Dark Chat

sábado, 17 de julio de 2010

Tan lejana como una estrella

Cap.22.SECRETO A VOCES
BELLA POV
En cuanto entramos a la casa, mi humor empeoro al ver a mi madre, Mike y Heidi, todos juntos, reunidos en la sala. Suspiré pesadamente mientras sentía como Edward se alejaba de mi lado, no sin antes dar un "buenas noches" general y diplomático. Ni bien lo tuve a más de dos metros de mí, mi cuerpo sintió frío.

"Te dije que no tardaras en venir" – regañó mi madre mientras me jalaba un poco más lejos de nuestros invitados – "¿Dónde has estado?"

"Creo que ya estoy un poco grandecita como para que te tenga que dar todo el tiempo explicaciones" – contesté de manera tajante mientras zafaba mi brazo de sus manos

"Eres una grosera…"

"¡Ya, mamá!" – interrumpí, valiéndome poco si mi voz llegaba
hasta los oídos de Mike y Heidi – "¡No estoy de humor para andar soportándote!" – noté con satisfacción como mi actitud la había dejado pasmada, aproveché los cinco segundos en los cuales no supo que decir y me escabullí hacia mi recamara.

Ya estando allí, me aseguré de cerrar bien la puerta, por si se le ocurría subir para seguir con sus amenazas. Me quité el uniforme, y me dejé caer sobre la cama, apretando mi camisa contra mi rostro. Inhalé profundamente, ya que la fragancia de Edward aún estaba impregnada en la tela.

Tras darme un baño y ponerme más cómoda, apagué las luces y me acosté. Había sido un día realmente cansado. Ya en aquella oscuridad, volví a recordar lo que tenía pocas horas había pasado en casa de Edward. Aún estando sola, mis mejillas se encendieron al recordar la situación en la que Esme nos había encontrado… sentí un apretón en el pecho cuando recordé la bofetada que le había dado a su hijo y las palabras que nos había dicho… y más me dolía admitir que, la mayoría, eran demasiado ciertas.

¿Con qué cara la iba a ver mañana?...

Sin embargo, me reconfortaba mucho el saber que Edward no estaba dispuesto a dejarme y que me amaba, eso me bastaba para estar tranquila y dispuesta a enfrentar lo que se viniera… o al menos, eso creía.


EDWARD POVEres un egoísta me repetía una y otra vez…

No me atrevía ni si quiera a cerrar los ojos por que, en cuanto lo hacía, el rostro desolado de mi madre llegaba a mi mente… ¿Cómo podía ser capaz de hacerle tanto daño? No se lo merecía, nadie de mi familia se merecía lo que yo estaba haciendo, pero… era demasiado cobarde como para atreverme a dejar a Bella…

"¡Maldición!" – exclamé mientras lanzaba lejos la almohada.

¿Qué debo hacer?...

Un golpe de nudillos tocó mi puerta.

"¿Quién?" – pregunté, más no obtuve respuesta alguna. Me imaginé que, probablemente, se trataba de Bella y no podía contestar para no hacer ruido, así que me dirigí hacia le entrada de mi cuarto, la cual abrí lentamente.

"Tanya" – dije, demasiado consternado

"Hola" – respondió tímidamente – "¿Me permites pasar?" –

"Mejor soy yo el que sale" – discutí mientras cerraba la puerta de mi recamara, detrás de mí – "Ahora si, ¿te puedo ayudar en algo?" – dije. La muchacha bajó la mirada hacia el suelo y pude sentir como la cohibición le invadían – "Tanya" volví a llamar – "¿Qué pasa?"

"Te extraño" – murmuró, aún sin verme. Me sentí mal de verla así.

En mi vida pasada, la cual terminó en cuanto conocí y me enamoré de Bella, en ningún momento me había afectado el saber que había roto más de alguna ilusión en varias ocasiones. Jamás antes me habían invadido los remordimientos, aunque estaba conciente del daño que causaba constantemente con mi actitud…

Y, sin embargo, ahí estaba: tan cambiado y renovado que ni yo mismo me lograba reconocer. El Edward a quién le importaba poco los sentimientos de las chicas, el que jamás quiso tener ningún tipo de compromiso sentimental, el que nunca antes había sentido amor, había muerto, y no había estado completamente conciente de ello, hasta esa noche.

La prueba más clara era que, ni por un segundo, me había tocado la tentación de serle infiel a Bella y, además, repito: me sentía fatal de saber que Tanya se encontraba sufriendo por mí causa…

"Tanya" – murmuré mientras levantaba su quijada con mi mano para poder verla de frente. Me arrepentí al ver como sus ojos estaban llenos de lagrimas – "Discúlpame"

"¿Sigues con ella?" – preguntó. Asentí con mi cabeza, aún sin quitar mi mano de su mentón – "La amas mucho, ¿no es así?"

"Demasiado" – aseguré

"Te creo" – susurró, volviendo a bajar la mirada – "Que envidia me da" – agregó y pude ver como una gota caía al suelo

"No llores, por favor" – pedí mientras capturaba su rostro entre mis manos al ver que el llanto se incrementaba – "no valgo la pena para tus lagrimas, Tanya. No las gastes en mí"

"Lo siento" – se disculpó mientras pasaba sus manos por sus mejillas – "que patética soy" – estaba a punto de protestar pero me silenció, poniendo sus dedos sobre mis labios – "no te preocupes, no he venido a darte un show"

"Te vengo a prevenir" – informó - "ten mucho cuidado, Edward, tu relación se esta volviendo en un secreto a voces" – no pude evitar dilatar mis ojos ante lo dicho

"Tú…"

"Sé la verdad, desde hace días" – confesó – "pensé que era un capricho tuyo, más me he dado cuenta que no es así"

"Tanya, por favor no…" – comencé a suplicar, completamente aterrado

"Edward, tranquilo" – se apresuró a decir – "conmigo su secreto esta a salvo…yo…" – vaciló un poco antes de continuar – "yo te quiero… y por lo mismo no me gustaría verte sufrir, ¿Por qué crees entonces que he venido advertirte de que sean más cuidadosos?"

"¿A qué te refieres?" – pregunté

"Fui hoy a hacer unas compras al supermercado, ahí me encontré a una amiga que trabaja en la mansión de los Hale… me dijo que acababa de ver a la señorita Rose con un joven desconocido, y también dijo que, aunque no estaba completamente segura, podía apostar a que te había visto besándote con la señorita Isabella" – el miedo se incrementó a tal grado que me enmudeció por completo.

Sentí que mis manos se habían puesto totalmente gélidas y podía jurar que mi rostro estaba demasiado pálido ya que mi sangre se había congelado en mi estomago.

"Debes cuidarte, Edward" – continuó hablando la muchacha – "ya te has fijado cómo es la señora, no quiero ni pensar en lo que te puede hacer si se llegara a enterar de que sales con su hija…" – sentí como sus manos se acomodaban sobre mis mejillas y fue ella, en esa ocasión, la que me obligó a mirarle a los ojos – "Deben separarse, Edward, por tu bien, y por el de ella, deben hacerlo"

"No puedo" – susurré casi de manera inaudible – "no puedo dejarla…" –

Mi cuerpo fue atrapado por sus brazos, delgados y calidos.

"La amas" – aseguró – "y ese amor te causara mucho daño" –

"No me importa" – discutí, alejando su cuerpo, de manera gentil, con mis manos. Sus grandes y atractivos ojos me miraron fijamente, con desaprobación.

