Cap 7.-TENTANDO A LA SUERTE
BELLA POV
"¡No lo puedo creer!" – exclamó Jessica con ofensiva incredibilidad – "¡Pudiste hacer la tarea!"
"Edward me ayudó" – admití mientras recordaba la noche pasada. Sonreí sin pensarlo ante las imágenes que vinieron a mi mente…
"Edward, necesito que me ayudes" – le había dicho en la tarde. Si quería ser completamente sincera conmigo misma, debía admitir que independientemente de la tarea, quería estar con él…
"¿En qué le puedo ayudar?" – había preguntado él con su típico comportamiento formal mientras se ponía de pie
"¿Tu sabes sobre matemáticas… verdad?" – él había asentido mientras yo le ponía sobre la mesa la serie de ejercicios que tenía por tarea. Él alzo una ceja, mirándome incrédulo mientras yo ponía mi mejor cara de arrogancia
"Los necesito para mañana" – informé mientras me disponía a salir de la cocina.
"Espera" – llamó mientras me tomaba del brazo y me traía de vuelta – "¿Pretendes que YO te haga la tarea?" – inquirió frunciéndome el ceño. Yo sonreí, era tan divertido verlo irritado…
"Cullen, debes decidirte" – recomendé mientras le miraba a los ojos – "una de dos: o me vas a tutear… o me vas a hablar de usted" – él bajó la mirada
"Lo siento, señorita" – trabé los ojos. ¿Acaso no entendía que me gustaba, me encantaba, que me llamara por mi nombre? La suavidad y dulzura de su voz al pronunciar mi nombre era algo que quería escuchar todo el tiempo
"No hay problema" – dije. Volvió a mirarme
"Pero yo no le voy a hacer la tarea" – discutió con voz firme – "es su responsabilidad, no la mía" – había sonreído en mi fuero interno. Esas eran las palabras que quería escuchar.
"Entonces… tendrás que explicarme cómo se resuelve esto" – traté de que mi voz sonara aburrida, pero dudo mucho que lo haya conseguido – "no tengo ni la menor idea…"
"En eso si puedo ayudarla" – acordó mientras tomaba entre sus manos mi libreta de pasta dura. La vio por unos cuantos segundos mientras alzaba sus cejas – "¿No puede resolver unas simples fracciones?" – preguntó con voz burlona y ofensiva… entrecerré mis ojos para verlo con furia
"No" – admití muy a pesar y una sonora carcajada salió de sus cuerdas vocales
"Estas a punto de terminar la preparatoria… y no sabes resolver algo tan simple que hasta un niño de primaria podría hacer" – seguía riéndose. Aquello era humillante. Ahora el chofer se burlaba de la patrona… le arranqué mi cuaderno de las manos y mi mirada asesina se agudizo
"Te vine a pedir ayuda… no a que te burles" – recalqué. Las carcajadas cesaron pero la sonrisa y la mirada burlona seguían presentes. Sus ojos verdes tenían un aspecto divino con aquel brillo divertido. Fijé mi vista en la mesa con tal de no perder concentración
"Lo siento, Bella" – se disculpó – "Claro que te ayudare"…
Habíamos pasado toda la tarde en la mesa de la cocina. Mamá había salido a una reunión con sus amigas de sociedad y papá se había ido otra vez de viaje, pero me sentí feliz a su lado (pese que a la mayoría del tiempo se había pasado riendo por mi poca habilidad para las cuentas)
"¡Ay bella que suerte tienes!" – la sonora exclamación de Jessica interrumpió mis recuerdos – "Tienes a un chofer que además de ser sorprendentemente guapo y amable, es inteligente" – mi amiga emitió un profundo suspiró.
"¿Alguien menciono al chofer de Isabella?" – preguntó una estridente voz, la cual sabía pertenecía a Irina.
"¡Si!" – chilló Jessica mientras yo ponía los ojos en blanco – "¡¿Verdad que es guapísimo?"
"¿¡Guapo?" – inquirió Irina con voz emocionada – "¡Por favor! ¡Ese hombre es mucho más que eso!" – apreté la pluma con más fuerza. Idiotas. Pensé y al momento mi imaginación voló hacia algo un poco sádico: Irina y Jessica estampadas en la pared, y yo riendo frente a ellas mientras les aplastaba sus cráneos…
"Bella" – llamó Irina. – "¿Por qué no llevas a Eddy contigo hoy a mi fiesta?" – ofreció
"No puedo llevar al chofer como compañero de un baile" – recordé siseado
"¡¿Por qué no?" – inquirió Jess – "si te da vergüenza, yo lo puedo invitar"
"¡No!" – exclamé furiosa sin que lo pudiera evitar. Las dos chicas me miraron con los ojos dilatados de la impresión – "Jess, ¿Cómo se te ocurre querer invitar a ese?" – pregunté con veneno en la voz
"Ese es todo un hombre" – repuso Irina – "yo no dudaría dos veces en llevármelo a la cama… sería mi mejor regalo de cumpleaños" – las dos chicas rieron escandalosamente mientras en mi mente yo les gritaba solo una palabra: ¡ZORRAS! Sonreí a mi pesar para poder disimular la enorme furia que sentía
"¿Entonces que dices, Bella?" – insistió Jess – "¿Lo llevas tu o nosotras vamos por él a tu casa?"
"No es necesario" – dije – "Llevare a Edward al maldito baile"…
EDWARD POV
"Hola, Eddy" – saludó una chica al verme bajar de la camioneta. Lo miré extrañado, no recordaba haberla visto jamás y ella hasta sabía mi nombre. Aún así, la chica era guapa…
"Hola" – saludé sonriendo con cautela – "¿Nos conocemos?"
"Desgraciadamente no" – respondió la chica – "Pero podemos empezar desde hoy, ¿No crees?" – no pude evitar sonreír de lado.
"Claro" – respondí. Sentía algo demasiado fuerte por Bella, pero el placer por los cuerpos femeninos era algo que no podía controlar mucho aún. – "Podrías empezar por decirme tu nombre"
"Irina" – contestó – "Te vi en la fiesta de Isabella" – el solo hecho de escuchar su nombre me hacía sentir una sensación calida en el estomago
"¿La conoces?" – la respuesta era obvia, pero era una necesidad hablar de ella…
"Claro" – respondió sin darse cuenta de mis nuevas intenciones – "Vamos en las mismas clases" – Perfecto, pensé.
"Y… ¿Dónde esta ella ahora? Se supone que salen entonces a la misma hora"
"Esta con Jasper" – la respuesta hizo que mi sonrisa desapareciera al mismo momento en que mis ojos flamearan
"¿Jasper?" – pregunté
"Si" – afirmó – "Es su prometido, supongo que ya lo sabes" – asentí con la quijada tensa. Claro que lo sabía, pero era fácil olvidarse de eso cuando tienes a Bella todo el día junto a ti.
"¿Estudia él acá o…?"
"No. Vino por Rose y me imaginó que aprovecho para ver a Isabella" – la chica sonreía y yo me quemaba por dentro – "mira" – señaló – "ahí vienen" – y era cierto. Ella venía con él… sus ojos color chocolate se clavaron en mí pero yo giré mi rostro, evitándolos
"¡Edward!" – exclamó Jessica. – "Ya veo que no pierdes tiempo, Irina… seguramente ya lo invitaste para la fiesta de hoy"
"¿Fiesta?" – pregunté
"Hoy es mi cumpleaños" – informó Irina – "Y habrá una fiesta con ese motivo en mi casa… te espero ahí" – le correspondí la sonrisa insinuadora que me había regalado ¿Qué más daba esforzarse el ser fiel si ella estaba con él?
"Seguro" – respondí y no me alejé cuando la chica se me acercó más de lo debido
"Edward ¿Qué esperas? Ya nos tenemos que ir" – dijo Bella mientras me jalaba de la manga de la camisa
"¡Nos vemos, Eddy!" – dijeron animosamente las dos chicas. Yo sonreí exagerando la picardía (aunque detestaba que me llamaran así)
"¿Podrías quitar tu cara de estupido?" – pidió Bella. La miré por el retrovisor
"¿Se puede saber qué le paso a la señorita que esta tan enojada?" – inquirí de manera formal
"No tengo por que darte explicaciones" –
"¿Se peleó con su novio?"
"¡Jasper no…!"… ¿Jasper no qué? – "Jasper y yo no peleamos" – dijo al fin. Mis manos se apretaron contra el volante. Decidí ya no discutir ¿Quién era yo más que un simple chofer?
"Te cambias" – ordenó en cuanto llegamos a la mansión – "iremos a la fiesta a las ocho de la noche" – asentí. Bella caminó hasta llegar a la puerta de la sala y dio media vuelta para verme – "¿Tienes ropa decente para que te pongas?"
"Toda ropa es decente, señorita" – respondí con la quijada alzada y voz afilada – "La marca es solo un lujo que ustedes se dan mientras otros mueren de hambre" – recordé. Su rostro se descompuso por un leve segundo, casi imperceptible, antes de retirarse.
Cuando entré en la cocina mamá me sirvió algo de comer y después se sentó frente a mí
"¿Pasa algo?" – pregunté al ver sus ojos llenos de tristeza. Ella negó con la cabeza pero a mí no me engañó e insistí hasta que me contó la razón de su pesadumbre
"Me lo hubieras dicho desde antes" – dije mientras le tomaba de la mano
"No, Edward" – dijo mi mamá con voz entrecortada – "Ya haces bastante con darnos lo de tu beca…"
"Y nada" – interrumpí mientras me paraba de la silla y me retiraba hacia mi recamara. Debajo de mi ropa había un pequeño paquete de billetes enrollados en donde tenía un poco de mis ahorros (el salario de los Swan era demasiado bueno). Regresé a la cocina en donde seguía mi madre y le tomé las manos para darle el dinero
"¡No, Edward!" – exclamó mi madre con lagrimas en los ojos – "¡No es justo, hijo!"
"Lo que no es justo es que no me digan lo que pasa" – discutí – "No quiero que se vuelva a repetir" – ordené de manera tierna mientras tomaba las manos de mi madre entre las mías – "a mis hermanos y a ustedes no les va a hacer falta absolutamente nada mientras este yo" – prometí
"En cuanto me paguen, te lo repondré" – negué con la cabeza – "gracias, hijo"
"¿Gracias de qué?" – pregunté – "Mañana es tu descanso, aprovecha para ir y comprarle el uniforme y los libros a mis hermanos"
Cuando el reloj marcó las ocho de la noche yo ya estaba esperando a Bella para llevarla al baile. Llevaba puesto el uniforme, realmente, esa era la ropa más nueva que tenía. Bella bajó y, como siempre, lucía hermosa. Me miró por largo rato, mientras, yo me sentí cohibido, pero traté de no demostrarlo
"¿El uniforme?" – preguntó levantando una de sus cejas
"No tengo nada mejor" – respondí sinceramente. Jamás me había avergonzado de no tener el dinero suficiente como para tener más de tres pantalones y cuatro camisas ¿Por qué habría de hacerlo ahora?
"Acompáñame" – pidió mientras me tomaba de la mano y me llevaba escaleras arriba. Entramos a una extensa habitación y yo me apresuré a encender la luz para no estar en la penumbra con ella.
Bella revoloteó en la habitación y se detuvo en un enorme clóset de caoba fina que. En sus manos sostenía una camisa color gris perla y en la otra un pantalón de vestir color negro. Lo mire incrédulo
"¿Qué te parece?" – preguntó enseñándome las prendas
"Excelente para cualquier otra persona menos yo" – respondí
"Edward, no te pongas difícil y pruébatelos" – dijo Bella mientras me aventaba la ropa - "Date prisa, no tengo tiempo para andar discutiendo contigo" – empuñé mis manos por el coraje, pero después se me ocurrió algo mucho mejor. Si Bella quería rapidez, rapidez le iba a brindar.
"Esta bien, señorita" – dije mientras llevaba mis manos hacia mi camisa y la empezaba a desabotonar. Los ojos de la muchacha se abrieron como platos en el momento en que arrojé la prenda hacia el suelo.
"¡Cullen!" – exclamó – "¿Qué diablos estas haciendo?"
"Obedecer sus ordenes" – respondí quitándome el cinturón – "¿Acaso no pidió que me diera prisa?"
"¡Estas loco!" – gritó con un susurró mientras caminaba hacia mi – "¡Eres un depravado! ¡Un enfermo!" – me controlé para no sonreír. Era tan divertido verla así de sonrojada y enojada a la vez. Moví mis manos para desabrochar el botón de mi pantalón mientras disfrutaba de su incomodidad
"¡Edward Cullen, ni te atrevas!" – sus manos me empujaron lo suficiente como para que mi espalda pegara a la pared y apagara la luz. Tal parecía había tropezado con mi camisa en el suelo. El cuarto quedó en penumbras y sus manos se sentían frías sobre mi pecho desnudo.
Tragué saliva con dificultad. Esto no estaba en mis planes. Mis manos, automáticamente, se apretaron en su cintura. Me estremecí cuando sus manos se movieron por mi pecho, dirigiéndose hacia mi estomago. No pude contenerme, tenía que calmar el repentino fuego que había nacido, y la besé. Sus brazos se enrollaron en mi cuello ¿Por qué hacia eso? ¿Por qué no paraba si sabía que estaba comprometida? ¿Por qué correspondía de esa manera si yo era el chofer? Su cuerpo se apretó contra el mío, en la espalda sentía la fría pared y enfrente sentía el más placido calor.
Mis manos se deslizaron hacia sus piernas y las descubrieron de la seda que las cubría. Después, la cargué de tal manera que tenía sus piernas quedaran enrolladas en mi cintura, cambie nuestras posiciones y ahora ella es la que estaba pegada hacia la pared. Bella jadeó entrecortadamente sin despegar sus labios de los míos cuando empujé levemente mi cadera hacia ella… no podía controlarme, la deseaba, aunque sabía que era prohibida, la quería para mí.
