Dark Chat

jueves, 2 de junio de 2011

Muñequita

CAPÍTULO III

BELLA POV

Iban pasando los días y cada vez me aburría más, las pesadillas seguían y las agresiones de las zorras y los putos seguían también, pero me daba igual, afortunadamente Cullen no trató de volver a conversar conmigo, de verdad no lo soportaba, cada vez sentía que lo odiaba más.

Joder, estaba tan aburrida así que salí de casa y me fui a la playa a dar una vuelta, por supuesto llevaba mi skate. Al llegar me senté en la arena y contemplé el mar, hacía tiempo que no iba a la playa y ahora me daba cuenta de cuanto la extrañaba, tenía el efecto de tranquilizarme, de darme cierta paz, la mis pies se hundían en la arena y mis manos jugueteaban con unas pequeñas conchitas de mar, el olor a sal llegaba a mis pulmones y el sonido de las olas que bramaban furiosas me tenían completamente embobada, antes cuando vivía en Chile iba a menudo a la playa con mis padres, con los padres de James y con el mismo James, a veces se nos unía su hermano, pero no era siempre, él era más reservado, era menor que James, pero un año mayor que yo, cuando tenía 12 años tomó la decisión de irse a estudiar al extranjero, no se muy bien dónde fue, pero supe por James que se había ido a una escuela militar, le gustaba esa onda y por lo que recuerdo de él le venía esa decisión.

Estaba metida en mis pensamientos que no me di cuenta de que algo duro venía directamente hacia mi cabeza, cuando sentí el impacto tenía ganas de llorar de dolor, mierda si que dolió, no me quería voltear a ver, tenía pavor de saber a ciencia cierta quien había sido ¿qué tal si era el idiota de Cullen y su ejército que querían seguir molestándome?, así que me quedé tranquila sin mirar hacia atrás.

- Oh, perdón chica, de verdad no fue mi intención, estaba con mis amigos y no nos dimos cuenta, por favor perdóname

- No te preocupes, no fue nada – dije pausadamente y sin mirarlo

- Mírame por favor, quiero saber si de verdad te encuentras bien –

Alcé la mirada y me encontré con un joven bastante apuesto, era moreno, cabello corto y a la moda, al menos eso creo, era alto, musculoso, pero no en exceso, ojos negros y una radiante y hermosa sonrisa, era de esas personas que de sólo mirarlo te apetecía sonreír de vuelta, al parecer era agradable, pero qué podía saber yo, todas las personas que ahora conocía eran crueles, egoístas y sin vergüenzas.

- ey, ¿de verdad te encuentras bien?, fue un golpe bastante duro – al terminar de hablar varios jóvenes se iban acercando a nuestro lado y me estaba empezando a poner nerviosa, era mucha gente alrededor y empecé a temblar, quizás se venían a burlar de mi, tenía que salir rápidamente de este embrollo, tenía que huir

- ehh, si, ya dije que no te preocuparas, estoy bien, yo… me tengo que ir, adiós – antes de darme la vuelta el joven me tomó de la muñeca para impedir que me fuera, ya estaba más que asustada, traté de quitar mi mano de manera brusca y el joven se dio cuenta

- lo siento, no te asustes, no te voy a lastimar, sólo quiero que un médico te revise, como dije anteriormente el golpe fue duro y si te vas sola te podrías desmayar, acá cerca hay un médico, por favor deja ayudarte

- no es necesario, tengo que irme – ya me estaba aburriendo esta ilógica conversación

- eres tan terca muchacha

- a quién le dices muchacha en ese tono despectivo, al parecer soy mayor que tú, así que no me molestes más – definitivamente me tenía cabreada, se que no debí desquitarme con él, pero era tan terco como una mula, porque simplemente no me ignoraba y me dejaba en paz, los otros chicos que ya habían llegado a nuestro lado estallaron en carcajadas

- oh, por fin alguien que te deja callado y es una chica jajajaja – reía estruendosamente uno de los muchachos

- oh cállate Paul, no me ha dejado callado

- hay por favor, todos vieron tu cara de terror cuando la chica te increpó jajaja

- cállate idiota, que no fue así – ellos estaban riéndose de lo que yo dije, pero no burlándose de mi, se burlaban del chico terco, no pude evitar sonreír, hace tanto tiempo que no lo hacía y me sentía bien

- oh lo que faltaba, ahora tú también te ríes de mi, por cierto me llamo Seth, mucho gusto

- mmm Annie – le dije nerviosamente

- hola Annie, hola Annie, Hola Annie – empezaron todos a saludarme con una sonrisa en los labios, al parecer todos eran agradables, eran cinco chicos y tres chicas, Paul, Seth, Jared, Embry y Quil, las chicas eran Claire, Rebecca y Leah.

Después que vi al médico y me diera unas pastillas para el dolor y determinara que sólo había sido un golpe salí de la consulta, los chicos me estaban esperando y Seth me llevó a recorrer la playa, era una reserva indígena y ellos pertenecían a la tribu, eran chicos realmente simpáticos, Seth me mostró su casa y mientras caminábamos me contó varias cosas entre ellas que estudiaba en el mismo colegio donde estudiaba yo. Se hizo el ofendido cuando le dije que no me había percatado de él en el colegio

- Oh por favor, no digas que no me habías visto nunca, soy bien popular con las chicas

- Que presumido eres, pero la verdad es que nunca te había visto, nunca veo a nadie – lo último lo dije más para mi misma, pero él me escuchó

- Hablando en serio, no me extraña que nunca notes nada, siempre estás mirando hacia el suelo o estás con la mirada perdida, nunca te he visto conversar con nadie, siempre estás sola Annie ¿por qué?

- Soy la freaki ¿recuerdas? , además me gusta estar sola

- Pero nadie puede vivir en soledad extrema ¿te gustaría ser mi amiga?

- No acepto caridad, no estoy necesitada

- No es caridad, me agradas de verdad, cuando prestas atención eres graciosa, apuesto a que ni tú te habías dado cuenta de que eres muy simpática

- Oh, por dios me quieres seducir para llevarme a la cama – dije con cara de horror, pero irónicamente

- ¿ves?, eres divertida e irónica al mismo tiempo, me caes bien Annie

- Mmm

- Eso ¿qué significa?, ¿seremos amigos?

- Tal vez chico, tal vez

- Ya verás que nos divertiremos, con los demás chicos la pasamos súper bien y las chicas son muy buenas personas y les has caído bien, seremos un grupo muy divertido

- Eso creo – no estaba muy convencida, se que nunca iba a encajar en la vida normal de adolescente, además mañana en clases seguramente me evitaría, a nadie le gustaría ser visto con la freaki, era ganarse problemas con los idiotas

- Ven, vamos, los demás están esperando, te quiero mostrar algo

Cuando fuimos donde estaban los demás chicos quedé impresionada, ya no estábamos a orilla de la playa, estábamos en una pista improvisada de skate y todos llevaban uno, wow, esto no me lo esperaba, ellos sentían la misma pasión que yo por la adrenalina, me quedé observándolos, eran muy buenos en lo que hacían, hasta las chicas hacían sus maniobras, cada vez me agradaban más estos muchachos.

Cuando por fin llegué a casa preparé algo para comer, estaba realmente hambrienta, no es que fuera una gran cocinera, la verdad es que se me daba fatal la cocina, pero no podía comprar todos los días comida preparada, así que me preparé unas hamburguesas y una ensalada, quedaron pasables para una persona hambrienta que no se fija mucho en lo que come.

Estaba caminando en el pasillo hacia la cafetería cuando escuchó que me llaman, desconcertada miro en dirección de esa voz conocida y me encuentro con Seth que corría apresuradamente hasta llegar a mi lado

- hola pequeña, vamos a comer algo

- Seth ¿qué haces? No te pueden ver conmigo

- ¿por qué?, eres mi amiga y dije que te buscaría para comer juntos

- Ya, yo pensé que era por cortesía, además no estás obligado a hablarme en público

- Bah, eres tonta, no me importa lo que digan los demás, eres mi nueva amiga y si a los demás no les gusta pues que se jodan – wow este chico está loco de verdad

- Vamos Annie muero de hambre – sin darme cuenta me arrastra hacia la cafetería, estaba nerviosa, aterrada, yo la freaki iba a sentarme y a conversar con alguien. Mientras avanzábamos todos se quedaban mirando perplejos, ya que Seth era bastante apuesto y popular, todas las chicas se daban vuelta a mirarlo, al parecer él notó mi incomodidad y me tomó de la mano entrelazando nuestros dedos.

Una vez sentados, aún estaba nerviosa, además estábamos bastante cerca de la mesa de mis torturadores, ellos no me habían visto y esperaba que no me vieran, especialmente él. Seth miró en dirección a mi mirada y se dio cuenta de que los miraba a ellos

- ¿ellos te molestan bastante cierto? Los he visto

- Si, pero no les hago caso, lo que me preocupa es que te vean conmigo y la agarren en tu contra, de verdad no tienes que hablarme acá

- No seas tonta, además lo que ellos opinen me vale mierda

- ¿en serio no te importa?

- No, ellos peden besar mi peludo culo – dijo y no aguanté las ganas y me largué a reír

- ¿dijiste lo que creo que dijiste?

- Si, pueden besar mi peludo culo, y por las dudas es una expresión, no es que lo tenga peludo – dijo un poco avergonzado y reí con más ganas

- No te puedes retractar, ya lo dijiste tienes el culo peludo jajajaja – Seth se largó a reír también.

Era tan chistoso y no paraba de reír cuando sentí un escalofrío en mi espalda y miré en dirección a esa persona que sabía me estaba mirando, era él, me miraba de manera tan extraña ¿qué diablos le pasaba?, dejé de reírme cuando nuestras miradas se cruzaron, nos quedamos prendados, pero agarré algo de valor y desvié mi mirada, no me gustaba la forma en que nos habíamos perdido en los ojos del otro, raro, peligroso. Me volví a concentrar en Seth y en las estupideces que decía.

