Dark Chat

jueves, 24 de marzo de 2011

Pecados Carnales

Capítulo 26 El crepúsculo de una vida junto a ti

Bella

Era la hora del crepúsculo y yo estaba absorta mirando el paisaje tras los enormes ventanales de nuestra habitación. Los tenues colores rosáceos en el cielo eran un espectáculo muy bello y sobrecogedor, la luz se colaba tenuemente entre las cortinas, sentía la respiración de mi amado justo detrás de mí aún cuando eso era imposible.

Habían pasado un par de semanas desde aquel día en que finalmente habíamos hablado con la verdad. No había sido ni era fácil como tampoco era algo placentero pero sin duda había sido completamente necesario.

Necesitamos superar no solo la muerte de nuestro pequeño hijo sino la falta de comunicación que habíamos tenido desde el inicio de nuestra relación. Tanto era el convencimiento de aquello que ambos por primera vez estábamos empeñados en fundar nuestra relación en lazos verdaderos e inquebrantables y no en mentiras de ocasión.

A pesar de aquello y de esa convicción de querer escuchar la verdad siempre y ante todo, no dejaba de ser raro, sentirme mirada y considerada como mujer y no como una pequeña niña a la cual se debe proteger era extraño.

Por una parte me sentía bien conmigo misma, sentía que era necesario que Edward y en realidad todos me vieran de igual a igual extrañamente dolía no ser protegida en todo por todos. Justamente ese sentimiento generaba cierta tensión en mi relación con Edward, esa tensión era la que me había quitado el sueño durante estas últimas semanas y era ese sentimiento él que me hacía dudar de mi futuro junto a él, mucho más después de aquel día, que al igual que hoy, era cercano al crepúsculo.

Era primer día que iba sola al cementerio, por lo tanto, había perdido la noción del tiempo allí reclinada sobre el césped recién cortado, a lo lejos habían muchas otras lapidas, todas adornadas por flores, algunas por globos de muchos colores. La vista era hermosa, un prado lleno inmenso, un jardín eterno.

Me recosté junto al mármol y delinee su nombre, en mi mente, se vinieron muchas imágenes de los últimos días que alcance a pasar junto a él. Recordé aquel día en el supermercado. Incluso recordé el día que lo había concebido. Lo hice hasta que caí en cuenta que era la única en ese lugar. La luz propia del día se había extinguido sin yo advertirlo. Estaba oscuro, miré mi reloj y era tarde, demasiado tarde, tomé mi cartera. En ella había muchas llamadas perdidas, todas principalmente de Edward. Mientras caminaba hasta el automóvil le llamé. Desgraciadamente me dio el buzón de voz, las cuatro veces que intente.

Encendí y me dirigí a casa, nunca, en todo el tiempo que llevábamos viviendo juntos había decidido entrar al estacionamiento por la entrada posterior, generalmente lo hacía por la que daba al frontis del edificio y que correspondía a la otra torre del condominio. Cruzaba hacía el otro estacionamiento cubierto por dentro y lograba llegar al que nos correspondía. Esa noche, apenas cruce el umbral de la entrada todo fue incorrecto.

Tope de frente con un automóvil, casi choque, me lleve un buen susto cuando las luces me enfrentaron y me cegaron por unos segundos. Mi corazón latió furioso y no sé porque pensé en Edward.

El vehículo se estacionó frente a mí y yo cedí la pasada, a cambio, me metí en un estacionamiento que no me correspondía. Me quede allí unos segundos, tomé nuevamente el celular entre mis manos, aún no bajaba hacía el segundo subterráneo por lo que la señal aún no se perdía, era débil pero funcionaba.

El teléfono marco incesantemente hasta que volvió a dar al buzón de voz. Me alce en el asiento y miré a todos lados, suspiré y acerque mi manos hacía el encendido donde colgaban las llaves. Iba a dar contacto cuando una risa tímida pero persistente me distrajo.

Una silueta de mujer se notó a lo lejos, y se que era mujer, porque el cabello estaba suelto y este llegaba un poco más debajo de los hombros. Venía saliendo desde el hall principal, algo en ella me pareció familiar, hasta ahora no había visto su rostro puesto que está permanecía de espaldas, no pasó un minuto cuando una piel nívea se apodero del borde de la puerta abriéndola aún más. Entonces la silueta femenina se corrió para dar paso a otra silueta, una que reconocería en cualquier lugar de este planeta.

Sólo una vez en toda mi vida, o mejor dicho, en toda nuestra historia yo le había visto así de feliz. Aquella sonrisa que esa noche habían brotado de manera espontanea y jovial de esos labios cerezas había sido el designio de un final, él mío.

Esa vez, había sido hacía muchos años atrás, había ocurrido un día en particular, un día en que él había cruzado la frontera, un día en que yo había sido la elegida, un día en que el había seducido al pecado, un día en que la carne había ganado.

Hacía tanto que no veía esa sonrisa torcida, mi favorita, en aquellos labios de rubíes. En aquella piel nívea, hoy madura, antaño juvenil. Edward sonreía como aquel día en que había ido a mi encuentro en aquella iglesia. Estaba sonriendo extasiado, relajado, estaba sonriendo feliz. Edward estaba feliz sin mí.

