Cap . 29 Isabella Swan
Cuando termine con esa palabra no pude musitar en mi propia boca una que le comunicara que debía irse. Simple y llanamente no podía pedirle que se fuera como tampoco pude detenerme de hablar con el.
Me escuchaba en silencio, parecía que escucharme fuera lo único que se hubiese propuesto y eso, en esos momentos cuando tenía tanto por decir, me venía de perlas. Era como si alguien hubiera encendido un interruptor y todo lo que no había podido hablar en toda mi vida se disparara para caer directamente sobre el, que parecía tan dispuesto a escucharme.
Percibí sus ojos sobre mí todo el tiempo, ellos me estimulaban a seguir fraseando, confesé mis miedos, los que me habían asaltado cuando descubrí que estaba embarazada y todo lo que había pasado en ese entonces. Me parecía que en esos momentos no era ya "tan" doloroso hablar de mis hijos, de mi fase de aceptación y las implicaciones que habían llegado con ella. Aunque doliera sabía que hablar de ellos me haría bien.
Deje que la situación se volviera intima lo suficiente como para que él se acostara en mi cama y yo usara su cuerpo de soporte para el mío.
Lo último que recordaba era haberme quedado sin palabras, dividida entre el mundo real y el de la imaginación, y saber que él estaba ahí desencadeno en mí un sueño más tranquilo. Podría decir que hasta placentero.
No supe realmente por cuánto tiempo dormí, solo que cuando abrí los ojos lo encontré inclinado sobre mí, mirándome de esa manera tan intensa que conseguía que cada parte de mi cuerpo clamara por él, levante mi mano y roce sus labios tan suaves y masculinos. El calor que desprendían traspaso todas mis barreras limpiamente.
-pensé que te habías marchado – dije esperando no haber soñado demasiado ansiosa, me alegraba sobremanera que aun se encontrara aquí.
- no pude hacerlo – confeso el – no quería hacerlo.
Sentí calor en el pecho ante su confesión y me sentí extrañamente poderosa por unos momentos. Sonreí satisfactoriamente sin poder evitar que la expresión de orgullo personal se me plantara en el rostro.
- me alegro, hacía tiempo que no tenía una noche tan tranquila – eso era algo que tampoco me importaba confesarle. No se trataba de que tuviera las pesadas pesadillas que me atenazaban al principio pero, en ocasiones, mis sueños se volvían algo inquietantes y prefería pasar la noche descansando y no durmiendo.
- elevas mi ego de una manera peligrosa – dijo el susurrándome, la sonrisa seguía pegada a mi cara.
- es en serio – dije recordando pedazos de mis pesadillas de antes y eliminando súbitamente cualquier rastro de risa de mi rostro.
- lo sé- dijo el imitando mi seriedad. Nos quedamos en silencio mientras los eventos del día anterior volvían a cobrar cuota en mi cerebro. - ¿tienes miedo? – me pregunto él repentinamente y me percate de que, de alguna manera, sabia en que estaba pensando.
- sí y no – respondí bastante insegura – tengo miedo por como pueda reaccionar y no tengo miedo a la vez porque…- sentí que el rubor que hacía mucho tiempo no se veía en mis mejillas flotaba en ellas con verdadero fulgor. – se que estarás ahí.
Fije mis ojos en él esperando, de alguna manera, que se negara a estar presente en ese momento especial de mi vida.
- estarás, ¿verdad? – pregunte volviendo a hacer gala de la inseguridad.
- tanto como me quieras – respondió él enigmáticamente
Pensé en contestarle de muchas maneras pero solo se me ocurrió vocalizar una de ellas.
- te voy a querer siempre - la que más me comprometía de todas. Ya no tenía sentido ocultárselo cuando ni yo misma podía con todo ese amor que se derramaba de mi hacia el – no sé lo que me haces, se que debería odiarte pero no puedo hacerlo. – tal vez era y seguiría siendo la misma débil de siempre o tal vez se trataba de que él era mi mayor debilidad.
-se que merezco que me odies – respondió él – se que deberías hacerlo y, siento decirlo así, pero me alegra demasiado que no lo hagas. Bella, durante todo este tiempo me di cuenta de lo mucho que te dañe, pero también de cuanto te amo, tú me embrujaste el alma con tu ternura, tu amor hacia mí, estoy enamorado de ti y voy a estarlo siempre.
Cerré los parpados por que por unos momentos me sentí incapaz de contemplarme en lo profundo de sus ojos mientras me decía esas hermosas palabras que se deslizaban sobre mí como un bálsamo sanador y a las que creía sin poder dudar. Me entraron ganas de seguir hablándole de mis desavenencias a pesar de que sabía que no tenía por qué hacerlo, y arriesgándome a que él las encontrara repetitivas y aburridas.
- cuando todo término…- comencé recordando levemente como me sentí cuando cada una de sus palabras me azoto sin piedad – soñaba con este momento, con que volverías a decirme que todo era una broma, que cada cosa que me habías dicho no era sino invento. Después todo terminaba y seguía ahí - percibí como su cuerpo se tensaba ante cada una de mis palabras
-¿sabes cuánto me duele escucharte hablar así? –
Si, lo sabía o al menos creía saberlo, pero podía sentir su dolor emanar de su cuerpo y me sorprendía estar tan conectada, hasta ese punto, con él, para ser capaz de percibir sus emociones tan correctamente.
-no más de lo que me duele a mi recordarlo – dije y después quise que fuera clara mi posición respecto a nosotros – Edward, va a ser difícil olvidar todo lo que paso – negué insistentemente con la cabeza aunque sabía que él iba a rebatir mi punto –
-no te estoy pidiendo eso - dijo suavemente – lo único que quiero es compensar con recuerdos alegres cada una de las experiencias oscuras de tu vida. – se demoro segundos en continuar hablándome, como si le costara mucho continuar - ¿me has perdonado, Bella? ¿accederás a casarte conmigo, a ser mi esposa de verdad?
Me hice la misma pregunta, ¿Había perdonado a Edward? ¿Me sentía en la capacidad de intentar pasar por alto todas y cada una de las cosas que había vivido, la mayoría de ellas por su causa?
Luego me sentí estúpida por esas preguntas y cuestionamientos, sabía que mi perdón había surgido a partir del momento en que me rebelo la motivación de sus celos, aunque eso en realidad no justificara nada. En el fondo de mi corazón donde el se había plantado, había crecido y se había apoderado de todo, ahí sabía yo que él, antes de mi perdón, había conseguido algo millones de veces más grande, había conseguido mi amor y eso eclipsaba con creces cada duda que tenia respecto a perdonarle. Lo amaba y contra eso no había acción que valiera.
Suspire cansadamente luego de esa diatriba mental.
- sí, lo he hecho y… - una vez mas me dominaban sensaciones de felicidad que no había experimentado desde nuestra luna de miel. – sí, acepto casarme contigo, otra vez.
El soltó una sonrisa de alivio muy diferente a la que había tenido cuando acepte casarme con él la primera vez, en medio del jardín de su madre. Esa sonrisa era tan hermosa ante mis ojos que estos se vieron moralmente obligados a quedarse mirando. Era como si con mi "si" le hubiera dado un pasaje de entrada al cielo. Sentí sus dedos cálidos en el bajo de mi quijada, con un movimiento suave me obligo a mirarlo a los ojos y alzar un poco mas mi rostro.
