Dark Chat

jueves, 17 de febrero de 2011

Pecados Carnales

Capítulo 22 En las manos de dios


— Tengo miedo —susurré con un hilo de voz.

— No debes tener miedo, siempre estaré aquí para ti —contestó con la mirada dulce, sus ojos negros eran tiernos, la comprensión que reflejaban me inundo por completo.

— ¿Qué haré afuera? —exclamé indecisa, me sentía tan bien allí, parecía otro mundo, una realidad distinta.

— Es tiempo Bella, no puedes pasar toda tu vida aquí, tú no perteneces aquí —refutó él con decisión.

— Pero aquí me siento a salvo, segura, aquí no hay dolor —rebatí tratando de encontrar una esperanza en aquellos ojos negros tan profundos, me dio una sonrisa ladina, acercó su cuerpo al mío, nuestros rostros se juntaron, sus labios carnosos se acercaron a los míos.

— Aún así debes enfrentar tu vida, debes buscarlo a él —exclamó a centímetros de distancia, su hálito tibio me pego de lleno.

— ¿Crees que Edward quiera? —pregunté

— Tú eres su madre Bella, tienes tanto derecho como él a estar cerca de tu hijo —me confirmó tratando de tranquilizar mi ansioso corazón.

— Pero yo traté de…. —y mi voz se acalló por la culpa, una culpa que aún no podía olvidar, era un dolor punzante, presente en mi corazón, me sentía vacía y como quería poder retroceder el tiempo, volver atrás, tomar otras decisiones.

— ¿Abortarlo? —finalizó la frase por mí

— Sí —asentí con vergüenza

— ¿Crees que ese hecho te convierte en una mala madre? —me preguntó y a veces no me gustaba que utilizará su psicoanalogía conmigo.

— Sí —exclamé en un murmulló

— ¿Entonces, en que convierte a Edward, el hecho que te arrebatará a tu hijo a horas de haber nacido? —me preguntó y lo miré sin entender.

— Es diferente, él… trató de protegerlo —y había tratado de convencerme de aquello, eso hacía que mi corazón se conformará que mi razón, lo hiciera.

— ¿Cuándo dejarás de justificar lo injustificable? —inquirió de vuelta.

— Tengo miedo, miedo a perderlo para siempre —fue mi respuesta y mi corazón se contrajo ante ese hecho, aunque si lo analizaba, yo lo había perdido, había perdido a mi pequeño pateador.

— Pues entonces, debes irte, debes encontrarlo y evitar que Edward te quite a Anthony para siempre —me dijo y en parte, eso me motivo a irme de aquel lugar, encontrarlo, aunque no sabía cómo, ni donde, pero lo intentaría…

Ese recuerdo lejano se hizo patente, el miedo que había sentido aquel día, lo sentía hoy, lo sentí cuando advertí a Anthony parado en el umbral de la puerta, en ese minuto mi corazón se apretó como presintiendo algo, al ver su sonrisa tan dulce, tan tierna, fue como si mi corazón de madre presagiará que algo iba a pasar, apreté la mano de Edward sin tener la fuerza suficiente de quitarle la vista de encima a mi pequeño pedazo de cielo.

Cuando noté como Edward se levantó de la cama, tranquilo y sereno, pensé que tal vez todo ese miedo que había teñido mi corazón era una aprehensión innecesaria, algo sin sentido pero al ver su pequeño cuerpo escaparse por el pasillo, se formo un nudo en mi garganta, incapaz de dejarme gritar, ni siquiera el sonido seco del golpe fue suficiente para que yo pudiera gritar.

Edward permanecía en el borde de la escalera, yo caminé lento y dudoso a su encuentro solo para bajar mi vista y ver su pequeño cuerpo frágil tirado en los pies de la escalera, en el primer piso, mi vista se desenfoco, y no supe como baje hasta su encuentro, recuerdo que quise tomarlo entre mis brazos pero alguien me separó. El padre de Edward se acercó y quito de en medio a Alice, todo parecía suceder tan rápido y tan lento a la vez, no sé quién llamó a la ambulancia, pero llegó, tampoco sé cuando tiempo fue el que transcurrió, solo sé que mi vista se alzo cuando su pequeño cuerpo fue puesto en una camilla y me perdí en los ojos verdes de Edward que aún permanecía en la planta superior.

Aún tenía en el fondo de mi mente el grito desgarrador de Alice, el llanto de Esme, las palabras de Carlisle, y la voz de ella, Tanya, me había tomado separándome de mi hijo, impidiendo que me acercará.

— No, Bella espera —había dicho cuando traté de tomarlo, también había sido la que me había llevado hasta el automóvil y quién nos había traído tanto a Edward como a mí.

Mi corazón estaba congelado, no podía pensar bien, y no dejaba de escuchar su risa, en el fondo, en mi mente, escuchaba su risa infantil, escucha las palabras que me había dicho la noche anterior, escuchaba su respiración, y por primera vez, supe que esta pesadilla no terminaría nunca, no importaba que decisión tomará, yo parecía maldita y parecía que mi mala fortuna arrastraba a todo aquel que me quisiera.

Mirar a la gente entrar y salir, era como el escape justo para poder mantener la cordura — Ve a tu lugar feliz —había sido el consejo de Jacob, en las noches que había tenido pesadillas, pero ¿Cuál era mi lugar feliz? ¿Acaso había algún lugar feliz?. Me distrajo el sonido de la puerta de la sala de espera, del hospital donde estábamos, alce mi vista cuando sentí los repiqueteos de tacones hacía mi posición, era mi hermana quién corrió hasta mí y me estrecho entre sus brazos, me levanté justo para que sus tiernos y finos brazos me cobijarán.

- ¿Pero cómo paso? —me preguntó y yo no sabía que decirle, simplemente la abrace, apreté su cuerpo contra el mío con todas mis fuerzas y deje que las lagrimas salieran sin control de mis ojos, fue ahí cuando comencé a sentir mis piernas pesadas, el temple que había mostrado hasta hace un rato se quebró por completo y por primera vez lo odie.

Odie a Dios por hacerme ahora esto, justo cuando había creído que la luz finalmente iluminaba mi túnel oscuro, venía esto, que estaba tiñéndolo de un negro profundo, de uno que no sabía si lograría escapar. Comencé a sollozar automáticamente al recordar su cuerpo pequeño tirado en la mitad del piso con el enorme charco de sangre a un costado de sus finos cabellos, el color miel característico ahora era de un escarlata fulminante. Mi mundo se había detenido y no quería enfrentar una realidad. Mi hijo moriría un veinticinco de diciembre, y para mi jamás habría navidad.

Caímos ambas al suelo, ella aún me sostenía entre sus brazos, y yo estaba llorando de plano histérica sin control, sentía a lo lejos sus manos acariciar mi espalda y decirme que todo iba a salir bien pero ¿Cómo, cómo iba a salir bien si el estaba muerto?, me pregunté. Trataron que la soltará pero me aferre a ella, enterré mi cara en su cuello, pero aún así, sosteniéndola de manera desgarradora, sentí las manos tibias de alguien que hacía fuerza contraria para que dejará a mi pequeña hermana.

— ¿Por qué? ¿Por qué? —grité sin control y sentí la voz de Edward en mi odio.

— Bella por favor tranquilízate —me pidió con su voz cándida y aterciopelada pero ¿cómo quería que me tranquilizará?.

Hacía un par de semanas, que lo había encontrado luego de cuatro años y medio, y ahora él desaparecía, mi hijo se iba de mi lado, primero había sido arrebatado por su padre, ahora sería arrebatado por…, mi voz se silencio ante el hecho de ser incapaz de pronunciar su nombre, estaba demasiado enojada, demasiado triste, demasiado deshecha. Mi pequeño, un pedazo de mi, mi propia carne estaba sufriendo otra vez por mi tonta culpa, por mi mala fortuna, por mis propios errores, en un momento desesperado incluso pensé que lo había maldecido pero luego la cordura me llegó

— Esto no debió haber pasado —murmuré entre dientes con el corazón en la mano. Aferré mucho más el cuerpo de mi hermana y en eso sentí la presencia de alguien más, saque mi rostro del cuello de Ángela, y le vi, era Emmett, estaba al lado contrario. Miré que traía algo entre las manos, fue entonces cuando me separé de mi hermana y le grité.

— ¡No me toques! —y me levanté del suelo, sentía que las piernas se me doblarían en cualquier momento pero aún así le huí, Edward se levantó conmigo y me sostuvo por los brazos, me giró para que lo mirará — No quiero estar sedada, eso no calmará el dolor, ¿Qué no lo entiendes? ¡Quiero a mi hijo de vuelta! —le grité golpeándolo para separarme pero él me sostuvo con fuerza.

— Mi amor… Bella – me llamó Edward dulcemente tratando de razonar pero la verdad no quería razonar, quería que de una vez las cosas no salieran tan mal — ¡Bella! —gritó por última vez zamarreando mi cuerpo con fuerza, mis ojos se abrieron y lo miré un tanto asustada, las lágrimas inundaban mi rostro, y sus hermosos ojos verdes estaban brillosos, pero aún no había una sola lágrima en ellos, sus facciones eran de pesar, uno demasiado grande.

— Hermanita mírame – me pidió llorando Ángela — Te hará bien, tienes que calmarte —susurró pero la ignoré y otra vez estaba Emmett a mi lado.

— No quiero dormir, no quiero —protesté tratando de irme, de zafarme de ellos, Ángela se corrió, tenía una mano en su boca contiendo el llanto, noté que Alice la sacó para un lado.

— ¡Contrólate de una vez! —conminó Edward y lo abracé.

— Nuestro bebe no se puede morir – susurré apretando mi rostro contra su cuello.

— No va a morir – me dijo entre dientes y sabía que era una mentira.

— ¿Cómo lo sabes? – le pregunté ilusionada, tratando de creer en su mentira, en una que ni el mismo creía.

— Por qué es un niño, los niños son fuertes, es distinto, no me preguntes por qué simplemente lo son —me dijo separándome de su cuerpo, puso sus manos en mis mejillas — Él ya lucho una vez, lo hará de nuevo, Anthony es fuerte.

Me murmuró, secando mis lágrimas y me abrazo nuevamente, sentí como beso mis cabellos, mi corazón se calmo pero era una falsa apariencia de felicidad, cuando deje de huir, de luchar por separarme de ellos, fue cuando sentí el pinchazo infame de la jeringa.

— No te va a hacer dormir, pero te ayudará a tranquilizarte.

Me explico Emmett sonriendo sombrío y miré a la madre de Edward que estaba tan o más desecha que yo, murmuro en el oído de su marido mientras se aferraba a su cuello como lo estaba yo de su hijo, luego mi vista se fue a Tanya, quién estaba sentada, con la vista perdida en nosotros dos y una expresión culpable que no entendía, sus ojos verdes estaban vidriosos pero a diferencia de los de Edward, ella sí había llorado y mucho, los tenía hinchados, entre sus manos tenía un pañal de género que reconocí como él "tuto" de mi hijo, se me apretó el corazón, se me secó la boca y creí que me faltaba el aire, la mujer que tenía entre sus manos aquel genero estaba igual de desecha que yo, o incluso más y me sentí egoísta, quise arrebatarle ese pequeño recuerdo que de seguro tenía impregnado su olor pero me contuve, me sentí ajena, me sentí extraña para hacer aquello, enterré mi rostro de vuelta en el fuerte cuello de Edward y lo apreté incluso más.

— No me dejes, no me sueltes —murmuré contra su oído

— No voy a dejarte Bella, ni tampoco lo hará nuestro hijo, saldremos los tres de aquí como una familia feliz —me juró y entonces confié. Confié en sus palabras, en lo fuerte de aquel sentimiento que estábamos teniendo ambos.

Pasaban las horas y yo seguía absorta en la puerta por donde saldría el médico anunciando su noticia, habíamos llegado a ese hospital alrededor de las ocho y media y ya casi eran las diez y media de la mañana. Me levanté decidida a entrar y preguntar que demonios pasaba pero Edward me sujeto atrayéndome hacía él.

— Ya no aguanto, ¿Por qué no nos dicen nada? ¿Sí está bien, por qué no puedo verlo? —le pregunté y él me obligo a sentarme junto a él.

— Tenemos que esperar, todo saldrá bien, debemos tener paciencia —me susurró besando mi frente lo abrace pero en realidad tenía una aprehensión, en el fondo de mi corazón sentía que mi hijo no estaba bien, que nada iba a estar bien. Que la espera se debía a algo malo, demasiado malo.

— No quiero comer —proteste quitando de enfrente el plato que había traído Ángela; Alice me acarició la mejilla y tomó entre sus manos el vaso de café que tenía en una bandeja Tanya.

— Al menos tomate este café —me pidió pero lo rehusé también.

— No quiero, estoy bien —le respondí y me levanté.

Edward había ido al baño dándome la oportunidad suficiente para acercarme a la entrada del pabellón de urgencia pediátrica. Estaba en eso, espiando, lista para entrar cuando sentí sus manos en mi cintura y su cuerpo apegarse al mío lentamente me obligo a volver a los asientos de la sala de espera, luchando conmigo que trataba lo opuesto. Estábamos en eso cuando la voz de alguien lo llamó.

