Hola niñaas lindaas!
Aqui les dejo el finaal de esta hermosaa historiaa, espero que hayan disfrutado leerlaa tanto como nosotraas en publicarlaa. Graciaas a la autoraa por permitirnoos publicarlaa y sobretodo a ustedees por leer y permitir q este blog siga funcionandoo :)
Ahoraa seaan buenaas y despues de leer dejen sus comentarioos que son super importantees para nosotraas :)
besitoos niñaas
anitaa cullen!
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Cap.18. FUNDIENDO EL HIERRO
Catorce días, catorce largos y tortuosos días…
― Hola cariño— me saludo la dulce mujer que me estaba dando acilo, su nombre era Zulema Hale, la cálida abuela de mi mejor amiga Rosalie, camine por la estancia y me senté en uno de los taburetes del mesón de cocina— ¿Cómo has dormido?— pregunto caminando hacia mí con una taza y una jarra de café
― Bien— mentí, en catorce días aun no podía dormir bien y creo que era solo el comienzo de mi nueva vida.
― Qué bueno cariño, hoy abuelo Hale esta en el campo así que no lo veremos hasta el medio día— me conto haciendo alusión a su marido, Joshua.
― Que lastima pensé que seguiríamos con las lecciones de equitación— intente sonreír.
― Si, lamento no poder enseñarte hoy pero dijo que podías seguir practicando que en la tarde te enseñaría los saltos que querías.
― Bien— le dije y me dedique a tomar mi te.
Mi mente divago mientras ella me hablaba de un nuevo tejido que estaba iniciando, hace catorce días había llegado aquí cargando mi maleta y una horrible pena. Ellos son los abuelos de Rose y tienen esta hacienda hace muchas generaciones, Rosalie me dijo que ellos estarían encantados de recibirme y así lo comprobé al llegar. Había sido una imprudente escapando así ¿pero que más podría hacer? Ese hombre me había roto el corazón y no sabía cómo empezar nuevamente, se que tuve que dejar todo atrás pero por primera vez en la vida pensé en darme un respiro, mi padre y Kate estaban muy bien, sabía que con el dinero que había ganado con Edward ellos podrían mantenerse hasta que encontrara un nuevo trabajo pero eso no era lo que me preocupaba, aun seguía intentando hacer latir ese muerto corazón. Después de saber todo escape de la mansión y corrí hacia donde Rose a buscar una solución, no sabía dónde ir ni a quién acudir ella era la única que podría ayudarme, rápidamente ideo mi plan de escape y llamo a sus abuelos mientras yo iba a mi casa a dar una excusa. Mi padre como siempre sobre protector se asusto de mi imprevista aparicion y además de mi extraña huida pero como ya lo sabía pedí su confianza y él me la dio. Cuando ya todo estuvo listo partí rauda al aeropuerto y tome el primer vuelo a Arizona, lo demás era solo cosa de tiempo. Fui una cobarde y creo que podría haberme precipitado pero estaba segura que este tiempo me había servido, por lo menos para volver a respirar.
Termine mi desayuno y como todas las mañanas me despedí de Zulema para salir a pasear, ya se había hecho una costumbre el explorar los campos y caminar por los predios aledaños a la casa. La hacienda era enorme, tenía todo lo que pudieras imaginar, era rustica pero a la vez moderna, los abuelos de Rose a pesar de haber vivido toda la vida allí habían modernizado el lugar con el paso de los años. Salí hacia las terrazas y me maraville nuevamente con la vista, los campos en esta fecha estaban más verdes que las hojas de los arboles, a la distancia se veía el camino de entrada y salida era tan grande el lugar que se perdía entremedio de los montes. Aspire el aire puro que había para mi, era increíble lo que el campo podía calmarte, baje las escaleras y dirigí hacia las caballerizas.
― Buenos días señorita— saludo Billy, el mano derecha del abuelo Hale— ¿Cómo ha estado?
― Buenos días Billy, bien gracias ¿y tú?
― Muy bien señorita, ¿le ensillo su caballo?
― Si por favor— le pedí y me apoye en el barandal mientras ensillaba a chocolate, el caballo que me habían prestado los Hale.
Mientras el hombre trabajaba, nuevamente deje volar mis pensamientos, estos me llevaron lejos a otro estado en donde estaba el dueño de aquellos ¿Qué estaría haciendo él en estos momentos?, toda la semana me lo había preguntado pero enseguida lo recordaba el dolor volvía y dolía como la sal en una herida, era tanto lo que sentía la separación que me hacía sentir dolor el solo pronunciar su nombre, le había prohibido a mi mente y a mi corazón llamarlo. Cuando todo estuvo listo me subí en el manso caballo y partí hacia mi mañana de equitación, no había nada más que me gustara que estar en el campo cabalgando, en solo catorce días hubiera aprendido y lo único que hacía era estar con Chocolate recorriendo los predios. Las mañana siempre se me iban rápidas pero salía a recorrer porque era lo único que me mantenía lejos de la realidad, de esa espantosa realidad que aun me esperaba cuando volviera a Chicago, sabía que la vida jamás seria igual y que él nunca volvería a ser parte de ella así que tenía que hacer todo lo posible por olvidad, aunque sabía que eso jamás sucedería.
Hoy era un día nublado, las enormes nubes en el cielo hacían presagiar que una tormenta se acercaba y que estaría por aquí muchos días, de las casi dos semanas que llevaba aquí nunca había visto ni una nube en el cielo, todos los días parecían más soleados que el anterior y los grados de calor subían hasta niveles sofocantes pero hoy al parecer sería diferente. Regrese a la casa y Zulema estaba cocinando como siempre, entre en la cocina y una amigable sonrisa me recibió.
― Hola cariño, mi nieta te ha llamado, dijo que le devolvieras la llamada a penas pudieras— me dijo con algo de preocupación.
― Claro, ¿me prestas el despacho?—
― Por supuesto, en unos minutos estará listo el almuerzo
― Está bien, vuelvo enseguida.
Camine a toda prisa hacia donde había un teléfono y un lugar sin intromisiones para poder llamar, marque ese número que me era tan familiar y espere a que me contestaran.
― ¡Bella!— exclamo Rosalie— hola cariño ¿Cómo estás?— pregunto ansiosa, era la primera vez que hablaba con ella desde que llegue, me había dicho que no llamaría ya que tenía que darme mi espacio y se lo agradecía infinitamente.
