Capítulo 25 Razones que duelen, verdades que sanan
Sabía que no lo había dicho de la mejor manera, incluso sabía que la había lastimado pero ¿Qué otra opción tenía?, pretender que todo estaba bien y que yo feliz quería volver a ser padre cuando era todo lo contrario, yo la quería a ella, quería tener una oportunidad con Bella pero no apresurando algo que podría llegar con el tiempo, al que yo quería a futuro claramente no ahora.
Hacía cuatro y medio años atrás yo había recibido una noticia de manos de mi mejor amigo, Bella… mi hermosa y deseada Bella estaba embarazada, eso había sido un balde de agua fría pero también la aventura más hermosa y tortuosa que había vivido, cuatro y medio años después estaba tratando de unir un jarrón destruido por la muerte de mi pequeño Anthony ¿Acaso era justo reemplazarlo pasado algunos meses de su muerte?, la respuesta era negativa y esta vez haría lo correcto sin importar si era incomprendido.
Los ojos de Bella brillaban como dos perlas, estaba seguro que en cualquier momento lágrimas adornarían su hermoso y translucido rostro pero ¿Era correcto hacerle creer algo que no era cierto?, en un impulso mi cuerpo se movió, quería acercarme y abrazarla pero ella se percató de aquel intento y dio un paso hacía atrás haciendo incluso mucho más grande la distancia existente entre nosotros.
— Yo… no… — dude y no sabía qué decir o que hacer — Bella yo… mi amor no quise que sonará tan duro… pero… —murmure confundido tratando de arreglar mi confesión arrebatada pero ella guardó un silencio sepulcral — ¡Bella! —exclamé desesperado tratando de que pudiera entenderme así como yo la había entendido otras veces pero sus ojos marrones no aminoraron la intensidad de la mirada que estaba dándome luego de escucharme.
Siguió contemplándome en silencio, la manera en que me miraba provocó en mi cuerpo una sensación de escalofrió nacida del arrepentimiento que estaba sintiendo al haber hablado precipitadamente un tema que era sensible para ambos. En cuestión de segundos, la sensación de frió invadió cada terminal nervioso de mi cuerpo, viajó a una velocidad tal que no me percaté sino hasta que apreté mis manos que estas estaban frías.
¿Por qué no podíamos hablar estos temas sin lastimarnos?, me pregunté extendiendo mi mano en un acto meditado para tocarla. Justo cuando iba a alcanzar la piel descubierta del brazo que permanecía a un costado de su cuerpo con movimiento brusco y una gracilidad desconocida Bella me esquivó, dio el paso certero que la haría huir. Giró todo su cuerpo y se dispuso para salir de la habitación, estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta cuando me abalance para impedirlo, era tiempo de que habláramos, no hacerlo solo conseguiría mantener abierta la herida.
— ¡Bella espera! —la llamé sujetándola del brazo fuertemente, la giré y sus ojos almendrados encararon los míos — Hablemos sobre esto, huir no nos ayudará —exclamé en un susurró cargado de remordimiento por como había enfrentado la situación.
Debía reconocer que no había sido la mejor manera pero no tenía ida de cómo hacerlo sin lastimarla, a veces es mejor una verdad dolorosa que cien mentiras lastimosas. Necesitamos ambos enfrentarnos, hablar para calmar el dolor y cerrar el círculo para poder ser feliz.
— No hay nada de que hablar —exclamó evadiendo mi mirada por unos momentos — No es necesario que me digas nada, ni que justifiques tu decisión —insistió con la mirada clavada en el suelo — ya entendí el mensaje Edward —concluyó con la voz ahogada y apunto de quebrarse encarando su mirada con la mía.
Está se hizo mucho más intensas cuando aquellas palabras brotaron de sus labios, conjuntamente con la suya la mía se intensificó al escucharla hablar y la de ella al decirlas. Por la forma tensa en que estaba su mandíbula supe que aquella frase tan corta pero con tanta significación estaba dicha con una mezcla de rabia y pena. Bella se sentía traicionada por mí, debido a mi cambio de opinión.
¿Por qué todo se tiene que complicar?, me pregunté al segundo de dimensionar la expresión de su rostro. Alce mis cejas sorprendido al darme cuenta de que "mensaje" hablaba. Para mí estaba muy claro, ella no me comprendía en lo absoluto, y ante esa salta de sensatez de su parte enfurecí.
