Dark Chat

martes, 28 de diciembre de 2010

Mascara De Odio

CAP. 20 Edward Cullen

Junio

Permanecí sentado hora tras hora tratando de no caer en desesperación y al pendiente de cualquier noticia que se pudiera presentar, pero el médico Emmet no salió ni siquiera para autorizarme a entrar a verla, que era lo que más quería y necesitaba de todo esto.


Así que no tenía muchas opciones más que las de esperar, contar los segundos, las horas todo aquello que se consideraba tiempo mientras por dentro el desespero comenzaba a carcomerme.


Vague por la sala de un lado a otro sobre la vigilante mirada del "vigilante", parecía querer decirme algo, pero tal vez la desesperación había en mis ojos lo previno, ni a la fuerza hubiera podido ser removido de allí.


La gente que entraba me miraba, seguramente evaluaban críticamente el estado de mis ropas, mojadas y teñidas de sangre, mi cabello enredado sucio de sangre y mi propia piel, estaba marcado por todas partes de la sangre de Isabella y eso hacía que mi dolor fuera mas y mas fuerte a medida que llenaba de aire mis pulmones.


¿Que había hecho?, me preguntaba una y otra vez mientras miraba fijamente el segundero del reloj de pared que colgaba a un lado de la sala. Con el solo uso de mis palabras y mis influencias carroñeras había producido el deseo de morir en una mujer que solamente había querido vivir….conmigo…feliz….conmigo…. Lagrimas de dolor y desesperación estaban rodando por mi cara y no me importaba… quemaban y a la vez limpiaban de mi cara lo que yo no quería limpiar, la marca de Isabella Swan, de la sangre de Isabella Swan sobre mí, haciéndome consciente de lo mucho que la había dañado.


Cuando estaba seguro de que el suelo iba a terminar por abrirse de todos mis pasos tome asiento y me aferre la cabeza con las manos en un intento de hacerla menos pesada, algo completamente imposible.


Sentí pasos a mí alrededor y vi que el vigilante se había acercado y estaba esperando que lo mirara.


Parecía reacio a hablarme pero finalmente me dijo.


- mucha gente ha venido en una situación similar…- se aclaro un poco la garganta, como si estuviera tratando de dar más veracidad a lo que quería mencionar - bueno no tan similar como esta pero cuando se encuentra en peligro la vida de los pacientes, usualmente encuentran algo de paz visitando la capilla.


Mi aspecto debía ser el de un loco para que ese hombre me hubiera recomendado visitar una iglesia, o bueno capilla.


Nunca me había considerado un devoto de la religión y dudaba mucho que, después de la manera en que me había comportado, Dios quisiera escucharme.


Incluso mientras entraba, cruzando la entrada de la improvisada capilla hospitalaria, me sentía como un profanador de ese templo sagrado. Nunca, desde el momento en que mis padres murieron, había visitado un templo de Dios.


Jamás se me había ocurrido que dentro de uno pudiera caber a la vez tanto silencio y paz.


Di tres pasos más hasta que me senté en una de las sillas de madera y contemple mi entorno con aprensión.


El altar era mediano y tenía a un Cristo casi de la misma altura.


Alrededor había vitrales pequeños llenos de la historia de Jesús que recordaba por las visitas dominicales de mi madre a la iglesia a las que siempre asistía con ella.


El silencio era casi sepulcral, había una almohadilla que se extendía a lo largo del tamaño de la banca donde estaba sentado la cual presuntamente era para arrodillarse.


¿Tendría el derecho de hacerlo después de mis acciones?


¿Podía siguiera dignarme a mirar al altísimo sin sentirme avergonzado de haber nacido?


Bien valía la pena intentarlo.


Al menos de rodillas podía humillarme ante la evidente superioridad.


Me puse de pie y luego me arrodille mirando al Cristo nuevamente.


Recordaba como se hacía esto, ponía ambas manos en señal de suplica y comenzaba a rezar. Recordaba ahora el padre nuestro, el ave maría y el yo pecador.


Cada palabra que susurraba la sentía indigna de ser pronunciada por mi sucia boca. Aun así las pronunciaba sintiendo tal vergüenza que comenzaba a temblar.


Y ahora comenzaba a llorar. Como un bebe a quien quitan una golosina solo que esta vez algo más valioso, mucho pero mucho más valioso que una golosina había sido arrebatado de mis manos y yo había colaborado en ello.


Pedía perdón, rogaba perdón, rogaba tener la suficiente entereza para aguantar esto, Rogaba poseer al menos una mínima parte del incalculable valor que Bella Swan había tenido en la vida. Rogaba por mi madre, mi padre y por mí mismo. Por lo que no merecía, y por lo que no tenía derecho a pedir.


- Señor – murmure pensando pesadamente que estaba enloqueciendo al hablarle a una imagen. Pero había poder ahí. Se podía notar, esa paz sobrenatural, ese silencio apático dejaba entrever que podía ser oído, y podía expresarme como mejor lo lograra – necesito ayuda-


Eran las palabras, las dos palabras con las que podía transmitir parte de mi lucha interior. Necesitaba ayuda, la necesite desde el momento en que me quede sin padres, la ayuda que nunca quise recibir a pesar de encontrarse tan cerca de mí. El milagro que había sido esa mujer que estaba muriendo en mi vida, seguramente se trataba de obra del destino, mas allá del destino, algo divino que había topado con mi innegable diabolicismo y a quien había manchado con mi propia corrupción.


Más lágrimas, las que nunca había derramado se regaban de mis ojos de manera profusa. Ahora no intentaba detenerlas porque cada una de ellas parecía marcar el hito de diferencia entre lo que fui antes y en lo que me había convertido ahora.


