Capítulo 6: Medidas DesesperadasMe quede helado y nunca, pero nunca pensé escucharla decir aquello, cómo siquiera podía pensarlo, si se suponía que ella era la religiosa de los dos, acaso la iglesia no prohibía el aborto pensé. No sabía como reaccionar ni que decirle, estaba ahí parado frente a ella, quien permanecía esperando una respuesta, un contraataque para que la pelea estallara. Tal vez después de todo ella no era la mujer que yo me imaginaba y de la cual me había enamorado me grito una vocecilla en mi interior que traté de acallar.
Ella quiere matar a su propio hijo me repetía una y otra vez, mientras buscaba las palabras correctas para decirle mi opinión al respecto. Desde cuando un ser indefenso se transforma en un objeto del cual se puede prescindir me pregunté frenético en la mente. Las posibles respuestas eran desde un grito ¡Te has vuelto loca, no lo permitiré! Hasta un resignado ¡Es tu cuerpo, has lo que quieras con ello!.
No pero que dices, como vas a dejar que mate a tu hijo me grito esa misma vocecilla interna de antes. Trague saliva y aun con la mano en el aire la observe anonadado, camino hasta el lado izquierdo de su cama y abrió el cajón de la mesa de noche, buscaba algo. Luego de mover desesperadamente los objetos en su interior volvió a encerrarse en el baño. Me senté en el borde de su cama mirando la puerta aun sin poder articular ninguna frase ni palabra coherente, mi mente estaba en shock, ¿cuándo Bella se había transformado en un monstruo? me pregunté retóricamente.
Examine la situación y por medio segundo perdí la cordura, quise irme y dejarla sola, huir - corazón que no ve, corazón que no siente - me dije egoístamente pero como iba a ser capaz de salir de esa casa sabiendo que ella a las pocas horas que yo me fuera se iría a un clínica a practicarse el aborto de mi hijo - Mi hijo - me dije entre dientes y suspire para mantener a raya la sensación de vació que me provoco el hecho de pensar que ella asesinaría a lo único bueno de todo esto. Una cosa es que ella quisiera meterse a moja, o no comer hasta morir, y otra muy distinta era ir deliberadamente para que un medico le "quitara el problema", pero luego recobre la cordura al imaginarme cómo se sentiría ella misma si la dejaba hacer lo que estaba planeando su mente desequilibrada por el miedo, ese miedo reverencial que le tenía a su madre y al que dirán. Debería tenerme ese miedo a mí, si con eso puedo persuadirla de no cometer la locura que esta planeado pensé mientras deslizaba mis manos por el rostro, buscando la excusa, la manera de poder hacerla aterrizar, llamarla a la razón.
Me levanté cuando me di cuenta que llevaba mucho rato en el baño, me acerque para abrir la puerta pero ella la abrió de improviso, nuestras miradas se encontraron y sus ojos estaban brillosos, me di cuenta que trataba de contener las lagrimas lo me trajo de vuelta a la tierra, supe entonces que no sacaba nada con gritarle, ni discutirle, ni presionarla porque lo que había dicho de no tener a su propio hijo lo había dicho sin intensión verdadera y lo había hecho debido a que se sentía acorralada, solo tenía que demostrarle que iba a estar allí para ella, por siempre.
Me acerque, sin decirle nada y la estreche contra mis brazos. Se resistió en un comienzo y lucho por separarse de mis brazos, como una niña cuando es contenida por una falta pero finalmente cedió, comenzó a sollozar en mi hombro pero este se hizo más intenso hasta el punto que ya lloraba descontroladamente en mis brazos, sus piernas flaquearon y me deje llevar junto con su cuerpo hasta tocar el suelo de su habitación, le susurre a su oído.
- No voy a dejarte, ni a ti ni a nuestro hijo. No estas sola en esto Bella.
Y eso causo que el llanto fuera más intenso. Como podía transmitirle todo lo que quería en ese momento, las palabras no eran suficientes por qué dudaba de mi amor, cómo podía dudar de lo nuestro, cómo después de todo lo que había hecho, qué acaso no era suficiente para darse cuenta que su camino era conmigo no con la maldita iglesia ni con la manipuladora de su madre.
- Te amo, nos iremos juntos, no serás la primera, no has hecho nada malo
Le susurré separándola de mis brazos y en ese minuto me percaté de lo que había hecho. Su cuerpo estaba lacio y sus brazos también, su piel estaba fría.
- ¿Bella?
La llamé quitando el mechón de su rostro, pensando que había colapsado y me percaté que sus labios estaban morados. Y sus ojos entre abiertos.
- Perdóname
Susurró y en ese minuto su mano se abrió, tenía un frasco de pastillas entre sus dedos y esté estaba vació. ¡De dónde demonios había sacado el frasco! Me grite a mi mismo recordando lo que había demorado en el baño y lo que había buscado en su mesa de noche. Deslice mi vista frenético por su cuerpo como buscando lo que podía tener malo hasta que mis ojos dieron con la mancha de sangre insipiente en su pantalón de pijamas.
- ¡Ángela!