― Rosalie que gusto escucharte, bien gracias ¿y tú?
― Yo bien— me dijo y comenzó a hablar como una parlanchina, la había extrañado muchísimo, me había acostumbrado a verla a diario. Después de varios minutos me comenzó a contar sobre papa y Kate, me dijo que estaban bastante bien pero eso yo lo sabía ya que hablaba con mi padre casi a diario, el creía que estaba en una especie de misión especial en una zona aislada— llevo hablándote como loca por más de cinco minutos— me dijo riendo a carcajadas— se nota que me haces falta.
― Si igual que tu a mí, te extraño mucho.
― Bella yo…— me dijo y cayo
― ¿Qué sucede?— pregunte con la duda.
― La verdad te llamaba para otra cosa, ayer Emmett me conto algo— un silencio se apodero de la llamada— y no sabía si contarte o no pero creo que es importante que lo sepas.
― ¿Qué sucede?— volví a insistir.
― Ayer Emmett me hablo de Edward— pronuncio su nombre y mi pecho se contrajo— me conto muchas cosas sobre él y además me conto como ha estado desde que te fuiste— no podía hablar cada musculo o fibra de mi ser estaban concentradas en lo que me decía Rosalie— yo sé que no se merece que tú te apiades de él, bueno tal vez si ¡ah! Ya no se qué creer— me dijo con la incertidumbre, por primera vez en dos semanas quise saber de él, aun mas que respirar
― Cuéntame— susurre— que es lo que sucede con él.
― Bueno mira… Emmett me conto que él está sufriendo bastante, desde que tú te fuiste le han dado crisis más fuertes y lo peor es que se encerró en su despacho, lleva ahí lo mismo que tu llevas lejos de su casa.
― Dios— susurre con verdadera preocupación— pero…
― Mira Bella, Emmett me conto que por intermedio de Will había sabido muchas cosas de Edward, la mujer que tu viste en la televisión no es la novia de Edward— soltó y por un momento mi corazón quiso creerlo, me senté en una silla que había cerca y deje caer mi cabeza hacia una de manos— Emmett también me conto que Edward se había peleado bien feo con su padre por lo que hizo, su familia casi se separa por lo que hizo el padre, Will le conto a Emmett que sus familiares han tratado de hablar con Edward pero él no quiere recibir nada de ellos.
― Demonios…— susurre nuevamente sintiendo el peso de sus acciones, aunque tal vez todo lo que había pasado hubieran sido unos cuantos malos entendidos había algo que nadie me podría desmentir, la infidelidad con la mujer de Black.
― Bella— me llamo Rose haciéndome reaccionar— esto está muy mal, tu estas sufriendo y al parecer el también, no era tan plomo como todos pensábamos, al menos con lo que me conto Emmett me llega a dar pena
― ¡NO!— le grite alarmada— no se te ocurra decirle donde estoy, no sé qué hacer si lo veo nuevamente— le dije con verdadero pánico.
― Lo sé tranquila, no le diré a nadie, Emmett me ha tratado de convencer por todos los medios pero no ha podido así que tu secreto está a salvo conmigo— a pesar de todo sonreí, sabía que nadie aparte de Rose podría encontrarme en la inmensidad de Arizona.
― Gracias Rose, cualquier cosa nueva que sepas llámame, quiero saber como esta.
― Bien, nos hablamos entonces
― Adiós
― Adiós.
Colgué el teléfono y sentí como el peso de mi corazón se venía hacia el suelo, Edward estaba sufriendo pero yo lo hacía más, ¿de verdad el abra sentido algo por mí como para sufrir por mi partida? Eso no lo sabía y creo que jamás nadie me lo respondería. Salí nuevamente de la habitación, Joshua ya había vuelto y estaba junto a Zulema esperándome para almorzar.
― Hola Bella— saludo el anciano— ¿lista para las clases de la tarde?— pregunto con mucho animo
― Claro que si— le respondí intentando igualar su estado
― Hoy te enseñare unos cuantos saltos mas, Chocolate ya está listo para la carrera.
― Gracias Josh no sabes lo que significa para mí.
― Ya déjate de dar las gracias— me regañó la abuela— será mejor que disfrutes el estar aquí al igual que como nosotros disfrutamos de compañía, es agradable tener a una jovencita joven y hermosa como tú en el rancho.
― Gracias— susurre y comenzamos a almorzar.
La tarde fue igual que las demás, mientras estábamos en el enorme corral de entrenamiento Josh, Bill y algunos vaqueros más me enseñaban como dar buenos saltos montada en chocolate, el caballo al parecer le encantaba saltar ya que no rechistaba nada.
― Creo que podrías hasta cabalgar en alguna competencia Bella— me dijo el señor Hale con una sonrisa, mi risa resonó en el campo.
― Claro que no abuelo, creo que te equivocas— le dije de manera cariñosa, Chocolate relincho intentando opinar en la conversación
― Ve señorita hasta su caballo está de acuerdo— agrego Bill y todos reímos, inste a chocolate a ir nuevamente hacia las vallas de salto para seguir practicando. Al cabo de unos minutos había recorrido nuevamente el trayecto de las vallas y estaba terminando el circuito. Me baje del caballo para disfrutar de una rica limonada que la abuela Hale nos había traído.
― Parece que tenemos visitas— dijo la voz de Bill a mis espaldas me gire y observe que en el camino de la entrada venia llegando un auto de color negro, mi ojos se entrecerraron al intentar distinguirlo, Bill tomo las riendas de chocolate y lo aparto de los corrales, me habían contado que el caballo se ponía nervioso con los autos.
― No puede ser…— susurre soltando el vaso de limonada.
― ¿Qué pasa cariño?— pregunto Zulema sujetándome del brazo, mire hacia el camino que llegaba casi a la entrada de la casa y un mercedes de color negro apareció en el estacionamiento de la hacienda.
― Puede ser algo comprador de caballos— dijo Josh y comenzó a caminar hacia el estacionamiento.