— ¿Y cuál sería ese mensaje? —increpé al segundo cambiando mi expresión de victimario a victima. Bella era la que estaba hiriéndome a mí ahora al insinuar que yo no la quería o que no me importaba.
Solté su brazo un poco para darle y darme espacio, por una parte traté de controlar mis propios sentimientos lastimosos pero ahora me encontraba un poco más susceptible que de costumbre, me sentía completamente confundido y poco tolerante con sus actitudes.
— No importa —exclamó sacudiendo su rostro al tiempo que esquivaba otra vez mi mirada y rehuía a mi toque — No vale la pena discutir —agregó calmadamente pero a la vez consternada — No comencemos una pelea por algo que —y se detuvo, su voz se apago por un segundo hasta que finalmente lo largó — No tiene importancia, realmente —concluyó con voz firme.
¿Cómo podía ser tan caprichosa e insensible?, me pregunté recordando en parte lo que yo había pensado aquella vez, luego de que ella intentará "matar" a nuestro hijo. Siempre había pasado por alto los defectos de Bella, mi amor por ella era mucho más fuerte y grande que, aunque muy en el fondo, tenía claro que ella era una niña caprichosa y voluntariosa además de egoísta, yo simplemente la aceptaba como era porque la amaba. Hoy extrañamente esos defectos se hacían demasiado pesados para pasarlos por algo, incluso para tragármelos sin decirle al menos algo.
No era sano lo que yo había hecho por todos estos años, hacer como que todo estaba bien o era perfecto no tenía sentido. En eso debía reconocer dolorosamente que Jacob tenía razón, tarde o temprano yo le recriminaría a Bella el ocultar y postergar mis propios sentimientos para con la muerte de Anthony. Era mi turno de ser el adulto y tomar el control de la relación y no dejarme llevar por miedos e inseguridad, debía ser honesto no solo con ella sino conmigo mismo y por primera vez debía decir lo que pensaba sin estar pensando en el resto, sino en mí. Aunque eso me costaría una discusión o incluso en que nos costaría nuestra relación. Después de todo no se puede tener una relación basada en mentiras y verdades a medias.
La contemplé, ella aún miraba al piso molesta esperando tal vez que yo cediera y cumpliera lo que ella quería. Se mantenía apoyada contra la puerta de la cocina esperando que otra vez se hiciera su voluntad — No soy una marioneta a la cual se manipula —pensé un tanto irritado. Yo la amaba de eso no cabía duda pero esta vez, cualquiera que fuera el resultado afrontaría las consecuencias, iría de frente con verdades completas aunque eso nos destruyera. Le diría lo que sentía y punto era mejor que llorará desconsoladamente ahora que llorará después cuando mi amor se transformará en rencor.
Su desinterés y esa actitud de "soy la victima" activo mi orgullo dolido, entonces expresé algo sin pensar pero que nació desde el fondo de mi corazón. Lo que diría ahora era lo que había sentido hacía cuatro años atrás, lo que había llenado mi corazón todas esas noches que la había abandonado durante el embarazo, algo que yo quería negar pero que sabía existía y que en parte, una pequeña pero existente, le recriminaba constantemente hasta que sanará de aquello.
— ¡eres demasiado egoísta! —recriminé en un gruñido al verla como siempre transformada en una maldita victima y yo en un estúpido ¿victimario?
Apenas exclamé la frase que enterré como puñal, sus marrones ojos se dirigieron estupefactos desde el suelo hacía mí, no se esperaba esa reacción. Su entrecejo se arrugo, su expresión se tensó incluso más de lo que ya estaba al igual que su mirada que se intensifico, sus mejillas se tiñeron de un púrpura que usualmente y en otras circunstancias podría haberse asociado a un rubor motivado por la vergüenza, solo que ahora era la tintura de la rabia e indignación.
— ¿Egoísta? ¿Quién fue él que hace cuatro años y medio atrás para saciar una tonta venganza se comporto como un ególatra al llevarse lejos a mi hijo recién nacido? —inquirió mordaz inclinando su cuerpo al tiempo que con un movimiento brusco tiró de la puerta para abrirla y salió de la cocina dejándome allí con todas las ganas de gritarle la respuesta.
— ¡Perdón! pero no fui yo quien se tragó un frasco entero de pastillas para mantener las apariencias ¿Qué se supone debía hacer, dejarte criar a nuestro hijo luego que intentaste asesinarlo? —rebatí en un grito pisándole los talones.