"Tú sabrás lo que haces" – dijo mientras levanta su mano para acariciar levemente mi mejilla derecha – "solo… cuídate mucho" – recomendó

"Gracias, Tanya" – dije de manera sincera.

"¿De qué?" – preguntó con una sonrisa triste, pero amable – "Descansa" – deseó mientras se ponía de puntitas para rozar mis labios. No pude rechazarla, solamente me limité a cerrar mis ojos y quedarme quieto, esperando a que su boca abandonara a la mía, lo cual no tomó mucho tiempo – "Hasta mañana" – susurró.

"Hasta mañana" – respondí, viendo como me dedicaba otra sonrisa, antes de dar media vuelta e irse


JASPER POV
Pues bien... ahí estaba yo: bajando de un taxi, frente a aquella escuela pública y sin mi carro.

Caminé hacia la entrada, sintiendo varias miradas posadas sobre mí, provocando que bajara mi mirada hacia el suelo en un intento vano de ignorarlas.

"Jasper" – llamó aquella voz tan hermosamente familiar. Rápidamente, comencé a buscar, mirando hacia todos lados, su rostro, hasta que al fin lo hallé entre esa multitud de jóvenes que iban y venían, de un lado a otro.

"Alice" – llamé yo también mientras caminaba hacia donde estaba ella – "hola" – dije como un estupido adolescente que saluda a la chica que le trae loco

"¿Y tu carro?" – me preguntó sin poder ocultar lo extrañadamente complacida que estaba al verme sin el.

"Lo deje" – le dije – "¿Acaso no era eso lo que querías?"

"Pensé que me estabas mintiendo" – confesó

"Ya ves que no" – repliqué, arrancándole una encantadora sonrisa de sus labios – "que linda te ves cuando sonreís" le quise decir, pero preferí callar – "¿Nos vamos?" – pregunté a cambio, ofreciéndole mi brazo para que lo tomara.

"Vamos" – acordó ella, obviamente, rechazándome y dejándome atrás. Sonreí mientras le seguí los pasos. Un perro faldero se quedaba corto a comparación mía, más no me importaba

"Deja que te ayude con la mochila" – pedí cuando la alcancé – "Se ve muy pesada"

"¿Me estas llamando débil?" – inquirió, deteniéndose y retándome. No pude evitar sonreír de manera extensa

"Claro que no" – aseguré – "solamente te estoy ofreciendo mi ayuda, como buen caballero que soy"

"Pues discúlpeme, buen caballero, pero no necesito ningún tipo de ayuda" – contestó, volviendo a caminar

"Alice, por favor, deja que te ayude" – insistí, viendo como rápidamente negaba con la cabeza – "¿Por qué eres tan orgullosa?"

"No me gusta deberle favores a nadie" – informó – "siempre te los terminan cobrando" – la tomé por el brazo e hice que frenara otra vez su marcha – "¿Y ahora qué?" – preguntó a regañadientes

"Dame tu mochila" – pedí con firmeza, forcejeando hasta que logré asirme del objeto

"¡Eres insoportable!" – exclamó la muchacha, para diversión mía

"Tu no te quedas atrás" – repliqué, sonriendo de oreja a oreja, mientras me ponía la mochila en los hombros – "Ahora si, ¿Nos vamos?"

Alice comenzó a caminar, manifestando su descontento con aligerar su paso y permanecer casi todo el camino en silencio. Su actitud me causaba una gracia enorme, la cual me tuvo la mayor parte del trayecto entretenido, hasta que, sin querer, recordé a mi hermana, a la cual había dejado sola esa noche.

¿Cómo estará? Me pregunté Espero que mis padres no la molesten en mi ausencia…

"¿Te ocurre algo?" – me preguntó Alice

"No" – mentí, un poco más contentó de que, al fin, haya decido hablar – "no pasa nada"

"No te creo" – discutió

"Tu nunca me crees" – recordé, mientras le dedicaba una sonrisa. Sentí como algo me jalaba por la espalda, a través de la mochila, y me obligaba a frenar. Alice se plató frente a mí, clavando sus grandes y oscuros ojos en los míos durante varios segundos

"¿Cómo no creerte, si me mientes?" – inquirió – "Ahora mismo lo estas haciendo,… dime qué te pasa" – ordenó finalmente

"¿Acaso te preocupo?" – solté sin poder evitarlo. Pude notar como mi pregunta la tomaba desprevenida y, aunque fueron pocos segundos, bastaron para darme cuenta de su vacilación a la hora de responder.

"Claro" – admitió con voz fingidamente indiferente – "me preocupas, así como todo amigo me llegaría a preocupar"

Que obstinada eres, Alice…

"¿Me vas a decir lo qué te pasa, si o no?" – volvió a insistir

"Mi hermana" – dije, tras varios segundos, al momento que suspiraba y admitía mi derrota – "mis padres están muy enojados con ella por una relación que guarda, no tiene mucho, con un joven…"

Comencé a contarle a grandes rasgos sobre el tema y ella me escuchó atentamente y sin interrumpirme. Me sentí mucho mejor al poder hablar con alguien, y más si ese alguien, era Alice…

"Gracias… de nuevo" – dijo a modo de despedida en cuanto llegamos a la casa

"Espera" – llamé cuando vi que daba media vuelta para irse. Ella volvió su cuerpo a su antigua posición, para mirarme, y esperó a que continuara – "me preguntaba…" - ¿Por qué diablos me temblaban las manos? Cálmate Jasper, no es la primera ni la segunda vez que haces esto, me repetí más de tres veces antes de seguir hablando – "me preguntaba si aceptarías salir conmigo este fin de semana"

BELLA POV
"¿C…?" "¿Cómo que…?... ¡¿Qué dices?" – solté – "¡¿Cómo que Edward va a llevar a Heidi a Port Angeles?"

"¡Bella!" – exclamó mi madre – "¿Qué te ocurre? ¿Por qué te alteras de esa manera?"

¡Por que esa maldita, cara de mustia, esta de arrastrada con MI novio y ahora resulta que necesita un chofer para irse de compras!"

"Por que Edward me tiene que ir a dejar y a traer a la escuela…"

"Ese no es problema, Mike ya se ofreció en llevarte y, por consecuencia, irá a traerte" – Genial

"Mamá, sabes muy bien que no soporto a ese tipo" – protesté – "Además, no es justo, Edward tiene que ir a la universidad, tú…"

"¡Ay, Isabella! ¡Ya basta!" – interrumpió Renne – "¿A mi qué me importa lo que tenga o no que hacer ese muchacho? En cuanto vino a pedir el trabajo se le advirtió que más de alguna ocasión se le iba a necesitar durante el día, él aceptó, así que no hay ningún problema. Además, no esta trabajando de a gratis, se le paga muy bien y si no le gusta, que renuncie"

"¡¿Por qué no va su hermano con ella?" – ofrecí, tratando de alejar la palabra "renuncia" de mi mente. No. Soportaría todo, menos el tener a Edward lejos de mí.

"Por que a Mike no le gusta ir con Heidi a ese tipo de actividades" – informó mi madre – "¡Y ya deja de discutir!" – ordenó. Más ya no le di importancia por que pude escuchar un par de tacones, bajando de las escaleras…. Y claro, no podía ser otra, más quien la que se largaría con mi novio.

