Dark Chat

martes, 3 de noviembre de 2009

GHOTIKA

hola mis angeles hermosas , aqui les dejo mas cap de ghotika y perdon por la tardanza pero me quede sin compu . las extrañe mucho
y proto subire cap de amor en silencio
mil besitos
Angel of the dark
(la unica original )= D
***************************************

Todos morimos. Lo único que tú compartes

con los demás mortales, es la muerte.
Entrevista con el vampiro – Anne Rice


CAPITULO 10: PÉRDIDA

Aquella mañana Bella se levantó temprano, sinceramente, no había podido dormir por el dibujo que Alice le había enseñado tenía menos de veinticuatro horas… Ridículo pensó al recordar que, por un momento, había fantaseado con la idea de que Edward pudiera llegar a ser un vampiro. Una risita se le escapó de sus labios, justo en el momento en que Renne entraba a su recamara


“Has amanecido de muy buen humor” – señaló y Bella, para rectificar el comentario, sonrió aún más ampliamente – “¿Se puede saber a qué se debe?”

Su hija negó con la cabeza, mientras caminaba hacia su madre y, al pasar a su lado, le rozaba levemente sus mejillas. Renne suspiró complacida, le encantaba que su hija tuviera ese tipo de detalles con ella y, como no solían ser muy frecuentes, cada vez que se daba la oportunidad, la aprovechaba al máximo – “voy a bañarme” – anunció Bella, desapareciendo por la puerta.

No rompiendo la rutina, la gótica se visitó con ropas completamente negras, al igual que su maquillaje y, cuando hubo ya terminado, bajó para desayunar. Se sorprendió mucho el encontrar a dos personas, en lugar de una, sentadas en la mesa

“Papá, buenos días” – saludó mientras se sentaba

“Buenos días, Bella” – le contestaron.

“Tu padre se ha tomado el día libre” – explicó Renne, con una sonrisa en los labios.

“Me alegro” – dijo, de manera sincera – “¿Tienen planes…?”

“No” – se apresuró a contestar Charlie – “nos quedaremos en casa, pasando un día ocioso” – Bella rió, y los dos adultos se alegraron de verla con ese ánimo.

Su hija no era depresiva, pero si muy seria. No reía fácilmente y, si lo hacía, el gesto solamente duraba, a lo mucho, un par de segundos.

“Me voy a la escuela” – dijo Bella mientras se ponía de pie y llevaba los platos sucios al fregadero. Charlie también se levantó de la silla y camino hacia ella, quien, al encontrarse frente a frente con su padre, le miró fijamente.

“Te quiero mucho, Bella” – le confesó el señor mientras tomaba entre sus manos el rostro de la muchacha y depositaba un ligero beso sobre su frente, Renne también se acercó, para acariciar su cascada de cabello color caoba.

“Yo… yo también los quiero” – murmuró Bella muy, muy bajito, pero supo que sus padres lo escucharon – “Tal vez no lo diga muy a menudo pero…”

“No es necesario que lo digas” – interrumpió Renne – “nosotros siempre hemos estado concientes de ello” – calmó, mientras le daba un ultimo apretón al ligero cuerpo de su hija.

Bella caminó hacia la escuela y, en el transcurso, no pudo evitar derramar una pequeña lágrima, sin saber muy bien el por qué. Al llegar al instituto, se encontró rápidamente con Alice, la cual tenía sus grandes ojos muy hinchados

“Alice, ¿Qué te ocurre?” – preguntó mientras se acercaba a su amiga

“No lo des importancia” – indicó la otra muchacha, mientras se pasaba las manos por sus ojos, en los cuales el maquillaje negro ya se había corrido - “No pasa nada”

“Estas llorando” – señaló Bella – “¿Y así dices que no pasa nada?”

“De verdad” – aseguró la pequeña – “ni yo misma sé por qué lloro… simplemente, de un momento a otro, sentí un fuerte apretón en el pecho, una nostalgia demasiado fuerte…” – las pupilas de ambas chicas se clavaron fijamente, unas en las otras – “tengo miedo, Bella” – confesó Alice mientras se llevaba ambas manos al pecho – “tengo un mal presentimiento”

Bella jaló el cuerpo de Alice hacia ella y la abrazó fuertemente, para poder consolarla.

“No temas, yo estaré aquí” – prometió con un susurro, mientras sentía como Alice posaba sus manos sobre su espalda

“Gracias” – murmuró la pequeña, más la terrible angustia que sentía en ningún momento se disipó.