Grité tomándola entre mis brazos y sacándola de la habitación. Baje con su cuerpo entre mis brazos y su hermana nos alcanzó en el descanso de la escalera.
- Pero… qué… paso... ¿Qué le hiciste?
Grito abriendo sus ojos de par en par, pero cuando notó el frasco entre las manos de su hermana levanto la vista.
- Tenemos que llevarla a urgencias
Balbuceo mientras corría escaleras abajo, noté que tomo su bolso y las llaves de su auto, abrió el asiento trasero y yo metí el cuerpo de Bella en su interior.
- Ella…no va a mo-rir ¿verdad?
Me preguntó aterrada mientras me daba las llaves del vehiculo y entraba junto a ella.
- No… tal vez ella no pero mi hijo sí
Le balbucee aún impactado por las tontas decisiones que podía tomar una mujer desesperada. Debí detenerla, debí gritarle, debí… debí me recriminé todo el camino mientras intentaba frenético que Emmett me contestara la llamada.
- ¿Edward… qué sucede? ahora estoy ocupado…
- Es Bella, se tomo unas pastillas y… - tome aire – creo que va a abortar
Le dije sin sentido mientras miraba por el espejo retrovisor. Ángela apretó a su hermana entre sus brazos.
- No te duermas Bella… por favor… no me dejes…
Susurró su hermana mientras yo aceleraba.
No nos habíamos demorado tanto en llegar y apenas entramos a urgencias Emmett nos encontró en la puerta, la ingresó. Y ahí estábamos yo y Ángela sentados en la sala de espera. Ninguno decía nada pero creo que principalmente porque ninguno sabía que decir. Yo miraba al vació con el dichoso frasco de pastillas en la mano. Hasta que noté a Emmett caminar hasta nosotros.
- ¿Qué tomo?
Fue la primera pregunta que me hizo y le entregué el frasco que tenía en las manos. La expresión de Emmett cambió y me aparto de su hermana.
- Estaba lleno
Me preguntó y miré al suelo
- No lo sé
- ¿Cómo no lo sabes, no estaba contigo?
- En ese minuto no, o que crees que se lo di yo
Le grité ofuscado y nervioso, tomé aire para calmarme y luego miré a mi mejor amigo
- ¿Va a abor-tar?
Balbuceé mirándolo a los ojos y traté de contener las lágrimas
- Lo que tomo es mifepristona, regularmente es inofensivo porque se administra en malestares estomacales, en ulceras digestivas para ser exacto, pero en grandes cantidades es un abortivo.
Contestó y yo quise enterrarme en ese mismo minuto, miré a Ángela que se paró del asiento y se acerco.
- ¿Ella está bien?
Le preguntó a Emmett quien enarco una ceja mirándome, yo tenía mi mano en la boca, no estaba preparado para escucharlo de sus labios. Me rehusaba a escuchar que todo había acabado de esa manera tan cruel.
Ella quiere matar a su propio hijo me repetía una y otra vez, mientras buscaba las palabras correctas para decirle mi opinión al respecto. Desde cuando un ser indefenso se transforma en un objeto del cual se puede prescindir me pregunté frenético en la mente. Las posibles respuestas eran desde un grito ¡Te has vuelto loca, no lo permitiré! Hasta un resignado ¡Es tu cuerpo, has lo que quieras con ello!.
No pero que dices, como vas a dejar que mate a tu hijo me grito esa misma vocecilla interna de antes. Trague saliva y aun con la mano en el aire la observe anonadado, camino hasta el lado izquierdo de su cama y abrió el cajón de la mesa de noche, buscaba algo. Luego de mover desesperadamente los objetos en su interior volvió a encerrarse en el baño. Me senté en el borde de su cama mirando la puerta aun sin poder articular ninguna frase ni palabra coherente, mi mente estaba en shock, ¿cuándo Bella se había transformado en un monstruo? me pregunté retóricamente.
Examine la situación y por medio segundo perdí la cordura, quise irme y dejarla sola, huir - corazón que no ve, corazón que no siente - me dije egoístamente pero como iba a ser capaz de salir de esa casa sabiendo que ella a las pocas horas que yo me fuera se iría a un clínica a practicarse el aborto de mi hijo - Mi hijo - me dije entre dientes y suspire para mantener a raya la sensación de vació que me provoco el hecho de pensar que ella asesinaría a lo único bueno de todo esto. Una cosa es que ella quisiera meterse a moja, o no comer hasta morir, y otra muy distinta era ir deliberadamente para que un medico le "quitara el problema", pero luego recobre la cordura al imaginarme cómo se sentiría ella misma si la dejaba hacer lo que estaba planeando su mente desequilibrada por el miedo, ese miedo reverencial que le tenía a su madre y al que dirán. Debería tenerme ese miedo a mí, si con eso puedo persuadirla de no cometer la locura que esta planeado pensé mientras deslizaba mis manos por el rostro, buscando la excusa, la manera de poder hacerla aterrizar, llamarla a la razón.
