Dark Chat

sábado, 22 de mayo de 2010

Light in The Darkness

Capitulo 9. Culpabilidad

Alice me sonrió en cuanto abrió la puerta de su departamento. Era algo reconfortante no tener que hacer una llamada para visitarla, o avisar previamente que iría, ella siempre lo sabía.


-¿Así que ya has descubierto tu talento? –preguntó haciéndose a un lado para dejarme pasar.


-Sí –respondí, luego la miré con curiosidad-. ¿Qué no lo habías visto tú?


Suspiró. Su expresión se tornó frustrada.


-No, me enteré por Edward.


-Pero…


-No puedo ver a los lobos Bella –me explicó-. Si estás cerca de ellos, te pierdo, ya no puedo ver lo que pasa contigo.


Oh, eso era algo nuevo.


-Son agradables –comenté.


Frunció el ceño.


-Siendo sincera, espero que no pases mucho tiempo con ellos –caminó hacia mí, con la misma elegancia de siempre-. Me siento extraña cuando no puedo ver.


Me dirigí al sillón y me senté, no por cansancio, tan sólo simple costumbre que se me había quedado.


-Ahora hay algo importante que tengo que decirte –Alice me siguió hasta el sillón-. No te lo dije antes porque es algo no muy agradable de escuchar y también porque no lo sumamente necesario en el momento, ya que tú estás demasiado protegida.


Alcé la vista, no sabía a que se refería con eso.


-Hay una forma de destruirnos –dijo, tal vez no era consiente de lo que hacía, pero noté como el volumen de su voz bajaba considerablemente-. Atravesando nuestro corazón con un objeto hecho de hierro –hizo una mueca-. Aunque también los comillos de un licántropo harían una buena función en ese caso.


-Pero ellos no lo harían –repliqué inmediatamente, no sabía si lo que quería era defender a los licántropos o negar el hecho de que los vampiros estuviéramos en peligro por ellos.


-No, los dos bandos tienen un trato de paz desde hace muchos siglos –informó Alice-. Pero no está demás que lo sepas.


Puse una mano en mi corazón, uno que ya no latía, como si eso pudiera protegerme de algún futuro ataque.


Alice acercó otro mueble, una silla de madera y la colocó de manera que quedara frente a mí, su mirada se posó en mis ojos.


-Cuando sucede eso, no hay marcha atrás Bella –me veía como si quisiera hacerle comprender a un niño pequeño que es capaz de cometer una tontería en cualquier momento-. Tu poder de curación es asombroso, pero tiene sus límites –advirtió-. Si alguna vez intentas reparar una herida de esa magnitud, lo único que conseguirás es agotar tus energías y puede que provoques tu propia destrucción…


Genial, para mi había otra manera de dejar de existir y era gracias al uso excesivo de mi talento.


-No te preocupes –la tranquilicé-. No haré algo como eso –claro, porque nadie está muriendo en estos momentos. Pero… ¿Y si a alguien le ocurría algo? No podría desperdiciar mi habilidad, tal vez si aprendía a controlar la energía que escapaba de mi cuerpo… podría…


-Pon atención Bella –ella llamó mi atención-. No hay manera de curar una herida como esa ¿Me escuchaste?


Era como si hubiera adivinado mis pensamientos.


-¿Solo puedes ver el futuro cierto? –pregunté.


Ella se rió


-Es tu cara la que te delata Bella –respondió-. No puedo escuchar los pensamientos como lo hace mi hermano.


Fruncí el ceño. ¿Por qué tendrían que traicionarme mis propias expresiones?


-Bueno –dijo ella-. Estás aquí para que te ayude con tu habilidad ¿no?


Asentí.


-Entonces –su cabeza giró en distintas direcciones-. Tenemos que buscar algo con lo que comenzar a practicar.


-¿Practicar?


-Si –contestó-. ¿Cómo quieres desarrollar tu poder si no lo haces?


-De acuerdo


Salimos al parque, no tardamos en encontrar algo con lo que hacer una prueba, un pequeño gato de color marrón, se desplazaba lentamente debajo de un árbol, hasta que Alice lo atrapó.


Tenía una de sus patas rota.


-Vamos –me alentó ella, minutos después que estuvimos de regreso en su departamento.


Lo tenía aprisionado entre sus manos, noté el temor en los ojos ambarinos del gato, el animal no tenía idea que todo esto era para curarlo.


