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jueves, 11 de febrero de 2010

Renacer

Buen dia mis angeles hermosos .
Aqui les dejo el final de este precioso fic , muchas gracias a todas las que lo siguieron de principio a fin.
Muchas gracias a Anju Dark por permitirme subir esta historia tan bella.
asi que mis angeles a dejar muchos comentarios.
Angel of the dark
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How I needed you (Cuánto te necesito)

How I bleed now you're gone (Cuánto sangro ahora que te has ido)

In my dreams I can see you (En mis sueños, puedo verte)

But I awake so alone (Pero despierto tan solo)

I know you didn't want to leave (Sé que tu no quisiste dejarme)

Your heart yearned to stay (Tu corazón anhelaba el quedarse)

But the strength I always loved in you (pero la fuerza que siempre amé de ti)

Finally gave way (Finalmente, terminó)

In my dreams I can see you (En mis sueños, puedo verte)

I can tell you how I feel (Puedo decirte, cómo me siento)

In my dreams I can hold you (En mis sueños, puedo abrazarte)

It feels so real (Y se siente tan real…)

And I still feel the pain (Y yo aún siento el dolor)

I still feel your love (Yo aún siento tu amor)

I still feel the pain (Yo aún siento el dolor)

I still feel your love (Yo… aún siento tu amor…)

One last good bye - Anathema



FINAL

EDWARD POV


- Pase lo que pase, debes de correr y no parar nunca, ¿oíste?


- No quiero alejarme de ustedes…


- Es necesario…


Reneesme no paraba de recordar esa escena una y otra vez y mis huesos temblaban al pensar en el deja’vu que estábamos viviendo. ¿Acaso sería posible que nos fuéramos a volver a separar?... Giré mi rostro para ver a Bella, quien con su expresión me daba a entender que el mismo temor que me embargaba le consumía a ella…


Llegamos al lugar en donde Elizabeth y el resto de los vampiros y licántropos se encontraban reunidos y, al instante, pudimos darnos cuenta que el número había disminuido.


- Edward – se acercó la hermosa vampiro hacia nosotros, manteniendo siempre su expresión seria y desinteresada – No pensé que fueran a venir. Bella, qué sorpresa – giró el rostro para ver a la mujer que a mi lado estaba – Es bueno saber que pudiste vencer tu cobardía – me miró, con su forma tan despectiva y usual. Escuché el gruñido de Bella detrás de mí


- Creo que no es el momento para tu actitud intransigente – apunté – ¿Qué ha pasado con el resto?


- Unos han preferido seguir escondiéndose y se han ido. Otros más fueron muriendo, siendo destazados unos a otros, dentro de la cueva. La sed empeoró sus temperamentos. Debes agradecerme el haberte echado de ahí


Sonreí, con cierta ironía.


- ¿Y estás segura de lo que haces?


- Lo estoy, y lo sabes. De otra forma, no estuvieras aquí, arriesgando la vida de esta mujer… ¿Y ella, quién es? – preguntó, al ver a Reneesme sobre el lomo de Jacob, justo detrás de nosotros


- Dejémoslo en que es hija mía y de Bella – contesté – No pidas explicaciones. No hay tiempo para eso y, aún así, dudo que lo lograras entender.


- De acuerdo – accedió, dando media vuelta y agitando sus negros cabellos en el acto. Bella se acercó a mí y la cubrí con mi brazo


- Al menos, no ha protestado de que esté aquí


- No tenía por qué. Lo que ella ahora quiere son aliados, no importa de quiénes se trate


Reneesme se mantenía junto a Jacob, acariciando con su mano el pelaje rojizo de éste con cierta melancolía.


- Qué lastima que te haya encontrado hasta ahora – musitó, sonriendo tristemente – ¿Y si este es el único momento que estaremos juntos? Bueno, supongo que al menos es mejor que no haberlo hecho nunca.


El joven lobo jadeó un poco y, con un movimiento delicado, agitó su cabeza de derecha a izquierda, negándose ante las palabras antes escuchadas.


- No es el único momento, Nessie – ignoré la forma tan horrible con que la había preferido llamar – Te juro que no dejaré que te hagan daño. Te juro que estaré contigo, cuidándote siempre.


- Ya vienen – el murmullo de Alice llamó la atención de todos e, inmediatamente, Elizabeth levantó su escudo para protegernos.


- Si mantienes el escudo, no podremos atacar – le recordó Emmett


- Atacaremos cuando estemos frente a ellos. No sabemos con exactitud por dónde aparecerán. Sus movimientos están cuidadosamente planeados, de modo que los poderes predecibles no serán de fiar


- Bella y yo caminamos hacia Reneesme quien, sin necesidad de hablar, nos decía en sus ojos color chocolate el miedo que aceleraba a su corazón


- Todo estará bien – prometió Bella, lanzándose hacia sus brazos y, después, bajó la mirada hacia Jacob, a quien le acarició con cierto aire vacilante – Espero no te moleste el que una sanguijuela te acaricie – bromeó y el gran perro sacó su lengua de lado, en un gesto que daba a entender que, pese a todo, se sentía a gusto con ella – Te recomiendo mucho a mi hija – agregó, sin poder evitar que la melancolía adornara a su voz cantarina – Si algo nos llega a pasar, llévala a un lugar en donde esté a salvo.


Cómo me hubiera gustado que, en ese momento, el escudo de Elizabeth no me prohibiera el poder leer la mente del licántropo, para comprobar si toda la sinceridad del asentimiento en sus pupilas era igual de intensa en su mente… aunque, para ser sincero, no lo dudo.


Me acerqué también yo, y lo primero que hice fue estrechar a mi hija entre mis brazos y hundir mi nariz en la espesura de su cabello.


- Te amo – le susurré, mientras depositaba un beso sobre su frente.


- Yo también – contestó, con las lágrimas amenazando con desbordar por sus ojos. Le sonreí, aunque bien sabido está que yo me encontraba hinchado del temor y la angustia


Aún si tenía prometido el volverlas a encontrar en un futuro, en caso de perderlas, debía de admitir que ya no quería pasar por ese sentimiento de vacío que me habitaba en la espera. Ya no quería decirles adiós una vez más. Ya no… Y es que, ¿Cuántas veces puede soportar una persona, siendo humana o no, el mismo dolor? Mis piezas ya estaban completas. Tenía a Bella, tenía a mi hija y al resto de mi familia, que si bien no se habían presentando en un pasado ante mis ojos, eran igual de importantes. Egoístamente, no quería perder todo lo que ya se encontraba a mí alrededor. Patéticamente, me estremecía ante la sospecha de hallarme sólo, por indefinido tiempo, vagando por el mundo hasta que el destino se apiadara de mí y planeara otro reencuentro.


- Papá – la voz de Reneesme se ahogó en medio del sonido que las hélices de los helicópteros, que comenzaban a cubrirnos el cielo, provocaba. Ella nos miró a los dos, a Bella y a mí, y, por un momento, sus ojos reflejaron una madurez y una seguridad increíbles, contagiadles – Esta vez… no nos diremos adiós


No fue una pregunta o algo que pudiera tomarse como una promesa. Fue, más bien, una orden. Si, la orden más atractiva de seguir y llevar a cabo con perfección.


- No – asentí, al mismo tiempo que tomaba sus manos y las unía con las mías y con las de Bella – Esta vez, no nos diremos adiós


Su sonrisa fue como el estallido de guerra, pues apenas y sus labios terminaban de estirarse hacia arriba, cuando el primer ataque de bombas llegó hacia nosotros. Todos dilatamos los ojos al ver cómo la barrera con la que Elizabeth nos cubría era afectada por aquel impacto.


- Su tecnología ha crecido durante este tiempo. El veneno de sus armas es más práctico y letal – explicó, mientras recibíamos otro atentado.


