Dark Chat

domingo, 3 de enero de 2010

collage de rob















SIN PALABRAS CHICAS


gracias a R&K

Sangre Real

HOLA mis angeles hermosos , aqui les traigo mas cap de sangre real , perdon por el atrazo ,les mando mil besitos
y tambien aprovecho para decirles que mañana estaremos estrenando fic
Angel of the dark
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Capitulo 8 . Deuda


-¡Nos vemos mañana! –se despidió Lissa alegremente.


Me despedí con un movimiento de mi mano y entre en el edificio. Estaba tan cansada, que por primera vez lamenté que mi departamento estuviera en el cuarto piso. El pasillo estaba vacío, como era de esperarse a las tres de la mañana. Me dirigí a mi puerta con la llave en la mano, tan sólo quería entrar y dormir…


-Bella


Di la vuelta tan rápido que ni siquiera me di cuenta que casi me estrello contra alguien, sólo pude ver la camisa negra en frente de mí, así que tuve que levantar mi mirada. Por una extraña razón me relajé al darme cuenta que se trataba de Edward. Estaba con un vampiro en la oscuridad de la madrugada y estaba completamente tranquila, definitivamente había algo mal en mi.


-¿Qué haces aquí? –pregunté.


-Quería verte –admitió. Sus ojos dorados brillaron por un momento y una magnífica sonrisa se dibujo en su rostro.


¿Por qué? Fue una pregunta que inundó mi mente, pero no dejé que escapara de mis labios.


-Yo no pude estar a tu lado la otra noche –dijo un poco después. Frunció el ceño-, debí protegerte y no lo hice –apretó los puños. Parecía bastante molesto por eso.


-Estoy bien –sentí una necesidad por tranquilizarlo. Recordé mi última noche en el bar de los vampiros, había visto su rostro cuando Jacob entró por mí, él había querido estar cerca de mí, pero Jasper y Emmett lo habían detenido.


-Quiero protegerte, pero tal vez tú no quieras eso –dijo, su expresión se volvió sombría-. Te volveré a ver.


No tuve tiempo de detenerlo, se había ido antes de que pudiera parpadear.


No hice mucho al día siguiente, llegué al supermercado a abastecer mi muy reducido refrigerador, después decidí salir un rato, había tenido una semana agotadora y confusa, esperaba que al regresar al Luna Llena todo cambiara.


-¡Me da tanto gusto que hayas regresado! –exclamó Lissa al recibirme en el bar-. Esa semana que tuviste de vacaciones se me hizo eterna, aquí no es lo mismo sin ti.


Un suspiro de cansancio salió de mis labios, si ella supiera que “en mis vacaciones” no había descansado nada…


-No sabes cuanto extrañé el Luna Llena –dije, lo que era completamente cierto.


Me puse mi uniforme rápidamente y comencé a servir a los Licántropos.


-Me alegra verte de nuevo por aquí Bella –dijo Jason cuando me acerqué a la barra.


-¡A mi también! –exclamé sonriendo.


La noche trascurrió tranquilamente, había notado un cambio en la actitud de algunos licántropos hacia mí, me miraban fijamente... sacudí la cabeza, tal vez sólo era que tenía demasiada imaginación.


Mi celular sonó, logrando sacarme de mi trance.


-Bella –dijo la voz que reconocí como la de Kisha. Pude distinguir el inconfundible motor de su auto-. Estoy en mi descanso… voy para allá.


-¿Qué?


-Quiero conocer el bar de los licántropos, tú hablabas tan bien de ese lugar –contestó-, además no esta muy lejos.


Hice una mueca, si Lissa la veía iba a preguntarme de donde la conocía.


-Kisha cuando llegues por favor solo di que…


El rechinido de unas llantas hizo que me callara, me puse rígida al escuchar el estruendo que le siguió.


-¡Kisha! –exclamé asustada-. ¿Estás bien?


La respuesta que tuve fue un grito desgarrador que sólo duró unos segundos, después siguió el silencio…


-¡Lissa! –casi le grité al llegar a ella.


-¿Qué pasa? –preguntó la pelirroja preocupada.


-¡Tu auto pronto! –ya le explicaría, cuando encontrara a Kisha. Ni siquiera podía llamar a la ambulancia hasta saber bien su ubicación. Respiré profundo… la encontraría rápido, tendría que estar muy cerca del Noche Eterna.


-¡Detente! –le grité a mi amiga cuando vi el carro de Kisha, había chocado con otro.


Mi amiga y yo salimos corriendo del carro. No había nadie más en la calle, casi nadie pasaba por ese lugar en la noche.


-¡La chica se está desangrando! –gritó Lissa horrorizada.


