Dark Chat

miércoles, 9 de diciembre de 2009

TE AMO AUN DESPUES DE LA MUERTE

Cap. 5  Un Cadaver Andante

hola” – respondí. Se me hacía tan extraño tenerlo otra vez en esta situación. Se me hacía extraña la idea de que él estuviera vivo. Sus ojos se posaron en el cuaderno, empezó a ojearlo sin decir palabra alguna mientras yo aun seguía creyendo que estaba soñando




“pude cerrar los ojos, más no pude dejar de verte; y dejar de dormir, más no dejar de soñar…” - escuchar de nuevo su voz, dulce como la miel, leer los versos que en ese libro se hallaban, era como salir del pozo en donde me estaba ahogando- “puedo callar las voces, más no puedo dejar de oírte; puedo dejar de ser, pero no puedo dejar de estar…” - cuando terminó de leer, me devolvió el cuaderno y fijo su vista en mí, sus ojos, aunque ya no eran verdes, aun tenían ese poder sobre mí mente, descomponiendo todo tipo pensamiento coherente


“Estas vivo…” – señalé después de que pude poner en orden mis pensamientos – “¿Cómo?… no entiendo…”


“Dudo que lo hagas” – susurró tristemente


“¿Por qué me hiciste creer que estabas… que estabas muerto?”


“Por que realmente lo estoy”


“¿Me vas a decir que eres un fantasma?” – pregunté con dolido sarcasmo – “¿Qué pasa Edward?... Acaso… ¿acaso no quieres estar conmigo?”


“No seas absurda, Bella” – su voz sonaba igual a cuando en mis arranques de celos le preguntaba si alguna otra chica le interesaba, sonaba molesta y dolida por mi desconfianza hacia el amor que sentía por mí – “no hay nada que quiera más que estar contigo…”


“Entonces… explícame por que no entiendo… no encuentro justificación alguna para que me hayas dejado de esta manera… que en un año no me hubieras buscado y… y…” - mi voz se empezaba a quebrar al recordar todo lo que había sufrido en este tiempo – “y que no te haya importado… el dolor que pase…”


“Bella, no llores más por favor” – suplicó mientras se hincaba frente a mí


“Te he extrañado tanto Edward…”


“Lo se… se por lo que has pasado, yo también he sufrido por no estar contigo, entiendo ese dolor pero… yo… Bella, yo no puedo estar contigo…”


“Necesito saber que pasa, por que dices que no podemos estar juntos… todo esto es muy extraño” – reproché – “no entiendo absolutamente nada”


“Si estuviera en mis manos el poder decirte la verdad, créeme lo haría”


“¿Qué te lo impide?”


“Muchas cosas que tu no debes saber” – una gruesa lagrima se derramó en mi mejilla derecha


“ No es justo” – musite


“Lo se” – admitió – “nadie ha dicho que lo es” – la yema de su dedo índice, extremadamente fría, atrapó la lagrima antes de que se perdiera en mis labios – “no quiero hacerte daño”


“Tu cuerpo…” - recordé en ese momento – “nunca lo encontraron… ¿Alguien te tiene bajo amenaza? ¿Quién te escondió?”


“No estoy bajo ninguna amenaza” – una sonrisa fugaz se dibujo en su rostro


“¿Entonces? ¿Por qué esperaste tanto para regresar?” – volví a insistir en mi pregunta


“Por que es muy imprudente de mi parte, estar cerca de ti ahora”


“¿Estas en problemas? ¿Pasa algo malo?” – pregunté de manera desesperada… “mi papa te puede ayudar él com…”


“Bella, Bella” – me interrumpió tratando de calmarme – “tranquila, no hay nada que Charlie, tu ó alguien mas, pueda hacer por mí… de hecho, como te he dicho antes, nadie debe saber que estoy aquí”


“Sigo sin entender…”


“Siento tanto todo esto Bella, yo… nada más venía a despedirme…” – la sangre huyo de mi rostro al escuchar sus palabras – “perdóname, se que todo te parece ext…”


“¿Te vas?” – lo interrumpí jadeando de dolor


“Tengo que” – respondió. Sentí que el aire me faltaba en ese momento, el dolor de mi pecho se hizo titánico, como si de un momento a otro fuera a explotar. Mis ojos fueron creadores de un diluvio sin fin