- A estas alturas el escudo será traspasado dentro de poco – se lamentó uno de ellos


Elizabeth gruñó por lo bajo, pues la estrategia era salir a atacar y regresar para protegerte. Sin su escudo, la cacería para los humanos sería fácil. Seríamos eliminados en cuestión de minutos, pues, aunque no quisiéramos admitirlo, para ellos, ya no éramos inmortales.


- Aún hay otro escudo que puede servirnos de refuerzo – expuso otro de ellos, a quien todos giramos a ver, para comprobar que su mirada se encontraba puesta en Bella – Ella – la señaló directamente – ella también posee un escudo.


- ¿Cómo lo sabes? – exigí saber


- Yo puedo ver los dones que cada uno posee – explicó – y tu compañera neófita es dueña de un escudo igual de poderoso que el de Elizabeth


Mi mirada se encontró con la de Bella, quien confundida más que nunca, no dijo nada a favor o en contra.


- Bella, ¿Puedes intentar expandir tu escudo como lo hace Elizabeth?


Sin contestar, hizo el esfuerzo de acceder a mi petición, más al intentarlo otro par de veces, negó con la cabeza


- No puedo… - se disculpó y, rápidamente, la tomé entre mis brazos


- Tranquila, todo saldrá bien – repetía y repetía, sin cansancio, empezando a creer que quería, más que convencerla a ella, convencerme a mí.


Viajé mi mirara alrededor y con suma tristeza pude comprobar que no éramos los únicos que se encontraban en una situación similar. Se encontraban más parejas, amigos, compañeros, diciéndose adiós y preparándose para pelear. Estaba mi familia. Carlisle y Esme mantenían sus manos vigorosamente agarradas. Alice y Jasper estaban frente a frente, con sus miradas unidas, fusionadas confesando toda esa cantidad de sentimientos que sentían el uno por el otro. Emmett y Rose también estaban abrazados y me destrozo el ver que ella se estremecía ante el pequeño llanto que estaba soltado. Jamás la había visto llorar y, siendo franco, no me alegraba hacerlo en ese momento, por esa razón…


Bella soltó mi mano y se dirigió hacia Reneesme. La seguí. Nuestra hija nos vio aproximarnos; pero no habló, se limitó a ver cómo su madre se quitaba la cadena plateada con el dije de sol y media luna para dárselo.


- Guárdalo – pidió, con una sonrisa


- No – Reneesme agitó la cabeza – Eso significa que…


- Sólo quiero que lo guardes – interrumpió Bella, acariciando su mejilla – Mi pequeña, no tengas miedo… Estaremos juntos después de esto.


Elizabeth dejó caer su escudo justamente cuando el pendiente estaba colgando sobre el cuello de nuestra hija y, tras abrazarla una vez más, me situé hasta el frente de ellas, junto con Emmett, Carlisle y Jasper flanqueándome. Bella tomó mi mano desde atrás y me hizo verla a los ojos


- No nos diremos adiós – repitió. Sonreí. Y fue de manera sincera.


No, nos diríamos adiós…


El escudo cayó y los humanos no tardaron en lanzar todo tipo de instrumentos que pudieran llegar a afectarnos. Obligué a Bella a mantenerse tras de mí, mientras esquivábamos lo mejor posible todo esa lluvia a de amenazas que nos caía. Era sorprendente ver hasta donde habían llegado. La cantidad de cosas que estaban dispuestos a crear con tal de exterminarnos. Nuestra velocidad y nuestra fuerza no servirían de mucho ante su odio y cobardía, por que de más está el mencionar que, bajo ninguna circunstancia, se enfrentaron directamente hacia nosotros.


Si tan sólo también hubiéramos tenido armas…


Lo único que podíamos hacer era saltar hacia los helicópteros e intentar destrozar sus hélices o correr hacia donde se encontraban, disparándonos, y matarlos sin contemplaciones.


Los aullidos y bramidos de los hombres lobos se elevaron por todo el viento y agitaron a las hojas de los árboles, al mismo tiempo en que sus feroces garras hacían caer al enemigo.


Logré localizar un grupo de personas que se hallaban ocultos detrás de unos espesos helechos, aparecí frente a ellos como un espectro, agazapado a pocos metros y gruñéndoles fieramente, como león que se rehúsa a ser capturado. Pero no era mi libertad lo que peleaba. Era la libertad de mi hija, de Bella, de mi familia…


- ¡Disparen! – exclamó uno de ellos, y pude ver la bala envenenada venir directamente hacia mi pecho.


La logré esquivar fácilmente; pero al instante otros diez más aparecieron y sólo una logró alcanzarme parte de la mejilla. Como apenas y se trataba de un rozón, no fue tan molesto; pero tampoco era momento de pensar en la suerte o habilidad que había tenido (según como lo quieran ver). De un salto, llegué hacia aquel que había dado la orden y, sin piedad o contemplaciones, le arranqué la cabeza.


Humanos…


Vuelvo a hacer hincapié en lo que había mencionado antes: Comparados con nosotros, sin sus armas, no eran nada. El desprender el cráneo de su cuello fue íntegramente fácil, como si tomaras una cereza ligeramente sumergida en un pastel. La sangre brotó a chorros por el hoyo que había quedado en la superficie del cuello y un poco cayó en mis labios, haciendo chispear a mi mirada con una sed devastadora. Me dejé guiar por mis instintos como nunca antes lo había hecho. Obedeciendo, sin reproche alguno, las despiadadas ordenes que el ardor de mi garganta enviara. Actuando, desde hacía tanto tiempo, como un verdadero monstruo depredador.


Si, un monstruo. Así nos habían llamado durante décadas… Que vieran entonces que no estaban equivocados.


Pero, desgraciadamente, la verdad era otra…


Los monstruos ahí, eran ellos. Siempre lo habían sido. Siempre lo serían. No importaba lo que pasará… Seguirían acabando con lo que vieran, con lo que supusiera un riesgo, pues son aprensivos. Seres rabiosos que con sus débiles manos, frágil cuerpo y pesados movimientos eran capaces de masacrar, sin piedad alguna, a lo que supusiera una amenaza.


Corrí hacia donde Bella y mi hija se encontraban al ver que el siguiente ataque iba dirigido especialmente para ellas. Si. La habían logrado identificar. Podía leer en sus mentes el cómo le llamaban: La hibrida, la prodigio, el fenómeno…


Si tan sólo lograran aceptar que eran ellos las pestes habitando en este mundo…


Mientras corría logré ver que el resto de mi familia aún se encontraba a salvo, lo cual supuso un alivio al encontrarme, con cada paso dado, rastros de cenizas de los que, alguna vez, fueron nuestros aliados.


- ¡Bella! – exclamé, sintiendo que mis pies no serían lo suficientemente rápidos para llegar a ellas


Jacob saltó al frente y atacó, con furia plena, a los humanos que planeaban capturar a Reneesme. Sus garras y dientes filosos desgarraron sus rostros hasta que quedó de ellos solo una masa sangrante y sin forma; pero no fue suficiente. Cuando pensamos que ya habíamos acabado con la mayoría, llegaron más. ¡Y es qué había millones de ellos en comparación a nosotros!


Elizabeth cayó en el segundo atentado y he de mencionar que, a pesar de ese carácter tan frío y prepotente, su muerte nos abrumó a todos, que, ante toda la presión, sólo nos limitamos a esconder su cuerpo en un lugar más seguro.


Fue cuestión de horas después, para entrar en verdadero pánico. Mi familia se reunió a nuestra alrededor cuando, del cielo y siendo sostenida por un inmenso helicóptero, una forma cilíndrica y de aspecto pesado cayó en el “campo de batalla”. Comprendí al instante, por los atormentados pensamientos, el por qué nuestros atacantes habían desistido de agredirnos para salir huyendo.


Era una bomba. Una bomba la cual acabaría con todos nosotros, en cuestión de segundos, aún así corriéramos, no podríamos alejarnos lo suficiente para que su potencia no nos alcanzara, pues estaba destinada a acabar con toda aquella pradera… Un joven inmortal, de aspecto liviano y cabellos rubios corrió hacia ella e intentó lanzarla lejos; pero ni bien había tocado el metal cuando su cuerpo se deshizo por completo.