— ¿Edward Cullen?

Y él asintió me quede a su lado.

— Soy el Dr. Stevenson, fui el médico que recibió a su hijo

Comenzó a explicar y ambos nos tomamos de la mano, puse en mi garganta la otra que estaba libre y comencé a temblar.

— ¿Cómo esta mi hijo? ¿Podemos verlo?

Pregunté casi inaudiblemente haciendo que el médico desviará su vista hacía mí, me observo por unos segundos, los más largos que yo recordará.

— ¿Usted es la mamá?

Me preguntó serio y por sus facciones sabría que no lo olvidaría jamás. Asentí temblando, Edward me apretó con mayor fuerza mi mano que permanecía entrelazada con la suya, sentí como uno de sus dedos comenzó a acariciarla con ternura. El médico guardo unos minutos de silencio, que parecían macabros, noté como puso sus manos en los bolsillos y suspiró como dándose valor para enfrentarnos.

— ¿Qué sucede? —pregunté inquieta sin poder evitar que mi voz se quebrará.

— Su hijo ingreso a este hospital con un traumatismo en su cabeza de carácter grave – hizo una pausa y miró a Edward – perdió mucha sangre, el diagnóstico es de un TEC abierto —explicó como si entendiéramos su tecnicismos médicos, lo miré contrariada — Hicimos lo que pudimos, pero…

— Pero ¿qué? — pregunté sin voz interrumpiéndolo — ¿Dígame pero qué?

Insistí alzando mi voz, sentí la mano de Edward y creó que esta vez mi tono de voz fue demasiado alto porque atraje la atención de todos, mi corazón latía furioso en mi pecho.

— lo siento… acaba de fallecer

Y al sentir esa palabra mi corazón se rompió, retrocedí como huyendo de ellos dos. Y perdí la perspectiva de la realidad y del momento, su risa angelical invadió mi mente y los recuerdos mientras estaba embarazada floraron, de pronto me vi a mi misma el día que Anthony nació y que por una milésima de segundo, cuando sentía a Edward detrás de mí, pensé que seríamos felices por siempre.

— ¡No! —comencé a balbucear y las lágrimas salían sin control.

Entonces una voz ronca conocida se escucho.

— ¿Bella? —giré mi rostro y era Jacob que venía acercándose hasta nuestra posición.

— ¡No es justo! —volví a decir mientras sacudía mi cabeza, y volví a retroceder en el tiempo hasta el día en que Edward me había contado que estaba embarazada, luego pase al minuto en que había tomado esas pastillas para abortarlo, luego avance hasta el día que nació, cuando por primera vez sentí que se podía amar de una manera desmesurada, aquellos ojos pardos tan perfectos, algo que yo había creado, y me detuve en el día que él se lo había llevado de mis brazos.

En ese minuto salí corriendo del hospital, apenas podía ver, cruce la calzada de la calle sin importarme los vehículos y corrí desesperada, quería huir de esa verdad que estaba comiendo mi alma, huir y desaparecer, no sentía mis brazos, ni mis piernas, todo me daba vueltas y me pregunté ¿Por qué? ¿Por qué, la vida era tan injusta, tan macabra conmigo?

En ese minuto me detuve y puse mis manos en mis piernas respirando agitada pero era como si el aire no pudiera pasar a mis pulmones, como si cada respiro fuera una llama que quemará mi garganta y mi alma, no podía inspirar y parecía que me fuera ahogar, era tan grande que me impedía sacar el respiro.

Mi hijo estaba muerto, mi pequeño hijo de cuatro años estaba muerto, su risa me inundo y recordé el día que me lo tope en el supermercados, frente a mi estaba con su carita de ángel y esa sonrisa tan perfecta, igual a la de su padre, el era un buen reflejo de ambos, tenía lo mejor de cada uno y entonces no entendí porque su destino tenía que ser ese, ¿por qué a él?.

Caí al suelo con todo el peso del cuerpo y en ese minuto me percaté que estaba lloviendo, estaba completamente empapada, las gotas de agua escurrían por mi cabello descontroladamente. Me abrace a mi misma como tratando de mantener mi cuerpo unido, pero no podía la sensación de desolación era tremenda.

— ¡Bella! —gritó Edward y me levanté no quería que me tocará. No quería que se acercará, noté que estaba también Emmett, Jacob, Alice, Ángela y ella, Tanya, todos tenían tristeza reflejada en sus rostros pero ella, ella tenía algo más. Desvié mi vista hacía los dedos blancos y fuertes de Edward cuya mano estaba sostenida en el aire, las gotas de lluvia le golpeaban pero parecía no importarle — No me hagas esto, no nos hagas esto —balbuceo y su cara reflejaba una tristeza solo comparable con la mía.

— No puedo, no puedo enterrar a mi hijo —le grite de vuelta, sus ojos se pusieron brillosos, ese mar escarlata parecía tan transparente pero tan profundo, unas lágrimas se acumularon en la comisura de estos pero que se confundían con las gotas de lluvia que estaban mojando aquel rostro tan perfecto.

— Mi amor —insistió dando un paso pero yo retrocedí — Por favor… no lo hagas más difícil… ven conmigo… tenemos que irnos… —me pidió en un susurró apenas audible.

— Esto es mi culpa Edward, que no lo entiendes… todo esto es mi culpa, si nosotros no hubiéramos hecho lo que hicimos, si yo no me hubiera enamorado de ti… él… mi pequeño estaría vivo… feliz…. Lo eche todo perder… no puedo… yo te hago daño, debes alejarte de mí… ser feliz con otra… con alguien que te quiera… con alguien que te merezca… con alguien que no te destruya… —exclamé sin sentido debiendo mi vista hacía Tanya que la esquivo, noté como las lágrimas caían sin control de sus hermosos ojos verdes, su pelo rojizo estaba más oscuro producto de la lluvia, entonces mi vista se desvió hacía Edward, que permanecía aún sosteniendo su mano para mí, sus ojos verdes se apretaron, su expresión se torturo aún más como conteniendo el llanto o tal vez la rabia, porque no me contestó. — Debes elegirla a ella sólo así serás feliz —concluí bajito y entonces mi hermana dio un suspiro ahogado como si estuviera a punto de soltar el llanto descontrolado y Alice la contuvo alejándola.

— No hagas esto Bella, no los puedo perder a los dos —me susurró acercándose a mi posición, fue entonces cuando lo abrace desesperada, largue todo el llanto de manera descontrolada y audiblemente desgarrador mientras me enterraba entre sus brazos y me acurrucaba contra su pecho fuerte y cálido, no había ninguna palabra ni nada que pudieran decirme porque no había consuelo posible y el parecía entenderlo porque me abrazo, me sostuvo allí en la mitad de la lluvia.

— Nuestro hijo está en las manos de dios ahora —susurró tratando de consolar lo inconsolable mientras tomaba entre sus manos mi rostro y me besaba en los labios para luego abrazarme nuevamente.



********************************************************************
 
Que tal?? ya saben haganmelo saber con sus comentarios y dejen muchos por que nuestra querida escritora anda de visita en el sitio
mil besitos a todas
Angel of the dark

miércoles, 16 de febrero de 2011

Conquistando tu Amor

CAPÍTULO XI

BELLA POV

Cuando terminé de entrenar en la pista me acerqué a Emmett y me di cuenta que se encontraba mi sexy-profe, perdí toda coherencia, y no es para menos ver a ese adonis mascando sugestivamente una manzana roja, o sea era igual a pecado y lujuria, traté de bajar el calor que no sólo era provocado por mi reciente entrenamiento con una botella de agua, estaba tan concentrada en bajar el calor cuando escuché un jadeo lujurioso y el sonido de algún objeto cayendo al suelo, fijé mis ojos en él, siempre en él y ese delicioso gemido lo había emitido Edward, aparentemente viéndome beber agua, mmm, curioso es la segunda vez que ocurre algo parecido, así que preferí alejarme de la tentación porque lo juro en este momento era capaz de lanzarme a sus brazos y rogarle que me follara de la manera más salvaje y pervertida que se le ocurriera, carajo mis bragas estaban empapadas, así salí presurosamente, creo que Emmett comentó que había invitado a Edward el fin de semana con nosotros así que le dije que no había problema y la verdad es que no estaba pensando mucho en ese momento, ya saben problemas de inundación en la zona baja. Acudí rápidamente a la ducha y me cambié de ropa, al pasar por el cuarto de música decidí intentar tocar mi preciado chelo, así que busqué en mi interior las emociones para inspirarme y la melodía empezó a inundar el lugar, la música: libertando, pasión, fuerza, deseo, lujuria pura, esos sentimientos nadaban en mi mente desde que él llegó a mi podrida vida, no podía negarlo más lo deseaba con todas las células de mi cuerpo y para ser sincera creo que estaba empezando a enamorar, no lo se, nunca me he enamorado antes, pero parece que ahora empiezo a sentir sentimientos amorosos con Edward, me siento tan asustada, todos sufren por amor y yo no quiero que eso me pase, por eso desde hace tiempo decidí nunca enamorarme he tenidos varios pretendientes, no voy a negar que algunos eran bastantes guapos y algunos medianamente interesante, inclusive James es bastante guapo y sexy, no hay que negar que el cerdo levanta pasiones por donde pisa, afortunadamente las mías jamás. Amor qué sentimiento tan fuerte, te puede colmar de alegría y destruir de dolor también. Al terminar de tocar me encontré con los ojos más bellos que jamás he visto y no pude resistirme al sentir como él limpiaba mis mejillas de las lágrimas producto de la emoción de haber podido tocar una melodía completa y me aferré a los brazos que me ofrecía mi dulce Edward y lloré, lloré mucho hasta desahogarme, pero lo que más me impactó fueron sus dulces palabras hacia mi como linda y cariño, sonaban tan sinceras y su presencia tan protectora como si yo fuera una princesa a la que hay que tratar con dulzura, verdaderamente este hombre me afecta de una manera que no creí posible.

Entraba la noche y me sentía muy nerviosa, por la tarde había evadido intencionalmente a Edward ya que habíamos quedado en que conversaríamos y sabía perfectamente que no estaba preparada para sus preguntas, jamás lo estaría, prueba de ello era que mi secreto sólo lo sabía mi querido Quil, pero cuando Edward me había abrazado me sentí tan en paz y segura en sus brazos como si su fortaleza pudiera remendar lo que tenía roto en mi alma y corazón y ese sentimiento me asustaba y mucho. Perdida en mis divagaciones estaba cuando sentí golpes suaves en mi puerta, sabía que la hora había llegado.

- Adelante susurré
- Hola parece que tenemos una conversación pendiente
- No estoy preparada para tocar ese tema, yo lo siento Edward
- Bueno, pero podemos conversar de otra cosa si lo deseas
- Ok, dije dudosa, o sea de qué podríamos hablar nosotros
- Dime Bella ¿por qué actúas de forma tan distinta en casa y en colegio?, yo simplemente no lo comprendo, a veces eres tan dura y fría
- Sólo te puedo decir que en casa no me tengo que defender y proteger de las personas

- ¿ y en el colegio si?
- Si

- Pero ¿de qué te quieres proteger? La mayoría te admira
- Algunos si, la mayoría me odia, especialmente los chicos
- Creo que eso es porque no te dejas ver y la mayoría de las veces cuando ellos tratan de acercarse a ti tú los repeles de malas maneras
- Si los repelo de esa manera como dices es por que no estuviste años anteriores cuando yo no era así y algunos de ellos querían lastimarme
- Lastimarte ¿cómo? ¿quién? ¿qué fue lo que te hicieron?
- El semblante de Edward se endureció ante mis declaraciones y sus ojos se oscurecieron de ira. – lo que puedo decirte es que los que quisieron dañarme no lo consiguieron y fueron ellos los dañados
- ¿quién? Dime

- Has visto la cicatriz que tiene miguel en la mano, bueno se la hice yo, le atravesé la mano con un bolígrafo, ahora nunca más osará acariciarme la pierna sin mi autorización. La boca de Edward se abrió plenamente de sorpresa, pero sus ojos seguían desplegando ira cuando supo del porque había herido a ese cerdo

- Yo, yo no sabía, cómo se atreve a tocarte, se lo merecía, pero te han agredido de igual manera otras personas
- Mmm, algunos, pero no han tenido suerte jajajaja, por ejemplo Mike hace dos años trató de besarme a la fuerza y se ganó una paliza que aún no olvida, la mayoría de los chicos son unos cerdos, sólo desean lo que no pueden tener, y a mi nunca me tendrán, no ellos
- Por dios Isabella, no sabía las cosas por las que has tenido que pasar, ahora entiendo que trates de estar aparte de esos sucesos, pero no todas las personas son malas

- Si, lo se, pero me cuesta mucho confiar, en realidad son pocas las personas que saben lo que me ha pasado en el colegio, ni siquiera mis padres saben todo

- Con respecto a tus padres….he notado que actúas diferente cuando ellos están en casa, actúas más distante con el personal de servicio y tus conversaciones con ellos son un tanto vacías, especialmente con tu madre

- Como tu dices cuando ellos están y casi nunca están, ese es el problema, nunca están para mi, ellos me tratan como si fuera una niña y no lo soy, no comparten mis decisiones y no aprueban de todo que me sienta tan a gusto con el personal, ellos esperan que sea la señorita educada y tonta, además no aceptan que no pueda asistir al cementerio y llorar la partida de Vanessa como lo hacen ellos siempre me reprochan, especialmente Renne
- Y ¿por qué no puedes ir al cementerio? Se que ha de ser duro que tu hermana haya fallecido, pero tú eres fuerte, no lo comprendo del todo
- Lo que pasa Edward es que me duele demasiado la ausencia de Vane, ella se fue cuando más la necesitaba y supongo que me da coraje que esté muerta y me ha costado mucho asimilarlo

- Pero fue un accidente, no puedes culparla por no estar contigo
- ¿qué sabes tú? Dije enfurecida, él no sabía como habían sucedido las cosas- no fue un maldito accidente Edward ella, ella…- no soporté más y el llanto surgió

- Ella qué Bella

- Ella se suicidó, ella se arrojó por un maldito barranco
- Yo no sabía, creía que había sido un accidente
- Claro, mis padres encubrieron todo para que así pareciera, pero yo se la verdad, verdad que ellos no me han confiado, ellos creen que yo no se la verdad, pero si la se, ella se arrojó y me dejó sola, ella no soportó el dolor de la traición, el dolor del amor traicionado y se mató

- Tranquila Bella yo estoy acá, no te dejaré sola, puedes confiar en mí.