Por el rostro de Kisha escurría la sangre, parecía tener una herida en la cabeza, el vidrio de su puerta estaba completamente roto…


-Ve a ver como está la otra persona mientras yo la saco de aquí –le dije a mi amiga, al tiempo que me acercaba al auto.


-¡Está inconsciente! –me gritó mi amiga-. Pero parecer estar mejor que ella…


Intenté abrir la puerta, pero estaba atorada… gemí frustrada, tenía que sacarla de ahí pronto.


-¡No puedo!


-Tranquila Bella –dijo mi amiga, aunque ella estaba temblando-. Llamaré a una ambulancia, ellos la sacarán.


El hospital quedaba muy lejos… observé a Kisha, la sangre no dejaba de fluir, no podía dejarla así…


-Quédate aquí –le dije a Lissa.


-¿A dónde vas?


-Al Noche Eterna


Los ojos de la pelirroja se agrandaron.


-¿No es ese el bar de los vampiros? –cuestionó, ni siquiera tuve que responder a su pregunta-. ¡Estás loca! ¿Qué piensas hacer ahí?


-Buscar ayuda –era mi única opción. Me subí a su auto y arranqué.


No me importó que todos se fijaran en mí cuando entré corriendo al bar. Busqué desesperadamente a Edward… pero no estaba… tendría que buscar a alguien más para que me ayudara. Alguien tomó de mi brazo antes de que yo pudiera dar la vuelta.


-Bella ¿Qué ocurre? –Lucern estaba frente a mi, sus ojos azules me miraban fijamente, parecía preocupado… ¿por mí?


-Ayuda –musité.


El rey de los vampiros se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos, parecía desesperado por encontrar que era lo que andaba mal en mí.


-Yo estoy bien –dije-. Mi amiga es la que está en problemas.


Lucern se relajó considerablemente y su personalidad autoritaria pareció regresar a él. A una seña de él, dos vampiros se acercaron.


-Llévame –dijo.


Subí al auto, los tres vampiros siguieron mi camino corriendo, no parecía costarles ningún esfuerzo hacerlo.


La ambulancia aún no había llegado, Kisha debía de seguir ahí adentro.


-¿Por qué los trajiste? –preguntó Lissa, su cara se volvió pálida cuando vio a los vampiros.


-Necesitamos ayuda, la que sea –contesté.


El rey de los vampiros observó el choque con expresión aburrida, hice una mueca, seguramente me habría imaginado su preocupación, porque a Lucern no parecía importarle si Kisha vivía o moría.


-¡Sácala de ahí! –grité desesperada.


Entonces Lucern me sonrió.


-Creo que debes saber que cualquier favor que pidas se debe pagar –dijo.


Ni siquiera me detuve a pensar en las consecuencias.


-¡Lo que sea! –exclamé-. ¡Pero sácala!


Lucern asintió y uno de los vampiros arrancó la puerta del auto, y sacó a Kisha, la herida que tenía en la cabeza todavía seguía sangrando, el vampiro se lamió los labios.


-Si te atreves a morderla –advertí, sacando mi daga de plata-, te la encajo en el corazón.


El rey de los vampiros pareció encontrar mi amenaza divertida.


-No lo hará –me dijo Lucern-, a menos que quiera problemas conmigo.


El vampiro se estremeció.


-Cierra su herida –le dije al vampiro. Sabía que ellos podían hacer que cualquier herida se cerrara por completo.


-Haz lo que dijo –le ordenó Lucern, el vampiro se inclinó sobre Kisha y comenzó a lamer su herida, poco después se retiró.


Suspiré aliviada al ver que el flujo de sangre se había detenido. El sonido de la ambulancia se escuchó en la calle… vi a los paramédicos llevarse a Kisha y al señor que estaba en el otro auto.


-Recuerda que estas en deuda conmigo –me dijo Lucern-, pronto te pediré que me pagues el favor…


Me estremecí y toqué mi cuello, sabía que era lo que pediría a cambio…


Subí a la ambulancia, no estaba dispuesta a separarme de Kisha, Lissa me había dicho que nos seguiría en el auto.


Me quedé sentada en la sala de espera, mi amiga pelirroja estaba sentada a un lado mío. Necesitaba hablar con alguien, así que le conté toda la verdad, bueno casi toda, omití algunos problemas que había tenido, así como que yo conocía la identidad del rey vampiro.


-Entonces… todo este tiempo, estuviste trabajando en el Noche Eterna –dijo sorprendida-. ¿Nadie te mordió? ¿Estás bien?


-Si, no te preocupes –la tranquilicé.


-¡Me hubieras dicho! –exclamó-. Así no sufrirías sola…


-Gracias amiga


-¿Ya conocías a los vampiros que nos ayudaron? –preguntó.


-Sólo a uno


-¿Al guapo de cabello plateado? –dijo.


-¡Lissa! –la regañé.


