JASPER POV
Estaba conciente de que Alice esperaba a que completara lo que había comenzado a decir, sin embargo, no me atreví. De un momento a otro, me había acobardado ante la idea de su rechazo. Al fin de cuentas, hasta ese momento, ella no había dado muestras de sentir algo más por mí que una… ¿amistad?
No. Definitivamente no era el momento. Tenía que esperar, si no la quería asustar. Me había costado demasiado el adquirir un poco de su confianza y, si le confesaba mis sentimientos, seguramente ella no me iba a creer… no podía arriesgarme a que ella volviera pensar que solamente quería jugar con su inocencia…
"¿Y bien?" – insito – "¿Qué me ibas a decir?"
"Olvídalo" – contesté – "no tiene importancia" – ella hizo una mueca extraña ante mi respuesta y esperó en silencio a que le dijera la verdad – "Te iba a preguntar si… si ya pensaste qué vas a estudiar, terminando la preparatoria"- solté.
¿Me imaginé la decepción cruzado por su rostro?
"Oh" – exclamó y, tras suspirar profundamente, añadió – "me gustaría estudiar ballet" –
Su mirada se dirigió hacia el suelo y pude notar fácilmente el sonrojo de sus mejillas
"¿Ballet?" – repetí, asombrado. No me esperaba a que Alice le gustara algo parecido. Ella asintió, aún escondiendo su rostro entre sus cortos y oscuros cabellos – "¿Por qué te sonrojas de esa manera?" – quise saber
"Me da… me da vergüenza" – admitió – "aparte de Edward, eres la única persona a quien le confieso esto… digamos que te he contado uno de mis mayores secretos"
"Gracias por la confianza" – murmuré, mientras intentaba fijar mi mirada en la suya, más ella insistía en tener rota ese tipo de alianza – "Alice" – llamé, tras insistir por varios segundos. Atreviéndome a llevar mis dedos hacia su quijada para poder levantar su rostro – "¿Por qué te acongojas así?"
"Es un sueño estupido" – replicó – "demasiado infantil…"
"¿Un sueño estupido e infantil?" – pronuncié – "¿Por qué le llamas así?"
Alice soltó una risita que, fuera de tener humor, tenía mucha desesperanza.
"Por que no es difícil predecir el que nunca podré acudir a una escuela de ese tipo"
"Nada es imposible en esta vida"
"Ese dicho es una mentira" – discutió, volviendo a inclinar hacia abajo su semblante – "para muchas personas como yo, lo imposible si existe y se presenta a diario en nuestras vidas"
"Yo podría ayudarte, si así lo deseas" – ofrecí, tomándole las manos por instinto. Sintiendo el suave calor de su piel en la mía – "Yo… yo quiero ser un buen amigo para ti, Alice. Puedes confiar en mí todo el tiempo y, si necesitas mi ayuda, no dudes en pedírmela. Haré cuanto este en mis manos para darte lo que tu desees"
Mientras le decía todo aquello, sus ojos, al fin, habían buscado los míos.
"Gracias" – susurró y dejamos que un acogedor e íntimo silencio se levantara entre nosotros.
Tuve muchos deseos de besarla. Demasiados. Pero me contuve. No sabía decir cuánto más lograría soportar aquella necesidad de saborear sus labios, pero tenía que ser fuerte. Tal vez la espera valía la pena. Tal vez Alice, algún día, podría a enamorarse de mí…
No debía dejar morir la esperanza.
ROSE POV
Mi hermano manejaba en completo silencio hacia aquel lugar. Simplemente, durante todo el camino, el corazón no había parado de bombear rítmicamente y de manera desenfrenada. Mis piernas temblaban y mis dientes no paraban de presionar mis labios. Me encontraba demasiado nerviosa como para poder disimularlo.
