Holaa mis niñaas!!
Lo prometido es deudaa aqui tienen el epilogoo, esperoo que les haya gustadoo el fic, les pidoo que dejeen sus comentarios niñaas que es nuestra motivacion para seguir subiendoo fics
besitoos:)
anitaa culleen!
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Cap.32.Epilogo: Eternamente.
ALICE POV
Un año después.
"¿Te gusta?" – me preguntó Jasper, abrazándome por la espalda e inclinado su rostro para reposarlo sobre el hueco de mi hombro izquierdo.
"Es… hermoso" – murmuré, aún sin despegar mi vista de la ventana, por la cual, desde el décimo piso del hotel, obtenía la vista más maravillosa de París – "parece un sueño"
"No es nada, si se compara contigo" – discutió con voz suave. Suspiré profundamente, abusando de la felicidad que se sentía en el aire que respiraba. Cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás, recostándola sobre su pecho.
La obra con la que mi novio había ganado, hacía más de un año, aquel concurso de pinturas en la academia de arte al que asistía, se había vuelto la fascinación para un grupo de personas entendidas y manejadoras del tema, las cuales, semanas después de tal evento, lo contactaron para invitarle a una exposición que se llevaría a cabo en el salón Hoche Paris…
A pesar de que la invitación llegó con muchísimos meses de anticipación, sentimos que el tiempo se había pasado volando y, cuando menos lo pensamos, ahí estábamos ya, en las iluminadas calles de aquella ciudad, completamente solos. Nuestros hermanos pusieron pretextos y más pretextos para no acompañarnos. Y nuestros padres, aunque lo hubiesen deseado, simplemente no podían ya que una operación se programaba para esas fechas…
Debo admitir que estaba realmente feliz de poder haber realizado aquel viaje, solos. Y, por la actitud de Jasper, sabía que también a él le agradaba la idea.
"Debes estar cansada" – aventuró, negué con la cabeza, mintiéndole hasta cierto punto.
Realmente, el evento había sido demasiado extenuante pero, a la vez, muy hermoso y satisfactorio. Mi novio había recibido múltiples felicitaciones. Todo el mundo comentaba de lo talentoso que era, pese a su juventud, y es que la imagen de aquella muchacha, la cual tenía mis facciones, danzando en el bosque y bajo la luna llena, había cautivado a la mirada de las decenas de personas que se habían reunido en ese lugar tan recatado. Mis mejillas aún se sonrojaban al recordar el como se me acercaban, para poder saludar a la "modelo" de aquella magnifica pintura…
Perdí la cuenta de las veces en las que mi novio se negó, gentilmente, ante la propuesta de la negociación del cuadro.
"Lo siento, no esta en venta, solamente estoy aquí, aceptando la invitación de unos amigos" decía mi novio una y otra vez…
"El valor de ese cuadro es incalculable, no existe un precio monetario con el cual representar todo mi amor por ti" confesó cuando pose mi confundida mirada sobre él, al no entender el por qué de tan obstinada negación.
"Muchas gracias, Jazz" – le dije, mientras giraba mi cuerpo para encararlo.
"¿Gracias de qué?" – preguntó, frunciendo sus castañas cejas
"Por todo lo que me has dado" – contesté y, soltando sus manos, caminé hacia la pintura en donde me encontraba. Podía mirarla ciento de veces y seguiría sintiendo la misma oleada de fascinación y embelesamiento que me había embargado el día en que la vi por primera vez.
Pasé mis dedos sobre ella, y sonreí.
"En todo caso, el que tiene que agradecer soy yo" – murmuró, cerca de mi oído. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo al sentir sus manos deslizarse alrededor de mi cintura – "todo lo que tengo, todo lo bueno que he hecho, ha sido gracias a que te conocí" – continuó hablando – "iluminaste mi vida en cuanto traspasaste la puerta de la casa y clavaste tus ojos en los míos"
Moví mi cuerpo para poder perderme en sus calidos ojos color miel. Levanté mi mano y rocé cada parte de su rostro pálido y angulado. Parecía imposible pero Jasper había cambiado, los rasgos infantiles de su cara habían sido reemplazados completamente por otros más firmes, volviéndolo aún más guapo de lo que ya era.
Me pregunté si también yo había tenido algún cambio y, sobre todo, si él lo había notado…
"Te quiero" – le confesé y, después, solo fui conciente de que sus labios habían capturado los míos.
Mi cuerpo otra vez se estremeció ante el tacto de sus firmes manos deslizándose por mi espalda. Su boca se movió más intensamente contra la mía, encendiendo una llama ardiente que se expandió por cada centímetro de mi piel. Mi mente se nubló por completo al sentir como su aliento llegaba hasta mi garganta, enrollé mis brazos en su cuello y mis dedos se enterraron en sus rubios cabellos.
Nos separamos lentamente, yo me encontraba temblando bajo sus manos, nos miramos a los ojos y, entre respiraciones agitadas, Jasper me tomó de la mano y me llevó lentamente hacia la cama que reposaba en el centro de aquella habitación, preguntándome silenciosamente, a cada paso que dábamos, si era eso lo que quería. Y yo, usando el mismo mutismo, le dije que no solo lo quería, si no que lo deseaba. Él entendió, claro que lo hizo.
Mi corazón comenzó a latir desbocadamente cuando me sentó sobre sus piernas y comenzó a besar mi cuello con labios dulces y gentiles, podía asegurar que mis mejillas estaban completamente rojas debido al pudor que me daba la situación y, sin embargo, la pasión había movido mis manos para que éstas lo despojaran del negro saco que aún portaba, para después continuar con su camisa color vino.
Pausadamente (casi con un poco de vacilación), Jasper fue bajando el cierre de mi vestido, y me fue recostando lentamente sobre la cama, en donde pude sentir la presión de su cuerpo sobre mí. Podía notar que él también se encontraba igual de nervioso que yo. Lo supe ya que pude apreciar el ligero temblor de sus dedos al deslizarse para recorrer mi piel desnuda y, sin embargo, pese a nuestra inexperiencia e ingenuidad, todo fue más que perfecto. Jamás imaginé que nuestra primera vez fuera a ser de una manera tan lenta y suave. Jamás pensé que disfrutaría con cada movimiento cuidadoso que él daba dentro de mí y jamás soñé experimentar tal placer en compañía de mi novio… Los dos aprendiendo, los dos enseñando, los dos siendo solamente uno, para siempre…
Y bien… ¿Qué más podía pedirle a la vida? Los límites de la felicidad para Jasper y para mí, no estaban marcados, y nunca lo estarían…
… Ahora estaba aquí, al lado de mis dos hermanas mayores, las tres vestidas de blanco, completamente nerviosas, pero sobre todo, sintiéndonos muy dichosas.