-Soy mujer… y no estoy ciega –se encogió de hombros, luego su expresión se volvió seria-. Si estás en deuda con él… ¿Crees que te pida un poco de tu sangre?


-Es lo más seguro


Lissa frunció el ceño.


-¡Es un maldito! –exclamó-. ¡No puede hacer eso!


-Si puede –dije-, y no te preocupes, no me pasará nada… -añadí. Era mejor resignarme, después de todo no podía hacer nada para evitarlo.


Lissa me abrazó, sabía que estaba tratando de darme valor.


-¿Son familiares de Kisha Denver? –preguntó una voz masculina.


-Amigas –contesté, y me sorprendí al darme cuenta que el doctor era un vampiro.


-Soy el doctor Carlisle Cullen –extendió su mano hacia mí.


-Bella Swan –respondí.


Una extraña sonrisa cruzó por el rostro de Carlisle, sus ojos me miraban fijamente, como si yo fuera parte de su familia.


-Señorita Swan, su amiga se está recuperando estupendamente –anunció el vampiro-, gracias a la transfusión de sangre. Creo que sólo necesitará unos días, y podrá salir de aquí en perfectas condiciones.


Agradecí a Carlisle antes de que se retirara.


-¿Quieres que te lleve a casa? –preguntó Lissa.


Asentí, mañana podría hacerle una visita a Kisha, ahora estaba muy cansada.


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Capitulo 9 . Rojo sangre



Aunque estuviera atendiendo a la clientela del Luna llena mi cabeza estaba en otro lado, intentando pensar cuando o cómo me llamaría el rey de los vampiros para cobrar la deuda que tenia con él. ¿Tal vez sería mejor buscarlo por mi misma y acabar con todo esto? Sacudí mi cabeza y me acerqué a la barra.


-Te ves diferente Bella –comentó Jason-. ¿Algo va mal?


Negué con la cabeza y le brindé una sonrisa, que tal vez no era del todo convincente pero por el momento era todo lo que podía hacer. No quería preocupar a mi amigo con mis problemas.


-¿Por qué salieron tan deprisa Lissa y tu la otra noche? –preguntó.


-Una amiga mía tuvo un accidente –contesté-, fuimos a ayudarla.


-¿Qué le ocurrió? ¿Está bien?


-Si ya está mejor –dije más animada. Cuando había ido a verla en la mañana se le veía estupenda, y el doctor Carlisle me había dicho que dentro de poco la daría de alta-. Fue un accidente de coche.


-Un momento –los ojos de Jason se ampliaron-. ¿Qué no fue ese el accidente que ocurrió cerca del Noche Eterna?


Asentí. Rod debió haberse enterado de eso… después de todo Kisha es empleada suya.


-Entonces… ella trabaja para el bar de los vampiros –concluyó Jason-. El jefe había dicho que una de sus chicas se había accidentado.


La conversación iba por mal camino, o estaba a punto de hacerlo.


-¿Cómo te hiciste amiga de una de las chicas del Noche Eterna?


-Uh… creo que la mesa del fondo esta desatendida –dije dando media vuelta. No quería responder a más preguntas.


Después de un día intranquilo en el bar, por fin había llegado a mi departamento… y cuando quiero acostarme en mi cama para poder descansar, me encuentro con que un desconsiderado chico-lobo está sentado en ella.


-Hay sillas afuera –señalé la puerta que daba a mi pequeña sala-. Tú no necesitas una cama así que fuera de ahí, déjasela a los que si podemos dormir.


Jacob arqueó una ceja, y luego empezó a reír. No me importaba que se riera de mi mal humor, con tal de que saliera de mi cama, lo cual no estaba haciendo.


-Sabes, lo curioso es que no esperaba mejor recibimiento –comentó.


-¡Bien! –exclamé exasperada-. ¡Fuera! –añadí empujándolo.


Pero mi amigo licántropo, más rápido y fuerte que yo, me tomó de la cintura y con un suave movimiento me dejó en la cama, a un lado suyo.


-Cabemos los dos perfectamente –dijo sonriendo.


Esta bien, tenía razón, ya que la cama que me había comprado no era individual, pero yo no lo quería ahí, lo único que yo quería era descansar.


-Jacob, por favor, quiero dormir –musité-. ¿Qué no piensas en mí? Estoy muy cansada y…


-Pienso en ti todo el tiempo, por eso estoy aquí –dijo más serio.


-Jacob…


-Quiero hablar contigo –me interrumpió de nuevo-, es importante.


-¿Por qué no fuiste al bar entonces?


-Estaba ocupado, y era muy tarde cuando terminé –contestó-, así que decidí esperarte en tu departamento.


-Tienes mi atención –dije incorporándome hasta quedar sentada.


Jacob tomó mis manos y entrelazó sus dedos con los míos.


