Hello mis angeles hermosos!!
aqui ando de nuevo dandoles lata , ya saben y dejando el vicio del dia , por fiss dejen sus comentarios al final.
mil besitos a todas
Angel of the dark
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Cap. 8 pecado capital
Martes
-Buenos días Señorita Swan- me saludo la alegre voz de Rachel- es un hermoso día ¿no lo cree?
-Si, lo creo- le dije mas convencida que nunca.
-El Señor está en la biblioteca- me dijo mientras me daba la pasada
-Gracias- ya no se me prohibía entrar cuando él estaba encerrado, si no el tenia más que claro que iba a pasar por encima de la puerta igual.
Camine lentamente hacia la puerta y la abrí con el mismo ritmo, Edward estaba sentado en la orilla del escritorio, tenía sus mangas subidas y como era de costumbre estaba hablando por teléfono, no estaba como otros días, su rostro se veía sereno y hablaba con un tranquilo tono de voz. Lo observe por un segundo y un golpe de imágenes impacto mi mente, su rostro lleno de placer, sus labios gimiendo mí nombre, sus manos sobre mi piel, suspire muy fuerte para dejar todos esos recuerdos retenidos en mi mente. Edward se giro hacia donde estaba yo y vi una pequeña sonrisa en sus labios, seguida por una evaluadora mirada en sus ojos, cuando volvió a poner su vista sobre la mía aquellos orbes verdes estaban de un color oscuro. Hablo unos minutos más por teléfono y colgó.
-Buenos días- le salude como siempre, ¿habría alguna diferencia entre ayer y hoy día?, su galante cuerpo se acerco raudo a mi encuentro antes de poder decir algo mas sus labios se pegaron a los míos dándome un recibimiento que no esperaba.
Su beso era apasionado y sin ninguna contemplación, su lengua se metió en mi boca explorando todo lo que tenia para ofrecerle, salí del shock que me produjo y pase mis manos por su cuello atrayéndolo más a mí. Nos fundimos en el calor abrazador que nos daba el contacto, sus ávidas manos me recorrieron la espalda y parte de mi trasero, sus dedos presionaron la piel de mis caderas pegándolas aun más a su entrepierna. El roce que se creo que hizo gemir contra sus labios, las caricias eran intensas y muy ardientes, solo pasaron unos minutos más antes de que necesitáramos respirar.
-¡Ah!- Edward gimió de placer y a la vez busco aire, su pecho tenía un ritmo frenético- anoche no debí dejarte ir- me dijo haciéndome estremecer.
-Debías hacerlo- le respondí fundiendo mis dedos en su espalda y disfrutando de sus lamidas en mi cuello
-No, no debía- dijo contra mi piel- eso incremento aun más la necesidad que tengo.
-Edward- exclame por la intensidad de sus caricias
-Eso- dijo haciendo más brutos y ardientes sus movimientos- gime para mi Bella, gime por mí.
Sus manos tocaron las partes sensibles de mi cuerpo, haciéndome arquear contra él. Sus dedos pellizcaron con delicadeza pero a la vez con maestría mis pezones, su boca bajo desde mi cuello hacia mi pecho, la blusa que traía hoy también fue víctima de esa pasión brutal abrió los botones haciendo saltar uno de ellos.
-Contigo tendré que comprarme ropa nueva- le dije metiendo mis manos en su suave cabello, sentí que sonreía mientras besaba mi cuerpo, sus manos bajaron hasta mis mulos y sentí que gruño al comprobar que traía pantalones.
-¡demonios!- dijo y yo me reí- nada es imposible- una sonrisa apareció en sus labios, cuando se disponía a sacar mi botón un suave golpe en la puerta nos hizo salir de la burbuja- no hables- me dijo continuando su trabajo y obviando el golpeteo.
-Edward- tome sus manos y trate de pararlas, el a cambio frunció su ceño y continuo tocándome- Edward- lo volví a llamar.
-¡maldita sea!- grito y casi salte- ¿Quién demonios es?- estaba iracundo pero a la vez sabía que no estaba enfadado conmigo, ya que aun me tenía entre sus brazos y por la fuerza que ponía en su agarre no planeaba dejarme salir.
-William señor, tiene una llamada del Señor Black- Edward lentamente me soltó no sin antes darme un beso
-Quédate aquí- me pidió y salió afuera a contestar.
Lleve mis manos a la cara y ordene mis ropas, dios… llevaba menos de diez minutos dentro de la casa y el ya me quería comer viva y lo peor de todo es que estaba disfrutando de esta situación. Me sentía viva, deseada, solo que esos sentimientos aparecían cuando era él quien me tocaba. Respire profundamente y trate de controlar mi libido, alguien tenía que ser la "sensata" en todo esto, creo que esa tendría que ser yo ya que por lo visto Edward no estaba acostumbrado a reprimirse. Medite unos minutos más, sentí la puerta abrirse y cerrarse en un rápido movimiento, mire hacia mis espaldas y Edward venia caminando hacia mí como un león asecha a su presa.
-¿terminaste?- le pregunte
-Si, lo hice- me dijo y se acerco a mí, sin tocarme ni nada, solo con su respiración hizo que el calor de la parte baja de mi vientre erosionara.
-Edward- suspire, su nariz rosaba la piel de mi cara
-¿dime?- me pregunto mientras me acariciaba la mejilla.
-Es hora de irnos- le dije intentando distraerlo- ya es hora de que nos vamos a la oficina.
-Si, lo sé- me respondió casi sacándome de quicio. Este hombre me iba a volver loca. Tomo mi mentón y lo atrajo a su boca, intente quitarme pero él no me dejo, su otra mano tomo mi cintura y no me dejo moverme- pareces un gato que estuviera a punto de morir- me dijo
-Edward- intente salirme de su agarre.
-Mi nombre en tus labios- pensó- que placer- susurro antes de darme un beso nuevamente, el ritmo fue el mismo que hace unos momentos, antes de que me diera cuenta Edward metía sus rápidas manos por mi camisa buscando la piel de mis pechos.
Solo pasaron unos minutos para que nuevamente viéramos interrumpido el momento, hoy las cosas no estaban a su favor, agradecí internamente por esta nueva interrupción, un minuto más y no respondía de mi cuerpo.
-Juro que si… - agrego unas cuantas maldiciones entre dientes. Ambos nos acomodamos la ropa y cuando estuvimos decentes y a una buena distancia del otro dio la entrada- adelante.
-Sr. Cullen- dijo la voz cantarina de Rachel- el Doctor Mc. McCarthy ha llegado.
-Hágalo pasar- le dijo, en su cara se denotaba lo enfadado que estaba, si Emmett no hubiera entrado en ese momento me habría carcajeado en su cara.
-Buenos Días Edward, pero que bien te vez- le dijo avanzando hacia él para darle la mano.
