Dark Chat

martes, 14 de septiembre de 2010

Mascara De Odio

Cap. 5 .16 de julio de 2007



 
Edward Cullen
 
Durante lo que quedaba del resto de la noche seguí caminando, debía decir que disfrutaba de andar en la noche ya que proveía la oportunidad de pasar desapercibido y de que nadie se acercara a molestar con algún asunto de negocios así que este paseo era bastante beneficioso para mi salud mental y física, aunque se tratara de algo así como gimnasia pasiva, de todas maneras me proveía la excusa para serenarme un poco.

Así dure hasta casi mitad de noche pero después decidí que siendo suficiente debía regresar a casa. Mire la dirección en donde me encontraba, si seguía por el callejón de la izquierda seguramente llegaría más rápido, así que lo opte.

No me importaba ser asaltado por un desconocido por que, entre la tutoría de mi tío y la mía propia, había adquirido conocimientos de defensa personal y si alguien se atrevía a intentar quitarme por la fuerza lo que no habían ganado con esfuerzo la paliza estaba lista en el paraguas de mi mano y mis puños.

Entré decidido, pero cuando llevaba menos de 40 pasos escuche la voz de un hombre

- ven aquí hermosura-

Era la típica voz de matón y parecía a punto de entrar en acción así que siguiendo mis instintos de ranger, los cuales implicaban que si una persona más vulnerable estaba en peligro yo debía haber uso de mi fuerza para ayudar, me hicieron acercarme hacia el sitio en donde se estaba desarrollando el evento.

Escuche unos pasos minúsculos seguidos por otros más pesados junto a la voz ahogada de un grito cuando es aprisionado por la piel, mi oído agudo también era producto de mis entrenamientos de joven así que me bastaron esos pocos sonidos para darme cuenta de que la mujer, si mi instinto no me fallaba, estaba en peligro

- ssshhh amorcito- escuche a través del sonido de zapatos contra la grava del piso y el de ropa siendo forzada a desgarrarse, me estaba acercando cada vez mas – no querrás hacer eso mientras yo estoy aquí

Cuando estuvieron bajo mi campo de visión comprobé lo desagradable de la situación y mi voluntad me obligo a actuar para ahorrarle a esa jovencita el trauma de ser violada en un callejón oscuro sin nadie para ayudar. Cuando vi que el tipo estaba desnudando su sexo para violarla me adelante haciendo uso de mis manos lo aparte violentamente de la figura temblorosa

- oh no, no lo harás malnacido- dije en medio de mi furia. No estaba en contra de hacer un poco de daño a las mujeres pero no podía tolerar una violación.

Lo estampe contra la pared de piedra de uno de los edificios en sus lados posteriores y termine en dos golpes con sus intenciones sadomasoquistas.

Luego me volví hacia la mujercita que estaba agazapada en una esquina y que inexorablemente se estaba cayendo, seguramente presa de la conmoción.

Cuando me adelante a levantarla me sorprendió mucho descubrir de quien se trataba, la persona a la que había prestado mis servicios protectores era nada menos que Isabella Swan.

Adelante los brazos para recibir su raquítica figura y ella se desplomo en ellos sin control. Había sucumbido.

Cuando me erguí con ella entre mis brazos, los suyos se aferraron a mi cuello instintivamente, como un miquillo desprotegido. Así era como quería que ella se sintiera, para así aprovecharme de una situación que no había pedido pero que sin embargo me estaba ayudando a saltar gran parte del proceso que tenía planeado.

Aun con ella prendida de mi tome su pequeño bolso, mi paraguas y camine con ella fuera del callejón trucando así mis planes de regresar a mi casa caminando, cuando estuvimos en vía publica pare un taxi. El hombre me miro como si ella fuera mi esposa y yo la llevara inexorablemente al lecho mas cercano, pero seguramente cuando miro más de cerca y se dio cuenta de su absoluto estado de palidez pensó mejor y dejo que su mente se fuera a un lado con la fantasías moteleras, con la ayuda del personaje subí con ella. De manera que quedo casi sentada sobre mi regazo. Eso no habría supuesto incomodidad pues era consciente de su débil y demasiado ligero cuerpo.

