Feliz Navidad!! qe se la pasees super bien y qe dios las bendigaa a todaas
besitooos
Anitaa Cullen!


Publicado por anita cullen en 19:10 0 comentarios
Etiquetas: Edward Cullen, jacob black, votos
Buenas noches tengan todas mis angeles hermosas , les deseo un feliz navidad !!!! pasenla padrisimo junto a toda su familia , les mando mil besos y abrazos a nombre mio y de todo el equipo
y aqui les dejo su regalito
Angel of the dark
Publicado por Angel of the dark en 17:19 0 comentarios
Etiquetas: tarjetas de cumpleaños
Cap.16 COMPLICACIONES
Yo seguía con la respiración entrecortada. Sin poder decir palabra alguna. Estaba paralizada mientras su mano seguía posada sobre mi pecho, sintiendo cada uno de los movimientos de mi corazón. Sus ojos seguían teniendo aquel brillo cautivador por el cual yo desafiaría a la bueno por lo malo, si fuese necesario.
Apenas y podía creer que tenía poco, nuestros labios habían danzado juntos. Tuve nuevas esperanzas. Su mirada no se despegaba de la mía. Lo cual me insito a querer besarlo otra vez.
“Esto no tiene que volver a pasar” – dijo mientras ladeaba el rostro y mis labios cayeron en su mejilla derecha
“¿Por qué no?” – pregunté temerosa.
“Bella, ¿Acaso no entiendes que yo…?”
“Se que me puedes matar” – interrumpí y completé – “pero no quieres, no puedes”
“¡Te equivocas!” – exclamó furioso volviéndose a mi dirección. Se apretó el puente de la nariz con los dedos, antes de continuar con voz ya más tranquila – “Claro que te quiero matar… no sabes cuántas ganas tengo de hacer eso” – dijo esas palabras como si fueran una penosa confesión – “todo el tiempo mi mente visualiza las posibles formas de acabar con tu vida, Bella. Así que no me subestimes, no soy tan confiable como tu piensas”
“Sé que no me harás daño” – dije con seguridad pues en realidad lo creía. Él movió la cabeza negando con frustración
“Bella, eres tan incrédula” – luchaba por contener su voz – “no te miento, ni te trato de intimidar con mis palabras... algo me lo impide. Si. No te lo voy a negar...” – dejo libre al fin el puente de su nariz y me miró – “tengo miedo, Bella… tengo miedo de que un día no logre controlar mis instintos y te mate sin siquiera darme cuenta”
“No temas” – susurré mientras me acercaba dos pasos hacia él. Los mismos pasos que el vampiro retrocedió para mantener la distancia – “moriría feliz en tus brazos, Edward”
“¿Por qué?” – preguntó mirándome con reproche – “¿Por qué te empeñas en estar al lado y enamorada de un monstruo? ¿Acaso ya no has visto suficiente? ¿Qué ganas con tentar a la muerte?”
“Ya estuve muerta antes” – murmuré mientras me apretaba el pecho por el dolor que me daba recordar aquel año en el cual yo pensé que mi novio había muerto – “estuve muerta cuando pensé que me habías dejado sola en este mundo, cuando pensé que habías muerto. No miento, ni exagero al decirte que prefiero morir en tus brazos… es solo la verdad: cualquier otra muerte sería una ida segura al infierno”
“Yo soy el infierno, Bella” – aseguró con voz dolida.
“Para mi no” – contradije sonriendo tristemente. Un gruñido casi inaudible salió de su pecho – “déjame estar a tu lado” – imploré – “ayúdame a traer de vuelta al Edward que alguna vez fuiste” – esperé por una respuesta. No dijo “si”, pero tampoco dijo “no”. Decidí intentar acercarme una vez más y camine hacia él. No se movió, quedé frente a él, a menos de medio metro
“Siempre seré un monstruo, Bella. No puedes hacer nada para cambiar esa parte”
“Lo sé” – admití – “pero podríamos intentarlo, podríamos irnos a vivir con Carlisle y tener la vida más humana posible”
“¿Podríamos intentarlo?” – repitió con intensión – “¿A qué te refieres con podríamos?”
“Quiero estar contigo siempre, por toda la eternidad” – me miró por largo rato mientras la ira creía en sus pupilas
“¿Cuándo se te ocurrió esa estupidez?”
“Desde antes de que olvidaras todo” – contesté – “y déjame decirte que tu habías aceptado” – el vampiro emitió una risa seca y frustrada
“Creo que antes era un ser mas despiadado del que soy ahora” – dijo riéndose sin rasgo de humor – “condenarte no es la mejor manera para demostrar amor, según mi criterio”
“Para mi no es una condena” – disputé – “estar a tu lado es lo que más quiero… y lo que más querías tu en ese entonces” – pensó mis palabras por varios segundos
“pero ya no soy el de antes” – recordó – “antes yo te amaba”
Me encogí mientras las palabras se clavaron en mi pecho… “antes yo te amaba” que frías y dolorosas son esas palabras empleadas en el tiempo pasado.
“¿Eso que quiere decir exactamente?” – pregunté. Me sorprendió que aún pudiera seguir de pie, el pecho me dolía demasiado – “¿No me amas?”
“No” – cerré mis ojos y asentí mientras apretaba mis labios
“Y me imagino que no quieres ni si quiera intentarlo” – deduje con frialdad - “aún así, no importa” – agregué antes de que él pudiera decir algo más – “yo te amo, aunque a ti te de lo mismo” – a pesar de que aún no amanecía, salí de aquella recamara. Sabiendo perfectamente que Edward no me seguiría. En primera, por que el alba no tardaba en llegar y en segunda, por que simplemente no le importaba.
Las calles estaban completamente solas. Ni una sola alma rondando por ahí. Mi actitud podía ser tomada, tal vez, como algo infantil pero realmente necesitaba ese tiempo conmigo misma. ¿Por qué el destino se empeñaba en separarnos?...
Encontré en el camino una banca y me senté en ella, el frío del hierro traspasaba la tela de mis pantalones. Me acurruqué ahí, abrazando mis piernas con mis brazos e inclinado mi cabeza hacia abajo. Estaba llorando. Tenía tiempo que no lloraba. Tenía demasiado que había reprimido mis sentimientos y ya no podía seguir haciéndolo. ¿Cuánto sufrimiento podrá soportar un humano? Tal vez no exagere al decir que yo haya impuesto un record difícil de alcanzar.
