Dark Chat

sábado, 27 de noviembre de 2010

Phonography

Cap. 10 Nuevamente Sexy


Mañana iba a ser nuestra primera aparición en público después de dos semanas en donde los rumores ya habían sido esparcidos, aunque era un secreto a voces que yo había terminado con Jacob, aún no se sabía que estaba embarazada. Para colmo de los males además estábamos nominados nuevamente como mejor beso en los MTV Music Award. Resultado de eso era que tendríamos que ir juntos, responder las incomodas preguntas y leer el titular de la revista Vogue era como una premonición a lo que vendría mañana en la noche "El sexy vampiro finalmente lo logró: Bella y Edward, Cuando el amor traspasa la barrera de la ficción" era el maldito titular y aunque no estaba alejado de la realidad tampoco era para que estallara la bomba del embarazo en pleno evento — a quién tratas de engañar —me dije a mi misma dejando la revista a un lado — todo mundo se dará cuenta dentro de poco —me volví a decir mientras me miraba el vientre que aún no estaba abultado de manera exuberante pero tampoco estaba plano como antes. Al menos las nauseas se había terminado gracias a que ya tenía cuatro meses de embarazo.

— ¿Cuándo dejaras de torturarte? —me preguntó mientras entraba a la habitación.

Lo miré y tenía razón no sacaba nada con leer las entrevistas que había dado Jacob respecto a nuestra rotura "ella me engaño" había sido su declaración y aunque había tratado de mantenerse alejado evitando hablar finalmente lo había hecho cuando nos había visto juntos nuevamente. "Mantenía una relación paralela" era la siguiente declaración y era lógico después de todo estaba despechado. "Nuestra relación había muerto hace mucho, principalmente por su culpa" era la explicación para dejarse como el eterno novio perfecto a quién le vieron la cara y otra vez tenía razón tal vez por eso me dolían tantos sus palabras.

Suspiré y me acosté en la cama. Para cuando él salio del baño estaba sumida en una somnolencia inexplicable. Mis parpados estaban pesados y casi no podía permanecer despierta. Efecto secundario del embarazo, sueño. Sentí que me beso la frente y después de eso quede rendida en las manos de Morfeo. Estaba soñando con Jacob y el grito de su recriminación me hizo despertar sobresaltada. Atontada abrí mis ojos y todo estaba oscuro. Me giré en la cama para abrazarlo cuando me percaté que no estaba a mi lado. Mi corazón se apretó y miré el reloj — dos y media de la madrugada —Otra vez despierta a la mitad de la noche por el cargo de conciencia me recriminé.

Me vería fatal si no lograba dormir aunque fueran cuatro horas seguidas. Me levanté y camine por el pasillo buscándolo cuando un sonido sutil me hizo darme cuenta que estaba viendo televisión en la sala de estar. Camine despacio para sorprenderlo pero la sorprendida fui yo.

Estaba sentado en la mitad del sillón de espaldas hacía donde me encontraba ahora y frente a la televisión encendida en un canal para adultos. Estaba tan baja pero aún así me quede de una pieza por las imágenes que estaban sucediéndose unas tras otras. Hasta ahora jamás me había imaginado a Edward mirando este tipo de películas y aunque tenía claro que los hombres hacían eso incluso las mujeres no era que yo me considerara una pura y casta que jamás en su vida había visto este tipo de películas pero habían temas que sencillamente no podía hablarlos al menos no sin ponerme colorada como un tomate hasta la punta de las uñas, se me contrajo el estomago de la vergüenza ajena que estaba sintiendo. Al percatarme que la película aparte de ser para adultos mostraba a la actriz disfrazada me quede pensando — ¿acaso sería su fantasía? —me pregunté un poco asustada ante lo que podría pedirme algún día que yo hiciera. Noté como su espalda se separo del sillón reclinándose hacía el frente ansioso y me invadió el pudor de estar espiándolo en una situación como está. Era evidente que no quería que me enterara sino porque mirar una película de esa clase a las dos de la madrugada con el volumen apenas audible.

Imaginármelo estimulándose con esas imágenes hizo que mis mejillas se tiñeran de un rojo furioso sintiéndolas arder al segundo en que me hice la imagen mental. Mi corazón se aceleró ante la posibilidad de verlo en esa circunstancia y me jugo en contra la curiosidad. Me adelanté de mi posición motivada por el morbo y sin darme cuenta que había una mesa con el florero puesto cerca.

Inoportunamente mi pie chocó contra aquella mesa y se sintió el ruido del florero tambalear. Se levanto abruptamente del sillón con los ojos abiertos como platos, su expresión era de sorpresa pero vergüenza por haber sido sorprendido. Apago la televisión en medio segundo y nos quedamos mirando como dos tontos.

