Dark Chat

jueves, 10 de diciembre de 2009

TE AMO AUN DESPUES DE LA MUERTE

hola mis angeles , perdon por el retraso , pero aqui les dejo mas vicio
mil besitos
Angel of the dark

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Capítulo 7: El prado


“¿Edward?” – pregunté en cuanto recobre la conciencia, aunque la cabeza aun me daba vueltas


“Bella, ¿Estás bien?” – el rostro de mi novio vampiro se veía preocupado.


Sus dorados ojos brillaban, parecía que se hubiera inyectado miel en ellos. Su aliento rozó ligeramente mi rostro y su mano presionaba delicadamente mi frente


“S-si” – contesté. A su lado todo estaba bien. Perfecto


“Discúlpame, Bella…” – comenzó a decir mientras me ayudaba a sentarme.


No presté atención a lo que decía ya que mi vista se había perdido en lo que comenzaba a contemplar: el prado


“Es hermoso” – interrumpí, completamente asombrada


Tenía meses de no estar en aquel lugar y no esperaba encontrarlo en esas condiciones.


El ultimo recuerdo que tenía de éste, además del doloroso shock que me produjo, era un lugar con largas hierbas y, ahora, estaba igual o mas hermoso a como era, cuando Edward y yo solíamos venir juntos.


“Cuando vine, después de ir a tu casa, fue el segundo lugar que visité… decidí arreglarlo un poco” – explicó con un susurro, no era la única que estaba conmovida, miles de recuerdos se vinieron a mi mente


Este prado nos había visto crecer, madurar. Había visto cientos de besos, caricias, miradas. Había escuchado “Te amos” provenientes de susurros sinceros, era confidente de nuestras promesas y planes futuros. Nos había cubierto de la humanidad y nos había cobijado en sus lechos mientras Edward y yo entrelazábamos nuestros cuerpos.


Jamás imaginé volver a estar con el hombre de mi vida una vez más en aquel lugar y, el hallarme ahí, reconciliada con la vida, hacía que la dicha invadiera cada fibra de mi ser.


“Gracias” – dije mientras me acercaba y recostaba mi rostro en su silencioso pecho. Sus brazos, fríos y duros, pero amorosos, me envolvieron


Inhalé su fresco y dulce aroma. Estuvimos varios minutos en silencio, yo en la misma posición, respirando tranquilamente y él con sus labios sobre mi cabello


“Tenías preguntas que hacerme” – recordó al fin, con su dulce voz


“Tienes razón” – inhalé su aroma por ultima vez antes de separarme levemente de él para poder apreciar su rostro – “¿Puedo preguntar lo qué sea?”


Él asintió


“Me arriesgare a que así sea” – lo miré, confundida


“¿Te arriesgaras?” –


“Es muy probable que no quieras estar conmigo después de saber algunas cosas” – su voz se escuchó ansiosa, como si realmente la probabilidad fuera muy grande


“Jamás” – contradije mientras depositaba mi mano en su mejilla.


Él sonrió tristemente


“Entonces, comienza” – insito. Medité durante unos cuantos segundos, escogiendo cuál pregunta seria buena para comenzar.


Decidí por una, la cual era muy importante para mí


“¿Dónde están tus papás?”


Inclinó su rostro hacia abajo y apretó los labios


“Ellos… ya no están conmigo”


Me arrepentí al escucharlo tan triste. Tenía la ligera esperanza de que sus padres ahora eran igual que él


“Lo siento… no quise” – me intenté disculpar pero él puso tiernamente uno de sus gélidos dedos sobre mis labios


“No te preocupes… tenía que pasar algún día”


Supe que no quería hablar del tema, así que no insistí, aún así, sostuve su mano entre las mías y deposité un beso en ellas


“¿Vives solo?” – pregunté


“Vivir no es la palabra correcta, ya que no estoy vivo” – aclaro él, con voz suave y ligeramente divertida – “y no, no estoy solo, te tengo a ti”


Sonreí ante su respuesta


“Me refería a si “vives” con alguien más. Tu entiendes”


El asintió levemente con su cabeza y un deje de diversión se asomó en las comisuras de sus labios


“Vivo con Carlisle y su familia” – fruncí el ceño a modo de pregunta – “Carlisle es quien me convirtió”


“¿Él te tenía amenazado para que no te acercaras a mí?” –


Aunque ya me había explicado el motivo por el cual se había distanciado de mí un año, la idea vino a mi mente de nuevo. El río mientras depositaba una de sus manos sobre mi cabello y lo alborotaba ligeramente


