Cap. 3 : 15 de julio de 2007
- ¿y bien?- afirme cuando enfoque mi mirada sobre el temible operario de la abogacía, quien se había dedicado a recabar información sobre aquella persona a la que mi padre había dejado parte de las acciones desde hacia un mes.
- Isabella Swan. 18 años, hasta los trece años estuvo recluida en un orfanato del sur de la ciudad, escapo, nadie supo de ella desde ese momento.- dijo rápidamente, hasta parecía demasiado rápido para un hombre de su edad.
Eso no me beneficiaba dado que necesitaba encontrarla, lo mas pronto posible, mi proyecto se estaba retrasando
- algo mas?- pregunte lleno de ira renovada
- si...sorprendentemente mi asignado logró seguirle la pista hasta la casa de la familia Dupree. Muy cerca de acá por cierto...- anuncio, entonces no todo estaba perdido, admiraba un poco la habilidad de el asignado de ese abogaducho mío, no era fácil seguir la pista de las personas. - y ahora, desde hace cerca de un mes trabaja de mesera en el café Paris.
Había pasado ocasionalmente por ese sitio. A tomar café, de hecho, había allí una ardiente pelirroja que siempre se ofrecía y a la que hasta hace muy poco tiempo había decidido poner atención, pensé que seria bastante más fácil si la caliente esa resultaba ser la chica. Y al mismo tiempo pensé que si había caído en ese local debía ser demasiada coincidencia, beneficiosa para mi por cierto.
- ¿tienes fotos?- pregunte luego de un momento de pensar en lo mucho que disfrutaría del manojo de fuego ese antes de quitarle el dinero que tan ávidamente buscaba. Me estaba sobre opinando ya que no tenia seguridad de si era o no la elegida por Carlilse.
- por fortuna si, es una chica...bastante...fuera de lo común...- comento el sacando un portafolio – aunque no es una reciente. Era la última foto que le tomaron cuando tenía trece años y la ofrecían como empleada del servicio para cualquier casa que quisiera acogerla.
Me sobrecogí un poco. Pero la sensación se fue tan rápido como llego. A mi no me importaba lo mas mínimo la vida de esa chica, menos si, como yo creía, se trataba de esa golfa barata que atendía el café.
Pero me lleve una gran decepción cuando mire la foto y el color de su cabello fue claro para mi. Incluso la foto en si me dio algo de miedo.
Los pómulos sobresalían, la piel de sus mejillas se estiraba con fuerza sobre sus huesos. Profundas ojeras circundaban los casi infantiles ojos, de color negro según la foto. Y el cabello raído parecía recogido con tan poco esmero como se veía su uniforme. Dios. Era...daba demasiada lastima.
Si así era cuando tenia trece años no podía imaginarme como, al momento de que le llegara la pubertad, seria ahora. Iba a ser más complicado de lo que creí.
Si este saco de huesos estaba así de desnutrido ahora las acciones caerían en su vida como anillo al dedo y no las soltaría fácilmente.
Debía hacer algo.
La idea llego a mi tan rápido como el afán que tuve de desecharla en el mismo instante en que la pensé. Yo era un libertino consagrado y tal vez...solo tal vez podría seducir a la anoréxica para que firmara los papeles.
- hay algo mas que debes saber...- dijo el abogado súbitamente
- ¿que pasa?- pregunte saliendo de el plan que se estaba formando en mi cabeza en ese momento.
- aun tiene 17 años... si se hace mayor de edad nada, ni siquiera tu, podrá quitarle las acciones, por que estará en la capacidad de manejarlas por el poder que le otorga su adultez.
Solté un taco con verdadero fervor, debió ser ya que el se quedo mirándome como un idiota.
-¿que mierda sugieres?- pregunte acorralado, las opciones y posibilidades de que esas acciones llegaran a mi nombre cada vez se me hacían mas remotas. Sentí una especie de leve resentimiento con mi padre por mostrarse tan caritativo con desconocidos, lo mismo podría haber heredado las acciones a un narcotraficante solo por que lo considero inocente e inofensivo
Sin poder evitarlo pensé en que Carlilse había conocido a esa muchacha cuando era un bebe, había dado parte de su dinero a una criatura desconocido, sin familia.
Yo no me consideraba muy caritativo y menos tan bondadoso, es cierto que donaba al mes ciertas cantidades para fundaciones pero esta mujer...esa niñita...Carlilse no contaba con que el pasar del tiempo daría a esas acciones un valor adicional. Por todos los demonios, era la dueña del 40 % de maldito hospital.
Otro taco lleno de ira se escupió de mi boca, y para colmo el siguió hablando
- la única manera es que te cases con ella antes de que se vuelva mayor de edad, las licencias para eso son posibles y si ella firma el acuerdo prematrimonial se le puede engañar para que firme a la vez el traspaso de nombre en el contrato de las acciones.
