Dark Chat

viernes, 22 de enero de 2010

Renacer

Capítulo 10: Complicaciones


El viento soplaba fuertemente, pegando mis mejillas y alborotaba mis cabellos. Hundí mi rostro en el hombro de Edward, quien corría sin cesar por el bosque. Mentiría al decir que no tenía miedo… Realmente, estaba aterrada. No por mí – aunque, seguramente, debería de haberlo estado – si no por el hombre que en su espalda me llevaba. Apreté mucho más el agarre de mis brazos en su cuello. El simple hecho de pensar que miles de humanos con venenosas armas le seguían me hacía estremecer. No quería ni imaginar qué sentiría si nos volviéramos a separar- ¿Qué tenía en nuestra contra el destino que nos dejaba ser felices?


Paramos en una parte demasiado profunda del bosque. La espesura de los árboles no dejaba que ningún rayo de luna se filtrara por ellos. Todo estaba completamente oscuro y silencio, tanto, que casi podía jurar que podía oír claramente el latido de mi corazón. Alice y Jasper nos quedaron viendo por un momento. Edward me ayudó a bajarme de su espalda, pero pude sentir que me protegía con su cuerpo todo el tiempo, como si el peligro pudiera saltar hacia nosotros de un momento a otro. Y, ciertamente, así era.


“No deberías de haberla traído” – escuché que habló una voz femenina y, dentro de la oscuridad, más vampiros aparecieron frente a mí.


A dos de ellos – a la rubia y exquisita muchacha y al corpulento joven – ya los había visto en la escuela y, lograba recordar sus nombres. Sin embargo, lo que si me sobresaltó ver fue al otro par de vampiros. Mis ojos se perdieron en un momento en aquel gentil rostro de corazón, que se veía un poco afligido en ese instante, y en aquella otra persona, un hombre rubio como el sol… Caminé hacia ellos, sin si quiera planearlo y la mujer me tomó las manos, con un gesto cálido y afectuoso


“Cuanto gusto me da el verte, Bella” –


“Esme” – reconocí. Ella me regaló una tierna sonrisa y, después, me lancé a sus brazos.


“Cariño, no debiste de haber venido” – musitó, mientras paseaba sus manos por mis cabellos – “Corres mucho peligro al estar cerca de nosotros”


“No pienso alejarme otra vez de Edward” – contesté, firmemente.


Mi vampiro se puso detrás de mí y sus brazos enrollaron mi cintura. Sentí su aliento frío sobre la piel de mi hombro, recordándome que mi decisión era la correcta, la única opción que tenía en realidad.


“No hay tiempo para charlas” – recordó Rose – “Tenemos que correr. Alice, ¿Ves algo?”


La pequeña cerró sus ojos y se concentró por un par de segundos


“Se están reuniendo todas las fuerzas civiles. Comenzaran dentro de poco a catear los bosques…”


“Entonces el tiempo se nos agota y no podemos perder tiempo” – dijo Jasper – “Sigamos corriendo, debemos encontrar un lugar antes de que amanezca”


Edward me tomó otra vez entre brazos. No recuerdo en qué momento me quedé dormida sobre su espalda, pero, cuando desperté, nos hallábamos ocultos en algo similar a una cueva. El lugar se encontraba muy húmedo. Abrí mis ojos lentamente y me fui incorporando hasta encontrarme con su rostro a pocos centímetros de mí.


“¿Cómo estas?” – preguntó


“Bien” – contesté, y era la verdad. No quería ni imaginar el calvario que hubiera estado viviendo si me hubiera dejado en Forks. Sus labios toparon con mi cabello y sus manos acariciaron mis brazos


“Bella” – llamó Alice y, cuado me volví para verla, me tendió una blusa y un par de pantalones – “Creo que ese vestido ha de ser muy incomodo. Toma, la playera es de Edward, te quedará un poco grande, pero, supongo que es mejor que lo que llevas puesto”


“Gracias” – musité, tomando las prendas – “Y… ¿Dónde me voy a cambiar?” – pregunté, al ver el espacio tan reducido en el que estábamos.


Jasper y Emmett dieron media vuelta y me mostraron la espalda. Edward clavó su dorada mirada en mí, con un fuego que me calcinó deliciosamente los huesos. El gesto no duró más de medio segundo, antes de que hiciera lo mismo que sus hermanos pero, me hizo retumbar el corazón a toda velocidad. Fue algo vergonzoso, sabiendo que todos los ahí presentes eran capaces de escuchar perfectamente cada latido desfrenado. El rubor subió a mis mejillas. Me quité el vestido y me metí, rápidamente, en la playera negra y los pantalones de mezclilla.


“Ya pueden girarse” – anuncié


Edward llegó a mí, arrastrando las rodillas – puesto que el lugar no nos permitía estar de pie – me contempló por un momento, con una pequeña sonrisa curvando sus labios y, después, dirigió una de sus manos hacia un mechón de cabello que caía rebeldemente por mi cara y lo llevó detrás de mi oreja.


Entonces, mi estomago gruñó fuertemente, exigiendo comida. La sonrisa de su rostro desapareció


“Tienes hambre” – aseguró


“No” – mentí, aunque sabía que era inútil – “Puedo resistir hasta que la tarde caiga” – agregué y me arrepentí. Por el rostro de todos, supe que no tenían planeado salir de esa cueva, al menos no por ese día. Bajé la mirada, ¿Cómo no lo había pensado antes? Una humana como yo les causaría muchas limitaciones a ellos. Edward levantó mi barbilla con uno de sus dedos y me encontré con su rostro amable.


“Iré a traerte algo”


“¡No!” – dije, rápidamente – “¿Estas loco? ¡No puedes salir!”


“No pasará nada” – prometió – “Volveré pronto. Me pareció ver una casa por aquí. Seguramente tienen comida”


“¡No!” – dije, con más firmeza


“Bella, tienes que comer” – recordó, con dulzura


“Voy contigo”


“Bella…”


“Esa es la condición” – dije, de manera determinante. Él suspiró profundamente y cerró los ojos por un momento, cuando los volvió a abrir, supe que había ganado la batalla


“Eres imposible” – murmuró y me tomó de la mano – “Alice, ¿Ves que alguien este allá afuera?”


“No. Puedes salir. Les recomiendo que traigan una cobija para Bella. Habrá una tormenta en la noche”


Al salir de la pequeña cueva me llevó a su espalda y comenzó a correr por el bosque. Llegamos a una pequeña casita, a la cual se adentró sin hacer el menor ruido – yo siempre me mantuve sobre él – rebuscó en la pequeña alacena y tomó unos paquetes de leche, galletas y una bolsa de pan.


“Lleva agua” – recordé y el rió entre dientes. Lo echó todo en un morral que colgaba en la pared.


“Creo que todo esto es suficiente” – asentí y volvió salir de la casa como un espectro.


Sin embargo, al pisar el exterior, sus pies se detuvieron de manera brusca y pude sentir la tensión de su cuerpo


“¿Qué pasa?” – pregunté y, como respuesta, un joven alto, moreno y de cabello largo apareció frente a mí, flanqueado por otros cinco más.


Mis ojos brillaron al verlo


“¡Jake!” – exclamé


“Bella” – contestó éste. La manera tan fría con la que pronunció mi nombre borró la sonrisa que se me había pintado en el rostro – “Vaya, he de admitir que me has decepcionado. Nunca pensé que te unirías a favor a los chupa sangre”


“¿También te andas escondiendo?” – pregunté, ignorando lo que anteriormente había dicho. Su mirada se endureció mucho más


“Si. Y que bueno que tenga frente a mí a una maldita sanguijuela para darle las gracias de manera directa” – su cuerpo comenzó a convulsionarse y Edward se inclinó, al mismo tiempo que un gruñido salía de su pecho


“Jacob, no es momento para pelear ahora” -


“¡Maldita sea si no!”


“¡Por ella!” – volvió a insistir mi novio y los temblores del cuerpo de mi amigo comenzaron a cesar. Miré hacia los otros chicos que se encontraban detrás, contemplando todo con rostros serios y pérfidos – “Nos están buscando, nos están dando caza ¡En lugar de querer arrancarnos la cabeza mutuamente deberíamos de unirnos!”


“¡¿Y para qué?!”