Entonces comprendí lo que alguna vez el padre Alfonso había predicado en la misa.

Entrega y Sacrificio

El amor significa entrega, el amor significa ver por el otro más que por uno mismo, el amor por alguien es entrega y sacrificio.

Aquel día no había dado mayor importancia a palabras tan sabias, tampoco jamás le había encontrado alguna utilidad a aquella charla tan vacua para mí en ese minuto, hoy, años después por primera vez, entendía que él no me pertenecía.

Siempre se había tratado que yo no era para él, que yo estaba reservada para alguien más, que yo… Pero ¿Qué tal sí era él quien no estaba destinado para mí? ¿Qué tal sí yo era la que no le convenía y no al revés?

Ellos dos juntos irradiaban felicidad. Jamás había visto aquella escena de esa manera, hasta ahora jamás había podido superar los celos y ver su conveniencia. Hasta hoy, jamás había visto en Tanya a una aliada, a una amiga, a la persona que hoy veía allí.

Jamás había visto a Tanya como lo que había sido, como lo que era, como lo que sería. Mi egoísmo no había permitido ver la verdad, ¡Oh que ciega había estado! ¡Otro crimen del cual debía arrepentirme!

Seguían conversando, contrario a lo que cualquiera se hubiera imaginado, Tanya simplemente estaba allí hablando, no hubo ningún encuentro cercano, ninguna insinuación, nada, de hecho solo estaban allí ambos, parado uno frente a él otro conversando pero aún así Edward estaba feliz.

No sé qué conversaban, estaban muy lejos de mí para haber siquiera intentado oír, pero adivinaba que Tanya estaba aconsejándolo, podía advertir con la lejanía el rostro de mi amado pensativo, incluso dubitativo.

Entonces fue ella quien advirtió mi presencia. Miré al frente confundida, ambos se acercaron. Me bajé del automóvil apenas Edward llegó a mi lado.

— Mi amor ¿dónde estabas? —preguntó desconcertado. Ella me sonrió

— En el cementerio —contesté a Edward y luego miré a Tanya — ¿Cómo estas? —le pregunté saludándola.

— Bien gracias —contestó y me sonrió a medias. Luego miró a Edward de reojo — creo que es hora de irme, es tardísimo —comentó incomoda.

— No tienes que irte, porque no te quedas a cenar —le propuse y ambos me miraron sorprendido.

Aquella noche me dedique a observar su interacción, en realidad, la interacción de ambos. De pronto empecé a notar cosas que solo un buen observador podría advertir, uno que estuviera mirando sin involucrar sentimientos. Uno que dejará a afuera rencor y celos, uno como estaba siéndolo yo.

Sin darse cuenta, Tanya se sonrojaba con las miradas de Edward, sus ojos verdes se tambaleaban casi en sincronías con los de él y se bajaban con esa misma similitud, sus mejillas blancas y adornadas por esas pocas pecas imperceptibles que poseía se cubrían sutilmente de rubor avergonzada por algún comentario incomodo y poco atinado.

Contrario a todo, contrario a toda lógica, descanse. Me sentí en paz, sentí que mi propósito en esta tragedia se cumplía. Esa noche llego mi crespúsculo, un final que no hubiera entendido de haber pasado por todo aquello. Hay cosas que no están destinadas a ser ¿O tal vez sí?

La fecha en un comienzo había sido una semana antes de Navidad. No me había dado cuenta como había pasado el tiempo, hoy era viernes, mañana sería el gran día.

— Aquí es cuando deberás agradecerle infinitamente que haya insistido en que el lugar fuera encarpado —comentó Ángela mirando por el ventanal, trayéndome de regreso al presente.

— ¡No ha parado de llover en todo el día! Y creo que no dejará de hacerlo hasta el domingo —opinó cerrando las cortinas — Lo bueno, ustedes ya no estarán aquí sino rumbo a Brasil…. Arena, mar y sol, mucho sol, ahhh que emoción hermanita por fin habrá felicidad —chilló emocionada mi hermana mientras yo observaba mi vestido de novia colgado en el perchero.

Se suponía que Alice tenía, según todos, la boda completamente controlada. Ningún detalle se le había escapado a aquel duende. Salvo uno: mi aprehensión.

Ese detalle oculto, ese detalle insipiente, ese detalle disfrazado, ese detalle que hoy pesaba y nublaba mi corazón por completo, ese detalle que me gritaba lo evidente. Un pequeño pero vital detalle.

Mi celular vibró, ese movimiento improvisado, completamente no previsto me dar un respingo.

Ese número era conocido, yo lo había marcado. Dudé y entonces me arrepentí, apenas dudé me arrepentí de aún no poder dominar por completo al egoísmo tan arraigado en mí. Tomé aire y contesté. Esta vez debía hacer lo correcto. Esta vez debía decidir no por mí, sino por él.

— ¿Bella?, siento llamar tan tarde... pero tengo una llamada perdida…

— Lo sé —la interrumpí miré a mi hermana que me miró extrañada — ¿Podríamos desayunar mañana juntas? —le pregunté y el signó de interrogación no se dejó esperar, mi hermana abrió tamaños ojos en sorpresa.

