Dark Chat

lunes, 19 de octubre de 2009

GHOTIKA

- ¿Piensas que la muerte es hermosa?

- Es lo más sublime que puede pasarte en la vida”
  Gótica, Clara Tahoces.


CAPITULO 5: Marcadas


Ambos vampiros se movieron rápidamente, tanto que, para los ojos de Bella, fue imposible contemplar tales desplazamientos (los cuales dejaron caer el cuerpo de Alice sobre el asiento, lejos de sus manos), haciéndole creer a la muchacha que lo que había visto por un breve - casi nulo - instante, había sido producto de su imaginación.



“Se desmayó” – se apresuró a decir Edward, con un timbre de voz tan firme que era imposible llegar a pensar que de sus labios había salido una calumnia.


“¿Esta bien?” – Bella caminó hacia su amiga, (aún ligeramente embelezada por la gravedad y suavidad de aquella voz), sin imaginarse que, lo único que Edward pedía a gritos en ese instante, era que no diera un solo paso más hacia su dirección.


La ponzoña se acumuló en la boca del muchacho de una manera, la cual, él no creía posible, provocándole un fuerte dolor en la garganta por la terrible resequedad que sentía en ella. Bella inclinó su cuerpo para ver la expresión de su amiga, la cual tenía los ojos cerrados y respiraba con profunda calma.


“Alice” – llamó Bella con preocupación, mientras pasaba una mano por la mejilla de la chica y la miraba fijamente, con gran preocupación.


“No debemos arriesgarnos, borra sus recuerdos, Edward” – dijo Jasper de manera tan rápida que era imposible para el oído humano escucharle.


Edward se sintió sorprendido por lo difícil que le fue tomar aquella decisión, algo le había hecho vacilar unos instantes, más bien sabía él, que era necesario. No podían exponerse de tal manera, la existencia de su especie debía de permanecer oculta para los humanos…


Empuñó las manos (un movimiento, el cual, ni él mismo supo por qué) y con un leve asentimiento de cabeza, se dispuso a hipnotizar a la muchacha que a pocos metros se encontraba, para así, poder borrar de su mente lo que tenía pocos minutos había visto…


No pasaría nada más. No le haría daño. Sería algo simple, con lo cual, su farsa como humanos seguiría de manera inmaculada… se repitió esas palabras miles de veces, más le tomó un esfuerzo invisible el pronunciar las primeras palabras con las cuales dar comienzo


“Isabella” – murmuró suavemente y al instante, la muchacha que respondía a tal nombre giró la cabeza obedientemente, como los marinos acudían al canto de las sirenas.


Edward se posicionó frente a ella (siempre, conteniendo la respiración) y la miró fijamente a los ojos…


Bella no tardó en perderse en aquel par de lúgubres pupilas negras que fijamente miraban a las suyas, se percató también, de un extraño rubor asomándose a sus pálidas mejillas y, un fuego lento recorrer su estomago al mismo tiempo que su corazón comenzaba a acelerarse.


Edward se sintió extraño al notar que, fuera de hipnotizar a la muchacha, era él quien se comenzaba a perder en un mar cristalino de color marrón, en el cual, no podía sumergirse. Lo intentó otra vez y, de nueva cuenta, el resultado fue nulo. El vampiro se rindió al cabo de unos segundos, irguiéndose frente a Jasper, el cual tenía los ojos dilatados a causa de la sorpresa, ya que la muchacha no había mostrado ni el menor signo de rendimiento ante el poder de su hermano.


“Vamos a casa” – ordenó Edward intentando evitar la frustración que en él había nacido. Jasper no discutió y, ambos, salieron de aquel salón sin hacer el menor ruido.


Bella se quedó estática, contemplando, idiotizadamente, como ambos muchachos dejaban el aula con garbos, elegantes y fluidos movimientos. Le tomó más de dos segundos el recuperarse de las impresiones recibidas y, cuando lo logró, se giró para auxiliar a su desfallecida amiga.


Alice fue abriendo lentamente sus ojos y, al hacerlo, se sintió muy confundida. Había podido jurar que fueron aquellos dos jóvenes misteriosos los que había visto por última vez y ahora, su mejor amiga se encontraba suplantado sus lugares. No es que el cambio le molestara, al contrario, se sintió, en cierto modo, aliviada de tener frente a ella a ese par de ojos color chocolate, en lugar de aquellas tenebrosas pupilas negras que le habían puesto los pelos de punta.