Edward al igual que en la tarde me acunó en su pecho y me meció como un bebé y me dejé consolar, me perdí en su atrayente aroma y sus fuertes brazos, él me acariciaba el pelo y tarareaba una nana desconocida para tranquilizarme y lo logró, no supe en que momento me había quedado dormida en sus brazos, sólo se que desperté en plena madrugada al sentir un brazo ceñirse a mi cintura y mi espalda pegada a un fuerte pecho, nuestros cuerpos tan juntos, pero cómodo al mismo tiempo, Edward me abrazaba fuertemente recostados en mi cama, sentía su suave respiración en mi cuello, como pude me giré y quedé frente a frente a su hermoso rostro, acerqué mi dedo a su cara y delinee el contorno de su rostro delicadamente, dios era tan hermoso y su piel era suave a mi tacto, sus labios entreabiertos me llamaban a besarlos, pero no podía ceder, ahora éramos amigos por así decirlo, no podía arruinarlo, así que decidí seguir durmiendo y pasé mis brazos por su cintura y me aferré a él con todas mis fuerzas, así abrazados como dos amantes me volví a quedar dormida

EDWARD POV

Ahora puedo entender a Bella, las cosas que me contó me descolocaron totalmente, es tan joven y las cosas por las que ha tenido que pasar, no es fácil, nada fácil, a pesar de lo que me confió tengo la certeza de que ella esconde algo más grave, algo que le hace más daño, pero tendré paciencia, quizás algún día decida contarme y ese día yo estaré a su lado para reconfortarla, la ira me inundó cuando me contó de esos imbéciles extralimitándose con ella a la fuerza, quería buscarlos y darles una paliza que no olvidaran en su vida, esa mujer era mía, desde que la conocí es mía y no dejaré que nadie la vuelva a dañar.

Cuando dejé mis pensamientos asesinos me di cuenta de que Bella se había quedado dormida en mis brazos y por dios era tan hermosa y su olor me invadía por completo, el calor que su cuerpo emanaba se fundía con mi propio calor, no se en qué momento pasó, pero definitivamente esta batalla la había perdido, estaba completamente enamorado de esta muchachita rebelde e irritante. En sueños empezó a hablar y me llamaba, me pedía que no la dejara sola, que no marchara, que me necesitaba. La abracé más fuerte y me quedé dormido junto a ella, cuando desperté estábamos tan juntos, brazos y piernas entrelazados y nuestras caras tan juntas que fácilmente podría besarla sin estirarme, traté de zafar una mano sin despertarla, quería tocarla y así lo hice deslicé mis dedos ligeramente por su cara, dios era tan suave como tocar seda, su semblante era relajado, recorrí su cuerpo con mi mirada y no dudé un instante y posé mi mano en su cadera y la acaricié lentamente, cerré mis ojos y me dejé llevar por la sensación deliciosa de tocar y oler su cuerpo libremente, sin darme cuenta mis manos subieron hacia su estrecha cintura y la metí por debajo de la camiseta y llegué a sus pechos, mierda, estaba sin sujetador, acaricié su pezón que se endureció a mi tacto, ella suspiró en sueños y me llamó en sueños, decía mi nombre con tanta devoción y mi mente se aclaró ¡santa mierda, qué estoy haciendo! , carajo, la estaba tocando sin su consentimiento, ella estaba completamente dormida y yo me estaba aprovechando de la confianza que depositó en mi, soy un maldito depravado, ella no merece esto, así que con gran esfuerzo retiré mi mano de su cuerpo y deshice nuestro enredo de brazos y piernas y me dirigí al baño, no quería que ella despertara y me viera así de duro, después de bañarme y cambiarme ropa me dirigí a la cocina y preparé una bandeja con desayuno para Bella y para mi, hoy desayunaríamos en la cama antes de ir al colegio, era temprano así que teníamos tiempo de sobra.

- Bella durmiente, mira lo que te traje, despierta dormilona
- Ella sólo murmuraba incoherencias. – mmm, todavía no, mmm más tarde

- Jajaja, la fiera es perezosa, ¿quién lo diría?
- ¿Edward?..¿qué…? oh dios, me quedé dormida, ¿es muy tarde?
- No, es temprano y si te quedaste dormida, bueno en realidad nos quedamos dormidos, disculpa por no darme cuenta y quedarme en tu cama

- Jajaja, no te preocupes profe, no le contaré a nadie de tu preferencia por la fiera jajaja, nadie sabrá que no me odias en realidad
- No niña, nunca te he odiado, aunque he estado a punto un par de veces, ya ven te traje desayuno

- Ok, ¡vaya! Eres más amable de lo que merezco
- Shhh, no digas nada y dejemos atrás los últimos días.
- Vale.

Cuando bajamos a la cocina a dejar la bandeja y a despedirnos para ir al colegio María y Sue nos miraban de reojo y reían calladamente, con Bella nos miramos, no dijimos nada y preferimos irnos antes de que empezaran a ser más descaradas con sus miradas y sonrisas. Bella se fue en su moto y yo en el carro que me había comprado la semana pasada, al llegar al colegio estacioné mi precioso volvo y al lado estacionó Bella, nos dirigimos una sonrisa cómplice y amable y cada uno se fue por su cuenta, hoy sería un día genial, había despertado en brazos de la mujer más hermosa y caliente del mundo. En clases se portó de manera diferente conmigo, ya no me insultó, pero estaba conversando muy animadamente con Quil, se que son solamente amigos, pero igual me saca de quicio esa confianza que se tienen, casi pierdo los estribos cuando el le empezó a acariciar el brazo y me paré fuertemente de mi silla y mis puños los cerré fuertemente, mis mandíbulas tensas, todos los alumnos me miraron como si estuviera loco, pero no me importó, sólo la miraba a ella y su amigo, él al verme arrugó la frente y luego posó su mirada en Bella y sus ojos se abrieron como platos como si hubiera entendido lo que me estaba pasando, nuevamente me miró y sonrió sacando sus manos de Bella, ella me miró asombrada y un poco enojada, claro, qué derecho tengo yo de enojarme por que comparta con sus amigos, además la niña tiene novio, idiota de mi declarándola en silencio como mía cuando ella ya eligió y eligió al estúpido de James, tonto Edward, volví a sentarme y me disculpé con los alumnos diciendo que me dolía mucho la cabeza, no volví a mirar a Bella lo que restó de la clase, aunque sentía su mirada en mi.

A la salida de clases me encontré con Emmett y nos dirigíamos juntos al estacionamiento cuando la vi, iba delante de mí sola y no se había percatado que iba detrás, era consciente que Emmett iba conversando conmigo, pero no lo escuchaba, sólo la miraba a ella, al llegar cerca de nuestro vehículos vi la escena que dejó mi día como pésimo. Apoyado en la moto de Bella se encontraba una tipa rubia espectacular y bella se apresuró a llegar a su moto

- wow, tremenda rubia, dijo Emmett, verdad ahora me acuerdo que venía conmigo. – linda, más que linda, una lástima que mi pequeña Bella la haga pedazos.

- ¿qué? Pregunté, no entendía lo que dijo
- Si, si hay algo que Bella no soporta es que le manoseen la moto, se vuelve como loca, mmm, una pena por la preciosura esa, pero se metió con la fiera y la fiera se la va a comer vivita jajaja
- ¿cómo puedes reírte de algo así? Mejor apúrate y evitemos el desastre
- Ok, ok, pero tú contienes a la fiera y yo salvo a la lindura. Nos apresuramos, pero llegamos tarde.

- Ey, zorra oxigenada saca tu apestoso culo de mi moto. Gritó Bella sulfurada
- ¿a quién mierda llamas zorra, zorra? Le contestó la rubia que al parecer también tenía su genio, mierda acá iba a arder Troya. Bella seguía acercándose ahora lentamente a la rubia como midiendo lo que le iba a hacer.

- A ti te llamo zorra, no ves que tu gigante culo está aplastando mi moto
- Oh, ¿esta chatarra es tuya?, pobrecita, seguramente eres becada ¿cierto? Y no te alcanza para un carro
- No, no soy becada, pero ahora no tengo plata porque para las vacaciones la zorra de mi amiga me fundió las tarjetas de crédito para tapar su enorme trasero con unos jeans carísimos y ropa de diseñador.
- Ey, mi trasero es perfecto y tú me diste las tarjetas
- Mierda, es verdad jajaja

- Rose ¡ qué alegría verte! No sabía que llegaban tan temprano
- Pues ¿cómo ves? No pudimos resistir más y decidimos venir antes, además mi hermanito se moría por verte.
A este punto de la discusión estaba perdido, o sea ¿son amigas? ¿tiene un hermano que está enamorado de Bella? Y ¿dónde está ese pendejo?
- Jasper también vino ¿dónde está? Preguntaba Bella mientras abrazaba a la rubia llamada Rose

-mira, por ahí viene, te tiene una sorpresa Bella
En ese instante apareció un tipo alto, rubio y musculoso en una moto y empezó a rodear con esta misma a Bella en círculos, yo estaba que estallaba de celos, tanto así que Emmett me sujetó un brazo para que no fuera a hacer una escenita como si fuera un pendejito al que le están robando la novia, carajo pero así me sentía. El tipo detuvo la moto y abrió sus brazos y por supuesto Bella se arrojó a él y se abrazaron, rieron y besuquearon sus mejillas, aunque el beso no fuera en la boca estaba tan molesto que me solté del brazo de Emmett y me dirigí hacia ellos como un energúmeno y no pude dejar de hablar
- Oh, señorita Swan trate de comportarse más decorosamente no vaya a ser que llegue su novio y la vea con su nuevo “ amiguito” le dije recalcando “amiguito”

- Bella me miró como si fuera un extraterrestre y después ella y los dos desconocidos se largaron a reír fuertemente. Genial lo que faltaba se estaban riendo de mi

- Oh, no profesor Cullen, no malinterprete, ellos son mis amigos ella es Rosalie Hale Y él es su hermano Jasper Hale y están visitándome
- Mucho gusto profesor Cullen dijeron los hermanos al unísono y me saludaron cordialmente, no me quedó de otra que saludarlos y luego fue el turno de Emmett que parecía bobo como miraba a la rubia, pero ella no le prestó atención.

- Oh, ya veo dije, pero no me conformó su explicación, bien la tipa era su amiga, pero el famoso Jasper miraba a Bella tan protectora y luego me miró de una manera tan rara, igual a como me miró Quil en clases y luego sonrió y miro nuevamente a Bella, mierda al parecer fui muy evidente y todos se dieron cuenta de que me muero de celos
- Rose y ¿dónde está la duende?