Después de unos minutos de avanzar finalmente debió mejorar de su conmoción ya que comenzó a removerse, la mire atentamente decidido a interpretar sus reacciones y ver cuál de todas ellas me beneficiaba mas, cuando ella enfoco su mirada de mi pecho a mis ojos y se dio cuenta de quién era yo, lo que seguramente no había podido deducir debido a la oscuridad del callejón, sus ojos se abrieron desmesuradamente, a mi consuelo decidí asociar la expresión que vi en ellos como reconocimiento sorpresivo y no como miedo ya que no me convenía para nada que ella me tuviera miedo, debía ser positivo y no pensar en que ella definidamente había enloquecido por la conmoción del hecho de un violador atacándola. Sabia de personas que habían perdido la razón súbitamente debido a la conmoción.

- gracias- dijo en bajo, con su mirada aun posada en mi , solo se me ocurrió preguntarle, para comprobar su nivel de estabilidad

- ¿estás bien?

Aunque no la conocía pensé que seguramente no dudaría en hacerse la fuerte y decirme que si estaba bien cuando en realidad no lo estaba, mintiendo, como la mayoría de las personas de las que me rodeaba, pero esta vez me sorprendió un poco admitiendo, con una sinceridad poco común

- no, no estoy nada bien…pero no importa

Pensé en que debería importarle ya que no podría hacer, relativamente, uso de ella si se encontraba en condiciones desfavorables tanto física como mentalmente, la necesitaba saludable y en perfecto estado emocional, la idea de cargar con una enferma encima de ese matrimonio forzado me llenaba de rabia.

- no deberías andar sola por las calles a esta hora – le reprendí por hacerme enojar.

Ella se aparto y se retrajo aun mas y sentí una picadilla de lastima, debía admitir que se veía asquerosamente vulnerable, como un borrego recién nacido aunque nunca hubiera tenido la oportunidad de ver uno, en fin. Ahora que estaba despierta podía aprovechar un poco pero ella se adelanto antes de que empezara a hechizarla

- cómo te llamas?- me pregunto aun con esa voz baja y poco forzada

- Edward Cullen- conteste automáticamente

- yo soy Bella…- me dijo, seguramente no le gustaba su nombre completo que, aun a mi pesar me parecía bastante seductor, obviando, evidentemente, el hecho de que lamentaba profundamente que su propietaria no lo fuera así. – gracias por ayudarme- continuo

Yo la mire. De perfil hasta podría pasar por bonita, la nariz era pequeña y graciosa y las pecas que alcance a distinguir en ella la primera vez, y que ahora alcanzaba a distinguir un poco de reojo, la hacían parecer casi una niña, aunque sus ojos mostraban que había vivido mas que la mayoría de jóvenes a su edad, su barbilla era puntiaguda y delicada y hasta parecía ser voluntariosa, su piel tenía un matiz de palidez pero era nívea y limpia en apariencia y suave…su cabello por otro lado…

- ¿podrías, por favor, llevarme a casa? – pregunto repentinamente como si milagrosamente se hubiera dado cuenta que la miraba de reojo y quisiera reprochármelo.

- por donde se llega?- le pregunte un poco contrariado

Ella me dio los nombres de las calles y yo se los transmití al conductor público. Me alegre que la dirección fuera cerca de un sitio que conocía bien y no algún albergue al sur y enterrado en los barrios bajos de la ciudad.

Finalmente el taxi dio la vuelta en la esquina de la calle en donde estaba situado el edificio donde, según ella, vivía. Era modesto pero tampoco era una pocilga y algo me decía que estaba bastante ordenado para tratarse de algo tan pequeño como se veía. Cuando se detuvo Salí por mi lado de la puerta y camine rápidamente hacia la de ella preparado para hacer uso de mi estrategia, extendí la mano y ella me dio la suya tan pequeña y a la vez fuerte, mire esa mano consiente, súbitamente, de que yo había comido lo que ella había preparado. Tenía un talento natural, supuse que uno de los pocos.