"Edward…" – susurró cuando mis labios besaban su cuello – "Edward… para" – sin embargo sus piernas apretaron más mi cintura, haciéndome difícil el hacerle caso. De repente, la luz se encendió
"¡¿Edward?... ¡¿Señorita Bella?" – exclamó mi hermana viéndome con los ojos saltones. Solté a Bella con cuidado para que no cayera mientras buscaba una buena excusa para explicar a mi hermana la ausencia de mi camisa, el pantalón desabrochado, el vestido de Bella arremangado hasta el inicio de sus piernas, la posición en la que nos había encontrado…
Sabía que no existían ni una.
"Alice…" – comenzamos a decir Bella y yo al mismo tiempo con las respiraciones aún agitadas. Mi hermana seguía con sus labios abiertos por la impresión
"Está bien" – dijo la pequeña en cuanto se recobró – "Yo no he visto nada" – pero la mirada que me dedicó antes de cerrar la puerta y dejarnos otra vez solos, no fue nada alentadora. Me giré para encarar a Bella.
Estuvimos largo rato en silencio que fue roto por ella
"Ponte esa ropa" – ordenó antes de salir rápidamente de aquella habitación. No tuve cara para no obedecerle. Afortunadamente, las prendas que usaba el señor Swan hace varios años me quedaban a mi medida…
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Cap.8.-INVIRTIENDO PAPELES
EDWARD POV
Bajé las escaleras mirando hacia todos lados. La conciencia me remordía, ¿Cómo tenerla limpia si mi hermana me había visto besando a la hija de la patrona? Una luz llegó a mi mente en ese momento… miré el caro y ostentoso reloj de pared que se encontraba en la sala. Eran las siete y media de la noche ¿Qué hacia Alice a esas horas en la casa? Se suponía que debería de estar en clases…
Unos pasos detrás de mi provocaron que girara para ver de quien se trataba. Era mi hermana, que, por cierto, llevaba un vestido el cual usaba solo en las pocas ocasiones que ella llamaba "especiales". Había sido un regalo por parte de papá el día de sus quince años. No fui capaz de mirarle a los ojos, sabía que estos podían ser peores que miles de palabras fluidas de sus labios
"La señorita Bella me pidió que la acompañara a la fiesta" – dijo respondiendo mi pregunta mental.¡Auch! su vocecilla era demasiado denunciante como para pasarla desapercibida
"Ahh…" - ¿Qué más podía decir? Mi hermana caminó hasta situarse a pocos pasos de mí, sus dedos agarraron un poco de tela de la camisa prestada que llevaba puesta y suspiró
"Eso ya es pasarse, Edward" – dijo con voz afilada. Me armé de valor para poder ver sus ojos. Sus pupilas eran frías, demasiado acusadoras como para poder soportarlas – "¿Sabes que si la señora se llega a enterar, nos despediría a todos, verdad? – cerré los ojos en un gesto de dolor ya que mi hermana tenía razón, mucha razón. Era demasiado lo que arriesgaba por Bella, lo preocupante aquí es que a mi parte egoísta no le importaba – "Edward… no nos podemos dar el lujo de quedarnos sin trabajo…"
"Lo se" – interrumpí con voz ronca
"¿Entonces por qué tienes que emplear tu jueguito de seductor justamente con ella, habiendo tantas por ahí?" – la misma pregunta me hago a cada minuto, Alice.
"Lo siento" – fue lo único que podía decirle
"No lo sientas, Edward" – repuso – "imagínate que no hubiera sido yo quien los encontró"
Y lo imaginé. Pero mi temor en ese momento no fue el quedarme sin trabajo, si no, quedarme sin ella. Aunque estaba claro que Bella no me miraba de la misma manera, al menos podía estar a su lado, y eso, para mí, ya era suficiente. Pasaría la vida eterna como su chofer solo para mirar todos los días a sus ojos color chocolate
"Edward, te lo pido por mamá, por papá y por nuestros hermanos, NO te le acerques más a la señorita" – mis ojos se clavaron de nuevo en los de ella. No me gustaba hacer promesas que sabía yo, no iba a cumplir
"La amo" – confesé al fin ya que en ese momento no podía darme el lujo de no ser sincero. Mi hermana abrió sus negros ojos más de lo normal, al momento en que su boquita se abría en una pequeña "O"
"¿Qué dices?" – preguntó frunciendo su ceño
"Lo que escuchaste, Alice" – contesté susurrando y evadiendo su mirada – "esto para mi no es ningún juego…"
"¡Es la hija de la patrona!" – recordó
"¡Lo sé!" – dije – "Pero no pude controlarlo…"
"Pues empieza desde ahora" – recomendó – "¡Si es necesario renuncia!... encontraras otro traba…"
"No puedo hacer eso, Alice" – dije mientras me dejaba caer sobre el sofá y ponía mi cabeza entre mis manos – "Lo he pensado tantas veces y… no puedo" – mi hermana se quedó varios segundos en silencio, sin decir nada, hasta que sentí su mano posada en mi hombro
"Edward…" – su voz ahora era tranquila, conciliadora. Seguramente había visto el dolor en mi rostro y eso la había hecho compadecerse de mi situación – "¡Vaya!" – exclamó con un suspiró – "siempre dije que cuando te fueras a enamorar las cosas no iban a resultarte fáciles pero… ni de loca pensé que tuvieran tal magnitud" – reímos sin felicidad
"Créeme que yo tampoco lo imaginé"
"Disculpa por alterarme…" – comenzó a decir mi hermana
"No" – interrumpí rápidamente – "Tienes todo el derecho de decirme lo que quieras… soy tonto, y no he pensado en ustedes, en lo mal que la pasaríamos todos si por esto nos llegaran a despedir"
"¿Tu y ella…?"
"No" – me apresuré a contestar – "Ella y yo no somos nada… más que ella la hija de la señora y yo el chofer… es patético ¿No crees? Arriesgar todo por algo que jamás podrá ser"
"Si en verdad la quieres" – dijo – "tendrás que luchar por ella"
"¿Luchar?... ¿Contra qué?" – pregunté más para mí que para ella – "aquí no hay ninguna batalla, no hay ninguna posibilidad"
"Bueno… por lo que vi ella también siente algo por ti" – animó. Volví a sonreír tristemente
"Por experiencia se que el deseo no recorre el mismo camino del amor" –
"Pero Bella…"
"Ella no siente nada por mi" – atajé – "bueno… esperemos encuentre rápidamente un poco de coherencia en mi mente para hacer lo correcto" – dije sonriendo – "Ahora dime ¿cómo es que Bella te ha invitado a la fiesta?" – pregunté para cambiar el tema
"Me dijo que quería llevar alguna compañía que no se la pasara viéndote y admirando lo atractivo que eres" – explicó mi hermana sonriendo – "me invitó y pues decidí saltarme las clases para ir con ella"
"Ya veo" – susurré. En ese momento unas pisadas que venían de las escaleras captó nuestra atención. Bella tampoco se atrevía a ver a los ojos a mi hermana, así que cuando indicó que ya era hora de irnos lo hizo en un bajo susurro y sin mirar hacia el frente
Llegamos a la fiesta.
La casa, como era de suponerse, era enorme y lujosa. Una estridente música resonaba en alguna parte de aquella mansión. Realmente, si algo no me gustaban eran las fiestas de este estilo, pese a todo lo que era: mujeriego y, ¡Vamos, lo admito! "rápido" con las mujeres, tenía un estilo muy conservador el cual me impedía disfrutar de este tipo de "diversiones".
"¡Edward!" – exclamó una voz femenina que resonó entre la música. Era Jessica, quien ya tenían enrollado sus brazos alrededor de mi cuello. Me las ingenié para alejarla de manera educada. Bella le presentó a mi hermana, quien no se veía más cómoda que yo
Llegamos al jardín. Varias luces de colores inundaba a los cuerpos en movimiento y una enorme mesa se expandía de un lado, repleta de botanas y bebidas.
"¡Edward!" – exclamó la chica con la que había hablado hoy en la mañana. Realmente no recordaba su nombre – "¡que gusto que has venido!" – y me abrazó. Por el rabillo del ojo vi que mi hermana resoplaba irritada – "¿Y quién es ella?" – preguntó
"Mi hermana Alice" – informé. La chica sonrió alegremente
"¡Tu hermana!" – exclamó mientras besaba eufóricamente las anguladas mejillas de la pequeña – "Menos mal que no es tu novia"
Tras varias insinuaciones por parte de Jessica, Irina (ahora ya me había memorizado su nombre), y otras más, pasé las primeras horas con la mirada puesta en Bella y en Jasper.
Me sentía extraño puesto que me sentía incomodo al tener tanta atención femenina a mi alrededor. Solo quería que un par de ojos estuvieran posados en mí, el único par que ni siquiera se molestaba en dirigirse un segundo en mi dirección.
"Estas muy serio" – dijo Irina en cuanto quedamos solos
"Lo siento, estoy un poco cansado" – sus manos se posaron en mi pecho y se acercó más hacia mi. Instintivamente, di un paso hacia atrás, esquivándola
"Tengo algo que te hará sentir mejor" – dijo – "Espérame aquí" – caminó hacia la mesa en donde estaban los alimentos con un movimiento exagerado de caderas. No tardó mucho, en sus manos traía un vaso con una bebida un tanto extraña
"Lo siento, no bebo" – informé
"No contiene alcohol" – discutió mientras me tendía el vaso – "Anda, bebe, te hará sentir mejor" – sonrió angelicalmente y me convenció. El líquido sabía un tanto extraño, pero tenía razón, a los pocos minutos yo me sentía demasiado relajado, casi mareado.
"¿Más tranquilo?" – preguntó y asentí sonriendo tontamente, no sabía muy bien que es lo que me provocaba tanta gracia. Fui vagamente conciente de que nos habíamos sentado en uno de los sillones que habían sido acomodados a los alrededores y que las manos de Irina acariciaban mi rostro
"¿Te han dicho que eres demasiado atractivo" – susurró y yo cerré mis ojos en un intento de recobrar un poco de conciencia – "No me trajiste ningún regalo" – acusó
"Lo siento" – alcancé a decir casi somnoliento
"Pero todavía estas a tiempo de darme algo" – sus manos desabotonaron los dos primeros botones de mi camisa, intenté detenerla, pero realmente me sentía demasiado aturdido…
"Bella…" – susurré llamándola y después sentí unos labios pegados a los míos.
BELLA POV
"¡Vaya!" – exclamó Jessica – "Irina no pierde tiempo" – seguí el rumbo de su mirada y gruñí en mi fuero interno. Ella y Edward estaban sobre uno de los sofás, muy juntitos como para considerarlos decentes…
Por ese motivo había luchado conmigo todo el tiempo para no echarle una sola mirada. Había usado a Jasper, Rose y Alice para llenar mi atención, pero ya no pude más y tuve que verlos
Empuñé mis manos mientras unas absurdas lágrimas amenazaban con derramarse.
¡Era un estupida, una idiota, por haberme enamorada del imbecil ese!
Tragué saliva y me supo totalmente amarga, la mandíbula me temblaba
"Alice" – llamé
"¿Si?" –
"En seguido vuelvo" – informé y salí caminando a grandes zancadas en dirección hacia la acalorada parejita aún sin saber muy bien con qué objetivo. Era claro: era realmente una idiota masoquista
Irina estaba sobre él y lo besaba, casi se lo comía vivo, y él, por supuesto, no oponía ninguna resistencia
"¡Edward!" – llamé sin detenerme a pensar si los celos eran demasiado obvios. Irina se separó del muchacho
"¡Bella!" – dijo con voz quejumbrosa – "¡Interrumpes un gran momento!" – me dieron unas ganas enormes de agarrarla de los cabellos y dejarla calva
"Lo siento" – dije y estaba casi segura de que mi voz no ocultó la rabia que sentía – "pero me tengo que ir, ahora. ¡Edward, ya levántate!" – ordené pero este no me hizo caso.
Lo quedé mirando, esperando a que me dijera o hiciera algo, pero Cullen no se movía. Fue cuando me di cuenta de que algo no era normal en sus ojos color verde, ya que estaban idos… además de que su respiración no era muy normal que digamos y su rostro estaba más pálido de lo que de por si era
"¿Edward?" – llamé mientras me inclinaba hacia él para verlo mejor – "¡Irina! ¿Qué le has hecho a Edward?" – pregunté mientras veía como este sonreía de manera estupida, como si viera algo demasiado gracioso que los demás no podían apreciar
"Solo le di un poquito de polvo en su bebida" – dijo con voz inocente y atemorizada
"¡¿Qué le diste que?" – exclamé casi histérica en su cara
"No fue mucho, lo juro" – empezó a explicar Irina y luego su mirada se poso en Edward – "¿Tu crees que exagere?"
"¡¿Qué si exageraste?" – grité – "¡Eres un idiota! ¿Cómo lo vas a drogar?"
"Solo quería que se relajara, estaba muy… tenso" – le dediqué una mirada envenenada
"No todos tenemos tus métodos para relajarnos, Irina" – volví el rostro para ver a Edward, este tenía una mano levantada en el aire, como si quisiera alcanzar algo – "Se ve mal…" – argumenté preocupada
"Puedo llamar a un doctor…"
"No, gracias" – contesté tajantemente – "lo llevaré a casa"
"Bella, en serio, no fue mi intención yo solo quería…"
"¿Tirártelo?" – interrumpí aun furiosa. La chica bajó la mirada avergonzada pero la ignoré. Me acerqué hacia Edward y le tomé el rostro entre mis manos, estaba sudando frío
"¿Edward?" – llamé – "¿Edward? ¿Me escuchas?" – no me contestó. Sentí una terrible desesperación de que algo malo le pudiera pasar – "¡Mierda!" – solté
"Bella, llevémoslo a mi recamara, le hablare a un doc…"
"¡Ya te dije que no!" – mis ojos estaban inundados de lagrimas que amenazaban con salir. Sentía todo: furia, preocupación, odio, remordimiento, celos… amor – "Si algo le pasa… ¡Juro! Que no te la acabas" – amenacé antes tomar a Edward entre mis brazos e intentar ponerlo de pie
Tras ver que iba a ser algo demasiado costoso, decidí primero decirle a Alice que nos teníamos que ir y pedirle a Jasper que la llevara a su casa. No podía permitir que ella viera a su hermano en esas condiciones, preocuparía a Esme y a su demás familia. Dejé a Edward recostado y caminé con los pies temblándome por los nervios y la angustia.