"Sálvala, señor" pedía una y otra vez de la manera en que recordaba que mi madre me había enseñado, "ayúdame a reivindicar todo el sufrimiento que ha pasado, sabes mis intenciones, sabes que si la dejas vivir me voy a encargar de que las palabra dolor, sufrimiento, y mentira nunca vuelvan a cruzarse en su camino, sabes que si vive la hare feliz, a mi lado o al de quien ella quiera. Sabes que lo merece, ella merece ser feliz. Ahora no importo, aunque nunca lo he hecho, ella, solo ella merece la felicidad que le robe".


Me estremecí de lamentos, como nunca jamás se ha visto un hombre hacerlo.


Cierta vez, cuando tenia trece años había leído un libro de texto en el colegio que se titulaba María. Una novela romántica y trágica que había escrito Jorge Isaacs.


Ya en ese tiempo tenia aversión al romanticismo y al amor por la pérdida que había sufrido, a esa tierna edad sabía lo que era quedarse literalmente desamparado y no encontraba gusto en el romanticismo, mistisimo ni esas cosas.


Pero era leerla o reprobar la clase. Había tenido que devorarla completamente antes de suceder el examen, maldiciendo una y otra vez al autor por mentir, por hacer creer a los lectores que era cierto que el dolor por la muerte de la mujer a la que se amaba podía lacerar el alma de maneras mil veces más que dolorosas, que podían llevarte a la locura, hasta desear morir para acompañarla en la muerte.


Lo critique y ahora que venía a mi cabeza me hallaba en la misma situación. Efraín, el nombre del protagonista, moría de amor por María.


Y con mí recién descubierto sentimiento, cuando ya era demasiado tarde para tomar conciencia de él, podía sentir que el alma se me estaba desgarrando, hasta el punto de querer seguirla en la muerte sin importarme nada más que ella.


Yo moría de amor por Isabella Swan. Que duro y a la vez dolorosamente apasionante era admitir esa cálida verdad. La amaba y la amaba.


Yo también quería morir.


Era un maldito animal egoísta, ególatra y sin sentimientos.


Seguí orando y lloriqueando como un niño, ese niño que había escondido dentro de mí al crecer de manera acelerada, al que había enterrado por ser débil, y quien ahora lanzaba las lagrimas que me había empeñado en esconder durante toda mi vida.


Antes no creía que fuera posible ser presa de las emociones, pero el solo pensar en que Bella moría hacia mi poca tranquilidad añicos.


Escuche unos pasos tras de mí pero ni me volví ni me preocupe por secarme la cara demacrada, había pasado el suficiente tiempo escondiendo mis emociones, y sentía que podía desinhibirlas en este lugar sagrado, sin temor a nada.


Los pasos siguieron hasta posarse tras de mí, alguien se arrodillo como yo y comenzó a orar con verdadero fervor.


Sin poder evitarlo me di la vuelta y vi que se trataba de Jacob.


El perro.


Solo que ahora no podía siquiera sentir odio por él, porque me había nublado de todas las emociones menos de las que tenían que ver con el amor hacia Bella Swan.


Jacob estudio mi cara por espacio de dos segundos, pero fue lo suficientemente rápido para darse cuenta de lo que yo tarde en darme cuenta mucho tiempo.


- siento lo de hace un momento- susurro mientras el sonido de su oscura voz de propagaba en eco por la capilla – no suelo ser violento….-


Había estado tan encerrado en mi propio mundo que no había aprendido a reconocer a las personas que eran en verdad personas.


Como el hombre que se sentaba a mi espalda, cuya expresión facial de desolación, ahora que había abierto realmente los ojos, solo podía tratarse de amor fraternal.


No respondí nada. Me costaba trabajo hablar.


- nunca… pude hacer que Bella me quisiera…, desde que estábamos en el instituto… tenía miedo de hablarle, me parecía etérea y tan superior como lo es ahora… - el me estaba contando de ella, a pesar de que cada palabra parecía dolerme mas seguí escuchándolo, creo que necesitaba hacerlo. – Siempre la ame en silencio…y siempre la protegí en silencio hasta donde alcance a hacerlo, claro que en un sitio como aquel en donde vivimos, mis dotes no alcanzaban demasiado. Había dos chicos en nuestro curso…eran unos muchachos tan enfadados con la vida que se dedicaban a hacer imposibles las de los demás. Ellos la deseaban, y cada día yo tenía que luchar contra el ansia de querer matarlos para que no hicieran planes con ella. Si no llega a ser por mi Bella hubiera muerto el día en que trataron de violarla y casi lo consiguieron. Yo estaba ahí…vi como termino de ser destruida. Quise ayudarla, pero casi al día siguiente fue puesta en casa de acogida con unas personas hurañas que tenían una hija enferma. Creo que cualquier cosa significaba el paraíso para ella con tal de salir de ahí.


Me puse de pie y me senté a seguir escuchando lo que debía haber escuchado desde el principio, la conclusión obvia que debí sacar antes de emprender a destruir a la única mujer que de verdad me había amado por lo que era.


- no quiero ser su enemigo…- dijo lentamente - no puedo serlo porque sé que, a pesar de todo lo que le hizo, ella lo ama más que a nada. – me preguntaba qué tan cierto seria esa afirmación después de lo que había pasado - Cada gota del amor que siente por usted fue derramada en cada conversación que tuvimos. A Bella le debo mi nueva vida, esa que ella misma me alentó a buscar cuando me dijo que no podía amarme, porque no se podía entregar el corazón dos veces y el de ella ya tenía un solo dueño. Gracias a sus palabras decidí buscar mi propio destino y lo encontré donde menos lo pensé y al lado de Leah.