“N… ¡no!” – logré gritar cuando mis pulmones obtuvieron, tras un esfuerzo doloroso, aire para hablar – “si no te puedes quedar… llévame contigo…” - supliqué mientras me lanzaba a sus brazos


“Bella… no puedo quedarme y no puedo llevarte conmigo… entiende, por favor, no podemos estar juntos” – agité mi cabeza en señal de negación, mientras aferraba mis dedos en su camisa


“Mientras no me digas el porqué no dejare que te vayas” – dije apretándome mas a su cuerpo


“¡Bella mírame!” – me tomo por los hombros y me separó con un poco de brusquedad - “¡¿acaso no te das cuenta que no soy el mismo de antes?!” – Claro que me había dado cuenta de las diferencias físicas de su cuerpo, era notorio que sus facciones se habían afinado de una manera extraña, convirtiéndolo en algo irrealmente hermoso y perfecto .Aun así negué con la cabeza sin articular palabra alguna


“Yo se que si, Bella” – su voz se había vuelto un afilado susurro – “dime que diferencias encuentras del que era yo hace un año y del que soy ahora” – ordenó y tras unos segundos decidí contestar


“Tus ojos ya no son verdes…” – musité.


“¿Qué mas?” – insistió aun sin separas sus manos de mis hombros


“Estas pálido… extremadamente pálido” – su mirada se había clavado en la mía, y con ella, insistía a que siguiera hablando – “y frío… y tu voz tiene algo distinto…” - me quede en silenció durante un minuto, sin decir nada más


“Se te olvida otro detalle” – me recordó con un siseo – “un detalle que notaste hoy en la tarde” – supe a que se refería. Tragué saliva antes de decir lo que él quería escuchar


“Tu corazón… parece que no tiene latido”


“¿Y todas esas características no te recuerdan a algo?”


“No” – susurré, aunque podía ver hacia donde se dirigía. Su cuerpo parecía en realidad estar muerto, aunque se movía y se podía tocar.


“¿Ah no?” – preguntó con fiero sarcasmo ya que, seguramente, no había olvidado los gestos que me delataban al mentir – “¿No es la piel extremadamente pálida, fría y dura, características de un cadáver?” – un escalofrío recorrió mi cuerpo, aun así negué con la cabeza – “¿en realidad no?” – su voz ahora denotaba una furia contenida – “ESTO” – tomó mi mano y la puso en la parte del corazón. Al igual que en la tarde, no sentí latido alguno – “¿Este silencio en mi pecho no te recuerda a un cadáver?”


Había captado el mensaje. Aun así me negaba a creerle. Otro largo y tenso silencio invadió nuestra conversación.


“Estoy muerto, Bella” – dijo arrastrando cada palabra.


“No es cierto…” - argumente tratando de controlarme para no caer en una crisis nerviosa –“… te puedo ver… los muertos no regresan… es imposible”


“La muerte no solo tiene una forma de manifestarse”


“Aun así…” – contesté sinceramente – “me importa poco lo que seas… estas aquí y eso es suficiente”


“Soy un cadáver andante, Bella. ¡Entiende eso!”


“No me importa” - dije dos octavas mas arriba de mi tono de voz


“No sabes lo que dices” – me desafió


“Claro que si” – le respondí con el mismo tono


“Me he convertido en un monstruo… en un asesino” – lo miré estupefacta por unos segundos, mientras regresaba a la misma situación de incomprensibilidad


“No te creo”


“¿No te has preguntado cómo es que estoy aquí aun? ¿De donde obtuve la fuerza para seguir existiendo después de mi muerte?”


“No” – admití


“¿Recuerdas que en varias ocasiones nos debatimos entre si las leyendas eran o no ciertas?” – lo recordaba, Edward era un creedor incauto de las leyendas urbanas, mientras que yo, me burlaba por su imaginación e ingenuidad tan grande por creer en historias como fantasmas, OVNIS, seres de ultratumba…


“Claro que lo recuerdo” - contesté confundida ¿Qué tenia que ver todo esto, con nuestros diferentes puntos de vista sobre los mitos?