"¿Podrías llevar a Alice a su casa?" – vi en el rostro de la pequeña que no le parecía la idea pero traté de no darle importancia. Después me disculparía con ella, ya que, por lo que pude apreciar, Jasper no era muy de su agrado.
En cuanto me convencí de que Alice se había tragado toda la mentira que le había soltado, corrí hacia donde Edward estaba. Con todas mis fuerzas, lo llevé casi arrastrado hacia el carro, era un suerte de que el tener chofer fuera solo un lujo y que hubiera la suficiente cantidad de gente como para pasar inadvertidos.
El siguió soltando risitas injustificadas en todo el camino hacia la casa mientras yo lo veía con ojos realmente preocupados. Era una suerte de que mamá todavía siguiera de en su mini viaje. Abrí la puerta del copiloto y volví a soportar todo el peso que me era posible de Edward, apresurándome por llevarlo a su recamara.
El camino se me hizo muy largo. Edward pesaba más de lo que aparentaba, en cuanto logré visualizar su cama me dejé caer junto con él, mi cuerpo quedó sobre el suyo y, a pesar de que él estaba casi completamente inconciente, no pude evitar sentir una ráfaga de fuego en todo mi cuerpo. No me separé de él. Me quedé contemplando su rostro que, aun en ese estado, era hermoso y perfecto.
Pasé mis dedos por sus pómulos, sus parpados, sus cejas, su frente, su nariz, sus labios, memorizando cada detalle de estos. Cuando mis dedos se deslizaron por sus cabellos él suspiró profundamente. Volví a repetir la operación de acariciar cada parte de su rostro y cuando mis dedos rozaron lentamente sus labios, una de sus manos atrapó la mía. Me sobresalté, pero me calmé casi al instante, cuando vi que todavía seguía demasiado inconciente como para poder canalizar bien.
Acerqué mi rostro para poder rozar la punta de mi nariz sus parpados cerrados, inhalé su aliento y cerré los ojos para poder disfrutar mejor de la sensación. Entonces, lo besé. Estaba mal, lo sabía, me estaba aprovechando de su inconciencia, pero era una necesidad. Una necesidad que se incrementaba día con día y se hacía dolorosa. Mis labios se movían suavemente sobre los suyos, él parecía dormido, puesto que solo mi boca se movía sobre la suya.
Seguí besándolo aún así, ya que la miel de su saliva era algo demasiado vicioso que siempre me era difícil dejar de probar. Segundos después, sentí una fuerte mano apretar mi cintura, y al instante sus labios cobraron vida absorbiendo los míos. Me separé para verlo, sus ojos tenían un ligero perdimiento, pero me reconocían.
"Bella" – susurró mientras su mano atrapaba una de mis mejillas coloradas por la situación en la que nos encontrábamos – "mi Bella"- Algo me dijo que en ese momento las palabras sobraban, el corazón me gritó fuertemente lo mucho que lo amaba y lo mucho que lo deseaba.
Volví a atrapar sus labios con los míos, siendo aceptados plenamente. El beso subió de tono con cada segundo transcurrido, hasta el punto en que nuestras lenguas danzaban juntas y probaban cada rincón de nuestra boca. Inconcientemente, apreté más mi cuerpo hacia el suyo, y el correspondió con un pequeño gruñido, seguido de un movimiento el cual cambió nuestras posiciones.
Edward siguió besándome apasionadamente mientras yo enganchaba mis manos las raíces de su cabello, una de sus manos se deslizó suavemente por mis brazos y llegó hasta mi cintura al momento en que sus labios recorrían mi cuello, humedeciéndolo con sus besos.
Sentí mucho calor, y la necesidad de sentir aquellas manos piel a piel. Llevé mis dedos hacia su camisa y la comencé a desfajar, metí una mano debajo de la ropa y recorrí su espalda, perfectamente musculosa, para después explorar su abdomen. Su boca buscó nuevamente la mía con desesperación y yo correspondí de la misma manera.
No me dí cuenta a la hora en que mis piernas se habían abierto y tenía su cuerpo en medio de ellas, solo fui conciente de ello cuando sus manos me impulsaron para sentarme sobre él y sentí que se deslizaban por mis piernas, levantando el vestido hasta el comienzo de estas.
No me dio tiempo de ruborizarme por la posición en que nos encontrábamos, ya que su boca se deslizó de nuevo hacia mi cuello provocando que mi piel se erizara de puro placer. Comencé a desabotonar su camisa, me sorprendía la habilidad de mis manos puesto que jamás había hecho algo similar. Su pecho quedó descubierto y mi mano viajó memorizando cada ángulo de sus músculos, pude sentir que se estremecía ante mi tacto, pero no desistió de besarme. Con manos delicadas, bajó el tirante derecho de mi vestido y sus labios recorrieron cada centímetro de mi hombro, cerré los ojos en un intentó de controlar mi respiración. Su nariz recorrió mi clavícula y sus manos apretaron más mi espalda, provocando que mi pecho rozara el suyo, provocando que quisiera más de su calor, sin tela que lo censurara. Como si pudiera leerme la mente, sus manos fueron bajando lentamente el cierre de mi vestido, el ligero roce de sus dedos se sintieron como pequeñas descargas eléctricas que hicieron arquear mi espalda apenas unos milímetros.
El pudor me invadió cuando sus ojos se clavaron varios segundos en mis pechos, que eran cubiertos solamente por el sostén negro de encaje. Mis mejillas ardieron mientras sus fogosas pupilas se clavaban en las mías. El verde de sus ojos brillaba en aquella oscuridad y después una chispa de culpabilidad llegó a ellos.
"No puedo" – susurró – "No quiero que esto sea así…"
"Shh…" – interrumpí y tomé su rostro entre mis manos – "Te quiero" – confesé – "quiero ser tuya…" - una gloriosa de asombrosa felicidad atravesó por su rostro
"Yo también te quiero" – dijo con voz tan impregnada de ese amor, que no me quedó duda alguna de que así fuera. Volvimos a juntar nuestros labios, y mis manos se volvieron a pasear por su espalda
Sentí la yema de sus dedos pasearse por mi abdomen, ahora desnudo, y sentí mis piernas flácidas ante su contacto. Poco después, estos mismos, liberaron el broche de mi sostén, dejándome completamente descubierta. Gemí ligeramente cuando su boca se deslizó por mis pechos hasta capturar uno de mis pezones. Enterré mis uñas en su espalda e instintivamente comencé a mover mis caderas, sintiendo sobre la tela de mi ropa intima, y de su pantalón, la dureza de su sexo.
Edward me acomodó sobre la cama con un ligero gruñido y su boca atrapó la mía con un movimiento casi violento
"Detenme, Bella" – pidió susurrando contra mi boca, algo me dijo que en realidad lo deseaba, como respuesta, apreté mis piernas alrededor de sus caderas. Por nada del mundo iba a permitir que parara
Y no paró, su cuerpo empujó hacia dentro, despertando en mí el deseo de sentir lo que se asomaba en su pantalón con más naturalidad. Moví mis manos hacia abajo, rozando en el transcurso su abdomen y paseando mis dedos por su ombligo. Edward se retorció levemente y volvió a besar mis senos. Me ayudó a quitarse el cinturón y a desabrocharse el pantalón. Ahora los dos estábamos solo con una prenda, Edward comenzó a bajar sus labios hasta mi estomago. Besó el hueso de mi cadera, mientras sus manos recorrían cada centímetro de piel que estaba a su alcance, provocando que arqueara mi espalda y varios gemiditos salieran de mis labios.
Atrapé su rostro con mis manos y atraje su boca, necesitaba sentir su sabor en mi garganta, mis manos recorrían cada vez más avariciosas su cuerpo. Me las ingenié para poder posicionarme sobre él y acomodé mi cuerpo de tal manera de que nuestros miembros se rozaran, la fricción que provocaban me hacía sentir fuego en todo mi cuerpo. Examiné el cuerpo de Edward y besé cada rincón de su pecho, cada milímetro de su cuello, cada centímetro de sus brazos. Sus manos apretaban gentilmente cada parte que tocaban y su garganta emitía un sonido ronco realmente excitante que me incitaba a experimentar cada vez más. Con un movimiento completamente sensual me empujó hacia atrás para que las puntas de sus dedos se deslizaran desde mi cuello hasta mis caderas, arrastrando con ellas la última prenda que tenía. No pude evitar cohibirme puesto que era la primera vez que un hombre me veía desnuda, pero cuando sus manos me atrajeron para que su boca marcara la parte trasera de mi oreja, el aliento entrecortado que salía de su pecho me infundió el valor que me faltaba. Nuestras bocas se volvieron a encontrar, Edward volvió a cambiar nuestras posiciones y volvió a besar mis pechos con delicadeza.
Ahogué un grito cuando sentí su dureza rozarme, acto reflejó su cuerpo se separó levemente del mío y sus ojos me dijeron el miedo que sentía también él
"Lo siento" – dijo con ojos dilatados, los cuales expresaban su repentina inseguridad. Yo también me encontré repentinamente más nerviosa y asustada, pero el deseo y mi necesidad de él era más fuerte que cualquier temor, enrollé mis piernas en su cadera y lo atraje con ellas en señal a que prosiguiera
"No te preocupes" – susurré mientras le acariciaba su mejilla, fue hasta ese entonces en el que me di cuenta que ambos estábamos sudando, pese a que una fuerte llovizna caía afuera de la casa – "Hazlo" – pedí y antes de que pudiera protestar, silencié sus labios con mi boca
Una de sus manos acarició mi cintura y la apretó cuando comenzó a adentrarse, gemí cuando lo sentí entrar poco a poco. Mi cuerpo no tardó mucho en adaptarse a él, y el dolor se convirtió en un placer manifestado como una perfecta combinación de un fuego y hormigueó recorriendo cada fibra de mi piel. Me encontré moviendo rítmicamente mis caderas para incrementar la velocidad, ya que la fricción entre nuestros sexos resultaba placenteramente devastadora. Edward respondió de la misma manera. Hacia fuera, hacia dentro, hacia fuera, hacia dentro. Con cada segundo que pasaba sentía que no me era suficiente la cercanía de nuestros cuerpos ni lo intenso de nuestros besos. Comenzamos a gemir más profundamente tras varios minutos de esta interacción, cuando cada roce de su mano, cuando cada movimiento dentro de mí, cobró vida y sentidos hasta el máximo nivel.
"Edward" – gemí su nombre mientras mi cuerpo se tensaba alrededor del suyo. Él soltó otro gruñido, silenciado por mi boca, y después, tocamos el cielo, o el infierno… puesto que esta sensación era tan hermosa, como peligrosa, que no se le podía dar clasificación alguna
Dejó caer su cuerpo sobre mí, mientras besaba pausadamente mi hombro y su mano temblorosa se deslizaba de nueva cuenta por la curva de mi cintura. Por mi parte, yo me limité a acariciar su cabello color cobre, ligeramente humedecido, y mi otra mano acariciaba su espalda, haciendo movimientos circulares con la yema de mis dedos. Estuvimos varios minutos en silencio, mientras dábamos tiempo de que nuestras respiraciones entrecortadas adquirieran su ritmo normal. Sus labios volvieron a besarme, esta vez de manera pausada, después, se dejó caer a un lado, y yo rodé para posicionar mi cabeza sobre su pecho. Su mano acarició mi cabello y sentí sus ojos clavados en mi rostro, (repentinamente sonrojado), ya que al fin, había caído en la cuenta de lo que realmente había pasado, le devolví la mirada por encima de mis pestañas y, al encontrarme con sus deliciosos ojos color verde, oculté mi rostro en su pecho
Sentí el temblor de su cuerpo cuando rió.
"¿De qué te ríes?" – pregunté susurrando contra su piel. Él suspiró
"De lo irónico de la situación" – respondió
"Me siento como si te hubiera violado" – dije. Otra vez volvió a reír
"Ojala toda la gente violada tuviera la misma suerte que yo" – dijo mientras besaba la coronilla de mi cabeza – "¿Cómo te sientes?"
"Mejor no podría estar" – respondí sinceramente
"¿De veras?" – asentí – "Muchas gracias…" – dijo tras varios segundos en silencio
"¿De qué?" – pregunté mirándole a los ojos
"Por quererme" – volví a ocultar mi rostro en su pecho – "¿Qué?" – cuestionó por mi actitud
"¿Tu también me quieres?" – inquirí
"Esa palabra no me alcanza para describir lo que siento por ti, Bella" – sonreí sintiéndome plena, por primera vez en mi vida…
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Cap.9.-DESPERTAR
JASPER POV
"¿Nos vamos?" – pregunté
"Ya que" – respondió la muchacha con voz tajante y verdaderamente molesta. Torcí el gesto ¿Aún seguía molesta conmigo?
"Pues vamos, te guío hacia mi carro" – dije de manera cortes mientras le tendía le ofrecía mi brazo para que se agarrara de el.
"¿Qué?" - preguntó aterrada al ver mi gesto
"Te dije que te guiaría" – repuse mientras alzaba más mi brazo para hacerlo notorio. Ella lo miró por un rato con el ceño fruncido
"Y el hecho de que lleves tu brazo alzado… ¿Qué significa?" – cuestionó – "¿Es esa la dirección que debo tomar?" – se giró para ver el sentido que marcaba al punta de mi codo, suspiré derrotado mientras me daba por vencido
"Olvídalo" – replique mientras comenzaba a caminar – "vamos"
La chica me siguió a la par. Pude notar que varios de los hombres ahí presentes la veían. Y no los culpaba, Alice realmente se veía hermosa, pese a que su vestido era, por mucho, más sencillo que el resto. Pero bien dice el dicho: la mona aunque se vista de seda, mona se queda. Y esta no era la excepción, aquellos lujosos trajes no bastaban para opacar la delicada belleza de su rostro, ni lo grácil de sus movimientos, ni mucho menos, lo frágil de su delineado cuerpo.