-Bella…


Un ruido fuerte me hizo saltar de la cama, saqué mi daga de plata, esperando ser atacada en cualquier momento.


-No te asustes Bella –Jacob se levantó y se acercó a mí-. Es otro licántropo, no te preocupes está afuera del edificio –añadió señalando mi ventana.


Me asomé y vi al otro chico-lobo, miraba en mi dirección, por supuesto esperando por su rey.


-Tengo que irme Bella –se inclinó hacia mí, besó mi frente y saltó por mi ventana.


Guardé mi daga, y me dejé caer en la cama, cerré mis ojos y dejé que el cansancio surtiera su efecto.


A la noche siguiente, salí de mi departamento. Lissa me esperaba afuera, para llegar al Luna Llena, pero antes de que pudiera llegar al auto, un vampiro se había cruzado en mi camino.


-Señorita –saludó cortésmente. Me quedé petrificada, mi buena amiga, salió del auto y se puso a un lado de mí-. Mi señor quiere verla.


Asentí, era el momento de pagar mi deuda.


-¿Qué? Bella…


-Ahora no Lissa –tuve que interrumpir a mi amiga.


-¿Dónde está él? –pregunté al vampiro.


-En el bar


-Lissa… ¿Me llevarías al Noche eterna? –le pregunté-. Me dejas ahí y te vas.


-Pero…


-Por favor –le rogué, no quería arriesgar a mi amiga.


Lissa me vio fijamente por un momento y después asintió.


-Te puedes ir –le dije al vampiro.


-Mi señor me dijo que me asegurara que llegaras al bar –protestó-. Las seguiré.


-Como quieras


Salí del auto y me despedí de Lissa, en cuanto llegamos al bar.


-¿Qué le digo a Rod?


Mi jefe se enteraría que había visitado el bar de los vampiros, de eso estaba segura.


-No te preocupes –le dije-. Yo hablaré con él.


Entré en el bar, seguida del mensajero vampiro, escuché claramente como el auto de mi preocupada amiga se alejaba, eso me hizo sentir un poco mejor, por lo menos ella no iba a ver nada.


Ashery se acercó a mí, parecía molesta con mi presencia.


-¿Qué haces…


Pero la chica se tragó sus palabras en cuanto Lucern tomó mi mano.


-Viene conmigo –dijo el rey de los vampiros mostrando una blanca sonrisa, me alegré un poco al no ver sus colmillos.


Ashery me fulminó con la mirada y se alejó a paso rápido.


Lucern me guió hasta una mesa vacía y se sentó en la única silla que había.


-Se que me llamaste para que pague mi deuda así que…


El rey de los vampiros me jaló y yo caí sentada en sus piernas. De pronto fui muy consiente de todas las miradas… los otros clientes del Noche eterna nos observaban atentamente. Giré la cabeza para buscar a Edward, pero no lo encontré…


Lucern tomó mi barbilla, haciendo que lo viera directamente, sus ojos azules brillaban con una emoción que no comprendí.


-No sólo por eso –admitió-, también porque quería verte.


Me mordí el labio, eso si era nuevo.


-Debería estar enojado contigo, por hacerme esto –continuó-, pero tampoco puedo…


¿Hacerle que? ¿De que estaba hablando?


Entonces el rey de los vampiros hizo algo, que yo no me había imaginado, me besó. Sus manos descendieron hasta mi cintura y me acercaron a él, mientras sus labios probaban los míos.


Su boca fue descendiendo hasta quedarse en mi cuello, sabía lo que venía a continuación… sentí como sus colmillos atravesaron mi piel, pero para mi sorpresa, no dolió. Cuando terminó su lengua limpió mi herida, no tardaría mucho en cerrarse.


-He tomado mi decisión –dijo con su mirada fija en mí. El azul de sus ojos se había vuelto más intenso que antes.


Me tomó de la cintura y me puso de pie, se colocó en frente de mi con su elevada estatura, tomó mi mano y se inclinó hacia delante como si estuviera haciendo…. ¿una reverencia?


Todos los vampiros presentes se acercaron a mí, y siguieron el ejemplo de su rey… esto no estaba nada bien.


-Quiero que seas mía –susurró con los brazos alrededor de mi cintura.


Logré hacerme para atrás.


-Yo no soy de nadie –musité.


Lucern sonrió.


-Pero lo serás –afirmó-, serás mi reina.


¿Reina? Ahora si que estaba asustada.


-Te daré tiempo para que vengas a mí voluntariamente –dijo el rey de los vampiros-, pero no te prometo mucho, porque no soy muy paciente.


Justo cuando había creído que las cosas no podían empeorar, al parecer mi especialidad era meterme en líos.