“¿Recuerdas entonces que en una ocasión te platique sobre seres inmortales, fríos, pálidos, con fuerza hercúlea, temerosos al sol, hijos de la noche?” – mi mente retrocedió meses atrás, hacia esa charla en la que Edward se escuchaba tan entusiasmado ante las locas ideas que se había creado en su mente tras leer un libro sobre vampiros… mis ojos se expandieron cuando la comprensión llegó a mi mente, Edward ahora correspondía ante la misma descripción de aquellos seres mitológicos, su piel era pálida y fría, además de que había destrozado a dos hombres mucho mas grandes y de apariencia mas fuerte en cuestión de segundos y sin esfuerzo aparente


“No” – una risa histeria se apoderó de mí – “tu no…eso es absurdo… eso no existe… ¡imposible!”


“Imposible no, Bella. Yo soy prueba de que los mitos pueden llegar a ser verdad”


“Pero… pero” – aun no lograba Salir de mi trance – “ellos tienen colmillos, beben sangre… son seres diabólicos y duermen en el día… cuando me salvaste de aquellos hombres no había oscurecido aun…tu no eres eso”.- Sostuve con mi mano el pequeño dije en forma de cruz que colgaba de mi cadena – “no has salido huyendo y estas cerca de una cruz…” - el rió por lo bajo, pero sus ojos estaban tristes


“Los mitos son como una pista, más no la verdad. Solo una cosa hay de cierto en todo lo que acabas de decir”


“¿Qué cosa?” – pregunté atemorizada por lo que sospechaba


“El que bebemos sangre” – respondió tras varios segundos de silencio. Su mirada nunca se desenlazo de la mía


“¿Sangre…?”


“Sangre humana, sangre como la tuya” – dijo tras entender el significado de mi pregunta inconclusa.


Instantáneamente comprendí una cosa: Era peligroso y no quería hacerme daño. Por ese motivo se había ocultado tanto tiempo.


“No debí de haberte contado todo esto” – prosiguió – “se supone que debemos de permanecer ocultos en anonimato, pero espero que ahora que ya sabes la verdad, estés lo suficientemente asustada para entender que es imposible estar juntos”


“Sigue sin importarme lo que seas” – me apresure a decirle. Su mirada se torno desconcertada


“¿Qué?” – preguntó con una mueca de incredibilidad en su rostro


“No me importa lo que seas ahora, no encuentro el por qué deberíamos estar separados”


“¿Aun no entiendes verdad?” – su voz se torno de nuevo agresiva –“¿No comprendes que en este momento podría matarte, beber tu sangre?”


“No lo harás” – lo contradije en un susurro para que mi voz no se quebrara


“¿Qué te asegura que no?”


“El que me amas” – su rostro se suavizo al escuchar mis palabras y su mirada volvió a ser tierna


“Beber tu sangre no es la única manera con la que podría lastimarte” – susurró – “ahora mi cuerpo es demasiado fuerte, para mis manos tu resultas ser como una burbuja, tan fácil de romper, tan frágil…”


“Confío en ti” – le asegure ya que en realidad lo hacia. En cierto momento había sentido temor, pero se había ido tan rápido como había llegado, al sumergirme en la calidez de su mirada. Esa mirada que me gritaba, me aseguraba que Edward, MI Edward aun seguía ahí.


“Eres imposible” – deposité mi mano sobre una de sus mejillas, se sentía tan lisa, suave, dura y, por supuesto, fría. Pero eso no cambiaba la misma sensación de paz que me invadía cuando era diferente – “¿acaso no te doy miedo?”


“Sigues siendo el chico al que amo” – nuestras miradas se volvieron a entrelazar – “Si bien tus ojos son ahora color topacio, el efecto caótico que tenían sobre mí, sigue ahí, intacto…” - guíe mi mano hacia su antebrazo, rozándolo con las yemas de mis dedos lentamente – “si bien tu piel ahora es diferente, mas dura y fría, aun siento esa corriente eléctrica recorrer mi cuerpo al estar cerca de ella… y tu voz, sigue siendo la melodía con la cual todo temor se va…”


“¿Sigues amándome, sabiendo que no soy humano?”