Edward, él había llegado, estaba segura, era su auto. Dios mío, mis piernas comenzaron a sentir los estragos de la posible presencia que estaba dentro de ese auto ¿sería él?, no lo sabía pero ya tenía un mal presentimiento de todo eso ¿Cómo se habría enterado de mi paradero? Mire hacia los lados y no tenia forma de escapar, el auto ya estaba demasiado cerca y si era él, solo en dos zancadas me alcanzaría a donde quiera que fuera. ¡Demonios!, gritaba en mi mente, maldecí todo lo que pude pero la sangre se me helo aun mas cuando la puerta del auto se abrió y vi al hombre que salía de él.
― ¿Will?— pregunte al viento, la figura del mayordomo tan elegantemente vestido se asomo del auto y miro hacia su alrededor posando sus ojos en los míos.
― ¿lo conoces cariño?— pregunto la voz de la mujer que estaba a mi lado
― Si… si— tartamudee nerviosa, comencé a caminar hacia donde estaba parado, Joshh ya estaba junto a él— ¿Qué haces aquí?— pregunte llegando a su lado
― Buenas tardes señorita, que gusto verla nuevamente— me dijo con una sincera sonrisa.
― ¿lo conoces cariño?— preguntó el abuelo Hale— dice que necesita hablar contigo— me dijo y mi cuerpo se paralizo, ¿le habría pasado algo a Edward?, me pregunte al mismo tiempo que sentía mi cara perder el color y el calor.
― Tranquila— me dijo su suave voz— el señor está bien si se está preguntado pero también es de el de quien necesito hablarle.
― No quiero saber nada de Edward, Will. Creo que quedo más que claro cuando me fui de la mansión.
― Te dejare sola cariño, si gustas puedes ocupar el despacho— me dijo el abuelo besando mi coronilla
― Gracias abuelo— le dije
― Un placer conocerlo señor Lickwood— le dijo el hombre al mayordomo.
― El placer fue mío señor Hale— le hizo una reverencia y volvió a mirarme, el abuelo se alejo de nuestro lado y volvió a los corrales. En unos segundos comencé a pesar, ¿Cómo demonios había dado Will con mi paradero? Solo por saber eso hablaría con él.
― Está bien Will, sígueme— le dije y el hombre asintió con una sonrisa, no podía negar que me alegraba verlo, lo había extrañado.
Caminamos en silencio hacia el despacho, entramos y me senté en uno de los sillones, le pedí que me acompañara mientras nos sumíamos en un silencio que se rompió a los pocos segundos.
― ¿Cómo me encontraste Will?— le pregunte de inmediato, el hombre me miro por unos segundos y suspiro
― La mande a seguir señorita—me confesó haciéndome enmudecer— lo siento pero contrate, sin que el señor supiera, a un investigador privado quien la encontró aquí.
― ¿me mandaste a investigar?— pregunte con torpeza y aun sin poder respirar.
― Si, lo lamento— me dijo nuevamente— quiero que sepa que el señor Cullen no tiene nada que ver en esto, de hecho el ni siquiera sabe que estoy aquí— mire sus ojos y pude encontrar veracidad en ellos.
― ¿Por qué viniste Will?— pregunte recuperando el aire que se había escapado de mi cuerpo.
― Quiero hablar con usted como le dije necesito que me escuche
― Habla— le pedí con mi voz endurecida.
― Señorita… vengo a abogar por el señor Cullen— me dijo y suspiro— se que usted no quiere saber nada de él pero necesito que me escuche— no quise decirle que tal vez yo sabía todo lo que venía a decirme.
― Entonces habla, quiero escucharte
― El señor Cullen ha estado realmente mal, el día que usted se fue el llego a las pocas horas de que usted se marcho, déjeme decirle que estaba desecho con su partida, creo que jamás lo había visto así— no podía hacer nada más que observarlo, mi cuerpo estaba petrificado en el sofá, aunque no debían las palabras me dolían aun más de lo que había pensado imaginármelo sufriendo era también un sufrimiento para mí, lo amaba y jamás desearía verlo mal— ese día en la noche después de que leyó su carta lo fui a ver y lo encontré inconsciente en el despacho, fue tanta mi desesperación que llame al doctor Emmett y solo unas cuantas horas después el reacciono.
― ¿cayo al hospital?— pregunte tensa
― No, por suerte el doctor la controlo a tiempo— me dijo y pude volver a respirar— desde ese día el señor no ha querido salir de la casa, se lo pasa de su habitación al despacho…—
― ¿mi habitación?— pregunte con asombro
― Si, el ha formado una especie de tempo en aquel cuarto— sonrió débilmente— señorita yo puedo decir que conozco a ese hombre mejor que nadie en este mundo, he sido testigo de sus logros y de sus derrotas, de sus penas y alegrías pero jamás lo había visto tan derrotado como lo está ahora, usted dejo la casa y se llevo la luz que había en sus ojos.
― Yo no me lleve nada Will, Edward nunca…—
― No lo diga señorita, no diga que él no la ama si usted no lo sabe, le aseguro que se llevara una sorpresa cuando lo vuelva a ver
― Eso no pasara— respondí tajante— yo no lo quiero ver.
― No se niegue el escucharlo, el lo único que quiere es encontrarla, se lo aseguro. Tanto es lo que me preocupa que es por eso que llame a un investigador e hice que la buscaran, el señor y usted se están consumiendo en la pena de estar separados— sonreí, era verdad por lo menos de mi parte, la pena de estar alejada de él me estaba matando
― ¿sabes? Tienes razón pero hay muchas cosas que yo no puedo olvidar, por mucho que lo ame— acepte frente a un tercero por primera vez— no puedo olvidar Will, no puedo.
― Lamento escuchar eso de su boca señorita, le aseguro que comete un error, lo último que le diré es que no se cierre a la posibilidad, aunque usted no lo crea ustedes están hechos el uno para el otro— afirmo y mi pecho se contrajo, las lagrimas no esperaron a salir y recorrieron mis mejillas. Escondí mi cara en el reflejo de la ventana— lo veo en sus ojos cuando se miran, confío en que un futuro próximo usted vuelva a la casa pero como algo más que la señorita Swan— observe por el reflejo de la ventana como el hombre se ponía de pie y se acercaba a la puerta.
― Will— lo llame girándome sobre mis talones y mostrándole lo dolida que estaba, mi rostro estaba bañado en lagrimas— gracias— susurre
― De nada— respondió— es un placer servirla señorita— me dijo con una de sus usuales reverencias. Abrió la puerta y salió.
― Dios mío— susurre y me deje caer por el vidrio.