No necesitaba que me dijera que ella era como un ángel. Un ángel que había seducido cada parte de mí tan naturalmente que no me di cuenta.


- El Dr. dice que Bella puede quedar con secuelas neurológicas, hace un momento hable con el – seguía susurrando pero escuchaba cada palabra como si me la estuviera gritando al oído. – y vine a rezar por que eso no pasara, a rezar como se que ella hizo por mí. Le debo eso y mucho más.


Me dio una camaradera palmada en el hombro que quemo parte de mi armadura, el único amigo que había tenido era James y ahora este lobo decía que no quería ser mi enemigo.


- si ella vive – dije antes de poder detenerme – voy a hacer cada cosa que esté a mi alcance y las que no para que ella encuentre la felicidad.


- eso va a ser muy difícil- dijo el suspirando y terminándose de dar la vuelta para salir – porque creo que ella no será feliz con nadie más que con usted y usted…


- yo me encargare de darle felicidad, conmigo, o sin mi –lo interrumpí antes de que siguiera hablando, ya era lo suficientemente destructivo.


Aunque desde ya me preguntaba cómo iba a acontecer ese milagro de alejarla de mi.


Deje que Jacob se fuera sintiéndome más culpable aun por los trabajos de mi sucia mente, como había pensado antes, si con anterioridad hubiera tenido el suficiente valor y entereza para buscar esta verdad que parecía escupirme cada vez que la recordaba, para hacerme saber que había sido un rábano con todo, nada de esto estaría pasando en este momento.


No supe por cuánto tiempo permanecí sentado esperando la redención silenciosa que pareció repartirse en la pequeña capilla, sentí otros pasos pero estos eran incluso más pesados que los del propio Jacob por lo que me volví y vi al Dr. Brandon.


- ya puede pasar a verla…- dijo con lentitud mirándome compasivo.


Me puse de pie lentamente, como si la carga de mi culpa me hiciera las veces de la misma cruz que Jesús, claro que no había punto de comparación y yo merecía algo mucho peor que eso. Seguí a Emmet a pasos lentos mientras me conducía, sin ningún tipo de interferencia, por donde el celador no me había dejado pasar antes.


Olía a químico, a sangre y a muerte.


Era tan penetrante como poderoso y me daba miedo. Yo que siempre me había jactado de tener el valor suficiente para este tipo de nimiedades ahora me estaba desmoronando, por que recordaba dolorosamente cuando tenía 10 años y había entrado precisamente por ese pasillo que había sido ampliado con el paso de los años, a ver lo que quedaba de mis padres, yo mismo lo había pedido a pesar de que James había tratado de convencerme de que no lo hiciera, pero tenía que verlos, no podía despedirme de ellos de otra manera, Y ahora estaba acá, con el peso de mis propios actos encima, con un dolor que iba mas allá de cualquiera que hubiera conocido.


Cruce las segundas puertas que el médico guio y pude enfocar la vista.


Mi primer impulso fue cerrar los ojos y tratar de hacer de cuenta de que todo esto no era nada más que una pesadilla que podía llegar al fin, que cuando me despertaría me descubriría al lado de mi esposa, acunado por sus brazos, con ningún contrato, ninguna mentira en medio de los dos.


Pero ella, a la que ahora miraba, no parecía una persona viva.


Estaba muerta. O lo estaría.


Todo por mi culpa.


Reconocí algo de lo que mi padre había llevado a casa para prácticas, tenía un tubo oro traqueal que cruzaba sus vías respiratorias y funcionaba por un ventilador mecánico, lo cual me dio la ligera idea de que tan grave era la situación, si no podía respirar por sí sola las circunstancias eran demasiado complicadas.


Sus ojos permanecían cerrados, circundados por profundas ojeras, la piel era demasiado pálida, pero aun parecía conservar la frescura de la juventud y la suavidad de los pétalos de flores, decenas de equipos parecían conectados a ella de manera intravenosa, y tenía sendos vendajes alrededor de las muñecas.


En mi interior seguía rogando por que viviera, pero al verla, solo al verla, alguien, cualquier otra persona que no fuera yo, preferiría que muriera antes de verla padecer todo esto. Escuche la puerta cerrarse tras de mí pero hacía mucho tiempo me había olvidado de que Emmet había entrado conmigo. Me acerque aspirando el aroma que la rodeaba, aquel que, aun a dos pasos de la muerte parecía agudizarse en su piel, como si su sangre también conservara el olor y el sabor de las vainillas, por encima del olor a químico, a sangre y a muerte, ese que prevalecía en mi mente, estaba su olor natural, ese que me decía que si se encontraba presente quería decir que ella aun tenía una oportunidad.


Tome entre mis manos afanosamente la suya, tan fría e invalida como un pedazo pequeño de piedra, pero tan suave y etérea como la mano de un niño, de pie a su lado mis ojos parecían devorar cada centímetro de ella mientras escuchaba el lento y casi acompasado latir de su corazón monitorizado con cables de electrodos.


Levante esa mano inerte hacia mi nariz y la olí con deleite volviéndome a perder en su olor, del que también me había enamorado. Deslice suavemente esa mano por mis propias mejillas dolorosamente consciente de que si ella estuviera viéndome apartaría su mano de mi como lo merecía, pero debía aprovechar que aun no era consiente para empaparme de ella, para que cuando la perdiera definitivamente el golpe amainara un gramo, menos que eso.


Pose mis labios sobre su palma y la bese ansiosamente poseído por la conocida necesidad de posar mis labios en sus labios, de borrar con mis besos cada uno de sus sufrimientos, así no fuera un consuelo con poder.