“Para defender a nuestra especie”


“Yo no tengo ningún maldito problema si los vampiros son exterminados”


“Tenemos un objetivo en común, Jacob Black” – Los ojos del licántropo se clavaron fijamente en mí – “Tenemos a una persona a la cual queremos proteger en este momento”


“¡Ella esta en peligro por TU culpa…!”


“No, Jake” – interrumpí – “Estoy aquí por que así lo quiero”


Me dolió mucho la forma en que su rostro se ensombreció – aunque solo había sido por un breve instante – en ese momento, quise bajarme de la espalda de Edward e ir a su lado. Sabía que le había fallado a mi amigo, pero quería explicarle todo. Contarle la verdad, para que pudiera comprenderme.


“Déjanos ir, Jacob”


“Ella no soportara estar mucho tiempo contigo. Lo peor apenas viene. ¿Qué piensas hacer cuando pasen las semanas y no te hayas podido alimentar? ¿La vas a matar?”


“¡Por supuesto que no!” – bramó Edward y su aterciopelada voz se levantó por los aires.


De pronto, los sonidos de las hélices de unos helicópteros comenzaron a escucharse y mi cuerpo comenzó a temblar.


“Maldición” – masculló mi vampiro – “Tenemos que irnos”


“¿Qué pasara con Jake?” – pregunté, al ver que comenzaba a dar media vuelta para comenzar a correr.


Sus pasos se detuvieron. Era como si me hubiese podido leer la mente: Yo no quería dejar a mi amigo a merced de unos humanos que venían dispuesto a matarle. Se volvió para encarar al chico de cabello negro y semblante amargo


“Nos encontramos escondidos a pocos metros de aquí. Pueden seguirnos, si quieren”


“¡Primero muerto…!”


“Jacob” – interrumpió uno de ellos – “Debemos aceptar”


“¿Qué has dicho?”


“No voy arriesgar al resto de la manada. ¿Estas seguro que podemos confiar en tu palabra?” – preguntó, dirigiéndose a Edward


“Mi familia no les hará daño”


“Sam, yo no pienso ir…”


“Es una orden, Jacob” – tajó el aludido


“Hay que darnos prisa” – dijo Edward – “Ellos se acercan”


“Ve al frente. Nosotros te seguiremos”


Mi novio asintió y, al segundo siguiente, se echó a correr. Llegamos al lugar en pocos segundos


“Es muy pequeño, pero cabremos todos” – explicó el vampiro, a modo de disculpa, mientras me dejaba libre el camino y él me seguía después.


Los licántropos intercambiaron inquisitivas miradas unos a otros. Todos parecían preferir ser cazados por los humanos en lugar de entrar a un lugar tan estrecho en compañía de vampiros… todos, menos Sam


“Adentro” – dijo y, como si de algo irrevocable se tratara, los enormes muchachos se comenzaron a meter


“¡¿Queeé?!” – el gritó de Rose estalló en el interior del lugar


“Rose, calla” – ordenó Edward


“¡¿Qué hacen unos perros aquí?!”


“Los humanos andan cerca… No podía dejarlos solos”


“Bien hecho, hijo” – felicitó Carlisle – “Este no es momento para guerras. Sean bienvenidos”


De los licántropos, solo dos contestaron con un “gracias”: Sam y otro chico, de apariencia mucho más joven que el resto, el cual era el único que, hasta el momento, siempre se había mantenido con el semblante despreocupado. Edward me atrajo hacia su regazo y recargué mi cabeza sobre su pecho. Experimenté una extraña clase de incomodidad ya que podía sentir la mirada de Jacob clavada sobre nosotros todo el tiempo. Todo había quedado en un completo silencio – demasiado incomodo, por cierto – y, poco a poco, el lugar se fue extinguiendo de toda posible iluminación.


________________________________________


La noche había caído. Desconocía qué hora era. Viajé mi vista hacia alrededor y me arrepentí de hacerlo. Los ojos de Jake, aún en la oscuridad, brillaban, mirando en mi dirección. Nuestras pupilas se unieron a distancia y me hubiera gustado estar ciega para no ser testigo del dolor que bañaba sus facciones. Bajé la mirada, de manera cobarde y Edward pasó sus manos sobre mi cabello


“¿Qué pasa?” – preguntó, aunque, seguramente, sabía de qué se trataba todo. Él si podía leerle la mente a mi amigo…


“Nada” – musité, apretando mi rostro hacia su pecho.


Mi vampiro depositó un besó sobre mi frente y comenzó a tararear una canción que me resultó muy conocida. Cerré mis ojos y me dejé tranquilizar por el suave sonido de su voz, olvidándome de todo. Sin embargo, el tiempo se puso en nuestra contra y, tal como Alice había previsto, una fuerte lluvia con granizo comenzó a caer afuera. Mi cuerpo no tardó en protestar ante la temperatura tan baja – que se agudizaba por los fríos brazos que me enrollaban – y mis dientes comenzaron a castañear.


“Bella, ¿Te encuentras bien?” – preguntó Edward.


“S- si” – contesté y no pude evitar mirar, otra vez, a mi alrededor.


Me consoló mucho el percatarme que todos – hasta lo vampiros – se encontraban con los ojos cerrados. Obviamente, solamente los hombre lobo se encontraban durmiendo (era fácil adivinarlo por los ronquidos que de sus gargantas se escapaban). Me sentí tranquila de no sentir la mirada de Jake sobre mí. Edward agarró la cobija que habíamos sacado de la casa y me envolvió con ella. Suspiré profundamente al sentirme mucho mejor


“Gracias” – susurré, levanto la mirada para verle


“¿Estas cómoda?”


“Si” – mentí, puesto que mis piernas comenzaban a dormirse debido a todas las horas que las había tenido flexionadas.


“No te creo” – discutió, con una pequeña sonrisa y, sin pedirme permiso, me tomó entre sus brazos y me acodo en ellos, como una bebé – “Creo que así estas mucho mejor”


“Mucho mejor” – acordé.


Sus dedos se pasearon lentamente por mis mejillas, acariciándolas de manera frágil y dejando un cosquilleo sobre la piel de éstas. Nuestras miradas se unieron en la oscuridad y mi corazón comenzó a latir fuertemente al perderme en el ocre derretido de sus pupilas. Su rostro se fue acercando al mío y yo fui cerrando mis ojos conforme su aliento llegaba a mis parpados. Sus labios acariciaron, lentamente, los míos. Inhalé su dulce sabor y llevé mis manos hacia su cabello. Su mano se mantuvo sobre mi mejilla todo el tiempo, contrarrestando el calor de éstas con su piel dura, fría y suave.


Un fuerte gruñido provocó que nuestras bocas dejaran de danzar. Edward y yo giramos el rostro y, como era de suponerse, era Jacob quien había ocasionado aquel gutural sonido. A pesar de la oscuridad, podía jurar que lograba ver como su piel bronceaba se ponía roja a causa de la furia.


“Jake…” – musité, más él no me hizo caso. La mirada rabiosa estaba completamente dirigida hacia el vampiro que me sostenía en brazos


“Suéltala” – siseó y, como absoluta negación, Edward apretó sus brazos entorno a mí


Mi mirada no podía despegarse de aquel rostro encolerizado. Me dolía ver a Jacob así… Aunque no lograba entender muy bien el por qué. No tenía razón de estar tan preocupado, era claro que Edward no me haría daño.


“¡Maldito chupa sangre!” – exclamó y, como si fuera un grito de guerra, Alice emitió un jadeo, llamando nuestra atención


“Alice, ¿Qué ves?” – preguntó Jasper


“Están vienen… Ellos, saben que estamos ocultos aquí”




**********************************************************************************





Capítulo 11: Medicina


Edward me apretó fuertemente contra él


“Tenemos que salir, antes de que nos rodeen”


“No podemos salir hacia el bosque” – dijo Rose, quien se encontraba abrazada por Emmett – “Nos encontrarían fácilmente”


“Entonces, ¿Qué podemos hacer?” – inquirió Esme


Los vampiros y los licántropos se quedaron viendo fijamente por un momento que pareció eterno.


“Podemos cavar” – soltó Sam – “Retrocedan. En cuanto haya más espacio, Jacob, harás lo mismo y, conforme se vaya abriendo el camino, los demás me seguirán”


“Entendido” – respondieron, al unísono, el resto de la manda.