Un viento helado me hizo estremecer. Apreté aún más mi cuerpo con mis brazos para poder estar más calientita… cerré mis ojos y recordé los días en los que mi Edward me decía lo mucho que me amaba. Igual recordé al clan de Carlisle, me pregunté el cómo estarían. Los extrañaba. Y ni que decir de Charlie y Forks. Suspiré pesadamente mientras otra lágrima caía violentamente y mojaba la tela de mi pantalón.
Un gruñido bestial provocó que despegara mi frente de mis rodillas para ver a mí alrededor…
Mis ojos se dilataron al tener frente a mí la espalda de Edward. No entendí a qué se debía su reacción hasta que, cuando mis ojos vieron más allá de él, visualizaron a un hombre pálido y de ojos aterradoramente negros…
Para una persona normal, aquel individuo, al igual que Edward, hubiera pasado por un humano hermoso y extraño, nada más. Sin embargo, yo había aprendido a diferenciar entre un simple mortal y un peligroso no muerto… y este, por lo tanto, era uno de ellos. Sus ojos oscuros y las marcadas ojeras debajo de sus ojos indicaban que estaba demasiado sediento…
Y yo era su presa.
Edward se agazapó frente a mí, siendo imitado por el otro vampiro de cabellos negros y agraciados rasgos latinos. Ambos gruñeron, como si se tratasen de leones peleando el último pedazo de fresca carne. No podía ver la expresión de Edward, pero si la de su oponente, quien mostraba los dientes y los colmillos al momento de contraer sus labios. Sus grandes y desorbitados ojos (a causa de la furia) se posaron en mí una milésima de segundos antes de que se lanzara hacia el vampiro de cabellos cobrizos.
Un par de manchas borrosas comenzaron a moverse de un lado a otro con demasiada velocidad. Mi esfuerzo por agudizar mi vista y poder ver mejor era inútil. Me sentía ansiosa por no saber si Edward se encontraba bien. Mi corazón sufrió un tremebundo encogimiento al escuchar un ensordecedor ruido, como el de los rayos en una violenta tormenta.
Automáticamente me paré de mi asiento y me dirigí hacia el par de masas que se encontraban a varios metros de mí. Por la distancia no podía diferenciar bien quien estaba encima de quien, ya que el sol había expuesto sus primeros rayos de luz y el brillo emitido por las dos pieles era cegador y distorsionaba, a distancia, la claridad de las imágenes.
Corrí con el corazón vibrando por el miedo y el pesar ¿Y si era él quien había perdido esa batalla solo por mi culpa?... al menos moriría pronto si así hubiera sido. Yo misma le hubiera rogado al otro vampiro de que tomara mi vida entre sus manos. Pero no era así, al acercarme, pude distinguir el bronce de su cabello.
El otro vampiro ya se encontraba descuartizado. Las piezas de su cuerpo habían dejado de brillar, solo eran masa blanca y muerta. Respiré aliviada. Edward se paró con un borroso movimiento y me encaró. No me dio tiempo ni si quiera de darle las gracias, me tomó del brazo, me subió a su espalda y corrió de vuelta hacia el hotel.
En cuanto llegamos, trepó a toda prisa por las paredes y entró por la ventana, soltándome con brusquedad. Sabía que estaba enojado, (y mucho), por lo que no me atreví a hablar. Me limité a contemplar como, dándome la espalda, empuñaba las manos e inhalaba y exhalaba para poder tranquilizarse
“me estoy cansando de que todo el tiempo me vea obligado a poner en riesgo mi integridad solo por salvarte” – dijo tras pasara varios segundos.
Fruncí el ceño y al igual que él, empuñé mis manos a mis costados. Esto era demasiado. ¿Acaso no podía hacer otra cosa que no fuera humillarme, culparme y dejarme muy en claro que yo no le agradaba y que nunca jamás me iba a volver a amar?
“Hubieras dejado que ese estupido vampiro me matara” – solté – “te hubiera ahorrado un penoso trabajo” – giró su cuerpo lentamente al escuchar mis palabras
“No estoy de humor, Bella” – su voz era amenazante, sus ojos color sangre me miraban fijamente, algo que hacía días me había dejado de cohibir. Le sostuve la mirada del mismo modo: fría y retadoramente – “no estoy para jueguitos”
“No estoy jugando” – arrastré cada una de las palabras – “si estas tan cansado de mi, ¿por qué corres a la hora de salvarme? ¿Por qué no me matas tu mismo?... ¿O por qué no me conviertes?” – sus ojos chispearon por la ira que se acumulaba dentro de su ser y amenazaba con salir a flote – “si me conviertes, ya no seré más un estorbo, seré fuerte e inmortal” – aventuré aún con voz firme – “cada quien podría seguir su camino. Tal vez después de convertirme olvide todo tipo de ridículo sentimiento humano y al fin te deje de amar” – sabía perfectamente que esto era lo que menos quería, y lo que menos podía llegar a imaginar posible
Dejar de amarlo. Jamás podría. Pero ya era tanto el daño que me había causado, que las palabras habían salido de manera atropellada, impulsadas por el dolor que me daba su constante rechazo.
Actuando contrariamente a lo que había pensado, su cuerpo se aproximó al mío, dejando entre nosotros una distancia casi inexistente. No habló, y parecía no respirar.
“¿En realidad eso es lo que deseas?” – preguntó – “¿En realidad quieres… dejarme?”
Alcé mi rostro para encontrarme con sus ojos, los cuales penetraron al instante mis pupilas, buscando la verdad en ellas, así que no tenía caso seguir mintiendo
“Me gustaría dejar de sufrir” – confesé – “pero dudó que sea posible hasta que no te arranque de mi vida y eso… eso es algo completamente utópico” – bajé la mirada hacia el suelo.