-Buenos Días y gracias- lo saludo y se sentó en la orilla de su escritorio, cruzo sus brazos sobre el pecho.
-¡Bella!, que bueno verte, ¿Cómo estás?- Emmett se acerco a mí y me abrazo, deposito un suave beso en la mejilla que yo respondí. Sentí un gruñido desde el otro lado de la habitación y me sorprendió ver a Edward con los puños totalmente apretados y con su rostro crispado.
-¿A qué demonios viniste Emmett?- le pregunto casi como un insulto.
-Pero veo que tu carácter sigue igual- bromeo- bueno he venido a avisarte que esta semana deberás viajar a Houston nuevamente pero yo no podre acompañarte.
-¿a qué?- le pregunto serio y sin mirarme.
-Debes practicarme una resonancia magnética, quiero ver el estado real de tu cerebro en este momento, Bella- me llamo- ¿Cuántas crisis ha tenido Edward en estos días?
-Solo una, ayer por la tarde sufrió de un fuerte dolor de cabeza-
-Bueno- pensó el médico- ¿vez? Es por esto que necesito ese examen.
-¿y no lo toman en Chicago?
-Sí, pero los de Houston tienen equipos más avanzados así que por eso te recomiendo que vayas allá.
-Bien- acepto sin chistar- ¿Qué día?- pregunto dirigiéndose a su enorme escritorio.
-Podría ser el jueves así el sábado ya estarás de vuelta.
-Bien, es un hecho.
-Ya que yo no podre ir deberás llevar a Bella contigo, solo por precaución- mis ojos se ensancharon hasta casi salir de orbita, estaba parada en el medio de la biblioteca y no podía mover un musculo ¿viajar? Sola con Edward… ¡Demonios!
-Eso también es un hecho- le dijo Edward a Emmett sin mirarme, podría jurar que sus ojos brillaron mientras procesaba lo que esto implicaba.
-Qué bueno que ya se estén llevando mejor- dijo Emmett inocente a todo lo que pasaba entre nosotros.
-Claro, nos llevamos de maravilla- dijo Edward y sentí que me desmayaba
-Con permiso, iré al baño- me excuse y Salí de la habitación.
-¿desea tomar un café? Señorita Swan- me pregunto Will antes de entrar a la biblioteca
-No gracias- le dije rápidamente y me perdí en las escaleras hacia el segundo piso.
Agradecí enormemente no encontrarme con nadie en el camino. Me metí al primer baño que encontré y casi grite en contra de los azulejos de la muralla.
Esto no puede estar pasando- me pregunte a mi misma contra el espejo, tenía mis mejillas sonrosadas, mi respiración era rápida y nerviosa. Saber que tendría que estar dos días con Edward completamente sola me hacia querer salir corriendo, no porque no quisiera si no porque tenía miedo de comenzar a sentir cosas que no venían al caso en una situación como esta. Mi mente comenzó a pensar rápidamente en los pro y los contras de la situación, mi padre, mi hermana aparecieron en mi mente ¿con quién los dejaría? ¡Rose!, pensé de inmediato- ¡qué demonios estoy haciendo!- dije mientras abría la llave y me lavaba la cara, ni quiera debía considerar en irme con el de viaje, no era una opción.- no lo es, no lo es- repetía mientras frotaba mis manos bajo el agua.
Saque una de las toallas del mueble y me seque, no podía ir a ese viaje, no podía estar dos días sola con él, si en solo diez minutos me hacía perder la cabeza en dos días ¿perdería mi corazón también? Abrí la puerta del baño y observe los pasillos, no andaba nadie por allí. Camine en dirección a la escalera cuando una mano me jalo hacia una muralla, impacte de lleno con la espalda y levante la vista para saber de qué se trataba. Mi boca se abrió hasta tocar el suelo cuando vi a Edward parado frente a mí y con sus ojos negros, nuevamente preso de su deseo.
Edward pero que…- intente reclamar pero sus labios fueron mas rápidos pegándose a los míos, un beso hambriento devoró la carne de mi boca. Sus movimientos eran rudos y fuertes. Sus manos sujetaban las mías contra la muralla imposibilitándome el escapar- Edward- le llame para ver si reaccionaba pero nada, estaba cegado por el deseo. Su cara se fue contra mi oreja y una suave brisa tibia se caló por la piel que allí se extendía
-Shhh- susurro contra mi oído, una descarga de placer cayó sobre todo mi cuerpo. Haciéndome exhalar aire muy fuertemente- silencio o nos descubrirán- dijo en un tono endemoniadamente sexy, el susurro contra mi oído me excito rápidamente.
-Edward- gemí sin poder evitarlo
-Si alguien nos descubre será tu culpa- dijo en susurros- shhhh, guarda silencio me pidió con voz suave y sensual.
Los besos atacaron nuevamente mi boca, sus manos no le dieron tregua a mi piel, sus movimientos eran salvajes y casi rayaban en el exceso pero mi cuerpo estaba enardecido con cada uno de los movimientos. Una de sus manos apretó mis muñecas contra la pared, mi espalda se arqueaba contra la madera al sentir sus caricias. Lo que siguió fue una sucesión de movimientos rápidos y ansiosos, la mano de Edward sujete firmemente mis muñecas contra la pared, la que quedo libre comenzó a hacer estragos por mi cuerpo, sus dedos acariciaban toda mi figura y buscaban un contacto más prolongado con mi piel.
-Edward… nos descubrirán- le dije mientras metía sus manos dentro de mi blusa
-¿y te preocupa?- me pregunto- ¿no quieres que vean como te toco?- dijo pellizcando fuertemente mi pezón - ¿no quieres que vean como te hago gozar?- volvió a susurrar, su mano bajo rauda hacia mis bragas, apretó mi centro haciéndome gemir audiblemente por el sensación de placer. Un beso se poso en mis labios comiendo mis jadeos- shhh- nuevamente me hizo callar, su mano se adentro en mi braga llegando directamente a mi centro, uno de sus dedos comenzó a jugar con aquel botón mandando una ola de placer hacia todo mi cuerpo, sin poder evitarlo me arqué contra su mano y me comencé a mover para crear mas fricción, el parecía estar disfrutando de verme así ya que una enorme sonrisa adornaba su sensual rostro. La desinhibición se apodero de mí, no me interesaba que la casa estuviera llena de criadas o que Emmett estuviera en el piso de abajo lo único que quería era sentirlo dentro de mí, quería devorarlo en este mismo pasillo.
-Te arrepentirás por haberme provocado- le dije mientras el roce aumentaba de manera alarmante el placer.
-Demuéstramelo- me reto y no necesite una invitación más descarada para seguir.