Debía admitir que, para tratarse de venganza y destrucción, los humanos tenían mentes maestras…


Sin atreverme a respirar, y al no tener más disparos que esquivar, caminé hacia Bella y hacia Rennesme. A mí alrededor se reunió el resto de nuestra familia y los demás vampiros, al igual que los licántropos.


Bella me miró a los ojos, con el tormento inundándolos…


- Te amo – le dije, acariciando su mejilla con la yema de mis dedos – Aquí y en todas las vidas te amaré, lo sabes.


Como respuesta suya sólo obtuve la presión de su cuerpo pegándose al mío en un poderoso abrazo. Alcancé sus labios con los míos y los acaricié lentamente, intentando gravar en mi memoria su sabor, anticipándome a la resignación de ya no vivir de su esencia durante el tiempo indeterminado que se avecinaba. Entonces, la pequeña cuenta regresiva de tres segundos comenzó. Nuestras manos se unieron con las de nuestra hija y, apretándose fieramente, hicimos una prometa interna:


Encontrarnos pronto…


Epílogo.


Su rostro se encontraba hundido sobre mi pecho. Yo sólo me limitaba a acariciar sus cabellos con mis manos, pues no lograba hacer algo más acertado ante la imposibilidad de hablar. Suspiré profundamente, con dolorosa resignación, al saber que nada podría hacer al respecto. No tenía derecho. Ella se alejó un momento, sólo para caminar hacia el interior de la habitación y terminar de arreglar la pequeña maleta de cintas que había preparado aquella mañana. Mis ojos se perdieron en sus movimientos y la melancolía ascendió siete grados más. Preferí salir de aquel lugar, para intentar sosegar un poco la apesadumbres que me afligía.


- Edward – su voz acarició la parte trasera de mi nuca y sus brazos se enrollaron por detrás de mi espalda - ¿Qué sucede? – preguntó, aunque bien sabía la razón de mi actitud.


Me giré para verle a los ojos y sonreí al encontrarme con ellos.


- ¿Cómo le haces? – pregunté, mientras acariciaba su mejilla derecha con mis dedos – ¿Cómo logras calmar todo tipo de dolor con solo mirarme?


Ella sonrió tiernamente en respuesta y levantó los brazos para envolver mi cuello y jalar mi boca hacia la suya. Cerré mis ojos y me dejé embriagar del sabor, dulce y fresco, de sus labios húmedos que se movían sobre los míos.


- Eres un arma letal – musité, sin dejar de besarla y sintiendo como sus dedos se hilaban entre mis cabellos – no me sorprende que hayas sido capaz de elevar tu escudo de tal manera que esa bomba no nos hiciera daño…


- Soy toda una heroína, debes admitirlo – bromeó, arrancándome una sonrisa


- No pensabas eso hace ochenta años – recordé – ¿Acaso ya olvidaste cómo odiabas el que te vinieran a dar tesoro tras tesoro, en forma de agradecimiento


Ella hizo una mueca de disgusto, para después suplantarla por otra de tranquilidad


- Parece como si hubiera sido ayer – murmuró – Aún puedo sentir el miedo que tenía de perderlos. Creo que ya no hubiera podido soportarlo…


Antes de que pudiera hablar, Reneesme apareció frente a nosotros, en compañía de Jacob, que llevaba sobre los hombros una gran mochila. No pude evitar dedicarle una mirada envenenada, para lo cual él contestó con una sonrisa descarada


- Papá – llamó Reneesme, dando dos pasos hacia mí y sin mirarme a los ojos – Yo… Los voy a extrañar mucho


De nuevo, las palabras se extinguieron en mi garganta que se cerraba paulatinamente, conforme la idea de que mi hija se iría se hacía inevitable… Volví a inspirar, esta vez con mayor profundidad, para adquirir el valor de decirle adiós; pero fue imposible. Al encontrarme sumergido en sus castaños ojos todo tipo de fortaleza cayó y me rendí ante la inmadurez paternal para atraerla hacia mi pecho y aferrarla contra él.


- Cuídate mucho – le alcancé a decir, con mis labios hundidos en su cabello y sentí como sus dedos se aferraban a mi camisa y su llanto comenzaba a mojarme


Bella se acercó hacia nosotros y, con sus delgados brazos, intentó abrazarnos. Permanecimos unidos por otros segundos, hasta que fui yo quien, decidido a no alargar más el triste momento, me separé de ellas.


- Más te vale que la protejas de todo y la haga feliz – advertí Jacob, quien, dedicándome una sonrisa sincera, asintió


- Dejaré que me arranques la cabeza si eso no sucede – prometió y fueron sus palabras las que me dieron valor para mirar a mi hija, por última vez


- Ve – indiqué, sonriente – Pero recuerda regresar


- Lo haré – juró, para después aventarse a mis brazos y besarme la mejilla – Te amo, papá…


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La casa quedó en silencio durante varios minutos más después de que ella se fue. Bella y yo tomamos asiento, con nuestras manos eternamente unidas y nuestros pensamientos planteados en nuestra hija…


- Pero qué bonito arreglaron la casa. ¡Seguramente son gente muy amable!


- Alguien viene a conocer a los nuevos vecinos – le informé a Bella, con una sonrisa que ella correspondió, poniéndose de pie, para abrir la puerta en el momento oportuno.


El timbre sonó, pero fue Alice la que se adelantó, llegando hacia la entrada con un movimiento borroso


- ¡Santo cielo! Pero qué bella muchachita


- Bu-buenos días


- Buenos días – contestó mi hermana - ¿Se le ofrece algo?...


- Yo… yo sólo…


- ¿Venía a darnos la bienvenida?


- S-si…


- ¡Qué amable! Pase, por favor


- Gra-gracias…


- ¡Por todo lo santo! – Exclamó mentalmente al situar su mirada sobre nosotros – en mi vida había visto a gente tan hermosa, Pero son tan pálidos y ojerosos… Seguramente han de tener gripe


- Bienvenida – la voz de Carlisle se escuchó por arriba de las escaleras, de las cuales bajó, en compañía de Esme, sorprendiendo a la humana con su gracilidad – Es muy amable de su parte el haber venido a visitarnos. Soy el Doctor Cullen y ella es mi esposa, Esme. Y todos a los que usted aquí ve, son mis hijos…


Bella y yo nos despedimos tras permanecer otro par de momentos junto a la cómica señora – a la cual, por cierto, le agradecía el haberme ayudado a mejor mi depresivo estado anímico – que se desvaraba viéndonos a todos. Sorprendiéndose con nuestros movimientos y con la belleza tan inverosímil que representábamos. Subimos a nuestra habitación y, en cuanto traspasamos la puerta, acorralé a Bella entre la pared y mis brazos y comencé a besarla con adoración.


- Pensé que estabas decaído – recordó, cuando mis labios comenzaron a recorrer su cuello


- Lo estoy – aseguré – Mi hija ya no estará con nosotros, ¿Acaso no es normal?


- Si, lo es – accedió, lanzándome hacia la cama – Pero regresará. Además, ella también necesitaba su propio espacio con Jacob. Con una padre celoso vigilándole todo el tiempo, aquí eso le resultaba una tarea imposible


Sonreí mientras la atraía hacia mí y comenzaba a deslizar mis manos por sus ropas, rompiéndoles ante la impaciencia.


- Alice me matará – jadeó – Ella me regaló esa blusa


- Ya después veremos qué excusa le inventamos – solucioné, capturando sus labios con los míos, dejándome perder en su infinito sabor y deleitándome con sus suaves caricias


Habían pasado más de ochenta años desde que la guerra con los humanos había ocurrido. El escudo de Bella nos había protegido de aquella bomba que amenazaba con acabarnos, dándonos la oportunidad de escapar y escondernos, haciéndoles creer a nuestros enemigos que, efectivamente, habíamos muerto.