“Sin duda alguna” – contesté firmemente. Poco a poco acercó su mano a mi rostro, con un movimiento exageradamente lento hasta llegar a mi mejilla. Suspire, por primera vez en mucho tiempo, sin dolor, ya que como le había dicho, él seguía causando los mismos, o mas desarrollados, efectos en mí. Cerré mis ojos para disfrutar de la sensación tan placentera que proporcionaba el contacto de su mano en mi piel.


“Esto no me lo esperaba” – susurró – “siempre me vas a sorprender, no importa cuanto tiempo pase”


“Dímelo a mí… mi novio un vampiro” – comenté con humor negro


“No tiene nada de gracioso. Es muy riesgoso el que me permita estar junto a ti”


“Sabes que no me harás daño. ¿Te quedaras verdad?”


“No debería” – dijo mientras retiraba su mano de mi mejilla


“Pero lo vas hacer” – contraataqué, aprovechando el “no debería” de su respuesta


“No me perdonaría el hacerte daño, por muy mínimo que sea”


“El único daño que me causarías ahora es yéndote”


“Eso no te matara” – repuso suavemente


“La muerte no se expresa de una sola forma” – me defendí citando sus palabras


“Supongo que tienes razón” – admitió derrotado – “de todos modos, dudo mucho que tenga el valor suficiente para alejarme de ti ahora. Soy un cobarde, y me aterra el pensar que el dolor por no estar junto a ti, crezca aun más. Mi esperanza era que te asustaras tanto al saber la verdad y salieras corriendo y gritando de mi lado, pero no fue así”


“Que bueno que tu eres lo suficientemente cobarde para no alejarte de mi, y yo lo suficientemente valiente para hacer lo mismo” – ambos sonreímos. Un bostezo involuntario salió de mi boca


“Ya es muy tarde, debes dormir” – me dijo mientras me empujaba tiernamente hacia atrás para que mi cuerpo quedara recostado en la cama


“No tengo sueño” – repentinamente el miedo de que se fuera me invadió.


“Claro que lo tienes”


“No” – protesté


¿Por qué eres tan testaruda?”


“Si me duermo, te iras…” - mi voz se cortó ya que la sola idea de pensar que al despertar no estaría, así como solía pasar cuando soñaba con él, me devolvía la misma angustia desgarrante


“Tranquila” – cuchicheó mientras cubría mi cuerpo con las sabanas – “no me iré a ningún lado. Estaré aquí” – afirmó mientras se sentaba al borde de mi cama


“¿no vas a dormir?” – pregunté confundida ya que el reloj marcaban las 4 de la mañana y el no daba señales de tener sueño


“Ya no duermo” – contestó sonriendo ante mi expresión extrañada


“¿De verdad? ¿no me estas mintiendo para que me duerma y así te vayas?” – él puso los ojos en blanco y río


“No te inquieta en lo mas mínimo el hecho de que tu novio no duerma ni un segundo” – comentó divertido – “pero si el que se pueda ir”


“Es a lo único a lo que temo” – respondí dormí lienta


“No me iré a ningún lado mientras duermes. ¿Qué puedo hacer para que me creas?” – es lo que quería escuchar; una enorme sonrisa de complacencia se dibujo en mi rostro mientras palmaba el lado izquierdo de mi cama, en señal de que se acostara ahí.


“Mi cuerpo provocara que te de mucho frío” – advirtió aun sonriendo


“La sabana esta calientita”


“Ay Bella” – suspiró. Pero aun así se acomodo a mi lado – “¿contenta?” – asentí mientras recargaba mi cabeza en su pecho, estaba duro y frío como una piedra suave, pero se sentía bien – “eres tan imposible” – dijo mientras sus labios depositaban un beso en la coronilla de mi cabeza


“Lo se” – admití y cerré mis ojos, sintiéndome segura por primera vez en más de un año.

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Cap. 6 Rechazo

Bella… la voz de un ángel me llamaba en mis sueños, Bella…, sonreí complacida mientras me giraba para dormir más cómoda, tenía mucho tiempo que no dormía tan bien, ¿…? Algo suave y muy frío estaba en mi cama… Bella… aun con los ojos cerrados recorrí con mi mano aquel objeto que estaba a mi lado hasta que algo la frenó, abrí pesadamente mis ojos y, cuando mi nublada vista, a causa del enorme sueño que tenia, se aclaró, mis ojos se abrieron como platos al ver su pálido rostro cerca del mío.



