Designios del Amor
Pero nuevamente la tentación había sido demasiado y a quién quería engañar, yo no era tan noble. Era tercera vez en la semana que me escapaba entre grabaciones para encontrarme con ella, en el mismo hotel. La ansiedad y la adrenalina por estar haciendo algo prohibido era una droga que lograba hacerme sucumbir y socavar la moral. Estacione en el mismo lugar y me baje, camine con el estomago apretado y las fantasías patentes en mi mente. Deslice la tarjeta por la puerta, y tenía una imagen mental bastante nítida de su cuerpo, debo reconocer que aguardaba desesperado estos encuentros, casi contando los minutos que faltaban para tener sexo con ella.
Sólo habíamos puesto una regla y esperaba no traicionarla — esto es sólo sexo —cada vez que estaba con ella me recordaba esa regla en la mente y trataba de pensar que yo amaba a Bella, que ella dentro de poco se convertiría en la madre de mi hijo y que seríamos una familia.
Cuando entré ella venía saliendo del baño, nuestras miradas se encontraron, la picardía se me dibujo en el rostro. Se quitó la polera provocadoramente y camine hasta ella como hipnotizado — ¡sexo! ¡nada más que sexo! —me repetí una y otra vez mientras nos besábamos desenfrenadamente. Pasé mis manos por su espalda para quitar su corpiño y lo tiré al suelo, ella me quitó la polera rompiendo el beso y observe su dorso desnudo extasiado. Bese su cuello a la altura de su clavícula y ella enterró sus dedos entre mis cabellos jugando con ellos, lo que finalmente terminó por desesperarme. Baje mis manos hasta sus pantalones y los desabotone girándola para hacer que se recostará en la cama. Con una necesidad desenfrenada la liberé de ellos y me terminé de desnudar para cernirme sobre ella, sus piernas se abrieron lo necesario para acomodarme sobre su tibio cuerpo, mientras volvía a capturar sus labios con los míos al tiempo que me introducía en ella. Nuestros cuerpos se movían acompasados, y mi respiración se iba haciendo errática a cada segundo que pasaba, la sensación era demasiado exquisita para dejarla ir pero tenía claro que después de esta vez no habría otra. Tal vez por ello ambos no queríamos hacerla tan fugaz, ahogue cada gemido que escapaban de sus labios con mis besos y cuando finalmente llegamos al clímax nos miramos. Nos vestimos en un silencio abismante, y no era que habláramos mucho acerca de nosotros y hoy no fue la excepción.
— No tienes que torturarte buscando las palabras para decir adiós, ambos tenemos claro que lo nuestro es temporal y que se acabara cuando tu hijo nazca —me dijo y me sorprendió su convicción
— ¿Segura que no sientes nada? —le pregunté irreflexivamente
— No me mal interpretes, tu me gustas, me atraes pero no voy a romper tu familia, tengo claro que esto es solo sexo —agrego pero lo cierto era que su frialdad lejos de hacerme sentir mejor consiguió el efecto contrario.
Salimos juntos de la habitación y entramos al ascensor en silencio. Bajamos hasta el tercer subterráneo y cuando llegamos a mi auto ella me miró un poco indecisa de cómo despedirse. La miré fijo tratando de dilucidar si podríamos mantener esto a raya sin involucrarnos más de la cuenta. Era casi enfermizo estar acostándome con la asistente de Bella casi tres veces por semana o incluso más. Finalmente me decidí y la bese, al principio fue como un beso simple pero se intensifico y finalmente fui yo él que recobre la cordura.
Me subí al automóvil y me fui. Me contuve todo el día de llamarla y al final del día no quería volver a la casa. Apenas entre mi corazón se disparó y la culpa junto con la frustración estaban patentes. Miré la correspondencia que estaba en la mesa de arrimo lentamente y trataba de evitar a toda costa encarar a Bella, no podía mirarla a los ojos incluso besarla después de haber tenido sexo con otra mujer.