Cerré los ojos y coloqué mi mano en la extremidad dañada, me concentré. Una ligera calidez comenzó a recorrer mi brazo hasta quedarse en mi palma, cuando la sensación terminó, vi al gato, y para mi sorpresa estaba completamente bien.


-Estuvo bien –apremió Alice, se dirigió a la ventana y liberó a la criatura-. Pero toma en cuenta que el animal era pequeño por eso no gastaste mucha energía, en los humanos u hombres lobo, es un caso distinto.


Claro, esto no se comparaba con lo que había sentido cuando curé a Jacob.


-Alice…


No logré decir más. Su mirada se había vuelto hacia un punto muy lejos de mí, en ese momento no me oía, no me veía, su atención no era para mí. Extendió su mano hacia mí, como una invitación a tomarla. No lo hice. Tenía una sensación que algo andaba mal, Alice aún era consiente de lo que hacía.


-¿Estás bien? –musité con la esperanza de hacerla reaccionar.


Giró su cabeza hacia mí, sus ojos en blanco completamente, su mano se acercó varios centímetros más a mi, la palma estaba abierta… Tal vez si la tomaba ella volvería a reaccionar. Extendí mi brazo y cerré mi mano en torno a la de ella, como si fuera un saludo meramente cordial


Pero fue un error.


-¡Ah! –gemí cuando la oscuridad me envolvió. Me hundí en la marea negra, sin poder respirar, gritar o moverme.


Muchas imágenes cruzaron ante mí como relámpagos, no las podía apreciar concretamente, sólo destellos de ellas. Escuché una voz furiosa, una de hombre, pero no distinguí su contenido, vi colmillos, escuché gruñidos salvajes, los que avisan la venida de una pelea.


Entonces la voz de Alice se hizo presente, como narradora de las aterradoras imágenes.


-Se acerca una lucha –dijo sin emoción alguna, vacía.


El espacio negro se hizo presente de nuevo, nublando todo lo demás.


-Y tras ella siempre viene la muerte –finalizó la voz de Alice.


Distinguí un rostro, era el mío, estaba descompuesto en una mueca de sufrimiento, no estaba bien definido pero pude verlo.


-Lo siento –escuché a mi propia voz susurrar-. Es mi culpa.


Y tan pronto como entre, salí de las sombras, mi mano aferrada como acero alrededor de la de Alice se soltó al instante. Escuché el sonido de la puerta abrirse y al segundo siguiente logré ver a Jasper parado junto a ella.


-¿Estás bien? –le preguntó.


-Sí –contestó ella. El la abrazó, como si Alice fuera la vida entera.


Yo veía y escuchaba sin poder moverme, aún no lograba reaccionar.


-Pero ella no lo estará –sentenció Alice segundos después-. Bella lo que vimos…


-¿Así se ven tus visiones? –la interrumpí, sin siquiera moverme.


Negó con la cabeza.


-Las mías son claras –afirmó-. Es la primera vez que me pasa algo así, nunca había compartido una visión.


-¿Por qué dijiste todo eso?


-No quería hacerlo, pero las palabras salieron de mi boca y yo no podía detenerlas –admitió.


-¿Compartiste una visión con Bella? –escuché a Jasper preguntar.


-Muerte –dije-. Mi culpa –esas palabras colocadas en una misma oración no podían significar otra cosa que… la pelea de Edward y Andrew.


-Bella escucha no podemos confiar en lo que vimos –comenzó Alice-. Además no sabemos que es lo que significa así que…


-¡Claro que lo sabemos! –estallé-. Ellos se destruirán y todo por mí ¿No entiendes? ¡Todo esto es mi culpa!


-No Bella


-Debe haber algo que pueda hacer –me llevé las manos a la cabeza y la sostuve como si se fuera a caer en cualquier momento-. ¡Tengo que evitarlo!


-Jasper –escuché la voz de Alice angustiada.


Me estaba ahogando en mi culpa. ¿Cómo podía yo ser la causa de semejante atrocidad? Ojalá ninguno de los dos me hubiera conocido… ¿Por qué no pude quedarme en Forks? Por lo menos ahí no hubiera causado problemas…


Unas manos se posaron sobre mis hombros, estuve a punto de hacerlas a un lado, cuando sentí que algo luchaba contra mi culpa, una ola cálida me atravesó y en contra de mi voluntad me relajé.


Alice se acercó a mi con cautela.