El llanto que había guardado por largos catorce días salió a flote como un huracán, la fuerza de mis quejidos era impresionante, dolía, dolía más que nada en el mundo el estar lejos de él. Si tan solo supiera lo que paso realmente, si Edward se presentaba aquí ¿Qué haría?, me pregunte. Ni siquiera tenía idea mi cuerpo se estremecía con solo pensarlo. Como pude me fui a mi habitación y me encerré allí, el llanto casi no me dejaba pensar, amaba tanto ese hombre que sería capaz de hacer cualquier locura por el pero no sabía hasta qué punto el estaba dispuesto por mi y eso era lo que más me dañaba, que tal vez jamás podría saberlo.
La noche fue la peor de todas, tuve un insomnio que no se paso hasta casi la madrugada, mis pies recorrieron ansiosos la habitación, ni siquiera sabía si Will le diría a Edward de mi paradero pero si lo hacía ¿él vendría por mi?, tenia tatas preguntas en mi cabeza pero no sabía cual responder. Intente dormir pero cuando el sol salió desistí, hoy se cumplían quince días de haber partido del lado de Edward y parecía que hoy nada cambiaria.
― Buenos días cariño— me saludo Zulema con voz dulce— ¿Cómo has dormido?
― Bien— mentí como todos los días— creo que tengo algo de insomnio ya que me costo conciliar el sueño
― Que mal querida, hoy en la tarde tomate un vaso de leche y acuéstate temprano para que recuperes tu energía.
― Eso hare— le dije y me senté a desayunar como todos los días.
Todo parecía igual, por la mañana Salí a cabalgar y estuve recorriendo partes que no conocía, el aire de las montañas me hacia entrar en calma, mis ideas y mis pensamientos tenían que enfriarse, sin duda tenía que tomar una decisión, ¿volver o desaparecer por un tiempo?, cualquiera de las dos implicaba sufrimiento ya que si me iba tendría que dejar a mi padre y hermana pero si volvía tendría que enfrentar a Edward y aun no estaba lista para eso. Mientras cabalgaba llegue a un pequeño rio, me baje del caballo y lo acerque para que pudiera beber agua, era tan fácil estar aquí, mi vida sería tan sencilla estando en el campo y lejos de la ciudad, tal vez si me iba por un tiempo debería buscar una parte así para vivir, lejos de cualquier adelanto tecnológico, lejos de alguna cosas que pudiera recordarme al dueño de mis lamentos. Estuve largo tato observando el correr del agua y a Chocolate disfrutar de ella, sin hacer presión a mi cabeza mi traicionara mente comenzó a recordar todos los momentos que había estado con él, aun quemaban en mi piel sus besos y caricias, si me concentraba bien parecía sentir sus manos en mi cuerpo y sus besos en mis labios pero al abrir los ojos me daba cuenta de que estaba sola y que la realidad era otra. Aun así seguía cerrándolos y concentrándome en el olor del viento, tal vez podía ser afortunada y esa fragancia tan especial podría llegar a mis sentidos, aspire fuertemente y mis rezos habían sido escuchados, el olor tan particular de Edward se coló por mis sentidos y me hizo estremecer.
― Edward— susurre en la inmensidad— Edward— lo volví a llamar sabiendo que mi voz se ahogaría con la brisa de los arboles, baje mi cabeza aun con mis ojos cerrados, la fragancia era tan fuerte que mi cuerpo comenzó a pensar por sí solo, ¿Cómo podía ser esto? Mi traicionera mente me quería hacer sufrir una vez más ¡y como lo hacía! Trayéndome el olor que me hacia recordarlo aun más claramente, podía ver el color verde intenso de sus ojos y sentir su mirada recorriendo mi cuerpo, sin poder evitarlo me estremecí y cerré con aun más fuerza mis ojos, las imágenes tenían que desaparecer como sabia lo haría la fragancia que me martillaba los sentidos. Por una razón que aun desconocía el olor no se iba y cada vez se hacía más fuerte, abrí mis ojos rápidamente y palidecí al ver lo que tenía enfrente, los mismos ojos de mi mente se habían materializado frente a mí junto a todo lo demás.
― Bella— susurro el producto de mi imaginación que parecía más vivo que nunca— al fin te encontré— dijo esa imagen que estaba frente a mí, extendí mi mano cruzando las barreras del viento y toque esa piel… esa suave y tersa piel que a pesar de todo aun seguía siendo la que recordaba. Mi mano se poso en ella y ambos cerramos los ojos ante el contacto, las sensaciones que experimentaba mi cuerpo con aquel tímido contacto eran avasalladoras que desencadenaron la reacción contigua
― ¡Edward!— grite separándome bruscamente de el— estas aquí— afirme parándome rápidamente del pasto y alejándome de él, por unos segundos lo mire y era el pero estaba distinto, unas sobresalientes ojeras delataban en el estado en el que se encontraba, sus ojos que normalmente chispeaban al mirarme ahora tenían un apagado brillo, el fulgor había desaparecido— pero… pero…— comencé a decir nerviosa, mi corazón latía desbocado y parecía querer salir de mi pecho para correr hacia donde estaba el. Intente controlar mis impulsos pero él fue el primero en hablar.
― No sabes cuánto deseaba verte— me dijo con voz pausada, el solo escucharlo tan cerca de mi me hacía temblar, tenía un montón de sentimientos encontrados pero los más fuertes eran un debate que habían iniciado mi cabeza y mi corazón.
― ¿Qué haces aquí?— pregunte en un hilo de voz.
― Necesitaba verte, saber que estas bien— me dijo, me sorprendí al verlo con detenimiento, venia un pantalón casual y solo una camisa, atrás habían quedado los trajes y las corbatas que yo tantas veces había sacado… sacudí mi cabeza lentamente ante mis pensamientos.
― Ya me has visto, ahora por favor vete— le pedí casi en una súplica.
― No puedo, no quiero irme, la única forma en la que me iré será llevándote conmigo— me gire para esconder la debilidad que sentía, no tenía idea lo fuerte que sería verlo nuevamente, hasta la más ínfima parte de mi cuerpo me rogaba por aceptarlo y lanzarme en sus brazos pero tenía que ser fuerte y si él no podía negarme la infidelidad tendría que tener el valor suficiente para alejarme de él para siempre
― Yo no me iré contigo— logre articular apretándolos puños— lo lamento pero me quedare aquí pero dime ¿Cómo demonios llegaste hasta aquí?— me gire de medio lado para verlo pero mi cuerpo se estremeció solo con presenciar la imponente figura del hombre
― Digamos que alguien se apiado de mí y me dio la dirección.
