Hello!!
mis angeles hermosos , con todo el dolor de mi corazon aqui les dejo el final de este fic tan hot y buenisimo y no me van a decir q no , si bien q anduvieron de golozas leyendo.
MUCHISIMAS GRACIAS A LIZ19FOREVER , por escribir esta historia ypermitirme llevarla hasta ustedes.
asi que a disfrutar y por fiss dejen sus comentarios al final
Angel of the dark
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Capítulo Final
El poder el amor
Hacía mucho tiempo que no dejaba que mi corazón otra vez fuera frágil. Había mucho tiempo que no me entregaba por completo a alguien. Hacía mucho tiempo que yo no era mujer. Extrañamente la sensación era exquisita y reconfortante, por primera vez en mucho tiempo dejé de ser la madre de alguien para convertirme en la mujer de alguien. En la mujer del hombre que yo amaba. Por primera vez en estos largos años de agonía y sufrimiento había vencido la barrera del orgullo y había permitido que Edward, mi príncipe de ensueños, volviera a posicionarse en la mitad de mi pecho. El dueño de mi corazón había hecho el reclamo y este gustoso había accedido llenando por completo a aquel órgano lastimado haciéndolo estallar de una felicidad incomprensible
¿Por qué sí se sentía tan bien yo no había podido hacerlo antes?
Perdonar y olvidar eran dos grandes palabras que hasta hacía unas cinco horas yo no era capaz de digerir ni juntar en una misma oración. El por qué supongo que se debía principalmente a que es más fácil seguir lastimando que reconocer el arrepentimiento de alguien. Aún en mis brazos sus orbes verdes se encontraron con las mías en la oscuridad y se veía tan condenadamente sexy como antaño. Me estremecí.
— ¿Cómo terminara esta historia Bella de verdad creo que merezco saberlo?
Exclamó en la penumbra y lo besé. Apasionadamente con el mismo deseo que había tenido antes y con el cual le había permitido finalmente hacerme suya otra vez, fue sin importarme nada ni nadie, sin remordimientos, sin arrepentimientos éramos otra vez solo él y yo como en un comienzo. Luego de unos minutos no separamos justo a tiempo para sentir como Cameron corría hasta nuestro encuentro.
— Así termina esta historia Edward —le anuncié
… que me dejes o te deje
eso ya no me da miedo.
Habías sido sin dudarlo la más bella
de entre todas las estrellas
que yo vi en el firmamento…
Estoy frente a un ventanal, traigo puesta una bata pero nada más. La habitación esta oscura, iluminada solo por la luz de la luna, me giró y estás tú frente a mí sentado en un sillón observándome. Me separó del ventanal unos pasos y comienzo a deslizar la tela por mis hombros para dejarla al descubierto. El borde de la bata cae hasta la mitad del brazo, está sujeta aún por un lazo en la mitad, se ve la comisura de mis senos, tú que estás sentado con la mano en la barbilla sigues con tus ojos el viaje de la tela que cae un poco más. Tu respiración se acelera cuando me ves tirar pausada y lentamente del lazo que mantiene unida ambos lados de la prenda. Sabes que cuando termine de tirarlo la ropa caerá completamente al suelo y yo estaré desnuda frente a ti. Deslizo mi mano lentamente por mi cuello como lo harías tú, bajo hasta el comienzo de mis pechos y deslizo un dedo entre ambos, giró la palma para deslizarla por mi abdomen.
En ese minuto te levantas del sillón y te acercas hasta donde estoy yo. Levantas la tela con tus dedos mientras acaricias mis muslos hasta apretar mis nalgas, nunca dejamos de mirarnos y el deseo de ambos se ve reflejado en nuestros ojos, tu mano libre se va hasta mi cuello y atraes mi rostro para besarme. Lo haces delicadamente, apenas rozando mis labios con los tuyos, sintiendo la tibieza de nuestros halitos compartidos, la humedad tenue de nuestras lenguas que danzan al compa perfecto de la necesidad contenida de hacernos uno.
Mis manos viajan por tu pecho, sobre tu camisa y comienzo a desabotonarla botón por botón, uno a uno mientras voy acariciando la piel que va quedando expuesta, mis yemas van descubriendo nuevos caminos por tu piel ardiente del deseo hasta que finalmente tu torso queda completamente desnudo, bajo mis dedos hasta el botón de tu pantalón y tiro sutilmente del cinturón al mismo tiempo que desabotono ese molesto pero necesario metal que mantiene la prenda en su correcta posición. Introduzco mis manos tibias y acaricio tu piel delicada y siento como se escapa de tus labios un pequeño jadeo.
Mientras tú acaricias uno de mis pechos y me besas el cuello, deslizo mis manos hasta tus nalgas y te atraigo hacía mi cuerpo, subo mis manos por tu espalda baja hasta la mitad de esta y me quedo acariciándote en esa parte mientras siento que mi propia respiración se hace entrecortada al sentir la humedad de tu lengua deslizarse por mi cuello desde la base hasta la punta de mi barbilla. Entonces me sujetas por la cintura y me haces caminar lo necesario para llegar a la cama.