Saque la mano que tenía en mi parte baja y con un sensual movimiento la lleve a mi boca, la cara de Edward estaba un poco sorprendida por lo que estaba por hacer, siguiendo cada paso que daba lamí cada uno de sus dedos, los ojos de Edward se tornaron aun más oscuros y brillantes. Su cuerpo se pego al mío contra la madera de la pared. Era una clara invitación a continuar.
-Me vuelves loco, tengo deseos de arrancarte esa ropa aquí mismo- dijo mientras embestía mi centro aun con nuestras ropas, el roce de sus movimientos me excitaba mucho mas, sus manos buscaban desesperadas la piel que estaba escondida en mis ropas, sin siquiera pensarlo llegaron a mis pechos y sacaron uno de ellos a la vista, la boca de él se apodero de la piel de mi seno, mi pezón fue víctima de caricias aun mas placenteras.
-Hazlo- le respondí segada por la Lujuria, me deje llevar por ese nuevo sentimiento que descubríamos juntos, el ansia de tenernos.
Sus ojos brillaron en la tenue oscuridad en la que estábamos, en dos segados sus manos volaron hacia mis bragas sacándolas rápidamente, libero su formada erección de sus pantalones, mis piernas se apoderaron de sus caderas logrando montarme sobre él, Edward sin contemplaciones ni preámbulos me penetro bestialmente, sus embestidas eran rápidas y hacían que mi espalda se refregara contra la madera de la pared. Me aferre a su cuello quedando al lado de su oreja, mordí y lamí el lóbulo de esta haciendo que su erección me penetrara más fuerte, gemidos bastante audibles comenzaron a salir de mi boca, pero no me importaba no me interesaba que fuéramos visto el me estaba dando el mejor orgasmo de mi vida y nadie podría meterse contra ello.
-Eso- me dijo aun embistiéndome- gime Bella, gime para mi ¡ah!
-Edward ¡ah!- se desprendió de mi boca cuando el ritmo se hizo frenético, Edward estaba ido, su vista se cerraba fuertemente y su cara se perdía en la piel de mi cuello. El ritmo se hizo salvaje al igual que las penetraciones, ambos soltamos gemidos de placer y el calor que se formo en mi parte baja se esparció por todo mi cuerpo llevándonos al orgasmo más bestial y placentero del mundo.
El movimiento no cesó hasta que ambos dejamos de gemir, Edward me beso y acaricio mis mejillas, yo solo respire sobre su boca intentando calmar mi respiración y luchando por poner mi mente en claro. Estábamos en ese pasillo, semi desnudos y a la vista de cualquiera que pasara por allí.
-Estás loco- susurre
-Y tú no lo haces nada mal.- me respondió besándome- no te ibas a escapar de mi.
-Eso nunca lo dude, ¿emmett aun esta abajo?- le pregunte y el asintió mientras pegaba su frente con la mía, me dio la sensación de que disfrutaba aun mas de este encuentro de lo que demostraba, sin duda Edward era como una caja de sorpresas, no dudaba que algún día me sorprendiera con respecto a sus sentimientos.
-Entonces debemos bajar- solté una risita nerviosa, sus labios se fueron a mi frente besándola de una manera dulce que me acelero el corazón.
-Vamos- me dijo saliendo de mi cuerpo. Recogí mis bragas y me las puse nuevamente, sin duda ahora tendría que andar con una muda extra de ropa, sabía que este tipo de encuentros no iban a ser esporádicos, sentía que este sería el primero de muchos en este pasillo o en alguna parte de esta casa.
Me arregle las ropas y comencé a caminar por el pasillo, la mano de Edward me detuvo en la mitad y nuevamente me pego a su cuerpo, su boca busco la mía como imanes, parecíamos dos polos opuestos atrayéndose completamente, mi atracción por este hombre crecía de una manera alarmante. Después de unos cuantos besos y caricias mas bajamos a la sala nuevamente, como nunca los pasillos y estancias de esta casa se veían vacíos, entramos nuevamente al despacho y Emmett conversaba animadamente con Will, llevo una taza de café a su boca y nos dedico una mirada un tanto extraña.
-Bien ¿en qué íbamos?- dijo Edward, mire su rostro y aun tenía sus mejillas sonrosadas, yo no parecía diferente sentía las miradas de Will y Emmett sobre mí, eso hacía que me sintiera aun mas cohibida.
-En lo del viaje- dijo Emmett dejando su café sobre la mesa, will hizo una reverencia y se retiro llevándose la bandeja.
-Ah sí- agrego mi jefe- bien, entonces hare todo lo necesario para viajar esta semana, la Srta. Swan y yo iremos a Houston a practicarme esos exámenes.
-Bien, avisare en el hospital y sacare las horas correspondientes- Emmett nos dio un último saludo y se retiro- ¡Ah! Bella- me dijo llamando mi atención- necesito que me mantengas informado de todo lo que pasa, el doctor discutirá los resultados contigo para que tú me des un informe por teléfono.
-Bien, no hay problema- le dije con una sonrisa- adiós Emmett
-Adiós- dijo saliendo rápidamente por la puerta del despacho, cerro e inmediatamente mi mirada se dirigió a Edward, el parecía saber lo que iba a decir ya que sus ojos me evaluaron completamente el rostro.
-Edward yo…- le dije intentando zafarme del viaje.
-Viajaremos el día jueves, así que ten todo preparado, por lo normal son 2 o 3 días que estaremos fuera. Hare de inmediato los arreglos- tomo el teléfono y rápidamente se puso a llamar a una aerolínea
Asentí sin poder negarme, el ya daba por hecho que viajaríamos juntos. Mi mente comenzó a pensar de inmediato en mi padre y hermana, Salí del despacho dejando a Edward solo, busque el celular en mi bolsillo y marque el número de Rosalie.
-¿Bella?
-Hola Rose, si soy yo- le dije
-¿Qué pasa amiga? ¿estás bien?
-Si no te preocupes, solo tengo un problema
-¿Cuál?
-En día jueves el Señor Cullen tiene que viajar a Houston y tengo que acompañarlo, va a hacerse unos exámenes.
-¿viajaras con el plomo?- dijo soltando un sonoro suspiro- wow Bella, ahora sí que te la pondrán difícil.
-Si lo sé- sabia que viajar con el seria pasar la mayoría del tiempo en su cama complaciéndolo y mi cuerpo aun así se sentía emocionado por aquel pensamiento- pero tratare de volver lo más pronto posible. Necesito saber si puedes quedarte con mi padre y Kate esos días, partiremos el jueves.
-Claro que si amiga, tengo que hacer unos planos para el lunes pero me llevo todo a tu casa, yo los cuidare en esos días- una sonrisa se disparo en mi boca, Rosalie era la mejor amiga del mundo.
-Gracias amiga no sabes lo mucho que me has ayudado.