Reprimí un grito por la impresión, ya que aun me resultaba difícil creerlo, pero era verdad, una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro al repetirme mentalmente que Edward estaba conmigo otra vez.


“¡Edward!” – exclamé mientras lo abrazaba


“Veo que aun eres difícil de despertar” – dijo riendo mientras sus manos acariciaban mi cabello – “llevo varios minutos tratando de hacerlo” – levanté ligeramente mi cabeza para ver la hora: eran las siete de la mañana


“Es muy temprano” – reclamé un poco molesta ya que aun quería seguir durmiendo


“Bella, hoy es lunes, tienes clases” – me recordó tiernamente.


“¿Lunes?”– Genial. Había olvidado la noción del tiempo, pero esta vez no era causa de la melancolía, si no de la gran dicha me que me invadía al tener a Edward a mi lado.


“Así es” – repitió aun sonriendo – “vamos, tienes que ir a la escuela”


“¡NO!” - grité


“¿Cómo de que no?”


“Bueno…” - miré mis manos mientras hablaba – “… quiero estar contigo” – balbuceé apenada ya que sabia mi actitud se podía tomar como posesiva. El rió entre dientes


“Flaca” – era la primera vez que me volvía a decir así, lo cual me hizo sonreír extensamente – “¿Qué te parece si vas a la escuela y paso por ti a la hora que salgas?” – eso sonaba tan… normal.


Como si nunca hubiera pasado aquel trágico accidente que lo había separado de mi lado un año. Como si todo hubiera sido una horrible pesadilla y ya hubiera despertado. Pero claro que no fue una pesadilla, sus ojos ¿Negros? Un momento ¿No se suponía que eran dorados?


“Tus ojos… cambiaron de color” – señalé confundida.


“Es una característica de lo que soy ahora.” – respondió – “Nuestros ojos cambian de color dependiendo del estado de animo en el que estemos o que tanta sed sintamos” – fruncí mis cejas mientras entendía lo que me acababa de decir, el aguardo mirándome fijamente


“¿Entonces ahora estas… sediento?” – El rió – “¿Qué?” – pregunté ya que no le había encontrado nada de gracioso a mi pregunta


“Lo preguntas de una manera tan despreocupada… ¿Acaso no te da miedo que tenga sed?”


“No” – respondí rápidamente y sin pensarlo, ya que era la verdad – “¿Entonces si tienes sed?” – insistí en mi pregunta anterior. El asintió mientras sonreía. Fue ahí cuando me invadió una enorme pena por la persona o personas que morirían en para alimentar a mi novio, no pude evitar una sensación de escalofrío


“Edward” – llamé tímidamente. ¿Y si me pregunta le molestaba o le incomodaba?


“¿Qué pasa?”


“Tu…” - comencé indecisa, mirando hacia mis manos, sin saber bien como formular la pregunta – “bueno, tu me acabas de decir que tienes sed…” - levanté ligeramente mi vista, su rostro tenia sus cejas fruncidas en un gesto de incomprensión. Fruncí mis labios, me había arrepentido de lo que tenia planeado hacer, me quedé en silencio con mis mejillas ardiendo por la vergüenza


“¿Bella?” – llamó tras pasar varios segundos en silencio – “¿Te sientes bien? Estas roja”


“Estoy bien” – mentí


“Bella, te conozco ¿dime qué pasa? ¿Acaso te he asustado? no te voy a hacer daño…”


“¡No, no, no!” – lo interrumpí. ¿Por qué a veces tenia que irse por la tangente? –“Edward, no te tengo miedo” – repetí lentamente las palabras para ver si así entendía


“¿Entonces?” – insistió. Suspiré derrotada


“Bueno… estaba pensando que si tienes sed, obviamente tienes que beber…” - la palabra se quedo trabada medio segundo en mi garganta – “sangre… y por lo tanto tienes que…” - me debatí buscando una palabra que no sonara muy fuerte para su caso – “ELEGIR” – esa fue perfecta. Su risa me interrumpió


“¿Cómo se me fue a olvidar?” – preguntó aun riendo levemente


“¿Olvidar qué?” – pregunté un tanto molesta. No tenia por qué burlarse, yo no era un vampiro y por ende, desconcha lo que hacían y lo que no. Cuando se controlo lo suficiente como para hablar bien me miró fijamente ahora con esos ojos color negro.