Salió y se tambaleo un poco pero después logro mantenerse en pie, camine con ella hacia la puerta y cuando llegue allí ella pronuncio

- bueno…- supe que había llegado el momento de la despedida. Intentando dejarla en el suspenso del amante, nombre que se me había ocurrido recién, y antes de que apartara su mano de la mía me la lleve a los labios y se la bese. Otra vez ese olor a cerezas penetro mi nariz, adjudique las sensaciones que me producía a algún juego de mi mente que me hacia buscar el olor que me agradaba y en el que inexplicablemente no había podido dejar de pensar desde que lo probé y olí la primera vez.

Otra vez casi cedí al impulso de mordisquearle y lamerle la mano, cosa que nunca antes me había pasado. Mis usuales novias, amantes o cualquier otro apelativo con el que se me ocurría llamarlas de vez en cuando, sabían a suavizante y a crema para manos, pero esta niña parecía no necesitar de ellos.

Me dé la vuelta y le solté la mano antes de asustarla un poco mas y me fui hacia el taxi para que me llevara a mi casa

Después cuando iba en el intentaba ver qué era lo que tenia Isabella Swan que me hacia añorar a mi madre, yo, que casi nunca pensaba en ella ni en mi padre por el dolor que me causaba recordarlos y saber que no los había tenido ahí, súbitamente me veía acorralado de los pocos recuerdos de niño que tenia de mis dos seres más queridos, los que conservaba de ellos, y tampoco podía evitar recordar los momentos cruciales de mi vida cuando más los había necesitado, mi primera vez con una chica, como debía ir vestido, que profesión hubiera escogido de seguir vivo mi padre, o como habría sido mi educación de seguir viva mi madre, cuanta falta me hizo mi padre para no convertirme en el libertino que era ahora, buscando en cada mujer que conocía la ternura que nunca había tenido, algo del calor maternal que había sido arrebatado de mi a tan temprana edad, pero en todas y cada una de las zorras que encontraba había encontrado solo dos cosas y ninguna estaba relacionada con el amor o la ternura, en ninguna había visto lo maternal que quería ver y si que era un idiota, pensaba constantemente.

Era algo infantil, pero por un momento pensé que hasta podía inducirme en el mundo de la bigamia si podía tener a esa niña del lado maternal y a cualquier otra zorra aprovechada en el lado sexual.

Suspire, más bien gruñí exasperado ante la dirección que estaban tomando mis estúpidos pensamientos, decidí dejarlo de lado e irme a casa a dormir, no fuera que la falta de sueño fuera la causante de esas estupideces.

Cuando subí el ascensor y abrí la puerta me quite la chaqueta y me fui directo al baño, me sentía un poco sudoroso y sucio de personaje de la calle.

Esa noche me acosté con el firme propósito de llamarla después de un poco de tiempo, tres días a lo sumo, la estrategia era mostrarse interesado y que mejor que una llamada y una invitación a cenar para florecer la "pasión".

Por la noche tuve un sueño de lo más extraño, especialmente porque Isabella Swan estaba involucrada en el. Estaba de pie, de espaldas a mi inclinada sobre un barandal y con nada más que mar delante de ella, yo la observaba desde atrás y mentalmente le decía que se volviera.

Y ella lo hizo. Pero cuando intente ver sus ojos otra imagen se coló, y en esta yo estaba en el cuerpo de ella, miraba todo como si yo fuera ella y en mi campo de visión se hallaba el cuadrado perfecto de un ataúd y encima de mi estaba yo, con una sonrisa macabra y sosteniendo una rosa espinosa en mis manos, mi otro yo arrojo la rosa sobre el ataúd y después un palazo de tierra fue arrojado sobre mí. Me sentí ahogado y me desperté súbitamente y sudando profusamente. Después me volví a dormir aun inconsciente.

Cuando me desperté en la mañana no recordaba nada.