“Alice, ¿Qué te paso?” – quiso saber Bella, trayendo a la muchacha a la realidad


“Me desmayé” – contestó, aún tratando de recordar el orden cronológico de unas situaciones que se tornaban borrosas en su memoria – “Los dos muchachos… Estaban aquí, ¿no?” – Bella asintió


“Se acaban de ir” – informó – “ellos estaba a tu lado cuando te desmayaste” – Alice guardó silencio, esforzándose por recordar, y no consiguió más que una mente en blanco, incapaz de recordar las cosas que había hecho tenía media hora. – “¿Te sientes bien?” – preguntó Bella ante su silencio


“Si” – aseguró la pequeña mientras se ponía de pie – “Disculpa por preocuparte. ¿Nos vamos?” – Bella asintió y le tendió la mano para ofrecerle ayuda a su amiga, la cual aceptó con una amable sonrisa en los labios.


“No sabía que sufrías de desmayos” – comentó Bella mientras caminaban ya en la salida de la escuela


“Es la primera vez que me pasa” – confesó Alice – “como tú ya sabes, mis problemas son los dolores de cabeza, más sin embargo, nunca han sido lo suficientemente fuertes como para desvanecerme”


“¿Te dolía la cabeza cuando me pediste que me adelantara?” – Alice frunció el ceño, realmente confundida. No recordaba haberle pedido a Bella aquello… y mucho menos recordaba si había tenido o no dolor de cabeza



“No lo sé” – contestó sinceramente – “no logro recordar”


Bella, al ver la expresión tan abatida de su amiga, prefirió no insistir sobre el asunto


“¿Puedo ir a tu casa?” – preguntó Alice y Bella asintió rápidamente. Y tras eso, ninguna de las dos habló en todo el camino.


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“¿Qué fue lo que paso, Edward?” – cuestionó Jasper con voz serena en cuanto cruzaron la enorme puerta que les permitía el acceso a aquella vieja residencia.


“No pude adentrarme en su mente” – contestó el muchacho sin dejar de caminar – “lo intenté… pero me fue imposible”


“¿Y qué paso con la otra muchacha?” – Edward frenó su marcha al recordar los pensamientos de la pequeña chica


“Nos vio llegar, como tu me contaste, días antes de que nosotros apareciéramos por aquí” – Jasper esperó por más información (la información que más le importaba) con paciencia. Caminaron hacia la sala y ambos se dejaron caer sobre los sillones de cuero, para continuar con la platica – “también apareces tu. De manera indirecta e inconciente, pero apareces.… Es como si, desde que tuviera uso de razón, sabe de tu existencia, pero su mente no lo quiere aceptar”


“¿Significa todo eso algo?” – Edward observo fijamente el movimiento de las rebeldes llamas


“Si” – contestó – “parece que la chica tiene vagas nociones de las cosas que sucederán en el futuro de los demás”


“Premonición” – decidió Jasper llamarle y Edward asintió levemente


“Un don el cual los Vulturi verían como un preciado tesoro” – murmuró Edward y Jasper volvió a sentir aquel instinto protector por la pequeña humana de cabello negro


“¿Y su amiga?” – preguntó el rubio vampiro a manera de distracción – “¿Qué teoría barajas con ella? ¿Por qué no puedes leerle la mente?”


“Un don” – respondió Edward con voz neutra, carente de sentimientos – “Aunque no sé que nombre darle, aún”


“Entonces… las hemos encontrado” – concluyó Jasper, esperó varios segundos para seguir hablando – “debemos darnos prisa y llevarlas cuanto antes a Volterra… sus aromas son demasiado tentadores, el más mínimo accidente frente a nosotros y no lo contarían”


“Debemos esperar” – dijo el otro vampiro - “Bella aún no cumple los dieciocho años, su poder aún no esta del todo desarrollado”


“Nos sometemos a un enorme riesgo si esperamos” – discutió Jasper, manteniendo el timbre tranquilo de su voz – “además, sabes que eso no es fundamental… Jane y Alec no tenían esa edad cuando Aro los transformó y sus poderes son letales”


“Ellos ya no tenían opción” – recordó Edward – “se estaban muriendo y Aro ya no podía esperar… esta situación es distinta, ellas gozan de perfecta salud, solo hay que esperar un poco más”


“¿Cuánto?”


“Tres meses” – informó el muchacho


“Tres meses es demasiado” – replicó Jasper – “en otra situación no discutiría pero he visto, y puedo sentir, que tu también estas tentado por la sangre de la otra muchacha”


“Debemos ser fuertes”


“Es muy riesgoso” – volvió a repetir el rubio vampiro – “un día de estos no podremos controlarnos y morirán en nuestras manos, sin que nosotros nos demos cuenta”


“Buscaremos a otras personas, entonces” – resolvió Edward – “pero lucharemos por no cometer ese error… seremos lo más precavidos posible”


“¿Cómo prever la muerte?”


“Siendo más astutos que ella” – las voces de ambos jóvenes apenas y era un suave murmullo - “no temas, Jasper. Después de todo, el verdadero destino de ellas es morir”

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