"Creo que voy a vomitar" – murmuró Rose mientras jugaba con sus propios dedos – "Creo que vomitaré" – volvió a repetir.
"Tranquila, Rose" – dijo Bella – "No hay por qué estar nerviosas…" –
"Bella, tu eres la menos indicada para dar ese tipo de consejos" – comenté al verla. Su lindo rostro estaba completamente distorsionado por la inquietud. No era por nada pero, al parecer, yo era la que más tranquila se encontraba.
El suelo estaba tapizado por pedazos de servilletas que las tres habíamos destrozados, inconcientemente, con nuestras manos.
"Hijas, ya es hora" – anunció Esme, entrando por la puerta y, cuando levantó la mirada para vernos, sus castaños ojos se le llenaron de lagrimas – "oh, mi niñas… ¡Que hermosas se ven!" – exclamó mientras estiraba sus brazos para abrazarnos – "las quiero mucho, hijas" -
"Nosotros también te queremos" – dijimos al unísono, con la voz cortada debido al llanto que se aproximaba. Nos miró detenidamente, una a una, y después, se acercó para besarnos las mejillas y acariciarnos el rostro, de esa forma tan amorosa que solamente ella poseía.
"Vamos, los novios esperan" – informó, regalándonos una mirada alentadora, antes de salir.
Bella, Rose y yo, nos miramos, una a la otra. Era absurdo sentir esa clase de nerviosismo, ¿Cuál era el problema? ¡Nos íbamos a casar con los hombres de nuestra vida! Los cuales ya nos estaban debajo del altar, esperándonos...
"Es hora" – repitió Bella, sustituyendo la intranquilidad de su rostro con una sonrisa y caminó hacia la salida. Nosotras la imitamos. Rose se adelantó, ella sería la primera en entrar, yo era la última y Bella, por consiguiente, la segunda.
Supongo que a mis hermanas les pasó lo mismo que a mí en cuanto vieron a sus respectivos novios parados al otro extremo de la iglesia. Estoy segura que también ellas se sintieron más que bien al sumergirse, a distancia, en sus pupilas, sintiendo como un hormigueó recorría sus estómagos y entorpecía sus pasos. También podría afirmar que, al igual que yo, también ellas tuvieron que concentrarse para no correr y acotar, lo más rápido posible, el espacio del pasillo que las separaba de aquellos anhelantes brazos…
… Cuando las tres estuvimos ya al lado de nuestros novios, la ceremonia comenzó. Fue sencilla, fue perfecta. Las tres parejas dijimos nuestros botos en distintos tiempos. Las tres parejas nos sumergimos y no envolvimos en nuestra burbuja en el momento del juramento, existiendo solo Bella y Edward; Rose y Emmett; Jasper y yo, en la iglesia…
"Los declaro marido y mujer, los novios pueden besar a la novia"
"Te amo" – susurramos todos al mismo tiempo y, en un movimiento sincronizado, los seis juntamos nuestros labios con nuestras respectivas almas gemelas.
EDWARD POV
Dos años después de la boda.
"¡¡Emett!!"
"¡¡Edward!!"
"¡¡Emmett!!"
"¡¡Edward!!"
Mi hermano y yo llegamos corriendo a la sala, de donde provenían los gritos de nuestras esposas, las cuales estaban tiradas sobre el sofá, agarrándose la panza mientras respiraban profundamente.
"Ya viene, Edward… ¡Ya viene!" – anunció Bella en medio del dolor – "Creo que también Rose va a dar a luz"
Vi a mi rubia cuñada y lo dicho por Bella era más que cierto. Giré mi rostro para ver a mi hermano, estaba completamente paralizado, parecía que la respiración se le había extinguido por completo, casi podía jurar que estaba morado.
"Emmett, necesito tu ayuda" – dije mientras caminaba hacia mi esposa y le tentaba el estomago – "Bella, ¿cómo te sientes?" – pregunté
"¿Cómo quieres que me sienta?" – soltó en medio de pujidos… bueno, debo admitir que tenía razón y mi pregunta había sido estupida, no era el primer parto que atendía y, sin embargo, me encontraba muy nervioso. Seguramente se debía a que esta vez era mi bebe el que venía en camino.
"¡Ahh!" –
El grito de Rose empeoró las cosas. Dejé a Bella para examinar a su hermana
"¡Emmett, llama a Jasper y a Alice, toma las maletas y prepara el carro!" – ordené, más no obtuve respuesta alguna – "¿Emmett?" – volví a llamar y…
¡PLOP!
En medio de los quejidos, Rose bufó y puso los ojos en blanco. Sabía lo que le pasaba por lo cabeza, ya que, apostaba lo que fuera, a que era lo mismo que pasaba por la mía…Genial. Lo que me faltaba (o más bien, lo que nos faltaba)… ¿Era justamente necesario el que Emett de desmayara exactamente en ese instante, cuando más se le necesitaba?
Edward, tranquilo, ¡tranquilo!, piensa bien lo que tienes que hacer… Me repetía una y otra vez tras verme solo en esta situación.
"Ok, Rose, Bella" – llamé, tratando de calmarlas, más mi voz denotaba el mismo nerviosismo que ellas – "tranquilas, llamaré a Jasper y a Alice y…"
"Edward, cariño" – interrumpió mi esposa con…. ¿frustración? – "no nos cuentes tus planes, solo… ¡Hazlo!" - soltó con un gemido y torciendo todo el rostro por la contracción que se había presentado.
"¡Ok, ok!" – dije y, a pesar de que sabía que tenía que sacar mi celular de mi bolsillo, aquella actividad me tomó más tiempo del necesario. Hice la llamada, y Jasper me aseguró que dentro de pocos minutos estarían en la casa. En cuanto terminó la llamada, me apresuré a correr hacia el carro y preparar los asientos.