Edward me cubrió con su espalda, pero pude ver, por debajo de su hombro, como aquel chico se convertía en un inmenso lobo de pelaje negro como la noche. No pude evitar estremecerme. El animal comenzó a rasgar, con las garras de sus patas, la tierra y pronto se hizo un hueco. Jacob no tardó en transformarse y, pronto, estuvimos caminando por un improvisado túnel.


Edward me llevaba casi cargada y, al salir al exterior de la cueva, mi cuerpo comenzó a temblar fuertemente debido al implacable viento gélido que me golpeó. Me apreté fuertemente al duro cuerpo de mi novio. No me importaba si éste agudizaba más la glacial temperatura, solamente quería saberme cerca de él, pues las luces y sonidos de los helicópteros tenían completamente bañado el cielo.


“Corramos hacia allá” – indicó Jasper, señalando un sendero oscuro y los demás obedecieron.


Carlisle llevaba a Esme sobre su espalda – aunque sabía que no había necesidad de ello – Nos adentramos en aquel camino y cerré mis ojos y me negué a abrirlos. La tiniebla volvía al bosque un lugar completamente aterrador y no quería preocupara a Edward (más de lo que ya estaba) con mis absurdos temores. Sin embargo, él me conocía demasiado bien.


“Estoy aquí” – susurró, sin dejar de correr. Una de sus manos se estiró hacia atrás y acarició mi mejilla


“Lo sé” – dije, mientras me sentía mucho más tranquila


Me mantuve de esa forma durante varios segundos. Casi comenzaba a dejar de escuchar todo el alboroto que se levantaba y nos seguía, cuando, con un movimiento completamente inesperado, Edward dejó de correr


“¿Qué es lo que pasa?” – preguntó Emmett, situándose hasta el frente


“Nos tienen rodeados” – contestó Edward y, como prueba de su argumento, varios hombres armados y vestidos especialmente para su misión, salieron de entre los árboles.


Los licántropos y mis vampiros se reunieron y formaron un círculo, de forma defensiva. Viajé mi mirada alrededor y comprobé que, al menos, había cincuenta humanos, dispuestos a atacarnos. Los temblores de mi cuerpo se intensificaron y no era precisamente por que me encontraba completamente empapada.


“La humana, ¿Está con ustedes?” – preguntó uno de ellos


“No” – contestó Edward – “Es nuestra reserva de alimento”


Entonces, comprendí: Él me estaba encubriendo. Sabía que de esa manera me salvaría de ser matada junto con ellos. ¿Estaba loco? ¿Cómo se le ocurría? ¿Acaso no había entendido que yo...?


“Es mentira” – alcé la voz y sentí como su cuerpo se erguía completamente – “Estoy con ellos por decisión propia y no pienso dejarlos”


“Disparen”


“¡No!”


Todo pasó de un momento a otro, pues, lo único que fui capaz de hacer, fue apretar fuertemente mis brazos en el cuello de Edward y subir mi rostro en su hombro. Cuando los volví a abrir, comprobé que nos encontrábamos corriendo, solos, por un camino desconocido. Miré hacia atrás, no había nada más que el vacío y la oscuridad. Perdí la noción del tiempo, por lo que no supe cuánto habíamos tardado en llegar a otra cueva. Edward me dejó caer con delicadeza en el suelo de tierra y, se situó frente a mí, con su rostro a pocos centímetros del mío.


“¿Por qué?” – preguntó, con voz contenida – “¿Por qué lo hiciste, Bella?”


Sabía a qué se estaba refiriendo


“Ya te dije que no pienso alejarme de ti”


“¡Te pudieron haber matado!”


“Iba a morir a tu lado. Sabes perfectamente que prefiero eso a estar, otra vez, lejos de ti”


Nos matamos, mutuamente, con la mirada. Él se encontraba furioso por haber puesto mi vida en un peligro de aquella magnitud y yo estaba encolerizada por que él no lograba entender que mi vida solamente tenía sentido a su lado. Nuestras miradas relampagueaban en aquella húmeda oscuridad, sentía como los dientes me castañeaban por el frío, que no le estaba dando mucha importancia, pues, el terco vampiro que tenía al frente de mí, robaba todo tipo de cualquier emoción y la suplantaba por el eterno amor que le profesaba.


Después, solamente sentí como sus labios buscaban y se habrían paso entre los míos, con un movimiento dulce e intenso. Un delicioso fuego bajó por mi estomago y todo se me fue de la mente. Todo dejó de existir a mí alrededor. Él era la única cura que había para mis malestares. Él era el único que podía curar todo tipo de heridas. Él era mi única salvación. Me sumergí en el sabor exquisito de su lengua y en la suavidad de su boca que danzaba ansiosamente con la mía.


“Eres tonta” – musitó, cuando se separó, por un momento, para después volver a besarme con la misma feroz pasión


Llevé mis manos hacia sus cabellos y enredé mis dedos en ellos. Sus manos, que sujetaban mi rostro, bajaron hacia mi cintura, dejando un ardor completamente placentero sobre mi piel mojada. Me dejé caer hacia atrás. Sentí su cuerpo sobre el mío y mi respiración comenzó a volverse pesada.


“No” – susurró, con voz entrecortada, mientras comenzaba a separase, lentamente.


Comprendí que, dentro de poco, todo esto terminaría por el miedo que a él le causaba el estar conmigo tras lo que, en un pasado, había sucedido. Sin embargo, yo lo necesitaba. Necesitaba tenerlo junto a mi, sentir sus caricias, su pasión…


No era el momento, lo sabía. Nos encontrábamos solos, lo cual significaba que mis vampiros, los licántropos y Jake, probablemente, estarían en problemas, pero, como dije anteriormente, todo eso había desaparecido por ese instante. Quería aprovechar aquella dicha, ahora, que se volvía palpable, por que, ¿Qué sabía yo si mañana seríamos capturados y asesinados?...


Llevé mis manos hacia el rostro que se comenzaba distanciar y lo volví a jalar hacia mi boca. Obviamente, mi fuerza no era la suficiente para haberlo logrado si él no hubiese querido, lo cual fue la pauta que me animó a bajar una de mis manos para recorrer su espalda.


“No, Bella” – volvió a decir, dejando de besarme inmediatamente. Nuestras miradas se encontraron y leí en el carbón de sus pupilas el fuego tórrido de su deseo.


“¿Por qué no?” – pregunté, en medio de mis jadeos


No respondió. No era necesario…


“No pasará lo mismo” – prometí – “Te dije que no me separaré de ti y así será. No temas” – susurré, deslizando mis manos por su espalda e introduciéndola por debajo de su camisa. Sentí como se estremecía bajo mi contacto – “Tú también lo quieres. Hoy puede ser el último día que estemos juntos, ¿por qué no arriesgarnos?”


“No te quiero volver a perder”


“No lo harás. Siempre seré tuya” – juré y, levanté mi rostro para poder besarlo.


Los primeros tres segundos vaciló, lo sentí en el movimiento de sus labios, pero, después, cuando mi mano se paseó por su pecho, la indeterminación desapreció, abriendo paso a una pasión desbordante que nos fue inundando poco a poco, con cada segundo que pasaba. Sentí sus besos bajar por mi cuello y deslizarse por mis hombros, brazos y abdomen, en donde su lengua exploró con gentileza mi ombligo y bajó hasta mis caderas. Un pequeño gemido salió de mis labios cuando sus dedos caminaron, pausadamente, sobre mis piernas. Fue entonces cuando comprendí que me hallaba casi desnuda frente a él.


Mis mejillas se sonrojaron al entenderlo. El negro de sus ojos se clavó en mi mirada y la humedad de su boca hinchada, a escasos centímetros de mí, hicieron que me abandonara a él. Sus brazos se enrollaron vehementes a mí alrededor y la llama interior se expandió por completo. Nuestras respiraciones entrecortadas se levantaron e hicieron eco en la cueva que fue testigo de nuestra unión. Mi cuerpo bañó del suyo con mi sudor, pues el frío de allá afuera dejó de existir desde el momento en que mi piel había sentido su primer roce.


Y conocí la eternidad por primera vez en esta nueva vida…


________________________________________


EDWARD POV


Bella dormía, con su cabeza recostada sobre mi pecho, yo solamente era capaz de mirarla. ¡Cuán dichoso me sentía, pese a la situación en que nos encontrábamos! Aún me resultaba demasiado difícil el creer que había sido mía y seguía conmigo, a mi lado, con su respiración pausada y tranquila expulsada de sus pulmones. Con el ritmo de su corazón sonando a un ritmo sosegado y hermoso.