Ellos, cegados por su propio orgullo y soberbia no imaginaron si quiera la posibilidad de un solo sobreviviente. Nos escondimos durante años, hasta que nuestros nombres se hicieron leyendas, las cuales se fueron difuminando con el paso del tiempo hasta convertirse en tema de góticas conversaciones y películas de terror.


Bella y yo, junto con el resto de nuestra familia, acabamos de regresar a Forks y el estar de nuevo aquí, me hace revivir mi época en donde los humanos simplemente me miraban como uno más de ellos, sin sospechar si quiera que se encontraban al lado de su depredador. Si, todo vuelve a comenzar. Aunque el tiempo y los años avancen, todo se vuelve en un ciclo de infinitas repeticiones, en las cuales, sólo nosotros, los seres inmortales, somos capaces de presenciar…


- Espera, espera… No vayas a romper también el pantalón – pidió, con una sonrisa, ante mi inquietud – Ya es suficiente la ira que sufrirá Alice por el simple hecho de la blusa…


Mis insistentes labios le impidieron seguir hablando y un desgarrante sonido de mezclilla rota hizo coro en la habitación


- Disculpa – pedí, en medio de mis jadeos, pues realmente no había sido mi intención – Disculpa…


- Eres el vampiro más ansioso que jamás haya conocido


- Lo soy – acordé – y no has conocido a otro más, por que sólo yo te puedo amar de esta manera, que durará para siempre, más allá de la eternidad


- Más allá de la muerte


- Más allá de todo…

FIN

martes, 9 de febrero de 2010

Renacer

Que tal mis angeles hermosos, aqui les traigo el penultimo cap de este hermoso fic. ya se soy muy mala y las hare sufrir jejeje .
Libii chica aqui tienes tu vicio pa q no te me andes desesperando.
asi que dejen suss comentarios al final
les mando mil besitos
Angel of ther dark
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LA ÚLTIMA CACERIA



BELLA POV


“Alice, ¿Qué sucede?” – Jasper fue el primero en preguntar con la misma alarma que a todos nos invadió. La vidente quedó estática por un momento, con la mirada perdida hacia el frente y el rostro completamente inexpresivo. Apreté a Reneesme más hacia mi pecho, en un instinto por protegerla y busqué con la mirada a Edward, quien emitió un suspiro profundo y exasperado


“Alice, ¿Podrías…?”


“No” – le interrumpió la pequeña vampiro con rostro de fino duendecillo – “No puedo, Edward. Simplemente no puedo…”


“¿A qué se refieren? ¿De qué hablan?” – exigió saber Emmett, tan desesperado como yo.


“¡Bella! ¿Has visto con qué ropa te encuentras?” – soltó Alice, con la voz impregnada de tragedia y arrancado, de todos, un bufido irremediable - "Yo ya tenía planeado tu vestuario... ¡Oh! ¡¿Por qué todo me sale siempre mal?! “Y tú, Reneesme, ¿Qué se supone que andas puesto?” – miró de forma despectiva el vestuario de mi hija que consistía en unos viejos pantalones de mezclilla, rotos de las rodillas, y una camisa negra con varios agujeros detrás y enfrente de su estomago.


“Yo…”


“No hagas caso” – interfirió Edward, acercándose hacia nosotras y dandonos una muestra clara de cómo ignorar a la chica con cara de dendecillo – “Solamente a Alice se le ocurre pensar en ese tipo de trivialidades en este momento”


La pequeña hizo un puchero infantil, al momento en que todos soltamos una pequeña risita y, ocultando su rostro en el pecho de Jasper, decidió dejar de molestar con el tema. Levanté la mirada hacia Edward, justo cuando estuvo frente a nosotras y tomó nuestras manos entre las suyas. Mi mirada se perdió en la suya… Contemplando la magnificencia del negro de sus pupilas como no recordaba haberlo hecho nunca. Nuestra hija, quien en silencio alternó su mirada en nuestros rostros, con movimientos completamente cautos y discretos se alejó, lo mejor que le permitía la cueva.


“¿Cómo te encuentras?” – preguntó Edward, con voz suave


“Bien” – contesté automáticamente


¿Cómo no estarlo? Si bien lo que tenía poco había pasado era algo extraño e inesperado, ¿Cómo podría renegar de ser madre? ¿Cómo podía protestar ante la idea de que el vampiro que tenía frente al mío, al hombre que tenía frente mío, había sido, era y sería mi único y eterno amor? ¿Cómo quejarme ante la idea de haber procreado a una hija, nuestra hija? Jamás… jamás podría lamentarme de todo lo ocurrido, aún cuando sentía la garganta arder, realmente me sentía feliz…


“Te prometo que en cuanto sea oportuno te traeré con qué alimentarlas”


“¿Alimentarlas?” – repetí el plural


“Reneesme tiene una dieta estrictamente vegetariana” – estiró sus labios con una sonrisa. Y yo entendí a lo que se refería


“No es justo” – me quejé – “Para ti resulta más fácil recordarla por que puedes leer su mente”


Él soltó una risita, para después mantener su gesto serio


“Hay cosas que me gustaría no escuchar” – masculló. Le miré de forma inquisitiva, para lo cual él negó – “Podría arruinar el momento” – explicó, más aún así no pudo evitar viajar su mirada hacia atrás, donde nuestra hija se había ido a sentar y jugaba con uno de sus rizos


“¿Pasa algo con ella…?”


“Mira” – interrumpió, sacando de sus bolsillos un objeto brillante y de aspecto delgado. Lo tomé entre mis manos, confundida – “¿Lo recuerdas? Te lo di cuando cumpliste años… Hace cerca de cien años”


Parpadeé numerosas veces ante la mezcla de remembranzas que se vinieron…


Y si, recordé, claramente, cuando él me dio la medallita en forma de sol y media luna que colgaba de una fina cadena plateada: Fue una noche en la cual él se presentó en mí recamara, calmando el lacerante temor que tenía de su abandono. Sus manos gentiles se habían deslizado por mi cuello para adornarlo con ella, dejando a su paso una serie de pequeñas descargas eléctricas, ocasionadas por la combinación de mi piel tibia y la suya fría.


Sonreí ante el precioso recuerdo… Y cuánto deseé el que mi mente fuera capaz de trazar cada uno de ellos, desde el primer día en que nuestras miradas se encontraron. Abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, negros por la sed, amorosos hasta lo inverosímil, y sin tener la necesidad de que se lo dijese, él supo que lo recordaba…


Se acercó un poco más, tomó la cadena entre sus manos y abrió el broche. Como respuesta a sus movimientos, moví mi cabello hacia un lado, para dejar mi cuello desnudo, dispuesto a aceptar ser adornado por aquel trenzado de brillo plateado que reconoció su eterno lugar en él. Se separó cuando el dije quedó reposando en la entrada de mi pecho y su mirada destelló, acompañada de una sonrisa pequeña y alegre.


“Eternamente bella” – murmuró, paseando la punta de sus dedos por mi mejilla.


Suspiré al sentir el calor de sus caricias. Ese calor que, como humana, no había sido capaz de contemplar a su perfección…


“Creo que también les dará gusto ver esto” – terció Reneesme, viniendo hacia nosotros. Antes de que pudiera mostrarnos a lo que se refería, la atraje hacia mi pecho.


Mi niña… El calor que su cuerpo me transmitía, la paz que irradiaba de él, era lo único que me aseguraba que, efectivamente, era mi hija. La única imagen que tenía de ella era la de una niña pequeña, de cuatro o cinco años, la cual había salido corriendo con los ojos empapados en lágrimas… Ahora, lo que mis brazos envolvían, no era una niña, si no una muchacha que, en apariencia, tenía mi misma edad…


“Mira” – indicó, mostrándome el cuadernito que Edward me había escrito alguna vez


“¿De dónde lo conseguiste?” – pregunté, extrañada.