-Lo se así que ve tranquila que yo me quedo aquí y cualquier cosa te llamare.
-Gracias amiga- reprimí un gritito de emoción y me despedí de ella.
Ya por lo menos tenía esa parte cubierta, lo que ahora me preocupaba era estar sola en una ciudad desconocida con él, sabía lo que pasaría pero me daba miedo seguir involucrándome con el porqué tenía más que claro que la única que saldría destruida seria yo. Volví al despacho y el estaba sentado en su escritorio revisando sus papeles, no levanto la vista para cerciorarse quien entraba, siguió concentrado en su papeleo.
-¿ira a la oficina hoy?- le pregunte
-Eso no es asunto suyo- me respondió con voz fría, siempre que pasaba algo así Edward al momento después actuaba frio y distante. ¿esto se convertiría en una constante?, estaba segura que sí. Me gire y camine hacia la puerta- no le he dicho que se retire- me dijo aun con la vista perdida.
Reprimí las ganas de lanzarle lo primero que tenia por la cabeza, mordí mi labio inferior y me fui a sentar en uno de los sillones aledaños. Odiaba sentirme así, completamente utilizada, hace solo unos momentos estábamos arriba juntos y ahora actuaba así conmigo. Sin duda era una caja de sorpresas y no siempre me gustarían todas las que me daba.
Ese mismo día en la noche me volví a olvidar de todo lo que sucedía o de lo que pensaba, una vez más fui de él y no me arrepentí que sucediera.
-Edward ¡Ah!- grite cuando ya el placer no cavia en mi cuerpo.
-Dios, Bella- susurro contra mi piel, aun después del orgasmo que habíamos tenido seguía penetrándome, momentos después cuando el placer dejo la tranquilidad del encuentro, se salió de mi cuerpo.
Jueves
Toda la semana había sido igual, Edward me tomaba cada vez que nos quedábamos solos, su actitud a veces me dejaba muy contrariada, era el mejor amante que jamás podría haber imaginado, le hacía justicia a todos los comentarios que decían del incluso me atrevía a pensar que se quedaban cortos, la pasión con la que me tomaba me hacia volar a partes impensadas. Cada vez que estábamos juntos la pasión parecía brotar con más fuerza, el no escatimaba en los lugares, me había tomado en diferentes partes de su casa sin importar quien estuviera por ahí, el día miércoles nos habíamos quedado hasta altas horas de la noche en la oficina, no precisamente trabajando. Hoy es día jueves, el día del viaje. Mi cuerpo no podía evitar estar nervioso y ansioso a la vez, estaba a punto de irme por casi dos días completos con ese hombre que me hacía sentir deseada y completamente mujer.
-¿Cuándo volverás?- preguntaron los ansiosos ojos de Kate mientras preparaba su colación para el colegio.
-Creo que en dos o tres días, aun no lo sé, pero prometo llamarte todas las veces que pueda.
-Está bien- nosotras jamás nos habíamos separado, por el hecho de tener a Carmen metida en la casa no podía ni siquiera pensar en irme de viaje a alguna parte, esta sería la primera vez que estaría fuera de casa por tantos días.
-Bella, cuídate hija por favor- me pidió mi papa antes de salir.
-Si papa no te preocupes, Rosalie llegara en unos minutos ya venía de camino.
-Si no te preocupes.
-Y tu pequeña ¡pórtate bien!- le pedí, aunque ella era grande siempre la vería como la pequeña que había tenido innumerables veces en mis brazos.
-Si no te preocupes, con Rose iremos de compras así que estaré muy bien- Kate tenía una loca fascinación por la ropa, ahora que tenia para costearle le había dado hasta una mesada para que se comprara todo lo que quisiera.
-Está bien, pero cuídate. Sue llegara a las 8:30 papa
-Bien hija- Sue era la nueva mucama de mi casa, ella además de hacer las cosas cuidaba de papa mientras estaba trabajando. Esta semana había sido muy movida, por parte de Edward y por mi casa. Encontré un hermoso colegio para mi hermana y además una excelente mucama para mi casa, estaba feliz ya que todos los aspectos que me faltaban estaban completos, ahora sabía que podía partir de viaje en paz.
-Bien, ya me voy. Los amo- le dije abrazándolo a ambos
-Y nosotros a ti- respondieron al unisonó.
-Salí de la casa y James me esperaba con una radiante sonrisa.
-Buenos días señorita Swan.
-James, buenos días- le salude- ¿algún motivo por el cual el señor Cullen mando por mí?
-Si, el señor la estará esperando en el aeropuerto Señorita.
-Ah, bien entonces vamos.
James tomo mi equipaje y nos subimos al mercedes. De camino hacia el aeropuerto mis nervios se acrecentaron aun mas, no tenía idea de qué hacer cuando ya no tuviéramos a nadie que nos pudiera descubrir, iba a estar sola con Edward Cullen por unos cuantos días y no sabía cómo demonios actuar. Llegamos al enorme aeropuerto pero no nos fuimos a la parte común de embarques, James camino con mi maleta hacia otra sección. Llegamos a una enorme puerta de vidrio y una azafata nos recibió de inmediato.
-¿Srta. Swan?- pregunto con una sonrisa
-Sí, soy yo.
-El señor Cullen la espera, sígame por favor.
-Hasta aquí llego yo señorita, que tengan buen viaje y nos vemos al regreso.
-Si- le di una pequeña sonrisa y tome mi equipaje.
La azafata me condujo por unas cuantas habitaciones y pasillos más. Llegamos a un enorme y lujoso hall, mis ojos se ensancharon al ver a ese hombre parado en el medio del, mi vista se recreo con tamaña belleza, Edward Cullen era un dios, un dios en todo sentido, poseía una belleza celestial, de un carácter fuerte pero a la vez un apasionado amante y lo mejor de todo es que era un dios del sexo, Mi dios del Sexo.
Se giro al darse cuenta de mi presencia, nuestras miradas se conectaron y sentí un extraño vacio en mi estomago, era uno nervioso, mi cuerpo se estremeció solo porque su mirada recorría mi figura. No sabía cuál era este nuevo sentimiento, pero asustaba comenzar a tener otro tipo de sensaciones que no fuera placer o lujuria ya que rápidamente se podrían convertir en algún sentimiento aun más serio.
-Buenos días- me saludo gentilmente
-Buenos días Sr. Cullen- le dije con una sonrisa
-Sr. Cullen- lo llamo la azafata pero él no desvió su mirada de mis ojos, la mantuvo sostenida por unos cuantos segundos más hasta que la mujer nos obligo a romper el contacto- Sr. Cullen- lo volvió a llamar
-Dígame- le dijo volviendo a poner sus ojos en mi, su completo escrutinio me puso la piel a temblar, era ilógico pero podía sentir sus manos en mi cuerpo, sus besos en mi piel y sus dedos tocando mi centro. Me estremecí solo de pensar en el.
