CAP 29.EXPLICACIONES Y MALOS ENTENDIDOS
EDWARD POV
"Bella, no te vayas" – te volví a suplicar, mientras cogía tus manos y las aferraba a las mías. Bajaste la mirada y negaste lentamente con la cabeza
"Es necesario, Edward" – fue lo que dijiste y una pequeña lagrima se corrió por tu mejilla
"Por favor" – dije. Estaba dispuesto a pedirlo millones de veces si era necesario – "Bella, no te puedes ir, no podemos estar separados"
"Lo siento"
Y, dicho esto, desapareciste…
Desperté con un terrible sobresalto y un sonoro jadeo causado por el dolor…
Viajé mi desorbitada mirada hacia alrededor, aún sin despertar del todo, tratando de convencerme de que la pesadilla había terminado…
Una gentil mano, que se posó sobre mi frente y despejó de ella unos cuantos mechones de mi cabello, ayudó mucho para tranquilizarme. Levanté mi mirada para verle y toda posible angustia se disipó por completo al contemplar su rostro en medio de aquella oscuridad.
"Edward, ¿Estas bien?" – preguntó, con voz afligida. Seguramente mi mirada no había cambiado mucho aún.
La mundana satisfacción que sentí al pasar de una pesadilla a un sueño me dejó sin habla por varios segundos. Quería decirle tantas cosas, tantos secretos, tantas palabras, pero nada salió de mis labios. La paz que borboteaba de mí ser ahogó todas mis palabras y solo fui capaz de llevar a cabo una cosa: rodear su cuerpo con mis brazos y atraerla hacia mí.
Aunque sabía que ella no me iba a rechazar, fue demasiado paliativo el notar como sus manos y rostro se dejaban caer sobre mi espalda y pecho, respectivamente. Apenas y recordaba que horas antes había sentido dolor… en sus brazos ese sentimiento no existía.
"Bella" – logré decir al cabo de unos segundos y besé sus cabellos – "Perdóname. Hay tanto que te tengo que explicar…"
"Shh" – interrumpió, llevando uno de sus dedos sobre mis labios – "Calla. No hay nada que explicar, no hace falta"
Nuestras miradas se unieron y me pregunté, ¿Qué había hecho yo para merecerla? ¿Cómo podía haberme perdonado de esa manera tan generosa tras haberle hecho tanto daño?
"No. Claro que hace falta" – insistí.
Las cosas no podían quedar de esa manera
"Edward, no quiero recibir explicaciones""
"Pero yo si quiero darlas" – moví mis manos hacia sus mejillas y, con voz suave, agregué – "Es necesario que sepas toda la verdad"
Bella me escuchó sin interrupciones, conteniendo la furia desgarrante que se hacía notar en su mirada y en la rigidez de su cuerpo.
"He sido cobarde Bella, y te he fallado" – admití, cuando la historia había sido completamente contada y un silencio se había levantado entre nosotros – "Rompí mi promesa el mismo día en que la planteé y, aún no siendo digno de tu amor, he venido y me he atrevido a suplicar que me perdones…"
"Edward" – susurró, en el momento en que juntó sus labios con los míos en un frágil y breve movimiento – "Ya basta. Olvidemos, al menos solo por estas horas, todo lo que paso, por favor. Lo único que quiero saber es que me amas"
"Te amo" – le aseguré – "Claro que lo hago, jamás podría borrar de mí éste sentimiento"
El tener a Bella entre mis brazos, después de tantos meses, fue un alivio que me atemorizo… Tenía la extraña sensación de que aún estaba en un sueño y me horrorizaba la idea de despertar.
Bendito el cielo, no fue así.
Bella y yo estábamos unidos otra vez y, tal como había dicho Emmett, el estar ligados borró todo tipo de miedo causado por los posibles problemas que se avecinaban. Con la llegada del alba, me tuve que marchar de su lado.
"No te irás, ¿Verdad?" – quise asegurarme, antes de descender por la ventana.
Ella sonrió, como si mi pregunta se le hiciera realmente ridícula
"Al único lugar que iría en estos momentos sería al que tú me llevaras" – contestó
"Te veo en unas horas" – prometí, mientras depositaba un beso fugaz sobre sus labios – "Espero todo salga bien con tu madre"
Mi novia resopló fuertemente al momento en que ponía los ojos en blanco de manera teatral. Ambos sabíamos que la situación sería difícil y, sin embargo, no importaba (al menos, no mucho). Lo único primordial era que ambos estábamos juntos, el uno para el otro, y lo sabíamos perfectamente.
"Suerte con la Bruja" – deseó ella también.
Reí entre dientes e imité el gesto anteriormente hecho por ella. Cuando el momento de la despedida ya no se pudo prolongar más, me fui.
Llegué a la casa de los Newton y comprobé que Heidi aún yacía inconciente sobre su cama. Suspiré profundamente al verla y no era precisamente por que sintiera algo reconfortante, si no que, ciertamente, me dio pena…
Me deshice de aquel pensamiento, ella no se había tentado el corazón conmigo ni con Bella, ¿Por qué habría de hacerlo yo? Caminé hacia mi habitación y me dejé caer en la cama, en donde, por primera vez en todos esos meses, esperé la llegada del amanecer con felicidad.
BELLA POV
En cuanto la figura de Edward se perdió, corriendo y escondiéndose por el jardín para salir de mi casa, tomé la sabana que reposaba en mi cama y me la llevé al rostro.
Ahh…
Dudaba que hubiera en todo el universo un perfume tan delicioso como el de Edward. Suspiré profundamente, embriagándome de su fresco aroma y, al momento, el deseo de ir tras él y tomarlo entre mis brazos me invadió. Una noche no me bastaba para compensar todo el tiempo que no lo había tenido cerca. Ni cien vidas bastarían para saciarme de todo su amor…
Abrí mis ojos bruscamente como si, de un momento a otro, me hubieran dado una patada en el estomago para hacerme reaccionar y recordarme que mi cuento de hadas era imaginario y que pronto se acabaría, si no me apresuraba a aclarar las cosas.
Con tristeza, dejé caer la sabana sobre la cama y corrí hacia la esquina en donde todas mis maletas se encontraban. Miré hacia el reloj, eran cerca de las cinco de la mañana, y el viaje estaba destinado para dos horas antes del medio día, no tenía mucho tiempo entonces. Tomé el equipaje más grande y lo dejé caer sobre el suelo para poder abrirlo. Comencé a sacar toda mi ropa lo más rápido posible y, al cabo de unos minutos, ya tenía la primera maleta vacía. Me percaté cuando Esme y Alice llegaron a la casa. Nunca antes agradecí tanto el hecho de que mi madre les pidiera entrar a trabajar desde tan temprano.
Bajé las escaleras con pasos más torpes que apresurados
"Alice, necesito tu ayuda" – informé en cuanto tuve frente a mí a la pequeña hermana de mi novio.
No le di tiempo de preguntar más, en cuanto asintió, di media vuelta y volví a subir las escaleras a grandes zancadas. Alice me siguió el paso fácilmente (ella no era torpe) y, en cuanto entramos a mi recamara, cerré con seguro la puerta y le indiqué:
"Ayúdame a sacar todas mis cosas de los equipajes y a acomodarlas donde antes pertenecían" –
"¡¿No se va?" – soltó con voz entusiasmada
"¡No!" – le aseguré y, perdiéndome por un momento en el recuerdo de su hermano, agregué – "¿Cómo podría alejarme de él, sabiendo que me quiere?"
"¡Oh, señorita, no sabe cuánto gusto me da que Edward…!" – sus alegres palabras me trajeron de vuelta a la realidad
"¡Si, si! Yo también me alegro" – interrumpí – "Alice, no hay tiempo ahora para ponernos románticas" – recordé – "Tengo que decirle a Renne que no me pienso ir y hay que dejárselo claro…"
Todas mis pertenencias estuvieron acomodadas por mi habitación, como si nunca las hubiera sacado de ahí, al cabo de una hora. Le di las gracias una vez más a Alice y ésta se fue, deseándome suerte y dándome un abrazo el cual correspondí de manera gustosa. Evité el ver a Renne hasta el momento en el que, sabía, Mike llegaría con Heidi y Edward.
El timbre sonó y los pies me temblaron al bajar por las escaleras, sin embargo, el tener a Edward ahí, mirándome a distancia, me borró todo tipo de inseguridad y me sentí reforzada. Miré fijamente a Heidi por un momento y traté de ignorar, lo mejor posible, la sonrisa perversa que tenía dibujado en su rostro
Maldita bruja, pensé.
Por el contrario a todo lo que quería hacer en ese momento, suspiré profundamente para calmar los deseos de matanza que me invadían, y planté mi mejor y más hipócrita sonrisa de amabilidad, en cuanto llegué frente a los que ya me esperaban
"Isabella, ¿Dónde esta tu equipaje?" – preguntó mi madre quien, por cierto, desde mi compromiso con Mike, había estado más que contenta conmigo.
Lástima que la felicidad le iba a durar tan poco.
"No hay maletas" – le dije, mirándole fijamente
"¿Cómo que no hay maletas?" –
"No hay maletas" – volví a repetir con más seguridad y, mirando hacia Mike, Heidi y Edward, solté – "No me voy de Forks"
Al momento en que mi voz se perdió en la estancia, pude presenciar varias cosas a la vez: la ira de Renne, la perplejidad de Mike, la cólera enloquecida de Heidi y… la mirada de paz por parte de Edward.
"¿Qué es lo que acabas de decir?" – siseó mi madre, tomándome del brazo, del cual me zafé rápidamente.
"Lo he pensado bien y he decidido que no me quiero ir"
"Bella, preciosa" – llamó Mike e ignoré el hecho de que me llamara preciosa, odiaba que me dijeran de esa manera – "Ya esta todo listo, he comprado una casa en Europa y las clases comenzaran en un mes y yo tengo negocios que atender allá, no me puedo quedar"
"Entonces, que te vaya muy bien Mike" – dije, de manera desinteresada – "Te deseo lo mejor"
"¿A qué se debe este repentino cambio, Bella?" – inquirió Heidi y, por su voz, era claro que sospechaba que algo había entre Edward y yo – "Estabas muy decidida hacía apenas un día"
"No te inquietes, Heidi. No se puede arrebatar a lo que uno ya tiene asegurado, ¿no?" – obviamente yo no lo decía por ella, si no por mí, pero era claro que Edward había cumplido muy bien su trabajo de hacerle creer que se había enamorado perdidamente de ella, que su pequeño cerebró no lo entendió.
"Por supuesto que no" – dijo ella, muy segura de si misma.
Me dieron ganas de reír cuando sus brazos se enrollaron alrededor de la cintura de mi novio mientras que éste solo tenía su atención puesta en mí.
"Bella, yo me tengo que ir, no me puedo quedar en este momento contigo" – anunció Mike con voz suave, como si pensara que su partida me hacía daño – "pero, no te preocupes, vendré pronto, te lo prometo. Mis negocios con los Hale aún están llevándose a cabo"
Me limité a asentir. Después de todo, él no era un mal chico. No era su culpa ser hermano de una persona como Heidi y, mucho menos, tenía la culpa de ser un idiota. La discusión con mi madre se alargó después de que la casa quedó a solas. No le tomé ni la más mínima importancia y dejé que se deshiciera en regaños… Nada importaba ya, más que el hecho de que ahora Edward y yo estábamos unidos.
ALICE POV
Camine regresó a mi casa con una enorme sonrisa en el rostro. Tenía que buscar la manera de platicar con Edward para escuchar lo feliz que estaba de haber regresado con Bella…
Al menos él si podía decir que su amor era correspondido.
Al llegar a mi casa me quedé a solas. Mis padres, junto con mis hermanos, habían salido a caminar. Una actividad que realizaban muy a menudo cuando la lluvia se los permitía.
Eso me daba más tiempo para pensar en él. Después de nuestra ilógica e infantil discusión que tuvimos hacía pocos días, no le había visto. Seguramente se encontraba muy entretenido con la tal María…
¡Idiota! No merecía que le extrañase tanto…
Con furia me froté los ojos al notar que unas lágrimas amenazaban con salir. Gruñí de la frustración. El llorar no era algo que me gustase ni algo que me enorgulleciera, ¿Por qué lo hacía entonces?
Un toque de nudillos llamó a la puerta y, realmente extrañada, me dirigí para ver de quién se trataba. Me quedé paralizada, sintiendo como un fuego lento recorría mi estomago, al verlo frente a mí
"Jazz" – musité, aún sin salir de mi pasmo. Él jamás había rebasado el límite del callejón en el que siempre nos solíamos separar – "¿Qué haces aquí?"
Pareció vacilar antes de contestar mi pregunta.
"En mi casa hay demasiados problemas… necesitaba hablar con alguien" – el silencio nos invadió por un momento, a lo cual él agregó – "¿Puedo entrar?"
"Si" – dije de manera titubeante. Dudaba mucho el que mi familia regresara pronto – "Adelante" – indiqué, mientras me hacía a un lado para permitirle el paso.
"¿Qué pasa en tu casa?" – pregunté, en cuanto estuvimos sentados en el sillón
"Mis papas están enloquecidos por que mi hermana se fue" – contó – "pero no quiero hablar de eso" – dijo, tomándome de las manos y provocando que mi corazón latiera rápidamente por el simple gesto – "Quiero pedirte disculpas por la forma en que te hablé aquel día…"
Me encogí de hombros, para restarle importancia
"Ya paso" –
"¿Fue tu amigo por ti?" – asentí, un poco vacilante al decidir si decirle la verdad o no.
Después de todo, Bella me había logrado a contar que él mismo había sido quien había llevado a mi hermano hasta la mansión de los Swan… ¿Lo habría hecho por amabilidad o por qué sabía algo?
