Capítulo Décimo Quinto: En el momento y en el lugar equivocado
A penas salí del baño constante que Edward no estaba en el cuarto, rápidamente comencé su búsqueda y lo hice en toda la planta superior del castillo, habitación por habitación pero no estaba. No pude evitar desesperarme y baje las escaleras hasta la planta del primer piso, grite su nombre al principio bajo y luego fui subiendo de tono a medida que mi búsqueda era infructuosa, pero no estaba por ninguna parte – donde habrá ido – susurré casi al borde del terror, me faltaba solo el comedor del ala este, e iba camino ahí cuando me tope con la anciana que me había recibido el día anterior, esta me sonrío y se acerco.
- el joven ha salido, le dejo esto.
Dijo mientras me entregaba un papel doblado en dos, era una nota de Edward, lo abrí y comencé a leer
Esposa Mía:
No te preocupes, he ido por nuestro desayuno, no te darás cuenta cuando ya este de regreso.
Tu amado Esposo.
Claro como no lo pensé antes había necesidades que no podían esperar, seguro que el no quería que asesinara a los empleados por no tener a mano alguna otra fuente de alimentación. Guarde la nota en mi bolsillo trasero, la calma había regresado a mi mente, conociendo a Edward, él trataría que su ausencia fuera la minima, pero aún así no pude evitar constatar, cuando di un vistazo a nuestro entorno que el bosque mas cercano estaba a lo menos a 50 kilómetros de distancia.
Mi espera sería más que un par de minutos aventuré que serían un par de horas para que el encontrará un animal y luego para que regresará a casa, me resultaba interesante pensar como iba a traerme mi desayuno, considerando que yo no bebería directamente desde la botella. Me senté en la terraza donde llegaba el sol, eran cerca de las 10 de la mañana y este alumbraba con toda magnificencia.
Estuve ahí contemplando la basta hectárea que era el patio trasero del enorme palacio, estaba entretenida viendo como uno de los empleados se las daba de jardinero, cuando cruzo por mi mente una idea. Corrí hacia nuestra habitación y saque mi bolso y luego baje a toda prisa hasta la puerta principal, no me percate que la anciana estaba ahí limpiando sino hasta que sentí su voz un poco preocupada cuando me vio entrar al auto que nos había traído hasta ahí el día anterior.
Constate que Edward había dejado puestas las llaves en el encendido y di un pequeño grito de satisfacción cuando lo hice encender.
- Señora… el joven dijo que no saliera de la casa… es muy peligroso cuando todavía hay sol.
Me dijo con evidente pánico en su voz desde las escaleras.
- No se preocupe volveré antes que llegue mi marido.
Alcance a gritar mientras aceleraba.
La verdad no sabía bien como llegar a la cuidad así que aposte a seguir el único sendero que había, las murallas y los edificios pintorescos además de la gente me hizo darme cuenta que ya estaba en la ciudad. Llevaba los vidrios cerrados para evitar que el sol entrara y mi piel brillara como diamante, delatando con esto mi diferencia, lo menos que quería era llamar la atención.
Di un par de vueltas por las calles buscando un lugar donde hubiera un poco de sombra, y lo conseguí en una pequeña calle estrecha, donde los edificios parecían murallas impidiendo que los rayos de sol entraran. Estacione y me baje, camine entre la gente, considerando que mi marido había hecho añicos el único pijama decente que Alice me había empacado, la idea de comprarme uno y esperarlo para darle una idea en que quería gastar el tiempo que debíamos esperar hasta que el sol se pusiera para salir a recorrer la cuidad me hacía sonreír como una tonta mientras todos me miraban, de seguro que si hubiera sido humana estaría roja como un tomate de tan solo pensarlo.
Busque entre los locales hasta que de pronto di con mi objetivo. Boutique se leía en las vidrieras y pude constatar que estaba en el lugar correcto, entre y la señora me saludo en un perfecto italiano – el próximo semestre sin falta estudiaré idiomas – pensé. Iba a ser una tarea difícil darme a entender si ella solo hablaba italiano, le di una mirada avergonzada y decidí que lo intentaría otra vez, respiré aliviada cuando ella habló en un perfecto inglés.
