Dark Chat

jueves, 26 de noviembre de 2009

TE AMO AUN DESPUES DE LA MUERTE

CAPITULO 1: EL EXTRAÑO CONOCIDO


Un pequeño rayo de luz me despertó. Estaba tirada en el suelo.



Suspiré. Otro día más…



Me levanté despacio. Así de frágil me sentía, que estaba segura que en cualquier momento me iba a caer en pedazos. Caminé hacia el tocador.



¿Quién es la chica del reflejo en el espejo? ¿Quién es ella? Tenía la mirada triste e hinchada, enmarcada con grandes ojeras. Y la piel pálida, completamente pálida, casi enferma, y hombros caídos...



Ah. Era yo… Lo supe cuando comprendí cuando alcé mi mano para recorrer el seco camino que las lágrimas habían dejado.



Por última vez, sujeté el cuaderno de Edward y lo guardé con mucho cuidado en el cajón. Me giré para ver por la ventana, era un día soleado.



Sonreí tristemente. Antes me gustaba el sol, a diferencia de Edward.



Él disfrutaba de los días nublados y lluviosos. Se divertía cargándome y llevándome hacia los chorros de lluvia mientras yo intentaba inútilmente zafarme de sus brazos.



Ahora, me daba igual el clima.



Volví a suspirar.



Con deliberada lentitud arreglé mi cama y saqué la funda de mi almohada que aun seguía mojada… “gracias”, le susurré al objeto mientras la volvía a abrazar.



– “¿Bella?” – Me sobresalté al escuchar la voz de Charlie – “hija… ¿Estas bien?”



– “Si…En un momento bajo para hacerte el desayuno, papá”



– “No te preocupes por eso… ¿puedo entrar?”



– Adelante” – dije, pese a que no era lo que en verdad quería.



No me gustaba que Charlie viera mi estado de ánimo más decaído de lo normal. Lo deprimía



– “Bella, cariño” – dijo mientras se acercaba a mí con paso lento – “ayer no saliste de tu recamara en toda la tarde…” - poso una mano en mi mejilla y su mirada reflejaba el enorme dolor de verme así



– “Lo siento…” – contesté. No tenía más palabras



– “No, mi niña bonita, no tienes por que disculparte…” - me abrazó – “me imagino lo difícil que ha de ser para ti, princesa” – sus palabras y su abrazo volvieron a romperme. Rodeé su cintura con mis brazos fuertemente para no caerme, y otra vez el llanto apareció de manera descontrolada



– “Lo extraño tanto papá” – le dije con la voz entrecortada



– “Lo sé, cariño… lo se” – escuché como su voz también se cortó – “no sé qué hacer para que esa pena disminuya aunque sea un poco… me duele tanto verte así” – levanté mi vista para verlo: estaba llorando. Alcé mi mano para limpiarle sus lágrimas



– “No llores… te prometo que estaré bien” – le mentí – “ya es hora de que empiece a asimilar todo esto” - Charlie no dijo nada. Seguramente por que no creyó mi mentira, solo pasó una vez más su mano sobre mi mejilla, me limpio las lágrimas, depositó un tierno beso en mi frente y se fue.



Después de bañarme me dirigí hacia la cocina. Aunque ya no le sentía sabor a ningún tipo de comida, mi estomago sentía un hueco horrible y doloroso, pensé que se debía a que ayer no había ingerido absolutamente nada. Motorizadamente, me preparé unos huevos fritos, sin preocuparme si iban a tener un buen sabor o no. Solo quería que ese malestar se fuera.



Comí lentamente, sin siquiera echarle un vistazo a lo que estaba en mi plato. Cuando terminé, giré mi vista hacia el refrigerador en donde se encontraba un candelario:



Martes, 11 de septiembre.