¿Tenía que ser necesario que mi bebe y mi sobrino hayan querido nacer al mismo tiempo?... volví a correr de vuelta hacia la sala y, valorando que Rose era la que más contracciones estaba teniendo, la tomé primero entre mis brazos
"Edward…" – chilló la muchacha
"Tranquila, Rose…" – comencé a decir, pero ella me interrumpió, agitando su cabeza de derecha a izquierda, indicándome, con ese gesto, que no era eso lo que quería dar a entender. Esperé a que me dijera lo que quería
"¿Podrías…?" – un gemido de dolor interrumpió lo que iba a decir – "¿Serías tan amable de despertar a Emmett?" – propuso un poco alterada…
Oh. Había olvidado que mi hermano aún estaba inconciente, tendido sobre el suelo
"Si, Rose, en seguida lo despierto" – prometí mientras la llevaba al carro. La deposité con cuidado y, regresé rápidamente hacia donde Bella estaba. Casi tropiezo con el cuerpo de mi desfallecido hermano
"Bella, amor, ¿podrías esperar un momento en lo que hago que Emmett reaccione?" – inquirí mientras le tomaba de las manos
"S… si" – soltó mi mujer – "solo… date prisa, por favor"
"Si, amor" – prometí – "recuerda el cómo debes respirar…" – recomendé y ella asintió de manera frenética y comenzó a exhalar ruidosamente mientras yo buscaba en mi maletín un frasco de alcohol con algodón.
Como era de suponerse, Emmett no reaccionaba con nada, así que opté por la violencia, y agradecí que el par de bofetadas dadas sobre su rostro ayudaran.
"¿Qué…?... Qué pasa?" – preguntó en cuanto abrió los ojos y, olvidándome de contemplaciones, dejé de sostener su cuerpo y me erguí rápidamente para llevar a Bella al carro.
"Déjame decirte que este no era el mejor momento para que te desmayaras" – refunfuñé mientras levantaba a Bella entre mis brazos – "¡Tu esposa está en el carro, hay que darnos prisa!" – informé mientras caminaba.
Alice y Jasper hicieron acto de presencia antes de que Emmett arrancara el automóvil. Manejamos rápidamente hacia el hospital en donde nuestros padres y yo trabajábamos. Ambos movieron rápidamente al personal para agilizar dos salas de quirófanos. Me arreglé rápidamente para atender el parto de mi esposa, Carlisle haría lo mismo con Rose.
"Bella, amor, todo saldrá bien" – prometí mientras me acercaba a ella, ya con mi bata y el cubre boca puestos. Sus castaños ojos se clavaron en los míos y pude leer la confianza que en mí tenía. Pase una mano por sus cabellos, empapados por el sudo y me acerqué para depositarle un beso sobre su frente, antes de empezar con la tarea.
El parto no fue complicado, pero si demasiado laborioso.
"Un poco más fuerte, amor" – decía una y otra vez mientras Bella gemía y gemía cada vez más – "Falta poco, Bella, falta poco" – dije con emoción en cuanto vi y tuve la cabecita de mi bebe entre mis manos…
El último gritó de mi esposa trajo consigo lo más maravilloso que el cielo me pudo haber dado. No pude reprimir el pequeño par de lágrimas, que se escaparon de mis ojos, al tener entre mis manos aquel diminuto y calido cuerpecito ensangrentado, el cual también lloraba.
"Renesme" – murmuré y caminé hacia Bella para que la viera.
Las lágrimas también se derramaron de los ojos de mi esposa, que, pese al cansancio, sonrió extensamente con una luz infinita en sus pupilas
"Es hermosa" – señaló mientras pasaba una de sus débiles manos por el cabello cobrizo y ondulado de nuestra hija y depositaba un beso sobre ella.
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"¡Edward!" – exclamó Bella mientras caminaba detrás de mí y yo la evadía – "¡Dame a mi hija!" – ordenó
"No" – dije mientras acunaba a Nessie entre mis brazos – "ella quiere estar conmigo" – aseguré mientras le hacía mimos y pasaba suavemente una de las yemas de mis dedos para rozar su tierna carita
"Edward, tiene que comer" – recordó mi esposa y, suspirando resignadamente, dejé que me la arrebataran de los brazos – "eres un exagerado" – murmuró mientras me veía de manera divertida.
Incliné mi cuerpo para darle un beso sobre sus labios y después, caminé junto a ella hacia el sofá, en donde observé como mi hija tomaba su biberón con gran apetito. Habían pasado ya seis meses desde su nacimiento y aún me resultaba fascinante el verlas juntas, supongo que jamás me cansaría de eso, lo viera las veces que fueran. Con un suspiró de satisfacción, llevé mis manos hacia el rostro de mi esposa y después hacia el rostro de mi Rennesme, la cual, aún con el chupón dentro de su boquita, me sonrió.
"Creo que le agradas" – comentó Bella, mientras giraba su rostro para verme
"Me ama, tanto como yo a ella" – dije con una sonrisa
"¿Ah si?" – inquirió – "¿Cómo puedes estar tan seguro?" – retó juguetonamente.
"Bueno pues… tiene tus mismos ojos" – respondí – "y me mira con el mismo brillo con el que tu lo estas haciendo ahora mismo… al menos que este equivocado y ya no me ames, y la interpretación que le doy a tu mirada sea equivoca" – agregué.
Mi esposa me miró fijamente durante unos cuantos segundos y, después, me sonrió, sin discutir sobre el asunto. Cuando Nessie terminó de beber toda su leche, la llevamos hacia su recamara. Bella la acomodó con delicadeza, para no despertarla y, cuando salimos de aquella habitación, se posicionó frente a mí y enrolló sus brazos alrededor de mi cuello.
"¿Sabes, Edward Cullen?" – me preguntó
"¿Qué?" – cuestioné, siguiéndole el juego. Empujó mi cuerpo hasta que éste topo con la pared y, clavó sus ojos en los míos
"Te quiero como una imbecil" – susurró – "Ya te lo he dicho antes, pero parece que te lo tengo que decir mil veces para que lo entiendas" – sonreí abiertamente al escuchar aquellas palabras, las mismas que yo le había dicho hacía ya varios años.