“no podría vivir sin ti, Bella” – su voz salió casi sin volumen, pero fue un susurró tierno, calido y acariciante – “nunca te dejaría ir… nunca”
“pero me dejarás morir” – repliqué – “si no me conviertes, un día no llegarás a tiempo y solo encontrarás mi cadáver…”
“No digas eso” – interrumpió, sustituyendo su tan común brusquedad por el ansia – “ni si quiera lo pienses” - ¿era un orden o un ruego? – “nunca dejaré que te hagan daño, Bella. Mataría a toda una nación por tenerte a salvo”
“Yo no quiero muertes a causa de mi seguridad” – dije – “tu puedes darme algo mejor que una nación muerta, puedes darme la eternidad a tu lado”
Me miró fijamente por un momento.
“No quiero condenarte” – comenzó a explicar
“Me estas condenando ahora” – discutí – “Edward, no entiendo” – dije suspirando pesadamente – “Dices que no me quieres perder, que no me dejarás ir… después dices que no me quieres condenar y por eso no me vas a convertir en vampiro, ¿Entonces qué quieres? ¿Estas de acuerdo que, tarde o temprano, moriré? En ese momento tu me perderás y no podrás hacer ya nada para remediarlo…”
“Debes dormir” – fue su respuesta tras callar casi un minuto – “no has dormido y en la tarde viajaremos hacia otro lugar” – alzó su mano para acariciar mi mejilla y, por primera vez desde que lo conocía, rechacé el gesto.
Su mano se quedó estirada en el aire, tocando a la nada mientras yo le dedicaba una mirada envenenada antes de irme a la cama.
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Estaba sorprendida y por un momento pensé que seguía dormida y estaba teniendo un maravilloso sueño cuando visualicé el lugar al que habíamos llegado.
Mis ojos contemplaban hipnotizados a los enormes pinos alzándose en el denso bosque y reconocieron al instante aquel cielo cubierto por sus espesas nubes oscuras. Mi piel se refrescó con la llovizna constante que golpeaba suavemente cada parte de mi cuerpo expuesta a ella…
Forks.
Me bajé de la espalda de Edward, estaba demasiado emocionada como para estremecerme al tener a Victoria y a James detrás de mí.
“Forks” – murmuré con voz demasiado contenida por la emoción. Escuché una risa burlona, supuse que era de James
“Forks” – remedó burlonamente y me giré para verle de manera asesina. Jamás en mi vida había odiado, y nunca pensé llegar a hacerlo, pero que equivocada estaba. Si hubiera tenido la fuerza suficiente, desde hacía mucho tiempo hubiera descuartizado a ese maldito vampiro con mis propias manos. Él era el causante de mi infelicidad. Él me había arrebatado a mi Edward.
El vampiro me sostuvo la mirada. Estaba claro que no le iba a tener miedo a una simple y frágil humana como yo.
“¿Qué te pasa, muchacha?” – preguntó con voz burlona – “¿Estas enojada conmigo?”
“Ya pueden irse a otra parte” – dijo Edward antes de que yo pudiera defenderme – “nos vemos en este lugar en tres días”
Aquellas eran las palabras siempre dichas en cuanto llegábamos a un nuevo lugar. James y Victoria viajaban a los mismos lugares que nosotros (en algunas ocasiones nosotros nos veíamos obligados a seguirles) pero siempre, al llegar al destino dado, la pareja se iba, dejándonos solos
“Que descortés eres, Edward” – la voz de Victoria salió con fingida dolencia – “¿Tan rápido quieres que nos vayamos?” – pasó a mi lado, con andares felinos y sensuales, para ubicarse detrás de él, con sus labios a un lado su cuello – “¿Por qué no dejas que te brinde un poco de buena compañía? – comenzó a murmurar con voz de sirena – “Veras como las ganas de estar siempre lejos de nosotros, o al menos de mí, se disipan inmediatamente” – me hirvió la sangre y segundos después se me congeló en las venas
Edward se dio media vuelta para dedicarle una cínica (pero hermosa) sonrisa a la vampiresa. Sus ojos viajaron lujuriosos recorriendo su perfecto y duro cuerpo y, olvidándose de James y de mí, la tomó en brazos y la besó con un desenfreno salvaje.
La escena resultó tan grotesca para mis ojos, que tardé en reaccionar y desviar mí vista del cuadro. Me pareció ver sonreír maliciosamente a James antes de cerrar mis ojos fuertemente. Y de esa manera, caminé unos cuantos pasos más para alejarme. Me dejé caer en la tierra húmeda, y en un gesto completamente infantil, me llevé las manos a los oídos para no escuchar el sonido de aquellos labios rozarse.
Aún así, el gruñido de Edward, acompañado de un chasquido, llegó a mis tímpanos. Abrí los ojos para ver la roja melena de Victoria a varios metros de su cuerpo
“¡Maldito!” – bramó James y un latido después, sentí como me levantaba por los aires. Cuando mi cuerpo impactó en el suelo, extrañamente no sentí dolor, lo cual me permitió contemplar como Edward se lanzaba furiosamente contra mi agresor.
La pelea me resultó temerosa ya que sabía que James era demasiado fuerte y hábil. Intenté ponerme de pie, más el dolor comenzaba a correr en mi sistema nervioso y me dejó tirada sobre la tierra.
Un horrible estremecimiento bajó por mi columna y se expandió hasta la punta de mis pies al ver una masa impactarse contra un grueso pino y rompiéndolo en el acto. Era Edward, quien rápidamente se incorporó y corrió en mi dirección para frenar el borrón que venían hacia mí, lanzándolo lejos sin darle oportunidad de tocarme.
Cuando sentí en mi brazo aquel contacto duro y gélido, lo primero que hice fue gritar al pensar que era Victoria quien me había capturado. Pero, al girar mi rostro, pude contemplar que la vampira aún yacía descuartizada en el mismo lugar en el que Edward la había dejado.
“Silencio” – ordenó aquella voz de soprano tan familiar y extrañada
“Alice” – murmuré sintiéndome felicidad en medio de la angustia. Mi amiga no me dio tiempo si quiera de decir más.
Con aquellos ágiles y rápidos movimientos me cargó entre sus brazos y comenzó a correr
“¡No!” – exclamé tratando de debatirme entre sus brazos para que me soltara – “¡¿A dónde me llevas?!” –
“Lejos de donde puedas morir” – contestó sin dejar de correr y yo comencé a forcejear con más fuerza – “pórtate bien y no te me pongas difícil, Bella”
“¡No, Alice! ¡Bájame, por favor!” – imploré – “¡Necesito volver con él, le pueden hacer daño!”