“Cuando la cacería comenzó, lo primero que hice fue correr a tu casa para verificar si no había sido olvidado alguno de los regalos que papá te dio” – contestó – “No puedo permitir que estos detalles se pierdan. Es de lo que me he encargado de hacer todo este tiempo…”


“Entonces… ¿fuiste tú quién…?”


“¿Quién llevó este cuaderno a la librería vieja?” – completó, con voz traviesa – “Si, fui yo. Sabía que si se encontraban en el mismo lugar, de alguna manera lo buscarías hasta encontrarlo...”


“Si todo este tiempo has estado cerca de nosotros, ¿Por qué nunca me buscaste?” – inquirió Edward, refiriéndose al siglo que había pasado sin mí - •"¿Por qué nunca pude darme cuenta de que estabas cerca? Tus pensamientos..."


“Tal vez no posea el mismo escudo de mamá, que te impide leer su mente" - contestó, con una sonrisa - "Pero si tengo cierta habilidad para desterrarte de mis pensamientos... No es que yo quisiera estar lejos de ustedes" - aclaró, con seriedad- "Quería aparecer en el momento oportuno, en el que ambos estuvieran en la misma condición cuando nos dijimos adiós… ¿Cómo presentarme con mi padre siendo un vampiro y mi madre una humana? ¿O cómo venir hacia ti cuando ella no estaba presente? Hubiera sido confundirlos más…” – bajó la mirada hacia el suelo – “De hecho, este tampoco era el momento justo; pero ya no podía esperar más”


“¿A qué te refieres?” – pregunté, alarmada al ver la apesadumbres de su rostro y la forma en que Edward empuñaba sus manos.


“Te están buscando” – aseveró Edward, con voz contenida, al poder tener claro los pensamientos que nuestra hija había estando ocultando.


“¿Qué has dicho?”


“Los humanos no sabían de su existencia, hasta hace poco”


“Capturaron a Nahúel” – añadió Reneesme, con voz quebrada ante sus propios recuerdos, y rindiendose ante lo que su padre ya había logrado ver – “Él… ha sido mi único compañero durante todo este tiempo. También era mitad humano y mitad vampiro. Nos conocimos cuando la existencia de los vampiros y los licántropos fue revelada y concordamos en que mantendríamos a nuestra especie en secreto. No fue difícil, pues al parecer, éramos los únicos… Pero ayer… ayer los humanos encontraron nuestro escondite. No esperaron explicaciones. Les bastó con ver a los cuerpos de los animales, de los cuales nos habíamos alimentado, tirados cerca de nosotros. Nos comenzaron a disparar y Nahúel se lanzó hacia ellos, ignorando el veneno que penetraba en su piel sangrante, la cual fue prueba para darles a saber que no éramos vampiros y, al ver que nuestro cuerpo no se transformaba en un lobo, tuvieron también claro que no éramos licántropos, si no una especie nueva, una amenaza más… Nahúel me dijo que corriera, que ya no debía esperar más por venir a buscarlos…”


“¿Por qué no lo dijiste desde un principió?” – exigió saber Edward


“Por que ya bastante era con venir y presentarme como la hija perdida que no recordaban”


Edward se incorporó, con un movimiento completamente exasperado


“Te están buscando, te has convertido en su principal objetivo, ¿y te pones a pensar en nosotros?”


“¿De qué te sorprendes?” – terció Rosalie – “Es hija de Bella, ¿Qué esperabas?”


A pesar de la tensión del momento, Reneesme soltó una risita, acompañada de Alice y Emmett.


“Vamos, Edward” – alentó Alice, quien con sus andares de bailarina, llegó hacia él y le tomó por el hombro – “No te desesperes. Ella ya está con nosotros y la cuidaremos”


“Alice tiene razón” – apoyé, apretando mis brazos alrededor de nuestra hija – “Reneesme estará a salvo desde ahora. Todo saldrá bien; pues ya estamos juntos todos…”


“Si” – acordó Edward, respirando tranquilamente y volviéndose a acercar. Acarició el cabello dorado y ondulado de nuestra hija y después depositó un beso sobre su frente – “Estamos juntos y ya no voy a permitir que nos volvamos a separar”…


EDWARD POV


“¿Estás bien?” – le pregunté a Bella, al sentir como la noche había caído allá afuera.


“Estoy bien” – aseguró, con una pequeña risita, sin dejar de pasear sus manos por el cabello de Reneesme, quien tenía poco acaba de quedar dormida sobre su regazo; sin embargo, y aunque sus ojos hubieran cambiado su color castaño por uno rojo, conocía a la perfección ese brillo que les caracterizaba y podía leer en él el dolor que la sed le estaba causando.


“Perdóname” – supliqué, sosteniendo su otra mano – “Perdóname por no ser capaz de darles lo que se merecen”


“No digas eso” – pidió, acariciando mi mejilla – “Eres lo mejor que me ha pasado. Sin ti, no tuviera a nuestra hija entre mis brazos…”


Un estremecimiento por parte de ella nos hizo volver los ojos hacia su dirección


“Parece ser que su cuerpo es más susceptible a los cambios de temperatura” – dije, al ver como se encogía ante el frío que hacía y se agudizaba por nuestra cercanía.


Reneesme…


Traté de no tomar en cuenta, como lo había hecho durante toda la tarde, aquella molesta voz mental…


La tomé entre mis brazos, lo más cautelosamente posible para no despertarla, y así poder envolverla en las mantas y recostarla en un lugar donde la baja temperatura de nuestro cuerpo no le atormentara; pero fue antes de que la pudiera recostar cuando se despertó.


“Shh… tranquila” – arrullé, con Bella detrás de mí – “Duerme, todo está bien”


Sus castaños ojos somnolientos parpadearon un par de veces y, como si todos nosotros hubiéramos dejado de existir en ese momento, caminó hacia donde el muchacho moreno se encontraba sentado. Todos miramos estupefactos la escena que se presentó poco después:


Ella se acercó a él, quien sin decir o esperar por una explicación, la recibió entre sus brazos y dejó que su rostro descansara sobre su pecho. Reneesme suspiró profundamente, al encontrarse protegida por ese cuerpo masculino, y sonrió ampliamente, mientras volvía a cerrar sus ojos para volver a dormir. Jacob, por su parte, parecía haber olvidado que era observado por todos nosotros, pues, al igual que su compañera, cerró los ojos y acercó su nariz a la espesura de su cabello, para inhalar su dulce y fresco aroma.


Ambos parecieron sumergirse en una profunda burbuja que los aislaba de la realidad y yo, que podía escuchar claramente cada pensamiento que él le profesaba y la seguridad y paz que ella sentía de estar a su lado, no pude hacer más que resignarme a la idea de que mi hija había sido imprimada por aquel licántropo…


“¿Qué… es… lo que pasa?” – preguntó Bella, haciendo eco de los escandalizados pensamientos del resto de mi familia.


Inspiré profundamente, antes de contestar


“Reneesme no sólo ha venido aquí para encontrar a sus padres” – se adelantó a contestar Carlisle – “Si no también a su pareja”


“¿Su… pareja?”


“Bella, Jacob se ha imprimado de nuestra hija…”


BELLA POV


“¿Puede ser eso posible?” – inquirió Esme, mientras yo respiraba repetidamente para controlar el deseo de ir y destazar al estúpido licántropo que se encontraba abrazando a mí hija, ajeno a todo lo que pasaba en esa cueva.


Un fuerte gruñido se escapó de mi garganta, al ver la tranquilidad de sus rostros a la hora de dormir… ¿Cómo se atrevía…?


“Bella, cálmate” – pidió Edward, atrayéndome hacia su pecho. Le miré de forma envenenada, al comprender que era eso lo que me había estado ocultando el resto del día...


“¿Cómo pides que me calme?” – exigí saber – “Tiene menos de 24 horas que me vuelvo a reencontrar con mi hija ¡y ese perro viene y se siente con el derecho de quitármela!” – solté, inconcientemente alzando la voz con cada palabra que escupía, logrando despertar a lo que, anteriormente, había considerado a mi mejor amigo.