― ¿Will?— pregunte
― ¿Will?— me contesto con la misma pregunta— ¿acaso el sabia de tu paradero?— pregunto con extrañeza
― Claro que no, solo estaba adivinando— así que era verdad que él no sabía de la visita, preferí guardar silencio no quería causarle problemas al hombre que abogaba por este amor.
― Necesitamos hablar Bella, tienes que escucharme
― ¿ah sí?— pregunte girándome para encararlo— creo ya he escuchado suficiente— una mueca salió en mi rostro y camine hacia donde estaba chocolate pero antes de que pudiera dar dos pasos unos brazos fuertes me sujetaron y me hicieron girar para perderme en la sensación mas abrumadora que había sentido jamás.
― No te vayas, no me dejes— susurro cuando ya estaba encima de mis labios.
El beso comenzó despacio, Edward beso mis labios con la misma adoración de siempre, solo que esta vez fue mucho más intenso, su dulce boca toco la mía y me hizo perderme en la sensación de pronto todos los recuerdos que había reprimido saltaron en mi cabeza haciéndome sentir aun más fuerza en el beso. Sus manos sujetaron mi cintura y su lengua se adentro en mi boca, como era dulce ese sabor… decía mi mente, su elixir se fundió con el mío haciéndome perder una vez más la cabeza y entregarme al delirio. Sus manos se cernían fuertemente a mi piel y no me dejaban escapar, cuando el aire se hizo imprescindible aparte mi cabeza y respire pesadamente pero como buen drogadicto me acerque a él y lo volví besar con aun mas ansia, habían sido quise largos días sin él y parecían el invierno mas frio que me había tocado vivir. Perdí la cabeza entregándome a las sensaciones que él me producía no paso mucho tiempo hasta que le beso tomo matices cada vez mas apasionados, sus manos recorrieron mi espalda pegándome a su cuerpo, un frio se coló por mi espalda indicándome que sus manos buscaban mas contacto… pero esperen… el mismo frio me hizo reaccionar, esto no podía ser ¡no podía!
― Suéltame Edward— le dije intentando apartarme, el me soltó de inmediato asombrado por mi reacción, sus ojos se abrieron de par en par para observarme atentamente— no— le dije caminando rápidamente hacia el caballo— no puedes llegar después de lo que paso, besarme y pretender que no paso nada ¡NO PUEDES!— le grite y me monte sobre chocolate, a unos cuantos pasos mas había otro caballo, el que llamaban Crema ya que era de un color blanco casi albino.
Cabalgue a toda prisa por los campos de los Hale y solo pasaron unos cuantos segundos para sentir el galope de Crema pisándole los talones a Chocolate, apure al caballo y llegue antes a la casona. De la loma había divisado un auto de color negro y de vidrios polarizados pero al parecer no tenia chofer ¿Edward habría venido conduciendo solo?, no me importaba o por lo menos fingía que no lo hacía. Me baje de Chocolate y entre como un vendaval a la casa, sin duda alguna ahí estaría protegido. Me encerre en mi habitación cerrando con pestillo, no quería ver a nadie y no quería ni siquiera pensar en que Edward estaría por ahí rondando la habitación. Espere y espere pero al parecer el no vendría a buscarme adentro, cuando me sentí segura y a salvo el llanto se dejo salir, una hilera de sollozos y jadeos de desesperación salieron de mi pecho ¿tanto me afectaba la presencia de Edward? Si, bastante… respondió mi mente, no podía negarme que al verlo nuevamente y no solo eso, probar de sus labios había hecho una nueva herida en mí, quizás cuanto tiempo me costaría cerrarla. No se cuento rato estuve ahí pero era lo único que quería hacer, llorar y llorar, mi corazón y mi alma me dolían por tenerlo tan cerca y no poder estar con él, a pesar de todo lo amaba y a mi corazón no le importaba lo que había pasado ¿será una señal?
Me levante del suelo cuando mis piernas se comenzaron a dormir, aun con el pestillo puesto me aoville en la cama tapándome con una colcha, lo único que quería era dormir y olvidar que el estaba aquí, tenía miedo, pánico al descubrir de sus propios labios que todo había sido verdad. Mi cuerpo no podría soportar tamaña decepción, sabía que si él me lo confirmaba seria el tiro de gracia. Con todo el sueño que tenia aguardándome no me di cuenta cuando caí en un profundo reposo, mi mente aun me lo recordaba a cada instante. En mis vividos sueños el aparecía junto a mí, amándome y queriéndome más cada día, en una hermosa casa y muchos niños corriendo a nuestro alrededor, de solo pensarlo mi corazón dolía profundamente, sabía que tal vez ese sueño jamás se haría realidad. Me removí inquieta en mi cama, lo que pasaba en mi mente me hacía sentir aun mas mal, mis pies y manos estaban muy fríos, cuando abrí mis ojos comprendí la razón ya había anochecido y el frio de los campos se colaba por mi ventana.
Destape mi cuerpo y me puse de pie, la habitación estaba completamente oscura, el reloj de la pared indicaba que era pasada la medianoche, seguramente Edward se abría ido, no pude evitar sentir decepción por aquel pensamiento sin duda verlo una vez más me haría daño pero mi corazón era lo suficientemente masoquista para soportarlo. Me puse un chaleco de lana y me arregle el cabello, mi garganta estaba seca así que saldría por un poco de agua. Abrí el pestillo de la habitación suavemente y deslice la puerta hacia dentro, mis ojos recorrieron el pasillo rápidamente y comprobaron que no había nadie rondando por ahí. Me aventure a salir, recorrí lentamente el pasillo hasta llegar a la enorme escalera que descendía hacia el primer piso. Mis ojos nuevamente examinaron la estancia pero como estaba completamente oscuro no distinguí si había alguien más, baje peldaño por peldaño hasta estar en el primer piso. Camine hacia la cocina y prendí las luces, el frio de la casa me helo hasta el último de mis huesos, se sentía igual de solitario y frio que mi corazón, mi alma próximamente se uniría a este para quedar eternos en ese estado. Mientras llenaba el vaso para beberlo mis ojos se llenaron de lagrimas, el se había ido pero ¿Qué esperaba? ¿Que después de lo que dije e hice él se arrojara en mis brazos a pedir un perdón que tal vez ya tenía? ¿Lo tenía?, me pregunte a mi misma ¿sería capaz de perdonar la infidelidad de Edward y seguir adelante?, mi corazón aun albergaba la esperanza de que ese también haya sido un error. Levante mi cabeza cuando una melodía conocida llego a mis oídos, mis ojos se ensancharon y mi corazón comenzó a latir desbocado ¿sería posible…?