“No estoy bajo ninguna amenaza, Bella… es más, Carlisle es alguien muy bueno, al igual que todos” – su mirada se perdió por un momento


Me quedé en silencio bastante tiempo, tratando de digerir que un vampiro fuera bueno, ya que las leyendas indicaban todo lo contrario, pero Edward era uno de ellos y seguía siendo amable, dulce y tierno…


“Carlisle me encontró moribundo al final del barranco en donde había caído el carro de papá” – siguió contando – “dudó mucho para transformarme…”


“¿Por qué lo hizo?” – interrumpí


Sus ojos se clavaron intensamente en los míos


“Por que en ese momento yo me estaba aferrando a la vida pera verte” – respondió y sus palabras penetraron hasta el fondo de mí ser – “Pese a las heridas y toda la sangre que había perdido, en esos momentos gritaba tu nombre. Tenía miedo de no volver a estar junto a ti y, fue cuando lo vi… Algo me dijo que él era el único que podía salvarme, un instinto, supongo. Aferré, con las fuerzas que me quedaban, mis manos a su camisa y le pedí que me salvara, que no podía morir, que tu me esperabas. Sus ojos se clavaron en mí y yo repetí tu nombre una vez más… después no sentí más que dolor…”


“¿Cómo es?” – pregunté, aún perdida entre sus palabras


Después de morder, nosotros liberamos una ponzoña que esta siempre presente en nuestro cuerpo. Cuando tenemos sed, es muy molesta, ya que es lo que provoca que la garganta queme. Esa ponzoña la “inyectamos” y se tiene que dispersar por todo tu cuerpo… Carlisle es alguien extraordinario” – su voz tenía un marcado tono de respeto y admiración hacia aquella persona – “ha controlado su sed al grado en el que la sangre de los humanos le es inmune. Es él quien nos ha enseñado a todos a controlar los instintos de vampiro y alimentarnos con sangre de animales”


“¿No beben sangre humana?” – el negó firmemente y me sentí más que aliviada, aunque la idea seguía siendo extraña, fueran humanos o animales, era sangre


Me miró por largo rato


“¿Qué pasa?” – cuestioné al ver que no decía palabra alguna


“¿No te da… miedo?” – lo miré, con el ceño fruncido, pero él ignoró mi gesto y siguió hablando – “bebo sangre, Bella… ¿No te asusta o te da repudio esa idea?”


“Supongo que no ha de saber tan mal” – intenté bromear pero él no sonrío – “Edward, lo que seas ahora no cambiara lo que siento por ti, ¿Cuántas veces lo tengo que decir?”


Él apretó con firmeza mis manos. La entrevista prosiguió y fuera de asustarme, me maravillé con las cosas que supe.


“¿Qué tanto puedes ver, que yo no?” – quise saber. Él rozó suavemente mi mejilla, sonrojada por su tacto


“Puede ver lo delgada y fina que es tu piel” – su suave voz tenía un toque seductor, no sé si era conciente o inconcientemente – “cada latido de la sangre en tus venas, lo puedo escuchar” – bajó su mano hasta mi nuca – “cada fibra de tu cabello… Puedo apreciar a fondo tus ojos” – su mirada se clavo en la mía – “tu olor es exquisito y tu calor reconfortable” – por primera vez, su rostro estuvo sobre mi pecho, que latía desenfrenadamente. Una de sus manos rozo mi brazo – “eres hermosa, completamente hermosa, no sabes cuanto te deseo…”


Aquellas palabras me hicieron recordar a la primera noche en la que hicimos el amor, un estremecimiento de placer recorrió mi cuerpo


“Pero eso es peligroso” – agregó amargamente separándose de mí


“¿Por qué?” -


“El deseo que arde en mi garganta es un instinto que me indica que beba tu sangre… y, aunque ese lo puedo controlar, es mi fuerza a la que temo”


“No me harás daño” –


“Me gustaría estar tan seguro como tú, pero ya te dije antes: ahora me resultas extremadamente frágil. Me tengo que concentrar para emplear mi fuerza al tocarte… eso castiga más que cualquier sed que pueda sentir ahora”


Su voz se tornó triste y sus manos se empuñaron con resentimiento. Me acerqué lentamente mientras me abría paso entre sus brazos para colocar mi cabeza en su pecho


“Perdóname” – dijo mientras me apretaba contra él. Negué con la cabeza sin apartarme de su cuerpo


“No tengo nada que perdonar. Al contrario, te estoy agradecida de que hayas cumplido tu promesa”


