Dark Chat

martes, 14 de diciembre de 2010

Mascara De Odio

Cap . 18 Isabella Swan.

09 de Enero de 2008

El corazón comenzó a palpitarme sin control, el pánico comenzó a apretarme la garganta tan fuertemente que durante aproximadamente 30 segundos me pregunte como era que le estaba haciendo para respirar.

En ese sobre, que el había lanzado sobre mí como si fuera alguna clase de escupitajo, había fotos mías y de Jacob mientras hablábamos, mientras el pedía su consuelo en mis inútiles brazos, consuelo por la vida erráticamente dura de los dos.

Sabía que para cualquiera que lo mirara desde el ángulo en que Edward parecía estar entendiendo esto, era algo más simple que una amistad básica, entendí que había llegado la hora de decirle que era lo que realmente pasaba entre Jacob y yo, la manera puramente `platónica en la que estábamos unidos. Lo primero era saber quien me había tomado estas fotos.

- ¿como…? – no termine de formular mi pregunta por qué la mirada helada de él me clavo en la silla y se clavo también como una estaca en mi capacidad del habla.

-¿como lo conseguí?- termino el por mi – veras querida, resulta que conozco gente a la que le gusta descubrir a las lombrices tramposas y mira que nos hemos encontrado aquí…- me señalo y luego a las fotos – a la mas rastrera de todas.

Cada una de sus silabas comenzó a golpearme sin ningún tipo de piedad, jamás había catalogado de mi misma como y una lombriz y menos una rastrera…era una ofensa que me dolía hasta el alma. Mi dolor pareció transmutarse en mi voz, pero después de tanto tiempo de aguantar la porquería del mundo solo escapo de mi garganta un gemido entrecortado que solo por mi fuerza de voluntad no se convirtió en un estallido de llanto incontrolable.

- Edward, eso no es…- quise decir que no era lo que él creía pero algo en su pose, en sus ojos y el gesto de desprecio de su boca me decía que le iba a creer mas a un político que a mí, finalmente el estallido de llanto no llego pero sus consecuencias, las ardorosas y dolorosas lagrimas comenzaron a fluir de mis ojos y no pude hacer nada para detenerlas – esto no es…- parecía que nuevamente mi vocablo se había reducido a dos palabras solo que esta vez era por el miedo, y por el horrible presentimiento que parecía hacerse realidad a medida que los segundos pasaban y la expresión de él no cambiaba.

- no es…- dijo el sin esperar que le dijera nada- me parece que más bien es – su cara volvió a hacer un gesto de sumo desprecio y termino de matar lo poco que quedaba de vida en mi. – es todo lo que necesitaba para desenmascararme de verdad y a ti de paso.

¿Desenmascararse? El sentido que parecía tener esa frase opto por aplanarme más el pecho del cual salían silenciosas plegarias al cielo por que esto no fuera más que una pesadilla que me avisaba que debía ser sincera con él. Esto no podía estar pasándome a mí, la desgracia no podía volver a caer sobre mí ahora que me había vuelto débil.

- ¿de qué estás hablando?- pregunte a sabiendas, dura y cruelmente, que él me lo iba a decir de la peor manera posible.

- no quiero volver a verte - cinco palabras, jamás había escuchado que las palabras dichas en orden de frase en ese orden y dirigidas hacia mi pudiera dañarme de esa manera, el no reía, no había brillo en sus ojos, no había burla en su rostro, solo firma y austera seriedad, como si estuviera pactando algún negocio licito, lo cual volvió a reconfirmarme que nada de esto se trataba de una broma, que no podía esperar nada y que yo misma había arruinado todo al no decirle nada a él.

- no entiendo…- repetí a su voz y a mi masoquista conciencia, como si necesitara que el confirmara algo más.

- no entiendes?- pregunto él con u tono de burla que me hizo sentirme como la burra de la clase - que bien, me dejaras explicártelo… de repente me encuentro muy cansado de ti como muy bien lo supusiste ese día que me acosté contigo – sentí que la flecha de sus palabras se me clavaba en la frente, luche por seguir respirando por mostrarme tan fría como él, aunque él era infinitamente mejor y las lagrimas no sollozadas en mis ojos seguían brotándome haciéndome sentir cuan verdaderamente patética y crédula era . estoy aburrido y quiero acabar de una vez con todo – finalmente mis miedos más terribles se confirmaban así hubiera vivido en el sueño de que nada malo volvería a tocarme mientras estuviera con el - y que crees, me has dado una perfecta razón para hacerme entender que también te aburrías conmigo, así que te estoy abriendo las puertas -

Estaba hablando de Jacob, así que si había creído que teníamos algo, aun `podía decirle la verdad jurarle sobre el amor que sentía que no tenía nada con Jacob, pero algo me detenía, la profunda convicción de que iba a descubrir algo que no debería descubrir, algo que…podría matarme.

- no es lo que crees – dije sencillamente esperando que él me diera una sola palabra para comenzar a jurarle y perjurarle que no tenía nada que ver con Jacob Black.

- creo que te voy a confesar una cosa – ahí iba, lo que estaba esperando, que me dijera lo que quería decirme para poder comenzar a explicarme yo - ¿sabes porque me case contigo? – su pregunta volvió a mí como un puño en el centro del estomago…meses atrás yo misma me había hecho esa pregunta y la respuesta había llegado erróneamente, tan errónea como podía ser en este momento. Negué con la cabeza volviendo a esperar que me las dijera.- hace 19 años nació en el Hospital Estatal una niñita sin padres ni nada por el estilo, vivió hasta los dos meses en ese hospital.¿ y qué crees? – permanecí en silencio mientras el casi repetía la información de mi que nunca le había dicho y que inexplicablemente sabia. – un medico cualquiera, que resulta ser mi padre, se encuentra conmovido por su falsa carita de ángel, y le asigna dinero a esa chiquilla incluyendo unas miserables acciones de ese mismo hospital, del que era dueño, acciones que al pasar el tiempo se vuelven dinero en efectivo, mucho dinero. La chiquilla desaparece, para aparecer a los trece años en un orfanato. Desaparece, vuelve a aparecer cuando tiene 18 años y me entero de que mi padre heredo a la zarrapastrosa con dinero que es mío.

Ya no me quedaba conciencia más que para mirarlo a la cara mientras el derramaba todo eso sobre mis restos. Lentamente mi cerebro comenzaba a asimilar los hechos desde el momento en que le conocí, como se interesó en mi a pesar de ser completamente lo opuesto a lo que parecía ser su tipo de mujer…." ¿qué he hecho?". Tuve tiempo de preguntarme antes de que el comenzara a hablar de nuevo.

-me encuentro con que si quiero acceder al dinero que por ley me pertenece tengo que encontrar a esa niña y hacer que se case conmigo, hacer que firme unos papeles en donde me cede, como esposo, todo el dinero que mi padre le heredo y del que no sabía nada, no habiendo otra opción decido traerme conmigo a la zarrapastrosa a vivir a mi casa y hacerla mi esposa durante el tiempo en que las implicaciones legales así lo estipulan, ahora cuando se cumplen tres meses de casados el documento es válido, yo tengo todo su dinero y ella quiere irse a pasear a un perro. ¿Es una linda historia, verdad?- En ese momento había llegado mi etapa de negación, la que seguramente tenía todo el mundo cuando se enteraban de cosas terribles.

- tú, no estás hablando en serio –

- en realidad esto esa aburrido para mí. No soporto la idea de estar contigo un día más. Ni andarte repitiendo lo que pareces haber asimilado con la suficiente rapidez.

Tenía razón, desde luego, mi etapa de negación había cedido en un segundo porque la horrible verdad comenzaba a salir a la luz.

- pero…- mi propia conciencia parecía manifestarse en mi voz esperando infantilmente que l cámara escondida saliera de donde estaba.

- entiende una cosa, me aburres, no quiero estar cerca de ti un segundo mas, ya tengo lo que quería de ti, el maldito dinero que mi padre de heredo, ya no me sirves para nada. Te quiero fuera de mi casa, de mi vida y de este despacho en este momento –

Usada, todo este tiempo, incluso cuando me había hecho el amor, incluso cuando…Oh Dios ayúdame, por favor.

- Victoria se encargara de entregarte tus cosas cuando salgas de la casa, después de ese momento, lo que pase contigo no es de mi incumbencia.

¿Lo que pase conmigo? ¿Y que de lo que pasaría con lo que tenia creciendo dentro de mi…?

Súbitamente caí en cuenta de lo que había venido a decirle antes de que el destapara esta olla podrida. Que estaba esperando a sus hijos, que iba a ser padre…

Pero la total convicción de que me ofendería mas diciéndome que esos hijos bien podrían no ser de él, lo que probablemente pasaría terminaría por destruirme, y debía ser fuerte, por ellos. Resignada al desprecio de los demás acepte la verdad de todo esto. Había caído en la sucia trampa de un hombre que solo le importaba su propio bienestar, que haya usado mi cuerpo, mi mente y mi capacidad de raciocino y que había esperando a la menor oportunidad para clavarme el cuchillo por la espalda y deshacerse de mí. Lo de Jacob no era nada y el se había agarrado de ello para sacarme de su vida.

- sal de aquí en este momento o me veré obligado a llamara a seguridad –

Me echaba, como un perro, como una esclava inservible. A fin de cuentas era lo que era, en lo que me había convertido por no tener un poco de voluntad, por esperar que el me bridara ese amor que nunca había recibido ni recibiría de nadie.

No. De nadie no. Yo iba a encargarme de que mis hijos me amaran. Y de que ellos fueran tan amados como yo nunca lo fui. Ahora, y esta vez comprendía que tan lejos había llegado, ellos eran la unida razón que me quedaba, debía dejar atrás a la razón llamada Edward….el no iba más.

- eso…no será necesario – no supe de donde saque las fuerzas para levantarme, aferre mi bolsa, la que contenía el secreto más alegre y trágico que alguna vez había guardado, secreto del que él nunca iba a enterarse, porque yo toleraría su desprecio por costumbre, pero no permitirá que despreciara a mis hijos, míos, porque ahora solo eran míos. Serian míos. Lo único verdadero que me quedaría cuando ya no tuviera nada.

Camine alejándome de toda esa oscura porquería, trate de respirar profundo y al pensar en mis hijos en hecho de hacerlo, de respira, adquiría la suficiente importancia para seguiros haciendo.

La secretaria me miro toscamente mientras yo salía y tomaba mis pasos con más rapidez, no podía correr pero debía alejarme de allí tan rápido como mi estado me lo permitiera. No pude esperar a que el asesor llegara, así que con cuidado extremo baje las escaleras-

Pero a mitad del piso cinco no pude mantearme más en pie. Desgarrados y roncos aullidos salían de mi pecho y se manifestaban en mi garganta y mi voz. Me senté y me apreté el vientre mientras la cabeza comenzaba a darme vueltas y mi entorno comenzaba a volverse oscuro. No me permití desmayarme, ni botarme por las escaleras como lo fue el primer instinto, ahora protegía a algo y no sabía como iba a salir adelante en este estado, sin nadie que me apoyara y nada que hacer más que cocinar y cuidar flores.