“Él no corre ningún peligro” – dijo tratando de calmarme pero las lagrimas comenzaron a salir de mis ojos – “Tranquila, Bella. Ahí la única que corría peligro eras tu”
“¡Llévame de vuelta!” – ordené
“No” – su voz sonó firme mientras frenaba la carrera para tener frente a nosotras aquella casa tan conocida para mi – “Tu lugar esta aquí, Bella: junto a tu padre, no junto a él” – comencé a negar con la cabeza con las lagrimas cayendo descontroladamente – “fue demasiado injusto lo que nos hiciste” – comenzó a decir – “te fuiste ¿Tienes la mínima idea de lo preocupados que estuvimos? ¿Puedes imaginar lo terrible que me la pase al tener que estar vigilando tu futuro tan incierto que cambiaba a cada minuto por las decisiones de Edward?”
“Nunca me hizo daño” – defendí con voz cortada – “llévame de vuelta con él, Alice” – salí corriendo hacia el bosque, algo estupido ya que sabía perfectamente que no tardaría en alcanzarme y sin ningún esfuerzo. Y así fue – “Alice, por favor, suéltame” – rogué entre sus brazos y apreté mis uñas en su dura piel
“Ya cálmate, Bella” – su dulce voz se endureció – “él esta bien” – aseguró – “James ha muerto” – la miré fijamente, como si el adentrarme en sus ojos me hubiera permitido poder ver también lo que ella veía.
“¿Dónde esta…? ¿Qué va a hacer ahora?” – quise saber
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Buen dia mis angeles hermosos aqui les dejo un cap de este hermoso fic q ya pronto llega al final asi que si quieren mas dejen sus comen por fisss sean buenas
mil besitos
Angel of the dark
Publicado por Angel of the dark en 12:23 4 comentarios
Etiquetas: Te amo aun despues de la muerte
Capitulo 5
Amenaza
De una cosa estaba segura, ninguno de los días que me quedaban en el bar volvería a regresar sola. Por suerte sabía que Kisha tenía auto y podría regresarme con ella.
-Por supuesto Bella –contestó la rubia cuando se lo pregunté al siguiente día.
-Gracias
Tal vez estaba nerviosa por lo que había ocurrido la otra noche, pero tenía la sensación que estaba atrayendo demasiadas miradas no deseadas. Suspiré y me dirigí al cuarto que tenía el bar en la parte de atrás, tenía que tomar un respiro por un momento.
Ashery estaba rodeada por tres muchachas, todas dirigieron miradas poco amigables hacia mí. Caminé hasta un rincón de la habitación y me senté en el suelo, era consiente que de mis compañeras sólo le agradaba a Kisha.
-Ayer convencí a uno de mis clientes que me hablara más sobre los de su raza –continuó Ashery después de fulminarme con la mirada-. Me dijo que ellos tienen distinto modo de gobierno que el nuestro… ellos tienen un rey…
¿Un rey? Me estremecí. El rey tenía que ser el más poderoso de todos ellos y el más temible. Esperaba jamás tener que encontrarme con él…
-¡Yo no sabía nada de eso! –exclamó una chica.
Ashery le hizo una seña para que guardara silencio.
-Ellos no quieren que nos enteremos de eso, sólo se enteran ciertas personas que son de confianza para los vampiros, o que el rey mismo les dice sobre ello –dijo Ashery.
Las muchachas parecían mirarla con admiración.
-Eso quiere decir… ¿Tú conoces al rey? –preguntó una de las chicas, con los ojos completamente abiertos-. ¿Lo conoces? ¡Tienes que decirnos como es!
Ashery negó con la cabeza tristemente.
-No, no lo he visto –contestó-. El vampiro al que logré sacarle la información no quiso decirme más, ni siquiera su nombre… pero lo averiguaré, se los aseguro.
-¿Nos dirás cuando lo sepas? –preguntó una de ellas.
-Si –Ashery sonrió, pero dejo de hacerlo cuando sus ojos se posaron en mí-. Aunque como esa es información más importante nos aseguraremos de estar completamente solas.
-¿Y que más te dijo el vampiro? –preguntó otra.
-Mencionó también al rey de los licántropos…
Eso sí, logró captar mi completa atención. ¿Por qué Jacob nunca me lo había dicho? Tan pronto como lo viera le exigiría una respuesta.
-Aunque tampoco se su nombre –continuó Ashery, no parecía darle tanta importancia a ese rey como al de los vampiros-. Pero lo más importante es que… ¡ninguno de los dos tiene compañera!
-¡Entonces quiere decir que el rey de los vampiros puede escoger a alguien para que sea su reina! –dijeron las chicas a coro. Se veían muy entusiasmadas con la idea.
-Yo soy la que averiguaré quien es el rey –dijo Ashery-. ¡Y haré todo lo posible para convertirme en su reina!
Hice una mueca, ya estaba harta de la conversación. Me puse de pie y me dirigí a la puerta, pero antes de abrirla me detuve, no podía dejar las cosas así, aunque no me cayera bien, estaba preocupada por Ashery.
-Ten cuidado –me dirigí a ella-. Podrías meterte en problemas por intentar averiguarlo… los vampiros son poco confiables, podrían lastimarte…
-¿Disculpa? –Ashery arqueó las cejas-. No creo haberte pedido tu consejo, además tú no sabes nada sobre vampiros.
Abrí la puerta y me salí. No soportaba ni un minuto más ahí.
La noche avanzó y Edward entró en el bar, pero en esta ocasión se encontraba solo. Me mordí el labio, tenía que ir a agradecerle por salvarme, aún cuando no confiara en él.
Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando llegué hasta él.
-Gracias –solté de pronto.
Sus ojos dorados se encontraron con los míos.
-No podía dejar que nada malo te pasara –contestó.
¿Por qué? No entendía el comportamiento de Edward hacía mi, los vampiros no protegían a los humanos… Dudé de sus palabras, con los vampiros era mejor no arriesgarme.