― Edward— susurre en la inmensidad de la cocina— es el… esta aquí— volví a decir en el mismo tono de sorpresa.
A mis oídos llegaba la misma melodía que él una vez había tocado para mi, Chopin vino de inmediato a mis pensamientos, mis ojos se llenaron de lagrimas y estas se derramaron a los pocos segundos por mis mejillas, me tarde solo unos instantes en descubrir que el aun seguía aquí. Mis pasos salieron raudos en busca de la fuente de la melodía, no recordaba haber visto un piano en la casa pero tampoco podría asegurarlo porque no me había dado el tiempo de recorrer toda la propiedad, la música con el pasar de los cuartos se hacía cada vez más fuerte, mi pecho se agitaba frenético al igual que mi corazón ¿Por qué él me hacía sentir así?, creo que jamás nadie podría lograr un efecto de tal magnitud conmigo. Mis pasos se detuvieron en unas enormes puertas de madera al final del pasillo, una tenue luz se colaba por el pequeño espacio que había entre ellas, tenía el cuerpo temblando y mis manos sudaban, creo que estaba en la peor crisis nerviosa que había tenido desde hace mucho tiempo. Con el miedo más grande de mi vida empuje suavemente las puertas exponiendo una imagen que jamás pensé ver nuevamente.
La música se coló en todos mis sentidos envolviéndome completamente, la habitación era un salón gigantesco, perfecto para una fiesta o alguna reunión, al centro e iluminado solo por la luz de la luna que se colaba por los enormes ventanales estaba el dueño de mi corazón, Edward Cullen tocando nuevamente la melodía para mí. Mi cuerpo y mi corazón reaccionaron al unisonó al verlo tan cerca nuevamente, sus dedos bailaban elegantes por la superficie de las teclas, su cabeza se giro y la potencia de su mirada me hizo estremecerme, sus ojos brillaban con aun mayor incandescencia que la tarde, el brillo y el fulgor de su mirada había vuelto. Sin pensarlo y guiada solo por mis instintos me acerque al piano, mis manos pasaron por la enorme cola y la base de las velas, los ojos de él me seguían atentos mientras tocaban la melodía, dejando el ultimo resquicio de cordura y escuchando a mi corazón me senté junto a él, una sonrisa se extendió por su rostro y me dio a entender que estaba feliz por nuestra cercanía ¡tanto que lo había extrañado!, ahora al tenerlo frente a mi supe que si el hubiera estado junto a mi cuando me fui de su casa no habría podido hacerlo, era tanto lo que sentía por el que jamás podría haberlo dejado.
― Creo que tenemos que hablar— le dije iniciando la conversación, lo mire y el parecía de acuerdo conmigo ya que asintió terminando de tocar las ultimas notas y dándole fin a la dulce melodía, su camisa que antes había estado perfectamente ubicada ahora estaba arremangada sobre sus codos y su cuello abierto me dejaba ver parte de su pecho.
― A eso he venido, quiero abrirte mi corazón— me confesó dejándome asombrada, mi boca se entreabrió un poco con sus palabras ¿Qué tenía que decirme ese corazón?
― Edward yo…— comencé a decir buscando algunas respuestas pero su dedo acalló cualquiera pidiéndome que guardara silencio
― El que más tiene que hablar soy yo, Bella. Primero que todo necesito aclararte tres cosas, la primera es que mi padre actuó de manera precipitada el me comprometió con esa mujer sin decirme nada, por suerte el tema esta zanjado y el compromiso roto— comenzó a decir, se giro sobre el taburete quedando con una pierna a cada lado y mirándome directamente— la segunda es que lamento mucho lo que te dijo mi padre por el teléfono, créeme que se lo hice saber…
― ¿te enfadaste con el verdad?— pregunte
― Eso es poco— sonrió y mi corazón aleteo como un colibrí delante de una flor— si pudiera lo habría ahorcado con mis propias manos… pero ese no es a lo que quiero llegar, prometo que de aquí en adelante nadie más osara decirte nada, te protegeré con mi vida si es necesario— sus palabras salieron verdaderas, podía sentirlo, estaba extasiada solo con el rose de su voz en mi piel— y lo tercero….— cayo y examino mi expresión— es que jamás me habría acostado con otra mujer después de ti Bella, no ha habido nadie después de que tú fuiste mía— mi pecho dejo de ventilar y mi cuerpo se helo, era lo que quería escuchar pero no me lo imaginaba de esa manera— se que pensaste que lo había hecho y no te recriminare por eso ya que mi conducta del pasado no me ha dejado bien parado pero ahora puedo decirlo con convicción, jamás nunca tocare a nadie si tú estás conmigo, Bella quiero que seas mi mujer para siempre— sentencio, mi cuerpo estaba petrificado, mis ojos rápidamente acumularon nuevas lagrimas que dejaron caer al verse rebalsados…
― Edward yo… dude de ti, creí que te habías acostado con otra mujer— le dije sintiéndome la peor persona del mundo, solo tenía su palabra como prueba y aunque tenía todo en contra yo le creía, no vi mentiras en sus ojos, el me estaba diciendo la verdad
― Lo sé mi amor— me dijo haciéndome respirar nuevamente, mi amor… que bellas sonaban esas palabras en su boca— y juro que jamás te juzgare por eso, se que tenia las de perder, lo importante ahora es saber si me crees— me dijo levantando mi barbilla con uno de sus dedos, mi corazón ya no daba más… teníamos que aclarar esto ya.
― Si Edward, creo en ti… ahora que veo tus ojos se que jamás podrías haberme engañado y me siento mal por haber dudado de ti— escondí mi mirada, había sido tan ciega…
― No Bella— me corrigió llevando mi cara al frente— eso ya no importa más, ahora es el futuro el que me interesa. Habiendo aclarado todo esto hay solo una cosa que me queda por decirte.