- Bueno, tú sabes como es ella Bella, está en la casa arreglando las habitaciones y preparando todo para que vayamos al cine por la tarde
- Oh, mieda, dijo Bella – no le avisé a Sue y Alice debe estar volviéndola loca, tenemos que ir deprisa a la casa

- Ok, vamos dijo Jasper y tomó a Bella en brazos y la depositó en su moto y él se delante para manejarla, ella lo abrazó fuertemente y le dijo: oh Jasper estás más duro, ¿estás haciendo más ejercicio? Te noto más musculoso, el odioso tipo sólo se largó a reír y luego me miró y se puso a reír más fuerte

- Ey y a mi donde me dejan gritó la rubia y Bella le lanzó las llaves de su moto – ya que pusiste tu culo en mi joyita te la llevas tú a la casa, yo me voy con este bombón de hermano que tienes así aprovecho de manosearlo antes de que lleguemos a la casa jajajaja
- Ey, deja a mi hermano en paz zorra

- Rose a mi no me molesta que esta fiera me toquetee, por mi puede hacerme lo que quiera, porque déjame decirte preciosa Bella estás mejor que nunca, wow si hasta tu piel está más Sueve que semanas atrás. Ahí me perdí totalmente el imbécil le estaba tocando la pierna completamente y ella estaba en uniforme, o sea con falda y ella, ella se estaba riendo y permitía que la tocaran, maldita pendeja zorra, sin despedirme de nadie me fui a mi carro y aceleré lo que más pude y me largué, los celos no me dejaban ver por donde mierda iba, sólo se que iba rápido muy rápido, me detuve en un bar en el centro de la ciudad, y pedí un wiski doble, por lo general no bebo tan temprano y tragos tan fuertes pero la verdad es que estaba despechado, furioso, ella era un demonio y me hacía comportarme como un adolescente, era claro que James no le importaba, pero ese tal Jasper si, por la manera en que se miraban se notaba que compartían algo más que amistad, sus miradas eran como si no necesitaran hablarse para comunicarse y eso me asustaba, ella no se comportaba así ni siquiera con Quil, ese tipo era peligroso porque me llevaba mucha ventaja con Bella, ¡carajo! ¿por qué yo? ¿cómo me fui a enamorar de una niña caprichosa que todos los hombres quieren para si? Maldición y yo no era la excepción. Me tomé tres tragos y decidí que mejor me iba a la casa, nunca me había emborrachado por una mujer y esta no sería la excepción, ella no lo merecía, después de haber llorado amargamente en mis brazos ahora me torturaba con sus demostraciones de cariño hacia otro hombre.

Cuando llegué a la casa ella y sus amiguitos no estaban, Sue dijo que habían ido al cine a ver un estreno, al ver mi semblante no dijo nada más y me dejó solo en el comedor, así que aproveché y en el mismo comedor me dispuse a revisar unos exámenes que tenía pendiente, ya se me había pasado un poco la rabia cuando llegaron, se reían a carcajadas y se ubicaron en el living, al parecer iban a ver unas películas que habían comprado, Bella pasó por mi lado hacia la cocina y no me miró, se notaba enfadada conmigo ¡descarada! Dije interiormente, ella es una fresca y se hace la ofendida conmigo. Una chica bajita parecida a un duende pasó detrás de Bella y me quedó mirando con ojitos curiosos

- Hola, me dijo – me llamo Alice ¿tú eres Edward?
- Eh, si yo soy Edward, mucho gusto Alice
- Oh, mucho gusto Edward, yo soy amiga de Bella dijo sonriendo y le devolví la sonrisa, se notaba my amistosa y me pareció muy buena persona, no terminamos de conversar porque Bella salió de la cocina con gaseosas y palomitas de maiz
- Ey Alice veo que conociste al profesor Cullen, mierda ella estaba enojadísima para llamarme por mi nombre
- Si ya lo conocí y debo decirte Bella que está guapísimo – mira Edward no te ofendas pero si tú fueras mi profesor no aprendería nada, porque sólo te miraría toda la clase jajaja
- Ey, preciosa estoy acá y te estoy escuchando, no seas descarada amor
- Ay, Jazzy, sólo es un cumplido no te pongas celoso cariño sabes que sólo tengo ojos para ti. El tipo apareció donde estábamos y tomó a Alice en brazos y la beso largamente, Bella se reía, ¡mierda el tipo era novio de Alice!

- Ey Edward no te ofendas, pero esta preciosura tiene novio y no me gusta compartir jajaja dijo Jasper, pero no lo dijo enojado ni nada estaba feliz con la duende en sus brazos
- Disculpa, es que yo pensé que tú y Bella….
- Ey Jazzy no me digas que hiciste la escenita de conquistador con Bella dijo Alice riéndose, al parecer era algo normal para ellos
- Sabes que siempre lo hacemos cuando nos vemos y hay hombres con ganas de comerse a la dulce Bells. Bella rodó los ojos y se fue hacia el living y se sentó junto a Rosalie.
- Oh, Jasper y quién se comía con los ojos a Bella dime porfa, porfa. Carajo el tipo se había dado cuenta y ahora me iba a echar de cabeza, miré hacia mis exámenes y traté de hacerme el tonto
- Alice, si Bella quiere contarte lo hará, pero personalmente sólo vi al tipo un rato
- Ah, ya pero tú puedes analizar a una persona con sólo verla un minuto, dime Jazzy estaba interesado de buena manera con Bella o era otro estúpido hormonal de esos que la acosan
Sentí la mirada de Jasper en mi y dijo mmm, no se pero lo voy a averiguar luego sentí la mirada de Alice
- Oh, ya veo dijo la duende, ven vamos Jazzy
- Ey Edward quisieras ver una película con nosotros, trajimos varias, el cine estaba lleno y no pudimos entrar, así que compramos varias
- Te lo agradezco Alice, pero tengo trabajo acumulado, para otra vez será
- Ok, pero si terminas o te aburres te acercas ¿ok? Dijo sonriendo
- Ok. Le dije

- Adios Edward dijo Jasper, mierda el tipo me estaría vigilando y analizando,¡ genial! Definitivamente mi vida apesta.
Las risas me llegaban, al parecer estaban viendo una comedia, Bella se reía feliz como nunca la había escuchado, se notaba que los chicos la querían bastante y por la conversación que tuvieron cuando la película terminó habían pasado las vacaciones juntos y también eran amigos de Quil, Jacob y Marco, ellos también habían estado juntos a excepción de Quil, iban a poner la segunda película y llegó la discordia Jasper quería una de acción, pero las chicas querían una de romance y eran tres contra uno, Jasper estaba perdido así que decidieron poner una de romance y Jasper estaba furioso reclamando que esa película ya la habían visto, pero Bella habló y dijo que esa era su película favorita y que la vería cuantas veces quisiera, la curiosidad me picó y estaba guardando mis cosas cuando Jasper alzó la cabeza y me llamó
- Ey Edward ven a ayudarme, solidariza conmigo y pone orden acá, las chicas quieren ver romance hombre y esa película ya la vieron, me acerqué a ellos a dar mi apoyo varonil, pero la mirada de Bella me paralizó
- No te atrevas Edward, vamos a ver twilight y no se discute más
- Ey yo no he dicho nada Bella, le dije riendo
- Más te vale profe, si no quieres que tus clases sean nuevamente un desastre
- Auch, dijo Rose riendo, - así que Edward la fiera te hace las clases imposibles jajajaja
- Eso es decir poco, pero ahora se va a portar mejor ¿cierto? Dije
- Ja, en tus sueños profe, no me tientes y ahora trae tu trasero acá y ponte cómodo dijo riendo, al parecer ya estaba perdonado por mi arrebato, esta chica me quiere matar
- Eres un traidor ¿lo sabías? Dijo Jasper fingiendo enojo, pero la duende le dio una mirada y él alzó las manos en un gesto de rendición.
- Mmm ¿de qué se trata la película? Pregunté
- Oh, te va a encantar dijo Alice es de una romance entre una adolescente humana y un vampiro
- ¿eh?
- Si cómo oíste, es la favorita de Bella
- Sólo le gusta porque sale el fulano ese Pattinson dijo Jasper y ustedes son igualitas a Bella, se les cae la baba por ese tipo
- En primer lugar no es un tipo cualquiera dijo Bella ofendida por el comentario, es Robert Pattinson y es el tipo más caliente del cine y deja de criticar Jasper que nadie te dice nada cuando babeas por Pamela Anderson y ya cállense que va a empezar
Así la película empezó y nos acomodamos, no se como mierda fue que Alice organizó todo que terminé sentado en el suelo apoyando mi espalda contra el sillón, con las piernas abiertas y con Bella sentada entre mis piernas, juntos muy juntos, su espalda recostada contra mi pecho, a nadie parecía molestarle que el profesor estuviera así con su alumna, así que de a poco y casi sin darme cuenta la abracé por la cintura y la apegué más a mi cuerpo, se sentía tan bien este contacto, fui un jodido tonto cuando pensé lo peor de Bella, todo estaba yendo bien, la película era más o menos, no era de mi tipo, pero las chicas estaba emocionadas, pero cuando salió el famoso vampiro que le gusta a Bella, ella se puso a gritar emocionada y suspiraba, Jasper se cagaba de la risa de mi cara, o sea el vampiro no tenía nada espectacular, bueno a mi me gustan las mujeres así que difícilmente puedo ser objetivo en esa área, pero tanto escándalo por un actor, ella decía cosas como : es tan lindo, cómo me gustaría conocerlo en persona, chicas creen que si me conociera me mordería eso sería tan genial, ay por dios es tan sexy, y así siguió y siguió, yo estaba muy incómodo ya que a cada rato se movía y rozaba el trasero contra mi entrepierna y por favor no soy de fierro y ya estaba duro como piedra, ella debería haberla sentido, pero si así era no dijo nada, lo peor llegó cuando el vampiro se abrió la camisa y ella chilló, si, la fiera terrible chilló emocionada por ver un poco de piel y se removió más, diablos dolía, dolía mucho, mi pobre polla ya estaba que se quería salir de mis pantalones, cuando el vampiro y la humana se besaron por primera vez Bella estaba llorando y se giró y me abrazó, mierda ahora estaba perdido, ella abrió sus piernas y se sentó encina mío y me rodeo la cadera con sus piernas y con sus sollozos lo único que hacía era provocar una pequeña fricción y mi polla estaba muy alerta, ella debería sentirla, era imposible que no lo hiciera, miré hacia los lados incómodo porque sus amigos estaban allí, pero las chicas estaban riendo y se pararon lentamente y se fueron, Jasper en cambio reía a carcajadas, pero también se fue y dijo que se iban a acostar un rato porque estaban cansados por el viaje, al parecer Bella ni se enteró de que estábamos solos y frotándonos, carajo qué le digo, que se baje, la dejo así, la beso, la tomo y me la llevo al dormitorio y me la follo, dios ayúdame, esta niña no sabe lo que me está provocando y estoy a punto de tomarla en este puto suelo y enterrarme tan profundo en ella que se le olvidará hasta el actor vampirito ese.

martes, 15 de febrero de 2011

Mascara De Odio

Cap. 27
Edward Cullen

Aun seguía noqueado por el impacto de haber estado tan cerca de Bella otra vez. Había sentido nuevamente su olor cerca de mí, tan real y cálido como ella misma.

Había visto en ella un foco de ligera rendición en sus ojos, esperaba que no tardara demasiado en escucharme pero tampoco la obligaría, conocía las consecuencias en caso de que lo hiciera.

Hice el paso normal hacia mi casa, me había aprendido cierto camino siguiéndolo como una rutina sin salida en mi vida, no me arrepentía de haber creado el esquema de Casa – Clínica –Empresa, y nuevamente casa. No quería nada mas en mi vida que regirme por ese orden, no deseaba otra cosa.

Aparque el auto mientras la noche terminaba de caer.

Victoria me recibió con la correspondencia. Cuentas y algunas promociones de predios, nada fuera de lo común, deseche las que no eran necesarias y las demás las dejé encima de la mesa del Hall para ojearlas cuando tuviera tiempo y deseos de hacerlo.

Esa noche, como lo había decidido anteriormente, decidí dejarme agasajar por la cena preparada por Victoria, y comí mas seriamente de lo que lo había hecho en los últimos meses.

Era la primera vez en mucho tiempo que ella no tenia que insistirme para hacerlo y eso pareció complacerla.

Una vez hube terminado me dirigí a mi habitación, igualmente dispuesto a dormir como hacía demasiado tiempo no lo hacía. Me cambie al pijama y me metí entre las cobijas cerrando los ojos.

Me pareció que había pasado menos de una milésima de segundo cuando escuche un golpeteo en la puerta.

- adelante – murmure esperando ser escuchado, más que un murmullo había sido un gruñido

Escuche que la puerta se abría con el típico chirrido.

-disculpe, Señor – escuche la voz de Victoria en la penumbra.

- ¿qué pasa? – pregunte sin poder evitar enfadarme un poco.

- Señor, no lo interrumpiría…sé que no ha tenido muchas oportunidades de…

-¿qué pasa, Victoria? - volví a preguntar.

- - se trata de la señora, Señor- ese adjetivo penetro por mi conciencia inmediatamente llenándome de un miedo visceral por ella, por Bella, y por si le había sucedido algo y estaban llamando de la clínica para notificármelo, abrí los ojos inmediatamente y me encontré con Victoria y el teléfono en la mano de ella. – Necesita hablar con usted – dijo antes de que le rapara el teléfono de las manos. Escuche lo que dijo, y supe que al otro lado de la línea, sin lugar a dudas, se encontraba Isabella Swan, llamándome…

Trague en seco cuando la emoción me invadió como un crio ante un buen regalo.

- - Isabella, ¿eres tú? – Pregunte tontamente, pero aun sin poder creerme lo que estaba pasando. – ¿estás bien? – no podía pensar en otra excusa para su llamada, y no quería llenarme de ilusiones pensando que ella había decidido escucharme.