Hoy supuestamente llegaba un alumno nuevo al colegio y todas las chicas estaban como locas, al parecer el chico nuevo era un modelo de ropa interior o algo así. Después del altercado con Rosalie y los idiotas no me habían molestado en estos días, estaban tan drogados que casi me dan pena, especialmente Cullen, eran tan brillante y hermoso como el pecado y que se estuviera drogando era una lástima, bueno en todo caso a mi qué mierda me puede importar él, bah, seguramente me va a llegar el periodo por eso ando pensando en pendejadas.

Mierda, como todos los días los idiotas estaban en la entrada y tendría que pasar delante de ellos, además estaban con un joven que no conocía, seguramente era el chico nuevo, era bastante apuesto y grande, bastante musculoso y la zorra de Rosalie se le pegaba al cuerpo, pobre tipo, lo malo es que al parecer tendría un nuevo torturador, carajo, mi vida apesta.

Bajé la vista y traté de pasar apresuradamente por su lado, pero cómo no, la zorra de Rosalie me empujó y caí al suelo y todas mis cosas se desparramaron por todos lados, las estaba recogiendo rápidamente cuando una mano grande me entregó mis cosas y me tendió la mano para levantarme, cuando lo vi de cerca me estaba sonriendo y era realmente bien parecido, a pesar de ser tan grande su sonrisa le relajaba el rostro y dos hoyuelos se instalaban en sus mejillas, parecía un niño en el cuerpo de un adulto, con desconfianza y temor tomé su mano y me levantó, susurré un gracias y me fui apresuradamente

Qué mierda estaba pasando ¿por qué de pronto la gente se estaba portando amable conmigo?, ahora lo único que faltaba es que Cullen viniera a ofrecerme casamiento jajajaja ¡si claro, como no! Antes de recibir un gesto amable de ese idiota se congela el puto infierno.

Estaba tan cansada de llorar y de gritar por una explicación ¿dónde estaba? ¿por qué me hacía esto?, quería salir de este lugar, quería estar en mi casa, no encerrada con ese loco, me dolían las manos de tanto golpear los espejos para tratar de romperlos, nunca cedían, nunca se rompían y caí al suelo rendida, no se cuanto tiempo pasó, pero ese hombre volvió a entrar al cuarto y traía una bandeja con comida, no iba a ingerir nada proveniente de él, no lo haría, prefería morir que estar acá.

- muñequita debes alimentarte, ven niña a comer

- no me diga muñequita y no voy a comer nada, quiero irme a mi casa, por favor deje que me vaya.

- NUNCA, escucha bien nunca te dejaré ir, eres mía ahora y siempre lo serás, eres mi muñequita hermosa y esta es tu nueva casa, tu nueva vida junto a mi, donde perteneces

- ¿cómo? ¿no va a pedir rescate?, porque esto es secuestro y mi padre pagará cualquier suma de dinero que pida, por favor pida rescate

- Shii, tranquila muñeca, no me interesa el dinero de tu padre, estás acá porque eres mía, yo te voy a cuidar como lo que eres, una muñequita hermosa y frágil y vamos a ser muy felices juntos

- No, no, no, por favor no me haga daño, por favor déjeme ir y no soy una jodida muñequita, no soy frágil, quiero irme ahora maldito pedófilo - ya no aguantaba más y empecé a gritarle y a arrojarle todo lo que pillaba en camino, no quería estar ahí, no quería ser una de esas chicas a las que violaban, no quería pertenecer a la maldita estadística de violaciones y vejaciones.

- No digas tonterías niña, no soy un violador, es sólo que desde la primera vez que te vi me deslumbraste, eres tan hermosa, tan pura y te estás perdiendo con esas amistades que tienes, con esa vida que decidiste llevar

- No, no entiendo

- Esa puta vida que estás llevando, eres una niña brillante e inteligente y te la pasas en conciertos, discotecas y pub, bebiendo y rodeándote de ese mundo que no es apropiado para ti, eres muy inocente para ese ambiente.

- Maldito enfermo, mi padre me encontrará y te matará, además James…

- No nombres a ese maldito hombre, nunca, me entiendes, nunca vuelvas a pronunciar su nombre, ese idiota que te acompaña para todos lados debes olvidarlo, nunca más lo verás

- No, él junto a mi padre me rescatarán, James vendrá a salvarme, es mi mejor amigo y me cuida

- ¿amigo? Jajaja, ese puto cabrón está enamorado de ti, puedo verlo en la forma que te mira, a pesar de tener una novia hermosa y apropiadamente de su edad él te ama, todos los que te rodean lo saben, se le nota demasiado y nunca serás de él, nunca cantarás o tocarás ningún instrumento si no es para mi, sólo yo tengo el derecho de escucharte cantar

- Estás enfermo

- TÚ ME TIENES ENFERMO, DESDE QUE TE VI ENTRASTE A MI VIDA PARA ATORMENTARME, NO DEJAS MIS PENSAMIENTOS, ATORMENTAS MIS SUEÑOS Y POR ESO TE TRAJE CONMIGO, ERES MÍA, SÓLO MÍA.

Desperté como todos los días, sudada y temblorosa, malditos recuerdos, maldito enfermo nunca me deja en paz, nunca deja de torturarme.

Hoy no vería a Seth porque tenía que ayudarle a su madre que se encontraba enferma y tenía que cuidar a sus hermanos, estaría nuevamente sola, ya que los amigos de Seth asistían a clases en la reserva de la Push, Seth era el único que asistía al colegio conmigo. Con los días nuestra amistad se había afianzado, con los otros chicos también me llevaba de maravilla, nos juntábamos todos los días en la Push, practicábamos en Skate, hacíamos asados y fogatas, la pasábamos tan bien que a veces me olvidaba por un momento de mis miedos y cada día que pasaba me sentía un poco más en paz, un poco más como yo misma antes de que me secuestraran.

La banda de idiotas no me molestaban tanto, pero Rosalie me miraba cada vez más con cara de odio. Entré al baño, quería refrescarme un poco antes de irme a casa, al entrar supe que había cometido un error garrafal, ahí se encontraba el puto Edward y se estaba cogiendo a una chica, no se como se llamaba y no me interesaba, pero cómo podían ser tan descarados ni siquiera habían echado cerrojo a la puerta y Edward embestía con fuerza a la chica que gemía y jadeaba como loca, mierda era tan vergonzoso que no atiné a hacer nada y me quedé como pegada al piso. Edward fue el primero en darse cuenta de mi presencia y me miró con cara de horror y empujó a la chica a un lado que rápidamente recogió su ropa y se vestía apresuradamente, en cambio Edward me miraba directamente sin hacer nada para cubrirse, me sonrojé y él bajó la vista como si estuviera avergonzado y en ese momento me despabilé y salí corriendo de ahí, no me detuve hasta que estuve bastante lejos y apoyándome en una pared descansé, estaba tan asustada, si Edward me encontraba seguramente me haría daño por haberlo interrumpido, mierda, respiraba agitadamente por el bochorno, el cansancio que me dejó la carrera y principalmente por el susto de lo que me haría Edward cuando me encontrara.

Traté de seguir caminando, pero temblaba como una hoja mientras salía hacia el estacionamiento. Antes de llegar a salir suena mi celular y al ver la pantalla veo que me llamaba Paul, le contestó y me dice que me está esperando en el estacionamiento porque pasaríamos el día en la Push y no quería que me fuera sola, así que me apresuré, pero mi suerte era pésima ya que al cortar la llamada me toman del brazo y me giran, era Edward, carajo estaba perdida, mi cara seguramente era de puro miedo

- yo, yo, Edward, de verdad no era mi intención interrumpirte, disculpa yo…

- Annie, no te disculpes, la verdad es que yo…..mierda yo….- se veía tan furioso que me dio tanto miedo

- Por favor Edward yo no he visto nada, yo, me tengo que ir

- No, espera, deja que yo explique lo…

- Princesa ¿Por qué demoras tanto? – uff, Paul llegó en el mejor momento

- Ehh, lo siento me demoré un poco, vamos

- ¿un poco? Princesa llevo rato esperándote, vamos me muero de hambre y mira lo que te traje – me mostró un casco

- ¿y eso Paul?

- Un casco, pero no es cualquier casco, es tu casco princesa, me compré una moto y te compré un casco especialmente para ti y vas la primera en subirte conmigo, oh, pero que descortés, estabas conversando con un amigo – mierda me había olvidado de Edward que aún sujetaba mi brazo, lo miré y estaba mirando fijamente desde Paul hacia mi repetidamene

- Ehhh, si pero ya iba a buscarte, me tengo que ir Edward

- Ah, ya veo, ah perdón – dijo al darse cuenta de que aún sostenía mi brazo, lo soltó y el gesto no pasó desapercibido para Paul a quien no le gustó para nada la actitud de Edward y lo miraba con desconfianza, mis amigos sabían muy bien que yo no tenía más amigos que ellos

- ¿te estaba haciendo daño princesa?

- Oh, no, no, él me estaba pidiendo unos apuntes de biología ¿cierto Edward? – por favor di que si idiota, porque Paul era muy malas pulgas y si se daba cuenta de la verdadera situación molía a golpes a Edward y no quería que hubieran problemas por mi culpa

- Si, Annie me iba a prestar unos apuntes, pero los paso a buscar más tarde a tu casa – qué mierda está hablando Edward, cómo que va a ir a mi casa, carajo me quiere ver a solas seguramente para gritarme o golpearme, mierda, mierda, mierda - ¿a qué hora pasó por tu casa Annie?

- No va a poder ser, la princesa se va conmigo todo el día y la llevaré tarde en la noche, si es que la llevo a su casa, vamos nena, los chicos nos están esperando – Edward abrió los ojos como plato y la verdad es que yo misma estaba un tanto shokeada por lo que dijo Paul

- Oh, comprendo ve Annie tu novio está impaciente – carajo, lo que temía ahora Edward piensa que Paul es mi novio, lo miro y se veía tan raro, como triste o algo así, raro, Edward definitivamente es raro

- Ok, adiós

- Adiós Annie

Nos fuimos apurados a ver la moto, me encantaban y estaba ansiosa por verla, así que me olvidé del episodio que acababa de vivir. Al llegar al estacionamiento vi la moto, carajo era hermosa, negra y brillante, se me caía la baba por subirme y sentir el golpe de adrenalina recorrer mi cuerpo

- ¿te gusta princesa?