Suspiré frustrado por hallarme, como siempre, contemplado la natural belleza de la chica. Estaba dispuesto a abrirle la puerta para que subiera, pero ella me detuvo con un gesto en la mano
"Yo puedo" – dijo mientras abría la puerta por su cuenta – "para eso tengo mis dos manos" – me encogí de hombros para ocultar mi enojo repentinamente mezclado con admiración y deslumbramiento. Ella era tan… distinta
En cuanto estuvimos en el carro, Alice adoptó una posición muy impropia de una dama, se sentó sobre sus piernas cruzadas en el asiento, la mire extrañado y ella se dio cuenta
"¿Qué?" – preguntó sin una pizca de congoja – "¿Te preocupa que ensucie tus asientos de piel?" – puse los ojos en blanco mientras me controlaba por no sonreír. Era tan absurda a veces
"Por supuesto que no" – contesté
"Que bien. Sería pecado que, teniendo tanto dinero, te doliera gastar un poquito más por mandar a lavar tu carro" – arranqué el carro. Con tan solo una vez, me había aprendido el camino hacia su casa, así que no le pregunté la dirección
"Parece que sigues molesta por lo que paso aquella noche" – comenté. Sentí sus ojos clavados en mí – "Hoy no fuiste a la escuela" – señalé tras no obtener respuesta
"Es bueno saltarse las clases de vez en cuando" – contestó
"no has contestado a mi primer pregunta" – otro largo silencio – "¿Puedo tomar eso como un si?" – la vi por el rabillo del ojo, iba con el rostro en dirección hacia la ventanilla – "Parece que eres un poquito rencorosa" – observé, sabía que con eso la haría explotar
"¿Rencorosa?" – inquirió con voz indignada – "es lógico que siga molesta. O mencióname sobre alguna chica que este orgullosa de que la llamen puta" – respigué al oír la palabra altisonante
"Yo… yo no te dije eso" – me defendí – "esa palabra es vulgar… y más para los labios de una dama" – esperaba a que se ofendiera, pero como siempre solía pasarme con ella, hizo lo contrario. Mi comentario le resultó gracioso
"Esa palabra es vulgar… y mas para los labios de una dama" – remedó burlonamente mis ultimas palabras – "¿Todos los riquillos aparentan ser así de persignados y santurrones?"
"No es que seamos santurrones" – salí en defensa – "ni mucho menos persignados…" – giré mi rostro para escupirle las palabras – "se trata de educación y morales" – todos mis intentos eran inútiles, esta chica no se cohibía por nada, levantó su quijada levemente, de forma defensiva
"¿Morales?" – preguntó con voz irónica – "¿Y tu crees que es moralista el ver como otros mueren de hambre mientras ustedes tiran la comida a la basura? ¿Crees que es de morales el que ustedes tengan a sus pies el mundo entero solo por tener billetes verdes mientras otros son marginados, discriminados, por no tener la misma suerte?" – otra vez, sus palabras pegaron fuerte – "discúlpame, pero a eso yo no le llamaría una persona moral"
"Nosotros no podemos vivir cargando las culpas ajenas" – era una frase aprendida de mis padres. Hubo un tiempo en el que yo pensaba igual que Alice, sin embargo, mi familia y amistades, me hicieron cambiar de ideas – "El hecho de que la gente prefiera pedir limosnas con tal de no trabajar, no es problema nuestro"
"Nosotros no pedimos limosnas, trabajamos, y aún así hay días en los que no tenemos ni para comer" – musitó – "pero claro" – repuso después otra vez con voz cargada de desprecio – "es obvio que ustedes no lo entenderían"
"Probablemente no" – admití ¿Qué caso tenía discutir si ciertamente ella tenía razón? – "Alice, ¿Cuántos años tienes?" – quise saber. Una duda que siempre había tenido desde el primer momento en que la había visto y, hasta el momento, no me dejaba en paz
"Dieciséis" – respondió algo cautelosa por el cambio de conversación. Dieciséis… demasiado joven como para pensar de esa manera. Demasiado joven como ejercer esa atracción en mí
"Psicológicamente, no aparentas esa edad" – le dije. Realmente, si me detenía a observarla bien, su físico no era nada despampanante, lo que la hacía atractiva era la finura de sus rasgos e inconcientes movimientos de bailarina. Su cuerpo era bonito, algo que jamás había visto. Era sencillo, pequeño y delicado, exactamente el cuerpo que se espera ver de una modelo de quince años.
"¿Soy demasiado infantil?" – quiso saber. Negué con la cabeza, un poco frustrado ¿cómo podía pensar eso?
"Nada de eso" – repuse – "al contrario, te me haces una persona muy madura, para tener dieciséis"
"Tal vez por que soy la mayor, después de mi hermano Edward"
"¿Edward? ¿Te refieres al chofer de Isabella? – asintió mientras me hacía a la idea.
"Mi mamá es la cocinera" – informó también – "mi padre trabaja en una carpintería, la mayoría de nuestros ingresos provienen de trabajar para los Swan, sin embargo…" – se detuvo de repente, movió su cabeza de derecha a izquierda con preocupación
"¿Ocurre algo?" – pregunté
"Nada" – sonrió tristemente. Llegamos al callejón en la que la había dejado anteriormente
"Supongo que esta vez tampoco quieres llegar en esto a tu casa" – le dije mientras recordaba la vez pasada
"Supones bien" – su mano se dirigió hacia la perilla de la puerta
"Espera" – pedí mientras, instintivamente, le tomaba una de sus manos. La retiré tan pronto como me di cuenta del movimiento – "¿Cómo mínimo me dejaras que te abra la puerta del carro?" – pedí – "me siento mal sin hacer eso" – justifiqué – "ya sabes, no es… normal, el que a una chica no le guste este tipo de atenciones" – lo pensó durante unos cuantos segundos y después suspiró derrotada
"Esta bien" – respondió – "pero date prisa, no pienso quedarme sentada aquí toda la noche" – me apresuré a bajar del carro, casi con movimientos torpes. Abrí la puerta sonriendo de oreja a oreja y le tendí la mano para ayudarla, tras pensar otros segundos, aceptó. El roce de su palma con la mía trajo consigo un sentimiento nuevo y desconocido que me dejó estático en el lugar, provocando que, al momento en que Alice se bajó completamente del carro, la distancia que nos separaba fuera mínima.
Mis manos no pidieron permiso, ni dieron explicaciones, se movieron instintivamente. Sin razonamiento coherente que las condujera, atraparon su rostro entre ellas y lo atrajeron hacia el mío para que la pudiera besar. Apenas mis labios rozaron los suyos, sentí la necesidad de tenerla más cerca y llevé mis manos hacia su pequeña cintura. Ante este movimiento, Alice me separó de ella con brusquedad y después solo sentí un ardor en la mejilla y un dolor en el estomago… ¡auch!
EDWARD POV
El veneno que hay en tu piel es tan dulce como la miel
Que me basta una caricia para estar a tu merced
El cielo ya comenzaba a cambiar de negro a gris. La noche había terminado, había podido dormir poco después de lo pasado, la mujer que en mi cama estaba, me quitaba, además de la respiración, el sueño.
Llevé mis ojos, una vez más, hacia su cuerpo envuelto entre las sabanas. Su cabeza descansaba sobre mi pecho y su respiración era acompasada y tranquila. Tenía sus enormes, expresivos y hermosos ojos cerrados, dormía placidamente. Acaricié su espalda desnuda con mi mano al momento en que suspiraba.
Todo había cambiado tan rápido que hasta me daba miedo. No por mí, si no por ella. Mi amor era correspondido, y eso… no estaba bien. Ahora no la podía dejar, por más que quisiera, por más que me obligaran, y eso era preocupante. Estaba claro que yo no era digno de una persona como Bella. Ella era lejana, inalcanzable para mí, quien no podía ofrecerle ni la décima parte de las cosas a la que ella estaba acostumbrada. Imposible.
Cerré mis ojos, la verdad era dolorosa. El destino era injusto. Y la vida demasiado masoquista e impredecible. Ay, mi Bella. Habiendo tantos hombres con mejor vida que yo, te viniste a entregar a mi, tu chofer… y yo de idiota que no me pude frenar pero, ¿Qué se podía esperar de un ser tan egoísta?
"Te quiero. Quiero ser tuya…"
Aquellas palabras resonaban en mi cabeza como un canto de sirenas. Me amaba, lo sabía. Lo había sentido en cada una de sus delicadas caricias, en cada uno de sus besos, en cada movimiento, en cada respiración entrecortada, en cada susurró con el cual pronunciaba mi nombre. Me amaba… y claro que yo la amaba también. ¿Sería eso suficiente como para poder vencer nuestras enormes diferencias?
"Edward" – tocaron a la puerta provocando que la sangre huyera de mi rostro – "Edward, ¿Estas ahí?
Moví a Bella, delicadamente para que se despertará, ella abrió los ojos pesadamente mientras se incorporaba
"¿Qué pa…?"
"Shh" – puse mis dedos sobre sus labios – "Tanya esta afuera" – informé murmurando. El rostro de Bella se endureció al instante
"¿Qué quiere?" – preguntó, sonreí por el tono de su voz ¿Cómo era posible de que estuviera celosa y no preocupada de que nos pudieran descubrir?
"No lo se" – respondí sonriendo – "pero nos puede descubrir"
"¿Y qué quieres que haga?" – seguía molesta – "¿Qué me salga por la ventana o qué? ¿De qué te ríes?"
"Eres tan tonta, Bella" – susurré mientras la besaba – "¿Acaso no te das cuenta de que te amo? No podría jamás engañarte… no después de lo que ha pasado entre nosotros"
"tengo mis buenas razones para dudar de ti" – repuso ahora con voz triste.
"¡Edward!" – llamaron otra vez afuera y me levanté para asegurarme de que la chapa estuviera bien cerrada. Ya se cansaría de estar insistiendo y más tarde hablaría con ella
"Se que las tienes" – dije volviendome a acomodar a su lado– "me merezco el pensamiento que tienes de mi por que yo mismo lo he planteado, pero Bella, no pienso engañarte… nunca" – me miró por varios segundos con gesto serio, seguramente descubriendo si le era sincero a través de mis ojos
"Edward ¿por qué no abres?" – Bella suspiró frustrada y dirigió una mirada furiosa a la puerta
"¿Siempre es así?" – preguntó irritada. Reí entre dientes
"No lo sé" – contesté mientras acercaba mi rostro para besarla. Bella correspondió el beso de manera intensa, atrayéndome con ella hacia la cama. Y comenzamos de nuevo, dejándonos llevar e ignorando sin ningún esfuerzo a la chica que tocaba la puerta. Agradecí de que se fuera mucho antes de que ambos empezáramos a emitir entrecortadas respiraciones.
"Pasaría toda una vida de esta manera" – dijo Bella mientras me abrazaba, su respiración aún no se había controlado, así que acomodé nuestros cuerpos de manera en que yo pudiera recostar mi cabeza sobre su pecho. Su corazón latía desbocadamente. Sentí sus manos enterrarse entre mis cabellos y después bajar por mi espalda, me estremecí.
"¿Acostada con el chofer?" – inquirí sin despegar mi oído de su corazón
"Acostada con el amor de mi vida" – rectificó. Sonreí mientras depositaba un beso en su cuello
"Te amo" – le dije mirándola a los ojos. Sonrió calidamente en respuesta. Volvió su mirada hacia la ventana y suspiró con pesar
"Ya amaneció" – la abracé fuertemente puesto que sabía lo que eso significaba. Ella tenía que irse de mi cama, de mí. – "Te veo en un par de horas"
"¿No piensas dormir?" – cuestioné. Ella negó con la cabeza
"He dormido demasiado… y muy bien, por cierto" – afirmó mientras tocaba la punta de mi nariz con la yema de su dedo. Cuando se levantó no pude evitar mirarla. Era tan hermosa, tan perfecta.
"Eh… ¿Edward?" – llamó mientras se cubría con las sabanas
"¿Si?"
"¿Podrías… podrías dejar de verme tanto?" – pidió extremadamente sonrojada – "esto es… nuevo para mí y… me… me da pena"
"Si" – me apresuré a decir mientras sentía que mis mejillas también se ponían coloradas – "perdón, no es… no es mi intención… yo…" – me di cuenta de que estaba hablando puras incoherencias así que me limité a girar mi rostro en dirección contrario para no verle
"Gracias" – susurró tras un minuto mientras me daba un beso en mi cuello. Me giré para verla, ya se había puesto el vestido. Me paré, cubriéndome abajo con la sabana. Ella dirigió su mirada hacia esa parte y sonrió de manera picara – "creo que ya se el cómo cobrarme lo que acabas de hacer… ojo por ojo, diente por diente" – levanté las cejas anonado y muy apenado por sus palabras
Solo Bella podía llegar a cambiar de ser tan tímida a alguien tan atrevida en un segundo.
"¿Me vas a decir que a te causa mucho pudor el que te vean desnudo?" – preguntó ante mi silencio.
"En tu caso, si" – respondí. Ella rió y se acercó a mí, de manera sinuosa, sujetó un extremo de la sabana que me cubría y la jaló ligeramente – "¡Bella!" – exclamé apretando mis manos alrededor de la tela para que no cayera. Eso le divertía en gran medida, entrecerré los ojos de manera acusadora – "¿en verdad quieres jugar? - pregunté con tono amenazante. Ella sonrió ampliamente
"Los juegos serán cuando yo quiera, Cullen" – contestó mientras rozaba sus labios con los míos
"Ya veremos" – musité contra su boca.