16 de julio de 2007

Isabella Swan

Cuando entre al departamento cerré la puerta y me apoye contra ella aun hecha un mar de confusión, pero por primera vez en mucho tiempo deje que una lenta sonrisa trepara por mi cara. Por algún extraño motivo sentía esa misma cara arder y la piel caliente allí donde él me la había besado, si lo pensaba con cuidado solamente una vez en mi vida había "mirado" un personaje del sexo opuesto y la experiencia no había sido nada buena, de hecho había sido una de las más terribles que había tenido que soportar y que siempre tendría en mente así hiciera lo que hiciera, pero ahora que era un poco mayor, la tentación de volver a "mirar" se hacía irresistible con este hombre al que había conocido hoy. Era demasiado atractivo y exudaba sensualidad por cada poro de su piel. Me miraba como, eso si podía decirlo, nunca nadie me había mirado hasta entonces, ni siquiera Ben había sabido disfrazar sus sentimientos hacia mí con esa mirada penetrante y llena de profundos y apasionados secretos. Sabía que estaba metida en un terreno peligroso, detestaba el contacto pero con él, curiosamente, era algo diferente, y debía admitir que era por su mirada, había algo veraz en ella que me hacia confiar en él y después de lo de hoy no podía menos que confiar.

Era como si de repente lo viera como mi héroe personal por haberme rescatado de casi vivir esa experiencia otra vez.

Por unos segundos me dedique a pensar que sería de mi si, como Jessica, decidía empezar a buscar un hombre con el que compartir mi vida, pero me obligue a callarme mentalmente antes de pensar en hacer realidad estupideces, aun tenía muchos traumas que superar.

"la apuesta consiste en acostarte con Swan antes de que acabe el año y traernos una prueba de que la desvirgaste"

Los recuerdos comenzaron a inundar mi cabeza y de repente me vi mentalmente transportada a mi doloroso pasado, al último año en que estuve en el orfanato, cuando tenía solo trece años y uno de los chicos mayores decidió hacerme su siguiente pieza. Eran la pandilla de chicos atractivos y todas las chicas de mi curso estaban embelesadas con ellos.

Pero ellos habían puesto sus ojos en mí. La condenada virgen, como me entere que me llamaban cuando toda la verdad salió a la luz a mis ojos

Pero no fue así al principio, uno de ellos había empezado a fijarse en mi, a hacerme regalos y a decirme palabras hermosas, era una niña en plena pubertad así que le creí como una idiota. Hasta que un día los escuche en su salón, escuche que querían apostar por mi virginidad. Y la que siguió después fue lo peor…

Cerré los ojos y aparte mis pensamientos de eso… no valía la pena y no valía la pena seguir despierta cuando a otro día tendría que ir a trabajar.

Me puse el pijama y me acosté en la cama pero no tenia sueño, porque en lo único en lo que podía pensar era en ese hombre. En Edward Cullen.

Dos días después

Lave el apestoso trapo con el que Jessica había limpiado un desaguisado y no había tenido la sutileza de lavar, ahora estaba limpio otra vez y olía a jabón para limpiar mesas lo puse en su sitio cuando escuché que el teléfono general sonaba. Jessica adjudicando que era para ella corrió hacia él y contesto

- café parís, buenos días, en que puedo servirle...

Negué con la cabeza, ¿acaso tenía que poner voz de estar promocionando una línea caliente en vez de un servicio a domicilio? Definitivamente parecía estar siempre con fuego entre las piernas.

En algún momento la había envidiado por su libertad, tanto de cuerpo como de mente, si yo fuera así, si mi vida hubiera sido la de ella…claro que lo único que cambiaria seria dejar de estar ofreciendo mi cuerpo a cualquiera como una cualquiera.

Vi que cuando la persona al otro lado hablo, la expresión de ella cambio a desconcierto y por último a rencor antes de volverse hacia mí y mirarme como si yo tuviera la culpa de todo lo malo que le pasaba a ella.

