorrer su estomago al mismo tiempo que su corazón comenzaba a acelerarse.
Edward se sintió extraño al notar que, fuera de hipnotizar a la muchacha, era él quien se comenzaba a perder en un mar cristalino de color marrón, en el cual, no podía sumergirse. Lo intentó otra vez y, de nueva cuenta, el resultado fue nulo. El vampiro se rindió al cabo de unos segundos, irguiéndose frente a Jasper, el cual tenía los ojos dilatados a causa de la sorpresa, ya que la muchacha no había mostrado ni el menor signo de rendimiento ante el poder de su hermano.
“Vamos a casa” – ordenó Edward intentando evitar la frustración que en él había nacido. Jasper no discutió y, ambos, salieron de aquel salón sin hacer el menor ruido.
Bella se quedó estática, contemplando, idiotizadamente, como ambos muchachos dejaban el aula con garbos, elegantes y fluidos movimientos. Le tomó más de dos segundos el recuperarse de las impresiones recibidas y, cuando lo logró, se giró para auxiliar a su desfallecida amiga.
Alice fue abriendo lentamente sus ojos y, al hacerlo, se sintió muy confundida. Había podido jurar que fueron aquellos dos jóvenes misteriosos los que había visto por última vez y ahora, su mejor amiga se encontraba suplantado sus lugares. No es que el cambio le molestara, al contrario, se sintió, en cierto modo, aliviada de tener frente a ella a ese par de ojos color chocolate, en lugar de aquellas tenebrosas pupilas negras que le habían puesto los pelos de punta.
“Alice, ¿Qué te paso?” – quiso saber Bella, trayendo a la muchacha a la realidad
“Me desmayé” – contestó, aún tratando de recordar el orden cronológico de unas situaciones que se tornaban borrosas en su memoria – “Los dos muchachos… Estaban aquí, ¿no?” – Bella asintió
“Se acaban de ir” – informó – “ellos estaba a tu lado cuando te desmayaste” – Alice guardó silencio, esforzándose por recordar, y no consiguió más que una mente en blanco, incapaz de recordar las cosas que había hecho tenía media hora. – “¿Te sientes bien?” – preguntó Bella ante su silencio
“Si” – aseguró la pequeña mientras se ponía de pie – “Disculpa por preocuparte. ¿Nos vamos?” – Bella asintió y le tendió la mano para ofrecerle ayuda a su amiga, la cual aceptó con una amable sonrisa en los labios.
“No sabía que sufrías de desmayos” – comentó Bella mientras caminaban ya en la salida de la escuela
“Es la primera vez que me pasa” – confesó Alice – “como tú ya sabes, mis problemas son los dolores de cabeza, más sin embargo, nunca han sido lo suficientemente fuertes como para desvanecerme”
“¿Te dolía la cabeza cuando me pediste que me adelantara?” – Alice frunció el ceño, realmente confundida. No recordaba haberle pedido a Bella aquello… y mucho menos recordaba si había tenido o no dolor de cabeza
“No lo sé” – contestó sinceramente – “no logro recordar”
Bella, al ver la expresión tan abatida de su amiga, prefirió no insistir sobre el asunto
“¿Puedo ir a tu casa?” – preguntó Alice y Bella asintió rápidamente. Y tras eso, ninguna de las dos habló en todo el camino.
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“¿Qué fue lo que paso, Edward?” – cuestionó Jasper con voz serena en cuanto cruzaron la enorme puerta que les permitía el acceso a aquella vieja residencia.
“No pude adentrarme en su mente” – contestó el muchacho sin dejar de caminar – “lo intenté… pero me fue imposible”
“¿Y qué paso con la otra muchacha?” – Edward frenó su marcha al recordar los pensamientos de la pequeña chica
“Nos vio llegar, como tu me contaste, días antes de que nosotros apareciéramos por aquí” – Jasper esperó por más información (la información que más le importaba) con paciencia. Caminaron hacia la sala y ambos se dejaron caer sobre los sillones de cuero, para continuar con la platica – “también apareces tu. De manera indirecta e inconciente, pero apareces.… Es como si, desde que tuviera uso de razón, sabe de tu existencia, pero su mente no lo quiere aceptar”
“¿Significa todo eso algo?” – Edward observo fijamente el movimiento de las rebeldes llamas
“Si” – contestó – “parece que la chica tiene vagas nociones de las cosas que sucederán en el futuro de los demás”
“Premonición” – decidió Jasper llamarle y Edward asintió levemente
“Un don el cual los Vulturi verían como un preciado tesoro” – murmuró Edward y Jasper volvió a sentir aquel instinto protector por la pequeña humana de cabello negro
“¿Y su amiga?” – preguntó el rubio vampiro a manera de distracción – “¿Qué teoría barajas con ella? ¿Por qué no puedes leerle la mente?”
“Un don” – respondió Edward con voz neutra, carente de sentimientos – “Aunque no sé que nombre darle, aún”
“Entonces… las hemos encontrado” – concluyó Jasper, esperó varios segundos para seguir hablando – “debemos darnos prisa y llevarlas cuanto antes a Volterra… sus aromas son demasiado tentadores, el más mínimo accidente frente a nosotros y no lo contarían”
“Debemos esperar” – dijo el otro vampiro - “Bella aún no cumple los dieciocho años, su poder aún no esta del todo desarrollado”
“Nos sometemos a un enorme riesgo si esperamos” – discutió Jasper, manteniendo el timbre tranquilo de su voz – “además, sabes que eso no es fundamental… Jane y Alec no tenían esa edad cuando Aro los transformó y sus poderes son letales”
“Ellos ya no tenían opción” – recordó Edward – “se estaban muriendo y Aro ya no podía esperar… esta situación es distinta, ellas gozan de perfecta salud, solo hay que esperar un poco más”
“¿Cuánto?”
“Tres meses” – informó el muchacho
“Tres meses es demasiado” – replicó Jasper – “en otra situación no discutiría pero he visto, y puedo sentir, que tu también estas tentado por la sangre de la otra muchacha”
“Debemos ser fuertes”
“Es muy riesgoso” – volvió a repetir el rubio vampiro – “un día de estos no podremos controlarnos y morirán en nuestras manos, sin que nosotros nos demos cuenta”
“Buscaremos a otras personas, entonces” – resolvió Edward – “pero lucharemos por no cometer ese error… seremos lo más precavidos posible”
“¿Cómo prever la muerte?”
“Siendo más astutos que ella” – las voces de ambos jóvenes apenas y era un suave murmullo - “no temas, Jasper. Después de todo, el verdadero destino de ellas es morir”
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