"Hola, Buenos días" – saludó la muy sinvergüenza con voz asquerosamente amable

"Heidi, querida" – se apresuró a saludar mi progenitora con un beso en la mejilla – "¿Cómo amaneciste?"

"Bien, muchas gracias" – respondió – "¿Y tu qué tal, Bella?" – no le conteste. Me limité a mirarla, de arriba hacia abajo, con toda la arrogancia que me fue posible – "Parece que estas de mal humor" – puntualizó, haciéndose la inocente.

"Discúlpala" – imploró mi madre – "desgraciadamente, tengo una hija con un pésimo carácter" – agregó, dedicándome una mirada completamente envenenada e iracunda – "vamos a desayunar, debes tener hambre"

Caminé detrás de ellas hacia el comedor. Jalé la silla de manera violenta y me senté, aún sin borrar la amarga expresión de mi rostro, la cual empeoró al tener a mi lado a Mike Newton…

"Buenos días, Bella" – dijo tras saludar a su hermana y a mi mamá – "¿Cómo amaneciste?" – de nueva cuenta, en lugar de responder, me limité a girar mi rostro, con desprecio, en dirección contraria. El muchacho y las otras dos mujeres lo dejaron pasar.

Cuando Esme hizo acto de presencia, no pude evitar sentirme nerviosa y bajar la mirada para no verle.

Que pena… Me repetía una y otra vez

"Señorita, ¿Qué le sirvo de tomar?" – preguntó la madre de mi novio y pude sentir claramente la diferencia con la que su voz me hablaba

"No te preocupes, Esme, yo me serviré" – contesté, aún incapaz de mirarle, agradeciendo el que mi madre no haya protestado, como siempre solía hacerlo.

"Esme, dile a tu hijo que vaya preparando el carro, en unos cuantos minutos mi sobrina estará ya lista" –

"Si, señora" – dijo de manera obediente la cocinera mientras salía del lugar.

Me retiré del comedor sin previo aviso y, sin pensarlo dos veces, me dirigí hacia donde, se suponía, debería estar Edward. El desayuno acababa de comenzar, así que no había peligro de que alguien nos viera.

"¡Bella!" – exclamó mientras corría a abrazarme en cuanto me vio entrar al garaje.

El estar entre sus brazos no me alivió, tal y como lo había supuesto, si no que, fuera de todo eso, pude sentir cierto miedo y desesperación emanando del calor de su cuerpo, y eso… no me gustó.

"Bella, que alivio el verte" – murmuró con sus labios pegados sobre mi cabeza

"¿Pasa algo?" – le pregunté al darme cuenta que no solamente su cuerpo mostraba aquella tensión, si no que también su voz – "Edward" – llamé ante su silencio – "¿Qué pasa? Dime, por favor" – supliqué. Pude sentir como sus brazos se apretaban más fuerte a mi cintura y, tras ceñirme a su cuerpo durante tres segundos, me soltó y se alejó de mí.

"Tanya ayer fue a buscarme a mi recamara" – no tuve tiempo de sentirme celosa, ya que sabía que detrás de esas palabras, algo peor que una simple seducción estaba por venir – "lo sabe, Bella" – continuó – "sabe que tu y yo estamos juntos, también me informó que una muchacha que trabaja con tu amiga Rose nos vio"

Creo que dejé de respirar, ya que muy dentro de mí, sabía que me había quedado completamente inmóvil frente a él.

"Bella" – llamó mientras agitaba delicadamente mis hombros – "Di algo, por favor" – suplicó, y la dulzura de su voz empeoró las cosas y quebrantó mi fortaleza. Me volví a aventar a sus brazos y comencé sollozar fuertemente contra su pecho.

No era necesario decirle el por qué lloraba. Él lo sabía perfectamente. Sabía lo insoportable que era el llegar a pensar en una separación. Sus manos se pasaron por mis cabellos y sentí como sus labios me besaban una y otra vez, bajando de mi cabeza a mi frente, y de mí frente a mi nariz, en donde se desviaron para besar mis húmedas mejillas y, por último, mis labios.

"No quiero perderte" – sollocé sin aliento

"No lo harás" – prometió – "ya te lo he dicho antes, Bella, te amo y no te dejaré nunca"

Que mentira tan más grande me había dicho Edward aquella mañana…

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Cap.23.TRAICIÓN
EDWARD POVManejé aún con Bella en mis pensamientos. No me gustaba verla llorar, no me gustaba verla sufrir y, el saber que yo era la causa principal de sus angustias, me ponía más ansioso de lo que ya estaba. Pise el acelerador de manera inconciente, manifestando en silencio la terrible impotencia que en mí surgía. ¿Qué tenía que hacer? ¿Qué podía hacer para contrarrestar el daño que hasta el momento había causado a mi madre y a Bella? ¿Cómo era posible que fuera capaz de herir a las dos mujeres que más amaba en mi vida?...

"¿Por qué tan callado, Edward?" – preguntó Heidi, rompiendo mi concentración. Para ser sincero, se me había olvidado que manejaba con compañía.

"Lo siento, señorita" – me disculpé, sin dejar de mirar a la carretera

"Por favor, no me digas señorita" – pidió – "llámame solamente Heidi" – propuso mientras sentía como su mano se posaba sobre mi hombro derecho. El gesto me resultó incomodo al instante.

"Con todo respeto, dudo mucho que sea apropiado esa clase de confianzas" – esperaba a que la ambigüedad de mis palabras resultara obvia. La chica comenzó a reír. Su risa me resultó un poco molesta, era demasiado sonora y estridente.

"Vamos, Edward" – dijo aún en medio de carcajadas – "no me vengas con clases moralistas, por favor, que no te quedan" – no pude evitar envararme en el asiento. ¿Qué había dicho? ¿Qué bases tenía ella para hablarme de esa manera?... ¿Acaso…?

"¿A qué se refiere, señorita?" – pregunté de la manera más tranquila que pude, con la esperanza de que mi sucia conciencia fuera la causante de haber dado a aquellas palabras un significado más intenso

"¿En realidad no sabes a lo que me refiero?" – respondió la muchacha con desden – "¿Te doy un consejo, Edward?" – prosiguió – "debes de elegir mejor a tus conquistas, a mi parecer, Bella no es una mujer digna de ti"

Por poco me salí de la carretera. La vista se me había nublado de manera terrible y mis manos, aferradas al volante, se habían vuelto sudorosas, frías y pesadas; los pies por un momento no supieron dónde se encontraba el acelerador y mis rodillas se agitaban con una pequeña vibración. No me atrevía a decir nada, ni en contra, ni a favor. Solamente me limité a seguir mirando hacia la carretera, como si no hubiese escuchado nada. ¿Cómo se había enterado? ¿Acaso Tanya había…? No. Tanya no había sido, estaba seguro... Pero… ¿Cómo diablos…?

"Se les olvido que las paredes tienen oídos" – comentó Heidi, como si pudiera oír mis pensamientos – "No quiero perderte" – imitó las palabras que Bella me había dicho hacía pocos minutos y, después, se carcajeó - "no sabía que Bella podía llegar a ser tan… pasional" – agregó con el escarnio fluyendo de su voz.

"Lo que no me logró explicar" – continuó hablando ante mi silencio – "es ¿Cómo Isabella, la materialista y frívola de Isabella, se fijó en un chofer?… ¡Oh! ¡Me pregunto cómo se lo tomaría la tonta de Renne!..."