Calme mi crisis de ansiedad lo suficiente para volver a ponerme de pie y terminar de bajar las escaleras.

Cuando Salí el coche de Edward seguía ahí esperándome. Laurent me miraba desdeñoso, algo que no podía soportar en ese momento. Sin decirle nada a él camine de largo hasta que un taxi paro frente a mí. Hice una cuenta mental de lo que tenía en mi bolsa y decidí que era suficiente para ir hasta la mansión a recoger lo que era mío.

Le di la dirección al hombre que me miro bastante preocupado, el debía saber que era consciente de que debía lucir como un cadáver pero mi apariencia era lo que menos me importaba ahora.

Cuando entramos por el umbral de la mansión el estomago comenzó a dolerme. Pero era sensitivo, era la trasmutación de mi dolor en el pecho.

Pague por la carrera y el taxista se marcho, yo me pare ante la puerta esperando encontrar a la influenciada Victoria esperándome con las maletas. No me decepciono cuando abrió las puertas y las vi a su lado. Yo había entrado con una maleta a esa casa. Y ahí había cuatro esperandome, toda la ropa que Edward me había dado, toda la parafernalia de la representación vacía de todo. La expresión de Victoria parecía más preocupada que enfada, pero no me dijo nada, no necesitaba hacerlo. Abrí la maleta al azar y descubrí que esa era la que contenía todo lo que era solo mío, no lo que alguien había adquirido para mí, no tenía tiempo de buscar el diario el cual seguramente estaría en el fondo así que volviéndome a ella y tomando mi maleta en la mano izquierda me retire los anillos de compromiso y boda y se los puse en la mano.

- son demasiado valiosos para lo que sirvieron – mi voz sonó pastosa y afónica, para colmo me iba a quedar sin vos. – haga con ellos lo que quiera.

Le di la espalda a ella, a mi vieja vida, a la casa cuyos jardines había aprendido a amar. Y camine hacia mi destino sin salida.

Febrero…

Sacudí el trapo en el lavamanos mientras el olor a café recién hecho comenzaba a inundar el ambiente del Café Paris.

Estaba de regreso a mi vida, a la que había dejado atrás en la falsa convicción de que la dejaba por una mejor.

Con una vergüenza que nunca había sentido no tuve más opción que regresar donde mi antigua jefe y pedirle cacao, o asilo para ser más exactos. Ella me miro compasiva aunque con esa expresión de "te lo dije" que había esperado.

Tuve que revelarle el estado en el que me encontraba ya que quería ahorrarle la sorpresa de que me viera creciendo sin motivo. Esto la enfureció aun más, pero le rogué porque me diera trabajo diciéndole que lo hacía por mis hijos, que tuviera compasión de mí, jamas había rogado realmente por algo en mi vida y si este era el tiempo de comenzar pues así bien lo haría.

Ella, Dios la bendijera, se había apiadado de mi.

No espere que me dijera que estaba encantada de tenerme de regreso pero la verdad es que me dijo que desde que me había ido su clientela ya no había vuelto a ser la misma.

Cuando comencé a trabajar, debido a que no estaba de muchos meces pude hacerme cargo de la gran mayoría del quehacer de el establecimiento, lavaba pisos y lo demás buscando ganarme mi sueldo de la mejor manera posible.

Pero después de dos semanas de emplear todas mis fuerzas, cierto día comencé a sangrar sin ningún aviso, y tuve que acudir a un centro de salud que se hallaba cerca, cuando el ginecólogo me vio, me dijo que era normal en el embarazo pero que tuviera mucho cuidado con lo que hacía ya que de pasar a tener un embarazo normal, como lo había sido hasta ahora, tendría un embarazo de alto riesgo el cual implicaría no poder moverme de la cama excepto para ir al baño. Yo, que no tenía nada con lo que sostenerme no podía darme el lujo de quedarme acostada, así que manifesté a mi jefe la posibilidad de que pudiera encargarme de las preparaciones y ella estuvo de acuerdo en que no realizara los trabajos pesados y así lo hice.

Contrario al infierno que imagine que me esperaba con ella, Jessica no se encontraba allí. Desde que había llegado había esperado encontrármela en cada esquina y me había preparado psicológicamente para enfrentarla cada vez que quisiera meterse conmigo o con lo que llevaba en mí. No indague a mi jefe de la ausencia de Jessica haya que la curiosidad malvado acabo con mi paciencia.

Así fue como me entere de que Jessica se había fugado con un hombre casado que tenía dos hijos y que solio ser el visitante leal del Café mientras duro su acercamiento a ella.

Mi jefe había sustituido a Jessica con una muchacha vivaracha y pequeña a quien había entrevistado en una ocasión y había sabido instantaneamente que era la camarera correcta. La muchacha se llamaba Alice Brandon y era ágil y atenta, me ayudaba bastante en los quehaceres e insistía en realizar ella los trabajos más pesados diciéndome que debía cuidar a mi futuro.

- si te hernias por limpiar el piso, eso sufrirá – dijo señaladme la barriga que empezaba a hacerse perceptible por el uniforme, aunque aun me quedaba grande.

Alice hablaba conmigo, me tomaba en cuenta para más cosas de las que estaba acostumbrada y pronto descubrí en ese mes que Alice trataba de ganarse mi confianza, no se trataba de que fuera curiosa y chismosa, ella también era huérfana pero hacia dos años se había encontrando con la estrella de su camino, comenzó a relatarme su historia de amor en cuando le pregunte por ello. Me entere de que estaba a punto de casarse con Jasper Withlock, un militar que se iba a dar de baja por entablar matrimonio con ella. Debía amarla mucho.

Procuraba no pensar en todo mi sufrimiento, el que aun sentía, el que parecía desgarrarme el alma a medida que los días pasaban comiéndose un pedacito de mí.

El cruzaba de vez en cuando por mi cabeza, pero lo único que podía recordar era el modo en el que había terminado conmigo para siempre.

Ya no veía a Jacob, se había ido como me había relatado en su última visita, a buscar fortuna en el exterior. Me pregunte si él hubiera sido mi soporte en este caso, pero no me escribió para darme una dirección de donde se encontraba o un número telefónico al que pudiera llamarlo.

Lo deje hacer, no podía preocuparme por Jacob cuando, a medias por su causa, había perdido todo lo bueno de mi vida. No, no era cierto, el inconscientemente había abierto las puertas para que el aire entrara y finalmente echara abajo la venda de mis ojos. La que me tenia cegada de amor por un hombre insensible y déspota que nunca llegaría a amar a nadie tanto como a sí mismo.

El día que volví a mi acostumbrada pensión desempaque mi bolsa dándome cuenta de que el diario no se encontraba entre mis cosas. Seguramente Victoria lo habría votado a la basura al deshacer mi habitación. Contra todo pronóstico y porque de repente había comenzado a amar escribir mis cosas para que no se me quedaran en el interior, comencé a llevar otro adquiriéndolo de segunda mano.

L a vida seguía, rezaba un dicho, y yo respondía todos los días "¿hacia dónde?"

Marzo.

"Alice ha ganado mi confianza rota, con dificultad pero ya la veo casi como mi amiga, se parece a Emmerald, ella me la recuerda profundamente porque, aparte de que se parecen sobremanera, ella es vivaz, tan vivaz como debió ser Emmerald si la leucemia no se la hubiera llevado.

Rezaba por ella y para ella todas las noches, rezaba porque me diera la serenidad y la calma que necesitaba para seguir adelante cada día. Le ofrecía a cambio mi alma para que protegiera al niño y a la niña que había dentro de mí.

Gracias a mi jefe, había solicitado un permiso para Alice y para mí para que me acompañara a realizarme los controles prenatales. Ella sugirió ir al Hospital Estatal, pero al escuchar ese nombre mi estomago se contrajo y sin poder evitarlo casi vomité encima de sus zapatos.

Ella me pregunto brevemente por qué reaccionaba así. Pero no me sentía preparada para decirle lo que me había pasado, desde el momento en que nací hasta el momento en el que quede en cinta, ambos momentos directamente relacionados con el hecho de haber nacido en ese hospital.

Ellos seguían creciendo, fue el reporte de la ecografía particular que me tomaron ese día me entere de que eran niño y niña y de que ambos parecían sanos a pesar de que no había aumentado mucho de peso.

Mi propio dolor me impedía comer y el médico particular me dijo que si no quería dañar a mis hijos lo mejor era que siguiera todas sus indicaciones y me alimentara correctamente, así que no importaba si cada vez que comía sentía que una sierra me atravesaba la garganta o si me daba nauseas, ellos eran primeros, y seguramente si pudieran comunicarse directamente conmigo eso sería lo que me pedirían.

Entramos con Alice a un sitio particular, ella me ayudo a pagar la consulta a pesar de que le rogué que no lo hiciera, pero insistió demasiado, parecía bastante acostumbrada a salirse con la suya.

El médico de la consulta siguió ordenándome examen y exámenes en espera de saber si algo cursaba mal con mis hijos. Esperaba notablemente que no. Al menos no hasta ese momento."

Swan

Abril

El café termino de tostarse para hacerlo polvillo y así preparar un Postre Napoleón, estaba hecho a base de galletas delgadas azucaradas, dulce de leche, crema de leche y en la superficie debía ir el polvillo de café tostado. Alice estaba terminando de poner las capas del postre cuando sonó el teléfono.

- ¿Café Paris, Buenos días?- contesto Alice yendo rauda a contestar saltando como una bailarina. – un momento…- Se volvió a mirarme. – es para ti -

Solté súbitamente el cucharon que tenía en mi mano cuando una sensación no deseada de esperanza resonó por mi cuerpo, no debía hacerme ilusiones y pedí a Alice que preguntara quien era.

-un abogado - me contesto ella entrecerrando los ojos. ¿Oh Dios, que iba a pasar ahora, estaba yo preparada para recibir otro golpe? Sentí que las manos comenzaron a sudarme y me las seque en el delantal mientras Alice me entregaba la bocina y se daba media vuelta para ir a seguir con el postre.

- ¿Hola?- pregunté débilmente.

- Señorita Swan? - pregunto una voz desconocida

-S…si – conteste yo mientras sentía a uno de los mellizos que comenzaba a bailar dance.

- me llamo Stefan Kafieri y soy el abogado del Hospital Estatal.-trague en seco al oír ese nombre.

- ¿que…puedo hacer por usted? – pregunte sintiendo que tenia mas convicción una papa.

- Estoy verificando una información aportada por uno de los abogados del parcial dueño de este establecimiento, Edward Cullen…- cuando pronuncio ese nombre sentí que me noqueaban por la espalda, deje de respirar unos segundos con lo que solo conseguí que ambos bebes se agitaran y comenzaran a jugar a las palmaditas con todo mi sistema digestivo – el cual informa que usted, de ser la dueña del 40% del hospital ha pasado a ceder sus acciones al señor Cullen.

