Dark Chat

domingo, 22 de agosto de 2010

Destellos de Oscuridad

Capítulo 3

Sueños

Una noche tranquila, en la que el viento es apenas una caricia, apenas un pequeño y débil suspiro que se lleva los sueños de la gente, mientras ellos cierran los ojos y se ciegan a la oscuridad. El aire entró por la casa, y se coló hasta la sala donde se encontró con el pálido rostro de un vampiro, quien sintió la brisa y esperó a que se llevara los últimos restos de su cordura.

Porque no podía encontrar otra explicación a lo que le ocurría, sólo que estaba completamente demente. Eso era, ya que los vampiros no podían soñar ya que carecían de lo que los humanos llamaban: capacidad de dormir. Uno de los tantos precios a pagar por la vida eterna.

Entonces, si no eran sueños lo que experimentaba ¿Qué eran? O tal vez su imaginación jugaba con él, debido a la soledad a la que él sólo se había condenado.

Los vampiros ni siquiera tenían la necesidad de cerrar los ojos, no tenían que parpadear pero… él lo hacía porque sólo entonces podía sentirse completo.

Edward sonrió y le dio un último vistazo a su sala, antes de sentarse en el sillón y cerrar los ojos.

Ahí estaba ella, resplandeciente en la oscuridad que la rodeaba. Su cabello largo y castaño caía por sus hombros, Edward moría por pasar los dedos por esos espesos y brillantes cabellos. Sus ojos, que siempre miraban a otro lugar, estaban inundados de un color como el chocolate líquido, él quiso hundirse en ellos.

Edward extendió su brazo, pero sabía que era inútil, podía apreciar con sus ojos toda la hermosura de ella, pero jamás podía tocarla.

Entonces, ella levantó la vista y le sonrió. Una sonrisa que le iluminó el rostro, y la hizo destellar en las profundidades de la oscuridad, y ese gesto era sólo para él. Los ojos de la vampiresa parecían invitarlo a que se acercase y la tocara, pero él no podía hacer eso.

Ella era cruel, concluyó Edward, tentándolo de esa forma… jugando con él.

Afuera de su hermoso ensueño, escuchó la puerta abrirse, Edward apretó la mandíbula deseando que se invitado se retirara y no lo molestara. Aunque se tratara de su hermana.

Los pensamientos de Alice le llegaron a la mente mucho antes de que ella se situara frente a él. Estaba preocupada, por él.

A regañadientes, abrió los ojos, sabiendo que en cuanto lo hiciera, ella desaparecería.

-En este momento me dices lo que te ocurre, Edward –exigió su hermana.

El vampiro casi ríe tras escuchar sus palabras, nunca había entendido como Alice, con su delgada y pequeña complexión, podía verse tan amenazadora como en aquellos momentos.

-No me ocurre nada –le aseguró.

Alice se cruzó de brazos.

-¿Por qué ya no pasas tiempo con nosotros?

Edward apretó los labios al escuchar esa pregunta, no era una que quisiera responder. No quería decirle a su hermana, que a pesar de estar con ellos, nunca que había sentido completamente feliz, no quería decirle que cada vez que los veía sentía algo de celos, porque ellos habían encontrado a sus compañeros y él… nada.

Siempre se había sentido solo.

Tampoco quería decirle que pensaba que se estaba volviendo loco. El último mes había experimentado la felicidad y la tortura al mismo tiempo. Y todo porque se le había ocurrido, treinta días atrás, cerrar los ojos tan sólo un instante, era la primera vez que la había visto.

Desde entonces se había vuelto un vicio, una obsesión alejarse del mundo real y cerrar los ojos.

-Edward… -insistió Alice, con esa mirada suplicante, de la que ella era una experta dibujando en su rostro.

-Me he vuelto loco –soltó por fin, sintiéndose un poco más tranquilo al compartirlo con alguien.

Pero en lugar de la expresión horrorizada, que pensaba que vería en el rostro de su hermana, ella sólo le sonrió. Fue eso lo que lo ánimo a decirlo todo, y cuando terminó, Alice estaba tranquila, como si lo que le ocurría fuera perfectamente normal.

"Ella es tu compañera" escuchó sus pensamientos, antes de que los pudiera decir en voz alta.

-Debes estar en un error –soltó Edward-, alguien tan perfecto no puede existir…

Alice se rió, y le dirigió una mirada llena de cariño.

-Claro que existe, ella está hecha para ti.

Esas palabras lo fascinaron, pero aún así no podía creer en ellas. Porque la hermosa chica que él veía siempre parecía tan… inalcanzable, irreal… Y él había pasado tantos años sólo que ya había perdido la esperanza de encontrar a su compañera.

-¿Cómo puedo encontrarla? –le preguntó a Alice con desesperación, ya estaba cansado de verla y no poder tocarla.

Ella negó con la cabeza.

-Tienes que ser paciente, ustedes se tienen que encontrar están destinados a eso…

-¿Tú no puedes verla, y decirme dónde está? –cuestionó.

-No puedo ver nada en lo que concierne a ella –dijo, tras una mueca de frustración.

-¿Por qué?

-No lo sé, pero es como si algo… me impidiera ver –soltó, no muy contenta.

Edward comenzó a preocuparse.

-Pero creo que la encontrarás –se apresuró a decir Alice-, sólo tienes que esperar.

El no sabía si podría aguantar así por mucho tiempo.

Edward se rió al recordar lo que apenas había pasado hace una semana, se había sentido en agonía, y ahora estaba completamente feliz.

La había encontrado, y verla en el mundo real había sido mucho mejor que en su mente. Y no sólo la había visto, sus dedos se habían cerrado sobre su muñeca, y el contacto lo había aturdido más de lo que había imaginado. Era como si la piel de ambos pudiera fundirse en una sola, en ese momento se había sentido… completo.

Aunque ella había venido para destruirlo y se alejara de él como lo hizo aquella noche, él no podía dejar de sentirse así.

Entonces, el humor de Edward cambió drásticamente al recordar la herida que había visto en ella. La muerte parecía un precio muy bajo para el bastardo que le había causado tal daño, se había prometido destrozarlo hasta que no quedara nada de él.

Como hace una semana, los pasos volvieron a hacer ruido en la casa, hasta que el pálido rostro de su hermana se asomó por la puerta y entró en la casa hasta llegar a dónde se encontraba.

-¿Cómo estás? –le preguntó Alice.

-Ansioso –admitió. Hoy mismo se pondría a buscarla, y no importaba si tenía que recorrer toda la ciudad para hallarla. Aunque esta vez sería una tarea más sencilla, porque ya tenía su deliciosa esencia grabada en su memoria.