Era increíble ¿Yo era el egoísta y cretino? Sí había sido culpa de ella, por su maldita falta de carácter y por su constante miedo al que dirán es que las vidas de mí hijo y la mía se habían destrozado espeté en mi mente perdiendo la perspectiva de la discusión.
Transformé algo simple en una batalla campal donde esta vez no sería yo el que saliera derrotado. Bella giró su cuerpo con una velocidad imprevista me miró con una furia desatada por mis palabras. Sus ojos castaños ardían en rabia, no advertí sino hasta que la sentí, la cachetada que me propinó. En un acto reflejo mi cuerpo se alejo y me llevé la mano a la mandíbula que sentía arder producto del golpe que había recibido.
— Aquello fue un error, un maldito y estúpido error, uno del cual me arrepiento y del que me arrepentiré el resto de mi vida pero eso no te da derecho a que me trates de esa manera, no soy la única que ha cometido errores. Siento no ser perfecta —exclamó con los dientes apretados, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Estábamos a la mitad del pasillo que daba a la habitación principal. Nos quedamos mirándonos y no supe en realidad que decirle, toda la furia se me había terminado en cuestión de segundos al mirarla. Bella tenía razón, en parte, no podía pagar por errores del pasado siempre. Comenzó a jugar con el anillo de compromiso que estaba puesto en el dedo anular de su mano derecha con la mirada fija en la mía.
Tenía claro que mi expresión lejos de ser amable estaba transformada producto de la discusión que habíamos tenido hacía minutos atrás, al igual que ella no podía mirarla sin desprender en aquella mirada un poco de rabia mezclada con pena. Me herían sus palabras, no me sentía orgulloso por haber alejado a nuestro hijo de ella pero tampoco me sentía tan culpable de aquello, siempre había creído que Bella no estaba bien como para haber sido madre, incluso ahora entendía que ella no podía haber criado a Anthony, no con esos constantes cambios de humor que sufría. Lo que ahora embargaba mi corazón era una pena inmensa, sentía pena y rabia que ella no se pudiera ponerse en mi lugar y que no pensará en nadie más que ella cuando toda mi familia sentía la muerte prematura de nuestro hijo. No había persona que lo hubiera conocido que no la sintiera. Entonces recordé a Tanya con quién no había hablado en meses, me había mostrado demasiado despreocupado y descortés con quién había sido la figura materna de Anthony por cuatro años. Era increíble que Tanya pudiera ver y aun con su propio sufrimiento hubiera sido la persona que me había insistido en que debía permanecer con Bella, que debía darle tiempo y que por sobre todo debía evitar que la internarán: Edward ella te necesita a ti no a un psiquiatra. También estaba su propia familia que también sentía la muerte de nuestro hijo, "no eres la única" le había susurrado muchas veces mientras la consolaba pero a cambio siempre había obtenido respuestas cargadas de egoísmo.
— Este cambio de actitud es consejo de "él" ¿verdad? —preguntó al cabo de unos segundos interrumpiendo el silencio que nos reinaba logrando con aquello revivir en mi pecho toda la rabia que el silencio había apagado momentáneamente.
La risa burlona dibujada en su rostro fue la gota que derramó el vaso, mejor dicho, que acogotó mi paciencia incondicional. Sin decirme nada enarcó una ceja irónica al creer que yo ocultaba mi visita a Jake por otro motivo distinto a no querer herirla. Sin poder evitarlo me recriminé a mi mismo muchas cosas, después de todo yo era el culpable de que ella siguiera sin crecer y se comportará como una verdadera insensible. ¿Cómo era posible que estuviéramos juntos pero tan lejos el uno del otro?, me comencé a preguntar hasta que otra vez la voz de Bella me sacó de mis pensamientos — "No puedes reemplazarlo" – agregó clavando más la daga que lastimaba mi orgullo, la paupérrima imitación que quiso hacer de la voz de Jacob le salio fatal y con aquello entendí que había cambiado de opinión, Bella quería discutir y contrario a otras veces esta vez yo no la rehuiría — Jacob te confirmo que era mejor esperar que la "loquita" estuviera cuerda antes pensar en tener otro hijo ¿O me equivoco? —recriminó como una adolescente en sus peores momentos de arrebato.