- ¿a nombre de quién?- pregunto intentando sonar no interesada y por cómo, quien quiera que fuera, le contesto tampoco estaba muy contenta

- oye!- grito en mi dirección, la mire intentando que mi odio por ella no se dejara translucir ante mis ojos – te llaman…- dejo el teléfono allí y comenzó a darle la vuelta a las sillas para empezar a ordenarlas para el desayuno

Yo mire extrañada el auricular en cuanto llegue allí ya que era la primera vez en los casi dos meses que llevaba allí que recibía una llamada.

- ¿Hola?- conteste dudosa aun, y más completamente segura de que se trataba de una equivocación.

- - Isabella?- pregunto la otra voz al lado de la línea, casi suelto el auricular en cuando la reconocí, como si se hubiera quedado grabada en mi memoria con fuego, me puse la mano en el pecho cuando mi corazón quiso saltar de su cavidad. Intente disimular ya que Jessica me estaba mirando

- ¿Ed.…Edward?- pregunte aunque sabía que no tenía necesidad de hacerlo, hubiera reconocido esa voz donde fuera – pero que…- oh dios era una estúpida – ¿porque me estas llamando?

- creí que habías captado mi intención, quise hacerte saber que no sería la última vez que nos veríamos.

Así que si había identificado correctamente su expresión al mirarme, el latido de mi corazón no se mino pero el pecho se me lleno con un extraño calor que nada tenía que ver con que el sol acabara de asomar por las visibles y lejanas montañas.

- ss.…i-deja de tartamudear como una idiota, pensé- pero pensé que…

- bueno…aquí estoy y…- se paro como si algo mas allá de él le impidiera decirlo pero al fin lo hizo – quiero verte…necesito verte.

- ¿verme?- no debí repetirlo, no debí repetirlo, no debía mostrarme hambrienta del cariño que nunca había recibido y la intención de el bien podía ser solo de amistad y no del cariño que me estaba imaginando. En ese momento Jessica me dirigió una significativa mirada, la cual identifique como envidia, supuse que se trataba de que ella no había concertado una cita sino una vez desde el tiempo que llevaba allí y que otra persona lo hiciera debía molestarle. Un momento, ¿acaso dije una cita? Ella se dio media vuelta y yo aferre el teléfono, si este hubiera tenido vida habría soltado un quejido. – estás hablando en serio?- debía asegurarme y no dejar que mi tonta y ya muerta imaginación echara a volar otra vez

- mas que siempre- dijo él con esa voz profunda y por algún extraño motivo le creí inmediatamente – ¿qué tal hoy en la noche?-

Intente moderar mi respiración y que mi nerviosismo no se notara tanto, nunca, a excepción de esa vez en el orfanato, nadie me había invitado a nada, cerré los ojos intentando calmarme, era una soberana reina del miedo y sabia que tarde o temprano debía superarlo si seguía con mi anhelado sueño de tener hijos y familia.

- no lo sé… no creo que tenga – iba a decir ropa adecuada pero él me interrumpió

- di que si- me pidió con seriedad – no es que quiera sonar chantajista pero me lo debes

Tenía razón, después de todo había salvado mi integridad y mi cordura de ser aplastadas por un insensible patán.

"me debes esto… después de todo lo que he hecho por ti…me lo debes"

"no…por favor…"

Sacudí la cabeza antes de trasladarme otra vez y me dije que esta vez sería diferente. No lo conocía de nada pero inexplicablemente confiaba en el. No todo podía salir mal.

- está bien…-¿de veras había pronunciado esas palabras? – pero no puedes llevarme a un sitio elegante- advertí de antemano, no tenia ropa como había intentado decirle antes, lo único decente era lo que me había heredado Emmerald, algo que, si era sincera, no había explorado a fondo.

- solo debes estar lista a las siete y treinta, del resto me encargo yo.

Antes de que pudiera agregar palabra y negarme el corto la comunicación, solté el teléfono y sentí mi corazón aun palpitando fuertemente, quería sonreír, no sabía cómo evitar hacerlo frente Jessica pero no podía contenerme, nunca antes me había pasado algo así. Deje que mi respiración se acompasara y me dedique a trabajar, con doble ahínco debía admitir, consciente de que al menos por ese día tenía un motivo para ser que simplemente existir triste y vacíamente.