-Irás tras ella –dijo Alice, lo que por supuesto, no era una pregunta.

-Sí –respondió él, de cualquier forma.

-Antes que te vayas –le dijo ella-, quiero que me escuches.

Edward asintió.

-No creo que sea buena idea que le digas que ella es tu compañera –prosiguió-, no parecer estar lista para esa noticia, creo que deberías acercarte a ella lentamente, y primero tendrás que ganar su confianza.

Edward aceptó el consejo de su hermana, aunque una parte de él, quería encontrar a su compañera y aprisionarla entre sus brazos para que no volviera a escapar de él.

Si le decía la verdad, probablemente ella no le creería y huiría de él lo más rápido posible, o intentaría matarlo otra vez. Edward se permitió sonreír, ahora que la había encontrado y que sabía que era real, podía ser más paciente… aunque no mucho.

Edward la convencería poco a poco, de que ellos se pertenecían el uno al otro. Ella era su compañera y nada ni nadie se la arrebataría.

-No te preocupes, Alice, no me precipitaré –le aseguró, y salió de la casa.

No fue difícil encontrarla, pues a parte de que seguía su esencia, había algo que parecía guiarlo hasta ella.

Un edificio algo viejo se extendió ante sus ojos, ella debía de vivir ahí, porque el aroma era más fuerte conforme se acercaba hasta la construcción. Sin razonar lo que hacía, y como si sus piernas se movieran por si solas, comenzó a subir las escaleras… hasta que se encontró frente a su puerta. Casi podía verla a través de la manera, y escuchar su caminar…

La perilla de la puerta comenzó a girar.

Edward tras un instante, decidió retroceder el camino que había recorrido hasta salir del edificio. Ni siquiera se había abierto la puerta, cuando él ya estaba afuera, escondido detrás de una de las casas silenciosas de la calle, él era muy rápido, incluso para un vampiro.

El se había prometido ir lento, así que esa noche sólo se limitaría a verla, aunque sea de lejos.

Se alegró, al ver que ella salió poco después que él, al parecer lo había sentido. Llevaba su cuchillo firmemente en la mano, la hoja de plata parecía brillar, peligrosa, a la luz de la Luna. Los hermosos ojos de la vampiresa escudriñaron la oscuridad, parecía un tanto nerviosa, como si esperara ser atacada en cualquier momento. Giró la cabeza en varias direcciones, pero no lo vio.

A Edward le estaba costando toda la fuerza de su voluntad permanecer donde estaba, pues ella estaba a tan poca distancia de él.

Sólo quería volver a tocarla.

Después de unos minutos, logró tranquilizarse de nuevo, pero cuando estaba seguro que no se acercaría a ella… escuchó su voz.

-Seas quien seas se que estás ahí –soltó ella, enojada-, y si no sales en este momento te juro que te encontraré y te dolerá… bastante.

Su fuerza de voluntad se destrozó en ese momento. Después de todo si ella quería verlo, no podía negárselo…

Pero le había prometido a Alice no precipitarse.

Edward sacudió su cabeza, no, lo que le había prometido a su hermana era no decirle a la vampiresa que era su compañera… y ahora sólo dejaría que ella lo viera, y si le preguntaba porque estaba ahí le mentiría. Además tenía que saber su nombre…

-¡No estoy jugando! –gritó ella-. ¡Muéstrate en este instante!

A tan dulce petición ¿Quién podía resistirse?

Se acercó a ella tan rápido, que la vampiresa apenas pudo ver cuando se detuvo a unos pasos de distancia.

-Aquí me tienes –le dijo.

Ella en cambio, parecía debatirse entre la confusión y la sorpresa, y finalmente decidió levantar el cuchillo, apuntándole directo al corazón.

-Edward…

A él le encantó el modo que sonaba su nombre en sus labios, y no pudo evitar sonreírle, a pesar que ella le amenazaba con un cuchillo. Tal vez hacerla confiar en él sería… un poco más difícil de lo que había imaginado.



sábado, 21 de agosto de 2010

Pecados Carnales

Hello mis angeles hermosos !!buen fin de semana a todas
bueno chicas continuando con los estrenos aqui les traigo una historia mega hot con muy buena trama a mi me gusta mucho y como soy muy buena la comparto con ustedes
este fic pertenece a Liz19forever , ella es de chile . Muchas gracias liz por compartir tu historia tan candente con nosotras las viciosas de fanfic jijiji , te mando mil besitos asi q chicas a disfrutar y por fiss dejen sus comentarios al final

Aviso: la historia no me pertenece yo solo la publico.
Mil besitos
Angel of the dark
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Su contenido es apto para mayores de 18 años.

Prefacio


No me importaba lo que dijera la gente, lo que hiciera su madre, ni siquiera lo que pensará la mía, podían irse al mismo infierno todos juntos pero que les quedará claro que yo no iba a renunciar a ella.

En mi mente solo había un objetivo: detenerla sin importar el costo que eso implicará, ni siquiera me interesaba mi carrera, no si eso significaba perderla a ella y de esa manera. Iba a evitar que cometiera el error más estúpido de su vida, ella me amaba de eso estaba seguro, ella era mía, me pertenecía a mí y a nadie más.

Además él era el responsable de todo este embrollo, si había un culpable de todo esta situación era él, con sus estúpidos designios: Puedes ver pero no tocar, Puedes probar pero no comer, quién se creé que es pensé al borde de la locura mientras aceleraba a fondo, miré el reloj, faltaba exactamente media hora para que comenzará la ceremonia, no me iba a rendir tan fácil, iba a pelear hasta la última carta.

Sí la querías para ti entonces ¿Por qué hiciste que la conociera eh?, ¿Por qué dejaste que nos enamoráramos si era para ti? ¿Sí ella estaba prohibida, porque entonces dejaste que fuera mía? Grite a la nada desesperado mientras pisaba el freno para detenerme en la maldita luz roja a escasas cuadras de mi destino. Rodé mis dedos sobre el manubrio pensando en todo lo que había vivido junto a ella, en como yo había sentido que lo nuestro era correcto y que estaba cansado de dar tanta explicación y de mantenerme al margen como mero espectador – Prefiero irme al infierno pero ella no será tuya – gruñí entre dientes poniendo primera y acelerando a fondo otra vez.