-Bella…- mi voz inconscientemente la llamaba aunque sabía que estaba lejos de escucharme, apreté su mano suavemente rogando para que me escuchara, me incline sobre ella y bese lo que alcance a besar de su mejilla para luego dirigirme a su oído.-Bella… se que puedes escucharme – aun no estaba muy seguro de eso pero una parte de mi trataba de convencerse de que así era, aun que no tenía derecho debía tener fe. – se que de alguna manera puedes hacerlo, aunque no sea ahora me escucharas más adelante, porque lo que te voy a decir te lo repetiré una y otra vez así no quieras escucharme, yo si insistiré, así tu no lo hayas hecho, como no hiciste conmigo – trague en seco ante toda mi estupidez pero quería hablarle, de todo lo que sentía en esos momentos, o al menos una parte, no podía explayarme con un monologo interno cuando no teníamos tiempo para eso.- debiste obligarme a escucharte…debiste….- un vagido más propio de un niño que de un adulto crecido salió de mi garganta – perdón…perdóname… no espero que lo hagas pero necesito decírtelo…necesito hacer que me perdones porque te amo…te amo Isabella Swan y ahora no me arrepiento de admitirlo, aunque sea tarde…porque necesito decírselo a alguien y quien sería la persona más indicada sino tu…- bese su mejilla mientras las lagrimas que caían de mis ojos se plegaban en su pálido rostro – tu…la persona, la única persona capaz de saltar sobre todas las barreras que puse en mi camino para evitar sentir…me maldigo mil y una veces por lo que te hice… merezco sentir que el corazón a dejar de latirme en cualquier momento… merezco sentirme como la peor de las bestias… y aun así…. – nunca jama sabia pronunciado un discurso sentimental de esa magnitud y descubría que la sensación, mas allá de parecerme estúpida, comenzaba a brindarme un poco de paz. - me has robado algo que no sabía que tenía – me incline más a su oído, pero la frialdad de su cuerpo casi me congela…- algo que ahora es tuyo y que no quiero ni pienso recuperar…. Te llevaste mi corazón, Isabella Swan…


Todo esto eran palabras, pero la palabras no podían resarcirme de lo que había pasado.


- perdóname….- le repetí una y otra vez en el oído mientras mi propia cabeza parecía estallar de sufrimiento, pero ¿qué podía ser esto en comparación con lo que ella había sufrido?


En ese momento vinieron a mi cabeza los…bebes.


Aquellas almas inocentes a las que sin saberlo también destruí… ¿por que ella no me lo había dicho?, ¿porque antes de que yo comenzara a hablarle ella no me había dicho que estaba embarazada?


Pero desde ahora surgían otras dudas… cegado, como me encontraba, por los celos y la envidia, la ira… ¿hubiera sido capaz de escucharla sin poner en duda mi propia paternidad?


La respuesta a mis anteriores preguntas llego tan rápido como estúpidamente. Ahora me daba cuenta de que eso era lo que la había detenido de decírmelo… ella, después de mi horrible confesión… cualquier cosa que me dijera referente a ese embarazo yo la rechazaría sin más… ella llego a conocer mi verdadera personalidad en esos minutos en que la apuñale verbalmente una y otra vez…había sabido que, en el estado en que me encontraba, adjudicaría esa concepción a el perro…. a Jacob…


Que injusta podía ser la vida, no tenía derecho a quejarme pero ¿tenía que ser de esta manera?


¿Cuando me había dado cuenta de que en realidad podía llegar a amar?


La persona que amaba sufría por mi culpa.


No pude contar cuanto tiempo me quede, escuchando la cadente música de su corazón, calentando con el calor de mi mano las de ella. Hablándole una y otra vez de las razones por las que debía quedarse conmigo…


Ahora solo restaba que ella quisiera volver, esperaba que mi voz tuviera el efecto que quería, no quería manipularla pero quería quedarme con ella, quería que volviera a ser tan mía como antes, y sabia que en algún momento tendría que jugar sucio para eso… porque era mi joya y no podía vivir sin ella.


Salí después de unos momentos, cuando pude encontrar la suficiente entereza para dejarla un rato. Cuando Salí vi que Alice se encontraba apoyada en la pared. Sabía que tenía que hablarle pero pensaba que tal vez jamás hallara el momento preciso para hacerlo, especialmente cuando me miraba de esa manera tan fija. Dio dos pasos hacia mí y prepara mentalmente mi cara para recibir el bofetón que pronostique que vendría pero a cambio de eso ella levanto una de sus manos, en donde se hallaba una fotografía.


Alargue la mía para recibirla sin saber exactamente que era, pero cuando la vi se me encogió el estomago, ya la había visto una vez, en mis sueños, y por eso esta sensación de dejavu me hizo dar vueltas la cabeza.


Era la fotografía de una tumba…con una fuente y dos ángeles en ella…aun a distancia en la que estaba tomada la fotografía podían verse los nombres.


Samuel Carlisle Swan y Samantha Esme Swan…


Cuando leí el nombre de los dos niños corrí el grave riesgo de caer de rodillas otra vez y echarme a berrear nuevamente.


¿Porque ella me hacia esto?


¿Acaso no era ya suficiente con que la culpa me golpeara desde todos los ángulos?


No, no lo era. Ahora era mi turno de saber que mis propios hijos habían portado el nombre de mis padres… Esos que en solo una oportunidad mencione a Bella y esos que ahora me devolvían la mirada… incluso aunque pudiera odiarme ella habían pensado en mí…


No la merecía, esto lo tenía más que claro.


Mire a Alice que me contemplaba impasible, con un gesto me pidió que le diera la vuelta a la fotografía, así lo hice para luego descubrir que en ella había anotado el nombre del Cementerio Jardines de Paz. (En honor a la tumba de mi tía, que fue enterrada en este cementerio).