— No tienes idea de lo que estas diciendo, sí al menos me pusieras un poco de atención sabrías que el mundo no gira solo a tu alrededor —exclamé de manera arrebatada al tiempo que mis ojos se abrían desmesuradamente por comprender que no la conocía en lo más mínimo. Ella no era la mujer de la cual yo me había enamorado. Al igual que yo ella abrió sus ojos sorprendida por el tono que empleé
— Que predecible puedes ser a veces Edward —reprochó a modo de respuesta caminando hasta nuestro dormitorio iba a cerrar la puerta pero se lo impedí.
— Tienes razón soy demasiado obvio, para variar, una vez más pensando en ti pero claro eso a ti no te importa… tienes razón sí fui a verlo, pero no por celos sino que por tu repentino ataque de maternidad, una que después de hoy no te creo, tu solo te quieres a ti misma —espeté furioso con la voz agitada producto de la rabia que sentía al darme cuenta que había sido un completo idiota.
Miré como sus labios se separaron dispuestos para hablar, los labios delgados de Bella se entreabrieron como predispuestos para hablar pero finalmente se juntaron y su boca permaneció cerrada sin decir nada. Estaba claro que quería gritarme un par de cosas pero como nunca antes se contuvo, como no lo había hecho durante todos estos meses bajo el perfil a la discusión para transformarla en un silencio que nos estaba matando a ambos, la falta de comunicación estaba socavando nuestra relación
— ¿Qué? ¿La niña ya no tiene ganas de discutir? ¿Por qué no dices algo en vez de quedarte muda mirándome? —le exigí increpándola un tanto histérico y fuera de mis cabales, aguarde unos minutos y ante su silencio continúe mordaz — pues si tu no quieres hablar lo haré yo y no te va a gustar —amenacé
— ¿Qué es lo que quieres de mí? —Preguntó interrumpiendo mi mejor planificación mental de contraataque — ¿Quieres verme destruida otra vez? ¿Tal y como aquel día que te lo llevaste? ¿O cómo todas aquellas noches en que lloraba desconsolada porque tu te ibas lejos y me dejabas sola? Pues bien te daré el gusto —anunció pero fui yo ahora quién la interrumpió.
— ¿Cómo puedes pensar que quiero verte destruida?, como se nota que no me conoces —me defendí con un hilo de voz.
— ¡Pues tú tampoco me conoces! —gritó de vuelta.
— Bella —la llamé un poco más calmado pero ella se alejó.
— Querías que hablará pues ahora me escucharás, ¿Cómo no pensar aquello? ¿Acaso no era lo que querías cuando te lo llevaste?
— Solo traté de salvarlo, de alejar a mi hijo de ese mundo en el cual estabas inmersa, guiado por las apariencias —argüí en defensa.
— ¿y eso era suficiente razón para arrebatármelo? Yo era su madre —discutió
— Y yo su padre… además tu madre lo hubiera destruido como lo hizo contigo y eso no lo iba a permitir, mi hijo no tenía la culpa de que tu fueras tan terca y tonta, te dejabas manipular por ella —objeté
— Tu nunca me has amado en realidad, alguien que ama no daña tanto —exclamó sin sentido.
— Qué lastima que pienses así puesto que es todo lo contrario, justamente por amarte demasiado y con tanta locura es que nunca fui capaz de verte como lo que realmente eras —contraataque con el corazón sangrando por sus palabras.
— ¡Bonita manera de demostrarme tu amor Edward!, montando una venganza, aliado con mi madre, felicidades Edward maravilloso amor profesas —espetó aplaudiendo con cinismo.
— Estaba dolido pero eso no significaba que no te amara, de hecho, la que no es capaz de amar eres tú ¿Acaso tu manera de amar era matando algo que habíamos hecho los dos?, ahora soy yo quien te felicita. Felicidades Bella tuviste lo que merecías —grité ofuscado.
— ¿Alguna vez vas a perdonarme aquello? O a tu tonta venganza aún le falta algún plan de ejecución, y pensar que según tú yo soy la egoísta, ¡Por favor! —se rió cínica.
— ¿Por qué no puedes darte cuenta que todos hemos sufrido no solo tú? —le pregunté curioso por aquel monologo egocentrista que me había dado con tanta convicción.