Me demoré exactamente cinco minutos en llegar a la iglesia, la fachada era la misma que había visto por todos estas largas semanas, apague el motor y baje del vehiculo. Camine presurosamente hasta la entrada y abrí las puertas de par en par, estaba en la casa del enemigo; habían pocas personas en su interior, todos rezando y no me extraño ya que era domingo; tampoco me llamó la atención que se voltearan extrañados a mirarme era casi normal considerando que mi semblante era precisamente amistoso. Camine hasta el altar porque sabía que ella estaría ahí y justamente al costado izquierdo estaba sentada en la primera fila con su cabeza inclinada mirando el suelo.

- Necesito hablar contigo

Le dije sujetándola del brazo y haciendo que se levantará abruptamente, sus ojos topacios se abrieron de par en par y me miró asustada.

- ¿Edward que haces aquí… estás loco?

Me dijo con un hilo de voz mirando a todos lados, temiendo ser descubierta.

- Ya te dije, necesito hablar contigo

Insistí atrayéndola más a mi cuerpo, como deseaba besarla y demostrarle que la amaba.

- Este no es el momento ni el lugar

Balbuceo aterrada mirando por encima de mi hombro.

- Tal vez si contestarás mi llamada podría haber sido en otro lugar pero como no lo haces, no me dejaste otra alternativa.

Exclamé colérico levantando su brazo, haciendo que me mirará a la cara, pero ella me rehúyo, bajo la vista sin decirme ni media palabra.

- Si no detienes esa ceremonia, le gritaré a todos que fuiste mía.

Le comuniqué desesperado y sabía que chantajearla no era una alternativa, me dolía en el alma hacerlo pero ha esta altura del partido ya no sabía como hacerla entrar en razón, iba a perderla para siempre, estaba jugándome mi última carta, y sí ella creía que yo iba a quedarme sin hacer nada, después de todo lo que habíamos vivido, estaba equivocada, no iba a darme por vencido tan rápido no sin pelear.

- Edward, por lo que más quieras entiéndelo de una vez, lo nuestro no puede ser…. Jamás debió pasar… fue un error.

Insistió con su voz quebrada, pude ver que trataba de contener las lágrimas, estaba asustada pero no era por mí ni por lo nuestro sino por el peso de la conciencia, por la presión de su familia y sobretodo por la presión de ellos.

- Yo te amo porque no reconoces que tu sientes lo mismo por mí

Le hice ver con un hilo de voz esperanzado a que ella finalmente reconociera lo que me había dicho en más de una oportunidad. Miré de reojo hacia atrás y pude ver que un par de señoras se había parado de los asientos cuchicheando, seguro habían ido a buscar a alguien, temerosas que yo estuviera perdiendo el control con ella, por la forma en que la tenía acorralada no era para pensar lo contrario.

- Yo no te amo… yo lo amo a él

Refutó, y como hubiera querido que al menos sonaran convincente, que fueran verdad las palabras que habían salido de sus labios rubí; por medio segundo quise que todo lo que ella había dicho fuera verdad, que aquellas palabras pudieran borrar todas las caricias, todos aquellos besos que nos habíamos dado para convencer así a mi corazón que este sentimiento no era correspondido pero al mirar sus ojos pardos, grande fue mi sorpresa cuando percibí el mismo brillo que tenían aquella noche en la que finalmente fue mía y eso la delató una vez más.

- ¡No me mientas! – grite entre dientes tironeando su brazo - ¡No voy a renunciar a ti, no por él!

Exclamé alzando la voz, mis palabras retumbaron producto del eco llamando la atención de la poca gente que no se había dado cuenta aún de la situación, la sujete más fuerte y la hice caminar hasta un rincón del altar, para salir de la vista inquisitiva del resto de testigos que nos miraban acusadoramente por la escena que estábamos montando en plena casa de Dios. Nos quedamos en silencio y ella tenía esa expresión de terror en la cara que le había visto un par de veces desde que todo había comenzado, abrí mi boca para decirle algo cuando fuimos interrumpidos por una voz demasiado conocida.

- Señor Cullen, pero que agradable sorpresa ¿A que debemos el honor de su visita en la casa de Dios?

El tono era sutil pero irónico y esa manera no se la conocía al Padre Alfonso, hasta hace un par de semanas era un férreo defensor del libre albedrío y ahora estaba juzgándome como lo habían hecho todos, tenia puesta su mirada en mi y esta tenía un tejo de reproche, desvió su mirada desde mis ojos hasta mi mano que tenía aferrada como si mi vida dependiera de ello, al brazo de Bella, la solté y le devolví la mirada desafiante; ya no iba a ocultar ni pretender nada, a esta altura no íbamos a leernos la suerte entre gitanos pensé, todos incluido él sabían perfectamente por que estaba yo ahí no tenía que decirlo. Pero claro si querían seguir el juego, entonces les iba a demostrar que tan buen jugador podía ser.

Fruncí el seño por unos segundos y luego relaje mi expresión, curve mis labios en una sonrisa y con un tejo de ironía le conteste.

- De hecho lo buscaba justamente a usted, necesito confesarme

- Por favor… te lo suplicó

Intervino ella pero su voz se ahogo cuando el cura le dio una mirada de desaprobación, puse mis ojos en blanco ante la escena, era increíble que ella actuará como si fuera la pecadora más grande de aquel lugar.

Mi paciencia se estaba agotando, y la verdad necesitaba de una vez por todas hablar sin rodeos y sin mentiras, todo este tiempo había estado ocultando un sentimiento, avergonzándome por sentir lo que sentía por ella y ahora me estaba dando cuenta que no era él quien me estaba juzgando o reprochando nada, sino que eran ellos y sus moralistas y cínicas reglas. Quería escuchar de sus propios labios la explicación tan burda que le había dado a Bella, y que ella había reproducido aquel día cuando finalmente dio por finalizado lo nuestro. Necesitaba escuchar de una buena vez porque iba a irme al infierno según todos. El hombre frente a mí me indico el camino y yo lo seguí sin titubear, entramos al confesionario y el guardo un breve minuto de silencio hasta que finalmente habló.

- Y bien Señor Cullen, usted dirá

Me dijo tratando de mantener la calma, trató que su voz fuera serena y tranquila, pero la tensión se notaba, él me quería fuera no solo de su iglesia sino de la vida de ella. Tomé aire para hablar, porque lo que iba a confesar probablemente ella no me lo iba a perdonar nunca.

- La hice mía y no me arrepiento de ello.