“Me la tomé muy en serio” – convino entre pequeñas risitas


El tiempo pasó rápido entre sus brazos, estaba contenta, plena, aunque no del todo, ya que deseaba con toda mi alma rozar sus labios… pero sabía que no era posible. Aún así, la frialdad de su cuerpo me resultaba reconfortante. La tarde llegó con la puesta del poco sol que se filtraba en las nubes, que se hacían más espesas y empezaban a pintar el cielo de color gris oscuro


“Hora de irnos” – recordó con un suspiro


Con un pequeño puchero acepté su ayuda para ponerme de pie. Mis ojos se abrieron como platos y mi pulso se acelero al deducir que nos regresaríamos de la misma manera en la que habíamos llegado. Él notó aquella tensión


“Será menos difícil si cierras los ojos” – recomendó con una sonrisa enorme en su pálida cara, sus dientes blancos como el marfil relucieron, sus colmillos estaban ligeramente más largos de lo que recordaba, pero nada del otro mundo como para que resultasen extraños o tenebrosos


“No tienes colmillos” – señale sin poder evitarlo, el ensancho más su sonrisa


“Claro que tengo, solo que son discretos” – sonreí por un momento ya que el nerviosismo del viaje no se había olvidado – “Bella, no pasará nada, vamos” – tendió su mano para ayudarme a subir en su espalda


“Edward… ¿No podemos regresar caminando?” – propuse sin mucha esperanza


“Preocuparíamos a Charlie” – tenía razón.


Aún no muy convencida, le di mi mano y él, muy cuidadosamente, me ayudó. – “Sostente bien” – indicó y yo me aferré a su cuello y enrollé mis piernas en su cintura


“¡¿Lista?!” – preguntó de manera entusiasta. Apreté más mis extremidades a su cuerpo, duro y firme, cerré mis ojos y asentí apretando mi rostro a un costado de su cuello


Él emitió una sonrisita y acarició mi pelo con su mano antes de lanzarse al bosque


El viento soplaba mi rostro enérgicamente, no abrí mis ojos en ningún momento, me concentre en la respiración acompasada de Edward la cual no se descompuso en ningún momento.


“Llegamos” – indicó tras unos quince minutos, abrí mis ojos lentamente y comprobé que así era, vi mi casa aun vacía por que Charlie no llegaba aun


“Vaya” – fue lo único que pude decir mientras me bajaba con ayuda de mi novio, caminé hacia la puerta con Edward pisando mis talones, fue un gran alivio el repetir esta situación tras un año. Edward y yo reímos


“¿Recuerdas lo furioso que se puso Charlie cuando nos vio por primera vez solos en tu habitación cuando él aun no estaba?” – preguntó riendo, asentí


“Ni siquiera éramos novios” – completé


Nos dirigimos hacia la cocina, le preparé la cena a mi papá con ayuda de Edward, nuestras platica siguió recordando los primeros meses en los que nos conocimos, tenía mucho tiempo sin reír de tal manera. Edward desapareció en el aire cuando escucho la patrulla de Charlie acercarse, dejándome nerviosa, ya que su ausencia me traía recuerdos muy tristes.


Charlie estaba feliz con mi tan drástica y completa mejoría. Comí con él, ya que no me había dado cuenta que estaba realmente hambrienta. Aun así, la comida no supo muy bien por que Edward habitaba mi mente en cada segundo, con un diferente significado, pero con el miedo de que desapareciera de nuevo, siempre palpando en mi corazón. Tras comer y platicar con Charlie subí corriendo a mi habitación. Edward no estaba como había supuesto, me sentí más afligida pero trate de controlarme, me dirigí hacia la regadera y me duche, el agua caliente no me relajo.


Llegue a mi habitación y el todavía no estaba, la garganta se comprimió, impidiéndome tragar saliva, él te prometió que no se iría me recordé varias veces. Mis manos temblaron y encendí un poco de música para apaciguar mi angustia, me senté en la cama, viendo hacia el bosque y hacia el reloj…


Una… dos… tres… cuatro… cinco horas…


El instrumento del tiempo marcaba ya media noche y los ojos empezaban a derramar las lágrimas contenidas, ¿Por qué no venía?, me deje caer en la cama, abrazando a mi almohada fuertemente y hundiendo mi rostro en las cobijas… un tacto frío en mis cabellos me devolvió la paz


“¿Estas bien, Bella? ¿Por qué estas llorando?” – preguntó la aterciopelada y preocupada voz.