-Su Jet está listo, señor. Pueden abordar cuando gusten.
-Bien- respondió girándose hacia la mujer- abordaremos ahora mismo.
-Si señor- la molestosa azafata se perdió en una de las puertas, me acerque unos pasos mas pero ninguno dijo nada solo nos mirábamos mutuamente, intente buscar lo que sentía en sus ojos pero hasta estos parecían tener una muralla impenetrable. No podía diferenciar las emociones que pasaban por ellos.
Minutos más tarde el piloto del Jet salió a la sala de abordaje para llevarnos, Edward lo saludo amistosamente y conversaron un poco, yo seguí a una de las azafatas que nos conducía hacia el avión. Mientras caminábamos observaba por los ventanales al colosal Jet en el que viajaríamos, no me extrañaba que él tuviera uno, en todas partes decían que él era inmensamente rico, que su dinero llegaba a tanto que podría alimentar a todo un país y aun así le sobraría. Mire de reojo hacia atrás y el parecía tan feliz hablando con el hombre, por un momento me imagine a su lado, de la mano y acompañándolo en ese momento de felicidad, no podía evitar pensar en ser su compañía, para siempre. Mi cuerpo reacción con mis pensamientos y un escalofrió recorrió mi espalda, eso nos seria así y yo tenía que tener más que claro lo que sucedía, el quería solo sexo conmigo y nada mas de hecho cada vez que habíamos estado juntos solo intercambiábamos unas cuantas palabras y nada más, a él parecía no interesarle nada de mi aunque yo muriera por conocerlo un poco más. El me intrigaba a niveles que ni siquiera yo podía imaginar, sabía que tenía un pasado y que él era un hombre cerrado a cualquiera pero aun así mi mente me pedía a gritos descubrir los misterios que atesoraba ese corazón que estaba cubierto con Hierro, Edward Cullen era un hombre lleno de misterios que nadie había podido resolver y con un corazón tan frio como el hierro.
-Bienvenidos- nos saludo la azafata cuando estábamos dentro del jet. Avance un poco mas y me senté poniéndome el cinturón de seguridad.
El viaje no iba a ser en solitario, Edward Cullen llevaba a dos de sus asistentes personales, todo el viaje me vi inmersa en un ambiente de trabajo y de estrés laboral. El no entendía el concepto de relajarse o de dejar de trabajar por tres días, sabía que tenía una enorme responsabilidad en sus hombros pero debía comprender que tenía que descansar, estaba segura que por medio de esos ataques su cuerpo se lo pedía a gritos. Luego de algunas horas llegamos al aeropuerto, los hombres que venían con él se quedaron arriba del avión. Avanzamos hacia el aérea de desembarque, una amistosa y libidinosa azafata nos entrego nuestras maletas no sin antes desnudar a Edward con la mirada, le quite la mía de las manos con más fuerza de la necesaria por lo que me dio una fea mirada, pero no me interesaba maldita zorra susurre en mi mente. Nos vimos en el viaje hacia el hotel inmersos en un confuso silencio, no habíamos hablado desde ese tenue saludo en el aeropuerto, ahora estábamos en una ciudad desconocida y sin hablarnos, demonios, este viaje no podría ir mejor.
Bienvenidos- nos saludo el gerente de un exclusivo hotel del centro de Houston.
-Gracias- le respondí, Edward paso a su lado sin decirle nada, odiaba cuando el millonario altivo salía a flote.
Edward ni siquiera paso por la recepción, toco el botón del ascensor se subió a él, un botones que nos tomo las maletas cuando llegamos subió rápidamente al ascensor de al lado, siguiéndonos. Cuando llegamos al último piso del hotel habían unas enormes puertas de madera, un cartel que había anexado a ellas me indico donde estábamos, Suite Presidencial. Camino hacia la puerta y espero hasta que el botones se la abriera, con la mano temblorosa deslizo la tarjeta por la ranura y la puerta se abrió automáticamente.
-Muchas gracias- le dije cuando estábamos adentro, el chico que no debía de pasar de los 19 años me sonrió, fui por mi bolso y le di algunos dólares de propina, sin duda tener que soportar al plomo de Edward Cullen era un trabajo que merecía una recompensa. El muchacho me agradeció y salió de la habitación.
En la cuenta del hotel siempre incluyo una propina bastante suculenta para las personas que me atienden- dijo haciéndome girar a verlo, estaba en los ventanales de habitación contemplando la vista.
Qué bien, pero igual el chico merecía tener algo ahora, es todo un reto aguantar tu mal carácter- Edward se giro rápidamente como si algo lo hubiera molestado, yo me cruce de brazos y me apoye en una de mis piernas, no me interesaba si él se había molestado, es más que sabido que tiene un pésimo carácter y trata aun peor a las personas que lo rodean.
-Nuevamente haciendo uso de su carácter señorita Swan- me dijo estrechando sus ojos.
-No Señor Cullen- le dije remarcando las últimas palabras- es solo que hay veces que debemos afrontar la realidad- le respondí con una increíble valentía- pero ahora necesito la tarjeta de mi habitación ya que ha sido un viaje bastante agotador y necesito refrescarme.
-¿Qué habitación?- me pregunto enarcando una ceja, se acerco a unos de los elegantes sofás y puso sus manos en el respaldo. La mirada que tenía en sus ojos me hacía pensar lo que estaba tramando, yo estaba bien, necesitaba una habitación, unos momentos más nos condujeron a un nuevo silencio. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y volvió a hablar- ya entiendo, usted quiere saber en donde dormirá, bueno… lo hará aquí- sentencio dejándome completamente pasmada.
-¿Aquí?, ¿con él?... demonios, a caso pensaba que ¿íbamos a dormir juntos? Mi cuerpo fue víctima de los nervios y no pude contener los estragos que hizo su declaración en mí, los nervios se me tensaron.
-¿aquí?- pregunte aun sin creerlo- ¿con usted?- volví a preguntar en un susurro.
-No- dijo tajante desarmando cualquier probabilidad que se había formado en mi mente- usted dormirá aquí pero en una de las habitaciones de esta suite, hay dos más aparte de la mía.
-Ah- una parte de mi mente agradecía el saber que iba a ser así ya que tener encuentros casuales era una cosa pero pasar tres días juntos en todo el sentido de la palabra era un compromiso mayor y no estaba segura que estuviéramos en esa clase de instancia- bien.
Bueno escoja cualquier habitación de las que están al lado izquierdo, la mía está en la otra ala, hacia la derecha.
-Si señor- respondí con fijada excitación, aunque no lo quería aceptar había un lado que se había desilusionado nuevamente con sus palabras.