Jacob llegó a mi departamento al siguiente día, en la tarde. Perfecto, tenía que hacerle algunas preguntas.
-Bella –mi amigo sonrió.
Me crucé de brazos.
-¿Qué te ocurre?
-¿Por qué nunca que habías dicho que los licántropos tenían un rey? –cuestioné.
Jacob me miró con sorpresa en el rostro por unos instantes.
-¿Cómo sabes eso? –preguntó.
-Me enteré en… lo escuché –dije y me mordí la lengua, había estado a punto de mencionar el Noche Eterna.
Mi amigo se dejó caer en el sofá junto a mí.
-Te lo iba a decir Bella –contestó-. Pero a su tiempo…
Fruncí el ceño. De pronto Jacob parecía más serio que de costumbre.
-Te diré su nombre… no hoy, pero pronto.
Puse los ojos en blanco. A veces ni yo misma lo entendía.
Me abrazó y depositó un beso en mi mejilla.
-No podremos salir hoy –dijo con pesar-. He estado muy ocupado… pero intentaré hacerme un espacio…
-Pero que sea de día –le recordé.
Jacob arqueó una ceja.
-Porque quiero aprovechar los últimos días de descanso que me quedan para dormir bien –agregué.
-Aún se me hace extraño que te haya dejado tantos días libres, no me parece el estilo de Roderick –dijo.
-Las personas cambian –contesté. Observé el reloj que tenía en la mesita, pronto se haría de noche y yo tendría que irme, pero no podía hacerlo con Jacob aquí. Me levante-. Sabes tengo que hacer algo…
Jacob me observó por unos instantes y luego asintió, me sorprendió que no hiciera preguntas.
-Nos vemos otro día –dijo antes de irse.
Esa noche, la quinta de mi martirio, volví a ver a Edward, se veía diferente que los otros vampiros, por lo menos, nunca me acosaba, casi me relajaba en su presencia. Me miraba de forma distinta, aunque no podía explicar su significado.
Sonreí un poco al entrar al bar, la sexta noche había llegado, sólo un día más y sería libre. Me vestí y me puse mi listón negro. Todo iba bien hasta que vi a Lucern llegar y yo no era la única que lo miraba, noté que los otros vampiros echaban miradas en su dirección con frecuencia. Cambié de dirección, esta vez no era la única libre, así que decidí ignorarlo.
Minutos después escuché la voz de Kisha. Me di la vuelta para encontrarme con mi rubia compañera.
-Ve a atenderlo –dijo indicándome la mesa en la que se sentaba Lucern.
Hice una mueca.
-¿No habías ido tú? –pregunté.
-Sí –se encogió de hombros-. Pero te quiere a ti.
Suspiré y me dirigí hacia él.
-Hola Bella –me saludó el vampiro de ojos azules cuando llegué hasta la mesa.
Fruncí el ceño, seguramente Kisha le había dado mi nombre.
Lucern parecía divertido por mi reacción, el muy maldito, estaba segura que sólo quería provocarme.
-Aquí me tienes –dijo de pronto y me pareció oír algo de pesar en su voz.
-¿Qué? –lo miré confundida-. Yo nunca te pedí que vinieras
-Lo sé
-Bueno… ¿Qué quieres? –hice la pregunta peligrosa.
-Supongo que hoy tampoco me dejarás beber de ti ¿o si?
-No
-Entonces sólo… una lluvia de sangre
Asentí, pero cuando iba a darme la vuelta, lo vi, el vampiro que había querido tomar mi sangre a la fuerza había entrado en el bar. Me petrifiqué. Una parte de mí, esperaba que Edward llegara pronto.
-El vampiro que me atacó –murmuré. Olvidando por completo que tenía muy cerca de un vampiro cuyo sentido del oído estaba muy desarrollado.
Lucern se levantó, era muy alto, sus ojos de azul intenso siguieron la dirección de mi mirada. Antes que pudiera darme cuenta, había llegado hasta donde estaba el otro vampiro y lo había tomado por el cuello. Lucern lo trajo hasta donde yo estaba. La atención de todo el bar estaba sobre nosotros.
-¿Por qué lo hiciste? –exigió Lucern al vampiro.
-No… entiendo… -contestó con dificultad.
Los ojos de Lucern se oscurecieron.
-¿Por qué la atacaste? –su voz parecía tranquila, pero sabía que estaba cargada de amenaza.
-Ella –el vampiro me miró-. Ella… no… quiso darme su sangre…y… no pude… yo sólo quería… saborearla…
La opresión que Lucern ejercía sobre él aumento, el vampiro soltó un gemido de dolor. Volteé en todas direcciones, mis compañeras miraban asustadas, ellas no podían detenerlo, pero… ¿Por qué ningún otro vampiro hacía nada? Sólo se quedaban ahí contemplando la escena.
-Al parecer no entiendes un no –dijo Lucern.
-Yo sólo…
-¿Te hirió? –la voz de Lucern cambió de forma sorprendente cuando se dirigió a mi.
-No –musité.
-Y ya no volverá a hacerlo –Lucern continuó apretando la garganta del vampiro, sangre comenzó a escurrir por su pálido cuello.
-¡Por favor! –exclamé. No podría creer que sintiera lástima por el vampiro que me había atacado-. No lo mates…
Lucern me miró fijamente por unos segundos, y dejó caer al vampiro.
-La siguiente vez que sepa que quieres dañarla, ni siquiera ella podrá defenderte de mí –le advirtió.
El vampiro se levantó rápidamente y salió del bar. Era la segunda vez que lo veía huir.
-Ya no se acercará a ti –prometió Lucern.
Algo me decía, que un problema mayor venía en camino.
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Capitulo 6
Los dos Reyes
La última vez, pronto saldría del Noche eterna. Localicé una mesa que nadie atendía, ajusté mi listón negro y me dirigí a los vampiros.
-¿Qué quieren esta noche? –pregunté. Mi voz casi sonó alegre, la euforia de mi próxima libertad ya estaba haciendo estragos en mí.
Los tres vampiros me observaron durante un rato, había algo distinto en la forma en que me miraban… no supe decir exactamente que era. Uno de ellos se inclinó un poco en mi dirección e inhaló una gran bocanada de aire.