-Bella no va a pasar nada, tengo más experiencia en esto, las cosas pueden cambiar –aseguró.


-Tengo que evitarlo –musité-. No quiero que peleen


-No lo harán –dijo Alice-. Ellos lo prometieron.


-¿Y si no pueden controlarse? –cuestioné.


-Tienen que hacerlo


-Me dijiste que si yo elegía esto podría terminar –le recordé.


-Eso es lo que creo –respondió-. Pero no se que pueda pasar en ese caso, recuerda que la otra vez –vio mi expresión-. No resultó bien, y no se que ocurrirá ahora, con las vinculaciones tampoco puedo ver.


-Pero existe la posibilidad de que acabe ¿no?


Frunció el ceño.


-No puedes elegir aún


-¿Por qué no? –pregunté exasperada, Jasper apretó ligeramente mis hombros y me volví a relajar.


-Aún no estás lista


-¿Cómo lo sabes?


-Por que se nota, tú aún no estás vinculada.


-No quiero que pase nada malo –dije asustada, sentía como Jasper intentaba relajarme.


-Todo va a estar bien…


-No lo sabes –la interrumpí.


Me miró fijamente, y me ofreció una sonrisa, era una máscara para ocultar sus verdaderos sentimientos, pero era demasiado tarde porque logré ver el destello de miedo atravesar los ojos de Alice.


-Tienes razón –admitió-. Por primera vez, lo ignoro por completo.


Cerré los ojos, esto no iba nada bien.


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Capitulo 10. Sospecha

-¿Qué puedo hacer? –le pregunté a Lila, en verdad estaba desesperada.


-Esperar


-¿Esperar? –casi grité-. ¿A que? ¿Qué se maten entre ellos?


Lila me miró fijamente, su expresión era de completa seriedad.


-Lo que quiero decir Bella –dijo con clama-. Es que no puedes hacer nada, no puedes forzarte por querer salvarlos…


-Pero la visión… fue algo aterrador –me estremecí.


-El futuro cambia constantemente


-Hablas como Alice –comenté.


-Pues eso es cierto –dijo-. Ya Bella, preocuparte no te hará ningún bien… me gustaría traer a –Lila hizo una mueca, al parecer quería recordar algo-. ¿Cómo dices que se llama el compañero de Alice?


-Jasper


-Me gustaría traerlo, para que pudieras estar tranquila


Suspiré.


-El ya ha hecho demasiado por mí –le dije.


Tiempo después, cuando la clase de Historia salía del salón, Andrew me llamó y me pidió que me quedara un rato más.


-¿Qué te pasa Bella? –preguntó-. Estuviste inquieta toda la clase.


-Que observador –dije.


Andrew sonrió.


-Tal vez no lo entiendas ahora, pero no puedo no fijarme en ti Bella –se acercó más a mí.


-¿Si te pido algo lo cumplirías? –le pregunté.


Sus ojos verdes no se despegaron de mi en ningún momento.


-Sí


-¿Lo que sea?


-Lo que sea –prometió.


-Pase lo que pase –musité-. No vayas a pelear con Edward.


-¿Eso es lo que tanto te preocupa?


-Por favor, sólo di que no lo harás, no quiero que ninguno salga herido…


Andrew me abrazó.


-Lo prometo Bella, pero ya no quiero verte sufrir así –besó mi frente-. No lo soporto.


-¿Algo te preocupa Bella? –Lena me preguntó esa noche.


-Nada –le sonreí.


Lena hizo una mueca, por supuesto que no podía engañarla.


-No te creo –se sentó junto a mí en el sillón, su mano rozó una de las mías, yo estaba tan concentrada en mis problemas que no hice intento por apartarla-. ¡Bella estás helada!


Me levanté del sillón y puse una distancia considerable entre nosotras.


-No te preocupes Lena, sólo tengo que cobijarme y entraré en calor –dije.


Mi hermana frunció el ceño.


-Déjame tomar tu temperatura –Lena se levantó-. Creo que tengo un termómetro en mi cuarto…


-No –la interrumpí antes de que siguiera avanzando-. Es decir… no es nada, me siento bien…


-¿Segura? –los ojos no se despegaban de mi rostro, sabía que me estaba dando un chequeo completo.


Asentí.


-Pero te veo algo pálida…


-Tengo sueño iré a dormir –la interrumpí, era mejor escapar antes que decidiera tomarme el pulso.