Sabía que iba a besarme antes de todo ello y por esa vez no me resistí. Necesitaba tanto de ese contacto como de tantas otras cosas que echaba de menos de él.
La palma de su mano se abrió completamente sobre mi mejilla derecha, mis manos se levantaron en su búsqueda propia de contacto, desordenándole el cabello sin contención alguna. Su mano bajo por mi cuello y se deslizo lentamente por la curva de mi cuello y luego siguió descendiendo rozando mi pecho hasta detenerse en mi cintura cerrándose como un grillete de placer y empujándome hacia él con fuerza.
Luego lo tenía encima de mí, haciéndome recordar dolorosamente lo que sentía cuando él se encontraba en esa posición, completamente desnudo y profundamente enterrado en mi cuerpo. Percibí sus besos ávidos y llenos de fuego con mi propia boca mientras su cuerpo seguía moviéndose con destreza sobre el mío. No me importaba estar en esa posición con él, después de todo el me conocía íntimamente.
Sus manos me agarraron con fuerza las costillas al principio pero suavemente después. Aparto su boca con renuencia de la mía para sembrar un camino de roce de labios sobre la piel de mi cuello. Gemí cuando la conocida sensación de vértigo planeo sobre cada parte de mi cuerpo como un pájaro para asentarse sobre la parte baja de mi vientre. Luego todo se detuvo, sus manos se amoldaban a mis senos y su frente descansaba entre ellos como si no hubiera cobijo y apoyo más delicioso.
La quietud de su cuerpo me causo inquietud pero hice lo posible por no manifestarlo físicamente. Lo vi a los ojos cuando levanto la frente de mi pecho, una sonrisa inocente y torcida transformo notablemente su rostro de atractivo a uno todavía más.
- te amo – le dije como si fuera lo más normal de mundo. Su sonrisa se ensancho aunque no sabía si él se daba cuenta de ello.
-T e amo – me respondió de vuelta.
Nuestras miradas seguían conectadas, casi íntimamente, admire el envés de su rostro de facciones perfectas y masculinas, el debió haber sido hecho con mucho amor para alcanzar esa perfección física con la que soñé desde que lo conocí.
-¿qué me miras? – me pregunto suavemente enviando cosquillas de placer por todo mi cuerpo.
- eres…- dude un poco al pensar en si decirle a un hombre lo que me parecía que era resultaría ofensivo para él, pero no me pude contener – muy hermoso.
Sentí la sangre distribuirse sobre mis mejillas, casi podía sentir el calor que desprendían.
- nunca te lo dije, ¿verdad? - me pareció casi cruel que una nimiedad así se me hubiese pasado por alto – insoportablemente perfecto - recorrí los rasgos con mi mirada y tuve la satisfacción de leer en ellos algo parecido a la sorpresa.
- no, nunca lo hiciste – dijo volviendo a apoyar su mentón en mi pecho.
- te lo digo ahora – dije acercando me para besarle la frente inocentemente.
Luego, repentinamente alguien toco la puerta.
Un miedo rápido y visceral se apodero de mí ante lo que parecería que estábamos haciendo si alguien miraba la escena desde fuera. No pude menos que ver mi propia estupidez, hice fuerza para que se levantara aunque debía admitir que lo que hubiera querido era que se quedara ahí, si se podía para siempre.
- No deben enterarse de que estas aquí - me senté despacio mientras sentía que mi mano era presa de la de él, me calce mis pantuflas con una mano.
-¿tienes miedo de que nos descubran? - su voz se escuchaba algo contrariada por lo que me vi en la obligación de confesarle el verdadero motivo de mi miedo
- no…- lo bese para hacer énfasis en mi afirmación – tengo miedo de que la Dra. Hale no te deje regresar
Libere mi mano y me termine de poner de pie. Escuche un ruido, algo sordo y me volví para ver a Edward rodar a un lado de la cama y caer hasta quedar cubierto al mismo tiempo que la puerta se abría.
- buenos días, señora - era una de las enfermeras del turno de la mañana, los señores Swan y la Dra. Hale la están esperando.
Cuando dijo esto sentí que mi estomago dio un salto mortal y para nada usual. Cualquier alegría o tranquilidad que hubiera llegado a sentir estando con Edward se esfumo como vapor.
-en un momento iré – dije para intentar ganar el tiempo suficiente para serenarme.
Me quede parada olvidándome por unos segundos de la noción del tiempo, pero fui lo suficientemente consiente para darme la vuelta y mirar a Edward que se había levantado de su posición y me miraba
- no tienes nada de qué preocuparte- me decía mientras acortaba las distancias entre nosotros y tomaba mis manos en las suyas.
- sí, todo estará bien .- lo secunde no muy segura de lo que estaba diciendo, me solté de sus manos y como una autómata comencé a buscar entre mis cosas algo de ropa decente para ponerme pero no sabía cuál era el protocolo de vestir cuando tenias que conocer a tu padre después de 19 años de creer que no existía. – creo que me bañare, debes hacer lo mismo – casi sentía que había comenzado a desvariar. Me volví a comportar como una autómata y sin sentido y avance hasta el baño cerrando la puerta sin fuerza.
Miles de cosas se cruzaban por mi cabeza mientras mis manos trabajaban por cuenta propia para quitarme la ropa y meterme desnuda a la bañera.
Abrí los grifos y me sumergí sin pensar en el agua helada que me recibió mientras se acoplaba a la temperatura normal. Mientras el agua caía pensaba en las miles de manera en que le hablaría a Charlie y también en las miles de manera en que el podía responder.
Escuche como la puerta de la bañera se abría lentamente, sabía que se trataba de Edward aunque no podía imaginar que hacia ahí.
De nada valía intentar ocultarse cuando él conocía mi cuerpo incluso mejor que yo misma. Sentí sus ojos clavarse como dagas ardientes en cada centímetro de mi cuerpo al descubierto. Si, el me miraba pero lo necesitaba cerca de mí para sentirme completamente confortada, levante mi mano hacia él.
Vi que miro mi mano por muchos segundos en los que nuestros ojos tampoco pudieron dejar de mirarse. El se quito la ropa lentamente y me sentí profundamente aliviada de poder volver a verlo así y tan cerca de mí.
Cuando nuestros dedos se rozaron sentí las chispas correr por todo mi cuerpo, cuando fui cubierta por el me sentí nuevamente protegida y sin miedo a lo que pudiera pasar fuera de sus brazos. Sentí que lentamente tomaba mi cuello y hacia la presión necesaria para relajar los músculos forzados y tensos de este y de los hombros. Yo me relajaba con tan solo contar con su presencia pero lo que hacía también ayudaba
- todo estará bien, ya verás – me decía mientras yo simplemente me aferraba a él sin importarme nada mas, ni siquiera nuestros mutuos estados de desnudez. Luego después de unos momentos continuó – quisiera quedarme aquí toda la vida.
No pude sino reírme por que estaba pensando exactamente lo mismo, sus manos me tomaron el rostro y lo levantaron hacia él.
- todo estará bien, ya verás que él te va a querer, mereces ser amada por encima de todas las cosas.
Había tal sinceridad en sus palabras que no sino percibir como mis ojos se humedecían por encima del agua y que vapor que nos rodeaba.