Levanté mi mirada y la dirigí hacia alrededor. Un pequeño rayo de luz se filtraba por un diminuto espacio. Había amanecido, entonces, fue cuando comencé a preguntarme el cómo estarían los demás. Me sentí egoísta de un momento a otro, ¿Cómo podía llamarme dichoso cuando mi familia podía estar…?


No. Me ordené no pensar en ello. Tenían que estar bien.


Bella comenzó a despertar, con un movimiento pesado de parpados.


“Buenos días” – saludé, mientras depositaba un beso sobre su frente


“Hola” – dijo de vuelta y, al mirarme a los ojos, sus mejillas se sonrojaron. Reí entre dientes


“¿Y ahora qué pasa?”


“Yo… yo… Edward, yo…” – comenzó balbucear, mientras se cubría completamente con la cobija que había tendido sobre ella. Llevé mis manos hacia su quijada y la levanté, ligeramente


“Te quiero” – susurré y besé sus labios. Ella correspondió el gesto, cerrando sus ojos. Me separé de ella con un suspiro, al escuchar que su estomago gruñía violentamente, y pegué mi frente a la suya.


“¿Quieres comer?”


“Si” – asintió, sin dejar de sonrojarse.


Tras volver a vestirse, comenzó a masticar un pedazo de pan que había sacado del morral que habíamos sacado el día anterior en aquella casa.


“¿Y los demás?” – preguntó, con voz preocupada


“No lo sé” – admití – “Pero, podemos esperar aquí, mientras no haya peligro. Alice no tardara en encontrarnos”


“¿Y si no están bien?”


“Lo están” – aseguré – “Si para el atardecer aún no llegan, iremos en su búsqueda”


Bella se acercó hacia mí y posó una de sus manos sobre mis mejillas y deslizó uno de sus dedos sobre mis ojeras


“Estas sediento” – afirmó, con voz triste


“No es nada. Todavía puedo esperar un poco más”


________________________________________


La noche había caído y no teníamos noticias de mi familia, ni de los licántropos. La expresión de mi novia era igual a la mía: una máscara de infantita preocupación.


Nuestras manos se mantenían unidas y, con un resignado suspiro – sabía que lo que iba a hacer era arriesgarnos demasiado – dije:


“Vamos a buscarlos”


Bella no vaciló en asentir ni un solo momento. Su valentía era lo que me impulsó a salir de nuestra guarida y correr. Nos íbamos ocultando entre los árboles. Vagamente, me pregunté cuántos de nosotros habían sido aniquilados a estas alturas…


Edward, ¡No vengas!


Paré de correr al escuchar aquella voz


“Alice” – susurré


“¿Alice?


“Están cerca” – expliqué, mientras intentaba concentrarme para volver a oírla, pero solo hubo silencio


“¿Los han atrapado?”


“No lo sé… Lo sabremos pronto” – afirmé, mientras me echaba a correr otra vez


No había traspasado los tres kilómetros cuando supe el por qué Alice me había dicho que no siguiera. Me obligué a detener mi marcha al encontrarme a un enorme aquelarre de vampiros y licántropos, todos unidos, en una inmensa cueva que se encontraba oculta hasta en el fondo de un subsuelo.


Para muchos, hubiera supuesto un consuelo el hallarse con una familia así de grande, ya que las probabilidades de sobrevivir se incrementaban, pero, para mí, que llevaba a una humana – y no una humana cualquiera, si no a la razón de mi existencia – era enfrentarme a un peligro y un riesgo demasiado vigoroso.


Lo tuve seguro cuando, al entrar a la guarida, alrededor de treinta pares de ojos brillaron, llenos de sed.

miércoles, 20 de enero de 2010

¡EXCLUSIVA! Entretainment Weekly anuncia el lanzamiento de Crepusculo: La novela Grafica

Graciaas a crepusculo meyer y a twilight & mas!!



Entretainment Weekly anuncia en exclusiva que la prensa Yen publicaráCrepusculo: La novela grafica, Vol 1 el próximo Marzo 16 con una impresión inicial de 350,000 copias además de traernos el primer vistazo de la portada del libro y un avance del contenido.
“Lo sorprendente, al ver el libro, es la fidelidad y lo hermoso que la artista Young Kim ha traducido de la versión original de Sthephenie Meyer, quien tiene título en las bellas artes, de hecho este es su primera novela gráfica. No solo leyó el libro, además lo absorbió. Su Bella es la Bella que estuvo en mi mente la primera vez que leí el libro de Crepusculo; su Edward es el Edward que imagine. Me llevo de vuelta a la lectura antes de Kristen Stewart y Robert Pattinson, dejándolos en un segundo plano”, nos dice el autor del artículo.
Meyer hablo acerca de esto y algunas otras cosas. Aquí un adelanto de la conversación:
El texto de la novela original está adaptado tan cuidadosamente que no se siente que se pierde nada. ¿Fuiste tú la que hizo eso?Estuve definitivamente involucrada. No hice el guion original para este libro, por así decirlo. Pero cuando tuve las imágenes con los diálogos, me hizo pensar mucho. En algunos lugares pedí que se agregaran escenas. Por ejemplo, la conversación de Bella y Edward en el carro que tuvieron cuando ella se desmaya en la clase de Biología.
¿Cuál es la diferencia entre el sentimiento de leer la novela grafica a leer el libro original? ¿Te ha dado alguna nueva experiencia a ti?A mí me ha llevado a los días en los que estaba escribiendo Crepusculo. Tiene mucho que no había podido leer Crepusculo, hay tantos recuerdos atados a ese libro para mí. Pareciera que ahora solo puedo ver los errores de escritura. Leyendo una versión más juvenil me llevo al recuerdo de lo que sentía cuando estaba escribiendo y era solo yo y los personajes de nuevo. Adoro eso, le agradezco por ello.
Cuanto este proyecto termine, ¿podrías decir que tu terminaste con Crepusculo?No podre decir que termine con Crepusculo para siempre. No estoy trabajando con nada nuevo relacionado con Crepusculo ahora, y probablemente no lo hare en mucho tiempo. Pero esta la posibilidad de que regrese a cerrar algunas puertas que aun están abiertas.
¿Qué piensas de esto? ¿Te agrada la idea? ¿Crees igual que yo que una puerta abierta es Sol de media noche? Seguimos en la espera y esto nos da una opción más para seguir en el mundo de Crepusculo. Aquí te dejo el resto de las imágenes. ¡Disfrútalas! Y si tienes la oportunidad, no dudes en comprar la novela grafica de Crepusculo.
wiii yo la qierooo:)

martes, 19 de enero de 2010

Renacer

Hola mis angeles hermosos , aqui estoy de nuevo dandoles lata . jeje como se daran cuenta el blog esta pasando por varios cambios pero ya prontito quedara bien . asi que mis niñas les pìdo paciensia y aqui les dejo dos cap de este hermoso fic , por fiss mis angeles dejen sus comentarios al final.
**********************************************************************************

Capítulo 8: Sin Olvido


Por años la he esperado,


recordando su voz, sus ojos, sus labios…


Viviendo de memorias, de momentos olvidados,


y que con el tiempo regresaron…


Siendo capaz de seguir solo con la esperanza de volverla a encontrar…


Rogando a los cielos por una segunda oportunidad…


A pesar de saberme no merecedor de volver a sentir su amor…


A pesar de saber que no merezco el honor de verla renacer…


By Romina Cullen (antes RominHarry)

“¡Esto es perfecto!” – exclamó Alice completamente animada


Me apresuré a cerrar mi mente para no escuchar las voces de mi familia, la cual ya se había reunido en torno a mí.


“Edward, te ves muy guapo” – dijo Esme, con voz maternal.


Bajé la mirada. El no tener sangre corriendo por mis venas era una enorme ventaja para estos casos. No quería ni imaginar qué tan sonrojado estaría, de haber podido.


“Espera” – dijo Alice, quitándome de nuevo el antifaz


“¿Y a hora qué pasa?” – pregunté, con voz ligeramente irritada.