Seguramente Edward – trague en seco otra vez sintiendo como la sierra volvía a la vida y comenzaba a quemarme – había enviado a sus abogados a hacer el trabajo sucio de terminar de quitarme lo que no tenia.

-eso creo - le respondí a Kafieri sin saber muy bien que esperaba de mi –

- ¿Se ha divorciado de él? - pregunto el maldito sin ningún tipo de reserva

No sabía, ya que para terminar nuestro matrimonio yo deberia haber firmado algo pero en esos meses que me dedique a recordar no había nada en mi memoria más que la salida casi por la puerta de atrás de su casa.

- Escuche – le dije esperando que mi v oz no sonara histérica. – Todo esto debe preguntárselo directamente a él…

- James, creo que lo conoce, es el abogado de Edward y fue él quien me pidió que me comunicara con usted para verificar la veracidad de ciertos documentos relacionados con un traslado de poder. – dijo rápidamente -

No podía darle información de mí, James era un aliado de Edward y si sabía algo de mi estado iría a contárselo a él y él me los quitaría o como minino los mandaría a matar. Era cruel decir lo que estaba pensando pero me importaba proteger a mis hijos, de cualquier cosa, incluido su mal habido padre.

-James sabe arreglar documentos mejor que nadie – le comente en voz baja recordando de pronto que James seguramente debió formular todos esos documentos que me acreditaban como accionista de un hospital y dueña de…, no ahora no era dueña de nada. – aun no entiendo el sentido de su llamada – le dije

- vera…James…- parecía reacio a decirme nada pero finalmente volvió a hablar. – James esta indagado sobre usted, quiere saber como esta.

L a gota que hacía falta para seguir llenando mi vaso. Respire hondo para tranquilizar a los bebes.

- puede decirle al abogado que me encuentro perfectamente bien como estoy, y dicho sea de paso agradézcale por todo lo que me hizo. – murmure antes de llevar el teléfono a colgar. Lo que fuera que Kafieri tenía que decirme de James o de quien viviera no tenia porque interesarme, y desde luego no lo iba a hacer.

Si quería cortar con esto de raíz mas valía acabar con esas emociones estúpidas que me iban a matar. No podía esperar más, Edward enviaba a hacer el trabajo sucio a James. Era en si una llamada muy extraña.

Me dedique de nuevo al postre y seguí trabajando.

31 de Mayo 2008

Con el ahorro de tres meses, la ayuda de Alice y el permiso de nuestra jefe nos fuimos a una plaza cerca para mirar ropa de bebes. Pasábamos de tienda en tienda deteniéndonos a mirar las ropas más coloridas y bonitas.

Apenas vi las ropitas de ese tamaño un sentimiento parecido al orgullo golpeo con fuerza todo mi ser. Cada prenda que tomaba (debía ser de segunda mano pero no importaba si la cuidaba) parecía ser como un pequeño paso que les veía caminar, un ramalazo de protección me dominaba cuando cada vez que los sentía dentro de mí.

El valor salía de una fuente que no conocía, no sabía de donde procedía, pero lo agradecía infinitamente, en ocasiones sentía que me iba a volver loca y solo la mano de Alice podía rescatarme de esas terribles pesadillas, pesadillas tan reales y largas como si en verdad algún problema psicológico me afectara, con niños, con sangre y con cementerios generalmente en el mismo orden. Las mismas que tenía cuando estaba con él, solo que en estas oportunidades eran demasiado vividas.

Tomamos una canasta cuando entramos a una de las tiendas y Alice comenzó a ayudarme a escoger chupitos, teteros, baberos, unos cuantos pañales, luego comenzamos a escoger la ropa.

-oh mira este mameluco – dijo Alice levantando la mínima prenda entre sus dedos, sacándome rápidamente de mi oscura ensoñación. Me paso el telar a la mano y lo examine oliendo su esencia infantil. Me enamore apenas lo vi, y no importaba si era una despilfarradora de dinero ya que tenía el suficiente para al menos darle la bienvenida a mis hijitos a pesar de que faltaban casi dos meses para que llegaran.

También compramos patines y mucha ropa diminuta de lana y colores. No pude evitar que unas lagrimas salieran e mis ojos.

Cuando me di la vuelta para decirle a Alice que también me ayudara a buscar un par de teteros mas vi por entre la ventana de la tienda a una persona, mirándonos fijamente desde fuera, por la distancia no podía ver bien su rostro pero algo en su postura me resultaba terriblemente conocido, no se trataba de Edward en absoluto, se trataba de alguien mucho peor y no entendía que estaba haciendo ahí.

No entendía la razón por la que James estaba ahí afuera- Rogando porque solo fuera una coincidencia e intentando ignorar el repentino dolor que sentí en la parte baja de la espalda me volví a Alice. Debía escapar de ahí cuanto antes, no podía dejar que me viera. Me aferre a la gigante chaqueta que portaba esperando que me ocultara y a mi estado lo suficiente para continuar.

- debemos irnos – no quería ningún contacto con alguien que conociera a Edward y pudiera decirle algo sobre mí.

- pero si apenas hemos llegado…- susurro ella mirándome desconcertada.

-Alice por favor…- le rogué, ella hizo un puchero pero obedeció y comenzamos a hacer la fila prioritaria de la caja por mi estado.

Por favor, rogaba para mis adentros, que no se trate de James, por favor, el no.

Finalmente nos empacaron nuestras cosas y salimos, yo rogaba para que no nos siguieran, para que nadie hiciera nada. Para que Edward nunca supiera el estado en que me encontraba.

Me abullone en la chaqueta y deje que Alice caminara del lado de la calle.

Sentía, aun a distancia, y sin realmente mirarlo, la mirada de James taladrándome, como si estuviera analizando cada parte de mí, y cuando me di la vuelta solo un poco para mirarlo, me di cuenta de que había sacado rápidamente un celular y estaba marcando frenéticamente los números.

Di tres pasos más sin ninguna complicación, no esperaba que en el momento en que levantara la cabeza apareciera ante mí una revista de farándula de la ciudad, ni mucho menos esperaba ver a Edward en ella.

La tome sin hacer caso de Alice que se quedo mirándome lo mas extrañada que podía. Aferre la revista con ambas mano incapaz de ejecutar ninguna palabra, pero no importaba si no lo hacía, ya que tenia ojos para leer.

"Magnate de los negocios, ¿enamorado?"- rezaba el titulo de la portada de la revista en donde estaba el… con una mujer deslumbrantemente bella a su lado tomados de la…mano. Y con la mejor de las sonrisas en su rostro mirándola embelesado.

Si, esperaba que los celos me llenaran como hicieron, esperaba que la ira comenzara a crecer dentro de mí al recordar que menos de tres meses atrás yo estaba ocupando el lugar de la bella mujer, esperaba que la profunda sensación de decepción y angustia llenara mi cuerpo, pero no esperaba que el puso me comenzara a temblar de súbito y que el dolor en mi cintura aumentara.

- ¿Bella? - Alice se acerco corriendo a mí y me sostuvo cuando el repentino mareo me atenazo. LA mire a ella y luego a su hombro dándome cuenta de que James seguía mirando nuestras formas. - tienes cara de muerta… ¡Bella…Bella!

Intente responderle pero en ese momento sentí como si algo se desgarrara dentro de mí y me ardiera la sangre y las piernas… ¿las piernas?

Grite agudamente cuando me di cuenta de que el agua que dentro de mí sostenía a mis hijos había comenzado a abandonar mi vientre y conminada con mi sangre había comenzado a formar un charco rojizo alrededor de mí.

En ese momento escuche el sonoro sonido del freno de un auto alquilado, mientras comenzaba a desvanecerme en los brazos de Alice, escuche que dos personas gritaron mi nombre pero después no pude ser consciente de nada más que de un par de fuertes brazos levantándome rápidamente del cálido sueño y llevándome a la deriva….

Mis hijos….


Tuve intervalos de conciencia en los que alcanzaba a escuchar parte de lo que decían a mi alrededor, algunas personas chasqueaban con pesar, otras me apretaban el brazo, me pinchaban las venas y ma hablaba una y otras vez mientras estaba adormilada, quería mover los labios, los brazos y las piernas, quería que me dejaran en `paz y dejaran en paz a mis hijos.

Mas minutos pasaban, mas voces, la misma oscuridad de siempre, estaba tan sedada que me sorprendía que pudiera todavía ser consiste de las personas a mi alrededor.

Volví a atener alguno que otro periodo de lucidez, de repente me sentía vacía, como si hiciera falta algo dentro de mí, solo podía pensar en mis hijos, trataba una y otra vez de levantar mis brazos y tocar mi vientre pero mi estado neurológico, ya de por si deplorable ahora se hallaba completamente inservible.

- respira con mayor tranquilidad – susurro una voz que lentamente comenzó a sacarme de mi anteriormente renombrado ensueño, reconocí facialmente la voz de pajarito de Alice.

- tiene un poco mas color – afirmo la otra voz que se encontraba presente, nunca la había oído, solo recordaba haberla oído días o semanas antes cuando la última cosa que tuve la desgracia de ver fue a Edward con su nueva mujer.

Gemí lentamente mientras el sopor comenzaba a abandonarme esta vez no me iba a dejar chuzar sin pelear, necesitaba saber que había pasado. Antes de que Alice o el otro desconocido pudieran reaccionar me incline en la cama sintiendo que el dolor en mi estomago me desgarraba por dentro. Grite otra vez con fuerza cuando sentí como si me hubieran rebanado el vientre con un cuchillo mal afilado.

Me lleve la mano que mas respondía las ordenes de mi cerebro inmediatamente a la parte baja de mi vientre descubriendo horrorizada que los bebes no estaban y a cambio de ellos una costura bastante precisa surcaba mi abdomen.

-Bebes…- pude pronunciar mientras sentía las manos de Alice en mis hombros y finalmente la vista comenzaba a aclarárseme - mis bebes… - hable con la lengua pegada a los dientes y al paladar otra vez- Lice….mis bebes – solloce por qué no estaban conmigo, por que finalmente y tal como todos los demás me habían abandonado, comencé a removerme para tratar de ponerme de pie.-

- Bella…no, aun no estás bien – Alice impidió que me pusiera de pie, cuando enfoque la sombra que estaba cerca de mi cama me di cuenta de que solo podía tratarse de Jasper Hale, su bienamado novio, quien seguramente por pedido de ella y nada más, se encontraba aquí en mi…habitación.

Apreté de las manos de Alice que sostenían con fuerza hasta que logre que se inclinara cas sobe mi.

- Alice…- mis manos húmedas se resbalaron en su rostro – Donde… donde… - Oh dios has que nada malo les haya pasado. – mis hijos… ¿donde están mis hijos?

- Bella yo…- Alice me miraba horrorizada, como si no supiera que decirme o hacer. En ese momento entro la enfermera con una agujita que parecía que iba a enterrar en el brazo de Míster Ed., de lo grande que era. Venia dispuesta a sedarme.