Me lance a sus brazos con desesperación, apretándome contra él, aferrando mis manos a su espalda


“Ahora, estoy perfectamente bien” – confesé – “Edward, cada vez me haces más falta” – seguía llorando y el acariciaba mis brazos tiernamente


“Ya no quiero que sufras, mi amor… ya no quiero que llores por mí”


“Perdón” – dije entre sollozos – “sé que es ridículo y exagerado, pero no puedo evitarlo”


“Claro que no es ridículo” – contradijo – “yo me siento de la misma manera pero… tuve mis razones para demorarme, lo siento, prometo no dejarte tanto tiempo sin antes avisarte”


Eso me tranquilizó


“¿Entonces seguirás conmigo?” –


“No hay forma de que me pueda alejar de ti” – respondió


Sonreí y bostecé sin querer


“Tienes que dormir debes estar cansada y mañana tienes que ir a la escuela… pero antes” – su mano se sumergió en uno de los bolsillos de su pantalón – “Toma” – indicó tendiendo una pequeña cajita color azul, la sostuve y la observe por un rato


“¿Y esto?” – pregunté extrañada. No era muy buena para recibir regalos y eso lo sabía él


“Es una de las razones por las cuales me tarde en venir… en tu cumpleaños no te pude regalar nada, siento la tardanza”


Abrió la cajita por mí, dejando ver una cadena plateada, de un ligero y fino trenzado, con un dije en forma de sol y media luna entrelazados, era hermoso y no pude evitar sonreír ante el significado que daban estas figuras


“Gracias” – dije mirándolo a los ojos


“Me alegra que te haya gustado. ¿Puedo?” – pidió mientras extendía la cadena


Retiré mi cabello de mi cuello y le di la espalda para que lo pusiera con más facilidad, aunque siendo él un ágil vampiro dudo mucho que haya tenido alguna…


O quién sabe.


Sentí sus manos moverse lentamente atrás de mí y rozaron ligeramente mi piel cuando abrochó mi regalo. Mi piel se estremeció ante su contacto, esperé a que se alejara, como lo había hecho anteriormente, pero, para sorpresa y felicidad mía, no lo hizo. Sus manos se posaron en mis hombros, de manera distinta a las anteriores veces, su tacto se sintió firme, pausado, inconciente…


Después su aliento fresco rozo mi cuello. La sensación fue placentera y provocó que mi pulso se acelerara. No me moví ya que me quedé petrificada al sentir, por primera vez, sus nuevos labios sobre mi piel y eran perfectamente suaves y fríos. Iban y venían de mi nuca a mis hombros en un movimiento lento, apenas y rozando mi piel. Mi respiración se agito e intente controlarla, gire mi cuerpo lentamente mientras me perdía en sus ojos color miel iluminados por la luna, Edward era hermoso

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Cap . 8 Convierteme

Deseé con más fuerza rozar sus labios. Acorralé su rostro entre mis manos y me acerqué a él con cuidado.



Sentía su respiración en mis pestañas, dejándome mareada.


Sus labios, a pocos milímetros de los míos, removían y hacían palpitar fuertemente mis deseos. Una de sus manos se movió hacia mi mejilla y la otro se mantuvo apretando a mi cintura. Su rostro se aproximó más al mío y cerré mis ojos, sintiendo un mariposeo, que iba y venia, de arriba hacia abajo, por todo mi estomago.


Ya casi podía sentir el sabor de su saliva, cuando se separó bruscamente de mí.


Miré estupefacta como los negros ojos de Edward brillaban de dolor


“Discúlpame, Bella” – dijo aun sin acortar aquella distancia que nos separaba


“¿Por qué?” – inquirí extrañada y dolida.


Me sentía extraña, incompleta, sin su mano apretando a mi cintura


“Las cosas ya no son como antes” – la voz salía con furia contenida – “Bella, ya no soy el mismo. Ahora, cada segundo que paso contigo, es un enorme peligro para ti. Con un beso te puedo llegar a lastimar, mi fuerza no esta del todo controlada, soy muy joven y…”


“No me vas a lastimar” – interrumpí – “Edward, no tengas miedo…” – caminé hacia él y, cuando estuvimos otra vez frente a frente, le dije – “YO confío en ti”


“Tengo miedo a no ser digno de esa confianza, Bella” –


“¿Por qué no lo intentamos?” – pedí.


Necesitaba a Edward, necesitaba sentirlo más cerca. No importa si con ello pusiera en riesgo mi vida, al fin de cuentas, mi vida era completamente suya


“No regresé para matarte” – discutió, pero pude ver la duda en sus ojos color miel.