"Rose" – llamó Jasper, con su habitual voz baja y varonil – "No te preocupes, todo saldrá bien" – aseguró, sin despegar la mirada de la carretera
"Tengo miedo de que nuestros padres hayan mandado a alguien para vigilarnos" – confesé – "saben lo mucho que me quieres y pueden sospechar de ti…"
"No pasará nada" – calmó – "confía en mí. Tu solamente preocúpate por aclarar las cosas con McCarty"
"Gracias, Jazz" – dije de manera sincera
"No tienes por que agradecerme, eres mi hermana y te amo… eres la única persona de la familia que ha estado conmigo realmente… ¿Recuerdas cuando éramos pequeños?: te prometí que siempre te cuidaría" –
Asentí, con una pequeña sonrisa decorando mis labios
"Desde siempre me has cuidado y procurado" – agregué – "sufrí mucho cuando te fuiste al extranjero para terminar más pronto tus estudios…Me alegra que hayas regresado para estar conmigo ahora, cuando más te necesito"
"Yo también me alegro de haber vuelto" – confesó él
"Pero… Pronto te irás, ¿no es así?" – pregunté, temerosa, ya que mi hermano había dejado en claro que pronto regresaría a Colombia, para terminar la universidad
"No lo sé" – contestó – "tal vez continúe estudiando por acá"
"Pero quieres estudiar arquitectura" – recordé – " y soñabas en ingresar en una de las universidades más prestigiosas de Colombia" –
"Tu misma lo has dicho: soñaba… ahora, tengo otras prioridades"
"Esas prioridades me huelen a perfume de mujer" – acusé, viéndole fijamente para calcular su expresión, la cual se tornó entre divertida y apenada – "creo que no me equivoco" – aventuré, esperando a que me contará más
"No lo haces" – aseguró – "creo que… creo que estoy enamorado"
"¿Enamorado?" – repetí aquella palabra, que tan extraña se escuchaba en boca de mi hermano – "¿De quién?" – quise saber, con verdadera emoción
"Eres muy curiosa, hermanita" – dijo entre pequeñas risitas – "pero tendrás que esperar para saber de quién te hablo, es muy pronto para confesarme"
"¿No me tienes confianza?" – repliqué, haciendo un puchero. Él no contestó, e hizo caso omiso a mi expresión chantajista. Entonces, recordé algo que se me había olvidado por esos momentos – "Jasper, ¿Y qué paso con tu novia, Vannesa?"
Los ojos color miel de mi hermano se entreabrieron ligeramente y su cuerpo se envaró. Tal parecía, por su expresión, que se le había olvidado por completo que estaba comprometido con alguien.
"Hablaré con ella y le explicaré la situación" – solucionó rápidamente, tras pensar por unos cuantos segundos. – "Hemos llegado" – anunció, y la sangre otra vez se me heló en las venas. Viajé mi mirada hacia el enorme edificio que se levantaba frente a mí.
Jasper bajó del carro y me ayudó para hacer lo mismo. Me tomó de la mano y juntos nos internamos en aquel conjunto de departamentos reunidos. Emmett ya nos esperaba, al lado de un ascensor y mis pies caminaron hacia él, movidos por una fuerza extraña y poderosa.
"¡Rose!" – murmuró mientras sus brazos se enrollaban a mi alrededor y sus labios se pegaban a mis cabellos.
Durante varios minutos, no pude hacer más que acariciar sus mejillas con mis manos y derramar lágrima tras lágrima, mientras me repetía mentalmente que no era un sueño, que en realidad estaba otra vez con él.
Jasper nos tendió las llaves de su apartamento que, sin que nuestros padres lo supieran, había comprado hacía ya mucho tiempo, advirtiéndonos que en tres horas regresaría por mí. Emmett le dio las gracias una vez más y, con un asentimiento de cabeza, mi hermano se fue
EDWARD POV
¿Por qué?:
¿Por qué el universo esta en contra tuya y mía?
¿Por qué no se nos permite tener alegría?
¿Por qué, cuando mas felices estamos, todo se termina?
¿Por qué, cuando ya estamos separados, solo aumenta nuestra agonía?
¿Por qué tuve que ser yo el causante de todo cuanto te afligía?
¿Por qué tuve que separarme de ti, ese horrible día?
¿Por qué tuve que decirte tantas mentiras?
¿Por qué tuve que ser yo el culpable de que por tus ojos caigan lágrimas?
¿Por qué algo tan hermoso, tiene que ser tan prohibido?
¿Por qué este amor que sentimos, por nadie es bien recibido?
¿Por qué ya no me es permitido estar contigo?
¿Por qué ya no puedo decirte lo mucho que te quiero?
¿Por qué ya no puedo sentir el calor de tus besos?
¿Por qué ya no soy digno de tu amor?
Aunque ahora solo quiero saber:
¿Qué hiciste tú, para todo este calvario merecer?
By RominHarry.
"¡¿No crees que ya fue suficiente?" – exclamé, completamente encolerizado, viniendo de aquí a allá por toda la estancia, mientras escuchaba como su burlona risa se alzaba alrededor
"¿Sabías que te ves adorable de esa manera?" – preguntó, mientras caminaba hacia mí y posaba una de sus manos sobre mi hombro, obligándome a frenar mis andares.
La miré con la furia llameando en mis ojos.
"¿No te cansas de hacer daño?" – inquirí, rechazando el gesto de manera grosera.
Heidi volvió a reír con sorna.