Empuje a Alice con todas mis fuerzas y trate de poner de pie para salir corriendo cuando sentí que Jasper me hacia una llave de tuerca por detrás. Grite y grite hasta quedarme ronca mientras Alice lloraba en los brazos de Jasper y la enfermera terminaba de llenarme de psicoactivos.

Esta vez el efecto fue demasiado inmediato. Otra vez estaba dormida.

Cuando volví a despertar trate de hacer todo lo posible por no entrar en histeria, deje mis manos sobre mi pecho como el cadáver que debía parecer y llame a Alice con la voz ronca, la garganta completamente en carne viva de tanto gritar.

- Alice? – grazne contra mi pijama mientras extendía una mano esperando que ella la tomara.

- estoy aquí – dijo ella tomándome la mano inmediatamente, volvía tratar de enfocarla ya que su imagen se apartaba de mi por momentos. – ¿donde están mis hijos? – pregunte una sola vez tan claro y nítido como podía.

- Bella… tienes que ser fuerte – murmuro ella `poniéndose de pie y acercándose más a la cama con la silla-

- que pasa… ¿qué quieres decir con eso?- pregunte esperando que la desesperación no comenzara a llenare.

- Bella…uno de los bebes…la niña…murió antes de que pudieran sacarla….parece que tuviste una perdida imprevista de…liquido amniótico y eso los asfixio, tuvieron que intervenirte de urgencias para sacarlos pero Bella…- Alice sollozo lo que yo no pude sollozar por que la garganta comenzó a dolerme en un grito mudo de negación – el niño está en la unidad de cuidados intensivos….Bella….tiene una infección en los pulmones…y los médicos…dicen que…no lo lograra.

Y ahí estaba, nuevamente recibiendo un golpe de frente del destino, ahogándome de tanto dolor como podía hacerlo un ser humano, y aun así tan viva como si mereciera algo de lo que estaba pasando.

-lo siento mucho Bella – sollozo Alice abrazándome con fuerza, pero aunque me moría de deseos de hacerlo no podía abrazarla…no podía, porque me había quedado paralizada tanto como si me hubieran puesto sedante pero este me impidiera moverme a comodidad.

- tengo que verlos…- dije solamente – Alice…- levante su cabeza de mi hombro – Llevame con ellos.

Alice asintió torpemente y trajo con ella después de unos minutos una silla de ruedas a la que me ayudo a subir lentamente.

Quería llorar, queria morir, pero las lagrimas no salían de mis ojos, acaso había llorado ya demasiado como para que mis ojos ya no produjeran lagrimas.

Alice me condujo por un pasillo largo y estrecho…cuando mire hacia el techo, con las ultimas secuelas de el sedante en mi pensé en que lo había visto antes, yo había estado antes en este hospital…era el Estatal…

Ahora no podía lamentar nada, no cuando lo único que me quedaba de valor aparte de la amista de Alice, la única razón que tenia para vivir, estaba terminando de luchar por su vida mientras su otra parte, su hermana estaba ya en el reino de los ángeles.

Divise una puerta que rezaba Unidad Neonatal. Alice toco suavemente y una de las enfermeras abrió.

- Señora Swan – dijo con la voz tensa dando un paso atrás. Luego se volvió a Alice – yo la llevare desde aquí, solo puede entrar una persona.

Alice obedeció reticentemente pero mis ojos ya se habían clavado en el que reconocí inmediatamente como mi hijo por la tierna pijama de ositos azules que había comprado para él. Samuel.

Tenía un montón de cables por todo su cuerpecito, estaba en una incubadora y respiraba….oh Dios, ahí estaban las lagrimas. Un tubo minúsculo respiraba por él.

Porque. Dios mío porque a ellos, ¿porque no podías llevarme a mí?, ¿cual es el propósito de que siga aquí estrellándome con cada prueba que pones en mi camino…?

Respire hondo mientras la enfermera me ayudaba a ponerme de pie y me daba indicaciones para lavarme las manos y meter las correctamente en las ventilaciones de la encubadora, para así tocar a mi bebe.

Era frágil y estaba horriblemente frio…la enfermera me decía que aun respiraba, pero su tono hablaba de algo mas….no iba a hacerlo por mucho tiempo.

No supe por cuanto más me quede allí, viendo sus ojitos cerrados, esos que nunca vería abiertos para saber si habían salido a mí o a su padre….

No, no debía pensar en el ahora, no cuando sabia que él jamás dedicaría un instante de su vida a pensar en mi.

Termino la hora de mi visita. Me volví hacia la enfermera y le dije sin emoción en la voz.

- ¿donde está mi hija? –

- se refiere a la melliza numero 1?- pregunto ella carraspeando al llamar de forma tan impersonal a mi hija.

- donde esta Samantha? - le di el nombre con el que había planeado bautizar a mi hija. Samantha Emmerald, aquella que ni siquiera había podido respirar el aire de este mundo y a quien jamás podía ver viva de nuevo.

- se encuentra en la capilla de San José…Su amiga ha estado coordinando todo lo de sus velaciones.

Me volví a mirarla, sintiendo como los parpados comenzaban a cerrárseme momentáneamente.

- ¿Donde es? –

Me dio las indicaciones pero deje que Alice las escachara para que me llevara.

Llegamos a la pintoresca pero pequeña parroquia incluida n el hospital y tan cuidada como una casita pequeña, ahí, en medio de la cálida sala, cálida por las velas que nos rodeaban, se encontraba acostadita en una cuna, la que debió ser mi hija. Me acerque a pesar de que Alice me dijera que no lo hiciera, pero yo tenía que verla, tenía que hacerlo o si no enloquecería.

Con la auida de ella me pude de pie de la silla de ruedas y me acerque al indefenso montoncito. Frio, tal como en mis pesadillas, esas quien comenzaban a hacerse realidad como una horrible peliccula de terror. Su cabecita pelona brillaba como el cobre, como su padre…

Un sollozo, el que había estado conteniendo se escapo de mi garganta resonando en eco en las paredes de la capilla, comencé a llorar sin control dándome cuenta de que el dolor afloraba las lagrimas y que no las podía detener mientras gritaba y maldecía al cielo y al infierno por haberse ensañado conmigo sin habré hecho nada. No había matado, no robaba, no corría, ¿porque a mí?

-¡POR QUE!- grite sin control apretando tanto a Alice contra mí que nos hicimos daño. – NNNNOOOO!- grito mi interior revelándose en mi boca mientras el mareo volví a apoderarse de mí.

Cerré los ojos cuando sentí que unos fuertes brazos me separaban de Alice y me cargaban en ellos.

- vámonos Bella - esa voz no era la de Jasper, pero ya no me sentía con fuerzas para identificarla, solloce contra el pecho de quien fuera. Mientras me sacaba de la capilla y me alejaba de mi hija muerta.

Entramos a mi habitación y me recostaron en la cama, me arrebuje entre mis cobijas mientras en mi pecho saltaba mi corazón y mi vida poco a poco terminaba de romperse.

Solo que en esta ocasión era para siempre.

03 de Junio de 2008

Fueron los días más largos de mi existencia, no dormí, comí ni bebí, Alice se hizo cargo del funeral de mi hija pero no se me permitió y por mi estado de salud. Pedí a Alice que tomara todo mi dinero y pidiera que le hicieran en mármol la figura de dos ángeles a la tumba de mi hija, tal como lo había soñado.

Visite a mi hijo los días en que se extendió su corta vida.

Pero no podía esperar más cuando el pediatra que los veía vino a verme en horas de la tarde, cuando seguramente Alice estaba ter minando de hacer los ajustes de la lapida.

- Señora Swan…. Samuel….acaba de fallecer -

Eran las crudas palabras que día tras día durante esas 72 horas había temido escuchar, y tal vez estaba tan preparada que se deslizaron sobre mí como una caricia de fuego que seguía consumiendo en constante tortura el guiñapo que había quedado de mí.

Desde ese momento no pude volverá a hablar. El cerebro se me había calcinado no respondía ir lengia, tal vez fuera algo psicológico, pero no pude volver a emitir sonido alguno aparte de mis sollozos graznidos.

Escribí una nota para Alice y pedí que una de las enfermeras se la entregara a Jasper cuando llegara.

Allí le pedía que retrasara la colocación de la lapida de Samanta y así poder enterrarla con su hermano.

Esa noche mire el cielo de mi habitación pensando en que era lo que iba a hacer a continuación. Tenía que ser cuidadosa, nadie podía enterarse de mí. A nadie le importara y así estaba bien.

El plan comenzó a tomar forma en mi cabeza, me ayudaban bastante las palabras de desprecio de Edward, las mentiras que me había dicho, el intento de violación de Ben y su amigo, y del hombre en el callejón del que el hipócritamente me salvo. Todo lo que habia padecido en mi vida se armo en un rompecabezas que al menos la mía si la dejo de fregada. El conteo subía y subía, cada parte de mí que los demás robaron, cada parte de mí que di sin saberlo y cayo pisoteado por aquellos que nunca entenderían nada.

Hasta ahora me daba cuenta de que no podía vivir en este mundo…no podía, porque estaba cansada, cansada agotada y completamente destruida.

Haciendo caso omiso de la cicatriz n mi vientre y el dolor que palpitaba desde ella me senté y me puse la bata del hermoso camisón blanco que Alice había traído para mí.

Sobre una de las mesas una de las enfermeras había dejado y talonario de formulas medicas del cual partiquina.

Puede que me hubiera enloquecido, pero incluso deseaba la ociara, perderme ene ya antes que en toda esa red de mentiras de la que fui parte desde que nací y de la que nunca desee nada….la locura podía cuidarme…

No, la clora no podía, yo era la unida que podía ayudarme,', ¿cuando alguien se limito a intentar averiguar que sentía yo? A quien le iba a importar si dejaba de existir, no dudaba de Alice, pero ella tenía a Jasper. Eso era más que suficiente.

Camine con los pies descalzos y largándome las botas. Me pase por enfrente de un estar de enfermería abandonado. Tome un sello que yacía allí y se lo pupes a la formula. También saque un bolígrafo y un libro medico que rezaba "vademécum"

Mis ojos comenzaron a buscar rápidamente en el hasta que encontré la palabra que era exanta.

"medicamentos para dormir"

No creía que fuera capaz de tomar dos o tres i fuera otro mi caso, pero ahora me hallaba sola en el mundo, no Alice ni Jasper, no Jacob, no nadie….

Escribí el nombre del medicamento y me guarde las lllamvez. Y deje todo en su sitio en el preciso momento en que las enfermeras se acomodaban en el estar. Me escurrí hacia el pasillo y me puse las pantuflas que había sostenido en mi mano.

Sin importarme nada mas eche a correr y me escabullí por la celaduría hacia la poca libertad que podía albergar.

Trote sin importarme el dolor en todo mi cuerpo, en mis piernas y en mi vientre, para mi era mejor dormir desangrada. Mis deseos de muerte ya se habían apoderado de mí, yo solamente no tenía nada que hacer aquí.