- - Estoy bien-murmuro ella contra el teléfono, escuchar su voz fue demasiado estimulante y tuve que acallar mi hombría, demasiado consiente de ella al otro lado de la línea. – Yo…yo… necesito…- decía ella, parecía no saber que palabras usar para transmitirme su necesidad. Deje que se explicara sin presionarla, cualquier cosa que pidiera, si estaba en mis manos, le seria concedida inmediatamente. - tu…te debes estar preguntando que…que hago llamándote….creo que sería mejor que… –el espacio entre cada palabra que pronunciaba delataba el nerviosismo, casi podía sentir como le temblaba la voz a pesar de que seguía susurrando, luego medite en lo que me estaba diciendo, estaba, inconscientemente, disculpándose por llamar a las…mírela hora en el reloj de mi mesa de noche, percatándome de que hacía varias horas había estado dormido y de que Victoria me había interrumpido el sueño en medio de la madrugada, pero eso no era importante, al menso para mi, lo importante era que estaba hablando con ella, cuando todo en mi me gritaba que serian pocas las ocasiones en las que tendría oportunidad de hacerlo, pero ahí estaba.

- - puedes llamar a la hora que te plazca…- le aclare para que no se sintiera incomoda, tampoco pude callar la frase que salió a continuación - esta casa es tuya también.

Escuche el casi imperceptible sonido de un suspiro y sentí que me estremecía todo.

- voy a escucharte, pero nada más que eso.- dijo ella susurrando pero con un tono de profesora de jardín que no pudo sino terminar de enternecerme. Luego capte el significado de sus palabras y no pude mover ni un musculo…acababa de decirme que me iba a escuchar…..- te dije en el cementerio que…necesitaba tiempo. Y aun lo necesito pero quiero tomarme ese tiempo en…sabiendo lo que tienes que decirme.

Volví a quedarme sin palabras, sin saber exactamente qué decir, o que hacer para evitar que la cálida y poderosa sensación de esperanza se apoderara de mi, ella me estaba ofreciendo la posibilidad de escucharme, podía tomar una decisión a partir de eso, confesaba que tenía previsto que esto se iba a demorar más tiempo, que iba a tener que esperar e insistir poderosamente para que ella siquiera escuchara una silaba de mis palabras, y ahora esto, no estaba nada preparado para lo que pasaba en ese momento. Hable antes de que cambiara de opinión.

- ¿cuándo podremos hablar? –me maldije cuando mi voz transmitió su desesperación, me di una silenciosa palmada en la cabeza por que también había trasmitido exigencia y eso era lo último que ella necesitaba, que yo le exigiera nada-

- - Mañana, a primera hora. – dijo ella terminando de sorprenderme. Apreté los ojos mientras una inevitable sonrisa de alivio y felicidad se apoderaba de mis dientes.-

- -estaré allá – dije pensando en que si quería dormir el resto de la mañana, lo iba a tener difícil, ya que sabía que no podría pensar en otra cosa que encontrarme con ella, hasta que fuera la hora.

- - yo…estaré esperando –.

El susurro, y la promesa de su espera, aunque no para lo que yo quería realmente, hicieron mella en todo mi cuerpo llenándolo de calor. Suspire sin poder evitarlo cuando el tono de llamada terminada se dejo escuchar en mi oreja.

Me encontraba perplejo y no era para menos, jamás, en mis sueños más locos desde hace tiempo, se me hubiera ocurrido siquiera imaginar que Bella me había llamado para acceder a escucharme, y encima de todo, en unas horas.

Tal como lo predije no pude volver a dormir, pero curiosamente no me sentía cansando ni con menos energía, es mas estaba pletórico de ella y no necesitaba descansar ni lo haría si eso implicaba siquiera la posibili9dad de llegar tarde a la clínica para hablar con ella o algo más.

Intente que las emociones no me dominaran peo fue una tarea difícil, aun así lo hice, había aprendido a controlarme gracias a ella, aunque técnicamente fuera ella quien socavara mi control.

En menos de lo que pensé, tal vez estaba tan ansioso que así quise creerlo, los primeros visos del amanecer dieron su luz a mi habitación, de la cual habia corrido las cortinas precisamente para vigilar el avance de la madrugada.

Como si se tratara de un crío pendiente de su primera cita, entre a mi baño, me rasure, mas cuidadosamente que de costumbre, la barba de un día, me bañe concienzudamente, y me aplique loción para después del afeitado. Escogí la ropa más decente que tenia pero después cambie a una menos pulcra pero igual de limpia. Mire al reloj y me di cuenta de que inconscientemente había hecho esto en la mitad del tiempo en que solía hacerlo. El reloj apenas había marcado una hora y yo seguía de pie caminando de un lado a otro y desordenándome el cabello que con tanto empeño había peinado.

Sonreí para mi mismo sin poder evitarlo, pensar en ella, en encontrarla nuevamente, en olerla y en percibir su presencia a pocos pasos de mi me hacia feliz, inmensamente feliz, claro que estaba nervioso por lo que pudiera pasar, por lo que ella pudiera decidir, podía mandarle al diablo, al menos debía contar con eso.

Mas tiempo paso y cuando fue la hora de partir corrí hacia el garaje a por el carro sin hacer caso de la, parcialmente repetitiva, expresión de exasperación de Victoria, pero sabía que aunque me mirara así ella comprendía realmente lo que motivaba mi actitud beligerante. Sabía por lo que había pasado a pesar de no ser una testigo directa.

Apreté a fondo el acelerador y me encamine hacia la clínica verdaderamente rápido, hasta para el trafico ligeramente congestionado, era evidente que iba con afán, porque nadie se atrevió a cruzarse en mi camino.

Estacione cuando llegue a la clínica, di un suspiro fuerte dos o tres veces. "Serénate, Cullen" pensé una y otra vez, parecía una chica en ese aspecto, estaba más ilusionado que niño ante un juguete.

Baje del auto y en tres zancadas llegue a la recepción.

La cosa se complico cuando el celador me dijo que tenía orden de no dejarme entrar.

Sin poder evitar sentirme completamente amenazado por eso comencé a levantar la voz sin importarme la educación, el decoro, ni que me encontraba en la recepción de una clínica psiquiátrica haciendo barullo cuando se suponía que debía mantener el orden y el silencio y encima de todo podía irme a la cárcel por escandaloso. Continúe exigiendo que se me permitiera ver a la Dra. Hale, seguí gritando mi inconformidad y amenazando a toda la familia del vigilante, hasta la que seguramente yacía bajo tierra.

En medio de mi griterío ambos paramos cuando escuchamos el repiquetear de unos tacones sobre las rocas del adornado pasillo, me volví para ver a la Dra. Denali,

- Dra.- dije inclinando la cabeza

- ¿que está pasando aquí?-pregunto con voz inquisitiva mirándome tan fijamente que de repente volví a sentirme como niño regañado.

-lo siento…yo vine a ver a Isabella –dije. Ella me miro extrañada.

- Hable con Rosalie, y ella me dijo que usted tenía prohibida la entrada a esta clínica hasta que ella lo considerara conveniente.

- Lo sé pero Bella….ella me llamo, me dijo que quería hablar conmigo y yo tengo que hacerlo, necesito hacerlo – dije sonando consumadamente desesperado, tanto como me sentía.

-tendremos que confirmar esa información, mientras tanto le sugiero que se calme y deje de hacer eso que hacia hace un momento, hay pacientes que se alteran con el más ligero ruido.

Cuando se alejo tuve que contenerme para gritarle que se apurara, que corriera con esos primorosos tacones que tenía y que corroborara que mi venida acá tenía que ver única y exclusivamente con Bella…con Bella y conmigo.

Paso media hora más y ya sentía que volvía a desesperarme cuando vi que nuevamente se acercaba por el pasillo del medico la Dra. Denali.

- Puede seguir, ella lo está esperando en su habitación.

Hice un esfuerzo sobrehumano para no correr subí las escaleras y no en ascensor pensando en que me darían un poquin de tiempo para tranquilizarme.

Cuando finalmente estuve frente a su puerta el corazón me palpitaba con fuerza contra el pecho y sabía de antemano que no tenía nada que ver con el ejercicio que acababa de realizar.

Accione el picaporte y entre abriendo la puerta lentamente, mis ojos instintivamente la buscaron y la encontraron sentada en una silla que a luces se veía bastante cómoda. Permanecía concentrada mirando a la nada que se extendía en la ventana, la nada verde ya poblada de pasto.

- siéntate – dijo en voz baja sin saludarme, pero sabía que no tenía derecho a esperar mucho. Como la única superficie en la que parecía que me podía sentar, aparte de su regazo, era en la cama, lo hice asi, sentí que el colchón se hundía con el peso de mi cuerpo, y también con el peso de mi insoslayable culpa. - te escucho – volvió a hablar, pero por la manera en que miraba la ventaba parecía más concentrada en los milímetros que creía el `pasto a diario

- ¿puedo pedirte algo antes de hablar? – dije sin detenerme a pensar mucho en lo que decía, casi creí que iba a volver a mirarme y me iba a privar del privilegio de pedirle que lo hiciera, pero finalmente me lo cedió, inconscientemente o no.

- si está en mis manos darte lo que pides- creo que se dio cuenta, al igual que yo, que lo que había ducho daba pie a ser interpretado de muchas formas, estaba en manos de ella perdonarme, estaba en manos de ella librarme de parte de esa culpa que me carcomía por dentro, estaba en manos de ella convertirme en el hombre más feliz o mas desgraciado del planeta.

- ¿podrías mirarme mientras te hablo? – dije revelando mi petición, a pesar de que quería hacerle unas menos inocentes y mas comprometedoras, como un reloj, empezaba a contar los minutos, las milésimas de segundo que faltaban para que comenzara a prenderse todo en mi…

Y luego, como si nada, su lánguido cuello dirigió su cabeza y su mirada hacia mí, sentado en su cama, mirándola amargamente, deseablemente. Por lo demás la, mirada de ella no tenía ninguna expresión, seguía siendo vacía como el primer día, pero no me deje amedrentarme como mariposa, tenía que tener los pantalones bien puestos para hacer de esto algo que valiera la pena.

- Gracias. –exclame realmente sorprendido, y haciendo lo posible para disimularlo, de que hubiera accedido a algo que yo había pedido.

- Creo que debo iniciar por… por lo que me hizo ser como soy – mirándola a los ojos fue demasiado fácil abrir el resto de mi corazón a los de ella, a ella misma, las palabras abandonaban, claras y sonantes, mi boca tratando de revelar en ellas nada más que la verdad, la verdad de mi vida desde que nací hasta que la encontré a ella.

Sentí que cada palabra abandonaba mi boca sin tregua para quedarse en el aire que ella respiraba, parecía atenta, no sabía que estaba consciente de que me había abierto como un libro a ella sin contemplaciones, confiando en ella, como se lo merecía, ella era digna de confianza, de amor, de muchas cosas que sentía por ella.

Hacia alguna que otra pausa mientras ordenaba los eventos de mi vida y se la contaba a ella tal como la sentía, como la vivía a pesar de que había tratado de maquillar esa verdad con cinismo, dolor, y mentiras, y no me había llevado a nada.

Hubo un segundo, en donde inevitablemente le hable de las conquistas a las que había sometido

Pero, tal como en el resto de las situaciones, solo me detuve lo estrictamente necesario para continuar con los detalles que no querían escapárseme.

Y luego comenzó la historia de ella en medio de la propia historia de mi vida, en ella Bella tenía un lugar demasiado especial para siquiera nombrarlo, quería que lo supiera, tal vez si lo entendiera un poco estaría en su gran corazón la posibilidad remota de perdonarme un poco por todo.

Relate lo escabroso del plan que forjamos pensando en que mas valía decir la verdad que intentar camelarla con mentiras a medias que a la larga, y porque nada estaba oculto completamente en esta vida, acabarían por ser descubiertas y eso la alejaría aun mas de mil de lo que ya estaba. Confesé todo lo que me hizo débil, en el momento de caer, todo lo que consideraba que ella debía saber, lo cual abarcaba la mayoría del relato.

"Entonces ocurrió algo con lo que no contaba. La heredera tenía algo que nunca había visto desde que mi madre murió, algo que echaba de menos terriblemente y que, egoísta como era, también quería tener. Todos los días me decía que era por el dinero, pero más tarde comprendí que era el grito callado de todo lo que extrañaba desde que mi madre se murió. Ella me sedujo…caí en sus brazos libremente sintiéndome más cómodo que nunca. Comencé a desearla sin control alguno, como nunca me había pasado antes, ella no era el tipo de mujer que solía gustarme, pero de repente deje de mirar a las demás por solo verla a ella, la tocaba y ardía, la tenía en mis brazos y sentía que un pedacito de la felicidad que me había sido robada se compensaba con ella. Todo estaba planeado para que durara tres meses, luego de esto podría abandonarla sin ningún remordimiento por haber cumplido mi cometido, pero las cosa seme complicaron, porque por encima de lo que tenía que hacer puse lo que quería hacer. Quería seguirme perdiendo en ella por más tiempo, quería terminar de saborear los placeres entre los que me revolcaba feliz, placeres que solo ella era capaz de darme

Mentalice esa parte de mi confesión como la más dura, la que me llevo más tiempo aceptar, y la cual termino por encantarme en el trascurso de su evolución. Allí estaba parte de la maravillosa emoción que ella producía en mí.