- Oh Paul es maravillosa, vamos apúrate, quiero sentir ese bebé en movimiento

- Jajaja, princesa no sabía que te gustaban tanto las motos, si estás que babeas jajajaja

- Tonto, no estoy babeando – dije golpeándolo ligeramente en el brazo

- Vamos nena ponte tu casco y toma esta cazadora

- Pero Paul me voy a ver horrible y gorda

- Para nada Annie, pero si quieres puedes sacarte esa suéter que traes

- No, no es necesario

- Oh vamos Annie, ven, hazme caso –

y casi sin darme cuenta me sacó el suéter de un tirón, un tirón tan fuerte que levantó la sudadera que llevaba debajo y dejó mi vientre al aire, sus ojos se abrieron como platos al descubrir mi secreto, mierda ahora qué voy a decir al respecto

- Annie ¿qué mierda? ¿por qué estás toda fajada?

- Yo, yo…

- En casa princesa, en casa me contarás, ahora ponte la cazadora – le hice caso

- Wow, princesa, te vez…..

- Fea, ya lo se, pero no se puede hacer nada, yo soy así de fea jajaja

- Oh cállate, te vez tan sexy

- Oh, cállate tonto si no quieres que le cuente a tu novia

- Jajajaja, vamos princesa, no me gusta el público indeseado – no se a que se refería pero me subí a la moto y arrancamos velozmente, tenía ganas de gritar de emoción y al parecer Paul lo notó porque gritó

- Dilo princesa, grítalo fuerte

- OH, POR DIOS TE AMO PAUL, ERES MARAVILLOSO – no es que lo ame como hombre, lo amo como amigo y además me encantan las motos y le golpe de adrenalina fue maravilloso, hace tanto tiempo que no montaba una moto que estaba extasiada

EDWARD POV

¡Carajo!, me sentía como la mierda, Annie me acababa de ver follando en el baño, sentía tanta vergüenza, pero estaba tan angustiado y caliente que hice lo que mejor hago, follarme a alguna zorra, pero joder, que me viera la freaki no estaban en mis planes. Cuando salió corriendo toda sonrojada no pensé en nada más que salir a buscarla y darle alguna explicación ¿por qué? No tengo la más puta idea. Cuando la encontré iba apresurada hacia el estacionamiento, traté, juro que traté de explicarme y pedirle perdón, se veía tan inocente que quise explicarle no se que mierda, pero no alcancé, cuando la toqué su cara era de miedo, joder, todavía me teme, seguramente cree que voy a golpearla o algo así, nuevamente traté de disculparme, cuando llegar un tipo enorme y la llama ¿princesa?, le dice princesa ¿quién carajo es para decirle así?, se ve mayor, seguramente tiene 20 o 22 años. Todo el rato que duró la conversación estaba como muriéndome por dentro, ella se había vuelto una obsesión para mi, siempre la miraba, siempre pendiente de sus gestos, de sus sonrisas con Seth, pero este tipo me ponía furioso, esa familiaridad con ella me molestaba y cuando dijo que se iba con ella y que probablemente no llegaría a casa me quedó todo claro, él era su novio, me dolió el pecho y casi pude sentir como se rompía mi corazón pedazo a pedazo, nuevamente sentía ganas de llorar y de tomar a la freaki y llevármela conmigo, que dejara a ese imbécil. Cuando salieron al estacionamiento los seguí y carajo lo que vi me dejó más triste y desconcertado, el tipo le sacó el suéter a Annie y le levantó la sudadera y mierda ella estaba toda fajada ¿por qué? ¿qué mierda significaba eso?, a pesar del desconcierto no puede evitar fijarme en su cuerpo, debajo de toda esa ropa horrible y extremadamente grande que usaba ella era delgada, fina y delicada ¿por qué ocultaba su cuerpo de esa manera? ¿qué quería esconder? ¿solamente su cuerpo o algo más?. Ahora me tenía más intrigado que antes, ella de a poco se estaba volviendo cada vez más en una obsesión para mi, quería descubrir todos sus secretos, todos sus misterios.

Cuando se puso la cazadora de cuero y el casco, joder, era verdaderamente la mujer más caliente y sexy que había visto en mi vida. Cuando arrancaron alcancé a escuchar a Annie gritar a todo pulmón OH, POR DIOS TE AMO PAUL, ERES MARAVILLOSO. En ese momento supe que estaba perdido, me gustaba la freaki, me gustaba mucho y ella tenía novio y sin darme cuenta las lágrimas corrían por mis mejillas.

miércoles, 1 de junio de 2011

Vida : Dulce Inmortalidad

Capítulo Noveno: Celos


¿Quién demonios era esa tal Tanya? pensé mientras sentía como mi cuerpo se contraía preparándose para el ataque, comencé a respirar agitadamente haciendo sonar estrepitosamente el aire al exhalar, arrugue mi nariz mientras examinaba la situación, así que ella era el asunto que requería su atención.

Mis ojos parecían salirse de sus orbitas mirándola, examinando cada movimiento que ella realizaba, cada detalle de su cuerpo, era irremediable y aunque tratará de controlarlo la reacción ya estaba gatillada, hasta ahora no había estado conciente de mis recién adquiridos instintos animales y claramente ver a esa mujer cerca de mi Edward había despertado el más básico de todos: los celos.

Poco importaba que hubiera una explicación lógica para su presencia, no me detendría en pedir explicaciones, había solo un objetivo en mi mente: Su muerte.

Mis instintos era más poderosos que mi sentido de la cordura en ese momento, absorta contemplaba la escena. Hasta ahora había perdido todos mis sentidos menos uno: la vista y a juzgar por los movimientos que ella profería estaba claro que no era precisamente su amiga, lo que me hizo enfurecer y comenzar con la locura.

De pronto el deseo de aplastarla era más interesante para mí que cualquier explicación que pudiera darme Edward, era como si estuviera en otra realidad. Mi paciencia estaba a punto de terminarse cuando la vi acercarse a él y convenientemente rosar su mano, pero mi reacción no se dejo esperar y perdí la razón completamente cuando la vi acercarse peligrosamente hasta esos labios que eran míos… rápidamente había llegado a una conclusión: la mandaría directo al infierno y no me importaba que pasara con mi alma por aquel homicidio que estaba a punto de realizar.

Sentí como un calor sofocante invadió mi cuerpo, de pronto perdí la perspectiva de la situación, la ponzoña comenzó a inundar mi garganta, avidamente abrí la mandíbula mostrando mis dientes mientras los observaba a lo lejos, inconcientemente tome aire y me precipite a su encuentro.

Ninguno de los dos se percato de mi asecho y posterior entrada en escena, de hecho Edward solo estuvo conciente de mi presencia por la voz estrepitosa de Alice, quien había entrado abruptamente gritándole a su hermano lo evidente.

- ¡Edward cuidado!.

Grito ésta pero él no comprendió de inmediato, todo se hizo más elocuente cuando sintió mi grito de ataque y vio estupefacto como me abalanzaba contra el cuerpo de la mujer próxima a él.

Nadie pudo evitar que la derrumbara contra el suelo, evidentemente yo era más rápida y fuerte que todos los presentes, de reojo vi como el rostro de Edward se desfiguraba mientras nuestros cuerpos luchaban: yo por someterla y ella por liberarse de mis garras. Pero su pelea era inútil, mi fuerza estaba incrementada a causa del cólera por lo que logre mi objetivo sin mucho esfuerzo, la tenia justo donde quería. Sin pensarlo siquiera aferre mis manos a su garganta y comencé a apretar, no me interesa quien era, yo tenía un objetivo muy claro: matarla.

- Bella... suéltala… por favor.

Suplicó Edward tratando de separarnos, forcejeaba en intentos vanos por lograr que mis manos dejarán su presa.

- Pero ¡qué… sucede aquí!

Grito Emmett mientras salía, cuando me vio sobre la chica, ahogo un grito y se apresuró para ayudarlo, pues esté no lograba separarnos.

- Sácamela de encima, esta lastimándome.

Exclamo dificultosamente la chica mientras comenzaba a brotar sangre de su cuello, enterré mis uñas aún más, estaba poseída.

- Bella… ¡suéltala!… escúchame por favor…

Insistía Edward pero era inútil, estaba fuera de mí, aunque hubiera querido parar, ese sentimiento que tiño mi corazón y mente era más poderoso que cualquier razón.

Emmett trataba de ayudarlo pero lo cierto era que no estaban logrando ningún avance, a esa altura toda la familia Cullen, salvo por Carlisle que no se encontraba estaba mirando incrédulo la escena. Jasper entro en acción arrodillándose a mi lado y me puso su mano sobre mi hombro en un intento de calmar mi irá descontrolada.

- ¡No te metas!

Gruñí mostrándole mis dientes, perdió el equilibrio por un instante, pero luego lo divise junto a mi nuevamente, darme cuenta de eso me distrajo un segundo, el segundo exacto para que finalmente Edward lograra quitar mi cuerpo de encima del cuerpo de Tanya y Emmett la alejará de mí.

Pero no me rendía, luchaba esta vez por zafarme de los brazos de Edward. Jasper trataba de ayudarlo tratando de calmar la situación, y quitarme ese sentimiento enfermizo que había logrado aflorar gracias a la escenita de la que había sido testigo.

Respiraba frenética forcejeando, esperando un descuido para ir tras ella y acabar mi cometido. Vi como Esme junto con Rosalie ayudaron a Tanya a entrar en la casa, seguramente en un intento de terminar con la pelea y de seguro disculparse por mi actitud. Yo estaba en shock de pronto miré mis manos y estas estaban temblando.