“¿Qué sucede?” – preguntó, alarmado y apretando sus brazos alrededor de Reneesme. Volví a gruñir, con mis rabiosos ojos mirándole fijamente.


Él pareció comprender el motivo de mi furia y, con un gesto que nunca antes le había visto, bajó la mirada hacia la muchacha que sostenía


“L-lo siento, Bella” – musitó – “Te juro que no fue mi intención, yo…”


“¿Qué es lo que haces aquí, Jacob?” – interrumpí – “Tu lugar está con la manda de licántropos, no con nosotros”


“Vaya, tu humor ha empeorado al convertirte en vampiro” – bromeó, logrando incrementar mi furia, lo cual fue palpable para todos – “Bella, yo… yo no tenía planeado esto” – añadió, con voz culpable – “Ni si quiera lo imaginaba. Yo vine a este lugar esperando toparme con todo… menos… menos con ella…” – jamás había escuchado a Jake trabarse con las palabras, y fue esa sorpresa lo que, poco a poco, fue tranquilizándome – “No me pidas que me vaya, no puedo. El separarme de Reneesme sería como pedirte que dejaras a… a Edward. Intenta comprenderme, por favor… Ponte en mi lugar sólo un momento. Lo único que quiero es protegerla, no puedo dejarla sabiendo que está en peligro”


Desvié la mirada del negro suplicante de sus ojos y debía reconocer que sus palabras llegaban bañadas de sinceridad a mis oídos…


“Mamá…” – su voz me sobresaltó – “Yo tampoco quiero alejarme de Jacob” – dijo, mientras apenas y se alejaba del musculoso cuerpo moreno.


Mis ojos se perdieron en los suyos castaños, que se mostraban temerosos ante mi respuesta. Busqué a Edward, en busca de un apoyo para aceptar lo que había pasado y, al encontrarme con ellos, supe que no había remedio para todo esto.


“Creo que las sorpresas nunca se acabaran para nosotros” – dijo, con una sonrisa resignada, dando con ello, la respuesta que nuestra hija y Jacob esperaban.


Los dos días que transcurrieron después de mi despertar se fueron convirtiendo en una tortura, que iba incrementando con cada segundo que pasaba, por la sed que carcomía mi garganta y estrujaba mi estomago por el hambre.


“Bella, por favor” – insistía Edward ante mi rotunda negación de dejarlo salir para traerme algo de alimento


“Estoy bien” – mentí, apenas y hablando con un susurro pues, si me atrevía a respirar más profundamente, el ardor se agudizaba de manera cruel


“No, no lo estás” – discutió, con voz preocupada y suave – “Después de despertar como vampiro necesitas alimentarte al instante. Tú no lo has hecho y han pasado ya dos días. No intentes engañarme, pues sé a la perfección lo que la sed provoca en nuestros cuerpos”


“Puedo soportarlo. Es mejor a saber que estarás allá afuera, exponiéndote ante los humanos”


“Seré precavido” – prometió – “no iré lejos”


“Mejor voy contigo”


“Bella…”


“Es eso o nada” – sentencié – “No puedo quedarme aquí, esperándote...”


“Nunca cambiarás” – reprochó, aunque pude ver un brillo de aceptación en sus ojos – “Siempre serás tan poco precavida”


“Y tú serás siempre tan sobre protector” – sonreímos, por nuestra pequeña discusión – “iré contigo” – volví a reafirmar – “De otra manera, soportaré la sed el tiempo que sea necesario…”


Pero no fue necesario esperar por su respuesta…


“¡Tenemos que irnos de aquí, rápido!” – exclamó Alice, incorporándose, junto con Jasper, con un rápido y borroso movimiento – “Han decidido por explotar cada metro de tierra que prometa guardar un refugio para nosotros. Ya han empezado”


“Reneesme” – llamé, con desesperación y miedo


“No se preocupen, yo la cuidaré” – prometió Jacob, abrazándola fuertemente contra él


“¡Rápido! No hay tiempo”


Salimos de aquella cueva, corriendo a través del bosque, ocultándonos entres las espesas ramas de los árboles y alcanzando a escuchar cómo las potentes bombas removían el suelo. Edward y yo corríamos tomados de las manos, con la atención puesta, todo momento, en nuestra hija que iba sobre el lomo del enorme lobo rojizo que corría delante de nosotros.


“Alice, ¿hacia dónde debemos ir?” – preguntó Emmett, quien encabezaba a nuestro grupo


“No lo sé” – admitió la vidente, con voz frustrada – “Han planeado muy bien todo esto. Sus movimientos se presentan borrosos e indescifrables”


“Corramos hacia el este” – propuso Jasper – “Ahí está el grupo de Elizabeth. Debemos reunirnos con ellos”


“¿Después de lo que pasó?” – inquirió Edward


“Después de lo que pasó” – rectificó el rubio vampiro – “lo que hicieron no puede ser señalado. Estaban sedientos y la sangre de Bella los alteraba. Elizabeth lo único que quería era mantener segura a nuestra raza. Además, los licántropos deben seguir con ellos. No podemos continuar nosotros solos, somos muy pocos y si nos encuentran, no tardarán mucho en cazarnos”


“¿Y si intentan dañar a Reneesme?”


“No lo harán” – aseguró Jacob – “La manada no lo permitiría. Yo no lo permitiría. Además, ella es uno de nosotros”


Alice dejó de correr de un momento a otro, haciéndonos frenar a todos para volver hacia ella


“Alice” – llamó Jasper, sujetándole por los hombros – “¿Qué pasa?”


“Elizabeth…” – contestó, con la mirada pérdida en lo que lograba ver – “Todos ellos han decidido enfrentar a los humanos…”


“Es una locura” – susurró Esme, completamente aterrada


“Ya están cansados de esconderse” – agregó Edward – “Han preferido revelarse y morir, si es necesario, a pasar años ocultos en cuevas y soportando los ardores de la sed. Estamos cerca de ellos. Han quitado su escudo y nos están llamando. Puedo escuchar sus voces…”


“No quiero llevar a Reneesme a una guerra más” – interferí, con voz temblorosa… Debo admitir que me encontraba temblando de miedo.


Edward me tomó entre sus brazos y me apretó fuertemente contra su pecho


“Yo tampoco” – admitió – “Pero ¿qué podemos hacer? ¿Huir? Tampoco quiero que viva en medio de tanto sufrimiento. No deseo verlas ir de un lado a otro, sin un lugar estable donde estar, solamente por ellos”


“Papá tiene razón” – terció Reneesme, bajando del lomo de Jacob y caminando hacia nosotros – “Tenemos que ir con ellos”


“¡Pues qué esperamos!” – exclamó Emmett, eufórico por la idea de una pelea – “¡Vamos a demostrarles a esos estúpidos humanos quiénes somos!”


Busqué en las miradas de Edward, y de mi hija, el valor que me faltaba para aceptar esa idea que me tensaba los músculos. Y no fue hasta que me embriagué del negro y chocolate de ambas miradas, hasta que asentí


“Vamos” – dije, para después, salir corriendo hacia la dirección que Edward y Jasper indicaban.

jueves, 4 de febrero de 2010

Renacer

Capítulo 15: Más allá del Pasado


“¿Qué has dicho?” – pregunté, completamente confundido.


La muchacha me sonrió de manera cálida y un sonoro jadeo se escapó de mis labios al prestarle más atención y ver, en sus ojos, la viva imagen de aquel par de castañas pupilas a las que tanto amaba.


¡No!


Aquello era imposible. Tenía que serlo


Seguramente había escuchado mal. Tal vez, sin darme cuenta, me había sumergido en un pesado letargo y me encontraba soñando. (Sabía, de ante mano, que todo ello era imposible, pues era un vampiro, pero más improbable me resultaba aceptar lo que, tenía pocos segundos, acababa de escuchar y lo que estaba viendo)…


…¿Esa niña de cabellos rizados y cobrizos me había llamado…?