"Te quiero" – confesé mientras juntaba mi boca con la suya
"Lo sé..." – dijo también ella, musitando contra mis labios.
El timbre rompió nuestro momento. Se nos había olvidado que teníamos visitas. Caminamos hacia la puerta, tomados de las manos y, al abrirla, nos encontramos con nuestros hermanos.
"Hola" – saludaron al unísono mientras pasaban.
Jasper caminaba, con los brazos en la cintura de Alice, la cual ya daba a mostrar los cuatro meses de embarazo que tenía.
"Emmett, ¿por qué no dejas a Jonathan y a Vanesa en el cuarto de Nessie?" – propuse al ver a mi hermano entrar con los gemelos dormidos entre sus brazos.
"Gracias" – dijo Rose mientras tomaba entre sus brazos a Jonathan y ambos se encaminaban hacia la habitación de mi hija.
Los bebes de nuestros hermanos mayores, quienes eran dueños de una red de gimnasios y spas, eran idénticamente hermosos. Sus redondos rostros eran pálidos y estaban adornados con mejillas sonrojadas, en las cuales, al reír, aparecían chistosísimos hoyuelos. La única diferencia que los distinguía era que el castaño cabello de Vanesa era ondulado, como el de mi hermano, y el de Jonathan, era rubio, lacio y sedoso, como el de Rose… también, si se prestaba atención, el azul de los ojos de Vane resultaba un poco más oscuro...
"Carlisle y Esme me hablaron esta mañana" – comentó Alice – "les mandan saludos"
Nuestros padres, por su parte, se encontraban de viaje, disfrutando de una segunda luna de miel… y bueno, doña Choni y don Pancho se habían tomado unas merecidas vacaciones y regresarían en un par de meses…
La cena transcurrió de manera amena, como siempre solía pasar cada fin de semana, en los cuales todos nos reuníamos. Vi con dicha como, con el paso del tiempo, la felicidad solamente se expandía más y más para cada uno de nosotros. Parecía imposible, pero era cierto. Alice y Jasper tuvieron una linda niña, de cabello negro y ojos color miel, a la cual decidieron llamarle Nathaly…
… Y yo, yo solamente puedo dar gracias a la vida por haber puesto en mi camino a cada una de las personas que me rodearon desde el principio hasta el final…
BELLA POV
"¡Edward, ten cuidado, te puedes caer!" – gritaba Nessie mientras corría detrás de nuestro pequeño nieto, que no paraba de ir y venir por todo el jardín.
Mientras, en silencio, Edward y yo contemplábamos fascinados la escena, tomados de la mano. ¿En qué momento el tiempo había pasado de manera tan rápida? ¿En qué momento nuestra hija había crecido y nos había bendecido con la llegada de nuestro primer nieto? Aquel pequeño niño, que reía con voz cantarina, era la perfecta reencarnación del hombre que se encontraba a mi lado. Giré mi cabeza para verlo. Las canas, que comenzaban a reemplazar aquel cabello cobrizo, y las pequeñas arrugas que se asomaban ya a su pálida piel, no contrarrestaban la hermosura de su rostro, para mis ojos. Treinta años habían pasado desde nuestra boda, cerca de treinta y cinco calendarios habían pasado desde que nos habíamos visto por primera vez y…
… cuánto lo seguía amando.
Él también volvió el rostro para verme. El tiempo no había afectado en lo absoluto el brillo y la lava ardiente de sus verdes pupilas, tampoco había borrado el encanto y lo hipnotizante que resultaba aquella sonrisa de lado que me dedicaba cada vez que nuestras miradas se encontraban y, mucho menos, habían disipado la dulce miel de sus labios.
Nuestra hija se fue a las pocas horas, prometiendo visitarnos en pocos días y, en cuanto estuvimos solos, mi esposo y yo nos encaminamos hacia la sala. Sin decir palabra alguna, Edward me jaló de la mano y me guió hacia el piano, en donde me senté a su lado y cerré mis ojos para escuchar la canción que hacía ya tantos años me había compuesto. Recargué mi cabeza sobre su pecho cuando la música cesó, sentí como sus manos se pasearon por mis cabellos canos y suspiré, disfrutando de su perfume inmortal.
"¿En qué piensas?" – quiso saber con aquella voz tan suave y varonil, la cual los años tampoco habían debilitado.
"En que no me había fijado que el tiempo ha pasado demasiado rápido" – contesté.
"Yo tampoco, lo acabo de descubrir hoy" – admitió y sentí como su pecho temblaba por la risita que de sus labios se estaba escapando – "Bella" – llamó cuando el humor pasó – "¿Eres feliz?"
Fruncí el ceño ante tal pregunta, pero dudo que él lo haya visto, puesto que mi rostro aún seguía hundido sobre su pecho… ¿Qué pregunta era esa? ¿Acaso no era notorio que estaba completamente invadida por la plenitud?...
"Claro que soy feliz" – contesté mientras me separaba para mirarle fijamente – "¿Acaso tu no?" – pregunté, un poco temerosa. Él volvió a reír, esa vez, con más fuerza
"¿Feliz?" – repitió la palabra mientras entrecerraba sus ojos – "No" – dijo al fin, tras pensar varios segundos – "No soy feliz" – y, antes de que el corazón se me congelara, agregó, tomando mi rostro entre sus manos – "Felicidad es solamente una palabra, la cual no me ayuda a describir todo lo que siento…" – suspiró, y sentí su fresco y dulce aliento rozar mis parpados – "no existe un término el cual englobe toda la dicha, todo el amor, toda la prosperidad y toda la plenitud que siento de tenerte a mi lado, Bella, y dudo mucho que haya llegado ya a un limite" – añadió – "sé que todavía me faltan muchos más años y muchas más vidas a tu lado…"
"¿Cuántas veces te he dicho que te amo?" – cuestioné mientras pasaba mis dedos por su rostro, hasta llegar a sus cabellos
"No las suficientes" – respondió con una sonrisa y después, tomó mi mano entre las suyas, las cuales se mantuvieron unidas, hasta el ultimo de nuestros segundos juntos.
