Dark Chat

domingo, 19 de septiembre de 2010

Phonography

Hello mis angeles hermosos !!! aqui les traigo este nuevo fic muy bueno y hot , espero q les guste
La historia pertenece a LIZ 19 FOREVER ella es de chile y muy buena yaq me deja , q las siga pervertiendo jijijiji, muchas gracias LIZ
aviso: la historia no me pertenece yo solo la publico .
Mil besitos
Angel of the dark
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Advertencia: Apto sólo para mayores de 18 contiene escenas no apta para quienes no tengan criterio formado

Los personajes de esta historia son humanos y para aclarar más aún son actores.


Cap. 1 LA LLAMADA

Vancouver – Canadá
 
— ¿Bella, que harás hoy? — me preguntó Rosalie.

Estaba tratando de convencerme para que fuéramos a un club no muy lejos del hotel en que estábamos quedándonos pero la verdad hoy estaba exhausta de las grabaciones y quería ir solo a dormir, así que pensé mientras caminábamos, en una excusa para decirle que no sin herir sus sentimientos. Con Rosalie nos habíamos hecho muy buenas amigas, mal que mal era la tercera película que rodábamos todos, pero la verdad no tenía intensiones de pasar una noche más en vela, ya bastaba con las que había pasado anoche y no precisamente divirtiéndome sino trabajando en la mitad de un bosque congelada.

 
— La verdad quede en conectarme para poder hablar con Jacob por la video cámara —le contesté y no tenía idea si esa era buena excusa o no pero no encontré otra que fuera lógica y suficiente para retenerme en un hotel en vez de ir a un club a pasarla bien con el resto de mis compañeros de labores.
 

— Oh —exclamó un poco decepcionada — pensábamos con Emmett en ir a un club, de hecho hasta Edward iba a ir, todos — exclamó alzando sus cejas un tanto entusiasmada.

 
— ¿En serio? ¿Edward irá? —le pregunté sorprendida.

 
Pero aunque de verdad me parecía tentador salir a divertirse un rato, en realidad me sentía cansada y con el cuerpo cortado, después de estar todo el día metida en un bosque sin chaqueta en pleno invierno era un milagro que no hubiera contraído gripe a esta altura y lo único que ansiaba era un baño de tina caliente. Me mordí el labio inferior dando un último vistazo al resto y ver el entusiasmo de Alice que jugueteaba con Jasper, era realmente incitante, bueno todos eran realmente divertidos y la pasábamos realmente bien pero, el cansancio era mayor.
 
Atraje mi vista al rostro de Rosalie quien tenía una expresión de perrito desolado que me tenía mitad convencida para ir, estaba a punto de sucumbir cuando mi celular sonó, lo miré —número desconocido —titilaba en el identificador. Me puse nerviosa al segundo, con desesperó apreté mis labios decidiendo si contestar o no — otra vez él —pensé ansiosa y me aleje de mi amiga para contestar.
 

— ¿Bueno? —contesté con el corazón literalmente en la mano, cuando escuche esa voz que estaba haciéndose demasiado conocida me sonroje.
 
Mi estomago se contrajo de sólo pensar en las locuras que había estado haciendo desde hacía aproximadamente tres semanas — jamás debí meterme a ese chat —pensé mientras trataba de articular palabra alguna sin que sonará con ansiedad.

Ocupada? —me preguntó con esa voz sensual que me hacía temblar.

 
Y pensar en las llamadas telefónicas que había sostenido con ese completo extraño a quién solo le conocía el teléfono celular y el apodo que había utilizado en el dichoso chat me hacía pensar que estaba realmente perdiendo el juicio al ser yo la que lo llamará en más de una ocasión, y sí las llamadas eran mutuas y de preferencia en la noche, lo que estaba comenzando a hacerme adicta a esta especie de juego que incluso las esperaba impaciente, mucho más impaciente que las de mi propio novio, pero la sensación de estar haciendo algo prohibido y loco me fascinaba, hacía que mi cuerpo se llenara de una extraña adrenalina, mejor que tomar drogas. Tragué saliva mirando a Rosalie

 
— No, ¿por qué? —le contesté alejándome un poco más de ella y no quería que comenzará el cuestionario al darse cuenta que ese "completo extraño postulando para psicópata" me seguía llamando – ¡Estás loca! ¡No debiste darte tu celular ni menos sin saber de dónde es, podría ser un psicópata! – me había recriminado con un grito de sorpresa mi querida amiga Rosalie cuando le había contado de mi pequeña gran aventura cibernética.

 
— ¿Sola? — inquirió nuevamente y mi estomago se apretó con tan intensidad producto de lo que sucedería si me encontrará sola en ese preciso momento. Fue entonces que supe que no podía ir a ese club, lejos iba a ser más entretenido subir a mi cuarto y quedarme en el hotel. Sentí que Rosalie me llamaba y le sonreí nerviosa y luego conteste a mi interlocutor.
— Dame cinco minutos y te llamaré —le dije colgando.
 
Me acerque a ella y traté de hacer que esta vez mi mentirá saliera mejor ahora tenía una motivación extra para quedarme.

 
— ¿Quién era? —me preguntó fumando de su cigarro. Suspiré y la miré a los ojos, me puse mis manos en los bolsillos y esa sonrisa de niña buena fue suficiente para que ella adivinara quién había llamado. Me miró de vuelta suspicaz y se largo a reír.
 
— Era tu misterioso telefonista ¿verdad?

 
— Sí —confesé poniéndome colorada hasta las pupilas mis ojos ya de seguro no eran marrones sino rojos como los de un vampiro furioso. Me reí nerviosa y ella me libero como la buena amiga que siempre era.



— Les diré que tenías jaqueca —resolvió y yo respiré aliviada, miró al resto que la esperaba en la vereda contraria a la nuestra, suspiró y me miró enarcando una ceja — pero en serio, estas volviéndote adicta a esas llamadas nocturnas, hazte ver —me reprochó seria pero yo la abrace.



— Gracias — susurré mientras ella me sonreía abrazándome de vuelta.



Apago su cigarro y corrió hasta los brazos de Emmett, al parecer les comentó sobre mi supuesta jaqueca porque todos voltearon a mirarme con cara de lastima, se despidieron con la mano y yo les devolví el gesto sonriendo pesarosa. Apenas se perdieron calle abajo entre al hotel.



Me dirigí presurosa hasta el ascensor que me llevaría a mi habitación y me pareció eterna la espera, ver como se encendían y apagan los números que indicaban en que piso estaba el ascensor era tortuoso. Cuando por fin llegó a la planta baja se abrió y sin siquiera esperar a que las personas en su interior bajarán entré, pulsé el botón con el número del piso donde estaba mi habitación y me recargue contra la pared interior. Miré mi reloj y le había dicho cinco minutos me quedaban dos para llegar hasta mi habitación. Tomé entre mis manos mi pequeña blackberry y sonreí al pensar la ansiedad que me causaban sus llamadas.
 
Sin darme cuenta el ascensor se detuvo en mi piso y baje, caminé rauda por los pasillos sin poder acallar la sonrisa en mi rostro, cuando llegue a la puerta de mi habitación, mi corazón se aceleró de nuevo. Me apreté los labios de solo pensar que hoy volvería hablar con él sobre esos temas tan… tan educativos y había aprendido de biología mucho más que en mis años escolares en estas pasadas tres semanas.



Me reí sola de los puros nervios y esta situación estaba realmente superándome, como decía Rosalie se estaba haciendo adictiva pero no me importaba. Deslice la tarjeta por la cerradura y mi puerta se abrió, entré. Suspiré al ver que la luz de mi habitación estaba tenue, cerré lentamente la puerta recargando mi cuerpo unos minutos antes de hacer lo que debía hacer.



Tomé entre mis manos mi celular, deslice mis dedos por la pantalla buscando en el directorio de contactos, el contacto que me interesaba llamar. Reí ante el nombre que le había puesto a mi "telefonista misterioso" — Mi amor perdóname —susurré apretando el botón de llamada.



Tuck, tuck, tuck,



Mi corazón se aceleró, mi boca se seco, me mordí el labio mientras esperaba que él contestara y finalmente al quinto repique lo hizo.