Y bien q les parecio comentarios por fiss..............

miércoles, 18 de agosto de 2010

Lagrimas De Amor

Buen dia mis angeles hermosos!! aqui les traigo una adaptacion muy buena , ami en lo personal me gusto mucho la trama y esta bueno es diferente a lo q estamos acostumbradas a leer , esta adaptacion le pertenece a Aerin Masen Cullen , MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIR TU HERMOSO TRABAJO CON NOSOTRAS. dicho esto aclaro q la historia no me pertenece yo solo la publico. asi qmis angeles a leer q aqui hay mas vicio les mando mil besitos a todas y por fiss dejen sus comentarios al final
Angel of The Dark
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Summary: El duque Edward Masen era un despiadado millonario español que había aprendido que era mejor no enamorarse jamás. Ahora necesitaba una esposa si quería heredar el negocio familiar.

Capitulo 1:

Supongo que esto es una broma ¿verdad? 

El duque Edward Masen se apartó de la ventana del castillo, desde el cual se divisaba el precioso paisaje andaluz, para mirar al anciano que tenía delante.

Te aseguro que no bromearía sobre algo tan importante contestó Carlisle Cullen fríamente- Las condiciones del testamento de tu abuelo son muy claras; si no te casa antes de cumplir los treinta y seis años, será tu primo Emmett el que pase a tener el control del Banco de Masen.

Edward maldijo de manera sucinta, frunciendo el ceño.

¡Dios! –espetó- Como frecuentemente comentaba mi abuelo. Emmett es como un niño pequeño. No tiene una meta en la vida, no tiene ambiciones. Dime ¿qué tiene el para que Aro creyera que seria un sucesor mas creíble que yo como presidente del banco? –dijo mientras la incredulidad estaba dando paso al enfado.

El está casado –murmuro el señor Cullen

Edward, que había estado andando por la habitación como un tigre encerrado, se detuvo repentinamente. Miró al desafortunado abogado que había sido el hombre de confianza de Aro Masen.

Desde que tenia diez años mi abuelo me estuvo preparando para que ocupara su puesto como cabeza de la familia Masen y, más importante aún como directos del banco de Masen –dijo entre dientes, tratando de controlar su enfado= ¿Por qué iría a cambiar de opinión de repente?

El hijo de Aro Masen, el padre de Edward, había muerto de una sobredosis tiempo después de haber sido expulsado de la familia. Edward había pasado entonces a ser el duque de Masen cuando su abuelo había muerto, pero lo que más le importaba, el control del banco, la mina de oro, todavía se le escapaba de las manos.

¿Estás queriendo decir que se me niega a tener lo que es mío porque mi primo está casado y yo no? ¿Es la única razón? –exigió saber. Sus ojos color verde esmeralda echaban chispas.

El último deseo de tu abuelo fue dejar el banco en manos de un hombre en el que pudiera confiar y que garantizara la continuidad de su éxito.

Yo soy ese hombre –mascullo Edward, impaciente.

Durante los últimos meses ha habido muchas cosas que preocuparon e impresionaron, a tu abuelo –dijo el abogado.

Entonces saco unas fotografías de su escritorio, fotografías en donde se veía a Edward en compañía de diferentes mujeres, pero todas rubias y con un protuberante escote.

Edward miró las fotografías y se encogió de hombros para mostrar indiferencia; ni siquiera podía recordar el nombre de muchas de aquellas mujeres.

No me había dado cuenta que mi abuelo esperaba que yo hiciera un voto de celibato –espetó.

No esperaba eso. Los términos de su testamento establecen que debes encontrar una esposa. Y creo que te quedan dos meses para hacerlo… o perderás el control del banco. El banco de Masen es un banco tradicional.

Que yo pretendo arrastrar al siglo XXI –terminó de decir Edward misteriosamente.

Aro apoyaba tus innovadoras ideas, y es cierto que el banco necesita ser modernizado. Hay que inyectar ideas frescas, pero no podrás hacerlo sin el apoyo de tu equipo –advirtió Carlisle- Los directivos son precavidos y no les gustan los cambios. Quieren a un presidente que comparta los valores de decencia y moralidad… que tenga una familia. No les gusta ver las fotografías de ti y tus últimas conquistas en la prensa sensacionalista.

Carlisle hizo una pausa, pero continúo hablando.

A Aro le preocupaba que tu… abundante vida social estuviera teniendo efecto sobre tu capacidad decisoria. Tengo entendido que ha habido problemas con la filial británica del banco. El encargado que nombraste, Charles Swan, ha resultado ser una mala elección.

Edward sabía que había cometido un error con Charlie, que le había traicionado. No necesitaba que se lo recordaran.

Tengo la situación controlada. Me estoy ocupando del problema y puedes estar tranquilo: le pediré cuentas a Swan –gruño furioso.

Se acercó para mirar de nuevo por la ventana la enorme propiedad de los Masen. El era el dueño de todo aquello, pero se sentía como un rey destronado. El banco de Masen era suyo. Había pasado los últimos veinticinco años esperando aquel momento y darse cuenta de que su abuelo no sólo había dudado de su capacidad, sino que también había expresado aquellas dudas a otras personas, era duro de digerir.

Soy la persona ideal para este trabajo –señalo fríamente- ¿Cómo podía dudarlo mi abuelo por unas pocas fotografías que me hicieron los malditos paparazzi? ¡Y eso del matrimonio! Madre de Dios ¿en que benefició a mi padre haberse casado? Mi madre era una bailadora de flamenco y una mujerzuela que le destrozó el corazón a mi padre con sus aventuras amorosas. Créeme; nunca permitiré que ninguna mujer goce de tal poder sobre mí. ¿Qué demonios le hizo a mi abuelo pensar que yo querría casarme?

Tu abuelo esperaba que eligieses a una mujer de tu misma clase social, una mujer que entienda las responsabilidades de ser la esposa de un duque –murmuró el abogado- de hecho antes de morir, Aro me confió que esperaba que te casaras con Tanya Denali.

Yo le dejé claro que no tengo ninguna intención de casarme con una niña de diecisiete años. Dios, tanya todavía esta en el colegio –exploto Edward.

Ella es joven, eso es cierto, pero sería una excelente duquesa. Y, claro está, el matrimonio tendría el beneficio añadido de fusionar a dos grandes familias dedicadas a la banca. Piénsalo.

La última conversación que Edward había tenido con su abuelo había sido parecida, y reconoció, como había hecho en aquel momento, el atractivo de la unión de dos de los bancos españoles más poderosos. Pero no era tonto y se había dado cuenta de que era la manera que había tenido su abuelo de seguir controlándole… incluso desde la tumba. Eleazar Denali, viejo amigo de Aro, quedaría muy satisfecho, y el terminaría atado a una niña mimada que no había ocultado su encaprichamiento por el.