Muy tarde me había dado cuenta del error que había cometido al pedirle a mi pequeña y entusiasta hermana ayuda para esta ocasión. ¿Por qué no había supuesto que esto iba a pasar?


“Estas muy pálido” – contestó, evaluándome por un momento al mismo tiempo en que entrecerraba sus ojos y su labio inferior resalta un poco – “Definitivamente, el antifaz no va a ser de mucha ayuda. Todo mundo se dará cuenta de que eres un vampiro” – dijo, con un melancólico suspiro.


Se llevó una de sus manos hacia su quijada y bajó la mirada mientras, en un movimiento que la hacía verse completamente humana, movía rítmicamente su pequeño piecito.


“¡Ya sé!” – exclamó, de un momento a otro y, sin decir más, se lanzó hacia el segundo piso.


Volvió al cabo de unos segundos, trayendo consigo una pequeña bolsita plateada. Se plantó frente a mí y comenzó a pasarme por todo el rostro una gran brocha con polvo.


“Veremos si el maquillaje te ayuda un poco” – murmuraba mientras se concentraba en el trabajo.


Mi mente se cerró mucho más al escuchar las risitas que venían por parte de mis otros dos hermanos. Bufé fuertemente. Cuando Alice terminó, se alejó para evaluarme una vez más y, tras hacer un leve puchero, su mirada relumbró como faro.


“¡Ya sé donde radica el verdadero problema!” – dijo, de manera victoriosa


“¿En dónde?” – preguntó Esme


“¡En los ojos!” – todos nos miramos mutuamente – “Si. El dorado de nuestros ojos es lo que más nos delata”


“No me puedo arrancar las pupilas, Alice”


“Ya lo sé. Pero con un par de lentillas todo se soluciona”


Oh. Debí de haber pensando en eso antes.


“Vamos, Jazz, acompáñame. No hay mucho tiempo. Edward, vístete. Vuelvo en pocos minutos” – y así, mi hermana desapareció junto con el rubio vampiro.


Suspiré pesadamente mientras cogía el traje que Alice me había comprado. Me vestí rápidamente y Esme se acercó, abrazándome por la espalda.


“Te ves muy galante” –


Reí, realmente apenado.


“Lo dices, por que eres mi madre”


“Lo digo, por que es la verdad” – discutió dulcemente y depositó un beso sobre mi mejilla.


Tal y como lo prometió Alice, no tardó mucho en llegar.


“¡Oh, Edward, el traje te ha quedado de maravilla!” – exclamó mientras se acercaba hacia mi – “Ahora, ponte esto” – dijo, tendiéndome una pequeña cajita la cual cogí


“Alice, la ponzoña las derretirá” – recordé. Ella sonrió de manera triunfante


“Ya lo sé. Por eso he traído más”


Abrí la cajita y respingué al ver el color que Alice había escogido.


“Pensé que sería buena idea el que, por un momento, volvieras a tener los ojos verdes”


Sonreí tristemente y no pude evitar el recordar, y extrañar, mi vida como humano, al lado de ella.


“Gracias” – susurré, cuando me las hube ya puesto y todos, sin excepción de alguno, me miraban con ojos completamente dilatados.


“En realidad pareces humano” – dijo Rose. Carlisle se acercó hacia mí y tomó mi hombro con una sus manos


“Es verdad” – dijo, mirándome con una sonrisa amable y cariñosa – “Te lo digo yo, que fui quien te vio como tal”


“Gracias” – volví a repetir ante la imposibilidad de encontrar otra palabra más sincera que darles.


Miré a mi familia por un momento, agradeciendo al cielo por tenerlos a mi lado. Agradeciendo el que, sin dudarlo dos veces, me hubieran perdonado por todo lo que les hice en un pasado… y agradeciendo el que siempre estuvieran ahí, apoyándome cada vez que les necesitaba.


“¡Pero ya vete!” – exclamó Alice – “Ya es hora. El baile comenzara dentro de poco y no olvides ponerte en antifaz”


Asentí rápidamente y corrí hacia mi carro. Manejé hacia la escuela, la cual ya estaba demasiado concurrida. Respiré profundamente antes de bajar. Solo esperaba no ser descubierto.


Caminé hacia el pasillo y me concentré en los pensamientos de mí alrededor. No, nadie dudaba de que era humano. Traté de moverme con un poco de torpeza y hacer ruido con mis pies. Aquellos bruscos movimientos eran dificultosos y molestos, pero necesarios.


Viajé mi mirada de un lado a otro, buscándola desesperadamente. Mis pupilas ansiaban el verle, el contemplarse con su magnificencia. Y, como rayo de luz, apareció frente a mí, a pocos metros de donde me encontraba.


Las luces doradas y plateadas bañaban su rostro ruborizado. La oscuridad definía su fina silueta que se encontraba envuelta por el vestido color negro. Su cabello caía completamente sobre sus hombros, como una brillante cascada espesa de color caoba. Sus ojos brillaban expectantes, ¿Me estaban buscando acaso?


No me di cuenta del momento en que me vi caminando hacia ella. Solo lo hice. Me fui acercando y pude entender que ella aún no me lograba ver. Fue hasta el momento en que tomé su mano contra la mía que, con un pequeño sobresaltó, giró su cuerpo para encararme.


Me miró por varios segundos y, después, bajando un poco su semblante, sonrió tímidamente.


Perfecta… sublime… hermosa… única…


Me incliné, sin decir palabra alguna, y besé su mano derecha.


Contemplé como sus mejillas se ruborizaban y sonreí, completamente complacido por la visión que me regalaba. Había mucho ruido y mis palabras no llegarían a sus oídos, así que preferí no hablar. Con el mismo silencio con el que me había reunido con ella, la guié hacia la pista del baile. No se negó. Me pregunté si acaso recordaría, algún día, la ocasión tan similar en la que nos encontramos al ser los dos humanos.


“Edward, no sé bailar”


“Pero yo si”


“Tengo miedo de caerme”


“Jamás permitiría que eso te pasará. Conmigo, siempre estarás a salvo, lo sabes perfectamente”


Tal vez fue debido a mi imaginación, o la dulce desesperación de que así fuera, que no encontré diferencia alguna, entre el pasado y el presente, de cómo ella había recostado su cabeza sobre mi pecho, ponía una de sus delicadas manos sobre mi hombro y dejaba ser guiada por mis brazos.


“Bella…” – susurré mientras mi boca reposaba sobre su frente. No sabía si me lograría escuchar, lo dudaba, pero pude sentir como su pecho subía y bajaba debido a un suspiro que emitía – “Mi Bella”


Llevé una de mis manos hacia su cintura y con la otra sostuve su mano en el aire. Comenzamos a bailar. Importándonos poco si la música era lenta o rápida, simplemente nos balanceamos de un lado a otro, de manera lenta y delicada, con sus pies sobre los míos.


No sé cuánto tiempo transcurrió. Me encontraba demasiado perdido en la calidez de su cuerpo, la suavidad de su mano y el palpitar de su corazón contra mi silencioso pecho. Cerré los ojos y me dejé inundar por la fragancia tan dulce de su ser. Otra vez, el dolor no existía en mi mundo. No existía nada más que ella. Ella una y otra vez. Ella ahora y siempre. Bella…


Abrí mis ojos cuando su cabeza se alejó y levantó la mirada para verme. Sus ojos brillaban de una manera cálida, de esa manera inmortal y única. Fue entonces cuando recordé que, seguramente, las lentillas ya se habían derretido.


“¿Pasa algo?” – preguntó, seguramente de ver la vacilación de mi rostro, puesto que no quería alejarme de su lado, pero era necesario.


Todo se acabaría si me descubrían.


“Bella, necesito salir de aquí un momento, ¿Me esperas?” – dije


Y su mano se aferró a la mía


“Mejor voy contigo. Acompañarte es mucho mejor que esperarte”


Sonreí mientras asentía y, de manera intencional, bajé la mirada hacia el suelo para que así nadie pudiera encontrarse con mis extrañas y delatoras pupilas.


Llegamos a la parte trasera del jardín de la escuela. Respiré de alivio al notar que nadie, más que nosotros, se encontraba ahí. Saqué la cajita de repuesto que Alice me había dado. Bella se acercó


“¿Y eso?” – preguntó


“Son lentillas” – expliqué.