- ¿En que puedo ayudarla señora?
- Mmm ando buscando… un pijama.
Dije un poco avergonzada, no quería explicarle a la vendedora que clase de pijama estaba buscando, y tampoco quería que me mostrará unos parecidos a los que la propia Alice se había encargado de comprar. Me mostró uno y negué con mi cabeza, si Edward había roto el anterior, con los modelos que me estaba mostrando era mejor que permaneciera desnuda que objeto tenía ponerse algo que apenas dejaba para la imaginación. Miré otros modelos hasta que encontré el que era perfecto, era un camisón de satén con un pequeño pantaloncito, algo sugerente pero normal. Así que lo compré.
Cuando salí de la tienda recién tuve la noción de que habían pasado demasiadas horas, el sol estaba a punto de llegar hasta donde estaba yo parada y había girado de posición lo que indicaba que eran casi las doce del día. Edward iba a matarme si llegaba y no me encontraba en la casa. Mis alternativas no eran muchas, no podía retroceder por donde había llegado porque el sol bañaba cada ladrillo y lugar dejando un margen inexistente para llegar hasta el auto.
Así que tuve que subir por la calle hasta que dí con una enorme plaza ovalada con una fuente al medio, la mitad de esta estaba son sol y había un lado en sombras. Mi único camino era ese y a poco andar me di cuenta que no volvería en el auto a la casa, tendría que tomar un taxi – se va a enojar – murmuré imaginando la cara que me pondría mi amado esposo cuando me viera entrar al palacio sin el auto.
Suspiré resignada esta idea iba a constarme una pelea en plena luna de miel, bueno al menos cuando me viera vestida con el pijama se le pasaría la rabia. Iba a caminar hasta el otro extremo cuando el sollozo histérico y agudo de alguien me distrajo, mire a todos lados y vi al causante era un pequeño niño, de alrededor de cuatro años de edad quien lloraba en la entrada de un callejón oscuro, mire a todos lados buscando a la madre que seguro estaba a corta distancia pero no encontré nadie, no había nadie cerca y parecía que a nadie le importaba que el pobre estuviera llorando descontroladamente.
Un instinto hasta ahora desconocido en mi salio a flote, de pronto verlo indefenso me causo una aprensión y sin dudarlo corrí ha su encuentro, caí en estado de shock cuando lo vi adentrarse en aquel callejón oscuro pensé que iba a escaparse, pero logre darle alcance y lo tome por la polera. Si estaba perdido lo mejor que podía hacer era mantenerlo en el mismo lugar, seguro la madre estaba buscándolo frenética. Cuando lo giré hacia mí, el olor de su sangre ahogo mi nariz y la ponzoña inundo mi garganta.
Me dí cuenta que necesita urgentemente mi desayuno. Hice un esfuerzo por controlarme y seque sus lágrimas para calmarlo. El niño paro de llorar y me miró asustado pero sereno, lo alce para llevarlo de vuelta a la luz pero el trato de zafarse apuntando con sus manitas un bulto a unos pasos más allá como tratando de agarrarlo. Camine sigilosamente hasta dar con lo que el niño quería y lo baje, él se acerco y comenzó a pasar su mano sobre lo que parecía una pierna, me acerque un poco mas y quede boquiabierta al descubrir de que se trataba, era un cuerpo, mis manos temblaron al ver el rostro de aquella persona tendida frente a mí.
Era una mujer un poco mayor que yo, tal vez de unos veinticinco años, el bolso que estaba tirado a un costado me demostró que ella era la madre del niño que había encontrado. Me acerque lentamente hacia el chico y lo aleje, puse mi cuerpo primero y me acerque a tocarle el cuello a la mujer, con suerte podría estar viva, aunque su tono blanco estaba adelantándome que lo que había encontrado era un cadáver.
Cuando puse mis dedos en su yugular pude comprobar con espanto que la causa de la muerte tenia mucho que ver con los de mi especie. Tenía una marca conocido para mí, era la misma que yo hace un par de años atrás había adquirido en mi muñeca gracias a James. Me levante de golpe y tome al niño en mi brazos, la habían asesinado y no era un asesino cualquiera era un vampiro.