— Completamente sola — exclamé sin siquiera saludarlo y esa había sido nuestra manera de tratarnos. Lo cual me excitaba sobre manera, esa rudeza que él empleaba era demasiado atractiva.



— ¿Sentada o parada? —preguntó con voz aterciopeladamente roca y mi corazón se disparó, mi respiración se hizo pesada y eso que aún no decía absolutamente nada, me senté en el sillón de cuero que adornaba mi flamante habitación.



— Sentada en un hermoso sillón, largo con grandes y cómodos cojines de un color negro oscuro, es cuero para ser exacta. ¿y tú? —le contesté con la voz más sensual que pudiera hacer o interpretar y como agradecía ser actriz.



— A tu lado — susurró —justo detrás de ti, rosando levemente tu espalda con mi cuerpo. ¿Cómo andas vestida? —inquirió y era realmente loco lo que había comenzado a hacer.



Era increíble que me encontrara en un país lejano teniendo este tipo de llamadas con un completo extraño pero me encantaba y había despertado un lado que no conocía en mí. Este hombre había despertado mi parte pervertida al máximo tanto que ya ninguna fantasía estaba quedando sin que se la hubiera dicho. Era prohibido y moralmente mal visto sobre todo porque yo era una mujer comprometida pero me fascinaba sobremanera.



— Jeans a la cadera, una blusa, botas y ropa interior negra —le contesté recostándome en el sillón para ponerme cómoda, mis mejillas se tiñeron levemente y mi temperatura corporal estaba incrementándose peligrosamente.



— Aún cerca de tu espalda —comenzó a decirme y cerré mis ojos para que mi imaginación volará como lo había hecho otras noches.



— Deslizo ambas manos por tus brazos hasta llegar al comienzo de tu blusa, separó la tela de tu cuerpo que esta tibio y justo cerca de la base tu cuello, comienzo a deslizar mis labios cerca de la clavícula luego te doy pequeños besos húmedos hasta la base de tu nuca —exclamó y era fascinante como lograba que yo me concentrará en sus palabras perdiendo la noción del tiempo y el pudor.



Tomando una iniciativa que no tendría si estuviera realmente parado frente a mí.



— Yo me apego a tu cuerpo y deslizo mis manos por tus muslos para sentirte —le susurré. Pero él me interrumpió



— Bajo mis manos, deslizándolas por tu pecho, mis dedos van tocando cada uno de los botones de tu blusa y comienzo lentamente a abrir uno por uno mientras susurro en tu oído, ¿sientes mi respiración tibia en él?



— Ajá —fue todo lo que pude articular, mi corazón estaba latiendo furioso en mi garganta de solo escucharlo.



Sentía mis mejillas de un rojo furioso y ahora estaba completamente recostada en el sillón con mis ojos apretados conteniendo las reacciones de mi cuerpo y con mi mano en el lugar que él estaba describiendo y haciendo exactamente lo que estaba diciendo.



— ¿Marie? —preguntó llamándome por mi segundo nombre y él único que conocía, yo traté de respirar para seguir con mi parte de la historia.



— Me giró — dije tosiendo para hacer mi voz fuerte —enfrentando nuestras caras, estoy frente a frente contigo mientras mi blusa esta abierta dejando ver — no alcance a terminar porque me interrumpió.



— Tu hermosa piel blanca, tersa, suave y esos pechos cubiertos por tu lencería negra provocativa, ambos suben y bajan al unísono de tu respiración.



La reacción que provoco no se dejo esperar, saboree mi labio con mi lengua y apreté el aliento por no exclamar un sonido demasiado vergonzoso, ahora yo lo interrumpí tomando el control del relato.



— Pongo mis manos en tu pecho y deslizo suavemente mis palmas, por tu torso hasta llegar a tu estomago, a la altura de tu cintura tomo entre mis dedos tu polera y comienzo a subirla hasta sacarla completamente, la arrojo al suelo. Tu torso desnudo esta a escasos centímetros de mi pecho, me acerco, ladeo mi rostro hasta hacer que mis labios se encuentren con tu cuello y de ahí subo son la punta de mi lengua hasta el lóbulo de tu oreja izquierda —le dije y tenía claro que mi voz sonaba bastante distorsionada pero otro efecto de él y sus conversaciones era que no importaba, no había vergüenza con mi extraño y misterioso telefonista. Pero era su turno en la conversación y no iba a quitarle su "papel".



— Al mismo tiempo deslizo mis manos por tu espalda atrayéndote hacia mi cuerpo, lo hago muy lentamente hasta llegar a tu cadera. Viajo con la yema de mis dedos hasta el botón de tu pantalón.



Mi turno pensé al imaginarme esas manos fuertes y varoniles en mi cremallera.



— Abro mi boca solo lo necesario para rozar sutilmente con el interior de mis labios húmedos la punta del lóbulo de tu oreja mientras susurró en un suspiro tu nombre —y guardé silencio intencional, como me gustaría poder tener a alguien que siguiera tan bien mis improvisaciones.



¡Este tipo debería ser actor! Pensé mientras deslizaba mi lengua sobre mis labios en un intento de no perder el aliento.



— Desabotono tú pantalón, meto mis manos frías en su interior bajando por tus nalgas hasta rozas tus muslos acariciándolos —Ahora pude sentir que su voz se había distorsionado también.



¡Exquisito! Era la única palabra que se me venía a la mente al tocarme yo misma pensando que era ese extraño. Así que continué.



— Bajo con mi boca rozando tu cuello hasta la base de este deslizando mi lengua tibia y humedad con un movimiento sutil pongo mis manos en tu pecho, deslizando mis dedos junto al medio de tu dorso desnudo y bajo dando pequeños besos inclinándome lentamente, mientras lo hago me separo del contacto de tu cuerpo por unos minutos hasta detenerme en la base de tú abdomen. Estas recostado en el sillón, deslizo mis manos hasta tu ombligo donde juego con mi lengua y mis ojos te miran.



Una reacción de mi cuerpo me hizo acallar mi voz para darle paso a su parte del diálogo.



— Mis dedos desabotonan tu corpiño que cae sobre mi abdomen dejando libre tus pechos que rozan maravillosamente contra mi pantalón —exclamó él y cuando su voz calló continúe.



— Desabotono tu pantalón, el borde de tu ropa interior se ve provocadoramente, bajo el cierre descubriendo aún más ropa interior y tal vez algo que desea expresarse también —agregue y no pude evitar que una risa se escapará de mis labios. Él endureció el temple de su voz haciéndola incluso más ronca, lo que era más sensual y erótico.



— Me alzo y te beso en los labios mientras hago que te recuestes ahora tú sobre el sillón dejándome apreciar tus pechos desnudos. Tomo uno entre mis manos y lo acaricio, masajeo lentamente aún besando tus labios rompo el beso mordiéndolos lentamente mientras siento como tu corazón se dispara y tu temperatura sube aún más de lo que ya está. Deslizo mi palma tibia por toda tu garganta hasta llegar a la mitad de tus pechos, y de ahí sin quitarte la vista bajo hasta el comienzo de tu pantalón, que esta desabrochado y meto mi mano bajo tu ropa interior la saco junto con tu pantalón, deslizándola suavemente por tu vientre hasta llegar a tus rodillas y finalmente lo saco tirándolo al suelo. Subo mi vista y pongo mi cuerpo cerca de ti a un costado, deslizo mis dedos por la parte exterior de tu pierna y cuando llego a la rodilla apoyo la palma para deslizarla por la parte interior hasta llegar a la base del muslo donde deslizo mi dedo por el hueso de la cadera subiendo por tu vientre bajo deteniéndome justo al medio de…



— ¡Ummm! —exclamé interrumpiéndolo casi al borde de llevar esto demasiado lejos.
 
— ¿Estás ahí? —me preguntó conteniendo la risa

 
— Sigue, por favor, no te detengas —le pedí desesperada y era macabro que él me dejará en esa circunstancia. Suspiró y continuó
 
— Beso tu cuello y bajo hasta tu pecho mientras mi mano hace pequeños círculos en tu vientre bajo justo fuera de tu parte más intima… bajo besando todo tu cuerpo, deslizo mi lengua por tu estomago, bajo con mi mano por tus piernas, enterrando tenuemente mis dedos por tus muslos, cuando llego a tu vientre te beso ligeramente deslizando mi lengua por toda la extensión de tu vientre hasta que…
 

— ¡No te detengas! —insistí interrumpiéndolo en un chillido apenas audible
 

— Mis labios se topan con tu centro y lo rozan con suaves besos, mientras sientes mi hálito tibio por cada beso que te doy… mi lengua se introduce junto con la punta de mi dedo índice y tu…

Toc, toc, toc
 
Un jadeo fuerte escapo de mis labios, al unísono con el sonido de la puerta. Abrí mis ojos y estaba completamente desnuda en el sillón de la sala de estar de mi habitación con la boca abierta de la impresión y alguien riendo muy fuerte por el teléfono.