¿Acaso no se había percatado? No me sorprendió. Seguramente el antifaz ocultaba muy bien aquel detalle para ella, que no vivía obsesionada con fijarse todo el tiempo en los demás para ver si se trataba de un humano o no.


Extrajé el delicado objeto y me quité el antifaz. Me llevé la pequeña máscara ocular hacia su lugar y parpadeé rítmicamente para que la molesta sensación se disipara lo más rápido posible. Bella observó todo el proceso con una expresión no supe descifrar. La miré a los ojos, de manera fugaz, antes de desviarlos hacia otro lado y ponerme de nueva cuenta el antifaz.


Me sorprendió cuando sus manos se movieron hacia mi rostro y lo despojaron de la prenda que lo cubría. Su mirada se deslizó por mis facciones, de manera lenta y profunda. Yo no era capaz de moverme, solo me limité a concentrarme en el frágil roce que las puntas de sus dedos daban a cada parte de mi rostro, recorriéndolo una y otra vez, como si lo estuviera reconociendo, como si estuviera tentándolo para comprobar que era verdadero.


Un cálido estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando sus pupilas se funcionaron con las mías de manera poderosa, con una unión tan estrecha que parecía irrompible.


Entonces, la sensación de sosiego se quebró al ver como unas gotitas cristalinas se deslizaban por sus mejillas y, antes de que pudiera preguntarle qué es lo que le pasaba, susurró


“Edward…” –


No era la primera vez que decía mi nombre, pero si era la primera vez que lo evocaba. Eran dos situaciones muy diferentes que, tal vez, solo yo era capaz de reconocer.


“Si… ” – murmuré


Su mirada seguía entrelazada a la mía y calló durante varios minutos. Seguía llorando, así que me atreví a secar sus lágrimas con mis labios. Paseé mi boca por sus húmedas mejillas y por sus ojos, sintiendo en ellos el salado sabor de su llanto.


“Edward…” – repitió


“Si… Aquí estoy” – volví a confirmar y sus manos sostuvieron con más firmeza mi rostro y, con un movimiento delicado, lo hicieron girar un poco, solo lo suficiente como para que mi boca quedara a pocos milímetros de la suya.


Cerré mis ojos y entreabrí mis labios, más no me atreví a acercarlos más.


Tenía miedo de que, sin darme cuenta, la estuviera presionando. No quería forzar las cosas, solo quería que ella me recordara, que supiera quién era yo verdaderamente. Que se diera cuenta, sin necesidad de palabras o explicaciones, que la amaba, que, si había aceptado afrontar la eternidad, había sido solo por ella, que la había esperado cada día con la fiel esperanza de su renacer… Solo quería que supiera que ella ya había vivido tiempo antes a mi lado y que estaba aquí para vivir conmigo, eternamente


“Bésame…” – pidió con un susurro y como el fiel esclavo que era de ella, obedecí.


Mis labios se reconciliaron con su dulce y calido aliento y, a pesar de todos sus años de desolación, en ese momento se movieron sobre sus compañeros, como si nunca hubieran dejado de hacerlo. Coloqué mis manos sobre sus mejillas y sentí como sus brazos envolvían mi cuello y sus dedos jugaban con mi cabello. Mis dedos acariciaron la suave piel de sus pómulos y, después, los deslicé por su cuello, hombros, hasta que llegaron y se aferraron a su pequeña cintura.


Bella suspiró entre mi boca y su aliento me enloqueció. Con un movimiento desesperado, mis labios se comenzaron a mover de manera más animosa, explorando y embriagándose de aquel dulce sabor que comenzaba a provocar un delicioso ardor en mi garganta. Mis manos se apretaron más en su lugar y sentí su cuerpo completamente pegado hacia el mío. Mis brazos cubrieron completamente su figura y la estrecharon. El latido frenético de su corazón contra mi pecho era tan cercano que, por un momento, creí que también el mío había comenzado a latir. Mi lengua no se cansaba de danzar con la suya, mis sentidos jamás tendrían suficiente de ella. Nuestros labios estaban completamente húmedos y se deslizaban ya sin ninguna vacilación. Era una danza fácil, ligera, única y entregada. Sus manos bajaron hacia mi espalda y sentí como sus dedos se enterraban en ella al mismo tiempo que un pequeño gemido salía de sus labios.


Entonces, recordé…


Y el recuerdo fue tan doloroso que me separé de ella como si su cuerpo me hubiera dado una fuerte terrible descarga eléctrica. Tragué saliva y sentí una punzada de dolor en la garganta, causada por la ponzoña. Lo ignoré fácilmente puesto que había un dolor muchísimo más fuerte y torturante oprimiendo mi pecho.


El recuerdo de cómo Bella había muerto entre mis brazos aquella noche.


“Lo siento” – susurré cuando pude recuperarme.


Bella se acercó hacia mí. Me sonrió de manera amable y volvió a pasar sus dedos sobre mi rostro


“Ambos hemos esperado tanto tiempo para estar juntos. No temas, ahora, nada podra separanos.”


No lo pude evitar.


El saber que la espera había terminado al fin, el tener la certeza de que ella me recordaba - tal vez no por completo, pero si en gran medida y, lo importante: sabía que en un pasado nos habíamos amado - fue un sentimiento tan sublime, tan divino, insuperable, celestial y glorioso, que me derrumbó.


Caí de rodillas hacia sus pies, paseé mis brazos alrededor de su cintura y recargué mi cabeza sobre su vientre. Empecé a sollozar, lágrimas secas, lágrimas de felicidad.


Ella me acarició los cabellos desde arriba y, después, se inclinó para quedar a mi altura.


“Disculpa la espera” – murmuró, cuando estuvo también hincada frente a mí


“No hay nada que disculpar” – contesté y volví a entrelazar mis labios con los suyos.


***********************************************************************************



Capítulo 9 : Claridad


“¡Bella!” – Exclamó Mike, en cuanto me vio entrar al salón de baile – “Pensé que no querías venir”


“Cambié de opinión” – me limité a decir. Sabía que no tenía por qué darle explicaciones


“¿Te invitó alguien o…?”


“Si” – contesté, intentando no mirarle a los ojos para aligerar mi cargo de conciencia


“Oh, ya veo” – susurró. Le dediqué una excusante sonrisa y, antes de que mis demás amigos se reunieran a mí alrededor, caminé lejos de él.


Lo comencé a buscar con la mirada, preguntándome cómo pensaba colarse en medio de esta multitud de humanos. Un frío y sobrecogedor contacto me hizo volver la vista hacia su dirección. Y ahí estaba, tan perfecto que, por un momento, me pareció ridículo el imaginar que, cualquier humano, pudiera creer que era uno de ellos. Simplemente, imposible. Alguien tan irrealmente hermoso no podía ser un mortal. El cielo no se lo perdonaría.


Mi corazón comenzó a latir de manera desbocada – con su sonido levantándose más allá de la fuerte música – cuando sus labios se posaron en mi mano. Me deslumbré con la magnificencia de su resplandeciente sonrisa y sentí que mis mejillas podían explotar de un momento a otro. En completo silencio, me jaló hacia la pista de baile. No puse ni un solo poco de resistencia. Me sentía segura a su lado. Y, la extraña sensación de Deja vu volvió a inundar mi mente. Con un movimiento completamente inconciente, llevé mis manos hacia su hombro y dejé caer mi cabeza sobre su pecho y recordé la misma escena… pero, con un joven diferente a él.


Se trataba de un muchacho con ojos color verde esmeralda, a cual yo amaba de manera irrevocable. La imagen se fue aclarando, poco a poco, hasta que me mostró, perfectamente, el semblante de mi antiguo compañero y me pareció tener la seguridad de que se trataba de la misma persona que danzaba ahora conmigo. Levanté mi mirada para asegurarme y me encontré con un par de pupilas doradas, en lugar de verdes, deshaciendo mi esperanza. Entonces, sentí como su cuerpo pegaba un pequeño respingo


“¿Pasa algo?” – pregunté


“Necesito salir un momento de aquí, ¿Me esperas?” – el vacío de mi pecho se abrió al momento. ¿Cómo era posible que, con tan poco, mi estabilidad emocional dependiera tanto de aquel inmortal?


Dejé mi pregunta de lado y, movida por aquella vocecilla insistente y amiga mía, aferré mi mano hacia la suya


“Mejor voy contigo. Acompañarte es mejor que esperarte” – me sorprendí de las palabras expulsadas de mis labios. Había sido algo completamente in intencional. Su sonrisa me tranquilizó un poco y caminamos hacia el patio trasero de la escuela.