“Bella no bebo sangre humana. Soy vegetariano” – un orgulloso tono invadió las ultimas dos palabras. Yo no entendí absolutamente nada y lo hice evidente haciendo un gesto torcido


“¿Vegetariano?”


“Me alimento solamente con sangre de animales” – lo miré asombrada. Abrí la boca para preguntarle más pero él se adelantó y puso un dedo sobre mis labios


“Escuela” – recordó, las comisuras de mis labios se estiraron hacia abajo – “Iré a traerte” – dijo para alegrarme y funcionó


“¿Cómo? Se supone que no deben saber que estas vivo”


“Tengo mis mañas” - respondió con una gigantesca sonrisa de suficiencia – “no te preocupes, estaré ahí a las dos” – confirmó


“Tienes que aclararme una duda” – le recordé


“Lo se, pero será hasta tarde. Ahora alístate para ir a la escuela, por favor” – pidió tiernamente mientras su mano gélida recorría lentamente mi mejilla. Fue ahí cuando recordé una cosa: no nos habíamos besado, me incline hacia él para probar sus labios otra vez, pero él se retiro. Mis ojos se abrieron ante su rechazo


“No puedo hacer eso” – su voz se había vuelto triste – “podría hacerte daño”.


“¿Cómo se supone que me puedes dañar dándome un beso?”


“Te lo explicare en la tarde” - dijo mientras se levantaba de la cama y desaparecía por la ventana.


No me esperaba eso ¿Cómo se suponía me iba a dañar con un inocente beso? Traté de no tomarle mucha importancia, convenciéndome de que no había sido rechazo por parte de él, si no por parte de lo que era ahora: un vampiro…


VAMPIRO, sonreí al pensar en aquello, era tan difícil de creer. Edward seguía siendo tan normal… claro, si se le omiten detalles de la extrema palidez y frialdad de su piel, sus ojos bicolores, su fuerza, rapidez, la falta de latidos… Bueno, en realidad, todas esas características que ya convertían a mi novio en alguien diferente, no podían ser omitidas, ya que eran mas que notorias; pero se olvidaban al tenerlo cerca como si siguiera siendo el chico de ojos color esmeralda y piel calida, todo eso no había cambiado absolutamente nada de lo que sentía por el, mas bien, lo había incrementado, si eso era posible…


Cuando llegué a la escuela Jess y Ángela me observaron extrañadas, seguramente era que, por primera vez después de mucho tiempo, no iba caminando con los brazos cruzados sobre mi pecho y con los ojos hinchados. Noté como sus ojos se dilataban sorprendentemente cuando les sonreía en forma de saludo, me sentí mal por que seguramente, sin querer, había hecho que ellas sufrieran conmigo al verme todo el tiempo ausente, lamentando la muerte de Edward.


Ninguna de ellas dijo algo sobre mi mejoramiento de humor, pero me di cuenta que estaban felices de verme tranquila, me hubiese gustado mucho decirles la verdad, pero era imposible, debía guardar el secreto por seguridad de Edward, además de que seguramente me tomarían a loca.


Lo podía imaginar: “Ang, Jess, se darán cuenta que hoy vengo completamente cambiada, pues verán, Edward no esta muerto, no de la manera que piensan, ¡Es un Vampiro!”… no, definitivamente no…


Estuve contando cada minuto que pasaba del reloj, se me hicieron eternas las siete horas lejos de él. En cuanto sonó la campana de salida, tome mis cosas, me despedí de Ángela y Jessica, y me dirigí hacia mi camioneta corriendo, ganándome, claro esta, un buen tropezón, pero sin caerme.