Su abuelo, que había sido muy astuto, se había salido con la suya por el momento, pero Edward estaba decidido a ganar aquella batalla y nada, ni incluso el inconveniente de tener que encontrar una esposa, le detendría.

Así que tengo dos meses para encontrar una duquesa –preguntó, sonriendo abiertamente, evidenciando la confianza que tenía en sí mismo.

Sinceramente eso espero –contesto Carlisle- Si hablas en serio cuando dices que quieres ser el próximo presidente del banco.

Eso es lo que siempre he deseado, y no hay nada que no hiciera para conseguirlo –dijo Edward, a quien se le borró la sonrisa de la cara.

Carlisle pudo ver en el la dureza, implacabilidad y la inexorabilidad de su abuelo. Sintió lastima por quien fuese a llegar a ser su esposa, ya que durante años todos los matrimonios Masen habían sido un infierno.

Edward le tendió la mano al abogado de su abuelo.

Nos veremos en dos meses y te presentaré a mi novia –dijo, repasando mentalmente la lista de varias de sus novias, preguntándose cuál accedería a un matrimonio como aquél. Tendría que ofrecer un buen incentivo económico que se pagaría el día de su divorcio. No quería malentendidos.

Eso espero. Y, en tu primer aniversario de bodas, me encantará firmar el traspaso de todo el poder del Banco de Masen a tu nombre. Hasta entonces, suponiendo que encuentres una esposa entes de tu cumpleaños, continuaras con el papel de presidente del banco, pero todas las decisiones que se tengan que tomar deberán ser aceptadas por mi equipo legal y por mí.

¡Un año! –exclamó Edward, agarrando el testamento de su abuelo.

Tu abuelo creía que actuaba en beneficio del Banco de Masen –comenzó a explicar Carlisle, pero dejó de hablar al observar la heladora mirada de Edward.

No te equivoques Carlisle –gruño- Tendré lo que por derecho me pertenece y ni siquiera los mandatos de un fantasma, me detendrán.


comentarios por fiss.........

martes, 17 de agosto de 2010

Mascara De Odio

Hello mis angeles hermosos! y bien continuando con los estrenos es un gusto y un honor para mi traerles este fic dramatico esta muy bueno es de los mejores q he leido .
El fic pertenece a mi querida MaraGaunt muchas gracias por dar tu consetimiento para subirlo al blog, te mando mil besitos.asi q chicas como ya saben el fic no me pertenece yo solo publico aclarado esto aqui les dejo el primer cap . y por fiss dejen sus comentarios al final soy muy importantes para nosotras.
Mil besitos a todas
Angel of The Dark
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Cap . 1



Isabella Swan



05 de Junio de 2008



"La que escribe hoy este diario es un compendio de varios pedazos de lo que fue una mujer. Hoy entiendo que mi vida no es más que un ciclo donde la tragedia se me repite de una manera más cruel, es como si no hubiera aprendido de mis dolores, de mis muertes pasadas.



No tengo alientos para resucitar, no vale la pena, y no solo por que el hombre de mis sueños se convirtió nuevamente en mi verdugo y me condeno otra vez a la soledad y al dolor. Y no es solamente por mi historia con Jacob y su apuesta ni la de Edward Cullen y sus engaños por apoderarse de mi herencia. Es la historia que se me repite desde que nací.



No puedo contar conmigo misma, ni cuento con nadie a mí alrededor, solo puedo contar con el deseo de muerte que en este momento gobierna mi corazón. Mis dos bebes han muerto, mi madre y mi padre han muerto, Edward Cullen me ha destruido.



Siempre creí que había aprendido a ser de goma pero hoy me doy cuenta de lo poco que se de mi misma y de lo mucho que los demás saben de mi. Me quiero morir, quiero ir con mis gemelos, quiero alejarme del mundo en el que mi vida no ha sido más que el sumidero de la basura de los demás. Lo siento tanto Samantha y Samuel, siento no haber sido mejor madre, siento haber sido la culpable de sus muertes, siento no haber sido el recipiente apto para que ustedes crecieran bien, y siento no haber sido lo suficiente mujer para que Edward se quedara a mi lado."



Firme por última vez el diario que me había animado a empezar a llenar hace un año. Aquel en donde estaba consignada mi vida desde que lo conocí. Hace un año no podría haber llegado a imaginar que mi vida cambiaria de esta manera, si antes había sido una mierda ahora era mucho pero que eso, mas basura, basura utilizada y rota, como me sentía yo.



"no quiero volver a verte."



"no…entiendo"



"me aburres, no quiero estar cerca de ti un segundo mas, ya tengo lo que quería de ti, el maldito dinero que mi padre te heredo, ya no me sirves para nada. Te quiero fuera de mi casa, de mi vida y de este despacho en este momento."



Los ecos de la última conversación que había tenido con Edward hacia ocho meses atrás estaba en mi conciencia, sus sucias palabras silenciaron la noticia que había ido a darle ese día. Que estaba embarazada de él.



Eso no importaba ahora. Nada lo hacía.



Mire el frasco de pastillas que acababa de tomar. Trazodone. Todo el frasco de 50 pastillas. El pulso había empezado a temblarme y el mundo ya se estaba cerrando sobre mí en esa pequeña habitación que fue mi hogar durante los seis meses que duro mi embarazo. La bañera estaba llena. Mi cuerpo iba a dejar de funcionar limpio. Para dejar que las llamas del infierno quemaran con menos dolor sobre mí. Mis ojos estaban inflamados. El cuchillo en mi mano palpitaba al mismo lento ritmo de mi corazón.



Samantha y Samuel. No los dos fetos. Eran mis hijos. Muertos por un aborto natural. Por culpa del. No, no era su culpa, era la mía, jamás debía haber caído en su trampa pero él supo conquistarme. Destruirme. Aniquilarme.



El frio de la hoja perforo la frágil y azul piel de mi vena y arteria radial derecha y luego la izquierda



"llévame rápido" pensé.



Con parsimonia mis pasos me llevaron a la bañera, con el camisón me metí allí, el agua caliente me dio la bienvenida, un poco de comodidad antes de que mis venas y mi cuerpo se drenaran por completo. La voz de Edward perforo mi cabeza



"¿de qué hablas?"



"creo que cuando no hay más razones para permanecer en este mundo la vida simplemente debería dejar de existir"



"no comprendo"



"si no tuviera razones para vivir yo misma terminaría con mi vida"



"estas hablando de matarte"



"si, es la manera más fácil de acabar con el sufrimiento"



Cuando confesé esa verdad a Edward después de nuestras segunda noche de amor nunca imagine que la iba a llevar a cabo en ese momento.