Me quedé tirado sobre la cama largo rato. Con los pensamientos basados en ella…
BELLA POV
"¡No lo puedo creer!" – exclamó Jessica con ofensiva incredibilidad – "¡Pudiste hacer la tarea!"
"Edward me ayudó" – admití mientras recordaba la noche pasada. Sonreí sin pensarlo ante las imágenes que vinieron a mi mente…
"Edward, necesito que me ayudes" – le había dicho en la tarde. Si quería ser completamente sincera conmigo misma, debía admitir que independientemente de la tarea, quería estar con él…
"¿En qué le puedo ayudar?" – había preguntado él con su típico comportamiento formal mientras se ponía de pie
"¿Tu sabes sobre matemáticas… verdad?" – él había asentido mientras yo le ponía sobre la mesa la serie de ejercicios que tenía por tarea. Él alzo una ceja, mirándome incrédulo mientras yo ponía mi mejor cara de arrogancia
"Los necesito para mañana" – informé mientras me disponía a salir de la cocina.
"Espera" – llamó mientras me tomaba del brazo y me traía de vuelta – "¿Pretendes que YO te haga la tarea?" – inquirió frunciéndome el ceño. Yo sonreí, era tan divertido verlo irritado…
"Cullen, debes decidirte" – recomendé mientras le miraba a los ojos – "una de dos: o me vas a tutear… o me vas a hablar de usted" – él bajó la mirada
"Lo siento, señorita" – trabé los ojos. ¿Acaso no entendía que me gustaba, me encantaba, que me llamara por mi nombre? La suavidad y dulzura de su voz al pronunciar mi nombre era algo que quería escuchar todo el tiempo
"No hay problema" – dije. Volvió a mirarme
"Pero yo no le voy a hacer la tarea" – discutió con voz firme – "es su responsabilidad, no la mía" – había sonreído en mi fuero interno. Esas eran las palabras que quería escuchar.
"Entonces… tendrás que explicarme cómo se resuelve esto" – traté de que mi voz sonara aburrida, pero dudo mucho que lo haya conseguido – "no tengo ni la menor idea…"
"En eso si puedo ayudarla" – acordó mientras tomaba entre sus manos mi libreta de pasta dura. La vio por unos cuantos segundos mientras alzaba sus cejas – "¿No puede resolver unas simples fracciones?" – preguntó con voz burlona y ofensiva… entrecerré mis ojos para verlo con furia
"No" – admití muy a pesar y una sonora carcajada salió de sus cuerdas vocales
"Estas a punto de terminar la preparatoria… y no sabes resolver algo tan simple que hasta un niño de primaria podría hacer" – seguía riéndose. Aquello era humillante. Ahora el chofer se burlaba de la patrona… le arranqué mi cuaderno de las manos y mi mirada asesina se agudizo
"Te vine a pedir ayuda… no a que te burles" – recalqué. Las carcajadas cesaron pero la sonrisa y la mirada burlona seguían presentes. Sus ojos verdes tenían un aspecto divino con aquel brillo divertido. Fijé mi vista en la mesa con tal de no perder concentración
"Lo siento, Bella" – se disculpó – "Claro que te ayudare"…
Habíamos pasado toda la tarde en la mesa de la cocina. Mamá había salido a una reunión con sus amigas de sociedad y papá se había ido otra vez de viaje, pero me sentí feliz a su lado (pese que a la mayoría del tiempo se había pasado riendo por mi poca habilidad para las cuentas)
"¡Ay bella que suerte tienes!" – la sonora exclamación de Jessica interrumpió mis recuerdos – "Tienes a un chofer que además de ser sorprendentemente guapo y amable, es inteligente" – mi amiga emitió un profundo suspiró.
"¿Alguien menciono al chofer de Isabella?" – preguntó una estridente voz, la cual sabía pertenecía a Irina.
"¡Si!" – chilló Jessica mientras yo ponía los ojos en blanco – "¡¿Verdad que es guapísimo?"
"¿¡Guapo?" – inquirió Irina con voz emocionada – "¡Por favor! ¡Ese hombre es mucho más que eso!" – apreté la pluma con más fuerza. Idiotas. Pensé y al momento mi imaginación voló hacia algo un poco sádico: Irina y Jessica estampadas en la pared, y yo riendo frente a ellas mientras les aplastaba sus cráneos…
"Bella" – llamó Irina. – "¿Por qué no llevas a Eddy contigo hoy a mi fiesta?" – ofreció
"No puedo llevar al chofer como compañero de un baile" – recordé siseado
"¡¿Por qué no?" – inquirió Jess – "si te da vergüenza, yo lo puedo invitar"
"¡No!" – exclamé furiosa sin que lo pudiera evitar. Las dos chicas me miraron con los ojos dilatados de la impresión – "Jess, ¿Cómo se te ocurre querer invitar a ese?" – pregunté con veneno en la voz
"Ese es todo un hombre" – repuso Irina – "yo no dudaría dos veces en llevármelo a la cama… sería mi mejor regalo de cumpleaños" – las dos chicas rieron escandalosamente mientras en mi mente yo les gritaba solo una palabra: ¡ZORRAS! Sonreí a mi pesar para poder disimular la enorme furia que sentía
"¿Entonces que dices, Bella?" – insistió Jess – "¿Lo llevas tu o nosotras vamos por él a tu casa?"
"No es necesario" – dije – "Llevare a Edward al maldito baile"…
EDWARD POV
"Hola, Eddy" – saludó una chica al verme bajar de la camioneta. Lo miré extrañado, no recordaba haberla visto jamás y ella hasta sabía mi nombre. Aún así, la chica era guapa…
"Hola" – saludé sonriendo con cautela – "¿Nos conocemos?"
"Desgraciadamente no" – respondió la chica – "Pero podemos empezar desde hoy, ¿No crees?" – no pude evitar sonreír de lado.
"Claro" – respondí. Sentía algo demasiado fuerte por Bella, pero el placer por los cuerpos femeninos era algo que no podía controlar mucho aún. – "Podrías empezar por decirme tu nombre"
"Irina" – contestó – "Te vi en la fiesta de Isabella" – el solo hecho de escuchar su nombre me hacía sentir una sensación calida en el estomago
"¿La conoces?" – la respuesta era obvia, pero era una necesidad hablar de ella…
"Claro" – respondió sin darse cuenta de mis nuevas intenciones – "Vamos en las mismas clases" – Perfecto, pensé.
"Y… ¿Dónde esta ella ahora? Se supone que salen entonces a la misma hora"
"Esta con Jasper" – la respuesta hizo que mi sonrisa desapareciera al mismo momento en que mis ojos flamearan
"¿Jasper?" – pregunté
"Si" – afirmó – "Es su prometido, supongo que ya lo sabes" – asentí con la quijada tensa. Claro que lo sabía, pero era fácil olvidarse de eso cuando tienes a Bella todo el día junto a ti.
"¿Estudia él acá o…?"
"No. Vino por Rose y me imaginó que aprovecho para ver a Isabella" – la chica sonreía y yo me quemaba por dentro – "mira" – señaló – "ahí vienen" – y era cierto. Ella venía con él… sus ojos color chocolate se clavaron en mí pero yo giré mi rostro, evitándolos
"¡Edward!" – exclamó Jessica. – "Ya veo que no pierdes tiempo, Irina… seguramente ya lo invitaste para la fiesta de hoy"
"¿Fiesta?" – pregunté
"Hoy es mi cumpleaños" – informó Irina – "Y habrá una fiesta con ese motivo en mi casa… te espero ahí" – le correspondí la sonrisa insinuadora que me había regalado ¿Qué más daba esforzarse el ser fiel si ella estaba con él?
"Seguro" – respondí y no me alejé cuando la chica se me acercó más de lo debido
"Edward ¿Qué esperas? Ya nos tenemos que ir" – dijo Bella mientras me jalaba de la manga de la camisa
"¡Nos vemos, Eddy!" – dijeron animosamente las dos chicas. Yo sonreí exagerando la picardía (aunque detestaba que me llamaran así)
"¿Podrías quitar tu cara de estupido?" – pidió Bella. La miré por el retrovisor
"¿Se puede saber qué le paso a la señorita que esta tan enojada?" – inquirí de manera formal
"No tengo por que darte explicaciones" –
"¿Se peleó con su novio?"
"¡Jasper no…!"… ¿Jasper no qué? – "Jasper y yo no peleamos" – dijo al fin. Mis manos se apretaron contra el volante. Decidí ya no discutir ¿Quién era yo más que un simple chofer?
"Te cambias" – ordenó en cuanto llegamos a la mansión – "iremos a la fiesta a las ocho de la noche" – asentí. Bella caminó hasta llegar a la puerta de la sala y dio media vuelta para verme – "¿Tienes ropa decente para que te pongas?"
"Toda ropa es decente, señorita" – respondí con la quijada alzada y voz afilada – "La marca es solo un lujo que ustedes se dan mientras otros mueren de hambre" – recordé. Su rostro se descompuso por un leve segundo, casi imperceptible, antes de retirarse.
Cuando entré en la cocina mamá me sirvió algo de comer y después se sentó frente a mí
"¿Pasa algo?" – pregunté al ver sus ojos llenos de tristeza. Ella negó con la cabeza pero a mí no me engañó e insistí hasta que me contó la razón de su pesadumbre
"Me lo hubieras dicho desde antes" – dije mientras le tomaba de la mano
"No, Edward" – dijo mi mamá con voz entrecortada – "Ya haces bastante con darnos lo de tu beca…"
"Y nada" – interrumpí mientras me paraba de la silla y me retiraba hacia mi recamara. Debajo de mi ropa había un pequeño paquete de billetes enrollados en donde tenía un poco de mis ahorros (el salario de los Swan era demasiado bueno). Regresé a la cocina en donde seguía mi madre y le tomé las manos para darle el dinero
"¡No, Edward!" – exclamó mi madre con lagrimas en los ojos – "¡No es justo, hijo!"
"Lo que no es justo es que no me digan lo que pasa" – discutí – "No quiero que se vuelva a repetir" – ordené de manera tierna mientras tomaba las manos de mi madre entre las mías – "a mis hermanos y a ustedes no les va a hacer falta absolutamente nada mientras este yo" – prometí
"En cuanto me paguen, te lo repondré" – negué con la cabeza – "gracias, hijo"
"¿Gracias de qué?" – pregunté – "Mañana es tu descanso, aprovecha para ir y comprarle el uniforme y los libros a mis hermanos"
Cuando el reloj marcó las ocho de la noche yo ya estaba esperando a Bella para llevarla al baile. Llevaba puesto el uniforme, realmente, esa era la ropa más nueva que tenía. Bella bajó y, como siempre, lucía hermosa. Me miró por largo rato, mientras, yo me sentí cohibido, pero traté de no demostrarlo
"¿El uniforme?" – preguntó levantando una de sus cejas
"No tengo nada mejor" – respondí sinceramente. Jamás me había avergonzado de no tener el dinero suficiente como para tener más de tres pantalones y cuatro camisas ¿Por qué habría de hacerlo ahora?
"Acompáñame" – pidió mientras me tomaba de la mano y me llevaba escaleras arriba. Entramos a una extensa habitación y yo me apresuré a encender la luz para no estar en la penumbra con ella.
Bella revoloteó en la habitación y se detuvo en un enorme clóset de caoba fina que. En sus manos sostenía una camisa color gris perla y en la otra un pantalón de vestir color negro. Lo mire incrédulo
"¿Qué te parece?" – preguntó enseñándome las prendas
"Excelente para cualquier otra persona menos yo" – respondí
"Edward, no te pongas difícil y pruébatelos" – dijo Bella mientras me aventaba la ropa - "Date prisa, no tengo tiempo para andar discutiendo contigo" – empuñé mis manos por el coraje, pero después se me ocurrió algo mucho mejor. Si Bella quería rapidez, rapidez le iba a brindar.
"Esta bien, señorita" – dije mientras llevaba mis manos hacia mi camisa y la empezaba a desabotonar. Los ojos de la muchacha se abrieron como platos en el momento en que arrojé la prenda hacia el suelo.
"¡Cullen!" – exclamó – "¿Qué diablos estas haciendo?"
"Obedecer sus ordenes" – respondí quitándome el cinturón – "¿Acaso no pidió que me diera prisa?"
"¡Estas loco!" – gritó con un susurró mientras caminaba hacia mi – "¡Eres un depravado! ¡Un enfermo!" – me controlé para no sonreír. Era tan divertido verla así de sonrojada y enojada a la vez. Moví mis manos para desabrochar el botón de mi pantalón mientras disfrutaba de su incomodidad
"¡Edward Cullen, ni te atrevas!" – sus manos me empujaron lo suficiente como para que mi espalda pegara a la pared y apagara la luz. Tal parecía había tropezado con mi camisa en el suelo. El cuarto quedó en penumbras y sus manos se sentían frías sobre mi pecho desnudo.
Tragué saliva con dificultad. Esto no estaba en mis planes. Mis manos, automáticamente, se apretaron en su cintura. Me estremecí cuando sus manos se movieron por mi pecho, dirigiéndose hacia mi estomago. No pude contenerme, tenía que calmar el repentino fuego que había nacido, y la besé. Sus brazos se enrollaron en mi cuello ¿Por qué hacia eso? ¿Por qué no paraba si sabía que estaba comprometida? ¿Por qué correspondía de esa manera si yo era el chofer? Su cuerpo se apretó contra el mío, en la espalda sentía la fría pared y enfrente sentía el más placido calor.
Mis manos se deslizaron hacia sus piernas y las descubrieron de la seda que las cubría. Después, la cargué de tal manera que tenía sus piernas quedaran enrolladas en mi cintura, cambie nuestras posiciones y ahora ella es la que estaba pegada hacia la pared. Bella jadeó entrecortadamente sin despegar sus labios de los míos cuando empujé levemente mi cadera hacia ella… no podía controlarme, la deseaba, aunque sabía que era prohibida, la quería para mí.