"¿Y qué tal te fue?"
"Nada que se pueda considerar excitante" – dije, riendo por mi no mentira – "Y a ti, ¿Qué tal te fue con tu amiga la riquilla?"
"Nada como pasar el tiempo a tu lado" – mis mejillas se enrojecieron de manera que creí imposible. Intenté de tranquilizarme al momento en que me repetía una y otra vez que no mal interpretara sus palabras
No mal interpretes
No te ilusiones
Tranquila, toma esas palabras con su verdadero significado…
"¿Qué te parece si salimos a caminar?" – propuso, rompiendo mis cavilaciones.
Asentí de inmediato. Me puse de pie con la esperanza de que, al estar lejos de él, mis pensamientos pudieran acomodarse
"Deja que me quite el uniforme y me ponga algo más cómodo. En seguida vuelvo" – anuncié, quitándome el delantal y aventándolo hacia uno de los sillones.
Me sorprendí al encontrarme confusa entre qué ropa tenía que usar. ¡Vamos, es solamente un paseo con tu amigo! Me dije al verme, por primera vez en toda una vida, realmente obsesionada por verme linda. Tardé más de lo que solía en llegar de vuelta hacia la sala.
"Ya podemos irnos" – dije con una sonrisa, la cual se borró en cuanto vi el endurecido semblante de Jasper – "¿Y ahora qué te pasa?" – inquirí y al instante, su mano me mostró el paquete pastillas que Bella me había dado un par de días antes
¡Oh, mierda! Los había olvidado tirar.
"Vaya, Alice… no sabía que fueras tan buena amiga" –
Despegué mi mirada de la cajita blanca solamente para verle. Sus ojos color miel se clavaron en los míos como filosos cuchillos que atravesaron mi alma, ¿Qué era lo que estaba pensando?
"¿Qué insinúas?" – pregunté
"¿Yo? Nada" – contestó, pero su voz nadaba en medio de una abundante ironía – "Creo que al decir que la salida con tu amiguito no había tenido nada excitante, tenía un muy doble sentido. Lo lamento por ti"
"Jazz… no es lo que tu piensas" – comencé a decir
"No, no, no" – interrumpió, dando dos pasos hacia mi – "Tranquila, no tienes por que seguir fingiendo ser la niña inocente…" – calló por un instante, bajando la mirada para después, volverla a levantar y mirarme con mucha más dureza – "¿Sabes qué es lo que me decepciona? El hecho de que te estés acostando con alguien a quien ni si quiera, dices, es tu novio. Que es un tipo cualquiera, un amigo – bufó fuertemente al decir la última palabra y, después continuó – "¡Haberlo dicho antes! Tal vez también yo pueda gozar de los privilegios de tu amistad"
No me di cuenta del momento en que mi mano se movió para darle una cachetada. Simplemente lo hice. Lo que más me dolió fue que el golpe ni si quiera tuvo fuerza… No, fue completamente débil ya que yo me sentía demasiado aturdida, por el dolor que sus palabras me habían causado, que ni siquiera podía localizar mis pies.
La miel de sus ojos se enfrió de una manera que me carcomió los sentidos
"Eres un completo idiota" – solté y después, solo fui conciente de que sus brazos me habían enrollado fuertemente y que su boca se pegó a la mía con una deliciosa brusquedad.
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CAP 30.LA VERDAD
ALICE POV
Bien.
Sabía que lo debía golpear o, como mínimo, empujarlo para que se apartara de mí. Sabía que el movimiento de sus labios contra los míos no era otra cosa más que la demostración que él se estaba auto proporcionando para asegurar sus sospechas. Y sabía que esas sospechas radicaban en pensar que yo me acostaba con el primer idiota que se me cruzaba en el camino…
Lo sabía.
Y, sin embargo, la dulzura de su boca era tan irresistible que no encontré el dominio para hacer lo que tenía que hacer. Creo que hubo un momento muy pequeño en el que moví mis manos hacia sus cabellos para poder jalarlos y así, deshacerme de su beso. Sin embargo, cuando mis manos apenas y llegaban a esa parte, las suyas apretaron mi cintura, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo con una fuerza estremecedora, y la poca voluntad que me sostenía, decayó por completo.
Con un suspiro placentero entreabrí mi boca y él aprovechó la oportunidad, sin vacilación, intensificando el beso de manera casi desesperada. Y mis manos, que tan dispuestas estaban a ser quienes frenaran aquel arranque, se dejaron caer de manera suave sobre su rostro.
Maldición… ¿En qué momento me fui a enamorar de él?
Fue de un momento a otro cuando él, con sus manos sobre mis mejillas, me alejó con la misma delicada brusquedad con la que me había tomado. Nos miramos a los ojos con respiraciones entrecortadas y la humedad de su boca no ayudó mucho a controlar mis deseos. Tardé un poco en reaccionar y darme cuenta que, con un gruñido, había empujado nuestros cuerpos para caer sobre el sofá y él se encontraba sobre mí, besándome con una impaciencia que, a pesar de ser demasiado pasional, me asustó.
Me asustó por que yo no era lo que él pensaba. Él no lo sabía, y yo no estaba dispuesta a desgastarme en dejárselo claro, pero yo jamás había estado con un hombre en términos sexuales y, en toda mi vida, jamás antes había tenido un novio… pero claro, él no pensaba así. Él había sido capaz de pensar lo peor de mí y eso era algo que no estaba dispuesta a soportar.
Fue en ese momento en que mis manos se movieron y empujaron su pecho. Tal vez el movimiento no fue demasiado firme, pues, a decir verdad, una parte de mí deseaba que él continuara y no parará… sin embargo, él alejó su boca de la mía, más no su cuerpo, el cual siguió reposado sobre el mío como antes.
"Jasper, bájate" – le pedí, intentado que mi voz se escuchara segura, más los jadeos de mi entrecortada respiración no ayudaron
"¿Por qué?" – preguntó y la miel derretida de su mirada rápidamente fue reemplazada por la dureza con la que anteriormente me había visto – "¿Qué es lo que no te gusta, Alice? ¿Necesitas que sea más cariñoso? ¿Más agresivo? Dime… estamos en completa confianza"
No me dio tiempo de contestar. Su boca me silenció mucho antes que pudiera defenderme y pude sentir una de sus manos descender de mi rostro para llegar a mi cintura, en la cual comenzó a subir la tela de mi blusa y empezó a acariciar la piel de mi vientre. Aunque lo intenté, no pude evitar estremecerme ante su tacto. Sin embargo, sus palabras resonaron en un lugar recóndito de mi mente.
Llevé mis manos hacia donde él me estaba acariciando e intenté alejarlas. Fue entonces cuando, sin mucha complicación, él capturó las mías, llevándolas arriba de mi cabeza y dejándome completamente a su merced.
"Vamos, Alice, no te hagas la difícil… compláceme, soy tu amigo ¿no?"
Lo miré a los ojos y le desconocí por completo. Él no era Jasper…
Una lágrima se resbaló por mis mejillas y fue entonces cuando el agarre de sus manos se deshizo y su cuerpo se fue alejando poco a poco del mío. Me tomó más de tres segundos el comprender que ya me podía poner de pie si así lo quería, pero aún sentía la rudeza con la que sus manos me habían atado. Sus filosas palabras fueron como clavos que habían atravesado mi piel hasta llegar al relleno del sillón, dejándome crucificada en el lugar y desangrando por dentro.
"Lárgate, Jasper" – musité, tratando de no derramar ni una lágrima más. No le iba a dar ese gusto – "¡Lárgate…!" – exclamé, mientras me plantaba frente a él
"¿Por qué?" – desafió – "¿Acaso no soy tan bueno como él?"
Él se lo ganó.
Esta vez, el golpe no fue débil, si no todo lo contrario… mi rodilla pegó fuertemente en su estomago y no le di tiempo si quiera a que se recuperara del dolor.
"Largo de aquí" – dije una y otra vez mientras lo arrastraba hacia la puerta y ya, cuando estuvo afuera, adquirí toda la fuerza necesaria, cerré mi corazón y le dije la mentira más grande que pudiera haberle dicho en toda mi vida – "¡No te quiero volver a ver! ¡Eres el hombre más idiota que pueda conocer en el mundo! ¡Imbecil!"
Cerré la puerta en sus narices y ya no supe por cuánto tiempo se quedó ahí… cerré fuertemente mis ojos en cuanto me tiré sobre la cama y apreté el rostro contra mi almohada.
No iba a llorar
No iba a llorar
No iba…
Ay, traicionera debilidad…
Solo esperaba a que el dolor se me pasara rápidamente.
EDWARD POV
Como la noche anterior, dormí a Heidi y salí a hurtadillas de aquella casa. No había dejado de contar los minutos para poder tenerla otra vez entre mis brazos. Ansiaba su calor como un niño ansia los brazos de su madre. Necesitaba ver sus ojos de la misma manera en que necesitaba el aire para respirar.
No me sentiría completo hasta no tenerla frente a mi y poderla besar.
Agradecí el que no estuviera lloviendo como la noche pasada, aunque la temperatura si era muy baja. Aceleré el paso y, a los pocos segundos, comencé a correr. Me arrastraría si fuese necesario, sabía que ella me esperaba. El sonido insistente de un claxon me alarmó, más decidí no voltear para ver de quién se trataba. Seguramente no era para mí, no tenía tan buena suerte como para encontrarme a Jasper dos noches seguidas en la misma situación.
El carro se resbaló hasta mi dirección y pegué un brinco para quitarme de su camino. No dejé de caminar y los nervios comenzaron a traicionarme. ¿Y si Heidi se había percatado de mi juego…?
Quise correr, más la tensión me hizo torpe. Una fuerte mano me sostuvo por el hombro y me jaló hacia atrás con brusquedad.
"Te he descubierto. Estas perdido" – el corazón se me contrajo fuertemente antes de que volviera a latir de manera frenética. Estoy seguro que no quedó ni una sola gota de sangre en mi rostro y que mis ojos casi salen disparados de sus cuencas…
Poco falto para que el corazón se me detuviera por completo. Ya casi podía saborear el sabor de la amargura… hasta que una sonora carcajada resonó a mis espaldas. Una carcajada que yo conocía muy bien.
"¡Maldito, Emmett!" – siseé, puesto que la voz aún no regresaba a mi garganta – "¡Considérate muerto!"
Di media vuelta, muy despacio, aún seguía demasiado aturdido como para moverme de manera normal. Mis pies aún se encontraban temblando bajo mis rodillas. Me enfurecí al ver a mi estupido amigo partiéndose en carcajadas frente a mí. Sin embargo, también agradecí que fuera él y no otra persona.
"Edward… te hubieras visto, hermano" – comenzó a decir en medio de sus carcajadas – "un tronco esta menos tenso que tu…"
"Idiota" – murmuré y, esperé a que mi amigo se calmara.
"Lo siento, lo siento. Fue inevitable" – dijo – "Bella le acaba de hablar a Rose para contarle que se han reconciliado y decidimos darnos una vuelta por estas calles para ver si te encontrábamos y así poder ayudarte"
"¿Bella le habló a Rose?" – pregunté, olvidando por completo cualquier sensación de enojo, frustración o miedo. Su solo nombre me llenaba de paz. Podría ponerme en el centro del infierno y no tendría miedo si escuchara su nombre durante todo ese tiempo.
"Si" – aseguró Emmett – "Vamos, Rose esta en el automóvil. Te llevaremos a la casa de los Swan"
Nos dirigimos al carro que se encontraba estacionado a pocos metros de ahí, ¿Cómo era posible que no lo hubiera reconocido antes? Emmett indicó con una mano que podía entrar y me deslicé por los asientos traseros. La calefacción fue demasiado reconfortante
"Hola, Edward" – saludó Rose
"Amigo" – interrumpió Emmett, antes de que pudiera contestar – "te presento a mi esposa"
"Hola, Rose" – dije y, cayendo por fin en la realidad de las cosas, agregué – "¿En verdad se casaron?"
"¡Claro!" – contestó él – "acabamos de llegar…"
"Por lo que aún nos falta enfrentar el último problema" – añadió Rose, y su voz se tornó preocupada. Emmett le tomó la mano y le dio un apretón
"Todo saldrá bien" – la rubia muchacha volvió a sonreír.
"Les deseo lo mejor" – dije, de manera sincera
"Gracias. Lo necesitaremos mañana que iremos a ver a los papas de Rose. Hoy nos quedaremos en mi casa"
"¿Tus papas lo saben?"
"Si. Lo han tomado muy bien"
"Al fin de cuentas, los estafadores son mis padres" – murmuró Rose, frunciendo el ceño y, dos segundos después, pegó un pequeño brinquito, como si hubiese recibido una ligera descarga eléctrica.
Buscó algo dentro de su bolso y, cuando lo encontró, se giró sobre su lugar para verme
"Toma" – indicó, mientras me tendía una pequeña cajita – "Bella me las encargó. No querrán tener un bebe en este momento"
"Ahhh… Gracias" – dije, bajando la mirada de la suya, que era demasiado persuasiva. Mis mejillas se colorearon sin que lo pudiera evitar y metí la cajita en una de las bolsas de mi sudadera
"Bien, hemos llegado" – anunció Emmett y, rápidamente, bajé del carro, provocando que mis pies se atoraran – "Ey, ey, ¡Tranquilo!" – dijo, con aquella extensa sonrisa tan característica de él.
Le regresé el gesto de la misma manera
"Gracias, Emmet, Rose" –
"Salúdame a Bella" – pidió ésta – "Dile que pronto la vendré a visitar"
Asentí y después de que el coche volviera a arrancar, salí corriendo hacia la barda, la cual escalé lo más apresuradamente que pude.
