Dark Chat

domingo, 10 de abril de 2011

Vida : Dulce Inmortalidad

Capítulo Sexto: Permanece Conmigo

Me imaginaba, a juzgar por lo ocurrido con mis padres, que reconstruir una relación no era fácil, en nuestro caso me imaginaba que tendríamos un largo camino que recorrer antes que todo volviera a ser como antes. Las cosas habían cambiado dramáticamente, yo no era humana por ende mi fragilidad había acabado y con ella su necesidad de protegerme y su deseo por mi sangre. Era difícil estar en la misma habitación con él sin quedarnos mirándonos fijo sin emitir palabras y aunque Alice veía nuestro futuro bastante promisorio, aún me parecía un poco prematuro para correr a sus brazos, supongo que era una reacción normal después de lo que había vivido.

Hoy había aceptado ir a cenar con él, supongo que era una escusa para verme, pero iba a seguirle el juego tanto como fuera posible, y la curiosidad por saber que íbamos a cenar me estaba matando, así que decidí ir. Carlisle ante la llegada del clan Cullen había comprado una mansión en las colinas, afuera de la ciudad, por lo que esperé pacientemente en la plaza cerca de la biblioteca mientras Edwards pasaba a buscarme. Estaba distraída mirando como unos pájaros se peleaban la comida, cuando vi de reojo al ya conocido Volvo que manejaba. Detuvo el auto cerca de donde yo estaba y abrió la puerta del copiloto cuando me vio cerca, yo me subí sin mirarlo siquiera.

- Hola - me dijo sin acercarse.

Yo solo asentí en respuesta. Apreté mis labios y mire por la ventana. Encendió el motor y puso el auto en movimiento, el camino fue tenso, ninguno dijo nada, me mordía los labios a cada instante.

- No tienes porque estar nerviosa - Dijo sin quitar la vista del camino.

- Ya lo sé - Respondí seca.

- ¿Médico eh? - pregunto vacilante.

- Fue cuestión de conveniencia.

Hubo un silencio incomodo por una fracción de segundos. Decidí que debía ser yo la que pusiera de mi parte esta vez.

- ¿Dónde estabas?

Edwards me miro confundido

- Me refiero, ¿a qué lugar era donde estaban tú y Jasper?

- Denali

- ¿A quién visitaban?

- A nadie en particular. Respondió incomodo, ahora era él quien trataba de ocultarme algo, podía verlo en su mirada.

- ¿Qué vamos a comer? Pregunté tratando de cambiar el tema. Me dio una sonrisa torcida suya, de esas que eran mis favoritas, luego miro al frente.

- ¿Qué es lo que quieres comer?

- Edwards, yo – hice una pausa y decidí seguir su juego - Ravioles. Contesté. El sonrió.

Estuvimos en silencio un par de millas, yo observaba el paisaje por la ventana cuando de pronto.

- Cásate conmigo.

Dijo abruptamente, al mismo tiempo que apartaba el auto de la carretera y lo estacionaba fuera del camino, se giro a mirarme. Estaba pidiéndome que me casará con él, acaso había perdido la razón. Lo miré en descrédito, sin duda había escuchado mal.

El permanecía expectante observando mi reacción, esperaba una respuesta pero yo no podía dársela, me había pillado con la guardia baja – matrimonio, te pidió matrimonio - me repetía una y otra vez en mi cabeza, de pronto un terror inundo mi mente. Examine su expresión, y no pude evitar negar con la cabeza aturdida.

Sus ojos se volvieron fríos y oscuros, de pronto noté su expresión sombría, ahora era yo la que lo había herido con mi rechazo, miré como encendía nuevamente el motor sin decir palabra alguna.

- Y que vamos a hacer hoy. Me preguntó Alice mientras miraba por la ventana como anochecía.

Habían pasado semanas de la petición de matrimonio de Edwards, yo le había explicado que no era una cuestión de no querer, sino que su petición me había parecido un poco apresurada considerando los últimos acontecimientos, lo que había complicado un poco nuestra relación. Cerré mi libro de Bioquímica y la miré.

- No tengo la menor idea.

Señale mientras me encogía de hombros.

- Bueno, considerando que hoy es sábado por la noche, creo que tengo un par de ideas para superar el trago amargo de la proposición

Me señalo mientras abría mi armario.

- ¡Pero qué desastre! - Bramo mirándome su voz era tan aguda que hizo que mis pelos se pusieran de punta – Tú y yo definitivamente saldremos de compras – juró mientras comenzaba a hurgar entre mis pertenencias.