Me acerqué a un más y tomé su rostro entre mis manos, jalándolo hacia mi. Él se opuso, (no inclinándose más) cuando, de nueva cuenta, nuestros labios estuvieron a milímetros de rozarse, pero no se separó


“Edward” – susurré – “Te necesito” – me puse de puntitas para terminar con la distancia entre él y yo y lo logré.


Imposible describir el alivio que sentí cuando sus labios se fueron abriendo, vacilantes, para, al fin, aceptar mi beso. Poco después me perdí en la delicia de su boca, y el frío de su aliento llegando hasta mi garganta.


La vacilación de Edward terminó cuando su cuerpo se inclinó totalmente para que mis pies tocaran completamente el suelo. Entrelazó, con mucho cuidado, sus brazos alrededor de mi cintura, apretándome contra él. La respiración se me estaba acabando y me sentía feliz, sus labios ahora eran insistentes, apasionados, su lengua exploraba mi boca y la humedad de nuestra unión era exquisita.


No recordaba alguna ocasión en la que Edward me besara de esa manera. No quiero decir que los besos como humano no fueran buenos, solo que, la forma en que besaba ahora tenía un toque extremadamente sensual y enigmático.


Lo deseé con todas mis fuerzas y, el solo imaginar el tener a Edward dentro de mí, me hizo gemir de placer. Edward se separó con un movimiento rápido y jadeante. Sus ojos se habían tornado de un negro más intenso.


Nos miramos con cautela por varios segundos, mientras yo trataba de controlar mi deseo


“Disculpa” – dije. Sabía que todo esto resultaba ahora muy difícil para él


“Eres mi mayor peligro” – confesó con una media sonrisa que se desvaneció rápidamente – “prométeme que me ayudaras a controlar esta situación” – pidió


“No puedo prometerte algo que no estoy segura de poder cumplir” – dije


“Bella, tienes que… no debes permitir que esto vaya más allá. Por tu vida, que es la mía ahora, prométemelo”


No contesté. Bajé la mirada y el suspiró frustrado


“Bella, por favor” – pidió de nuevo. Yo negué con la cabeza


“No puedo” – dije y una lagrima recorrió mi mejilla. Sus brazos me cubrieron otra vez


“Perdóname por hacerte sufrir… Tú no te mereces esto. ¿Estas segura que quieres estar conmigo, a pesar de estas limitaciones?”


Aquella pregunta me dejo pasmada largo rato


“¿Qué?” – solté sin aun dar crédito a lo que me había preguntado – “Edward… yo te amo y de lo único que he estado siempre y completamente segura es que quiero estar contigo… siempre”


Siempre… La palabra resonó en mi mente.


Aquel conjunto de letras tenía para Edward un sentido completamente literal… y para mí también. Me quedé sumergida por largo rato en mis pensamientos. Edward era un vampiro, pero hacía un año era un humano, como yo. ¿Y si ahora yo fuera la que cambiara? Él se había sacrificado por mí, ¿Por qué yo no?... de todas formas, el estar junto con Edward no suponía ningún sacrificio


“Bella, ¿Qué pasa?” – preguntó ante mi silencio


Tardé un poco en contestar


“Edward ¿Por qué no me conviertes en vampiro?” – sus ojos se abrieron platos y su mandíbula se tensó


“¿Lo dices en serio?” –


“Claro. Así podríamos estar juntos y… ya no abría ningún peligro, yo sería tan fuerte como tu…”


“¿Harías eso por mí…? ¿Qué pasaría con Charlie?” –


Charlie. Lo había olvidado. Amaba a mi padre pero, mi vida era Edward


“Se repondrá” – contesté – “él es fuerte, además, es como si desde hace mucho hubiera muerto junto contigo…”


“Bella…” - susurró – “no merezco tanto amor, Bella. Mírame, soy un egoísta que esta dispuesto a convertirte en lo que soy con tal de tenerte a mi lado… en cambio tu, estas dispuesta a sacrificar tu vida humana, normal.”