- también espero eso – respire hondo cuidando de no inhalar agua - es curioso que me sienta aprensiva por estar a punto de conseguir lo que siempre soñé con tener… Es que no se – pero si sabía, se trataba de mi inseguridad saliendo para no sorprenderme. – han pasado tantas cosas, tantos eventos adversos que…tengo miedo de que sea uno de esos.
El secundo mi respiración profunda.
- Bella, ¿Cómo podría no quererte? Eres su hija, eres con lo que ha soñado desde que tuvo ese accidente.
No era que me hubiese convencido del todo, pero asentí intentando llenarme de un poco de confianza. Lo abrace nuevamente mientras el acariciaba mi espalda.
Lo tuve cerca de mi todo el tiempo mientras lavaba lentamente mi piel el calor de sus manos volvió a trasmitirme confianza, la que nunca había esperando encontrar en él y menos desde que me había rechazado.
Tampoco opuse resistencia cuando me saco del baño en sus brazos ni mucho menos cuando me seco y me vistió como si yo fuera su muñeca. Dudaba mucho que, en el estado en que me encontraba, fuera muy capaz de siquiera abrir el broche de un sostén. Sus ardientes ojos estuvieron sobre mí todo el tiempo, ellos también me trasmitían calor, pero era uno muy diferente al que me trasmitían sus dedos pero igualmente inquietante y placentero. Quise intentar hacer caso omiso pero había admitido que el había vuelto a meterse en mi piel y en mi corazón como una debilidad absolutamente abrumadora.
Pero la parte curiosa llego cuando le llego el turno a el de ser vestido y todo mi letargo desapareció ante la inexplorada experiencia de vestirlo a él, como si a cambio de que yo fuera su muñeca él se convirtiera en mi muñeco. Así que le devolví el favor consintiéndolo con demasiada ternura, aun para mí.
-no importa lo que haga o suceda, no te alejes de mi.
El afirmo y tomándome de la mano nos dirigimos hacia la oficina de la dirección.
Con cada paso que daba me parecía como si de repente comenzara a rejuvenecer por año. Para cuando estuvimos frente a su puerta me sentía como si volviera a ser la niña desorientada y perdida que era cuando comencé a tener uso de razón.
La puerta se abrió, no sabía si esa puerta se abría al cielo o al infierno para mí.
La Dra. Hale se encontraba frente a su escritorio y los hermanos de Charlie se encontraban sentados en la sillas de visitantes. Saludamos educadamente pero no me senté y Edward tampoco lo hizo. La Dra. Hale comenzó a indagar sobre si serian Adam y George los encargados de darle la noticia a Charlie sobre mi existencia.
- creo que los señores Swan deben decidir la manera correcta de hacer esto. O le dicen ustedes la verdad o se la dice la señora Cullen. No podemos plantearlo de otra manera y creo que no tengo el derecho de decirle algo así a Charles.-
-lo sabemos – respondió Adam. – lo hemos dialogado todo con la familia.
Cuando menciono la palabra familia la seguridad con que lo hizo y la intensidad con la que me miro me hicieron sentir demasiado confusa, el termino familia y yo nunca habíamos estado relacionados y sin embargo ahora producía en mi estas sensaciones contradictorias de miedo y esperanza, de tener un lugar al que pertenecer realmente.
- ¿ustedes…- me había quedado sin argumentos – su familia ya sabe que estoy viva? –
-si, ayer se lo confirmamos a nuestros padres, están fuera de sí del alivio y la felicidad.
Querían conocerme, no me estaban rechazando por mi ausencia involuntaria…tenia abuelos…
Sonreí sin poder evitarlo pero por un lapso corto de tiempo al imaginarme una versión mío pero con muchas canas y arrugas encima, era demasiado incongruente y tuve que parar de reírme de mi propia estupidez cuando ellos dejaron caer la noticia bomba.
- ellos estuvieron de acuerdo en que fueras tu misma quien se lo dijeras.
Mi mano se aferro a la de Edward enseguida e inconscientemente cuando me enfrente a este nuevo reto que ellos estaban planteando. Y más aun cuando personas a las que no conocía querían que una noticia de tamaña magnitud fuera comunicada por mí.
- ¿yo? – respire hondo - pero, ¿no sería mejor que lo hicieran ustedes? , al fin y al cabo el los conoce…
- a ti también te conoce, siempre nos habla cosas lindas de ti.
Sentí un poco de vergüenza cuando dijo eso.
- no lo sé, no me siento con el derecho…- dije lentamente
- tienes todo el derecho del mundo, eres, después de todo, su hija legitima.
Sentí que Edward me devolvía el apretón de mano en un gesto de apoyo, lo sabía porque mi propia mano dejo de temblar como lo estaba haciendo cuando él hizo la presión.
Aun no sabía lo que debía decir pero una cosa era cierta, si no le decía eso pronto a Charlie la situación me iba a matar de un ataque de angustia.
- está bien - accedí antes de poder detenerme y echarme para atrás.
Salimos de la oficina, aferre con mi mano la de Edward para que no me dejara mientras mis pies caminaban por voluntad propia. No quería que me soltara…no quería nada.
Mis ojos capturaron la forma de Charlie entre el verde de los prados de esos terrenos vastos, como tantas otras veces, solo que en ninguna de ellas tenia lo que en esta ocasión. Saber que quien se hallaba ante mis ojos no era otro que mi padre casi me hacia querer gritar.
Percibí que Edward me soltaba la mano, pero estaba tan ensimismada que solo me di cuenta del hecho cuando ya había dado unos cuantos pasos lejos de él. Lo mire dándome un poco la vuelta pero el solo tenía una media sonrisa enigmática en su rostro.
-estoy contigo – "lo sabes" parecían gritar los orbes verdes - pero es un momento en el que no debo intervenir.
Tenía razón aunque se me hiciera más difícil hacerlo sola, sin él. Meneando la cabeza inconformemente volví mi mirada nuevamente hacia Charlie y conseguí alejarme de Edward y del suplicio emocional en el que había convertido su presencia a mi lado.
Cada paso me llevaba más lejos, sentí el corazón palpitarme en la garganta, pero trate de serenarme. No iba a dejar que mis miedos alteraran este momento y aunque no tenía un monologo ni un discurso ensayado en la punta de la lengua intentaría hacer lo mejor para los dos.
Finalmente estaba frente a Charlie, quien al verme ilumino su rostro con una hermosa sonrisa, de repente pude ver en él cosas que no había visto antes, rasgos de su cara que me parecían vagamente familiares y que solo podían ser míos y de él. En ese corto lapso de tiempo no tuve ninguna duda de que él era mi padre.
Me arrodille para estar un poco más a su altura y de mi boca comenzaron a brotar las palabras.