Tome mis cosas y me dirigí hacia el lado donde él me había indicado, escogí la primera habitación, no me interesaba el lujo o las comodidades de las demás. A pesar de lo que sentía me permití observar la belleza de la habitación y del lugar en el que estábamos, era todo un sueño. La suite de una belleza europea era adornada con los muebles y decoración más exquisita que había podido ver. Tenía enormes pilares de color blanco, las paredes eran de la misma tonalidad, había otros colores pero todos eran tenues. Deje mi maleta en el suelo y me senté en la cama, no sé cuanto estuve sin hacer nada solo pensando en las palabras de Edward, ese hombre me sacaba de quicio, ha sido tanto mi asombro que llegue a pensar que sufría de personalidades múltiples, sus cambios de humor me dejaban mareada. Después de un rato y llegando a la misma conclusión siempre decidí refrescarme, era alrededor del medio día y Edward tenia la primera hora a las 17, por lo complicado del examen tendría que dormir esta noche en el hospital, dependiendo de cómo saliera era si nos quedábamos un día mas.
Cogí mis pertenencias y me fui a dar una ducha, la habitación tenía un baño enorme, muy espacioso. El lavamanos era de color marfil con un enorme espejo con luces alrededor. Me saque toda la ropa aun con la pereza del viaje, me metí a la ducha disfrutando al máximo del agua, lave cada parte de mi cuerpo disfrutando de las especias que habían en el baño, me puse una que dejo mi piel con olor a rosas. Cuando salí todo afuera lucia igual, me puse unos jeans cómodos, una camiseta y una chaqueta de color negro, deje mi cabello suelto y lo acompañe con un suave maquillaje. Deje mis cosas ordenadas y mi pijama listo para dormir. Salí de la habitación y no vi a Edward por ninguna parte, ahora que podía observar bien me daba cuenta que estábamos en una lujosísima habitación, tenia los ventanales y la vista más espectacular que podría haber imaginado la mayor parte de la suite tenía acceso a esos ventanales y se podía ver toda la ciudad a través de ellos.
Alrededor de media hora después salió Edward de su habitación, mi boca cayó un poco y tuve que contener el suspiro que amenazaba por salir, detrás de esas puertas salió el hombre que definitivamente me robaba más que un suspiro. Edward venia tan casual como yo, tenía unos jeans de color azul oscuro, se le pegaban peligrosamente a sus caderas y trasero, una camiseta de color blanco ceñida a su torso y un bléiser de mezclilla. No pude evitar mirarlo y comérmelo con los ojos, se veía guapísimo, si tuviera la oportunidad lo…. No, no debía hacer nada, mas encuentros complicarían las cosas. Esto debía parar.
-Iremos a almorzar al restaurant- me dijo pasando por el lado sin ni siquiera mirarme.
-Claro- respondí algo nerviosa, me quede contemplando su figura, caminaba moviendo sus caderas en un vals que me hacia flaquear, el poseía el trasero más bien torneado del mundo y yo era una de las que podían haberlo comprobado.
-¿se va a quedar ahí mirándome?- me dijo sacándome de mis pensamientos, reaccione con un salto y mis mejillas ardieron, me había visto observándolo. Camine con la vista baja y me puse detrás de él para seguirlo.
Salimos de la Suite y nos dirigimos al hotel, el camino en el ascensor fue un martirio. No entendía como este hombre cambiaba tanto, había tenido la semana más espectacular del mundo, llena de sexo, erotismo y placer por doquier pero no era más que terminábamos y el se volvía de hierro nuevamente, como si no quisiera que alguien atravesara su capa de metal y llegara hasta el verdadero Edward ese que estaba segura casi nadie conocía. El almuerzo fue en un completo hermetismo, Edward hablaba por teléfono cada cinco minutos dando órdenes y regañando a la gente que había quedado en la oficina. Cuando por enésima vez sonó el teléfono no contesto de la mejor manera.
-¡diga!- casi grito enojado- Aro- dijo nuevamente, el tono de voz se suavizo pero se agarro firmemente el puente de su nariz- no, no estoy en la ciudad- sus ojos se calvaron en las ventanas, la mano con la que sostenía el teléfono lo apretó con gran fuerza, sus nudillos cambiaron de color piel a casi blancos- no es asunto tuyo y si tienes problemas con eso llama a mi padre, de seguro el te prestara ayuda- corto y apago el teléfono.
-¿algún problema?- pregunte mientras degustaba de mi copa de vino.
-No- tomo un sorbo de la de el- negocios, nada mas- siguió comiendo.
Estaba aburrida, el no hacía nada más que comer y dar órdenes, mi mente comenzó a divagar en todos los momentos que pasábamos juntos, si Edward era así solamente cuando estaba teniendo sexo, prefería que estuviéramos en la cama todo el día. Cuando el reloj marco las la una y treinta minutos se levanto de la mesa. Rápidamente tome lo que quedaba de mi copa y lo seguí, me extrañe que nadie nos pidiera la cuenta ni nada por estilo, el tenia que tener todo pagado desde antes. Llegamos nuevamente a la habitación, Edward se sujetaba constantemente le puente de la nariz, me acerque por su espalda y le tome el brazo para girarlo, después de tener sexo tantas veces con él debía de tener algo más de confianza, en no podría rechazarme o rechazar mi ayuda para siempre.
-¿estás bien?- le pregunte, apretó fuertemente sus ojos y negó- debes recostarte hoy no has hecho nada más que discutir y pelear con tus subordinados. Vamos ven conmigo-como sucedía en estos casos él ni siquiera chisto, lo lleve a su habitación y lo recosté sobre el edredón de color damasco. Cuando estaba ya en su cama le jale los zapatos y le solté los primeros botones de su camisa.
-Si querías desvestirme podrías habérmelo dicho- me dijo con sus ojos cerrados.
-Morirás antes de que te lo pida- le dije con fingido enojo, ambos sabíamos lo que pasaba entre nosotros pero éramos incapaces de aceptarlo- llamare a la clínica para que te corran la hora de tus exámenes.
-¿se puede?- pregunto casi adormilado.
-Claro, Eres Edward Cullen. te vendrían a atender aquí si lo pidieras- el sonrió- llamare y vuelvo enseguida.
-Está bien.
Salí de la habitación, llame y obviamente me dijeron que llegáramos a la hora que estimáramos conveniente, el poder del dinero decía en mi mente. Saque del bolso de sus medicamentos unas pastillas para el dolor de cabeza, del mini bar un jugo de durazno y se lo lleve. Cuando estuve nuevamente dentro junte un poco las cortinas ya que le entraba mucha luz y eso podría aumentar el dolor de la cabeza.