— ¡Mi amor! —saludó entusiasmada desde el pie de la escalera en el segundo piso y su humor había cambiado radicalmente, tal vez se debía a que ya le faltaba cuestión de días para dar a luz. Me quede tieso y cuando finalmente llego a mi lado le sonreí sintiéndome un completo canalla.
— Pensé que no llegarías nunca —reflexionó de repente y el tono de voz empleado más que reprimenda sonó a desesperación.
— Ven, te quiero mostrar algo —insistió jalándome de un brazo para que subiera la escalera junto con ella, íbamos por la mitad cuando su cuerpo se contrajo y la miré asustado.
— ¿Qué, qué paso? —le pregunté y ella me miró tenía sus labios apretados como conteniendo el grito y la miré buscando lo malo que sucedía. Me apretó la mano y era desesperante mirarle las facciones de la cara sin saber que le ocurría hasta que finalmente soltó el aliento mientras yo seguía mirándola expectante.
— Ufff... —respiró y me miró aliviada — he tenido contracciones todo el día —me explicó, perdí la compostura y no se que cara le dí pero ella se rió.
— Ya llamé al medico y dijo que era normal, que tratará de permanecer acostada y eso hice hasta que te sentí llegar —me dijo rozando mis labios amorosamente.
¿Cómo podía haber sido capaz de engañarla?, me pregunté consumido por el cargo de conciencia. Finalmente subimos y ella estaba ávida y extremadamente feliz. Abrió la puerta que estaba al lado de nuestro dormitorio y me quede de una pieza. Mientras yo me iba a revolcar con su asistente ella adornaba la pieza de nuestro hijo. ¡Eres un canalla! Me grito mi vocecilla interior, fue como un golpe bajo de proporciones épicas, nunca en mi vida me había sentido tan mal como me estaba sintiendo ahora, entre a la pieza y advertí la ropa que me había mostrado Ángela en la mañana suspiré al pensar en aquello.
— ¿Te gusta?
— Es preciosa
Contesté haciendo como si fuera la primera vez que la había visto y era demasiado macabro pensé al recordar en que circunstancias yo había visto ya la ropa que sostenía en mis manos. En eso se sintieron unos pasos y la escena fue peor, verla entrar a ella fue como la gota que colmó el vaso de la moral que a esta altura estaba completamente e irremediablemente sucia.
— Lo siento no pensé —se disculpo Ángela mirándome de reojo.
Simplemente era un canalla.
OOOOOOO
— ¡Despierta! —sentí decir a lo lejos y abrí mis ojos expectantes. Me quede analizando la situación y todo era confuso, había dormido solo una hora y media. Y estaba comprobando que las palabras que me había dicho Emmett varios meses atrás se estaban haciendo reflejos de realidad. Estaba comprobando de primera mano que era tener un hijo recién nacido.
— Ya desperté —reclamé enderezándome y mi representante se rió.
— ¿Y bien? —cuestionó
Sin embargo yo no podía coordinar ideas, apenas le había escuchado algo de la trama y después había caído en sueño inconciente. Iba a contestarle cuando mi celular vibro era mi madre y como odiaba que estuviera de visita. En la semana que llevaba ya había cambiado mi rutina de vida y francamente no se como Bella la aguantaba.
— Madre estoy ocupado —le explique un poco molesto por su insistencia
— ¡Eres un miserable!
Me grito y me quede estupefacto
— ¿Qué? —le pregunté sorprendido
— Como fuiste capaz de hacerle eso a la madre de tu hijo —me reclamó
— ¿De qué rayos hablas? —le grite enojado y me levante de la silla donde estaba porque con el grito que dí me quedaron mirando sorprendidos.
—Te mereces que ella se lleve a tu hijo lejos —espetó colgándome, marque su celular pero estaba apagado.
¡Maldición! Exclame entre dientes.
— Edward ¿qué pasó? —me preguntó preocupado mi representante
— Nada me tengo que ir —dije con un hilo de voz
— Espera —me dijo sujetando mi brazo — ¿esto se trata de algo con lo que tendré que lidiar? —inquirió y suspiré si era lo que me imaginaba ni el mejor publicista evitaría el declive que se vendría.