Confesé también lo que había sucedido con Ben Chenney y en donde se encontraba ahora con su secuaz, no por que quisiera que ella me viera como el héroe que le salvo la vida, solo quería decirle la verdad de todo.

Plasme en palabras lo que sentí en el momento en que me creí traicionado, trataba de justificarme inconscientemente o no, pero no sabía si sería suficiente. Hable de mis celos enfermizos y de mi amor descubierto una y otra vez, y ella solo me miraba, parecía digerir cada palabra que pronunciaba sin siquiera inmutarse, pero yo sentía que no podía parar la locomotora de mi boca así que seguí y seguí hablando. Llegando a la parte de mi fatídico descubrimiento de mi mismo, de mi amor por largo tiempo negado y la desesperación silenciosa que finalmente me hizo pasarme las manos por el cabello en gesto inconsciente.

En un momento dado mire hacia sus manos dobladas hacia arriba y por entre las cuales se distinguían, más claras incluso que su propia piel, las cicatrices que de las heridas que ella misma se había producido, y las que, contrario a lo que harían muchos, tuve el inmediato impulso de besar con fervor, intentar borrar algo del dolor que ellas mismas habían producido.

Desde esa perspectiva me parecía que mi boca seguía moviéndose por voluntad propia haciendo uso de mi voz.

- Pero la parte egoísta en mi quiso lo imposible, recuperarla, decirle que después de todo eso que había pasado, desde mucho antes incluso que yo lo supiera, había caído en su red, me había conquistado, había caído en sus brazos…me había enamorado de ella-

Mientras confesaba esto no pude evitar mirarla directamente a los ojos, para que los de ella vieran que al menos en los míos podía ver la verdad así no me creyera del todo. Me encendí como una llama cuando no aparto los de ella devolviéndome la intensidad de la mirada, igualándola.

Seguí hablando hechizado por su mirada, me parecía que había empezado a relatar todo esto desde hacía horas y realmente no habían pasado sino minutos, tenía el infantil impulso de echarme a llorar pero lo contuve, al menos hasta que lograra terminar mi

- Pero sabía que nada de eso era posible y que ella nunca iba a olvidar que había perdido dos hijos míos, dos hijos que he llorado tanto como he podido hacerlo, nunca llegaría a los talones de tu sufrimiento, Bella…pero me han dolido casi tanto o más como cuando perdí a mis padres. Eres todo lo que tengo –

Sin poder evitarlo mis propias piernas y cuerpo, instintivamente se intentaron acercar a ella, de hecho lo hicieron, quería mirarme a los pies y reprenderme por su atrevimiento, quería hacer demasiadas cosas a la vez, pero la que menos esperaba y la que se apodero de mi a cualquier precio que quisiera pagar, fue la sencilla y tal vez más reveladora acción a la que podía llevarme mi conciencia, di dos pasos más hacia ella y sentí luego el duro piso bajo mis rodillas, no tenía nada que ganar y si mucho para perder poniéndome en esta posición, que en cualquier otra situación diferente a esta me habría parecido completamente ridícula, pero con ella era diferente y valía cada esquirla de polvo que se clavaba en mis rodillas, valía cada lagrima que estaba ahogando en mi pecho tratando de no sentirme como un mariquita, a pesar de que había llorado por ella antes, y en varias oportunidades.

– te pido de rodillas que me perdones, no te pido que olvides, solo que aprendas a perdonarme…- "Dios, haz que me perdone" pedía para mis adentros, rogaba para mis adentros - que vuelvas a amarme como solías hacerlo… - "que vuelva a darme esa pasión y ese amor que nunca conocí con nadie sino con ella"- nunca nadie me dio tanto como tú y tan desinteresadamente, y yo no supe aprovecharlo, te pido una segunda oportunidad, una para demostrarte…- "déjame hacerle ver que he cambiado, que puedo ser mejor que el remedo de hombre que ella conoció y que casi la destruyo"- que he cambiado…-"por favor"- y que te amo y te amare toda la vida, y que me gastare esta compensando todo lo que has tenido que sufrir.

Ella me miraba desde su silla, parecía la reina de ese trono limpio y cuidado, ella ir la reina de esta habitación, era la reina de mi vida, era "mi reina".

Sus ojos seguían mudos de expresión mientras el silencio hacía eco en mis últimas palabras, pensé que tal vez debía perder toda esperanza, después de todo nadie me había asegurad que ella me iba a perdonar, había dado por hecho que cuando me escuchara iba a… que idiota era.

- ¿porque sigo casada contigo? – escuche su voz de repente, me alerte un poco ante su pregunta pero sabía que en esto, como en todo lo demás que había confesado, debía hablar con la verdad, sin moverme de donde estaba, de rodillas ante ella, seguí confesando otra debilidad mas. Otra referente a ella.

- quería divorciarme de ti, quería acabar contigo, no sé cómo explicarlo pero nunca pude firmar los papeles que anulaban el matrimonio. Luego, cuando paso todo lo que paso me apoye en esos papeles para ser tu protector legal sin necesidad de acuerdos jurídicos ni nada por el estilo, con este certificado de matrimonio podía poner a tu disposición tu propio dinero, el mío y mis influencias para que tuvieras lo mejor y tu recuperación fuera pronta y satisfactoria. Pero todo eso era en segundo plano…- ojala comprendiera el sentido de mis palabras sin sentir que de alguna manera me había aprovechado de mi status de esposo para hacer algo que la contrariara - no me divorcie de ti porque mi propia alma, aunque se negaba a aceptarlo, te amaba, te ama con locura.

Casi creía que de tanto silencio escucharíamos amplificado al por mayor el ruido que hacían las escasas pintas de polvo en la habitación levemente iluminada por el sol, podía cortarse con unas tijeras, podía sentirlo en el ambiente, ese silencio que había aprendido a devorarse mi alma en esos pocos minutos.

Entonces ella se movió, al principio dude de sus intenciones, pensé que se retiraría, o se levantaría para pedirme cortésmente que abandonara su habitación, cualquiera de esas reacciones hubiera sido plenamente normal. Ahora la tenía casi frente a mí, tan cerca que si alargaba la mano podía rozarla con los dedos, tan cerca, lo suficiente para dejarme envolver por su esencia característica intoxicándome de deseo. La mire a los ojos, húmedos y ya no carentes de expresión, había demasiada ternura en ellos algo que no me esperaba, así a centímetros de mi, sin poder pensar en nada más que su cercanía. Nuestros ojos volvieron a encontrarse desde esta posici9on de sumisión por parte de mía ante ella, ante sus deseos, podía hacer lo que quisiera conmigo y aun así no parcia consciente de ello. Cuando la primera lagrima cristalina broto de sus ojos, desee estar debajo d ella para atraparla con mis dedos, desee ser el receptáculo de su tristeza manifestada en lagrimas de… ¿de qué?

Me moví sin que ella me lo hubiera permitido, por que estar tan cerca de ella y no tocarla era algo que iba mas allá de mi propio entendimiento, alargue la mano hasta posarla en su estrecha cintura y abrace la parte inferior de su cuerpo con la fuerza que movía a mis sentimientos.

Y si, llore, llore por lo que había perdido, por haber sido un imbécil, por haber destruido lo único bueno que tuve en la vida desde que mis padres murieron, por mi infancia, por mi adolescencia solitaria y sin sentido, y por mi adultez aprovechada en nada más que en nimiedades cuando le había dado la vuelta a lo más preciado que esa misma vida podía ofrecerme. Y no me importaba que ella me escuchara, y que tomara mis lagrimas como una mentira, nada, ni siquiera ella, a pesar de cuanto la amaba, me hubiera impedido sacar, finalmente, de mi todo ese desdén, ese odio por la vida enterrado profundamente en mi y disfrazado de superioridad y de mentiras, todo eso brotaba en forma de lagrimas, como si hu8biera vuelto a retroceder a mi edad púber y llorada cuando me lastimaba o cuando algo que alterara mi paz infantil hubiera sido roto. Como me sentía, roto, sin ella no era nada, era algo más que una mancha en toda la humanidad. No era nada.

Quise trasmitírselo pero no tuve más remedio que abrazarme a su regazo como un niño pequeño queriendo protección debajo de las faldas de la madre.

Sentí la punta de unos fríos dedos entre mi pelo y después en mi propio cuero cabelludo, la sensación derramo por sobre mí la mas deliciosa sensación erótica jamás sentida, hacia demasiado tiempo que no sentía las caricias de Bella, las verdaderas, porque en mi imaginación seguía siendo mía en cada uno de los aspectos en los que me atrevía a soñarla.

Cuando me calme, cuando fui capaz de hacerlo deje de apretarla con tanta fuerza, aun no me sentía listo para alejarme pero ella no consideraría eso, para ella aun seguía siendo el infame que la había destruido, y estaba más que en lo cierto.

Unos centímetros más y volvería a ser la ruina de hombre en la que me había convertido.

Estaba presto a levantar la rodilla para poner de pie cuando sentí sus manos frías nuevamente en mi cara, en mi cuello, cuando la pude mirar vi que se inclinaba hacia mi presa de algo que no podía identificar, cayó de rodillas y ahora fui más alto que ella nuevamente, aun me sostenía, sus fríos dedos recorrían mi piel caliente poniéndome los pelos de la nuca de gallina. Usando sus manos me acerco débilmente a ella y unió sus labios a los míos sin mayor dilación.

Su cálida y deliciosa boca hizo estragos conmigo, destruyo mi débil muro de autocontrol, mino mis esfuerzos por ser un caballero amable y no un hombre de las cavernas.

Sentí las cálidas lagrimas que se mesclaban con las mías, y este sencillo acto apuntalo tanto placer a todo mi cuerpo que casi me separo de su ávida boca para soltar un gruñido, uno que no creo haber podido evitar cuando ella succiono con fuerza uno de mis labios impregnándome de su esencia, de su aliento, de toda ella. Rompí la frágil barrera que nos separaba, la invisible donde aun le pedía perdón, eso, sin quererlo realmente había pasado a un segundo plano, ahora importaba el ahora, nada más.

Mis manos viajaron a su nuca y se enterraron en su cabello sedoso y oloroso a vainilla, la apreté contra mi consciente de que en cualquier momento podía apartarme, abofetearme y pedirme que no volviera jamás, pero si ella había iniciado este beso, eso quería decir algo, no podía ser de otra manera, no debía serlo…

Gruñí otra vez cuando empuje su cuello más cerca de mi lo cual dejo que mi lengua se enredara y se encontrara profundamente con la de ella que parecía huir presurosa de mi fogosidad, pero seguía sin estar preparado para dejarla ir.

Con las rodillas Bella se empujo aun más contra mí y casi pierdo el equilibrio al intentar evitar que nos tirara a la alfombra y mi instinto animal decidiera poseerla nuevamente sin más. La abrace contra mí, si iba a disfrutar un poco mas de esto que ella me daba tan libremente no lo haría sobre el piso de su habitación, así la idea me pareciera excitante. Apreté su frágil figura contra mí al tiempo que me podía de pie, su peso no había variado a pesar de que tenia aun mas curvas en el, estaba deliciosa.

Cuando estuvimos de pie la apoye sin miramientos contra una pared, ansioso de sentir toda la extensión de su cuerpo con el mío, sentí sus piernas alrededor de mis caderas y sus pies anudándose en mi trasero y casi veía chispas, sus brazos me apretaban débilmente pero sabía que era por la fragilidad natural de su cuerpo. De no ser así estaba seguro de que ella habría usado la fuerza bruta para pegarme a su ser, y lo hubiera hecho demasiado gustoso.

Recorrí la extensión de su cuerpo y sus adorables piernas con una mano mientras que con la otra la sostenía contra mí sin ningún esfuerzo.

Cuando me canse de tocarla, pero solo por esa posición, inevitablemente me asalto el imp0ulso de llevarla a la cama y poseerla sin contemplaciones, ambos caímos sobre esta, sentí cada porción de su delicioso cuerpo, me removí por mi propio placer al descubrir que esto era real y no era otra de mis frecuentes fantasías, Bella en verdad estaba dejando que la besara, que la tocara como un salvaje, como un indigente que había estado demasiado tiempo sin comida.

Dios…Gracias…

-Bella…Bella…- su nombre escapaba de mis labios como una oración a este momento tan maravilloso

Disfrute aun más tiempo de tocarla, pero después supe que debía detenerme, ella no me perdonaría si la seducía sin haberme perdonado ella a mí, Sonaba ridículo, yo controlándome de no hacerle el amor cuando era evidente que ella asi lo deseaba, yo lo deseaba, pero ella debía estar consiente de que si le hacia el amor….me habría perdonado para siemrp y permitiría que intentara hacerla feliz.