"Edward, tranquilízate" – recomendó – "Bella no morirá por todo esto… desgraciadamente"
He de admitirlo y debo ser sincero: cuando escuché aquello, mis manos temblaron y, por un segundo, el deseo de golpear a Heidi me embargó. Agradecí el hecho de que mi padre, Carlisle, siempre nos educara para tratar a la mujer con todo el respeto que se pudiera. Estoy seguro que, de haber sido de otra forma y tener otros principios, no me hubiera podido contener.
"Vamos, ya me cansé de tus quejas" – dijo, tras mi silencio – "ve y ponte esa ropa que te compré y bajas inmediatamente para ir a la casa de los Swan"
Dicho esto, se fue.
Somaté fuertemente la mesa de madera, provocando que pequeñas astillitas salieran volando por el impacto. Cerré mis ojos y, de esa manera, caminé hacia donde el lujoso traje se encontraba a la vista.
La nueva y torturante confabulación de Heidi consistía en que yo asistiera, como su compañero, a una fiesta de disfraces que la señora Swan había planeado. Obviamente, aquel vestuario no era un regalo dado por simple bondad, por supuesto que no. Sabía que, atrás de esa actitud, había una desalmada intención, la cual simplemente se reducía en hacer sufrir a Bella y, por consiguiente, a mí.
Pareciera que tenía años en lugar de meses de estar lejos de su calor. No la había visto tenía ya varias semanas y, aunque el verla y estar cerca de ella era sinónimo de el más tortuoso de los suplicios, de igual manera sufría al no deleitarme con su imagen (la cual, desde ese día, siempre se mostraba lacerante y distante).
Al fin de cuentas, creo que el masoquismo timó mi cuerpo y mi mente, para convencerme de ir, por voluntad propia, a aquel baile de infierno.
Llegamos a la casa y, al instante, Heidi asió mi mano con fuerza. Se encaminó, exagerando el movimiento de sus caderas e irguiendo su cuerpo de manera prepotente. Sonreí a mis adentros, al notar que, considerándose ella misma una persona refinada, daba lástima al sentirse orgullosa de ir acompañada de quien, todo el mundo sabía, era su chofer. Desgraciadamente, a ella solo le importaba lo que una persona pensara y, desgraciadamente, esa persona no encontraría contradictoria tal situación, si no, más bien, la hallaría como la más cruel y vil de las traiciones recibidas…
Entramos a la sala, en donde varias personas enmascaradas no disimularon al vernos.
"Ponte el antifaz, querido" – ordenó Heidi y le obedecí sin protestar. Tal vez de esa manera, llamaría menos la atención.
La garganta se me cerró al entender que Heidi no solamente estaba hiriendo profundamente el amor que había entre Bella y yo, si no que, además, también estaba hiriendo mi dignidad. No era necesidad ser lector de mentes para saber lo que pensaban quienes me rodeaban…
Creo que me encogí del dolor al verla bajar por las escaleras. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer en ese entonces? ¿Qué palabra le podría describir mejor? ¿Hermosa? ¿Acaso, Divina? ¿Radiante? ¿Será mejor llamarle magnifica? ¿Esplendida?, ¿Perfecta…?
No.
Ninguna de las palabras, habidas y por haber, lograrían describir el cómo se veía Bella aquella noche. Su esbelta y fina silueta iba cubierta por un extenso vestido de la época victoriana de color vino, con adornos dorados en el corsset que enmarcaba aún más su pequeña cintura. Su pálido y lánguido rostro, iba cubierto por una mascara del mismo color que el vestido y su cabello se extendía, como siempre, bajo sus hombros desnudos, como una cascada de color caoba.
Parecía una diosa. La más hermosa e inalcanzable de las deidades. Inalcanzable. Eso era ella para mí: una estrella que jamás debió de estar a mi alcancé. Un lucero, el cual yo no tenía derecho a profanar y, sin embargo, lo había hecho: mis manos habían recorrido aquella gloriosa figura, mis labios habían arrancado suspiros y besado los de ella, mis ojo se habían atrevido a penetrar en los suyos, mis oídos habían escuchado el te amo de su aliento, mi piel había rozado cada centímetro de la suya y, por haberme concedido tan vulgar atrevimiento de mi parte, ahora estaba pagando las consecuencias de una terrible maldición…
Bella me miró. Desafortunadamente, la mascara que cubría mi rostro de nada servía para sus ojos. Ella, al igual que yo, podía identificarme, aún si estuviera sumergido en un mar de miles de gentes alrededor. Y, como siempre solía pasar, su mirada y su gesto se endurecieron al contemplarme.