- Charlie… - quería decirle papá, y quería pedirle que me abrazara pero me contuve solemnemente, no quería que esto fuera confuso para él. – una vez me contaste la historia de tu vida…la historia de la muerte de… - un sollozo pugno por atravesar mi pecho al pensar en la manera en que el había hablado de Renee, la única mujer que había amado y la cual había muerto en el accidente que le nublo la salud a él… mi propia madre, trague en seco y continúe hablando, luchando contra la presión en mi pecho que me impedía respirar con normalidad.- la perdida de tu esposa…y de tu hija…- La expresión de Charlie era inamovible, parecía haberse quedado en blanco pero algo me decía que me estaba escuchando atentamente, no sabía que tanto bien le estaba haciendo lo que le estaba diciendo. – Tu siempre hablabas de tu hija como si estuvieras describiendo a la razón de tu existir aunque ella no se encontraba contigo…su pérdida….había contribuido a lo que eres ahora…aislado de tu vida, de tu familia…- Sentí la primera lagrima deslizarse por mi mejilla, ardiente contra mi piel fría por el miedo, el peso que sentía en el pecho no se equiparaba a nada que hubiera experimentado antes…. Era demasiado parecido a la presión cuando se respiraba bajo el agua…una sensación que conocía y había vivido demasiado bien…- yo…solo lo supe hasta ayer…y… - algo me impedía seguir pero saque valor y lo hice a un lado para continuar – soy esa…yo soy…yo soy la hija…tu hija perdida….- los ojos de Charlie volaron a los míos como si quisiera ver en los míos un atisbo de mentira en lo que estaba diciendo. – tus hermanos me encontraron – me apresure a explicar antes de que creyera que lo estaba engañando.- e hicieron unas pruebas…decían que me parecía a su bisabuela…yo no lo sabía…las pruebas dieron positivas…- se que estaba hablando sin pensar y sin saber si él me estaba escuchando siquiera, pero no me podía contener, no podía parar en mi intento de explicarle todo y que no me hallara como algo hostil.
Cuando terminé, cuando esperaba que todo hubiera quedado claro para él me calle y deje que el hiciera el siguiente movimiento, lagrimas brotaban una tras otra de mis ojos inconteniblemente.
El silencio se alargo por interminables segundos, minutos, podían haber sido horas, ya no tenia noción del tiempo en mi cerebro. Luego, como si nada los brazos de Charlie se levantaron para que me refugiara en ellos. El había hecho este movimiento muchas veces antes pero ahora que ambos sabíamos la verdad este acto cobraba una importancia que no tenía antes, algo muy diferente, algo que rayaba en el fondo del amor fraternal.
Comencé a llorar mas fuerte mientras lo abrazaba atesorándolo en mi corazón como las más preciada de mis posesiones al lado de Edward, llore por nuestros años perdidos, por el hecho de habernos separado y por el hecho de encontrarnos ahora, llore por mi madre a la que nunca tendría oportunidad de conocer, pero que sabía que estaba bien en donde fuera que estuviera, porque sabía que nos estaba viendo y se sentía orgullosa de que al fin mi padre y yo, y nuestra "familia" estuviéramos unidos de nuevo.
Cuando la situación se calmo un poco levante mi rostro de su húmedo hombro y lo mire a los ojos tan llenos de amor para mí, tan faltos de la enfermedad que lo aquejaba antes, tan lleno de vida como nunca lo había estado.
- Mi hijita…hermosa – dijo lentamente mientras cerraba los ojos y murmuraba un "Gracias, Dios" que estaba cargado de emoción. Me acaricio la mejilla y dijo - ¿Cómo pude no darme cuenta…? aquí estaba yo perdido en mi propia tumba de dolor y casi dejo escapar la oportunidad de tenerte en mis brazos….como cuando eras del tamaño de un duendecillo.
Reí y llore al mismo tiempo ante su descripción de mi cuando era bebe. Me estaba demostrando con sus palabras que me aceptaba con los brazos abiertos, literalmente….si él me aceptaba, ¿Quién podría estar en contra de nosotros? -.
Lo primero que mi instinto me dicto era que tenía que compartir esto con la persona más cercana a mi ahora, Edward. Esta felicidad debía compartirla con el…no podía negarme eso…lo había prometido.
Cuando mire hacia donde él se encontraba vi que tenia la evidente intención de marcharse, caí lo podía deducid por la postura de su cuerpo y la expresión de su rostro aun a distancia. Mi alma comenzó a llamarlo en unos segundos, completamente segura de que si él no estaba ahí para compartir esto conmigo, ¿con quién, aparte de mi misma compartiría esto? ¿Acaso me quería dejar?
-¡Edward! –
Sentí que se me salía el mismo espíritu en ese llamado por él, después de todo era el hombre que amaba.
El negó lentamente aunque aun a esa distancia podía ver que quería acercarse, lo que no entendía ni sabía era porque se negaba a acercarse cuando le había pedido, le había rogado que no me dejara sola en esto. Le pedí mudamente que se acercara una vez mas y cuando avanzo hacia nosotros, demasiado lentamente para mi tranquilidad mental, el alivio me invadió poderosamente mientras se acercaba.
Me volvió hacia Charlie le dije
- papa…- sentí un cosquilleo de ternura al poder llamarle así, la sonrisa de él me confirmo que no le molestaba en absoluto que lo hiciera, me miraba bondadosamente y a la vez perspicazmente, seguramente había escuchado la manera en que yo llamaba a Edward y estaba comenzando a sacar conclusiones, aunque no sabía cuáles podrían ser . – quiero presentarte a alguien…alguien muy especial y querido para mi…- lo mire a los ojos y el asintió tranquilamente, de repente parecía como si le hubieran quitado diez años de encima y se mostraba casi sagaz, me sentí extrañamente orgullosa de que ese hecho fuera causado por mí. De hecho parecía hallarse mucho más tranquilo de lo que yo debería estar al confesarle lo que me unía con esa persona especial de la que le estaba hablando. Definitivamente no había heredado la solemnidad de mi padre. – el…salvo mi vida y es mi… –
Aunque había sido el artífice de terminar de destruirme, también sabía que le debía mi vida, por el estaba presente en este momento conociendo a mi padre y no ahogándome en el fuego del infierno…
Charlie miro por encima de mi hombro y cuando me termine de volver vi que Edward ya había andado todo el camino y nos miraba a ambos en silencio, creo que ninguno de los dos esperaba que fuera Charlie quien hablara primero ni menos que dijera:
-acércate, hijo –
Pensé que la alusión de hijo podía afectar a Edward ya que seguramente nadie le había llamado así desde que sus padres habían muerto, pero contempló a Charlie tan impasiblemente que me era demasiado difícil sacar un veredicto a su expresión, como también fue difícil encontrar las palabras para explicarle a Charlie porque, aparte de ser quien me salvo la vida, Edward era tan importante para mí.
- Papa…- comencé no muy segura – él es mi esposo….Edward Cullen.
Charlie no hizo más que mirarlo por unos momentos, pero algo me decía que no estaba sacando ningún juicio apresurado de él, ni la mirada se le había teñido de odio al enterarse de que su hijita estaba casada…pero lo que sabía que él no sabría nunca era que estuvo a punto de ser abuelo y que por esa circunstancia en su mayoría había acabado internada en la misma clínica psiquiátrica que el.
Luego Charlie hizo el más extraño de los actos al levantar sus brazos, casi de la misma manera en que había hecho conmigo y extenderlos en un gesto mudo para que Edward se refugiara en ellos, aunque también lo expreso con palabras.
- acércate, hijo –le dijo otra vez – déjame abrazarte.
La petición era tan extraña como intrigante y no podía sino preguntarme lo que haría Edward en ese momento, lo mire, parecía haberse quedado de piedra y al estar tan cerca del sentí con su cuerpo se tensaba, era como si no pudiera creer en lo que estaba pasando. Para mí tampoco era fácil y debía aceptar que no esperaba eso de Charlie.