Sr. Cullen- le llame el abrió sus ojos perezosamente y me quedo mirando
¿Señor?- pregunto
No me pida que lo llame Edward ya que ni siquiera sé cuando puedo llamarlo así, prefiero decirle siempre Sr. Cullen así no lo importunare- el me miro algo contrariado pero parecía entender el punto, se sentó un poco mas ágil de lo que se acostó y se tomo las pastillas- bien ahora duerma porque es eso lo que necesita- deje el jugo en su mesa de noche y Salí.
-No te vayas- me pedido haciéndome parar en el medio de la habitación, me gire para verlo y seguía sentado mirándome atentamente- no me dejes solo- me dijo nuevamente y mi corazón casi se partió, no sé porque tenía esta reacción, unas locas ganas de correr y lanzarme en sus brazos aparecieron en mí, lo único que quería era cobijarlo y cuidarlo cuando se sentía mal. Solté un sonoro suspiro y me gire para ir con él. Edward se recostó nuevamente en la cama y yo me senté a su lado- pero no te quiero así- me dijo, sus manos tomaron mi cintura y me alzaron por arriba de su cuerpo hacia el otro lado de la cama, caí con el trasero y di unos cuantos rebotes.
-¡demonios Edward!- lo reprendí, el me sonrió y se recostó a mi lado. La cama parecía enorme para nosotros, estábamos separados por unos cuantos centímetros de distancia. Me recosté a su lado mirando su apacible rostro, se veía tan tranquilo cuando dormía, no parecía el hombre duro y sin contemplaciones que era.
-Te vas a quedar mirándome todo el tiempo- me pregunto abriendo sus ojos lentamente.
-¿desea que le abanique señor?- le pregunte con sarcasmo.
-No, pero tengo una idea mejor- me dijo y se pego a mi cuerpo. Pensé que me iba a besar pero a cambio de eso pego su cabeza a mi pecho y la descansó en ella. mi estomago exploto en mariposas solo por ese movimiento. Estábamos abrazados, casi fundiéndonos con el otro, sentía el calor de su cuerpo atravesando las ropas. Paso sus brazos por mi cintura pegándome más a él, sus piernas se entrelazaron con las mías dejándonos completamente unidos.
-Si te sientes mal me avisas- susurre contra su cabello, error. Mi nariz inhalo todo el dulce aroma que desprendía y me perdí en una burbuja de calor que emano de la parte baja de mi cuerpo, ese aroma me recordaba las tantas veces que habíamos estado juntos.
-Claro- me dijo y su cabeza subió para refugiarse en mi cuello.
Con solo estar así con él me sentía diferente, el corazón me latía con un ritmo frenético y no podía evitar sentir, ¿sentir?... si sentía cosas por él, tan fuertes y tan graves que no era capaz ni de pronunciarlas, sabía que un contacto más prolongado me haría…. Confundirme aun mas, pero no podía evitarlo porque yo quería estar así con él, no me importaba lo duro que fuera conmigo o lo indiferente que se portaba a veces, si todas esas veces iban a terminar así entonces… valía la pena.
Me desperté cuando la habitación estaba muy oscura, moví mis brazos y aun seguía teniendo ese cuerpo a mi lado, la luz de la luna se colaba por las ventanas haciendo aun más hermoso el momento. Me removí un poco pero solo conseguí que Edward me atrajera aun mas a su cuerpo, sus manos recorrieron mi cintura subiendo casi hasta la base de mis pechos, solo la respiración acompasada me decía que aun seguía durmiendo. Como pude mire el reloj que estaba en una de las paredes y marcaba las siete de la tarde, ¡maldición! Dije en mi mente, era muy tarde.
-Edward- susurre, subí mi mano para acariciar sus mejillas, dude un poco, si lo hacía era un paso más a mi perdición. Demonios ¿Qué hago?
-Bella- dijo también con la voz pastosa, sin imaginármelo subió el una de sus manos a mi mejilla y la acaricio, su dedo pulgar paso desde mi mejilla hasta mis labios, no pude evitar sentirme excitada con solo el roce de su piel, mi centro comenzó a actuar por su cuenta y a ansiar que él me tomara en ese mismo momento- ¿Qué hora es?- pregunto
-Son casi las siete, llegaremos tarde al hospital.
-No me importa-susurro pegándose a mi cuerpo- además tu lo dijiste, soy Edward Cullen, que se esperen- dijo haciéndome reír, era la primera vez que él se mostraba gracioso en algún sentido.
Edward paso nuevamente sus manos por mi cintura, me gire para quedar de espaldas a él, no era capaz de mirarlo a la cara, el teniendo un momento de paz y yo excitándome cuando él me tocaba, si que estaba perdida. Sus manos me pegaron a su cuerpo y mi trasero se fue contra la parte baja de su estomago. El movimiento pareció despertarlo ya que me volvió a acercar pero esta vez con más fuerza de la necesaria, al segundo intento sentí su erección despertar.
-Bella- me llamo- ¿Cuánto tiempo tenemos para llegar?- me pregunto
-No lo sé- suprimí un gemido, el me estaba provocando, rozaba descaradamente su erección por mi trasero- creo que unas horas
-¿unas horas?- pregunto, se puso sobre mi sorprendiéndome, abrió mis piernas y se metió entremedio- tiempo suficiente- me dijo, sonrió al igual que yo. Lo estaba esperando, lo quería, una vez más quería que me hiciera el amor como solo el sabia.
Su boca se adueño de la mía, se adueño de mis labios que lo ansiaban como nunca, fue tanta la excitación que despertó en mí que sin su permiso comencé a arrancar sus ropas. Mis manos fuertes por primera vez rasgaron los botones de su camisa haciéndolos saltar por toda la habitación. Su pelvis y la mía comenzaron a arquearse una contra la otra rozándose de manera exquisita, creando una fricción que nos excitaba aun más. Comenzamos a movernos aun con ropas, las manos de Edward se decidieron rápidamente de mi ropa, estaban desnuda frente a él en unos pocos segundos, jale sus pantalones hacia abajo y él se los termino de quitar con sus pies. La urgencia que sentíamos fue demostrada cuando me penetro, lo hizo rápidamente, sus movimientos nunca bajaron la intensidad, las embestidas que me daba eran salvajes y llenas de una pasión que solo él podía demostrar.
-Bella- gimió contra mis pechos. Mientras me embestía tomo uno de mis pechos con sus dientes y mordisqueó uno de mis pezones. Me arquee contra su cabeza por la intensidad, el ritmo se hizo frenético, pegue mis caderas a las suyas y me moví al compas, mi centro se rosaba con fuerza a su piel creando fricción, no basto mucho tiempo para que ambos llegáramos al orgasmo.
-¡Edward!- grite su nombre cuando ambos nos descargábamos, el cuerpo de Edward cayó sobre el mío, ambos estábamos cubiertos con algo de sudor, sus manos tomaron mi cuerpo y giramos quedando yo encima de él. Mi cabeza se recostó en su pecho y pude sentir los latidos desbocados de su corazón- un día… te prohibirán el sexo-le dije y el soltó una risita.