"Edward…" – susurró cuando mis labios besaban su cuello – "Edward… para" – sin embargo sus piernas apretaron más mi cintura, haciéndome difícil el hacerle caso. De repente, la luz se encendió
"¡¿Edward?... ¡¿Señorita Bella?" – exclamó mi hermana viéndome con los ojos saltones. Solté a Bella con cuidado para que no cayera mientras buscaba una buena excusa para explicar a mi hermana la ausencia de mi camisa, el pantalón desabrochado, el vestido de Bella arremangado hasta el inicio de sus piernas, la posición en la que nos había encontrado…
Sabía que no existían ni una.
"Alice…" – comenzamos a decir Bella y yo al mismo tiempo con las respiraciones aún agitadas. Mi hermana seguía con sus labios abiertos por la impresión
"Está bien" – dijo la pequeña en cuanto se recobró – "Yo no he visto nada" – pero la mirada que me dedicó antes de cerrar la puerta y dejarnos otra vez solos, no fue nada alentadora. Me giré para encarar a Bella.
Estuvimos largo rato en silencio que fue roto por ella
"Ponte esa ropa" – ordenó antes de salir rápidamente de aquella habitación. No tuve cara para no obedecerle. Afortunadamente, las prendas que usaba el señor Swan hace varios años me quedaban a mi medida…
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Cap.8.-INVIRTIENDO PAPELES
EDWARD POV
Bajé las escaleras mirando hacia todos lados. La conciencia me remordía, ¿Cómo tenerla limpia si mi hermana me había visto besando a la hija de la patrona? Una luz llegó a mi mente en ese momento… miré el caro y ostentoso reloj de pared que se encontraba en la sala. Eran las siete y media de la noche ¿Qué hacia Alice a esas horas en la casa? Se suponía que debería de estar en clases…
Unos pasos detrás de mi provocaron que girara para ver de quien se trataba. Era mi hermana, que, por cierto, llevaba un vestido el cual usaba solo en las pocas ocasiones que ella llamaba "especiales". Había sido un regalo por parte de papá el día de sus quince años. No fui capaz de mirarle a los ojos, sabía que estos podían ser peores que miles de palabras fluidas de sus labios
"La señorita Bella me pidió que la acompañara a la fiesta" – dijo respondiendo mi pregunta mental.¡Auch! su vocecilla era demasiado denunciante como para pasarla desapercibida
"Ahh…" - ¿Qué más podía decir? Mi hermana caminó hasta situarse a pocos pasos de mí, sus dedos agarraron un poco de tela de la camisa prestada que llevaba puesta y suspiró
"Eso ya es pasarse, Edward" – dijo con voz afilada. Me armé de valor para poder ver sus ojos. Sus pupilas eran frías, demasiado acusadoras como para poder soportarlas – "¿Sabes que si la señora se llega a enterar, nos despediría a todos, verdad? – cerré los ojos en un gesto de dolor ya que mi hermana tenía razón, mucha razón. Era demasiado lo que arriesgaba por Bella, lo preocupante aquí es que a mi parte egoísta no le importaba – "Edward… no nos podemos dar el lujo de quedarnos sin trabajo…"
"Lo se" – interrumpí con voz ronca
"¿Entonces por qué tienes que emplear tu jueguito de seductor justamente con ella, habiendo tantas por ahí?" – la misma pregunta me hago a cada minuto, Alice.
"Lo siento" – fue lo único que podía decirle
"No lo sientas, Edward" – repuso – "imagínate que no hubiera sido yo quien los encontró"
Y lo imaginé. Pero mi temor en ese momento no fue el quedarme sin trabajo, si no, quedarme sin ella. Aunque estaba claro que Bella no me miraba de la misma manera, al menos podía estar a su lado, y eso, para mí, ya era suficiente. Pasaría la vida eterna como su chofer solo para mirar todos los días a sus ojos color chocolate
"Edward, te lo pido por mamá, por papá y por nuestros hermanos, NO te le acerques más a la señorita" – mis ojos se clavaron de nuevo en los de ella. No me gustaba hacer promesas que sabía yo, no iba a cumplir
"La amo" – confesé al fin ya que en ese momento no podía darme el lujo de no ser sincero. Mi hermana abrió sus negros ojos más de lo normal, al momento en que su boquita se abría en una pequeña "O"
"¿Qué dices?" – preguntó frunciendo su ceño
"Lo que escuchaste, Alice" – contesté susurrando y evadiendo su mirada – "esto para mi no es ningún juego…"
"¡Es la hija de la patrona!" – recordó
"¡Lo sé!" – dije – "Pero no pude controlarlo…"
"Pues empieza desde ahora" – recomendó – "¡Si es necesario renuncia!... encontraras otro traba…"
"No puedo hacer eso, Alice" – dije mientras me dejaba caer sobre el sofá y ponía mi cabeza entre mis manos – "Lo he pensado tantas veces y… no puedo" – mi hermana se quedó varios segundos en silencio, sin decir nada, hasta que sentí su mano posada en mi hombro
"Edward…" – su voz ahora era tranquila, conciliadora. Seguramente había visto el dolor en mi rostro y eso la había hecho compadecerse de mi situación – "¡Vaya!" – exclamó con un suspiró – "siempre dije que cuando te fueras a enamorar las cosas no iban a resultarte fáciles pero… ni de loca pensé que tuvieran tal magnitud" – reímos sin felicidad
"Créeme que yo tampoco lo imaginé"
"Disculpa por alterarme…" – comenzó a decir mi hermana
"No" – interrumpí rápidamente – "Tienes todo el derecho de decirme lo que quieras… soy tonto, y no he pensado en ustedes, en lo mal que la pasaríamos todos si por esto nos llegaran a despedir"
"¿Tu y ella…?"
"No" – me apresuré a contestar – "Ella y yo no somos nada… más que ella la hija de la señora y yo el chofer… es patético ¿No crees? Arriesgar todo por algo que jamás podrá ser"
"Si en verdad la quieres" – dijo – "tendrás que luchar por ella"
"¿Luchar?... ¿Contra qué?" – pregunté más para mí que para ella – "aquí no hay ninguna batalla, no hay ninguna posibilidad"
"Bueno… por lo que vi ella también siente algo por ti" – animó. Volví a sonreír tristemente
"Por experiencia se que el deseo no recorre el mismo camino del amor" –
"Pero Bella…"
"Ella no siente nada por mi" – atajé – "bueno… esperemos encuentre rápidamente un poco de coherencia en mi mente para hacer lo correcto" – dije sonriendo – "Ahora dime ¿cómo es que Bella te ha invitado a la fiesta?" – pregunté para cambiar el tema
"Me dijo que quería llevar alguna compañía que no se la pasara viéndote y admirando lo atractivo que eres" – explicó mi hermana sonriendo – "me invitó y pues decidí saltarme las clases para ir con ella"
"Ya veo" – susurré. En ese momento unas pisadas que venían de las escaleras captó nuestra atención. Bella tampoco se atrevía a ver a los ojos a mi hermana, así que cuando indicó que ya era hora de irnos lo hizo en un bajo susurro y sin mirar hacia el frente
Llegamos a la fiesta.
La casa, como era de suponerse, era enorme y lujosa. Una estridente música resonaba en alguna parte de aquella mansión. Realmente, si algo no me gustaban eran las fiestas de este estilo, pese a todo lo que era: mujeriego y, ¡Vamos, lo admito! "rápido" con las mujeres, tenía un estilo muy conservador el cual me impedía disfrutar de este tipo de "diversiones".
"¡Edward!" – exclamó una voz femenina que resonó entre la música. Era Jessica, quien ya tenían enrollado sus brazos alrededor de mi cuello. Me las ingenié para alejarla de manera educada. Bella le presentó a mi hermana, quien no se veía más cómoda que yo
Llegamos al jardín. Varias luces de colores inundaba a los cuerpos en movimiento y una enorme mesa se expandía de un lado, repleta de botanas y bebidas.
"¡Edward!" – exclamó la chica con la que había hablado hoy en la mañana. Realmente no recordaba su nombre – "¡que gusto que has venido!" – y me abrazó. Por el rabillo del ojo vi que mi hermana resoplaba irritada – "¿Y quién es ella?" – preguntó
"Mi hermana Alice" – informé. La chica sonrió alegremente
"¡Tu hermana!" – exclamó mientras besaba eufóricamente las anguladas mejillas de la pequeña – "Menos mal que no es tu novia"
Tras varias insinuaciones por parte de Jessica, Irina (ahora ya me había memorizado su nombre), y otras más, pasé las primeras horas con la mirada puesta en Bella y en Jasper.
Me sentía extraño puesto que me sentía incomodo al tener tanta atención femenina a mi alrededor. Solo quería que un par de ojos estuvieran posados en mí, el único par que ni siquiera se molestaba en dirigirse un segundo en mi dirección.
"Estas muy serio" – dijo Irina en cuanto quedamos solos
"Lo siento, estoy un poco cansado" – sus manos se posaron en mi pecho y se acercó más hacia mi. Instintivamente, di un paso hacia atrás, esquivándola
"Tengo algo que te hará sentir mejor" – dijo – "Espérame aquí" – caminó hacia la mesa en donde estaban los alimentos con un movimiento exagerado de caderas. No tardó mucho, en sus manos traía un vaso con una bebida un tanto extraña
"Lo siento, no bebo" – informé
"No contiene alcohol" – discutió mientras me tendía el vaso – "Anda, bebe, te hará sentir mejor" – sonrió angelicalmente y me convenció. El líquido sabía un tanto extraño, pero tenía razón, a los pocos minutos yo me sentía demasiado relajado, casi mareado.
"¿Más tranquilo?" – preguntó y asentí sonriendo tontamente, no sabía muy bien que es lo que me provocaba tanta gracia. Fui vagamente conciente de que nos habíamos sentado en uno de los sillones que habían sido acomodados a los alrededores y que las manos de Irina acariciaban mi rostro
"¿Te han dicho que eres demasiado atractivo" – susurró y yo cerré mis ojos en un intento de recobrar un poco de conciencia – "No me trajiste ningún regalo" – acusó
"Lo siento" – alcancé a decir casi somnoliento
"Pero todavía estas a tiempo de darme algo" – sus manos desabotonaron los dos primeros botones de mi camisa, intenté detenerla, pero realmente me sentía demasiado aturdido…
"Bella…" – susurré llamándola y después sentí unos labios pegados a los míos.
BELLA POV
"¡Vaya!" – exclamó Jessica – "Irina no pierde tiempo" – seguí el rumbo de su mirada y gruñí en mi fuero interno. Ella y Edward estaban sobre uno de los sofás, muy juntitos como para considerarlos decentes…
Por ese motivo había luchado conmigo todo el tiempo para no echarle una sola mirada. Había usado a Jasper, Rose y Alice para llenar mi atención, pero ya no pude más y tuve que verlos
Empuñé mis manos mientras unas absurdas lágrimas amenazaban con derramarse.
¡Era un estupida, una idiota, por haberme enamorada del imbecil ese!
Tragué saliva y me supo totalmente amarga, la mandíbula me temblaba
"Alice" – llamé
"¿Si?" –
"En seguido vuelvo" – informé y salí caminando a grandes zancadas en dirección hacia la acalorada parejita aún sin saber muy bien con qué objetivo. Era claro: era realmente una idiota masoquista
Irina estaba sobre él y lo besaba, casi se lo comía vivo, y él, por supuesto, no oponía ninguna resistencia
"¡Edward!" – llamé sin detenerme a pensar si los celos eran demasiado obvios. Irina se separó del muchacho
"¡Bella!" – dijo con voz quejumbrosa – "¡Interrumpes un gran momento!" – me dieron unas ganas enormes de agarrarla de los cabellos y dejarla calva
"Lo siento" – dije y estaba casi segura de que mi voz no ocultó la rabia que sentía – "pero me tengo que ir, ahora. ¡Edward, ya levántate!" – ordené pero este no me hizo caso.
Lo quedé mirando, esperando a que me dijera o hiciera algo, pero Cullen no se movía. Fue cuando me di cuenta de que algo no era normal en sus ojos color verde, ya que estaban idos… además de que su respiración no era muy normal que digamos y su rostro estaba más pálido de lo que de por si era
"¿Edward?" – llamé mientras me inclinaba hacia él para verlo mejor – "¡Irina! ¿Qué le has hecho a Edward?" – pregunté mientras veía como este sonreía de manera estupida, como si viera algo demasiado gracioso que los demás no podían apreciar
"Solo le di un poquito de polvo en su bebida" – dijo con voz inocente y atemorizada
"¡¿Qué le diste que?" – exclamé casi histérica en su cara
"No fue mucho, lo juro" – empezó a explicar Irina y luego su mirada se poso en Edward – "¿Tu crees que exagere?"
"¡¿Qué si exageraste?" – grité – "¡Eres un idiota! ¿Cómo lo vas a drogar?"
"Solo quería que se relajara, estaba muy… tenso" – le dediqué una mirada envenenada
"No todos tenemos tus métodos para relajarnos, Irina" – volví el rostro para ver a Edward, este tenía una mano levantada en el aire, como si quisiera alcanzar algo – "Se ve mal…" – argumenté preocupada
"Puedo llamar a un doctor…"
"No, gracias" – contesté tajantemente – "lo llevaré a casa"
"Bella, en serio, no fue mi intención yo solo quería…"
"¿Tirártelo?" – interrumpí aun furiosa. La chica bajó la mirada avergonzada pero la ignoré. Me acerqué hacia Edward y le tomé el rostro entre mis manos, estaba sudando frío
"¿Edward?" – llamé – "¿Edward? ¿Me escuchas?" – no me contestó. Sentí una terrible desesperación de que algo malo le pudiera pasar – "¡Mierda!" – solté
"Bella, llevémoslo a mi recamara, le hablare a un doc…"
"¡Ya te dije que no!" – mis ojos estaban inundados de lagrimas que amenazaban con salir. Sentía todo: furia, preocupación, odio, remordimiento, celos… amor – "Si algo le pasa… ¡Juro! Que no te la acabas" – amenacé antes tomar a Edward entre mis brazos e intentar ponerlo de pie
Tras ver que iba a ser algo demasiado costoso, decidí primero decirle a Alice que nos teníamos que ir y pedirle a Jasper que la llevara a su casa. No podía permitir que ella viera a su hermano en esas condiciones, preocuparía a Esme y a su demás familia. Dejé a Edward recostado y caminé con los pies temblándome por los nervios y la angustia.