- No se supone que ibas a mantenerla fuera de aquí hermanita.

Reclamó sarcástico Emmett ordenado las sillas que yo había tirado producto del impacto. Alice le dio una mirada fulminante.

- No pude hacer nada, se escapo, tú sabes lo persistente que es ella.

Acotó mirando a Edward en tono de disculpa.

- Si lo sé, probablemente fue mi culpa.

Agrego mientras peleaba conmigo para mantenerme quieta y a distancia prudente de la casa. Jasper aún permanecía a mi lado tratando de dominar mis emociones sin decir ni media palabra.

- Será mejor que te la lleves de aquí.

Concluyo Emmett dando una mirada de reproche a Alice, esta lo ignoró.

Sin duda Jasper tenía talento en esto de calmar las emociones, mejor dicho pasiones, porque al cabo de algunos minutos había conseguido que al menos la cordura volviera a mi mente. La rabia iracunda que me había embargado hace unos momentos se disipaba, deje de forcejear con Edward y miré a Alice.

- Lo siento.

Murmuré al darme cuenta de lo sucedido. Jasper me medio sonrío alejando el contacto físico de su mano pero era indudable que aún permanecía tratando de quitarme los sentimientos de odio que aún permanecían en mi mente. Sentí como las manos de Edward se hicieron menos firmes dejándome finalmente libre de su opresión.

- Dejemos que hablen solos.

Sugirió Jasper mirando a Alice y a Emmett, ambos asintieron y entraron a la casa, pude ver que Emmett miró un instante a Edward enarcando sus cejas sugeridamente, le estaba indicando que estaría del otro lado atento por si necesitaba su ayuda.

- Ya estoy calmada no será necesario.

Le dije seria, el chico bajo la vista avergonzado.

Yo estaba de espaldas a Edward, ahora era a él al que quería estrangular con todas mis fuerzas, que no le había bastado con lo que me había hecho hace cinco años que ahora estaba jugando a dos bandos, me giré tratando de mantener la perspectiva, no quería que Jasper nuevamente tuviera que venir a nuestro encuentro y lo observe por unos largos minutos. Al final el fue él quien rompió el hielo.

- Se que estas molesta pero…

No alcanzo a terminar la frase, pues le propine una de mis mejores cachetadas, probablemente si lo hubiera hecho cuando yo aún hubiera sido humana me habría roto la mano, pero ahora disfrute ver como, ante la fuerza, su cara giraba evidenciado que había cumplido mi propósito, él había sentido el golpe.

lunes, 30 de mayo de 2011

Muy Salvaje Para Ser dominado

Hello mis angeles hermosos!!
Aqui les traigo una adaptacion del libro" Too Wicked  To Tame" De  SOPHIE  JORDAN , adaptada a nuestros queridos personajes de crepusculo , chicas es la primera vez que me animo a ser una adaptacion asi que les pido paciencia por fiss , el libro esta muy bueno y entretenido se van a divertir mucho leyendo y claro la pasion no puede faltar como buenas lemmoneras que somos ,  aqui les dejo el adelanto y dejen sus comentario haber que les parece mil besitos a todas
Angel of the dark


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¿Se casaría alguna vez una reticente belleza con....?

La testaruda Lady Isabella swan Darring tiene un impecable pedigrí…… y un centavo a su nombre razón por la cual está sola en un lluvioso paramo sombrío en Yorkshire, esperando a un adinerado conde, al cual nunca ha visto, pero su familia insiste en que se case con el. Cuando casi la atropella el semental del apuesto canalla, Isabella esta mas decida que nunca a rechazar la propuesta de Edward Massen. Puede ser un guapo demonio! pero nunca podría casarse con un granuja que esta tan claramente fuera de control ¡

¿Una bestia salvaje e incorregible?

Un soltero declarado, descendiente del famoso “Loco” clan Massen, Edward no será atrapado en un matrimonio ¿Por qué entonces esta belleza empapada por la lluvia lo excita tanto? El deseo lo consume, pero la dama, extremadamente tentadora, se resiste a sus mejores tácticas de seducción. Ahora solo queda una vía: Edward debe ignorar a su mala sangre, vencer su bestia interior… y demostrarle a Bella que ella es la única mujer capaz de dominar su corazón.

viernes, 27 de mayo de 2011

Corazon de Hierro

Cap. 12 realidad



― Te Amo— deje escapar en un suspiro, de inmediato sentí el peso de mis palabras el cuerpo de Edward se tensiono por completo y dejo escapar un jadeo de sorpresa.

― Bella ¿Qué fue lo que dijiste?— me pregunto y me congele de inmediato. Mi cuerpo se convirtió en piedra sobre la piel de su pecho, mi respiración se entrecorto— ¿Bella?— Volvió a llamarme pero yo estaba inmersa en otro mundo, uno en el que tenía que pensar rápidamente mi respuesta.

El sudor frio comenzó a hacer estragos en mi, solo habían pasado unos segundos pero para mí han sido eternos, ¿Qué demonios le digo?, ¿Qué fue un error?, ¿Qué lo dije sin pensar? Mi cabeza era una maraña de cosas, cada segundo que pasaba mi cuerpo se sentía aun más tenso de lo que ya estaba. ¿Qué podía hacer? Solo tenía dos opciones afrontar o negar… obviamente escogí la más fácil.

― ¿Qué?— pregunte con una altanería que salió de no sé dónde.

― ¿Qué fue lo que dijiste? Lo escuche— me dijo con voz sutil, no había ni una clase de sentimiento en su voz por lo que me atemorizo mucho mas, valor era lo que necesitaba en este momento, aun dudaba que saliera victoriosa de este asunto pero por lo menos podría intentarlo.

― Si lo sé, lo dije en voz alta, creo que cuando las personas hablan así es porque quieren que las otras las escuchen— Edward me levanto de su pecho y me miro extraño sus ojos estaban sigilosos al igual que todo su rostro, estaba evaluando detenidamente mi expresión. Me miro unos segundos más y me aparto.

― No digas cosas que no sientes— murmuro solo para nosotros dos, el miedo invadió nuevamente mi cabeza y corazón, el tono que ocupo era de alguien frio y calculador ¿se habían acabo los días felices? Se paro del sillón y se comenzó a vestir

― No era mi intensión molestarte— imite su acción, me puse nuevamente el traje de baño pero esta vez no tenía ganas de volver a la piscina solo quería encerrarme en mi habitación y llorar. Lamentablemente tenía que terminar con esto si el descubría que realmente lo amaba creo que no sería tan amable como lo es ahora. Mi corazón se sentía vacio, el Te Amo que había dejado escapar había quedado suspendido en un espacio sin nada, no tenia donde afirmarse para echar raíces, mi amor no era correspondido y dolía darse cuenta que jamás iba a cambiar mi situación.

― No me molesta pero no me gusta mezclar las cosas, Bella— su voz era grave, maldita sea si lo había dicho tenía que asumir las consecuencias de mis actos, lo mejor era negarlo, negarlo hasta el final.

― Puedo decir que lo dije con razón, amo estar contigo Edward ¿acaso no se nota?— una sonrisa vacía apareció en mi cara, Edward me miro y estrecho sus ojos.

― Si, a mí también me gusta estar contigo Bella, lo sabes pero la palabra amor no se puede aplicar a lo que nosotros tenemos— en ese instante me congele, mi corazón o lo que quedaba de él se congelo y partió en mil pedazos, tenía razón había sido un error y me alegraba no habérselo confirmado así no saldría más herida de lo que estaba ahora.

― Tienes razón, la oración correcta seria, adoro el sexo que tenemos ¿cierto?— Edward no me miro se giro hacia la ventana y perdió sus pensamientos en el paisaje que esta le ofrecía, mordí mi labio inferior reprimiendo las ganas de llorar, ¡dios mío! Como dolía sentirme así, pero tenía que ocultarlo. El teléfono de la casa comenzó a sonar, todas las líneas que estaban dispersas por la estancia sonaron al mismo tiempo, el cuerpo de Edward tenso, sus puños se apretaron y comenzó a caminar hacia la puerta.

― Iré a contestar, si quieres vuelve al agua, enseguida iré contigo.

― No gracias, creo que preparare algo para comer.

― No te molestes y pide algo por teléfono— y salió de la sala, un minuto después el sonido se detuvo. Mi corazón latía lento y cansado, la opresión que sentía en mi pecho no lo dejaba latir a más velocidad.

¿Qué había sido esto?, ¿de qué demonios se trataba? ¡Maldita sea! Lleve mis manos hacia mi cara y la frote repetidas veces, ¿cómo había llegado a este punto? Mis piernas comenzaron a flaquear, me sentía débil pero sabía que era para mejor, prefería sentirme así a tener el corazón roto en mil pedazos, negarlo frente a Edward creo que había sido la mejor decisión que podría haber tomado, me ahorro un dolor mayor. Intente moverme pero mis piernas aun no respondían, tenía que actuar normal, todo tenía que ser como siempre y lo conseguiría. Respire unas cuantas veces más y me intente tranquilizar, la idea de Edward de pedir algo por teléfono era buena pero tenía que distraer mi cabeza en algo así que cuando pude caminar partí a la cocina y comencé a preparar lo primero que se me paso por la cabeza. Edward no entraba en la cocina, el teléfono volvió a sonar y nuevamente fue contestado, asumí que debería estar hablando por teléfono. Metí mi cabeza de lleno en la cocina, prepare pollo salteado con verduras, no sé porque lo hice pero fue lo primero que se me ocurrió. Al cabo de cuarenta y cinco minutos Edward entro en la cocina, venia con su rostro pálido y con el teléfono en la mano. Mi conciencia y mi corazón se preocuparon, no tenia buen aspecto, ni siquiera tenía el que le había visto antes de salir, se veía como si algo malo hubiera sucedido. Me acerque rápidamente a donde estaba, su cuerpo se apoyo en uno de los mesones y llevo su pulgar a su boca.

― Edward ¿estás bien?— pregunte acercándome a él— ¿Edward?— volví a insistir al no ver respuesta.