― ¿Qué es?— pregunte entre sollozos
― Te Amo— una enorme sonrisa siguió a sus palabras, me quede por varios segundos observando su rostro a la luz de las velas.— te amo desde el primer momento que te vi, te ame cuando escuche tu risa, te ame cuando sentí tu piel en contacto con la mía, te ame cuando hicimos el amor, cuando me besabas, te amaba mientras estaba lejos, te he amado siempre Bella, creo que desde hace mucho que te esperaba y sé que ahora no puedo vivir sin ti, no habrá nada en el mundo que nos separe, ¿quieres pasar el resto de tu vida conmigo?— me pregunto dejándome aun mas sorprendida era la declaración de amor mas romántica del mundo y lo mejor de todo que era solo para mi, el me amaba y quería estar conmigo, la vida no podría ser mejor…
― Edward…— susurre—Te Amo— le dije tomando su rostro, sus manos se pegaron a las mías y las llevo hacia su boca para besarlas— te amo tanto que no podría vivir sin ti, mi amor.
― Que dulce es escuchar eso, no sabes todo lo que espere por escuchar tus palabras— confeso pasando sus manos por mi cintura y atrayéndome hacia él, sin poder esperar más el contacto me senté ahorcadas y lo abrace— no sabes lo que he sufrido sin ti— me dijo rosando mi boca con sus labios— te amo tanto Bella que duele no tenerte a mi lado, he estado en tortura quince días completos.
― Al igual que yo, ha sido un dolor tras otro, pero ya no mas
― No mas— susurro besándome con toda esa pasión que había estado reprimida— juro que nunca te iras de mi lado, hare feliz cada día que estés conmigo, te amo— me dijo dando pequeños besos en mi boca, mi cuerpo se apretó a su estructura, se sentía tan bien el calor de su piel. mis manos buscaron contacto con su cabello y lo atrajeron hacia mí.
Mi cuerpo se sentía vivo por primera vez en mucho tiempo, había ansiado más que el aire que respiro este contacto, estaba en sus brazos, el me amaba y comenzaríamos una nueva vida, juntos, creo que nada podría salir mejor. Sus manos me acariciaron la espalda, sus besos eran tiernos y dulces pero a la vez notaba la necesidad que había en ellos, era la misma que tenía yo, el haber estado tanto tiempo separado tenía sus consecuencias.
― No sabes cómo extrañaba tu piel, soñaba todos los días con tenerte conmigo, tu aroma tan especial—decía mientras bajaba de mi boca hacia mi cuello dejando un camino de besos húmedos— adoro besar tu piel mi amor, es un privilegio— susurro contra la base de mi cuello haciéndome estremecer.
― Edward— jadee buscando aire, mis hormonas comenzaron a reaccionar al contacto de sus manos, mi espalda fue sacudida por corrientes eléctricas cuando el subió sus tersos dedos por ella
― Eres mía Bella, nunca te vuelvas a apartar de mi lado— me pidió mientras besaba mi pecho, sus besos iban cada vez descendiendo mas hasta que llego a la base de mis pechos, el solo sentirlo ahí me hizo arquear mi espalda y gemir, el movimiento provoco un roce entre nuestros sexos acrecentando la burbuja de excitación que se estaba formando
― Háceme el amor Edward— le pedí bajando mi cabeza y mirando sus oscuros ojos.
― Toda la vida mi amor, toda la vida— me dijo, sus manos me sujetaron por mi trasero apegándome a su cuerpo, se levanto del taburete y comenzó a caminar llevándome con él.
― ¿A dónde vamos?— pregunte entre risas y besos.
― Quiero que vuelvas a ser mi mujer en la suavidad de una cama, además el piano puede esperar— contesto con una sensual sonrisa que me hizo estremecer ¿era una promesa? ¿volveríamos a estar sobre algún piano amándonos?, estaba segura de que si.
Edward me llevo hacia mi habitación, cuando estábamos en el interior me dejo en el suelo y cerro con pestillo la puerta, camine entre las sobras y la luz de la luna, mis ojos recorrieron la hermosa cama de edredón blanco en la que haría el amor con el dueño de mi corazón. Edward paso sus manos por mi cintura apegándome a su cuerpo, su boca busco de inmediato mi cuello y comenzó a besarlo, se sentía tan bien estar entre sus brazos, descanse mi cabeza en su hombro y me rendí a sus caricias. Sus manos sacaron lentamente los botones de mi blusa dejándome en ropa interior, las mías se fueron a su cuello pegando su boca aun mas a mi piel, necesitaba sentirlo cerca.
― Desde la primera vez que estuviste cerca mío no podía dejar de pensar como era tu piel— sus manos subieron de mi cintura a mis pechos acariciándolos suavemente— tu despertaste mi deseo de una forma en la que nadie lo ha hecho Bella, despertaste mi corazón con tu amor— me giro dejándome enfrente de el— y te amo por eso, porque me haces sentir lo que es el amor puro, cuando creía no poder amarte mas, siempre me sorprendía porque sentía cosas aun mas fuertes por ti— sonreí sin poder evitarlo, sus palabras eran miel en mis oídos.
Sus dedos acariciaron la orilla de mi pantalón, una sonrisa apareció junto con la oscuridad de sus ojos. Con un sumo cuidado y descubriendo nuevamente ambos cuerpos nos terminamos de desvestir. Edward me tomo entre sus brazos y me recostó en la cama, beso cada parte de mi piel con una devoción que casi me hacia llorar, sentía tan intensas sus caricias que una explosión de placer pronto se daría en mi. Sus besos llegaron a mi vientre, detuvo sus besos para acariciar la piel que allí se extendía.
― Y aquí— susurro mirándome a los ojos— aquí crecerá nuestro hijo— me dijo sonriendo y besando mi vientre— el fruto de nuestro amor.
Sus besos continuaron hacia arriba hasta llegar nuevamente a mi boca, el roce de su cuerpo y de su erección contra mi piel me hacían excitarme cada vez mas. Giramos sobre el edredón quedando yo encima de él. Bese su cuerpo con frenesí y pasión, lo había extrañado tanto que hasta había imaginado sus manos rozando mi piel, los ojos de Edward y los gemidos que salían de su boca me decían exactamente lo que sentía.