Suspiré y miré el reloj. Eran las 7:15. Si me apresuraba llegaría a tiempo a la escuela. Había faltado ayer y pese a todo, Charlie no se merecía a una hija con malas notas. Subí a mi recamara, y, de la misma manera en la que me preparé el desayuno, me vestí, sin importarme como se me veía el uniforme. Creo que cepillé mi cabello, pero no me esmeré por hacer algún peinado. Tomé las llaves de mi destartalada chevy y me dirigí hacia la preparatoria…



Otro recuerdo me invadió:



– “Bella eso se parece más al carro que usaban los picapiedras” - me había dicho en una ocasión Edward en grandes carcajadas cuando le había confesado el amor que le tenía a la camioneta del viejo Billy.



– “Calla. No te atrevas a ofenderla por que algún día se la comprare”



– “¿En serio te gusta?”



– “¡Claro que me gusta!... es… original” – le dije finalmente para convencerlo y lo logré



– “Entonces, ahorraremos juntos y la compraremos para irnos de viaje cuando termines la preparatoria” – había propuesto y la idea me parecía magnifica…



Apreté mi mandíbula y las manos al volante para que no volvieran a rodar sollozos en mi rostro. En un estúpido intento de ahogar las lágrimas cerré los ojos. El sonido violento del chirrido de unas llantas y un claxon me hicieron abrirlos de golpe



– “¡FIJATE POR DONDE VAS!” – la voz furiosa del hombre se perdió en la carretera…



Mi día en la escuela transcurrió como cualquier otro: clase de biología, matemáticas, lengua, física… No tenía muchos amigos. Siempre había sido un poco apartada de la sociedad y, ahora, con esta pena, las relaciones humanas no se me daban nada bien. Mis únicas y grandes amiga era Ángela y Jessica, pero en estos días, cuando mi humor estaba más abajo del suelo, prefería no estar con ellas para no contagiarlas…



En cuanto terminaron las clases, me dirigí hacia el aparcamiento para volver a mi casa. Iba caminando como siempre desde que él se había ido: con las manos cruzadas sobre mi pecho y la cabeza mirando mis pies. Cuando llegué a la camioneta, me pareció ver por el rabillo del ojo, detrás de un enorme árbol, una figura blanca. Giré mi cabeza para comprobar si era realidad o era mi imaginación. No vi nada…



Fruncí el ceño. Tenía cerca de una semana que me estaba pasando eso. Siempre me parecía ver, a donde sea que fuera, una sombra blanca. Sacudí mi cabeza en gesto de negación. Tal vez necesitaba ver a un oculista. Lo más seguro era que tanto llanto me había lastimado alguna periferia de mis ojos…



Cuando llegué a la casa me pareció extraño ver la puerta del recibidor abierta. La patrulla de Charlie no estaba…



“seguramente la volví a dejar abierta sin darme cuenta” pensé, no era la primera vez que me pasaba… lo extraño fue que, cuando llegue a la casa, todo estaba en desorden.



– “¿Papa?” – pregunté mirando a todos lados – “¿Papa, estas ahí?” – una risa gruesa me sobresaltó y me hizo girar para ver quien era: un hombre alto y de aspecto fornido, con ropas viejas y sucias. Mis ojos se abrieron como platos a ver en su mano sujetaba una pistola y con la otra me tapaba la boca



– “Shh… tranquila preciosa” – me susurro en el oído y la sola sensación me dio asco. Otro hombre apareció por las escaleras, al igual que el otro tenía aspecto de no ser buena persona, en sus manos traía un puñado de alhajas que reconocía como mías – “mira lo que encontré” – dijo el hombre a su compañero – “¿acaso no esta linda?” - El otro hombre se acercó y me observó de pies a cabeza



– “Vaya que si” – admitió con una sonrisa morbosa en el rostro – “no encontramos muchas cosas de valor más que estas pocas joyas… pero podemos compensar la decepción con otra cosa mucho mejor” – dijo mientras se acercaba. Empecé a forcejear con el hombre que me sujetaba inútilmente. Tenía miedo, ¿Qué iba hacer?, estaba sola… las lagrimas inundaron mis mejillas. No quería que sus asquerosas manos borraran los trazos que las gentiles manos de Edward había dejado con tanta delicadez sobre mi cuerpo. No lo iba a permitir. Aun no se cómo me las ingenie para poder golpear en el estomago al tipo que me sostenía, aproveché el momento en que sus enormes brazos aflojaron y me separé de él, pero fue inútil porque el otro hombre ya me había sujetado de nuevo, no sin antes de pegarme una cachetada que me aturdió.