La ventana de su recamara estaba abierta. Me adentré en ella de manera cautelosa al no verla por ninguna parte.
"¿Bella?" – llamé, con un susurro y una pequeña risita me tranquilizó.
Sus brazos me enrollaron por detrás. Giré mi cuerpo para tenerla frente a frente y la llevé hacia la ventana, en donde la luz de la luna se filtraba.
"Déjame verte" – pedí, mientras acariciaba su rostro – "Dame el privilegio de contemplar mis pupilas con tu belleza"
Su cabeza se recargó sobre mi pecho y suspiró profundamente.
"Rose y Emmett están de regreso" – anunció
"Lo sé. Ellos me han traído hasta acá" – saqué la cajita de pastillas y se la di – "Rose me dijo que le encargaste esto"
"Si" – dijo, mientras la tomaba entre sus manos – "le di a tu hermana el paquete que tenía antes para que lo tirara… pensé que ya no tendría por que usarlo"
"Pues no esperemos más" – murmuré, pegando mi boca con la suya – "hay que darle un buen uso, ¿no crees?"
"Si…" – acordó ella, y me llevó entre besos hacia su cama.
JASPER POV
Tenía un dolor de cabeza terrible… habían pasado casi veinticuatro horas desde que ella me había otorgado aquel golpe y aún podía sentir el dolor incrustado en mi estomago.
O tal vez no era tanto por el golpe el por qué sentía semejante vacío…
Tal vez era por que sus palabras aún resonaban fuertemente en mi cabeza, por que su mirada aún aparecía cada vez que cerraba mis ojos…
¡Maldición!
Cuánto había deseado el volver a besarla durante todos estos meses que habían pasado. Cuánto había soñado con ese momento, el cual se mostraba diferente a todos los demás y, sin embargo, me había equivocado.
Este encuentro fue mucho peor.
Me había comportado como un animal… un animal movido por la rabia y los celos. ¿Con qué derecho le había dicho yo todas esas cosas? ¡Ba! El arrepentirme no me volvía menos idiota de lo que ya era, si no todo lo contrario…
Alice… ¿Qué iba a hacer contigo?
"Joven Jasper" – llamó una de las muchachas, rompiendo mis cavilaciones – "Lo buscan en la sala"
Mi mente procesó el nombre de una sola: Alice.
Mi conciencia se rió a carcajadas de mi ridícula imaginación. Obviamente, no era ella. Bajé las escaleras, arrastrando mis pies, y el grito que estalló por la sala me levantó el animo de manera considerable
"¡Hermano!" – exclamó la rubia muchacha mientras corría a abrazarme y yo la recibía abiertamente
"¡Rose!" – murmuré, apretando su curveada figura contra mí – "Qué gusto el que hayas vuelto ¿Dónde te habías metido? He estado muy preocupado por ti"
"Tranquilo, estoy bien" - bajó la mirada y su rostro se entristeció por un momento - "solo vengo por mis cosas"
"¿Qué?"
"No pensaras que nuestros padres me aceptaran después de saber que me he casado con Emmett Mc Carty" – levanté la mirada y fue cuando me percaté de que el muchacho se encontraba frente a mí.
Se acercó a saludarme y correspondí el gesto.
"Así que… los rumores eran ciertos" – dije. Ella sonrió de manera inocente. Sabía que con aquel gesto no podía enojarme, aunque lo quisiera. Suspiré de manera resignada – "Sabes que te apoyaré en todo lo que hagas, si eso supone tu felicidad"
"Gracias, Jazz. Por cierto, también Bella quiere agradecerte y te envía saludos"
"¿Bella?"
"¿Me dirás que no lo sabes?"
"¿Saber qué?"
Rose emitió una pequeña risita y, jalando de mi camisa para que mi oreja quedará cerca de sus labios, susurró
"Tiene meses que ella y Edward están juntos"
Dilaté mis ojos al escucharle… ahora, muchas cosas tenían explicación
"Los tontos estuvieron separados un buen tiempo, pero ahora, con ayuda de Emmett, Alice, tuya y mía, han regresado. Tú no lo sabías, pero Bella…"
Ya no logré escuchar más. Mis oídos solo habían captado un solo nombre
"¿Alice?" – pregunté, sin querer
"Es la hermana de Edward. Trabaja en casa de los Swan, es muy agradable" – rió, antes de continuar – "me contó Bella que, no tiene mucho, le dio un paquete de pastillas anticonceptivas para que la tirara…"
…
No… esto era una broma… ¿Había escuchado bien?
"Jazz, ¿Pasa algo? Te has puesto pálido…
"Soy un imbecil" – musité, aun con la mirada perdida.
"¿Eh?"
"¿Has dicho que Bella le dio un paquete de pastillas anticonceptivas a Alice?"
"S-si" – contestó mi hermana – "¿Algún problema con eso?"
"¡Tengo que ir a verla!"
"¿A quién?"
"¡A Alice!"
"¿Por qué?"
"¡Agg!" – gemí – "¡Soy un imbecil!"
"Jasper, ¿Qué pasa?" – exigió saber mi hermana, frunciendo el ceño.
Intenté tranquilizarme para poder explicarle. Después de todo, ellos me habían tenido confianza y yo ya no podía guardar más este tormento
"Estoy enamorado de la hermana de Edward" – solté y mi hermana abrió mucho más sus ojos y su boca comenzó a formar una perfecta "O". También Emmett hizo lo mismo, pero ignoré a ambos lo mejor que pude.
"Tú… estas…"
"¡Si, si!" – exclamé – "pero he sido un idiota con ella…"
"¿Por qué?"
"Todo fue un mal entendido de mi parte… la juzgué sin darle oportunidad para…" - comencé a hablar yo solo
La frustración me llevó a golpear la pared.
Tenía que ir a buscarla. Esa misma tarde, no podía esperar más… pero, ¿Y si ya era demasiado tarde?...
viernes, 30 de julio de 2010
Tan lejana como una estrella
Publicado por anita cullen en 21:01 0 comentarios
Etiquetas: Tan lejana como una estrella
sábado, 24 de julio de 2010
Tan lejana como una estrella
ALICE POV
"Hija, ¿Qué te pasa?" – preguntó mi papá en cuanto traspase la puerta de la casa.
¿Acaso tan palpable era mi extraño e injustificable dolor?
Seth y Jacob vinieron corriendo en mi dirección para abrazarme. Tomé entre brazos a Seth, ya que Jake era más pesado. Sentí la mirada de Carlisle posada fijamente sobre mí… estaba esperando una respuesta
"Estoy bien" – le mentí.
No era necesario el preocuparlo, además, ¿Qué podía decirle? ¿Estoy triste por que mi mejor amigo, Jasper Hale, un chiquillo adinerado, se ha fijado en una niñita de clase?... imposible.
Desgraciadamente, se me olvidaba que hablaba con papá quien era demasiado persuasivo y, obviamente, no me había creído.
"¿Dónde esta mamá?" – pregunté, con tal de distraerle
"Está con Edward, en su recamara" –
"¿Edward vinó?" – mi padre asintió, con una sonrisa. En esos tiempos era muy extraño el que mi hermano nos visitara. Desde que trabajaba con esa mujer, si aparecía una vez al mes por la casa, era mucho.
"Iré a saludarlo" – anuncié, mientras bajaba a Seth de nuevo al suelo y agradecía mentalmente que mi pobre intento de distraer a mi padre hubiera dado resultado.
Justamente en el momento en que mi disponía a tocar la puerta, ésta se abrió.
"Alice, ¿Cuándo llegaste?" – preguntó mi madre
"Tiene poco" – informé, mientras me encogía de hombros. Sabía que el motivo de su asombro era que, por primera vez en varios meses, llegaba "temprano" a la casa.
Ya se había hecho un habito el mío el regresar después de las once de la noche ya que, en cuanto salía de clases, generalmente me quedaba con Jazz platicando un poco más de tiempo… lástima que ese día había sido totalmente diferente.
"Hola Edward" – saludé. Fue demasiado fácil deducir que no era la única que sufría. Mi hermano se veía terriblemente fatal.
Mi mamá nos dejó solos.
"No te ves bien" – señalé, mientras me sentaba a su lado.
Una triste sonrisa, acompañada de un leve bufido, se dibujó en sus labios.
"Tu tampoco" – replicó él.
Me volví a encoger de hombros.
"Dime qué te pasa" – pidió y, al instante, negué con la cabeza.
"Mejor dime tu qué es lo que pasa contigo" – discutí – "Tiene meses que te he insistido para que me digas el por qué te alejaste de la señorita Isabella y…"
"No quiero hablar de eso" – interrumpió – "ya te lo he dicho decenas de veces"
"¿Por qué?" – insistí, haciendo caso omiso de su petición – "¿Por qué la dejaste para estar con aquella señorita tan pedante y altanera?... y no vengas con el mismo cuento de siempre, diciendo que ya no la amas, por que no te creo"
Edward bajó la mirada hacia el suelo y encogió sus hombros. Un interminable silencio se levantó entre nosotros durante varios segundos, el cual, tras pensarlo mucho, decidí romper.
"Sé cómo te sientes" – admití – "creo que tengo una vana idea…"
Mi hermano levantó la mirada, poniendo más atención a mis palabras.
"¿Tratas de decirme, de una manera muy sutil, que estas enamorada?
Pegué un brinquito al escucharlo. ¿Era eso? ¿Lo que sentía por Jasper era lo suficientemente fuerte como para llamarle amor?
"Supongo que si… aún no sé con exactitud…" – balbuceé, contestando a ambas partes: a mi hermano y a mi conciencia.
"Ya veo" – murmuró, y después una pequeña risita salio de su garganta
"¿Qué ves?" – pregunté, algo molesta por su extraña actitud ¿Y ahora qué le pasaba?
"Olvídalo" – respondió, aún sin dejar de reír, después, al pasar casi un minuto, su gesto se volvió a tornar serio y, mirándome fijamente, con ojos sabios y protectores, agregó – "El chico a quien quieres… ¿Te ha hecho daño o…?"
Me apresuré a negar con la cabeza
"No" – musité – "él no me ha hecho daño… soy yo la que se ha herido por su propia cuenta al permitir que mi mente volara hacia sueños que jamás se cumplirán"
"Esas palabras se traducen como "Yo, la señorita no se tiene confianza, siento que él jamás se fijará en mi" – dedujo, provocando que, sin que yo lo deseara, sonriera – "¿Cómo puedes asegurar eso?"
"No es necesario el ser adivino para saberlo" – contesté, recobrando, de nuevo, mi antiguo abatimiento al hablar.
Repentinamente, vinieron a mí las imágenes que tenía pocas horas acababa de presenciar: la muchacha vestida con finas prendas y alhajas, su manera delicada y femenina de moverse y hablar, la forma en que Jasper se le había quedado mirando, las sonrisas amables y afectuosas que ambos habían intercambiado, el momento en que él le había pedido su numero, al mismo tiempo que le tomaba ligeramente de la mano…
Definitivamente, yo jamás iba a poder ser como aquella mujer y, definitivamente, Jasper jamás me iba a ver como tal... yo no era delicada ni fina, y tampoco tenía curvas perfectas ni ropa con las cuales enmarcarlas… es más, la moda no estaban dentro de mis principales prioridades… ¡Que tonta había sido al pensar que un muchacho como él iba a poner sus ojos en una chiquilla tan lánguida y simple como yo!
Edward levantó los brazos y me enrolló con ellos, no comprendí el por qué hasta que descubrí como una gotita mojaba su playera color azul… ¿En qué momento había comenzado a llorar?
"¿Qué te puedo decir yo Ali?" – murmuró mientras frotaba mis hombros con sus manos – "Yo soy el menos indicado para ser un buen consejero… hasta hoy, no sé si mis decisiones han sido las correctas"
He de admitir que el poder desahogarme con mi hermano fue realmente reconfortante. Al día siguiente, como todos los días, fui a la mansión de los Swan para trabajar. Había llegado otro fin de semana y me sorprendió mucho encontrar a Bella levantada a tan temprana hora.
"Alice, Esme" – reconoció, en cuanto me vio entrar por la cocina, acompañada de mi madre – "Buenos días"
"Buenos días, señorita" – contestamos, al unísono, mientras yo detallaba el par de ojeras que se dibujaba debajo de su rostro – "¿Se le ofrece algo?" – inquirí.
Bella negó violentamente con la cabeza y, creo que intentó sonreír… no pude estar segura del gesto ya que, rápidamente, salió a grandes zancadas de la cocina. Esme y yo intercambiamos miradas.
"Se ve… muy mal" – me atreví a decir
Antes de que mi madre pudiera agregar algún comentario, la señora Swan entró, aún portando su bata de dormir. Al parecer, a todos se les había dado por levantarse temprano esa mañana
"Muchacha, quiero que, en cuanto mi hija se despierte, vayas a su recamara para ayudarle a empacar su equipaje" – ordenó con, su tan característica, aspereza
Asentí de manera obediente, intentando ocultar mi curiosidad. ¿Bella se iba de viaje? Hasta donde tenía entendido, faltaban unos pocos días para que las clases terminaran su ciclo y…
"¡¿Se va?" – solté, cuando Bella me había explicado todo al fin.
"Si, en un par de días" – informó – "Comenzaré a estudiar la universidad en Europa" – extrajo de una pequeña gaveta una cajita blanca con letras azules, la cual me tendió
"Disculpa que te de esto. Quiero que, por favor, lo tires en un lugar fuera de mi casa… no quiero arriesgarme a que, por mi mala suerte, alguien más que tu lo encuentre… si mi mamá sabe que tenía este tipo de pastillas entre mis pertenencias, pegaría el grito en el cielo y con justa razón, ¿Acaso no se supone que tiene años que no mantengo una relación formal con alguien?" – Dijo. Parecía que, por un breve instante, se había perdido ella sola entre sus palabras.