― Si— respondió taciturno y en un susurro— no te preocupes— me miro directamente a los ojos y me perdí en el verde de sus hermosos orbes

― Bien— concedí dudosa, no tenia para nada de buen aspecto— prepare pollo con verduras, espero te guste— me gire y camine hacia donde tenía servida la comida, Edward me dio una media sonrisa y se sentó a comer sin hacer comentarios.

El almuerzo fue un infierno, Edward estaba callado, no decía nada, si por alguna posibilidad había quedado afectado por la conversación que tuvimos con lo que le paso después quedo peor, su rostro estaba aun mas pálido de lo que ya era. Comimos en silencio inmersos en nuestro propio mundo, la mesa que nos dividía era la muralla que se formo entre nosotros. Cuando acabamos de almorzar me levante disculpándome con él y me Salí de allí, era demasiado lo que dolía su rechazo pero no podía negarme yo fui la primera que negó el amor que sentía, ¿cobarde?, por supuesto, es la peor cobardía que he hecho en toda mi vida, jamás había negado algo y comencé con lo único que podía traerme a la vida, el amor. Subí rápidamente las escalas de la gran mansión, el silencio y el miedo nuevamente hicieron estragos en mí ¿pero qué podía hacer? Ya lo había negado, como cierto personaje negó a un grande alguna vez en la historia, negué mi amor y tenía que vivir con las consecuencias de ello.

Abrí la puerta de mi habitación ansiosa por llorar, apreté mi labio inferior hasta casi dañarlo, cerré la puerta y me deje caer sobre el frio suelo, las lagrimas bañaron mi rostro hasta que mis ojos ardieron. Estaba dolida y a la vez asqueada todos los maravillosos sentimientos que me había provocado estas semanas con Edward se habían ido a la basura, me levante del suelo y me dirigí al baño. En mi rostro quedaban pocas evidencias de los golpes que me había propinado mi madrastra, sentí unas locas y desesperadas ganas de salir corriendo de esa casa y no volver mas pero por una extraña razón no podía, tenía una enorme opresión en el pecho que no me dejaba salir de allí como si alguien estuviera sufriendo, como si Edward estuviera mal y necesitara de mi aunque sabía que eso no era posible él era el hombre del corazón de hierro y no dejaba que sentimientos tan humanos como el dolor lo afectaran.

Una hora más tarde un suave golpe en la puerta me hizo saltar, estaba sentada contra la ventana con mi cabeza enterrada en mis pierna, la piel de mis rodillas estaba completamente empapada por las lagrimas que había derramado, mis ojos ya estaban resecos y rojos de tanto llorar, limpie mi rostro trate de componerme antes de dar la entrada.

― Pasa Edward— dije sabiendo perfectamente quien era. El cuerpo de él se asomo por la puerta cauteloso, parecía un gato tanteando un terreno desconocido, su vista observo rápidamente toda la habitación y camino hacia donde estaba yo, aun su rostro se veía pálido y unas enormes areolas de color morado habían aparecido bajo sus ojos, se notaba cansado— ¿Qué pasa?— le pregunte con preocupación, cualquier cosa que sucediera antes se veía desplazada con el miedo que sentía de que le pasara algo.

― No… no me siento bien— dijo lenta y pausadamente pero con rigidez en el tono de voz.

― Demonios— dije en un susurro, tome el brazo de Edward y lo arrastre hacia la cama, el solamente se dejo caer y cerro sus ojos.

― ¿Qué pasa?— pregunte cuando su expresión paso a ser de dolor.

― Me duele— dijo llevando una mano al puente de su nariz— Bella me duele mucho— jadeo de dolor— ¡Ah! Maldita sea— exclamo golpeando la cama con la otra mano libre que tenia.

― Maldita sea, llamare a Emmett— me Salí de la cama y tome mi celular, con rapidez y algo de torpeza marque el numero de mi amigo, espere al tono…

― Su llamada será transferida a un buzón de mensajes…

― ¡maldita sea!— grite y lance el celular al sillón— Edward— me acerque nerviosa— Edward dime ¿Qué sientes?

― Me duele la cabeza, siento que me va a explotar— decía en un susurro, sus manos se fueron a sus ojos cubriéndolos con fuerza, las mías las trataron de bajar, si ejercía esa presión sobre su cabeza podría aumentar la molestia

― Tranquilo— pase mi mano por su frente acariciándola, Edward con el paso de los minutos fue cayendo en inconsciencia hasta que se quedo dormido.

Vele su sueño por toda la tarde, en reiteradas ocasiones su ceño se fruncía de manera muy marcada, se removió en la cama inquieto. Llame a Emmett pero él seguía aun sin contestar, sin que él se diera cuenta le administre un calmante suave, inyecte con gran cuidado en la piel de su brazo y el no pareció notarlo. Durmió hasta que el sol estaba casi poniéndose, yo seguía a su lado, como siempre. Pensé mucho, pensé en todo lo que nos habíamos dicho pero no sacaba ninguna conclusión, yo desde el principio había aceptado que esto fuera así y no era quien como para pedir un cambio, Edward no me amaba y por eso yo tenía miedo de amarlo sin ataduras, sentía que mi amor estaba ligado al miedo y a la inseguridad de nuestra relación, también sabía que ese estado era muy difícil de cambiar pero seguiría así porque aunque sintiera miedo lo amaba como jamás pensé hacerlo, el alejarme de su lado creo que sería lo peor que podría pasarme. El orgullo aquí no jugaba un papel muy importante.

― Bella— susurro buscándome por la habitación, aun parecía estar dormido, se removió en la cama, sus manos me buscaban a tientas— Bella— me volvió a llamar, me acerque a su cama, la oscuridad de la habitación no lo dejaba ver nada.

― Aquí estoy— le dije acercándome a su lado, tome su mano y me recosté junto a él, sabía que esta era mi rendición pero no me importaba, estar así resguardada en su pecho era lo único que necesitaba, por el momento. Mi cabeza descansó sobre su pacifico pecho, el corazón de él latía lento.

La mano de Edward paso por mi espalda y me pego a su cuerpo, soltó un enorme jadeo y pudo respirar en paz. Estuvimos así por más de una hora, solo abrazados sobre la cama, levante la cabeza y Edward tenía sus ojos cerrados, la respiración acompasada me decía que estaba en un profundo sueño. Edward no despertó mas, el calmante tenía que estar haciendo efectos en el, cuando el reloj marcaba casi las diez, me cambie pijamas y lo desvestí a él también. Nuevamente me recosté sobre su pecho y me perdí en el mundo de los sueños, uno que tenia por protagonista a un cabello cobrizo y unos ojos esmeralda.

A la mañana siguiente, abrí mis ojos con la fuerte luz que se colaba en la ventana, mis manos registraron la cama y me alarme al no sentir nada más que soledad en las sabanas. Abrí mis ojos con rapidez y me incorpore, mire hacia mis lados y la habitación estaba completamente vacía. Mi pecho se oprimió, esta era la primera vez en muchos días que no despertaba sola en la cama, me había acostumbrado a que lo primero que veía en la mañana fuera el rostro de Edward. Me puse mi bata de satén blanca y recorrí la habitación, no había rastro de el por ninguna parte el miedo comenzó a hacer estragos en mi ¿Dónde estaba? ¿Se había ido al trabajo sin despedirse de mí?, si había sido así tendría que acostumbrarme solo me quedaba una semana en esta casa y después de eso ya no habrían mas amaneceres con él ni nada por el estilo, estaba segura que nuestra "relación" estaba acabando, lo presentía. Salí de la habitación y quede sorprendida al ver a Will pasar con una enorme maleta hacia la habitación de Edward, camine rápidamente por el pasillo hacia la puerta, entre y vi a Edward parado mirando por la ventana y a Will llenando la maleta que había traído con la ropa de él, si hubiera podido habría caído al suelo de rodillas con una expresión de incredulidad, pero tenía que controlarme, respire algunas veces antes de que alguno se diera cuenta de mi presencia, Will giro su cabeza y me saludo.

― Buenos días Señorita Swan— me dijo con el mismo tono gentil de siempre, Edward al escuchar el saludo se giro inmediatamente hacia mí, sus ojos se veían tristes, tenía unas marcadas ojeras debajo de sus ojos y además su rostro mas pálido de lo normal.

― Bue… buenos días— salude con visible torpeza, camine lentamente por la estancia de la habitación hasta quedar en el medio de ella, Edward se giro hacia Will y le hizo una seña, el asintió con una reverencia y salió dejándonos solos.

― Ayer no tuvimos oportunidad de hablar— comenzó a decir serio y con una voz más fría que un iceberg— pero lamento decir que hoy tendré que salir de viaje

― ¿viaje? — tartamudee pero recordé quien era yo en esa casa, nadie— está bien— me corregí a mi misma— que te vaya bien— le desee y me gire para salir, estaba dicho, esto se había acabado

― Bella— me llamo con suave pero rígida voz.

― ¿Qué?— pregunte girándome

― Siento no habértelo dicho ayer, este viaje no estaba en mis planes.

― No te preocupes además eres dueño de hacer lo que quieras con tu vida, como te dije espero te vaya bien y que tengas un buen viaje, hasta pronto.

No espere a que me contestara, con el mismo orgullo mancillado salí de la habitación, camine rápidamente por el pasillo hasta la mía. Sentía mi respiración atrapada en mi garganta, algo como una pelota de llanto y jadeos se acumulo en ella pero mi mano fue más rápida para detener cualquier cosa que quisiera salir, no permitiría que él me viera flaquear, mi cuerpo se deslizo por la madera de la puerta cuando esta estuvo cerrada, las lagrimas estaba atoradas en mis ojos pero con un control increíble evite que se derramaran, no podía derrumbarme por un viaje ¿tan enamorada estaba como para sentir su partida? Si, lo estaba. El ponía tierra entre nosotros y lamentablemente yo no haría nada contra eso ¿cobardía? ¿Miedo? Claro que si, era la mujer más cobarde del mundo, incapaz de pelear por un amor, por ese que me hacia respirar, pensar y vivir, pero también por ese que no me daba nada más que sexo a cambio, ¿Qué era el amor para él? ¿Se habría enamorado alguna vez? No sabía las respuestas y creo que nadie en el mundo podría respondérmelas, solo él.