“¿Quién eres?” – le preguntó Emmett


“Mi nombre es Reneesme”


“Reneesme” – repitió Alice – “Qué nombre tan más extraño”


“Lo es” – acordó la muchachita, sin dejar de mirarme ni un solo momento – “Pero mis padres fueron quienes lo decidieron, ¿Verdad?"


No contesté. A pesar de ser un ser inmortal, me sentía demasiado anonadado.


“¿Quieres decir que Edward es tu padre?”


“Y la mujer que en sus brazos se encuentra, mi madre” – agregó.


Los rostros estupefactos de mi familia se volvieron en mi dirección, con un movimiento completamente inconciente y sincronizado.


“N-no” – balbuceé, ante las inquisitivas miradas – “Ustedes saben perfectamente que Bella y yo no… Esto tiene que ser un mal entendido”


“Pues no lo parece” – puntualizó Alice – “Se parece mucho a ti y, no puedes negar que sus ojos son la viva reencarnación de Bella”


Mi hermana tenía razón, definitivamente, no había forma de negar aquella afirmación; pero... Aquello no podía ser real. Yo no podía ser padre. ¡Era ilógico, inverosímil! Bella y yo habíamos hecho el amor tenía poco y no había mostrado ningún signo de embarazo… ¿Cómo, cuándo, dónde, había nacido esa niña que se hacía llamar por nuestra hija?


“Me imagino que no entiendes lo que pasa” – dijo, mientras se me acercaba, para inclinarse frente a mí. Fue algo extraño; pero, a pesar de ser la primera vez que le veía, no sentí esa necesidad de proteger a Bella de su proximidad. Era como si una voz interior me dijera que no había peligro alguno, que podía confiar en ella – “Siento mucho aparecerme de esta manera; pero ya no podía esperar más. He pasado siglos extrañándolos”


“¿Siglos?” – repetí


“¿En realidad no me recuerdas?” – inquirió, con voz suave, al mismo tiempo en que una de sus manos alcanzaba la mejilla de Bella, quien había vuelto a caer inconciente, para pasar los últimos minutos que le restaban a su transformación – “Este es el momento definitivo” – susurró


“¿A qué te refieres?”


Su mano se levantó, en dirección hacia mi rostro.


“Déjame contarte todo” – pidió, mientras su piel tocaba mi mejilla y una serie de imágenes acudían a mi mente.


Yo era un vampiro. Ella una humana. Forks no era lo que conocía hoy, o hace un siglo. Era un Forks ubicado en el año de 1720. Vagaba solo por el mundo, cuando la vi, con su vestido largo y adornado con listones de color azul. Me resultó la criatura más hermosa y frágil desde el primer momento; con sus mejillas siempre sonrojadas y sus ojos chocolate, se convirtió en mi delirio, en mi razón de vivir.


Cubierto por las sombras, no había momento en que no la siguiera. Vigilaba cada paso que daba, contemplaba cada suspiro que emitía, me enamoraba más, con cada segundo que transcurría. El destino se apiado de mí y fui correspondido de la misma ferviente manera. La amé, me amó, y fue ese enloquecido sentimiento por lo que se entregó a mí. Un vampiro y una humana unidos, en cuerpo y alma, por toda la eternidad; Poco tiempo transcurrió, después de esa noche. Constantes mareos y terribles contracciones comenzaron a enfermarla, su vientre comenzó a crecer, con la llegada de un nuevo ser, fruto de nuestro amor.


Su nacimiento fue complicado; pero fue la fuerza y voluntad de Bella fue lo que nos hizo ganar esa ardua batalla. Tuvimos a nuestra hija (mitad humano y mitad vampiro) en nuestros brazos una madrugada de septiembre. Yo me vi en la obligación de convertir a Bella, pues la pérdida de sangre la había dejado demasiado débil.


Habíamos formado, los tres, una familia. Nos encontrábamos felices, viviendo en el bosque, cuando ellos llegaron: Los Vulturi… Un aquelarre de vampiros que decían cuidar y hacer valer nuestras leyes como inmortales, condenaron, sin esperar a una explicación o prueba a nuestro favor, el haber creado a una especie nueva, que, según ellos, podía poner en peligro el secreto de nuestra existencia.


“Tienes que correr y no parar hasta que estés segura que no te podrán encontrar” – le había dicho Bella, con voz ahogada, mientras acariciaba su cabello rizado.


“No quiero separarme de ustedes”


“Pronto estaremos juntos” – prometí, con mis brazos envolviendo a ambas mujeres que representaban toda mi felicidad – “Esta separación será momentánea. Es necesaria. No te queremos perder. Mientras tú existas, nosotros también lo haremos. No dudes que, pase lo que pase, un día volveremos a reunirnos”


Nuestra hija había dado media vuelta y empezado a correr, tal y como le habíamos indicado, con lágrimas violentas derramándose por sus ojos. Los Vulturi llegaron a los pocos segundos y, al ver a los más de veinte vampiros que nos encaraban, Bella y yo supimos que ese instante sería el último de nuestra vida. Tomé su mano, fuertemente, contra la mía, para apaciguar mi propio miedo.


“Te amo” – susurró, regalándome una esperanzadora sonrisa – “Pase lo que pase, dime que la promesa que le hiciste a nuestra hija será cierta”


“Lo será” – afirmé – “Te amaré para toda la eternidad y si hoy tenemos que separarnos, no dudes que te buscaré en mi siguiente vida. Y si en esa vida también te tengo que dejar, haré lo mismo en la próxima y en la próxima, hasta que nada pueda ya separarnos”


Esas fueron las últimas palabras que le dije a Bella. Ese fue, realmente, nuestro primer adiós. El tiempo pasó, hasta que ella y yo renacimos, ambos como humanos… Nuestra hija supo de ello, pero no quiso interferir ya que, sabía, aún no era el momento para presentarse ante nuestros ojos. Después, yo había sido convertido en vampiro y se desarrolló la historia que todos ustedes ya conocen y que les ha sido narrada, hasta este entonces.


Abrí mis ojos y los fijé en la mirada castaña que se encontraba frente a mí. Sentí un ardor en mis pupilas, ante las lágrimas que no podía derramar; Me resultaba hermosamente increíble el saber que mi historia con Bella iba más allá de lo que yo pensaba. Dolorosamente irreal que hubiera más dolor que sumarle a nuestra historia. Inexplicablemente emocionante el volverme a reencontrar con ese sentimiento paternal que había permanecido cuidadosamente guardado.


“¿Me recuerdas ahora?” – preguntó, a lo cual yo respondí enrollando su cuerpo con mis brazos y atrayéndola hacia mi pecho.


“Si…” – susurré – “Claro que te recuerdo…”


Sentí sus lágrimas mojar mi camisa


“No sabes cuánto los he extrañado”


Quedamos en silencio por un momento, sumergidos el uno con el otro y yo… me sentí en paz. Completo… Feliz…


Reneesme y yo nos separamos y llevamos nuestros ojos hacia abajo, en donde Bella aún seguía tendida sobre el suelo, su cuerpo comenzó a convulsionarse, ante el impetuoso infierno que la devoraba. Faltaba poco. El olor a sangre humana se había extinguido y la palidez de su piel era notoria. El corazón latía fuertemente, de manera frenética, anunciando que llegaba a su fin.


Pum, pum, pum, pum, pum…. Silencio…


Me incliné para tomar su rostro entre mis manos y poder ponerlo sobre mis piernas, acaricié su mejilla – ahora pálida, dura y fría – con la yema de mis dedos y sus ojos comenzaron a moverse, rápidamente, conforme sus ojos iban dejándose al descubierto


“Bella” – susurré, cuando mis ojos se encontraban con el rojo de los suyos.


“Edward…” – musitó, con la mirada confundida y desorientada. Era lógico. Sus sentidos se habían desarrollado, podía ver, oír, oler, sentir cosas que como humana no. Me acerqué, lentamente, para no asustarla, y besé su frente. Ella inspiró y un sonido lastimero salió de su garganta: Tenía sed.