Cuando me miro sentí sus dudas fluir a través de su mirada directamente hacia mí, pero hice un gesto para alentarlo a que aceptara el abrazo que mi padre le ofrecía, esperando que no lo rechazara y lo lastimara. Sabía de antemano que no había recibido muchos abrazos, posiblemente los míos eran los únicos que había recibido desde que ellos se habían ido aunque no podía estar segura, si se trataban de abrazos de cariño de esos había tenido míos para rato, pero si se trataba de estar en brazos de muchas mujeres, de esos si había tenido bastantes, pensé con un dejo de incomodidad, decidí dejar el tema de los abrazos a un lado y esperar yerta que era lo que Edward iba a hacer.
Cuando Edward se inclino al abrazo pensé que con eso estaba aceptando esta parte de mí y volví a sentirme aliviada. Charlie murmuraba gracias una y otra vez y supuse que era por lo que le había contado y la acción de Edward al salvarme la vida meses atrás.
Los observe durante el tiempo que el abrazo duro, por las emociones que parecían manar de la postura de Edward, tal como lo había supuesto, ese abrazo le hizo mucho bien.
Cuando percibí sus ojos sobre mi nuevamente, mis tíos consideraron que ya podían acercarse para compartir la alegría que ellos mismos habían conseguido al traerme de vuelta a la familia.
- hermanos…encontré a mi hija – dijo Charlie con un tono de melancolía y felicidad que volvió a arrancar lagrimas de mis ojos - y está casada – pronuncio mi status como si tuviera algo de lo que sentirme orgullosa y tenía razón, yo misma me sentía orgullosa de ser la esposa de Edward Cullen, así hubiera sucedido lo que hubiera sucedido, por causa de él…por decisión de él aun seguíamos casados, porque me amaba…
Mire a Edward mientras ellos compartían la felicidad sintiéndome mal porque él hubiera estado a punto de irse.
Cuando esta parte del encuentro también llego a su fin mis tíos hicieron comentarios sobre el bien que nos haría hablar a Charlie y a mí. Y debía admitir que tenían razón, aunque me doliera separarme de Edward, el también tenía una vida, y no podía supeditarlo a mis exigencias de su compañía, no fuera que decidiera aburrirse de mí.
Había permanecido un tiempo arrodillada al lado de la silla de mi padre cuando escuche a Edward llamándome quedamente. Míos tíos habían cumplido con dejarnos solos pero Edward aun continuaba ahí.
- Bella… - dijo el acercándose un poco – debo irme – durante un momento pensé en decirle que no se fuera, que se quedara conmigo así tuviera que presenciar la conversación que teníamos Charlie y yo, pero debía sobreponerme a la tristeza de no verlo más, al menos por unos días.
- Sí, claro – dije no muy convencida, esperaba no ser demasiado notoria en mi tristeza, para evitarle que se sintiera mal por ir a atender los asuntos que le atañían. – Cha…papa…permíteme unos momentos.
Nos alejamos lo suficiente para que papa no escuchara nuestra conversación. Me lance a abrazarlo sin mayor pensar, porque necesitaba agradecerle, de alguna manera, por haber estado ahí, por haberme soportado cuando más lo necesite, a pesar de ambos saber que no estaba permitido que permaneciera conmigo tanto tiempo.
- Gracias por estar aquí…siempre lo recordare – el me abrazo de vuelta y me volví a estremecer por su cercanía.
-no hay problema – contesto
-¿deber irte en verdad? - pregunte no muy segura, si hubiera dependido de mi lo hubiera guardado en el bolsillo de mi pantalón para tenerlo siempre conmigo y a mi alcance.
-si – contesto el categóricamente – debo ir a la empresa a arreglar unos asuntos
-si… - respondí yo algo disipada – perdón por retenerte tanto tiempo…gracias otra vez.
-estaré aquí cada vez que lo necesites – sentís sus labios en mi frente como si de alguna extraña manera fuera el preludio de una separación, me entraron unas estúpidas ganas de llorar pero las contuve, no quería pensar en eso pero al meditarlo se hacía imposible, yo debía conocer a mi familia y ellos a mí, aceptarme y tal vez aceptar el hecho de que estaba casada. No sabía cuando pasaría eso.
- Gracias – pronuncie.
Cuando se fue sentí un vacio demasiado grande para describir pero tuve que contener mis emociones para no abrumar a Charlie con mi tristeza, lo que él menos necesitaba era que su hija recién encontrada llorara en su hombro por la marcha de la persona que amaba.
Escondí profundamente mis sentimientos intentando sustituirlos, casi con éxito, con la felicidad que me había supuesto encontrar a mi familia y así intente pasar el resto de la tarde.
Conté a Charlie cada pormenor de mi vida, evitando hablar de mí intento de suicidio, aun mientras lo hacía me preguntaba si mis tíos sabían la razón por la cual había acabado en la clínica psiquiátrica de la Dra. Hale. Pero decido dejar ese tema para cuando tuviera más confianza con ellos, a pesar de que fueran mi familia seguían siendo desconocidos para mí.
Cuando termino todo Charlie se encontraba agotado por lo que se marcho a descansar llevado por su enfermera personal, llamada Ángela. Ella le dijo que se alegraba mucho de su mejoría pero que tenía que dormir mucho para no verse afectado en su salud, la secunde, aunque mi padre no quería separarse de mi le dije que estaríamos juntos el resto de nuestras vidas para contarnos todo así que teníamos tiempo para que se fuera a dormir.
Me hizo caso como un niño pequeño pero abrazándome como un hombre mayor que tiene en sus manos su tesoro mas valioso.
Cuando entre a mi habitación descolgué el teléfono y marque el numero de Alice, no respondió por lo que le deje un mensaje en la contestadora para que me llamara, seguramente se hallaba en alguna boutique terminado de comprar los adornos y las estrafalarias cosas que me había mostrado con anterioridad para el ajuar de su boda con Jasper, esperaba estar presente en ese momento, aunque también había llegado la hora de contarle a Alice todo lo que me había pasado en estos últimos días, cuando ella no había estado aquí.
Por parte de Jacob aun continuaba de viaje con Leah, sabía que estaba bien, pero no tenia donde llamarlo porque en la ciudad no tenia teléfono y no sabía el numero de su móvil. Esperaba que se reportara pronto, casi creía que tenía la obligación de contarle todo así como había hecho el conmigo a su tiempo.
Cuando estaba terminando de cambiarme alguien toco la puerta de la habitación, invite a pasar a quien quiera que fuera el que estuviera tocando, me sorprendí al ver a la Dra. Hale.
-¿Cómo se encuentra? – pregunto mirándome evaluativamente mientras ingresaba a la habitación y cerraba la puerta detrás de ella.
- no sabría como responder….- dije sinceramente invitándola a sentarse en mi silla mecedora – atónita…abrumada…agradecida de que me hubiera pasado a mí, entre todas las personas.
- me alegro por usted, después de todo lo que ha vivido se lo merece.
Asentí agradeciendo sus palabras pero evidentemente su intención era otra al venir a verme tan tarde.
- se ha presentado una situación…- comenzó ella lentamente como si estuviera evitando asustarme. – con sus tíos y con su padre.
- ¿pasa algo malo?