 
— Tengo que cortarte —anuncié tratando de controlar mi respiración mientras me sentaba
 

— Me debes una conversación donde sólo tú hablarás —me recalco calmando su risa

 
— Mañana, misma hora —aseguré divertida pensando en que mañana volvería a mi adicción. Colgué sin más.
 
Toc, Toc, Toc
 
Sentí insistentemente mientras me ponía mi ropa interior, la camisa y los pantalones, me arregle el pelo, suspiré para calmar mi cuerpo y mente, finalmente luego de unos segundos abrí la puerta. Tenía a Rosalie frente a mí con una sonrisa demasiado picará en el rostro.
 
— ¿Qué estabas haciendo? —me preguntó divertida, mientras entraba mirando a todos lados como buscando a alguien.



— ¡Dios! Bella hace demasiado calor aquí —advirtió abriendo una ventana y una ráfaga de aire helado entro en la habitación, helándome de inmediato y como agradecí que así fuera. Nos quedamos conversando y ella preguntando sobre mi misterioso telefonista.
 
Mañana siguiente Set de grabación

 
En eso entró Edward y ahí estaba mi "novio vampiro" se veía bastante serio pero traía sus labios curvados en una elegante sonrisa. Rosalie lo observó con extrañeza.
 
— ¿Sucedió algo divertido? —le inquirió con picardía

 
— Nada en lo absoluto —aseguró él sacudiendo su cabeza y luego se concentro en sus libretos.
 

En eso entró el coordinador de piso Stuart y nos miró, en su mano traía su blackberry.



— Chicos que bueno que los encuentro aquí a todos juntos — comenzó a explicar —dado lo que pasó el otro día con la tardanza de Jasper y cómo nadie podía ubicarlo necesito que me den todos sus celulares no queremos a nadie más perdido por Canadá —recalcó mirándonos a todos.
 
Rosalie fue la primera que saltó a decírselo.
 
— ¿Edward? —lo llamó haciendo que se concentrará en nosotros, busco en su chaqueta.
 
— Espera no me lo sé de memoria —se excuso y yo lo miré sorprendida.
 
Él me miró de vuelta con suficiencia.

 
— Es nuevo —comentó como si eso lo hiciera ver menos culpable, en eso comencé a dar el mío

 
— Anota —exclamé mirando al coordinador, suspiré tomando aire —el mío… mientras el sexy vampiro encuentra el suyo… es 08 —y comencé a dictarle mi número telefónico.
 
Edward me propinó una mirada de odio contenido mientras todavía luchaba por encontrar su número en su "nueva" adquisición tecnológica.
 
— Aquí lo tengo —anunció mientras se le iluminaba el rostro — 09 —exclamó interrumpiéndome y comenzó a dárselo. Pero seguimos jugando a quien terminaba antes de dictárselo.
 
— 439 —dije ansiosa
 
— 544 —añadió él

— 67 —volví a decir justo cuando tomó aire
 
— 63 —exclamó él

— 90 —complemente enarcando mis cejas. Mis labios se curvaron en una sonrisa victoriosa, hasta que su voz aterciopelada se oyó.
 
— 11 — finalizó él
 
Ambos, sin poder evitarlo abrimos nuestros ojos como platos

 
— ¡Anoche eras tú! —dijimos al unísono.

Comentarios por fisss..........................

viernes, 17 de septiembre de 2010

1er Aniversario ¡GRACIAAS!

Siss primeroo que nadaa muchisimaas felicidadeees por el primer aniversario del blog, estoy segurisimaa que es el primeroo de muchos años.

Graciaas por haberme dado la oportunidad de participar contigoo y formar parte de este sitio, graciaas porque desde que nos conocimoos te portastee muy linda conmigoo y has compartidoo tu gusto por los fics conmigoo y graciaas a esooo ahora soy una viciosaaa jajajajaja

Graciias hermosaaa por ser tan especiaal y por haber creadoo estee lindooo blog :)

También muchisimaas gracias a todaas las personas que visitaan el sitio, que nos dejan sus comentarioos, muchaas graciaas por hacer que esto funcionee y por formaar partee de estaa gran familiaa que es Twilight..

Les mandoo muchoos besoss y abrasoss a todaaas, dios las bendigaaa y esperoo les gusteen las fotitooos :) lqmmmm(k)

Anitaa Culleen!









Esposa De Un Jeque

Y para comenzar con los estrenos les traigo esta adaptacion de mi querida Roza-DX-Cullen es una historia q no tranportara a una cultura diferente en donde a nuestra querida bella swan la compran como esposa , esta muy buena y  muy hot ya saben no se me quita eso de andarlas pervertiendo , q lo disfruten y por fiss dejen sus comentarios al final
Angel of the dark
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Capítulo 1


Bella pov

SEÑORITA Swan! No era la señorita Swan. Era Bella Swan, cautiva de El Halcón, un jeque que aún vivía bajo el código del desierto, donde sólo sobrevivía el más fuerte.

En aquel momento El Halcón se estaba acercando a ella. Podía oír su voz profunda hablando en una lengua que no comprendía, dirigiéndose a alguien que estaba fuera de la tienda y que ella no conocía. Intentó desatar las cuerdas que ataban sus manos. Fue inútil. Las tiras de seda eran suaves, pero fuertes; y no pudo liberar sus manos.

Si lo hacía, ¿qué haría? ¿Correr?

¿Hacia dónde?

Estaba en medio del desierto. El sol castigaba la tienda calentando su interior. No duraría ni un día sola en el vasto erial.

Entonces apareció él, de pie en la entrada de la ha bitación donde la tenían cautiva. Sus facciones estaban esculpidas por la sombra. Lo único que podía ver era su cuerpo grande enfundado en sus pantalones blancos y la túnica, típicos de su pueblo. Una bata negra caía de sus hombros hasta las pantorrillas. Tenía la cabeza cubierta con el turbante que lo distinguía como jeque. La cinta que lo sujetaba a la cabeza era de piel negra trenzada.

Estaba a menos de cinco metros, pero no obstante ella no podía verle la cara, oculta en las sombras. Sólo se distinguía el contorno arrogante de su man díbula.

—¡Señorita Swan!

La cabeza de Bella Swan se levantó de donde había estado reposando y lentamente miró lo que la rodeaba: las paredes tapizadas de seda ha bían sido reemplazadas por paredes de cemento, ape nas alegradas por unos pósters anunciando la presen tación de un libro. Eran las paredes del salón de descanso de la Biblioteca Pública Whitehaven, mu cho más cerca del frío y húmedo Seattle que del de sierto del Sahara.

Una luz fluorescente iluminaba las facciones de la mujer que tenía delante.

—¿Sí, señora Maggi?

La señora Maggi, jefa de Bella, vestida con una chaqueta azul de un color casi idéntico al de las paredes de la biblioteca, respiró con impaciencia.

—Estaba en las nubes otra vez, señorita Swan.

Bellase sintió molesta por el reproche en la voz de la mujer mayor, a pesar de su ilimitada pacien cia. Si el hombre de sus fantasías hubiera mostrado su cara, tal vez no se habría sentido tan frustrada. Pero no lo había hecho. Aquella vez no había sido distinto. Era curioso, pero su imaginación no podía crear un rostro para el jeque. Ni tampoco se dejaba ver la cara de El Halcón en su fantasía.

—Aún estoy en la hora de descanso—le recordó ama blemente a la mujer.

—Sí, bueno, pero...—Al reconocer el comienzo de un sermón que le era familiar, Catherine reprimió un suspiro. Sabía que su hora del almuerzo iba a ser interrumpida. Nuevamente.