Un pitido seguido de un sordo adormecimiento se apodero de mi, el momento estaba llegando y aparte a Edward de mi cabeza, solo quería pensar en mis hijos y en el mundo que jamás llegaron a visitar vivos.



Mi cabeza, sin fuerza en el cuello para ser sostenida cayó y se hundió en el agua no me importaba ya que hacía casi dos minutos antes que había dejado de respirar. La hora de mi muerte había llegado.



Lo último que registro mi cabeza fue el sordo sonido de la puerta del piso de abajo al chocar contra la pared y luego mi nombre en un angustiado grito. Pronunciado por la voz que no quería oír pero que ni siquiera en mis últimos momentos de vida era capaz de sacar de mi cerebro



La voz de mi propio infierno personal. Mi ejecutor. Mi verdugo.



Mi muerte.





Comentarios por fiss............

lunes, 16 de agosto de 2010

Te Presento A Mi Amante

Hello mis angeles hermosos aqui les dejo el segundo capitulo , de este candente fic , por fiss dejen sus comentarios al final.
Mil besitos
Angel of the dark
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Capitulo 2: Nuevos y Viejos Amigos



Edward POV

No se por que, pero después de haberla visto sonrojar en el estacionamiento quise verla de la misma forma y lo logre al sorprenderla distraída y llamarla la atención. Quizás fui un poco duro al decirle que la próxima la sacaría de la clase, cosa que no haría, no podía prescindir de su presencia ¿Por qué? No lo se.


Di por terminada la clase y me senté en la silla frente a mi escritorio mientras disimuladamente la veía tomar su cosas y guardarlas en su mochila, para salir del salón tenia que pasar frente a mi y cuando lo hizo le sonreí de una manera que según Alice hacia derretir a cualquier mujer. Note un leve sonrojo de nuevo y siguió caminando.


Me levante para sentarme de nuevo, esta vez en el escritorio y la llame.


—Señorita Swan, tenemos que hablar.


Se giro y note en sus ojos vergüenza y algo mas que no pude distinguir.


— ¿Te habrás dado cuenta que lo de esta mañana estuvo mal? —con el salón vació me tome la libertad de tutearla.


—S… si —contesto bajando la mirada al suelo— pero yo no sabia que tu eras… que usted era maestro


— ¿Y así eres de grosera con todas las personas que no son docentes?


—No, lo de esta mañana… es que… —nerviosa se miraba aun mas linda— tu… agh… su forma de conducir me puso nerviosa y cuando me caí —ahí estaba de nuevo el rubor— pensé que se estaba burlando y entonces…


—Esta bien —la interrumpí, no quería hacérselo mas difícil— yo debí decirte que seria tu maestro.


— ¡Claro, pero preferiste que pasara la peor vergüenza de mi vida insultando a un maestro! —me miro con un dejo de rabia en sus ojos.


—Hagamos un trato —ok, me acababa de gritar de nuevo y de tutearme, ¿pero acaso me importaba?— empecemos de cero señorita Swan, haré de cuenta que lo de esta mañana no paso.


— ¿No habrá castigo? —pregunto sorprendida


— No, pero si vuelves a gritarme de esa forma entonces si lo habrá ¿hecho?


—Ahm… si bueno, entonces, no pensaba hacerlo pero… entonces te… le ofrezco una disculpa por haberte… haberle dicho que su manera de conducir era estúpida… aunque lo sea… digo…


Reí por su nerviosismo.


—Así déjalo Swan, ve a tu próxima clase, no quiero que llegues tarde.


—Gracias… con permiso.


Giro sobre sus talones aun con la vista hacia el suelo, lo cual me privo de ver sus ojos, pero aun así la confusión y la pena bailaban en el aire. Salio del salón casi corriendo lo cual la hizo tropezarse con una de las patas de la mesa junto a la puerta, haciéndola caer de rodillas. Corrí hasta su lado para ayudarla a levantarse. Pero cuando llegue ya estaba de pie, así que tome su mochila.


— ¿Te encuentras bien?


—Si, esto es muy común en mi día a día —levanto la mirada para toparse con la mía y se sonrojo de nuevo, vaya que lo hacia constantemente— me voy a clases


—Tu mochila…


—Ah si, adiós.


Me quito la mochila de las manos y camino con precaución, la seguí con la mirada hasta que la perdí entre la multitud. Escuche el aviso de nuevo mensaje en mi celular, me acerque al escritorio para tomar mis cosas y leí el mensaje.


Amor mío es una lastima que no estés aquí, todo es hermoso por eso te aviso que me quedare un par de semanas mas, llego a principios de septiembre te amo.


Tanya


Demonios. Ahora no serian dos semanas sin mi esposa, seria un largo mes en el que Alice no dejaría de insultarla y además sin poder verla.


Bella POV


Estúpido profesor con cara de ángel. Ok, no me puso ningún castigo, el cual tampoco me merecía, pero ha hecho que me sonroje más de tres veces en menos de dos horas. ¿Qué me pasaba? Sentía el corazón palpitando a velocidad inusual, como si quisiera salir de mi pecho.


Me dirigí al baño a mojarme un poco la cara para ver si así bajaba un poco el sonrojo que ahora parecía permanente gracias a Edward… no, tenia que ser un poco mas educada… al profesor Cullen, si, eso. Era increíble, en mis años en el instituto jamás supe como se llamaba el señor Barner, es mas apenas recordaba como se llamaba Newton, pero con Edward fue distinto. Dijo su nombre y este entro para quedarse en mi consiente y subconsciente.


El baño estaba vació, seguro la siguiente clase ya había empezado, así que si iba a llegar tarde por que no tomarme unos segundos mas. Deje mi mochila y fui hacia el lavabo, deje que el agua fría casi helada tocara mis manos y después la lleve a mi rostro, repetí lo mismo unas dos o tres veces mas. Cuando abrí los ojos una chica me extendía algunas toallas de papel, tenía una sonrisa de duendecillo en sus labios y me miraba a través del espejo.


—Gracias.


—De nada —me dedico una sonrisa aun más grande, su voz era dulce y parecía estar cantando en vez de hablar.


—Eh… ¿eres nueva? —no es que conociera por nombre y apellido a los 357 alumnos del instituto, pero un rostro como el de ella, tan perfecto y suave, sus ojos verdes y esa sonrisa traviesa seria fácil de recordar, sin contar con el cabello corto cuyas puntas apuntaban en diferentes direcciones.