FIN
Lo prometido es deudaa aqui tienen el epilogoo, esperoo que les haya gustadoo el fic, les pidoo que dejeen sus comentarios niñaas que es nuestra motivacion para seguir subiendoo fics
besitoos:)
anitaa culleen!
**********************************
Cap.32.Epilogo: Eternamente.
ALICE POV
Un año después.
"¿Te gusta?" – me preguntó Jasper, abrazándome por la espalda e inclinado su rostro para reposarlo sobre el hueco de mi hombro izquierdo.
"Es… hermoso" – murmuré, aún sin despegar mi vista de la ventana, por la cual, desde el décimo piso del hotel, obtenía la vista más maravillosa de París – "parece un sueño"
"No es nada, si se compara contigo" – discutió con voz suave. Suspiré profundamente, abusando de la felicidad que se sentía en el aire que respiraba. Cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás, recostándola sobre su pecho.
La obra con la que mi novio había ganado, hacía más de un año, aquel concurso de pinturas en la academia de arte al que asistía, se había vuelto la fascinación para un grupo de personas entendidas y manejadoras del tema, las cuales, semanas después de tal evento, lo contactaron para invitarle a una exposición que se llevaría a cabo en el salón Hoche Paris…
A pesar de que la invitación llegó con muchísimos meses de anticipación, sentimos que el tiempo se había pasado volando y, cuando menos lo pensamos, ahí estábamos ya, en las iluminadas calles de aquella ciudad, completamente solos. Nuestros hermanos pusieron pretextos y más pretextos para no acompañarnos. Y nuestros padres, aunque lo hubiesen deseado, simplemente no podían ya que una operación se programaba para esas fechas…
Debo admitir que estaba realmente feliz de poder haber realizado aquel viaje, solos. Y, por la actitud de Jasper, sabía que también a él le agradaba la idea.
"Debes estar cansada" – aventuró, negué con la cabeza, mintiéndole hasta cierto punto.
Realmente, el evento había sido demasiado extenuante pero, a la vez, muy hermoso y satisfactorio. Mi novio había recibido múltiples felicitaciones. Todo el mundo comentaba de lo talentoso que era, pese a su juventud, y es que la imagen de aquella muchacha, la cual tenía mis facciones, danzando en el bosque y bajo la luna llena, había cautivado a la mirada de las decenas de personas que se habían reunido en ese lugar tan recatado. Mis mejillas aún se sonrojaban al recordar el como se me acercaban, para poder saludar a la "modelo" de aquella magnifica pintura…
Perdí la cuenta de las veces en las que mi novio se negó, gentilmente, ante la propuesta de la negociación del cuadro.
"Lo siento, no esta en venta, solamente estoy aquí, aceptando la invitación de unos amigos" decía mi novio una y otra vez…
"El valor de ese cuadro es incalculable, no existe un precio monetario con el cual representar todo mi amor por ti" confesó cuando pose mi confundida mirada sobre él, al no entender el por qué de tan obstinada negación.
"Muchas gracias, Jazz" – le dije, mientras giraba mi cuerpo para encararlo.
"¿Gracias de qué?" – preguntó, frunciendo sus castañas cejas
"Por todo lo que me has dado" – contesté y, soltando sus manos, caminé hacia la pintura en donde me encontraba. Podía mirarla ciento de veces y seguiría sintiendo la misma oleada de fascinación y embelesamiento que me había embargado el día en que la vi por primera vez.
Pasé mis dedos sobre ella, y sonreí.
"En todo caso, el que tiene que agradecer soy yo" – murmuró, cerca de mi oído. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo al sentir sus manos deslizarse alrededor de mi cintura – "todo lo que tengo, todo lo bueno que he hecho, ha sido gracias a que te conocí" – continuó hablando – "iluminaste mi vida en cuanto traspasaste la puerta de la casa y clavaste tus ojos en los míos"
Moví mi cuerpo para poder perderme en sus calidos ojos color miel. Levanté mi mano y rocé cada parte de su rostro pálido y angulado. Parecía imposible pero Jasper había cambiado, los rasgos infantiles de su cara habían sido reemplazados completamente por otros más firmes, volviéndolo aún más guapo de lo que ya era.
Me pregunté si también yo había tenido algún cambio y, sobre todo, si él lo había notado…
"Te quiero" – le confesé y, después, solo fui conciente de que sus labios habían capturado los míos.
Mi cuerpo otra vez se estremeció ante el tacto de sus firmes manos deslizándose por mi espalda. Su boca se movió más intensamente contra la mía, encendiendo una llama ardiente que se expandió por cada centímetro de mi piel. Mi mente se nubló por completo al sentir como su aliento llegaba hasta mi garganta, enrollé mis brazos en su cuello y mis dedos se enterraron en sus rubios cabellos.
Nos separamos lentamente, yo me encontraba temblando bajo sus manos, nos miramos a los ojos y, entre respiraciones agitadas, Jasper me tomó de la mano y me llevó lentamente hacia la cama que reposaba en el centro de aquella habitación, preguntándome silenciosamente, a cada paso que dábamos, si era eso lo que quería. Y yo, usando el mismo mutismo, le dije que no solo lo quería, si no que lo deseaba. Él entendió, claro que lo hizo.
Mi corazón comenzó a latir desbocadamente cuando me sentó sobre sus piernas y comenzó a besar mi cuello con labios dulces y gentiles, podía asegurar que mis mejillas estaban completamente rojas debido al pudor que me daba la situación y, sin embargo, la pasión había movido mis manos para que éstas lo despojaran del negro saco que aún portaba, para después continuar con su camisa color vino.
Pausadamente (casi con un poco de vacilación), Jasper fue bajando el cierre de mi vestido, y me fue recostando lentamente sobre la cama, en donde pude sentir la presión de su cuerpo sobre mí. Podía notar que él también se encontraba igual de nervioso que yo. Lo supe ya que pude apreciar el ligero temblor de sus dedos al deslizarse para recorrer mi piel desnuda y, sin embargo, pese a nuestra inexperiencia e ingenuidad, todo fue más que perfecto. Jamás imaginé que nuestra primera vez fuera a ser de una manera tan lenta y suave. Jamás pensé que disfrutaría con cada movimiento cuidadoso que él daba dentro de mí y jamás soñé experimentar tal placer en compañía de mi novio… Los dos aprendiendo, los dos enseñando, los dos siendo solamente uno, para siempre…
Y bien… ¿Qué más podía pedirle a la vida? Los límites de la felicidad para Jasper y para mí, no estaban marcados, y nunca lo estarían…
… Ahora estaba aquí, al lado de mis dos hermanas mayores, las tres vestidas de blanco, completamente nerviosas, pero sobre todo, sintiéndonos muy dichosas.