- no...- la sola idea de casarme me daba nauseas- no voy a casarme con ella, debe haber otra manera
Mire horrorizado la vieja foto. Si algún día me quisiera casar, lo cual nunca pasaría, por lo menos en los 30 años que pensaba que continuaría mi soltería, la ultima persona que escogería seria a esa chica, solo imaginármelo me dio rabia. Bien podía mandarla a matar y alegar que como único superviviente de la familia de mi padre estaba en derecho de reclamar las acciones.
Por muy tentadora que la idea pudiera resultar había un gran problema y era que yo no me consideraba un asesino. No lo era y nunca había utilizado ese tipo de "modelos".
Otro taco, menos sonoro. No podía creer que estuviera pensando en el tiempo que me tendría que estar atado al hueso.
- ¿por cuanto tiempo debe durar?- pregunte asqueado
- dos, tres meses, si ella no firma acuerdo prematrimonial puede firmar los papeles después, le puedes decir e inventar cualquier excusa. – explico el insensible, tanto como yo
- ¿tres meses?- privarme mi libertad por ese tiempo era algo definitivamente imposible. Estaba acostumbrado a las mujeres elegantes, a las que no les importaba los rollos de una noche, ¿y debía abstenerme y serle fiel a una desconocida por tres meses?
- ¿estas seguro de que no hay otra opción?- pregunte aterrorizado
- no hay nada mas en lo que pueda pensar.- manifestó con tono de resignación
Hice una nota mental para mi mismo de intentar buscar mil maneras mas para conseguir una herencia no heredada aparte de la de casarse.
Me puse de pie y mire hacia la ventana. Me esperaba una ardua lucha. Un camino largo. Todas las empresas en las que me había embarcado eran un reto, pero debía admitir que algo de esta magnitud nunca había sido planteado antes para mi.
Si era sincero conmigo mismo debía admitir que tenia algún sadismo en mi sangre ya que este nuevo reto, el que evidentemente iba a ganar, aportaba esa excitación ante lo desconocido que corría por mi sangre. Seria bastante divertido ver como la mujercita sucumbía a mi, seguramente caería desmadejada a mis pies, una oportunidad de casarse con un magnate de los negocios como yo nunca se presentaría, la vida, por lo que podía apreciar, la había tratado demasiado duro como para rechazar lo que llegaría a ofrecer.
Entraría lentamente en la conquista, hasta que delirara por mí y no se pudiera negar a casarnos, con meloseria y toda esa parafernalia la engatusaría. Y después de cumplir el tiempo estipulado bien podría darle algún tipo de indemnización para que no regresara.
Si, el plan estaba trazado. Intrínseco pero estaba
- si no hay opción...- comente duramente mirando lo expectante de la posición del abogado.
La aventura por recuperar todo lo que pertenecía a mi padre había comenzado.
16 de Julio de 2007
Isabella Swan.
Escurrí el pedazo de tela que me estaba sirviendo para sacar brillo a la estrafalaria cafetera. Frente a mi y apoyada despreocupadamente sobre la barra estaba Jessica. Mirándose las uñas y silbando una melodía irritante.
Después de un mes no podía esperar algo mejor de mi compañera de turno. En el café Paris, donde caí a trabajar en un día de los pocos en los que había contado con suerte. Aquel animal de ruedas me había traído a esta maravillosa ciudad en donde la oportunidad de conseguir un trabajo salto a mis ojos después de dos días de arribar.
Me había alojado en una pensión bastante pequeña pero económica, no iba a malgastar lo que Emmerald me había dado.
Fue un golpe de suerte. Caminaba mirando hacia todos lados, esperando que un letrero indicara algo que me sirviera, buscaba la palabra "mucama", "mesera," empleada domestica". Estaba dispuesta a lo que fuera. Después de todo trabajar nunca había sido un tabú para mí. Más bien había sido el monosílabo lema con el que me bautizaron.
Cuando encontré el anuncio "se solicita cocinera o mesera experimentada" vi la oportunidad de obtenerlo. No era experimentada pero sabia cocinar y aprendía rápido, una de mis pocas habilidades.
Conseguí la entrevista con la señora Newton, ella pareció compadecerse de mi y darme una oportunidad, Cuando hablo de Jessica me advirtió de su envidia y de su odio a cualquier camarera que compartiera con ella el turno, pero por esa nimiedad no me iba a retractar. Esto lo necesitaba y si bien no me gustaba caerle mal a la gente lo soportaría, había soportado demasiado en aquel lugar como para rendirme ahora ante el rencor injustificado de otra persona.
Dije a la señora Newton que no se preocupara, y que confiara en mí para el trabajo.