Cuando llegue a la casa mi estomago se contrajo al no ver el auto arrendado de mi madre. Era como un presentimiento que todo finalmente se había quedado al descubierto — tu lo hiciste ahora enfréntalo —me dije cuando cruce el umbral y me asusto el silencio reinante. Era como si nadie estuviera allí, subí las escaleras de dos peldaños a la vez y la ansiedad de que ella se hubiera ido con nuestro hijo me disparó el corazón. Con los latidos en la garganta abrí la puerta del dormitorio y la cuna estaba vacía. Suspiré — aún puede estar con ella —me dije en mi interior mientras lentamente caminaba los pasos que faltaban para dar con la habitación principal. Cuando llegue al umbral note que la puerta estaba semiabierta. Miré al interior de está pero estaba completamente desocupada. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo justo cuando iba a marcar su celular angustiado me percaté que el ventanal de la terraza, que daba al patio trasero de la casa, estaba abierto. Camine lentamente hasta que la vi, parada de espaldas fumando un cigarro, contemplando a la nada.
¿Qué le diría? ¿Qué explicación era la correcta para justificar lo injustificable?
Me acerque hacia la mesa y miré la revista que estaba sobre está. Se encontraba abierta en la imagen que mostraba a su asistente y a mí besándonos a la salida del hotel hacía unos meses atrás. Había sido un estúpido al pensar que podría salir ileso de ese juego en el que me había involucrado. Cerré la revista y ella se volteó apagando el cigarro en el suelo con su pie.
— ¿Dónde está Cameron? —le pregunté un poco temeroso por tanta calma en sus facciones. Estaba esperando el ataque de ira y rabia pero parecía demasiado calmada. Me desconcertó.
— Con mi madre —me contestó cruzándose de brazos. Iba a hablar cuando yo lo hice primero adelantándome.
— Mi am… —comencé pero ella me interrumpió
— No —susurró tranquila, demasiado para mi gusto lo que provoco que mis temores aumentaran. Extrañamente esperaba una pelea y hasta ahora ella ni siquiera había alzado la voz.
— Al menos déjame explicarte —le pedí acercándome pero me rehúyo.
— ¿Te acostaste con ella? —preguntó mirándome fijo a los ojos. Era realmente terrible sentir su mirada expectante porque yo desmintiera lo que era una refutable verdad.
— No es como tu piensas —fue lo que atiné a contestar.
— ¿Te acostaste con ella sí o no? —insistió demaciado serena y decidida.
— Sí —confirme con un sonido apenas audible. Apretó sus facciones por un momento. ¡Lo siento! ¡Honestamente lo siento! Le dije en el pensamiento al darme cuenta que yo había cometido una estupidez causado un sufrimiento innecesario.
— Mi am… —me miró molesta así que cambie la frase — Bella, se que lo que diga… —y las explicaciones sobraban bien lo sabía yo, uno no puede justificar lo que no tiene justificación había sido deshonesto no solo con ella sino conmigo mismo. Me había comportado como un ególatra de los peores al ver solo por mí. Con mi actitud había sepultado mi felicidad por cinco minutos de placer. ¡Arg! Aún así quería explicarle que, en verdad, solo había cedido a una tentación y más que sentimientos involucrados lo mío con ella era algo físico pero sí tenía que elegir, la elegiría a ella.
— Edward —me interrumpió tomo aire y sabía que estaba controlándose de no gritarme unas cuantas verdades a la cara ¿Cómo? Bella estaba dándome una lección y de las peores, yo había estado en su posición y había hecho exactamente lo contrario a lo que ella estaba haciendo ahora.
— No te espere para pedirte explicaciones —aclaró mirándome directo a los ojos quería que la tierra me tragará en ese mismo instante — Te esperé para hacer una pregunta, una que sellara el destino de esta familia, si es que puedo llamarla así —exclamó seria y me quede sin habla ¡Claro que éramos una familia! ¡Cómo podía dudarlo! Ella y mi hijo eran todo para mí. Con el estomago contraído espere pacientemente por la pregunta.