- A ella…, aunque no lo demostrara abiertamente…hubiera dado su propia…vida-sonrió tristemente cuando menciono esa palabra…- para que los conocieras… nunca…nunca me hablo de ustedes, pero sé que…en el fondo pensaba en ti en todo momento…


Asentí con un nudo en la garganta y el valor volvió a mi solo para decirle a Alice:


- Gracias…por ser su amiga…-


- Ella es la que se las merece… es la mejor amiga que nunca tuve…aunque fuera por poco tiempo.-


Se dio la vuelta y se seco los ojos, dando pasos para alejarse de mí.


Me volví a sentar en la sala de espera mientras el tiempo seguía pasando, sabía que en algún momento debía ir a cambiarme la ropa y todo lo demás, pero temía que ella despertara y no llegara a saber que me encontraba aquí, dispuesto a jugármelo todo por ella, como debí hacer desde el principio.


El móvil sonó pausadamente. Era James. Y sabía lo que había pasado.


- Lo siento mucho señor…-


- tu sabias – le dije con la voz tomada, aunque no enfadada, no podía culpara a James por mis propios errores, así el no hubiera insistido mas en advertirme


- una mujer tan inocente…no podría hacer otra cosa que enamorarlo… no puedo ofrecerle consuelo ya que calladamente fui participe de esta locura…pero debo pedirle que reconsidere lo que va a hacer ahora.


- Lo único que me importa es ella, James…Se que dejaste de trabajar para mi hace tiempo, pero te pido que vuelvas y te hagas cargo de mi empresa… te necesito, tú la conoces mejor incluso que yo…por favor.


Nunca había pedido nada a James por favor, se lo estaba rogando, le aumentaría el sueldo si era eso lo que le preocupaba, pero en esos momentos no podía ocupar mi cabeza en nada más que en Bella.


- no se preocupe, me mantendré al tanto.- dijo


- Gracias James…- suspire aliviadamente


- no tiene nada que agradecer…yo si debo….- comenzó el a hablar rápidamente


- ¿qué quieres decir?- pregunte sin entender.


- apenas ahora leo una de las revistas que Sheila me envió para que la viera en su fiesta de cumpleaños, no sabía que la había acompañado usted precisamente.


Seguramente había visto la foto que nos habían tomado, ese día, solamente me había dejado ver públicamente para hacerle un favor a Sheila, la hija de James, a quien habían plantado y no tendría con quien celebrar su fiesta de cumpleaños. No le había dicho nada a James porque sabía que, al no trabajar más para mi, por los motivos que ambos conocíamos, no dejaría que asistiera y Sheila tendría que arreglárselas sola, le debía a James mucho más que una noche acompañando a su joven hija.


- no tienes nada que agradecer- copie la frase de él mientras una sonrisa compichemente débil se trepaba por mi cara casi apergaminada.


- si me permite sugerirlo, creo que debería ir a la casa a descansar….puedo pedirle a Laurent que…


- no James, - dije rotundamente- gracias pero no…yo…simplemente no puedo moverme de aquí – confesé.


- Bien…cualquier cosa no dude en llamarme.


Corte la línea sintiéndome un poco mejor conmigo mismo, pero no podía apartar ni de mi mente, ni de mi mano y mucho menos de mis ojos la fotografía de la tumba de ellos.


De repente me entraron unos profundos deseos de ir a donde se encontraban. Pero temía que al irme ella también se fuera con los bebes y no pudiera verla una última vez con vida. Me hallaba entre la espada y la pared y solo se me pudo ocurrir una cosa.


Espere tiempo determinado para ver avanzar a Jacob hacia la sala de espera con un café en sus manazas. Me miro y me hizo un gesto de cabeza a modo de saludo, con un gesto de mi mano le pedí que se acercara. Se sentó en la silla que se encontraba a mi derecha y me obligue a mirarlo a la cara para el pedido.


- se que no tengo derecho a pedirte nada, y puedes negarte en el momento que quieras…Yo…- levante mi mano, la que tenia la fotografía y se la mostré dándome cuenta de mi pateticidad. – es la tumba de mis hijos…yo quiero ir a verles pero temo que…temo que si me voy… Bella…


No pude seguir hablando más, asociar a la palabra muerte con Bella estaba comenzando a afectarme mucho más que antes. Jacob asintió comprendiendo el sentido de mis palabras y la razón de mi falta de estas en ese momento. Saco una tarjeta y me la dio.


- ahí se encuentra el numero de mi móvil… puede llamarme cuando quiera.


Que mal había juzgado a Jacob, todo por dejarme llevar por mis volátiles emociones, hubiera podido granjearme su amistad, pero ya era demasiado tarde, no podía retractarme de mis errores, excepto por Bella.


Me puse de pie y me dirigí al baño a arreglar un poco mi apariencia como había sugerido James.


Cuando me mire al espejo, cosa que siempre hacia por simple vanidad, descubrí ante mis ojos a un yo que no conocía, casi toda mi vida mi expresión facial se limitaba al desdén y a las cosas importantes. Ahora en el espejo se reflejaba el claro ejemplo del desastre, mi rostro se venía demacrado, como nunca lo había estado, estaba pálido, ojeroso…


Baje las escaleras y me dirigí a un store que vendía ropa para los enfermos, allí compre algo más o menos decente, parecido a una sudadera deportiva para hombre. Luego salí de la institución y detuve un taxi para que me condujera a los Jardines de Paz.