No la decepcione, y aunque conocí de antemano el rencor de Jessica me pareció tan estupido como imposible, una mujer como ella, voluptuosa, rubia, no podía sentir rencor ante el palo de escoba que era yo. Si veía alguna amenaza en mí seguramente debía visitar a su oftalmólogo más a menudo.
Y, como dije antes, no decepcione a mi jefe. En este lugar decidí poner a disposición todo lo que había aprendido en materia de repostería de los cursos que tomaba Emmerald, el favorito de ella era la tartalea de manzana, y lo hice una vez para probar, para rendirle honor, con los tan buenos resultados de que la clientela se incremento, lo mismo de los demás. Por primera vez en mucho tiempo me adapte a algo, alguien disfrutaba de lo que yo hacia y eso era algo de lo que me sentía orgullosa.
Los clientes alababan las manos mágicas de la cocinera del turno de la mañana, todo el mundo a los alrededores desayunaba aquí y mi jefe me adoraba. ¿Que mas podía pedirle a la vida?
Bueno sonaría egoísta, pero si la vida me pudiera dar algo más seria que me quitara de encima a este karma por cargar que era Jessica Stanley.
De espaldas a la puerta escuche el sonido de un auto estacionándose en uno de los lugares, eran las 11:00 AM, un poco tarde para desayunar, la verdad. El local había dejado de estar superpoblado desde las 10:00 hora en la que todo el mundo trabajaba. Continué mi labor y escuche como la puerta y el chasquido de las campanitas sonaban al abrirse.
El silbido de Jessica se interrumpió al instante seguido de una risita de satisfacción.
Yo negué un poco con la cabeza esperando que ella no notara mi mal humor. Seguramente un cliente no esperaba que la camarera se le abalanzara encima ofreciendo sus servicios al mismo tiempo que sus pechos. Pero eso era lo que este fosforito parecía pensar y a juzgar por los sonidos que emitía quien entraba debía ser alguien muy atractivo.
Por los pasos que escuche sobre el frote que hacia a la piel de la cafetera supuse que el cliente había tomado mesa. Escuche la voz de Jessica a lo lejos, aquel "que puedo hacer por usted" que a cualquiera con dos dedos de frente podía sonar a "le ofrezco lo que sea que quiera, lo que sea", demostraba la poca sutileza de mi compañera de turno a la hora de escoger a su presa.
Escuche el taconeo de sus pasos sobre el piso y su voz llamándome
- oye!- me dijo transformando su ronca y "seductora voz" en un ladrido estridente, como si quisiera demostrar a alguien que ella mandaba-
- que- le dije sin darme la vuelta.
- dame una taza de café capuchino y una porción de pastel de cereza.- dijo.
Era el pedido del cliente, sonríe al pensar en la tarta de cereza que había apenas sacado del horno, la mas fresca.
Manipule la cafetera conciente del martillearte taconeo de Jessica sobre el piso, impaciente, impacientarte. Me dieron ganas de coger el manguillo mezclador y lanzárselo a la cabeza. Pero me contuve y respire hondo, el café también se había vuelto famoso por la que, según escuchaba, era la mejor magia en las manos de una mujer. Cuando estuvo listo lo deje sobre la barra y ella lo tomo en su bandeja, antes de llevarlo vi que, apresuradamente, anotaba su numero telefónico en el raspado del servilletero. Negué con la cabeza y ella me saco la lengua. Por un inatente me permití imaginarla como aquel basilisco de leyendas antiguas, pero cuando la cara infernal se lleno de cabellos rojos y rizados casi me atraganto de la risa con mi propia saliva.
Antes de darme la vuelta mis ojos enfocaron la mesa del cliente. Mi cuerpo se congelo.
Aun sentado irradiaba algo que era desconocido pero poderoso, tenía sobre los ojos unos lentes oscuros que parecían especialmente diseñados para su cara. Por ellos no podía ver hacia donde estaba enfocada su mirada pero algo me decía que no estaba mirando a la cafetera tras de mi.
Jessica puso el plato y la taza de café en la mesa y retrocedió sonriendo abiertamente. Me di la vuelta con el fin de no sentirme avergonzada y regañándome a mí misma al pensar que me estaba mirando a mí.
Mi vida amorosa...el amor no estaba en mi vida, mi vida amorosa sonaba a flores y yo no tenia de esas. Mi vida violenta sonaba mas a lo que concordaba conmigo. Mi pulso tembló un poco cuando inevitables e inolvidables imágenes de mi pasado cruzaron sobre mis ojos. Aferre con fuerza el borde de la barra y trate de calmarme.
Era algo que había intentado dejar atrás pero era demasiado difícil de asimilar como para olvidar. Basta. Respire hondo y por fin me calme.
Pero nunca supe por que mi reacción si desde hacia un mes que no tenia pesadillas ni recuerdos sobre mis años en el orfanato.