Bella le ayudó a levantarse del suelo en donde se encontraba sentada y ambas se dirigieron hacia los pasillos de la escuela, para llegar a tiempo a sus clases. Caminaron sin saber que, justamente detrás de ellas, pisándole los talones, venían los dos jóvenes vampiros.

“Edward, Jasper” – exclamó Bella cuando al fin se percató de las presencias de los muchachos, la cual no se hizo notoria hasta que llegaron a sus bancas de estudio – “no sabía que venían detrás de nosotras” – agregó, frunciendo el ceño, a Bella no le gustaba sentirse sorprendida.

“Parecen fantasmas” – señaló Alice, mirando a Jasper – “pareciera que simplemente se materializan en la nada”

“Tal vez, eso es lo que hacemos” - dijo el rubio vampiro, con una media sonrisa pintada en los labios.

Ambas muchachas bajaron la mirada, incapaces de soportar la lúgubre belleza de aquellos rostros, exageradamente pálidos.

La clase transcurrió de manera trivial, excepto para Jasper, quien podía sentir aquel torrente de tristes emociones provenientes de Alice. Se sintió ansioso, ¿Qué era lo que tanto pesar le causaba?... lo peor era que aquel sentimiento, fuera de minorizarse, con cada segundo que el reloj marcaba, se hacía más intenso.

“¿Te encuentras bien?” – se atrevió a preguntar, cuando las clases llegaron completamente a su final.

“Si” – le contestó la chica, sin poder ocultar la sorpresa que aquella pregunta le había causado

Por un momento, el vampiro deseó tener el don de leer la mente. Obviamente, la respuesta dada por Alice no le había convencido en absoluto. Aún así, no quería presionarla. Se limitó a caminar a su lado, unos cuantos pasos más, hasta que se encontró con su hermano, en compañía de Bella.

“Iré con Bella a su casa, para recoger los apuntes de la clase pasada” – explicó Edward, quien luchaba por retener una sonrisa. Aquella excusa se le hacía tan común… tan humanamente común.

Jasper también encontró divertido aquel comentario. Nunca antes había considerado a su hermano como alguien infantil y, sin embargo, aquella mentira, tan carente de credibilidad, que había salido de sus labios, le daba a demostrar que, por muchos siglos que su especie existiera, ésta jamás perdería del todo su lado humano.

“Entonces, te veo en casa” – dijo, en forma de despedida.

Edward asintió, y giró su cuerpo para encarar a Bella y preguntarle si era buen momento para irse ya.

“Alice, ¿estarás bien?” – quiso saber la gótica, antes de marcharse. Su amiga le sonrió de forma tranquilizante, aunque Bella no se lo hubiera dicho abiertamente, sabía que ésta disfrutaba mucho de la compañía de aquel joven de cabellos color cobre

“No te preocupes, estaré bien… además, te veré en unas cuantas horas” – aseveró de manera inconciente, perdiéndose en la imagen de la nada, durante una milésima de segundo.

“¿En la tarde?” – repitió Bella, confundida, ¿Se le habría olvidado acaso que había quedado con Alice para verse después, ese mismo día?

“No hagas caso” – se apresuró a decir la otra muchacha – “lo dije sin querer… disculpa, mi cabeza anda en otro lugar…”

Bella y Edward caminaron con andar pausado y en silencio, tal y como lo habían hecho aquella noche y, justamente quince metros antes de llegar a su destino, Edward pudo sentir entrar, en sus fosas nasales, un olor a sangre ya muerta…

“Espera, Bella” – murmuró, mientras la obligaba a frenar la marcha. Agudizó lo más que pudo todos sus sentidos, para poder asegurarse si en realidad se encontraban solos.

Escuchó detenidamente cada movimiento dado alrededor de ellos: el suave meneo de las hojas de los árboles provocados por el viento, las ligeras y rápidas pisadas de las ratas, corriendo hacia las alcantarillas, el sonido del motor de un carro aproximarse y la risa de los pequeños que en el venían, la ruptura de una delgada rama, yacida sobre el suelo, provocado por las patas de un ciervo, el canto y aleteo de unos pajaros…

“¿Qué pasa?” – preguntó Bella ante semejante actitud. Edward volvió a aflojar el cuerpo, descansando la posición más no los sentidos.

“Nada” – mintió y comenzó a caminar otra vez, con Bella pisándole los talones.

Bella le miraba por el rabillo del ojo, se preguntaba por que la repentina tensión del muchacho que caminaba a su lado.