"¡No lo sabrá!" – interrumpí automáticamente. Ya no podía callar más, ya había escuchado suficiente – "La señora no tiene por qué enterarse"

"¿Por qué no?" – discutió con una gran sonrisa, me atreví a desviar mi vista de la carretera para verle y no había gesto en ella que no dejara a la vista lo rebosante que le resultaba el saber que me encontraba asustado por lo que sabía – "¿Por qué no frenas el carro y platicamos mejor?" – propuso y, ante la imposibilidad de algo mejor, accedí.

Estacioné el carro en la orilla de la carretera. Heidi se bajó del auto y yo la imité, posicionándome frente a ella

"Por favor, guarda este secreto" – le supliqué. Una de sus cejas se enarcó al momento en que me miraba con pérfidamente – "por favor" – repetí – "hago lo que tu quieras, pero no hables de esto"

"¿Lo que yo quiera?" – repitió y viajó sus ojos de un lado a otro, mientras aparentaba pensar detenidamente – "esta bien, no diré nada" - accedió y, por un momento sentí alivio – "pero evidentemente, tu tienes que hacer algo a cambio"

"Lo que tu digas" – dije de manera estupida. Ella me miró con una sonrisa perversa y yo esperé en silencio, incapaz de imaginar lo que me iba a pedir…

"Esta tarde mi hermano cerrara el trato con una empresa la cual le venderá una casa, a la cual nosotros nos iremos a vivir por un tiempo" – comenzó a explicar – "es obvio que yo necesitaré un chofer…"

"No" – interrumpí con un susurró – "Yo no puedo…"

"Claro que puedes" – cortó ella de manera amable – "bueno, eso lo dejo a tu criterio" – expuso con falsa inocencia – "si quieres que guarde tu secreto, esa es la condición: dejarás a Bella y trabajaras para mí"

Bajé la mirada y empuñé mis manos ante la impotencia que me habían dejado sus palabras

"¿Qué ganas con todo esto?" – pregunté, más para mí que para ella, ¿Qué ganaba con hacerme ese daño? Que yo supiera, jamás antes le había ofendido como para odiarme de tal manera.

"Digamos que tu noviecita nunca ha sido de mi agrado" – aclaró – "siempre ha sido la maldita niña caprichosa que tiene todo lo que desea y estoy segura de que tu eres lo único que le dolería perder en estos momentos… ¿Qué mejor revancha que el quitarle lo que ella más quiere solo para quedármelo"

"Yo no soy un juguete" – recordé, me sentía como su bufón ya que cada palabra que decía era objeto de su burla.

"Edward, querido, no pienso obligarte a nada" – comenzó a decir mientras caminaba hacia mi y ponía sus manos sobre mi pecho – "tu decidirás qué es lo que prefieres: si alejarte de Bella y trabajar para mí, ó arriesgarte a que suelte la verdad y a tu noviecita la manden lejos de Forks… además, piensa en tu familia" – evocó – "según tengo entendido, esta noticia pondría furiosa a Renne y, a mi parecer, sería muy injusto que tu madre y tu hermana fueran despedidas…y eso es si llegan a tener suerte, sabemos que peores cosas sería capaz de hacer esa señora con tal de salvar la reputación de su familia, la cual, tu romance con su hija, ha manchado terriblemente… "

Sus ojos se clavaron en los míos, los cuales estaban completamente ensombrecidos. Me tuve que morder la lengua para callar todo lo que me hubiera gustado decirle, pero, pese a todo, seguía siendo una mujer y, aunque no lo pareciera, merecía respeto.

"No quiero presionarte" – reanudó ante mi constante e interminable silencio – "iremos de compras y, cuando vayamos de regreso a la mansión de los Swan, me das tu respuesta"

Se volvió a subir el carro, con gesto engreído. En cambio, yo no lograba encontrar la forma de mover mis pies, y me tomó bastantes segundos el lograr llegar al carro y ponerme, de nueva cuenta, sobre el volante. Tal como dijo, Heidi no volvió a mencionar el tema durante toda la mañana. Solamente su mirada mordaz y su sonrisa insidiosa me recordaban que tenía que elegir. Las horas me parecieron minutos, hubiera dado mucho por alargar ese día hasta lo infinito para no tener que darle mi respuesta.

"¿Y bien?" – preguntó cuando veníamos de regreso – "¿Ya lo pensaste?"

"Si" – traté de responder pero mi voz, fuera de tener sonido y sentido, salió como un grito ahogado. Ella esperó en silencio, aunque por mi semblante, seguramente ya sabía cuál era la respuesta – "tu ganas" – solté – "pero tienes que cumplir con tu trato… ni una sola palabra de lo que sabes, ni una sola" – recalqué

"Trato hecho" – articuló, arrastrando con placer cada palabra musitada – "solamente que se me olvidó mencionarte que tienes que hacerle creer que ya no la quieres" – cerré mis ojos por un momento y apreté el volante con mis manos – "Bella debe de creer que la has dejado por voluntad propia, en pocas palabras, debes romper definitivamente tu relación con ella"

"Eres un monstruo" – le dije sin poderme contener.

Pensé que se iba a ofender, más pareciera que le había dicho el más hermoso de los halagos ya que volvió a reír. Realmente estaba disfrutando todo el asunto.

"Gracias, querido" – contestó. En cuanto vi la mansión de los Swan, supe que faltaba poco para entrar a un infierno.

Heidi bajó del carro, tan feliz estaba por lo planeado, que ni si quiera me pidió ayuda al cargar el montón de bolsas que había comprado. Comenzó a caminar y, cuando había dado alrededor de cinco pasos, giró su cuerpo para verme – "mañana nos mudamos, aprovecha esta noche para dejar en claro las cosas" – recomendó mientras me guiñaba un ojo y me aventaba un beso en el aire.

Mañana. Mañana ya no estaría con ella y en pocas horas tenía que decirle que la iba a dejar. Iba a romper mi promesa que tenía pocas horas le había hecho… pero era lo mejor. Si Heidi le llegaba a decir a la señora Swan sobre todo ese asunto, no solo yo iba a pagar las consecuencias, también Bella, también mi familia…

… nunca antes la llegada del crepúsculo se me hizo tan temerosa como ese día.

BELLA POVCaminaba de un lado a otro en mi habitación. Edward me había mandado a decir con Alice que en la noche, en cuanto todos estuvieran ya dormidos, llegaría a mi habitación. La idea me hacía feliz. El miedo no existía al lado de él. Lo había extrañado durante todo el día. Necesitaba urgentemente sentir sus calidos labios besarme al mismo tiempo en que sus firmes brazos cubrían mi cuerpo…

La puerta se abrió sin previo aviso y el corazón saltó de alegría al ver su silueta dibujada en las sombras de la noche.

"¡Edward!" – susurré mientras caminaba hacia él – "te extrañe tanto…" – las palabras se quedaron atoradas en mi garganta al percatarme de su rechazo. Tal vez fue mi imaginación pensé y volví a insistir con rodear su cintura con mis brazos, obteniendo el mismo resultado – "¿Pasa algo?" – pregunté y sentí como asentía, en medio de la oscuridad

"Hablé con tu mamá no tiene mucho" – comenzó a decir – "le ofrecí mi renuncia"

Sentí como si una fuerte descarga eléctrica hubiera recorrido todo mi cuerpo… No, seguramente escuchaste mal, Bella…

"¿Qué?" – pregunté tratando de sonreír al pensar que había sido una broma

"Me voy de aquí, Bella" – repitió y esa vez, por mucho que me quisiera engañar, no podía, su voz había sido demasiado clara. Tragué saliva ruidosamente y el acto dolió, debido a que la garganta comenzaba a cerrarse debido al llanto que se aproximaba – "he pensado bien las cosas y… lo mejor es que nos separemos, ahora que estamos a tiempo" – continuó explicando – "yo puedo perder mucho, Bella. Arriesgo a mi familia y la poca integridad que poseemos con el dinero que mi mamá y Alice ganan al trabajar aquí en tu casa…"

"No te preocupes"– interrumpí mientras trataba de simular mi desconsuelo – "tienes razón, al fin de cuentas, podemos vernos los fines de semana o los días en que no trabajes…"

"No, Bella" – interceptó mi novio – "ya no nos veremos, al menos que sea por una coincidencia o algo inevitable… lo nuestro tiene que acabar, definitivamente"

Definitivamente…

Una patada en el estomago brindada por un caballo hubiera sido menos dolorosa, estoy segura. No me percaté de que había comenzado a llorar hasta que la mano de Edward acarició una de mis mejillas, secando la humedad que las cubría.

"Lo siento" – murmuró y en realidad parecía que era sincero – "créeme que es por nuestro bien" – me negué rotundamente, mientras los sollozos incrementaban.

Levanté mi vista hacia él. Desgraciadamente, la oscuridad no me permitía la mejor vista y, sin embargo, me pareció ver claramente, por un segundo, como su gesto denotaba tanto dolor como el mío. No lo pude soportar. No pude soportar la idea de estar lejos de él y, olvidándome de lo que era el orgullo, me aventé a sus brazos y comencé a suplicar…

No recuerdo bien lo que dije, y tampoco lo pienso escribir. Solamente sé que lo único que me faltó fue hincarme ante él y puedo afirmar que de nada hubiera servido, como de nada sirvieron todas las palabras con las que le pedí que no me dejara. Edward me alejó de él y se fue, ignorando mis lágrimas, ignorando el esfuerzo que mis manos hacían para no despegarse de su camisa, ignorando todo. Y, aunque su actitud fue gentil, me hirió profundamente.

Esa noche no pude dormir hasta ya muy tarde…

No es para tanto, Bella, ya lo olvidaras Me auto – consolaba una y otra vez… ¡Qué estupida era al pensar semejante tontería!... no tenía ni idea de que esa noche apenas era el inicio de lo que sería el más terrible de mis calvarios sin él…

El día siguiente fue peor. No creí que la desilusión y la traición llegaran a doler de una manera tan… intolerable.

"Es una lastima que tengan que dejar la casa" – decía mi madre a Heidi y a Mike, quienes tenían ya sus maletas a un lado

"No queremos darles más molestias" – respondió el muchacho – "pero no se preocupe, de todas formas, estaré viniendo constantemente para ver a Bella" – no tenía ánimos para nada, ni si quiera para despreciarlo.

"¿Dónde esta Edward?" – preguntó Heidi en cuanto estuve frente a ella. ¿Edward? ¿Y para que lo quería…?"

"Disculpe la demora, señorita" – algo se quebró. No. No fue algo. Fue todo. Todo en mi interior se rompió en cuanto lo vi aparecer con sus maletas en mano.

No pude evitar mirarlo, no pude encontrar la manera de disimular todo el dolor que me causaba el saber que se iba, que me dejaba, para irse con ella. Ahora todo resultaba más claro… ¿Por qué no lo había imaginado antes? Él, por el contrario, no dirigió su mirada hacia mí. Todo el tiempo mantuvo la dirección de sus pupilas fijas en el suelo. Una parte de mí me pedía a gritos que saliera de ese lugar, que no era necesario tener que estar presente, más mis pies no se movían… supongo que se llama masoquismo.

Ya no recuerdo bien que tanto más se dijo en aquella sala. Solamente era conciente de lo traicionada que me sentía. Y solamente recuerdo que una lágrima se derramó en cuanto supe que se había ido… que lo había perdido. No sé si fue mi imaginación, más me pareció ver que, antes de subirse al carro de los Newton, miraba hacia mi dirección, con el mismo dolor que yo sentía, impregnado en sus verdes ojos.

JASPER POV
"¿Vas a salir?" – preguntó Rose. Caminé hacia donde ella estaba sentada y me incliné para tener mi rostro a la altura del suyo.

"Si" – contesté mientras llevaba mi mano hacia sus húmedas mejillas – "pero si quieres, puedo quedarme" – ofrecí. Ella negó con la cabeza, más sus ojos no me convencieron – "Rose, no me gusta verte sufrir de esta manera" – le dije mientras paseaba mi mirada por su demacrado rostro y sus hinchados ojos – "no has ido a la escuela, me han dicho que no quieres comer, hoy te llamó Bella y no quisiste contestar la llamada… te vas a enfermar"

"No me importa" – contestó – "yo… yo no quiero nada sin él, Jasper" – las lágrimas comenzaron a brotar otra vez de sus ojos y, rápidamente, la atraje hacia mi pecho. Ya no sabía que decirle, ya no encontraba las palabras con las cuales consolarla. Solamente era capaz de sentir miedo al ver a mi hermana en esa situación, la cual parecía no tener fin.

"Rose, me preocupas" – susurré mientras le besaba la cabeza – "¿Qué puedo hacer para verte mejor?"

"Nada" – respondió – "no puedes hacer nada. No hay nada que convenza a nuestros padres de aceptar mi relación con Emmett… ¡Lo peor es que ni si quiera sé por qué tanto odio hacia su familia!"

Yo si lo sabía, o al menos suponía saber, pero estaba claro que no era el momento indicado para hacerle saber a mi hermana que, supuestamente, el padre del muchacho por el que tanto sufría, había estafado de manera vil a la empresa de nuestra familia… realmente, la historia no le creía del todo, en los últimos días había investigado sobre los McCarty y su reputación era impecable. Eran conocidos como una familia adinerada pero muy humilde y generosa, querida por muchas comunidades de bajos recursos en Forks, debido a la ayuda que ellos les brindaban… Emmett, el novio de mi hermana, era el único heredero y, a diferencia de todos nosotros que habíamos recibido todos nuestros estudios en escuelas privadas, él estudiaba la carrera de medicina en la universidad pública de Forks…

Me avergonzaba de mi persona al desconfiar en la palabra de mi padre pero tenía que admitirlo: él era una persona aficionada a los buenos negocios y era caracterizado por ser un hombre demasiado astuto… si mis vagas sospechas eran ciertas, mi hermana estaba sufriendo injustamente y eso, era algo que jamás les perdonaría a mis progenitores, quienes habían tomado medidas extremas en el asunto: una de ellas consistía en que Rose tenía tajantemente prohibido cualquier tipo de salida que no fuera en compañía mía o de alguno de los sirvientes… pero no contaban con que yo les había mentido al decirles que estaba del lado de ellos.

"Si consiguiera la manera de que pudieras ver a ese joven, ¿me prometes que dejarás de llorar todo el tiempo e irás a la escuela?" – ofrecí y no sé que sentí al ver como sus azules ojos volvían a tener vida en cuanto escuchó mis palabras.