"¿Podrías llevar a Alice a su casa?" – vi en el rostro de la pequeña que no le parecía la idea pero traté de no darle importancia. Después me disculparía con ella, ya que, por lo que pude apreciar, Jasper no era muy de su agrado.
En cuanto me convencí de que Alice se había tragado toda la mentira que le había soltado, corrí hacia donde Edward estaba. Con todas mis fuerzas, lo llevé casi arrastrado hacia el carro, era un suerte de que el tener chofer fuera solo un lujo y que hubiera la suficiente cantidad de gente como para pasar inadvertidos.
El siguió soltando risitas injustificadas en todo el camino hacia la casa mientras yo lo veía con ojos realmente preocupados. Era una suerte de que mamá todavía siguiera de en su mini viaje. Abrí la puerta del copiloto y volví a soportar todo el peso que me era posible de Edward, apresurándome por llevarlo a su recamara.
El camino se me hizo muy largo. Edward pesaba más de lo que aparentaba, en cuanto logré visualizar su cama me dejé caer junto con él, mi cuerpo quedó sobre el suyo y, a pesar de que él estaba casi completamente inconciente, no pude evitar sentir una ráfaga de fuego en todo mi cuerpo. No me separé de él. Me quedé contemplando su rostro que, aun en ese estado, era hermoso y perfecto.
Pasé mis dedos por sus pómulos, sus parpados, sus cejas, su frente, su nariz, sus labios, memorizando cada detalle de estos. Cuando mis dedos se deslizaron por sus cabellos él suspiró profundamente. Volví a repetir la operación de acariciar cada parte de su rostro y cuando mis dedos rozaron lentamente sus labios, una de sus manos atrapó la mía. Me sobresalté, pero me calmé casi al instante, cuando vi que todavía seguía demasiado inconciente como para poder canalizar bien.
Acerqué mi rostro para poder rozar la punta de mi nariz sus parpados cerrados, inhalé su aliento y cerré los ojos para poder disfrutar mejor de la sensación. Entonces, lo besé. Estaba mal, lo sabía, me estaba aprovechando de su inconciencia, pero era una necesidad. Una necesidad que se incrementaba día con día y se hacía dolorosa. Mis labios se movían suavemente sobre los suyos, él parecía dormido, puesto que solo mi boca se movía sobre la suya.
Seguí besándolo aún así, ya que la miel de su saliva era algo demasiado vicioso que siempre me era difícil dejar de probar. Segundos después, sentí una fuerte mano apretar mi cintura, y al instante sus labios cobraron vida absorbiendo los míos. Me separé para verlo, sus ojos tenían un ligero perdimiento, pero me reconocían.
"Bella" – susurró mientras su mano atrapaba una de mis mejillas coloradas por la situación en la que nos encontrábamos – "mi Bella"- Algo me dijo que en ese momento las palabras sobraban, el corazón me gritó fuertemente lo mucho que lo amaba y lo mucho que lo deseaba.
Volví a atrapar sus labios con los míos, siendo aceptados plenamente. El beso subió de tono con cada segundo transcurrido, hasta el punto en que nuestras lenguas danzaban juntas y probaban cada rincón de nuestra boca. Inconcientemente, apreté más mi cuerpo hacia el suyo, y el correspondió con un pequeño gruñido, seguido de un movimiento el cual cambió nuestras posiciones.
Edward siguió besándome apasionadamente mientras yo enganchaba mis manos las raíces de su cabello, una de sus manos se deslizó suavemente por mis brazos y llegó hasta mi cintura al momento en que sus labios recorrían mi cuello, humedeciéndolo con sus besos.
Sentí mucho calor, y la necesidad de sentir aquellas manos piel a piel. Llevé mis dedos hacia su camisa y la comencé a desfajar, metí una mano debajo de la ropa y recorrí su espalda, perfectamente musculosa, para después explorar su abdomen. Su boca buscó nuevamente la mía con desesperación y yo correspondí de la misma manera.
No me dí cuenta a la hora en que mis piernas se habían abierto y tenía su cuerpo en medio de ellas, solo fui conciente de ello cuando sus manos me impulsaron para sentarme sobre él y sentí que se deslizaban por mis piernas, levantando el vestido hasta el comienzo de estas.
No me dio tiempo de ruborizarme por la posición en que nos encontrábamos, ya que su boca se deslizó de nuevo hacia mi cuello provocando que mi piel se erizara de puro placer. Comencé a desabotonar su camisa, me sorprendía la habilidad de mis manos puesto que jamás había hecho algo similar. Su pecho quedó descubierto y mi mano viajó memorizando cada ángulo de sus músculos, pude sentir que se estremecía ante mi tacto, pero no desistió de besarme. Con manos delicadas, bajó el tirante derecho de mi vestido y sus labios recorrieron cada centímetro de mi hombro, cerré los ojos en un intentó de controlar mi respiración. Su nariz recorrió mi clavícula y sus manos apretaron más mi espalda, provocando que mi pecho rozara el suyo, provocando que quisiera más de su calor, sin tela que lo censurara. Como si pudiera leerme la mente, sus manos fueron bajando lentamente el cierre de mi vestido, el ligero roce de sus dedos se sintieron como pequeñas descargas eléctricas que hicieron arquear mi espalda apenas unos milímetros.
El pudor me invadió cuando sus ojos se clavaron varios segundos en mis pechos, que eran cubiertos solamente por el sostén negro de encaje. Mis mejillas ardieron mientras sus fogosas pupilas se clavaban en las mías. El verde de sus ojos brillaba en aquella oscuridad y después una chispa de culpabilidad llegó a ellos.
"No puedo" – susurró – "No quiero que esto sea así…"
"Shh…" – interrumpí y tomé su rostro entre mis manos – "Te quiero" – confesé – "quiero ser tuya…" - una gloriosa de asombrosa felicidad atravesó por su rostro
"Yo también te quiero" – dijo con voz tan impregnada de ese amor, que no me quedó duda alguna de que así fuera. Volvimos a juntar nuestros labios, y mis manos se volvieron a pasear por su espalda
Sentí la yema de sus dedos pasearse por mi abdomen, ahora desnudo, y sentí mis piernas flácidas ante su contacto. Poco después, estos mismos, liberaron el broche de mi sostén, dejándome completamente descubierta. Gemí ligeramente cuando su boca se deslizó por mis pechos hasta capturar uno de mis pezones. Enterré mis uñas en su espalda e instintivamente comencé a mover mis caderas, sintiendo sobre la tela de mi ropa intima, y de su pantalón, la dureza de su sexo.
Edward me acomodó sobre la cama con un ligero gruñido y su boca atrapó la mía con un movimiento casi violento
"Detenme, Bella" – pidió susurrando contra mi boca, algo me dijo que en realidad lo deseaba, como respuesta, apreté mis piernas alrededor de sus caderas. Por nada del mundo iba a permitir que parara
Y no paró, su cuerpo empujó hacia dentro, despertando en mí el deseo de sentir lo que se asomaba en su pantalón con más naturalidad. Moví mis manos hacia abajo, rozando en el transcurso su abdomen y paseando mis dedos por su ombligo. Edward se retorció levemente y volvió a besar mis senos. Me ayudó a quitarse el cinturón y a desabrocharse el pantalón. Ahora los dos estábamos solo con una prenda, Edward comenzó a bajar sus labios hasta mi estomago. Besó el hueso de mi cadera, mientras sus manos recorrían cada centímetro de piel que estaba a su alcance, provocando que arqueara mi espalda y varios gemiditos salieran de mis labios.
Atrapé su rostro con mis manos y atraje su boca, necesitaba sentir su sabor en mi garganta, mis manos recorrían cada vez más avariciosas su cuerpo. Me las ingenié para poder posicionarme sobre él y acomodé mi cuerpo de tal manera de que nuestros miembros se rozaran, la fricción que provocaban me hacía sentir fuego en todo mi cuerpo. Examiné el cuerpo de Edward y besé cada rincón de su pecho, cada milímetro de su cuello, cada centímetro de sus brazos. Sus manos apretaban gentilmente cada parte que tocaban y su garganta emitía un sonido ronco realmente excitante que me incitaba a experimentar cada vez más. Con un movimiento completamente sensual me empujó hacia atrás para que las puntas de sus dedos se deslizaran desde mi cuello hasta mis caderas, arrastrando con ellas la última prenda que tenía. No pude evitar cohibirme puesto que era la primera vez que un hombre me veía desnuda, pero cuando sus manos me atrajeron para que su boca marcara la parte trasera de mi oreja, el aliento entrecortado que salía de su pecho me infundió el valor que me faltaba. Nuestras bocas se volvieron a encontrar, Edward volvió a cambiar nuestras posiciones y volvió a besar mis pechos con delicadeza.
Ahogué un grito cuando sentí su dureza rozarme, acto reflejó su cuerpo se separó levemente del mío y sus ojos me dijeron el miedo que sentía también él
"Lo siento" – dijo con ojos dilatados, los cuales expresaban su repentina inseguridad. Yo también me encontré repentinamente más nerviosa y asustada, pero el deseo y mi necesidad de él era más fuerte que cualquier temor, enrollé mis piernas en su cadera y lo atraje con ellas en señal a que prosiguiera
"No te preocupes" – susurré mientras le acariciaba su mejilla, fue hasta ese entonces en el que me di cuenta que ambos estábamos sudando, pese a que una fuerte llovizna caía afuera de la casa – "Hazlo" – pedí y antes de que pudiera protestar, silencié sus labios con mi boca
Una de sus manos acarició mi cintura y la apretó cuando comenzó a adentrarse, gemí cuando lo sentí entrar poco a poco. Mi cuerpo no tardó mucho en adaptarse a él, y el dolor se convirtió en un placer manifestado como una perfecta combinación de un fuego y hormigueó recorriendo cada fibra de mi piel. Me encontré moviendo rítmicamente mis caderas para incrementar la velocidad, ya que la fricción entre nuestros sexos resultaba placenteramente devastadora. Edward respondió de la misma manera. Hacia fuera, hacia dentro, hacia fuera, hacia dentro. Con cada segundo que pasaba sentía que no me era suficiente la cercanía de nuestros cuerpos ni lo intenso de nuestros besos. Comenzamos a gemir más profundamente tras varios minutos de esta interacción, cuando cada roce de su mano, cuando cada movimiento dentro de mí, cobró vida y sentidos hasta el máximo nivel.
"Edward" – gemí su nombre mientras mi cuerpo se tensaba alrededor del suyo. Él soltó otro gruñido, silenciado por mi boca, y después, tocamos el cielo, o el infierno… puesto que esta sensación era tan hermosa, como peligrosa, que no se le podía dar clasificación alguna
Dejó caer su cuerpo sobre mí, mientras besaba pausadamente mi hombro y su mano temblorosa se deslizaba de nueva cuenta por la curva de mi cintura. Por mi parte, yo me limité a acariciar su cabello color cobre, ligeramente humedecido, y mi otra mano acariciaba su espalda, haciendo movimientos circulares con la yema de mis dedos. Estuvimos varios minutos en silencio, mientras dábamos tiempo de que nuestras respiraciones entrecortadas adquirieran su ritmo normal. Sus labios volvieron a besarme, esta vez de manera pausada, después, se dejó caer a un lado, y yo rodé para posicionar mi cabeza sobre su pecho. Su mano acarició mi cabello y sentí sus ojos clavados en mi rostro, (repentinamente sonrojado), ya que al fin, había caído en la cuenta de lo que realmente había pasado, le devolví la mirada por encima de mis pestañas y, al encontrarme con sus deliciosos ojos color verde, oculté mi rostro en su pecho
Sentí el temblor de su cuerpo cuando rió.
"¿De qué te ríes?" – pregunté susurrando contra su piel. Él suspiró
"De lo irónico de la situación" – respondió
"Me siento como si te hubiera violado" – dije. Otra vez volvió a reír
"Ojala toda la gente violada tuviera la misma suerte que yo" – dijo mientras besaba la coronilla de mi cabeza – "¿Cómo te sientes?"
"Mejor no podría estar" – respondí sinceramente
"¿De veras?" – asentí – "Muchas gracias…" – dijo tras varios segundos en silencio
"¿De qué?" – pregunté mirándole a los ojos
"Por quererme" – volví a ocultar mi rostro en su pecho – "¿Qué?" – cuestionó por mi actitud
"¿Tu también me quieres?" – inquirí
"Esa palabra no me alcanza para describir lo que siento por ti, Bella" – sonreí sintiéndome plena, por primera vez en mi vida…
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Cap.9.-DESPERTAR
JASPER POV
"¿Nos vamos?" – pregunté
"Ya que" – respondió la muchacha con voz tajante y verdaderamente molesta. Torcí el gesto ¿Aún seguía molesta conmigo?
"Pues vamos, te guío hacia mi carro" – dije de manera cortes mientras le tendía le ofrecía mi brazo para que se agarrara de el.
"¿Qué?" - preguntó aterrada al ver mi gesto
"Te dije que te guiaría" – repuse mientras alzaba más mi brazo para hacerlo notorio. Ella lo miró por un rato con el ceño fruncido
"Y el hecho de que lleves tu brazo alzado… ¿Qué significa?" – cuestionó – "¿Es esa la dirección que debo tomar?" – se giró para ver el sentido que marcaba al punta de mi codo, suspiré derrotado mientras me daba por vencido
"Olvídalo" – replique mientras comenzaba a caminar – "vamos"
La chica me siguió a la par. Pude notar que varios de los hombres ahí presentes la veían. Y no los culpaba, Alice realmente se veía hermosa, pese a que su vestido era, por mucho, más sencillo que el resto. Pero bien dice el dicho: la mona aunque se vista de seda, mona se queda. Y esta no era la excepción, aquellos lujosos trajes no bastaban para opacar la delicada belleza de su rostro, ni lo grácil de sus movimientos, ni mucho menos, lo frágil de su delineado cuerpo.
