Capitulo 5:
Descubriendo la Verdad
Mientras caminaba entre la gente aun estaba un poco anodada, Esme Cullen no era una enemiga y solo con el hecho de tenerla en el medio ya me sentía feliz. Intente buscar a Edward pero no lo vi por ninguna parte, me quede ensimismada por algunos segundos digiriendo la situación por la que había pasado.
No podía negar que por un momento sentí miedo y su imponente presencia me consumió pero al escucharla hablar de Carlisle y sobre Edward la protección que tenia sobre el apareció evitando lo que ella iba a decir. Él era un ser preciado, alguien que ocupaba mi alma y corazón me era imposible dejarlo a la merced de esa familia, para mi suerte creo que Esme entendió mi punto de vista, yo no podía dejarlo solo y menos después de saber todo lo que ha pasado, la familia de Edward cometió el grave error de inculparlo tal vez inconscientemente por un accidente, algo que escapaba de sus manos. Yo no era quien para juzgar a Carlisle Cullen y a su familia pero si podía opinar con respecto a Edward y sé que él jamás habría puesto la vida de su hermano en peligro y menos deliberadamente, eso era algo que su padre tendría que entender algún día.
― Edward— susurre perdida en mis pensamientos
― Hola Bella— saludo una voz masculina a mis espaldas, me era vagamente conocida me gire y Aro vulturi apareció en mi campo de visión.
― Sr. Vulturi ¿Qué hace usted aquí?— deje escapar y me arrepentí de mi dicho ¿Qué me importaba lo que hiciera aquí?, el hombre me quedo mirando con ojos de expectación y respondió
― Al igual que tu he venido al matrimonio Bella, la mama de Tanya y la mía son grandes amigas.
― Al parecer tu madre es amiga de todas— sisee, el soltó una sonora risa
― Si, parece que sí, ella es intima amiga de Esme Cullen de hecho ellos dos son mis padrinos de bautismo— esa era la maldita razón, era el motivo por el cual Carlisle le había metido por los ojos a Edward la presencia de Aro ¿sería realmente el único motivo?
― Ya veo— mitigué el sarcasmo— bueno ha sido agradable verte, nos vemos después— me despedí de él y comencé a caminar pero uno de sus brazos detuvo mi camino sujetándome.
― Espera— susurro visiblemente cerca de mi cuerpo, estábamos en el salón atestado de gente y muchos de los que estaban cerca comenzaban a mirar— ¿Por qué te vas tan pronto? ¿tan celoso es Edward que no te deja hablar con nadie?
― Soy yo la que no quiere hablar más contigo, suéltame— insistí
― ¿oh qué? ¿me acusaras con Edward? Déjame decirte que tu novio es un perfecto idiota.
― ¡cállate!— subí el tono de mi voz— no oses hablar de Edward, tu no le llegas ni a los talones— contraataque soltándome bruscamente de su agarre.
― Te aseguro que podría demostrártelo— entrecerró sus ojos mostrando su asquerosa dentadura— una o dos horas en un hotel…
― ¡eres un atrevido!— apreté mis puños
― Vamos cariño, la primera vez que me viste debería haberte llevado a la cama, así Edward no habría podido seguirte— por un momento analice sus palabras, envidia eso es lo que él tenia
― ¿lo envidias?— pregunte con voz seca, la expresión de Aro cambio de una victoria a furia— creo que acabo de descubrir lo mucho que envidias a Edward, es una lástima— dije con tono de fingida pena— nunca tendrás lo que él tiene, jamás podrás tener su corazón, jamás podrás tener su apellido…
― Eso es lo que crees— nuevamente mi rabia se disparo pero antes de que pudiera atacarlo nuevamente sentí el cuerpo caliente de mi novio a mis espaldas, su posesiva mano se situó en mi cintura dándome el apoyo que necesita
― ¿qué demonios estás haciendo aquí?— pregunto Edward tenso
― Hola Edward, nada solo charlaba con tu novia, creo que tendré que posponer la salida que planeamos en el pasado ya que…
― Ni siquiera lo intentes— habló Edward con voz amenazante— hazlo y juro que personalmente te quebrare todos los huesos del cuerpo.
― Me intimidas Cullen, juro por Dios que lo haces— menciono con burla
― Claro… te sientes seguro ¿verdad?— lancé de repente— Carlisle no te protegerá toda la vida Aro, nada es para siempre.