Demoramos aproximadamente una hora en llegar, al parecer era bastante retirado, con cada kilometro que me alejaba del Hospital Estatal sentía mas y mas que el cráter en donde debía estar mi corazón se hacía más grande y más grande dándome tal sensación de vacío que por un momento pensé en decirle al del taxi que se detuviera y lanzarme desde un puente para acabar con esa sensación tan desagradable, pero me obligue, me forcé a soportarlo por que como había dicho antes, esto me lo había buscado solo, y solo debía soportarlo.


Estacionó en la entrada y le pague lo correspondiente a la carrera. Fuera del cementerio había varios puestos con ventas de flores.


Nunca me había dedicado a admirar el color de las flores excepto en el jardín de mi madre y después de Isabella. Eran tan delicadas como una brizna de aire, y compre con las que más hice conexión, unas azucenas según las nombro la vendedora.


Cuando las tuve en mí poder entre hacia el cementerio, había una paz parecida y a la vez diferente de la capilla del hospital. Una calma sobrenatural, más aun por saber que cientos de personas descansaban allí, embotaba los sentidos con olor a naturaleza pero con un deje demasiado perceptible de muerte y tierra.


Me acerque a una cabina de pino en donde había un guarda.


-Buenos Dias- me saludo apenas me acerque, le devolví el saludo y luego me dijo. – ¿qué puedo hacer por usted?


- necesito encontrar esta tumba - respondí con voz sombría y le mostré la foto que me había dado Alice, el conserje, o el cargo que fuera el que desempeñara la observo por unos momentos y después me señalo con el brazo en dirección oeste.- las tumbas están marcadas por números a la derecha, es la tumba 26 por todo el pasillo este.


Me di la vuelta y continúe caminando mirando cada nombre y acercándome cada vez más a la tumba numero 26.


Mis recuerdos eligieron ese momento para hacer acto de presencia y traerme la horrible sensación que había experimentado antes, la de dejavu, esto lo había vivido en un sueño que había tenido una noche antes de casarme con Bella, era el mismo sueño que ella misma había descrito cuando me lo conto. Cuando siguió confiando en mí. Casi creí que los sueños de ella podían tener el don de la precognición, el que había funcionado incluso en mí.


Finalmente encontré la tumba 26 solo que esta vez no se trataba de frio mármol manchado de sangre, sino puro limpio y sano. Era un pequeño y hermoso monumento adornado de detalles corrientes ubicados estratégicamente perfectos alrededor de una pequeña fuente. Había dos querubines alrededor de la fuente cada uno de ellos perseguido por una paloma, había flores de piedra y alrededor para complementar el hermoso cuadro. Tan hermoso que encogía el alma y a la vez tan horrendo para lo que contenía. Mire la lísa piedra viendo en vivo y directo los nombres de los ángeles que yacían allí.


Me arrodille sin importarme nada y puse las flores, repartidas en dos paquetes, en el espacio del nombre de cada uno.


Cerré los ojos y durante un segundo me dedique a imaginar cómo serian vivos, grandes y jugando conmigo, con ella, con todo el mundo. La niña seria igual de etérea y hermosa como su madre, el niño seria como yo, un pequeño don Juan dispuesto a defender a su inocente hermana cara a cara…


Mi mente se explayo por mi infancia y más lejos cuando incluí imágenes de hijos imaginarios en ellas corriendo a mi lado….


Abrí los ojos dándome cuenta de que había pasado más de una hora arrodillado ante ellos, lo que para mi habían sido minutos, rece a ellos pidiendo por lo que no merecía.


- si están cerca…- murmure pasando los dedos fuertemente sobre cada nombre de cada ángel. – quiero pedirles que me ayuden… no lo merezco y lo es tanto como se que para respirar se necesita una nariz. Pero quiero a su madre….necesito a su madre… y me voy a enloquecer si no estoy con ella. Sé que no tengo derecho a pedirles nada tampoco….no debería tener la vergüenza siquiera para venir a darles flores… pero tenía que hacerlo, ustedes, a fin de cuentas, también son míos. Lo que hubiera dado por conocerlos a los dos… Si, se que lo arruine todo, pero quiero una oportunidad para reivindicarme, se que no la merezco, se que mejor me muero y dejo de parlotear, y así será…. Cuando tenga la plena seguridad de que su madre se olvido de mi….no volveré a molestarlos, pero por ahora les pido…que la ayuden a salvarse, que la traigan a mí de vuelta, y juro con cada gota de sangre de mi ser que hare lo que sea necesario para que Bella sea completamente feliz….


Eleve una plegaria nuevamente para que ambos estuvieran en el paraíso, donde estaban los ángeles como ellos. Deposite un beso en mi mano y acaricie ambos ángeles de mármol, las duras replicas de lo que una vez fueron…


En ese momento sonó mi móvil, lo aferre enseguida completamente asustado de que fuera el augurio de malas noticias.


- ¿Si? – conteste apenas levante la tapa.


-¿Edward?- me pregunto la voz que reconocí como la de Alice.


- Alice… ¿qué...?- no me atreví a formular la pregunta presa de una horrorosa desesperación cuando ella no hablo de inmediato.


- Bella…tuvieron que trasladarla a la Unidad de Cuidados Intensivos…el médico Emmet dice que debe permanecer en estricta observación.


- dijo… ¿cuánto? –


- no – negó Alice lastimosamente – la información sigue siendo la misma…hasta que no pueda respirar por sí sola no sabremos hasta donde evoluciono el daño neurológico.


Suspire con desgana y volviéndome a sentir como la más miserable de las criaturas vivientes.


- Gracias Alice…no esperaba que llamaras…- dije sinceramente, y que haya establecido más "compañerismo" con Jacob.