Sentí el arrastrar de las ruedas y muchos pasos, sentí unos aproximándose en el pasillo pero pasaron de largo, ida y vuelta, Will pensé solo para mí. Se había ido y ni siquiera se había despedido, el pecho ahora dolía aun más ¿Por qué sentía como si me hubiera dejado abandonada? ¿Por qué tenía la sensación de que jamás volvería a ser mío? ¿Acaso estaba prediciendo un acontecimiento venidero? ¿Edward me echaría a su regreso?, mis pensamientos se vieron interrumpidos, mi celular comenzó a sonar, estaba tan inmersa en mis pensamientos que por primera vez no me interesaba quien era, solo sentía el dolor de su partida y la soledad apoderarse de mi corazón.

Ese día lunes no quise comer, no quise salir, no quise ver a nadie, me refugie en las cuatro paredes que me daban cobijo y me ensimisme en el mundo de mis pensamientos. Al día siguiente mi cuerpo comenzó a trabajar muy temprano, me levante por la mañana y salí de la habitación que me resguardaba del mundo, baje por las escaleras buscando la nada, mi mente estaba muy lejos junto al hombre que la tenia poseída, llegue hasta las escaleras del primer piso y sentí unas voces reconocí la de Will de inmediato pero una voz ronca llego a mis oídos, no la reconocí como alguien conocido, llegue hasta cierta parte donde se podía mirar de donde provenían y me asombre al ver al hombre que acompañaba a Will. Una persona de gran estatura estaba parada frente al mayordomo, su cuerpo era fornido y de musculatura, la piel del hombre era morena pero su sonrisa destellaba en su rostro, el cabello lo tenía corto y de color negro azabache. Me estremecí cuando me fije bien, el tipo tenía aspecto de mafioso, sus ojos eran algo extraños, sentía algo malo cuando él hablaba.

― No entiendo porque osa venir aquí— le dijo Will con un tono que jamás le había escuchado, tenía la voz cargada de molestia pero aun así hablaba casi en susurros, me costaba trabajo saber lo que hablaban.

― Necesito hablar con Edward ¿Dónde está?— le pregunto con su grave voz.

― Ya le dije está de viaje, además hay visitas en la casa, váyase por favor,

― Hay vamos mayordomo ¿Edward tiene miedo de que la gente se entere quién soy? ¡por favor!— bufo

― Señor Black, le pido amablemente que se vaya

― Mira mayordomo lo único que quiero es que Cullen me explique porque no me ha llamado hace mucho que no me pide a ninguna chica, pensé que teníamos un trato, extraño sus pedidos él es mi mejor cliente y no estoy dispuesto a perderlo. ¿contrato a otra agencia?

― ¡no!— se escapo un grito de su pecho, miro hacia sus lados y siguió hablando— le pido que se vaya, el señor Cullen lo llamara cuando regrese al país.

― Solo necesito saber eso, ¿está llamando a otro proxeneta o no?— mi mente se congelo al igual que todo mi cuerpo ¿proxeneta? Este tipo era un proxeneta… "porque no me ha llamado hace mucho que no me pide a ninguna chica" de pronto esas simples palabras cobraron real sentido en mi mente, mi cabeza hilo todo lo que hacía falta y saque la respuesta, este hombre era el que le traía las mujeres con las que Edward se acostaba, sentí un escalofrió recorrerme por todas partes, mordí mi labio inferior, ahí estaba la confirmación más clara, Edward se había acostado con todas las mujeres que había visto entrar en su cuarto.

― ¡ya váyase!— le dijo, camine por las escaleras, Will casi palideció cuando me vio bajando, tenía la mirada fija en mi pero yo estaba mirando al hombre que podría responderme unas cuantas preguntas.

― Srta.… Srta. Swan— dijo el mayordomo, trago y volvió a hablar— ¿la he molestado?, perdóneme yo…

― Will, déjame a solas con el caballero— le dije haciendo uso de la calidad de visita que tenía, odiaba mandar a un hombre amable como el pero tenía que averiguar.

― Señorita yo…—

― Vete— le dije— Sr. Black, acompáñeme por favor— le pedí al hombre, me sentí totalmente cohibida por él, sus ojos llenos de libido y su sonrisa seductora me hicieron casi vomitar.

― Claro que si, señorita— me respondió, caminamos hacia la biblioteca, el hombre entro y cerré las puertas cuando estuve dentro de la sala— ¿Quién es usted?— me pregunto con voz suave

― Isabella… pero eso no importa quiero saber ¿Quién es usted?— el hombre se acerco y tomo mi mano, beso la parte de arriba y me miro

― Jacob Black, es un verdadero placer conocerla.

― ¿trabajas para Edward?— pregunte

― Si

― ¿desde cuándo?

― Algunos años

― ¿tu le mandas a esas mujeres con las que se acuesta?

― ¿Quién es usted? ¿su novia?— pregunto con risa burlona

― No pero quiero saberlo ¿necesita algún incentivo monetario para responder mis preguntas?— el tipo me miro sorprendido pero desplego nuevamente la sonrisa.

― No, pero tal vez…— se fue acercando

― Ni siquiera lo piense o le juro que no volverá a ver la luz de día— me crispe completamente, el tipo lo único que quería era follarse hasta la mesa que tenía en frente, su cara de libidinoso lo delataba

― Muy bien chica ruda, me caes bien— sonrió— ¿Qué quieres saber?

― ¿Hace cuando que Edward no te pide a una chica?

― Hace una semana más o menos, le mande a una a su oficina hace algunos días pero desde ahí nada— mi pecho fue atravesado por un puñal, hace más o menos una semana que había tenido mi accidente. Yo estaba en su casa mientras él se revolcaba con una prostituta en su oficina.

― ¿nada mas?— me pregunto al ver que me quedaba callada, negué con mi cabeza y reprimí con fuerza las ganas de llorar— bien, entonces me retiro, dile a Cullen que me llame cuando vuelva, quiero saber de él y si estas libre algún día en la noche llámame y sale conmigo— dijo el muy descarado— aquí te dejo mi teléfono— saco de su bolsillo una tarjeta y la puso sobre el escritorio, paso muy cerca mío respirando mi aroma, un escalofrió recorrió toda mi espalda y mi estomago casi se volcó en ese mismo instante.

El hombre salió de la habitación cerrando la puerta, mi cuerpo estuvo a punto de colapsar, me afirme de una de las sillas y solté un jadeo de dolor, Edward había estado con mujeres después de que yo había comenzado a relacionarme con él, no podía sentirlo como una traición ya que lo nuestro ni siquiera tenía un nombre pero dolía, dolía mas que nada en el mundo, era terrible pensar que mientras se acostaba conmigo lo hacía a la vez con otras, no pude evitar sentirme sucia y utilizada.

Salí de la biblioteca, Will intento detenerme en el camino hacia el segundo piso pero no lo logro, camine sin rumbo hasta que llegue a la habitación que menos quería ver, la del piano. Me pare en la puerta y llore, lo hice como jamás pensé que lo haría, Edward me había traicionado sin saberlo, mi confianza estaba por el suelo al igual que mi autoestima. Entre en aquella habitación que tantos recuerdos me traía, me senté sobre el piso de madera y abrace mis rodillas la vista no se despegaba del piano, parecía una patética rutina pero ¿Qué más podía hacer? El no estaba, yo estaba sola en su casa sintiendo su vacio a cada momento y mas encima me enteraba de cosas que jamás había pensado ¿podría empeorar mas este día? El teléfono de la casa comenzó a sonar, ya habían pasado algunas horas y yo seguía allí sentada, solo contemplando el piano. Unos pasos me hicieron reaccionar.

― Srta. Swan— dijo la voz dulce de Margarite.

― Dime— le dije pasando mis manos por mis ojos, secando las lágrimas. La mucama me miro con pena

― Tiene una llamada

― ¿de quién?— pregunte extrañada, ¿Quién podría llamarme?

― Me dijo que era un amigo suyo pero no dio su nombre, dice que es importante.

― ¿un amigo?— pregunte con dudas, tome el teléfono y le agradecí— ¿diga?— pregunte

― ¿eres Isabella Swan?— me pregunto la voz de un hombre, tenía un timbre que por más extraño que fuera me recordaba a alguien.

― Si, lo soy ¿Quién habla?

― Carlisle Cullen— mi cuerpo se puso rígido, ¿Carlisle Cullen?, el nombre no me decía nada pero su apellido me lo decía todo.

― ¿Quién es usted?— pregunte con nerviosismo, mi cuerpo comenzó a temblar. ¿le habría sucedido algo a Edward? temí lo peor.

― ¿no sabes quién soy?— bufo— ¡claro! Es obvio que no lo debes saber, bueno soy el padre de Edward, el hombre con el que te estás acostando.— el sudor que se desplazaba por mi espalda me hizo tiritar, abrí mi boca sorprendida por las palabras del hombre, era el padre de Edward y lo peor de todo sabia de mi relación con él.

― Discúlpeme señor… pero yo…— intente replicar

― Mire niñita seré breve, tu estas acostándote con mi hijo pero te quiero fuera de su vida ¿Cuánto me cuesta que te alejes de él?— parecía estar desconectada de todo, no entendía nada, ¿Cómo el padre de Edward se había enterado de lo nuestro? Y lo peor de todo ¿Por qué quería que me alejara del?