― Lo mismo digo con ustedes, cuidado que nada es para siempre— anuncio mientras un frio se esparció por mi cuerpo, era un presentimiento, algo malo sucedería.
― Edward, Bella— nos llamo la voz de Tanya, rápidamente se acerco a nuestro lado— ¿dando problemas Vulturi?— pregunto enojada— no tengo para que recordarte que no fui yo la que te invito así que si veo algo extraño date por expulsado del salón.
― ¡wow! Chica ruda, no te preocupes que yo estoy en paz, que pasen unas buenas noches— se despidió con la mano— Adiós Bella— susurró con tono sensual.
― ¡hijo de puta!— gruño Edward y avanzó para pegarle, mis manos fueron mas rápidas deteniéndolo antes de que armara un escándalo
― ¡cálmate!— le pedí mientras sujetaba fuertemente sus brazos. Sus ojos se fijaron en los míos pero no vi comprensión ni sosiego, al contrario, estaba completamente furioso.
― Suéltame— gruño en voz baja— no me toques— ¡estaba furioso! Lentamente solté su chaqueta, me dio una trastornada mirada y se perdió hacia las terrazas
― ¿Qué demo…?— la palabra quedo colgando, el verlo salir tan molesto me dejo algo conmocionada
― Esta celoso— declaró Tanya a mis espaldas.
― ¿Qué?— pregunte mientras me giraba
― Esta celoso ¿a caso no conoces cuando esta así?
― Yo no…— mi aliento no salía, no podía formular palabra.
― Conozco mejor que nadie a Edward y podría poner mi nombre en prenda a que está demasiado cegado por los celos, ¿nunca te ha hecho una escena de celos?
― Creo que…— comencé a pensar, recuerdo perfectamente una situación que me saco de quicio y tenia precisamente que ver con Aro.
"— ¿Cuál es tu nombre?— me había preguntado aquella vez Aro
― Isabella pero todos me dicen Bella… y ¿el tuyo?— al momento de preguntarle el ambiente había cambiado
― Aro— había respondido Edward en ese entonces, su rostro estaba completamente deformado igual que ahora, tenía la misma expresión iracunda.
― Se… Señor Cullen—
― ¿Cómo estas Aro?— le preguntó ignorándome, en esos tiempos Edward era demasiado frio conmigo
― Bien Cullen, pero veo que tú no estás muy bien. Bueno más tarde me paso por tu oficina para que hablemos, nos vemos Linda Bella— se despidió el hombre pasando por nuestro lado, al momento de volverme a mirar los ojos de en ese tiempo mi jefe había visto la expresión mas furica de toda mi vida
― Sr. Cullen— comencé a parlotear intentando disculparme
― A mi oficina ¡Ahora!— el tono de su voz solo confirmaba lo enojado que estaba— No quiero que hable con nadie de esta oficina— me exigió cuando estábamos dentro de la oficina
― Pero, pero— intente nerviosamente replicar
― ¡NADIE!— grito antes de que un fuerte dolor viniera a su cabeza haciéndolo sentarse— usted no vino aquí a entablar amistad Srta. Swan, Esta aquí por mi y le agradecería que se concentrara en su cometido.
― Si señor— le respondí mientras mi cuerpo temblaba de ira.
La duda que tenia ¿Edward me amaba en ese entonces o su reacción habría sido por la urticaria que le tiene a Aro, de pronto un montón de preguntas saltaron a mi mente, había tanto que responder y creía que este momento era el preciso para responderlo.
― Ahora que lo pienso, sí, yo ya conocía esa reacción— acepte con un poco de desagrado
― ¿vez? El condenado esta tan celoso que no es capaz de controlarse
― Hablare con el
― ¿estás segura? Yo que tu ni siquiera me le acercaría
― Créeme que he estado en el ojo de su furia así que no es mucha la diferencia
― Allá tu entonces, iré a conversar con los invitados, nos vemos luego
― Adiós.
Me separe de la prima de Edward para caminar hacia las terrazas, nuevamente me iba a enfrentar a un titán, era el turno de mi novio, tenía que domar a la bestia. Mientras abandonaba los suntuosos salones la música iba quedando cada vez más atrás, las parejas bailando estaban muy a lo lejos y su alegría no se alcanza a contagiar hacia acá. Mis pies tocaron nuevamente suelo abierto, mire hacia mis lados y no vi a nadie, la luz era un poco tenue por lo que no fui capaz de divisar claramente la figura de Edward, avance un poco y recorrí el lugar, eran unas enormes terrazas que daban paso al más hermoso jardín adornado con exquisitas y bellas luces. Cuando iba dando la vuelta al edificio la figura de un alto y fornido hombre se coló por mi vista, tenía sus dos manos en los bolsillos y observaba el paisaje completamente aislado de la realidad.
― ¿me dejas pasar?— pregunte desde una distancia prudente.
― La terraza es libre, cualquiera puede pararse aquí— el sarcasmo que note en su comentario me hizo enfurecer.
― Quiero saber inmediatamente ¿Qué demonios te pasa?— pregunte con exasperación, Edward soltó una carcajada leve entrecerrando sus ojos.
― ¿Qué me pasa? ¿realmente quieres saber qué me pasa Bella?— suspiro aliviando un poco su expresión— no soporto la idea de que alguien se entrometa entre nosotros.
― Pero Edward…—
― No Bella, es un temor que siempre está ahí, lamentablemente tienes a tu lado a un hombre que muchas veces lo superar sus inseguridades, mi corazón no es tan de hierro como pensé.
― Claro que no lo es, tú tienes un corazón especial Edward, nadie jamás podrá negar eso.
― En todo caso ese no es el punto, refiriéndome al tema… Bella yo…— me acerque un poco hasta quedar a uno de sus lados— temo que alguien nos separe— dijo con bastante dificultad
― A caso… ¿a caso dudas de mi amor?— solté con un dolor palpitante en mi pecho
― ¡no!— exclamo girándome hacia donde yo estaba— ¡demonios! Jamás pienses eso, mis inseguridades no son hacia ti… ¡ah!— dijo exasperado— mira… ¡demonios!— volvió a gemir, se agarraba la cabeza y maldecía en susurros.
― ¿Qué? ¡¿dime qué demonios pasa?
― ¡cásate conmigo!— soltó sin más, mi boca se entreabrió intentando decir alguna palabra pero nada sucedió, mi cabeza comenzó a girar y mi vista se fue difuminando con el paso de los segundos, un terrible e incomodo silencio apareció, el momento era completamente tenso. me afirme de la baranda intentando encontrar estabilidad, las manos de Edward sujetaron rápidamente las mías para ayudarme— ¡maldita sea! Bella perdóname no quise decirlo así, demonios…— sus palabras comenzaban a salir atropelladas de su boca pero lo único en lo que podía pensar era en la frase que había hecho una meya en mi vida
― ¿de verdad quieres casarte conmigo?— pregunte siendo presa del mismo asombro, estaba completamente perpleja levante mi ya mareada vista y vi el fulgor de sus ojos, ¡Dios mío! El si quería esto.
― ¿dudas de mi palabra?— respondió con una pregunta— te juro que jamás en mi vida he deseado tanto algo
― Pero Edward tu y yo nos conocemos desde hace unos pocos meses, tu eres presidente de una compañía y yo… y yo— tartamudee en la última frase.
― Tú— se acerco a mi— eres lo mejor que podría haberme pasado en la vida Bella Swan, sin ti no sería nada— tomo mis manos besándolas suavemente, por un momento me sentí presa del pánico ¡el estaba hablando enserio! ¡quería casarse conmigo!
― Edward si esto es un arranque del momento creo que no es gracioso— me solté de su agarre sintiendo el pesar de mis propias palabras, mi cabeza de inmediato asimilo su arranque de celos con esta sorpresiva propuesta. Me acerque nuevamente al barandal y gemí en silencio por tener tantas dudas
― Bella pero… ¿acaso no he sido claro?, ¿piensas que esto es un arranque? ¡por dios!— me gire cuando el levanto sus manos al cielo— escúchame mi amor, créeme que esto ha rondado en mi cabeza desde hace mucho, en mis peores quiere días de soledad jure que si te volvía a ver no te dejaría ir mas y esta es la mejor manera para atarte a mi Bella, quiero que estés conmigo para siempre
― Pero…— un dedo silencio mis palabras
― No quiero que vuelvas a magnificar nuestras diferencias, siempre las habrá, yo tengo el cabello cobrizo y tu color chocolate ¿y sabes qué? Esas diferencias que pones de por medio a mí personalmente me encanta, hay algo que nunca te he dicho pero yo me enamore de ti por lo humana que eres.
― ¿humana?— enarque una ceja
― Si, es por ese rubor tan significativo que tienes ahora o por el calor que desprenden tus manos, creo que tan bien por lo hermosa y fuerte que te vez cuando te enfadas por esas cosas tan pequeñas pero a la vez tan grandes es que te amo, no porque tengas una fortuna o un buen apellido, poco me importa, los Cullen sin el dinero no seriamos nada Bella, nada.
― Dios— suspire aliviando la tensión de mi alma
― ¿es acaso que no quieres?— levante rápidamente la mirada para ver el dolor reflejado en sus ojos, demonios ahora era yo quien lo estaba arruinando
― No Edward, créeme que este momento ha calado hondo en mi alma.
― ¿entonces?— tomo mi rostro en sus manos
― Acepto Edward, me casaré contigo— le dije confiando en este amor tan grande.
Una enorme sonrisa apareció en su rostro se acerco rápidamente a mi tapando con ansia mi boca con sus besos, mi corazón saltaba de mi pecho, mi cuerpo eufórico acompañaba al incesante golpeteo ¡Dios! Me iba a casar, ¿Quién lo diría? Edward me tomo entre sus brazos para fundirnos en un amoroso y significativo abrazo, poco me importaba lo que dijeran los demás, poco me importaba lo que dijera Carlisle, si era capaz de defender este amor con uñas y dientes estaba lista para ser su mujer. Muy pronto el momento se torno cada vez mas intimo, sus dedos acariciaban mi piel dándome pequeños besos en mi rostro, el estaba disfrutando tanto o más que yo, seria la señora Cullen.
― Prometo que te hare muy feliz— susurro mientras cerraba sus ojos pegando su frente contra la mía— perdóname por hacer de este momento algo impulsivo pero juro que tenia atragantada esa frase desde que regresamos de Grecia, ahí me di cuenta de que no quería estar de novio contigo, vivir contigo y tenerte a mi lado es lo que necesito, quiero estar en resto de mi vida junto a ti Bella.
― Me emociona escuchar eso, tienes que saber que siento igual, soy tan feliz contigo Edward aunque jamás pensé que nos casaríamos creo que no podría haber escuchado una propuesta mejor— él rió— seremos muy felices, de eso no tengas duda.
La música del salón se escuchaba cada vez más fuerte, Edward se separo de mi y extendió sus manos para invitarme a Bailar, yo accedí feliz, estaba bailando con mi prometido, aunque lo nombrara mil veces con ese título creo que jamás podría acostumbrarme. Envueltos en una burbuja de amor entramos al salón y nos situamos en la mitad de la pista a vista y paciencia de toda su familia, nos deslizamos aun en un estado de ensimismamiento con el otro era tan divertido observar las expresiones de la gente al vernos, pude ver con placer las sonrisas de Alice y Jasper además de la que sería mi suegra algún día, Esme Cullen. En cambio al otro lado del salón en un oscuro y sombrío rincón estaban Aro Vulturi y su mentor, Carlisle Cullen. Los ojos de este ultimo me asesinaban, si las miradas matasen creo que desde hace mucho estaría muerta, cerré mi ojos y aspire el aroma de Edward, poco me importaba lo que pensara. La pista cada vez se fue llenando mas, las risas y la música se mezclaban en perfecta armonía, los rostros asombrados de los asistentes acompañaban el perfecto compas que llevábamos.
La noche paso más tranquila de lo que comenzó, tuve que aguantarme las insistentes y aniquiladoras miradas de Carlisle pero Edward se encargo de alejarlas con dulces besos y hermosas caricias. A eso de la media noche nos retiramos nuevamente a la casa de Tanya, Math y ella nos dijeron que partiéramos ya que irían a disfrutar de su compañía en otra parte, respetaba bastante su decisión, si no viera a Edward hace semanas creo que lo reservaría solo para mi aunque fuera una noche.
― Estoy exhausta— dije mientras me dejaba caer por la cama— creo que ha sido una noche para recordar ¿no crees?— me puse sobre mis codos y vi a Edward parado en el umbral de la puerta— ¿Qué sucede?
― Cuando mi abuela, la madre de mi mama falleció, dejo para mí unas cuantas joyas de la familia, en una carta que escribió decía que utilidad tenía que darle y para que persona era tal cosa. Cuando abrí el cofre en donde venían las alhajas me di cuenta de que había una muy especial— comenzó a caminar, sus pasos se dirigieron lentamente hacia su maleta de ahí saco una caja de terciopelo de color negro— ella me dijo una vez que cuando encontrara a la mujer que amara y fuera a convertirse en mi esposa le diera este anillo— se sentó a mi lado abriendo el contenido de la caja, un hermoso anillo con una solitaria Agatha de color café que coronaba la joya— es una ironía del destino que tus ojos sean del mismo color, creo que por mucho tiempo fui destinado a amarte.
― Edward— estaba completamente embelesada por sus palabras
― Creo que ha llegado el momento de darte este anillo Bella, te pertenece.
― ¿pero… pero?— comencé a tartamudear, no recordaba haber sentido tanto nervio en toda mi vida. Edward pasó sus suaves dedos por mis manos acariciando el lugar en donde debía ir esa Agatha.
― ¿no lo quieres?— pregunto mirándome directamente a los ojos
― ¡no es eso! Dios… no es eso— termine en un susurro— es que hay tanto que quiero saber de ti antes…
― ¿antes de casarnos? No creo que eso sea un impedimento, recibe este anillo Bella en prueba de mi amor y juro que jamás nunca volverás a sacártelo, este es el primer día de todo el resto de nuestra vida.
― No sabes cuánto te amo— perdida en el fulgor de su mirada lo bese con ansias, el era todo para mí no podría ser de otra forma si hace cinco meses cuando comenzamos esta locura me hubieran dicho que esto pasaría juro que no lo hubiera creído, hacia cuatro meses que habíamos estado juntos la primera vez y parecía que ya fueran años.
― ¿entonces lo quieres?— pregunto con una enorme sonrisa
― Claro que lo quiero— el tomo delicadamente mi mano y deslizo con una lentitud increíble el óvalo de oro blanco con la Agatha solitaria.
― ¿y cuáles son esas cosas que quieres saber de mi?— una sonrisa adornaba su boca que fue acompañada con su sensual ceja enarcada, al contrario de mi rostro que se torno más serio y cauteloso— ¿Qué sucede?— pregunto con sorpresa por mi reacción
― Edward… cuando estábamos en Grecia hicimos una promesa ¿recuerdas?
― Claro ¿Qué hay con eso?
― Quiero hacer acopio a esas palabras y pedirte que me cuentes algunos detalles que me tienen intrigada
― ¿Qué detalles son esos?— acomodo su peso en la cama y escucho atentamente mis palabras
― Primero hay dudas que tengo sobre lo que paso con Carmen ¿Cómo supiste que estaba en el hospital?
― Bella yo…— intento decir pero sus ojos me decían que no era la verdad.
― Quiero la verdad Edward, hay muchas cosas que no me cuadran, también quiero saber ¿Por qué me subiste el sueldo cuando trabajaba para ti? No creo que haya sido por mis grandes hazañas médicas ¿o sí?
Edward me observo por un momento y soltó un enorme suspiro, se levanto de la cama para dirigirse hacia la ventana, el semblante del hombre que amaba había cambiado, estaba serio pero aun así sabia que me diría la verdad.
― Hay muchas cosas a tu alrededor que no han sido simples coincidencias Bella
― ¿Cómo que cosas?
― Cosas, diferentes cosas que no han sucedido al azar, una de ellas es la forma de la que supe que estabas mal
― ¿Cómo fue?
― Espero no te molestes, yo contrate un equipo de seguridad para protegerte
― ¿Qué?— exclame fuertemente, dios mío…
― Si, desde el día que te "asaltaron"— nótese el sarcasmo— puse tu cuidado a cargo de un ejército de guarda espaldas
― ¿pero porque?
― ¿aun lo preguntas? ¿crees tú que después de la golpiza que te dieron iba a dejar que anduvieras sola por la calle? Si lo pensabas estás loca
― De hecho jamás lo pensé… no sabía que…
― ¿me preocupara por ti en ese entonces?— se giro para verme— yo me he preocupado por ti desde el principio Bella, tú me trastornaste desde que entraste por la puerta de mi habitación la primera vez, siempre fuiste tú Bella, solamente tú.
― Demonios— susurre— entonces el día que Carmen me…
― si, ese día mis guarda espaldas me dieron aviso de lo que sucedía, tú actuaste muy extraña cuando recibiste esa llamada misteriosa y sobre todo aun cuando me pediste permiso para retirarte antes si no hubiera sido por Emmett no te habría dejado salir sola de allí aunque me hubiera arrastrado por el suelo para no dejarte pasar. Cuando saliste confiaba en que mis hombres me avisarían si algo pasaba, lo peor fue después la media hora siguiente fue un infierno hasta que recibí el llamado y sentí que mi mundo se iba al suelo. Cuando te vi en el suelo cubierta con sangre y moribunda temí lo peor, si te ibas yo moriría contigo. Por suerte que todo salió bien y te recuperaste Bella, no sé que hubiera hecho si eso no ocurría.
― Estoy… impresionada— acepte con los ojos perdidos en un punto fijo, Edward había sido el de siempre, su alma era igual que la de ahora, mi idea de un cambio se vio desplazada, lo único que sucedía ahora es que el estaba exteriorizando lo que ya era, un gran hombre.
― Creo que no deberías sorprenderte mucho, jamás he ocultado la fascinación que tengo hacia ti. Es algo imposible de ocultar, tu eres y siempre vas a ser el eje de mi mundo. Ahora vamos a descansar que ya es tarde.
― ¿descansar? Edward pero…— tenia mil preguntas que necesitaban una respuesta
― No repliques, recuerda que ahora tenemos toda una vida por delante Bella, no necesitas apurar nada— beso mis labios y desapareció cualquier cosa que podría haber dicho.
Cuando nos acostamos sus fuertes brazos me pegaron a su cuerpo dándome la seguridad que siempre había ansiado, con el no necesitaría nada mas, su amor y devoción cubrían todas mis necesidades, el es todo lo que siempre soñé. Un sonido extraño me despertó en la madrugada, tantee con mis manos el lecho pero lo único que encontré fue la nada, me levante rápidamente de la cama al sentir las arcadas provenientes del baño.
― ¡Edward! ¿Qué sucede?
― No lo sé…— tosió— creo que algo me cayó mal Bella
― Demonios, sabes debes haberte pegado un virus estomacal esto ya no es ni una crisis o algo por el estilo.
― No te preocupes yo…— antes de terminar estaba devolviendo la comida nuevamente.
Esa noche la pasamos casi en vela, Edward consiguió dormirse muy entrada la mañana. Debido al precario estado de salud que tenia no asistí a ningún evento del matrimonio en los dos días siguientes, sus nauseas aumentaron al igual que los dolores de cabeza, lo único que lo reconfortaba era el té de canela que le hacía a cada momento, decía que su estomago parecía apaciguarse con la dulce escancia.
― No pienso seguirte preparando mas Té— le dije con mis brazos cruzados y con una expresión dura— No hasta que vayas al medico
― Bella ya te dije que…
― ¡No me interesa lo que dijeras Edward Cullen!— grite furiosa por su aparente calma, Tanya no estaba, de hecho estábamos solos en casa ya que hasta el servicio tenía su día libre hoy— te recuerdo que hasta hace unos meses yo estaba al cuidado de tu salud y jamás permití que algo así se fuera de mis manos, no porque te ame dejare que hagas tu voluntad Edward ¡ya basta! Te levantas o juro que traigo a medio hospital a verte aquí.
― Adoro cuando te pones ruda conmigo— su tono sensual me derritió por un segundo pero endurecí mi postura, el no podía continuar así, al paso que íbamos no podría disfrutar de la boda.
― ¡no juegues conmigo Edward! ¿te levantas o te levanto?
― ¿Por qué no mejor nos acostamos?— enarco una ceja y eso me hizo enfurecer. Salí de la habitación azotando la puerta y dejándolo solo, me hacía ver estrellas cuando se lo proponía pero cuando volvía a ser el terco de siempre no había quien pudiera con el— Bella, ¡Bella espera!— comencé a escuchar su voz desde atrás mientras caminaba furica por los pasillos, sus manos detuvieron mi frenético paso para girarme— ¡espera!
― Déjame sola, no te cuidare mas, eres un maldito terco Edward Cullen— intente soltarme pero no me dejo
― Ya está bien mi amor, iré al doctor contigo, déjame ir por mi chaqueta y te llevare a conocer al médico de cabecera de mi familia.
― Está bien— refunfuñe.
Cuando íbamos de camino hacia la clínica Edward llamo al doctor para pedirle una cita, este accedió de inmediato al saber de quién se trataba, llegamos a la consulta y una joven e insinuante secretaria nos recibió.
― ¡oh! Es el señor Cullen ¿verdad?— pregunto en una libidinosa voz que me hizo despertar hasta el mas mínimo celo.
― El Doctor Patrick nos espera— Edward hablo en el mismo tono frio con el que siempre se dirigía a las personas, creo que era afortunada al tenerlo en la intimidad.
― Si, si señor pase por aquí— tomo mi mano y sin perderle permiso a la mujer que se devoraba su cuerpo con los ojos, paso por enfrente de ella y entramos a la oficina del doctor.
― ¡buenas tardes Edward!— saludo un hombre de cabello tan blanco como las mismas paredes de su consulta, el hombre de aspecto aun fresco se paro y a saludarnos con un abrazo a cada uno
― Ella es Isabella Swan, mi prometida— anuncio mientras un escalofrió recorrió mi cuerpo
― ¡oh! Qué bien muchacho, hacía tiempo que no nos veíamos, la última vez fue cuando Alice estaba esperando al pequeño Níkolas, a todo esto ¿Cómo está el pequeño diablillo?
― Bien, Alice nos conto que ya se está sentando solo y a comenzado con la ingesta de alimentos
― ¡me alegro! Pero tomen asiento, díganme ¿Qué les trae por aquí hoy?
― Tengo unos extraños síntomas, creo que pesque un virus estomacal.
― ¿Qué síntomas tienes?
― Dolor de cabeza, vómitos, mareos, cansancio, no tengo apetito— comenzó a enumerar todo lo que habíamos pasado en estos días, sus dedos se sujetaban fuertemente a los míos.
― ¡oh! Si tienes todos los síntomas, bueno primero antes de dar un diagnósticos vete a hacer estos análisis de sangre. ¿usted también tiene los síntomas señorita?— pregunto dirigiendo sus ojos hacia mi
― No, no doctor no tengo ningún síntoma, aún—
― Qué bueno pero tendrá que tomarse los mismos exámenes de Edward ya que podría haberse contagiado pero aun sin manifestarse— eso era cierto, sabia de sobra que estar tanto tiempo expuesta con él me podría enfermar también a mi
― Está bien, me los tomare— el doctor comenzó rápidamente a escribir las ordenes en sus papeletas
― Ahora hablen con mi secretaria y díganle que les indique los laboratorios, los resultados estarán listos en unos cuantos minutos, tienen suerte de haber venido a esta hora todo está despejado y sin pacientes.
― Es una ventaja— agrego Edward mientras nos poníamos de pie.
La siguiente hora la pasamos de examen en examen, mientras nos tomaban muestras de sangre y de orina pensaba en todo lo que estaba pasando, desde el día del coctel no había visto nuevamente a los integrantes de la familia de Edward, Alice se había pasado una vez a la casa pero le pedí que no fuera ya que si Edward tenía algo contagioso podría contagiarla a ella y por ende al niño, lo bueno es que hizo caso y se retiro pidiendo que le avisáramos cuando estuviera bien. Mientras me sacaban sangre podía ver como preparaban a Edward al otro lado de la habitación, sus tiernos ojos y su sensual sonrisa me infundía calma y paz. Cuando ya todo estuvo hecho nos fuimos a comer a la cafetería de la clínica, le deje mi número de teléfono a la libidinosa secretaria para que me llamara cuando los resultados estuvieran listos.
― Estoy algo descompuesto— susurro Edward, estaba sentado en uno de los enormes sillones de la cafetería, sus ojos estaban cerrados y su cabeza se orientaba hacia el techo.
― Si al igual que yo, creo que me maree muy fuerte con esto de la sangre— cuando termine la oración llego la camarera con lo que habíamos ordenado, té de canela con pastelillos de chocolate.
― Qué bueno, muero de hambre— Edward se enderezo y ni siquiera dejo que la camarera terminara de servir, comía con ansia como si se le hubiera privado mucho tiempo de aquellos manjares
― Relájate amor mío te dolerá el estomago— reí, tome unos cuantos sorbos de té pero en vez de aliviarme acrecentaron aun mas mis mareos.
― Lo lamento pero esto esta exquisito Bella— tomo de su te y siguió devorando los pastelillos. Verlo comer así con tantas ganas produjo un efecto contrario, en vez de darme hambre me causo repulsión.
― Demonios— susurre y me pare rápidamente.