Aunque, esa vez, tal gesto duró tan poco, que casi no pude detectarlo… Bella rápidamente desvió su rostro de mi dirección y se encaminó hacia donde un pequeño grupo de gente enmascarada platicaba armoniosamente. Ella se unió a la plática y la vi reírse. ¿Era acaso mi lado ególatra el que no me permitía aceptar la idea de que ella realmente estaba feliz? ¿Por qué, fuera de darme paz el verla por ahí, danzando y riendo abiertamente, me llenaba de una fuerte aflicción?
Egoísta, me acusé mentalmente, Maldito egoísta
¿No eras eso lo que quería? Sería mejor que Bella me olvidara, de esa manera, dejaría de sufrir por mí ¿No era eso lo que yo mismo había dicho antes? Si. Eso es lo que había dicho… pero no había sido sincero. La aflicción de ver en ella un poco de felicidad no se debía a otra cosa que no fuera el temor de que, al fin de cuentas, ella me hubiera olvidado… a pesar del daño que sabía le causaba el amarme, la idea de no ser el dueño de sus sueños me aterraba… me llenaba de un miedo infinito y punzante que, invisiblemente, me cortaba en pedazos cada trozo de mi piel.
"Edward, cierra la boca y disimula un poco que, ahora, eres mi pareja" – susurró Heidi, a mi oído, con furia contenida.
No estaba de humor (en ese momento más que nunca) para lidiar con sus órdenes. Así que con un suspiro, me limité a alejarme de ella e irme a sentar a una de las sillas que se encontraban alrededor. Heidi decidió ignorarme de la misma manera y se fue al centro para bailar. Entonces, vi a mi madre salir de la cocina, me paré inmediatamente para ir en su ayuda.
"Edward" – exclamó en cuanto tomé la charola entre mis manos – "hijo, no te había reconocido, te ves muy guapo"
"Gracias, madre" – dije, sonriendo de manera triste – "deja que te ayude" – pedí y ella se negó rotundamente
"No, Edward, ahora tu eres un invitado"
"Mamá, deja de decir tonterías, soy tu hijo y te quiero ayudar" – discutí. Ella me miró durante varios segundos y, tras suspirar profundamente, dejó de forcejear con la charola y llevó una de sus manos hacia mi hombro.
"Necesito hablar contigo" – informó, mientras caminaba de vuelta hacia la cocina – "ahora tenemos tiempo, sígueme"
Me interné junto con ella en la cocina y nos sentamos, ella frente de mí
"Edward" – comenzó a decir – "sé que en un pasado tomé muy mal el hecho de que amaras a la señorita Isabella pero, ahora, te suplico olvides lo que un día te dije y escuches mis nuevas palabras: si la amas, no la dejes ir… no importa qué te digan los demás, vuélvete sordo para otras voces que no sea la de ella"
"¿Por qué me dices todo esto?" – pregunté
"Por que eres mi hijo y me duele verte así: muerto, desvivido y melancólico todo el tiempo… y, aunque me lo intentes negar, sé que es por no tenerla a tu lado"
"Ya es muy tarde para recuperarla" – argumenté – "aunque quisiera, no puedo estar con ella"
"¿Por qué?"
"Por que…" –
Estuve a punto de contarle la verdad, más no me atreví. Sabía que muchas probabilidades habían de que Esme podría ir en busca de Bella y soltarle que, por las amenazas de Heidi, me había alejado de su lado…y, si tenía suerte, y Bella aún me amaba, probablemente comprendería todo, me perdonaría y… y de ahí ¿Qué?
Nosotros no íbamos a impedir que Heidi le dijera la verdad a Renne, y era eso lo que me aterraba. Desgraciadamente, yo no era Hércules para salvar a mi familia del dolor que mi egocéntrico amor les iba a causar. Lo podía ver claramente: mi hermana y mi madre desempleadas, Carlisle angustiado consiguiendo otro empleo que se ajustara a los horarios de la carpintería, mis hermanos pequeños limitados en sus gastos… y Bella… ¿Qué podríamos hacer nosotros ante su madre? ¿Huir? ¿Dejar todo atrás? ¿Podría yo dejar a mi familia desamparada y sin mi ayuda?... y si así fuera, ¿Qué íbamos a hacer Bella y yo solos, sin profesión, sin dinero, sin hogar, sin nada más que nuestro amor?
¿Les digo algo que las personas piensan y es una completa mentira? El amor no basta para vivir. El amor no te llena el estomago cuando tienes hambre y, el amor no era suficiente en ese momento para nosotros dos… Yo no estaba dispuesto a obligarla a sufrir a mi lado, no cuando ella tenía todo ante sus pies. Mi egoísmo no llegaba a tanto… Definitivamente, Heidi mi había enfrascado en un bote de cristal, el cual, si me atrevía a romper, los pedazos de vidrio se incrustarían profundamente en las personas que amaba.