Había perdido toda esperanza ya, aunque seguía forcejeando, en ese momento solo esperaba que cuando terminaran me mataran para no tener que vivir con ese peso… Fue cuando volví a ver la sombra blanca. Paso como viento fresco frente a mis ojos y un segundo después se escucho un chasquido, como si los huesos de alguien se hubieran roto de forma rápida; el hombre de aspecto fornido emitió un gritó desgarrador y él que me sostenía no dudó en clavarme una navaja al lado del estomago, gemí por el dolor, y caí de rodillas con la mano en la herida, la cual empezaba a verter sangre, aun así pude ver claramente como la sombra se detenía por un segundo y me pareció ver el cuerpo de un hombre girado en mi dirección, pero no pude razonar más, ya que aquel sonido que parecía como la ruptura de los huesos continuo…



Hice un gesto de dolor ante una punzada que emitió la herida, gire mi cabeza para verla, ¡OH! No me había dado cuenta que un charco de sangre se había formando en el suelo… el dolor de la punzada incremento, pero aun así seguía pendiente de lo que pasaba, no lograba ver mas que esa sombra borrosa y escuchar gritos desgarradores al mismo tiempo en que escuchaba los chasquidos… después solo vi los cuerpos de los hombres uno encima de otro con un aspecto que parecía gelatinoso; no sabia si sentirme aliviada o mas asustada de lo que ya estaba al entender, que en realidad, esa sombra había despedazado los huesos de aquellos criminales. Otra punzada de dolor: gemí y la sombra ya no era sombra. Vi el cuerpo de un hombre, de un joven de más o menos 20 años… era alto… y delgado… su cabello era cobrizo y despeinado… “NO” pensé y sonreí a causa de mi gran imaginación… otra punzada aun más fuerte de dolor me nublo la vista, pero vi cuando el aterrador joven se giraba hacia mi dirección…



Solo había una explicación para ver lo que estaba viendo: me estaba muriendo y él había venido por mí. Sonreí. Tenía tanto tiempo que no me sentía tan bien, él se seguía acercando; no podía equivocarme, SI era él… su andar, su cara, su cabello, eran los mismos… mi vista se nubló aun más y la fuerza de mi brazo se desvaneció y caí al suelo…



– “¡¿Bella?!” –



Esa voz... ¡Era de él!



Había algo diferente, pero no había duda, solo él pronunciaba mi nombre de esa manera. Algo frío me sujetaba de la espalda, algo frío y suave. Abrí débilmente los ojos para ver si aun seguía ahí, ya que no escuché nada por unos segundos y me aterraba que esa imagen hubiera desaparecido. Fuera un sueño, una ilusión o la muerte misma, no me importaba… solo quería verlo. Fruncí el ceño lo más que pude, parpadeé tratando de aclarar lo borroso de mi vista. Era él, era Edward, pero estaba diferente…



– “¿Ed… Edward?” – Vi como el rostro angustiado de aquel joven se descomponía en un gesto de dolor – “¿eres tu… verdad?” – No contestó – “¿Por qué… por qué habías tardado tanto?...” – el dolor me estaba impidiendo hablar con claridad – “llévame contigo… por favor” – al decir esto las lagrimas mojaron mis mejillas, el rostro de aquel joven tenia la angustia, la desesperación, la ira, el miedo… y me pareció ver el amor, incrustados en su mirada



– “¿Qué dices?” – preguntó en un susurro mientras me levantaba en brazos. Noté que tenía el rostro alejado de mí lo más que podía.