Mis piernas empezaron a temblar, había sido un error haber salido sin Edward, solo yo podría atraer el peligro de esa manera, como era posible que me topara con un vampiro en una ciudad tan grande como esta. Mi esposo tenia razón yo era un imán para las situaciones peligrosas. Iba a comenzar a caminar cuando el niño chillo nuevamente y unos pasos se sintieron detrás de mi, me gire instantemente y puse el cuerpo del niño detrás de mi cuerpo para protegerlo.
Hasta ese minuto no había estado conciente del miedo que podían hacer sentir los ojos de un vampiro hambriento, nunca me había detenido a mirar los míos propios en esa situación pero verlos en otro me causaba un horror inimaginable, de pronto entendí cual era el afán de Edward de volver mi ojos color amarillo, eran mucho mas agradables que el intenso rojo que tenia frente a mí, estos eran horribles, intimidantes, e inhumanos. Con mis recién descubiertos intentos maternales analice la situación, debía sacar al infante de ahí, si quería mantenerlo con vida, su cuerpo estaba temblando.
El vampiro frente a mí no emitía sonido alguno, estaba sonriéndome de una manera macabra, de la comisura de sus labios se veían sus dientes blancos como la nieve y podía apostar que estaban afilados como una navaja esperando poder untarlos en la carne blanda del infante que tenia en mi regazo. Analice las posibilidades, mi única vía de escape era el camino que estaba obstruyendo el vampiro, tendría que pasar sobre él y hacerlo con carga lo que lo hacia mas difícil, como desee que Edward estuviera ahí, pero claro aún tenia una alternativa, una idea cruzo mi mente y me lleve la mano al bolsillo trasero de mi pantalón pero encontré solo desilusión, maldita la hora en que mi teléfono móvil se había quedado en el auto, de pronto comprendí que esa llamada no iba ayudarme, que sacaba con hacerlo, no iba alcanzar a llegar para ayudarme, sin duda el vampiro hambriento me mataría en los próximos cinco minutos y él al menos necesitaría que resistiera unos veinte para llegar.
Inconcientemente en mi mente comencé a desear que Alice estuviera viendo mi futuro, así al menos alguien podría saber donde encontrar mi cuerpo. Iba a arrimarme hacia la pared cuando vi que el cuerpo del vampiro hizo un movimiento poniéndose frente a mí, se había acercado unos pasos más a sus presas, y me pregunte a quien atacaría primero a mí o al inocente niño que trataba de proteger. De pronto sentí un ardor en mi nuca a la altura del cuello, instantáneamente lleve mis manos hasta ahí y pude comprobar que tenia enterrado algo, lo saque y lo miré fue ahí cuando me percaté que no era solo uno sino dos hambrientos vampiros, uno estaba detrás de mí sigiloso.
Lo siguiente que sucedió fue increíble para mi condición de inmortal, sentí mis pies pesados y la realidad comenzó a distorsionarse, no había pasado ni un segundo y ya me sentía como si hubiera bebido un barril entero de alcohol, deje de respirar e incluso de pestañar y caí de rodillas al suelo, involuntariamente apreté contra mi pecho al niño en un intento vano de defenderlo de lo indefendible, no iba a lograr nada, ellos me lo arrebatarían de las manos y lo matarían, yo no era oponente para ellos en esa condición.
Mi cuerpo parecía estar adormecido, me escocia de una manera salvaje. Vi como ambos vampiros se acercaron y mis manos cedieron soltando el cuerpo del niño quien se alejo chillando de forma automática, sin duda era una respuesta al peligro que significaban esas personas para él. Estaba al lado de su madre en la misma posición que ella, de pronto perdí la vista, estaba ciega, a tientas busque al niño pero no había nada más que el áspero suelo. No recuerdo si pasaron segundos o minutos pero sentí a lo lejos los murmullos de los vampiros discutiendo.
- No lo entiendo, ya debería estar muerta.
Dijo una voz masculina
- Tómala, la llevaremos con nosotros.
Ordeno cortante una voz femenina
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