-No haría caso- me dijo levanto mi cabeza para besarme- hoy no me hare los exámenes- me dijo haciéndome levantar de su pecho.
-¿Qué? No, no puedes tienes que hacértelos.
-Me los hare mañana temprano, estoy cansado además…- sus manos recorrieron mi espalda- tengo un plan mucho mejor para esta noche- me dijo y su erección rozo mi piel.
-Edward- lo iba a reprender cuando él en un sucio juego me beso asiéndome olvidar lo que iba a decir.
-Hoy me quiero quedar aquí, contigo- mi cuerpo casi brinco de alegría al igual que mi corazón pero mi mente estaba aterrada previendo el peligro de esas palabras.
-Entonces quedémonos- le dije besándolo- pero mañana no hay excusas.
-No las habrá… ahora ven aquí- me pidió…
Esa noche hicimos el amor 4 veces más. Me desperté a eso de las 7 de la mañana, mire hacia arriba y estaba en brazos del hombre de mis sueños, Edward me tenia rodeada con sus brazos sin dejarme escapar, ya quisiera yo que el sintiera algo por mí. Me separe un poco y al igual que la noche anterior me pego más a su cuerpo.
-Edward, despierta- le pedí dulcemente, puso su cabeza cerca de la mía y me beso aun con los ojos cerrados- ¡vamos despierta!- le dije separándome de él e intentando levantarme.
-¡no quiero!- me dijo y me tumbo nuevamente en la cama.
-¡ya basta! ¡hoy tienes que examinarte, dijiste que sin excusas!- me beso unos minutos más y se paro sin decir nada.
-Si señorita Swan- respondió con sarcasmo.
-¡vamos! ¿estás enojado?- le pregunte riendo, me pare frente a él con los brazos cruzados sobre mis desnudos pechos.
-Creo que si… pero intentare no enojarme mas si vienes conmigo.
Antes de que pudiera reaccionar el ya me había tomado en sus brazos y me llevaba hacia la ducha, el agua caliente nos relajo y a la vez nos hizo conectarnos en un nivel que no tenía previsto, jamás pensé que compartiéramos algo tan intimo como una ducha. A eso de las nueve con treinta ya estábamos vestidos y listos para partir. Desayunamos algo rápido y salimos a la clínica.
En consecuencia por habernos saltado el horario Edward paso todo el día y toda la noche que siguió internado, tenían que hacerle muchísimos exámenes y para casi todos tuvieron que sedarlo así que paso gran parte del día y de la noche durmiendo. Al otro día ya teníamos que volver a Chicago, me fui a cambiar al hotel y a recoger nuestras maletas, por las prisas tendríamos que irnos directamente al aeropuerto, era día sábado por la mañana pero Edward tenía una junta urgente de accionistas en la tarde, Will lo había llamado muchas veces el día de ayer. Llegue a la habitación y el aun estaba dormido, lo mire desde el umbral de la puerta y no pude evitar maravillarme por lo hermoso que era, sin darme cuenta habíamos estado casi todo el fin de semana juntos y ansiaba aun mas, me sonroje al pensar en eso, este hombre me estaba convirtiendo en una clase de ninfómana que solo pensaba en estar con él a cada momento. Abrió lentamente sus ojos y me miro.
-Buenos días Sr. Dormilón- le dije bromeando.
-Bueno días- me respondió aun muy sedado- ¿Qué hora es?
-Son las nueve de la mañana, ¿sabes que día es?
-Si, hoy es sábado
-Bien ¿y quién soy yo?
-Bella- me dijo haciéndome saltar, eran las preguntas de rigor que le hacíamos a los pacientes cuando están mucho tiempo sedados- ¿Cómo salieron los exámenes?
-Muy bien, por lo menos estas bien físicamente, lo que nos lleva a otra cosa.
-¿a qué cosa?- dijo intentado sentarse en la cama
-¡no lo hagas!, después de un rato se te pasara el efecto de la anestesia así que te podrás mover libremente.
-Debo volver a Chicago.
-Lo sé, ya le dije a Will que llamara al aeropuerto para programar nuestro regreso, así que no te preocupes.
-Bien- susurro cerrando sus ojos.
Al cabo de unas cuantas horas ya estaba como nuevo, le dieron el alta y el doctor mando los informenes de los exámenes a Emmett, el camino hacia el aeropuerto fue silencioso, Edward aun estaba un poco adormilado. Esperamos una hora más en el aeropuerto y al fin pudimos subirnos al jet, el piloto nos dio la bienvenida y se fue para comenzar, la azafata se acerco a Edward, él le susurro algo al oído a lo cual ella asintió con una sonrisa, me dio una miradita de complicidad que no entendí y se perdió en la cabina del piloto cerrando la puerta por dentro.
-¿a qué hora te dijo Will que comenzaba la reunión?
-A las cuatro de la tarde
-Bien llegaremos justo- estábamos sentados en un sillón solo separados por unos centímetros, mi cuerpo comenzó a reaccionar, conocía ese tono de voz- bien señorita Swan- me dijo con algo de risa y sarcasmo-espero que le haya quedado claro que no debe llamarme mas Sr. Cullen
-¡oh! Si por supuesto Sr. Cullen- bromee, se acerco rápidamente hacia mí y me sentó a ahorcadas.
-¿me está desafiando señorita?
-Siempre- le dije aprovechándome de que él había iniciado el juego, me pegue a sus labios y una vez más nos perdimos en apasionado beso.
-El viaje a casa prometía ser tan fructífero como todo este fin de semana, había descubierto el significado de uno de los pecados capitales: La Lujuria.
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4 comentarios:
OMG que foco el capitulo me encanto wow esta historia pone hot a cualquiera haha dios pero espero leer mas este edward no puede ser tan frio hahaha algo se mueve por ahi bueno de hecho dos cosas perdon que no comente mucho pero sus fics son muy leidos porque son re interesante y buenos soy de ecuador y me encanto mucho el final de guerrero del desierto haha bueno lei full y otros mas
la verdad ne ebcabta el blog siempre que puedo me fijo si hay algun nuevo capitulo de cualquiera de las historias que estan buenisimaass.. la verdad felicitaciones chicass!
espero nunca se cansen y mantengan el blog por siempreeeee!
me ha encantado el capítulo, sobretodo este Edward tan, pero tan caliente jajaja, hasta el próximo capi
i loved,,,, so much!!!! me encantan todos los fic pero espero que muy pronto suban nuevos ,,, son super interezantes sobre todo este que es mi favorito!!!! y fuera mejor si Edward n fuera tan frio con Bella pero igual me encanta lo sexy que es ...ahhaha
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