"¿Harías eso?" – preguntó con infinita esperanza

"Si" – afirmé con una sonrisa – "solo dime en qué lugar lo puedo encontrar…"

Tras darme la información que necesitaba, acosté a Rose en su cama y me quedé con ella hasta que se durmió. Miré mi reloj y suspiré, se me había hecho tarde y, por mucho que me hubiera apresurado, esa noche no había podido ver a Alice…

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Cap.24.FARSA

EMMETT POV
Rosalie Hale…

¿Por qué tenías que pertenecer a esa familia Rose?...

Cuánto te extrañaba mi pequeña… cuánto…

Cerré mis ojos y comencé a recordarte. Que tonto había sido de mi parte el haberme enamorado de esa manera tan repentina. Tan rápido me había llegado la felicidad y, de ese mismo modo, se había largado lejos de mí, dejándome completamente desecho.

¿Cómo se me había olvidado que aquel apellido representaba claramente la traición?... que sucio había jugado conmigo el destino al haberte puesto frente a mí… Tú, la hija del traidor que quería estafar a mi padre, y poco le faltaba por lograr su objetivo, eres la mujer a quien yo amo enloquecidamente, a la que, por mucho que quisiera olvidar, no puedo… ¿Cuántos días habían pasado desde nuestro ultimo encuentro? ¿Cinco? ¿Seis…? ¿Acaso habría pasado ya un año y no me había dado cuenta?...

Ay, Rose…

"Joven, Emmett" – llamaron a la puerta – "¿Puedo pasar?"

"Adelante" – indiqué.

"Lo buscan" – informó la muchacha.

"¿Quién?" – pregunté extrañado, que yo supiera, no esperaba ninguna visita. Era fin de semana… ¿Se trataría de Edward? No. Él ya era bien conocido en mi casa.

"Un joven" – respondió – "no me quiso decir su nombre, lo esta esperando en el jardín"

"En seguida bajo" – anuncié – "muchas gracias" –

La chica salió de mi habitación y, segundos después, hice lo mismo. Bajé las escaleras de mi casa, con cautela, ¿Quién podría ser? Me preguntaba una y otra vez. En cuanto abrí la puerta para salir al jardín, supe inmediatamente que aquel muchacho tenía algo que ver con Rose. Jamás antes le había visto, pero, sus rasgos eran demasiado parecidos. Tanto, que resultaba imposible no adivinar que se trataba de algún familiar suyo – "buenos días" – saludé, no sin cierto grado de desconfianza en mi voz

"¿Emmett McCarty?" – preguntó, mientras me tendía su mano en forma de saludo. Asentí con la cabeza – "mi nombre es Jasper Hale" – informó – "soy hermano de Rosalie" – el corazón se me estrechó al escuchar su nombre en labios de otra persona.

"¿Se encuentra ella bien?" – quise saber.

"La verdad es que no" – contestó, preocupándome con su comentario – "está sufriendo mucho por tu ausencia"

"Me he intentado comunicar con ella pero…"

"Lo sé" – interrumpió – "mis padres han movido cielo, mar y tierra para evitar que tengan cualquier tipo de relación" – incliné mi cabeza hacia abajo, en un intento fallido de ocultar mi pesadumbre ante los ojos de aquel joven – "lo siento" – musitó y pareció ser sincero. Un largo silencio se extendió entre nosotros, ¿Qué podía decir yo? – "yo… solamente vengo para preguntarte si puedes ir, la próxima semana, a esta dirección" – me tendió un pequeño papelito – "Llevaré a Rose, para que se puedan ver, aunque no sea por mucho tiempo"

La garganta se me cerró y le miré fijamente.

"Muchas gracias" – le dije de la manera más sincera que pueda haber en esta tierra. Jasper asintió, y me sonrió ligeramente

"Me tengo que ir" – anunció – "nos vemos"

"Gracias" – volví a decir, cuando se despidió y desapareció por la carretera.

El saber que volvería a ver a Rose y que ella no me odiaba, me daba nuevas esperanzas.


JASPER POV
"Alice, ¿Es esto necesario?" – pregunté, mientras veía como el enorme y desgastado camión publico, se paraba frente a nosotros, permitiéndonos el ascenso – "¿No será mejor tomar un taxi…?"

"¿Jasper, cuál fue la condición?" – recordó mientras subía. Suspiré y la seguí. No me quedó de otra.

Si. Ese había sido el trato para que Alice aceptara el salir conmigo: nada de carros deportivos, nada de taxis…nada de lujos. Aunque, he de admitir que todo esto me resultaba demasiado divertido y relajante… Aquella pequeña muchacha era el único remedio que existía, y existiría, para toda la desolación que sentía en esos momentos por estar en medio de los problemas de mi hermana y mis padres.

"Joven, ¿Qué es esto?" – preguntó el señor en cuanto le tendí el billete para pagar el precio del pasaje, no me expliqué el por qué se veía ofendido

"Un billete… supongo" – respondí, mientras escuchaba como la gente que se encontraba apretada a mis espaldas comenzaban a aullar, pidiéndome que me diera prisa

"¡Ya sé que es un billete!" – exclamó el señor – "solamente que no tengo el suficiente efectivo como para regresarle el cambio, ¿no traerá algo de menos valor?"

"Si… permítame un segundo" – pedí, sintiéndome muy cohibido por las exasperadas miradas que la gente comenzaba a dedicarme. Agradecí el hecho de traer unas monedas, con las cuales pagué, finalmente.

Alice me esperaba hasta el fondo del mal oliente camión, con una sonrisa extendiendo sus labios. Recibí varios empujones, para poder llegar hasta donde ella estaba. Supongo que su pequeño tamaño y su esbelta figura le eran de mucha ayuda en ese tipo de situaciones

"¿A poco no es esto más emocionante que viajar en un auto deportivo o en un taxi?" – me preguntó y, en respuesta, puse los ojos en blanco. Ella soltó una risita cantarina… la cual me recordó que, por ella, viajaría en burro si fuese necesario.

"¿Dónde te gustaría comer?" – quise saber – "Hay varios restaurantes de comida italiana por una calle cerca de donde vamos" – comenté y no obtuve respuesta alguna sobre el tema. Alice se limitó a sonreír ligeramente y, después, giró su rostro para ver la pequeña ciudad que atravesábamos en aquel medio de transporte tan más… incomodo.

El bajar fue otro dilema. Era difícil de tratar con una chica como Alice, ya que la caballerosidad parecía no hacerle mucha gracia. Lo digo por que, al tenderle la mano para ayudarle a descender del autobús, me ignoró de manera cruel. Supongo que poco a poco me acostumbraría a ese carácter, (el cual, por cierto, me traía loco). Caminamos un par de calles, hasta que llegamos hacia uno de los restaurantes que solía visitar a menudo con mi familia. Era un lugar hermoso…

"¿Pretendes que yo entre a esto?" – inquirió, con el gesto fruncido. ¿Por qué no lo supuse antes?

"La comida es deliciosa" – argumenté a mi favor – "te va a encantar"

"Yo no pienso entrar a este lugar" – sentenció.

"Entonces, ¿Dónde quieres comer?" – pregunté – "Tu solo indícame a dónde se te ofrece ir y yo te complaceré" – prometí.

Ella me miró a los ojos durante varios segundos.