Sus movimientos fueron demasiado rápidos que se presentaron invisibles hasta para nosotros. Cuando pude darme cuenta, ella ya se encontraba agazapada frente a nuestra hija, con la mirada hambrienta y deseosa.


“Qué… deliciosa” – ronroneó, con voz hermosa, acariciando sus labios con su propia lengua y… me esperaba todo, TODO, menos lo que en realidad sucedió:


Antes de que mi mente llegara a convencerse de que Bella resultaba peligrosa para nuestra hija y que debía de impedir que le hiciera daño, Reneesme ya se encontraba cubierta por el cuerpo de Jacob, que miraba a Bella de una manera diferente... No era amor, mucho menos desprecio… Era un brillo de afecto, de amistad, pero que dejaba claro que no le iba a permitir acercarse a la muchacha que se encontraba tras de él…


¿En qué momento había cambiado tanto su mirada melancólica y dolida?


Ella no. No me importa lo que me pase, ella no puede resultar herida…


“¡Hazte a un lado, Jacob!” – bramó Bella, extrayéndome de la mente del muchacho.


El chico no respondió ni se movió ni un solo milímetro. El gruñido de Bella se elevó por los aires y fue entonces cuando me apresure a enrollar mis brazos a su alrededor


“Bella, tranquilízate” – pedí y lo único que gané fue un fuerte golpe directamente dado en mis costillas que me estampó contra la dura piedra de la cueva.


Jasper y Emmett, al ver que no iba a poder lograr controlar yo solo la situación, aparecieron detrás de Bella y la arraigaron fuertemente con ambas manos.


“Bella…” – llamó Jasper, usando su don para tranquilizarla. Me volví acercar a ella y, conforme el poder de mi hermano causaba efecto, un brillo de reconocimiento se fue asomando a sus pupilas.


“Edward…” – su voz se quebró al pronunciar mi nombre, mientras su cuerpo se abalanzaba hacia el mío y sus brazos me enrollaban la cintura – “Lo siento… Yo… No quise…”


“No pasó nada” – calmé


Quedamos abrazados durante varios segundos, con su rostro hundido en mi pecho y sus uñas sumergiéndose en mi espalda – como si el enterrarme sus dedos en mi piel fuera a calmar el lacerante ardor de su garganta – No me moví ni un solo centímetro, aunque realmente sentí un poco de dolor. No importaba. Me podía arrancar la cabeza si eso le hacía sentir mejor. Dejaría que me descuartizara cada parte de mi cuerpo si ello prometiera que la sed ya no le iba a torturar de esa manera. Poco a poco, Bella fue soltando mi piel, hasta que la liberó por completo, quedado la yema de sus dedos acariciando las heridas que tenía poco me había causado.


“Dios… ¿Qué me pasa?” – sollozó


“Lo siento tanto…”


“¿Por qué te disculpas?” – inquirió molesta, con su delicada voz cantarina, mientras apretaba más el agarre de sus brazos a mi cintura – “¿Por qué lo haces si soy yo la que te está hiriendo?”


No pude evitar soltar un pequeño gemido… Estaba seguro que, de haber necesitado realmente el aire para respirar, hubiera muerto asfixiado en sus brazos… y, realmente, no me hubiera importado. Hubiera sido una muerte deliciosa. Sin embargo, ella se alejó de mí con un sobresalto y los ojos inundados de miedo. No era necesario el leer su mente, sabía lo que estaba pensando. Podía llegar a comprender toda la confusión que sentía. Di un paso hacia el frente y, sin decir más, fui yo quien la abrazo


“No te separes de mí, por favor” – dije – “Abrázame y no temas, Estoy aquí…”


“Edward…”


“Todo está bien…”


Otro momento de completo silencio y quietud. Jasper y Emmett seguían a mi lado; Rose, Alice y Esme se encontraban atentas a todo y… mi hija, seguía detrás de Jacob.


Creo que no ha sido buen momento para venir…


“No digas eso” – solté, logrando que mi compañera dirigiera su atención a Reneesme. Pude sentir la tensión que se creó en el licántropo al verse traspasado por las rojas pupilas e, instintivamente, todos dejamos de respirar.


Bella clavó fijamente sus ojos en Reneesme, su mano nunca abandonó la mía y fue gracias a ello que pude estar seguro que, fuera de exasperarse como lo había hecho minutos antes, se iba relajando…


“¿Quién eres?” – fue lo que preguntó, hablando con voz bajita, tranquila y pausada


“Ella es Reneesme” – me adelanté a contestar, acercándome para hablar a su oído – “¿No la recuerdas?”


“Re…neesme…” – repitió, con voz ausente… Nuestra hija dio un paso hacia al frente y fue bloqueada por Jacob. Su mano se posó en el hombro moreno y el muchacho giró el rostro para verla


Entonces… fue cuando comprendí el por qué tanta preocupación por parte de él. Sus miradas se encontraron y ambos pensamientos se perdieron en un sinfín de emociones y sentimientos, que me serían difíciles e imposibles de describir…


“Ella no me hará daño”


El muchacho vaciló un poco antes de acceder… y es que le era tan excesivamente difícil el dejarla ir, sabiendo que podía estar en peligro. Reneesme caminó hacia nosotros y, cuando estuvo frente a Bella, alargó su mano para poder tocar su rostro. Bella no se negó, era como si, de alguna manera, supiera que aquello era necesario… Y las imágenes de nuestro pasado comenzaron a bañar su memoria.


“¡Oh!” – jadeó, cuando nuestra hija dejó caer su mano


“Bella…”


“Mamá…”


Dijimos al unísono, alarmados ante su mirada atónita. Reneesme se hizo a un lado, dándome paso para acercarme a Bella y así poder tomar sus manos entres las mías.


“Bella…” – repetí su nombre y, poco a poco, su gesto se fue recuperando del asombro


“Esto… ¿es un sueño? ¿Acaso estoy muerta?”


“No. No es un sueño y, gracias al cielo, tampoco estas muerta”


“Es que esto es…”


“¿Imposible?” – completé. Ella no contestó, entonces, tomé su rostro entre mis manos – “No lo es Bella. Nuestra hija te ha mostrado toda la verdad… Ahora te resulta difícil recordarlo, acabas de despertar como vampiro y tus recuerdos se encuentran desordenados; pero…”


“Pero no hace falta todo eso” – murmuró, alzando la mirada – “No es necesario… yo… yo no necesito de eso para saber que tú eres mi hija”


Reneesme se lanzó a los brazos que la recibieron como si hubieran estado esperando siempre para ello…


BELLA POV


Era increíble lo que esa extraña conocida despertaba en mí. La sed, el amargo ardor de la garganta y el estrujador dolor del estomago que me ocasionaba, habían sido olvidados – o, por lo menos, compensados – ante su cercanía. El palpitar de su corazón, haciendo eco y sustituyendo el lugar del mío, que había callado para siempre, calentaba mi ahora fría y dura piel. El olor que anteriormente me había tentado, ahora me resultaba una esencia conocida, purificante. Mis brazos parecían haber sido diseñados exclusivamente para abrazarla, y mis dedos para acariciar sus cabellos rizados y cobrizos.


Reneesme, mi hija…


No había necesidad de tenerlo todo claro para recordarlo, cuando en sus brazos tenía la noción de que Edward y yo nos amábamos. Si. Eso era lo importante. Podía sentir en su piel, en su olor, aquella perfecta fusión que nuestros cuerpos tuvieron en el momento en que la procreamos. Nuestra hija, nuestra carne, nuestra sangre…


“¡No!” – la voz de Alice nos separó de un salto, haciéndome recordar que en esa cueva no estábamos solamente Edward, nuestra hija y yo… Trayéndome a la realidad de que la paz, en realidad no existía, pues allá afuera, nos querían a nosotros.

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Ya solo nos quedan dos cap mas  para el final asi que chicas dejen sus comentarios
Mil besitos
Angel of the dark