-Por favor, sólo un poco –dijo el vampiro con los ojos fijos en la curva de mi cuello. El tono que había utilizado casi era una súplica. Ningún vampiro antes me había pedido algo, siempre daban por hecho que iba darles de mi sangre.
Negué con la cabeza.
El vampiro frunció la boca, los ojos reflejaban agonía y frustración. Abrió la boca, pensé que iba a decirme algo, pero otro de ellos lo interrumpió.
-Si ella no quiere, no debes seguir insistiendo –dijo-. No quieres terminar como Marcus ¿o sí?
-No –respondió el vampiro secamente, creí ver un ligero destello de miedo en sus ojos-. ¿Podrías traernos a algunas de tus compañeras?
Asentí, y me retiré sin vacilación. Era mejor no empezar a hacerme preguntas sobre lo ocurrido.
La noche seguía transcurriendo, todo era muy inusitado para mí. El peso de las miradas caía sobre mí, mientras caminaba por el bar. Lo más extraño era que ninguno había intentado beber de mi sin antes preguntarme, un solo “No” de mi parte y ellos no volvían a insistir en el tema.
-¿Qué hacemos aquí? –escuché una voz femenina algo fastidiada.
-Por que quiero conocerla, Rosalie –contestó otra voz del mismo género, mucho más amable y alegre que la primera.
Mi cabeza giró en dirección de aquella conversación, cinco vampiros ocupaban una mesa próxima a la mía, tres de ellos eran Edward, Jasper y Emmett, y las dos mujeres, una hermosa rubia y la otra de cabello corto, con puntas que parecían salirse en cualquier momento.
Me detuve a unos pasos de ellos.
-¡Hola Bella! –exclamó la vampiresa de cabello corto. Una sonrisa se fue expandiendo en su rostro-. Me llamo Alice
La miré fijamente, no entendía el porqué de la amabilidad de ella, las comisuras de mis labios se estiraron en un reflejo hacia arriba, no entendía bien… pero había algo en Alice que me cayó bien.
-Hola –musité, sintiéndome extraña.
Alice se quedó inmóvil de un momento a otro, sus ojos miraban en mi dirección, más no era a mí a quien veían, parecía estar en otro lugar…
Jasper sujetó su mano con gentileza.
-¿Qué ves?
-Bella tienes que salir de aquí
Me sobresalté al escuchar que las palabras salían de boca de Edward, no parecía muy contento. Alice parpadeó una sola vez, y luego se volvió hacia el vampiro de ojos dorados.
-No –dijo ella-. No le va a pasar nada Edward, lo prometo.
El vampiro no pareció convencido con esto.
-El futuro cambia constantemente –respondió.
-Pero en esto estoy segura –insistió Alice-. No le ocurrirá nada.
-¿Qué pasa? –exigió la rubia.
-El bar pronto tendrá dos visitas importantes
La noche seguía muy extraña y yo no podía hacer nada para disipar mi confusión. Después de llevarles unas bebidas a ellos, continué atendiendo a los demás clientes, cuando tenía oportunidad echaba una mirada en dirección a Edward, quien no apartaba sus ansiosos ojos dorados de mí ni un momento.
Lucern entró en el bar caminando como dueño y señor del lugar, encontró fácilmente un lugar vacío. Noté un rápido movimiento en sus ojos, parecía estar analizando cada rincón del lugar, en busca de algo… el desello azul se detuvo bruscamente al llegar a mí. Sonrió.
Mis pies avanzaron en su dirección, era mejor no retrasar las cosas.
-Bella –dijo suavemente. Hizo una mueca de frustración-. ¿Por qué me haces esto?
-¿Hacer que? –le cuestioné frunciendo el ceño-. ¿Podrías ser un poco más claro?
Lucern se rió.
-Tal vez después sea lo suficientemente claro –respondió.
Resoplé. Estaba comenzando a desesperarme…
-¿Por qué vienen aquí? –escuché gruñir a un vampiro-. ¿Qué no saben que no son bienvenidos?
La tensión aumentó de un modo alarmante en el bar, la mayoría de los vampiros había extendido sus colmillos y hacían constantes sonidos de disgusto, sus miradas sólo estaban fijas en un punto, la entra del Noche eterna.
Lucern no mostraba signos de hostilidad, pero se mostró repentinamente serio, se puso de pie y sin que yo me pudiera dar cuenta, me tomó por los hombros y me puso detrás de él, en un gesto protector… Esto fue como una señal para los demás vampiros, dos de ellos se colocaron a mi derecha y otros dos a mi izquierda, mientras que el resto permanecía cerca, unos con los ojos fijos en la entrada y otros en mí, como si yo fuera un objeto que pudiera romperse en cualquier momento.
Mis compañeras observaban con confusión, pero ninguna hizo por acercarse a la escena, se mantenían alejadas… la furia repentina de sus clientes las había puesto en alerta.
¿Qué ocurría? Me estremecí, tener tantos vampiros a unos metros de mí, me daba miedo… busqué con la vista a Edward, él y los vampiros que compartían su mesa eran los únicos que permanecían sentados… Edward estaba en tensión, Emmett y Jasper lo sostenían de ambos brazos, parecía ser lo único que impedía que se levantara de ahí. Sus ojos dorados se encontraron con los míos, creí ver preocupación en ellos, como si quisiera poder estar junto a mí, protegiéndome el mismo.
Casi chillé cuando vi a Jacob entrar en el bar. ¿Qué clase de estupidez era esa? ¡Podrían matarlo!
Después de él entraron otros seis licántropos, sus miradas viajaban de un vampiro a otro, los ojos reflejaban hostilidad y odio absoluto.
-Lucern –Jacob hizo una ligera inclinación de cabeza hacia él.
-Jacob –el vampiro devolvió el gesto.
-¿Se conocen? –pregunté con perplejidad.
-Por supuesto –Lucern se giró hacia mí-. El rey de los vampiros forzosamente tiene que conocer al rey de los licántropos –añadió bajando el volumen, para que ningún otro humano pudiera escuchar.