—Si y no, acabo de llegar a Italia, pero nací aquí en Forks, soy Alice Cullen — me extendió la mano manteniendo la misma sonrisa la cual le devolví mientras le daba la mano. Un momento… ¿Cullen?


— ¿Eres algo de Ed… del profesor Cullen?


—Oh si, es mi hermano mayor, ¿ya lo conociste?


—Si, acabo de tener clase con el, tienen los mismos ojos —el mismo color verde, aunque Edward tenia una mirada mas fuerte e impactante.


—Si, el mismo color, pero los míos son más lindos —su melódica risa invadió el baño


—Bueno Alice ha sido un gusto pero tengo que ir a clase…


—Oh si, yo también pero no encuentro el salón de Español


—Yo también voy a Español, si quieres podemos buscar juntas por que yo tampoco se donde esta


—Si —chillo— no se por que pero creo que tu y yo seremos grandes amigas, por cierto ¿Cómo te llamas?


—Ah si, me llamo Isabella Swan, pero Bella esta bien.


— ¿Bella? Le haces honor a tu nombre, eres muy linda


—No, no creo —me sonroje y tome mis cosas y salimos del baño.


— ¿No crees que eres bonita?


— ¿Qué carrera estudias? —evadí su pregunta con otra, no me gustaba hablar de mi físico, no era algo discutible, ¿Cómo me iba a ver bonita caminando junto a alguien como Alice?


—Diseño de modas, me encanta todo lo que tenga que ver con ropa, zapatos, accesorios, vestir y desvestir, ahm desvestir en el buen sentido de la palabra —se río y yo junto con ella ante su aclaración, parecía demasiado fácil hablar con ella— ¿y tu?


—Literatura, quiero ser escritora


—Oh fantástico, ¿has escrito algo?


—No —mentí— pero tengo muchas ideas, y tal vez me anime ahora que de lleno estudiare lo que me gusta.


—Eso me gusta, tener una amiga escritora —me sonrió con sinceridad, era distinto, cuando conocí a Angela me resulto algo difícil entablar una amistad puesto que ella era tímida y yo también, con Jessica, bueno ella no era una amiga, era mas una compañera, pero con Alice la palabras fluían, al igual que las sonrisas sinceras, me agradaba.


—Creo que es este —señale la puerta del salón y Alice la abrió, espere encontrarme con algún maestro con cara de disgusto por el retraso de mas de 15 minutos, y ya tenia bastante con maestros molestos por el día de hoy, en vez de eso encontramos el salón lleno de murmullos y sin profesor.


—Parece que no ha llegado, tuvimos suerte, allá hay dos asientos, ven.


Seguí a Alice pero mi mirada se detuvo en un chico rubio y musculoso sentado en una esquina del salón leyendo un libro aparentemente sobre la Guerra fría. No podía ser el, ¿o si? Deje mis cosas junto al asiento de Alice y camine hasta ese chico.


— ¿Jasper? —lo llame y alzo su mirada para encontrarse con la mía, era el, me sonrió y dejo su libro para levantarse entonces lo abrace— ¡Jasper! ¿Qué haces aquí?


—Nos acabamos de mudar Bella, hace apenas unos días


— ¿Y no me avisaron? —le fruncí el ceño aparentando estar enojada, cosa que con el era imposible.


—No, bueno es que llegamos apenas ayer y Rosalie quería darte una sorpresa, íbamos a ir a tu casa al terminar la escuela.


— ¡O no importa, vaya que me han dado una sorpresa! —me lancé para abrazarlo de nuevo.


Jasper y Rosalie eran hermanos gemelos, los conocí en Phoenix desde el jardín de niños y desde entonces éramos inseparables. Rosalie era esa amiga con la que podías hablar de todo y siempre te escuchaba, además podía confesarle un asesinato y estar segura de que el secreto estaría bien guardado. Jasper era ese amigo protector, el cual me ahuyento varios pretendientes y hasta ahora no me canso de agradecerle. También era bueno escuchando mis problemas y demás, siempre con un buen consejo que dar. Sin embargo cuando mamá murió y me mude a Forks los deje atrás, junto con el sol.


Alice se aclaro la garganta para llamar la atención. Vi como le dirigía una mirada curiosa a Jasper pero también la alegría brillaba en sus ojos, el la miraba de la misma forma.


—Lo siento, Jasper ella es Alice Cullen, Alice el es Jasper Hale, mi mejor amigo —sonreí ante mi presentación pero ninguno de los dos me prestaba atención. Parecían elevarse en su propia nube.


—Me has hecho esperar mucho tiempo —escuche decir a Alice con una voz llena de dulzura y a la vez de reproche.


—Lo siento señorita —respondió Jasper y entonces yo no entendía nada.


— ¿Se conocen? —pregunte confundida


—No —contesto Alice— pero tenemos mucho tiempo para hacerlo.


Jasper le sonrió con una alegría sin igual, parecía estar viendo el sol por primera vez. Extendió su mano para tocar la de Alice mientras no despegaban la mirada uno del otro.


—No deberías decir que soy tu mejor amigo Bella. ¿Qué dirá Jacob? —pregunto Jasper rompiendo contacto visual con Alice, mas no el físico, baje la mirada y me mordí el labio inferior.


—Hace meses que no veo a Jake —conteste


—Eso si es una sorpresa. ¿Qué paso? —aunque Jasper no lo conocía en persona, por medio de mensajes el y Rosalie sabían que Jacob era mi mejor amigo en Forks.


—Me… me confeso… —me sonroje, pero a pesar de que miraba hacia el suelo Jasper pareció notarlo.


—Ah entiendo, ¿y tu no sientes lo mismo por el? —definitivamente Jasper me conocía muy bien— después de todo hablabas maravillas de el.


—Si, maravillas como amigo, como algo mas no, y el prefirió alejarse y creo que fue lo mejor, aunque lo extraño —mis ojos se llenaron de lagrimas al recordar a mi mejor amigo, sin embargo no las deja salir, sentí una mano delgada que subió mi rostro.


—No te preocupes, el encontrara a la mujer indicada y no eres tu, mientras que tu hallarás a tu príncipe azul pronto, así como yo encontré al mío —entonces Alice miro a Jasper.


—No creo que eso ocurra pronto —proteste.


—Nunca apuestes contra mí, el amor llega cuando menos lo esperas.


Esto me parecía realmente extraño, como habían cruzado un par de palabras las cuales sigo sin entender y de pronto era su príncipe azul y Jasper no la contradecía, al contrario, con esa sonrisa parecía estar de acuerdo con ella en todo.