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Edward pov

Edward Masen entró en la biblioteca y buscó con la mirada a Bella Swan. Su foto estaba grabada en su mente. Su futura esposa. Aunque los matrimonios arreglados no eran raros en la familia real de los Masen, el suyo sería único.

Bella Swan no sabía que iba a ser su esposa. Su padre lo había querido así.

Una de las condiciones del trato entre el tío de Edward y Chralie Swan era que Edward convenciera a Bella de que se casara con él sin que ésta supiera el arreglo que habían hecho su padre y el rey Aro. Edward no había preguntado por qué. Había estu diado en Occidente y sabía que las mujeres americanas no veían los matrimonios acordados con la misma ecuanimidad que las mujeres de su familia.

Tendría que cortejar a Bella . Pero eso no sería una tarea difícil. Aun en un matrimonio arreglado, el príncipe Volturi debía cortejar a su prometida. Y aquel matrimonio no sería diferente. Él le daría un mes.

Hacía diez semanas, Charlie Swan había infor mado a su tío de un posible yacimiento de minerales en las montañas de Jawhar. El americano le había su gerido hacer una sociedad entre Excavaciones Swan y la familia real de Cullen.

Los dos hombres habían estado negociando aún los términos del acuerdo cuando Edward había sido ata cado mientras cabalgaba en el desierto al amanecer. Las investigaciones habían revelado que el intento de asesinato había sido perpetrado por el mismo grupo de disidentes responsable de la muerte de sus padres ha cía veinte años.

Edward no sabía bien por qué el matrimonio de Bella había sido parte del trato. Sólo sabía que su tío lo consideraba conveniente. La necesidad de visas per manentes podría haber sido el motivo de la familia real. Como esposo de una americana, Edward podría conseguirlas sin problema. No habría necesidad de pa sar por canales diplomáticos, y así podría preservar la intimidad y el orgullo de su familia.

La familia real Cullen no había pedido asilo po lítico en los tres siglos de su reinado y jamás lo haría. Y puesto que Edward ya se ocupaba desde hacía años de los intereses de la familia en América, que lo eligie ran a él había sido lógico.

Charlie Swan también había visto un beneficio en el matrimonio. Su preocupación por la soltería de su hija de veinticuatro años había sido evidente. Según él, ni siquiera había salido con chicos.

Las negociaciones de Charlie Swan y su tío ha bían culminado en que decretasen el matrimonio de Edward con Bella Swan.

Edward vio a su presa al otro lado de la sala, ayu dando a un niño pequeño. Se estiró para sacar un libro de un estante, y su chaqueta negra de punto, que lle vaba encima de una falda recta, llamó su atención. Se ajustaba a sus pechos y revelaba unas formas muy fe meninas. Se excitó.

Aquello era inesperado. En la foto se veía una mu jer bonita, pero no una exótica belleza como las que él había tenido en el pasado. El hecho de que hubiera re accionado tan rápidamente ante semejante visión ino cente lo hizo detenerse en su camino hacia ella.

¿Qué le había excitado tanto? Tenía la piel blanca, pero no de alabastro. Era castaña , pero de un tono claro, y con el pelo recogido como lo tenía no llamaba la atención. Sus ojos chocolates lo habían impresionado en la foto, y eran aún más sorprendentes al natural.

A excepción de sus ojos, no sobresalía nada de ella, pero la reacción de su cuerpo era innegable. La dese aba. No era la primera vez que sentía aquella excita ción. Pero otras veces había tenido que tener más esti mulación. Habían tenido que ser mujeres con unos andares felinos, una ropa adecuada, o un aspecto des lumbrante. Bella Swan no mostraba nada de eso. Era una sorpresa, pero agradable. Una atracción física auténtica haría más fáciles las cosas. A él lo ha bían preparado para cumplir con su deber sin tener en cuenta la atracción personal. El país era lo primero. La familia lo segundo. Sus necesidades y deseos lo úl timo.

Caminó y se detuvo a la izquierda de ella. Cuando el niño se marchó, Edward alzó la mirada y descubrió que había un hombre frente al escritorio.

Bella le señaló algo en el monitor de su ordena dor, pero su mirada se dirigió un segundo a Edward . Y luego se posó en él. Edward la miró y luego notó por el rabillo del ojo que el hombre al que ella había estado ayudando, se había alejado. La siguiente persona de la cola pasó desapercibida, puesto que la atención de Bella se centró en Edward . El sonrió.

El cuerpo de Bella se puso tenso y su rostro se sonrojó. Pero no desvió la mirada.

El satisfacer el deber sería sólo una cuestión de transformar aquella atracción en deseo de casarse, pensó él.

—¡Señorita Swan ! Preste atención. Tiene gente que atender.

Aquella mujer debía de ser la jefa de la que Charlie Swan le había hablado cuando le había hecho una reseña de su hija.

Bella se puso más colorada.

—Lo siento. Se me ha ido el santo al cielo—no se amedrentó. Se dirigió a la persona siguiente en la cola, se disculpó y les preguntó qué deseaban.

La jefa se alejó resoplando, como un militar mo lesto por verse privado de su grado.

Edward esperó a que se terminase la cola y luego sa ludó a Bella .

—Buenas tardes—le dijo. Ella se sonrojó otra vez.

—Estoy interesado en telescopios antiguos y la con templación de las estrellas. Quizás pueda indicarme al guna referencia.

—¿Es un nuevo hobby que tiene?—preguntó ella con un brillo de interés en los ojos.

Era tan nuevo como que se había interesado a partir de la conversación con el padre de Bella.

—Sí.

El padre de Edward había compartido la pasión de Bella por aquel tema. Pero desde su muerte, sus li bros habían permanecido en sus estantes del observa torio del palacio de los Volturis.

—Es uno de mis temas favoritos. Si tiene un minuto, le mostraré la sección dedicada a ello y le aconsejaré al gunos libros que me parecen particularmente buenos.

—Con mucho gusto.

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Bella pov

Bella intentó contener su excitación mientras guiaba a aquel hombre imponente hacia la sección científica de la biblioteca. Aquel aura de poder que emanaba era suficiente para turbarla. Pero el hecho de que tuviera las características físicas del hombre de sus fantasías le hacía perder el control por com pleto.

Debía medir cerca de un metro noventa. Su cuerpo era musculoso y grande; la hacía sentir pequeña, aun sabiendo que no lo era. Tenía el pelo sedoso, y apenas un poco más oscuro que sus ojos. Y de no haber ha blado un inglés impecable, hubiera pensado que era el jeque de sus fantasías.

Sintió un deseo desconocido para ella. Siempre ha bía creído que una sensación así sólo podía sentirse con el tacto. Pero se había equivocado.

Se detuvieron frente a una hilera de libros y ella sacó uno y se lo dio.

—Éste es mi favorito. Tengo una copia de la primera edición en mi casa.

Edward tomó el libro y sus dedos se rozaron. Fue como si hubiera habido electricidad al tocarse.

—Lo siento—él la miró.

—No es nada.

Él abrió el libro y lo miró. Ella sabía que debía irse a su escritorio, pero no podía moverse.

—¿Me recomienda alguno más?—él cerró el libro.

—Sí.

Y le estuvo señalando varios libros y periódicos du rante diez minutos.

—Muchas gracias, señorita...

—Swan. Pero por favor, llámeme Bella.

—Soy Edward.

—Es un nombre griego.

—Sí.

—Pero su inglés, es perfecto.

¡Qué tontería había dicho!, pensó. Mucha gente de origen árabe vivía en la zona de Seattle, América, y era la segunda o tercera generación de la familia asentada allí.

—Así debe ser. El tutor real se sentiría molesto si no fuera así.

—¿El tutor real?

—Perdone. Soy Edward Masen Volturi, príncipe de la familia real de los Volturis.

Ella se quedó sin aliento. ¡Había estado hablando con un príncipe durante más de diez minutos!

La idea de invitarlo a presenciar una reunión de la Sociedad de Telescopios Antiguos se le borró de la ca beza por completo al escuchar aquello.

—¿Puedo servirlo en algo más?

—Ya la he distraído más de la cuenta.

—Hay una sociedad que se ocupa del tema de los te lescopios—no pudo reprimirse.

—¿Sí?

—Se reúnen esta noche—le dijo la hora y el lugar.

—¿La veré allí?

—Probablemente, no.