Simplemente, no podía decir la verdad…
"Por que ella no es para mi" – solté. No. Ella no era para mí, después de todo, no le estaba diciendo a mi madre una mentira – "además, por si no lo sabes, ya tengo otra pareja"
"Si, lo sé" – admitió, hablando con voz suave – "pero a mi no me engañas, a esa mujer no la amas… no es mejor que todas tus aventurillas que tuviste antes de conocer a la señorita Isabella"
"Mamá, no insistas…"
"Insisto por que no soporto verte así" – interrumpió – "aún con esa máscara cubriéndote el rostro, se puede apreciar la inmensa tristeza que hay en tus pupilas"
Bajé la mirada, apenado de que mi madre fuera quien tuviera que soportar, junto conmigo, esa amargura.
"No te preocupes" – murmuré – "estaré bien, lo prometo"
"Sabes que mientes" – contradijo, amorosamente, mientras se ponía de pie y depositaba un beso sobre mi frente – "no intentes engañarte, es claro que no puedes vivir sin ella" – dijo y, después, se marchó.
Me quedé solo, hundido en la pequeña cocina, ausente de la servidumbre que entraba y salía por ella. (La fiesta había sido demasiado grande que, tal parecía, la señora había contratado un equipo especial para el banquete). El repentino silencio, que inundó la sala, llamó mi atención, logrando que me pusiera de pie y caminara hacia donde toda la gente había dejado de bailar y había puesto sus ojos en la pareja que se encontraba arriba, parada sobre una de las partes más altas de las escaleras y con las manos en alianza
"Isabella" – comenzó a decir él, en voz alta, para que todos le escucháramos – "Sabes que desde hace muchos años que anhelo ser correspondido por tu cariño y, he escogido esta noche para hacerte una gran muestra del amor que te tengo, confesándotelo frente a todo este publico y pidiendo tu consentimiento para llamarte Mi Prometida, ¿Aceptarías mi humilde petición?"
Estuve a punto de gritar… solo a punto. La voz se me ahogó cuando ella, bajando la mirada, un segundo después de dirigirla en mi dirección, susurró
"Si, acepto" –
El bullicio se levanto, una oleada de fuertes aplausos, múltiples felicitaciones e incesantes cuchicheos rellenó la estancia que, de un momento a otro, me parecía muy, muy reducida… apenas y fui conciente de las demás figuras que se aproximaban a la pareja para darles una muestra de afecto… solamente pude ver con claridad una escena:
En la cual Mike la tomó entre sus brazos y la besó en los labios.
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CAP 26.DECEPCIÓN
EDWARD POV
Tras recuperarme de la terrible y dolorosa impresión, logré despegar mi mirada de ellos… sentía como la sangre hervía de manera incandescente mientras se paseaba por cada una de mis venas. Una mujer, a la cual no le tomé mucha importancia, me observó durante varios segundos, obligándome a girar mi rostro para deshacerme de su sinuosidad. Fue ahí, cuando vi mi reflejo en el cristal que había como adorno a un costado de la sala.
Mi expresión no denotaba un sentimiento claro, más bien, era una mezcla perfecta entre el odio, el rencor, el resentimiento, el dolor, el amor, la frustración, la perdida, el desengaño, el desconsuelo, la aflicción… tenía mis manos empuñadas y colocadas sobre mis muslos…
¡Maldito masoquismo!...
¡¿Por qué rayos no dejaba de verla? ¡¿Por qué, maldita sea, no me salía de aquel lugar?...
Era claro que no tenía sentido de supervivencia… No. Definitivamente, no lo tenía. Aquel escenario me estaba aniquilado de manera cruel y no hacía nada para alejarme… ¡Al contrario!, mis pupilas la seguían a cada paso que ella daba, cada pequeño movimiento efectuado por su cuerpo, había sido captado por mi retina… y lo peor de todo fue que aprecié perfectamente cada roce que ese imbecil se atrevió darle a su piel…
– "¿Lo ves, amor?" – Preguntó Heidi, hablando detrás de mi, con sus labios muy pegados a mi oído – "Sufres sin que ella se lo merezca… ¡Mírala! Al fin de cuentas, parece que la decepción solamente le duró unos cuantos meses…"
Por primera vez, me quedé en silencio por que quise, y no por que me vi obligado… Heidi se fue, dejándome, de nuevo, solo.
Era demasiado estupido de mi parte el sentirme traicionado por Bella… ¿Acaso no había sido yo quien primeramente había terminado la relación? ¿No había sido yo quien, a causa de mi cobardía, había decidido perderla? ¡¿Qué esperaba? ¿Esperaba acaso que Bella se quedara sentada llorando por mí, durante años, hasta que yo pudiera tener algo más seguro que ofrecerle para nuestro futuro? ¡Era obvio que ella encontraría a alguien!...
Lo peor de todo era que, aunque sabía que ella se merecía lo mejor, no era capaz de desearle la felicidad… No. Ella no podía ser feliz con otra persona que no fuera yo. Ella era mía… ella era solamente mía…
Al final, el dolor fue tan desesperante que incliné mi cabeza hacia abajo…
Pocos minutos después, una música nueva comenzó a hacerse escuchar. Levanté la mirada y, como era de esperarse, lo primero que busqué fue la imagen de Bella. ¿Fue mi imaginación o ella también estaba viéndome? No lo sé. Quizás se debió simplemente a un engaño de mi desesperanzada mente.
Las luces se apagaron, para dar más ambiente a la música que cambió otra vez, volviéndose aún más lenta: Era un vals.
Aún en la oscuridad, fui capaz de ver que Bella se incorporaba a la danza. Mis pies se movieron por puro instinto, motivados por la pequeña e insulsa esperaza de pensar que ella seguía amándome y toda esa farsa se debía a un ocasional despecho, el cual yo le haría confesar...
Caminé, hasta que yo también fui parte de aquel grupo de personas danzantes. Había visto ese baile en varias ocasiones y tenía una idea de qué pasos llevar a cabo… también sabía que los cambios de parejas eran parte principal de la coreografía, así que, si mis cálculos no fallaban, dentro de poco la tendría entre mis brazos y, cuando ese momento llegara…
¿Qué iba a hacer?
No tuve tiempo de contestar mi pregunta. Bella llegó rápidamente a mí. Lo hubiera sabido con exactitud aún si hubiera estado ciego y sordo… solamente su cuerpo ejercía aquella placentera descarga eléctrica al chocar contra el mío.
– "Edward" – susurró, casi al instante de que una de mis manos capturaran su cintura y la otra, su mano derecha
Pude sentir su mudo desprecio aún en aquella penumbra, la cual era mi mejor aliada en esos momentos. El cambio de parejas había llegado otra vez. Ella no tardó en mover sus pies para alejarse de mí, más yo no se lo permití. Moví mis manos y mis pies de manera tramposa para jugar con mi nueva pareja y pasarla de largo hacia el joven de al lado…
"¡Suéltame!" – musitó, cuando mis manos volvieron a apretar su cintura – "¿Qué es lo que quieres, Cullen?"
"Felicitarte" – contesté, con la misma voz amarga que ella estaba empleando – "por tu compromiso" – sentí como su cuerpo se tensaba aún más
"Gracias" – contestó, con acritud
"Me alegra que hayas encontrado a alguien que te quiera" – mentí… aún no sabía por qué aquella actitud mía tan infantil – "Espero… que todo salga bien"
"Ten por seguro que así será" – dijo ella.
Otro cambió de pareja se avecinaba…
"¿Por qué no me sueltas?" – preguntó, al ver que había hecho lo mismo que la vez pasada
"Quiero bailar contigo un poco más"
"Si quieres bailar, ¿por qué no vas y se lo pides a tu novia?" –
"Dije: quiero bailar contigo" – aclaré – "espero no te moleste"
"Pues si me molesta... y mucho" – escupió – "no te quiero cerca"
"¿Por qué?" – quise saber, justamente en el momento en que la coreografía pedía un deslizamiento de la mujer sobre el aire… que regocijante fue el tener su cintura entre mis dos manos – "¿Acaso te pongo nerviosa?"
Bella no contestó. Su silencio levantó una oleada de ferviente dolor entre nosotros. Otra vez, hice lo mismo para quedar juntos, ante el cambio de pareja, pero ella ya no protestó.
"Bella" – llamé, mientras apretaba su espalda con mi mano para tener más cerca de mí su cuerpo – "¿Por qué aceptaste a estar con él, si no lo amas?"
"¿Quién te ha dicho que no lo amo?" – retó, hablando también con un pequeño susurro
"Tú" – me limité a responder – "no es necesario que no lo digas… lo puedo sentir"
"En todo caso, es mi problema, ¿no crees?" – discutió – "¿A ti que más te da el que yo este con alguien más si, después de todo, tú ya estas con Heidi?"
Tenía razón… en su mundo, en lo que le había hecho creer durante meses, Bella tenía razón. ¿Qué podía decir yo a mi favor? ¿Acaso no había dicho tenía poco que no estaba dispuesto a condenarla a un futuro incierto a mi lado?... pero, si me arriesgaba a dejarla ir… ¿Alcanzarían tres años para no perderla o serían los suficientes para yo mismo arrebatarla de mi lado?