Necesitaba oír que me perdonaba, que me autorizaba a cortejarla, a ganarme su amor.

Apartarme fue la cosa más terrible que tuve que hacer nunca, aun sin pensarlo siquiera una vez estuve recostado a su lado mi brazo seguía sosteniéndola en la posición en la que se encontraba, para evitar que huyera, o siquiera se arrepintiera de este momento mágico, recién ocurrido.

Pasaron varios minutos y ninguno de los dos decía nada. Hasta que ella finalmente tomo la prerrogativa.

-Lo… lo siento- dijo, la voz le tembló de tal manera que supe que en primera estancia no era eso realmente lo que había querido decir, o tal vez si lo sentía y yo me estaba ilusionando como un estúpido.

-no lo hagas…- no solo le pedía que no lo sintiera, sino que no dañara esto que había pasado ni lo tiñera de algo que no tenia. Mentira. Nada podía haber sido más verdadero que esos pocos minutos antes. - porque yo no lo siento en absoluto – no pude evitar acercarme para decirle estas palabras, desde mi vista tenía su hermoso perfil cerca y me entraron las ganas absurdas de besarle la nariz solo para comprobar cómo reaccionaba. .

- no se… que decir…que decidir…-tartamudeo ella, parecía tan tímida e insegura como si aun fuera una virgen, una virgen recién ofrecida en sacrificio, pensé que lo era, era una criatura lejos de la vida normal, ella no era normal, era como un ángel corpóreo que había salvado mi destruida vida.

-no tienes que decir nada…- dije, tampoco a mí se me ocurría que decir, mentía, si se me ocurrían pero aun era demasiado pura para escuchar mis confesiones más profundas. - las cosas van a darse si así tu lo quieres… no te voy a presionar ni voy a hacer nada en contra de tus deseos.- aunque también me preguntaba como sobreviviría de aquí en adelante sabiendo que aunque tal vez me siguiera odiando aun respondía a las demandas de su cuerpo y del mío de una manera tan apasionada.

Ella sacudió la cabeza en un gesto de asentimiento, como si me creyera ciegamente lo cual hizo estallar un globo de felicidad en mi corazón.

.- - ¿sabes?-dijo ella después de un momento, mientras sentía su cintura subir y bajar debajo de mi mano, aun tras la ropa la piel se sentía tan caliente que por poco cedo al impulso de meter la mano debajo del jersey que portaba para tocarle la piel otra vez. Pensé en lo que quería decirme así de decidí callarme y escuchar – ayer me hice unas pruebas de paternidad con uno de los internos de esta clínica que puede llegar a ser mi padre – me sorprendió bastante que ella quisiera confesarme algo tan privado como eso y sin poder evitarlo mi ser siguió esperanzando cada vez mas alto, intente que no se notara en el ligero temblor que me recorrió. Vaya idiota sensiblero estaba hecho, pero no podía sentirme mal por serlo simplemente no podía. Como tampoco podía seguirle mintiendo, así que le dije nuevamente acercándome a su oído, una patética excusa para oler su escénica.

-ya lo sabía – dije apesadumbrado, aunque seguía gustándome la sensación de ligera confianza que ella parecía querer depositar en mi de manera voluntaria.

- ¿cómo? – supuse que ese como se refería a como lo había sabido y seguí soltando verdad como un calamar soltaba tinta.

- tenía que dar la autorización como tu representante legal.- aun me carcomía algo en el alma haber dado consentimiento a eso, porque lejos o cerca, era una implicación de alejar de ella que no necesitaba y no quería en ese momento

-¿qué va a pasar si resulta ser cierto? – volvió a decir ella después de unos momentos. Un sendero de amplias proporciones y posibilidades se abría ante este nuevo evento, me pregunte si los hombres querrían saber sobre la historia de Bella, se enterarían que estaba casada conmigo, se enterarían de todo lo demás e intentarían quitármela de las manos.

- no lo sé – dije por matar tiempo, pero por dentro la preocupación seguía corroyéndome como el oxido - solo que… - no quise que sonara como una amenaza pero no pide evitar que el tono posesivo abandonara mi boca junto con las palabras. - nadie va a impedirme acercarme a ti.

Ella siguió dejándome que la aprisionara por mucho más tiempo, hasta que finalmente algo la obligo a retirar el peso de mi brazo, por un vago momento sentí que quedaba desprotegida. Pero sabía que al menos mientras no me perdonara del todo el verdadero contacto con ella estaría restringido. Observe su grácil espalda mientras se deslizaba por encima de la colcha de la cama hasta quedar en la orilla, mirándose los pies. Seguí su ejemplo para mantenerme cerca de ella pero pude ver que se tensaba un poco, aunque no como antes lo cual me daba un margen de posibilidad bastante amplio. Sonreí interiormente.

Ahora llegaba el momento en que debía irme, por la actitud de ella parecía ser lo que deseaba.

- yo…debo irme- dije moviéndome un poco al estar sentado a su lado, la inseguridad sequia dentro de mi así que no pude evitar seguirla incordiando – no quisiera malentenderte pero… - me sentí un poco tonto al tratar de explicarme, tal vez no había sido lo suficientemente rápido al captar la voluntad de ella.- aun no sé si decidiste algo.

Se quedo bastante más rígida que antes, pero luego siguió hablando aunque lo que dijo tampoco fue de mucha ayuda

-No sé qué decisión tomar. – me puse de pie y me volví a observarla esperando que dijera lo que tenía que decir, no se estaba negando pero tampoco me daba ninguna pista sobre cómo actuar, me sentía como sui estuviera pisando sobre cascaras de huevo. Nuevamente concluí que lo mejor era irme con viento sano - – entonces volveré cuando me lo pidas –Sentí deseos de darme cachetadas al ofrecerle siquiera esa opción, darle la oportunidad de ignorar lo que acababa de pasar, lo mucho que había avanzado, ¿porque no podía pensar un poco antes de hablar?, pero nuevamente era ella la que me nublaba cualquier razonamiento.

Ella asintió aunque parecía que su cabeza estuviera actuando por voluntad propia

Mi instinto podía fallar nuevamente antes de irme…

-¿puedo pedirte algo más? – mis deseos oscuros tomaron la prerrogativa en ese momento y mi boca siguió moviéndose manifestando mis traicioneros deseos. Ella asintió otra vez, automáticamente.- ¿podría darte un beso? –

Mi propio cuerpo se encendió ante esa maravillosa expectativa, besarla nuevamente, sentir sus labios contra los míos. Suspire internamente preparado para su rechazo, así que la mire a los ojos, al rostro y no vi en ellos ningún signo de que quisiera negarse, mis pies, por voluntad propia caminaron hacia ella, y asumí la posición que merecía, a sus pies. Me acerque aun esperando que ella levantara su mano y de un manotazo apartara mis avances, selle sus labios con los míos sintiendo su suave textura, casi amarro mis dedos cuando casi sucumbía a la necesidad de tocarle nuevamente. Di por terminado el contacto, aunque ella respondió todo el tiempo, lanzando más leña a mi fuego.

Darme la vuelta nuevamente, pero sabiendo que la iba a dejar nuevamente, me dolió mucho más de lo que creía, cruzar esa puerta hizo todo aun más difícil.

No quise pasar por la oficina de la Dra. Hale a hacerle un repaso de lo que había pasado, que ella sola sacara sus propias conclusiones, las cuales, si no me equivocaba, iban a estar encaminadas muy lejos de lo que en realidad había pasado, es decir ella no se iba a imaginar siquiera que casi había hecho el amor a Bella sobre su cama y en su clínica.

Me pase las manos por el cabello mientras salía al jardín, a lo lejos vi la figura en silla de ruedas del que reconocí como compañero de Bella, el, el invalido, era en quien se estaba cociendo la posibilidad de perder a Bella a manos de su familia. No quería iniciar una batalla legal por ella, aunque si así lo hiciera no estaba seguro de poder pelearla, por la sencilla razón de que su línea de consanguinidad tenia más poder que la línea conyugal.

Mejor, pensé, debía prepararme para alguna afrenta, de esas que presentía estaba pronta a hacerse presente.

Conduje hacia mi oficina y trabaje con ahincó. Eran casi la cinco de la tarde cuando decidí salir y dejar algo del trabajo acumulado para el día siguiente.

Cuando iba en el auto, la palm vibro.

- ¿Hola? –conteste por el auricular.

-¿Edward? – dijo una suave voz

Di un volantazo y casi choco contra el auto que me paso a la derecha maldiciendo lo que debió pensar que fue algún bache en mi habilidad para conducir. Me estacione de cualquier manera en la acera y aferre mi celular, tan fuertemente, que casi lo rompo.

- Be…Bella – dije aun sin poder lograr comprender o entender por qué en unas horas que habían pasado desde que no nos veíamos, y ella volvía a llamarme. – sí, soy yo – aclare estúpidamente, luego llegaron miles de incógnitas a mi cerebro que mermaron cada palabra que tenía en mente pronunciar, solo salió la pregunta de rigor, la que siempre me preocupaba cuando tenía una llamada acerca de ella. – ¿sucede algo?-

-Edward…yo… no sabía a quién mas llamar – la posibilidad de que me considerara aun por encima de Alice, Jacob o Jasper, no hizo otra cosa que llenarme de orgullo, aunque el tono desvalido de su voz, ese que casi nunca había escuchado de ella hizo que mi miedo sobre lo que pudiera estar pasándole se exacerbara - Alice está planeando su boda con Jasper y Jacob no ha vuelto del exterior, no tengo a nadie más.- aclaro ella su solitud

- no importa…cuentas conmigo para lo que sea, lo que sea….- "Mi amor, vas a contar conmigo hasta el día en que me muera", pensé para mis adentros deseando poder decírselo sin predisponerla y en voz de grito.

-Charlie…Oh Dios!, en resultado es…él es…- parecía estarse quedando sin aire y maldije no poseer la habilidad de teletransportarme a donde estuviera ella para sostenerla, tanto como lo necesitara, y por el estado de su voz parecía ser urgentemente. – ven, por favor – dijo ella después de tomar una respiración profunda.

-en diez minutos estaré allá – prometí pensando en que a la velocidad con la que había cambiado la palanca y la fuerza con la que había aplanado bajo mi zapato el acelerador, lo haría en menos de cinco minutos.

Aun sin poder entender y sin poder creerme esto le di la vuelta al auto cual película de James Bond y me metí por entre el trafico maniobrando y esta vez bendiciendo mi habilidad al conducir, sabía que era demasiado tarde para hacer visitas a la Clínica pero sabía que por Bella la Dra. Hale haría una exepcion.

Frene en la entrada y el celador pareció saber porque de mi presencia nuevamente acá, subí las escaleras de dos en dos, estaba mirando a un lado cuando sentí algo blanco chocando contra mí, abrí los ojos entre el cabello castaño, y el olor inconfundible de Bella, ella me estaba abrazando como si necesitara desesperadamente de mi, le di el abrazo de vuelta completamente anonadado, sorprendido, fascinado con sus emociones, esas que la direccionaban hacia mi…esas que me permitían que la abrazara fuertemente contra mi pecho y quisiera brindarle mi apoyo incondicional. La levante del suelo por la fuerza con que la aferraba pero ella no se quejo, se sentía maravillosamente bien entre mis brazos, donde debió estar siempre.

Entre el cabello de Bella distinguí a dos figuras paradas en la entrada de la oficina de la Dra. Hale. Y a ella misma detrás. Miraban la escena con expresiones insondables en sus ojos, no sabía a qué atenerme por que tampoco sabia si ellos habían sido informados de la verdad, de la verdadera historia entre Bella y yo.

Acaricie el cabello de Bella suavemente mientras le susurraba palabras tranquilizadoras al oído.

Finalmente ella se calmo y se alejo.

-lo siento – susurro contra mi camisa, negué con la cabeza y la hice mirarme.

-¿que es lo que pasa? – pregunte suavemente, sumamente tentado por él, nuevamente, extraño impulso de besarle la nariz.

-Charlie…- por como lo decía me hacía pensar en que tal vez algo le hubiera pasado a su amigo y me sentí rematadamente mal – Charlie…el es…- nuevamente y tal como en el teléfono estaba en el aire.

- Cálmate, pequeña, respira profundo y dime que está pasando – intente tranquilizarle

- el es mi padre-soltó ella en un suspiro cargado de ansiedad mirándome con una expresión entre desesperada y feliz que nunca había visto en alguien alguna vez.

Mis peores temores se veían así confirmados, la legión de decisiones, posibilidades y posibles acciones comenzaron a brotar en forma de sinfín de preocupaciones de mi cerebro a todas las partes racionales de mí ser. Sostuve a Bella contra mí, pidiéndole silenciosamente que esto no la fuera a apartar de mí.

- eso es…bueno, pequeña.- dije por intentar decir algo aunque por dentro estaba demasiado preocupado para siquiera pensarlo, la voz me salía en un susurro porque quería que solo fuera ella la que escuchara.