Que le hacía pensar que mi idea de matar la noche, iba a ser en un lugar como aquel me dije mientras miraba aterrada las luces fluorescentes alumbrando el cielo y los faroles en la entrada, entre en pánico ante su mirada traviesa.

- ¡Oh no! Dije abriendo mis ojos con pavor.

- ¡Oh sí!.

Me dijo Alice tironeando de mi mano para que caminará, ni cuando era humana me había gustado bailar, que le hacía pensar que me gustaría ahora que era inmortal. Estaba parada pasmada fuera de aquel bar, mirando horrorizada como la gente de apiñaba en la larga fila que debían hacer para poder entrar, desvié mi mirada un momento de la gente y la posé en Alice que parecía demasiado entusiasmada ante la idea de encerrarse con más de 200 personas en un lugar con escasa ventilación.

- No te preocupes, fui de caza. Me dijo mientras miraba al hombre que custodiaba la entrada.

Media Noche, así se llamaba el bar al que me había forzado venir Alice, la entrada estaba atestada de gente, habíamos estado contemplado sólo algunos segundos y pude ver que el acceso era restringido, el sujeto que custodiaba la puerta, un hombre corpulento, moreno, de aproximadamente unos cuarenta años, con una expresión indescifrable en el rostro, era él que señalaba con su dedo quien era digno y quien no.

Mire a Alice esta me sonrió – compláceme - me pidió mientras tomaba mi mano y se enfilaba al comienzo de aquella larga columna de personas. Ni siquiera habíamos llegado al inicio cuando el hombre se percato de nuestra presencia, hasta ahora no había sido conciente de mi recién adquirida despampanante belleza, pero cuando vi como el tipo nos quedo mirando embobado por nuestro particular atractivo, sin siquiera pedirlo ya había quitado el cordón que separaba la entrada del lugar con el mar de gente, y nos hacía pasar como si fuéramos dos personas de la realeza.

Una vez dentro, al echar un vistazo al lugar pensé que fascinación podían tener los Cullen con las fiestas, recordé aquel día del baile, cuando Edward me obligó a realizar uno de los ritos más importantes en la vida de un humano, acaso este era un rito importante para los inmortales, Alice parecía divertida, estaba literalmente bailando en las nubes a penas logramos entrar, abrió sus ojos fieramente mientras me arrastraba a la pista de baile.

- ¿Qué opina Jasper de que estés aquí sin él?– pregunte mordazmente.

- Bueno Bells, creo que puedes satisfacer tu curiosidad por ti misma.

Me dijo ladeando su cabeza y arqueando sus cejas, sus ojos brillaron por un instante, me volteé y lo vi. Jasper estaba parado frente a mí con una expresión que evidenciaba resignación.

- Que bonito, Alice. Me haces venir y ahora me tendré que ir sola.

Reclame dirigiéndome hacia la salida pero fue Jasper quien me detuvo.

- Oh no…. Tú sufrirás conmigo.

Dijo mientras me sujetaba para empujarme al medio de la pista. Alice rió mientras nos seguía.

Era realmente vergonzoso estar frente a ellos, ambos bailaban como salidos de un musical, por qué ellos sí podían bailar perfectamente y yo no, acaso no venia incluido en el paquete pensé, mientras trataba pusilánimemente de coordinar alguno que otro paso para no verme tan ridícula sentí el aliento de Alice cerca de mi oído

- Tienes que relajarte.

Me susurró mientras hacia aquellos movimientos escandalosamente perfectos para mí escasa coordinación motriz. Los ojos de Jasper estaban embelesados en el cuerpo de su compañera, incluso parecía como si estuviera haciendo un rito de adoración. Tomé aire involuntariamente y me acerque a ellos

- Necesito descansar.

Dije y Alice puso sus ojos en blanco

– No me iré lo prometo, pero creo que es tiempo que verifique si llueve cerca de la barra

Dije un poco incomoda ante tanto derroche de lujuria, Alice asintió, la música cambio a un tema lento, y fue mi señal para salir de la pista de baile. Camine entre la gente haciéndome paso, hasta que llegue a la barra, donde me senté, de pronto el barman se acerco.

- Le sirvo algo señorita. Me pregunto.

Me quede pensando por unos instantes, me mordí el labio inferior y mire detrás de él, hacia todas aquellas perfectas y atractivas botellas que adornaban el mostrador, dudé, de pronto la oferta del hombre estaba resultándome un tanto atractiva, jamás en mi vida de mortal había probado el alcohol - que podría pasarme… acaso no soy inmortal – pensé mientras el tipo seguía esperando mi decisión.

- ¿Qué es lo más fuerte que tiene? Le pregunte divertida ante la suposición de que me pasaría



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