"No puedes estar con él" – susurré – "Dime egoísta, dime vanidoso, dime como tú quieras pero no puedes estar con él… yo…"
"Tú no tienes vergüenza" – interrumpió, de manera tajante – "durante todos estos meses te has presentado, de la manera más descarada posible, en mis narices con ella" – Otra vez, impedí que mi pareja fuera otra. Necesitaba escucharla, aunque sus labios solo emitieran acusaciones, era necesario, para mí, el deleitarme con su voz – "¿Y ahora vienes a decirme que yo no puedo comprometerme con Mike? ¿Con qué derecho?"
"Entonces… estoy en lo correcto" – aventuré – "Haces todo esto por despecho"
Bella soltó una pequeña y seca carcajada, completamente decadente de humor
"No" – dijo con voz firme – "Hago esto por que al fin logré olvidarte… por que al fin puedo decir que ya no te amo"
Aquellas palabras me llegaron como un impetuoso golpe dado directamente a mi estomago, provocando que me desconcentrara y no pudiera retener a Bella más tiempo a mi lado… el baile terminó casi al instante después de que mis manos se acomodaron, de manera desorientada, sobre la cintura de mi nueva pareja.
Durante toda la noche, ya no fui capaz de moverme… el corazón se me contraía cada vez que recordaba sus palabras.
¿Podría ser cierto que Bella ya no me amara?...
JASPER POV
"¡Alice!" – exclamé en cuanto la vi descender del autobús. Qué maravilloso era el encontrarme con su sonrisa blanca y brillante, que deslumbraba aún entre la penumbra de la noche.
"¡Jazz!" – gritó también ella, mientras se aventaba a mis brazos. El impacto me desequilibró un poco. Si bien su delineado y pequeño cuerpo no era muy pesado, su fuerza (ayudad por el peso de su mochila) era demasiado brutal – "me alegro de verte" – confesó, mientras se plantaba frente a mí.
Se preguntaran, ¿Y ahora qué pasa?...
Pues bien. Habían pasado ya varios meses desde que le había pedido a Alice una oportunidad para ser amigos… y ahora, ya lo éramos.
Debo admitir que no era lo yo esperaba (ya que yo buscaba un tipo de relación más amorosa que la que sosteníamos), pero no me podía quejar, me la pasaba terriblemente bien en su compañía. Siempre solíamos vernos los fines de semana y, cuando podía, la iba a traer a su escuela.
Era increíble la confianza que entre nosotros dos había nacido…
"¿Cómo te fue en la escuela?" – me preguntó, al ver que aún llevaba puesto el uniforme de la universidad privada a la que había ingresado.
Mi horario de escuela solía desarrollarse totalmente durante la mañana, pero ese día Alice y yo habíamos quedado de vernos en la tarde, casi entrando la noche, aprovechando de que iba a tener sus últimas horas libres… así que había decidido ahorrarme el disgusto de ir innecesariamente a mi casa, en la cual, sabía yo, encontraría solamente a un par de padres discutiendo.
"Bien" – contesté – "aunque he de admitir que aquellas personas recatadas ya me aburren un poco" – agregué, con una sonrisa – "también sería mucho mejor si, en lugar de aquel exuberante puesto de comida chatarra internacional, pusieran un puesto de tacos"
Alice rió fuertemente y yo hice exactamente lo mismo.
Ahh… que bien era el no tener que fingir modales exagerados de educación.
"¿Y qué vamos a hacer hoy?" –
"Te quería pedir un enorme favor" – contesté, perdiendo instantáneamente el humor. Alice esperó en silencio y pude leer el temor que le daba mi nueva expresión – "Necesito que me acompañes a un baile que habrá por parte de la universidad"
"¡¿Qué?" – soltó. Tal y como imaginaba, iba a ser realmente difícil el lograr convencerla – "¡¿Estas loco? ¡¿A un baile?"
"Te prometo que no tardaremos mucho, es obligatorio que asista y no encuentro mejor compañera que tú"
"No" – dijo, de manera rotunda
"Alice, por favor" – comencé a rogar – "Eres mi amiga, ¿no?"