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Capitulo 10 . Sin Salida


Cuando llegué a mi departamento estaba literalmente temblando, corrí a mi habitación lo más rápido que pude, no me detuve hasta estar frente a mi espejo. Suspiré al ver que las marcas apenas eran visibles, ahora eran dos tenues puntos rosados en mi cuello, pronto desaparecerían por completo, era otra cualidad de los vampiros, después del ataque no dejaban huella.


Después de cambiarme en el cuarto de baño, me tumbé en mi cama, estaba asustada… sería tan sencillo si despertara en la mañana y descubriera que todo fuera un sueño, pero la vida no es así, y lo sabía, yo mejor que nadie.


Yo no quería ser reina, de ninguna clase, mucho menos de los vampiros, de los seres que siempre había desconfiado y hasta temido.


Me removí incómoda entre las sábanas.


No quería convertirme en vampiro… pero ¿tenía opción de elegir? Un escalofrío me recorrió, lo más seguro era que no…


Esa noche no dormí, me limité escuchar el sonido del viento… a observar la luz de la luna que podía apreciarse desde mi ventana… fue una noche bastante larga.


-Bella esa bebida no es para la mesa cinco –me dijo Lissa a la noche siguiente en el Luna llena.


Asentí y me dirigí en dirección contraria, estaba cerca de la mesa ocho, cuando escuché un “No” de Lissa, la observé confundida.


-¡Mesa diez! –me recordó


-¡Cierto! –exclamé y me dirigí hacia allá.


-Te veo cansada y distraída –comentó mi amiga un rato después-. ¿Qué pasa Bella?


-Nada –le dirigí una sonrisa que por supuesto no la engañó.


Lissa frunció el ceño.


-¡No me vengas con eso! –resopló-. Sé que te ocurre algo.


Sí, tenía un gran problema, y moría de ganas por contárselo a ella, pero no podía porque eso significaba revelar la identidad del rey de los vampiros, lo cual estaba prohibido y no quería más problemas, así que me tragué mis palabras y volví a intentar la sonrisa falsa.


-Nada –repetí.


Los ojos de Lissa se volvieron tristes, me tocó el hombro y me devolvió la sonrisa.


-Cuando quieras contarme lo que te ocurre aquí estaré –dijo.


-De acuerdo –contesté, y me fui rápidamente antes de cometer una imprudencia.


El reloj marcó la hora de salida, no tardé mucho en llegar a mi edificio, justo al llegar a mi piso, lo vi recargado en la puerta de mi departamento, sus ojos dorados se fijaron mí mientras avanzaba hacia él. Ahí estaba tan guapo y perfecto como siempre, claro como todos los vampiros.


-Edward –musité-, tú… esto… ¿Qué haces aquí?


-Quiero asegurarme de que estés bien –dijo acariciando mi rostro.


Tuve el impulso de llevarme una mano al cuello, donde habías sido mordida, pero me contuve a tiempo, la herida ya debería estar curada por completo.


-¿Quieres pasar? –le ofrecí abriendo la puerta. El aceptó, pero no cruzó el umbral hasta que yo lo hubiera hecho primero.


Era la primera vez que dejaba entrar a un vampiro a mi departamento, pero aún así no me sentía mal en compañía de Edward.


-Lucern está interesado en ti


El repentino comentario me sacó de mis pensamientos.


-Pero no sé hasta qué grado –continuó-, es difícil escuchar lo que piensa.


Parpadeé sorprendida.


-¿Puedes leer la mente? –pregunté, luego me alarmé-. ¿Puedes leer la mía?


-De ti no puedo escuchar nada –dijo-, de Lucern sólo escucho fragmentos, supongo que se debe al poder que tiene o a su edad, me pasa lo mismo con Jacob, el creo que se deba a su rango que tiene entre los de su especie –explicó.


Estaba mucho más tranquila después de saber que no podía leer mi mente. Ya había escuchado antes de vampiros que tenían habilidades fuera de lo común… pero nunca pensé que uno de ellos mismos me lo dijera.


-¿Lo has visto otra vez? –preguntó.


De nuevo me salí de mis pensamientos. Me mordí el labio, intentando pensar en que decirle a Edward.


-Sólo quiero protegerte –dijo cuando mi silencio se prolongó.


El no podía cuidarme del rey de los vampiros, sólo se arriesgaría, y la verdad es que yo no quería que nadie saliera lastimado por culpa mía.


-No lo he visto –le mentí.


¿Pero cuánto duraría mi mentira? No podría pasar mucho tiempo antes de que Edward se enterara de la verdad.


El vampiro se levantó y con un beso en la frente se despidió de mí.


Al día siguiente me encaminé al bar, le había dicho a Lissa que no necesitaba transporte, tenía la esperanza de que algo de caminata me relajara un poco. Mi cabeza era un mar de confusión y mis pensamientos iban y venían de un lado a otro, sólo decidí concentrarme más en mi camino cuando caí en cuenta que había entrado en un callejón sin salida.


Me di la vuelta, para regresar al sendero correcto cuando vi a un hombre con gabardina que se acercaba a mí. No me dio tiempo ni de parpadear cuando ya había sacado un arma.


-¡Deme todo lo que traiga señorita! –ordenó, apuntándome con la pistola directamente a la cabeza.


Convivía con vampiros y licántropos todo el tiempo, y el peligro ahora era un humano, eso sí que era tener mala suerte.


No podía usar mi daga para defenderme, ya que mi atacante se encontraba lejos de mí, y temía que si me acercaba a él disparara.


-No llevo nada de valor –respondí, lo cual no era del todo cierto, ya que tenía mi daga, pero esa no estaba dispuesta a darla.


-¡No mienta! –se enojó.


Escuché un gruñido justo antes de ver como una figura se lanzaba sobre el hombre, la pistola cayó al suelo y él estrelló contra la pared.


Un vampiro apareció frente a mí, seguido de una vampiresa.


Saqué mi daga y los amenacé con ella.


-No te haremos daño –dijo la vampiresa un poco fastidiada.


-¡Si claro! –exclamé-. ¡Se que quieren mi sangre!


-No nos malinterpretes, tu hueles maravillosamente –dijo el vampiro dando un paso hacia mí, pero se detuvo cuando ella lo agarró del brazo-, pero sólo venimos a protegerte.


-Estábamos cerca y tuvimos que venir a ayudarte –continuó ella. No parecía nada contenta por haberme salvado-. Son órdenes del rey.


-Tú, al parecer pequeña humana eres muy importante entre los vampiros –dijo él.


Hice una mueca, esto para mí era otra mala noticia.


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Capitulo 11 .Desesperación


Esperaba que todo fuera una pesadilla…


Mire a la oscuridad de mi habitación, mi ventana estaba firmemente cerrada, podía escuchar el golpe del viento contra el cristal, mi respiración se volvió desigual y comencé a temblar…


Una pesadilla, sólo eso, por favor… mis ojos se cerraron por un momento, intentaría dormir.


Escuché dos golpes en la ventana, y estaba segura que no había sido causa del viento en esta ocasión. Me levanté de golpe, casi grité al ver una figura del otro lado, hasta que reconocí a Edward.


No podía escucharlo, pero por lo menos reconocí el movimiento de sus labios… le abrí la ventana, me pregunté por un momento porque no había entrado el solo, después de todo no sería muy difícil para un vampiro entrar en cualquier lugar, aunque tal vez sólo quería asegurarse de que yo estuviera de acuerdo en que entrara.


Sonrió, pero sus ojos dorados estaban tristes, y había algo más en ellos…


Me petrifiqué. El ya lo sabía.


Fue como si todo se hubiera derrumbado a mi alrededor, todo lo que había estado conteniendo en estos días estalló en mi interior… y por supuesto no se quedó ahí. Lo vi a los ojos por unos instantes y luego sin saber cómo me encontré entre sus brazos, las lagrimas escaparon de mis ojos.


-Se ha dado la orden que todo vampiro debe respetarte y protegerte –dijo Edward.


-No quiero, no quiero –balbucí contra su pecho.


Su mano comenzó a subir y bajar despacio por mi espalda.


-¿Por qué no me dijiste que lo habías visto? –preguntó con delicadeza, su boca estaba a poca distancia de mi oído, no pude evitar estremecerme.


-Sabía que tu querrías evitarlo –musité sin levantar la vista-, sólo conseguirías problemas y no quiero eso.


-No voy a permitir que él te haga nada –dijo.


Esta vez, miré hacia sus ojos.


-Pero…


-Hay una forma en que no puedas pertenecerle a él –me interrumpió Edward.


-¿Cuál es?


Sus ojos dorados se clavaron en los míos.


-Que seas de otro vampiro antes –respondió.


¿Otro? ¿Dejar que otro de ellos me convierta?


-Pero no… ¿Quién lo haría? –pregunté más para mi misma que para él-. Además yo…


Me interrumpí cuando entendí la intensidad de su mirada.


-Como mi compañera te cuidaría bien –dijo inclinando su cabeza hacia la mía.


¿Qué haría Lucern después? ¿Seguiría como si nada después de que no consiguiera lo que quería? No creía en eso… el castigo para Edward sería terrible… Se sacrificaría solo por protegerme…


-Si lo haces, estarás ligado a mi ¿no? –dije, no espere respuesta ya la sabía-. No podrás hacer compañera a quien de verdad quieras… porque estaré yo.


Pasaron muchas cosas en mi cabeza, de las cuales ninguna terminaba bien. Una parte de mi no quería convertirme… no quería de ninguna manera, entonces… ¿Por qué él me hacía confundirme?