― No me ofenda— reaccione de mala manera, la ira se apodero de mi— ¡usted no es nadie para decirme lo que tengo o no tengo que hacer!— le grite con odio

― ¿no me digas?— se burlo— todas las personas tienen un precio y tú no eres la excepción, quiero saber cuánto me sale que te alejes de mi hijo, no te quiero cerca y si ya te embarazaste para atarlo pondré más dinero en la cifra para que pagues por el aborto— en ese momento me sentí morir, mi mano libre se fue a mi vientre, si yo estuviera embarazada de Edward seria el regalo más hermoso que la vida podría darme, un milagro. Mis ojos se aguaron al instante, Carlisle Cullen, el padre de Edward no me quería ni a cinco centímetros de su hijo y lo peor de todo es que ni siquiera le interesaba si él había echado raíces en mí.

― ¿Qué demonios está diciendo?— no podía aguantar una aberración como esta— ¡usted es un asco!— le dije sin remordimientos, sentí mi corazón y mi alma retorcerse en mi interior, mi estomago sintió el mismo dolor que todo mi cuerpo.

― Solo soy realista, no quiero a mi familia involucrada con una arribista norteamericana, te quiero fuera de la vida de mi hijo, pone la cifra y será tuya pero vete de su lado además el está comprometido así que pierdes tu tiempo amarrándolo, nunca dejaras de ser su querida— soltó sin más, sentía el cielo caerse sobre mí, si ya me sentía mal creo que ahora podría derrumbarme sin problemas.

― No se preocupe que jamás aspire a mas pero lo que él y yo hagamos es nuestro asunto, no se entrometa.

― Ya lo sabes, pone la cifra pero aléjate de la vida de mi hijo, el ya está comprometido y no dejare que atentes contra su futuro matrimonio si no lo haces juro que te arrepentirás, te volveré a llamar mañana— se sintió un ruido e inmediatamente salió el tono del teléfono, el hombre me había colgado.

Las lágrimas se desataron sin control, un grito de dolor se desprendió de mi pecho, tire el teléfono contra la pared y este se rompió en mil pedazos. Esto era demasiado, ninguna alma podría resistir tanto dolor. Jamás había pensado en la posibilidad de que él estuviera comprometido, si es que lo estaba, ¿debería creerle a su padre? ¿El realmente estaba prometido para casarse? ¡Demonios! Tantas dudas, tantos secretos. ¡No sabría ni por donde comenzar a preguntarle!, sentí los pasos de alguien en el pasillo, la figura de Will se apareció en la puerta sus ojos vagaron de mi hacia el teléfono completamente destrozado.

― Srta. Swan ¿está usted bien?— me pregunto con apremio

― Lo estoy, lamento lo del teléfono dígale al señor Cullen que me lo descuente de mi paga semanal— el mayordomo me quedo mirando extrañado por mi respuesta, no le tome importancia a sus miradas y Salí enfurecida de la habitación. Mas que furia lo que sentía era rabia y dolor conmigo misma, ¿Cómo había sido tan imbécil para dejarme engañar?, los objetos que habían dentro de esta casa no serian suficientes para lanzarlos y aplacar mi furia.

Recorrí como alma que lleva el diablo cada metro de la casa, no sabía dónde ir, no sabía qué hacer. Lo único que deseaba era salir de allí, sin más fui por mis documentos y mi celular, marque el numero de la única persona que quería ver en este momento.

― Necesito verte urgente— le dije con ansias— Rose es muy importante— la urgí

― Si está bien, ¿pero qué pasa? ¿estás bien?

― No, necesito verte.

― Está bien, el café de Bock en media hora más.

― Ok, nos vemos.

Baje las escaleras con rapidez, esquive a unas cuantas mucamas en el camino, no quería ver a nadie ni responderle nada a nadie.

― Srta. Swan ¿Dónde va?— pregunto Will a mis espaldas, iba de camino hacia el portón de la casa y el estaba gritándome de atrás.

― Vuelvo más tarde— le dije y Salí, lamentaba descargar mi rabia en el pero no tenía otra opción, estaba furica y lo peor de todo es que sentía la decepción mas grande de mi vida, Edward no podría haberme mentido tanto, no podía.

Llegue al café casi corriendo, me sentía nerviosa y preocupada ¿Cómo demonios iba a enfrentar todo esto? Rosalie entro a los pocos minutos después en el mismo estado, me puse de pie y abrace a mi amiga, el llanto y lo sollozos reprimidos salieron a la luz con fuerza bruta, no me importaba donde estuviéramos solo quería llorar. Cuando estuve más calmada nos sentamos a tomar un café.

― Bella ¿Qué demonios pasa?— me pregunto— estoy demasiado preocupada, ¿sucedió algo? Tu padre y tu hermana están muy bien, si es por ellos…

― No Rosalie no es por ellos, te contare lo que paso.

Comencé a contarle a Rose desde mi fallida declaración de amor hacia Edward, el rostro de Rosalie se convirtió en una exposición de caras y emociones. Sus gestos iban cambiando a medida que relataba lo que había sucedido, su rostro se crispo y cambio a un rojo incandescente cuando le conté lo del padre de Edward.

― ¡Es un viejo de mierda!— grito haciendo que todos se nos quedaran viendo

― Lo sé, pero ¿Qué puedo hacer?

― Dile a Edward lo que sucedió Bella, no se lo ocultes.

― ¿y tú crees que me creerá? Es la palabra de su padre contra la mía— su querida, dije en mi mente y mi cuerpo dolió solo con decirlo

― ¡debería creerte Bella!— dijo enojada, sus puños estaban apretados— ¡maldito viejo! ¿Cómo se le ocurre hablarte así! ¡te intento sobornar!

― Lo sé, lo peor de todo fue la parte del aborto, eso me mato— le confesé clavando mi mirada en la taza de humeante café.

― ¡maldita sea! Odio que te humillen Bella, no dejes que él te amedrente.

― No sé qué hare Rose, no sé, mi amor por Edward es grande pero no tengo de que alimentarlo, el sexo es algo físico, alimenta solo el cuerpo no el corazón.

― Te entiendo, Bella no sé cómo ayudarte— me dijo con la cara llena de dolor

― Ya lo ha hecho Rosalie, creo que hoy tomare una decisión, Edward vuelve entre mañana y pasado cuando llegue tendré que hablar con él, será por la despedida o para contarle lo que paso, aun tengo que decidirlo

― ¡Dios Bella!, esto era exactamente lo que yo no quería que pasara— se lamento

― Pero ya sucedió, contra eso no hay nada más que decir, esta noche tomare una decisión.

Ni siquiera sabía que iba a pasar, lo único que tenía claro era que debía tomar una decisión, mis posibilidades saltaban a la vista: me quedaba con Edward solo para ser su querida hasta cuando él quisiera o me separaba de él y me olvidaba de todo lo que alguna vez tuvimos, la segunda opción implicaba dejar de sufrir por él pero comenzar a hacerlo por amor. Estuve con Rose lo que quedaba de la tarde, ella me acompaño, me consoló y trato de darme un poco mas de ánimos. Estar con mi amiga ayudaba bastante a alivianar la carga que tenía en mis hombros, la decisión que debía tomar pesaba más que cien cosas sobre mi espalda. Llegue a la mansión casi al anochecer, Will estaba esperándome paciente al lado de la puerta, evadí sus preguntas y me fui a mi habitación pidiendo no ser molestada. Cuando entre di un enorme respiro de tranquilidad, lo único que quería era estar alejada del mundo ¡quería paz! Pero debía hacerlo de manera correcta si todo salía bien mi situación mejoraría dentro de unos pocos días mas y ya todo volvería a la normalidad, debía ser paciente y esperar.

Las horas pasaron y no sabía qué hacer, me sentía aprisionada en estas cuatro paredes, la habitación cada vez se hacía más pequeña, estaba tan aburrida de estar sola y eso que solo llevaba algunas horas ¿Cómo sería si Edward desaparecía de mi vida para siempre? ¿Moriría de amor por él?, quizás si… esperaba tener un poco de resistencia al menos. Sin nada más que hacer o pensar prendí la televisión, tenía en mi habitación un enorme plasma, yo nunca había visto televisión seguido, no era fanática y además por mis turnos en el hospital me costaba mucho engancharme con cualquier programa, siempre que comenzaba a ver uno nunca lo podía seguir. Hice un poco de zapping y lo de en un canal de espectáculos, me tire hacia atrás cerrando mis ojos y sintiéndome acompañada solo con las voces que salían de los parlantes del televisor. Pensé, pensé, pensé, pero nada salía de conclusión, no sabría ni siquiera como decirle a Edward, "¿sabes? Supe que tenías una novia escondida y quiero saber si es cierto ¿lo es?", sacudí mi cabeza violentamente para librarme de esas ideas estúpidas, era lo suficientemente inteligente para saber que él no me respondería algo agradable si yo iba a preguntarle así.

― Y ahora vamos con la cobertura de la fiesta de premiación de los empresarios europeos más importantes del año— escuchaba la voz de la locutora lejana, el sonido de la televisión me relajo de cierta manera. Quizás mi situación mejorara y todo cambiaria entre Edward y yo… o tal vez no— y como otra pareja invitada tenemos al sexy y codiciado soltero de hierro, Edward Cullen— el solo pronunciar de ese nombre hizo que mi cuerpo reaccionara y mi piel se llenara de energía, me levante enérgica para mirar la pantalla pero admito que fue el peor error de mi vida, ahí tenia la prueba más grande de que él no era mío y jamás lo seria.

― Que hermosa pareja hacen ellos dos ¿no lo crees?— le pregunto un locutor a la otra.

― Si, tenemos a Edward Cullen empresario y dueño de Cullen Enterprise y a la distinguida hija del primer ministro ingles la señorita Sussan Chadwick, toda Inglaterra rumorea que hace solo unos días el compromiso de ellos dos se fijo y que es por eso que Cullen ha venido a Europa de viaje, a ultimar los detalles del pronto matrimonio

― ¿no lo creo?— decía una voz extasiada y curiosa

― Si, según nuestras fuentes ellos viven un acalorado romance, creo que por fin nació la mujer que cazo al magnate de Hierro y rompecorazones de Europa, ¿será el fin de las andanzas de Cullen?.