Edward, por el contrario, podía sentir cada vez más, con cada paso que daba, aquel penetrante aroma, desgraciadamente, no tardó mucho en comprobar sus temidas sospechas.

Por un momento, pensó en la idea de detener a Bella para que ella no continuara avanzando pero, ¿Qué caso tenía el retrasarle aquel momento?... tarde o temprano ella se iba a dar cuenta de la realidad…

“Mamá…Papá” – susurró Bella en cuanto, tras abrir la puerta de su casa, tuvo frente a ella el cuerpo de Renne y Charlie tendidos sobre el suelo.

Edward tragó saliva al presenciar la imagen… todo era mucho peor de lo que se había imaginado

“Estoy soñando” – murmuró Bella mientras veía una y otra vez los cadáveres de sus progenitores – “Esto es… solo… un sueño”

El vampiro era incapaz de dar crédito a tal espectáculo… Caminó hacia la muchacha inmóvil y bajó su cuerpo para quedar a la misma altura que aquel rostro ensombrecido,

“Bella” – llamó, al notar que ella no lloraba, no gritaba, no hablaba… al notar que solamente se había quedado estática, ida, mirando el par de cadáveres


Edward dirigió la mirada a éstos también y se estremeció al reconocer las mordidas ubicadas en ambos cuellos… eran mordidas de vampiro.

“Bella” – volvió a llamar y la chica reaccionó, llevando su mirada hacia la de él, clavando sus nublados ojos cafés con aquel par de atormentadas pupilas doradas.

“¿Por qué?” – preguntó en un susurro – “¿Quién… quién fue?”

Vampiros. Contestó él en su mente. Mi especie… a la cual pronto pertenecerás…

“Ellos… no hacían daño” – continuó Bella, ante su silencio – “Eran personas buenas…”

“La muerte no respeta edades, ni posición económica, ni la bondad de las almas” – contestó Edward con un murmullo – “la muerte es la única que no discrimina y nos trata a todos por igual”
Un interminable silencio se levantó entre ellos, en el cual, Bella asimilaba aquellas palabras y, desgraciadamente, se dio cuenta de que eran ciertas… cerró los ojos y una primera lágrima fue derramada de éstos y el vampiro, pese a lo delicado de la situación, no pudo evitar sentirse hechizado ante tal visión. Le pareció un espectáculo realmente cautivador ver como aquella gota cristalina se deslizaba por encima de aquella blanquecina piel y se perdía hasta golpear sordamente el suelo. Había visto llorar cientos de veces a decenas de personas, pero nunca había visto algo similar a lo que presenció durante el resto de la tarde. El llanto de Bella era tan peculiar como ella misma, no era escandaloso, no era abundante... pero si denotaba un dolor incalculable.


Alice había llegado a las pocas horas, en compañía de Jasper. Ahora, todos sabían a qué se debía aquella sensación desgarradora en el pecho de la pequeña: había presentido a la muerte cerca. También ella lloraba. Los señores Swan eran, para ella, como unos padres. Con el poco tiempo que había pasado tras conocerlos, aquella pareja siempre le había tratado con el cariño y acojo con el que sus verdaderos padres jamás lo habían hecho…

“Miren como sufren” – una voz infantil hizo saltar a Edward y Jasper, quienes se habían distanciado por un momento de las lacrimógenas muchachas

“Darío” – murmuraron, sorprendidos de la repentina aparición – “no te escuchamos venir” – agregó Jasper.

“Están muy distraídos, contemplando maravillados el dolor de éstas dos jovencitas” – afirmó el pequeño, mirando fijamente a las negras siluetas femeninas, paradas frente a dos ataúdes rodeados de flores – “la muerte es hermosa para los humanos” – murmuró – “ellos si tienen un descanso…”

Darío comenzó a caminar hacia donde Bella y Alice se encontraban. Ninguna de las dos lo escuchó llegar. No fue hasta que, su pequeña y pálida manita, le tendió un pañuelo a Bella, cuando las dos góticas se percataron de su presencia.

“Tomen” – indicó el pequeño de cabellos y vestimenta negra – “sequen sus lagrimas… la muerte solo merece su llanto cuando, además de arrebatar los suspiros, arrebata al alma”

“¿Quién eres?” – preguntó Alice, mientras al igual que Bella, se mostraba claramente sorprendida de que aquellas palabras hubieran salido de los labios de un niño que no denotaba tener más de ocho años.

0 comentarios: