Hello mis angeles hermosos !!
Aqui les traigo ya al fin los capitulos finales de este hermoso fic, muchas gracias a nuestra querida MARA GAUNT, por compartir con todas y cada una de nosotras su trabajo , te mando mil besitos.
chicas , les pido una disculpa a todas por estar ausente en el sitio , no saben estoy muy triste por no poder estar todos los dias aqui con ustedes , las quiero mucho a todas , saben q sin ustedes el sitio no seria nada, les mando mil besitos y a disfrutar el vicio.
DEJEN SUS COMENTARIOS AL FINAL
ANGEL OF THE DARK
**********************************************
Final Parte I
Edward Cullen
Bella sonrío de una manera tan real que me pareció estar contemplando un milagro, hacia mucho, demasiado tiempo no la veía sonreír de esa manera, como si fuera demasiado feliz.
Y me llene de orgullo y sobrades cuando me supe el artífice de esa felicidad. Finalmente estaba cumpliendo mi promesa, esa que había hecho y que me sentía muy complacido de cumplir. Era un deber por el que gustoso daría mi vida y más.
Le bese la frente y la abrace contra mi sintiendo como su cuerpo encajaba perfectamente con el mío.
Era un hombre con suerte, debía admitirlo, y debía dar las gracias a la Santa Deidad por haberme perdonado ser lo que fui y haberme dado la oportunidad de estar con la única mujer que había capturado mi alma, corazón y cuerpo. Con la única mujer de la que me había enamorado realmente.
Agradecía por ella también, porque se le hubiera dado una oportunidad de conocer la felicidad a pesar de haber pagado el alto precio de perder nuestros hijos, de perder tantas cosas que mirándolas detenidamente parecían irreparables, pero aun estaba ahí, aun de pie, tan fuerte y a la vez tan frágil…
Minutos después, aun estaba perdido oliendo su aroma, amándola silenciosamente, estuchando su respiración acompasada y los suspiros que salían por sus labios.
Ella se quedo dormida unos momentos más tarde. La mire por largo tiempo, encontraba su rostro tan fascinante como mucho tiempo atrás, relajado, blanco, puro y delicado, moví mi mano en su espalda palpando con las yemas de mis dedos su piel traslucida, parecía tranquila, como si no se sintiera atormentada por pesadillas o sueños, parecía completamente recuperada…
No tenia sueño así que continúe haciendo lo que hacía por mucho tiempo más, luego caí en cuenta de que tenía ciertas diligencias que hacer, algunas de ellas inaplazables. Cuidando de no despertarla, retire mi brazo lentamente de su cabeza y me salí por un lado de la cama. La arrope completamente y dejándola en una posición cómoda en la cama, salí de la habitación.
En cuanto estuve fuera cerré la puerta y respire profundamente apoyándome en la pared mientras una sonrisa estúpida trepo por mis labios. Finalmente la tenia donde quería, donde ella pertenecía, y donde se quedaría si el destino así lo quería.
Cuando abrí los ojos nuevamente vi a Victoria parada en el pasillo mirándome con una expresión de completa tranquilidad como hacía mucho tiempo no le veía, parecía para ella normal encontrarme en esta posición, casi desnudo contra la puerta de mi habitación y sonriendo tontamente.
- llego anoche - dijo después de un momento, como si estuviera sopesando las ventajas y desventajas de revelarme esa información, estaba hablando de Bella por supuesto.
Así que la noche anterior, cuando había penado y había ahogado esas mismas penas en alcohol ella había estado allí, la había tenido cerca y habría podido evitarme ese dolor que me consumió hasta hacia unas horas, pensé algo fuera de mí…
- - ¿por qué no me llamaron? - pregunte intentando no sonar déspota, y casi consiguiéndolo, pero aun así mi tono podía ser tomado de grosero.
- - dudaba mucho que hubiera estado lo suficientemente consiente para diferenciar la realidad de la fantasía.- dijo ella mirándome suspicazmente, sentía que sus ojos me atravesaban lentamente y lo curioso y a la vez enervante era que habría tenido razón, si la hubiese visto habría pensado que se trataba de una fantasía y habría cometido cualquier locura.
- - ella quería despertarlo – continuo ella - pero le pedí que lo buscara en la mañana. – Victoria me conocía demasiado bien para saber o al menos intentar adivinar lo que hubiera pasado si me hubiese encontrando con Bella en el estado en que estaba la noche anterior. - debo decir que me alegra mucho que ella se encuentre bien. Aun después de…todo.
Si, ella estaba bien, parecía que había recuperado parte de su espíritu y había ganado una familia que, si no me equivocaba, era la perfecta para ella.
Si ellos la amaban, ¿de qué tenía que preocuparme?
Camine hacia victoria y le pedí que le dijera a Laurent que alistara mi coche, debía ir a la ciudad cuanto antes, a organizar unas cosas y a adquirir algo para Bella.
Debía comprarle un regalo, no se trataba de que quisiera recompensarla por que estuviera de vuelta, solo quería hacerlo. Se trataba simplemente de que quería regalarle algo de mi parte, algo mío, el primero de muchos regalos que le haría a lo largo de nuestra vida juntos.
También debía adquirir para ella un anillo de compromiso.
Uno escogido por mí, no algo que le pidiera a James hacer por mí. Había sido así la última vez y no quería que nada de esta nueva boda se pareciera en algo a ese remedo absurdo que fue, por mi culpa, y para tormento de ella.
Entre a la habitación nuevamente y escogí la ropa para vestirme haciendo el menor ruido posible para que no despertara.
Saque mi ropa de la habitación y me bañe en el otro baño.
Cuando estuve listo volví a mi habitación, la mire y vi que no se había movido de la posición en que la había dejado. Me incline sobre ella y le bese la frente arropándola aun mas y protegiendola del posible frio que pudiera llegar a sentir.
Salí cerrando la puerta y pidiéndole a Victoria, cuando cruce el estar, que la dejara dormir el tiempo que quisiera, ella asintió eficientemente y sonrió cuando me vio marcharme.
Laurent tenía el auto listo, lo único que tuve que hacer fue montarlo y pisar el acelerador para direccionarlo a la ciudad.
En cuanto entre en su poderoso tráfico, me dirigí hacia mi primer objetivo. El establecimiento de Madame Renee.
Estacione el auto y salí rápidamente. Ella se encontraba en el estar diciéndole algo a la recepcionista.
- "Señoguito" Cullen, es un "vegadego" milago" que este aquí – dijo ella mirándome y hablando con ese particular acento suyo. – hacia bastante tiempo que no pisaba mi "hogag"
Me acerque al estar y ella a mí para darme dos besos en cada mejilla, como se acostumbraba a la francesa. Comencé a contarle, obviando algunos detalles que ella no necesitaba saber, que me iba a casar por la iglesia con la petite que había conocido hacia meses.
Ella levanto una ceja inquisitivamente diciéndome que sabía que esa muchacha era especial y que se me notaba a metros de distancia que estaba enamorado de ella. Hasta ella había parecido saber que me había enamorado de Bella antes incluso de saberlo yo mismo.
Solicite su inestimable ayuda pues aparte de ser una costurera, un ama del maquillaje también era organizadora de eventos y sabia que podía contar con ella para que organizara algo sin precedentes, tan diferente de cómo había sido la primera vez, para mi matrimonio con Bella.
- "pondge" todo mi personal a disposición…déjelo en mis manos, no "tendga" nada de que "pgeocupagse"
Le creí porque sabía que ella era la mejor en sus campos. Le di un abrazo agradeciéndolo y ella me dijo que en una semana estaría listo todo.
Era precisamente el tiempo que necesitaba, durante esa semana no iba a dejar que absolutamente nada se interpusiera entre mi propósito de casarme con Bella, entre menos tiempo mejor.
Salí de donde madame y seguí conduciendo hasta llegar a la joyería más grande y más fina de la ciudad.
Antes de bajar llamé al móvil de James.
- - señor Cullen - la voz de James se escuchaba sorprendida, sabía que hacía demasiado tiempo que no le llamaba, que no me interesaba por las cosas de la oficina, sabía que había dejado a un lado el legado que mis padres me habían dejado y lo había puesto todo en manos de James, pero sabia también que a pesar de todo podía confiar en él. Sabía por lo que había pasado y sabía que me había enamorado por primera y única vez en la vida. Y también sabía que por ese amor había y aun estaba dispuesto a mandar todo al diablo.
Comencé a explicarle a James que Bella había vuelto y que nos íbamos a casar, que quería reunirme con él para ultimar los detalles del dinero que le pertenecía a ella y que lo iba a asignar como el vicepresidente de mi empresa.
Pareció sorprendido pero bastante complacido con mis determinaciones, quedamos de vernos en dos días en la empresa para ultimar los detalles, me dijo que el último proyecto iba viento en popa y que estaba dando muchas ganancias.
Seguía y seguiría sintiéndome orgulloso de mi decisión de dejar todo en manos de él.
Cuando dejamos todo listo para citarnos y arreglarlo todo finalmente me encamine hacia el sitio que mas quería ir.
La joyería.
Conduje rápidamente hasta donde sabía que estaba ubicado el sitio. En cuanto llegue me estacione y baje presurosamente del auto. La joyería tenía una entrada grande y bastantes y hermosas joyas en exhibición, tanto dentro como fuera.
En cuanto cruce el umbral fui recibido por una mujer de mediana edad a quien confesé mis propósitos de matrimonio en una semana y a quien dije que estaría dispuesto a pagar por adelantado si podía conseguir el anillo preciso para Bella y tener lista la medida para el menor tiempo posible.
Ella sonrió ante mi impaciencia y me condujo hacia una vitrina que tenía en exhibición varios modelos de anillos, unos más lujosos que otros, todos evidentemente hermosos, los mire uno a uno buscando algo acorde con Bella. Pero por más que miraba no veía algo que llamara mi atención lo suficiente o alguno que fuera compatible.
- - estas son las sortijas de compromiso que tenemos ahora en stock. – dijo ella señalando las que ya había visto y otras más.
Las seguí mirando una y otra vez sin poder decidirme si un anillo de tamaño colosal o una sencilla argolla valdrían para ella. Después de unos momentos no podía asociar a ninguno y me parecía extraño siendo esta una de las mejores joyerías.
- - ¿como es ella?- me pregunto la dependienta al ver que no podía decidirme, aunque no sabía en que podía ayudarnos el hecho de que le describiera a Bella.
- - es valiente, hermosa, y valiosa. Fuerte y vulnerable a la vez. – dije rápidamente describiendo en esas pocas palabras lo que Bella significaba para mi aunque si seguía describiéndola probablemente nos quedaríamos ahí mucho pero mucho tiempo.
- - ¿cómo es su nombre? – dijo ella después de uno momento mirándome compasivamente.
- -Isabella…Swan - dije sin comprender realmente el sentido de su pregunta.
Pero pareció ser suficiente para ella ya que comenzó a hablar para sí misma mirando tal como yo los anillos, no solo los de exhibición sino otros más allá del estante.
Luego lanzando una exclamación de alegría metió su mano delicadamente en una de las vitrinas más pequeñas y selecciono un anillo dorado entre delgado y grueso, entrelazado en oro, con piedras de rubí y diamantes combinadas entre sí.
Era una joya esplendida, ni muy fina ni muy sencilla, simplemente perfecta, me sorprendió no haberla visto y al admirar su brillo, inexplicablemente me recordó a Bella y supe, por eso, que ese anillo seria el perfecto para pedirle que fuera mi esposa, mi verdadera esposa.
La mujer era una experta en joyas, pensé mirándola mientras ella a su vez debía verme a mí y a mi expresión al mirar la sortija, sabía que había hecho una elección correcta.
- como lo hizo? – pude preguntarle sin disimular mi tono de sorpresa-.
- los nombres, especialmente las iniciales y algunas consonantes, pueden ser asociados con las piedras preciosas y los elementos terminantes. El nombre de su futura esposa, así como la describió me dio las pautas para seleccionar ese anillo. Rubí por la fuerza, la valentía, el temple, Diamantes por su vulnerabilidad y valor.
Tenía tanta razón que me obligue moralmente a mirarla con sorpresa una vez más.
Ella siguió sonriendo ante mi asombro.
Saco la delicada joya y la puso en una caja pequeña de seda. Iba a sacar una caja y me di cuenta de que la iba a envolver como regalo a lo cual me negué inmediatamente. Quería que Bella lo tuviera en su dedo en el menor tiempo posible. La tendiente me llevo a la caja para que realizara el pago y me entregaran la joya.
Una vez la tuve en mí poder, agradecí con bastantes sonrisas y, porque no aceptarlo, una generosa propina por toda la ayuda que me habían prestado, salí hacia mi auto y subí en él para direccionarme hacia la casa.
Comenzaba a echar de menos a Bella y el saber que podía verla en unos momentos me llenaba de alegría.
Cuando estaba llegando a casa, antes de entrar y detenido en una parada de semáforo, saque el móvil e hice una reserva en el restaurante más fino de la ciudad.
Conduje con cuidado el resto del camino y llegue a él casa cuando la tarde estaba a punto de terminar.
Salude a Laurent que esperaba para estacionarme el auto, baje de él y subí las escaleras rápidamente.
Victoria estaba quitando el polvo de una de las mesas de estar, la mire interrogante y en silencio, ella sabía que era lo que quería saber por qué en seguida respondió a mi silencioso pedido.
- - entre a organizar la ropa de ella en su habitación, parecía bastante agotada ya que no se despertó, creo que debe estar por hacerlo. – dijo sacudiendo delicadamente otro poco de inexistente polvo.
Subí las escaleras casi de dos en dos y camine rápidamente hacia mi habitación.
Accione el picaporte y entre. Cuando lo hice la vi de pie, desnuda a excepción de una de las sabanas de mi cama, estaba parada frente a la colección de CD´s que tenia.
La admire pensando en las mil formas que podía llevar a cabo para quitarle esa sabana y hacerle el amor sin control.
Dándose la vuelta ella sonrió y sentí ese gesto viajar por todo mi cuerpo en diferentes matices de lujuria.
- - pensé que te habías ido. – dijo, en el fondo de su voz pude captar un dejo de alivio.
- - me fui – confirmé su sospecha dando unos pasos y cerrando la puerta de la habitación detrás de mí. – pero volví más pronto de lo esperado, iba subir a despertarte. – dije, aunque sabia bastante bien que lo que había querido hacer una vez entrara en la habitación era muchas cosas aparte de despertarla.
- - llegaste tarde – afirmo ella caminando hacia mí.
Cuando estuvimos a un palmo de distancia ella se acerco y me dio un inocente beso en los labios pero antes de que se separa de mí, la tome de los hombros desnudos y apreté sus labios con los míos con un poco mas de fuerza, la suficiente para quedar satisfecho de su sabor por unos minutos. Pero solo por ese tiempo.
- - vístete - le pedí en voz baja mirándola intensamente, y queriendo, en el fondo de mi ordenarle que se desvistiera y no que se vistiera - vamos a ir a cenar –
Ella afirmo accediendo y me dio la espalda para caminar hasta el baño, aun envuelta en la sabana como si fuera una toca romana. La mire alejarse para, después de unos segundos dar unos pasos hacia ella siguiéndola pesar de que lo que hubiera dicho antes sonaba a que quería que tomara su ducha sola, pero era incapaz de mantenerme apartado por más tiempo.
Era como si estuviera adherido a ella de una manera especial.
Lo sabía perfectamente y lo sentía así dentro de mí.
Ella cruzo la puerta y yo cruce detrás de ella. Cuando ambos estuvimos en el baño ella retiro la sabana de su cuerpo completamente y se dispuso a bañarse.
Se quedo quieta durante unos momentos, parecía escuchar cada uno de mis movimientos mientras retiraba la ropa de mi propio cuerpo.
Cuando me supuso desnudo entro a la ducha y me miro desde allí.
La seguí y en segundos la tuve pegada a mi cuerpo tocándola, marcándola y poseyéndola una vez más.
Otra vez volvía a la exploración desenfrenada que me obligaba a buscar en ella ese factor siempre nuevo, siempre no descubierto que me hacia desearla de la manera en que lo hacía. No tenía suficiente nunca, siempre deseaba mas, conocía cada centímetro de su cuerpo y aun así siempre me mostraba ávido en volver a explorarlo como si no lo hubiese hecho antes.
El clímax que me envolvió volvía a ser como el cielo en mis manos, siempre era así con ella, devastador, poderoso, satisfactorio y duradero. No había mujer como ella y eso lo sabía bien, lo tenía lo suficientemente claro y adoraba el hecho de que fuera así.
Y adoraba el hecho de que volviera a ser mía. Permanecimos abrazados durante unos minutos recuperando nuestras propias y agitadas respiraciones. Luego la tome entre mis brazos en una toalla y salimos ambos del baño.
Seque su cuerpo con sumo cuidado recordando que había echo esto por ella antes, era similar, ella se dejaba cuidar tímidamente, sonrojada, como si de verdad sintiera vergüenza de estar desnuda delante de mí.
Eso me enternecía de una manera desconocida y era uno de los muchos factores que me hacían amarla y desearla como lo hacía.
Una vez seca la ayude a vestir su ropa interior, sencilla, pero como cosa rara no importaba si era sencilla ya que elevaba la temperatura de mi cuerpo y mi sangre de una manera absoluta.
Entre ambos seleccionamos el vestido que portaría esa noche, lo suficiente provocador para mí, pero también lo suficientemente elegante para lucirlo como la reina que quería yo que fuera siempre.
Seleccione mi propia ropa mientras ella estaba arreglándose el cabello.
Jamás me hubiera imaginado que esas actividades tan cotidianas podían llegar a ser tan excitantes y más en compañía de ella.
Cuando solo me faltaba la chaqueta del traje la mire mientras seguía cepillándose el cabello como una autómata.
Me acerque por detrás y la mire a través de la superficie plateada.
- - estas hermosa - no pude evitar decirle con tanta sinceridad como me sentía capaz, así la veían y adoraban mis ojos perdiéndose en sus formas más redondeadas y curvilíneas, en su cabello brillante, en su piel trasparente y en la expresión de felicidad de sus ojos. - tanto o más que antes - incapaz de resistir a la satinada piel que el vestido dejaba al descubierto, incline mi cabeza y roce con mis labios su hombro frio.
- - Gracias - dijo ella tocándome la mano que había apoyado en la sinuosa curva de su cadera, la tomo entre la suya y la llevo a sus labios para besarla.
Mirándola intensamente y planeando tener el valor suficiente para volvérselo a pedir, ahora genuinamente, le dije.
- - tengo algo para ti – busque en el bolsillo de los pantalones que usaba, había cambiado el anillo del pantalón que usaba antes así que saque la cajita mientras ella se daba la vuelta con una expresión de infantil interés en su rostro.
Recibió en sus manos pequeñas la cajita y sonriendo la abrió con lentitud.
La expresión de su rostro cambio a una de sorpresa mientras los destellos de la joya brillaban en su piel pálida ayudados por la tenue luz de la habitación.
- - me fui por él. - explique, también me pareció importante que supiera que había sido yo personalmente quien lo había buscado para ella, para que supiera o siquiera fuera consciente de que estaba presente en todos mis pensamientos todo el tiempo - Lo adquirí pensando en ti, no en una transacción, o en tener el dinero que te corresponde, lo compre porque pensé en tu pasión, en tu corazón y en tu valor, y con el quiero pedirte ahora, una vez más, pero genuinamente, que seas mi esposa, mi compañera para toda la vida, la madre de mis hijos…la dueña de mi alma. – me puse en una rodillas cual caballero medieval y la mire desde mi posición admirando su belleza y su grandeza.
La expresión de su rostro sorprendido no cambiaba más me miraba fijamente desde arriba, como si aun no pudiera acabar de creérselo.
Alargo sus manos aun con la caja del anillo entre ellas y las estrecho en las mías tirando suavemente de mi hasta que estuve de pie. Sus ojos estaban húmedos y la hacían parecer aun más vulnerable si es que eso era posible.
Tome el anillo de la cajita y se lo puse en el dedo correspondiente, sabia la medida de sus dedos pues había tenido en mi poder los anillos que ella dejo con Victoria, era un dedo delgado y pequeño, así se lo describí a la joyera y este anillo que había seleccionado para ella, misteriosamente era de la talla exacta del dedo anular de Bella.
Deposite un beso en su mano suave y ella me abrazo con fuerza, le devolví el abrazo con creces hasta que tuvimos que separarnos, bese la punta de su respingada nariz y me aparte para darle espacio y que pudiera alistarse sin más interferencias.
- - te espero abajo. – dije dándome vuelta para salir de mi habitación.
Baje las escaleras y avise a Victoria de nuestra ausencia para cenar. Ella asintió complacida, tan diferentemente de cuando le decía que no quería cenar.
Hice algo de orden en mi propio despacho, digite algunas cartas y envié algunos correos. Después de una medida de tiempo volví a subir para ver si Bella estaba lista.
- - ¿Bella…? – accione el picaporte al mismo tiempo que la llamaba y mi mirada inmediatamente la localizo en las estanterías de mis libros, una de sus manos blancas estaba apoyada contra uno de los libros de tapa roja, hacia un contraste bastante marcado entre los dos colores, pero a través de sus dedos pude ver las macas doradas y me di cuenta de que tipo de libro era.
Había leído esas memorias una y otra vez intentando no caer en la desesperanza y en el infierno al que me sumí por la ausencia de quien las escribió.
Ese diario había evitado que me perdiera, pero no sabía cómo iba a reaccionar ella cuando se enterara de que yo lo tenía, y que había leído algo de ella que se suponía era privado abusando una vez más de lo que ella me había dado.
Después de perderla durante tanto tiempo, que algo como esto me la fuera a quitar nuevamente era algo que hizo que mi corazón comenzara a martillarme en el pecho sin control y un temor funesto se apoderara de mi.
Me acerque a ella intentando contener cualquier estallido de humor que pudiera estarse gestando en ese hermoso cuerpecito.
- - lo siento…- dije cuando la tuve frente a mí y la estantería estaba detrás de nosotros. - se que no debí hacerlo - dije justificando mis acciones – pero de alguna manera me ayudo a permanecer cuerdo…y a darme cuenta de cuánto daño te hice sin proponérmelo. Saber que habías escrito todo lo que escribiste fue como…como tener una atadura a este mundo…como saber que estabas viva aunque fuera por medio de esas tristes palabras.
Ella me miraba en silencio, sus ojos volvían a humedecerse, intente decirle toda la verdad por medio de mis ojos esperando que la entendiera, necesitaba que lo hiciera y rogaba por ello.
Suplique para que no albergara ningún sentimiento negativo ante ese descubrimiento
Después de unos minutos angustiantemente largos ella dio un paso hacia mí y me tomo la mano.
- - no estoy enfadada – dijo mágicamente, haciendo que una ola de alivio me recorriera completamente, pero no lo suficiente para que la tensión de mi rostro se aplacara lo suficiente – solo... ¿sorprendida? – No parecía ser muy segura sobre si era esa la palabra que quería utilizar - lo mire y recordé muchas cosas…– recuerdos…esa palabra, tan buena y mala al mismo tiempo. No quería que recordara nada de los pasados meses en los que casi muere por mi causa, no quería que recordara nada que pudiera incitarla a arrepentirse de estar conmigo otra vez, de retractarse de estar a mi lado y volverse total y completamente mi esposa. – creo que es hora de dejarlo todo atrás…de vivir la vida, la segunda oportunidad de vida que me han dado…contigo…la persona que a fin de cuentas salvo esa vida –
Ella no podía ser tan maravillosa, yo no podía tener tanta suerte, pero ahí, mientras ella se refugiaba en mis brazos y yo la protegía en ellos supe que si era posible que la tuviera aunque técnicamente no la mereciera.
Aun quería estar conmigo, aun quería ser mi esposa. La realidad de esto me golpeo alegremente.
Permanecimos uno en brazos del otro durante mucho tiempo.
Cuando nos separamos, ella tomo un chal oscuro que había en el espaldar de una silla y lo deslizo delicadamente sobre sus hombros, que el vestido dejaba tentadoramente al descubierto.
La tome de la mano y caminamos juntos hacia la puerta para después bajar las escaleras e ir hacia la salida.
- - ahora iremos hacia tu sorpresa. – murmure en su oído cuando abrí la puerta principal y deje que pasara.
El auto estaba perfectamente estacionado en la entrada, obra de Laurent, abrí la puerta para Bella y cuando estuvo ubicada subí a mi sitio.
Mantuvimos nuestro trayecto en silencio pero no teníamos nada que decirnos al menos por el momento, ella miraba hacia la ventana silenciosamente, pero el silencio no era tenso, ambos sabíamos que cuando no teníamos nada que decir, al menos en el momento, no teníamos necesidad de llenar vacios silenciosos con palabras adherentes.
Llegamos al restaurante, recordaba por partes una cena similar en un salón de recepción de un hotel, ella sintiéndose sobrepasada por la gente que la rodeaba y yo, en ese momento de meses antes, enfadado conmigo mismo por sentir atracción hacia ella después de que hubiese estado una tarde en el salón de Madame René.
Estacione el auto y bajamos.
En la entrada un mesero nos indico cual era la mesa que habían reservado para nosotros. Tenía una esplendida ventana desde donde se podían ver las diversas y elegantes formas de un acuario gigantesco con la cantidad justa de peces para parecer completamente elegante.
Cuando nos sentamos nos pasó la carta y seleccionamos la comida.
Ella selecciono uno de esos platos especiales que supuse había aprendido cuando era mucho más joven, lo cual me oriento en la conversación que siguió.
Comencé preguntándole por cosas que nunca le había preguntado y sintiendo que la curiosidad por conocerla, que unos meses atrás no había sentido se veía satisfecha ahora cuando comenzaba a conocerla por ella misma y no por algo que estaba escrito en un informe, descubría, para mi enorme satisfacción que escucharla hablar de sí misma era una experiencia mucho más satisfactoria.
Alternamos la conversación sobre ella conmigo y lo que le conté de mi vida personal, la muerte de mis padres y la empresa que llevaba bajo mi mando y muchas cosas más.
Ella me escuchaba en silencio y con toda atención, no había cambios en sus expresiones cuando le contaba de mi, solamente una profunda concentración en mis palabras que me hacía sentir, de alguna manera, bastante halagado.
Después de un tiempo de hablar de mi hablamos de sus planes, no parecía tener una visión futura muy definida y así me lo confeso, luego confeso también que hubiera querido estudiar algo relacionado con gastronomía que era en lo que mejor se desenvolvía. Sin saberlo acababa de darme una idea sobre lo que podía ser, para ella, el regalo de bodas perfecto. Sabía que podía llenarla de joyas, de atenciones materiales, y ella los aceptaría humildemente, pero lo que en mi mente se había forjado era mucho mejor para ella que tener joyas o dinero.
Después de unos segundos de hablar se hizo un silencio algo tenso, como nunca antes entre nosotros desde que volvió, supe que iba a entrar a hablar de un tema que aun la afectaba y permanecí en silencio, corroborando su atención anterior con la mía y escuchando atentamente cada detalle que me servía para terminar de descubrirla.
Hablo de una amiga que había muerto cuando era más pequeña, una amiga a la que había considerado su hermana y que había fallecido hacia más de un año por una enfermedad terminal.
Aferre su mano mientras me contaba pormenores de esa muchacha a la que cuido y por lo que paso mientras estuvo con ella.
Después de eso continúo hablando un poco más libremente.
A cambio le hable de mí, de mis propios secretos y de mi propia vulnerabilidad, aunque fuera diferente a la de ella. Le confesé que había sido Alice quien me había aconsejado que tuviera paciencia al intentar acércame a ella cuando supimos que no iba a morir.
Pareció sospechar, por la suspicacia de su mirada que Alice había tenido algo que ver con su decisión de escucharme, algo más que le debía a ese pequeño duende saltarín.
También la puse al tanto de las últimas novedades sobre el duende y su futuro marido.
Había acudido a Alice en ese tiempo en el que Bella había estado ausente, a pesar de estar desconectado de casi todo había recibido llamada de ella y sin abismo de nada le había contado lo que había pasado, la llegada de la familia de Bella y los progresos de ella en el hospital psiquiátrico, también su marcha, esa que Alice me decía acertadamente que no iba a durar demasiado.
Bella parecía contenta de que Alice estuviera por casarse.
También había hablado con Jacob en medio de mi inconsciencia, había relatado a el mas o menos la misma historia que Alice. El había agradecido mi llamada y me había dicho que prometía volver para nuestro matrimonio, lo que sabía que haría feliz a Bella. A el también le preocupaba, que ella alcanzara la felicidad y eso lo convertía, sin duda, en mi mejor amigo.
- - hay otro tema que me gustaría hablar contigo – dijo ella sacándome ligeramente de mis propias elucubraciones, sentía sus dedos cálidos rozar mi mano, el calor que desprendía su piel me hizo sentir unas agradables cosquillas –
Menciono el dinero que había destinado para ella y el que le correspondía por derecho de las acciones del hospital. Aclare sus dudas
- - los activos que representan las acciones del Hospital Estatal, eres la dueña del cincuenta y cuatro por ciento de ese hospital. Cuando nos casamos pase a ser el dueño, pero están bajo tu nombre desde hace unos meses, puedes hacer lo que quieras con ellas.
- - no tengo idea de cómo manejarlo – me respondió ella sonriendo tenuemente - deberías seguirlo administrando.
- - quiero que lo tengas presente en caso de que llegues a necesitar algo. - dije aunque no quería ser muy abierto en la cantidad de opciones que ella tenía con ese dinero. Ya sabía por qué.
- - todo lo que necesito y quiero esta frente a mí, y en Londres.- dijo ella solemnemente. Yo y su familia éramos todo lo que quería.
No pude evitar sonreír estúpidamente por la sensación de comodidad que me invadió al saber que me consideraba como tal.
Pero de todas maneras ese capital seguiría siendo de ella. Yo no lo necesitaba. Había sacado adelante todo, con ayuda expresa de James, al darme cuenta de que lo que hice había sido lo más equivocado, la decisión menos apta que había tomado en mi vida.
Después de intercambiar unas palabras más decidimos regresar a casa, se veía algo cansada, supuse que no había descansado mucho en parte gracias a mi, así que sonriendo propuse que nos retiráramos.
Pague la cuenta y caminamos hacia el parqueadero.
Llevábamos algunos kilómetros andando cuando ella hablo.
- - ¿podrías prestarme tu celular'? es para llamar a papa. - dijo, asentí pensando en que tendría que adquirir un nuevo móvil para ella.
Lo manipulo y después de unos segundos comenzó a hablar.
- - hola papa...- un momento de silencio- si ya sé que acordamos que te llamaría…pero yo…- sonrió como si él le estuviera diciendo algo gracioso. Mas silencio - el viaje fue un poco pesado, pero estoy bien, estoy con Edward en su casa. No, papa, ningún problema, es más, todo está perfectamente. No quiero que la abuela se preocupe innecesariamente, sabes que ha estado enferma.
Él le dijo algo más y ella siguió respondiéndole con ese tono que pedía tranquilidad- Luego la conversación se hizo más interesante cuando ella dijo.
- - nos vamos a casar por la iglesia, papa, quiero que vengan todos… ¿crees que sea posible? – pregunto con la voz teñida de ansiedad. Por lo que él le respondió la contestación debió ser afirmativa – eeehh… - dijo ella dubitativa, por el rabillo de ojo vi que estaba mirándome, no me desconcentre de la carretera, tenía ese habito de conducir como un animal pero más cuidadosamente, lo había adquirido tiempo después del accidente de mis padres.
- -papa quiere saber cuándo es la boda – dijo como si no estuviera muy segura de preguntarlo
- -una semana – dije automáticamente recordando el límite de tiempo que Madame René había dado para tenerlo todo listo, seguía con mi dicho, entre menos tiempo, mucho mejor.
- - Una se…- iba a decirle a su padre cuando se quedo parada procesando el tiempo que le había dado, luego se quedo en silencio, como si no acabara de creérselo, esperaba que fuera eso y no algo relacionado con que estuviera pensándose mejor la decisión de casarse conmigo - ¿es…estas seguro? – dudo ella.
- - completamente…- dimos una vuelta algo cerrada, la cual tome con cuidado extremo, hice un gesto con la cabeza para secundar mis palabras y que no le quedara duda.
- - una semana, papa – le contesto al móvil aun no muy segura, o por lo menos eso era lo que dejaba traslucir su respuesta modesta. - No sabes cuánto lo aprecio, papa… estaré esperando ansiosa.- dijo ella después de que él le contestara.
Se despidieron y ella puso el móvil al lado del radio del coche. Pude ver que su cuerpo y su rostro se volvían hacia mí
- - Edward… ¿por qué? – quería que le explicara porque estaba actuando tan precipitadamente y no pude sino contestarle con la verdad.
- - no quiero que cambies de opinión… ni quiero que nadie tenga la oportunidad de intervenir.- dije secamente aunque no fuera mi intención.
- - ¿estás seguro?- dijo ella después de unos momentos, dudaba de mí y mis motivos pero no podía enfadarme con ella, Dios sabía que tenía razones suficientes para desconfiar.
- - más que nunca, no debes preocuparte…- dije intentando serenar su preocupación, meses atrás había actuado con la misma precipitación pero esta situación era, de lejos, mas diferente de lo que había pasado antes. - Mañana mismo vendrá Madame a tomarte las medidas. Arreglara cualquier vestido que escojas.
Entre otras cosas todo el evento, pero no se lo dije, como la conocía sabia que pensaría que estaba recargando a Renee con exceso de trabajo y por ende tomaría mas tiempo todo.
No podía arriesgarme y lo sabía.
Llegamos a la casa, ella ya estaba dormida cuando lo hicimos, así que la saque en mis brazos y caminamos hacia la entrada. Por instinto o eso me pareció a mí, ella envolvió sus brazos amorosamente alrededor de mi cuello y se apoyo en mi hombro suspirando suavemente.
Su agotamiento la llevo a que no protestara o chistara o siquiera se moviera mientras le sacaba la ropa y tal como en la tarde volvía a atenderla como si fuera mi muñeca personalizada, actividad que de lejos me parecía muy atractiva.
Le puse un camisón blanco que encontré en el guardarropa y cuando estuvo lista la metí debajo de las sabanas y proseguí a cambiarme yo.
Una vez listo me metí entre las sabanas con ella y abrazándola como si tuviera miedo de perderla me quede dormido con excesiva rapidez.
El olor a tostadas y a algo más penetro por mi nariz obligándome a sacudirme los restos de sueño.
Abrí los ojos lentamente y ante mi estaba la cara sonriente de Bella.
- - el bello durmiente, levántate dormilón - dijo ella dándome un besito en la mejilla y enderezándose para tomar algo a su lado.
Abrí los ojos y me apoye en los codos para ver lo que hacía, en sus manos tenía una bandeja con el desayuno, uno que, si mi instinto no fallaba, había preparado ella.
- - vaya - dije mirándola nuevamente, esa sonrisa de completa felicidad le daba a su rostro un aire de hermosura que contrastaba profundamente con su propia hermosura habitual - con estos desayunos en la cama nunca me voy a aburrir de ser tu esposo.
Ella sonrió más abiertamente y dijo.
- - espero que al menos una vez a la semana sea yo la agasajada, sino te pediré el divorcio.
La mire fijamente pensando en que algo así se presentara.
- - hace un tiempo hice una promesa, una que planeo cumplir hasta que la vida se me acabe.
La sonrisa de ella fue reemplazada por una expresión de sincera preocupación al captar la seriedad de la mía.
- - ¿de qué estás hablando? – pregunto aunque sus ojos me decían que sabia en parte de que estaba hablando.
- - cuando estuve a punto de perderte para siempre - su rostro me dijo que sabía que hablaba de su episodio tan cercano a la muerte - prometí al cielo y a ti que si te tenia de vuelta a mi lado haría cada cosa que estuviera en mis manos para hacerte feliz. Es una promesa que tengo la firme intención de cumplir.
Ella volvió a dejar el desayuno en la mesa y se inclino hacia mí.
- - ya soy feliz…tengo una familia…tengo a un hombre que me ama…al que amo… tengo dos hijos que me miran desde el cielo y saben que soy feliz así no estén conmigo…tengo una amiga que está al lado de ellos…soy más feliz que nunca… no cambiaría nada… dijo en voz baja.
- - hare que esa felicidad dure para siempre, para ti Isabella. No tendrás tiempo, deseos o motivos para estar triste. – dije pendiéndome en sus hermosos ojos marrones.
Sonriendo se apoyo en mi pecho y me abrazo con fuerza, yo le devolví el equivalente oliendo su cabello y sabiéndola mía.
Se levanto después de unos momentos y secándose las lágrimas me ofrecieron la bandeja del desayuno.
- - anda, comételo antes de que se enfrié.
En la bandeja había un omelet con varias especias que me abrió el apetito de inmediato, un vaso de jugo de naranja, un plato de tostadas, a un lado mermelada y mantequilla y unas tazas con café y leche respectivamente. Adornando el espacio final de la bandeja había una flor abierta y hermosa, una flor que poblaba el jardín de mi madre.
- - gracias - dije antes de morder con hambre una tostada.
Cuando termine nos bañamos y antes siquiera de poder pensarlo las funcionarias de Madame Renee comenzaron a invadir la casa.
Seguía apreciando las notables diferencias más que todo en el ambiente, de la primera vez que preparaban mi matrimonio, la felicidad era algo que ase podía respirar, no había presión, ni nada que alterara el rumbo habitual de las cosas, todo por la sencilla razón de que se trataba de un matrimonio que a todo el mundo hacia feliz.
Una de las ayudantas comenzó con Bella y su ajuar de bodas, el catalogo era impresionantemente grueso, la dependienta no me dejo ayudar en ese campo puesto que decía que no debía ver el vestido de la novia antes de la boda, así que no pude hacer nada más que esperar a que tomaron mis propias medidas y escoger el modelo que quería lucir para ese día, no me importaba mucho pero la ayudanta dijo que los esmoquin eran de buena calidad y que cualquiera de ellos combinaría con el vestido de la novia así que escogí al azar de entre cuatro que me gustaron, para lucir ese día.
Como Bella aun no terminaba llame por el móvil a James mientras otra dependienta estaba hablando con Victoria de la recepción, que en esta ocasión seria en mi casa, en el jardín explícitamente, con una decoración apoteósica y romántica.
- - Buenos Días James - dije cuando contesto - ¿como va todo?
- - en perfecto estado señor, la empresa entera sabe que su ausencia es producto de su boda por la iglesia, no lo creerá pero todos se ven positivamente contentos de que se case, otra vez.
Sonreí por la valoración de James. Sabía que él había inculcado muchos de los valores que tenían los empleados que trabajaban para mí.
Me reporto los estados de bolsa y me dijo que el último conjunto ya tenía todos los apartamentos y estudios vendidos.
Tenía junta directiva al día siguiente para hacer oficial el nombramiento de James a su nuevo cargo y de encomendarle, una vez más, toda mi empresa mientras me iba de luna de miel, la cual, después de todo, seria posiblemente la más larga de la historia.
El estuvo de acuerdo, como siempre, aun no sabía cómo era que aun podía contar con él.
Terminamos de hablar, salí al jardín y contemple a varias del ejercito de Madame hablando entre ellas, parecían discutir sobre la distribución de todo en el gigantesco jardín. Las mire por un rato.
- - ¿traicionándome? - preguntó una voz en mi oído, cuando me di la vuelta vi a Bella apoyada en la puerta que daba al jardín mirándome divertida.
- - en absoluto - dije volviendo a mirar a las mujeres que daban grandes pasos y movían las manos en gestos de decisión. - esperando que te soltaran.
- - no me demore tanto - dijo ella, escuche sus ligeros pasos en la hierba. Se puso a mi lado y al igual que yo contemplo a las mujeres.
- - aun no puedo creer que les vaya a tomar tan poco tiempo hacerlo todo.
- - si fuera por mi me casaría contigo en unas horas, pero quiero hacerlo especial para ti, ya lo sabes.
Ella asintió y tomo mi mano.
Los días que siguieron fueron los más ajetreados que había tenido nunca, durante ese tiempo no tuve muchas ocasiones de estar cerca de Bella, a excepción de las noches, pero acabábamos tan agotados que caíamos a la cama como piedras y nada nos interrumpía hasta el día siguiente cuando todo volvía a empezar.
Madame Renee estaba cumpliendo su promesa de manera perfecta, por cada día que pasaba la casa se veía organizada de una manera diferente y el jardín comenzaba a adquirir la apariencia de salón al aire libre.
Bella se había apuntado a la tarea de Victoria y Anaïs, una de las soldado de madame Renee, a escoger y ayudar en la preparación de todos los platillos que se prepararían en el banquete de la recepción.
Recibí una llamada de Madame en donde me decía que nos encontráramos en una de las calles de la ciudad, quería que viera la iglesia que había seleccionado para que se llevara a cabo la boda, estuvo reservada desde el principio para que no se presentaran inconvenientes y me dijo que ya estaba lista, con todos los adornos y demás.
También contrato a uno de los cardenales más eminentes del medio del sacerdocio para que oficiara la ceremonia, dijo que era amigo de ella así que su tarifa se disminuía notablemente pero en el fondo sabia que ella no hablaba en serio y también que sabía que yo no me estaba mirando en gastos en esta boda.
El día miércoles la actividad se vio interrumpida por el arribo de la familia de Bella.
Tocaron la puerta y ella bajo las escaleras corriendo mientras yo tenía una videoconferencia con James.
- - ¡Papá! - grito Bella.
Cuando llegue a la puerta vi al padre de Bella…de pie en la puerta y flanqueando la silla de ruedas de un anciano que se le parecía mucho. Pero lo que había sorprendido a Bella y a mí evidentemente era el hecho de que su padre estaba caminando
- -¿Cómo…? - pregunto Bella quedándose sin palabras mientras se inclinaba y besaba a su abuelo en la frente - ¿Cuándo…? -
- - estoy en un programa intensivo de terapias físicas - explico Charles recibiendo el beso de su hija mientras Victoria se acercaba y les pedía que siguieran.
Detrás de ellos entro otra silla de ruedas pero portaba a una mujer, de edad, muy parecida a Bella en los ojos. Bella se inclino y con lágrimas en los ojos le dio un amoroso abrazo.
- - me alegra que estén aquí - sus dos tíos, los hermanos de Charlie también recibieron abrazos y besos de su parte.
Me quede parado ahí, sintiéndome algo incomodo y aparte. Cerrando a los tíos se hallaban las dos enfermeras que supuse serian de los ancianitos.
Bella abrazo a Charlie y soltándose de el camino hacia mí con una sonrisa.
- - Abuelo, abuela, el es mi prometido….Edward Cullen - me tomo de la mano y me hizo caminar con ella hacia donde estaban las dos sillas de ruedas, debí dirigirle una mirada tan cargada de amor a Bella que cuando mire hacia la anciana vi que me estaba observando con ojos brillantes y una sonrisa en la cara, me acerque y tomando una de sus suaves y arrugadas manos la bese como un caballero.
- - es un placer, señora - dije cuando la volví a mirar. La anciana sonrió más abiertamente y miro a su esposo que me miraba a mi mucho más serio que ella. Le solté la mano suavemente y la extendí hacia el patriarca de la familia de Bella - mucho gusto, señor - dije pensando en mis propios abuelos y su deseo cuando no era más que un niño. De mi familia solo quedaba mi tío lejano, pero después de criarme no quiso saber nada más de mí y se marcho a pasar los días que debían quedarle en retiro.
Pero me di cuenta de que el señor no tenía suspicacia en la mirada, sino que parecía ser su expresión habitual, extendió la mano y estrecho la mía con más fuerza de lo que sugería su condición de uso de silla de ruedas.
- - el gusto es mío, joven- dijo con voz ronca.
No sabía qué cosa le había contado Bella de mi a esa pareja, pero se mostraban amables, tan dispuestos a recibirme y a que me casara con Bella que lo demás no importaba. Tendría bastante tiempo para conocerlos mejor y para que se hicieran una imagen correcta de mí.
Los invite a seguir a la sala mientras Bella cotorreaba con su padre en susurros, Victoria ofreció algo de beber y solo los abuelos pidieron algo para refrescarse.
Mencionaron que no se quedarían mucho tiempo pues tenían que ir a descansar al hotel donde habían reservado las habitaciones a registrarse.
- - pueden quedarse aquí si lo desean, hay suficientes habitaciones - ofrecí inmediatamente pero Charlie se negó.
- -no queremos incomodar, además ustedes necesitan privacidad para organizar todo, eso sí espero que nos pases al menos la cuenta de al menos la mitad de lo que has gastado en organizar todo esto, y lo que falta, se dice que la tradición es que el padre de la novia pague por todo.
- - no hay necesidad…con que estén aquí, con Bella, es más que suficiente.
Hubo una dispersada discusión acerca de quien asumiría los gastos, pero la conclusión a la que llegamos fue la misma, repartiríamos los gastos en la mitad y nadie tuvo objeción, Charles decía, y toda su familia lo secundaba, que yo parecía saber más de eso que ellos y que si estaba cómodo con ello preferían dejarlo todo en mis manos. Les agradecí sobremanera que lo consideraran de esa manera, además por qué no podíamos echarnos para atrás en esto, faltaban menos de tres días y la mayoría de las cosas ya estaba preparada.
La abuela de Bella le pidió que le mostrara el modelo de vestido que había escogido mientras nosotros nos dedicábamos a conversar de naderías. Finalmente hablaba con los tíos de Bella en términos en los cuales nosotros, los hombres, parecíamos congeniar entre sí. Mi empresa, la de ellos y más adelante, en el futuro, alguna posible fusión para algún negocio.
Charlie se estaba empapando de todo ya que cuando estuviera recuperado del todo iba a asumir un cargo en la empresa que dirigían sus hermanos, tenia estudios en marketing y estaba seguro de que cualquier empresa lo contrataría.
Bella había ido con su abuela al lado de la chimenea y le había pedido que la esperara mientras bajaba con el catalogo que Renee había dejado en casa. Se cuido sonriendo que no lo viera por ningún motivo, ni yo ni el resto de los hombres en la sala, el vestido que había seleccionado para que Madame lo confeccionara para ella.
Por la expresión de satisfacción de ambas, parecía que la abuela aprobaba el vestido y le parecía hermoso.
Quise hacerme muchas imágenes mentales de Bella portando cualquier vestido de novia que mi imaginación conjurara pero hasta que no la viera no estaría contento con esa imaginación mía.
Cuando cerraron el catalogo la abuela susurro algo a Bella y esta se enderezo lentamente mirándome a los ojos.
- - creo que están muy agotados, el viaje...- dijo Bella acercándose a mí, seguramente su abuela le había pedido que me lo dijera para no incomodarme. Sonreí y ella me miro diciendo
- -gracias por haberles pedido que se quedaran acá, aunque no hayan aceptado fue un gesto muy amable.
- -lo que sea para hacer feliz a mi dama - dije haciendo una pantomima de medio reverencia, ella rio y dándome un suave beso en los labios se volvió hacia su abuelo quien pedía excusas pero decía que el viaje les había dado más duro de lo que creían.
Llamando a Laurent hice que trajera a la puerta de la casa dos de los autos que tenia aparcados en el garaje para ponerlos a disposición, Laurent ayudo a los abuelos y a sus enfermeras a subir a unos y Bella sus tíos y su padre subieron al otro. Conduciría al que llevaba a los abuelos y Laurent iría con Bella, con sus tíos y su padre.
Los abuelos permanecieron en silencio todo el viaje, pero no me incomode, no querían hablar para no agotarse demasiado. Sentí ternura hacia ellos, en sus miradas había demasiado amor para Bella.
Las enfermeras dieron las indicaciones de llegada al hotel y las seguí conduciendo cuidadosamente por el enrevesado transito de la ciudad.
Cuando llegamos, con ayuda de las enfermeras, trasladamos a cada abuelo a la silla para que pudieran entrar al hotel y registrarse, cuando estábamos cruzando la puerta escuche el otro coche, en donde venían los demás.
Entraron y se registraron, Bella y yo esperamos a un lado mientras terminaban, los abuelos dijeron que podíamos irnos sin problemas y que nos veríamos el día de la boda, cada uno subió con su enfermera.
Los tíos, Charlie, Bella y yo nos quedamos hablando un poco mas hasta que también llego la hora de despedirnos.
Había sido un día especial para Bella, así lo confirmo cuando llegamos a la casa y Victoria nos esperaba con la cena servida.
El día de la boda desperté mas temprano que Bella, estaba apoyada en mi pecho y dormía profundamente, me dedique a mirarla durante unos minutos pensando en que uniría mi vida a la de ella de manera temporal, para siempre si teníamos licencia.
Pensé en cuanto había cambiado yo desde que la conocí, y en todo lo que había pasado para tenerla donde estaba, pensaba en ella y en sus deseos, en ella y en su familia, en ella, siempre en ella.
Me preguntaba si este amor mermaría con el tiempo, si tendríamos la crisis matrimonial algún día, si tendríamos mas hijos y cuantos más serian.
Millones de cosas se paseaban por mi cerebro pero ninguna de ellas me hacía dudar en mi propósito, porque al final de cada pensamiento, de cada duda o cualquier otra cosa, al final siempre estaba ella. Ella y su amor por mí, algunos podrían no considerarlo suficiente pero para mí lo era. Después de toda una vida sin amor, tenerla a ella era una bendición, un regalo que iba a atesorar durante toda mi vida. Puede que le llevara años de diferencia y puede que aun fuera una niña en muchos aspectos, pero nada de eso importaba siempre que la tuviera en mis brazos.
Juntos podíamos contra todo, aunque técnicamente no nos conociéramos tan bien…o al menos ella no me conociera también, claro que conocer a una persona no necesariamente era leer su vida en un informe detallado. Pero si podía considerarse poco lo que conocía de Bella seguía pensando que el tiempo me daría más cosas de las que enamorarme, y nunca tendría suficiente. Y ella también tendría tiempo de conocerme realmente, aun cuando conociera la peor parte de mi, que yacía muerta junto con mi rencor y mis resentimientos con la vida, nunca tendría motivos para dudar de mis sentimientos hacia ella fueran los que fueran, pero el amor siempre iría a la cabeza. Bella había sufrido ya todo lo que le correspondía sufrir en la vida. Ahora llegaba su época de felicidad.
Estaba tan concentrado en mis diatribas que no me di cuenta de que ella estaba despierta y que la estaba mirando fijamente tal como ella lo hacía en ese momento.
- - te ves…pensativo…- dijo besándome la barbilla y poniendo su cabeza en mi hombro otra vez.
- - yo siempre estoy pensando… en ti, en nosotros…
Ella suspiro y me abrazo. Permaneció en silencio y parecía no querer levantarse muy pronto…
- - el cura debería venir a casarnos acá… me siento falta de energía.- dijo sonriendo.
- - creo que lo consideraría un sacrilegio. Probablemente pensaría que estamos pecando incluso antes de casarnos.
Volvió a suspirar, debía estar cansada de la semana ajetreada, yo me sentía un poco agotado, pero estaba alentado por el resultado final y ella también debería estarlo.
Alargando la mano tome el teléfono de la mesa y marque a la extensión de la cocina. Pedí el desayuno para los dos en la cama para así tener más tiempo de descansar. La boda estaba programada para el medio día.
Nos acomodamos debajo de las sabanas y abrazados mas fuerte descansamos por al menos una hora más.
Una vez terminado el desayuno cada uno tuvo que irse con algún soldado a arreglar su propia apariencia.
Me zambullí mientras el soldado dejaba en mi cama mi traje envuelto en una capucha plástica y perfectamente planchado. Dejo los gemelos para la camisa y todo lo demás y salió.
Afeite mi rostro cuidadosamente, cuando estuve listo me vestí con parsimonia, sentía que estaba listo demasiado rápido, seguramente Bella tardaría más horas, sucedía siempre con las mujeres.
Sonriendo para mi mismo termine de alistarme y Salí de la habitación, fuera me estaba esperando una ayudante de madame René
- - perfecto - murmuro mirando el ajuste de la ropa a mi cuerpo y mi cabello algo desordenado, pero asumí que supuso que no podría hacer nada al respecto, me paso un cepillo por el traje varias veces murmurando para sí y vi que, tal como Madame René era una obsesa de la perfección.
Cuando estuve lo suficientemente presentable para su concepto camine hacia las escaleras de la casa y las baje esperando que nada dañara mi apariencia.
Encontré a James en la sala esperándome.
- - vaya - dijo mirándome y poniéndose de pie - luce mejor que la última vez.- su tono estaba teñido de burla y a la vez de realismo.
Si, por que en esta ocasión me estaba esmerando por que todo fuera perfecto, para los dos. Sonreí y le di un abrazo a James, antes de ayer le había nombrado oficialmente vicepresidente de la empresa. El sonrío cuando me separe y miro hacia la escalera.
- - Creo que demorara aun más tiempo -
Hice lo mismo que el solo que mi mirada estaba teñida de deseo reprimido.
- - yo también, será mejor que vayamos yendo a la iglesia.
El iba a ser mi padrino de boda junto con Alice, Bella tendría a Jaco y a Leah y su padre la entregaría en el altar.
Partimos con James hacia la iglesia para supervisar todo. Cuando llegamos allí Madame ya estaba en ella ultimando los detalles de la iglesia que se vía, me percate cuando entre, francamente esplendorosa.
Cada fila de sillas al final, tenía un ramo pequeño de rosas blancas. El camino hacia el altar en el centro de las sillas tenía una alfombra no roja como se acostumbraba sino de color blanco perla. En cada arreglo de flores de la silla hacia una pequeña vela encendida, lo cual le daba a la iglesia un aspecto tan medieval que me sobrecogió.
En el altar había más y más rosas blancas, mire hacia el enorme Cristo que reposaba tras la mesa del cura. Esa imagen me recordó al Cristo al que había orado en la capilla del hospital estatal.
"Gracias…por todo" pude decir en mi mente mientras escuchaba las ordenes en voz baja de madame.
Mientras me perdía en cada detalle de esa iglesia también me fui percatando de que mas y mas gente entraba, reconocí a algunos de ellos como los funcionarios de mi empresa, a la familia de Bella y a transeúntes que acudían a la misa en esa hora y que se topaban con nuestra ceremonia. Permanecí al lado de James mirando hacia la puerta, tan ansioso por dentro como intemperita por fuera, había algo de personalidad contrastante en ese momento, por dentro la emoción no me dejaba casi ni respirar con normalidad, por fuera aparentaba tranquilidad y serenidad, a muchas luces lejos de lo que se gestaba en mí.
Pensaba en todas y cada una de las razones por las cuales Bella podía no acudir, pero decidí apelar a mis ruegos internos y pedirle a Dios que nada de lo que imaginaba o se cruzaba por mi cabeza, se hiciera realidad nunca.
No conté por cuánto tiempo permanecí ahí, solo supe que cuando fui consiente la iglesia ya estaba llena, y la música de un piano había comenzado a sonar.
Mire hacia la entrada que súbitamente se ilumino con la presencia de Bella en un precioso vestido blanco de falda amplia y perlada, un corsé de color blanco se aferraba casi inútilmente a su estrecha cintura y ahormaba su busto de una manera demasiado sensual, una solitaria y enjoyada perla descansaba en el hueco de su garganta, tan blanca como el vestido que portaba. Tenía los hombros descubiertos y un velo primoroso cubría su rostro y caía hacia atrás en una amplia cola.
Sencillamente espectacular, no encontraba palabras para describir esa belleza que fluía de ella hacia mí.
"Amor mío, ¿que más pruebas necesito para saber que eres la mujer de mi vida?"
Me pregunte en mi fuero interno mientras me imaginaba muchas escenas en las cuales le quitaba ese vestido de varias y diferentes maneras.
Sentí un acceso de lujuria nada propio de una iglesia cuando la vi caminando hacia mí. Cada vez estaba más cerca por lo que alcanzaba a percibir ese aroma natural de ella, de vainilla, mezclado con el buque de flores que tenía en la mano y realzado por el perfume que traía puesto, obre de madame Renee seguro.
Cuando finalmente la tuve frente a mi hice lo posible por concentrarme en lo que su padre me decía y no en su precioso rostro cubierto por el velo.
- te llevas un tesoro de valor incalculable – dijo el hombre poniendo la mano de Bella en mi brazo.
- lo sé – dije mirándola con lo que yo sabía que a los ojos de los demás debía ser adoración incondicional.
Luego me vi presa de un abrazo osuno por parte del padre de Bella, y de alguna manera sentí que aparte de Charles también era abrazado por mi padre, algo me decía dentro de mí que él y mi madre se sentían orgullosos de mí, estaban felices porque yo era feliz.
Le devolví el abrazo con fuerza controlando el impulso de ponerme a llorar nuevamente como un crio.
Cuando nos separamos el me dio unas palmadas en la espalda y dejo a Bella a buen recaudo mío.
Podía ver a través del velo que ella estaba sonriendo y eso me hizo sonreír a mí también. Apoyando su delicada mano en mi antebrazo, continuamos caminando hacia el altar mientras la música del piano retumbaba en cada rincón de la iglesia y la gente, cercana y no cercana nos miraba y sonreía, tal vez porque el amor que nos profesábamos era tan grande que los demás notaban que este era uno de los pocos matrimonios en el que ambos participantes estaban realmente enamorados.
Cuando llegamos al altar Bella se puso delante de la silla de color beige con madera labrada y pintada de dorado. Con la ayuda de Alice acomodo el velo que caía en su espalda para poder sentarse sin inconveniente.
Alice tenía el vestido de la dama de honor, otra de las damas de honor era Rosalie quien misteriosamente había aparecido ese día vistiendo el mismo vestido de Alice de color lila pastel. Emmet la observaba de lejos embelesado, el fue otra presencia que pude notar en la iglesia, era la pareja de ella, finalmente estaban juntos tal como lo había sospechado, la tercera dama de honor era Leah, el vestido contrastaba hermosamente con el color de su piel morena.
-Estamos reunidos en este recinto sagrado para celebrar la unión en matrimonio de esta pareja, Edward e Isabella, quienes han decidido unir sus vidas ante los ojos del altísimo. Oremos.
Todos se pusieron de pie mientras el sacerdote comenzaba a rezar, mencionaba partes de la biblia y daba su discurso, de pie, sentado o en cualquier posición mantuve la mano de Bella entre la mía mientras, bajo las palabras del sacerdote, uníamos nuestras vidas sagradamente.
Primero llego la pregunta de rigor, esa que me sentía más que seguro de contestar.
-¿Edward Anthony Cullen, aceptas a esta mujer, Isabella Swan, como tu legitima esposa, para amarla, cuidarla y respetarla durante todos los días de tu vida? –
- acepto – dije, la seguridad de mi voz retumbo en los muros de la iglesia.
La pregunta se repitió a la inversa con ella quien respondió más suavemente pero con igual seguridad.
Luego llego el turno de los anillos. El sacerdote se salió del estrado desde donde dirigía la ceremonia, en el altar, y se puso frente a nosotros con un libro en las manos.
- los anillos por favor- pidió el sacerdote. Una pequeña niña, parecía asombrosamente a Emmet pero con rasgos suaves e infantiles (debía ser su hermana, si no estaba equivocado) se acerco llevando los anillos en una almohadilla de color blanco y de encaje. La puso frente al sacerdote en un gesto muy humilde.
El sacerdote levanto su mano y bendijo ambas sortijas, luego levanto la mano y las roció con agua bendita. Luego a nosotros
- deberá repetir esto mientras le pone la sortija. – dijo señalándome el libro ajado que sostenía en su mano.
Mire las letras que se dibujaban frente a mí como un juramento puro a realizar.
"Isabella Swan, con este anillo te desposo, prometo serte fiel en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la abundancia y la adversidad hasta el fin de mis días"
Y mas allá, si me era permitido.
Escuche las palabras con su cadencia de voz y dirigidas a mí, sentí un calor extraño y placentero en el pecho al escucharla.
Cuando ambos nos pusimos nuestras respectivas sortijas la ceremonia continuó.
Organizada de manera magistral, esperaba no olvidar agradecer enormemente a Madame René por todo esto, la iglesia se veía hermosa, no tan hermosa como ella, claro estaba, pero era un recinto que inspiraba paz, y parecía congeniar perfectamente con la hermosa ceremonia que se estaba llevando a cabo.
- si hay alguien que tenga una razón por la cual este matrimonio no se deba llevar a cabo que hable ahora o calle para siempre.
El silencio reino en la iglesia, casi podía oír mi propio corazón retumbar en mi pecho, esperando…rogando por qué no…
- en ese caso – continúo el sacerdote levantando su mano para bendecir nuestra unión. –por el poder que me otorga la ley divina, los declaro marido y mujer, puede besar a su esposa – dijo terminando de hacer el símbolo de la cruz.
Me volví hacia Bella demasiado ansioso de poder probar sus labios. Acerque mis manos a su delicado velo y lo retire hacia atrás para descubrir su hermoso rostro sonrojado y sus ojos llenos de lagrimas, una maravillosa sonrisa cruzaba su rostro dándome a entender que esas lagrimas eran de alegría.
Enmarque su rostro con mis manos y me incline para posar mi boca sobre la suya presionando suavemente y sintiendo su tacto aterciopelado y jugoso. Quise profundizarlo en el mismo momento en que hicimos contacto pero sabía que tenía tiempo de sobra y eso me beneficiaba con la convicción de que más adelante seria más que mía, más mía de lo que era en este momento.
Me separe sonriendo a la par con ella y abrazándola fuertemente, ella apoyo su cabeza en mi pecho y se sacudía temblorosamente, seguramente llorando en silencio.
La apreté contra mí, sabía que debía estar en medio de alguna crisis emocional, y la deje así hasta que ella misma se levanto sin esfuerzo, pudieron haber pasado fácilmente dos segundos.
Se escucharon aplausos lejanos que luego fueron contagiando a toda la congregación que nos acompañaba. Volvimos el rostro para mirar a toda la gente que aplaudía nuestra unión.
El sacerdote nos llamo para firmar una documentación para lo cual también tuvieron que firmar los padrinos de la boda.
Firme en donde me correspondía y observe a Bella hacer lo mismo.
Cuando terminamos Apreté la mano de Bella con la mía y comenzamos a caminar hacia la salida.
Íbamos hacia la recepción que había organizado madame en mi casa, allí le daría su regalo de bodas a Bella y ella me daría el suyo, así me lo había comunicado en un susurro momentos después.
Caminamos por el pasillo de la iglesia a través de los bancos iluminados con mini antorchas, cuando llegamos al límite, fuimos recibidos y ovacionados con una lluvia de pétalos y granos de arroz lanzados desde fuera.
Protegí a una sonriente Bella con mi brazo y caminamos hacia nuestro coche nupcial, mi deportivo en realidad conducido por un esmoquinado Laurent y arreglado con cintas y cosas que lo hacían ver claramente como el auto de una pareja de recién casados.
Laurent nos abrió la puerta y entramos aun sonrientes.
Abrace fuertemente a Bella una vez estuvimos dentro y deje que descansara su cabeza en mi hombro.
Laurent nos llevo rápida y a la vez cuidadosamente hacia la casa de mi padre. Tuve la esencia de Bella en mi nariz todo el tiempo y me daba algún grado de tranquilidad y paciencia hasta que llegara la noche, nuevamente me controlaban las hormonas y no podía evitarlo.
Cuando llegamos ayude a Bella a descender del auto a costa de la larga cola de su vestido.
Victoria nos esperaba en la puerta con una sonrisa compasiva.
Entramos en el silencioso vestíbulo y me volví hacia ella.-
- te amo, Bella Swan, más que a mi vida, y estoy orgulloso de que seas mi esposa, mi mujer, mi amante, y lo estaré durante todos los días de mi vida.
- también te amo, Edward Cullen, y hare todo lo que me sea posible para hacerte feliz.
Besándola en la frente y secándole un par de lágrimas que salían de sus ojos, caminamos hacia la salida al jardín.
En cuanto cruzamos volvimos a ser presas de la lluvia de elementos comestibles y de la naturaleza.
La luz del sol brillaba sobre cada mesa ordenadamente dispuesta, el ambiente limpio y agradable le daba a la recepción un toque, volvía a utilizar el término, medieval.
Había una especie de tarima en el centro de la mesa, donde deberíamos bailar nuestro primer vals, juntos.
Mire hacia Bella al mismo tiempo que fuimos amorosas victimas de muchos abrazos dados y nos vimos separados por la gente que quería darnos sus propias felicitaciones, recibí abrazos de hasta quienes no conocía. Y cada uno de ellos me trasmitió algo nuevo y alegre. Busque a Bella con la mirada sin querer perderla de vista, hasta ese límite y tal vez mas alla iba mi sentido de posesión con ella.
Estaba con su familia, Alice, seguramente, había retirado el velo dejándola solo con el peinado, una trenza daba vueltas en su cabeza varias veces hasta formar un peinado casi medieval, entre los cabellos había incrustadas perlas pequeñísimas que hacían que brillara hermosamente, unos rizos salían de su peinado y rozaban sensualmente sus hombros haciéndome desear reemplazarlos con mis dedos, con mi lengua o con cualquier parte de mi cuerpo.
Otro acceso de lujuria se apodero de mí y tuve algún tipo de convicción respecto a que, tratándose de Bella y de mí, la lujuria siempre iba a ir acompañada de la pasión y del amor. Esto éramos nosotros.
Ella me miro a distancia y sonrió beatíficamente mientras me hacia un gesto con la mano desnuda ahora del guante de encaje.
Le hice un gesto con la cabeza al responder su saludo porque sabía que si movía un musculo más saltaría sobre ella y me la llevaría en hombros como todo un neandertal
Me volví hacia James que me hablaba de naderías, luego el tema se volvió más interesante por que me dijo que ya había dejado toda la documentación en la mesa de los regalos y que solo ella tenía que firmar.
Sonreí de lado pensando en que mi regalo le encantaría.
Una serie de meseros impecablemente ataviados paso con innumerables bandejas para que la gente tomara su copa y se preparara para el primer brindis.
Eran eficaces pues en menos de diez minutos cada integrante de la recepción tenía su copa en la mano.
Me acerque hasta donde estaba Bella y su familia y la tome de la mano.
- un brindis – anuncio James de pie al lado del padre de Bella, de alguna extraña manera sentía que James estaba representando a la parte patriarcal de mi familia y Charles de la familia de Bella. , la gente en las mesas, dispuestas y de pie, esperaron a que James dijera lo que fuera que tuviera planeado decir. – por los novios…porque en alguna parte del mundo alguien se esté casando con verdadero amor, como estas dos personas aquí, quienes a pesar de cada obstáculo y desavenencia que se presento, siguen aquí, demostrándonos una vez más que el verdadero amor si se puede conseguir.
Temblé silenciosamente ante las palabras de mi abogado, tanta razón tenía.
Luego llego el turno del padre de Bella.
- Por mi hija, y su esposo, porque Dios les conceda toda la felicidad que se merecen, el uno en brazos del otro, tan unidos y cercanos como deben ser un hombre y una mujer
Levante mi copa hacia Bella y ella hacia mí, entrelazando las manos bebimos de nuestras copas al mismo tiempo que los presentes chocaban entre si y brindaban por nuestra felicidad.
Mirando fijamente a Bella, transmitiéndole con mis ojos lo que no podía con la boca, bebí de mi copa sintiendo que era el mejor elixir que había probado en mi vida, porque estaba saborizada con esa mirada que me ponía de rodillas sin pensarlo. Ella también bebió de la suya mirándome fijamente.
Todos volvieron a aplaudir.
- "ahoga" es tiempo de el vals de los novios – dijo Madame acercándose a nosotros y aplaudiendo delicadamente.
Sonriendo Bella me miro y me tendió su pequeña mano. La tome y la seguí a la pequeña tarima redonda en donde había una pequeña orquesta que comenzó a tocar la típica marcha del vals.
Bella se detuvo y se volvió hacia mí, puso sus manos en mi cuello y yo en su cintura, la aferre hasta que no quedo una milésima de espacio entre nosotros, sonriendo Bella se empino hacia mí y con la punta de sus zapatos piso los míos, la ayude a subirse completamente en mis pies y comenzamos a bailar al ritmo que yo marque, ella cerró los ojos y apoyo la cabeza en mi hombro mientras yo dirigía el vals de nuestro amor.
Allí, con ella comprendí que las puertas de nuestras vidas pasadas se cerraban definitivamente, ahora se abría un nuevo futuro, uno en el que nos amaríamos hasta que ya no pudiéramos pronunciar nuestros propios nombres y estuviéramos juntos en un geriátrico.
Bailamos toda la canción, algunas parejas se nos unieron, cuando termino llego la hora de partir el pastel. Una montaña de crema ligera y mazapán tierno, obra de Bella y Victoria.
Nos acercamos cogidos de la mano mientras una serie de flashes sobresalían por encima de la luz del sol que nos iluminaba.
Bella cogió el cuchillo y puse mi mano sobre ella. Ambos dimos la primera cortada, los flashes seguían y me sentía demasiado alegre para que me incomodaran.
Alargue la mano detrás de la cintura de Bella cuando una canción comenzó a sonar y todo el mundo fue hacia la pista de baile.
- Tengo algo para ti – susurre a su oído mientras veíamos a varias personas retirarse hacia donde se podía bailar.
Ella me miro sonriente y alargue la mano hacia la mesa en donde estaba un sobre manilado en donde había puesto mi regalo para ella. Ella abrió el sobre lentamente y saco lo que había preparado para ella.
Yo había llenado unos datos pero había otros que solo le concernían a ella, se trataba de una inscripción a una de las mejores escuelas de gastronomía del país. Ella leyó el formulario en silencio mientras una gloriosa sonrisa se formaba en su rostro, cuando termino de leer el formulario y el folleto se volvió hacia mí y me abrazo fuertemente. Le devolví el abrazo pensando que estaba comenzando a hacer las cosas bien, bien para ella.
Nos llamaron en ese momento para que Bella lanzara el ramo de novia a la siguiente mujer en casarse. Caminamos de la mano hasta que estuvimos en el centro de la multitud.
Vi a Emmet y Jacob esperando a sus mujeres, Alice no estaba entre ellas dado que sabía de antemano que se casaría con Jasper y no necesitaba del ramo para saberlo. Me miro unos momentos negó con la cabeza pacientemente al ver a las mujeres casi arremolinadas para participar.
Mantuve mi mirada sobre Bella todo el tiempo. Su sonrisa brillaba de felicidad, me contagiaba a reír y a animar como algunos de los hombres animaban a sus parejas.
Bella se dio la vuelta y
- también tengo algo para ti – dijo ella tomándome de la mano.- pero vamos a tener que irnos por unos momentos.
Mi cabeza se lleno de imágenes eróticas inmediatamente, me sentía como un completo pervertido, pero era un pervertido feliz y aunque me importara lo que dijeran los demás esperaba aun más lo que ella tenía para darme. Aunque no me hubiera importado que no me hubiera dado nada, con ella a mi lado y sabiéndola prácticamente de mi propiedad me bastaba y me sobraba.
Caminamos con lentitud hacia la casa mientras el resto de las personas disfrutaba de una casi cena frugal, el sol aun podía verse y el jardín tenía un aire bastante acogedor y alegre.
Ella me llevo de la mano hacia el despacho de mi padre, me tense un poco al verlo, aun me hería un poco recordarlos, pero me llene de valor, aun no sabía lo que ella había planeado.
Cuando entramos el despacho estaba a oscuras. Aun así ella no encendió la luz, solamente me llevo hasta el centro del despacho. Permanecí quieto esperando hasta que finalmente la luz se encendió.
Estaba en la pared contraria a la ventaba, mirando un asombroso y hermoso cuadro de mis padres, nunca había tenido uno así, por lo que me pregunte de donde había salido. Mire hacia la puerta, allí estaba James mirándonos sonriente, supe que el tenia algo que ver.
- ¿que…? – pude preguntar mientras la voz aun podía salir de mi boca, volví a mirar hacia el cuadro sin poder apartar la vista de este, era magnifico y muy bien detallado.
-No sabía que regalarte que no tuvieras ya, así que le pedí ayuda a James, tuvo esta maravillosa idea y la compartió conmigo…- dijo Bella a mi lado mirando el cuadro también. – la fotografía me la mostro James, luego me llevo con uno de los mejores pintores y con ayuda de él pudimos reproducir la foto en este cuadro…se cuanto los echas de menos y me pareció hermoso que tuvieras este cuadro aquí, para que los miraras siempre que quisieras y no tuvieras que recordarlos solo de memoria.
El pintor había hecho un maravilloso trabajo a pesar del corto tiempo. Debía ser un experto. Mire hacia James y solo pude decir.
- gracias – luego me volví hacia la delicada figura a mi lado y la bese en la frente abrazándola luego y dejando que unas incontenibles y rebeldes lagrimas se deslizaran por mis mejillas y cayeran sobre su pelo. James se retiro silenciosamente y me aparte de Bella para mirarla a los ojos.
- creo que todo el crédito se lo debes a James…ya te dije que soy mala regalando cosas.
- el hecho de que estés aquí, ahora, a mi lado, es más que suficiente. Después de haberte tenido y perdido, volverte a tener es una bendición, un regalo que va más allá de cualquier cosa material que puedas regalarme.
Ella sonrió cándidamente y me incline para besarla con ternura.
- le pedí a James que mandara al pintor a hacer otra copia…
- ¿para qué? - pregunte sin comprender.
- para la casa de la isla Esme…allí donde pasamos nuestra primera luna de miel…allí donde nos quitamos la máscara y donde nos amamos realmente…-
Asentí tomándola de las manos y besándola, tenía mucha razón en eso. Y sabía de antemano que allí, a esa isla, era donde volveríamos a pasar nuestra verdadera luna de miel.
Volví a besarla pero esta vez más íntimamente, aunque sabía que había un centenar de personas esperándonos me permití disfrutar de él, como alguna especie de aperitivo antes de esta noche, esta maravillosa noche que me esperaba al lado de ella.
Cuando nos separamos ambos respirábamos agitadamente. Sonriendo levante mi mano y arregle mis cabellos por donde ella había pasado sus manos, ella por el contrario solamente estaba marcada en los labios, rojos por mi beso.
Me ayudo a peinarme y luego salimos nuevamente a encontrarnos con nuestra fiesta.
La recepción se extendió hasta bien entrada la noche, bailamos, bebimos, reímos, jugamos, y volvimos a bailar, ningún capricho de Bella fue negado y en general parecía que todo el mundo la estaba pasando bien.
Cuando las estrellas hacían contraste con las velas de las mesas madame Renee anuncio que todo estaba por terminar, se habían tomado fotos, se habían grabado videos, cada momento había quedado consignado para la posteridad, nada más satisfactorio.
Bella bailo con su padre, con James con sus tíos, con Jacob y casi la gran mayoría de la población masculina bajo mi vigilante mirada.
Finalmente llego la hora de irse para todo el mundo, la despedida era algo que había planeado René, todo el mundo se quedo en silencio y espero que pasáramos hacia la casa para salir hacia el coche que nos llevaría al hotel, en donde pasaríamos la noche y de ahí saldríamos directamente hacia la isla Esme, solo que esta vez no habría ningún velo ocultando intenciones, solamente ella, yo y nuestro amor.
Volvió a llover sobre nosotros, más comestibles. Pedí a Laurent que se quedara con Victoria y los demás celebrando, un conductor disponible nos iba a llevar a el lujoso hotel donde pasaríamos la noche y desde donde en la mañana nos esperaría otro trasporte para llevarnos a Brasil.
El viaje hacia el hotel no duro mucho tiempo porque era bastante cerca de donde yo vivía, un hotel lujoso y bastante bueno en donde pasaríamos nuestra noche de bodas.
Un botones nos recibió sonrientemente, parecía congraciarse, de alguna manera con nuestra felicidad y nos indico el camino hacia la habitación. Informo que nuestro equipaje llegaría en la mañana y que sobre las 10:00 estaría todo listo.
El ascensor subió hasta el piso once. El botones tuvo la gentileza de acompañarnos solo hasta que el ascensor se abrió en ese piso, después nos dijo que disfrutáramos la velada en un tono marcado y a la vez inocente.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron, tome a Bella en mis brazos y con ella cruce el umbral hacia nuestra nueva y hermosa vida.
**********************************
Final parte dos
Isabella Swan
No tuve mucho tiempo para razonar si Edward estaba diciendo la verdad acerca del tiempo en que se demoraría preparar nuestra boda pero, como lo dije antes, y a pesar de que alguna parte pequeña de mi dudaba, deje todo en sus manos, tal como él quería.
Cerré los ojos mientras las casas y otros autos pasaban por delante de mis, me sentía cansada y sabia la razón por la que lo estaba, ya que había viajado y había permanecido despierta unas horas en la mañana, seguramente a la madrugada se me quitaría el sueño pero no importaba, los ojos me pesaban demasiado como para preocuparme por algo más.
Lo siguiente que sentí fue que estaba en sus brazos y sentía cada paso que daba suavemente, como si no quisiera despertarme, escuche los sonidos lejanos, ya que parecía que estaba a punto de quedarme sin conciencia, lleve mis manos para asegurarme contra él y no ser una carga tan pesada.
Volví a medio ser consiente cuando sentí que me posaba casi sentada en la cama y comenzaba a desvestirme, pero al estar en el limbo del sueño no me importo que me desnudara y me empijamara, aunque me dio algo de vergüenza parecer tan perezosa.
Sentí sus manos tibias poniéndome el camisón y aunque mis ojos se morían por verlo solamente estaban capacitados para mirar la piel rojiza del parpado ya que no se abrían por las que les ordenara hacerlo.
Nuevamente volvió la conciencia y cuando finalmente me abandono del todo fue cuando sentí a Edward abrazándome bajo el calor de las sabanas. Lo demás fueron sueños.
El sonido de los pájaros tempraneros me trajo a la realidad nuevamente, después de un sueño lo suficientemente reparador. Tenía el brazo de Edward sobre mi cadera y escuchaba su respiración tranquila en mi oído. Sonreí socarronamente al pensar en el, pero lo aparte despacio para que descansara un poco más, si estaba correcta no debió haber tenido muchas oportunidades de descansar en este mes que estuve ausente. Deje su brazo acomodado y me levante de la cama al baño.
Lave mis dientes y secándome la boca salí de la habitación hacia la cocina.
No tenía frio por lo que no me puse la bata del pijama, eran las 06:00 am.
Abrí la cocina, Victoria aun no estaba allí lo cual me daba la oportunidad de hacer un desayuno magistral para todos, hacia mucho que no practicaba mis dotes culinarias y temía perder mi toque, una de mis más preciadas habilidades.
Decido no exagerar mucho, pero puse empeño especial en las hierbas y la sazón del omelet, use el sartén más grande para que alcanzara para todos.
No había perdido mi toque, las cosas me quedaron lo suficientemente deliciosas o así lo saboree.
En el momento en que estaba terminando entro Victoria. Retrocedió un paso al verme.
- Buenos Dias, señora…- dijo llevándose una mano al pecho disimuladamente. No había tenido verdadera oportunidad de hablar a Victoria. Recordaba las palabras que habíamos cruzado la última vez que nos vimos. Como cuando llegue en la noche anterior. Pensé en muchas cosas para decirle, no quería pelear, sabía que me odiaba pero por el bien de Edward podíamos intentar ser amigas…. Tantas cosas, y muda como siempre, solo espere a que ella dijera la siguiente palabra para poder sacar un pronóstico de lo que iba a ser nuestra relación de entonces.
- Hola – dije al ver que ella no decía nada más. – siento haber invadido su cocina, pero quería darle una sorpresa especial a Edward…y ya que estaba, pues preparando el desayuno del resto de nosotros.
-por supuesto – dijo Victoria entrando en una actitud contrita que me hizo extrañarme en demasía. – esta es su casa, puede usted hacer cuanto quiera….
- Victoria, espero que tengas algo de comer listo porque muero de hambre…- la puerta del servicio se abrió para dar paso a un poco desaliñado Laurent, que se estaba pasando el cepillo por su traje de chofer y estaba mirándose sin darse cuenta de que yo estaba ahí. – Buenos Dias – dijo cuando se dio cuenta de mi presencia, deteniéndose tan abruptamente que parecía una escena de novela en donde desde el control se le hubiera puesto pausa.
El también recordaba, tal vez como yo, que no nos habíamos separado en buenos términos, el había pensado que yo me había aprovechado de Edward y desde el inicio no le había caído bien. Laurent era un ente que no lograba descifrar, pero no pensaba esforzarme demasiado, me había preocupado durante mucho tiempo lo que la gente pensara de mi, ahora que era feliz por lo que era y tenia, solo podía esperar entablar una sincera relación con estas personas, después de todo, y si así Edward lo quería, iba a vivir con ellas lo que me quedaba de vida.
- Buenos Dias – dije asintiendo con la cabeza- estaba contándole a Victoria que estaba preparando una sorpresa especial para Edward y que ya que estaba aquí había aprovechado para preparar el desayuno de todos nosotros, antes que de empiece este día – por lo que sabia y recordaba que me había dicho Edward la noche anterior, el día de hoy iba a ser un poco pesado para todos. – siéntese por favor que una vez esté listo le serviré.
Laurent se quedo mirándome en silencio por muchos segundos. Pensé en si iba a decir algo a Victoria o a mí, o si definitivamente pensaba que me había enloquecido, por lo que, apelando a la realidad me di la vuelta y continúe vigilando la evolución del omelet relleno de jamón y hiervas y espere a que el matrimonio tomaba la decisión de aceptarme o rechazarme.
Escuche que la banqueta de la mesa de la cocina era corrida y que Laurent seguía pasándose el cepillo por la ropa.
Sonreí ante el silencio, aunque no era señal de algo bueno ni malo, al menos estaba dando su voluntad un poco a torcer al recibir algo de mi comida.
Eran casi las ocho cuando finalmente todo el desayuno estuvo listo. Serví las porciones para todos y dejando la de Edward a fuego lento y para que no se enfriara, me senté a la mesa de la silenciosa pareja a comer el desayuno.
Puede que no fuera ese día, pero de alguna manera tenía que ganármelos, así no lo lograra realmente.
Cuando termine puse a tostar el pan fresco para Edward mientras escuchaba como Victoria levantaba los platos de la mesa y Laurent salía pronunciando un casi imperceptible "gracias" que sonó a gloria para mí. Esperaba afianzar mi relación con el con el paso del tiempo, tal vez no confiara en mí, pero en algún momento de la vida, cuando viera que hacia feliz a su patrón, podía empezar a aceptarme.
Aliste la bandeja con el desayuno de Edward y sonriéndole a Victoria salí hacia la habitación con bandeja en mano.
Cuando entre a la habitación vi a Edward removiéndose bajo las sabanas y al parecer despertándose, era atractivo hasta con restos de sueño encima de él. Deje la bandeja silenciosamente en la mesa y di los pasos que faltaban para quedar al pie de la cama al tiempo que el abría los ojos y me miraba extrañado. Sonreí para hacerle saber que no había nada extraño en esto.
- - el bello durmiente –se me escapo decirle pero en mi interior sabia que, al menos para mí misma, estaba diciendo la verdad, dormido era igual de hermoso que despierto. - levántate dormilón – me incline y le bese la mejilla con barba crecida de un día, luego moví mi mano para remover un poco la leche del café y que no se llenara de nata.
El miro la bandeja que tenia frente a mí y dijo.
- - vaya – sonreí nuevamente ante su tono de sorpresa- con estos desayunos en la cama nunca me voy a aburrir de ser tu esposo.
"No te acostumbres" tuve la tentación de decirle pero sabía que, tal como yo, me estaba gastando una broma.
- - espero que al menos una vez a la semana sea yo la agasajada, sino te pediré el divorcio.- intente enseriarme al decirle eso pero no pude, era demasiado feliz como para hacerlo.
Aunque no parecía enfadado por mi comentario, se puso un poco rígido con lo que dije, no sabía que la palabra relacionada con separación podía alterarlo de ese modo tan tangible.
- - hace un tiempo hice una promesa, una que planeo cumplir hasta que la vida se me acabe.- sus ojos estaban fijos en los míos y la seriedad de su rostro arranco mi sonrisa a un lado para dejarme algo alerta.
- - ¿de qué estás hablando? – aunque se lo pregunte recordé sus confesiones y las promesas que había hecho al cielo meses atrás si mi vida era salvada.
- - cuando estuve a punto de perderte para siempre prometí al cielo y a ti que si te tenia de vuelta a mi lado haría cada cosa que estuviera en mis manos para hacerte feliz. Es una promesa que tengo la firme intención de cumplir- dijo el confirmando mis acertadas sospechas.
Removí la bandeja de mi regazo y me moví hacia él para sentir su calor.
- - ya soy feliz…- le aclare mirándolo directamente a los ojos para que no tuviera ninguna duda de que decía la verdad- tengo una familia, tengo a un hombre que me ama, al que amo, tengo dos hijos que me miran desde el cielo y saben que soy feliz así no estén conmigo, tengo una amiga que está al lado de ellos, soy más feliz que nunca… no cambiaría nada…- el discurso me salió de una manera tan efusiva, sincera, y nada planeada que me sorprendía en ocasiones no ser poeta. .
- - hare que esa felicidad dure para siempre, para ti Isabella. No tendrás tiempo, deseos o motivos para estar triste. – sus ojos atraparon los míos en una nube de posesión y amor que me sobrecogía placenteramente.
Volví a sonreír al sentirme capaz ahora de ver ese amor en los ojos de él, y comprobar una vez más que en esta ocasión sus sentimientos eran sinceros. Me incline hacia él y apoyando mi cabeza en su pecho cuidando de que no notara unas rebeldes lagrimas que escaparon de mis ojos, permanecí abrazada a él unos momentos. Sentí sus manos en mi pelo y su respiración profunda en el también.
Limpiando mis mejillas moví la bandeja hacia él para que desayunara sin problemas.
- - anda, comételo antes de que se enfrié.- le pedí sonrriendole como si se tratara de mi hijo.
El miro con verdadero apetito la bandeja y supe que había hecho bien.
- - gracias – dijo
Permanecí a su lado hablando de naderías, distrayéndolo mientras comía, me daba risa como escuchaba atentamente cada palabra que decía, como si lo que yo hablara fuera de vital importancia, me daban cosquillas de amor a ver su mirada fija en mí y en cada palabra que salía de mi boca.
Termino el desayuno completo y luego se puso de pie rápidamente para llevarnos a ambos a la ducha.
Sonriéndonos mutualmente y mojándonos completamente incluso antes de entrar a la bañera terminamos nuestro travieso baño en un tórrido beso que casi acaba en otra cosa pero que finalmente no pudimos llevar a cabo, Edward creía que los organizadores de la boda estarían arribando temprano y no se equivoco, tan pronto como estuvimos listos salimos e inmediatamente fuimos abordados por una legión en masa de mujeres uniformadas que parecían expertas en cada área de organización.
En medio del caos que su presencia fomentaba se respiraba cierto orden y una atmosfera de tranquilidad, sosiego y, porque no decirlo, felicidad que hacía que, aunque pareciera que había mucho trabajo, cada persona se concentrara en hacerlo bien sin importar cuánto fuera. Había empeño y creatividad, ideas seguras y novedosas en las cuales me veía incluida de una manera tan diferente a la primera vez que me preparaba para una boda que me hizo preguntarme si de alguna manera yo seguía siendo la misma persona o si definitivamente todo en mi había cambiado.
Aunque sabía que había algo en mi que no había cambiado y era mi adoración a Edward.
Fui abordada momentos después por una mujer sonriente y bajita que me llego a una de las habitaciones de estar y comenzó a hablarme tranquilamente de todo mi ajuar de bodas. Me paso una serie de catálogos que espero que yo mirara con bastante paciencia. No quería nada realmente opulento, ya que aun en medio de todo seguía siendo una persona de gustos más bien sencillos, pero la mujer insistió en que eligiera un modelo.
- si le gusta la sencillez escoja cualquiera y lo hare sencillo para usted.
Sonriendo escogí un traje vaporoso de hombros descubiertos.
Cuando lo hice ella me paso un catalogo que rezaba "interior".
Cuando lo ojee me di cuenta de que era el catalogo de la ropa interior que debía llevarse debajo del vestido.
- para un vestido como el que ha escogido sugeriría este elemento fundamental. – era una especie de corsé de encaje que abrazaba los pechos sin ningún tirante para no "arruinar el descubierto de los hombros del vestido". Tenía unas bragas encajadas y unos ligueros blancos francamente…provocadores.
No quería sentirme tentada a tener esa ropa debajo de mi vestido, pero una parte de mi que no conocía, una que sentía, ansiaba y deseaba a Edward de una manera brutal, parecía hacer mella en mi en ese momento dándome una idea de cuan atractivo podía ser ese conjunto de lencería para Edward…sobre mí.
Cuando menos lo pensé le dije que si a todas las sugerencias atrevidas que hizo ella, pensé que era la experta y que hacia bien poniéndome en sus manos, ella me dijo que no me iba a defraudar y supe que debía y podía confiar en ella.
Me tomo cada mínima medida de mi cuerpo haciendo gestos de aprobación cada vez que el metro se deslizaba por mi piel, parecía creer que tenía unas medidas perfectas para lo que tenía en mente y no me atreví a contradecirla por la confianza que revelaba su voz.
Cuando terminamos ella salió conmigo siguiéndola diciéndome que iba a ser la novia más hermosa que alguna vez había pisado una iglesia.
Sonreí ante su amable comentario y me dedique después a buscar a Edward por la casa para estar un rato con él, el tiempo había pasado demasiado rápido y había comenzado a echarlo de menos.
Lo encontré en el patio con la mirada sobre unas mujeres de uniforme que se movían "uniformemente" sobre el jardín hablando y tal vez haciendo algún tipo de ajuste que solo ellas sabían.
- - ¿traicionándome? – dije después de haberme acercado sigilosamente a la puerta haciendo mi voz de susurro.
- - en absoluto – contesto el mirándome y después dirigiendo su atención nuevamente a las mujeres - esperando que te soltaran – dijo con humor.
- - no me demore tanto – camine hacia donde él y seguí mirando a las mujeres, no discutían pero cada una de ellas parecía querer dejar su punto claro. – aun no puedo creer que les vaya a tomar tan poco tiempo hacerlo todo.- dije después de unos momentos.
- - si fuera por mi me casaría contigo en unas horas, pero quiero hacerlo especial para ti, ya lo sabes.- contesto él en voz baja haciéndome estremecer, sí, yo también opinaba lo mismo ahora que lo pensaba. Toque su mano con la mía y entrelazamos nuestros dedos. Ninguno de los dos dijo nada mientras las mujeres seguían arreglándolo todo imaginariamente.
Podía vernos a ambos en muchos años, en esa misma posición, uno tomado de la mano del otro y observando no a mujeres de uniforme sino a hijos y más hijos…
Cuando entramos ya era casi la hora del almuerzo, el cual tomamos relativamente rápido, Edward me dijo que estaría ocupado supervisándolo todo y que si no quería acompañarlo podía esperarlo en la sala o haciendo lo que quisiera.
Como no quería estar lejos de él le pedí que me dejara estar con él en cada organización de nuestro evento, a lo cual no se opuso y accedió con libertad.
Aunque lo había hecho para estar cerca de él, la verdad no tuvimos realmente muchas ocasiones para estar juntos ya que cada rincón de la casa requería de una opinión y cada mujer buscaba tanto a Edward como a mí para comentar algún posible cambio o adjuntar algún otro detalle que haría que todo luciera echanté.
Cuando terminaba no me quedaba más fuerza que la que se requería para meterse en una cama y a Edward le pasaba igual, dormía en sus brazos cada noche y despertaba cada mañana para un nuevo ajetreo.
Pero era un ajetreo que me reportaba mucha alegría y gustosa lo haría durante mucho tiempo.
La casa fue adquiriendo la apariencia blanca y sedosa de las rosas, el patio era frondoso y tenia detalles francamente hermosos.
No tuve tiempo de ver la iglesia y lo que se estaba organizando allá, tenía la casa para distraerme en cada adorno y cada minúsculo detalle que se ponía en ella.
Cuando la casa había quedado relativamente lista me zambullí de lleno con la mujer encargada del catering a realizar, dejar escrito y empezar a llevar a cabo el menú de la cena. En esa área no tuve que pelear con nadie ya que tenia conceptos bastante similares con la encargada y cada una estuvimos de acuerdo en cada sugerencia de la otra encontrando armonía respecto a la comida que se serviría ese día.
Las colaciones y preparaciones que llevaban más tiempo, días, las más finas, comenzaron a ser preparadas días más tarde, enseñe a Victoria (retomando ese seudónimo de amistad que compartíamos) junto con la encargada, a preparar alimentos refinados y pasa bocas extranjeros que la mujer se mostro bastante dispuesta a aprender.
Al día siguiente me tope de frente con James, el abogado de Edward, no había hablado mucho con él desde mi regreso, parecía sorprendido de verme, aunque supuse que Edward ya le había contado que yo estaba allí, se veía algo reacio y no me miro a los ojos, me saludo con un cortes pero bajo saludo y estaba yéndose cuando lo llame.
- ¡Señor James!
Se quedo quieto y se dio la vuelta lentamente.
- ¿cómo le va? – me dijo mirándose los zapatos – ¿en qué puedo servirle?
Me quede en silencio por unos momentos, luego recordé el motivo que me había llevado a intentar contactarlo, antes de este encuentro.
- Se que usted conoce a Edward mejor que mucha gente…, usted es muy cercano a él y yo quería saber…es decir si no es mucho pedir…- me sentía algo extraña pidiéndole algo a este hombre, pero necesitaba concejo, aunque tenía una ligera idea en mente sobre lo que iba a pedirle – yo…necesito pensar que regalar a Edward de bodas, y, puesto que usted lo conoce tan bien, pensé que podría ayudarme a decidir que sería bueno y que él pudiera utilizar para regalarle.
Dejo de mirarse los zapatos y me miro a la cara.
- ¿quiere mi concejo? – pregunto como si no pudiera creerlo
-si – respondí un poco atontada por su tono – pero si no es mucho pedir me gustaría que no se lo dijera a Edward…no quiero que se entere…quiero que sea una sorpresa.
Tuve el alivio de ver como sonreía.
- puede estar segura de que no le diré nada, respecto a lo demás…el señor siempre ha sido amante de los cuadros artísticos, podríamos ir a su despacho y ver qué tipo de cuadros le gustan, usted podría seleccionar alguno y podríamos regalarle una obra del mismo artista.
Me pareció una buena idea, así que seguí sus pasos hacia el despacho de Edward, el no se encontraba en casa pues había salido después de recibir una llamada de Madame Rene. Debia ser algo relacionado con la boda.
James abrió la puerta que tenía a su derecha y me invito a pasar al despacho de Edward que había visto en una oportunidad.
No había cambiado mucho, nada estaba fuera de su sitio y varios libros seguían presentes en estanterías.
Mire hacia los cuadros de gusto exquisito. (No era una experta en arte pero era evidente que esos cuadros eran de la más alta calidad)
-tenemos a Claude Monet, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, entre otros – dijo James mirándolos conmigo.
Yo estaba admirándolos cuando mi mirada se desvió al escritorio de Edward, en donde yacía una fotografía, a luces, de hace un tiempo, pero bastante hermosa, de sus padres.
Su madre era hermosísima, el había heredado sus ojos entre verde y amarillo, su padre era atractivo y Edward había heredado de él ese porte que lo caracterizaba.
- Yo…- dije mientras James seguía dándome los nombres de los artistas, se detuvo cuando escucho mi voz.
- ¿si? – dijo mirándome.
- ¿sería posible…plasmar esto en un cuadro? – dije señalando el portarretratos. James miro la dirección en la que se orientaba mi mano y sonrió en seguida que se percato de lo que quería hacer.
- por supuesto, cuento, casualmente, con un amigo pintor que podría plasmar esto en un cuadro.
- como la sacamos sin que Edward se dé cuenta – dije cuando asimile que si era posible
- yo tengo una fotografía igual a esa en mi álbum, se la puedo prestar a mi amigo pintor sin problemas.
- y podrá tenerla lista para el día de la boda – dije sonriendo sin poder evitarlo.
- por supuesto – dijo James sacando su celular.
- usted maneja las finanzas de Edward…
- y las suyas, si es lo que me quiere preguntar – dijo el mirándome compasivamente.
- ¿habrá dinero suficiente para pagarle a su amigo? –
- usted tiene dinero suficiente como para ese cuadro y treinta mas de estos – dijo señalando a los otros cuadros en la estancia.
La cabeza me dio un poco de vueltas, controle mi mareo cuando me hizo partícipe de esa inquietante revelación. No sabía que la suma que su padre me había dado fuera tan alta. Sacudí la cabeza pensando que más adelante vería que hacer, aunque le había pedido a Edward que manejara mis finanzas jamás pensé…
- Gracias, se lo agradecer toda la vida –
- al contrario…creo que merezco retribuirla por todo lo que paso. No he encontrado ocasión para decirle…- parecía reacio a hablar de lo que quería hablar, aunque ya tenía sospecha de las razones por las cuales quería disculparse. Pero no encontré palabras para decirle que no era necesario – cuanto siento haber sido parte activa de…de todo lo que paso.-
Me acerque a él y le di un abrazo, casi como si fuera mi padre.
- no tiene nada por que disculparse…lo que paso paso…no hay nada que podamos hacer para devolver el tiempo. Ahora solo puede haber regocijo ya que…voy a estar con Edward, y vamos a ser muy felices.
El me devolvió el abrazo con reticencia pero asintiendo se separo de mi
- preparare todo con mi amigo para que la pintura esté lista para ser entregada el día de la boda, no se inquiete por nada, yo me ocupare de todo.
- usted siempre se ocupa de todo, me agrada saber que Edward cuenta con usted.
- el es como el hijo hombre que nunca tuve, aunque eso no quiere decir que Sheila no sea mi amada hija, pero me ha gustado llevarlo por el camino del bien, lo he hecho desde que su tío lo dejo en mis manos.- se calló unos momentos como si estuviera pensando en algo, luego dijo - Aunque me parecería apropiado que el cuadro le fuera entregado no en este despacho sino en el de su padre, allí no hay una fotografía, y sé que entra ahí en muy pocas ocasiones, el cuadro lo haría ir a ese despacho con más frecuencia y llenarse del recuerdo de su familia, la verdadera familia que tenia.
- sí, tiene razón – si podía hacer en algo más feliz la existencia de Edward, lo haría así. Pensé en muchas cosas pero al final tuve que decírselo a James. No quería que él, Edward, se enterara de que había sido idea mía lo del cuadro, no me sentía lo suficientemente atrevida como para tomar crédito de la idea por una razón, y era que yo no sabía cómo eran sus padres realmente, cuál era su personalidad, y me parecía un abuso de confianza que Edward supiera que había sido yo la de la idea del cuadro.- por favor, cuando se lo demos a él no le diga que la idea fue mía.
- ¿porque no?, a él le agradaría saberlo…
- tengo mis propias razones. Pero por favor no se lo diga.
- está bien – dijo el sacudiendo un poco la cabeza. – como usted diga.
- su amigo… ¿el podría hacer más de un cuadro? – le pregunte pensando en otra estancia en la cual podríamos tener un recordatorio mas de sus amados padres.
- estaría listo unos días después, pero si, por supuesto que sí.
- haremos dos cuadros…quiero que uno este en la casa de su padre en la isla cerca de Brasil –
Pensé en la isla Esme por muchas razones, pero la principal seguía siendo él y sus sentimientos, cuando habíamos ido allí la `primera vez me había dijo que no la visitaba a menudo, y era un sitio tan hermoso, tan relajante, que pensé en que si tenía un cuadro de sus padres allá, la tentación de visitar esa casa a menudo arraigaría en él, y visitar ese sitio sagrado de sus padres le haría bien a su paz mental.
Sonriendo me volví para salir y hacer frente a mis otras obligaciones con la boda, las que tenía pendientes para ese día.
A mitad de la semana recibí una llamada al número fijo. Cuando conteste me quede casi de piedra cuando escuche la voz contenta de mi padre.
- Hola Bells – me dijo melodiosamente mientras me quedaba estupefacta de que su voz se escuchara tan cerca, lo cual no había pasado la noche en que hable con él desde el móvil de Edward.
- ¿Papa? – pregunte aunque sabía que era él.
- ¿qué tal estas pequeña? – dijo él mientras escuchaba a lo lejos la voz de mi abuela diciendo que me saludara una y otra vez.
- bien…- dije suspirando y mirando por la ventana – mas que bien –
Relate a Charlie, ahora más despacio y con mas detalles lo que había hecho desde que había llegado, le conté más detalladamente la proposición de matrimonio de Edward y le conté que la casa era un caos desde hacía unos días y lo seria ya que Edward seguía empeñado en que nos casáramos en una semana.
Recibí risas de casi todos en el móvil cuando dije sobre la impaciencia de Edward, parecían encontrar graciosísimo que él quisiera casarse con tanta celeridad, ninguno parecía oponerse a nuestra unión y eso era algo muy significativo para mí.
- estamos en la ciudad, Bells – dijo mi padre luego de un ataque de risa.
- ¿qué? – dije sin entender.
- arribamos esta madrugada, te prometí que iría y estoy cumpliendo…estamos cumpliendo, nadie quería perderse tu boda, mi niña.
Sentí lagrimas en mis ojos cuando lo escuche decir eso…- de hecho en este momento, si no me equivoco, estamos cruzando por el camino de entrada a la mansión Cullen… -dijo lentamente como si estuviera leyendo algo.
Oh Dios, estaban aquí realmente.
Escuche el timbre antiguo y dejando caer el teléfono a la cama salí en carrera de la habitación y baje las escaleras a la misma velocidad.
Apenas tuve tiempo de atisbar, por mi rabillo de ojo, la presencia de Edward en la sala antes de ganarle la carrera a Victoria y abrir la puerta, para ver efectivamente a mi padre estacionado en ella
- - ¡Papá! – dije aun sin poder creerlo a pesar de que lo tenía frente a mí, y de pie ni más ni menos, el abuelo estaba delante de él, pero era Charlie quien sostenía la silla y quien, si no me equivocaba, había estado empujándola. -¿Cómo…? – pude articular con mi boca mientras saludaba al abuelo pero sin poder quitar la mirada de mi padre, de pie cuando hacia menos de unas dos semanas lo había dejado en una silla de ruedas. ¿Cuándo…? – volví a hablar no muy segura de lo que estaba diciendo.
- - estoy en un programa intensivo de terapias físicas – confeso él mientras me aceraba sorteando un poco la silla del abuelo para besar a mi padre. Mire sus piernas que no tambaleaban y comprendí que esta era la sorpresa de la que él estaba hablando.
Lo enfunde en un efusivo abrazo mientras sentía su presencia tranquilizadora en mí.
Salude a mis tíos y a mi abuela, ella lloraba al verme cosa que me saco lagrimas a mi también, la abrace cuidadosamente mientras ella me besaba en la frente y me susurraba que me había extrañado.
Les pedí que siguieran, y esperando no estarme tomando atribuciones por hacerlo.
Cuando estuvieron adentro vi que Edward había dejado lo que estaba haciendo y miraba la invasión de mi familia con una expresión que no pude identificar. Todos nos miramos algo incómodamente, me obligue a romper el hielo porque tenía el ligero y tal vez acertado presentimiento de que Edward iba a ser muy bien recibido en la familia.
- - Abuelo, abuela, el es mi prometido….- mientras hablaba me acerque a Edward y tome de su mano para llevarlo más cerca de mi familia, al menos de los que no lo conocían. - Edward Cullen –
La abuela miro a Edward de manera que, de no tener la edad que tenía, me habría parecido apreciativa, pero lo evaluó educadamente mientras sonreía a su vez al abuelo.
Edward se acerco a la abuela y le tomo la mano besándosela caballerosamente.
- - es un placer, señora – la abuela miro nuevamente al abuelo con una sonrisa brillante en los labios, el abuelo, conocía su expresión, parecía querer asustar en juego a Edward por haber besado la mano de la abuela pero conocía esa expresión de él que oscilaba entre el enfado y la risa cuando no podía aguantar reírse por una broma.
Edward levando su mano para estrechar la de mi padre.
- mucho gusto, señor –
El abuelo continúo en su postura estrechando la mano de Edward de manera educada.
- - el gusto es mío, joven-
- - esta es su casa, sigan por favor – dijo Edward haciendo un gesto con la mano para que todos pasaran a la sala.
La enfermera de mi abuelo tomo la silla para conducirla a la sala, mi padre se quedo rezagado un poco y supe que quería hablar conmigo, la comitiva siguió a mi abue y su enfermera a la sala que tenía un acceso en rampa pequeño, lo cual venia al pelo para bajar las sillas sin necesidad que bajar a los abuelos de ellas.
- aun no puedo creerlo – dije mirando a mi padre de pie una vez más.
- dado que soy quien va a entregarte en la iglesia, me pareció lo más conveniente, aunque ya estaba bastante agrio en esa silla de ruedas todo el tiempo, papa y mama lo hacen porque deben, pero me riñeron para que levantara mi propio cuerpo de la silla y por obedecerles mira donde estoy.
-es sorprendente que en tan poco tiempo hayas logrado tanto, me alegro de veras papa.-
- yo me alegro de estar acá, Bells, aunque me duela separarme de ti, por lo que he oído y visto, estarás en buenas manos. – mientras decía esto le dio una significativa mirada a Edward.
- ¿les puedo ofrecer algo de beber? – pregunto Victoria entrando silenciosamente a la sala, en donde cada uno de mis parientes había tomado educadamente su lugar.
- no nos quedaremos mucho tiempo. – dijo el tío George negando educadamente con la cabeza – debemos ir a registrarnos en el hotel, además no estaría bien abusar de la hospitalidad de el novio de nuestra sobrina – el tío menciono novio porque mis padres no sabían reamente que yo, oficialmente, ya estaba casada con Edward, al menos de manera civil.
- pueden quedarse aquí si lo desean, hay suficientes habitaciones – dijo Edward mirando a mis tíos comprendiendo, con el ligero toque que el tío George había dado a la palabra novio, que mis abuelos no sabían mas allá de muchas cosas, y que yo prefería que siquiera siendo así.
-no queremos incomodar, - dijo Charlie mirando a sus hermanos quienes asintieron al igual que los abuelos. - además ustedes necesitan privacidad para organizar todo, eso sí espero que nos pases al menos la cuenta de al menos la mitad de lo que has gastado en organizar todo esto, y lo que falta, se dice que la tradición es que el padre de la novia pague por todo.- comento mi padre mirando inquisitivamente a Edward.
- no hay necesidad…con que estén aquí, con Bella, es más que suficiente.- dijo Edward haciendo que se me encogiera el pecho ante esa generosidad.
- -aun así, Edward, no podemos permitir que cargues con todos los gastos que esta boda, sea económica o no, constituye. Podemos hacernos cargo de las cuentas del catering, de la decoración, de los vestidos….lo que sea-
Edward comenzó a enumerar lo que yo sabía que había costado menos para darle el cobro a mi padre, pero mi padre no era tonto y sabía que Edward estaba diciéndole solamente de las cosas que eran mas acequibles.
- he estudiado Marketing, muchacho – dijo mirándolo entre mordaz y divertido – lo que me estás diciendo apenas constituirá el 10% de lo que está costando la organización de esto. Vamos, vamos no permitiré que pasemos de cerrados en la boda de mi propia hija, serás el encargado de organizarlo, porque pareces saber bastante de eso, pero no nos echaremos a las petacas con los costos.
Edward tuvo que admitir su derrota y menciono todas las cosas mientras mí padre asentía y miraba a sus hermanos quienes asentían también.
-sí, creo que podemos hacernos cargo de esos gastos – dijo el tío Adam mientras seguían hablando.
Sentí que alguien tocaba suavemente mi mano y vi que era Molly, una de las enfermeras, me dijo en el oído que mi abuela quería hablarme.
Como sabía de antemano que en la conversación que estaban teniendo todos los hombres de la sala estaba más que sobrando camine hacia la silla de la abuela y me arrodille a su lado.
- Niña, tienes un prometido bastante apuesto... te olvidaste de ese pequeño detalle al mencionarlo en la casa – mi abuela movió las cejas especulativamente de un modo muy gracioso.
- sí, tuve mucha suerte – dije mirándolo sin que él se diera cuenta.
-¿pero de que hablas?, tuvieron suerte los dos, tu eres una muchacha adorable y él un adonis, son la pareja perfecta.
Mi abuela no era realmente imparcial pero no iba a discutir con ella por eso.
- ¿ahora…serias tan amable de mostrarme el vestido de novia que has escogido?
Asintiendo me puse de pie y lleve a la abuela hacia la otra parte de la sala de estar con la ayuda de Molly para bajar la foto del catalogo que la mujer que estaba arreglando el vestido me había dejado.
- es muy hermoso…- dijo la abuela admirando lo que había escogido, me dio un poco de pena su admiración pero la deje pasar. – ¿y la ropa interior? – pregunto después de unos momentos mi abuela de manera demasiado desinhibida.
Sonrojada le mostré también lo otro que habíamos escogido con la mujer. Mi abuela se rio de mi desconcierto pero también hizo comentario positivo sobre la ropa interior, dijo que mi esposo no me dejaría nunca si lo recibía en la noche de bodas con esa ropa. Ambas nos reímos de los comentarios de ella y cuando finalmente terminamos volvimos a la otra parte de la sala en donde los hombres todavía continuaban hablando.
- niña, deberías decirles a tus tíos que debemos irnos ya, me siento un poco agotada y aunque sé que Charles se está divirtiendo como hacía mucho no lo hacía con tu casi esposo, se que está agotado también por el viaje. Debemos interrumpirlos por ahora, se que tendremos tiempo de sobra para conocernos
Asintiendo la deje con Molly y di los pasos que me separaban de Edward.
- - creo que están muy agotados, el viaje...- dije esperando no haber interrumpido algo importante. Edward sonrió comprensivamente y antes de que hablara le dije -gracias por haberles pedido que se quedaran acá, aunque no hayan aceptado fue un gesto muy amable.
- -lo que sea para hacer feliz a mi dama – comento él en voz baja haciendo un gesto de reverencia que en otra ocasión habría interpretado como de caballero medieval. Le bese cortamente y me volví a mi abuelo.
- - hemos pasado un tiempo agradable pero creo que mi esposa me secundara en que fue bastante agotador.
- - no se preocupen en llamar a un taxi – dijo Edward cuando vio que el tío Adam abría su móvil.- puedo llevarlos y mi conductor puede manejar el otro auto. Laurent! – dijo llamando educadamente.
- - ¿si señor? – contesto este llegando silenciosamente.
- - llevaremos a los Swan a la ciudad, alista el otro coche.
- - si señor –
Salimos hacia la parte frontal de la casa. Una vez estuvimos acomodados partimos hacia la ciudad. Al saber que Laurent no era dado a las charlas, por su actitud o por lo que fuera, preferimos quedarnos en silencio solo un par de comentarios y nada fuera de lo normal.
En cuanto llegamos al hotel los tíos hicieron todo el registro, el tendero parecía enormemente feliz de que esta cantidad de personas fueran a alojarse en el hotel.
- estaremos en contacto mi niña – dijo Charlie besándome la frente, le di un abrazo.
- estoy tan contenta de que estén aquí, todos – dije mirándolos a todos con todo el amor del que me sentía capaz de trasmitir con una mirada. – nos veremos pronto- dije quedándome un momento al lado de Edward mientras terminaban de registrarse.
En cuanto nos despedimos del todo regresamos a la casa, al final de un día entre caótico y feliz. Cenamos hablando de naderías. Y nos fuimos a dormir.
El día señalado se acercaba, debía admitir que me sentía nerviosa, excitada, abrumada y orgullosa de mi misma.
Había pasado por cerca de la muerte, de la locura, de tantas cosas que aun aquí, de pie, mirando a la noche caer, con el que iba a ser mi esposo dormido en la cama de su habitación, me sorprendía estar aquí.
Nunca había pensado en mí como una persona de fortaleza, pero aquí estaba, de pie, después de haber librado la batalla más dura que la vida me había puesto en frente, y había salido victoriosa, contra todo pronóstico estaba ahí. Vivía.
La luna iluminaba ciertas partes de la habitación. Me traía recuerdos de mis largas noches en la clínica de reposo, cuando mi cabeza se llenaba de tantas cosas que me era imposible definir algo.
Aparte mi cuerpo de la ventana. Era la madrugada del día de mi boda, me casaba en la mañana y sabia que no debía estar despierta, pero una necesidad de mirar la noche me había ganado contra el sueño. Pero debía dormir. Los días anteriores aun me tenían cansada y aun faltaba más. Pero no podía haber otro motivo más feliz para mi agotamiento. Finalmente y después de toda una vida, tenia lo que había anhelado y con lo que había soñado siempre.
Me puse debajo de las cobijas y use a Edward como mi almohada acomodándome suavemente para no despertarlo, el se removió, no sabía si inconsciente o conscientemente, de manera que quede abrazada a él y mi cabeza descansando en su pecho. El sueño atrapo mis tribulaciones más pronto de lo que habría creído.
Cuando el sonido de pájaros penetro en mi conciencia abrí los ojos lentamente adaptándome a la brillante luz de la mañana ya que había olvidado cerrar las cortinas en la noche, cuando pude enfocar mis ojos hice conexión inmediata con Edward, que me miraba con una fijeza sobrecogedora. Pensé en decir algo, pero parecía tan concentrado que no quería interrumpirlo. Hasta que sentí que las mejillas se me coloreaban, nunca iba a ser lo bastante valiente para soportar esa mirada suya por mucho tiempo.
- - te ves…pensativo…- no se me ocurría otra apalabra para describirlo. Lo bese en la parte baja de la mejilla y me apoye en su pecho nuevamente.
- - yo siempre estoy pensando… en ti, en nosotros…- dijo susurrando con voz ronca. Me estremecí ante ese acento y esa voz que eran como mi perdición. Suspirando, mas enamorada que el tonto de la luna, acomode mis brazos en la posición en que nos encontrábamos para que entendiera que quería abrazarlo.
- - el cura debería venir a casarnos acá… me siento falta de energía.- pensé en mi agotamiento físico y en la cantidad de actividades inverosímiles que habíamos hecho en estos días.
- - creo que lo consideraría un sacrilegio. Probablemente pensaría que estamos pecando incluso antes de casarnos – dijo el riéndose de mi sugerencia.
Se me volvió a escapar un suspiro de cansancio mientras seguía mirando su piel bajo mi mejilla.
El se movió un poco para llamar a Victoria y pedir algo de comer. Cerré los ojos y deje que el sueño mañanero me invadiera por más de los cinco minutos reglamentarios.
- Bella…- la voz de Edward me despertó lentamente, aunque me parecía que mis ojos se habían cerrado unos segundos antes. – despiértate, mi amor. Ya está el desayuno.
Refunfuñando entre las sabanas y su pecho hice lo que me dijo mientras intentaba sacudirme en silencio la lasitud de mi cuerpo.
- buenos días – dije mirándolo y frotándome los ojos para que no se cerraran de nuevo.
El se sentó apartándome suavemente y me ayudo a terminar de despertar, luego señalo la bandeja que contenía nuestros desayunos.
El teléfono de la habitación sonó en tono bajo cuando estábamos terminando.
- está bien. Si, ya casi.
Cortó la comunicación y se volvió hacia mí.
- ya están aquí.
Sabía a quien se refería, Gemí sonoramente pensando en lo que me esperaba a manos de la perfeccionista ama que Madame había seleccionado para que se encargara personalmente de todo lo referente a mí.
Cuando toco la puerta me acomode el camisón y besando a Edward a modo de despedida me uní a ella en la puerta, desde donde me llevo a mi antigua habitación y en donde me dijo que me bañara, había un tocador allí que no había antes allí, estaba cargado de todo el arsenal que una mujer moderna podría desear. Cremas, sombras, perfumes, polvos faciales, lacas, pintura de uñas. Y lo más asombroso, mi vestido de novia calzado por un maniquí.
Antes de que ella pudiera detenerme me acerque a admirar esa obra, para haberse alistado en tan poco tiempo era sencillamente perfecto y me sentía orgullosa de haberlo escogido.
La mujer me dijo en tono condescendiente a la vez que rígido que ya tendría tiempo de admirarme en el vestido que primaba que estuviera lista pronto.
Me bañe con la esencia especial que me dio ella, embadurne mi cuerpo con jabón de Fresia y mi pelo con shampoo del mismo olor.
Fui cuidadosa y cuando termine me seque de igual manera, me puse una bata y salí hacia la habitación en donde la mujer seguía esperándome y me indico que me sentara frente al tocador con toda esa parafernalia que había descrito antes ahí encima.
Me senté, ella me puso una especie de capa sobre los hombros, de esas que se usaban en las peluquerías, cerré los ojos, como aquella vez que una mujer similar me había trasformado en otra persona hacia ya meses.
Escuche las tijeras moviéndose ligeramente por todo mi pelo, el aroma familiar a ese fijador volvía a envolverme.
No conté mucho el tiempo, tan solo permanecí con los ojos cerrados mientras ella trabajaba ahora en mi rostro empolvándolo, un denso y delicioso olor a cosméticos se mezclo con el del fijador y de mi propio baño.
La mujer tarareaba de cualquier manera mientras me daba retoque es y retoques.
- mírese, ha quedado espectacular.
Abrí los ojos y tal como aquella vez me lleve una sorpresa enorme al contemplarme, definitivamente el maquillaje hacia maravillas.
No me dio mucho tiempo de contemplarme tanto como quise, en cuanto pasaron unos segundos comenzó a meterme prisa para que me pusiera la ropa interior y el vestido.
Comencé por el corsé con sostén sin tirantes que ahormo mi figura perfectamente, los broches eran en el frente y la mujer me ayudo con unos mientras yo hacia el trabajo con los otros, me quedaba perfectamente a la medida y me daba un aire…demasiado sensual.
Recordaba a algún tipo de vestido interior de época antigua…me sentía…voluptuosa.
No tenía otra palabra para describirlo. Me puse las bragas y ella me ayudo con las medias y los ligueros y después me ayudo a calzar el sobrecorse del vestido que me quedo como un guante, y la amplia falda.
Volví a mirarme en el espejo y no pude reconocerme unos segundos, pero se hacía evidente que era yo. Bastaba ya de inseguridades, era la segunda vez que veía a una mujer similar en el espejo y sabía que era yo, y que yo poseía esa belleza que hacia bella a la mujer en el espejo.
Sonriendo deje que me pusiera el velo encima del peinado, elaborado firme y para nada incomodo. Me puso las perlas en las orejas y me ato una al cuello con una cadenilla plateada.
Baje las escaleras con ella detrás de mí sosteniendo la cola del vestido. Dando una profunda respiración salí de la casa para encontrarme con mi padre esperando en la puerta de un auto antiguo adornado la boda.
- estas preciosa, hija – dijo mi padre cuando me acerque besándome las mejillas sentí un profundo deseo de llorar pero lo contuve por el maquillaje, sabía que la mujer titular de esta obra que había hecho conmigo se pondría histérica si el maquillaje se corría un poco.
Papa me abrió la puerta del auto y entre cuidadosamente en él, la mujer me ayudo con la cola del vestido y el velo, luego acerco a mis manos un ramo de rosas y flores blancas. Con una emoción que me oprimía el pecho, salimos camino a la iglesia.
Nos tomo menos tiempo del que creía, pero el suficiente para impacientarme, emocionarme y atemorizarme aun más. Estaba a punto de unir mi vida, ante Dios, al hombre, al único hombre que había amado como mujer.
Un hombre vestido de negro me miro y luego camino hacia la iglesia, mi padre dijo que era el encargado de avisar cuando llegara la novia.
Aferrando el brazo que mi padre ofrecía, comenzamos a caminar hacia la empedrada entrada de la iglesia mientras sentía la danza marital resonar en mis oídos, tocada desde un piano.
Mi padre me llevaba despacio, yo seguía sus pasos y medí cuenta de que debíamos entrar tan lentamente como la música estaba sonando.
El vestido hacia que cada uno de mis pasos pareciera fluir en lugar de caminar.
Levante la vista de mis pies y a través del velo vi lo primero que sabía que vería una vez entrara ahí, Edward. Sus ojos estaban fijos en mí, aun con el velo puesto podía sentirlo, y casi podía percibir los sentimientos de él a través de su intensa mirada.
Continuamos caminando, Edward estaba en mitad del pasillo esperándome. Mi padre debía entregarme a él.
El corazón me palpitaba rápidamente a medida que me acercaba mas a él, era como si mi piel misma percibiera la presencia de ese hombre para que se erizara inmediatamente.
Cuando estuve frente a él trague en seco ante la perfección de su ser, el traje le quedaba perfecto, parecía un príncipe de cuento y, aun a pesar de todo, no podía sentirme sino afortunada de saber que era mío, que estaba enamorado de mi y que íbamos a ser uno del otro para siempre.
- - te llevas un tesoro de valor incalculable – dijo mi padre tomando mi mano delicadamente de su brazo y poniéndola en la de Edward, de la cual manaba un calor que me traspaso entera.
- - lo sé – respondí él con sus intensos ojos conectados a los míos. Mi padre se acerco a Edward y lo abrazo de la misma manera en que lo había hecho el día que se conocieron dos meses atrás y mi padre estando en silla de ruedas.
Edward le devolvió el gesto con fuerza y se dieron sonoras palmadas en las espaldas. Mi padre soltó mi mano y me dejo, finalmente, en manos de Edward.
Una sonrisa de felicidad que, por supuesto, no pude esconder, trepo por mi rostro, Edward me sonrió de vuelta y tomando mi mano y poniéndola en su brazo comenzamos a caminar hacia el altar.
Cuando nos acercamos vi que de pie, al lado derecho del altar había tres mujeres, a las que más adelante reconocí como Alice, Leah y la Dra. Hale. Alice me sonrió efusivamente y me dieron ganas de ir a abrazarla después de no verla tanto tiempo, pero me contuve. Al lado izquierdo del altar estaban las respectivas parejas de ellas, Jasper, Jacob y el médico que había atendido a Edward y a mi tiempo atrás.
Edward me llevo con cuidado hasta la silla que me correspondía, Alice se adelanto y me ayudo a poner la cola del vestido de manera que pudiera sentarme y levantarme sin problema.
La música del piano se detuvo en cuanto estuvimos acomodados. El sacerdote inicio la ceremonia bendiciéndola.
Mientras el sacerdote hablaba sentí un ligero frio que me recorrió la espalda y me hizo estremecer casi imperceptiblemente. Cerré los ojos cuando escuche una voz llamándome, una voz que conocía bien.
Abrí los ojos y enfoque mi vista a través del velo en la figura blanca que estaba al lado del Cristo detrás del sacerdote. Achique mis ojos y casi suelto un grito cuando reconocí la perlada figura de un espíritu…una mujer, con dos niños sujetos en cada brazo.
Sentí las lagrimas tras mis ojos cuando reconocí de quien se trataba. Tal vez solo era mi imaginación, tal vez estaba un poquito loca después de todo. O Tal vez Dios me había dado la oportunidad de verlos en este día, este día que cambiaba el curso de mi vida para siempre y para bien.
"Se feliz, Bella. Te lo mereces. Por ti, por nosotros…por ellos..." mientras escuchaba esas palabras en mi cabeza mire a los niños con ella, una niña y un niño. Ambos me miraron y sonrieron como solo unos bebes podían hacerlo.
"Te mereces ser feliz mami, lo diste todo por nosotros. Nunca pienses que no fue suficiente…te amaremos y te protegeremos siempre. Siempre estaremos contigo…"
Mi interior rio felizmente, los había perdido en este, mi mundo real, pero los tenía, los tendría siempre en mi corazón, a mi hermana, aunque no fuera de sangre, y a mis hijos, aquellos ángeles por los que había luchado contra todo.
"debemos irnos…pero volveremos a vernos" Emmerald hizo que los niños agitaran las manitas en gesto de despedida. Intente levantar la mía para hacerlo pero Emmerald, burlándose cariñosamente de mi me dijo "no querrás que de esta iglesia te lleven a un sanatorio, sabemos que te estás despidiendo… ¡nos vemos Bella!"
Desaparecieron. Tan rápido como llegaron desaparecieron, pero sentía sus presencias en
- -¿Isabella Marie Swan, aceptas a este hombre, Edward Anthony Cullen, como tu legitimo esposo, para amarlo, cuidarlo y respetarlo durante todos los días de tu vida? –
- - acepto –respondí, de manera tan diferente en la que respondí la primera vez que me formularon una pregunta similar, ahora no había dudas. Solamente yo como persona y una seguridad nacida del amor.
El sacerdote se acerco a nosotros y una chiquilla, que tenia los anillos se acerco a él, el derramo gotas de agua bendita sobre ellos, salpicando accidentalmente a la niña que rio angelicalmente.
- deberá repetir esto mientras le pone la sortija. – dijo el sacerdote mirándonos con ojos amables y brillantes…
Edward Cullen, con este anillo te desposo, prometo serte fiel en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la abundancia y la adversidad hasta el fin de mis días
Puse el anillo en el dedo de Edward y él en el mío. Me beso la mano aunque eso no estaba pactado en el curso de la ceremonia. Me aferre a su mano y miramos al sacerdote dándole aval para que continuara oficiando
El calor de la mano de Edward volvió a traspasarme, pero ahora, sabiendo que estábamos unidos por un vínculo más poderoso que el civil, ese calor pasaba a otro nivel, uno irrompible. El mejor de todos.
- si hay alguien que tenga una razón por la cual este matrimonio no se deba llevar a cabo que hable ahora o calle para siempre.- dijo el sacerdote mirando inquisitivamente, como si con su mirada desafiara a cualquiera de los presentes a hacer que nuestra boda se detuviera. - en ese caso – sonriendo socarronamente, como si supiera algo que nadie más sabia levanto su mano e hizo el gesto de la cruz sobre nosotros –por el poder que me otorga la ley divina, los declaro marido y mujer, puede besar a su esposa – ahora lo era. Ahora era oficialmente la esposa de Edward Cullen, por la iglesia y por el civil, la convicción de esto me lleno los ojos de lagrimas de emoción nuevamente.
Edward se volvió hacia mi rápidamente, parecía ansioso, desesperado, y aunque no se notaba en sus movimientos se sentía manar de él. Sus manos se acercaron a mi rostro y lo descubrieron de la tela del velo. Le sonreí cuando tuve su rostro finalmente cerca del mío sin nada interponiéndose. Sus manos cálidas me tomaron el rostro y me acercaron a él al mismo tiempo que se inclinaba, aun con tacones puestos él seguía siendo bastante más alto que yo así que hice delicadamente mi cabeza para atrás para conectar nuestros labios en un beso que sellaba toda la ceremonia
El beso duro segundos, pero fue lo suficiente para que me ardiera la sangre en las venas y la piel de la cara se me escaldara. Edward me empujo hacia sus brazos para envolverme en ellos. Me apoye en su fuerte pecho y sentí el aroma de su piel mezclado con el del perfume masculino que usaba. Llore, no pude evitarlo, finalmente ya cuando había terminado todo me sentía lo suficientemente aliviada de que el maquillaje se corriera por el desbordamiento de mis emociones. Ninguna de ellas era triste, pero lloraba manifestando así mi alegría. Ni en mis sueños más desesperados, locos o irreales me había imaginado que mi vida iba a ser de esta manera, que iba a tener un esposo, una familia, seres a mi alrededor que me quisieran y se preocuparan por mí. Ahora estaba acá, ahora tenía todo. Era rica, no materialmente, eso no importaba, era rica del corazón, rica en cariño, en amor, en muchas cosas que jamás creí posibles.
Durante unos minutos deje que saliera de mi ese exceso de emoción en forma de lagrimas, después me separe de Edward esperando no haber manchado su camisa. El me miro y yo lo mire, no había nada más perfecto que eso.
La gente comenzó a aplaudir entusiastamente y nosotros nos dimos la vuelta para recibir esos aplausos que eran en nuestro honor.
Sonrisas, miradas de aprecio, de amor, de esperanza, de tantas emociones bonitas nos devolvieron la vista.
El sacerdote nos llamo suavemente para firmar los documentos que acreditaban nuestro matrimonio.
Alice y mi tío Adam, James y madame René firmaron como nuestros correspondientes padrinos.
Luego nos dirigimos hacia la salida, tomados de la mano y tan felices como pueden estar una pareja de recién casados que se amaban como nosotros.
Cruzamos el umbral y los asistentes que habían salido antes que nosotros nos rociaron con arroz y pétalos, simbólicamente nos deseaban prosperidad y suerte en nuestra unión. Sabía que así seria, desde ahora tendría esa convicción. El auto que nos esperaba era diferente al que me trajo aquí. Era el auto de Edward pero estaba adornado de la misma
Me abrió la puerta sonriendo de lado como nunca lo había visto hacerlo, subí al auto con la ayuda de Edward para acomodarme el vestido, luego el subió detrás de mí y Laurent, subiendo al auto del conductor arranco hacia la casa, en donde se daría la recepción.
Edward me abrazo con fuerza, aunque lo deseaba enormemente no me beso la boca, solamente me beso la frente.
- no quiero arruinarte el maquillaje. Ya tendremos tiempo para eso – dijo levantando rápidamente las cejas ante lo cual solo pude reírme sonoramente. Tenía razón, por supuesto, así que descanse mi cabeza en su hombro y esperamos a que Laurent llegara a la casa.
Una vez estuvimos allí Edward descendió primero y me ayudo a bajar después. Luego tomándome de la mano y dándole las gracias a Laurent, me llevo suavemente al interior de la casa.
Íbamos camino hacia el gigantesco patio cuando me dijo que me amaba, que estaba orgulloso de que fuera su esposa y muchas cosas más que me hicieron estremecer. Le devolví el gesto mirándolo fijamente a los ojos para agregar veracidad a mis palabras.
Cuando llegamos al jardín volvimos a ser víctimas de los mismos deseos simbólicos que en la iglesia.
La gente hablaba y reía, el ambiente era de tranquilidad, paz y felicidad, no había podido pedir una boda mas perfecta si así lo hubiera querido.
Cuando recibimos abrazos de felicitaciones tuve que separarme de Edward para ir a hablar con mi familia.
- fue hermoso, hijita – dijo mi abuela recibiendo mi beso en la frente, sentada en una de las mesas blancas.
-gracias abuela – me volví hacia mis tíos sentados en la mesa consiguiente y después a mi papa que me esperaba con los brazos abiertos. Lo abrace para luego traer a Alice y presentárselas a ellos, que no la conocían.
Se cayeron bien inmediatamente, Alice era vivaracha y risueña y encontraron eso muy acogedor.
Sentí la mirada de Edward sobre mí y se la devolví con un gesto de la mano.
Deje a mis padres a buen recaudo de Alice y Jasper quienes se sentaron en la mesa con ellos y de Jacob y Leah quienes se unieron a la de mis tíos para charlar.
Unos momentos después comenzaron a repartir copas con champaña dorado y burbujeante a cada uno de los presentes. Tome la mía y al darme la vuelta casi me doy de cara con Edward que se había acercado a mí. Sonriéndonos nos tomamos de la mano y nos quedamos de pie mientras todo el mundo se ponía de pie de sus sillas.
James dio unos pasos y se acerco a la mesa de mis padres y abuelos.
- un brindis – dijo mirando hacia los demás – por los novios…porque en alguna parte del mundo alguien se esté casando con verdadero amor, como estas dos personas aquí, quienes a pesar de cada obstáculo y desavenencia que se presento, siguen aquí, demostrándonos una vez más que el verdadero amor si se puede conseguir.
Las palabras de James aflojaron mas lagrimas a mis ojos, lágrimas, dos de las cuales no pude contener, limpie mi mejilla al tiempo que mi papa se adelantaba también aclarándose la voz.
- Por mi hija, y su esposo, porque Dios les conceda toda la felicidad que se merecen, el uno en brazos del otro, tan unidos y cercanos como deben ser un hombre y una mujer
"Salud" se escucho el saludo colectivo del brindis y después los múltiples entrechoques de las copas unas con otras, a nuestra salud. Entrelace mi brazo con Edward y bebí de mi champaña mirándolo a los ojos...
- ahoga es tiempo de el vals de los novios – escuche el melodioso acento de madame René mientras todo el mundo se sentaba y nos miraba. Levante mi mano hacia Edward, recordando tanto como creía que él lo hacía, mis penosos intentos de baile, la última vez que lo hicimos.
Nos acercamos hacia donde era indicado. Edward me abrazo por la cintura y yo por su cuello aunque creía saber que la etiqueta decía que debíamos estar yo con una mano en su hombro y otra en su mano y el con una mano en mi mano y la otra en la cintura, pero no éramos convencionales y en esta posición podía estar todo lo cerca de él que quería. Vals. Evitándonos una vergüenza y sonrojándome y riéndome y tal vez trastabillando o algo peor, pose la punta de mis tacones sobre los pies de Edward esperando, tal como la primera vez que lo hicimos, que no le molestara mi peso. Al contrario me aferro más fuertemente de la cintura y ahora en lugar de las puntas de mis tacones tenía casi todos los pies sobre los de él. El vestido cubría nuestra travesura mientras el comenzaba a moverse llevando el ritmo del vals con facilidad. Me apoye en su hombro y permití que la felicidad volviera a fluir por mi cara.
Unos minutos más tarde termino, el orden a seguir era partir el pastel. Quería que Edward lo probara, lo habíamos inventado entre Victoria y yo. Nos acercamos hacia el pastel de múltiples pisos que nos llevo casi todo un día elaborar.
Victoria se a cerco y me dio la herramienta de cortar, estaba siendo tonta, quería burlarme de mi misma porque así le habíamos bautizado a el cuchillo/pala que servía para partir este tipo de masa.
Hundí la pala con la mano de Edward encima de la mía, en la cremosa superficie, justo al lado de las figuras que nos representaban, demasiado exactas y pequeñas.
Nos volvieron a aplaudir y volvimos a brindar.
Luego comenzó a sonar música, la cual aligeraría un poco más el ambiente mientras en la cocina, según sabia, estarían dando los últimos retoques al banquete se serviría de buffet.
El brazo de Edward se tenso un poco en mi cintura cuando la musca cambio a una mas bailable y la gente presente comenzó a animarse también.
-tengo algo para ti – me dijo, el aire hizo cosquillas en mi oreja, me volví a mirarlo pensando en que mas podría darme que yo necesitara que no fuera él mismo y su amor.
Le di mi mano y me condujo hacia otra parte del jardín en donde había una mesa con unos documentos, todos los cuales estaban, al parecer, metidos en un sobre.
Me acerque y los tome en mi mano pensando en que podía ser, si era algo relacionad con…había visto documentos similares de parte de él, pero no me asalto el miedo de entonces. El me convido con una sonrisa a que abriera el sobre y así lo hice.
A primera vista tenia la pinta de ser un formulario de inscripción a algo.
Tenía el encabezado de "Scottsdale Culinary Institute", seguí leyendo hasta dar después del segundo dato con lo que eso podía ser.
Le di la vuelta al formulario en donde había una serie de fotografías de platillos de cocina, ahí termine de entender de qué se trataba esto.
Edward me había dado un formulario de matrícula para un instituto de cocina, algo que había querido hacer oficialmente desde que aprendía a hacer cenas caseras con Emmerald.
Abrace a Edward con fuerza por su regalo, sería una profesional en la cocina, o como Emmerald solía llamarnos, una Chef Junior.
Le agradecí en silencio, con la fuerza de mi abrazo y él me lo devolvió con creces.
- señoga – dijo una voz tras de nosotros, me volví para ver a Madame con una sonrisa en el rostro - Es hoga de que lance el ggamo hacia las mujegues soltegas de la boda, paga sabeg quien segá la siguiente en casagse.
Asintiendo fui tomada de la mano de Edward hacia el centro de la tarima en cuya parte interior había muchas jovencitas riendo emocionadas por lo que se avecinaba. En esta ocasión no necesitaba penar por mi ramo de novia y su belleza por que ahora si tenía amistades que lo recibieran.
Edward me dejo para que subiera a la pequeña tarima y me di la vuelta mientras Madame pedía orden y me decía que ella me avisaría cuando pudiera lanzarlo.
Alice me sonrió desde una esquina abrazada a Jasper, supuse que, dado que la Dra. Hale ni Leah estaban ahí, se encontraban atrás de mi esperando recibir mi premio, espere que alguna de ellas lo recibiera, pero si no, no me preocupaba, sabía que Jacob adoraba a Leah y que no necesitaría de un ramo para que le dictara que se casara con ella, y había la suficiente adoración en los ojos de Emmet hacia la Dra. Hale como para que ella lo necesitara.
Lance el ramo hacia atrás y todas gritaron, hubo un momento de silencio, luego la mujer que lo había recibido grito, me di la vuelta y vi que era una hermosa chica bajita y de pelo negro, que no conocía. Salió de entre las buenas perdedoras quienes aplaudían contentas y la veían correr hacia otro chico, también atractivo quien la abrazo en el aire. Otra pareja amante, que se notaba en su mirada cuanto se querían. Aplaudí con las demás y después me volví para bajarme de la tarima, mientras bajaba capte por unos momentos la mirada de James, que me hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
Supe en seguida que el regalo de Edward estaba en la posición en que lo quería, completamente nuevo en su despacho.
Sonriendo tome la mano que Edward me ofrecía y me acerque para decirle.
- también tengo algo para ti, pero vamos a tener que irnos por unos momentos.
Lo guie lentamente alejándonos de la animada fiesta por unos momentos.
Entramos a la casa y lo lleve hacia el despacho de su padre, parecía que no sabía nada así que James debía haber cumplido su palabra.
Abrí la puerta, las cortinas estaban cerradas y la estancia estaba lo bastante oscura para que no notara la presencia del cuadro hasta que yo encendiera la luz.
Lo lleve cerca del escritorio, ahí vi la forma del marco dorado pero el no, porque me estaba mirando a mí, cuando vi que estaba perfectamente situado para verlo, me solté de su mano y camine hacia el interruptor. Lo accione y la luz tenue y educada ilumino la estancia.
Mire cada expresión de su rostro esperando identificar cualquier signo que me mostrara o que había ido demasiado lejos o que de hecho había dado en el clavo con el regalo que el necesitaba.
Escuche pasos tras de la puerta y mire hacia James que se había detenido en ella y Mire hacia la puerta, allí estaba James mirándonos sonriente, parecía que también tenía curiosidad por saber cómo reaccionaría Edward ante nuestro regalo, decía nuestro porque a fin de cuentas yo había aportado la idea pero todo lo demás había sido obra de él. - - ¿que…? – dijo Edward en voz entrecortada y sorprendida. Miraba hacia nosotros y hacia la pintura alternativamente.
-No sabía que regalarte que no tuvieras ya, así que le pedí ayuda a James, tuvo esta maravillosa idea y la compartió conmigo…- dije quintándome el crédito de la idea ya que no sabía cómo iba él a reaccionar. – la fotografía me la mostro James, luego me llevo con uno de los mejores pintores y con ayuda de él pudimos reproducir la foto en este cuadro…se cuanto los echas de menos y me pareció hermoso que tuvieras este cuadro aquí, para que los miraras siempre que quisieras y no tuvieras que recordarlos solo de memoria.
James no revelo la verdad de la hechura del cuadro y se lo agradecí, tal vez mas adelante, cuando termináramos de conocernos bien, cuando tuviera la confianza de hablarme más a fondo aun de sus padres, le diría de quien había sido la idea del cuadro.
Tal vez fuera un razonamiento estúpido, pero desde más joven sabía que mi mente no funcionaba en la misma sintonía de los demás, y hasta hacer relativamente poco tiempo había comenzado a aceptarlo.
Edward miro sonriendo complacido hacia James, que seguía parado en la puerta.
- - gracias – le dijo con la voz cargada de emoción.
Había dado unos pasos hasta quedar al lado de Edward, el se volvió hacia mí y me abrazo después de besare castamente la frente.
Sentí humedad en mis mejillas cuando apoye la barbilla en su hombro, y me asombro ser testigo nuevamente de la sensibilidad de Edward, me halagaba ser parte presencial de esa sensibilidad.
Escuche la puerta cerrarse y comprendí que James se había retirado dejándonos solos. Edward acuno mi rostro en sus manos y solo pude decirle.
- - creo que todo el crédito se lo debes a James…ya te dije que soy mala regalando cosas.- sonreí y él me devolvió la sonrisa
- - el hecho de que estés aquí, ahora, a mi lado, es más que suficiente. Después de haberte tenido y perdido, volverte a tener es una bendición, un regalo que va más allá de cualquier cosa material que puedas regalarme.
Mi sonrisa se hizo más amplia e hice la cabeza hacia arriba para que me besara suavemente.
- le pedí a James que mandara al pintor a hacer otra copia…
- ¿para qué? - pregunte sin comprender.
- para la casa de la isla Esme…allí donde pasamos nuestra primera luna de miel…allí donde nos quitamos la máscara y donde nos amamos realmente…- iba a decirle el resto de razones que encontré para que tuviera un cuadro allá pero me detuvo besándome más apasionadamente que antes.
Sentí que volaba por unos momentos, mientras el beso duro, pero después el supo, tanto como yo, que aun no podíamos estar enteramente juntos. No hasta que cumpliéramos nuestra obligación social. Claro que no era una obligación realmente, estar con esas personas era más que agradable.
Nos arreglamos un poco, ya que en medio de la pasión las cosas se habían desacomodado un poco del lugar, especialmente su pelo.
Luego nos devolvimos a la fiesta.
Edward bailo conmigo la mayoría de las piezas, aunque también pude bailar con los demás hombres, especialmente con los de mi familia.
Cambie mis zapatos de tacón por unos planos para no agotarme y porque no estaba acostumbrada a usar zapatos altos.
Edward retiro la liga de mi pierna, la típica liga. Bebimos un poco más, y comimos mucho.
Reí. Mucho más de lo que había reído en mi vida, hable con mi familia, con personas a las que no conocía, pose para interminables fotos y jugué muchos juegos típicos de parejas en ceremonias matrimoniales.
Finalmente se hizo de noche y la recepción se dio por terminada.
La gente se despidió cordialmente de nosotros.
Despedí a mi familia también.
- Se feliz hijita, como nosotros – dijo mi abuela, me incline para abrazarla en la silla de ruedas, mis lagrimas eran algo que ya no podía ocultar y las derrame ya gustosa, mientras me despedía de ellos, todos ellos, aunque sabía que no era un adiós para siempre, daba la ligera sensación. Pero los vería pronto, y en circunstancias igual de felices.
La gente nos ovaciono con granos de arroz y lo demás. Creo que mi vestido pesaría unos gramos más por todo el arroz que recibimos.
Salimos con todos detrás despidiéndose y deseándonos buenas cosas para el futuro. Subimos a un auto que manejaba un conductor diferente a Laurent.
Los nervios que siempre me asaltaban en esos momentos previos a estar íntimamente con Edward, volvían a hacerse presentes en mi pulso y en mi piel. Una mella de la inseguridad que siempre había tenido sobre mí y que sabía que de nada valía para eliminarla, porque estaba demasiado arraigada. Había aprendido a vivir con ella, pero esperaba que en el futuro, cuando siguiéramos juntos, pudiera hacerla desaparecer para ser lo bastante valiente para seducir a mi marido.
El conductor se estaciono en las puertas gigantescas de un hotel a todas luces costoso. No me moleste, sabía que Edward estaba acostumbrado a lo mejor y que si tenía el suficiente dinero para aprovecharse de sus gustos pues lo hacía. Me abrume un poco pero seguí en pie. La noche, con todo lo que podía traer, se abría ante nosotros.
Entramos pasando frente a un hombre, implacablemente uniformado que nos dio una cálida bienvenida al hotel.
No tuvimos necesidad de registrarnos con lo que supe que Edward había hecho la reservación y el registro anteriormente.
El uniformado nos guio por el ascensor, una vez se detuvo en nuestro piso nos dijo que esperaba que disfrutáramos la noche, luego cerró las puertas del ascensor sonriendo complacido.
El mundo me dio, literalmente, vuelta cuando Edward me tomo entre sus brazos, solté una carcajada entre nerviosismo y emoción mientras el caminaba por el alfombrado pasillo. Me aferre a su cuello tratando de aligerar mi peso.
El se detuvo en la puerta abierta de una habitación tenuemente iluminada, de la cual salía una esencia de vainillas suave, nada empalagosa.
Edward entro conmigo en brazos, respetando una tradición sobre la cual había leído en los libros.
Cerró la puerta suavemente empujando mis pies hacia la madera. Luego entro conmigo y camino, dando la vuelta lentamente una vez para que observara como estaba decorada la habitación.
Había una ventana grande con una cortina tenue que daba una vista algo borrosa pero espectacular hacia la ciudad, había una mesa con una botella de champaña en un cubo de hielo y dos copas largas. La cama tenía un cubre lecho asombrosamente blanco y estaba rociada con pétalos de rosa también blancos. Las lámparas eran de cristal y las luces atenuadas hacían brillar las luces dando la impresión de que había estrellas mismas en la habitación.
Edward me puso con suavidad en la cama para que quedara sentada. Luego me beso los labios y fue a servir mas champaña.
Mire hacia la cama nerviosamente como si esta fuera mi primera vez. Evidentemente no lo era, pero sentía que si lo era en parte, era la primera vez que haríamos el amor estando completamente casada con él.
Tome la copa que me ofrecía mirándome intensamente, se sentó a mi lado y ofreció su copa para que la chocara con la mía.
- por nosotros – dijo antes de acercarla a su boca – por una eternidad juntos.
Bebí de mi copa por qué no se me ocurría que mas decir para acompañar el intimo brindis, mis pensamientos eran los mismos que los de él así que no tenía por que añadir nadas.
Bebí otro sorbo y después el recibió mi copa, las puso ambas en la mesa y se volvió hacia mi nuevamente.
Levante mi rostro intentando hacer a un lado mi estupidez y lo mire a los ojos, como tantas veces antes el me lo había pedido.
Nos miramos durante mucho tiempo, podía haber pasado la noche y aun seguiría mirando extasiada sus bellos ojos.
Su mano se poso en mi mejilla y acerco su rostro a mí lentamente.
Me beso suavemente, imprimiendo mis labios de su esencia, moldeando mi boca con la suya, la mano bajo de la mejilla hacia el cuello y me acerco aun más a él para profundizar el contacto.
Cerré los ojos y lentamente me fue empujando hasta que estuve bajo su cuerpo encima de la cama.
Me desnudo lentamente, aunque tuve la satisfacción de ver que su mirada se teñía aun mas de fuego al ver el complemento que tenía el vestido, sus acciones se hicieron más bruscas a partir de ahí, pero sabía que era presa de la pasión así que no me molesto que terminara de desvestirme más rápidamente que antes.
Hice lo mismo con el desatando el nudo de la corbata de su esmoquin, quitándole el saco, sacando la camisa de los pantalones y después el resto.
Toque su piel lentamente al mismo tiempo que el tocaba la mía. Cada suspiro encendía mi sangre enormemente, me permití explorarlo como un juego previo, aprendiéndome la forma de su cuerpo una vez más, experimentando con mi toque, aprendiendo que era lo que le complacía, aunque parecía ser que todo lo que le hacía, cualquier sitio donde lo tocara, lo complacía enormemente, pues gruñía y se estremecía de una manera muy sensual.
Yo también ardía bajo el contacto de sus manos, los nervios del principio habían dado paso a la excitación de su toque, a las palabras ardientes que susurraba en mi oído cada vez que me tocaba en un sitio diferente, íntimo, erógeno.
Cuando ambos tuvimos suficientes del juego previo lo que siguió fue el acto de amor más apasionado, furioso y salvaje que habíamos tenido. No me importo que me tomara con rudeza, ya que acogía cada uno de sus fuertes movimientos con mi cuerpo, que había aprendido que Edward se dejaba dominar por la pasión cada vez que estábamos juntos, y que eso era un poder que amaba tener. Y porque sabía que unida a esa pasional devastación había un amor profundo y sincero que se gestaba y que nacía en nosotros siempre que hacíamos el amor.
Fue implacable, hicimos el amor durante toda la noche, parecía que nunca era suficiente y no me sentía agotada, me sentía extrañamente poderosa al ver que podía dar la talla y estaba a la par con él en cuanto a eso se refería.
Al día siguiente, siendo las 10:00 partimos hacia Brasil con todo nuestro equipaje.
Partíamos hacia una vida que, si Dios, quería, estaría llena de felicidad.
Cinco años después
- ¿estarás bien? – dijo Edward mientras tomaba mi mano y caminaba a la misma velocidad en que caminaban las enfermeras que llevaban mi camilla.
Apreté la mano de Edward mientras escuchaba el monitor de bebe cuyos electrodos tenía en mi panza bastante abultada y cuyos latidos tenían un ritmo marcado, constante, y rápido.
- lo estaré si te tranquilizas – dije intentando no pensar en nada más que en el latido que escuchaba y no en lo que ese hospital me recordaba las anteriores visitas que había hecho a él.
- perdóname…pero no puedo hacerlo – dijo mirándome intensivamente, su mano se apretó con la mía nuevamente.
- Claro que puedes… debes hacerlo, no hay nada de qué preocuparse.
- ¿como puedes decir eso?, te van a hacer otra cesárea…- dijo entrecerrando los ojos.
- sí, pero esta está programada y no estoy corriendo ningún riesgo
El negó con la cabeza pero su ceño disminuyo un poco.
Entramos al quirófano. Edward estaba vestido de rigor y nos habían dado la autorización para que me acompañara dentro del procedimiento, vi que le pusieron un tapabocas, una bata y unos guantes en las manos, al mismo tiempo que una especie de polainas en los pies. Yo tenía un gorro y tenía una bata también, pero a diferencia de él estaba desnuda debajo de ella ya que me iban a hacer una cirugía.
Edward se `puso a la cabecera de la camilla a donde me trasladaron en el quirófano. Me tomo ambas manos y espero mientras las enfermeras me daban las instrucciones, esas que no había podido seguir en mi primer alumbramiento.
Me pusieron en posición, poniendo campos esteriles sobre mi abdomen, yo mire hacia Edward mientras me ponían anestesia y comenzaba a sentir dormido todo desde mi pecho hacia abajo.
Tome las manos de Edward y espere hasta que la medico que me iba a intervenir dio la orden de empezar.
Mire a los ojos de Edward todo el tiempo y el hizo lo mismo conmigo, ambos nos dábamos apoyo mutuo, casi espiritual mientras escuchaba sonidos en los que no quería, pensar, el único sonido que quería escuchar era el del llano de mi bebe.
Pasaron los minutos, sentía todo lo que me hacían en el abdomen pero no me dolía, sabia que el dolor venia una vez hubiese pasado el efecto de la anestesia, pero un bebe lo valía, pensé, nuestro bebe lo valía.
Di un vistazo a mi vida, hacia esos cinco años que habían pasado desde que nos habíamos casado, había entrado a la escuela de cocina, había terminado el curso de chef, había hecho una especialización y ahora por ahora administraba la más importante cadena de restaurantes de la ciudad.
Habíamos esperado para quedarme embarazada por eso, pero ahora, cuando todo estaba en su sitio y los restaurantes podían prescindir de mi atención por unos meses, decidimos que era hora de encargar un retoño. Una preciosa niña, indico la ecografía de los cuatro meses.
Durante esos cuatro meses hicimos una lista de los posibles nombres que esta podría tener pero me mantuve en mis trece bajo el único nombre que aporte yo y que me parecía el más apto y a Edward el más raro del mundo.
Renesmee, una conjunción entre el nombre de mi madre y el de la madre de Edward. Toda mi familia quiso hacerme cambiar de idea, no porque les pareciera feo, sino más bien raro. Pero al final los convencí a todos, así que Renesmee se había quedado desde que supimos que era niña.
Hicimos traer los restos de nuestros gemelos, para enterrarlos en la mansión de Edward, en el gigantesco patio, con la misma fuete como lapida y las flores y el más precioso jardín alrededor.
Jacob se caso con Leah unos meses después que nosotros. Vivian en Estambul y parecían felices cada vez que recibía un mensaje o llamada de ellos. Tenían dos hijos, dos niños que eran traviesos y sanos.
Alice estaba casada con Jasper, también secundaron nuestra boda, unos meses después. Vivian cerca de la mansión por lo que eran unos visitantes constantes y mas que bien recibidos.
La abuela Marie había fallecido dos años después de nuestro matrimonio, tuve la bendición de verla en los últimos minutos, en donde me dijo que moría feliz, porque su más grande anhelo desde mi abuelo, había sido encontrarme, conocerme y saber que yo era feliz, pidió que hiciéramos una fiesta para despedirla, porque no quería irse con nuestras lagrimas, y complacimos su deseo, haciendo una celebración de su descanso y rememorándola en cada una de las vivencias que sus hijos recordaba.
El abuelo Charles la siguió con un año de diferencia y sus últimas palabras y deseos fueron similares a los de ella.
Ahora mis tíos y mi padre regían el imperio de los Swan. Ambos tíos se habían casado y Charlie vivía en unión libre con Sue Clearwater, una viuda de un amigo empresario del abuelo Charles, que se había enamorado perdidamente de mi padre y que era completamente correspondida.
Todo el mundo había alcanzado la felicidad, algo que no se conseguía tan fácilmente. Habíamos sido bendecidos.
El aullido infantil interrumpió mis memorias y mi contemplación de los ojos de Edward, parecían los pulmones de un soprano bebe. Mire hacia abajo para ver salir a un bebe húmedo y llorando de en medio de todos los campos estériles que me cubrían. Escuche que un cuerpo pesado caía detrás de mí y al mirar hacia arriba Edward no me devolvía la mirada, una de las enfermeras sofoco una risita y la médica me miro, pude ver que sonreía bajo su tapabocas.
- por más valor que muestren siempre les pasa a todos…- miro hacia abajo, a donde adivinaba que Edward había caído desmayado.- tenga cuidado de no pisarlo enfermera, recuperara la conciencia dentro de poco.
Le paso al bebe a una de las enfermeras que lo puso en una cunita y comenzó a limpiarlo y a moverlo. No paraba de llorar y eso era buen indicio, dijo la enfermera.
Sentí que seguía manipulando mi piel pero yo solo podía mirar a el bebe que se dejaba ver a través de los movimientos de la enfermera-
Me la devolvió en cuanto la tuvo vestida y con pañal. Se acero a mí con el bultico en las manos y la puso cerca de mi pecho.
- Renesmee…- susurre moviendo la cobijita y viéndola por primera vez, fuera de mí.
Era hermosa, aunque sabía que estaba siendo imparcial porque era mi hija, pero aun así me pareció lo más hermoso que había visto en mi vida, igual de bella que mis bebes perdidos.
Se calmo inmediatamente le di mi pecho para alimentarse.
Movieron la camilla y comenzaron a llevarme con ella.
- ¿Edward…?-
- no se preocupe – dijo la enfermera sonriéndome y mirando hacia atrás. –estoy segura de que nos alcanzara en un momento.
Sonreí para mí misma, era sorprendente que se hubiera desmayado ya que si había sido por la vista de la sangre él había visto más sangre que esa, aunque no quería pensar en ello.
Me llevaron a una habitación que tenía una cunita al lado y me dejaron allí mientras Edward me daba alcance.
Por el curso psicoprofilactico supe cuando la bebe había dejado de alimentarse y la puse en mi hombro para sacarme los gasecitos.
Lanzo unos que podrían haberle hecho competencia a un bebedor de cerveza.
Cuando se durmió la debe en mi pecho, me dolía todo el cuerpo una vez la anestesia se había ido, pero no me importo, no quería separarme de mi hija.
Cuando levante la vista vi a Edward en la puerta. Me miraba seriamente y parecía contrariado por algo.
- lo siento – dijo en cuanto lo mire interrogante.
- ven aquí – le susurre.
Dio los pasos hacia mí y se quedo contemplándome mucho tiempo, me acaricio el cabello y me beso la frente, solo después de eso miro hacia el montoncito apoyado en mi pecho.
Como él había asistido al curso conmigo, sabía exactamente como sostenerla así que se la di completamente confiada.
La miro a ella también por largos minutos, sus dedos acariciaban delicadamente la carita de la niña dormida mientras yo dejaba escapar unas lágrimas de emoción.
- gracias…- me dijo apartando la mirada de ella y volviéndola a poner en mi. – gracias por todo.
Le sonreí a través de mi llanto y él se inclino para que lo abrazara. Los abrace a los dos y le susurre en el oído.
- te amo.
Cada persona es tan feliz como quiere serlo. Yo quise ser feliz desde el momento en que tuve uso de razón, y tuve que pasar por mucho para conseguirlo, aun cuando perdí las esperanzas, al final de todo siempre estaba ese deseo. Un deseo que se hizo realidad y que cada día seguía siéndolo. Cada día lo seguiría siendo. Hasta el día de mi muerte.
Fin
0 comentarios:
Publicar un comentario