- al contrario…ellos quieren viajar con Charles hacia donde se encuentra el resto de la familia –
Me quede en silencio asimilando la información, me iba a apartar de Charlie nuevamente.
- creo que no me ha entendido – dijo la Dra. Hale al ver mi expresión facial – quieren viajar lo más pronto posible con Charles….y con usted.
Me quede en silencio asimilando esa información, ellos querían que me fuera con Charlie para conocer a la familia. Sacudí la cabeza lentamente y me acomode mejor en mi cama para no caerme.
-¿ellos le pidieron que me lo comunicara? –
- no sabían cómo pedírselo, saben que usted no confía mucho en ellos.
- tiene que entender…no los conozco en absoluto… no se…- no sabía ni que decir.
- los señores Swan son personas respetables, créame cuando se lo digo, ellos son buenas personas, no es algo de lo que tenga que preocuparse.
La vida me había enseñado a ser precavida, pero algo en los ojos de la Dra. Hale me animaba a confiar en ella lo suficiente.
- ¿qué me aconseja? – le pregunte al dudar de mi propio criterio.
- ellos quieren que la familia la vea por fin, la decisión está en usted.
El silencio volvió a proseguir esa afirmación de ella. Mire hacia todas las direcciones posibles menos hacia donde se encontraba ella, pero al final y solo al final admití para mí y para ella que ardía en deseos demasiado profundos para nombrarlos por conocer a mi verdadera familia.
-¿y donde viven? - pregunte dándome cuenta de que no conocía tan bien como quisiera de la vida de Charlie.
- en Londres, tienen su avioneta personal y saldrán de acá mañana en la mañana.
Me sentí presionada pero solamente por mis propios miedos y confusiones, trate de hallarle lógica a tan precipitada manera de ingresar en una familia que no tenía idea de mi existencia, pero sabia cuan atolondrados podían llegar a ser los familiares de Charlie si se lo proponían.
Si no me salía humo de la cabeza debía ser una suerte, no sabía qué decisión tomar, si ellos eran tan poderosos para poder sacarme del país sin necesidad de toda la documentación que eso requería debía sentirme aliviada, pero no quería dejar a Edward, me horrorizaba siquiera imaginarlo, sin él, sería una completa desconocida…
Pero lo había sido siempre, con todo el mundo, no era nada nuevo.
Pero Edward seguía dominando mis pensamientos, la promesa y muchas más cosas
- ¿Londres?- pregunte para ganar algo de tiempo, calcular la distancia a la que se encontraba y devanarme los sesos.
Aquí era cuando hubiera llamado a Edward para pedirle concejo, pero sabía que él, por su postura hacia mí, nunca me dejaría ir y se negaría a aceptar así le prometiera volver. Pero algo estaba claro ahora, tenía la necesidad de entrar en contacto con mi familia.
Tampoco podía pedirle que me acompañara, a pesar de que sabía que me había pedido que le hiciera saber cualquier cosa que necesitara, pero no podía pedirle que dejara al garete su empresa, su patrimonio y el de su familia, olvidados solo por estar conmigo. El me decía que me amaba, pero sabía que debía hacer muchos sacrificios y no tenía tiempo para dejarlo todo listo antes de irme, no sabía si mis tíos esperarían más días…
Deje de divaga, ya era suficiente. Aceptaba que no quería alejarme de Edward pero necesitaba hacer esto, comprendí, sola, por mi misma, debía comenzar a ser independiente…o al menos un poco mientras me quedaba definitivamente a su lado. Así que decidí tomar esta decisión sin consultarle a él…sin decirle nada.
Hable con la Dra. Hale. Oficialmente, como ella misma lo había aclarado, no tenía autorización de darme salida, pero al saber que necesitaba esto, y bajo su concepto de medico fui dada de alta de la Clínica por recuperación de mi trastorno. También ayudo un poco el hecho de que ellos, mis tíos, eran los parientes en segundo grado de consanguinidad, lo cual les daba cierto grado de autoridad sobre mi "custodia" a pesar de estar casada con Edward y que la mayoría de los derechos sobre mi le pertenecieran a él. Con esto estaban librándose de la trifulca legal que seguramente Edward emprendería al enterarse de esto, pero esperaba que con la carta que planeaba escribirle evitara armar ningún tipo de problema hasta que yo volviera. Porque estaba segura de que iba a regresar.
Mientras empacaba mis cosas pensaba en lo impetuoso de este acto y en la promesa que estaba rompiendo, yo que nunca había roto promesas, las pocas que había hecho, en mi vida.
Cuando todo termino de estar listo me senté en el escritorio y comencé a escribir la carta para Edward. No me consideraba muy versada de en asunto de escribir pero esperaba que con estas letras, que sentía salir desde el fondo de mi de una manera casi dolorosa, fueran lo suficientemente claras y explicitas para él, para que no creyera que iba a dejarlo, y para que no emprendiera ningún tipo de acción en contra de mi familia.
La cerré en un sobre y el deje lista para entregársela a la Dra. Hale.
Mientras escuchaba el sonido del motor de la avioneta encenderse eleve una plegaria a Dios por todo lo que estaba pasando y por que fuera tan bueno como se veía a simple vista.
Nuevamente estaba confiando en algo y esperaba no golpearme demasiado dolorosamente con la realidad una vez esta tocara mi puerta, rogaba por qué no….lo rogaba como rogaba por tener entereza y valor para enfrentar todo lo que se me venía encima.
Fuerza…. ¿a quién le importaba?
Aferre la mano de Charlie, nerviosamente, y lentamente sentí que el vacio se apoderaba de mi estomago.
Edward Cullen
Se había ido….se había ido….se había ido….
Esas eran las únicas palabras que daban una y otra vez vuelta en mi cerebro, mirase por donde lo mirase no había más verdad que esa, después de que lo había prometido ella me había dejado.
No podía reprochárselo, aunque quisiera hacerlo, yo había arruinado su vida y en estos momentos no podía arruinar la única felicidad genuina que parecía haber tenido desde que nos conocimos.
La carta que me había dejado yacía ajada y casi rota encima de la mesa del despacho de mi padre, yo sentado en una silla, me hallaba en un estado igual o peor de destroce que la hoja de papel. La había releído una y otra vez intentando encontrar alguna clave oculta, algo que manifestara diferente a cada una de las palabras que ella había escrito, pero nada salía, todo estaba lo suficientemente claro para que lo entendiera, ella iba a volver, pero eso no me consolaba, no podría estar tranquilo, convencido de ello hasta que no la tuviera frente a mí.
Y había pasado un mes desde que se marchara, y yo estaba pudriéndome lentamente en mi autocompasión y sufrimiento, ¡Vaya mártir! Pensaba mientras bebía mi decimo vaso de Whisky…o era el onceavo…Bah! Quien sabia….a estas alturas de la vida no me importaba saber cuánto alcohol había ingerido desde que sucumbiera a la desesperación lo cual paso una semana después de que se fue. Solo fui capaz de esperar una semana antes de sumirme en la depresión que me estaba comiendo el alma, si es que alguna vez la tuve.
Quise llamar a la policía, acusar a los Swan de secuestro, emprender acciones legales, duras y completamente absurdas con tal de que me la devolvieran pero me daba cuenta de que eso la lastimaría a ella y todo se iba al traste porque sabía que me quitaría la piel sin anestesia antes que hacerle más daño a ella.