“Lo que yo tengo sin ti no es una vida” – recalqué – “es el centro de un infierno. Es podrirse con cada segundo que pasa”


“Lo sé. Sé a lo que te refieres” – admitió – “pero no puedo evitar sentirme un monstruo. Bella, si te convierto, prácticamente te voy a matar…”


“No es cierto. Me darás la vida más dichosa estando a tu lado, por siempre”


Mi mirada le gritaba que eso era lo que quería. Cubrió mi cuerpo con un abrazo y me besó en la sien


“Gracias, Bella” – murmuró – “de veras, muchas gracias por amarme de esta manera”


“¿Eso es un sí?” – quise saber. Sentí su entrecortada risa sobre mi cabeza


“Eso es un si…” – acordó y no pude evitar sentirme aliviada y un poco asustada. Pero jamás arrepentida, ni dudosa


“¿Ahora?” – él negó con la cabeza


“Ahora no” – su voz seguía siendo un susurro – “necesitas conocer a mi nueva familia, un poco de nuestra vida, un poco más del que ahora soy. Si después de todo eso, sigues deseando que te convierta, así será”


“¿Conocer a tu familia?” – pregunté alarmada


“¿Te da miedo?” –


“No… bueno, si”


“No te preocupes, Bella. Todos son muy nobles… y hay alguien te quiere conocer, desde hace mucho”


“¿Alguien que quiere conocerme?” – pregunté extrañada – “¿Quién?”


“Eso lo sabrás mañana, en cuanto salgas de la escuela” – prometió – “ahora, duerme. Ya es noche” – me recostó suavemente sobre la cama y me cubrió con la colcha.


Recosté mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos para dormir, con su dulce aroma inundando mis sueños…


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Cap. 9 Los Cullen

Buenos días, señorita” – aún no podía creer que la voz de Edward volvía a despertarme. Suspire complacida mientras rodeaba su cintura con mi brazo. Sus manos se pasaron por mis cabellos



“Anda, Bella. Tienes que ir a la escuela” – dijo


“No quiero” – protesté – “quiero quedarme aquí. Todo el día junto a ti.”


Sentí el leve temblor de su cuerpo al reír


“El fin de semana, si quieres, nos quedaremos, pero ahora tienes que ir a la escuela” – hice un puchero, pero con un suspiro resignado me alejé del frío cuerpo de mi novio y me levanté.


Su mirada me evaluó por un segundo y una enorme sonrisa se extendió por su rostro


“¿Qué es tan gracioso?” – pregunté


“Tu” – respondió sofocando una carcajada. El ver a Edward así era como revivir nuestra relación años atrás.


“¿Yo?” –


“Te ves muy graciosa, Bella. Tu pelo es una maraña…” - me acerqué y le dí un manotazo en su hombro, el pareció no sentir nada, pero mi mano sintió como si le hubiera pegado a una pared


“¡Diablos!” – exclamé – “¡Se me olvida que ahora ya no eres tan sensible!”


“Eso te pasa por agredir a tu novio vampiro” – me sorprendió que dijera aquellas palabras de una manera tan fresca


“Dentro de poco tendré las mismas habilidades y ya veremos” – dije amenazante.


“Pensé que anoche estabas delirando por el sueño” – susurró. Su expresión me alarmó, no se veía convencido de querer transformarme


“No estaba teniendo ningún delirio” – me apresuré a decir – “quiero estar contigo… siempre… al menos que tu no…”


“Sin ti, las horas duran más que la eternidad…” - susurró interrumpiéndome – “Bella tonta… ¿Cómo puedes dudar de ello? Ya te lo he dicho: mi única razón de esta nueva vida eres TU”


Acerqué lentamente mi rostro y le roce los labios.


“Voy a bañarme” – anuncié – “no te muevas”


“Ni un centímetro” – prometió solemnemente


Edward me acompañó hasta la escuela. Era sorprendente la habilidad y rapidez que tenía. En cuanto el timbre de salida sonó, salí disparada hacia donde se encontraba mi camioneta. Y ahí estaba él. Tan glorioso como un ángel. Sonrió al verme


“¿Lista para conocer a nueva mi familia?” – preguntó. Yo asentí nerviosamente – “no te preocupes, no te harán ningún daño.”


Intentaba clavarme aquellas palabras en la cabeza pero el miedo seguía presente. Edward era un vampiro, si. Pero había sido mi novio durante varios años (y en ese tiempo era humano)… lo amaría aún así se hubiera convertido en un sapo. Pero a la casa en donde iba habían vampiros desconocidos, criaturas que ni si quiera llegaron a habitar en mi mente (salvo las ocasiones en las que Edward soñaba con ellas)…


En cuanto llegamos al fondo del bosque visualicé una enorme casa. No parecía tétrica desde afuera, pero faltaba ver el interior. Salté y grité en cuanto una figura borrosa salió de la puerta y se aproximaba hacia mí


“Tranquila, Bella” – calmó Edward mientras me abrazaba. En un movimiento reflejó, había cerrado mis ojos y me había encogido en su pecho, buscando protección – “es solo Alice”


“Hola, Bella” – una vocecilla de soprano (que para nada sonaba a peligro) saludó armoniosamente, provocando que levantara mi vista.