¿Jacob? ¿Lucern? No, esto no podía estar pasando…
-Jacob ¿A que se debe tu inesperada visita? –el rey de los vampiros se volvió hacia él-. Sobre todo después de que sabes que tu raza no es muy bien recibida por aquí.
-Vengo por Bella –fue la respuesta del rey de los licántropos.
La mandíbula de Lucern se tensó, sus ojos se oscurecieron. Jacob apretó los puños, su mirada estaba cargada de desafío. Me estremecí.
-Por favor… no –musité.
El rey de los vampiros volvió a prestarme atención… mi mirada debió parecerle desesperada porque noté que se relajó, pero sus ojos no volvieron al color normal.
-Dejaré que te la lleves –accedió Lucern, su voz sonó un poco tensa al pronunciar las últimas palabras-. Por ahora –añadió dirigiéndome una sonrisa.
Mis protectores se alejaron de mí, dejándome espacio para moverme. Jacob frunció el ceño, por un momento creí que le respondería algo, pero parecía más interesado por sacarme de ahí lo antes posible, se acercó y me atrajo hacia sus brazos… la escolta de licántropos se acercó a nosotros cubriéndonos de los vampiros.
Jacob me levantó del suelo, en poco tiempo estuvimos de regreso en mi departamento. Me sentó en la cama, encendió las luces y me quitó mi listón negro… sus ojos buscaban desesperadamente alguna señal de un mordisco.
-¿Alguna vez te…
-No –respondí.
-¿Te hicieron algún daño? –preguntó ansioso.
-No
Suspiró, parecía más tranquilo. Que bien, porque ahora me tocaba a mí.
-¡Rey de los licántropos!
-Tenía pensado decírtelo…
-¿Cuándo? –cuestioné-. Jacob, tú sabes que jamás lo diría…
-Lo sé –me abrazó-. Lo siento, no sabía como ibas a reaccionar, yo…
-No quería que te dejara de ver como mi mejor amigo –completé-. Eso no cambiará…
Me acercó más hacia sí.
-¿Por qué no me dijiste que trabajas en ese lugar? –preguntó.
-No quería preocuparte –admití-. Además sólo fue por una semana, ya no regresaré…
-No, no lo harás –coincidió, me besó en la frente y se dirigió a la puerta-. Buenas noches Bella
-Adiós Jacob…
Me dejé caer en la cama, aún estaba aturdida por lo ocurrido… tal vez mañana todo mejoraría…
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Capitulo 7
Ceremonia
Me senté en mi cama un rato después de haber despertado, todo lo que había pasado la noche anterior me había dejado aturdida y confundida, mi única alegría era que ya no tendría que volver a entrar al Noche Eterna.
-Rod –horas más tarde le hablé a su celular, quería dejar en claro algunos puntos.
-¿Qué pasa Bella?
-Ayer fue mi último día –informé.
-Si, está bien, ya conseguí a alguien más.
Compadecí a la muchacha, aún sin conocerla.
-Y quería pedirte esta noche libre… sabes que me lo debes –dije antes de que empezara a replicar.
Suspiró.
-Bien, pero mañana regresas al Luna Llena
-¡Por supuesto! –exclamé-. Te veo luego –añadí antes de colgar.
Al parecer Rod no se había enterado de nada por ahora… pero no había tenido el valor de decírselo por mi misma. ¿Me despediría si supiera que fue mi culpa? Sacudí mi cabeza, era mejor que no me preocupara ahora.
Lissa llegó a la siete de la tarde a mi casa, con su sonrisa triunfante y una pequeña maleta de aluminio en una mano.
Arqueé las cejas cuando la puso en mi cama y la empezó a abrir.
-Es el maquillaje –me respondió con diversión en la voz, seguramente ya sospechaba mi respuesta.
-Tú no me vas a maquillar –contesté frunciendo el ceño.
-Escucha Bella –dijo-, el maquillaje que tú usas es muy ligero para una fiesta, no puedes ir así a una boda.
-Puedo y voy a ir así
-Por favor
¡Oh no! había puesto esa expresión de tristeza otra vez.
-No –hice una mueca.
-Por favor Bella, sólo por esta vez… te dejaré como una reina.
-No quiero ser una reina –repliqué.
Lissa puso los ojos en blanco.
-Toda mujer quiere ser una reina –respondió.
-Pues yo no
-Que rara eres –Lissa se rió-. Quien sabe… a lo mejor pronto llega tu rey y te ofrece la corona…
Resoplé.
-¡Bien! –exclamé-. ¡Maquíllame pero deja de decir tonterías!
-¡Sí! –Lissa dio un saltito, como niña emocionada.
Cuando el espejo me devolvió el reflejo no lo podía creer… esa chica tan hermosa en vestido azul no podía ser yo.
-Como toda una reina –asintió Lissa viendo el espejo. Ella también lucía muy guapa-. ¿Nos vamos?
-Pero si apenas son… -parpadeé al ver mi reloj de pared-. ¡Van a ser la nueve!
-La belleza cuesta su tiempo –contestó Lissa, tomó mi brazo y me llevó a toda prisa hasta la puerta.
-Llegamos –dijo Lissa tiempo después.
Me quedé boquiabierta al ver la hermosa mansión…
Escuché vagamente que Lissa decía nuestros nombres al vigilante, estaba mucho más interesada en inspeccionar con mis ojos el amplio y hermoso jardín.
Cuando atravesamos la puerta principal, un joven licántropo nos estaba esperando.
-Antes de pasar tienen que hacer un juramento –dijo con voz autoritaria.
-De acuerdo –respondió Lissa.
-Sí –dije, me había imaginado algo así, una ceremonia licántropo era presenciada por muy pocos humanos.
-No deberán hablar a nadie sobre lo que vean o escuchen en este lugar, sino tendrán que ser castigadas bajo la ley de los Licántropos.
Tenía el presentimiento que esa ley no era muy compasiva.
-Lo juro
-Lo juro –me secundó Lissa.
El licántropo se mostró más amable después de eso, nos guío hasta el salón principal, donde ya estaban reunidos todos los invitados.
Gemma y su novio se reunieron con nosotras, ella llevaba un largo vestido gris claro y brillante, él un traje negro.
-El es Rorik –dijo la chica lobo, su voz fue dulce al pronunciar el nombre de su prometido.