Pero la pregunta millonaria era… ¿Por qué demonios tardaba tanto en regresar?, ¿Había conocido a alguien?, ¿sus tíos la estaban reteniendo contra su voluntad?, ¿debía llamar a la CIA, FBI o CSI?
Era un rematado estúpido. Probablemente ella estaba ahora en su casita extranjera tomando té y…
Alto ahí.
¿Qué demonios me pasaba?, ¿Acaso estaba celoso de la familia de Bella?
Por supuesto que lo estaba y esto era lo más frustrante del asunto. Era un imbécil egoísta y manipulador.
Tome la hoja de papel tan arrugada y grasienta por haber sido aferrada en mis manos tantas y tantas veces, y la apreté contra mí como si fuera…un oso de felpa, eso era lo único que ella había dejado para mi, para permanecer conectados.
Casi llore ante el dolor que sentí, definitivamente una cosa era segura. Isabella Swan tenía mi corazón con ella, y lo podía pisotear, abandonar, congelar, calentar a su antojo sin mayor compromiso….porque era de ella.
Solté la carta lentamente y salí del despacho subiendo lentamente las escaleras.
Me lance con ropa encima de la cama siendo presa de un cansancio arrollador. Cerré los ojos inmediatamente después sin importarme estar incomodo y oliendo a whisky.
La cabeza me dolió toda la noche pero me consoló saber que en la mañana se pasaría.
Cuando desperté me dirigí inmediatamente al baño antes de orinar la cama, había bebido tanto que sentía la cabeza del doble del tamaño que realmente era.
Me metí en la bañera sin importarme nada y me bañe para quitar los restos de sueño de mi cuero y el olor del alcohol.
Me asee y hasta me pode la barba que había acumulado en ese mes. James había tenido que hacerse cargo, nuevamente, de todos mis asuntos, pues la angustia no me permitía pensar claramente y no quería cometer aun más errores. Aunque era un día como cualquier otro me sentí un poco renovado y con un poco de ganas de ver algo más que las cuatro paredes de mi habitación.
Me enrede una toalla en la cintura y llame por el teléfono a Victoria quien no contesto, bien, supuse que debía esperar un poco más para llamarla y pedirle un desayudo no muy sustancioso pero si con algo que contuviera una bebida excelentemente fría para ayudar a pasar la resaca.
Camine hacia el balcón y abrí lentamente las puertas del mismo. La luz de la mañana no fue especialmente bienvenida ante mis ojos por los que los cerré mientras me acostumbraba a ella, después de unos segundos el dolor en los ojos fue tolerable. Lo suficientemente para abrirlos y enfocar hacia el frente.
Solo que no estaba preparado, física, emocional y psicológicamente para lo que vi.
Inclinada sobre la baranda, como si estuviera admirando el paisaje se hallaba inclinada la figura femenina más impactante de toda mi existencia, este era el sueño que se me había repetido en muchas ocasiones y que nunca se había hecho realidad, y de tanto haberlo aceptado ahora me preguntaba si el licor que me había tomado anoche estaba haciéndome efectos secundarios.
Parpadee dos veces enfocando la vista en las armoniosas piernas, siendo rozadas por los bordes de un diáfano vestido blanco, las caderas curvilíneas, la grácil curva de su espalda, sus hombros delicados…su pelo…
¡Por todos los demonios!
Era ella…ahora que lo sabia no había confusión alguna, la mujer de mis sueños, a la que había descubierto desde antes su identidad, ahora se materializaba ante mi sin dejar lugar a dudas.
Bella había regresado.
Me quede de piedra, no sabía que decir, que hacer, había esperando ese momento durante tanto tiempo, pensando en todo lo que le diría, en como la reprendería por hacerme lo que me hizo…
Y en cambio, tal y como con la mujer de mi sueño, solo podía decirle que se diera la vuelta para que terminara de encender mi pasión de esa manera en que solo ella, la mujer de mis sueños, la ahora mujer de mi realidad podía hacer.
No me daba vergüenza admitir que no había sentido eso por nadie más, la lujuria volvía a apoderarse de mí como en mi sueño solo que esta vez, por su fuerza, fue completamente devastador….catastróficamente hermoso….
"Date la vuelta" pedí ahora como lo había hecho innumerables veces antes…Y como la mujer de mi sueño lo hacía lentamente solo para torturarme. Solo que ahora se descubría en todo su esplendor, confirmándome una vez mas lo que ya sabía. Isabella Swan fue, era y seguiría siendo la mujer de mi vida por toda la eternidad.
Una sonrisa deliciosa trepaba por su rostro, como si estuviera tan feliz de verme como yo a ella. Me quede paralizado por su belleza sin nombre…por su sola presencia…
- Bella…- pude pronunciar antes de lanzar a un lado la mesa que nos separaba y tomarla rudamente entre mis brazos para que no volviera a irse jamás, y aun así temiendo que se evaporara entre mis brazos como había pasado en mis sueños.
Sentí algo ardiente deslizarse por mi pecho, eran sus lágrimas, lagrimas de felicidad, o eso quería creer.
La abrace con tanta fuerza que ella soltó un gemido por la falta de aire, pero más adelante le pediría disculpas. Ahora solo me interesaba tenerla donde estaba para toda la vida. La apreté contra mi hasta que la ropa resulto incomoda, la de ella, ya que mi pecho estaba desnudo y solo una toalla y su vestido nos separaba de estar completamente unidos, piel con piel.
Bella levanto la cabeza sonriendo y llorando a la vez y me miro con ojos tormentosos.
- Espero que la vacante para ser tu esposa aun este libre…- dijo con voz ronca.
-nunca estuvo vacante… - conteste seriamente poniéndole amabas manos sobre el rostro. – es un empleo para toda la vida….y es solo tuyo…
-me alegra escucharlo….- dijo ella antes de empujar mi cuello hacia ella para darme un beso intenso.
Jamás había tomado la iniciativa de esa manera y eso me caía muy bien en este momento, cuando ardía de deseos por ella después de esos meses de abstinencia….deseada. No había otra manera de decirlo, desde que había hecho el amor a Bella no había podido volver a acostarme con nadie más. Y no era algo de lo que me arrepintiera a pesar de que muchos pensarían que me hacia menos hombre, que mis deseos, mi voluntad y mi propia hombría habían sucumbido a una sola mujer. Pero ahora que la besaba, ahora que probaba el gusto de su aliento, de su carne suave no podía sentirme menos que orgulloso ante mi propia masculinidad, esa que ahora solo reaccionaba con ella y que pulsaba por encontrar nuevamente un lugar dentro de ella….con ella.
Lleve mis brazos a su espalda y las baje lentamente por ella hasta tomarla por las nalgas y apretarla contra mí. Un suave gemido escapo de la boca de ella dentro de la mía y me hizo arder como mil infiernos.
Bebí de su boca lenta y rápidamente a la vez, como si nunca antes la hubiera besado, como si fuera nuestro último beso. Bebía y bebía y no hallaba la manera de parar, porque no quería hacerlo.
Enrede en mis manos la tela de su vestido hasta subirla por encima de sus piernas, luego la levante hacia mí hasta que sus piernas estuvieron rodeándome la cintura.