Tenía claro que mis ojos brillaban pero no sabía si decirle algo, acercarme o simplemente ignorar como si recién hubiera estado entrando a la habitación. Era como un tenso minuto donde nadie hablaba nada, donde el ambiente se carga de cierta ansiedad mezclado con lujuria. Lo cierto era que al descubrirlo en esto había despertado cierto interés de mi parte por hacer realidad la ficción.

— Lo siento —articulé finalmente y él se rió nervioso. — No quise interrumpirte —agregue y a esta altura estaba demasiado avergonzada para decir algo más.

De hecho sentí como mis mejillas se iban poniendo más rojas de lo que ya las tenía si es que eso era posible claro esta. Sentí que mis orejas hirviendo y el estomago lo tenía contraído como si yo fuera la que hubiera estado haciendo algo malo. Que tampoco era malo, todos tenemos necesidades biológicas que resolver pensé. Sin querer mis ojos se desviaron desde su rostro sin escala hacia su entrepierna y me quede poseía mirándolo. Me mordí el labio tratando de desviar ese pensamiento pecaminoso que me inundó cuando él finalmente se acercó.

— No podía dormir —se justificó conteniendo la risa y lejos de estar avergonzado. Era como si de pronto le hubiera gustado que lo pillara en esa circunstancia tan "comprometedora".

— No me cabe ninguna duda que después de esto ibas a dormir como un bebe —comenté tontamente y quise que la tierra me tragara. Él se rió mirándome fijamente. Sus labios se torcieron en una sonrisa sensual y provocadora. Mientras lo observaba y pensaba en lo que recién había sucedido me pico la curiosidad.

— ¿Podría preguntarte algo? —susurré un poco incomoda y él asintió — ¿Te… exci… es decir, es una fantasía tuya? —termine de preguntar entre cortado y él se acerco acortando la distancia entre los dos.

A este punto era bastante intimidante tenerlo observándome así acuciosamente. Sus ojos estaban clavados en los míos y me sentía un poco ridícula y un tanto intimidada al saber que Edward se encontraba con toda la libido expeliendo por los poros.

— ¿Qué cosa… mirar películas? —preguntó confundido. Tomé aire.

— No… es decir, que alguien, digo que yo me disfrazará —cuestioné enterrando mi vista en el suelo.

Automáticamente jugué con mis dedos en el borde del sillón, sentía mi corazón latir a mil y era como latidos furiosos pero dolorosos a la vez.

— No es que sea una fantasía así como que la haya estado anhelado toda la vida, pero supongo que sería entretenido —me contestó y me reí nerviosa. El se mordió el labio mientras acercaba sus dedos a mi mano acariciándome.

— ¿Puedo preguntarte algo yo ahora? —exclamó de vuelta con los ojos brillantes de la emoción. De hecho la sonrisa de sus labios no se dejo esperar y se planto en sus facciones casi como si fuera a hacerme una pregunta que revelará algo de mí que yo quería ocultar. Lo miré intrigada. Suspiró y espero unos breves minutos seguro estaba buscando como preguntar sin intimidarme demasiado.

— Tú —exclamó con la facción de niño travieso, nuestras miradas se encontraron y en medio segundo le leí la mente, mi boca se abrió en sorpresa sin poder detenerla, sentí mi corazón frenético y la vergüenza afloro nuevamente por en mis mejillas. Miré al suelo y casi no podía creer lo que estaba preguntándome. Realmente estaba muerta de vergüenza que se supone le diría. ¿Qué no se acordaba de las veces que habíamos hablado por teléfono? pensé frenética. ¿Por qué tenía que preguntarlo? me cuestioné. Al final decidí contestarle sin que terminara la pregunta que ya era bastante vergonzosa en sí .

— Sí lo hago —y me separé de él con el corazón latiendo en mi garganta. No podía creer que estuviera confesando algo así pero claro no entendía porque tenía tanta vergüenza después de todo era algo normal.

— ¿Lo harías para mí? —preguntó al segundo y yo me quede estupefacta.

Quería verme hacerlo, ¿Frente a él? pensé histérica y el conflicto interno afloró. Era cierto que yo era actriz, también era cierto que no tenía pudor frente a una cámara, me daba lo mismo que me vieran desnuda pero era completamente distinto jugar a ser femenina con él, y una cuestión básica dentro de lo que él estaba pidiendo era que yo logrará transmitirle esa sensualidad al tocarme para excitarlo. Creo que ya tenía toda la cara morada producto de la vergüenza. Se rió travieso y trague saliva.