El hombre rubio hizo una inclinación de cabeza hacia nosotras y nos sonrió cuando Gemma le dijo nuestros nombres.
-Los llevaré con mi familia –sugirió Rorik. Observé el pequeño grupo de humanos que había en el salón y arqueé las cejas.
-No dejamos que muchos humanos vean ceremonias como ésta –respondió Gemma adivinando mis pensamientos.
-Creo que se sentirán más a gusto con ellos –continuó Rorik.
El salón estaba lleno de Licántropos, tanto hembras como machos, vestidos elegantemente, sus miradas estaban sobre nosotras, ellos parecían disfrutar más de la vista que las chicas. Dirigiéndome a Rorik asentí, definitivamente estaría más a gusto con humanos.
-Yo podría decirte de muchos lobos a los que les gustaría conocerte –me susurró Lissa divertida.
-¡Contrólate! –la tomé del brazo y la llevé hasta donde estaba la familia del novio.
-Yo vengo a cazar un lobo –dijo sonriente.
Puse los ojos en blanco.
-Ahora no –contesté para calmarla.
Rorik nos presentó a sus invitados, sus padres, sus tres hermanas y sus dos amigos. Noté cierta tensión en ellos, supongo que tampoco se sentían a gusto entre tantos licántropos.
-¿Cuándo empieza la… boda? –musité.
Gemma sonrió.
-Cuando llegue nuestro rey –contestó.
-¿Tienen rey? –preguntó Lissa perpleja.
-Sí, pero lo mantenemos en secreto para los humanos –respondió la chica amablemente.
-¿Oíste Bella? ¡Conoceremos al rey de los licántropos! –exclamó Lissa emocionada.
Me encogí de hombros y asentí tímidamente, ella no sabía que yo lo conocía muy bien.
Jacob no tardó en hacer su aparición, todas las miradas se posaron en él cuando avanzó por el gran salón, sus ojos oscuros se posaron en mí inmediatamente, no se detuvo hasta quedar a unos pocos pasos de mí.
-Hola Bella –dijo el rey de los licántropos.
-Hola Jacob –sonreí nerviosa, la atención de todos estaba sobre nosotros, sentí mis mejillas arder, nunca me había gustado ser observada.
-¡Dios mío! –escuché la voz de Lissa detrás de mi.
El besó mi mano y sin soltarla se dirigió a los novios.
-Que de comienzo la ceremonia –dijo.
Los invitados comenzaron a salir por la puerta principal hacia el jardín, la Luna parecía una perfecta testigo para tal acontecimiento. Los novios se detuvieron cerca de una fuente, los invitados se colocaron a cierta distancia de ellos, y sólo cinco licántropos, tres machos y dos hembras, formaron un círculo alrededor de ellos. Gemma y Rorik voltearon hacía Jacob, el cual avanzó hacia ellos, arrastrándome consigo, el círculo de licántropos se abrió para darnos paso.
-Jacob, aún no has soltado mi mano –dije nerviosa, no creía que estuviera bien que yo participara en la ceremonia.
-Lo sé –contestó cuando llegamos junto a los novios, el círculo se volvió a cerrar.
Los licántropos a nuestro alrededor comenzaron a prescindir de sus ropas, yo miré insegura a Jacob y él sólo sonrió.
-¿No querrás que se desperdicien tan finos trajes o sí?
De pronto, a nuestro alrededor había cinco lobos.
Gemma le sonrió a Rorik y después se volvió hacia nosotros.
-Amo a este hombre y quiero que sea parte de la manada, como ahora lo es parte de mí –dijo con la mirada fija en Jacob y en mí.
-¿Está de acuerdo con este matrimonio Bella? –me preguntó Jacob.
Tuve que hacer un gran esfuerzo para reprimir un gemido, no me parecía que a mi me correspondiera tal decisión. ¿En que demonios estaba pensando Jacob? Los licántropos que presenciaban el acto parecían tan sorprendidos como yo. Iba a replicar, pero la mirada de Gemma me dijo que si lo hacía, arruinaría todo.
-He visto que los dos se aman de verdad –dije en cambio-, y creo que eso es lo principal en la unión de dos personas, estoy de acuerdo –añadí.
-Yo también lo apruebo –dijo Jacob-. Pueden comenzar a decir sus votos.
-Que mi fuerza y mi poder estén contigo –comenzó Gemma tomando las manos de Rorik-, así como mi corazón y mi alma.
Cuando Rorik terminó de repetir las palabras, los lobos a nuestro alrededor comenzaron a aullar, los novios se besaron… y yo lo pude sentir, como una corriente eléctrica que los unía. Mi amigo, el rey licántropo me abrazó y me besó en la frente.
-Pronto –fue todo lo que dijo. Me pareció que esa palabra escondía un gran significado.
Luego comenzó el baile, Jacob me llevó hasta el centro del salón, y después de eso, ya no se volvió a separar de mí. Y tal vez era mi imaginación pero noté un cambio en el ambiente hacía mí, los licántropos que me habían comido con los ojos cuando llegué a la mansión, ahora parecían evitar mirarme.
-¿Quién lo diría? –dijo Lissa cuando Jacob me dejó con ella-. ¡Tú mejor amigo el rey de los licántropos!
-Si –concedí, mordiendo mi labio-. ¿Qué tal tú? Parece que congeniaste muy bien con el amigo de Rorik –dije para cambiar de tema.
-Si, Jack es muy guapo –contestó con las mejillas ruborizadas.
La noche paso deprisa, Jacob bailó un poco más conmigo, terminé muy cansada.
-Regresarás al Luna Llena
No era una pregunta pero de cualquier forma contesté.
-Sí
Jacob sonrió.
-Nos vemos... –hizo una mueca como si se hubiera acordado de algo-. No podré ir al bar hasta dentro de dos días.
-¿Responsabilidades del rey? –aventuré.
-Sí –contestó.
Me despedí y entré en el coche de Lissa.
-Al parecer tienes influencias en el mundo de los lobos –comentó.
Puse los ojos en blanco, sabía que en todo el camino de regreso no pararía de hablar de lo mismo…
Publicado por Angel of the dark en 18:07 1 comentarios
Etiquetas: Sangre Real