Me pregunté en dónde se estaría escondiendo para que los demás no lo vieran. Llegué a mi camioneta, deposité mi mochila en el asiento y recorrí con la mirada el denso bosque que se levantaba a unos cuantos metros, buscando su figura, pero no encontré nada. Tal vez había mucha gente y le era imposible salir, así que me decidí por encaminarme al bosque, solo por si las dudas, cuestionándome también cómo era que podía salir de día, Forks no era un lugar soleado, pero aun así, según los mitos, los vampiros se escondían en ataúdes por las mañanas… ataúdes, no pude evitar hacer una mueca de horror al imaginarme a Edward dentro de uno…


“¿A dónde vas?” – preguntó aquella voz aterciopelada con la que estaba tan familiarizada cuando llevaba a penas tres pasos. Giré mi rostro para encarar a Edward, quien estaba tendido boca abajo, con las manos sosteniendo su quijada, sobre la cabina de mi camioneta, completamente despreocupado de que alguien lo viera.


“¡Te van a ver!” – exclamé en un susurro. Dije aquello y en un instante Edward se encontraba frente a mí. El movimiento fue tan rápido, que pareció que todo el tiempo se hubiera encontrado ahí, frente mío.


“Sabré cuando alguien dirija la vista hacia acá y desapareceré, todos pensaran que fue producto de su imaginación”


“Supongo que tienes razón…” – confié en él – “¿Entonces, a dónde vamos para que respondas a mis preguntas?”


“¿Preguntas?” – dijo enarcando una ceja con gesto divertido


“Me han surgido muchas en el transcurso del día” – admití


“¿Recuerdas al prado donde solíamos ir?” - ¿Cómo no recordarlo? Asentí alegremente a la idea, solo en una ocasión después de su muerte había ido a aquel lugar.


Me perdí en mis pensamientos recordando ese día: fue justamente a los dos meses de que la noticia del accidente había llegado a mis oídos. Recuerdo que en cuanto llegué, como siempre solía pasarme, me dejé caer y me ahogué en llanto. Me había quedado ida y no me había fijado que ya había oscurecido hasta que los gritos de Charlie y algunos vecinos me sacaron del trance, me encontraron tirada en medio del monte, encogida como un feto, con la mirada perdida y musitando el nombre de Edward. Desde ese día jamás volví a ir para evitar que pasara lo mismo.


Seguramente Edward se dio cuenta que algún recuerdo me había entristecido por que sus brazos me rodearon regresándome a la realidad, que era mucho mejor que mis recuerdos.


“Lo siento tanto, Bella. Nunca quise causarte tanto daño” – le dediqué una sonrisa mientras acariciaba su mejilla en forma de consuelo, él no tenia la culpa.


“Ya paso… ¿Vamos?” – pregunté mientras lo tomaba de la mano y el asintió tratando de sonreír


Nos subimos a mi camioneta, inserté la llave y la camioneta no arranco… lo intenté de nuevo pero obtuve los mismos resultados, Edward se empezó a carcajear


“Parece que el auto de los Picapiedra es testarudo” – comentó entre risas. Lo miré enojada


“No te permito que hables así de mi camioneta” – dije indignada


“La compraste” – señaló. Su risa se había desvanecido para convertir su voz en un tierno susurro mientras incrustaba sus ojos, que ahora ya eran dorados, con los míos


“Si…” – contesté con la mente nublada mientras me perdía en sus ojos y un cosquilleo en mi estomago se incrementaba, el corazón parecía que en cualquier momento iba a estallar de tan fuerte que me palpitaba


“El sonido de tu corazón…” – su mano se posó en mi pecho dejándome paralizada – “es hermoso…”


“No es mío… te pertenece desde hace mucho tiempo” – dije en un susurro, retiró su mano para sostener una de las mías y depositar un tierno y frío beso en ella


“Es mi mayor tesoro…” - ambos sonreímos - “y bien” – dijo mientras se separaba un poco de mi – “¿Tenemos que abrir un hoyo para que nuestros pies impulsen el carro?” – preguntó divertido mientras yo le hacia una mueca por su mala broma


“Guárdate tus comentarios despectivos hacia este señor. Merece tu respeto” – dije mientras ladeaba de forma arrogante mi rostro hacia él y de la misma forma intente ponerlo en marcha… No arrancó, aun así mantuve mi barbilla ligeramente levantada mientras escuchaba la risita de Edward al lado. NADIE, ni siquiera mi estupido novio vampiro, iba a humillar a mi Chevy


“Vamos, Bella, admítelo esta cosa no va arrancar” – sin dirigirle la mirada, calculé el espacio que había entre nosotros y con todas mis fuerzas le propine un puñetazo en su pierna izquierda…


“¡¡Ay!! ¡Ay!!” – grité mientras me sujetaba la mano y Edward se inclinaba hacia mí.