La profesora de español no se presento, así que tuvimos lo que restaba de la hora para ponernos al día entre Jasper y yo, y además conocer mejor a Alice. Se notaba por que quería estudiar diseño de modas, su pasatiempo favorito era salir de compras, también supe que vestía a su mamá y a veces a su hermano, el único que se rebelaba ante sus experimentos con la ropa era su papá.


Jasper estudiaría psicología, y claro eso se le notaba desde que teníamos 5 años. Por muy raro que parezca, el y Alice jamás se soltaron la mano y esas miradas que se echaban realmente me ponían nerviosa. Al parecer me había perdido de algo.


Seguimos con nuestras clases quedando para comer juntos lo cual sucedió sin encontrarme siquiera con Rosalie, revise mesa por mesa la cafetería y ni rastro de mi hermosa y rubia amiga. Jasper le mando varios mensajes de texto pero tampoco respondió.


Continuamos con nuestras clases, pero yo seguía pensando en el extraño comportamiento de mis amigos y por que no… también pensaba en mi nuevo profesor de literatura, se había portado muy bien conmigo, cualquier otro me habría castigado, pero el no, al contrario se había portado amable y tan solo recordar sus ojos y esa sonrisa torcida me volví a sonrojar mientras suspiraba fuertemente lo que hizo que todo el salón me mirara, incluso la maestra.


Edward POV


Al terminar con mi ultima clase, tome mis cosas y fui hasta mi amado Volvo. Esta vez junto al Jeep estaba el mismo chico corpulento de esta mañana, sin embargo mientras me acercaba note que me parecía conocido.


— ¿Edward? —pregunto y entonces lo reconocí, era Emmett Swan, mi compañero de cuarto en la universidad de Darmouth—. ¡Eddie eres tu!


—Emmett, nos vemos después de algunos años y lo primero que haces es llamarme así —le conteste fríamente, odiaba esa maldita abreviación de mi nombre.


— Oh vamos, era solo para comprobar que eras tu —se río de una forma que seguro todo el campus lo había escuchado— mira donde te vine a encontrar, ¿Qué haces aquí?


—Soy maestro de literatura


— ¿En serio? Yo soy el entrenador de fútbol, ¿se nota? —dijo mientras alzaba los brazos alardeando de sus musculosos, rodé los ojos—. ¿Envidia?


—Seguro…


—Edward…


La voz de mi hermana me interrumpió, venia acompañada de otras tres personas, una de ellas la chica de esta mañana de la cual solo conocía el apellido… Swan. Entonces todo encajo, esta mañana ella había bajado del Jeep al igual que Emmett, y ambos se apellidaban Swan, esa chica era la hermana menor de la cual Emmett siempre presumía.


Los otros dos, caminaban a su lado, la chica le tenía un brazo alrededor de los hombros y el chico junto a mi hermana de la mano de ella. Un momento… ¿venia de la mano de mi hermana?


—Decidí que mejor si me voy contigo hermanito —hablo Alice quien se dio cuenta de que miraba su mano entrelazada con la de ese chico y rápidamente la soltó— he invitado a comer a mis dos nuevas amigas y a… Jasper.


Note como mi hermana se ruborizaba un poco al mencionar al rubio.


—Entonces tu nos guías a casa —Alice siguió hablando como si nada— mira el es Jasper Hale, y ellas don Rosalie Hale, hermana de Jasper y Bella Swan.


— ¡Enana! Por fin apareces, tengo hambre y tu no te dejas ver, pensé que algún alumno te había pisado —estallo en carcajadas mientras Bella «quien tenia un nombre hermoso como ella» lo miraba molesta.


— ¿Tienes que llamarme así enfrente de todos?


—No tiene caso llamarte de otra forma, todos saben que eres bajita, o puedo pensar algunos apodos nuevos para tus otros defectos, como distraída, o tus dos pies izquierdos.


— ¡Basta Emmett! —grito Bella roja del coraje.


—Ok, Edward te presento a mi hermana consentida Isabella.


—Soy la única hermana, y además… —titubeo un poco, se acerco a su hermano y me miro para bajar la vista de nuevo al piso mordiéndose el labio— ya conozco a Ed… al profesor Cullen. Pero tú ¿de donde lo conoces?


—Estudiamos juntos la universidad —conteste yo.


—Perfecto —chillo mi hermana a mi lado— entonces ya que todos nos conocemos por que no nos vamos a comer.


—Rose y yo te seguimos en mi auto.


—Si, allá nos vemos —mi hermana le guiño un ojo al rubio, esto empezaba a desagradarme.


—Bien, ya que insistes pequeño duende, vamos a comer, espero que tengas bastante comida.


—Y lo dice en serio, come como oso en engorda —confesé recordando la capacidad para alimentarse de mi amigo.


—Me llamaste duende… —Alice golpeaba el suelo con un pie— ¡me gusta!


Y empezaron los saltitos característicos del entusiasmo de mi hermana, yo rodé lo ojos.


—Me agrada tu amiga enana.


—Te la cambio —dije sin pensar lo que mis palabras significaban.


—Trato hecho —Emmett abrazo por los hombros a mi hermana y literalmente me aventó a su hermana, la cual sostuve con un brazo por la cintura y la otra sobre su mano. En ese instante sentí una corriente eléctrica por todo el cuerpo y ella retiro la mano inmediatamente, pero yo no quite la mano de su cintura.


—Lo siento —murmure


—Es… esta bien… —contesto ella sonrojándose de nuevo.


—Te tomas muy a pecho las cosas ¿no? —pregunto Emmett quien retiro mi mano de la pequeña cintura de su hermana.


—Nunca apuestes contra mi Bella —le dijo mi hermana a Bella mientras se reía y me guiñaba un ojo, no entendí lo que quiso decir pero Bella se sonrojo mas, para después subirse al Jeep ayudada por su hermano.


Alice y yo subimos al Volvo, para conducir a casa.


— ¿Qué fue eso eh? —pregunte


— ¿A que te refieres? — me sonrió con aire inocente.


—Ah… a eso de… —titubeé, no podía decirle que me refería a Bella, entonces no me la quitaría de encima con sus preguntas— venias de la mano de ese chico


—Ah, nada, solo es el amor de mi vida.


Despegue la mirada del camino para mirarla, ella se encogió de hombros, encendió la radio y comenzó a cantar, dando por terminada la conversación. Definitivamente mi hermana estaba loca. Muy loca.