- Jacob me convenció, piensa que… aun puedes hacer algo por Bella…


Me calle por unos segundos cuando comprendí eso que me decía, luego le dije sin poder quedarme callado.


-¿Y tú qué crees? –


- creo que Bella merece la felicidad por encima de los intereses de otros.


Sí, eso era lo que yo deseaba también… debía conservar la ligera tregua con Alice, ella podía hacer mucho o poco en mi beneficio y necesitaba toda la ayuda posible, puede que sonara como el mismo interesado de antes, pero me movían intereses mucho más que terrenales en esta ocasión. Debía recuperar a mi Isabella.


Seguí con mis hijos por espacio de media hora más, curiosamente me dio por relatarles las historias que recordaba haber escuchado de mi madre y que habían permanecido guardadas en mi cerebro hasta el momento.


Luego tuve que irme, porque me gano más la ansiedad por saber en donde había sido trasladada Bella y si se había presentado un cambio en su estado.


Pero debía ir primero a la casa. Necesitaba una ducha y tal vez un poco de comida, aunque sentía que si comía, bien podía empezar a pensar en volverme anoréxico…


Dos horas después y listo para enfrentarme a otra riada de horas de desasosiego entre al Hospital Estatal nuevamente.


Uno de los vigilantes me guio hacia la Unidad de Cuidados Intensivos.


Cuando llegue allí me tope con el Dr. Brandon, parecía salir de turno.


Sus noticias no retrocedieron ni avanzaron, aun se encontraba en estricta observación en espera de salir del trauma al que se había visto sometida.


No la apresuraría, al menos en esto podía ser tan paciente como ella quisiera demorarse.


Julio


Había pasado un mes.


Un largo, desastroso, maquiavélico y desesperanzador mes.


Bella había sido sometida a todos los exámenes de rigor que se pudieran imaginar. Permanecí a su lado como su fiel sombra. Ella recibía a menudo visitas de Alice y de Jacob, me fue permitido por ellos, quienes en esos momentos tenían más derecho sobre ella que yo mismo, ellos dejaron que me quedara con ella, que fuera su acompañante permanente y no me incomodaba en lo mas mínimo desempeñar esta tarea, parecía hecho para ella, me sentía el guardián de la rosa y esperaba que todo terminara pronto, no porque me aburriera ni mucho menos, era solo que la incertidumbre era cada vez mayor.


Cuatro semanas de desdichas, dolor, tristezas y más dolor.


Estaba en la cafetería tomándome algo cuando vi que James se aproximaba, parecía haber perdido un poco de peso desde la última vez que lo había visto, parecía cansado y agotado, sabía que esto era en parte por mi culpa por qué le había obligado a cargar con mis funciones ya que mi cabeza no estaba funcionando correctamente. Aunque en esta oportunidad no parecía desagradable.


- Buenos Dias, señor – dijo sentándose elegantemente


- Hola – lo salude, señale con un gesto el surtido de la cafetería y le dije – ¿quieres algo?


- un café, para empezar… el tiempo dirá.


Cuando se lo trajeron comenzó a contarme sobre la empresa, parecía que el negocio hecho recientemente estaba dando frutos, lo escuche solo a medias mientras la otra mitad de mi cerebro se pegaba a la última imagen de Bella que tuve hacia media hora. Mucho más delgada que de costumbre al verse alimentada por sonda y líquidos de suero, pero viva….viva esperando por algo….por su propia alegría, ¿yo que podía saber?


- creo que le agradara saber que aun se encuentra usted casado con la señorita Swan.


La noticia me cayó como un balde de agua tibia después de vagar por un polo.


- ¿como? –


- creo que…inconscientemente se negó a firmar usted los papeles y ella nunca llego a recibir los que ella debía firmar….parece que creyó que yo lo arreglaría todo…según comento el directriz de este hospital.


Al parecer, por alguna razón, yo no había firmado mis papeles y ella tampoco a pesar de que se los escupí en su cara como el más cerdo de los hombres. Sacudí mi cabeza con desgana cuando inevitables memorias de ese fatídico día, en donde había sellado mi propia condena, asaltaron mi mente.


Pero era algo bueno, algo beneficioso para mí. Si ella aun era mi esposa seria más fácil tenerla a mi lado…después solo era cuestión de convencerla….solo que me haría falta mucho más que un contrato para retener a Bella a mi lado en caso de que quisiera marcharse lo cual sería exactamente lo que sucedería.


En días previos, y tan tarde como todo lo demás, descubrí que la mujer de mis sueños no era sino Isabella Swan


Aquella figura etérea, hermosa y deseable que se cruzaba por mis sueños había tenido nombre desde el principio y yo solamente me había dejado llevar por la cantidad de sensaciones que me producía soñar con esa mujer. Ahora que la veía de frente comprendía que la había amado mucho antes de darme cuenta. Había descubierto toda su belleza sin detenerme a pensar realmente. Hubiera dado mi propia vida por la mujer del sueño y allí estaba ella…a mi lado pero tan lejana como una vez lo estuvo la otra, y aquí estaba yo, tan imposibilitado para ayudarla como antes.


Escuche unos pasos rápidos y vi que Alice se asomaba a la cafetería. Parecía eufórica, algo dentro de mí se removió terriblemente, parecía traer noticias.


- Alice…- dije apenas se acerco.


- Parece que está comenzando a rechazar el respirador- dijo solamente.


Pero después de tanto tiempo eso era como decir que un bebe había aprendido a caminar a los dos meses.


Una gran sensación de alegría trepo por todo mi cuerpo ante los avances de ella, ¿seria que me había escuchado?


¿Seria que Dios de verdad podía darme otra oportunidad para retenerla junto a mí?