“¿Bella estas bien?”


“¡Mierda! ¿Qué tenías en la pierna?” – pregunté mientras me sobaba la mano. Edward puso los ojos en blanco


“Te recuerdo que mi cuerpo ahora es muy duro” – dijo mientras sujetaba mi mano y la sobaba, se sentía bien, era como ponerle hielo, estaba segura que se me inflamaría. Vaya que si era duro, el golpe no pareció perturbarlo en lo mas mínimo a diferencia de mí, que sentía como si en lugar de su pierna, le hubiera golpeado una pared – “lo siento…”


“Eso me gano por andar de agresiva” – comencé a reír y él me coreó


“Bueno pues creo que tu camioneta no arrancara”


“Parece que no” – admití derrotada – “tendré que llamar a Charlie para que la venga a revisar, la visita al prado tendrá que ser otro día”


“Al menos que…”


“¿Al menos que…?” – insistí para que terminara la frase


“Bueno, yo conozco un medio mucho mas eficaz para ir que tu camioneta”


“¿Ah si? ¿Cuál?...” – una luz iluminó mi mente y abrí los ojos ante la posibilidad - “¡¿Vuelas?!” – pregunté asombrada. Sus ojos se pusieron en blanco una vez más pero medio segundo después estalló en carcajadas. Me molestó, se estaba burlando de mí, me giré enfurruñada con mis brazos cruzados sobre mi pecho haciendo un puchero, acción que solo lo hizo reír mas


“No vuelo Bella” – dijo cuando pudo controlar su risa – lo ignoré – “¿quieres saber a lo que me refería?” – preguntó y no obtuvo respuesta – “vamos flaca… si sigues así terminaremos por no ir al prado” – su aliento rozo mis oídos, quebrantando mi orgullo


“Es solo por curiosidad” – aclaré mientras me giraba para bajar de la camioneta, pero él ya estaba ahí abriéndome la puerta, traté de mirarlo fríamente, pero dudo mucho que lo lograra. El estacionamiento estaba ya casi vacío, y aguardé para que me enseñara su “medio eficaz”.


El dorado de sus ojos tenía una chispa de adrenalina la cual nunca me había gustado.


Edward disfrutaba, con todo su ser, algunos de los deportes extremos, y esa mirada me recordaba a la misma que tenía en las veces en las que el corazón se me había detenido más de alguna vez ante las ocurrencias que solía tener, ¿ejemplos?, recordaba perfectamente la ocasión en la que se le ocurrió inscribirse en un concurso de carrera de autos… también el día en el que llegó entusiasmado ante la idea de un amigo que le había invitado a lanzarse en paracaídas… ¿Y por qué no mencionar cuando se fracturo una pierna montando motos?


“¿No involucra nada que tenga que ver con velocidad, alturas o algo por el estilo verdad?” – pregunté sin mucha esperanza


“Estoy seguro que te va a gustar” – me jaló hacia la entrada del bosque y puso su espalda frente a mí – “¿Puedes subir o te ayudo?”


“¿QUE?!” – otra carcajada salio de su garganta


“Vamos Bella, confía en mí”


“Ayúdame” – pedí no muy segura aún. No lo escuchó dos veces y en un movimiento que me sacó el aire me depositó sin esfuerzo alguno sobre su espalda


“Agarrate fuerte” – indicó y así lo hice. Después, no supe nada más, solo que sombras borrosas pasaban a mi lado y el viento rozaba mi cara, perdí noción del tiempo y aunque trate de cerrar mis ojos no pude… - “¡¿Ves?!” – escuché a lo lejos su voz totalmente excitada – “¡¿A poco no es fabuloso?!...” – no pude contestar y creo que hasta tenía los ojos bizcos a causa del mareo – “¿Bella?... ¿Bella te sientes bien?...”


No supe nada más ya que todo se volvió oscuro…




Perdon mis angeles por el atraso tube un problemilla por ahi , pero aqui les dejo su vicio , le mando mil besito
Angel of the dark

1 comentarios:

YOIMI dijo...

MUY BUENO ESTE CAPITULO


YOIMI