-Bella escucha…


Retrocedí, aunque no quería, pero siempre que estaba confundida… hacia cosas sin pensarlo.


-No quiero convertirme en vampiro…


Sus ojos se apagaron, por alguna extraña razón lo había herido podía verlo.


-Edward…


-No te preocupes –dijo-, no dejaré que Lucern siga con esto, ni te convertiré en vampiro –añadió.


Yo no podía permitirlo, Edward no podía hacer nada contra el rey de los de su especie.


-No quiero que lo hagas, estaré bien… vete –evité su mirada.


-Bella tienes que saber…


Negué con la cabeza.


-Quiero estar sola –mentí.


-Te protegeré –me dijo antes de desaparecer por la ventana.


La mañana trajo consigo el sol, la luz de sus rayos llegó hasta mi rostro, no quería moverme, después de la visita de Edward no había podido dormir mucho, cuando mis ojos se cerraban me despertaba una pesadilla, todas terminaban en sangre.


Después de lo que me pareció muy poco tiempo logré levantarme y llegar hasta el baño. Terminé de arreglarme, tal vez salir un poco me ayudaría.


Alguien toco la puerta.


-¡Jacob! –exclamé cuando abrí la puerta.


El rey de los licántropos entró en mi departamento. Me incomodé un poco en su presencia. ¿Qué haría Jacob si supiera en el lío que me he metido? Sacudí la cabeza, no era bueno pensar en eso…


-¿Qué haces aquí?


Me brindó una de sus cálidas sonrisas antes de contestarme.


-Quiero hablar contigo


Jacob me sugirió salir, y no lo dudé ni un segundo, en verdad lo necesitaba. Recorrimos buena parte de la ciudad a pie, hasta llegar a un hermoso parque.


-Así que por fin tienes un descanso en tu trabajo como rey –comenté cuando nos sentamos en el pasto. Quería distraerme un poco de todos los problemas que tenía, aunque sea por un instante pensar que se había esfumado.


-Sí, últimamente ha sido difícil –dijo-, los vampiros han estado extrañamente inquietos.


¿Inquietos? Esa palabra no sonaba bien.


-Eso les molesta a los licántropos –continuó-, no se sienten tranquilos.


-¿Por qué están así los vampiros?


Jacob se encogió de hombros.


-No sé –admitió-, pero tal vez tenga que ver con los rumores que he escuchado… al parecer Lucern ya escogió consorte, así que pronto los vampiros tendrán una reina.


Oh no. Me levanté rápidamente.


-¿Bella? –Jacob hizo lo mismo.


-Tengo que irme Jacob –musite-, sabes que tengo que trabajar en la noche, y ya es un poco tarde…


Me di la vuelta, y comencé a caminar, Jacob me tomó de la muñeca.


-Al menos deja que te acompañe –dijo.


-No es necesario –contesté soltándome de su agarre-, tomaré un taxi.

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Capitulo 12. Secuestro


Cuando llegué al bar descubrí, con algo de alivio, que Jacob no estaba. No quería que me preguntara como me sentía, me cansaba mentirle tantas veces.


Observé el lugar mientras me desplazaba entre las mesas con una bandeja en la mano, los licántropos se sentían inquietos, muchos hablaban entre sí, no lograba poner atención a todo lo que decían, pero si logré atrapar una que otra frase que escapaba de sus labios. Al parecer el tema en común era la nueva reina de los vampiros…


Me acerqué discretamente a una mesa en la que había cinco, dos mujeres y tres hombres.


-No entiendo porque tanto alboroto por los chupasangres –dijo una de ellos-, a nosotros no nos importan, nunca lo han hecho.


-Gya, el problema es que si ellos tienen una reina, tendrán mayor estabilidad que nosotros…


-Porque no tenemos una –completó la chica lobo con fastidio.


El licántropo asintió.


-Nuestro señor no ha elegido compañera


-¿Por qué no? –Gya parecía molesta-. Con sólo chasquear los dedos y tendría una.


-Pero dicen que ya ha escogido


-Rumores –resopló Gya-, si eso fuera cierto, ya se hubiera hecho una ceremonia y toda la comunidad la conocería y no lo ha hecho.


-Tienes razón –concedió el licántropo-. Muchos están de acuerdo conmigo en que debemos hablar con nuestro señor y pedirle que presente a nuestra futura reina.


-Si es que hay…


Me alejé de ellos antes de seguir escuchando más.


Eso era lo que Jacob quería decirme… que pronto se casaría. El me había dicho que me presentaría a su novia. El seguramente estaría muy feliz por eso… pero yo me encargaría de pisotearlo todo, porque yo, su mejor amiga, me convertiría en reina de los vampiros… me convertiría en su enemiga.