"Creo que voy a vomitar" – murmuró Rose mientras jugaba con sus propios dedos – "Creo que vomitaré" – volvió a repetir.
"Tranquila, Rose" – dijo Bella – "No hay por qué estar nerviosas…" –
"Bella, tu eres la menos indicada para dar ese tipo de consejos" – comenté al verla. Su lindo rostro estaba completamente distorsionado por la inquietud. No era por nada pero, al parecer, yo era la que más tranquila se encontraba.
El suelo estaba tapizado por pedazos de servilletas que las tres habíamos destrozados, inconcientemente, con nuestras manos.
"Hijas, ya es hora" – anunció Esme, entrando por la puerta y, cuando levantó la mirada para vernos, sus castaños ojos se le llenaron de lagrimas – "oh, mi niñas… ¡Que hermosas se ven!" – exclamó mientras estiraba sus brazos para abrazarnos – "las quiero mucho, hijas" -
"Nosotros también te queremos" – dijimos al unísono, con la voz cortada debido al llanto que se aproximaba. Nos miró detenidamente, una a una, y después, se acercó para besarnos las mejillas y acariciarnos el rostro, de esa forma tan amorosa que solamente ella poseía.
"Vamos, los novios esperan" – informó, regalándonos una mirada alentadora, antes de salir.
Bella, Rose y yo, nos miramos, una a la otra. Era absurdo sentir esa clase de nerviosismo, ¿Cuál era el problema? ¡Nos íbamos a casar con los hombres de nuestra vida! Los cuales ya nos estaban debajo del altar, esperándonos...
"Es hora" – repitió Bella, sustituyendo la intranquilidad de su rostro con una sonrisa y caminó hacia la salida. Nosotras la imitamos. Rose se adelantó, ella sería la primera en entrar, yo era la última y Bella, por consiguiente, la segunda.
Supongo que a mis hermanas les pasó lo mismo que a mí en cuanto vieron a sus respectivos novios parados al otro extremo de la iglesia. Estoy segura que también ellas se sintieron más que bien al sumergirse, a distancia, en sus pupilas, sintiendo como un hormigueó recorría sus estómagos y entorpecía sus pasos. También podría afirmar que, al igual que yo, también ellas tuvieron que concentrarse para no correr y acotar, lo más rápido posible, el espacio del pasillo que las separaba de aquellos anhelantes brazos…
… Cuando las tres estuvimos ya al lado de nuestros novios, la ceremonia comenzó. Fue sencilla, fue perfecta. Las tres parejas dijimos nuestros botos en distintos tiempos. Las tres parejas nos sumergimos y no envolvimos en nuestra burbuja en el momento del juramento, existiendo solo Bella y Edward; Rose y Emmett; Jasper y yo, en la iglesia…
"Los declaro marido y mujer, los novios pueden besar a la novia"
"Te amo" – susurramos todos al mismo tiempo y, en un movimiento sincronizado, los seis juntamos nuestros labios con nuestras respectivas almas gemelas.
EDWARD POV
Dos años después de la boda.
"¡¡Emett!!"
"¡¡Edward!!"
"¡¡Emmett!!"
"¡¡Edward!!"
Mi hermano y yo llegamos corriendo a la sala, de donde provenían los gritos de nuestras esposas, las cuales estaban tiradas sobre el sofá, agarrándose la panza mientras respiraban profundamente.
"Ya viene, Edward… ¡Ya viene!" – anunció Bella en medio del dolor – "Creo que también Rose va a dar a luz"
Vi a mi rubia cuñada y lo dicho por Bella era más que cierto. Giré mi rostro para ver a mi hermano, estaba completamente paralizado, parecía que la respiración se le había extinguido por completo, casi podía jurar que estaba morado.
"Emmett, necesito tu ayuda" – dije mientras caminaba hacia mi esposa y le tentaba el estomago – "Bella, ¿cómo te sientes?" – pregunté
"¿Cómo quieres que me sienta?" – soltó en medio de pujidos… bueno, debo admitir que tenía razón y mi pregunta había sido estupida, no era el primer parto que atendía y, sin embargo, me encontraba muy nervioso. Seguramente se debía a que esta vez era mi bebe el que venía en camino.
"¡Ahh!" –
El grito de Rose empeoró las cosas. Dejé a Bella para examinar a su hermana
"¡Emmett, llama a Jasper y a Alice, toma las maletas y prepara el carro!" – ordené, más no obtuve respuesta alguna – "¿Emmett?" – volví a llamar y…
¡PLOP!
En medio de los quejidos, Rose bufó y puso los ojos en blanco. Sabía lo que le pasaba por lo cabeza, ya que, apostaba lo que fuera, a que era lo mismo que pasaba por la mía…Genial. Lo que me faltaba (o más bien, lo que nos faltaba)… ¿Era justamente necesario el que Emett de desmayara exactamente en ese instante, cuando más se le necesitaba?
Edward, tranquilo, ¡tranquilo!, piensa bien lo que tienes que hacer… Me repetía una y otra vez tras verme solo en esta situación.
"Ok, Rose, Bella" – llamé, tratando de calmarlas, más mi voz denotaba el mismo nerviosismo que ellas – "tranquilas, llamaré a Jasper y a Alice y…"
"Edward, cariño" – interrumpió mi esposa con…. ¿frustración? – "no nos cuentes tus planes, solo… ¡Hazlo!" - soltó con un gemido y torciendo todo el rostro por la contracción que se había presentado.
"¡Ok, ok!" – dije y, a pesar de que sabía que tenía que sacar mi celular de mi bolsillo, aquella actividad me tomó más tiempo del necesario. Hice la llamada, y Jasper me aseguró que dentro de pocos minutos estarían en la casa. En cuanto terminó la llamada, me apresuré a correr hacia el carro y preparar los asientos.