"Eso es chantaje" – acusó – "Sabes que soy tu amiga pero…" – la miré de manera suplicante, un gesto que había aprendido, a través de los años, por Rose. Solamente esperaba a que diera resultado con ella – "Jazz… eso no es jugar limpio…"
"Por favor" – repetí, con voz suave, acercándome un poco más…
En realidad, tal vez el acercamiento fue mucho… lo supe hasta que, aquellos sentimientos de amor, estrictamente guardados en mi pecho, afloraron al sentir su dulce aliento en mis mejillas, provocando que una calida sensación, nacida en mi estomago, se esparciera por todo mi cuerpo, hasta llegar a la punta de cada dedo de mis extremidades.
¿Qué era lo que había estado pidiendo segundos antes?
Ciertamente, a pesar de que nuestra relación había cambiado del odio a la amistad, aún no me atrevía a confesarle a Alice lo que, en realidad, sentía por ella… el miedo de perderla, fuera de desvanecerse, se incrementaba con el tiempo.
Amigos…
¿Era un hipócrita al llamarle a nuestra relación de esa manera cuando mis labios ansiaban tan desesperadamente los suyos?
He de admitir que mi autocontrol había mejorado de una manera casi imposible… aún me costaba creer que, durante todo ese tiempo, me había logrado resistir a besarla. Sin embargo, en ese momento, el autocontrol estaba a punto de quedar en el olvido… simplemente, ya no podía resistir más aquella tortura… necesitaba…
"¡Auch!" –
Aquella ruidosa queja nos hizo separarnos de un salto. Un poco irritado por la interrupción, giré mi rostro para ver de quién se trataba y, al instante, tuve a mis pies a una figura femenina.
"Señorita, ¿Se encuentra usted bien?" – pregunté, mientras me inclinaba para poder ayudarla.
"S… si. Muchas gracias" – contestó mientras se retiraba el lustroso cabello de su rostro y…
… Qué belleza de mujer
"¿Te puedo ayudar en algo…?"
"No. No te preocupes, estoy bien" –
"¿Segura? ¿No te encuentras lastimada…?"
"No" – interrumpió, con una amable sonrisa dibujada en sus carnosos labios – "Muchas gracias"
"Mi nombre es Jasper… Jasper Hale" – informé, mientras tendía mi mano
"Mi nombre es María Fonseca"
"¿Fonseca?" – repetí, asombrado – "¿Tu padre es…?"
"Es socio de la empresa Hale" – completó. Sonreí abiertamente
"No sabía que el Licenciado Fonseca tuviera una hija tan hermosa" – comenté, logrando que un sonrojo se asomara a su bronceada piel.
"Me encontraba estudiando en el extranjero" – explicó – "y cuando era pequeña no solía salir mucho"
"¿Y ahora vienes sola…?"
"No. Vengo con mi madre y…el chofer – ignoré el desden con el cual pronunció las ultimas dos palabras – "¿Y tú?"
Fue hasta ese entonces que recordé que Alice estaba a mi lado… giré mi rostro para verla, tenía su cabeza inclinada hacia abajo, su aspecto daba a entender que trataba por ignorar nuestra conversación…
"Vengo con una amiga" – dije y, de repente, la palabra amiga ya no dolía tanto al salir de mis labios.
Un señor de edad ya madura y con uniforme se acercó hacia nosotros
"Señorita María, ya es hora de irnos" – informó y María le dedicó una mirada envenenada
"Me tengo que ir" – informó y, extrañamente, me sentí mal de que aquel encuentro hubiese sido tan rápido
"¿Te parecería atrevido si te pido tu numero?" – solté… ¿Por qué con Alice se me dificultaba tanto ese tipo de peticiones? – "Me gustaría poder platicar contigo otro día, con más calma" - agregué
"Por supuesto" – accedió ella, con una sonrisa – "Nos vemos pronto, Jasper" – dijo, tras darme su numero, a modo de despedida.
Me quedé embobado viendo como se retiraba, con aquel elegante y sensual movimiento acentuando a sus caderas…
¡Wow!... ¡Que mujer!...
Tenía ya tanto tiempo que no me interesaba nadie más que Alice, pero María era todo lo que, en un momento, llegué a desear: era exuberantemente hermosa, delicada, refinada, rica y, me imaginaba yo, inteligente…
Volví mi cuerpo para encarar a Alice, quien aún estaba sentada.
"¿Te pasa algo?" – pregunté, al ver su expresión un tanto extraña
Ella se apresuró a negar y, levantando la mirada a la altura de la mía, me sonrió, aunque el gesto no me convenció mucho que digamos.
"Te gustó ¿verdad?" – inquirió, aún con la sonrisa estirando sus labios.
Su expresión lastimó un poco ya que, con ella, me confirmó lo que tanta duda me causaba: para ella solamente seguía y seguiría siendo un amigo… y nada más.
"Si" – contesté… en parte diciendo la verdad, en parte, tratando de disfrazar mi atormentada decepción.
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