Había tomado algo de dinero, así que tome un taxi para que me llevara a mi departamento. Cuando llegue allí cerré todas las cortinas, eche llave a todas las puertas y ventanas y me encerré en mi habitación esperando que el tiempo pasara y el plan continuara en mi cabeza.

05 de Junio de 2008

"Me pase los últimos días preparándolo todo para mi partida, con excepción de hace unas horas, cuando vine de visitar a mis bebes, Alice hizo lo que le pedí, tal vez aun no sabe que me he fuego del hospital, tal vez piensa que regresare y me encontraran, pero ya es muy tarde para eso, fui encontrada una vez y desecha como algún juguete que ha perdido sus baterías.

Las tumbas rodeaban a mis hijos, me quedaba la satisfacción de que, al menos en su descanso eterno de cuerpos no estarían solos, y en breve yo iría a acompañarlos. Debo firmar con mi pseudónimo mientras la bañera termina de llenarse…. Y aquí voy… La que escribe hoy este diario es un compendio de varios pedazos de lo que fue una mujer. Hoy entiendo que mi vida no es más que un ciclo donde la tragedia se me repite de una manera más cruel, es como si no hubiera aprendido de mis dolores, de mis muertes pasadas.

No tengo alientos para resucitar, no vale la pena, y no solo por que el hombre de mis sueños se convirtió nuevamente en mi verdugo y me condeno otra vez a la soledad y al dolor. Y no es solamente por mi historia con Ben y su apuesta ni la de Edward Cullen y sus engaños por apoderarse de mi herencia. Es la historia que se me repite desde que nací.

No puedo contar conmigo misma, ni cuento con nadie a mí alrededor, solo puedo contar con el deseo de muerte que en este momento gobierna mi corazón. Mis dos bebes han muerto, mi padre y mi madre…supongo que han muerto… Edward Cullen me ha destruido.

Siempre creí que había aprendido a ser de goma pero hoy me doy cuenta de lo poco que se de mi misma y de lo mucho que los demás saben de mi. Me quiero morir, quiero ir con mis gemelos, quiero alejarme del mundo en el que mi vida no ha sido más que el sumidero de la basura de los demás. Lo siento tanto Samantha y Samuel, siento no haber sido mejor madre, siento haber sido la culpable de sus muertes, siento no haber sido el recipiente apto para que ustedes crecieran bien, y siento no haber sido lo suficiente mujer para que Edward se quedara a mi lado. I. Swan.

Y ahí quedaba, la ultima transcripción de lo imbécil que había sido, me merecía esto por crédula por tonta y estúpida. Merecía caer desde la gran altura a la que pretendí volar.

Firme por última vez el diario que me había animado a empezar a llenar hace un año. Aquel en donde estaba consignada mi vida desde que lo conocí. Hace un año no podría haber llegado a imaginar que mi vida cambiaria de esta manera, si antes había sido una mierda ahora era mucho pero que eso, mas basura, basura utilizada y rota, como me sentía yo.

"no quiero volver a verte."

"no…entiendo"

"me aburres, no quiero estar cerca de ti un segundo mas, ya tengo lo que quería de ti, el maldito dinero que mi padre te heredo, ya no me sirves para nada. Te quiero fuera de mi casa, de mi vida y de este despacho en este momento."

Los ecos de la última conversación que había tenido con Edward hacia ocho meses atrás estaba en mi conciencia, sus sucias palabras silenciaron la noticia que había ido a darle ese día. Que estaba embarazada de él.

Eso no importaba ahora. Nada lo hacía.

Mire el frasco de pastillas que acababa de tomar. Trazodone. Las que había tomado del libro. Todo el frasco de 50 pastillas, que me fue vendido bajo la fórmula falsa que selle con el nombre de una médica.

El pulso había empezado a temblarme y el mundo ya se estaba cerrando sobre mí en esa pequeña habitación que fue mi hogar durante los seis meses que duro mi embarazo. La bañera estaba llena. Mi cuerpo iba a dejar de funcionar limpio. Para dejar que las llamas del infierno quemaran con menos dolor sobre mí. Mis ojos estaban inflamados. El cuchillo en mi mano palpitaba al mismo lento ritmo de mi corazón.

Samantha y Samuel. No los dos fetos. Eran mis hijos. Muertos por un aborto natural. Por culpa del. No, no era su culpa, era la mía, jamás debía haber caído en su trampa pero él supo conquistarme. Destruirme. Aniquilarme.

Mire el cuchillo que había traído de la cocina, una breve lección en wikipedia me había enseñado sobre la anatomía del sistema circulatorio, y de la mejor manera en que podría cortar para que no quedara una sola gota de sangre dentro de mi cuerpo. No espere mas decisiones, las voces dulces de mis hijos comenzaron a llamarme. Al mismo tiempo el frio de la hoja perforo la frágil y azul piel de mi vena y arteria radial derecha y luego la izquierda

"llévame rápido" pensé.

Con parsimonia mis pasos me llevaron a la bañera, con el camisón me metí allí, el agua caliente me dio la bienvenida, un poco de comodidad antes de que mis venas y mi cuerpo se drenaran por completo. La voz de Edward perforo mi cabeza

"¿de qué hablas?"

"creo que cuando no hay más razones para permanecer en este mundo la vida simplemente debería dejar de existir"

"no comprendo"

"si no tuviera razones para vivir yo misma terminaría con mi vida"

"estas hablando de matarte"

"si, es la manera más fácil de acabar con el sufrimiento"

Cuando confesé esa verdad a Edward después de nuestras segunda noche de amor nunca imagine que la iba a llevar a cabo en ese momento. Me parecía tan extraño y a la vez normal el hecho de tenerlo presente justo ahora, pero no debía. Contrólate.

Un pitido seguido de un sordo adormecimiento se apodero de mi, el momento estaba llegando y aparte a Edward de mi cabeza, solo quería pensar en mis hijos y en el mundo que jamás llegaron a visitar vivos.

Mi cabeza, sin fuerza en el cuello para ser sostenida cayó y se hundió en el agua no me importaba ya que hacía casi dos minutos antes que había dejado de respirar. La hora de mi muerte había llegado.

Lo último que registro mi cabeza fue el sordo sonido de la puerta del piso de abajo al chocar contra la pared y luego mi nombre en un angustiado grito. Pronunciado por la voz que no quería oír pero que ni siquiera en mis últimos momentos de vida era capaz de sacar de mi cerebro

La voz de mi propio infierno personal. Mi ejecutor. Mi verdugo.

Mi muerte.

Edward Cullen, irrumpiendo nuevamente en mi vida….para atormentarme.



lunes, 13 de diciembre de 2010

Te Presento A Mi Amante

Capitulo 17: Noticias inesperadas

Edward POV

Si alguna vez había pensado que mi vida no podría ser más miserable al lado de Tanya, estaba equivocado. Habían pasado dos semanas desde que había salido de Forks con la esperanza de divorciarme pronto de mi esposa. Alice llamó un día después de haberme ido para decirme que había encontrado al probable padre del hijo de Tanya y uno de sus amantes. Brinqué de felicidad. Esto parecía iba a ser mas fácil de lo que había imaginado.


Sin embargo ese hombre, del que ahora dependía mi felicidad, tenía que regresar a Europa a cerrar uno de sus negocios, pero mañana regresaría y entonces si tendría un testigo para terminar con este matrimonio lo más rápido posible. Pero sobre todo podría regresar con Bella, con la mujer que amaba más que a nadie en el mundo.


Estaba tentado a mandarle un mensaje de texto, un correo, y claro tenia ganas de tomar un avión directo a Forks, pero me aguante las ganas y no hice nada, nada mas que pensar en ella una vez mas, mientras la vista del pent-house, con sus edificios iluminados se volvían borrosos y solo estaban esos ojos cafés viéndome con ternura, con amor y con deseo.


Mis pensamientos fueron interrumpidos por la puerta que cerró de golpe, Tanya entro con miles de bolsas, otra vez.


— ¿Te divertiste? —pregunté simulando interés por ella.


—Claro, que mujer no se divierte pasando una y otra vez la tarjeta de su marido —se acercó a mí y me besó rápidamente en los labios para después regresar con sus bolsas—. Mira lo que te compré.


Sacó de una bolsa una camisa verde canario que le habría dañado la vista a cualquiera. Simule una sonrisa y la tomé en mis manos.


—Gracias —dije simulando mi desprecio por la camisa, supuse que fue lo ultimo que encontró en la tienda, y como no traía absolutamente nada para mi la tomó y decidió vestirme como payaso.


—De nada amor —dejó la bolsa y tomo otra color rosa, saco un conjunto sexy de encaje en color negro—. Y esto es para mí, bueno es para los dos, dejaré que lo disfrutes antes de que me lo arranques con los dientes.


Sonrió seductoramente, aunque esa sonrisa hacia mucho que había dejado de tener efecto en mi, y pensé en una excusa para no tener que "arrancárselo".


—Voy a ponérmelo, tu prepara un poco de vino, y vete quitando la ropa —me guiñó un ojo.


—Tanya no creo que eso sea buena idea —me vio con ojos desconcertados.


— ¿Por qué no?


—Mañana tenemos un desayuno… muy temprano, con mi padre.


— ¿Y?


—Tenemos que levantarnos temprano, tenemos que descansar.


—Entiendo amor, pero para diez minutos que te va a tomar no creo que nos desvelemos mucho después de eso —dijo con una simulada inocencia, y acababa de herir mi orgullo de hombre ¿diez minutos? Alcé una ceja.


—Simplemente no tengo ganas —ya que mas daba si la trataba bien o mal, durante tres semanas había fingido soportar su presencia, sus besos y sus pocas caricias para sacarme de la cartera la tarjeta de crédito, pero si mañana terminaba esto que mas daba pelearme con ella el día de hoy.


— ¿Es por ella verdad? —Dijo con los ojos llenos de lágrimas, a veces actuaba tan bien, que empezaba a creer que en verdad me quería—. Aunque digas que solo fue una aventura, esa Isabella sigue entre los dos.


Tomó sus bolsas y se fue al cuarto, así que decidí cambiar los planes, llamé a Carlisle quien vendría con el tal Félix y los cité en el departamento, no quería escenas con Tanya en ningún restaurante, aunque eso habría estado bien, a ella no le gustaban las escenas publicas, las humillaciones, y eso seria un buen castigo, pero yo seguía siendo un caballero aunque ella no fuera una dama.


Esa noche dormí en el cuarto de huéspedes, y soñé con Bella, estábamos en la cabaña donde habíamos pasado nuestra noche juntos, y había una niña de cabellos cobrizos como los míos, paseando a un niño más pequeño de ojos verdes. Bella y yo los mirábamos desde el porche.


La mañana siguiente desperté feliz, y por alguna razón extremadamente nervioso, fui al cuarto principal a despertar a Tanya y disculparme por la noche pasada, traté de convencerla de que Bella no significaba nada en mi vida, pero sobre todo trate de que se levantara y se arreglara para recibir a mi padre. Nos bañamos, por separado aunque ella insistió en que lo hiciéramos juntos, afortunadamente mi padre llego, y con el pretexto de quedarme a darle la bienvenida ella desistió. Cuando por fin estuvimos en el comedor y Tanya vio cuatro lugares.