Estaría allí, pero se sentaría al fondo de la sala. Y él no parecía un hombre dispuesto a ver nada desde la se gunda fila.

A ella tampoco le gustaba, pero no sabía cómo cambiar las costumbres de toda una vida.

—¿No va a asistir?

—Siempre voy.

—Entonces, la veré allí.

—Habrá mucha gente.

—La buscaré.

«¿Por qué?» Bella estuvo a punto de preguntar en voz alta.

Pero en cambio sonrió y respondió

—Entonces, tal vez nos encontremos.

—Yo no dejo esas cuestiones libradas a la suerte.

Sin duda. Parecía una persona decidida.

—Hasta esta noche, entonces.

Él hizo sellar los libros que ella le había recomen dado y se marchó.

Bella lo observó irse, segura de algo: el jeque de sus sueños ya tenía cara.

Tendría las facciones de Edward.



Angel Of The Dark 1 ANIVERSARIO !!!

Hello mis angeles hermosos!!! hoy es un dia muy especial para mi , ya es nuestro primer aniversario y todo gracias al apoyo de ustedes q han estado con nosotras a lo largo de los meses , apoyando con sus comentarios. muchas gracias mis niñas hermosas .
Y como soy muy buena les tengo varios estrenos pa festejar ya q tengo q hechar la casa p or la ventana. en fin no se q mas decirles estoy muy feliz y agradecida con ustedes por todo les mando mil besitos a todas mis siss, anita muchas gracias por estar conmigo en esto q es mi pequeño tributo a Twiligth , y a mis siss meli , alejandrita q fueron con las q inicie pero por circuntancias del destino no pudieron continuar con nosotras a todas ustedes les mando un beso y una abrazo
gracias nenas por su apoyo. me despido
les mando mil besitos
ANGEL OF THE DARK

jueves, 16 de septiembre de 2010

Pecados Carnales

hello  mis angeles hermosos!! les traigo un chisme jijiji, mañana es el aniversario del sitio y habra sorpresas, en fin aqui les dejo el vicio del dia de hoy
mil besitos
Angel of the dark
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Capítulo 3 Recuerdos


Las palabras del padre Alfonso habían sido dilapidadoras, aún estaba estupefacta mirando al vacío, sin poder procesar la noticia que tenía ribetes de castigo, estaba sentada en la mitad de mi cama mirando el cuadro que él me había regalado.

- No me importa

Habían sido sus palabras, estaba jugando nerviosa con las llaves del auto y el se paseaba de un lado a otro, de repente cuando sentíamos un auto nos girábamos a mirar asustados. Pero cuando notábamos que estos solo estaban pasando por la carretera sin detenerse volvíamos a mirarnos.

- Ella tiene razón mi alma ira al infierno

Insistí convencida que no podíamos continuar con nuestra relación, que debíamos dejarnos de vernos, y yo debía acallar este maldito sentimiento que había despertado Edward. Debía volver a hacer que mi corazón muriera, que ya no latiera por nadie más, que mi cuerpo no reclamará caricias, ni amor. Tenía que apagar todo ese sentimiento tan dulce, tan exquisito, tan perversamente prohibido.

- - ¿Tú me amas?

Me susurró poniendo sus tibias y delgadas manos en mi cuello, trague saliva y mi cuerpo comenzó a temblar cuando su otra mano me sujeto por la cintura atrayendo mi cuerpo más al suyo. Sus ojos verdes estaban clavados en los míos y estaba esperando mi respuesta. Sentí aflorar las lágrimas y mi vista se nubló, traté de quitar la vista de sus hermosos ojos verdes pero me era imposible, como iba a decirle una mentira cuando todo mi ser lo reclamaba. Apreté mis ojos y fruncí el ceño. Tomé con mis manos sus dos manos y lo separé de mi cuerpo.

- Esto no puede ser… debemos terminarlo aquí, antes que sea demasiado tarde

Agregue dándole la espalda. Pero había millones de preguntas sin resolver, ¿Tendría la fuerza suficiente para no volver a verlo? ¿De verdad podría dejarlo ir? ¿Podría escapar de este sentimiento y acallarlo para siempre?, ¿podría de verdad ahogar todos esos gestos, todas esas caricias para convertirme en lo que mis padres habían deseado desde siempre?. Sentí como me abrazo por detrás y beso mis cabellos.

- - Ya es tarde Bella

Comenzó a decir mientras me giraba para darme la cara, cuando estuvimos frente a frente, el sujeto entre sus manos mi rostro y tenía la vista tan vidriosa como yo podría haberla tenido. Mi corazón se disparó, latía estrepitosamente, un nuevo en mi garganta no me dejaba hablar para rebatirle. Estábamos mirándonos y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

- Yo te amo, al demonio la iglesia, mi familia, tu madre, el mundo entero. No me importa lo que digan, porque… escúchame bien… yo te amo, como nunca pensé amar a nadie.

Sus palabras sonaban tan bellas dichas así, pero la realidad era otra, una muy fría y distante, jamás iban a perdonarnos, el castigo social sería demasiado. Y francamente no soportaría que a mi familia la señalaran con el dedo. Me levante con las lagrimas rodando por mis mejillas, abrí el armario desesperada buscando una maleta, tenía que irme, tenía que huir lejos de mi madre, lejos de Edward, lejos de todos. No podría enfrentarla, como iba a decirle que finalmente se habían enterado y que gracias a mi desliz con Edward no podría consagrar mi vida a Dios, porque estaba sucia ante sus ojos, porque había pecado carnalmente rompiendo el voto de castidad que había realizado y que era necesario para ser digna de recibir a Dios y consagrarle mi vida.

Estaba casi por terminar de guardar la ropa cuando el grito de mi madre me aterro. Me recorrió un escalofrío y sentí las pisadas en la escalera.

- Mamá por favor contrólate

Le pedía mi hermana Ángela. Pero yo conocía muy bien a mi madre y eso no la detendría. Tragué saliva mirando la puerta de mi cuarto, estaba aterrada porque en cualquier segundo se abriría y la figura de mi madre se revelaría ante mí. Abrí mis ojos expectantes mientras sentía sus pasos fuera, en el pasillo. Tenía en mis manos una almohada y la estaba apretando aterrada de la reacción que ella tendría para conmigo, a esta altura estaba segura que el padre Alfonso le había comunicado su decesión de suspender mi consagración hasta que yo probará con hechos que estaba convencida de adoptar la vida religiosa libre y voluntariamente, como debía haber sido desde un principio.

Finalmente la puerta se abrió y mucho antes que ella pudiera decir algo me abalance contra ella cayendo a sus pies, enterré mi cara en sus piernas y el llanto afloró solo. Siempre le había tenido respecto o tal vez era miedo como me había hecho darme cuenta Edward, pero finalmente también la quería, y demasiado, ella junto con mi hermana eran las personas más importantes en mi vida. A pesar que ella era posesiva y una suerte de manipuladora, era mi madre y yo la amaba.

- Lo siento, de verdad… Mamá por favor perdóname…

Le supliqué. Ella sujeto mis brazos separándome de su cuerpo y levantándome del suelo, como éramos del mismo porte quedamos parejas cuando estuve de pie frente a ella. Sus ojos azules estaban más que molestos, su expresión era dura, demasiado dura. Me contemplo por unos minutos y luego sujeto mis brazos con fuerza, enterró sus manos en ellos casi como queriendo contener el golpe que estaba segura quería darme.

- ¡Estás contenta ahora, lograste lo que querías ¿no?

Recriminó mirándome de forma penetrante, sujeto mis brazos con más fuerza que antes y por medio segundo pensé que finalmente me golpearía de la furia que traía.

- ¡No señalaran a una de mis hijas con el dedo, eso no lo permitiré!

Agregó con un tono amenazante.

- ¡Te convertirás en monja cueste lo que cueste porque así lo quería tu padre, y porque así debía ser desde el comienzo!

Gritó colérica soltando mis brazos, trastabille por la fuerza con la que me dio el empujón pero no caí al suelo. Mi hermana Ángela, me recibió en sus brazos. Mi madre se giró y se dio media vuelta, salió dando un portazo que me hizo dar un brinco del susto.

Me largue a llorar amargamente, y no entendía por qué era tan cobarde, ya era mayor de edad, por qué no tenía la fuerza de largarme de esa casa, hacer mi vida, como me lo había dicho tantas veces Edward. A que le temía tanto pensé abrazada a mi hermana menor.