¿Tenía que ser necesario que mi bebe y mi sobrino hayan querido nacer al mismo tiempo?... volví a correr de vuelta hacia la sala y, valorando que Rose era la que más contracciones estaba teniendo, la tomé primero entre mis brazos
"Edward…" – chilló la muchacha
"Tranquila, Rose…" – comencé a decir, pero ella me interrumpió, agitando su cabeza de derecha a izquierda, indicándome, con ese gesto, que no era eso lo que quería dar a entender. Esperé a que me dijera lo que quería
"¿Podrías…?" – un gemido de dolor interrumpió lo que iba a decir – "¿Serías tan amable de despertar a Emmett?" – propuso un poco alterada…
Oh. Había olvidado que mi hermano aún estaba inconciente, tendido sobre el suelo
"Si, Rose, en seguida lo despierto" – prometí mientras la llevaba al carro. La deposité con cuidado y, regresé rápidamente hacia donde Bella estaba. Casi tropiezo con el cuerpo de mi desfallecido hermano
"Bella, amor, ¿podrías esperar un momento en lo que hago que Emmett reaccione?" – inquirí mientras le tomaba de las manos
"S… si" – soltó mi mujer – "solo… date prisa, por favor"
"Si, amor" – prometí – "recuerda el cómo debes respirar…" – recomendé y ella asintió de manera frenética y comenzó a exhalar ruidosamente mientras yo buscaba en mi maletín un frasco de alcohol con algodón.
Como era de suponerse, Emmett no reaccionaba con nada, así que opté por la violencia, y agradecí que el par de bofetadas dadas sobre su rostro ayudaran.
"¿Qué…?... Qué pasa?" – preguntó en cuanto abrió los ojos y, olvidándome de contemplaciones, dejé de sostener su cuerpo y me erguí rápidamente para llevar a Bella al carro.
"Déjame decirte que este no era el mejor momento para que te desmayaras" – refunfuñé mientras levantaba a Bella entre mis brazos – "¡Tu esposa está en el carro, hay que darnos prisa!" – informé mientras caminaba.
Alice y Jasper hicieron acto de presencia antes de que Emmett arrancara el automóvil. Manejamos rápidamente hacia el hospital en donde nuestros padres y yo trabajábamos. Ambos movieron rápidamente al personal para agilizar dos salas de quirófanos. Me arreglé rápidamente para atender el parto de mi esposa, Carlisle haría lo mismo con Rose.
"Bella, amor, todo saldrá bien" – prometí mientras me acercaba a ella, ya con mi bata y el cubre boca puestos. Sus castaños ojos se clavaron en los míos y pude leer la confianza que en mí tenía. Pase una mano por sus cabellos, empapados por el sudo y me acerqué para depositarle un beso sobre su frente, antes de empezar con la tarea.
El parto no fue complicado, pero si demasiado laborioso.
"Un poco más fuerte, amor" – decía una y otra vez mientras Bella gemía y gemía cada vez más – "Falta poco, Bella, falta poco" – dije con emoción en cuanto vi y tuve la cabecita de mi bebe entre mis manos…
El último gritó de mi esposa trajo consigo lo más maravilloso que el cielo me pudo haber dado. No pude reprimir el pequeño par de lágrimas, que se escaparon de mis ojos, al tener entre mis manos aquel diminuto y calido cuerpecito ensangrentado, el cual también lloraba.
"Renesme" – murmuré y caminé hacia Bella para que la viera.
Las lágrimas también se derramaron de los ojos de mi esposa, que, pese al cansancio, sonrió extensamente con una luz infinita en sus pupilas
"Es hermosa" – señaló mientras pasaba una de sus débiles manos por el cabello cobrizo y ondulado de nuestra hija y depositaba un beso sobre ella.
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"¡Edward!" – exclamó Bella mientras caminaba detrás de mí y yo la evadía – "¡Dame a mi hija!" – ordenó
"No" – dije mientras acunaba a Nessie entre mis brazos – "ella quiere estar conmigo" – aseguré mientras le hacía mimos y pasaba suavemente una de las yemas de mis dedos para rozar su tierna carita
"Edward, tiene que comer" – recordó mi esposa y, suspirando resignadamente, dejé que me la arrebataran de los brazos – "eres un exagerado" – murmuró mientras me veía de manera divertida.
Incliné mi cuerpo para darle un beso sobre sus labios y después, caminé junto a ella hacia el sofá, en donde observé como mi hija tomaba su biberón con gran apetito. Habían pasado ya seis meses desde su nacimiento y aún me resultaba fascinante el verlas juntas, supongo que jamás me cansaría de eso, lo viera las veces que fueran. Con un suspiró de satisfacción, llevé mis manos hacia el rostro de mi esposa y después hacia el rostro de mi Rennesme, la cual, aún con el chupón dentro de su boquita, me sonrió.
"Creo que le agradas" – comentó Bella, mientras giraba su rostro para verme
"Me ama, tanto como yo a ella" – dije con una sonrisa
"¿Ah si?" – inquirió – "¿Cómo puedes estar tan seguro?" – retó juguetonamente.
"Bueno pues… tiene tus mismos ojos" – respondí – "y me mira con el mismo brillo con el que tu lo estas haciendo ahora mismo… al menos que este equivocado y ya no me ames, y la interpretación que le doy a tu mirada sea equivoca" – agregué.
Mi esposa me miró fijamente durante unos cuantos segundos y, después, me sonrió, sin discutir sobre el asunto. Cuando Nessie terminó de beber toda su leche, la llevamos hacia su recamara. Bella la acomodó con delicadeza, para no despertarla y, cuando salimos de aquella habitación, se posicionó frente a mí y enrolló sus brazos alrededor de mi cuello.
"¿Sabes, Edward Cullen?" – me preguntó
"¿Qué?" – cuestioné, siguiéndole el juego. Empujó mi cuerpo hasta que éste topo con la pared y, clavó sus ojos en los míos
"Te quiero como una imbecil" – susurró – "Ya te lo he dicho antes, pero parece que te lo tengo que decir mil veces para que lo entiendas" – sonreí abiertamente al escuchar aquellas palabras, las mismas que yo le había dicho hacía ya varios años.