—No sabia que también venia Esme.


—No —contestó Carlisle— mi esposa se quedó en Forks.


— ¿Y entonces quien viene a desayunar? —Preguntó alzando una ceja— ¿Mi cuñada Alice?


La hipocresía le brotaba por los poros, en ese momento el timbre sonó, mi pulso se aceleró y me levanté a abrir la puerta y ahí estaba un hombre alto con aire europeo. Al entrar al comedor Tanya palideció al verlo.


—Hola Tanya —sonrió Félix.


— ¿Qué… qué haces aquí? —tartamudeó Tanya.


—Verás Tanya —respondí por Félix— él está aquí para hacerse cargo de tu hijo.


No pude evitarlo y sonreí, aunque mi sonrisa no duró mucho cuando Tanya habló de nuevo.


— ¿Cuál bebé? —pregunto con una sonrisa mas que estúpida en su cara. ¿Cómo que cual bebé? El que llevaba en el vientre desde que me había engañado infinidad de veces con este hombre en Ibiza, ese bebé.


—Estas embarazada ¿o no? —pregunté con voz ronca, no podía creer que en eso también me había engañado.


—Estaba —corrigió Tanya— o sea que ya no.


— ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Carlisle.


—Le cuento —cruzó una pierna y tomó un pedazo de fruta para llevárselo a la boca, como si nos fuera a platicar la serie que vio anoche en le televisión— resulta que ese cuento de que Edward me amaba, que quería volver a hacer su vida conmigo y hacerse cargo de un niño que no era suyo simplemente no me lo creí. Así que al llegar aquí me deshice de el.


Sonrió y tomo un sorbo de jugo. Para continuar.


—Ahora, antes de que tu interpusieras una demanda por infidelidad lo hice yo, no tarda en llegarte el aviso con mis abogados, o y también uno a la zorra de tu amante, si es posible vendrá el pueblo entero de Forks a atestiguar que soy una esposa abnegada que fue traicionada por su marido con una estudiante.


Fue entonces que me di cuenta de que Tanya era mas lista de lo que había imaginado, y que este asunto se me había salido de las manos por completo, pero sobre todo que ahora Bella, la única persona que quería fuera de todo esto, estaba a punto de meterse hasta el fondo.


Bella POV


Habían pasado tres semanas desde que Edward se había marchado, lo extrañaba inmensamente y apenas tenia noticias de él. Alice me había dado la gran noticia de que Félix era el papá del niño que Tanya estaña esperando y se había ido a Nueva York acompañada de Carlisle. Esme había decidido quedarse conmigo para infundirme ánimos. La escuela estaba por terminar y aunque también Emmett, Rose y Jasper me apoyaban yo me sentía infinitamente sola.


Por un lado el hombre que yo amaba estaba a miles de kilómetros de distancia con su esposa, y aunque esto de ser la amante parecía estar a punto de terminar, no podía de dejar de extrañar su presencia, su rostro insoportablemente hermoso, o su suave aliento recorriendo mi piel una y otra vez. Quería con todas mis fuerzas que sus brazos se cerraran a mi alrededor, sentí mis ojos arder con las lagrimas que se acumulaban en mis ojos deseosas por salir. Y por otro lado estaba Charlie, había intentado hablar con él pero no me permitió pasar, en sus ojos ya no había enojo, pero había algo mucho peor: decepción.


Me levanté de la cama y me dirigí al baño, sentía los ojos hinchados y cansados, no sabia si eran las lagrimas o era el sueño, no había dormido bien los últimos días, parecía estar en un lapso depresivo en el que lo único que quería hacer era dormir, dormir mucho.


— ¡Bella! ¿A que hora bajaras a desayunar?


— ¡Cuando yo quiera! —le grité al molesto de mi hermano, era irritante que ni en pleno sábado pudiera levantarme a la hora que yo quisiera.


Me di un baño rápido y bajé a desayunar con ropa limpia, pero pijama al fin.


—Que carita, parece que te arroyo un autobús y después te comió un lobo y después te vomito —la sonrisa estúpida en la cara de Emmett era insoportable, mas insoportable de lo normal.


—Supongo —me encogí de hombros— después debió hacer lo mismo con tu cerebro.


— ¿Vas a desayunar? —preguntó ignorando mi comentario y dejando sobre la mesa un plato con waffles.


—Uh —hice un gesto al percibir el olor nauseabundo del plato— eso huele asqueroso, prefiero un par de huevos.


—Puedo aceptar que insultes mi inteligencia pero jamás mis waffles —la cara de Emmett estaba indignada— ¿Qué tienen de malo? Los acabo de preparar


—Debiste revisar la fecha de caducidad antes de prepararlos —mire el plato nuevamente— en serio Emmett, si no quitas eso de aquí voy a vomitar.


—Está bien, pero tú te preparas tus huevos, ah por cierto te llego una carta.


¿Carta? Siempre pensé que eso ya no se usaba, que la era de la tecnología nos había alcanzado y que el correo solo se utilizaba para deudas y citatorios, así que no podía ser nada bueno. Sobre la mesa junto al teléfono había varios sobres con las cuentas de teléfono, luz y sistema de cable, uno en específico dirigido a mí, con el símbolo del gobierno de los Estados Unidos.


Mi corazón comenzó a latir rápidamente, recientemente no había cometido algún delito, pero intuía de que se trataba, y aunque Edward me había jurado que no tendría que meterme en ese asunto tal vez me necesitaba, pero por que no me había avisado el que llegaría este sobre. Lo abrí temblorosa y comprobé lo que tanto temía, necesitaba presentarme a declarar en el juicio de divorcio de Tanya Cullen en contra de Edward Cullen.


Pero acaso las cosas no deberían ser al revés, no debería ser el quien interpusiera la demanda, en todo caso el plan de Edward no habría funcionado y ella se le había adelantado, y lo peor de todo, ahora yo era llamada para que me cuestionaran sobre mis amoríos con el marido de la victima… Tanya. Esto estaba mal, comencé a temblar, sentí que la sangre abandonaba mi cara, mi cuerpo, y lo último que sentí fue el piso debajo de mi, frio y duro.


Desperté en el hospital, gemí despacio. Odiaba los hospitales, y a menos que el cerebro se me haya salido al desmayarme, no encontraba una razón para haberme trasladado al hospital. El exagerado de mi hermano debió ser el culpable de esto. Por un momento olvide el por que me había desmayado, y entonces recordé el citatorio y me pregunté ¿Qué demonios iba a hacer? Obviamente no podía solo ignorarlo y no presentarme, tendría que estar ahí ¿pero para decir que? Tenia que hablar con Edward, al menos con Esme o Alice para que me dijeran que estaba pasando.


Me levante de la cama donde me tenían exageradamente acostada, pero justo en ese momento entró mi hermano junto con Esme y Alice.


—Ya era hora de que despertaras —dijo Emmett mientras me hacia recostarme de nuevo en la cama— ¿Por qué te desmayaste eh? No sabia que hacer contigo, tuve que llamar a medio Forks para que me ayudara contigo.


—No lo dudo Emmett, cuando eras niño y te atoraste el pie en el piso de la cocina estuviste a punto de llamar al FBI a que investigaran a ese hoyo asesino —me reí, quería por un momento olvidarme de lo que se me venia encima.


— ¿Cómo te sientes corazón? —preguntó Esme con ese tono maternal que me hizo extrañar a mi madre mas que nunca. La necesitaba, sabia que me habría regañado por lo que hice, pero después me hubiera apoyado incondicionalmente.


—Estoy bien, solo fue un pequeño desmayo por… el remolino de emociones que me llego en ese momento, supongo que ya saben que paso.


—Emmett nos conto —dijo Alice sentándose en la cama y tomando mi mano— pero todo saldrá bien, hablé con Edward, Tanya abortó al bebé, nunca creyó lo que Edward le dijo sobre darse otra oportunidad e interpuso la demanda primero.


Suspiré, esto apenas estaba empezando.


—Pero Bella debes ser fuerte, no debes dejarte caer hoy más que nunca por que…


—Yo le digo ¿si? —chilló Alice.


—Yo quería decirle —se quejó Emmett.


—Pero yo lo pedí primero —argumentó Alice.


—Pero yo tengo lazo sanguíneo con ella, tengo más derecho. —Parecían niños pequeños jugando a "mi casa es más grande que la tuya".


—Niños por favor… —Esme quiso intervenir pero ninguno de los dos le hizo caso.


—Juguemos piedra, papel o tijera —sugirió Alice.


—Prepárate para perder —sonrió mi hermano.


Alice se levantó de la cama y empuño su mano al igual que mi hermano. Y después de decir las palabras mágicas Alice puso papel y mi hermano piedra.


— ¡Si! —Brincó Alice— lo sabia. Bueno quiero silencio y que alguien le tomé una foto a su cara después de que se lo diga.


—Alice por favor —regaño su madre.


— ¿Me vas a decir de una vez o tengo que desmayarme de nuevo? —pregunté molesta y curiosa.


—No, no lo hagas —Alice se sentó de nuevo junto a mi y tomó mi mano entre las suyas— Bella… estas embarazada ¡voy a ser tía!


Sentí que brincaba en la cama, también sentí la sangre abandonar mi cuerpo de nuevo, aunque esta vez me quede sobre la cama, esta vez no caí al suelo.





sábado, 11 de diciembre de 2010

Feliz Cumpleañoos Siss!

Sisss hermosaaa muchisimaaas felicidadeees!

Perdoon por felicitartee tan tarde pero no estaba en mi casaa :( de cualquier forma sabees que te quieroo muchisimoo y me acorde desde hacee diaas

Espero que este día y todos los diaas de tu vidaa te la pases súper bieen y que seas muy feliz porque te lo mereces mi niña..

Yo tengo mucho que agradecerte porque sino fuera por ti no seria tan viciosaa jajajaja graciaas a tii conoci este mundo de twilight y siempre te lo agradeceré. A pesar que no somos hermanas de sangre si lo somos de cariño y de corazón .. yo te quieroo muchisimoo y eres una parte muy importante de mi vidaa
Graciaas por compartir cosas tan importantes conmigoo hermosaa, que dios te cuide y te bendigaa siempree y a festejaaar siss jajajaj

Te dejo esta fotitoo que te hice con mucho cariño, no tengo muchas fotos tuyaas pero quise plasmar algunas de las personas importantes en tu vidaa y me incluí :$ jajaja espero te guste

TQM hermanitaa (K)

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pecados Carnales

Capítulo 12 Tiempo al tiempo

Cuatro años más tarde

- Tienes que denunciarlo

Me había dicho Ángela mientras mi madre aún se paseaba por la habitación sin decirme nada, sin hacer nada

- No puedo, él es el padre

Le contesté casi con un hilo de voz, aun shockeada por lo que había hecho Edward. Tenia la extraña esperanza que volviera, que se arrepintiera, tan solo quería que me devolviera a mi hijo. Me largue a llorar descontroladamente ante la sensación de vacío que estaba experimentado.