No había nadie ahí y contemplé como Edward sacaba una pequeña cajita de sus bolsillos.


“¿Y eso?” – pregunté, sin poder reprimir mi curiosidad


“Son lentillas” – explicó y sonreí por lo despistada que había sido.


Ni si quiera me había fijado en el detalle, ya que, el negro antifaz que llevaba, le daba a su rostro una belleza más acentuada, que robaba mucha atención. Observé como el vampiro se ponía las lentillas y, antes de que se volviera a poner el antifaz, miró en mi dirección por un breve segundo.


Un breve segundo: lo suficiente para que aquel par de ojos, ahora verdes, traspasaran cada uno de mis sentidos y se arremolinaran en el centro de mi alma. Mi voz interior jadeó cuando una serie de eventos se vinieron de un momento a otro, como una ola impetuosa golpeándome de manera satisfactoria y fugaz.


“Te voy a extrañar”


“Nada podría separarme de ti, ni si quiera la muerte, ¿Lo entiendes? Volvería a revivir con tal de regresar a tu lado”


“Bella”


“¿Si, papá?”


“Ven, cariño. Tienes que ver algo”


Mis ojos leyeron la nota de primera plana: Camión pierde en control y se lleva consigo un carro particular. NADIE SOBREVIVIO…


El cuerpo de Edward nunca fue encontrado y, a pesar que los meses transcurrieron, el dolor no cesó y me fue hundiendo, cada día más, con la condena de sufrir su perdida. La vida se me iba con cada hora que el reloj marcaba. Mi alma se desgarraba y sangraba, más no moría. Mi vida ya no tenía sentido. Él se había ido y me había dejado… pensé que no habría quién me rescatara de aquel calvario y, entonces, un milagro sucedió…


Caminé hacia el vampiro que tenía enfrente e impedí que se volviera a poner aquel antifaz que me privaba de aquel brillo esmeralda… El mismo que una vez amé con cada uno de mis alientos. Paseé mis dedos por su rostro, convenciéndome de que era real, de que era él… de que siempre había sido él.


“Edward” – musité y comprendí que ese nombre siempre había sido el que mi subconsciente había mencionado, una y otra vez, en mis sueños


“Si…” – susurró y me volví a estremecer interiormente ante los nuevos recuerdos.


Sentí sus labios sobre mis mejillas y comprendí que, sin saberlo y quererlo, había comenzado a llorar.


“¿Acaso no te doy miedo? ¡Soy un vampiro, Bella, te puedo matar!”


“No, no lo harás”


“¿Sigues amándome, aún sabiendo que no soy humano?”


“Sin duda alguna”


La vida me volvió a sonreír y una nueva esperanza floreció. Edward y yo nos habíamos vuelto a encontrar y pensé que pasaríamos el resto de la eternidad juntos, sin más separaciones, sin ningún otro adiós… pero, me equivocaba.


“Ellos me buscan, se han enterado del don que poseo”


“¿Te harán daño?”


“Te veré en pocos días. Nada podrá separarme de ti, ¿lo entiendes? Ni la muerte lo ha logrado ¿Qué más podría hacerlo?”


“Edward…” – volví a repetir


“Aquí estoy” – confirmó, y mis manos se apretaron más a su rostro eterno. Lo hice girar un poco, y sus labios quedaron a poca distancia de los míos.


Cerré mis ojos y me dejé embriagar por cada una de las sensaciones que su aliento me provocaba.


“Alice, ¿Dónde esta Edward?”


“Se ha ido… James le ha mordido y su ponzoña ha borrado todo tipo de recuerdos. Él ya no posee buenos sentimientos, Bella”


“Él nunca me hará daño”


******************


“¿En realidad crees que yo pueda amar a un simple humana como tú?”


“Alguna vez lo hiciste”


“Ya no soy el que antes fui”


Y entonces, entendí perfectamente el por qué del vacío que se abría paso en mi pecho cada vez que se distanciaba: Era el miedo de perderlo una vez más. No, ya jamás iba a volver a pasar lo mismo. Dudaba mucho que pudiera soportar una cuarta despedida…


“Bésame” – supliqué, ante la necesidad que tenía de él, de saberlo junto a mí. De convencerme que era real y no un sueño…


Sus labios apretaron suavemente los míos y ambas bocas comenzaron a acariciarse con fervor. Su dulce y fresco sabor llegó a mi garganta y me sentí completamente reconciliada con mi nueva vida. Me sentí completa, sintiendo, en cada poro de mi piel, el inmortal y eterno amor que le profesaba a ese muchacho.


“Moriría feliz en tus brazos”


“No digas eso, siempre estaremos juntos”


“Siempre”


Y, sin embargo, le había fallado con aquella promesa. Mi muerte fue demasiado acogedora, puesto que sus brazos estuvieron a mi lado en ese momento. Intenté, numerosas veces, el volver con él, pero, por más que luchaba, las cadenas no lograban deshacerse y me ataron durante décadas. No hubo día que su dolor no fuera el mío, ni que mis lágrimas acompañaran sus sollozos y sufrimientos.. Indescriptible era la pena que me invadía al escuchar, cada día, su llamado… Y, fue un día, cuando las esperanzas estaban a punto de fallecer, cuando mi alma se liberó y volví a renacer. Mis pocos años de nueva vida habían pasado vacíos, pues, mi única misión en ella era regresar a su lado. Mi único destino era estar al lado de él, por siempre…


Su cuerpo se alejó de mí, de un momento a otro. Comprendí, perfectamente, lo que le pasaba. El brillo temeroso de sus pupilas me lo confesó


“Lo siento” – susurró y una sonrisa cálida se dibujó en mis labios, para tranquilizarlo.


No tenía por qué disculparse, entendía lo que sentía perfectamente, pues ambos compartíamos ese miedo en la misma tortuosa cantidad. Di un paso hacia delante, recompensando la repentina distancia que él había interpuesto, y volví a reposar mi mano sobre su mejilla.


“Ambos hemos esperado tanto tiempo para estar juntos” – murmuré – “No temas, ahora nada podrá separarnos” – prometí y el corazón se me encogió al ver como Mi Edward caía de rodillas frente a mí y aferraba sus brazos a mi cintura.


El corazón me tembló al sentir sus sollozos secos en la falta de mi vestido y quise hacer muchas cosas a la vez y, al final, opté por una, la más simple, la más significativa. Me hinqué frente a él y, cuando estuve frente a frente, mirando directamente a sus ojos, volví a acariciar su rostro con lentos movimientos.


“Disculpa la espera” – dije y una pequeña sonrisa se pintó en sus labios


“No hay nada que disculpar” – musitó para, después, juntar su boca con la mía.


Entrelacé mis dedos en su cabello y moví mi cuerpo al suyo. El latido frenético de mi corazón era un movimiento demasiado placentero y, cuando sus brazos volvieron a estrecharse a mi alrededor, me estremecí alegremente por el frío de su cuerpo que se color por mi vestido. Su boca se fue alejando lentamente de la mía, dejando paso a nuestras frentes unidas y nuestras respiraciones entrecortadas. Cerré mis ojos y volví a pasear mis manos por su rostro, él hizo lo mismo y el roce de la punta de sus dedos dejó un singular cosquilleo en mi piel. Sonreí y, tras depositar un pequeño beso sobre mi nariz, se puso de pie y me tendió la mano para que le siguiera.


“¿Quieres regresar al baile?” –


Negué con la cabeza y dirigí mi mirada hacia una pequeña y deshabitada galera que estaba muy cerca del bosque. Él comprendió mi mudo deseo y, con una sonrisa, me llevó hacia allá. No sentamos en la banquita de cemento y nos mantuvimos, un momento, en un reconfortante silencio. Las luces y la música resonaba a lo lejos y vi que Mike salía abrazado de Dennis, por lo que podía apreciar, tal parecía que se habían excedido de copas. Entonces, recordé un detalle.