— ¿Ahora? —le pregunté medio inocente y estaba claro que quería ahora. Después de todo yo había interrumpido su sesión nocturna. Cuando su cabeza asintió en respuesta, se me escapó el aliento y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Esto era peor que dar una audición. Un nervio me recorrió el cuerpo y esos ojos verdes expectantes eran como la peor audiciencia que podría tener alguna vez en mi vida. Miré desesperada a todos lados pero no había vuelta atrás es decir, dentro de poco tendría una barriga enorme por lo menos por unos cuatro meses restantes, nada atractiva por decir lo menos, si me negaba a demostrarle cuan sexy podía ser ahora que aún tenía mi cuerpo delgado que iba a quedar para esos días en que de verdad no me vería nada atractiva.

Inhale aire pesada pensando en mi atuendo, un piyama de polar con cuello hasta arriba y unos tiernos ositos al frente, algo para nada sexy. Entonces supe que si iba a hacer esto tenía que hacerlo bien, después de todo la rutina y el cartuchismo era uno de los factores principales por los cuales los hombres tienden a mirar para el lado. A mi mente llego el recuerdo del dicho que había escuchado tan lejano alguna vez y que ahora estaba cobrando vida "una mujer debe ser una dama en la mesa y una puta en la cama", era mi turno de ponerlo en práctica.

En mi mente repasé las alternativas que tenía para hacer lo que estaba pidiéndome. Recordé un atuendo que tenía olvidado al final del closet como candidato a ser desechado en la próxima sesión de limpieza. No lo había usado nunca y lo había recibido como regalo de navidad el año pasado como burla a mi papel en justamente la película que había iniciado todo "así te verás cuando te conviertas en vampiro" era lo que decía la tarjeta y como odie a Rose esa vez pero ahora creo que hasta debía agradecerle.

— Lo haré —confirmé a un expectante Edward, sus ojos se profundizaron con picardía — pero tienes que darme dos minutos —le pedí mientras sus ojos verdes de iluminaban del entusiasmo y me devolvía esa sonrisa perversa.

Tratando de no caerme me devolví a la habitación y mientras buscaba en el armario el dichoso traje que no encontraba mis manos tiritaban de la expectación causada. No podía creer que iba a tocarme frente a él a las dos y media de la madrugada.

Cuando finalmente lo encontré suspiré aliviada. Era un disfraz de vampiresa sensual: con dientes incluidos, capa al estilo drácula, sensuales porta ligas, un corsé que no tenía idea como iba a meterme en él — mala idea considerando que mis caderas estaban más anchas que antes y mis pechos el doble del volumen natural —un pantalón corto, unos guantes negros que no tenían muñeca y una sensual gargantilla al cuello. Cuando me vestí suspiré — al menos me cabe —comprobé satisfecha y resople, no estaba tan gorda como me imaginaba. Me puse unos zapatos de taco alto que tenía a mano y camine por el pasillo medio dudosa de mi osada performance.

Edward estaba de espaldas visiblemente ansioso y me reí sola cuando camine por el sillón para darle la cara. Me plante en la mitad de la sala de estar mirándolo. Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo quedando absorto cuando me vio con mi disfraz.

— ¿Cuán…? -alcanzó a exclamar divertido

— No preguntes —-Le respondí mirándolo

Nos separaba la mesa de centro que era de vidrio, así que decidí incluirla en mi pequeña actuación. Apoye una de mis piernas en ella y no tenía idea de cómo hacerlo pero supuse que como él siempre me acariciaba mis muslos era bueno empezar por allí. Como tenía la capa amarrada al cuello descubrí solamente la pierna fundada en una media liga de red. Quité lentamente el sujetador y fui bajando lentamente la tela deslizándola por la piel de mi pierna. Luego acaricie mi muslo llegando hasta el borde superior interno de este. Sus ojos hicieron un movimiento brusco y cuando se acomodó nervioso en el sillón supe que esto sumado a la película podría ser demasiado.

Me descubrí el hombro del mismo lado y pase mi mano acariciando desde mi cuello hasta delinear mi busto a través del corsé. Al principio era como medio raro pero cuando noté el reflejo de sus ojos y como él pasaba saliva medio nervioso me sirvió para agarrar confianza de que no estaba tan pérdida en lo que estaba haciendo. Lleve mis dedos a los tirantes que mantenían la capa unida y tire de ellos bajando la tela lentamente, en el proceso iba descubriendo mis hombros quedando expuesta mi piel en el proceso. Se acomodo en el sillón recargando su espalda y noté que la expresión de risa contenida había cambiado a lujuria y deseo reprimido.