Me siento en ella y me subo mientras te observo como terminas de desnudarte, miro tu cuerpo, tus brazos bien definidos, tu abdomen liso y perfecto. Te hincas en la cama mientras me recargo para quedar de espaldas a ti. Siento tus dedos recorrer todo el largo de está dando besos húmedos, recorres expertamente mi piel desnuda haciendo que millones de descargas se sientan mientras me acaricias. Me besas la base de la nuca luego de correr mi pelo y la necesidad de que seamos uno se hace evidente. Giró mi rostro para encontrar tus labios y hacerlos míos como tantas otras noches. Nos volvemos a besar mientras subo a tu cuerpo como una esclava que va a la tortura más placentera a la que alguien pudiera ser sometida.
Sentada en tu regazo siento como nuestros cuerpos se unen y comienzo a mover mis caderas, son movimientos lentos y continuos pero que se van acrecentando a medida que voy sintiendo tus gemidos de placer en mi oído. Siento como tu cuerpo arde más y más, al igual que él mío, nuestros rostros están apoyados frente con frente sin dejar de mirarnos mientras jadeamos el unisonó. Tus manos viajan a mis caderas y las mías a tu rostro para sujetarme y no perder detalle de tus facciones al amar, sabes perfectamente cómo hacer que me mueva más rápido y lo agradezco. Cuando estoy a punto de llegar a sentirme mujer como en tantas otras noches cierro mis ojos para disfrutar de ese placer tan perverso y de ese lado oscuro que tanto amo compartir contigo. Un gemido incontrolable profieren mis labios cuando me haces llegar al clímax y otro incluso más placentero doy cuando te siento llegar a ti.
— Bella esto es macabro —le sentí decir con la voz bastante distorsionada luego de oír un quejido bastante fuerte y que no pudo controlar.
Me reí mientras trataba de controlarme y era bastante difícil excitarlo por teléfono sin que yo resultará incluso más excitada que él.
— Entonces vuelve a casa —le dije suavemente mientras miraba el reloj
— ¿Qué hora es allá? —le pregunté antes que él siquiera contestará
— Las siete de la tarde y ¿allá?
— Las doce de la noche —respondí
— ¿Cameron? —preguntó un poco más coherente esta vez y sentí el sonido de una llave que se abrió traté de controlar la risa.
— Extrañando a su padre pero profundamente dormido —informé al voltear a mirar dentro de la habitación y mi hijo aún permanecía completamente ajeno a lo que sus padres habían estado haciendo los veinte minutos antes, gracias al cielo, ya bastante traumas le habíamos generado para agregar otro.
— Allí contigo —me preguntó con el tono de desaprobación pintado en la voz
— En nuestra cama, yo estoy en la terraza —le corregí como era posible que pensará que iba a mantener estas conversaciones con mi hijo de tres años a mi lado, nunca tan pervertida.
— ¿Vestida? —me preguntó suspicaz con esa voz sensual y me reí entre dientes, acaso quería otra ronda
— Obvio —le contesté para apagarle el deseo
— Me encantó —soltó en un suspiró y sentí como una puerta se cerró.
Su confesión logró que me avergonzará y no pude evitar morderme el labio, a pesar de todo aún sentía vergüenza de ese tipo de cosas y Edward ahora era ¡mi esposo!, uno no debe tener verguenza del marido pensé nerviosa. Y aunque tenía claro que así había sido el comienzo de nuestra aventura era extraño seguir teniéndolas pero hacía más divertido y excitante nuestro matrimonio.
— A mi también ¿Cuando vuelves? —le pregunté levantándome de la terraza comenzaba a hacer frió y como siempre prefería desviar la atención de mí a él.
— Creo que el viernes —me respondió y nos quedamos callados
— ¿Me extrañas? —preguntó de repente y claro que lo extrañaba habían sido dos semanas mortales por decir poco siempre habíamos encontrado la manera de hacerlas llevaderas. Éramos algo así como cómplices en el más maravilloso delito que el matrimonio puede inventar o sostener.
— No tienes idea de cuánto —le respondí cerrando mis ojos y recordando sus caricias reales, su cuerpo ardiente, sus labios húmedos pero ahogue ese recuerdo cuando sentí llorar a nuestro pequeño hijo.
— Tengo que colgar tu hijo acaba de despertarse —le informé y sentí el llanto profuso de mi pequeñuelo que reclamaba atención.
— Cuando llegue a casa no estaría mal que lo que describiste en verdad pasará —propuso picarón
— ¡Eres un pervertido Sr. Cullen! —le susurré
— Igual que usted Sra. Cullen —contestó con esa voz sensual que de por sí ya trastornaba todo mis procesos mentales.
— Pero me encanta —agregue caminando hasta la cama —nos vemos el viernes —finalice
— Te amo —susurró él antes que colgará
— Yo también —le respondí tomando entre mis brazos a Cameron que estaba ahogado de tanto llanto
— ¿Qué paso bebe? —le pregunté dulcemente mientras lo abrazaba y mecía para que se calmará — Hechas de menos a papá tanto como yo ¿Eh? —exclamé.
Cameron no contestó solo lo sentí sollozar contra mi cuello unos minutos más pero finalmente se durmió otra vez y lo apreté más fuerte contra mi cuerpo. Finalmente el poder del amor había triunfado, porque cuando deseas algo con mucha fuerza el destino entero conspira para que lo obtengas.
FIN