"Te quiero" – confesé mientras juntaba mi boca con la suya
"Lo sé..." – dijo también ella, musitando contra mis labios.
El timbre rompió nuestro momento. Se nos había olvidado que teníamos visitas. Caminamos hacia la puerta, tomados de las manos y, al abrirla, nos encontramos con nuestros hermanos.
"Hola" – saludaron al unísono mientras pasaban.
Jasper caminaba, con los brazos en la cintura de Alice, la cual ya daba a mostrar los cuatro meses de embarazo que tenía.
"Emmett, ¿por qué no dejas a Jonathan y a Vanesa en el cuarto de Nessie?" – propuse al ver a mi hermano entrar con los gemelos dormidos entre sus brazos.
"Gracias" – dijo Rose mientras tomaba entre sus brazos a Jonathan y ambos se encaminaban hacia la habitación de mi hija.
Los bebes de nuestros hermanos mayores, quienes eran dueños de una red de gimnasios y spas, eran idénticamente hermosos. Sus redondos rostros eran pálidos y estaban adornados con mejillas sonrojadas, en las cuales, al reír, aparecían chistosísimos hoyuelos. La única diferencia que los distinguía era que el castaño cabello de Vanesa era ondulado, como el de mi hermano, y el de Jonathan, era rubio, lacio y sedoso, como el de Rose… también, si se prestaba atención, el azul de los ojos de Vane resultaba un poco más oscuro...
"Carlisle y Esme me hablaron esta mañana" – comentó Alice – "les mandan saludos"
Nuestros padres, por su parte, se encontraban de viaje, disfrutando de una segunda luna de miel… y bueno, doña Choni y don Pancho se habían tomado unas merecidas vacaciones y regresarían en un par de meses…
La cena transcurrió de manera amena, como siempre solía pasar cada fin de semana, en los cuales todos nos reuníamos. Vi con dicha como, con el paso del tiempo, la felicidad solamente se expandía más y más para cada uno de nosotros. Parecía imposible, pero era cierto. Alice y Jasper tuvieron una linda niña, de cabello negro y ojos color miel, a la cual decidieron llamarle Nathaly…
… Y yo, yo solamente puedo dar gracias a la vida por haber puesto en mi camino a cada una de las personas que me rodearon desde el principio hasta el final…
BELLA POV
"¡Edward, ten cuidado, te puedes caer!" – gritaba Nessie mientras corría detrás de nuestro pequeño nieto, que no paraba de ir y venir por todo el jardín.
Mientras, en silencio, Edward y yo contemplábamos fascinados la escena, tomados de la mano. ¿En qué momento el tiempo había pasado de manera tan rápida? ¿En qué momento nuestra hija había crecido y nos había bendecido con la llegada de nuestro primer nieto? Aquel pequeño niño, que reía con voz cantarina, era la perfecta reencarnación del hombre que se encontraba a mi lado. Giré mi cabeza para verlo. Las canas, que comenzaban a reemplazar aquel cabello cobrizo, y las pequeñas arrugas que se asomaban ya a su pálida piel, no contrarrestaban la hermosura de su rostro, para mis ojos. Treinta años habían pasado desde nuestra boda, cerca de treinta y cinco calendarios habían pasado desde que nos habíamos visto por primera vez y…
… cuánto lo seguía amando.
Él también volvió el rostro para verme. El tiempo no había afectado en lo absoluto el brillo y la lava ardiente de sus verdes pupilas, tampoco había borrado el encanto y lo hipnotizante que resultaba aquella sonrisa de lado que me dedicaba cada vez que nuestras miradas se encontraban y, mucho menos, habían disipado la dulce miel de sus labios.
Nuestra hija se fue a las pocas horas, prometiendo visitarnos en pocos días y, en cuanto estuvimos solos, mi esposo y yo nos encaminamos hacia la sala. Sin decir palabra alguna, Edward me jaló de la mano y me guió hacia el piano, en donde me senté a su lado y cerré mis ojos para escuchar la canción que hacía ya tantos años me había compuesto. Recargué mi cabeza sobre su pecho cuando la música cesó, sentí como sus manos se pasearon por mis cabellos canos y suspiré, disfrutando de su perfume inmortal.
"¿En qué piensas?" – quiso saber con aquella voz tan suave y varonil, la cual los años tampoco habían debilitado.
"En que no me había fijado que el tiempo ha pasado demasiado rápido" – contesté.
"Yo tampoco, lo acabo de descubrir hoy" – admitió y sentí como su pecho temblaba por la risita que de sus labios se estaba escapando – "Bella" – llamó cuando el humor pasó – "¿Eres feliz?"
Fruncí el ceño ante tal pregunta, pero dudo que él lo haya visto, puesto que mi rostro aún seguía hundido sobre su pecho… ¿Qué pregunta era esa? ¿Acaso no era notorio que estaba completamente invadida por la plenitud?...
"Claro que soy feliz" – contesté mientras me separaba para mirarle fijamente – "¿Acaso tu no?" – pregunté, un poco temerosa. Él volvió a reír, esa vez, con más fuerza
"¿Feliz?" – repitió la palabra mientras entrecerraba sus ojos – "No" – dijo al fin, tras pensar varios segundos – "No soy feliz" – y, antes de que el corazón se me congelara, agregó, tomando mi rostro entre sus manos – "Felicidad es solamente una palabra, la cual no me ayuda a describir todo lo que siento…" – suspiró, y sentí su fresco y dulce aliento rozar mis parpados – "no existe un término el cual englobe toda la dicha, todo el amor, toda la prosperidad y toda la plenitud que siento de tenerte a mi lado, Bella, y dudo mucho que haya llegado ya a un limite" – añadió – "sé que todavía me faltan muchos más años y muchas más vidas a tu lado…"
"¿Cuántas veces te he dicho que te amo?" – cuestioné mientras pasaba mis dedos por su rostro, hasta llegar a sus cabellos
"No las suficientes" – respondió con una sonrisa y después, tomó mi mano entre las suyas, las cuales se mantuvieron unidas, hasta el ultimo de nuestros segundos juntos.
FIN
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