-Buenas noches


Esperé hasta escuchar que la respiración de Lena se regularizaba, sólo hasta entonces salí del departamento. Justo después de cerrar la puerta fui aprisionada por unos fuertes brazos.


-Bella ¿Estas bien? –reconocí la voz, era Edward-. Yo escuché los pensamientos de Alice… estaba recordando la visión que tuvieron…


Me di la vuelta para poder ver su rostro.


-Estoy preocupada –admití.


Edward colocó su mano en mi mejilla.


-Todo va a estar bien Bella –prometió.


-Eso espero


-¿Para que querías que viniera al hospital? –le pregunté a Lena la tarde siguiente-. ¿Necesitas que te traiga algo?


Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de mi hermana, ese tipo de sonrisas era a las que más les temía.


-Te voy a hacer un chequeo completo –dijo Lena.


-No es necesario… -debí saber que mi hermana no se daría por vencida tan fácilmente.


-Bella, no te vas a ir hasta que te revise…


-¡Dra. Swan! –una enfermera entró en la oficina-. ¡Código azul en el cuarto 208!


Lena se levantó de la silla y se dirigió a la puerta.


-¡No te atrevas a irte Bella! –escuché que me gritaba.


¿Qué iba a hacer? Sino accedía a lo que Lena quería, no me dejaría en paz…


Minutos después tocaba la puerta del consultorio de Carlisle.


-¿Qué pasa Bella?


-Necesito tu ayuda –dije al entrar-. Quiero que le finjas haberme revisado y le digas a mi hermana que tengo una salud perfecta.


-¿Sospecha algo?


-No, sólo cree que estoy enferma –contesté.


-Debes tener cuidado Bella, tu hermana no puede saber la verdad de tu condición –me advirtió-. No sabemos como reaccionaría.


-Tendré cuidado –prometí. Si mi hermana descubría mi secreto, corría el riesgo de perderla.


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Capitulo 11. Captura

-¿Tu hermana te creyó?


-No a mi, pero la vi más convencida cuando Carlisle le explicó que todo lo que tenía era cansancio –le contesté a Lila.


-No vuelvas a dejar que tu hermana se acerque mucho a ti –me aconsejó Lila-. No creo que se conforme con la opinión de otro médico si piensa que estás enferma.


-Tienes razón –concedí-. Puede ser muy terca si se lo propone.


Llegué al departamento cuando faltaba poco para el anochecer, Lena debería llegar en cualquier momento, me aseguraría que se durmiera y después saldría a recorrer la ciudad.


Cuando el reloj se acercó a las nueve… Lena aún no llegaba, quizás tendría problemas con alguno de los pacientes, tal vez a penas estaría saliendo del hospital… Me senté en el sillón a esperarla, de pronto, una sensación horrible se apoderó de mí, algo había salido mal. Lo sentía, estaba segura de ello…


Salí del departamento con rapidez, la sensación iba aumentando conforme caminaba por las calles, casi me ahogaba en la angustia cuando llegué a un callejón desabitado y la olí antes de verla, sangre… la de mi hermana. Yacía rodeada en el suelo, envuelta en un charco escarlata…


-¡Lena! –grité. Me arrodillé junto a ella, podía escuchar el esfuerzo de su corazón por seguir latiendo, su cuello tenía una herida… alguien había bebido de ella y luego la había abandonado para que se desangrara-. ¡No! ¡Tú no vas a morir!


Coloqué ambas manos sobre su herida, cerré los ojos. Este era el momento de usar mi don. La energía viajó más rápido que la última vez, tal vez por la rabia, el miedo y la angustia que sentía.


La herida comenzó a cerrarse, pero se estaba llevando toda mi energía para eso, no me importaba, mientras ella estuviera bien. Cuando se cerró por completo, caí junto a ella, estaba exhausta.


-¿Bella? –Lena abrió los ojos. Aún se veía un poco débil, pero parecía que iba a recuperarse. De pronto el miedo llenó sus ojos-. ¡Bella! ¡Tenemos que irnos de aquí!


-¿Que ocurre? –musité. La vi intentar ponerse de pie, sin éxito alguno.


-Ellos, los que me atacaron –su voz se tiñó de verdadero pánico. Su mano tocó su cuello-. Pero ¿Cómo?... Bella lo que te voy a decir es completamente cierto, unos vampiros me atacaron… y creo que siguen aquí cerca. ¡Debemos de irnos!