Ya no podía mantener los ojos abierto. La herida dolía mucho pero pese a eso me sentía bien. Me sentía contenta. Ignoré el dolor e inhalé su aroma. Era como el que yo recordaba pero un poco mas concentrado y fresco.



– “Te estuve esperando todo este año para que me llevaras contigo… tardaste mucho… pero no importa… ¿ahora estaremos juntos, verdad?…” – suspiré mientras sonreía y la herida dolió – “al fin otra ves juntos…”



– “No te vas a morir Bella” – fue lo único que alcancé a escuchar y caí en un profundo sueño…



– “¡¡BELLA!!” – La voz de Charlie me despertó e hizo que me incorporara con un brusco movimiento el cual dolió – “¡SANTO CIELO! ¿¡QUE PASO?!” – giré mi rostro para ver mi estomago, estaba cuidadosamente vendado. Fruncí el ceño recordando todo: los hombres, la pistola, la navaja, la sombra blanca, la quebradura de huesos y los gritos de dolor, el joven parado de espaldas hacia mí… y él… - “BELLA… BELLA…” - Charlie me sacudió suavemente para que le prestara atención – “BELLA DIME QUE PASO” – todo eso había sido muy extraño.



¿Qué le iba a contar a Charlie? ¿Qué había visto a Edward?, iba a pensar que ya me había vuelto loca, si no es que en realidad lo estaba… pero no, mi herida curada y vendada eran prueba de que no me había imaginado a ese chico tan parecido a él…



Charlie volvió a agitar mis hombros delicadamente



– “N-no sé, papá…” - comencé a contarle – “unos hombres entraron a la casa, quisieron hacerme daño, pero alguien vino en ese momento y me ayudo…”



– “¿Alguien?” – La voz de Charlie ya no era tan desesperada – “¿Quién es ese alguien? ¿Qué te paso en el estomago Bella? ¿Te encuentras bien? Quizás te pueda llevar al hospital…”



– “No” – lo interrumpí – “estoy bien, de verdad… en realidad no recuerdo quien me ayudó… fue todo… tan borroso…y la herida…” - con cuidado separé las vendas de donde sentía un pequeño dolor: No era tan grande y no se veía mal – “la herida no es grave…”



Tras un par de horas de convencer a Charlie que estaba bien y que no me acordaba de mucho, él se retiró, dejándome sola, llamó a la oficina de policía para que comenzaran con la investigación sobre los hombres que habían merodeando por aquí…



Mientras, yo me quedé sin moverme de mi cama, recordando. Ahora que tenía la mente mas clara por que el dolor ya no era tan fuerte, podía pensar mejor, ¿Qué había pasado? Ese chico no podía ser Edward. Aunque tenía la misma voz, el mismo rostro y complexión… ¡pero no! Definitivamente no. Era algo totalmente ilógico. En primer lugar, por que Edward estaba… estaba muerto, y los muertos no regresan, ¿o si?...



… Además, a pesar de que era muy similar, había algo diferente. No recordaba a detalle cuáles eran las discrepancias de aquel rostro y del rostro de Edward, pero sí la voz. Tenía el mismo sonido, el mismo acento, pero había algo: un sonido muy sutil que hacia que se escuchara diferente…



Suspiré y me recosté en la cama. Estaba loca, eso es lo que pasaba. Otra vez la tristeza me invadió. Hacia unas horas había sido feliz al pensar que al fin estaría con él… ahora me encontraba otra vez sola, llorando su recuerdo, delirando con que él me había salvado… seguramente me lo había imaginado todo, de seguro algún excursionista pasó, escuchó todo el alboroto, se apiadó de mí, y me ayudó. Y luego de curarme, se había marchado para no meterse en problemas…



¿Y si no era un deliro? ¿Y si Edward había regresado para convertirse en mi ángel guardián?



Me incliné sobre mi ventana, quedé observando fijamente le oscuro bosque y ahí estaba ese chico, de pie junto a un gran árbol, con su mirada fija en mí…

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