Tomé el paquete de pastillas, aún sin entender muy bien todo el asunto, manifestando mi penosa confusión con un fruncimiento de ceño
"son pastillas anticonceptivas" – agregó ante ello, con una ligera sonrisa elevando las comisuras de sus labios tristes – "dudo mucho que las use… al menos por un buen tiempo, así que ya de nada me sirven"
Un pequeño rubor cubrió mis mejillas al comprender todo al fin: ya no las iba a usar por que mi hermano ya no estaba con ella y, era más claro que un vaso de agua que, con el joven Mike, no tenía ni si quiera el deseo de tomarle la mano…
Asentí con la cabeza y, por un momento, me imaginé diciéndole que buscara a Edward. Que él, aunque lo negase, aún la quería. Que su ida a Europa era una verdadera tontería, la cual la destrozaría a ella y a mi hermano. Aún así, luché por controlarme y guardar la compostura, estaba segura que con una actitud desesperada no conseguiría nada. En cambio, manteniendo una actitud lo más normal posible, logré sacarle a un poco más de información: efectivamente, el vuelo hacia Europa saldría justamente en un par de días, osease, el lunes… se iría con Mike Newton y ahí, tenía planeado ingresar a una universidad (la cual tenía un nombre tan complicado que no lo recuerdo) para estudiar Diseño Grafico.
En cuanto las maletas estaban ya completamente empacadas salí de la recamara, con la caja de pastillas escondido entre el delantal de mi uniforme y sintiéndome muy mareada. Necesitaba hacer algo para informarle a Edward pero… ¿Qué? Mi hermano no tenía celular (aún si lo tuviera, no tenía de donde llamarle: la señora se daría cuenta de la llamada hecha en cuanto llegara el recibo telefónico) y desconocía el número de la casa en la que ahora trabajaba…
"Alice" – una tímida voz llamó a mis espaldas. Era Tanya
"¿Qué pasa?" – le pregunté con voz un tanto dura… no estaba de mucho humor como para andar atendiendo a otras personas
"Toma" – me indicó, mientras me proporcionaba un pedazo de papel el cual, al desenrollarlo, tenía escritos varios números
"¿Y esto?"
"Lamento el haber escuchado platicas que no me incumbían" – comenzó a explicar de manera atropellada – "realmente, solo escuché la última parte y… me imaginé que te hará falta un número en donde localizar a Edward…"
"¿Por qué me ayudas?" – interrumpí
"No lo sé" – admitió, mientras se encogía de hombros
La miré detenidamente y no encontré en sus ojos ni la más mínima seña de maldad. Era sincera.
"Gracias" – dije, mientras me apresuraba a salir de la casa. Ya después me las arreglaría para inventar una buena excusa para justificarme con la señora
Cuando llegué a la caseta de teléfono, me di cuenta que necesitaba una tarjeta con la cual poder llamar… ¡Maldición! ¿De dónde conseguía yo una bendita tarjeta?
"¡Alice!"
Casi sentí desfallecerme al escuchar aquella voz que, en ese momento más que nunca, era la de un ángel.
"¡Jasper!" – exclamé mientras corría hacia el carro deportivo que se había estacionado en la acera.
Por un momento, mis pies se quedaron clavados en la acera al ver a la morena mujer que iba plantada sobre el asiento del copiloto. Guardé mi dolor para otro momento. En ese instante, lo importante era ayudar a mi hermano.
"Jasper, que bueno que te veo" – dije, cuando estuve ya frente a él
"¿Pasa algo?" – preguntó, bajando del carro y caminando hacia mi – "Alice, ¿Qué ocurre? ¿En qué te puedo ayudar?"
"Necesito que me prestes una tarjeta para llamar desde un teléfono publico" – informé – "Dime, por favor, que sí tienes una"
"Lo siento, pero no" – contestó – "pero traigo mi celular" – agregó rápidamente, antes de que pudiera sentir desesperanza – "supongo que te servirá de la misma manera"
"Si" – dije de manera impulsiva – "permíteme hacer una llamada, por favor"
"Por supuesto" – dijo, mientras me entregaba el pequeño aparato tecnológico. Lo tomé entre las manos y saqué el pequeño papel en donde se encontraba anotado el numero que debía de marcar – "¿Sería indiscreto si pregunto a quién llamas con tanta desesperación"
"Necesito decirle a…"
Me mordí la lengua para callarme.
La sangre huyó de mi rostro al notar que, por poco, le soltaba un secreto del tamaño de los dioses a Jasper.
"¿Decías?" – insistió.
Mi mente carburó rápidamente una buena mentira que decirle. No podía confiarle una verdad que no era mía
"Necesito decirle a un amigo que venga por mí esta tarde"
Ya no esperé a dar una segunda explicación. Caminé cuatro pasos lejos de mi rubio amigo y apreté el botón "Call". El timbre sonó tres veces para que la llamada fuera atendida
"¿Diga?" – di gracias, mil veces al cielo, que no haya sido Heidi la que contestara.
"Comuníqueme, por favor, con Edward Cullen. Es urgente"
Le informé lo más rápida y detalladamente posible a mi hermano todo el asunto y, al notar el mutismo que se había creado por parte de él, al otro lado de la línea, me arrepentí… quizás no había hecho lo mejor.
"Así que… un amigo" – comentó Jasper, cuando le devolví el celular, tras mi silencio involuntario. Realmente, me encontraba muy angustiada por Edward como para prestar atención a otro tipo de cosas – "Alice" – llamó, con un poco más de fuerza en su voz, logrando que al fin levantara la mirada a la altura de la suya
"¿Qué paso?" - … - "¿Por qué me miras así?" – quise saber al ver la forma que mantenía su ceño fruncido
"¿Qué amigo te vendrá a traer hoy?" – exigió saber y, el escuchar por segunda vez la rudeza de su voz, me molestó. ¿Quién se creía él?
Estaba a punto de hacerle saber mi disgusto, cuando el claxon de su carro emitió un prolongado sonido.
"¡Jazzy! ¿Ya nos podemos ir?" –
Fue en ese entonces cuando recordé que mi amigo venía en compañía de esa tal María.
"Creo que tu noviecita es muy impaciente" – apunté, y nuestras miradas se encontraron, echando chispas por la rabia.
Era absurda la situación, ¿por qué estábamos tan enojados ambos?
"¿Irás conmigo al baile si o no?" – soltó, ignorando mi comentario.
Más que molesta o enojada, me sentí ofendida: ahí estaba otra vez aquel chico que, tenía meses, había desaparecido: el engreído, altanero y prepotente Jasper Hale.
"Ya te dije que no" – recordé, desviando mi mirada de sus groseras pupilas para controlar un poco la repentina furia que comenzaba a embargarme.
El claxon de su coche volvió a emitir otro pitido fuerte y estridente.
"¿No quieres ir por que no quieres o por que, tal vez, tu amiguito ya te pidió que salgas con él ese mismo día?" – preguntó y, el que no dejara (ni por un segundo) la superioridad de su voz, no ayudó mucho para calmar mi humor.
"No voy, por que ese tipo de lugares no son para mí… creo que tu nueva amiguita encajaría mejor" – agregué y, de repente, escuché como mi voz emanaba un indescriptible despecho.
"Estoy seguro, por la desesperación con la que te moviste para llamarle por teléfono que, si tu amiguito te invitara a cualquier lugar, aceptarías inmediatamente… ¿Te doy un consejo, Ali? No seas demasiado obvia al demostrar tus sentimientos hacia un hombre. Una mujer muy entusiasmada pierde el encanto"
Imaginé la escena claramente. Después de todo, bien parecía que a Japer ya le hacía falta un buen golpe en el rostro para bajarle los humos que comenzaba a subírsele otra vez…
No. No quería pelear con él… tenía tanto tiempo que no discutíamos. ¿Por qué lo hacíamos ahora?
"Jazz" – dije de manera más tranquila, mientras me apretaba el puente de la nariz con mis dedos y bajaba la mirada hacia el suelo – "no tengo tiempo para estas tonterías… nos vemos luego"
EDWARD POV
"Edward… Bella se va…"
Se iba…
Bella se iba con el estupido que tenía poco acababa de entrar a la casa…
Aún no sabía qué era lo que me impedía llevar a cabo un asesinato… ¿Por qué simplemente no cumplía lo que deseé desde el primer momento en que le vi?
¡Mil veces maldito Mike Newton!... pero, diez mil veces más, maldito yo.
Él no tenía la culpa, era yo, solamente yo… por no ser digno de ella y, aún sabiéndolo, atreverme a amarla…
¿Qué iba yo a hacer? Dos días y no la vería ¿Por cuánto tiempo? ¿Un año? ¿Dos?... ¿Nunca?
¡No!
Yo no podía vivir sin verla… podía soportar toda una eternidad de estar separados pero no podía soportar ni un solo segundo al tener la noción de que mis ojos ya no se deleitarían con su presencia…
Bella no se podía ir…
"Edward" – llamó Emmett, apareciendo por la entrada de la cocina.
"Hola, Emmett" – dije, de manera monótona. Tan idiotizado estaba por el dolor, que no me pregunté, en ese momento, cómo le había hecho para entrar a la casa (que nunca antes había visitado) y llegar hasta la cocina – "¿Qué hay?"
"Sé que no te encuentras muy bien pero, aún así, eres mi mejor amigo y, en un acto extremadamente egoísta de mi parte, no me podía ir sin que me dieras un abrazo para desearme suerte" – dijo, apresuradamente, mientras posaba una de sus manos sobre mi hombro.
Solamente Emmett sabía más o menos la verdad de todo el asunto, pero le había hecho jurar solemnemente que no diría ni una sola palabra. Sabía que no lo haría, era mi mejor amigo, mi casi hermano, al cual, también, había abandonado.
Tenía semanas que no platicábamos… ¿Cómo estaría? Decidí guardar mi dolor por un momento. Tal vez platicar con él me daba un poco de aire en medio de aquella trágica inundación por la cual estaba pasando. Tal vez su eterna sonrisa despreocupada me diera un poco de razón…
Levanté la mirada de la mesa y la clavé en su rostro. Se veía muy feliz. Me alegré por él…
"¿Te vas? ¿A dónde?" – pregunté, prestando más atención a sus palabras
"Me voy a las Vegas… con Rose" –
"¿A las Vegas…? ¿Con Rose?" – repetí, confundido. No entendía nada
"Si" – confirmó, un tanto indeciso – "Nos vamos a casar…"
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CAP 28.SÚPLICA
EDWARD POV
Tal vez no era lo mejor, pero tenía que intentar algo…
Solamente esperaba a que no fuera ya muy tarde…
"Edward" – llamó aquella voz femenina que, por primera y única vez en toda una vida, estaba feliz de escuchar.
Me di media vuelta, fingiendo lo mejor posible, estar tranquilo. Supe que el juego se me iba a tornar fácil al notar que su verde mirada destellaba, inconteniblemente, al ver que mi camisa estaba desabrochada (detalle que yo mismo había ocasionado intencionalmente)
"Heidi" – susurré, mientras viajaba mi mirada de arriba hacia abajo, recorriendo cada parte de su cuerpo con lentitud.
Ella intentó sostenerme la mirada, pero fracasó al cabo de un par de segundos…
"Pensé que te encontrabas, como siempre, lamentándote, encerrado en tu recamara" – comentó, mientras me daba la espalda. No era necesario ser muy inteligente para saber que el gesto solamente era para liberarse de mi persuasiva mirada. Estaba nerviosa, era fácil deducirlo por la forma en que su dedo jugueteaba sobre la mesa de roble.
Demasiado fácil, me dije. Caminé hacia ella, que aún estaba dándome la espalda, y enrollé mis brazos alrededor de su cintura. Sonreí victoriosamente cuando sentí como su cuerpo se estremecía al instante.
– "¿Por qué habría de lamentarme?" – pregunté, acercando mis labios a su oído derecho y apretando mis dedos sobre su vientre.
"¿Acaso no lo sabes?" – disputó – "Tú amada Bella se va justamente mañana" – luché arduamente por no encogerme del dolor. No, no lo haría. Disfrazando mi pena lo mejor posible, emití una pequeña risita mientras mi boca bajaba a su cuello. Pude apreciar la piel erizada de sus brazos desnudos, los cuales recorrí lentamente con mis manos.
"¿Bella?" – repetí y su nombre quemó mis labios – "Ella ya no me importa" – susurré.
Si algo tenía que agradecerle a Heidi era el haberme enseñado a ser un perfecto mentiroso.
"¿Ah no?" – cuestionó. Sin embargo, su voz, fuera de ser desdeñosa, salió demasiada cargada de falsas esperanzas, alimentadas por la vanidad.
"No" – confirmé, con un leve murmullo en sus oídos.
Su cuerpo dio media vuelta para poder encararme y supe que tenía mi victoria al ver sus verdes pupilas flameando en mi dirección. Controlé mi expresión e hice como si yo también ardiera en deseos. Su mano subió hasta llegar a mis cabellos, en donde sus dedos se enrollaron en una teatral posición de sensualidad.
"Entonces, ¿Quién te importa ahora?" –
Ahhh… que ilusa eres, Heidi.
"Tu, por supuesto" – contesté y, al instante, sus manos jalaron de mis cabellos y atrajo mi rostro hacia el suyo.