Estaba completamente fuera de sí, tenía que calmarla y llevarla al departamento. Pese a que todo mi cuerpo se quejó de dolor intenso logré levantarme. La tomé de sus manos y la ayudé a incorporarse.


-¡Rápido Bella! –estaba desesperada. Ella pasó una mano encima de mis hombros-. No puedo caminar bien… tienes que ayudarme el resto del camino…


-Tranquila –le dije, haciendo un esfuerzo por no caerme junto con ella-. Todo va a estar bien… no hay nadie aquí…


-En eso se equivoca señorita


Vi a Maximilian y a los otros vampiros que habían intentado atacarme, Lena gritó, supuse que sus atacantes habían sido ellos. Malditos fueran. Dejé a mi hermana en el suelo.


-¿Qué haces? –cuestionó-. ¡Debemos de huir!


No serviría de nada, ellos eran tres, más fuertes y más rápidos que nosotras.


-Lamento que tengas que ver esto hermana –le dije.


-¿Bella?


-No se acerquen a ella –cada palabra fue acompañada con un gruñido. Sentí como Lena se estremecía junto a mí. Dejé al descubierto mis colmillos.


-¿Por qué siempre tienen que ser las cosas de esta forma entre nosotros? –preguntó Maximilian con una sonrisa en los labios.


Me coloqué un paso adelante, cubriendo a Lena con mi cuerpo, ya casi no me quedaban fuerzas para seguir.


-No te preocupes, no es a ella a quien queremos –contestó Maximilian-. Pero creí que si la lastimaba tú vendrías hasta aquí.


Uno de los vampiros saltó sobre mí, no fui suficientemente rápida para esquivarlo. Lo golpeé con todas las fuerzas que fui capaz de reunir y el vampiro salió volando varios metros lejos de mí. Intenté levantarme, pero otro vampiro me atacó, me tomó de los hombros y me estrelló contra el suelo, escuché como el pavimento se quebraba debajo de mi cabeza. Levanté una de mis rodillas y golpeé al vampiro en el estomago, me soltó. De un salto, logré ponerme de pie, y para mi horror, los dos vampiros estaban listo para pelear de nuevo. Les gruñí, estaba lista para recibirlos. Fue cuando escuché el grito de Lena.


-Yo te tú dejaba de oponer resistencia –Maximilian tenía abrazada a mi hermana, los colmillos del vampiro estaban sobre su cuello, pero aún no atravesaban la piel-. O ella lo pasará muy mal.


Lena tenía los ojos desorbitados por el horror, yo ya no pude más. Caí de rodillas en frente de los vampiros.


-Por favor, no la lastimes –supliqué. Mi cuerpo quedó sin fuerzas y descendió hasta llegar al suelo de un golpe.


-Bella –los ojos de mi hermana ya no me veían igual que antes. Lena había descubierto que yo era igual que los que habían intentado matarla.


-Lo siento –musité.


-Mucho mejor –aprobó Maximilian-. Ya no te necesito –le susurró en el oído a mi hermana, vi como ella se estremecía.


Intenté levantarme, pero no logré mover ni siquiera un dedo. Vi como Maximilian tomaba a Lena del brazo y la aventaba lejos de si, mi hermana cayó al suelo, y ya no se movió, sabía que no estaba muerta, porque podía escuchar su corazón latir, pero no sabía si el daño había sido serio.


-¡Maldito! –por lo menos tenía fuerza para gritar.


-Levántala –escuché que Maximilian le decía a otro de los vampiros-. Tenemos que irnos.


Quise resistirme, pero mi cuerpo no parecía ayudarme, el vampiro me levantó del suelo y me puso de pie, tuvo que agarrarme de la cintura para que no cayera de nuevo.


-Vas a tener que llevarla cargando –le indicó Maximilian.


-Por favor ¡Tenemos que llevarla al hospital! –exclamé viendo a mi hermana.


-La encontrarán algún día –dijo Maximilian-. Además ya no debe de importante, de cualquier forma ya no la volverás a ver.


El otro vampiro me tomó entre sus brazos y me levantó del suelo. No pude hacer nada para evitarlo…


-Conocerás a Talon –me dijo Maximilian-. Nuestro jefe.


Lo único que me importaba era que alguien encontrara a Lena y la llevara a un hospital, de lo demás, me preocuparía después.