La miré con extrañeza. Aquella personita, parada frente, lejos de parecer un vampiro, parecía un duendecito de finas y hermosas facciones. Sentí un retortijón mientras caía en la cuenta de la inigualable belleza de aquella jovencita de cabello negro y puntiagudo.


“Alice, deberías de ser más cautelosa” – otra voz sonó al lado de Edward. abrí mis ojos con espanto al ver a un enorme e imponente tipo (pero no por eso menos hermoso) parado al lado de Edward. ¿En qué momento había llegado?


“El burro hablando de orejas” – la sensual voz provenía de una muchacha que parecía una diosa encarnada. Su cabellera rubia le caía a cascadas sobre su esbelta y perfectamente moldeada cintura. Vi a Edward, quien sonreía placidamente


“Edward, hijo. Que bueno que decidiste traer a Bella” – la mujer que decía eso, a diferencia de todos los que nos rodeaban, venía a paso humano. Al lado de ella, sosteniéndole la mano, venía un hombre, de cabello tan rubio y brillante, que parecía un sol. Me sentí terriblemente mal en cuanto me vi rodeada de tanto esplendor y perfección.


“¿Bella? ¿Qué sucede?” – preguntó una voz a mi lado. Respingué ¿Cuántos más abrían? Era un chico alto y de cabello color miel


“¿Esta nerviosa, Jazz?” – preguntó la pequeña mientras se acercaba al último muchacho que había llegado


“Tiene muchos sentimientos mezclados…” - respondió


“Vamos, Bella. No te sientas cohibida, te llevaras de maravilla con todos nosotros, tienes mi palabra” – me guiñó un ojo. Yo estaba apretada al cuerpo de Edward.


“Tranquila” – susurró – “no te harán daño, todos querían conocerte”


“Ho… Hola” – alcancé a decir. Todos me dedicaron una enorme y calida sonrisa, no pude evitar posar mi vista en sus dientes, todos perfectos, pero con los colmillos ligeramente más alargados, como los de Edward.


Me invitaron a pasar a la casa y extrañamente, la tensión y el nerviosismo se habían disipado. Me sorprendí realmente al ver una casa tan… común. La chica que respondía al nombre de Alice, desapareció y volvió a aparecer en un abrir y cerrar de ojos frente a mi, con un vaso de agua


“Toma” – me ofreció con una amable sonrisa. Todos se sentaron en un juego de sala, con las miradas fijas en mí y en Edward – “Ustedes, los humanos, se alimentan con más frecuencia que nosotros”


“Edward nos ha platicado mucho de ti” – comenzó a decir el señor que parecía un sol – “mi nombre es Carlisle y ella es mi esposa, Esme”


“Mucho gusto” – respondí tímidamente mientras le tomaba la mano para corresponder el gesto. Estaban heladas


“¡Me alegra tanto que por fin se haya atrevido a buscarte!” – exclamó el grandulón


“Yo me alegro aún más” – dijo suspirando el chico de cabello color miel, había alcanzado a escuchar que se llamaba Jasper.


“Yo los tengo que escuchar todo el tiempo y no me ando quejando” – alegó Edward. Algo en aquella plática no encajaba. Sabía que no podía esperar una charla sobre cualquier cosa insustancial estando rodeada de vampiros, pero tampoco creí que fueran a hablar en dialecto.


El brazo de Edward se posó en mis hombros con mucho cuidado. Estuve en aquella sala, rodeada de siete vampiros durante casi dos horas. Para ese tiempo ya me sentía más relajada y con mucha más confianza. La tarde empezaba a oscurecer cuando Edward se levantó del sillón


“Ya va anochecer, Bella. Será mejor que nos vayamos antes de que Charlie se preocupe” – asentí


“Visítanos pronto” – pidió Alice con una gran sonrisa, la cual le correspondí calidamente.


“Bella vendrá, siempre y cuando ella quiera” – prometió Edward mientras me tomaba de la mano


“¡Entonces será pronto! ¡Lo puedo ver!” – exclamó la pequeña mientras se levantaba con un movimiento borroso.


“Ha sido un gusto conocerlos…” - dije de corazón – “gracias por estar con Edward…”


“No tienes que agradecernos” – contestó Esme, la esposa de Carlisle – “Edward es como un hijo para mí…”


“Y un hermano para todos nosotros” – completó Emmet. No pude evitar sentir un enorme cariño y un enorme agradecimiento por ellos.