Ay, esos ojos… tan hermosos, tan encantadores, tan vivaces… tan…

"¡¿Qué?" – solté en cuanto estuve frente a un puesto de comida rápida, plantando a orilla de calle, con los ingredientes a la intemperie y con una fachada nada digna de confianza – "¿Qué se supone que es esto?" – inquirí, sin poder ocultar mi apatía por la situación.

"Esto es un puesto de tacos" – señaló mi compañera, con orgullo. ¿Acaso estaba ciega? ¿Acaso no se daba cuenta de la infinidad de microbios que podrían haber en aquella comida? –

"Alice, si comemos esto nos podemos enfermar del estomago" – murmuré, para que mi queja solo llegara a sus oídos – "estoy seguro que este puesto no acata las medidas de salubridad…"

"Jasper" – interrumpió – "el hecho de que en tus caros restaurantes no te muestren las condiciones en las que se hace la comida, no significa que sean más higiénicos que lo que ahora tienes enfrente"

Con un suspiro de resignación, terminé ingiriendo lo que en ese lugar preparaban. Debo admitir que sabía realmente bien. (Me costaba creer que tan buen sabor, tuviera la mitad del valor de lo que antes había pagado)

"¿Ves como no es tan malo como pensaste?" – me preguntó con una sonrisa de suficiencia, mientras caminábamos por un pequeño parque.

"Contigo siempre aprendo cosas nuevas" – confesé mientras tomábamos asiento en una de las bancas de hierro oxidado –

Alice viajó su mirada hacia alrededor, contemplando el verde paisaje que nos rodeaba. Yo, por lo mientras, no podía parar dejar de ver cada uno de sus movimientos. Me parecían magníficos, por muy pequeños que fueran.

En ese momento, sentía que ya no podía callar más lo que sentía por ella… así que, armándome de valor para soltar aquellas palabras, le tomé de las manos y bajé mi mirada al suelo, intentando poner mis ideas en orden… nunca antes me había costado tanto el abrir la boca para declararme a una mujer, supongo, se debía a que, nunca antes había sido sincero

"Alice…" – comencé a balbucear… me aclaré la garganta un par de veces antes de continuar y, cuando estuve seguro de tener el suficiente equilibrio entre mi voz y mis pensamientos, me dispuse a confesarme…



BELLA POV
Vacaciones.

Que triste era. Ni pensar que tenía pocos días tenía planeado miles de cosas para estas fechas. ¡Malditas lagrimas! ¿Cuándo dejarían de derramarse? Ya era suficiente… ¿O no?...

Que terrible era todo esto. Hundí mi cabeza entre mis piernas y, dejándome vencer, una vez más, por la agonía, comencé a llorar escandalosamente.

"Señorita, Bella, ¿puedo entrar?" – preguntó Alice al otro lado de la puerta. Me limpié la humedad de mis mejillas antes de responder. La chica entró, con la charola de comida sostenida por sus manos.

"Señorita, su desayuno esta intacto" – señaló mientras veía el plato lleno de fruta y el vaso aún con el jugo de naranja. No contesté, me limité a encogerme aún más entre mi cama. El ver a aquella muchacha me ponía mal, me lo recordaba. Tenía más de tres días que no le veía, que no sabía nada de él…. ¿He dicho tres días? Vaya… también el tiempo se había puesto en mi contra ya que, en ese tiempo, parecía que los minutos se transformaban en horas y las horas en años…

"Gracias, Alice" – musité – "pero no tengo hambre, tal vez… después" – no me había dado cuenta que las lagrimas aún seguían brotando de mis mejillas, hasta que fue ella quien las limpió con una servilleta

"Señorita" – suspiró, como si también ella compartiera mi dolor. Me levanté de la cama y, sin pensarlo, la abracé. Sabía que solamente con ella me podía consolar.

Sentí como sus pequeños y delgados bracitos me cubrían, y ya no dijo más, cosa que realmente le agradecí ya que no buscaba palabras de aliento… sabía que no las encontraría. Tras estar varios minutos de esa manera, Alice se tuvo que retirar al escuchar los gritos de Renne aclamarle, dejándome, de nuevo, hundida en aquella desesperante soledad, la cual no tenía cura alguna, más que su regreso.

Y así pasaron muchos más días. En los cuales tenía que soportar, aparte de aquella terrible ausencia, las constantes y caprichosas visitas de Mike, los incontables regaños y reclamos de mi madre, el repentino distanciamiento de Rose, a quien le había marcado innumerablemente y nunca había aceptado mi llamada, solo esperaba a que estuviera bien.

El fin de semana había llegado.

"Bella, arréglate" – indicó mi madre, completamente desentendida de la enorme depresión en la que había caído, supongo que no le importaba– "iremos con los Newton, nos han invitado a una cena"

Los Newton, repetí en mi mente. ¿Debía o no ir? Seguramente él estaría presente. Seguramente le vería y eso… eso iba a resultar verdaderamente difícil… Lo sabía y, sin embargo, ahí estaba ya, frente a aquella lujosa casa.

"No quiero ninguno de tus desplantes" – advirtió mi madre antes de bajar del carro. No contesté, me limité a caminar hacia la entrada con la cabeza agachada y el corazón bombeando fuertemente.

"¡Renne, Bella!" – saludó Heidi mientras corría para abrazarnos. Estando en otro tipo de condición, me hubiera apresurado a rechazar el gesto pero, no tenía fuerzas ni para eso – "pasen, por favor" – indicó y, cuando estuvimos sentadas ya en la sala, salió de la estancia.

Y, tal como esperaba (o, más bien, temía) Edward apareció en su lugar. Sentí que al verlo, un fuego torturante y, a la vez delicioso, bajaba por mi pecho y se acumulaba fuertemente en mi estomago. Sentí como si hubieran pasado décadas de no verlo, las manos automáticamente comenzaron a sudarme y las piernas me temblaban de una manera con la cual, de haber estado de pie, me hubiera caído. Aún así, mi reacción fue demasiado contradictoria. Me moría por verlo, por volver a pasear mis ojos por su rostro angulado y pálido, más no lo hice. Me limité a bajar la mirada hacia el suelo y mantenerla fijamente ahí.

"Buenas tardes" – ¿Cómo puede una acción provocar la enfermedad y la cura al mismo tiempo?... el escuchar su voz lograba aquella perfecta combinación de amargura y complacencia en todo mi ser.

Aunque no levanté mi vista en ningún momento, escuché que una charola se posaba sobre la mesita de enfrente.

"Edward" – exclamó la voz de Heidi al entrar a la sala – "¿Pero qué haces, amor?"

"¿Amor?" – repitió mi madre de manera incrédula. Yo, mientras tanto, tuve que luchar arduamente con mi persona por no llevar mis manos y taparme los oídos.

Sabía lo que Heidi iba a decir, así que, lo único que me quedó, fue prepararme psicológicamente para aceptar, de la mejor manera posible, lo que se venía a continuación.

"Lo que pasa es que Edward y yo estamos saliendo" – no pude contenerme. Juro que lo intenté, más no pude.

Cuando menos lo esperé, levanté mi mirada hacia él, y me encontré con sus pupilas, puestas en mi dirección. Obviamente, la supuesta preparación psicológica no funcionó en absoluto… las palabras, aunque ya eran esperadas, hirieron… y de qué manera.