Estuvimos así largo rato, todo el tiempo yo lloraba descontroladamente al recodarlo, al recordar sus besos, al recordar sus palabras y así estuvimos, ella siempre en silencio escuchando mis sollozos hasta que se hizo bien entrada la noche, estaba aún ahí en la misma posición que me había dejado mi madre cuando sentí que mi celular sonó. Alce mi vista, y dudé en ir por el aparato, pero Ángela lo hizo por mi.

Miró el identificador de llamadas y me lo pasó. Era él, su nombre titilaba en la pantalla digital y yo estuve "tentada" de contestarle pero las palabras de mi madre retumbaron en mi mente, apreté el botón rojo para cortar la llamada y apague el celular.

- Es lo mejor, para ti y para él… mi madre no va a detenerse hasta verte con el habito puesto, así que, es mejor por el bien de ambos, que las cosas queden hasta acá… recuérdalo como un bonito recuerdo, que es en lo que deberá convertirse para ti.

Exclamó mi pequeña y dulce hermana. Nos abrazamos y juntamos nuestras cabezas, frente con frente como habíamos hecho varias veces cuando hacíamos pactos.

- Prométeme que nunca, pero nunca dejarás de quererme

Le pedí y ella se sonrió

- Eres mi hermana, claro que te voy a querer siempre, no me importa si te acuestas con él o con Dios, para mi eres mi hermana y punto.

Me respondió abrazándome, me ayudo a recostarme en la cama y me trajo un vaso de leche, insistió en que me lo tomará y lo hice para complacerla, apague la luz y me quede así contemplando la luz de la luna y recordándolo, tal y como Ángela me había sugerido hacer, dejar a Edward en los recuerdos.

- Así que eres el hermano de Alice

Comenté divertida recordando la expresión que había puesto hace un rato atrás cuando su hermana lo había presentado. Me sonreí nerviosa ante la mirada fija que estaba dándome.

- Así es y tu eres amiga de ella ¿Cómo es que no te conocía de antes?

- No nos veíamos hace tiempo, he estado un poco ocupada este último tiempo, lejos de acá.

Respondí, nerviosa el tema de quererme hacer monja no era algo que me gustará contar de buenas a primeras, comiendo unas cuantas papas fritas del plato que estaba a unos pasos de distancia, y ese era un efecto de ponerme nerviosa, me bajaba la ansiedad por comer, lo curioso es que jamás me había puesto nerviosa por estar conversando, bueno nunca antes había estado conversando con un chico bastante atractivo por cierto.

- ¿Qué?

Le pregunté confundida cuando le noté la expresión en la cara de asombro mientras me veía comer papas fritas, galletas, y chocolates.

- Nada… ¿te gustan los chocolates?

- Me preguntó y yo lo miré confundida.

- ¡Broma! ¡Obvio a que mujer no le gustan los chocolates, son como mi placer prohibido!

Contesté sin medir las palabras toda entusiasmada y apenas me percaté de la última palabra utilizada me arrepentí en el acto. Cómo no haber elegido otras pensé recordando al padre Alfonso y sus dichos – tendré que rezar unos doscientos padres nuestros – recapacité tratando de mantener a raya la imaginación que tan repentinamente se estaba haciendo demasiado jocosa con el hermano menor de mi mejor amiga. Nos quedamos en silencio y luego de un rato, tocaron una música lenta.

- ¿Bailarías conmigo?

Me preguntó y yo no supe que decirle, una pequeña pelea interna se comenzó a liberar entre lo debido y lo prohibido. Lo miré dudosa, y no sé porque unas pequeñas mariposas comenzaron a inundar mi estomago, una sensación rara estaba teniendo y cuando finalmente me decidí dándole la mano, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Me llevo a la improvisada pista en la mitad del departamento y me extendió el brazo igual que como lo hizo en la película y como agradecía que Ángela hubiera insistido tanto en ir a verla. Ahora estaba teniendo mi versión personal. Toda tiesa le dí la mano y el me acerco a su cuerpo, puso su mano en mi espalda y yo no supe que hacer. ¿Cómo tan tonta Bella, pone las manos en sus hombros? Me grito una vocecilla interna.

- ¿Qué?

Me pregunto derepente separándome de su cuerpo y yo me sonroje hasta las pupilas.

- Soy un desastre para bailar

Le confesé avergonzada perdiéndome en aquellos ojos verdes intensos. Curvo sus labios y suspiro.

- Siempre podría obligarte

- ¿Es una amenaza?

Susurré despacio perdiéndome en su perfume, su rostro estaba a escasos centímetros de distancia. El curvo sus hermosos labios en una sonrisa extremadamente sensual.

- No… es un hecho, siempre tomo lo que quiero

Me respondió acercándome a su cuerpo y levantándome ligeramente y de forma suave mis pies se despegaron del suelo para posarse sobre sus zapatos. Sentí un calor inundar mis mejillas y sabía perfectamente que estaban teñidas de un rojo furioso. Mi corazón comenzó a latir a mil y de pronto la idea de convertirme en monja ya no estaba pareciéndome tan atractiva al menos después de conocerlo a él.



miércoles, 15 de septiembre de 2010

Lagrimas de Amor

Capítulo 5

Ya estamos llegando al hotel –le dijo Edward a Bella mientras iban en la limusina- Veo que el soplo que le di a la prensa ha tenido el efecto deseado… hay muchísimos paparazzi.

Entonces miró a Bella y frunció el ceño.

¡Dios! ¡Sonríe, mujer! La prensa espera que estés encantada al estar a punto de convertirte en la duquesa de Masen, pero en vez de eso parece que te llevaran a la horca.

No puedo evitarlo –farfulló Bella- ¿Cómo puedo aparentar ser feliz en la peor noche de mi vida? Y, de todas maneras ¿Qué importa lo que piense la gente? ¿No sabe todo el mundo que te vas a casar para asegurarte el control del banco? –entonces se quedo mirando a Edward- ¿Quién conoce las condiciones de tu abuelo?

Durante un momento pareció que Edward se fuera a negar a responder.

Aparte de nosotros, sólo el abogado de mi abuelo, Carlisle Cullen. Y así es como quiero que permanezcan las cosas.

¿Por qué insistió tu abuelo en que debías casarte antes de tomar posesión de la dirección del banco? –pregunto, ella.

El pensaba que daría mejor imagen siendo un feliz hombre de familia que un playboy. Confieso que nunca he vivido la vida de un monje, querida –dijo, arrastrando las palabras- Tengo… un gran apetito sexual. Pero mi abuelo consideraba que mi vida personal podía tener un efecto perjudicial en mi capacidad para manejar los negocios y que me llevaría a cometer errores.

¿Ha sido así? ¿Has cometido errores? –preguntó ella.

Sólo uno –contestó Edward, al que se le borro la sonrisa de la cara- designé a un hombre llamado Charles Swan para dirigir la filial inglesa del banco.

¡Oh, no! –exclamo ella, llevándose las manos a la boca- ¿Sabía tu abuelo…?

¿Qué el hombre en quien deposite toda mi confianza resulto ser un vulgar ladrón que abusó de su posición para malversar una fortuna del Banco de Masen? Oh, si, lo sabía. Mi abuelo se enteraba de todo. Durante años quiso que yo ocupara su lugar como cabeza del banco, pero cuando estaba ya muy enfermo se enteró del engaño de tu padre y le llevó a dudar de mi capacidad para juzgar a las personas –explicó, riéndose tristemente- Supongo que mi abuelo concluyó que una esposa cuidaría de mis deseos sexuales, dejando así libre mi mente para los negocios.

¿Es así? –masculló Bella-¿Así es como ves nuestro matrimonio, Edward… como una manera de satisfacción sexual?

Para mí, nuestro matrimonio es una maldita inconveniencia –le informo el duramente- Y no tengo intención de permitir que nadie descubra la verdadera razón por la que nos casamos. Pero hay una cierta ironía en el hecho de que para acatar los requerimientos de mi abuelo voy a tener que casarme con la hija del hombre que provocó que el dudara de mí –dijo, mirándola de arriba abajo, deteniéndose en su escote- Aunque puedo ver que habrá compensaciones por convertirte en mi esposa, querida.