— claro no hay problema pero, ¿Mañana no es el día de tu matrimonio? —preguntó también confundida por mi insólita proposición.

— solo serán un par de minutos —insistí pensando en él, en su rostro hermoso, en sus cabellos desordenados, en sus facciones perfectas, estaba así pensando en Edward cuando sentí su voz dulce y comprensiva.

— Bella… lo de la otra noche no es lo que tu piensas… hace mucho que no nos veíamos… en realidad había estado alejada de toda la familia Cullen desde que…. — y su voz se acalló, pude sentir como respiró para tratar de contener el llanto — me llamó porque estaba un poco desesperado y preocupado por ti, solo quería hablar con alguien, quería que alguien lo tranquilizará pero entre nos… —explicó pero no la deje continuar, sabía que ella me hablaba con la verdad.

— Tal vez sea yo quien deba confesar algo y me gustaría hacer por una vez las cosas bien… recuerdas el restaurante donde llevaste a desayunar a Edward hace unos meses atrás, donde nos encontraron con Jacob? —pregunté desviando mi rostro a la fotografía que estaba en la mesa de noche.

— Sí —confirmó dubitativa

— Nos vemos allí a las diez, buenas noches y gracias —concluí

— Buenas noches Bella —susurró y colgué.

Tanya

Llegue puntualmente a las diez al restaurante, desde su llamada casi no había podido dormir, me angustiaba conocer su confesión. Millones de posibilidades fueron conjeturadas por todas las horas hasta que decidí no pensar ni conjeturar, porque fuera lo que fuera, no había vuelta atrás. Tal vez lo que confesaría sería algo muy distinto a lo que yo me imaginaba aunque un sexto sentido me daba una falsa ilusión.

Ella entró por la puerta pasada las diez, se veía serena, y contrario a cualquier conjetura su rostro estaba distendido. Me busco de inmediato entre la gente y yo alce mi mano, me divisó apenas lo hice. Sus sonrisa me desconcertó, en realidad Bella se veía un tanto feliz, y era lógico hoy era el día de su matrimonio.

Se acercó y me saludo como si fuéramos dos grandes amigas pero contrario a todo, y aunque alguien podría pensar que lo hizo con cinismo en aquel saludo solo había fraternidad. Guardo unos grandes lentes oscuros que traía en las manos y se sentó frente a mí.

— Tanya —me saludó

— Bella —le saludé

— Gracias por venir —exclamó.

Un tenso silencio nos embargó hasta que el mesero se acercó.

— ¿Les ofrezco algo para tomar? —preguntó y ambas desviamos nuestras mirada a nuestro ahora interlocutor.

— Dos cafés por favor, uno sin azúcar y el ¿otro? —ordenó Bella y sus grandes ojos marrones se clavaron en los míos.

— Igual, gracias —contesté y mesero se retiró.

Volvimos a quedar solas, ella se acomodó en la silla y entonces decidí hablar

— Bueno, no quiero parecer impaciente pero ¿Qué es lo que quieres confesarme? —le pregunté en un balbuceo suave y entonces su mirada se desvió de la mía hasta la puerta de entrada que en ese minuto se abrió, de improviso, rompiendo el momento.

Me giré con un nudo en el estomago, de pronto, juré que quien había entrado era Edward, me quede sin aliento por unos segundos y los recuperé cuando noté que estaba equivocada. Deslicé mi vista de la puerta hasta Bella que me sonreía.

— ¿Le amas? —preguntó.

Bella estaba sentada frente a mí, sus manos estaban distendidas sobre la mesa y jugaba con una servilleta entre sus dedos, no se veía ansiosa, ni tampoco nerviosa, y lo que más me sorprendió que en aquel cuestionamiento no había ni una gota de celos.

¿Le amaba?

Aun con la mirada enterrada en la suya sentí otra vez su voz.

— Porque yo sí —murmuró segura de aquella declaración como si se tratase de una verdad inquebrantable.

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RECUERDEN QUE SUS COMENTARIOS SON IMPORTANTES
MIL BESITOS
ANGEL OF THE DARK


3 comentarios:

ata! dijo...

DIOS! k guapo el capitulo me encantoo
de verdad valor tiene Bella, si kieres algo dejalo ir.... per eso es muyy dificil, estoy deseando k llege el proximo cap, paara er k dice Tanya y sobretodo la reaccion de Bella y Edward!!!
gracias, tanto a la autora por si fantastica imaginacion y por compartilar con nosotas y tambien muchas gracias al glob por publicarla y drnos nuestro viciooo!!!!

Anónimo dijo...

wow no!!! buuu no me gusta como van las cosas dios si no acaban juntos me pongo a llorar pero es verdad si lo amas dejalo ir que pena buuu espero que sea mejor que antes osea nose que triste

AND dijo...

pero quien lo tiene que dejar bella o tanya? creo que de algo me perdí solo espero que no sea bella por que de verdad eso me dejaría mal ya por fa que sean felices.
aparte de todo el cap esta genial el suspenso es el mejor aditivo.
gracias autora y gracias angel por publicar.