Cerré mis ojos en un intento de borrar la repentina repulsión que su boca me causaba. En un pasado, aquel movimiento de su lengua me hubiera parecido perfecto. Sin embargo, el pasado había quedado atrás hacía ya mucho tiempo. Ahora, mis labios solamente deseaban y se sentirían bien con unos solos.
Bella.
Llevé mis manos hacia su espalda y presioné mi cuerpo contra el suyo. Ella gimió de manera violenta, al momento en que enrollaba sus piernas alrededor de mi cintura. Mi boca se deslizó debajo de su cuello, siempre buscando otras partes que no fueran sus labios… la besaría lo menos que pudiera en esa zona.
Antes de irnos a su recamara, preparé unas copas de vino, de las cuales, yo no tomé ninguna. Agradecí el hecho de que Heidi estuviera muy metida en su excitación como para no tomar aquel detalle como sospechoso .Jugué con ella y con su cuerpo lo más que pude. Esperando impacientemente por que la bebida (y el medicamento que yo había disuelto previamente en ella) hiciera efecto.
Eran alrededor de las nueve de la noche cuando cayó completamente inmóvil sobre la cama. Si mis cálculos no me fallaban (y había logrado aprender un poco durante los dos años y medio que llevaba de mi carrera) ella no despertaría hasta haber pasado, como mínimo, catorce horas.
Corrí silenciosamente hacia mi recamara y me deshice de la camisa que tenía su perfume impregnado. Me bañé y cambié rápidamente y salí de la imperiosa casa en medio de tropezones. Los pies me temblaban a causa de los nervios. ¿Qué iba a hacer yo ahora? Lo único que me quedaba era correr hasta llegar a la mansión de los Swan… lo importante era estar a unos pasos de ella… ya después me vería qué hacer, qué decir, qué esperar.
Me subí el gorro de la sudadera para cubrirme de la creciente llovizna que caía. Mis pies chapotearon una y otra vez. Sin importarme mucho qué tan mojados estuvieran mis tenis, corrí y corrí y, al sentir en mis pulmones la falta de aire, comprendí que la distancia realmente era demasiada.
Aún así, cuando ya mis piernas no daban para seguir a tal velocidad, continué caminando.
Unas luces apuntaron directamente hacia mí, pegando fuertemente hacia mi espalda. Y, el temor me hizo frenar los pies al tener, a mi par, un auto deportivo. Giré mi rostro lentamente, para ver de quién se trataba.
"¿Edward?" – preguntó el rubio muchacho, mientras frenaba por completo y bajaba la ventanilla del lado contrario – "¿Qué haces caminando a esta hora y debajo de esta lluvia?"
Desvié mi mirada de la suya.
"Voy a casa de los Swan" – respondí de mala gana, mientras comenzaba a caminar otra vez. El coche arrancó de nuevo, alcanzándome sin ningún trabajo.
"Sube" – indicó, y la puerta se abrió para permitirme el paso – "Con esta lluvia y a ese paso tardaras mucho en llegar"
No me negué. No estaba para darme aires de orgullo.
"Gracias" – murmuré mientras me introducía. Me coloqué el cinturón de seguridad y Jasper aceleró el motor de tal manera en que estuvimos frente a mi destino en unos cuantos minutos. Durante todo el camino él no preguntó ni dijo nada.
Por mi parte, yo si quería decirle un par de cosas, acerca de mi hermana. No sabía si mis sospechas eran ciertas pero podía casi jurar que era de él a quien se refería aquella noche en la que habíamos platicado. Pero sería en otra ocasión, en la cual estuviera más seguro. Al fin de cuentas, solamente los había visto, por causalidad y sin que ellos se enteraran, un par de ocasiones.
Volví a darle las gracias en cuanto llegamos y él asintió, de manera amable.
"Edward" – llamó, antes de me bajara. Volví mi cuerpo hacia el carro y el continuó – "Mi hermana… se fue con tu amigo, ¿no es así?"
Di un respingo, Si le decía la verdad, ¿Metería a mi amigo en problemas? Como si pudiera leerme la mente, el rió entre dientes
"No te preocupes" – calmó – "Solamente quiero saber si ella esta bien"
"Emmett es un buen hombre" – me limité a decir.
"Lo sé" – asintió – "De no ser así, no estaría dispuesto a soportar el que mi hermana se fuera… Se van a casar"
Aunque no fue una pregunta, asentí. Jasper suspiró profundamente, su gesto no denotaba ninguna inquietud, solamente parecía estar reflexionando sobre algo. Después, como si repentinamente sus pensamientos hubieran dado un drástico giro, levantó su mirada hacia la mía.
"¿Puedo preguntarte algo?" – asentí de nuevo y él pareció dudar demasiado si continuar o no
"Tu hermana" – soltó, con un titubeo, al mismo tiempo en que, sin quererlo, tensaba mi quijada – "Alice… ¿Sabes si sus clases ya terminaron?"
"¿Para qué quieres saber eso?"
"No sé si estas enterada de que es mi amiga y…bueno yo, quería... no he tenido de hablar con ella y preguntarle… que-quería ver si ya estaba libre para ir a verla"
"Ella ya no tiene clases" – me obligué a decirle la verdad a regañadientes. Después de todo, le debía un favor
"Ah… gracias, iré a verla…"
"Ten cuidado con mi hermana" – advertí, sin siquiera pensarlo – "Si me llego a enterar que te has querido sobrepasar con ella…"
"No" – interrumpió violentamente – "De ninguna manera me gustaría hacerle daño a Alice… yo la quiero, como una amiga" – agregó rápidamente ante mi mirada asesina.
"Lo de amiga no te lo creo" – discutí. Él bajó la mirada, dándole razón a mis palabras con su silencio – "Solamente te pido que no te vayas a querer aprovechar de su inocencia… Mi hermana es una persona muy buena"
"Si" – admitió – "Es una persona extraordinaria, única"
Luché por no creer en la sinceridad de sus palabras pero, la forma en que su voz se refería a mi hermana, me recordaba mucho a la manera en la que me solía expresar de Bella todo el tiempo…
Decidí dejar la conversación a un lado. Después de todo, no estaba en ese lugar para meter mis narices en la vida amorosa de mi hermana y, además, le debía la discreción que, hasta entonces, el muchacho había mantenido al no preguntarme el motivo de mi nocturna visita a la casa de los Swan
"Me tengo que ir" – anuncié, mientras salía del carro. Por su expresión, fue fácil deducir que le acababa de dar un aliento de alivio
Con un profundo suspiro, se despidió y volvió a acelerar.
No esperé mucho tiempo para escalar la barda. Me hice un par de rasguños en las manos, pero logré entrar al jardín sin muchas complicaciones. Caminé por toda la orilla, hasta llegar a la parte del patio, la cual colindaba con la ventana de su recamara.
Las luces estaban apagadas, ¿Estaría dormida? ¿Sería yo el único que seguía sufriendo con nuestra separación?...
Tal vez ella realmente era feliz
Tal vez, lo mejor era dar media vuelta e irme. Dejarla libre…
Las palabras de Emmett resonaron en mi cabeza
"Edward, no seas tonto. Si, tus palabras tienen mucha razón: el amor no llena los estómagos. Sin embargo, tú, mejor que nadie, tienes un claro ejemplo que, el amor, es el mejor soporte para luchar contra los problemas que se vengan, es la mejor cura y la mejor motivación para seguir adelante ¿Acaso no es eso lo que Carlisle y Esme hacen?
Ve y búscala. Deja que ella decida también y, entre los dos, encuentren una solución que no sea tan tortuosa. Entre los dos, enfrenten los obstáculos… no lograrás nada tu solo. No lograran nada separados."
Suspiré profundamente, adquiriendo valor y, un segundo después, comencé a subir, a cómo pude, por los muros. Hasta que llegué a su ventana.
BELLA POV
Trato de levantarme,
de salir adelante,
pero no subo mucho y vuelvo a caer
porque el peso de la soledad que con tu partida dejaste
aun es demasiado grande.
Trato de escalar,
el inmenso abismo de tristeza en el que he caído,
pero por más que lo intento,
es imposible,
ya que no veo la luz, sino es contigo, en mi paraíso
By RominHarry
Edward…
Ya no te volvería a ver…
¿En qué momento me habías dejado de amar?
Cuánto hubiera dado por que me hubieses mentido de la misma dolorosa manera con la que yo lo había hecho noches atrás…
Ya no amarte, ¿Era eso posible? ¿Cómo no amarte con ese carácter tan romántico, divertido y pasional? No lograba imaginarme a una sola mujer que, viendo tus ojos, probando tus labios y escuchando tu voz, pudiera decir que no te ama… ¿Qué mujer podría no amar a un ser como tú, tan imperfecto y tan virtuoso a la vez?
Edward…
Solo esperaba a que el tiempo lograra apaciguar el dolor que en mi pecho habías dejado.
¡Menudo diablo con aspecto de ángel! Cuánto te odiaba y te amaba al mismo tiempo…
Cerré mis ojos y apareciste…
Ay, que imaginación tan traicionera la mía, que te materializó detrás de mi ventana, bañado con las gotas cristalinas de lluvia que caían allá fuera. Me levanté de la cama y caminé hacia ti. En ese momento me dije, "disfruta de tu locura, disfruta del pensar que él esta aquí… disfruta por que, cuando la realidad regrese, no tendrás manera de combatir el dolor causado por su ausencia"
Te vi y parecías tan irreal. La correcta imagen de un falaz sueño.
Tus ojos verdes brillaban y relampagueaban, tus pálidas mejillas estaban adornadas por un tenue rubor, causado por una aparente agitación la cual no podía comprender. Tus labios entreabiertos, exhalando rítmicamente el aire a tu alrededor. Tus manos, adheridas al cristal de la ventana; tu cabello rebeldemente pegado a tu frente. Todo tu estabas completamente empapado y, aún así con ese aspecto tan desaliñado, eras hermoso.
No sabía que mi imaginación era tan creativa.
Abrí la ventana y un viento helado trajo consigo tu perfume: muy fresco y ligeramente dulce. Sin decir palabra alguna te adentraste en mi recamara y contemplé, en silencio, como las gotas de agua se escurrían de tu ropa y tu cabello hasta chocar con el suelo. Te acercaste y tus heladas manos atraparon mis mejillas con una delicada brusquedad. Presté atención a tus labios que, ligeramente hinchados y enrojecidos, temblaban a causa del frío.
Entonces fue cuando me preocupé.
Estaba segura que mi imaginación, por muy retorcida y desesperada que estuviera, no te haría temblar de esa manera, con la cual parecía que sufrías… No, mi imaginación no era capaz de crear esa imagen. No era capaz por que cada parte de mí, te amaba tanto que tu sufrimiento era mi peor castigo, mi peor tormento.
Entonces, ¿eras real?... Si, lo eras.
"Bella" – susurraste con voz entrecortada, sacando de tu aliento una pequeña capa de humo – "No te vas a ir a ninguna parte, ¿Me escuchaste? No dejare que te vayas lejos de mi" – callaste repentinamente, como si las palabras anteriormente dichas, no eran lo que tenías pensado decir. Pasaron varios segundos antes de que continuaras – "Perdóname… Soy un idiota"
"Eres un idiota" – acordé, y escuché como mi voz salía con un entrecortado susurro
"No te vayas" – me pediste – "Necesito que te quedes conmigo… por favor"
A pesar de que tu rostro estaba bañado por el agua que se derramaba de tus cabellos, fui completamente capaz de distinguir el par de gotas expulsadas de tus ojos. Estabas llorando, al igual que yo.
Las palabras sobraron en ese momento. Yo no necesitaba escuchar una disculpa. Yo no necesitaba (ni quería, en ningún momento) ver tus lagrimas… lo único que yo necesitaba era sentir sus labios apretando los míos. Necesitaba cerciorarme de que todo era verdad y no producto de un falso y tormentoso sueño.
Llevé mis manos hacia tus cabellos y te besé… bueno, en realidad, tú me besaste.
Yo solamente me limité a dejarme llevar por el sabor de tu saliva que traspasaba mis sentidos. Temblé junto contigo al momento en que tus brazos me enrollaron y la humedad se filtró por mi delgada pijama de algodón en el momento en que me aprestaste contra ti. No importaba. Tus dedos ya estaban comenzando a deslizarse por debajo de la tela, acariciando mi piel, quemando instantemente con su contacto.
Tu boca se volvió desesperadamente deliciosa y, tanta era la fuerza con la que me tenías sujetada por la cintura, que mi espalda se arqueó ligeramente hacia atrás mientras ambos desistíamos a dejar de besarnos. Mis dedos se despidieron de tus cabellos y descendieron para tomar el cierre de tu sudadera, la cual cayó a los pocos segundos.
Te separaste de mí por un momento, solamente para mirarme con tus esmeraldas estimuladoras de mis más pasionales deseos. Nos dejamos caer sobre mi cama. Yo caí sobre ti y aproveché la oportunidad para recorrer tu cuerpo lentamente, disfrutando de todo el tiempo que te tuve lejos. Levantaste tu espalda para unir de nuevo nuestras bocas, tus manos jugueteaban por toda mi espalda y mi cintura y, poco a poco, fueron desabrochando mi blusa hasta que mis senos quedaron descubiertos.
Tenía tanto tiempo que no sentía ese calido rubor recorrer mis mejillas al sentirme contemplada por tus verdes pupilas, como gemas verdes fundidas a la luz de un incandescente fuego. Noté como tu respiración se volvía pesada mientras deslizabas dos de tus yemas, lentamente, sobre mis pechos, provocando que un pequeño gemido saliera de mis labios.
Con delicadeza, llevaste tu boca hacia mis pezones y comenzaste a acariciarlos mientras yo me revolvía entre tus manos, consumiéndome por tu fuego delicioso. Mis dedos se enterraron en tu espalda, marcada perfectamente con una musculatura ideal.
