Dark Chat

viernes, 23 de abril de 2010

A Walk to Remember

Hello mis angeles hermosos!!!
aqui les dejo el final de esta hermosa historia de amor .
muchas gracias a ANJU DARK por compartir una vez mas su hermoso trabajo con nosotras , te mando mil besitos . y chicas dejen sus comentarios al final por fisss
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A Walk To Remember



By Romina Cullen

Hoy vengo a contar una historia,

mía y de alguien más,

su protagonista es una amable chica,

la más buena que conocí jamás,

todos aquí la conocían,

tacharla de extraña era su mayor osadía,

mas ella a todos saludaba con una sonrisa,

siempre feliz, animada;

a todo quien podía ayudaba,

por la Biblia siempre guiada,;

esta singular muchacha

Bella Swan se llamaba

y asi es como la historia inicia...


FINAL:



Un Paseo Para Recordar


Nervioso y completamente impaciente: así es como me encontraba, esperando el momento en que Bella arribara a la iglesia.


Todos estaban presentes: mi madre, mi padre, nuestros amigos. Nadie faltaba. Todos estaban siendo testigos de cómo mi rostro no podía ocultar la dicha inmensa que sentía de estar ahí, parado, aguardando por el amor de mi vida.


Y fue de un momento a otro, cuando apareció.


Un suspiro se escapó del pecho al verla. Parecía un ángel caído directamente del cielo, con su sencillo y bonito vestido blanco, entallando cuerpo, y un fino y delicado velo, cubriendo parte de su cabello, que caía como una cascada caoba por sus hombros. Sus mejillas se encontraban adornadas con un rubor natural y cautivador. Su pequeña sonrisa dibujada en sus labios, era única y pacificante. La calidez del chocolate de sus ojos, derretía todo lo que ella mirara con un fuego delicioso.


Iba sentada en una silla de ruedas – La fuerza de sus pies se había debilitado en la mañana – la cual era empujada por Charlie, quien caminaba con pasos pausados


"Papá" – llamó, a mitad de camino hacia el altar. El señor, automáticamente, detuvo su marcha y todos estuvimos atentos, esperando el resto de sus palabras.


Pero no las hubo. Bella se limitó a sonreírme, desde donde se encontraba y, situando sus manos a ambos costados de la silla, comenzó a ponerse de pie. Nadie impidió que lo hiciera, al contrario, Charlie le ofreció su ayuda y yo corrí para hacer lo mismo. Unimos nuestras manos y sonreímos. Mis ojos se encontraban llenos de lágrimas, al igual que los suyos.


Ella suspiró profundamente y dio el primer paso hacia delante. Caminé junto con ella, lentamente, vigilando y cuidando, cada uno de sus movimientos, hasta llegar hacia el altar. Y, en se momento, estuvimos más unidos que nunca. Fue en ese pequeño pasillo, en donde Bella demostró ser más fuerte de lo que parecía – más fuerte que cualquier persona – en donde, con la fortaleza de su amor y de su fe, fue capaz de caminar a mi lado. Fue, justamente ahí, en donde tuvimos nuestro paseo, el más importante de todos, pues ambos nos apoyamos, el uno al otro.


El recorrido que hicimos hacia el altar: ese fue nuestro paseo para recordar.


Al llegar, la respiración de Bella era algo agitada, pero sus ojos me miraban con firmeza, la misma firmeza con la que nuestras manos se encontraban unidas. Su cuerpo se desvaneció ligeramente, por lo que optamos el acercarle la silla de ruedas, en la cual tomó asiento, con una sonrisa de agradecimiento.


Me puse de rodillas, con el objetivo de estar su nivel. Deposité un beso sobre sus manos y le sonreí. Me sentía demasiado orgulloso de ella, de su inquebrantable fortaleza, de su infinito amor. Una de sus manos se dirigió hacia una de mis mejillas y secó la lágrima que resbalaba por ella. Fue hasta ese entonces que comprendí que no había podido resistir el llanto.


"Te amo" – susurró, y a pesar de que su voz se escuchaba cansada, la felicidad fue palpable en sus palabras.


Charlie, después de besar a Bella en su mejilla, se alejó para poder subir a la sede. Abrió la Biblia, buscó el pasaje 1Cor. 13:4-8 que, hacía cerca de seis meses, yo le había leído a Bella, dando comienzo a la ceremonia religiosa.


"El amor siempre es paciente y amable. Nunca es celoso. Nunca es jactancioso o engreído. Nunca es grosero o egoísta. Nunca se ofende y no es resentido. El amor no halla placer en los pecados de otros si no que se deleita con la verdad. Siempre está dispuesto a excusar, confiar, esperar y soportar… lo que venga… El amor, nunca falla."