― Te amo— le dije cuando volví a su boca— estoy lista— le susurre contra sus labios ganándome un movimiento de sus caderas, gimió sobre mi boca y nos hizo girar nuevamente quedando el encima de mí, abrió mis piernas besando mis muslos y se posiciono sobre mi entrada.
― Te amare siempre— susurro adentrándose en mi húmeda cavidad— quédate conmigo
― Aquí me tienes— le dije pegándome a su cuerpo e incrementando el contacto, había extrañado tanto sentirlo dentro de mi— estaremos juntos por siempre— susurré contra su boca, comencé a besarlo y a mover mis caderas al unisonó, el roce de nuestros cuerpos y nuestros gemidos llenaron completamente la habitación.
Hicimos el amor hasta que tocamos el cielo al unisonó, gritamos un te amo dirigido por la pasión y adoración mutua que sentíamos, sabía que esto sellaba este acuerdo, de ahora en adelante estaríamos juntos por siempre.
― Rosas— susurro contra la piel de mi hombro, estábamos con nuestros cuerpos entrelazados e intentando normalizar nuestras frenéticas respiraciones— tu piel… ese aroma, lo podía sentir en cualquier parte— beso mi hombro.
― Al igual que tu perfume— le dije soltando un jadeo, me gire para mirar sus hermosos ojos— ¿Qué pasara ahora?— pregunte, sabía que a su lado no debía temer a nadie.
― Ahora… comenzaremos una vida juntos, creo que las crisis ya no vendrán mas así que…
― ¿Por qué lo dices? ¿ya sabes porque son?— pregunte con asombro.
― Creo que sí, teníamos razón cariño, el estrés me tiene loco— comento divertido— además de el amor— rio
― ¡no me eches la culpa a mí!— le dije subiéndome encima de su cuerpo el rio y me apego nuevamente a él.
― No lo hago, la cosa es que he decidió darme un tiempo creo que bajare mis horas de trabajo y comenzare a disfrutar de los placeres de la vida.
― Muy bien dicho, la primera tarea será tomarse vacaciones— le dije con un tono serio y con mi ceño fruncido.
― Buena idea, ¿A dónde quieres ir?— pregunto con su rostro iluminado.
― Me da igual, el que me importa eres tu— sonrió y beso mis labios
― Es delicioso escuchar eso… ¡amo oírlo de tus labios!— me dijo con una expresión feliz, luego se quedo pensando— ¿conoces Grecia?— pregunto dudoso
― ¿quieres ir a Grecia?— pregunte casi en un grito, Edward tapo mi boca y soltó una risa ahogada
― No grites que los señores Hale se despertaran, ¿sabías que tengo una casa en Grecia?—
― No tenía idea
― ¿te gustaría visitarla?, hace años que no voy allí y me encantaría pasar unos días allá.
― ¡claro!— volví a gritar llena de entusiasmo, nuevamente el rio pero esta vez me beso aun sonriendo
― Amo tu energía mi amor, harás de mi vida felicidad plena, ¡Te amo Bella Swan!— me dijo pegándome a su cuerpo
― Y yo a ti Edward Cullen— lo bese, luego de unos momentos pareció recordar algo
― Pero antes— se enderezo en la cama dejándome sentada frente del, ambos estábamos desnudos pero ya no sentía vergüenza de mi cuerpo, al contrario me sentía aun mas mujer teniéndolo a él cerca para avivar mi fuego— hay dos cosas que me faltan por hacer
― ¿Qué cosas?
― La primera es una pregunta y la segunda es lo primero que haremos al marcharnos de aquí.
― Pregunta entonces— sonreí.
― Sé que tal vez no te sorprenda pero no puedes irte de aquí sin responder
― ¿Qué es?— le dije aguantándome las risas por su actitud, parecía serio pero a la vez quería sonreí igual que yo.
― ¿quieres ser mi novia Bella?— pregunto dejándome pasmada.
― ¿tu… novia?— volví a repetir sumida la impresión
― Sé que tal vez es algo tonto pero quiero poder reclamarte ante cualquiera como mía, nadie más tendrá derecho a posar sus ojos sobre ti.
― ¡eres un condenado celoso!— le dije riéndome pero de la pura felicidad.
― Lo soy, lo acepto, con una mujer como tú habría que estar demente para no celarte pero ¿Qué me dices?
― ¿Qué crees?— conteste con una pregunta, una sonrisa enorme recorrió mi rostro— claro que seré tu novia Edward Cullen, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado
― Cuidado que tomare eso como una futura propuesta— rio contra mi boca, nos besamos felices del momento que vivíamos, nos amábamos y estaba segura que el futuro nos tenía grandes sorpresas— entonces ahora podremos hacer lo segundo.
― ¿y qué es eso?
― Quiero conocer a tu padre— le pedí mirándola directamente a los ojos— quiero que sepa que hay un hombre en el mundo que te ama incondicionalmente y está dispuesto a responder por ti.
― Iremos….— asentí con lagrimas en mis ojos.
― Ahora ven— me invito a recostarme— por el momento déjame amarte una vez más, déjame sentir tu calor antes de que el amanecer aparezca en el cielo
― ¿Qué importa?— pregunte abrazándolo— si ahora estaremos juntos por siempre
― Es verdad— dio la razón— ahora nuestro corazón ya es uno solo.
― Hablando de tu corazón— sonreí— ¿sigue estando cerrado con ese hierro?
― No, mi vida— me miro dulcemente— tu fundiste el hierro con tu amor…
Sus manos me pegaron a su cuerpo dejándonos disfrutar de este momento juntos, no tenía idea lo que nos deparaba el futuro pero ¿saben qué?, no me importaba porque la etapa difícil había pasado, el frio, el hierro y todo lo malo había quedado atrás dejando solo el amor y el calor de una pasión que sabia perduraría por mucho tiempo… ahora un futuro nos esperaba, ese que habíamos comenzado hoy día e iríamos construyendo con el paso del tiempo…
Un amor que venció todas las pruebas y traspaso al hombre que tenia entre mis brazos el cual algunas tuvo un Corazón de Hierro…
— Fin —
viernes, 15 de julio de 2011
Corazón de Hierro
Publicado por anita cullen en 12:32 3 comentarios
Etiquetas: Corazon de Hierro
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