Suspiré frustrado por hallarme, como siempre, contemplado la natural belleza de la chica. Estaba dispuesto a abrirle la puerta para que subiera, pero ella me detuvo con un gesto en la mano
"Yo puedo" – dijo mientras abría la puerta por su cuenta – "para eso tengo mis dos manos" – me encogí de hombros para ocultar mi enojo repentinamente mezclado con admiración y deslumbramiento. Ella era tan… distinta
En cuanto estuvimos en el carro, Alice adoptó una posición muy impropia de una dama, se sentó sobre sus piernas cruzadas en el asiento, la mire extrañado y ella se dio cuenta
"¿Qué?" – preguntó sin una pizca de congoja – "¿Te preocupa que ensucie tus asientos de piel?" – puse los ojos en blanco mientras me controlaba por no sonreír. Era tan absurda a veces
"Por supuesto que no" – contesté
"Que bien. Sería pecado que, teniendo tanto dinero, te doliera gastar un poquito más por mandar a lavar tu carro" – arranqué el carro. Con tan solo una vez, me había aprendido el camino hacia su casa, así que no le pregunté la dirección
"Parece que sigues molesta por lo que paso aquella noche" – comenté. Sentí sus ojos clavados en mí – "Hoy no fuiste a la escuela" – señalé tras no obtener respuesta
"Es bueno saltarse las clases de vez en cuando" – contestó
"no has contestado a mi primer pregunta" – otro largo silencio – "¿Puedo tomar eso como un si?" – la vi por el rabillo del ojo, iba con el rostro en dirección hacia la ventanilla – "Parece que eres un poquito rencorosa" – observé, sabía que con eso la haría explotar
"¿Rencorosa?" – inquirió con voz indignada – "es lógico que siga molesta. O mencióname sobre alguna chica que este orgullosa de que la llamen puta" – respigué al oír la palabra altisonante
"Yo… yo no te dije eso" – me defendí – "esa palabra es vulgar… y más para los labios de una dama" – esperaba a que se ofendiera, pero como siempre solía pasarme con ella, hizo lo contrario. Mi comentario le resultó gracioso
"Esa palabra es vulgar… y mas para los labios de una dama" – remedó burlonamente mis ultimas palabras – "¿Todos los riquillos aparentan ser así de persignados y santurrones?"
"No es que seamos santurrones" – salí en defensa – "ni mucho menos persignados…" – giré mi rostro para escupirle las palabras – "se trata de educación y morales" – todos mis intentos eran inútiles, esta chica no se cohibía por nada, levantó su quijada levemente, de forma defensiva
"¿Morales?" – preguntó con voz irónica – "¿Y tu crees que es moralista el ver como otros mueren de hambre mientras ustedes tiran la comida a la basura? ¿Crees que es de morales el que ustedes tengan a sus pies el mundo entero solo por tener billetes verdes mientras otros son marginados, discriminados, por no tener la misma suerte?" – otra vez, sus palabras pegaron fuerte – "discúlpame, pero a eso yo no le llamaría una persona moral"
"Nosotros no podemos vivir cargando las culpas ajenas" – era una frase aprendida de mis padres. Hubo un tiempo en el que yo pensaba igual que Alice, sin embargo, mi familia y amistades, me hicieron cambiar de ideas – "El hecho de que la gente prefiera pedir limosnas con tal de no trabajar, no es problema nuestro"
"Nosotros no pedimos limosnas, trabajamos, y aún así hay días en los que no tenemos ni para comer" – musitó – "pero claro" – repuso después otra vez con voz cargada de desprecio – "es obvio que ustedes no lo entenderían"
"Probablemente no" – admití ¿Qué caso tenía discutir si ciertamente ella tenía razón? – "Alice, ¿Cuántos años tienes?" – quise saber. Una duda que siempre había tenido desde el primer momento en que la había visto y, hasta el momento, no me dejaba en paz
"Dieciséis" – respondió algo cautelosa por el cambio de conversación. Dieciséis… demasiado joven como para pensar de esa manera. Demasiado joven como ejercer esa atracción en mí
"Psicológicamente, no aparentas esa edad" – le dije. Realmente, si me detenía a observarla bien, su físico no era nada despampanante, lo que la hacía atractiva era la finura de sus rasgos e inconcientes movimientos de bailarina. Su cuerpo era bonito, algo que jamás había visto. Era sencillo, pequeño y delicado, exactamente el cuerpo que se espera ver de una modelo de quince años.
"¿Soy demasiado infantil?" – quiso saber. Negué con la cabeza, un poco frustrado ¿cómo podía pensar eso?
"Nada de eso" – repuse – "al contrario, te me haces una persona muy madura, para tener dieciséis"
"Tal vez por que soy la mayor, después de mi hermano Edward"
"¿Edward? ¿Te refieres al chofer de Isabella? – asintió mientras me hacía a la idea.
"Mi mamá es la cocinera" – informó también – "mi padre trabaja en una carpintería, la mayoría de nuestros ingresos provienen de trabajar para los Swan, sin embargo…" – se detuvo de repente, movió su cabeza de derecha a izquierda con preocupación
"¿Ocurre algo?" – pregunté
"Nada" – sonrió tristemente. Llegamos al callejón en la que la había dejado anteriormente
"Supongo que esta vez tampoco quieres llegar en esto a tu casa" – le dije mientras recordaba la vez pasada
"Supones bien" – su mano se dirigió hacia la perilla de la puerta
"Espera" – pedí mientras, instintivamente, le tomaba una de sus manos. La retiré tan pronto como me di cuenta del movimiento – "¿Cómo mínimo me dejaras que te abra la puerta del carro?" – pedí – "me siento mal sin hacer eso" – justifiqué – "ya sabes, no es… normal, el que a una chica no le guste este tipo de atenciones" – lo pensó durante unos cuantos segundos y después suspiró derrotada
"Esta bien" – respondió – "pero date prisa, no pienso quedarme sentada aquí toda la noche" – me apresuré a bajar del carro, casi con movimientos torpes. Abrí la puerta sonriendo de oreja a oreja y le tendí la mano para ayudarla, tras pensar otros segundos, aceptó. El roce de su palma con la mía trajo consigo un sentimiento nuevo y desconocido que me dejó estático en el lugar, provocando que, al momento en que Alice se bajó completamente del carro, la distancia que nos separaba fuera mínima.
Mis manos no pidieron permiso, ni dieron explicaciones, se movieron instintivamente. Sin razonamiento coherente que las condujera, atraparon su rostro entre ellas y lo atrajeron hacia el mío para que la pudiera besar. Apenas mis labios rozaron los suyos, sentí la necesidad de tenerla más cerca y llevé mis manos hacia su pequeña cintura. Ante este movimiento, Alice me separó de ella con brusquedad y después solo sentí un ardor en la mejilla y un dolor en el estomago… ¡auch!
EDWARD POV
El veneno que hay en tu piel es tan dulce como la miel
Que me basta una caricia para estar a tu merced
El cielo ya comenzaba a cambiar de negro a gris. La noche había terminado, había podido dormir poco después de lo pasado, la mujer que en mi cama estaba, me quitaba, además de la respiración, el sueño.
Llevé mis ojos, una vez más, hacia su cuerpo envuelto entre las sabanas. Su cabeza descansaba sobre mi pecho y su respiración era acompasada y tranquila. Tenía sus enormes, expresivos y hermosos ojos cerrados, dormía placidamente. Acaricié su espalda desnuda con mi mano al momento en que suspiraba.
Todo había cambiado tan rápido que hasta me daba miedo. No por mí, si no por ella. Mi amor era correspondido, y eso… no estaba bien. Ahora no la podía dejar, por más que quisiera, por más que me obligaran, y eso era preocupante. Estaba claro que yo no era digno de una persona como Bella. Ella era lejana, inalcanzable para mí, quien no podía ofrecerle ni la décima parte de las cosas a la que ella estaba acostumbrada. Imposible.
Cerré mis ojos, la verdad era dolorosa. El destino era injusto. Y la vida demasiado masoquista e impredecible. Ay, mi Bella. Habiendo tantos hombres con mejor vida que yo, te viniste a entregar a mi, tu chofer… y yo de idiota que no me pude frenar pero, ¿Qué se podía esperar de un ser tan egoísta?
"Te quiero. Quiero ser tuya…"
Aquellas palabras resonaban en mi cabeza como un canto de sirenas. Me amaba, lo sabía. Lo había sentido en cada una de sus delicadas caricias, en cada uno de sus besos, en cada movimiento, en cada respiración entrecortada, en cada susurró con el cual pronunciaba mi nombre. Me amaba… y claro que yo la amaba también. ¿Sería eso suficiente como para poder vencer nuestras enormes diferencias?
"Edward" – tocaron a la puerta provocando que la sangre huyera de mi rostro – "Edward, ¿Estas ahí?
Moví a Bella, delicadamente para que se despertará, ella abrió los ojos pesadamente mientras se incorporaba
"¿Qué pa…?"
"Shh" – puse mis dedos sobre sus labios – "Tanya esta afuera" – informé murmurando. El rostro de Bella se endureció al instante
"¿Qué quiere?" – preguntó, sonreí por el tono de su voz ¿Cómo era posible de que estuviera celosa y no preocupada de que nos pudieran descubrir?
"No lo se" – respondí sonriendo – "pero nos puede descubrir"
"¿Y qué quieres que haga?" – seguía molesta – "¿Qué me salga por la ventana o qué? ¿De qué te ríes?"
"Eres tan tonta, Bella" – susurré mientras la besaba – "¿Acaso no te das cuenta de que te amo? No podría jamás engañarte… no después de lo que ha pasado entre nosotros"
"tengo mis buenas razones para dudar de ti" – repuso ahora con voz triste.
"¡Edward!" – llamaron otra vez afuera y me levanté para asegurarme de que la chapa estuviera bien cerrada. Ya se cansaría de estar insistiendo y más tarde hablaría con ella
"Se que las tienes" – dije volviendome a acomodar a su lado– "me merezco el pensamiento que tienes de mi por que yo mismo lo he planteado, pero Bella, no pienso engañarte… nunca" – me miró por varios segundos con gesto serio, seguramente descubriendo si le era sincero a través de mis ojos
"Edward ¿por qué no abres?" – Bella suspiró frustrada y dirigió una mirada furiosa a la puerta
"¿Siempre es así?" – preguntó irritada. Reí entre dientes
"No lo sé" – contesté mientras acercaba mi rostro para besarla. Bella correspondió el beso de manera intensa, atrayéndome con ella hacia la cama. Y comenzamos de nuevo, dejándonos llevar e ignorando sin ningún esfuerzo a la chica que tocaba la puerta. Agradecí de que se fuera mucho antes de que ambos empezáramos a emitir entrecortadas respiraciones.
"Pasaría toda una vida de esta manera" – dijo Bella mientras me abrazaba, su respiración aún no se había controlado, así que acomodé nuestros cuerpos de manera en que yo pudiera recostar mi cabeza sobre su pecho. Su corazón latía desbocadamente. Sentí sus manos enterrarse entre mis cabellos y después bajar por mi espalda, me estremecí.
"¿Acostada con el chofer?" – inquirí sin despegar mi oído de su corazón
"Acostada con el amor de mi vida" – rectificó. Sonreí mientras depositaba un beso en su cuello
"Te amo" – le dije mirándola a los ojos. Sonrió calidamente en respuesta. Volvió su mirada hacia la ventana y suspiró con pesar
"Ya amaneció" – la abracé fuertemente puesto que sabía lo que eso significaba. Ella tenía que irse de mi cama, de mí. – "Te veo en un par de horas"
"¿No piensas dormir?" – cuestioné. Ella negó con la cabeza
"He dormido demasiado… y muy bien, por cierto" – afirmó mientras tocaba la punta de mi nariz con la yema de su dedo. Cuando se levantó no pude evitar mirarla. Era tan hermosa, tan perfecta.
"Eh… ¿Edward?" – llamó mientras se cubría con las sabanas
"¿Si?"
"¿Podrías… podrías dejar de verme tanto?" – pidió extremadamente sonrojada – "esto es… nuevo para mí y… me… me da pena"
"Si" – me apresuré a decir mientras sentía que mis mejillas también se ponían coloradas – "perdón, no es… no es mi intención… yo…" – me di cuenta de que estaba hablando puras incoherencias así que me limité a girar mi rostro en dirección contrario para no verle
"Gracias" – susurró tras un minuto mientras me daba un beso en mi cuello. Me giré para verla, ya se había puesto el vestido. Me paré, cubriéndome abajo con la sabana. Ella dirigió su mirada hacia esa parte y sonrió de manera picara – "creo que ya se el cómo cobrarme lo que acabas de hacer… ojo por ojo, diente por diente" – levanté las cejas anonado y muy apenado por sus palabras
Solo Bella podía llegar a cambiar de ser tan tímida a alguien tan atrevida en un segundo.
"¿Me vas a decir que a te causa mucho pudor el que te vean desnudo?" – preguntó ante mi silencio.
"En tu caso, si" – respondí. Ella rió y se acercó a mí, de manera sinuosa, sujetó un extremo de la sabana que me cubría y la jaló ligeramente – "¡Bella!" – exclamé apretando mis manos alrededor de la tela para que no cayera. Eso le divertía en gran medida, entrecerré los ojos de manera acusadora – "¿en verdad quieres jugar? - pregunté con tono amenazante. Ella sonrió ampliamente
"Los juegos serán cuando yo quiera, Cullen" – contestó mientras rozaba sus labios con los míos
"Ya veremos" – musité contra su boca.
Me quedé tirado sobre la cama largo rato. Con los pensamientos basados en ella…
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