— ¿Y Tú te diste cuenta de lo que me hiciste a mí al llevártelo lejos? —discutió iba a hablar pero ella siguió — ¿Acaso te diste cuenta que estaba arrepentida de haber tomado ese frasco de pastillas como dices? —me preguntó pero no quería mi respuesta, ella ya la tenía en la punta de la lengua y la escupió como veneno — ¡No verdad! —alzó la voz — Simplemente maquinaste esa estúpida venganza con mi madre y ¡aquí estamos cuatro años después con mi hijo muerto y nosotros dos gritándonos todo el rencor que nos tenemos! —gruñó soltando el llanto contenido.
Sus rodillas se doblaron y su cuerpo se cayó al suelo, por un minuto de cordura quise correr a sujetarla pero algo me lo impidió ¿Orgullo? Tal vez, pero lo cierto era que me dolía incluso más que a ella toda la situación, no obstante permanecí en mi puesto, puse mis manos en la cintura y seguí observando cómo lloraba desolada. Mi corazón estaba contraído por la pena que yo mismo sentía.
— Sólo quiero ser feliz de una maldita vez, ¿Acaso eso es egoísta? —balbuceo bajito y mi corazón se apretó.
Me acerqué hasta ella.
— Yo también quiero ser feliz —le respondí suavemente acercándome hasta su posición, contrario a lo que siempre hacía esta vez Bella no me huyó, se quedo inmóvil en el suelo, sin alejarse como esperándome — pero no podemos creer que la felicidad se tiene con verdades a medias o ignorando que su muerte duele —exclame tomando entre mis manos su rostro para hacerla que me mirara — Yo te quiero a ti —insistí con mi vista fija en sus pardas orbes — creo que, aunque para mí Anthony fue lo más maravilloso que nos paso, esta vez quiero hacer las cosas correctamente, no tenemos que apresurar nada, esta vez tiene que ser distinto — expliqué tomando sus manos entre las mías para acariciarla — Mi amor yo no me siento capacitado para volver a ser padre, al menos no tan pronto, no sin poder llorarlo siquiera, Yo me desvele muchas noches, sufrí cuando él sufrió por resfríos e infecciones no puedes pedirme que reemplace a mi hijo con otro porque él es único… además —exclamé pero mi voz se apagó.
— ¿Además qué? —preguntó en un susurró con sus ojos mirandome fijo y ahora fue mi turno, mi estomago se contrajó de dolor al recordar aquel fatídico día y todo lo que había sucedido. Cada evento de aquel día se repitió en mi mente como una película. Tragué saliva para armarme de valor y sí estaba pidiendo honestidad era tiempo que yo la tuviera para con ella.
— Aquel día yo… —comencé y apreté mis ojos, las imágenes de la sonrisa de mi pequeño hijo me inundó por completo — Fui yo quién no puso la reja de seguridad aquel día Bella, yo fui el culpable que nuestro hijo muriera, yo…. yo lo asesiné —revelé y mi voz se quebró.
Mis ojos se inundaron de lágrimas, millones de lágrimas contenidas en el transcurso de todos estos meses comenzaron a brotar de mis ojos y rodaron por mis mejillas sin control. Largué el llanto al sentí sus brazos rodear mi cuello y abrazarme con fuerza contra su cuerpo. Este llanto de culpa mezclado con pena y angustia se apodero de mí y retumbo en aquel silencio.
— Perdóname por favor, yo no quise—murmuré contra su cuello, fue entonces cuando Bella me apretó incluso más contra ella.
— Tú no eres el culpable Edward, no tengo nada que perdonarte, yo simplemente quiero que seamos felices y siento no haberte escuchado, no haber escuchado a nadie, en verdad tu, tu familia es quién debe perdonarme a mí por haberte causado todo este sufrimiento —exclamó haciendo que mi rostro dejará la tibieza de su cuello, en realidad luche porque Bella no me viera llorando pero su fuerza inexplicablemente esta vez, fue mayor y me separó de aquel abrazo desesperado que estaba dándole.
Tomo entre sus manos mi rostro y secó mis lágrimas sonriendo.
— Yo te amo Edward y siento en el alma haber sido tan tonta pero aún estamos a tiempo de luchar por este amor, yo quiero amarte y hacerte feliz ¿Tú quieres ser feliz a mi lado? —me pregunto y entonces la besé abruptamente acerque mis labios a los suyos y los envolví con los míos, los besé con tanta desesperación y amor contenido que pensé nunca volver a hacerlo con la pasión que estaba sintiendo.
— Claro que quiero ser feliz contigo, para siempre y por siempre —resolví seguro, como no lo había estado desde hacía mucho.
0 comentarios:
Publicar un comentario