Dios, como había echado de menos esto, esta cercanía, este poder, a esta mujer.
Camine lentamente de vuelta a la habitación mientras nuestras bocas seguían unidas degustándose una a la otra sin ningún orden, control o mesura. Y lo prefería así, con mucha diferencia.
Sus manos me tocaban lentamente los hombros como si estuviera siendo acariciado por plumas, era increíble que considerara completamente erótico ese simple toque pero así era, el fuego corría por mi sangre y se reunía en mi sexo clamando por ella, solo por ella. Siempre por ella.
- Bella…- la llame porque necesitaba hacerlo, necesitaba sentir que podía ser hombre así fuera solo con ella, si ella no me dejaba hacerle el amor en este momento moriría de combustión espontanea.- te necesito…- susurre contra sus labios entreabiertos mientras nuestras agitadas respiraciones se combinaban entre sí.- te necesito tanto….
Ella asintió leyéndome el pensamiento, sabia de que manera la necesitaba, y ella parecía necesitarme de la misma manera.
Sin decir una palabra más, me despoje de la toalla y el deje caer a un lado mientras percibía los ojos de ella recorriéndome lentamente, añadiendo más leña al fuego.
Acerque mis manos a ella lentamente mientras ambos nos dejábamos caer lentamente sobre la cama de mi habitación, en la que ella nunca había estado y en donde más la desee durante todo ese tiempo. Acerque mis manos al cierre frontal de su vestido y lenta, muy lentamente, dolorosamente desabroche cada botón exhibiendo más y más de su hermosa y apetitosa piel. Hasta que quedar abierto desde los hombros hasta la cintura…
La bese en el cuello deslizando lentamente la lengua hasta la mitad de su cuerpo…mis manos apartaban la tela del vestido mientras ella me miraba fijamente a los ojos. A pesar de que durante el corto tiempo que duro nuestro matrimonio había hecho algo similar muchas veces, era como si esta fuera la primera vez que fuera a venerar su cuerpo y la sensación era lo más placentero que había sentido hasta entonces. Deslice mi lengua lánguidamente en su ombligo haciendo que la piel de su estomago se estremeciera. Sentí una textura diferente y un poco más fría en su vientre. Mire hacia allí, una cicatriz casi perfecta se dejaba traslucir entre la blanca piel…me estremecí al recordar el motivo por el cual ella tenía esa cicatriz. Ella percibió que me había quedado súbitamente quieto.
- ¿Edward…?- me llamo lentamente, y toda la seguridad que creía haber visto en ella desde que e la vi en el balcón sucumbió en su tono, mi quietud estaba lastimándola, pero esto no tenía nada que ver con ella, aunque fuera ella quien llevara la cicatriz, era conmigo y con mis miserables actos. Que idiota había sido al no darme cuenta de lo que produciría.
Trace la forma de la cicatriz con mi lengua muchas veces, su vientre temblaba lentamente mientras le sacaba el vestido totalmente y luego la ropa interior hasta dejarla tan desnuda como yo. Como habíamos llegado al mundo.
- Mi Bella…- murmure sobre sus piernas besándolas repetidamente, besaba cada centímetro de su cuerpo expuesto a mí, expresando mi devoción, mi afecto, mi amor, mi aceptación ante cualquier cosa que viniera de ella. – te amo – susurre esta vez contra el interior de su intimidad dejándome llevar por el erotismo del momento,
Su sabor nunca olvidado volvía a hacer mella en mis sentidos como un recuerdo demasiado dulce, demasiado cálido y apasionado. Como lo que era.
Ella se estremecía y gemía con cada caricia como si hubiera echado esto de menos tanto como yo. Sus manos me rodeaban el cabello mientras le daba placer a su cuerpo, un trabajo que encontraba de lo más gratificante…
Cuando llego al clímax pude sentir cada vibración contra mí. Ella susurraba mi nombre una y otra vez llamándome, alentándome, llevándome al cielo, clamando por mí como creí que nunca iba a volver a pasar.
Yo susurraba que me perdonara y que la amaba alternando cada caricia con cada frase, con cada toque sobre su cuerpo con cada roce de sus dedos sobre mí.
Cuando la penetre todo dejo de tener sentido para mi, casi sentía que mi propia existencia se había reducido a esto, a la mujer debajo de mi, quien gemía mi nombre como si solo yo pudiera llevarla al cielo…como si solo yo fuera su único.
La sentí apretarse a mí alrededor un segundo antes de perder el control totalmente y llegar al clímax con ella nuevamente. En mi liberación deje atrás ese año lleno de pesares, de engaño, de celos, de decepción, de dolor provocado…dejaba atrás todo para abrir los brazos a un mundo nuevo, con ella. Solo con ella.
Fue la liberación más larga que nunca había experimentado, el placer que esta me produjo era equivalente a un clímax del alma, del espíritu, del cuerpo, de la esencia de la existencia misma, y ella me lo había mostrado, solo ella podía hacerme esto. Solo ella dominaba mi espíritu.
Ella había dominado mi corazón.
Nuestras respiraciones se normalizaron lentamente…levante mi rostro de su pecho, en donde lo había puesto a descansar mientras las oleadas continuas de placer dejaban un eco cada vez más débil.
- Isabella Swan…- dije su nombre lentamente, mirándola a los ojos y aun profundamente enterrado en su cuerpo - ¿me harías el extraordinario honor de ser mi esposa? –
Los ojos se le llenaron de lágrimas y sonrió gloriosamente mientras me agachaba la cabeza para besarme la frente.
- Si…- susurro antes de besarme el cabello y hacerme descansar la cabeza nuevamente en su pecho. Todo rastro de resaca había pasado completamente.
Sentí que la felicidad me embargaba…
- pero no sé como podernos casarnos de nuevo si se supone que ya lo estamos.
-por la iglesia…- dije besándole lentamente un seno – como debió ser desde el principio…
-¿con un vestido blanco?- repuso ella hablando casi como una niña –con velas…sacerdote y… ¿de verdad? –
- sí, mi amor…como la boda que debimos tener….como la boda que te mereces.
Había llegado la parte de cumplir mi promesa, esa que había hecho meses atrás cuando casi la había perdido a causa de la muerte….
Haría que cada momento de la vida de Isabella Swan estuviera plagado de felicidad, tanto que casi creía que se cansaría de sonreír.
2 comentarios:
Que emocionante capitulo me cautivo el corazón, Edward es un amor no lo puedo creer si que se casen la verdad se lo merecen. Sinedo sincera yo creo que todo lo que el hizo fue terrible pero ahora creo ver que el merece perdón, el arrepentimiento que muestra es mucho mas que suficiente. ahh (suspiros)linda, preciosa y adorada autora tienes que lucirte con el final mas genial del mundo confió en ti en que todo saldrá de maravilla, gracias ha sido emocionante y a ti mi Ángel hermosa también por hacerme llegar esta maravillosa historia.
XOXOX ....ANDY
puf que hermoso capitulo realemte casi muero dios que genial que todo hay qedado asi pero esto es el final buu que triste esta historia me hizo llorar reir ponerme hot hahaha de verdad eh srguiddo esta historia de cerca y me parece genial muah felicitaciones y chuta me gustaria imprimir la historia no se realmente ame a este edward y a la bella como caperucita hehe todo full bien
ECUADOR!!
Ana María
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