Tus besos volvieron a centrarse en mis labios y rozaste con ellos mis mejillas, mi nariz, mi quijada… me provocaste un ligero cosquilleo al poner tus manos en una parte sensible de mi cintura y no pude contener el reír. Tú también reíste entre mi boca. Era claro, no había necesidad de palabras. Lo sabíamos los dos, sabíamos que éramos felices otra vez y nada, nada nos separaría ya.
Yo no necesitaba explicaciones. Cuando uno ama de verdad no necesita usar las palabras para entender innumerables cosas, y yo te amo.
Tus dedos dejaron de jugar y se deslizaron hacia mis piernas, las cuales acariciaste con una lentitud tortuosa hasta llegar de nuevo a mis senos. De manera inconciente, comencé a mover mis caderas, mientras tú besabas cada parte que te era posible de mi piel. Me apreté con fuerza hacia ti cuando sentí la dureza de tu sexo. Un pequeño gemido se escapó de tu garganta y oprimiste mi espalda hacia tu pecho. La erección de mis pezones topó con tu piel mientras nuestras bocas se fundían en una sola coreografía. Llevé mis manos hacia tus cabellos y, en el transcurso, memorice cada parte de tu rostro angulado.
Sentí el estremecimiento de tu cuerpo cuando pase mi lengua por tu cuello, pero era un estremecimiento diferente, que nada tenía que ver con la lluvia que caía reciamente allá afuera. Me acostaste sobre la cama, solamente para despojarme del bóxer de fina tela que me cubría. Mis manos también te despojaron de tu pantalón de mezclilla y, cuando estuvimos completamente piel a piel, me volviste a atraer hacia ti, de modo que, otra vez, mi cuerpo estuvo sobre el tuyo.
Suspiré profundamente al sentir tu calor sin ninguna clase de censura. Tus dedos se enrollaron en mi cabello, el cual jalaste delicadamente para que mi cuello quedara totalmente al descubierto y así pudieras dejar tus húmedos caminos de besos sobre él. Sentí tu irregular respiración acariciando a mi oído derecho
- "No tienes idea de cuántas noches, durante todos estos meses, he sufrido por no tenerte a mi lado… Solamente tú eres mi princesa Bella, mi dueña y, aunque lo he negado, sabes que no miento al decirte que te amo. No pretendas que pueda vivir sin ti, por que es algo completamente absurdo. Mis sentidos te necesitan. Si me muevo, si respiro, si camino, es solamente por ti... "
Llevé mis manos hacia tu pecho, para empujarte hacia atrás.
Tus palmas se posicionaron a un lado de mis caderas y me ayudaste a moverlas, para que te pudieras adentrar, primero, de manera lenta y frágil, esperando a que mi cuerpo se adaptara al tuyo. El primer contacto de nuestros miembros fue como un choque eléctrico que me dejó en la piel leve descargas placenteramente difuminadas, las cuales se intensificaron conforme el ritmo se aceleró.
Agradecí que la lluvia estuviera cayendo tan fuertemente para que el ruido que sus gotas, provocado al topar con la losa y el suelo, ahogara mis incontenibles gemidos que nacieron y crecieron, conforme el movimiento de nuestros cuerpos conectados se hacía más rítmico. Me descubrí apretando los labios, arqueando mi espalda, agitándome y musitando tu nombre mientras me perdía en la sensación de éxtasis causada por todo tú ser.
Enrollaste tus brazos fuertemente (como nunca lo habías hecho, como si, pese a todo, tuvieras miedo de perderme) y, con un tentador gruñido, me llevaste hacia atrás, recargando tu peso sobre mí.
Comenzamos otra vez. Tu boca silenció la mía cuando mis labios no hacían otra cosa que invocar tu nombre y, cuando ambos ya no pudimos más, apreté fuertemente mis piernas alrededor de tus caderas y me agité con la oleada de placenteras sensaciones que me acudieron.
Me dejé caer hacia atrás, vencida por completo ante el la fatiga del placer. Vencida ante ti, mi todo.
Cuánto había extrañado el tener su rostro reposado sobre mi pecho, esperando, tranquilamente, a que nuestras agitadas respiraciones se controlaran.
Te atraje hacia mi lecho y te besé los labios húmedos con suavidad.
"No necesito decírtelo, por que lo sabes perfectamente pero, Te Amo" – murmuré quedamente.
Sonreíste.
Tus dientes blancos y perfectos deslumbraron en la oscuridad y me volviste a besar…
Publicado por anita cullen en 20:55 1 comentarios
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viernes, 23 de julio de 2010
Tan lejana como una estrella
JASPER POV
Estaba conciente de que Alice esperaba a que completara lo que había comenzado a decir, sin embargo, no me atreví. De un momento a otro, me había acobardado ante la idea de su rechazo. Al fin de cuentas, hasta ese momento, ella no había dado muestras de sentir algo más por mí que una… ¿amistad?
No. Definitivamente no era el momento. Tenía que esperar, si no la quería asustar. Me había costado demasiado el adquirir un poco de su confianza y, si le confesaba mis sentimientos, seguramente ella no me iba a creer… no podía arriesgarme a que ella volviera pensar que solamente quería jugar con su inocencia…
"¿Y bien?" – insito – "¿Qué me ibas a decir?"
"Olvídalo" – contesté – "no tiene importancia" – ella hizo una mueca extraña ante mi respuesta y esperó en silencio a que le dijera la verdad – "Te iba a preguntar si… si ya pensaste qué vas a estudiar, terminando la preparatoria"- solté.
¿Me imaginé la decepción cruzado por su rostro?
"Oh" – exclamó y, tras suspirar profundamente, añadió – "me gustaría estudiar ballet" –
Su mirada se dirigió hacia el suelo y pude notar fácilmente el sonrojo de sus mejillas
"¿Ballet?" – repetí, asombrado. No me esperaba a que Alice le gustara algo parecido. Ella asintió, aún escondiendo su rostro entre sus cortos y oscuros cabellos – "¿Por qué te sonrojas de esa manera?" – quise saber
"Me da… me da vergüenza" – admitió – "aparte de Edward, eres la única persona a quien le confieso esto… digamos que te he contado uno de mis mayores secretos"
"Gracias por la confianza" – murmuré, mientras intentaba fijar mi mirada en la suya, más ella insistía en tener rota ese tipo de alianza – "Alice" – llamé, tras insistir por varios segundos. Atreviéndome a llevar mis dedos hacia su quijada para poder levantar su rostro – "¿Por qué te acongojas así?"
"Es un sueño estupido" – replicó – "demasiado infantil…"
"¿Un sueño estupido e infantil?" – pronuncié – "¿Por qué le llamas así?"
Alice soltó una risita que, fuera de tener humor, tenía mucha desesperanza.
"Por que no es difícil predecir el que nunca podré acudir a una escuela de ese tipo"
"Nada es imposible en esta vida"
"Ese dicho es una mentira" – discutió, volviendo a inclinar hacia abajo su semblante – "para muchas personas como yo, lo imposible si existe y se presenta a diario en nuestras vidas"
"Yo podría ayudarte, si así lo deseas" – ofrecí, tomándole las manos por instinto. Sintiendo el suave calor de su piel en la mía – "Yo… yo quiero ser un buen amigo para ti, Alice. Puedes confiar en mí todo el tiempo y, si necesitas mi ayuda, no dudes en pedírmela. Haré cuanto este en mis manos para darte lo que tu desees"
Mientras le decía todo aquello, sus ojos, al fin, habían buscado los míos.
"Gracias" – susurró y dejamos que un acogedor e íntimo silencio se levantara entre nosotros.
Tuve muchos deseos de besarla. Demasiados. Pero me contuve. No sabía decir cuánto más lograría soportar aquella necesidad de saborear sus labios, pero tenía que ser fuerte. Tal vez la espera valía la pena. Tal vez Alice, algún día, podría a enamorarse de mí…
No debía dejar morir la esperanza.
ROSE POV
Mi hermano manejaba en completo silencio hacia aquel lugar. Simplemente, durante todo el camino, el corazón no había parado de bombear rítmicamente y de manera desenfrenada. Mis piernas temblaban y mis dientes no paraban de presionar mis labios. Me encontraba demasiado nerviosa como para poder disimularlo.
"Rose" – llamó Jasper, con su habitual voz baja y varonil – "No te preocupes, todo saldrá bien" – aseguró, sin despegar la mirada de la carretera
"Tengo miedo de que nuestros padres hayan mandado a alguien para vigilarnos" – confesé – "saben lo mucho que me quieres y pueden sospechar de ti…"
"No pasará nada" – calmó – "confía en mí. Tu solamente preocúpate por aclarar las cosas con McCarty"
"Gracias, Jazz" – dije de manera sincera
"No tienes por que agradecerme, eres mi hermana y te amo… eres la única persona de la familia que ha estado conmigo realmente… ¿Recuerdas cuando éramos pequeños?: te prometí que siempre te cuidaría" –
Asentí, con una pequeña sonrisa decorando mis labios
"Desde siempre me has cuidado y procurado" – agregué – "sufrí mucho cuando te fuiste al extranjero para terminar más pronto tus estudios…Me alegra que hayas regresado para estar conmigo ahora, cuando más te necesito"
"Yo también me alegro de haber vuelto" – confesó él
"Pero… Pronto te irás, ¿no es así?" – pregunté, temerosa, ya que mi hermano había dejado en claro que pronto regresaría a Colombia, para terminar la universidad
"No lo sé" – contestó – "tal vez continúe estudiando por acá"
"Pero quieres estudiar arquitectura" – recordé – " y soñabas en ingresar en una de las universidades más prestigiosas de Colombia" –
"Tu misma lo has dicho: soñaba… ahora, tengo otras prioridades"
"Esas prioridades me huelen a perfume de mujer" – acusé, viéndole fijamente para calcular su expresión, la cual se tornó entre divertida y apenada – "creo que no me equivoco" – aventuré, esperando a que me contará más
"No lo haces" – aseguró – "creo que… creo que estoy enamorado"
"¿Enamorado?" – repetí aquella palabra, que tan extraña se escuchaba en boca de mi hermano – "¿De quién?" – quise saber, con verdadera emoción
"Eres muy curiosa, hermanita" – dijo entre pequeñas risitas – "pero tendrás que esperar para saber de quién te hablo, es muy pronto para confesarme"
"¿No me tienes confianza?" – repliqué, haciendo un puchero. Él no contestó, e hizo caso omiso a mi expresión chantajista. Entonces, recordé algo que se me había olvidado por esos momentos – "Jasper, ¿Y qué paso con tu novia, Vannesa?"
Los ojos color miel de mi hermano se entreabrieron ligeramente y su cuerpo se envaró. Tal parecía, por su expresión, que se le había olvidado por completo que estaba comprometido con alguien.
"Hablaré con ella y le explicaré la situación" – solucionó rápidamente, tras pensar por unos cuantos segundos. – "Hemos llegado" – anunció, y la sangre otra vez se me heló en las venas. Viajé mi mirada hacia el enorme edificio que se levantaba frente a mí.
Jasper bajó del carro y me ayudó para hacer lo mismo. Me tomó de la mano y juntos nos internamos en aquel conjunto de departamentos reunidos. Emmett ya nos esperaba, al lado de un ascensor y mis pies caminaron hacia él, movidos por una fuerza extraña y poderosa.
"¡Rose!" – murmuró mientras sus brazos se enrollaban a mi alrededor y sus labios se pegaban a mis cabellos.
Durante varios minutos, no pude hacer más que acariciar sus mejillas con mis manos y derramar lágrima tras lágrima, mientras me repetía mentalmente que no era un sueño, que en realidad estaba otra vez con él.
Jasper nos tendió las llaves de su apartamento que, sin que nuestros padres lo supieran, había comprado hacía ya mucho tiempo, advirtiéndonos que en tres horas regresaría por mí. Emmett le dio las gracias una vez más y, con un asentimiento de cabeza, mi hermano se fue
EDWARD POV
¿Por qué?:
¿Por qué el universo esta en contra tuya y mía?
¿Por qué no se nos permite tener alegría?
¿Por qué, cuando mas felices estamos, todo se termina?
¿Por qué, cuando ya estamos separados, solo aumenta nuestra agonía?
¿Por qué tuve que ser yo el causante de todo cuanto te afligía?
¿Por qué tuve que separarme de ti, ese horrible día?
¿Por qué tuve que decirte tantas mentiras?
¿Por qué tuve que ser yo el culpable de que por tus ojos caigan lágrimas?
¿Por qué algo tan hermoso, tiene que ser tan prohibido?
¿Por qué este amor que sentimos, por nadie es bien recibido?
¿Por qué ya no me es permitido estar contigo?
¿Por qué ya no puedo decirte lo mucho que te quiero?
¿Por qué ya no puedo sentir el calor de tus besos?
¿Por qué ya no soy digno de tu amor?
Aunque ahora solo quiero saber:
¿Qué hiciste tú, para todo este calvario merecer?
By RominHarry.
"¡¿No crees que ya fue suficiente?" – exclamé, completamente encolerizado, viniendo de aquí a allá por toda la estancia, mientras escuchaba como su burlona risa se alzaba alrededor
"¿Sabías que te ves adorable de esa manera?" – preguntó, mientras caminaba hacia mí y posaba una de sus manos sobre mi hombro, obligándome a frenar mis andares.
La miré con la furia llameando en mis ojos.
"¿No te cansas de hacer daño?" – inquirí, rechazando el gesto de manera grosera.
Heidi volvió a reír con sorna.