"¡Oh!" – exclamó mi madre, sin poder ocultar lo sorprendida que estaba – "eso no me lo esperaba… felicidades" – me hubiera gustado poder reírme de la situación. La hipocresía no podía hacerse más presente entre aquel circulo social. No quería ni imaginar lo que Renne estaría pensando, en realidad, al respecto. No quería ni imaginar cuál hubiera sido su reacción si la dadora de esa noticia hubiera sido yo…

… pero, eso ya no tenía importancia…

Mientras, mis ojos aún seguían posados sobre aquel par de gemas verdes, las cuales, dejaron de mirarme cuando una mano obligó a cambiar su dirección para rozar unos labios, los cuales no eran los míos. El beso que presencié fue casi insignificante, pero supongo que ver el cómo se descuartiza a un gato vivo, hubiera sido menos fuerte para mí.

Empuñé mis manos y me mordí la lengua para reprimir el llanto.

"Permiso" – susurró Edward, antes de volverse a ir…


EDWARD POV
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

La pared de la cocina pagó las consecuencias de toda mi furia acumulada durante toda la semana. Me llevé mis manos hacia mis cabellos e, inconcientemente, los jalé, como si con ello pudiera arrancarme toda la aflicción que sentía.

¿Cuánto daño más le causaría a Bella? ¡¿Cuánto? Ya había sido suficiente con aquella noche… Ya era suficiente. Ya no era justo tener que soportar más.

"Me voy de aquí, Bella" – le había dicho… y de después de eso, vino lo peor.

¿Quién habría sufrido más? ¿Ella o yo?...

"Edward, por favor, podemos intentar otra cosa… no es necesario el tener que separarnos…" – repetía ella, una y otra vez, mientras sus manos se aferraban a mi camisa.

Nadie tendrá ni la más mínima idea de lo mucho que me costó el obligarme a deshacerme de su calido abrazo. Nadie podrá saber jamás, lo mucho que deseé la muerte al verla rogar, llorar, implorar por que me quedara a su lado. Tampoco nadie sabrá lo mucho que también yo deseé acceder… más las palabras de Heidi resonaban una y otra vez en mi cabeza, como una terrible y desoladora oración la cual, fuera de darte paz, te hunde en el mismo centro del infierno

"Tú decidirás qué es lo que prefieres: si alejarte de Bella y trabajar para mí, ó arriesgarte a que suelte la verdad y a tu noviecita la manden lejos de Forks… además, piensa en tu familia… sabemos que peores cosas sería capaz de hacer esa señora con tal de salvar la reputación de su familia, la cual, tu romance con su hija, ha manchado terriblemente… "

Todos esos pensamientos me llevaron a soltar aquella mentira.

"Bella, yo no quiero arriesgarme a que alguien se entere de todo esto" – le había dicho mientras llevaba mis manos hacia sus brazos y los comenzaba a retirar de mi cintura – "es arriesgar mucho por tan poco… además, ya me aburrí de estar jugando todo el tiempo a las escondidas"

¡Qué calumnia tan más grande!, si tan solo hubiera tenido la seguridad de que nuestro secreto iba a estar a salvo por unos tres años más, todo hubiera sido de otra manera. Yo iba a luchar por terminar, lo antes posible, mi carrera de medicina y buscar un trabajo, con el cual, haría todo lo posible por darle lo mejor a mi familia y, por supuesto, a ella. Más el destino me había jugado sucio y, no me quedaba de otra más que aceptar mi derrota.

Pero lo peor no era eso. Lo peor era que, Heidi, seguía trazando líneas dolorosas entre nosotros… ¿Acaso había necesidad de invitarla a cenar solamente para hacerle creer una farsa, la cual consistía en que entre nosotros había una relación?...

En fin, tal vez, después de todo, era lo mejor… quizás, de esa manera, Bella lograba olvidarse de mí más rápidamente. Eso era bueno… ¿no?

La fiesta siguió su curso, las personas comenzaron a llegar poco a poco, no eran muchas, máximamente habían como alrededor de una docena, lo cual empeoró aún más las cosas: me permitían más panorama con el cual poder apreciar a Bella. Tras pasar, más o menos, tres horas, Heidi y la señora Swan se veían ya muy entradas en copas. Me retiré a la cocina. Supuse que ambas mucamas que ayudaba en la limpieza de la casa se las podría arreglar a solas durante un minuto.

"Así que… ahora sales con Heidi" –

Respingué al escuchar aquella voz. Giré mi cuerpo lentamente para encararla, su gesto ya no denotaba ningún rasgo inocente, amoroso o doloroso… solamente podía leer una cosa en sus ojos: rencor

"En realidad que tu no pierdes tiempo" – continuó – "eres más rápido que la luz"

"¿Qué haces aquí, Bella?, te pueden ver" – recordé con la voz más fría que pude.

"Venía por un vaso de agua" – contestó – "las sirvientas están ocupadas y no las quise molestar" – un silenció se levantó entre nosotros por un par de segundos

"¿Y bien?" – inquirió – "¿Qué esperas?"

"¿Qué espero para qué?" – pregunté, confundido

"¿Qué esperas para servirme el vaso de agua que quiero?" – respondió con voz petulante – "¿Tan rápido se te olvido que sigues siendo un simple chofer y que debes atender a los que se encuentran por encima de ti?" – exclamó con sorna. Yo no pude contestar. Supongo que tenía bien merecido aquel desprecio destilando de su voz pero… cuánto dolía – "el hecho de que andes con la patrona de la casa no te quita del lugar al que perteneces" – recordó

De nueva cuenta, no supe qué contestar. Me limité a dar media vuelta, tomar un vaso de cristal de la alacena y caminar hacia el congelador, para servir el agua que me exigían.

"Toma" – indiqué mientras se lo tendía, incapaz de mirarla a los ojos…

No me esperaba, ni de lejos, lo que hizo tras pasar menos de tres segundos. De repente, solamente pude sentir su cuerpo junto al mío, apretándome contra la mesa

"¿La quieres?" – preguntó, con sus labios a pocos centímetros de mi boca

Su aliento rozando mis pómulos me impedía pensar con claridad. Sabía que debía sospesar rápidamente en una mentira… sabía que debía de herirla, aún más.

"Si… la quiero" – contesté – "por eso te deje…"

"No te creo" – interrumpió, mientras insistía en mirarme a los ojos

"Es tu problema, entonces" - solté – "Bella, no insistas… lamento hacerte daño, pero yo ya no quiero saber de ti" - ¡Maldito mentiroso! – "vete a la sala" – indiqué mientras llevaba mis manos hacia sus brazos, para mover su cuerpo hacia atrás, lejos del mío – "y ya no me molestes… no quiero tener problemas con Heidi por esto"…

Noté como su quijada se tensaba, al mismo tiempo que sus ojos se endurecían, como una piedra.

"Si eso es lo que quieres" – dijo, dando dos pasos hacia atrás. Me sorprendía mucho lo fuerte que era. A mi me faltaba poco para derrumbarme, para decirle "espera, no te vayas…" – "ya no te molestaré, puedes estar seguro de ello…"

"Espero así sea" – murmuré… Bella me dedicó otra mirada vacía antes de dar media vuelta e irse.

La seguí en silencio y en secreto hasta topar con la puerta de la cocina, en donde por la ventanita de cristal que había, me la pase observando el resto de la noche en que ella estuvo ahí, sentada, con gesto frío y ausente…

… Me pregunté, una y otra vez, si, a partir de ese momento, ella se dispondría a olvidarme... y la respuesta me daba mucho miedo.