- Ya no llores, ¡madre haz algo!

Grito colérica Ángela abrazándome.

- No hay nada que hacer, tal vez es mejor así

Contestó acercándose hasta mí. Yo la miré confundida con lágrimas en los ojos.

- Piensa Bella, aún puedes redimir tus pecados, tal vez esto es una señal que Dios te esta dando

- De que señal hablas, ¡por favor!

Grito mi hermana apartándola de mi lado. Me tomo la cara entre sus manos y me miro a lo ojos

- Él es el culpable no tú me entiendes

Me dijo y trate por todos los medios de odiarlo pero no podía. No podía pensar con odio o resentimiento. Mi madre tenía razón yo estaba siendo castigada por mis pecados, lo que me había pasado era mi castigo.

- Tal vez ella tiene razón, tal vez me merezco esto que esta pasando

Le susurré a Ángela y esta perdió la paciencia, me dio una bofetada en la cara sin poder contenerse pero ni siquiera la sentí, nos miramos yo aún estaba en shock acostada en mi cama con la mano en el rostro, mi hermana se acercó y me abrazo.

- Perdóname no quise hacerlo, es sólo que… cómo puedes pensar que es justo, él te arrebato a tu hijo y tú piensas perdonarlo, piensas dejarlo así, vas a renunciar a tu hijo

- Sí

Y como me arrepentí de haber escuchado a mi madre, hoy estando en la tumba de ella era la primera vez que podía sentirme aliviada, liberé todo ese odio tan profuso que me había consumido todos estos años, al saber de su muerte mi alma estaba en paz. Mi propia madre me había destruido y de la peor forma – una madre no hace eso – le reclamé mientras tiraba las flores en su tumba y me marchaba.

Había perdido lo más preciado para mí creyendo que era mi condena, ¿pero condena de qué? me pregunté. Había sido una estúpida al no haber hecho nada, aún cuando me había enterado que ella había ayudado a Edward para que me quitara legalmente a mi hijo la había perdonado y justificado. Si, en esa época estaba mal, demasiado mal y tendría que pagar el precio de mis errores por siempre. Mientras manejaba por las calles en dirección a la casa de mi hermana mi teléfono celular sonó.

- ¿Hermanita, ya vienes en camino?

Me preguntó Ángela por el otro lado de la línea.

- Acabo de dejar el cementerio ¿Por qué?

Le pregunté doblando en una esquina para tomar rumbo a su casa.

- Se me olvido pasar al supermercado podrías ir tú, yo ya estoy en casa.

- Esta bien pasaré

Le dije resignada a tolerar las largas filas y el tumulto de gente a la cual todavía no me acostumbraba pasar casi tres años recluida en un convento, lejos del mundanal ruido era distinto a vivir en una ciudad como Londres llena de gente, todos siempre con prisa y recluidos en sus propios problemas, justamente esa paz y tranquilidad que se tenía apartada del resto de la gente era lo único que extrañaba y en cierta medida añoraba de mi auto reclusión y a pesar que esta fue no para convertirme en monja, agradecí que el Padre Alfonso hubiera intervenido para que me permitieran haber estado junto a ellas por todo el tiempo que demoré en perdonarme a mi misma y perdonarlo a él – Sí fue la mejor decisión que había tomado en toda mi vida – susurré porque esa paz y tranquilidad que había tenido, había sido necesaria para sanar mi alma para volver a juntar mi corazón y mi vida.

Era mitad de diciembre y se aproximaba navidad; todo mundo estaba con las compras a último minuto, así que sería una odisea poder salir de ese supermercado temprano – Ángela… Ángela… tú siempre con tus últimas compras – murmuré mientras entraba y buscaba un carro disponible, lo que parecía imposible en ese mar de gente. Esta época del año me traía cierta nostalgia, ver a todos esos niños contentos por sus regalos y pendientes de lo que les traerían lograba calar hondo en mi interior y me desestabilizaba lo suficiente para que mi corazón sangrara por su ausencia.

Pasar la navidad con Ángela y su esposo Emmett no me entusiasmaba en lo absoluto, al contrario verla casada con el mejor amigo de él, solo me traía recuerdos, recuerdos que quería olvidar y enterrar para siempre, sólo así podría resignarme a vivir mi vida lejos de mi hijo, lejos de lo que pudo ser mi familia feliz.

A pesar que su amistad se había terminado luego de lo que él había hecho, prefería no tener contacto con nada que me recordará ese pasado que tanto tiempo me había tomado dejar escondido en algún rincón lejano a salvo del dolor. Solo por las noticias me enteraba de lo que sucedía con la vida de ellos, eso era lo único que no controlaba y de lo cual no podía huir, casi como un recuerdo funesto de un pecado cometido las fotografías de Edward con mi hijo en los periódicos y revistas se presentaban antojadizas frente a mi y hacían la agonía más tortuosa y difícil de llevar sobre todo en épocas como estas.

De vez en cuando, motivada por la curiosidad y ese instinto materno que no había podido callar nunca que mezclado con arrepentimiento me motivaba a recortar fotografías de mi hijo en sus brazos las cuales pegaba en un álbum que había decido llevar para así sentirme en parte partícipe de su vida como una extraña.

Quería sentirlo cerca pero lamentablemente no había tantas fotos de mi hijo como las había de él con sus novias de turno. Y hoy no era la excepción, apenas puse un pié dentro del supermercado, advertí la revista colgando y dando de frente hacia mí de manera caprichosa. Como luciéndose a propósito para que la leyera y la tomará entre mis manos, para voluntad del destino así lo hice, igual a como lo había hecho durante estos largos cuatro años, desesperada por una historia que completará la mía propia, la de mi familia, la de mi hijo, la tomé.

Tarde me dí cuenta que esa revista no contenía ninguna fotografía de mi pequeño sino sólo de Edward junto a una hermosa chica de pelo cobrizo, que me parecía extrañamente conocida, traté de hacer memoria mientras leía el titulo y deslizaba mis dedos por esas grandes letras, fundadas en un amarillo vistoso. "Edward Cullen nos cuenta acerca de su inminente matrimonio" era la dilapidadora verdad y mi corazón se apretó como se había encogido varios años atrás en su fiesta de cumpleaños. A pesar de todo el daño, de todo lo que había sucedido, de todo lo que él había hecho, una parte de mí aún reclamaba por sus caricias, por sus besos, por su amor. Yo podría haber sido la chica en la fotografía - esta iba a ser mi familia - me dije volviendo a poner la revista en su lugar, suspiré cerrando mis ojos en un intento de contener la nostalgia y la pena, estaba tratando de acallar ese sentimiento en mi corazón, tenía que dejarlo ir por mi propio bien.

Realmente no me preocupaba que él se casara, podría vivir con eso pero lo que si me preocupaba, al punto de elevar mi angustia a niveles impensados era la consecuencia de que él uniera su vida con otra mujer. Esa nueva chica en su vida pasaría a ocupar mi puesto, mi puesto como madre de mi único hijo. Un hijo para él cual yo era una completa extraña, tal vez una muerta. Porque no sabía qué le había contado él acerca de mí y apostaba a que no era nada bueno.

Mientras caminaba por los pasillos del supermercado tratando de acallar esos pensamientos, un sentimiento de inquietud se apodero de mí y por media fracción de minuto quise correr hasta la prensa y contar mi parte de la historia, quería destruir con eso su carrera hacerle pagar el daño y la tristeza en la que me había consumido gracias a su castigo pero me tomaba esa misma fracción de minuto, darme cuenta que si llevaba las cosas ante un tribunal el que saldría perjudicado con todo ese escándalo sería mi hijo.

- Lo siento, no puedo darte buenas noticias, él tiene la custodia completa y los papeles aparecen firmados por ti, Bella usted renuncio al cuidado de su hijo y no hay nada que se pueda hacer al respecto.

Me dijo el abogado al cual había consultado hace exactamente un año atrás, cuando finalmente había tenido el coraje de pelear por mi pequeño Anthony.

- Pero yo no lo hice conciente, mi madre me engaño

Protesté y su mirada compasiva me confirmo que no importará lo que dijera, no había vuelta atrás respecto a ese tema de la custodia.

- ¿Puedes probar aquello?

Me preguntó con un brillo esperanzador pero baje mi vista sumiendo mi futuro en un manto negro.

- No

Respondí frustrada, mi madre había sabido hacer su daño y sin duda él había tenido a la mejor aliada en toda la historia para lograr su propósito de castigarme.

- Sin pruebas sólo será un escándalo, perjudicará su carrera sí pero la custodia seguirá siendo de él, sin contar que toda tu historia saldrá a relucir y sólo te perjudicará a ti, ante un tribunal tu no eres una buena madre ni alguien estable para criar a un hijo.

Fue la conclusión que me dijo y que yo sabía muy bien pero que esperaba alguien pudiera revertir. Lo cierto era que tenía todo en mi contra, mi intento de aborto, mi pasado religioso, mi vida entera confabulaba en mi contra en estos minutos. En cambio él era la blanca paloma de los dos, un padre abnegado que se hizo cargo de un hijo que yo no quería.

- Lo entiendo

Ese día había sido uno de los más difíciles, como había sido tan estúpida al creer en la bondad de mi madre me reproche a mi misma, resople tratando de contener la rabia y me dedique a realizar las compras.

Estaba absorta en uno de los pasillos decidiendo que producto llevar, cuando un sonido de un repique atrajo mi atención, al enfocar mi vista en el objeto que lo producía, me percaté que se trataba de un pequeño balón rojo que llego rebotando a mis pies. El corazón se me apretó y usualmente era igual cuando niños pequeños andaban a mí alrededor, no podía evitar no pensar en mi hijo. Fantaseaba por escasos segundos en como habría sido mi vida junto a mi pequeño hijo de haber permanecido a mi lado. Me sonreí tomando la pelota entre mis manos para entregarla al dueño o dueña que de seguro no debía estar muy lejos de ahí.

Unos pequeños pasos atolondrados se sintieron y mis labios se curvaron en una sonrisa, me di media vuelta para encarar quién se aproximaba cuando mis ojos se encontraron con el cuerpecito de un niño de aproximadamente cuatro años y medio, sonreía travieso y su mirada era dulce y completamente transparente, me quede contemplándolo mientras se acercaba a toda prisa, sus ojos achocolatado me cautivaron.

Me miró tímidamente mientras se llevaba un dedo a la boca indeciso de acercarse o no y eso me derritió por completo, me agache para estar a su altura y le ofrecí el balón sin hablarle, en un acto reflejo que me descolocó, el pequeño abrió sus manos y me estrecho entre las suyas apretándome con toda la fuerza que tenía. Mi corazón dio un brinco de alegría y eso jamás me había pasado antes con nadie. En cierta medida era como el abrazo esperado por tantos años, lastima que no era de mi hijo reflexioné. Lo abrace de vuelta y me quede estática, absorta entre aquellos bracitos pero una voz demasiado conocida para mi me hizo regresar a la realidad y mi corazón se congelo por segunda vez en mi vida.