¿Qué clase de compensaciones? –preguntó ella con voz ronca, invadida por el pánico.

Había supuesto que su matrimonio sería solo un matrimonio formal: no se le había ocurrido pensar que Edward esperara que ella cumpliera con las obligaciones de una esposa.

Cuando el automóvil se detuvo, respiro profundamente al ver a la prensa congregada a las puertas del hotel. Pensó que no podía hacerlo…

Compensaciones como esta… -comenzó a decir el, tomándola de la barbilla y besándola.

Bella pensó que no debería permitirle hacer aquello, pero parecía que su fuerza de voluntad la había abandonado. Si era sincera consigo misma, tenía que admitir que había fantaseado con aquel beso desde que lo había conocido en el Palacio del León y en aquel momento, en vez de rechazarlo, estaba temblando de excitación. El calor le recorrió las venas y no pudo evitar echarse sobre el, apoyándose en su musculoso pecho.

Edward estaba utilizando su lengua con una suave precisión, explorando los contornos de la boca de ella, que suspiró cuando el la introdujo entre sus labios y la tomó de la nuca para atraerla aún más hacia el. Ella cautivada por la carga sexual del momento, lo abrazó, hundiendo sus dedos en el cobrizo pelo de el.

Nunca antes se había sentido de aquella manera, ni siquiera cuando Jacob la había besado. Nada la había preparado para aquellas llamaradas de deseo que amenazaban con agobiarla y cuando sintió como Edward le acariciaba un pecho, gimió suavemente, acercándose aún más a el, queriendo más.

Con eso será suficiente. Quiero que estés radiante, pero no como si acabaras de salir de mi cama y no pudieras esperar para volver a meterte.-dijo el con una burlona sonrisa en la cara.

Aquel comentario sarcástico apago la pasión que le había recorrido el cuerpo a Bella.

Malnacido – susurró, apartándose de el.

No cero que a la prensa le quepa ninguna duda de la pasión que hay entre nosotros ¿No te parece, querida? Pareces entusiasmada con tu adorado novio… todo lo que tienes que hacer ahora es seguir fingiendo durante toda la noche.

La diversión que denotaba la voz de Edward dejaba claro que el se había dado cuenta de que ella no había fingido. Casi se lo había comido vivo, y se sintió enferma de vergüenza.

Cuando el chófer abrió la puerta de limusina, Edward la agarró de la muñeca.

Sonríe, querida, antes de que los fotógrafos comiencen a sospechar y yo te tenga que besar otra vez –le susurró a la oreja- Quiero que mañana todo el mundo vea en los periódicos que somos la pareja perfecta.

Estremeciéndose de resentimiento, Bella esbozó una sonrisa.

Ambos sabemos que nuestro matrimonio ha sido concebido en el infierno –dijo entre dientes- Dudo que vaya a lograr convencer a nadie de que estoy enamorada de ti.

Edward la agarró de la cintura y ella sintió cómo le quemaba la piel.

Pues yo pensaba que eras muy convincente –dijo el mientras la conducía dentro de el hotel- Pero si insistes, siempre podemos practicar más. Ahora, ahí viene nuestro anfitrión. Recuerda lo que nos estamos jugando con esto, Bella –advirtió suavemente- La libertad de tu padre de tu padre depende de que tú hagas una digna actuación de Hollywood.

El banquete se celebraba en un lujoso hotel, pero Bella tuvo que soportar la horrible experiencia de la cena, que pareció durar horas. Pero lo peor llegó tras los postres, cuando Edward se levantó y anunció su compromiso. Delante de los demás invitados, ella se vio forzada a levantarse y a aceptar las felicitaciones de la gente. Se brindo por la feliz pareja y para su espanto, Edward la tomó entre sus brazos y la besó, deleitando a los espectadores.

Cuando por fin el dejo de besarla, ella se sintió completamente humillada. Se sentó en la silla, sin comprender como incluso habiendo sentido sobre ella las miradas de cientos de extraños, había sido incapaz de resistir la dulce seducción de los labios de Edward.

Mientras observaba como el se movía con gracia sobre la pista de baile, se preguntó que le estaba ocurriendo. Al terminar la cena había comenzado el baile y era obvio que todas las mujeres tenían sus ojos puestos en un hombre, lo que no la sorprendía.

No tenía nada que ver con sus riquezas ni con su poder, sino con lo fuerte, dominante e increíblemente sexy que era Edward. Parecía el prototipo de hombre con el que soñaban las mujeres.

Pero ella no tenía fantasías, o por lo menos no las había tenido hasta aquel momento. Siempre había asumido que no tenía mucho apetito sexual, y aquel no era un buen momento para descubrir que su libido estaba viva y empujando con fuerza.

Parece que su novio la ha dejado sola. ¿Es por eso que parece tan triste, señorita Swan?

Bella apartó la mirada de la pista de baile y miró a la mujer que se había sentado en su misma mesa. La condesa Jane de Reyes era la esposa de uno de los empresarios madrileños más influyentes. Terriblemente sofisticada y con un dominio de varios idiomas, era una cotilla consumada.

No estoy triste, señora. Simplemente estaba… pensando –murmuró educadamente.

La condesa miró la pista de baile, donde Edward todavía estaba bailando con una impresionante rubia. La música había dejado de sonar, pero parecía que ninguno de los se había percatado.

Me gustaría saber en que pensabas, querida –dijo con delicadeza.

Bella no pudo evitar volver a mirar hacía Edward. Su pareja de baile era la esposa de uno de sus socios de negocios y era perfectamente normal que el bailara con ella. Se dijo así misma que no había razón para sentirse despechada; su compromiso era una farsa y a ella no le podía importar menos con quien bailara el.

Estaba admirando la destreza para el baile de Edward –dijo Bella.

Si, el duque de Masen es un excelente ejemplo de masculinidad. ¿Verdad? Es un buen partido. Dime, querida… -la condesa se echo para adelante- ¿Cómo se conocieron?

Nos conocimos en uno de los viajes de negocios que Edward realizó a Inglaterra. El es… amigo de mi padre.

Pero no pueden conocerse desde hace mucho tiempo… esta es la primera ocasión en la que se les ve juntos en público.

Bella se ruborizó y se chupo los labios, nerviosa, tratando de recordar la historia que Edward había inventado sobre su falso romance.

Nos conocemos desde hace unos meses –explicó- Pero al principio preferimos mantener nuestro noviazgo en secreto. Enamorarse es algo muy personal, ¿no le parece?

Así que es una historia de amor –dijo la condesa, sorprendida- No me lo esperaba de Edward. Parece que usted ha tenido éxito donde muchas mujeres han fracasado, señorita Swan. ¿Lo ama?

Bella notó un cierto toque de incredulidad en la voz de la condesa; estaba claro que no creía que el duque Masen hubiese elegido una mujer tan sosa como esposa. La indignación le recorrió el cuerpo y levantó la barbilla.

Amo a Edward con toda mi alma –dijo con firmeza- Es mi alma gemela y no puedo esperar a que llegue el día en que prometa pasar el resto de mi vida junto a el.

Ah, Bella, me dejas sin aliento, cariño –dijo Edward, que acababa de acercarse a ellas.

Yo también estoy impaciente porque llegue el día en que te conviertas en mi esposa.

Bella sabía por que decía aquello; quería reclamar su puesto como cabeza del Banco de Masen y ella era simplemente un medio para conseguirlo.

¿Bailas conmigo, querida?

Antes siquiera de que ella pudiese protestar, Edward la tomó entre sus brazos y la guió a la pista de baile, donde la abrazo estrechamente. Bella se tuvo que recordar a si misma que aquello era parte del juego y que la manera en la que la estaba sujetando, como si ella fuese algo infinitamente preciado para el, era su manera de demostrarle a los demás invitados que estaban enamorados y que no podían quitarse las manos de encima.

¿Esto es realmente necesario? –preguntó entre dientes cuando la banda empezó a tocar una balada.

Edward la había agarrado tan estrechamente, que ella pudo notar cada músculo de su cuerpo.

Creo que logré convencer a la duquesa de que estoy perdidamente enamorada de ti.

Tengo que admitir que estoy impresionado con tu capacidad interpretativa, querida. Durante un momento casi me convences a mí también.