"Edward, tranquilízate" – recomendó – "Bella no morirá por todo esto… desgraciadamente"
He de admitirlo y debo ser sincero: cuando escuché aquello, mis manos temblaron y, por un segundo, el deseo de golpear a Heidi me embargó. Agradecí el hecho de que mi padre, Carlisle, siempre nos educara para tratar a la mujer con todo el respeto que se pudiera. Estoy seguro que, de haber sido de otra forma y tener otros principios, no me hubiera podido contener.
"Vamos, ya me cansé de tus quejas" – dijo, tras mi silencio – "ve y ponte esa ropa que te compré y bajas inmediatamente para ir a la casa de los Swan"
Dicho esto, se fue.
Somaté fuertemente la mesa de madera, provocando que pequeñas astillitas salieran volando por el impacto. Cerré mis ojos y, de esa manera, caminé hacia donde el lujoso traje se encontraba a la vista.
La nueva y torturante confabulación de Heidi consistía en que yo asistiera, como su compañero, a una fiesta de disfraces que la señora Swan había planeado. Obviamente, aquel vestuario no era un regalo dado por simple bondad, por supuesto que no. Sabía que, atrás de esa actitud, había una desalmada intención, la cual simplemente se reducía en hacer sufrir a Bella y, por consiguiente, a mí.
Pareciera que tenía años en lugar de meses de estar lejos de su calor. No la había visto tenía ya varias semanas y, aunque el verla y estar cerca de ella era sinónimo de el más tortuoso de los suplicios, de igual manera sufría al no deleitarme con su imagen (la cual, desde ese día, siempre se mostraba lacerante y distante).
Al fin de cuentas, creo que el masoquismo timó mi cuerpo y mi mente, para convencerme de ir, por voluntad propia, a aquel baile de infierno.
Llegamos a la casa y, al instante, Heidi asió mi mano con fuerza. Se encaminó, exagerando el movimiento de sus caderas e irguiendo su cuerpo de manera prepotente. Sonreí a mis adentros, al notar que, considerándose ella misma una persona refinada, daba lástima al sentirse orgullosa de ir acompañada de quien, todo el mundo sabía, era su chofer. Desgraciadamente, a ella solo le importaba lo que una persona pensara y, desgraciadamente, esa persona no encontraría contradictoria tal situación, si no, más bien, la hallaría como la más cruel y vil de las traiciones recibidas…
Entramos a la sala, en donde varias personas enmascaradas no disimularon al vernos.
"Ponte el antifaz, querido" – ordenó Heidi y le obedecí sin protestar. Tal vez de esa manera, llamaría menos la atención.
La garganta se me cerró al entender que Heidi no solamente estaba hiriendo profundamente el amor que había entre Bella y yo, si no que, además, también estaba hiriendo mi dignidad. No era necesidad ser lector de mentes para saber lo que pensaban quienes me rodeaban…
Creo que me encogí del dolor al verla bajar por las escaleras. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer en ese entonces? ¿Qué palabra le podría describir mejor? ¿Hermosa? ¿Acaso, Divina? ¿Radiante? ¿Será mejor llamarle magnifica? ¿Esplendida?, ¿Perfecta…?
No.
Ninguna de las palabras, habidas y por haber, lograrían describir el cómo se veía Bella aquella noche. Su esbelta y fina silueta iba cubierta por un extenso vestido de la época victoriana de color vino, con adornos dorados en el corsset que enmarcaba aún más su pequeña cintura. Su pálido y lánguido rostro, iba cubierto por una mascara del mismo color que el vestido y su cabello se extendía, como siempre, bajo sus hombros desnudos, como una cascada de color caoba.
Parecía una diosa. La más hermosa e inalcanzable de las deidades. Inalcanzable. Eso era ella para mí: una estrella que jamás debió de estar a mi alcancé. Un lucero, el cual yo no tenía derecho a profanar y, sin embargo, lo había hecho: mis manos habían recorrido aquella gloriosa figura, mis labios habían arrancado suspiros y besado los de ella, mis ojo se habían atrevido a penetrar en los suyos, mis oídos habían escuchado el te amo de su aliento, mi piel había rozado cada centímetro de la suya y, por haberme concedido tan vulgar atrevimiento de mi parte, ahora estaba pagando las consecuencias de una terrible maldición…
Bella me miró. Desafortunadamente, la mascara que cubría mi rostro de nada servía para sus ojos. Ella, al igual que yo, podía identificarme, aún si estuviera sumergido en un mar de miles de gentes alrededor. Y, como siempre solía pasar, su mirada y su gesto se endurecieron al contemplarme.
Aunque, esa vez, tal gesto duró tan poco, que casi no pude detectarlo… Bella rápidamente desvió su rostro de mi dirección y se encaminó hacia donde un pequeño grupo de gente enmascarada platicaba armoniosamente. Ella se unió a la plática y la vi reírse. ¿Era acaso mi lado ególatra el que no me permitía aceptar la idea de que ella realmente estaba feliz? ¿Por qué, fuera de darme paz el verla por ahí, danzando y riendo abiertamente, me llenaba de una fuerte aflicción?
Egoísta, me acusé mentalmente, Maldito egoísta
¿No eras eso lo que quería? Sería mejor que Bella me olvidara, de esa manera, dejaría de sufrir por mí ¿No era eso lo que yo mismo había dicho antes? Si. Eso es lo que había dicho… pero no había sido sincero. La aflicción de ver en ella un poco de felicidad no se debía a otra cosa que no fuera el temor de que, al fin de cuentas, ella me hubiera olvidado… a pesar del daño que sabía le causaba el amarme, la idea de no ser el dueño de sus sueños me aterraba… me llenaba de un miedo infinito y punzante que, invisiblemente, me cortaba en pedazos cada trozo de mi piel.
"Edward, cierra la boca y disimula un poco que, ahora, eres mi pareja" – susurró Heidi, a mi oído, con furia contenida.
No estaba de humor (en ese momento más que nunca) para lidiar con sus órdenes. Así que con un suspiro, me limité a alejarme de ella e irme a sentar a una de las sillas que se encontraban alrededor. Heidi decidió ignorarme de la misma manera y se fue al centro para bailar. Entonces, vi a mi madre salir de la cocina, me paré inmediatamente para ir en su ayuda.
"Edward" – exclamó en cuanto tomé la charola entre mis manos – "hijo, no te había reconocido, te ves muy guapo"
"Gracias, madre" – dije, sonriendo de manera triste – "deja que te ayude" – pedí y ella se negó rotundamente
"No, Edward, ahora tu eres un invitado"
"Mamá, deja de decir tonterías, soy tu hijo y te quiero ayudar" – discutí. Ella me miró durante varios segundos y, tras suspirar profundamente, dejó de forcejear con la charola y llevó una de sus manos hacia mi hombro.
"Necesito hablar contigo" – informó, mientras caminaba de vuelta hacia la cocina – "ahora tenemos tiempo, sígueme"
Me interné junto con ella en la cocina y nos sentamos, ella frente de mí
"Edward" – comenzó a decir – "sé que en un pasado tomé muy mal el hecho de que amaras a la señorita Isabella pero, ahora, te suplico olvides lo que un día te dije y escuches mis nuevas palabras: si la amas, no la dejes ir… no importa qué te digan los demás, vuélvete sordo para otras voces que no sea la de ella"
"¿Por qué me dices todo esto?" – pregunté
"Por que eres mi hijo y me duele verte así: muerto, desvivido y melancólico todo el tiempo… y, aunque me lo intentes negar, sé que es por no tenerla a tu lado"
"Ya es muy tarde para recuperarla" – argumenté – "aunque quisiera, no puedo estar con ella"
"¿Por qué?"
"Por que…" –
Estuve a punto de contarle la verdad, más no me atreví. Sabía que muchas probabilidades habían de que Esme podría ir en busca de Bella y soltarle que, por las amenazas de Heidi, me había alejado de su lado…y, si tenía suerte, y Bella aún me amaba, probablemente comprendería todo, me perdonaría y… y de ahí ¿Qué?
Nosotros no íbamos a impedir que Heidi le dijera la verdad a Renne, y era eso lo que me aterraba. Desgraciadamente, yo no era Hércules para salvar a mi familia del dolor que mi egocéntrico amor les iba a causar. Lo podía ver claramente: mi hermana y mi madre desempleadas, Carlisle angustiado consiguiendo otro empleo que se ajustara a los horarios de la carpintería, mis hermanos pequeños limitados en sus gastos… y Bella… ¿Qué podríamos hacer nosotros ante su madre? ¿Huir? ¿Dejar todo atrás? ¿Podría yo dejar a mi familia desamparada y sin mi ayuda?... y si así fuera, ¿Qué íbamos a hacer Bella y yo solos, sin profesión, sin dinero, sin hogar, sin nada más que nuestro amor?
¿Les digo algo que las personas piensan y es una completa mentira? El amor no basta para vivir. El amor no te llena el estomago cuando tienes hambre y, el amor no era suficiente en ese momento para nosotros dos… Yo no estaba dispuesto a obligarla a sufrir a mi lado, no cuando ella tenía todo ante sus pies. Mi egoísmo no llegaba a tanto… Definitivamente, Heidi mi había enfrascado en un bote de cristal, el cual, si me atrevía a romper, los pedazos de vidrio se incrustarían profundamente en las personas que amaba.
Simplemente, no podía decir la verdad…
"Por que ella no es para mi" – solté. No. Ella no era para mí, después de todo, no le estaba diciendo a mi madre una mentira – "además, por si no lo sabes, ya tengo otra pareja"
"Si, lo sé" – admitió, hablando con voz suave – "pero a mi no me engañas, a esa mujer no la amas… no es mejor que todas tus aventurillas que tuviste antes de conocer a la señorita Isabella"
"Mamá, no insistas…"
"Insisto por que no soporto verte así" – interrumpió – "aún con esa máscara cubriéndote el rostro, se puede apreciar la inmensa tristeza que hay en tus pupilas"
Bajé la mirada, apenado de que mi madre fuera quien tuviera que soportar, junto conmigo, esa amargura.
"No te preocupes" – murmuré – "estaré bien, lo prometo"
"Sabes que mientes" – contradijo, amorosamente, mientras se ponía de pie y depositaba un beso sobre mi frente – "no intentes engañarte, es claro que no puedes vivir sin ella" – dijo y, después, se marchó.
Me quedé solo, hundido en la pequeña cocina, ausente de la servidumbre que entraba y salía por ella. (La fiesta había sido demasiado grande que, tal parecía, la señora había contratado un equipo especial para el banquete). El repentino silencio, que inundó la sala, llamó mi atención, logrando que me pusiera de pie y caminara hacia donde toda la gente había dejado de bailar y había puesto sus ojos en la pareja que se encontraba arriba, parada sobre una de las partes más altas de las escaleras y con las manos en alianza
"Isabella" – comenzó a decir él, en voz alta, para que todos le escucháramos – "Sabes que desde hace muchos años que anhelo ser correspondido por tu cariño y, he escogido esta noche para hacerte una gran muestra del amor que te tengo, confesándotelo frente a todo este publico y pidiendo tu consentimiento para llamarte Mi Prometida, ¿Aceptarías mi humilde petición?"
Estuve a punto de gritar… solo a punto. La voz se me ahogó cuando ella, bajando la mirada, un segundo después de dirigirla en mi dirección, susurró
"Si, acepto" –
El bullicio se levanto, una oleada de fuertes aplausos, múltiples felicitaciones e incesantes cuchicheos rellenó la estancia que, de un momento a otro, me parecía muy, muy reducida… apenas y fui conciente de las demás figuras que se aproximaban a la pareja para darles una muestra de afecto… solamente pude ver con claridad una escena:
En la cual Mike la tomó entre sus brazos y la besó en los labios.
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CAP 26.DECEPCIÓN
EDWARD POV
Tras recuperarme de la terrible y dolorosa impresión, logré despegar mi mirada de ellos… sentía como la sangre hervía de manera incandescente mientras se paseaba por cada una de mis venas. Una mujer, a la cual no le tomé mucha importancia, me observó durante varios segundos, obligándome a girar mi rostro para deshacerme de su sinuosidad. Fue ahí, cuando vi mi reflejo en el cristal que había como adorno a un costado de la sala.
Mi expresión no denotaba un sentimiento claro, más bien, era una mezcla perfecta entre el odio, el rencor, el resentimiento, el dolor, el amor, la frustración, la perdida, el desengaño, el desconsuelo, la aflicción… tenía mis manos empuñadas y colocadas sobre mis muslos…
¡Maldito masoquismo!...
¡¿Por qué rayos no dejaba de verla? ¡¿Por qué, maldita sea, no me salía de aquel lugar?...
Era claro que no tenía sentido de supervivencia… No. Definitivamente, no lo tenía. Aquel escenario me estaba aniquilado de manera cruel y no hacía nada para alejarme… ¡Al contrario!, mis pupilas la seguían a cada paso que ella daba, cada pequeño movimiento efectuado por su cuerpo, había sido captado por mi retina… y lo peor de todo fue que aprecié perfectamente cada roce que ese imbecil se atrevió darle a su piel…
– "¿Lo ves, amor?" – Preguntó Heidi, hablando detrás de mi, con sus labios muy pegados a mi oído – "Sufres sin que ella se lo merezca… ¡Mírala! Al fin de cuentas, parece que la decepción solamente le duró unos cuantos meses…"
Por primera vez, me quedé en silencio por que quise, y no por que me vi obligado… Heidi se fue, dejándome, de nuevo, solo.