- no sé qué hacer…- sus ojos miraron todo alrededor de nosotros, como si algo le fuera a dar una guía sobre cómo actuar, después esos ojos velados por esas pestañas u esa expresión de vulnerabilidad que, en ese momento, volvió en todo su esplendor.-

Aunque todo mi ser me exigía lo contrario debí dejarme llevar por los instintos porque de mi boca salieron estas palabras.

-debes decírselo, a él le alegrara saber que su hija se encuentra viva…- aunque eso significar an gran medida que tendría que separarme de ella, al menos temporalmente, podía ser, podía no ser.

-tu…- ella parecía no saber que mas decirme, se había quedado sin argumentos – ¿eso es lo que crees que debo hacer?-

- nunca me preciaría de decirte, al menos ahora, lo que debes hacer, Bella. No importa la decisión que tomes, yo estaré aquí…- baje la voz para que solo ella me escuchara – no voy a dejar que nadie te aparte de mi….

Ella me miro fijamente, luego se volvió hacia los dos hombres parados frente a la oficina de la Dra. Hale.

- yo…no sé como decírselo a Charlie. – dijo ella mirandolos

- ¿quien es él? – pregunto el más alto, me miraba…celosamente, como si el descubrimiento de que era familiar de Bella le hubiera otorgado el derecho a controlarla, intente serenar el calor de mal humor que comenzó a apoderarse de mi pecho.

-es el esposo de la señorita Swan, se llama Edward Cullen – dijo la Dra. Hale. Ambos hombres la vieron sorprendidos, parecían tampoco creer que yo estaba casado con ella.

- ¿Esposo?, pero si solo tiene 19 años.

-Es mayor de edad – dijo el hombre más bajo, apreté el hombro de Bella inconscientemente.

-de todas maneras, ¿que está haciendo aquí?, no es como si fuera parte d esta familia ¿verdad? – dijo alebrestadamente el otro

Esta vez fue Bella la que lo miro

- Señor…- parecía que no quería llamarlo con el titulo que tendría si fuera su familiar – yo…no tengo a nadie más en este momento, no va a ser fácil cuando se lo diga a Charlie…y quiero que…el este ahí….conmigo –soltó esto último en un suspiro.

- pero …-

- ya basta Adam…debemos pensar como decircelo a Charlie y no alterarlo.

El que se hacía llamar Adam asintió lentamente, pero no quitaba sus ojos de mí, parecía que me estaba juzgando como algo y por su mirada me encontraba absolutamente deficiente.

Entramos todos al despacho, aun me sentía anonadado de que Bella hubiera defendido mi presencia y aun mas que me permitiera abrazarla del hombro cuando días atrás apenas podía tolerar que la tocara.

Me pregunte si la reacción de Adam se debería a que ya sabía parte de lo que me involucraba con Bella y este lugar, pero algo me decía que si fuera así, no estaría de pie al lado de ella sino en el piso retorciéndome en cualquier charco de sangre.

-Se darán cuenta de que se presenta una situación de lo más…peculiar – dijo la Dra. Hale cuando todos estuvimos sentados, ellos no quitaban los ojos de encima a Bella, me estaba inquietando, pero no podía moverme de su lado, no cuando ella se mostraba tan de acuerdo a tenerme cerca – señores Swan…- comenzó ella, por una extraña coincidencia Bella portaba ese apellido… que según el informe que había recibido sobre ella, le había sido puesto en honor al hecho de haber sobrevivido en el hospital. Era curioso que también lo portaran ellos…debían ser los tíos de Bella. – aunque la señora Cullen…

- ¿quien? – pregunto el alto apartando su mirada de Bella.

-La señora Cullen…la señorita Swan – aclaro la Dra. Hale confundida.- La señora Cullen, vamos a llamarnos por los títulos que corresponde – término, al parecer zanjando la cuestión. – aunque es ella una paciente de este centro de ayuda psicológica, comprenderán que debe dejar de serlo un momento para dirigirse al señor Swan y darle esta noticia. La salud de un paciente psiquiátrico es sumamente delicada, puede recaer en crisis o avanzar según tenga estímulos. Sabemos por qué se encuentra Charles en esta institución, y sabemos que una noticia de esta magnitud puede tanto estimularlo a que mejore, como a que empeore.

- Charlie siempre ha dicho que encontrar a su hija aliviaría todas sus penas – dijo el más pequeño – siempre pensamos que sería duro aceptar para el que su hija había desaparecido y también que su destino estaba más que abierto a posibilidades de muerte y otras cosas, creo sinceramente que el hecho de que se entere de que su hija, su amada hija, se encuentra viva aliviara su salud, lo suficiente para que podamos tenerlo en casa.

Permanecimos en silencio unos momentos. Sabía que la tenia razón, podía tenerla, era lo más probable, una noticia que hacia feliz a alguien no podía influir negativamente en la salud, pero ¿que sabía yo de esas cosas? No era psicólogo al fin y al cabo.

- me gustaría decírselo a Charlie – escuche la voz de Bella a mi lado, seguía aferrando mi mano inconscientemente. – creo que…espero…deseo que esta noticia sea para bien, conociendo a Charlie como lo conozco, se de lo que hablan, el siempre me ha hablado de su…hijita como si fuera su más preciado…tesoro – cuando la mire vi que tenía los ojos llenos de lagrimas, y eso perforo mi corazón al instante, no quería verla llorar, bajo ninguna circunstancia, ni siquiera de felicidad, había sufrido demasiado en la vida como para llorar por esto… esto que podía cambiarla para siempre. – yo se lo diré...

El que respondía al nombre de Adam asintió lentamente.

- ¿cuando? –pregunto el más pequeño. La Dra. Hale suspiro pesadamente, sabía que ellos debían ser los familiares a cargo de Charles y que eran ellos quienes decidían si la noticia debía ser o no revelada, ellos se mostraban de acuerdo así que ella no podía hacer nada más.

- cuando los señores Swan lo dispongan – dijo la Dra. Hale. Me hubiera gustado que Bella fijara la fecha pero estaba claro que yo no podía opinar ni nada por el estilo aquí.

- mañana, en la mañana – dijo Adam asintiendo y mirando a Bella después – ¿estás de acuerdo?

- lo que ustedes decidan – dijo ella asintiendo lentamente con la cabeza.

Así que el acuerdo se dio de esa manera. Ellos se pusieron de pie, Bella hizo igual pero seguía cogida de mi mano, estrecho con la otra la mano de sus supuestos tíos y después salimos de ahí. Tal vez seguía aferrándome la mano en un gesto inconsciente pero ahí estaba, cuando llegamos a la puerta de su habitación, como si hubiéramos llegado a la puerta de su casa, ella se dio la vuelta y me miro a los ojos.

- siento haberte hecho volver tan pronto – dijo

- no me importa, te dije que vendría cuando me lo pidieras.- conteste con seguridad.

- si…- dijo ella soltando definitivamente mi mano, el frio comenzó a invadirme sin más y conocía muy bien la razón. Pero trate de no demostrar nada, pero en mi cara debió reflejarse la incomodidad porque ella volvió a mirarme. – Edward yo…necesito hablar contigo, sigue por favor.

La seguí cuando entro a la habitación y cerró la puerta tras de ella. Me di la vuelta en el centro de la habitación y me quede mirándola, volviendo a esperar que ella tomara la iniciativa.

- He… he estado pensando en lo que me dijiste… - dijo ella entrecortadamente. El corazón volvió a iniciar su carrera loca. – en lo de tu arrepentimiento… y en todo lo demás.

Asentí tragando en seco.

-Yo…te amo Edward…nunca he dejado de hacerlo…- bajo la cabeza – se que no es el momento más indicado para decirlo, pero debía hacerlo…

¿De qué estaba hablando?

- ni siquiera pude dejar de amarte cuando perdí a mis hijos, ni cuando estaba muriendo…incluso en esos momentos estabas ahí…estaba rezando por que te encontraras en mejor situación que yo.

Sabía que le estaba costando decirme esto, sabía que le dolía por la profunda expresión en su mirada

- Bella yo…- quise decir algo pero ella me detuvo

- déjame terminar…ya sabes que te amo, creo que lo has sabido siempre –no estaba seguro de eso, aunque sabía que podía confiar ahora en sus palabras, jamás nada había sonado tan perfecta y verdaderamente dicho.- pero, yo debo…debo reconciliar mi relación con mi padre… debo saber quién es realmente mi familia…yo quiero…saber lo que se siente una familia, necesito que estés ahí…y queme apoyes aun si me piden que me vaya con ellos…

-¡NO! – grite sin poder controlarme, la sola idea basto para sacudirme el mundo – yo no puedo dejarte ir…entiéndelo…no quiero ser egoísta…no quiero…no quiero perderte...quiero – quería demasiadas cosas y ahora, cuando me habia confesado que aun me quería, y que estaba bailando minue internamente, me sentía enlibertad de confesar mis sentimientos y temores – quiero vivir contigop…quiero que seas mi esposa, mi mujer…mia…quiero tener hijos contigo, quiero hacer mi vida contigo, no, te ruego que no me dejes.

-Edward, aun no es nada seguro, solo estoy hablando de opciones…- dijo ella negando con la cabeza

- no me importa – dije caminando hacia ella hasta que la acorrale contra la puerta, enterré la nariz en sus cabellos y comencé a oler como un obseso – creí que comprendías que no puedo vivir sin ti, no soy nada sin ti. Yo también te amo, tanto como tú me amas a mí…más que a mi vida, más que a todo, estoy dispuesto a todo por ti…no me dejes.

Ella respiraba agitadamente, como si estuviera corriendo una maratón, sentía sus brazos a cada lado de mi cuerpo, la sentía en medio de una lucha contra sí misma, "abrazame,mi amor, no tengas miedo" pedí dentro de mí, sus brazos estaban a medio camino de abrazarme…

Sus manos se cerraron en torno a mi cintura y su cabeza se apoyo en mi pecho, comenzó a llorar, se desmorono completamente y me sentía bien sosteniéndola…demasiado feliz para imaginarlo siquiera.

- Bella…déjame estar a tu lado….perdóname, no dejes que te alejen de mi.-Le susurre en el oído mientras ella seguía llorando abrazada a mí.

Finalmente había destruido la coraza de Bella, pero curiosamente no me sentía orgulloso, me sentía más feliz, como el hombre más feliz que piso alguna vez la tierra, pero entendía, diablos si lo hacía, lo que significaba esas puertas que se estaban abriendo para Bella, una posibilidad con la que no contaba yo, tener una verdadera familia, de regreso.

Los sollozos se hicieron menos fuertes, ella despego la cara de mi pecho y sentí que sus lagrimas habían humedecido completamente mi camisa, el frio ambiente reemplazo a la calidez de su humedad, levante su rostro entre mis manos y la hice mirarme, siempre había amado mirarla y ahora, con los ojos rojos e inflamados por el llanto me parecía tan pura y hermosa como un ángel no terrenal. Baje mi propio rostro hasta sus labios y selle la unión con un beso, cálido, húmedo, tan apasionado como nosotros dos, encerré en ese beso muchas de las cosas que antes hubiera guardado para mí, pero no para ella. A ella podía darle todo, ella estaba dispuesta a recibirlo, porque me amaba…como yo a ella. Como nunca creí poder amar a alguien.

Esta era una lección de vida que en la que, en todos los años de vida que me quedaban, nunca iba a dejar de pesar en algún momento.

Ella volvía a devolverme el beso con creces, con toda la pasión inocente que no había perdido, algo de la niña inocente aun se conservaba.

Nos separamos lentamente, aun sostenía su rostro entre mis manos, las cuales ahora estaban tan empapadas como mi camisa.

- quiero que nos volvamos a casar…- dije musitando contra su boca y dándole suaves besos en las mejillas, en la nariz y en la frente. –quiero ser tu esposo de verdad…por la iglesia…

Ella se quedo muy quieta parecía están pensando en mis palabras como si fueran algún tipo de sentencia, me obligue a permanecer quieto y a tratar de no sentirme decepcionado.

- Edward…yo…- dijo ella, nuevamente sin palabras.

- no tienes que darme una respuesta ahora – dije rápidamente, pero en realidad quería que me dijera si sin contemplaciones. – solo tenlo en cuenta. Bella, yo te amo…no te voy a privar de esta oportunidad pero…no te olvides de mi…no vayas a olvidar que te amo…y que…estaré esperándote – estaba dando mi ultimátum, aunque técnicamente no lo fuera.

En ese lapso de tiempo me daba cuenta de que no podía cortar las alas de Bella una vez más, comprendía que debía dejarla ir, y debía ser libre de escoger su propio camino, conmigo o sin mí.

La epifanía llegaba con mi comprensión del amor que sentía hacia ella, del amor puro y sincero que leían en los sermones de la biblia. Amar era dar a tu compañero libertad para amarte a ti, o a otro. Para permanecer feliz a tu lado o buscar la felicidad lejos, y aun así te sentirías feliz de que esa persona amada fuera feliz.

Bella asintió mirándome a los ojos, luego me dio un ligero beso y me dijo

- no, nunca podría olvidarlo. –

Y curiosamente, eso fue suficiente para mí.