Salí un rato a tomar aire, lo cual fue un error.


Un carro completamente negro pasó por la calle, las llantas gimieron al detenerse bruscamente a unos centímetros de mí.


Sin una sola palabra la puerta trasera se abrió y fui arrastrada al interior.


-¡Malditos chupasangres fuera de aquí! –escuché que alguien gritaba afuera, antes de que el auto arrancara violetamente.


Me aferré al asiento con todas mis fuerzas y giré para contemplar a mis secuestradores, estaba rodeada por tres vampiros.


-Lucern te espera –dijo el vampiro que iba al lado mío.


En lugar de gritar o llorar, asentí levemente con la cabeza.


No había nada que pudiera hacer.


Las calles estaban solitarias… no había señal de vida…


Hasta que escuché el fuerte rugido de otro motor muy cerca. Un auto plateado nos seguía muy de cerca…


-¿Reconoces el auto Cirnen? –dijo el conductor frunciendo el ceño hacia el espejo retrovisor.


-No –contestó el vampiro a mi lado-. Pero tienes que perderlos… tengo un mal presentimiento.


El carro dio una vuelta repentina, tuve que encajar mis uñas en el asiento para evitar caerme sobre él vampiro que estaba cerca de mí.


Un gruñido salió de la garganta del conductor, el auto plateado había girado en la misma dirección.


-Detén el auto y veremos que quieren –dijo el vampiro que iba en el asiento del copiloto, su voz estaba cargada de amenaza.


-No podemos Samuel –le cortó Cirnen, mirando significativamente en mi dirección-, si ocasionamos una pelea ella puede salir herida, y a Lucern no le gustará nada.


El carro volvió a girar bruscamente, esta vez el destello plateado no nos siguió.


-¡Perfecto! –felicitó Cirnen al vampiro que iba conduciendo.


Habíamos entrado en una calle estrecha, las luces estaban apagadas, seguramente estarían fundidas. No era nada más que un simple callejón en la noche y sin embargo yo seguía estremeciéndome constantemente.


Quería salir de ahí lo antes posible. Pero cuando el carro iba a tomar otra calle, el vehículo plateado se interpuso en su camino.


El auto frenó en seco, salí disparada hacia delante, los brazos de Cirnen me atraparon antes de estrellarme contra el cristal de la puerta.


-Samuel –habló Cirnen.


-No te preocupes –el aludido salió del auto-, yo me encargaré de todo.


Me escabullí de entre los brazos que me aprisionaban y logré ver mejor el auto que nos obstruía el camino, un volvo plateado. No había nadie en su interior, pero dos vampiros estaban afuera, gruñéndole a Samuel.


-Esto se va a poner bueno –comentó el conductor del auto extendiendo sus colmillos-, le echaré una mano a Sam.


Me incliné hacia delante, pude reconocer a los otros dos vampiros, Jasper y Emmett.


Un estruendo se escuchó de mi lado derecho, la puerta fue arrancada como si fuera simple papel. Los ojos de Edward me miraron fijamente, me rodeo con sus brazos y me sacó del auto tan rápido, que Cirnen ni siquiera pudo gruñir.


En segundos me encontraba en el interior del volvo.


-No salgas –dijo Edward-, todo va a estar bien –añadió acariciando mi cabello.


Salió a enfrentarse a un furioso y peligroso Cirnen, mientras Jasper y Emmett atacaban a los otros dos vampiros.


-Te meterás en muchos problemas –amenazó Cirnen-, esto hará enfurecer al rey.


-No me importa –rugió Edward en respuesta.


Cirnen le mostró sus colmillos y comenzó la danza mortal.


Mis ojos fueron incapaces de seguir los rápidos movimientos, sólo escuché un fuerte estruendo y logré distinguir a Cirnen en el suelo. Los otros dos vampiros no se veían en mejores condiciones.


Alguien entró en el auto conmigo y yo casi grito hasta que me di cuenta que se trataba de Jasper.


Emmett y Edward entraron en la parte de adelante.


-Tenemos que salir de aquí –escuché decir a Jasper.


Comencé a temblar, ya no podía soportar más.


Los ojos dorados de Edward me vigilaban por el retrovisor.


-Jasper por favor –dijo.


-Lo sé –contestó este mirándome fijamente.


De pronto todo estaba bien, me sentía relajada, tanto que… me dormí.



 ya saben ,mis angeles dejen sus comentarios por fisss

Video d Taylor (casero)

chiks este es un video q hizo taylor con la cancion "Apologize"; a mi m encant0o0! XD x eso se los dejo para q lo disfruten! okz!




grax a Twilighters Spain

Lo q ve Taylor en una chik!




ay.. se ve taaan liind0o0o! haha suerte chiks! esta en ingles pero == no esta tan dificil saber loq dice..!