Era demasiado estupido de mi parte el sentirme traicionado por Bella… ¿Acaso no había sido yo quien primeramente había terminado la relación? ¿No había sido yo quien, a causa de mi cobardía, había decidido perderla? ¡¿Qué esperaba? ¿Esperaba acaso que Bella se quedara sentada llorando por mí, durante años, hasta que yo pudiera tener algo más seguro que ofrecerle para nuestro futuro? ¡Era obvio que ella encontraría a alguien!...
Lo peor de todo era que, aunque sabía que ella se merecía lo mejor, no era capaz de desearle la felicidad… No. Ella no podía ser feliz con otra persona que no fuera yo. Ella era mía… ella era solamente mía…
Al final, el dolor fue tan desesperante que incliné mi cabeza hacia abajo…
Pocos minutos después, una música nueva comenzó a hacerse escuchar. Levanté la mirada y, como era de esperarse, lo primero que busqué fue la imagen de Bella. ¿Fue mi imaginación o ella también estaba viéndome? No lo sé. Quizás se debió simplemente a un engaño de mi desesperanzada mente.
Las luces se apagaron, para dar más ambiente a la música que cambió otra vez, volviéndose aún más lenta: Era un vals.
Aún en la oscuridad, fui capaz de ver que Bella se incorporaba a la danza. Mis pies se movieron por puro instinto, motivados por la pequeña e insulsa esperaza de pensar que ella seguía amándome y toda esa farsa se debía a un ocasional despecho, el cual yo le haría confesar...
Caminé, hasta que yo también fui parte de aquel grupo de personas danzantes. Había visto ese baile en varias ocasiones y tenía una idea de qué pasos llevar a cabo… también sabía que los cambios de parejas eran parte principal de la coreografía, así que, si mis cálculos no fallaban, dentro de poco la tendría entre mis brazos y, cuando ese momento llegara…
¿Qué iba a hacer?
No tuve tiempo de contestar mi pregunta. Bella llegó rápidamente a mí. Lo hubiera sabido con exactitud aún si hubiera estado ciego y sordo… solamente su cuerpo ejercía aquella placentera descarga eléctrica al chocar contra el mío.
– "Edward" – susurró, casi al instante de que una de mis manos capturaran su cintura y la otra, su mano derecha
Pude sentir su mudo desprecio aún en aquella penumbra, la cual era mi mejor aliada en esos momentos. El cambio de parejas había llegado otra vez. Ella no tardó en mover sus pies para alejarse de mí, más yo no se lo permití. Moví mis manos y mis pies de manera tramposa para jugar con mi nueva pareja y pasarla de largo hacia el joven de al lado…
"¡Suéltame!" – musitó, cuando mis manos volvieron a apretar su cintura – "¿Qué es lo que quieres, Cullen?"
"Felicitarte" – contesté, con la misma voz amarga que ella estaba empleando – "por tu compromiso" – sentí como su cuerpo se tensaba aún más
"Gracias" – contestó, con acritud
"Me alegra que hayas encontrado a alguien que te quiera" – mentí… aún no sabía por qué aquella actitud mía tan infantil – "Espero… que todo salga bien"
"Ten por seguro que así será" – dijo ella.
Otro cambió de pareja se avecinaba…
"¿Por qué no me sueltas?" – preguntó, al ver que había hecho lo mismo que la vez pasada
"Quiero bailar contigo un poco más"
"Si quieres bailar, ¿por qué no vas y se lo pides a tu novia?" –
"Dije: quiero bailar contigo" – aclaré – "espero no te moleste"
"Pues si me molesta... y mucho" – escupió – "no te quiero cerca"
"¿Por qué?" – quise saber, justamente en el momento en que la coreografía pedía un deslizamiento de la mujer sobre el aire… que regocijante fue el tener su cintura entre mis dos manos – "¿Acaso te pongo nerviosa?"
Bella no contestó. Su silencio levantó una oleada de ferviente dolor entre nosotros. Otra vez, hice lo mismo para quedar juntos, ante el cambio de pareja, pero ella ya no protestó.
"Bella" – llamé, mientras apretaba su espalda con mi mano para tener más cerca de mí su cuerpo – "¿Por qué aceptaste a estar con él, si no lo amas?"
"¿Quién te ha dicho que no lo amo?" – retó, hablando también con un pequeño susurro
"Tú" – me limité a responder – "no es necesario que no lo digas… lo puedo sentir"
"En todo caso, es mi problema, ¿no crees?" – discutió – "¿A ti que más te da el que yo este con alguien más si, después de todo, tú ya estas con Heidi?"
Tenía razón… en su mundo, en lo que le había hecho creer durante meses, Bella tenía razón. ¿Qué podía decir yo a mi favor? ¿Acaso no había dicho tenía poco que no estaba dispuesto a condenarla a un futuro incierto a mi lado?... pero, si me arriesgaba a dejarla ir… ¿Alcanzarían tres años para no perderla o serían los suficientes para yo mismo arrebatarla de mi lado?
"No puedes estar con él" – susurré – "Dime egoísta, dime vanidoso, dime como tú quieras pero no puedes estar con él… yo…"
"Tú no tienes vergüenza" – interrumpió, de manera tajante – "durante todos estos meses te has presentado, de la manera más descarada posible, en mis narices con ella" – Otra vez, impedí que mi pareja fuera otra. Necesitaba escucharla, aunque sus labios solo emitieran acusaciones, era necesario, para mí, el deleitarme con su voz – "¿Y ahora vienes a decirme que yo no puedo comprometerme con Mike? ¿Con qué derecho?"
"Entonces… estoy en lo correcto" – aventuré – "Haces todo esto por despecho"
Bella soltó una pequeña y seca carcajada, completamente decadente de humor
"No" – dijo con voz firme – "Hago esto por que al fin logré olvidarte… por que al fin puedo decir que ya no te amo"
Aquellas palabras me llegaron como un impetuoso golpe dado directamente a mi estomago, provocando que me desconcentrara y no pudiera retener a Bella más tiempo a mi lado… el baile terminó casi al instante después de que mis manos se acomodaron, de manera desorientada, sobre la cintura de mi nueva pareja.
Durante toda la noche, ya no fui capaz de moverme… el corazón se me contraía cada vez que recordaba sus palabras.
¿Podría ser cierto que Bella ya no me amara?...
JASPER POV
"¡Alice!" – exclamé en cuanto la vi descender del autobús. Qué maravilloso era el encontrarme con su sonrisa blanca y brillante, que deslumbraba aún entre la penumbra de la noche.
"¡Jazz!" – gritó también ella, mientras se aventaba a mis brazos. El impacto me desequilibró un poco. Si bien su delineado y pequeño cuerpo no era muy pesado, su fuerza (ayudad por el peso de su mochila) era demasiado brutal – "me alegro de verte" – confesó, mientras se plantaba frente a mí.
Se preguntaran, ¿Y ahora qué pasa?...
Pues bien. Habían pasado ya varios meses desde que le había pedido a Alice una oportunidad para ser amigos… y ahora, ya lo éramos.
Debo admitir que no era lo yo esperaba (ya que yo buscaba un tipo de relación más amorosa que la que sosteníamos), pero no me podía quejar, me la pasaba terriblemente bien en su compañía. Siempre solíamos vernos los fines de semana y, cuando podía, la iba a traer a su escuela.
Era increíble la confianza que entre nosotros dos había nacido…
"¿Cómo te fue en la escuela?" – me preguntó, al ver que aún llevaba puesto el uniforme de la universidad privada a la que había ingresado.
Mi horario de escuela solía desarrollarse totalmente durante la mañana, pero ese día Alice y yo habíamos quedado de vernos en la tarde, casi entrando la noche, aprovechando de que iba a tener sus últimas horas libres… así que había decidido ahorrarme el disgusto de ir innecesariamente a mi casa, en la cual, sabía yo, encontraría solamente a un par de padres discutiendo.
"Bien" – contesté – "aunque he de admitir que aquellas personas recatadas ya me aburren un poco" – agregué, con una sonrisa – "también sería mucho mejor si, en lugar de aquel exuberante puesto de comida chatarra internacional, pusieran un puesto de tacos"
Alice rió fuertemente y yo hice exactamente lo mismo.
Ahh… que bien era el no tener que fingir modales exagerados de educación.
"¿Y qué vamos a hacer hoy?" –
"Te quería pedir un enorme favor" – contesté, perdiendo instantáneamente el humor. Alice esperó en silencio y pude leer el temor que le daba mi nueva expresión – "Necesito que me acompañes a un baile que habrá por parte de la universidad"
"¡¿Qué?" – soltó. Tal y como imaginaba, iba a ser realmente difícil el lograr convencerla – "¡¿Estas loco? ¡¿A un baile?"
"Te prometo que no tardaremos mucho, es obligatorio que asista y no encuentro mejor compañera que tú"
"No" – dijo, de manera rotunda
"Alice, por favor" – comencé a rogar – "Eres mi amiga, ¿no?"
"Eso es chantaje" – acusó – "Sabes que soy tu amiga pero…" – la miré de manera suplicante, un gesto que había aprendido, a través de los años, por Rose. Solamente esperaba a que diera resultado con ella – "Jazz… eso no es jugar limpio…"
"Por favor" – repetí, con voz suave, acercándome un poco más…
En realidad, tal vez el acercamiento fue mucho… lo supe hasta que, aquellos sentimientos de amor, estrictamente guardados en mi pecho, afloraron al sentir su dulce aliento en mis mejillas, provocando que una calida sensación, nacida en mi estomago, se esparciera por todo mi cuerpo, hasta llegar a la punta de cada dedo de mis extremidades.
¿Qué era lo que había estado pidiendo segundos antes?
Ciertamente, a pesar de que nuestra relación había cambiado del odio a la amistad, aún no me atrevía a confesarle a Alice lo que, en realidad, sentía por ella… el miedo de perderla, fuera de desvanecerse, se incrementaba con el tiempo.
Amigos…
¿Era un hipócrita al llamarle a nuestra relación de esa manera cuando mis labios ansiaban tan desesperadamente los suyos?
He de admitir que mi autocontrol había mejorado de una manera casi imposible… aún me costaba creer que, durante todo ese tiempo, me había logrado resistir a besarla. Sin embargo, en ese momento, el autocontrol estaba a punto de quedar en el olvido… simplemente, ya no podía resistir más aquella tortura… necesitaba…
"¡Auch!" –
Aquella ruidosa queja nos hizo separarnos de un salto. Un poco irritado por la interrupción, giré mi rostro para ver de quién se trataba y, al instante, tuve a mis pies a una figura femenina.
"Señorita, ¿Se encuentra usted bien?" – pregunté, mientras me inclinaba para poder ayudarla.
"S… si. Muchas gracias" – contestó mientras se retiraba el lustroso cabello de su rostro y…
… Qué belleza de mujer
"¿Te puedo ayudar en algo…?"
"No. No te preocupes, estoy bien" –
"¿Segura? ¿No te encuentras lastimada…?"
"No" – interrumpió, con una amable sonrisa dibujada en sus carnosos labios – "Muchas gracias"
"Mi nombre es Jasper… Jasper Hale" – informé, mientras tendía mi mano
"Mi nombre es María Fonseca"
"¿Fonseca?" – repetí, asombrado – "¿Tu padre es…?"
"Es socio de la empresa Hale" – completó. Sonreí abiertamente
"No sabía que el Licenciado Fonseca tuviera una hija tan hermosa" – comenté, logrando que un sonrojo se asomara a su bronceada piel.
"Me encontraba estudiando en el extranjero" – explicó – "y cuando era pequeña no solía salir mucho"
"¿Y ahora vienes sola…?"
"No. Vengo con mi madre y…el chofer – ignoré el desden con el cual pronunció las ultimas dos palabras – "¿Y tú?"
Fue hasta ese entonces que recordé que Alice estaba a mi lado… giré mi rostro para verla, tenía su cabeza inclinada hacia abajo, su aspecto daba a entender que trataba por ignorar nuestra conversación…
"Vengo con una amiga" – dije y, de repente, la palabra amiga ya no dolía tanto al salir de mis labios.
Un señor de edad ya madura y con uniforme se acercó hacia nosotros
"Señorita María, ya es hora de irnos" – informó y María le dedicó una mirada envenenada
"Me tengo que ir" – informó y, extrañamente, me sentí mal de que aquel encuentro hubiese sido tan rápido
"¿Te parecería atrevido si te pido tu numero?" – solté… ¿Por qué con Alice se me dificultaba tanto ese tipo de peticiones? – "Me gustaría poder platicar contigo otro día, con más calma" - agregué
"Por supuesto" – accedió ella, con una sonrisa – "Nos vemos pronto, Jasper" – dijo, tras darme su numero, a modo de despedida.
Me quedé embobado viendo como se retiraba, con aquel elegante y sensual movimiento acentuando a sus caderas…
¡Wow!... ¡Que mujer!...
Tenía ya tanto tiempo que no me interesaba nadie más que Alice, pero María era todo lo que, en un momento, llegué a desear: era exuberantemente hermosa, delicada, refinada, rica y, me imaginaba yo, inteligente…
Volví mi cuerpo para encarar a Alice, quien aún estaba sentada.
"¿Te pasa algo?" – pregunté, al ver su expresión un tanto extraña
Ella se apresuró a negar y, levantando la mirada a la altura de la mía, me sonrió, aunque el gesto no me convenció mucho que digamos.
"Te gustó ¿verdad?" – inquirió, aún con la sonrisa estirando sus labios.
Su expresión lastimó un poco ya que, con ella, me confirmó lo que tanta duda me causaba: para ella solamente seguía y seguiría siendo un amigo… y nada más.
"Si" – contesté… en parte diciendo la verdad, en parte, tratando de disfrazar mi atormentada decepción.
Publicado por anita cullen en 21:35 0 comentarios
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