Lave los platos sucios que quedaban en espera de lo que el cliente iba a desocupar y me dedique a llenar de más servilletas los servilleteros.
No mire al cliente más. Había algo en el que me daba miedo. Demasiado miedo.
Me agache para recoger el acomodador que se había escapado de mis manos, cuando me erguí casi me caído sobre el trasero. Apoyado en la barra el extraño me miraba fijamente, no había confusión posible a pesar de que aun seguía con los lentes oscuros puestos, la dirección de su nariz apuntaba a mi persona.
Con trabajo me puse de pie y lo mire tragando saliva indecisa
- ¿que puedo hacer por usted?- pregunte un poco contrariada cuando mi mirada rozo a Jessica quien detrás de el se corto la garganta con el dedo índice. La ignore y sonreí un poco
- quiero cancelar mi cuenta- dijo apaciblemente
Su voz oscura, ronca, suave y seductora penetro por mi conciencia, luego vi que movía la mano derecha y con una lentitud exasperante se sacaba los lentes de la cara y revelaba para mí el par de ojos mas intensos que jamás había mirado.
No era que fuera un ama en el tema de mirar a los ojos, pero nunca, nadie, había permitido que analizara unos ojos como este cliente estaba haciendo en ese momento. No podía apartar la vista de ellos, menos cuando una lenta mirada evaluadora se deslizo sobre mi palo de escoba.
Le di el valor de la cuenta y me paso un billete de los grandes, cuando manipule la caja pude sentir su mirada en todos mis movimientos, le devolví el cambio ya sin mirarlo y extendí la mano para que recogiera el resto.
El calor de la suya traspaso mi carne y una fuerza retuvo mi mano en sus dedos, fuerza hecha por el. Mis ojos volaron a su cara que me observaba impasible.
- guarda el cambio- dijo otra vez con su voz.
Yo me había olvidado de Jessica y su sorda amenaza, pero nunca, desde hace tres años, desde ese horrible hecho, una persona del sexo opuesto había rozado mi piel. Sentí desde distintos ángulos como si miles de hormigas recorrieran mi epidermis. El verde de sus ojos parecía destellar con una luz abrasadora. Retire mi mano y el dinero callo sobre la barra. Ambos nos miramos por varios segundos antes de que yo hablara en una voz que no parecía en absoluto la mía
- es demasiado...- dije negando
Una sonrisa ladeada trepo por su cara, y otra mirada lenta se deslizo por mi pecho y mis caderas.
- no para la dueña de esas manos mágicas.
Había escuchado de la magia de mis manos, pero que ese personaje, a todas luces rico y distinguido lo dijera era una absoluta novedad. Me pregunte si el era conciente de que su mirada me estaba estrujando el cuerpo en un sinfín de estremecimientos. Le dio la vuelta a mi mano tomándola y sin ningún miramiento se las llevo a los labios y la beso. Guiñando un ojo se aparto y se puso los lentes otra vez-
- no vemos...-
Ese nos vemos me sonó a que no seria la ultima vez que lo vería. Nunca había tenido un encuentro así de extraño, sin no lo hubiera visto salir a la luz del sol prevaleciente habría podido jurar que el alma del conde Drácula, de aquella somática versión protagonizada por Gary Oldman, se había apoderado de este seductor hombre, pero yo no era ni de lejos parecida a Winnona y no tendría por que estar pensando en hombres seductores.
Tome el dinero y lo acomode en la caja a pesar de que el me había dicho que lo tomara
Durante un instante quise saber su nombre. A pesar de que en un principio lo había pensado diferente alguien como el solo entraba en locales como el café Paris de pasada.
- oye!- me llamo otra vez Jessica esta vez con el odio saliendo de cada poro de su cara – ten mucho cuidado con ese...es mío
La ley que permitía a las personas adueñarse de otras había sido abolida hacia mucho tiempo, pero supuse que la inteligencia de Jessica aun no había llegado lo suficientemente lejos para esos estudios. Si, ella podía permitirse un tipo así, y no, no estaba interesada en reclamarle como mío.
Negué con la cabeza, contrariada y me volví a lavar, mi turno terminaba en una hora.
Los ojos de ese hombre fue la única cosa que no me pude quitar de la cabeza en el resto del día y la noche
comentarios por fiss..................
3 comentarios:
que genial este capitulo merece aplausos super bien la historia no es cmun pero wau que esta interesante felicitaciones buen fic
wooowyo opino igual esta super este fic espero con ansia el cap 4 saludos chicas y gracias por publicar esta historia
sayaslunas.
tu blog es genial.¿afiliemos,te sigo y me sigues? mi blog es en ingles pero ay traductor en el pagina.avisame y me dejes el link de tu blog para encontrarte
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