Mi vista estaba completamente nublada, miles de puntos negros destellaban frente a mis ojos y la sensación de asco era horrible, corrí por los pasillos de la cafetería hacia el servicio de damas, al llegar ahí no me importo nada ni nadie me abalancé en contra de un inodoro devolviendo todo lo que había comido en el día. Las arcadas eran con ganas, mis ojos se sentían húmedos al igual que mi cabeza, mi frente estaba perlada con sudor frio, unas manos cálidas sujetaron mi cabello y afirmaron mi espalda.
― Esto no pinta nada bien, creo que si es un virus estomacal, ¡maldición!— Edward paso sus manos por mi espalda para ayudarme en lo que estaba haciendo, cuando sentí mi estomago vacio levante la cabeza completamente mareada
― Dios mío… si te sentías así, te compadezco
― Hazlo porque creo que tienes los mismos síntomas que yo
Me llevo con sus gentiles manos hacia un taburete que había en el baño, me deje caer y cerré mis ojos, el suelo, el techo y todo lo demás se habían convertido en uno solo y la sensación de asco parecía no desaparecer, hasta el olor del mismo baño me asqueaba. Estuvimos largo rato contemplando la nada, cuando la secretaria llamo a mi celular ya había pasado casi una hora de que salimos de los laboratorios. Lo bueno es que cuando estábamos frente a la secretaria estaba mucho mejor, mi vista se había centrado y mi cuerpo parecía recuperar las fuerzas que había perdido. Pasamos a la consulta y el doctor estaba muy entretenido con algunos papeles, suponía que eran nuestros exámenes.
― Tomen asiento chicos
― Gracias— susurramos al unísono
― Bueno aquí tengo los resultados de los exámenes
― ¿y cómo salieron?— pregunto Edward mientras yo era presa de una nueva nausea.
― Bien, ninguno de los dos tiene nada, creo que no pasa nada mas por algo que comiste mal Edward, eso te tiene que haber enfermado.
― Ha, ya veo— susurro tomando mi mano
― Ahora les recetare algunas vitaminas y algo para las nauseas pero fuera de todo los tres están muy bien, las vitaminas no se preocupen por…
― ¿los tres?— pregunte súbitamente interesada en la conversación
― Si, no te preocupes que las vitaminas no afectaran tu embarazo, en todo caso…
― Doctor, yo no estoy embarazada— solté de inmediato de pronto mi cuerpo comenzó a reaccionar con histeria, dios dios dios dios… mi mente no paraba de susurrar, el hombre enarco una ceja, reviso los papeles y me miro con expresión aun mas perpleja, él ahora parecía más confundido que yo.
― Isabella creo que estas equivocada, mira aquí en los exámenes claramente sale tu embarazo, tienes casi dieciséis semanas.
― ¿dieciséis semanas?— grite poniéndome de pie, un cuerpo que hasta ahora había pasado desapercibido se paro junto a mí a gritar— eso son…
― Cuatro meses— susurro Edward a mi lado, gire mi rostro y vi la pálida expresión de su rostro pero el verde de sus ojos ardía como fuego.
¿Embarazada? ¿Embarazada yo?... ¡Dios mío!
viernes, 2 de septiembre de 2011
Cuidando tu Corazón
Publicado por anita cullen en 22:56
Etiquetas: Cuidando tu Corazón
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5 comentarios:
HAY QUE FIN..... BELLA BA A TENER UN BABY..... Y DE MI AMADO CORAZON DE HIERRO.......... DIOS QUE BIEN ME FACINA ESTE FIC ES MUY BUENO.. QUE DIGO, EXELENTE.
HAY QUE FIN..... BELLA BA A TENER UN BABY..... Y DE MI AMADO CORAZON DE HIERRO.......... DIOS QUE BIEN ME FACINA ESTE FIC ES MUY BUENO.. QUE DIGO, EXELENTE.
HAY QUE FIN..... BELLA BA A TENER UN BABY..... Y DE MI AMADO CORAZON DE HIERRO.......... DIOS QUE BIEN ME FACINA ESTE FIC ES MUY BUENO.. QUE DIGO, EXELENTE.
waaau casi me da un yeyo el capi dios jaja que sexy que es mi edward jajaja chuta y no me extraña jajaj un hermoso bebe ojala que sea niño jajaja jajaj igualito al padre jajaja que denso la historia va a salir de lo mejor me encanta por dios jajajaja
uhhhhhhhh que final muy graciosos y divertido.
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