Deje a James, aunque sabía que el verdaderamente comprendía y subí hacia la unidad tan rápido como fue posible. Me puse mis medidas de seguridad de manera torpe y rápida ante el afán de poder verla moverse siquiera un poco. Cuando estuve listo avance hasta la unidad 3, en donde llevaba todo el tiempo acostada. Estaba pálida aunque había recibido la última transfusión necesaria 15 días atrás. Por lo demás todo parecía ser lo mismo.


Súbitamente su cuerpo se sacudió como si quisiera toser, y luego se quedo completamente quieto, para ella era como el avance de un güines record y una alegría jamás conocida, solamente cuando ella había estado conmigo, se adueño de todo mi ser…


La enfermera me pidió que saliera, casi tuvo que forzarme pero el Dr. Emmet entro en ese momento y me pidió con la mirada que saliera para que atendiera a Bella y dispusiera de la conducta a seguir.


Cuando Salí vi que Alice se acercaba corriendo y sin pedirlo siquiera, sin imaginarlo, se lanzo a mis brazos y me abrazo con alegría, yo la abrace también porque sabía que esto era buena señal, tenía que serlo.


Cuando me soltó se seco las lagrimas y me dijo


- Avise inmediatamente al Dr. Brandon, acerca de las reacciones de Bella y me dijo…- sonrió llorosamente. - me dijo que si empezaba a respirar por sí sola, quería decir que aún conserva sus funciones motoras y el nivel del daño neurológico retrocede…Oh Dios….espero que se encuentre bien.


Quince minutos después Emmet salió de la unidad quitándose sus protecciones. Nos localizo con la mirada y se dirigió a nosotros. Alice y yo nos pusimos de pie.


- Tuvimos que sedarla nuevamente ya que intento desentubarse… pero dado el estado de agitación podemos decir que sus funciones motoras están estables…


Suspiramos aliviados pero la mirada de Emmet no estaba diciéndolo todo.


- Aun así debemos esperar su evolución, la manera de proceder en estos casos es realizar el destete del ventilador y dejarla sedada lo suficiente para que respire por si sola pero sin que llegue a alterarse, gradualmente continuaremos destetándola de la sedación y podemos comprobar si quedaron secuelas cerebrales.


Aun tenía que seguir con esta incertidumbre pero me aliviaba sobremanera que Bella no tuviera un daño físico permanente, aunque de todas maneras podía quedarse invalida de por vida, nada haría que la amara menos de lo que lo hacía ahora.


Agosto


Otro mes paso, los avances de Bella continuaron aunque no de manera consciente, seguía bajo efectos de la sedación por orden médica, aunque había sido desconectada del ventilador y ahora lo hacía por sí misma.


Verla respirando normal, como si se encontrara solo dormida me producía un bienestar enorme, era como si cada vez que entrara la viera dormir y pudiera despertar en cualquier momento y mirarme como solo ella sabía hacerlo.


Pero había hecho grandes avances, sus movimientos cuando la sedación terminaba, semejaban a los de alguien lleno de salud, agitaba los brazos y piernas y aunque Alice temía que se debieran a convulsiones Emmet nos había tranquilizado informándonos que los pacientes neurológicos tenían ese tipo de reacción a lo desconocido. Bella no podía ser la excepción dado que había tenido un trauma muy grave a nivel cerebral por la hipoxia producida bajo el agua.


Desayune en mi casa bajo la vigilante mirada de Victoria que había empezado a ser rigurosa en mi alimentación, había bajado un poco de peso debido a todo el stress manejado a partir de la hospitalización de Bella.


Había hablado con Victoria y con Laurent acerca del error que había cometido, parecía que las palabra salían solas cuando les comentaba todo lo que había pasado por mi culpa, por la nuestra, Laurent me había mirado impasible y me había dicho que sospechaba que la "niña" era la indicada para cambiarme pero que siempre la había mirado recelosos por pensar que podía tratarse de una caza fortunas, Victoria solo había dicho, con lagrimas en los ojos, que debería haber sabido que esa alma de Dios jamás sería capaz de engañarme. Más observadores que yo, mucho más, pero tan manejables como su condición se los decía.


Subí al auto y maneje hasta el hospital.


Mi dolor, mi ira, y mi desesperación habían convencido a Alice de que estaba arrepentido hasta la medula por lo que había hecho, habíamos forjado una amistad tan sana y llena que en ocasiones sentía que ella era la hermana pequeña que en el fondo siempre había querido tener.


Con Jacob era algo similar, aun sentía una punzada de celos pero era algo que podía controlar. El también se había convencido de mi amor hacia Bella y hacia lo posible por alentar cualquier situación tensa.


Estacione en el parqueadero y me baje, subí al acensar, este era mi recorrido matutino, casa, hospital, casa. Había llegado a la conclusión de que mi presencia constante no ayudaba ni hacía daño a Bella, y todos incluyendo James me habían convencido de que podía ir y venir. Había accedido siempre y cuando ninguno de ellos dejara sola a Bella en mi ausencia.


Cuando entre me tope de frente con Jacob que tenía en la cara una expresión seria.


- ¿qué... qué pasa?- le pregunte por instinto cuando leí preocupación en su seriedad-.


- se…ha despertado –


Cuando pronuncio las palabras mi cuerpo reacciono al instante para ir a con ella pero Jacob me puso una mano en el hombro para detenerme –


- hay algo más… -


- ¿que…que?- le pregunte exasperado ante sus largas.


- no ha pronunciado palabra desde que le quitaron la sedación…parece que está en trance…


Algo parecido a un yunque me golpeo la cabeza…


Todo lo que decía Jacob parecía indicar que había daño neurológico…la pregunta era… ¿cuanto?