Me levanté cuando me di cuenta que llevaba mucho rato en el baño, me acerque para abrir la puerta pero ella la abrió de improviso, nuestras miradas se encontraron y sus ojos estaban brillosos, me di cuenta que trataba de contener las lagrimas lo me trajo de vuelta a la tierra, supe entonces que no sacaba nada con gritarle, ni discutirle, ni presionarla porque lo que había dicho de no tener a su propio hijo lo había dicho sin intensión verdadera y lo había hecho debido a que se sentía acorralada, solo tenía que demostrarle que iba a estar allí para ella, por siempre.
Me acerque, sin decirle nada y la estreche contra mis brazos. Se resistió en un comienzo y lucho por separarse de mis brazos, como una niña cuando es contenida por una falta pero finalmente cedió, comenzó a sollozar en mi hombro pero este se hizo más intenso hasta el punto que ya lloraba descontroladamente en mis brazos, sus piernas flaquearon y me deje llevar junto con su cuerpo hasta tocar el suelo de su habitación, le susurre a su oído.
- No voy a dejarte, ni a ti ni a nuestro hijo. No estas sola en esto Bella.
Y eso causo que el llanto fuera más intenso. Como podía transmitirle todo lo que quería en ese momento, las palabras no eran suficientes por qué dudaba de mi amor, cómo podía dudar de lo nuestro, cómo después de todo lo que había hecho, qué acaso no era suficiente para darse cuenta que su camino era conmigo no con la maldita iglesia ni con la manipuladora de su madre.
- Te amo, nos iremos juntos, no serás la primera, no has hecho nada malo
Le susurré separándola de mis brazos y en ese minuto me percaté de lo que había hecho. Su cuerpo estaba lacio y sus brazos también, su piel estaba fría.
- ¿Bella?
La llamé quitando el mechón de su rostro, pensando que había colapsado y me percaté que sus labios estaban morados. Y sus ojos entre abiertos.
- Perdóname
Susurró y en ese minuto su mano se abrió, tenía un frasco de pastillas entre sus dedos y esté estaba vació. ¡De dónde demonios había sacado el frasco! Me grite a mi mismo recordando lo que había demorado en el baño y lo que había buscado en su mesa de noche. Deslice mi vista frenético por su cuerpo como buscando lo que podía tener malo hasta que mis ojos dieron con la mancha de sangre insipiente en su pantalón de pijamas.
- ¡Ángela!
Grité tomándola entre mis brazos y sacándola de la habitación. Baje con su cuerpo entre mis brazos y su hermana nos alcanzó en el descanso de la escalera.
- Pero… qué… paso... ¿Qué le hiciste?
Grito abriendo sus ojos de par en par, pero cuando notó el frasco entre las manos de su hermana levanto la vista.
- Tenemos que llevarla a urgencias
Balbuceo mientras corría escaleras abajo, noté que tomo su bolso y las llaves de su auto, abrió el asiento trasero y yo metí el cuerpo de Bella en su interior.
- Ella…no va a mo-rir ¿verdad?
Me preguntó aterrada mientras me daba las llaves del vehiculo y entraba junto a ella.
- No… tal vez ella no pero mi hijo sí
Le balbucee aún impactado por las tontas decisiones que podía tomar una mujer desesperada. Debí detenerla, debí gritarle, debí… debí me recriminé todo el camino mientras intentaba frenético que Emmett me contestara la llamada.
- ¿Edward… qué sucede? ahora estoy ocupado…
- Es Bella, se tomo unas pastillas y… - tome aire – creo que va a abortar
Le dije sin sentido mientras miraba por el espejo retrovisor. Ángela apretó a su hermana entre sus brazos.
- No te duermas Bella… por favor… no me dejes…
Susurró su hermana mientras yo aceleraba.
No nos habíamos demorado tanto en llegar y apenas entramos a urgencias Emmett nos encontró en la puerta, la ingresó. Y ahí estábamos yo y Ángela sentados en la sala de espera. Ninguno decía nada pero creo que principalmente porque ninguno sabía que decir. Yo miraba al vació con el dichoso frasco de pastillas en la mano. Hasta que noté a Emmett caminar hasta nosotros.
- ¿Qué tomo?
Fue la primera pregunta que me hizo y le entregué el frasco que tenía en las manos. La expresión de Emmett cambió y me aparto de su hermana.
- Estaba lleno
Me preguntó y miré al suelo
- No lo sé
- ¿Cómo no lo sabes, no estaba contigo?
- En ese minuto no, o que crees que se lo di yo
Le grité ofuscado y nervioso, tomé aire para calmarme y luego miré a mi mejor amigo
- ¿Va a abor-tar?
Balbuceé mirándolo a los ojos y traté de contener las lágrimas
- Lo que tomo es mifepristona, regularmente es inofensivo porque se administra en malestares estomacales, en ulceras digestivas para ser exacto, pero en grandes cantidades es un abortivo.
Contestó y yo quise enterrarme en ese mismo minuto, miré a Ángela que se paró del asiento y se acerco.
- ¿Ella está bien?
Le preguntó a Emmett quien enarco una ceja mirándome, yo tenía mi mano en la boca, no estaba preparado para escucharlo de sus labios. Me rehusaba a escuchar que todo había acabado de esa manera tan cruel.