— ¿Me amas? —me preguntó automaticamente y sin dudarlo mis labios se separaron para dar la respuesta a esa pregunta. No había cavilación esta vez, en realidad jamas la hubo al respecto yo la amaba. A pesar que ahora ella pensara que no, aunque todo el mundo pensará que no. Lo mío con Ángela no era amor, jamás podría serlo. Entonces cuando iba a hablar ella se acercó hasta mí, puso su dedo índice sobre mis labios impidiendo que emitiera el sonido — Piensa bien lo que dirás, porque no hay segundas oportunidades Edward, te estoy pidiendo honestidad —reflexionó con tristeza.
—Yo… fui un estúpido… lo siento, de verdad no sabes cuánto —y perdón era por lo que estaba rogando ¿Sería capaz ella de dármelo?
— ¿Me amas? —insistió y sonreí avergonzado.
— Más que a mi vida –respondí honestamente con la voz un tanto quebrada y aunque eso podría no condescenderse con la realidad de mis actitudes era lo que en verdad sentía en el fondo de mi corazón. — Se que no hay justificación para lo que sucedió pero se termino lo juro —insistí desesperado por que ella me creyera.
¡No quería perderla! ¡Había sido un estúpido! ¡Mi amor yo te amo! Dije en mi fuero interno buscando la mirada chocolate que me hacía temblar, que trastornaba todo mi mundo, esa mirada que tanto amaba pero solo conseguí ver las consecuencias de mis actos, su mirada triste y apesadumbrada. Dolida. Bella estaba destrozada y era mi culpa.
— Las relaciones se construyen en base a la confianza –declaró solemne y tenía toda la razón ¿Merecía yo su confianza? No, técnicamente no pero ¿acaso el amor no lo supera todo? Fue allí cuando me arriesgue a decir algo que en otra circunstancia no lo diría. Aquí yo era el victimario y ella la victima pero aún así lo pregunté.
— Bella, ¿Tú me amas? —cuestioné de vuelta y ella sonrió un seria. Sus ojos chocolates se iluminaron por unos breves momentos pero luego volvieron a ponerse serios y amargos.
— ¿Mereces mi amor y confianza? —me preguntó en respuesta y entonces me destrozó.
Los errores se pagan y el precio de estos a veces es demasiado alto. Ahora yo iba a entenderlo porque no había explicación posible para lo que había hecho. Luego que después de tanto sufrimiento y luego de haber vencido sobre Jacob me había farreado su amor por unos cuantos minutos de placer carnal. ¡Eres un verdadero estúpido! Me recriminé en la mente al entender que esa noche debí volver junto a Bella y haber mantenido mis instintos reservados solo para ella.
— No —le contesté mirando al suelo. Muy a mi pesar, no lo merecía.
— Cualquier otra mujer saldría por esa puerta. No voy a mentirte, tengo el deseo ferviente de hacerlo, de largarme y jamás nunca volver a verte pero si algo he aprendido de todo esto es que no sacas nada con alejarte de los problemas. Yo de verdad te amo, cuando hice mi elección la hice conciente de que eras tú al que yo quería para siempre —cargó su voz en esa última palabra —Hoy ese amor que te tengo esta haciendo algo que en otra circunstancia probablemente no haría. Estoy apostando por la existencia de un nosotros, extrañamente hoy no me importa lo que hiciste, me importa más que en verdad quieras estar conmigo porque me amas a mí no por compromiso, no por un compromiso que respira —reflexionó.
— ¿Estas perdonándome? —cuestioné tontamente confundido.
— Estoy olvidando Edward, por mí bien, por el bien de nuestro hijo, por nuestro bien... incluso por el tuyo... yo… tal vez te perdone con el tiempo…cuando el dolor y el orgullo ya no lastimen pero por ahora solo olvidaré…
Guardé silencio, en verdad no sabía que decirle o que hacer. Tenía unas ganas enormes de abrazarla pero sabía que no era el mejor momento. Fue como un vacío enorme el que se instaló entre ambos, como si de pronto todo lo que podríamos haber sido jamás sería o ¿Tal vez sí?
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