Cada palabra llegó de manera clara y concisa. Cada palabra fue sabia, cierta y honesta. Cada palabra estaba marcando nuestras vidas, tanto pasada, presente y futura…


El amor, no es simplemente un juego de besos, abrazos, y frases bonitas. El amor es enfrentarte a la vida, con ayuda de esa persona especial. Es sostenerse mutuamente ante las adversidades. Es soñar juntos. Reír juntos. Llorar juntos…


El amor es sufrir y perdonar. Es nunca olvidar y siempre recordar. El amor no es idolatría, es valentía. Pero, sobre todo, el amor si existe…


… Te lo puedo asegurar yo, que fui testigo de ello…


Nuestras miradas no se alejaron, ni un solo instante. Al contrario, se fundieron más, al decir nuestros votos. No necesitamos muchos argumentos, tampoco quisimos recurrir a frases compuestas en versos interminables. Bastaba con decir lo cierto, lo importante. Era suficiente con mencionar una palabra, que diera a entender los cientos de miles de significados que se ocultaban detrás de ella. Y así, fui yo quien comenzó, siendo seguido, casi a coro, por su dulce voz.


"Yo, Edward Cullen…"



"Yo, Isabella Swan…"



"Juro solemnemente (ambos)"



"Tomar a Isabella Swan…"



"Tomar a Edward Cullen"



"Por esposa…"



"Por esposo..."



"Honrarla y…



"Amarlo"



"Para toda la vida"



"Para toda la vida"



Fue todo.

Pero no podría llegar describir jamás, como cada poro de mi piel se había estremecido ante su fuerza. El corazón se había deleitado en una música infinita y suave. Mis ojos se llenaron de lágrimas felices y emotivas. ¡Cuánta dicha, Dios mío! ¡Cuánto amor!...


"El novio, puede besar a la novia" – anunció Charlie y la voz se le cortó, sin que lo pudiese evitar.


Me incliné hacia Bella y, lentamente, busqué sus labios para acariciarlos suavemente.


"Te amo" – confesé, con un susurro.


Salimos de la iglesia, en medio de afectuosos abrazos y numerosos buenos deseos. Nuestra boda fue sencilla, tradicional; pero hubo un detalle que no todas suelen tener, y el cual fue lo que marcó la enorme diferencia: Nosotros estuvimos rodeados de verdadero cariño y amistad. Ni una sola gota de hipocresía, ni el más mínimo de los desafectos se nos presentó. Claro, sé perfectamente que yo no tuve nada que ver en ello. Fue Bella, fue su bondad, su eterna fe, su hermosa alma, la que hizo que todos le amaran.


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Bella y yo vivimos un perfecto verano juntos, con más amor del que muchos conocen en toda una vida.


"Edward, estas loco" – Exclamó, sonriendo, cuando la levanté del suelo y la cogí entre mis brazos, para ingresar a la habitación que habíamos rentado en Volterra, el lugar que ambos habíamos escogido para nuestra luna de miel


"No sería un verdadero novio si no hago esto" – señalé.


Su risa cantarina se elevó por las paredes de aquel lugar. Nuestras miradas se unieron, de forma significativa, en cuanto traspasamos la puerta que nos dirigía hacia la recamara. Tragué saliva ruidosamente, al mismo tiempo que sentía un fuego delicioso recorrer mi estomago y debilitar mis piernas. Repentinamente, ambos nos encontrábamos completamente serios. Podía sentir el temblor de su cuerpo entre mis brazos.


"Bella, no es necesario si tú no…" – mis labios se vieron silenciados por uno de sus dedos.


No habló. Su simple mirada me lo dijo todo. Incliné mi rostro para unir nuestras bocas y seguí caminando hacia la cama, en donde la dejé caer con suma delicadeza. El peso de nuestros cuerpos hundió el colchón. Sentí sus manos recorrer mi rostro y llegar a mis cabellos. Mis labios bajaron hacia su cuello y acariciaron cada parte de su piel. Las yemas de mis dedos se deleitaron con cada centímetro de su figura, tan bella como su alma.


El vestido se fue deslizando, lentamente, hasta caer sobre el suelo. Cada caricia dada era señal del amor que nos teníamos. No hubo ninguna clase de prisa. Nos dejamos guiar, ciegamente, por nuestra pasión. Cada beso dado en su segundo correspondiente. Cada roce de nuestras pieles estaba cargado de una ingenuidad turbadora. Nuestros jadeos fueron profundos y débiles, y muy rara fue la vez en la que nuestros labios se distanciaran.


Mis manos se pasearon por sus mejillas acaloradas y recorrieron cada parte de su rostro inolvidable.


La hice mía y fui suyo. En cuerpo y alma, como suelen decir muchos. Cada movimiento que nos conectaba fue gentil, delicado, tierno, placentero. Jamás antes había conocido el verdadero significado de hacer el amor, hasta esa noche.


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Nuestras manos se mantuvieron fuertemente aferradas aquella madrugada. Era la única forma de mantenerme firme. Era la única esperanza que tenía de no perderme en vida.