“Bueno, ya basta” – dijo Rose – “ya váyanse antes de que se pongan de cariñosos” – todos rieron.


“Vámonos” – susurró Edward y después salimos hacia mi camioneta.


“¿Qué te parecieron?” – quiso saber en cuanto nos hallábamos ya en mi recamara. Yo tenía el cabello mojado y mi pijama, me encontraba recostada sobre su pecho, cobijada por unas sabanas para que su fría piel no me congelara


“Muy raros” – admití – “pero simpáticos todos” – Edward rió entre dientes


“Te dije que eran buenas personas” –


“Lo son” – acordé. Suspiré profundamente, aun me resultaba extraño el hacerlo sin que me doliera el pecho


“¿Pasa algo?” – preguntó.


“Me siento tan… feliz” – confesé mientras apretaba más mis manos a su cintura – “es casi increíble que estés de vuelta… te voy a aburrir con decirte siempre lo mismo pero pensé que no habría cura para tanto dolor…”


“Lo sé, Bella. Y créeme que nunca podrás aburrirme… Jamás”


“¿Ni aún teniendo la eternidad, juntos?” –


“No hay nada más maravilloso que pensar en eso” susurró con los labios pegados en mi frente. Su aliento rozaba mis parpados


“Edward, ¿Por qué Alice se escucha tan segura al hablar del futuro?” –


“Lo notaste” – señaló orgulloso, yo esperé a que continuara hablando – “digamos que tenemos… poderes adicionales”


Tenemos…


“¿A qué te refieres con eso?” – pregunté


“Como te comenté: todos los vampiros tenemos poderes como velocidad, fuerza, sentidos extrasensoriales… pero algunos poseemos otros tipos de poderes. Alice, por ejemplo: puede ver el futuro y Jasper influir en las emociones de los demás…”


“¿Y tu…?” – insistí


“Bueno yo… yo puedo leer la mente de los demás”– me levanté de un tirón mirándolo a los ojos sorprendida. Su mueca también se descompuso al ver mi expresión


“¿Puedes leer la mente de los demás?” – repetí. Él asintió aun con la mirada y el gesto distorsionado – “¿Puedes leer la mía?”


Su expresión se recompuso


“No” – dijo mientras negaba con la cabeza – “eres, hasta ahora, la primera a quien no logró escuchar a través de los pensamientos” – fruncí el ceño – “¿Recuerdas lo sencillo que era para mí el imaginar lo que los demás pensaban respecto a algo… excepto tu?” – asentí


Claro que lo recordaba. Edward tenía esa gran intuición con los demás. Algunas veces se equivocaba, pero era muy extraña la ocasión. Yo era la única que siempre lo sorprendía, según él, con mis acciones y mis repentinas conclusiones mentales.


“Creo que se debe a eso” – continuó – “supongo que se nos desarrolla esa intuición al convertirnos en vampiros… pero contigo las cosas no han cambiado”


“No se si alegrarme o ponerme a llorar” – dije. Él volvió reír


“A mi me agrada el tener que descifrar tus pensamientos” – su mano se poso en mi cabeza, atrayéndola contra su pecho de nuevo – “¿A qué grado te resulta todo esto terrorífico?” – su pregunta me sorprendió


“¿Terrorífico?” – pregunté


“¿Me vas a decir que no te inquieta el estar a mi lado? ¿El saber que podemos hacer cosas extrañas? ¿Cosas que solo se ven o se leen en libros de fantasías?” –


“Claro que me resulta extraño” – admití – “pero no terrorífico. Admito que tu familia me asusto al principio, pero no me costó mucho el sentirme cómoda… tengo más problemas para adaptarme a la gente común y corriente y tu… bueno, creo que te he dicho muchas veces: no importa lo que seas ahora, o lo que hagas… para mi tu sigues siendo Edward… MI Edward”


“Tuyo” – acordó – “Gracias, Bella” – dijo mientras posaba sus labios en mi mano derecha


“Agradeces mucho” – señalé


“La vida me ha dado otra oportunidad para estar contigo y tú me has aceptado ¿Cómo no estar agradecido?”


“En todo caso, soy yo la que tiene que estar agradecida…”


“Yo no tengo vida sin ti y por eso estoy aquí: rescatando el tiempo que viví lejos de ti…” – mis ojos se cerraron con un profundo suspiro mientras escuchaba la suave voz de mi ángel arrullándome


En la noche. Tres seres viajan entre el profundo bosque de Forks… las cosas no serán tan fáciles como Bella y Edward piensan…