- Anthony… te dije que no corrieras… lo siento, es un poco inquieto, ¿Le hizo algo?, compraré lo que haya quebrado mi hijo.

Exclamó disculpándose y automáticamente abrí mis ojos en sorpresa. Me levante abruptamente alzando en mi regazo al niño que me había abrazado efusivamente hasta hace unos segundos atrás y aún sin darle la cara a mi interlocutor, clave mí vista en el niño, el latido de mi corazón se acrecentó y una imagen en particular, de un recorté en especial se vino a mi mente, abrí mis ojos de par en par: él era mi hijo.

Con un movimiento lento y tratando de mantener mi cuerpo quieto, me giré para encarar al dueño de aquella voz que yo conocía muy bien. Nuestros ojos se encontraron, sus ojos verdes no habían cambiado en nada, eran tan profundos como los recodaba, sus facciones eran las mismas que antes, sólo estaban mezcladas con el asombro que le provoque, su reacción fue casi instantánea al igual que la mía, quería escapar, correr, huir donde nadie pudiera quitármelo esta vez.

- ¡Dámelo! - demandó con evidente pánico aún mirándome fijo cuando advirtió que no lo haría habló de nuevo - Bella, por favor – agrego desesperado ante lo que yo pudiera hacer.

- No – conteste sacudiendo mi cabeza lentamente confundida por la situación - jamás vas a volver a separarlo de mí

Exclame retrocediendo sobre mis pasos con mi hijo en mi regazo; Edward se acerco instantáneamente tratando de acorralarme a cada paso que retrocedía, acortando la distancia entre nosotros. Su semblante era de cautela y serenidad pero sus ojos gritaban desesperados, había miedo en ellos. En ese minuto mi hijo rompió en llanto, asustado por la reacción que estaba teniendo su padre.

- Estas asustándolo

Me previno pero su voz sonaba tan lejana, yo seguía retrocediendo y rogando a Dios porque las piernas no me flaquearan cuando emprendiera la retirada, estaba decidida a llevarlo conmigo.

- ¿¡Bella!

Me llamó temeroso tratando que mi vista se enfocará en él pero yo permanecía absorta, solo había una palabra en mi mente: escapar

- Dámelo, él no sabe quien eres, solo lograrás asustarlo más

Agregó estirando su mano para rozar el cuerpo de nuestro hijo pero yo lo aparté de su lado, precavidamente lo puse en mi otro brazo lejos de su alcance. En ese minuto quería hacerle lo mismo que él había hecho, quería que sintiera la misma sensación que yo había sentido cuando había sido él quien me había arrebatado a mi pequeño hijo de los brazos, aquel día hace cuatro años.

Pero la sensatez y la cordura me llamó a la razón, el llanto descontrolado de mi pequeño me hizo considerar las opciones, yo para él era una extraña alguien que no había visto nunca y que estaba a punto de arrebatarlo cruelmente del lado de su padre.

Miré de reojo como extendía la manitos desesperado por alcanzar las de Edward y finalmente me dí cuenta que esta vez no estaba lastimando al hombre frente a mi sino que a mi hijo, un ser inocente e indefenso. Me acerque no tan convencida y con el corazón sangrando por el dolor de haber tenido tan cerca la opción de recuperarlo para siempre. Se lo entregue suavemente, él lo tomo entre sus brazos y la reacción de mi hijo me dejo perpleja, se enterró en su cuello como queriendo escapar de mi.

- ¿Cómo pudiste hacerme esto?, ¡yo no lo merecía!

Fue lo primero que recrimine con un grito ahogado e histérico, atrayendo la atención del resto de los clientes. Lo miré con furia, tenía un nudo en la garganta y apenas podía hablar de la rabia que había contenido todo estos largos años.

- Lo sé… pero – me contesto tomando aire y rehuyendome la mirada - baja la voz, por favor, este no es el lugar ni el momento para hablarlo

Me pidió secando las lágrimas de nuestro hijo que ya se había calmado y me miraba retraído y temeroso.

- ¡No me importa!, hace mucho tiempo que dejaron de importarme las apariencias, y a ti ¿desde cuándo te importan?

Siseé mirándolo a los ojos, traté de bajar la voz pero con el único propósito de no asustar más a mi hijo.

- Estas molesta y tienes toda la razón de estarlo pero te lo pido…

Comenzó a explicar pero yo lo interrumpí.

- ¿Molesta?

Espete irónica entre dientes, mirándolo en descrédito, iba a acercarme más a él cuando una mujer nos interrumpió y ante mis ojos un flash de recuerdo se presentó. Su cara era conocida, era la misma de la revista de hacía un rato y era la misma con la que lo descubrí en su cumpleaños, varios años atrás.

- Edward, ¿Qué sucede?

Preguntó mirándome y cuando advirtió quien era yo, apretó el hombro de Edward nerviosa quien la miro de reojo y luego volvió su vista a mí.

- Conversemos afuera, por favor

Me pidió apremiado. Y yo no quitaba la vista de la mujer frente a mí – no se porque te sorprendes, era lógico – me grito una vocecilla interna y la rabia mezclada con la desilusión me inundo.

- Bella, por favor

Insistió su voz tranquila y cargada de cierta tristeza me trajo de vuelta a la realidad y suspire, pasé saliva apretando mis manos, quería golpearlo, que todo mundo se enterara de lo que había hecho pero finalmente me calme y accedí a salir del dichoso supermercado. La chica, de la cual no conocía su nombre, se mantuvo al otro lado de él en silencio. Cuando llegamos a la planta baja del estacionamiento, noté como Edward saco el seguro de su vehiculo y le entregó a mi hijo, mi pequeño con la chica se subieron al auto, Edward permaneció mirándome. Quise protestar pero no tenía muchas opciones, aún no podía irme en su contra abiertamente.

Edward me miró de vuelta y se acerco pero yo retrocedí huyendo de su contacto. No quería que me tocará, ya harto daño me había hecho como para volver a caer en el juego consolador. Además no sabía que tan serena me iba a mantener en mi posición si lo dejaba traspasar la barrera nuevamente.

- Lo siento de verdad, perdóname te lo suplico…no tengo excusa… por favor perdóname

Me pidió mirándome a los ojos en ellos había arrepentimiento verdadero pero mi corazón egoísta estaba reclamando venganza.

- Quiero que me devuelvas a mi hijo

Conminé sin tomar en cuenta su abierta disculpa. Había esperado tanto este día, él día en que nos enfrentáramos cara a cara que ahora que había llegado no tenía nada que decirle, nada que reprochar, sólo quería una cosa y esa era mi hijo, quería que mi vida volviera a tener un sentido, quería acabar con la pesadilla de estos largos cuatro años.

- Él no te conoce

Protestó serio pero detrás de esa frase no había un interés de negarme abiertamente la posibilidad de tenerlo, simplemente estaba defendiéndose como lo hubiera hecho cualquiera, incluso yo si la situación hubiera sido al revés.

- Tu fuiste el culpable de eso, moralmente me lo debes

Le refuté mordaz y ver la tristeza y vergüenza en sus ojos me hizo sentirme victoriosa por primera vez en estos años. El guardó silencio por unos minutos, hasta que me volvió a enfrentar.

- Anthony no es un objeto por el cual tengamos que pelearnos

Discutió y esa respuesta no era valida, ni coherente para mí. ¿Pero quien se creía después de tantos años?, acaso pensaba que podría salirse con la suya así porque sí, estaba vez al tenerlo en mis brazos todo ese sentimiento de resignación se había ido, lo quería conmigo, yo también tenía derechos, yo era su madre aunque eso le pesara.

- Soy su madre, no puedes quitarme ese derecho, ya me has hecho bastante daño, tu la persona de la que menos me lo espere: Voy a estar contigo siempre Bella, y con nuestro hijo. – le dije imitando su voz, el bajo la vista - Que buen actor fuiste, y que estúpida fui yo.

Le grité conteniendo el llanto pero las lágrimas afloraron solas, sin yo tener control sobre ellas. Se acerco para abrazarme pero lo esquive.

- No te atrevas, siquiera lo pienses.

Le advertí caminando hacía atrás con la voz dura, sus ojos verdes estaban sumergidos en una tristeza profunda, me dí cuenta que él también había cargado con una cruz, una que estaba volviéndose demasiado pesada en ese minuto y mi corazón grito de alegría, me sentí bien por ello aunque eso estuviera mal.

- Te jactaste de mí, diciendo que era un monstruo por haber querido abortarlo cuando estaba confundida pero tú no eres mejor que yo.

Recriminé sin contenerme y lo golpee en el pecho con toda la fuerza que tenía guardada, con la fuerza que logre recabe desde el fondo de mi corazón pensando en todo el resentimiento que le había guardado, él no opuso resistencia, al contrario me contuvo de la misma forma en que lo había hecho ese día en mi habitación tantos años atrás cuando yo había cometido el mayor de mis errores. Me sujeto contra él y nuevamente fuimos a dar al suelo, como aquella vez, sólo que ahora el suelo era frío y duro, era el del estacionamiento, estábamos ambos allí: él sujetándome y yo peleando por soltarme de sus brazos.

- Te he hecho tanto daño y no merezco tu perdón pero no tenía alternativa, estaba demasiado dolido y confundido, no tenía idea de cómo afrontar lo que habías hecho, cuando te vi sangrar, mi juicio se nublo y tal vez debí apoyarte pero Bella yo… lo siento

Me dijo separándome de él, tomo mi rostro entre sus manos y me miró de la misma forma como me miró la primera vez en aquella iglesia cuando me invitó a salir luego del cumpleaños de su hermana, su mirada estaba llena de amor, de comprensión, de deseo, esto último me asusto y despertó el desconcierto en mí.

- Yo aún… - agrego pero se acalló ante mi expresión, me miró a los ojos – honestamente lo siento.

Agrego llorando él también, tomé aire y me separé.

- Es demasiado tarde para esto Edward… - respiré compunjida – es demasiado tarde para nosotros

Agregue levantándome del suelo y saliendo de su regazo. El aún permanecía en el suelo, alzo su vista para encontrarse con la mía.

- Quiero a mi hijo mañana a las once de la mañana, en la casa de Ángela.

- ¿O sino qué?

Preguntó con la vista perdida en el frente.

- Sabrás de lo que soy capaz, será la primera vez que me conozcas en realidad.

Exclame tomando mi cartera del suelo, saque las llaves del auto temblando por lo sucedido y con el corazón apretado por la angustia, camine hasta el, me subí sin voltear a mirarlo, sabía perfectamente que estaba aún mirándome desde su posición. Encendí el vehiculo y lo rebasé por un costado sin detenerme, de reojo miré el espejo retrovisor y noté como se subió a su vehiculo, esta vez iba a luchar y no me conformaría con un no como respuesta.