Se estaba controlando, sabía por su expresión que moría de ganas de acercarse a mí pero aún así mantuvo la distancia y trató de parecer concentrado pero estaba costándole harto trabajo permanecer allí si hacer nada. Por una parte hubiera sido muy bueno que finalmente venciera ese instinto de acercarse así terminaba con la tortura de estar expuesta ante él pero por otro lado no podía ser tan cartucha para mis cosas, de todas formas tendría que hacerlo algún día que mejor que ahora. Mientras lo contemplaba completamente excitado se me ocurrió hacer una cosa que había visto una vez en una película —- strip-tease -—le di la espalda no muy segura si me iba a resultar, esperaba de todo corazón que así fuera sino que vergüenza. Recline mi dorso superior al suelo, giré mi cabeza hacía atrás para mirarlo aún de espaldas mientras deslizaba mis manos por mis piernas.

Primero en la parte interior para cuando llegar a la entrepierna deslizarlas por las caderas apretando sutilmente las nalgas y lo hice con la boca entreabierta y esa expresión media lujuriosa tirada para calentona. Contuvo el aliento y mis ojos se fueron directo a su entrepierna, como estaba con el pantalón del pijama se notó de inmediato la reacción de su cuerpo.

Pasé una pierna y me senté en la mesa de cristal —-rogando que no se rompiera sino hasta allí llegaba el cuento erótico —-y las separé provocadoramente lo más que pude mientras me acariciaba recorriendo de las rodillas hasta la entrepierna.

Luego subí mi dedo índice a mis labios, el cual mordí levemente mientras sus ojos se abrían cada vez más. Me incliné hacía delante, sus ojos se desviaron a mis pechos, mientras me paraba puse mis manos en la espalda para tirar del lazo que servia de amarre del corsé el cual cedió de inmediato. Levanté una pierna aún de espaldas mi trasero daba justo a la altura de su rostro y aunque él no estaba reclinado hacía delante cuando apretó sus manos en un puño a la altura de sus muslos comprobé que estaba desesperado. Deje caer el corsé al suelo y me giré tocando mis pechos con esa expresión de placer, jugué con mis lengua deslizándola por entre mis dientes y un suspiró desenfrenado se escapó de sus labios de miel.

Corrí la mesa con la parte de atrás de la pierna y baje mis manos de mis pechos deslizando lentamente mis palmas hasta mi cintura, luego a mis caderas, el cierre de esos pantaloncitos era a un costado así que deslice el cierre mientras me acariciaba las caderas. Tiré de ellos lentamente, sus ojos recorrieron el movimiento en toda la extensión y me volví a sentar en la mesa con las piernas separadas, esta vez me puse más al centro para hacer lo que él había pedido.

Mientras me acomodaba bien volví a poner un dedo en mis labios para mojarlo y baje con este recorriendo todo mi cuerpo, entre mis pechos, bajando por la cintura hasta mi vientre, y cuando llegue a mi parte intima cerré los ojos porque francamente no me daba para mirarlo fijamente mientras me acariciaba. Esos ojos verdes y esa mirada lujuriosa combinada con expectación me cohibiría y hasta allí llegaría mi sensualidad y osadía. Arquee mi espalda mientras me acariciaba y en mi mente había imágenes de él haciéndome el amor. Sentí como mi respiración se hacía entrecortada, me mordí el labio mientras me dejaba llevar por las caricias y recordé su voz, de una vez cuando había estado en esta misma posición claro que por teléfono.

Una electricidad me recorrió el cuerpo y el jadeo fue automático cuando estaba casi por llegar al clímax sentí la tibieza de su mano detenerme. Abrí mis ojos al instante de su contacto y estaba hincado frente a mí a dos escasos centímetros de distancia con la respiración entrecortada y tan pesada como yo. Acercó mi mano hasta su boca, beso húmedamente la muñeca deslizando su lengua por la palma hasta saborear mis dedos sin quitarme la vista de encima y esos ojos verdes eran tan intensos que por un minuto juré que estaban ardiendo. Me sujeto con fuerza por la mano atrayendo mi cuerpo hacía el de un jalón y nos besamos. Tomé su rostro entre mis manos mientras sentí las suyas sujetarme de los brazos para arrastrarme hacía el sillón.

Me senté en su regazo y la urgencia por que terminará lo que yo había comenzado era demasiada. Aun perdida en sus besos lo sentí en mi interior, ambos gemimos al mismo tiempo rompiendo el beso. Las palmas de sus manos estaban puestas en mi espalda y sutilmente me recargó contra el sillón volviéndose a mover al unísono que mi respiración. Ahogaba en su boca los jadeos y gemidos que estaba exclamando y cuando volví a sentir que terminaba apreté mis ojos y enterré mis dedos en su espalda. Francamente no podía haberle hablado nada coherente en ese minuto. Sentía como mi pecho subía y bajaba tratando de recuperar el aliento.

— Definitivamente deberías tener insomnio más seguido —exclamé riéndome mientras sentía su halito tibio contra mi piel.



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