― Al parecer este ya fue cazado— mi garganta se cerraba mas y mas, el pasar de las palabras era el momento más tortuoso de mi vida, la imagen que tenia al frente era del hombre que amaba, quien llevaba a otra mujer de la mano, a su prometida. Edward estaba en la televisión en una importante fiesta en su país con la mujer que me había señalado su padre, era alguien hermosa, de cabellos rubios como el sol y de ojos tan verdes como los que tenía el. Ellos se veían como ángeles, sin duda eran la pareja perfecta.

Tome el control del televisor y lo apague, mi cabeza cayó sobre mis manos y llore, lo hice como lo había hecho todo el día y como no lo volvería a hacer nunca más, en ese momento deje salir todo lo que me oprimía el corazón, no sería una más, no arruinaría mi vida, el amor y mi corazón los alejaría del dolor. El llanto fue fuerte y angustioso, mi cuerpo cayó sobre la cama y abrace mis rodillas con mis brazos, mi alma se ennegreció de tanta pena que tenia. ¿Qué había hecho para tener un castigo así?, no lo sabía y esperaba que alguien pudiera decírmelo. No sé cuanto rato estuve llorando pero cuando me pare solo tenía una cosa en mi mente, salir de allí.

Tome mi maleta y comencé a guardar mis cosas, tenía que salir, tenía que partir, no podía seguir estando bajo las paredes donde él me había engañado y donde había descubierto este amor que me consumía el pecho, me estaba quemando lentamente y estaba segura que lo haría por lo que restaba de mi vida, estaba condenada a morir de amor por él. Mis manos trabajaron rápidas, la noche ya estaba instaurada en el cielo pero no me importaba, tenía que escapar. Cuando todo estuvo guardado tome mi celular y marque a Rose.

― ¿Qué sucede?— pregunto preocupada.

― Tengo que salir de aquí— le dije con voz apagada

― ¡demonios! ¿paso algo ahora?— me pregunto

― No, solo descubrí que jamás podremos estar juntos, yo no tengo cabida en su mundo, jamás podría encajar en su vida. Lo nuestro nunca dejo de ser sexo y jamás evolucionara en otra cosa.

― Bella, Bella, Bella— decía ella tratando de persuadirme

― Ya tome la decisión, esto quedo hasta acá— tenía mis ojos rojos, hinchados y llenos de lagrimas que aun esperaban por ser derramadas, esta sería una noche muy larga— no puedo permitir que destroce lo que queda de mi, mi corazón ya fue mutilado, lo único que me queda es este cuerpo que un puede resistir sin tener la fuente de vida junto a él.

― Bella por dios… ¿Qué sucede?— pregunto nuevamente casi chillando

― Nada amiga solo lo que ya te conté, este mundo no tiene cabida para mi amor es por eso que me iré a un lugar para enterrar este sentimiento

― Bella ¿Qué demo…?

― Después te llamo, nos vemos— le dije y corte, cambie el estado del móvil al silencio y de inmediato ella comenzó a llamarme, sabía que estaba preocupada pero tenía muchas cosas que resolver aun, cuando ya tuviera todo listo podría decirle mis planes.

Busque fuerzas en lo más profundo de mi alma y trate de hacer todo lo que ya tenía pensado, lo primero era salir de allí. Camine por los pasillos con mis maletas en la mano, me encontré en el camino con varias de las chicas sus rostros mostraban expresiones de horror y de duda, trate de evitarlas a todas y de seguir mi camino. Llegue hasta el hall de la casa y escuche un trote desde uno de los pasillos, Will llego a mi lado con su pelo desordenado por la corrida y con su respiración agitada, era la primera vez que lo veía con un semblante que saliera de su correcta postura.

― ¿Qué sucede Señorita?— pregunto mirándome y a las maletas que traía. Su rostro cambio a una expresión de completo horror— Señorita ¿Qué está haciendo?— deje las maletas en el suelo en intente sonreír.

― Estaré en la biblioteca Will, no dejes pasar a nadie— el hombre ni siquiera pudo asentir, me moví con lentitud, cada vez que caminaba por esa casa miles de recuerdos venían a mi mente y dolía aun mas. Mi pecho se retorcía con el dolor de este amor no correspondido.

Entre en la enorme habitación, las puertas a mi espaldas se cerraron. Camine por la estancia llegando al enorme escritorio, me senté en la silla en la que lo había visto innumerables veces sentado, mi garganta se apretó y las lagrimas amenazaron con salir pero reprimí todo eso y comencé a hacer por lo que había venido hasta aquí, escribiría mi despedida hacia Edward. Busque con un poco de ansia una hoja blanca y una lapicera, pensé largamente cuales serian las palabras correctas para decirle adiós, sabía que el después de lo que pusiera no me buscaría así que tenía que escoger mis últimas palabras cuidadosamente. Comencé a escribir lo que se venía a mi mente, cada palabra agregaba aun más dolor a mi alma, mi amor estaba roto y partido en mil pedazos ¿Cómo pegas aquello que ya no se puede unir? ¿Cómo armas un amor destruido que no tiene un futuro en donde recuperarse?... escribí cuanto pude, cuanto mi corazón y el llanto que tenia a punto de salir me dejaron. Mi amor, mi amante, mi protector… muchos adjetivos tenia Edward en mi vida pero solo uno era el que me importaba, mi razón de ser, el en solo unos meses se había convertido en parte de mi cuerpo, me sentía como donando un órgano vital aun estando viva, moriría en el mismo momento que me lo sacaran, moriría en el mismo momento que pisara fuera de esta casa.

Firme con un hasta siempre, porque ni siquiera sabía que podría pasar, esperaba no verlo nunca más, no quería que cuando la herida estuviera un poco menos dolorosa se volviera a abrir, por eso partiría lejos, donde nadie me conociera donde el no me pudiera encontrar, tenía que huir, tenía que dejar este dolor y este amor atrás. Esta noche me marcharía de esta ciudad sin ni siquiera mirar atrás. Cerré el sobre y lo deje sobre su escritorio, mire el papel blanco por última vez y la habitación que lo resguardaría hasta que el volviera.

― Te amo, Edward Cullen y aunque duela jamás me arrepentiré de hacerlo— susurre en la soledad de la biblioteca, camine hacia las puertas y Salí, afuera me esperaba Will, su rostro estaba completamente desencajado, mas pálido de lo normal.

― Señorita…— comenzó a hablar pero le hice una seña para que se callara

― Me voy Will, quiero darte las gracias por todo, ha sido una persona muy amable y gracias a tus atenciones a las de las chicas me sentí muy bien el tiempo que estuve aquí. En el escritorio deje una carta para Edward, encárgate que la vea cuando vuelva— el hombre asintió— espero que todo en tu vida marche bien, te deseo lo mejor y nuevamente gracias por todo— el hombre se acerco a mí y tomo mi mano, me sonroje levemente con su gesto, beso la piel de ella y me miro.

― El placer fue todo mío, usted siempre será la señorita de esta casa, ha sido un honor servirla— al escuchar esas palabras un quejido se soltó e mi pecho, me daba pena, dolor, angustia pero tenía que ser fuerte este era el primer paso, tenía que darlo como corresponde.

― Gracias— le dije y me dispuse a partir, me acerque a mis maletas…

― No se vaya— me pidió, sonreí dándole la espalda y me gire

― No tengo nada que me retenga aquí

― Si lo tiene— me corrigió

― Usted ha sido la luz que entro en esta casa señorita, no debería decir esto ni tampoco salirme del protocolo de trato pero me permito decirlo ya que es muy importante que lo sepa— me quede en silencio y espere que le hombre continuara— cuando usted llego a esta casa las cosas cambiaron inmediatamente, volví a ver al señor… feliz, sonreía, pasaba tiempo en casa a pesar de su enfermedad, usted le dio vida, le dio lo que a él le faltaba.

― Yo no…

― No trate de subestimar lo que hizo, le aseguro que he sido testigo fiel del cambio, usted es una persona muy importante para él, me atrevería a decir hasta que tiene un enorme sentimiento hacia usted, no crea en todo lo que le dice, Edward Cullen es un hombre con un corazón de hierro pero que ama más que cualquiera que pise en esta tierra.

― ¿lo quieres mucho verdad?— le pregunte al ver la devoción con la que hablaba.

― Creo que si hubiera tenido un hijo, me hubiera gustado que fuera como él. Un hombre fuerte, de carácter, compasivo, benevolente…

― Frio, orgulloso…— agregue

― No, el solo se hizo de las situaciones que le tocaron vivir, si tan solo usted conociera su…

― No hay tiempo Will, es momento de partir. Debo alejarme de él…

― ¿Por qué? Señorita el estará aquí en un día, espérelo y hable con él, le aseguro que todo esto debe ser un mal entendido.

― No Will, ya no hay tiempo. No resisto otra desilusión mas— el mayordomo negó con la cabeza y por su rostro paso una ráfaga de dolor— lo siento mucho pero es hora de partir— tome mis maletas y me despedí— hasta siempre William Lickwood, ojala la vida nos reúna alguna vez mas.

Abrí la enorme puerta y Salí en dirección hacia la entrada, antes de salir me gire hacia la enorme casa que estaba a mis espaldas. En ella había dejado todo, mis risas, mis sueños, mis ilusiones, mi amor, mi corazón. Aquí dejaba todo lo que alguna vez me importo y por lo que soñé, Edward Cullen el hombre con el corazón de hierro me había hecho enmaromarme como una loca y perder la cabeza por él, me había destrozado lo que sentía por él y había marcado mi vida por siempre, ahora tenía que partir, lejos, donde ni él ni nadie pudieran encontrarme. Salí de las rejas y la oscura noche fue lo único que me acompaño, en este momento dejaba atrás mi vida y todo lo que me ataba a ella, caminaba hacia un futuro incierto a uno en el que tenía que sanar mis heridas, curar mi cuerpo y mi alma además de buscar la razón por la cual seguir viviendo, un futuro que solo tenía soledad por delante y de lo único que estaba segura era que Edward no estaría incluido en ninguna parte de él, era mi nueva y triste realidad.