Bella se encontraba tendida sobre la cama. Su respiración débil y cansada, provocaba que su pecho subiera y bajara de manera desacompasada. Yo, por mi parte, sentía como si mi garganta se fuera a desangrar en cualquier momento, pues llevaba horas conteniendo el llanto.


Abrí la boca para absorber un poco de aire, el cual parecía que se negaba a llegar a mis pulmones conforme cada segundo transcurría. Cerré fuertemente mis ojos, ante el terrible y lacerante dolor que me estrujó el pecho. Me mordí fuertemente los labios para contener un gemido de dolor y, movido por la aflicción, dejé caer mi rostro sobre su regazo.


Me encontraba solo en aquella habitación. Charlie, mi padre, mi madre y los demás, se encontraban afuera. El doctor había anunciado que poco faltaba para su partida…


Sentí unas frágiles manos posarse sobre mis cabellos y removerlos con un movimiento débil. Levanté mi rostro rápidamente, encontrándome al instante con un par de castaños ojos completamente llenos de vida


"Edward" – musitó, con voz casi ininteligible – "No estés triste" –pidió


Llevé una de mis manos hacia su cabeza, la cual se encontraba decadente de cabello, y la acaricié, suavemente. Mis lágrimas ya no pudieron ser retenidas cuando ella sonrió. ¿Cómo era posible? ¿De dónde sacaba tanta energía? ¿De dónde tanta paz?


"Te amo" – volvió a hablar, de manera tranquila, apenas y moviendo sus labios – "Él, me esta llamando, pero, nos volveremos a encontrar"


"¿Cuándo?" – quise saber, con voz entrecortada


"Cuando sea tiempo" – contestó


Y, con esa promesa, Bella se fue, con su fe inquebrantable…




EPILOGO

Han pasado ya treinta y cuatro años; pero la visión de Bella, caminando hacia mí, nunca me abandonara.


Después de su muerte, seguí con mi camino. No solo, pues, tal y como ella había prometido, su recuerdo me acompañó por siempre. Levantándome, cuando estuve a punto de caer. Empujándome hacia delante, cuando mi fe amenazaba con sucumbir. Cada vez que cerraba mis ojos, su sonrisa aparecía. Y, no había noche que, la sensación de sus caricias sobre mi rostro, me adormecieran.


Podré ser más viejo, con cada día que pase, pero nunca podré olvidarla y, estoy seguro que, cuando mi momento llegué, lo único que acudirá a mi memoria serán aquellos días que viví a su lado.


Aún la amo, con la misma fuerza que antes. Ahora, me encuentro sentado, frente a mi casa, sobre una mecedora, mirando hacia las calles de Forks, que han cambiado notablemente.


Sonrío cada vez que veo a una pareja pasar por las banquetas y no puedo evitar acariciar el anillo que, desde mi boda, siempre ha reposado sobre mi dedo corazón. Nunca me lo quité. Nunca sentí la necesidad de ello.


"Buenas tardes, doctor Cullen" – saluda una vecina, tras mirarme, al pasar por la calle


"Buenas tardes" – contesto, con un asentimiento de cabeza y una amable sonrisa.


Me pongo de pie y camino hacia el patio trasero, en donde subo a mi carro. Manejo hasta llegar a aquella única parte de Forks que sigue tan igual como antes. Bajo del vehículo y, con pasos lentos, recorro el camino que me lleva hacia él. Mis ojos se centran en aquel hermoso prado, que un día fue testigo de nuestro amor.


Muevo mis pies hacia el viejo árbol, bajo el cual me confesé, en una noche estrellada, y dejo caer mi mano sobre su áspero tronco. Una brisa fresca sopla y acarició mis mejillas. Sonrío, al mismo tiempo en que cierro mis ojos. Ella esta conmigo en ese momento, lo sé…


Las palabras que un día Charlie me dijo, acuden a mi mente


"Lamento mucho que ella no hubiera tenido su milagro"


"Claro que lo tuvo" – había discutido él – "Fuiste tú"


El eterno nudo en mi garganta hace acto de presencia.


Una lágrima adorna mi mejilla, y se pierde por mi boca.


Negar que no he sufrido todo este tiempo al no tenerla, físicamente, sería mentir. Decir que el pecho ya no me duele cada vez que le recuerdo, también lo sería. Pero, si alguien viniera y me preguntara, si puedo hacer algún reproche por todo lo vivido, contestaría que no…


Pues, si tuviera la oportunidad de revivir nuestra historia – aún con todas sus partes tristes – la aceptaría inmediatamente, pues no habría algo que me hiciera más dichoso que volver a aprender todo lo que sé, a su lado.


Bella, salvó mi vida…


Me enseñó todo acerca del amor, el perdón, la fe y la lucha diaria en el camino de nuestra existencia.


Siempre la extrañaré; pero nuestro amor, es como el viento: No puedo verlo, pero si puedo sentirlo…


FIN



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