Obviamente estaba mintiendo. No puedo imaginar que ninguna mujer en su sano juicio pierda la cabeza por ti. Es imposible quererte.

Mi madre solía decir lo mismo.

Bella lo miró y vio que el estaba tratando de esconder sus pensamientos.

Todas las madres quieren a sus hijos, ¿Por qué diría eso? –dijo abrazándolo con fuerza.

Quizá por que es verdad –dijo el mirándola.

Bella era tan pequeña, que temía hacerle daño y ante su sorpresa, se dio cuenta de que estaba impaciente por estar a solas con ella. Por primera vez quiso explicarle a alguien por que había apartado el amor de su vida.

Mi madre se casó con mi padre por si dinero y probablemente, por el prestigio de haberse convertido en la siguiente duquesa de Masen –explicó con sequedad- Desafortunadamente para ella, mi abuelo no era tan crédulo como su hijo. Le dio un ultimátum a mi padre; perdería todo derecho sobre el castillo, el banco y la fortuna de los Masen –continuó, esbozando una cínica sonrisa- Siendo un tonto, mi padre eligió casarse con mi madre y mi abuelo se negó a tener nada más que ver con el.

¿Quieres decir que tu abuelo cortó relaciones con tu padre de por vida? –preguntó Bella, incapaz de ocultar su impresión- ¿Nunca lo volvió a ver?

Los Masen cumplen su palabra –dijo Edward- Mi abuelo sabía que el cerebro de mi padre ya estaba aturullado debido a las drogas, frecuentemente obtenidas por mi madre. Lo desheredó y lo hecho del Palacio del León.

Bella, mientras seguían bailando, pensó que Aro Masen debía de haber sido un hombre despiadado para haberle hecho eso a su propio hijo y no le sorprendía que su nieto hubiese heredado sus mismas cualidades.

¿Y que paso contigo? Pensaba que tu niñez había transcurrido en el castillo.

¿No querrás decir que pensabas que había nacido entre riquezas? –provocó Edward para recordarle las acusaciones que había vertido contra el cuando lo había visitado en el Palacio del León- Los primero años de mi vida los pasé como un campesino, viajando de un lado a otro… era como un niño gitano, tan salvaje como los perros que pertenecían al circo para el que mi madre trabajaba. Eso cuando no se ganaba la vida tumbada de espaldas…

Edward se río amargamente. La frialdad se reflejaba en sus ojos.

En cuanto se dio cuenta de que mi abuelo jamás la aceptaría, se volvió contra mi padre y contra el hijo que había concebido por accidente. Para ella yo era un fastidio y no me quería. Cuando encontró un amante rico, me abandonó al cuidado de mi padre, que estaba medio loco.

¿Qué ocurrió con el? –quiso saber Bella.

Murió de una sobredosis meses después de que mi madre lo hubiese abandonado. El pobre, a pesar de todo lo que ella le había hecho, todavía la amaba. Entonces aprendí que el amor es un sentimiento cruel y destructivo, Bella, y de niño prometí que no tendría lugar en mi vida. Al final mi abuelo se enteró de la muerte de mi padre. Hasta entonces el no conocía mi existencia, pero me llevó inmediatamente al castillo. Descubrí mi patrimonio y créeme, querida, nada me detendrá para que logre mantener lo que es mío por derecho de nacimiento.

Bella se quedo mirándolo; de niña, sus padres la habían colmado de amor y afecto e incluso una vez que hubo sido detectada la enfermedad de su madre, su vida en Littlecote había seguido siendo inmensamente feliz. No podía imaginarse por lo que tendría que haber pasado Edward.

Es una historia terrible. No se que decir –murmuró, incapaz de controlar el leve temblor de su labio inferior.

Yo no necesito que digas nada más que, si quiero en nuestra boda. Para todo lo demás sugiero que mantengas la boca cerrada… aparte de cuando te bese, desde luego –dijo con dureza, arrepintiéndose de haber confiado en ella. Odiaba la idea de ser vulnerable.

La beso, explorándola con su lengua con tal delicadeza que Bella no pudo hacer nada para resistirse. No podía luchar contra el, no cuando el fuego le estaba recorriendo por las venas, despertándole todos los sentidos. Pudo sentir la excitación sexual de el presionando sus muslos.

Una gran necesidad se apodero de ella… y era Edward el único que la podía aliviar. Las caricias de la lengua de el la estaban volviendo loca y cuando comenzó a acariciarle el trasero y la apretó con fuerza contra su cuerpo, ella, tembló, invadida por el deseo. No le importaba que estuvieran en medio de la pista de baile; quería que el le levantar la falda y le hiciera el amor ahí mismo.

Pero al darse cuenta de lo que estaba pensando, logró sacar fuerzas para apartarse de el. Al ver el brillo triunfal que reflejaban los ojos de el se puso enferma.

Esperó que en cualquier momento el fuese a hacer un comentario sarcástico. Observó cómo sus ojos se oscurecieron y sintió la repentina tensión que se apodero de el. Pero, ante su sorpresa, el se dio la vuelta repentinamente y la sacó de la pista de baile.

Edward, ¿puedo robarte para el próximo baile? –murmuró la condesa.

Me temo que no –respondió Edward fríamente- Nos marchamos. Bella ha tenido un día muy largo y necesita recostarse.

Ella parece una frágil flor, Edward –dijo la condesa haciendo un mohín- Ten cuidado y no la desgastes antes de su noche de bodas.

No había respuesta ante aquello, o por lo menos no una que Bella pudiese pensar, ya que estaba como atontada. No podía mirar a Edward y se quedo mirando al suelo. Aquel día le había parecido muy largo. Se preguntó si había sido aquella misma mañana cuando había ido al castillo para ofrecerle a Edward trabajar para el y pagar así la deuda de su padre.

Los paparazzi todavía estaban en la puerta del hotel pero, para alivio de Bella, Edward había perdido interés en impresionarlos y la escoltó a toda prisa a la limusina que les esperaba.

¿Estás seguro que no quieres posar para que hagan más fotografías de la feliz pareja? –preguntó ella, utilizando el sarcasmo para camuflar el efecto que tenía sobre ella aquel hombre.

Creo que ya hemos dejado claro que nos vamos a casar por las razones correctas ¿no crees, querida? –contestó el- Mañana, la mayoría de los periódicos europeos hablarán de nuestro apasionado romance.

Mientras se dirigían hacía el departamento de Edward, Bella tuvo la sensación de que había algo preocupante en lo último que había dicho el, pero estaba demasiado cansada para pensar en ello.

Adormecida, sintió como comenzaron a cerrársele los ojos y como la cabeza le pesaba demasiado…

A su lado, Edward se puso tenso y miró la cabeza de ella, que reposaba en su hombro; tenía la boca entreabierta y parecía tan inocente como un niño.

Pero se recordó así mismo que era una ilusión. Bella era una mujer adulta que sabía perfectamente lo que estaba haciendo. De alguna manera ella se había dado cuenta de que su aire de timidez y la manera en la que se ruborizaba cada vez que el la mirara le excitaba, pero nada de aquello era verdadero. Bajo aquella fachada de inocencia, ella era tan calculadora como cualquier otra mujer que el había conocido. Una mujerzuela mimada que había permitido que su padre arriesgara todo para que ella pudiese continuar con su extravagante estilo de vida y que estaba preparada a venderse a si misma por motivos económicos… aunque tenía que admitir que parecía motivada por salvar a su padre de la cárcel.

No se despertó cuando la limusina entró al aparcamiento subterráneo. Edward le puso una mano en el hombro para despertarla, pero no tuvo corazón para hacerlo. Entonces la tomó en brazos y se dirigió al ascensor que les llevaría a su departamento.

Cuando llegaron, la llevó a su habitación y la tumbó en la cama, desabrochándole el vestido y admirando la belleza de aquella delicada mujer. Vestida sólo con un conjunto de braguita y sujetador blanco, era una deliciosa tentación contra la que tuvo que luchar. Pensó que ya habría tiempo después de la boda para prenderle fuego a la explosiva carga sexual que había entre ambos. Tenía todo un año para disfrutar de la deliciosa naturaleza sensual de ella. Y Bella también disfrutaría… el era un experto amante que disfrutaría al asegurar la satisfacción sexual de ella tanto como la suya propia…