“Has pasado muchos insultos por mi culpa” – dije, con voz apesadumbrada al recordar todo lo que de él, y su familia, se decía – “Lo siento”


“¿Por qué pides disculpas?” – preguntó, divertido


“No basta con todo lo que te hice esperar. También tienes que lidiar con la sobreprotección de mi madre y los prejuicios que te tienen todos en la escuela”


“Me basta con que tú estés a mi lado” – murmuró, con sus labios pegados a mi oído – “soportaría todo tipo de torturas si, después de ello, me aseguraran que te tendría a mi lado”


Sonreí, mientras sentía un fuerte mariposeo revoloteando en mi estomago.


“Faltan dos años” – recordé


“¿Dos años para qué?”


“Para que puedas transformarme” – dije y sus ojos se dilataron por un breve instante, por lo que supuse que no se esperaba a que sacara el tema de manera inmediata – “No pensarás que estoy aquí, una vez más a tu lado, para estar unos cuantos años juntos, ¿Verdad?”


“Pero… Bella…” – llevé uno de mis dedos hacia sus labios


“¿No es por eso que me has esperado casi un siglo?”


“La verdad es que si” – admitió, con una sonrisa fugaz


“En cuanto cumpla la mayoría de edad, justamente esa fecha, ni un día más, ni un día menos, iremos con el gobierno para que aprueben mi conversión”


“¿Crees que acepten?”


“Tienen que aceptar” – dije, de manera rotunda – “Yo lo quiero. Tú lo quieres. Nos amamos y seremos compañeros. Me comprometeré con una dieta vegetariana y tú cuidaras y guiaras mis instintos de sed en los primeros años…"


“Recuerda que uno de tus familiares debe, también, firmar el acta”


“Mi madre lo tiene que entender y, si no es así, renunciare a mi apellido. Por eso no hay problema”


“¿Estas segura de querer dejar tanto por mí?”


“Completamente” – contesté, sin dudarlo ni una milésima de segundo. Su mirada se junto con la mía y sus dorados ojos relampaguearon con un calido brillo.


“Siempre me darás más de lo que merezco y siempre seré yo, el más egoísta…”


“No he esperado tanto tiempo para dejarme derrumbar por unas estupidas y absurdas leyes humanas” – interrumpí, uniendo mis labios otra vez con los suyos – “los dos años se me harán eternos” – susurré – “No creo que pueda soportar tener que esconderme todo el tiempo para verte, para hablarte. Ésta necesidad crece con cada segundo que pasa. Lo único que me reconfortará será el saber que dos años no significaran nada con la eternidad que nos espera juntos, para siempre”


“Por siempre” – acordó él, con su boca apenas y tocando la mía.


Y me sentí mucho más que feliz entre sus brazos… Si embargo, el destino no nos dejó disfrutar mucho de aquel aliento de paz. Todavía había una prueba final. Una prueba definitiva para los dos.


Nuestro beso se vio interrumpido por un fuerte alboroto que se levantó de un momento a otro. Levantamos la mirada hacia el cielo y éste se encontraba ya tapizado por varios helicópteros que volaban de un lado a otro y, antes de que pudiéramos sacar nuestras propias conclusiones, una menuda figurilla, acompañada de un hombre rubio, se materializó frente a nosotros.


“Edward… Tenemos que irnos” – susurró la pequeño vampiro que, mi mente reconoció como Alice


“¿Qué es lo que pasa?”


“Un aquelarre de vampiros y una manada de licántropos tuvieron un enfrentamiento en el centro de la ciudad. Resultaron heridos, y muertos, muchos humanos. El gobierno ha dado la orden de cazar y matar a ambas especies. Ya no habrá segundas oportunidades. Tenemos que escondernos”


Aferré mi mano a la cintura de Edward


“Bella, tienes que irte a tu casa” – dijo el rubio vampiro, quien, supe, se llamaba Jasper.


“No” – dije rápidamente – “Iré con ustedes”


“No puedes” – discutió la pequeña – “Ha quedado restringido cualquier contacto humano con nosotros, quien sea sorprendido ayudándonos, también será eliminado”


“Te llevaré a casa, Bella” – anunció Edward


“No” – volví a decir, sin peder el poder de mis palabras


“Bella, ya escuchaste a Alice. Si te ven conmigo…”


“No me importa” – interrumpí – “No pienso alejarme de ti. Si me llevas a casa, iré en tu búsqueda. Sabes que lo haré”


“Bella…” –


“Edward, date prisa” – presionó Jasper – “tenemos poco tiempo para encontrar un refugio. Los demás nos están esperando”


Apreté el agarre de mis dedos en su camisa


“No me dejes. Llévame contigo” – supliqué


Sus ansiosos ojos se fundieron con los míos por un momento y, con un frustrado gruñido, me tomó entre sus brazos y me acomodó sobre su espalda


“¿A dónde vamos?” – preguntó


“Al norte, síganme” – anunció Jasper, echándose a correr y, al medio segundo después, Edward le siguió.

lunes, 18 de enero de 2010

La verdadera rival de Bella

Gracias a http://fanfiction.twilight-vampire.com & twilightsinfronteras

Niñaas aqi les dejo esa notitaa qe encontre en el blog de mis hermanitaas de twilight y mas y me llmo mucho la atención, espero les guste:)

Durante un período de al menos dos años, desde la publicación de Eclipse en adelante. Las seguidoras de la saga hemos sido vilmente engañadas, cegadas por la falsa idea de que aquella vampiresa de cabello rubio fresa sería por siempre la piedra en el zapato de nuestra dulce Isabella.

A todas alguna vez se nos estrujo el estomago al imaginarnos que a Meyer se le ocurriría escribir que en Amanecer Tanya llegase a arruinarlo todo.

Cual fue nuestra sorpresa al ser ella, el principal apoyo de nuestra pareja de enamorados al proteger a Nessie…a pesar de que Tanya Denali se enfrentaba a los mismo hombres que mataron a su madre…¿Dónde esta la maldad en eso?

Cuando de no haber sido por la fuerza interior que esta misma vampiresa le trasmitió al cobarde de Edward, este no hubiese vuelto por Bella.

-No importa qué sea...o quién sea...lo que te atormenta. Tú lo enfrentarás. Tú eres así

Si bien es cierto que ella se sintió atraída por el en Sol de Medianoche, también es cierto que en más de un siglo Edward no mostró interés alguno por ella, entonces ¿Por qué habría de hacerlo ahora?

Así que eliminen de una vez por todas, la idea de que Edward huyó con Tanya en Luna Nueva, mientras nuestra pobre heroína se moría de agonía, aquello es simplemente imposible.

“Por supuesto, Bella… ya te he dicho antes que prefiero a las morenas” dijo él con tono pícaro. Yo sonreí y me apreté más contra su cuerpo, disfrutando la sensación de su roce

Otra razón para amar a Tanya, ella es Rubia y claramente nuestro galán las prefiere morenas.

¿Dónde nos deja esto? Directo hacia la verdadera rival de Bella, Ángela Weber más conocida como:

“Una muchacha tranquila, cuyos pensamientos eran generalmente amables, algo poco habitual”. Palabras del propio Edward Cullen en Sol de Medianoche.

¿Se acuerdan de alguna otra chica de la que nuestro vampiro tuviera en alta estima?

Entonces, analizando la situación la cosa es simple.

Edward se fijó en Bella por que sus pensamientos le estaban bloqueados, añadiéndole a esto el factor de su sangre cantora, pero si nivelásemos la situación tal vez a Edward no le importaría Bella si conociese su mente.

Ángela posee pensamientos amables, su mente es la única que le proporciona cierto descanso al pobre vampiro, mientras Isabella se regodeaba observando a los atractivos chicos de ojos dorados, la tranquila de Ángela se limitaba a pensar en sus trabajos pendientes y su mamá.

¿No creen que es interesante que Ángela sea la única que no considera a Edward un Adonis?, eso era para el vampiro algo diferente

En resumen, está claro que a quien debería temer Bella es Ángela, además es morena igual que ella.

Otro factor para temer-y tal vez odiarla un poquito-.

Así que de utilizar la lógica y pensar en el mensaje de Meyer….Tanya es inofensiva sin embargo Bella se siente amenazada por ella, cuando su novio en la única mujer en la que pensó a parte de ella fue en nuestra querida “Angie”

Cabe aclarar que Edward nunca se ha sentido interesado en Ángela de un modo “romántico”, sólo queremos plantear un tema que es digno de ser debatido, un rival de peso y de temer.

Edward se lo pasó todo el libro de Eclipse sufriendo por los arranques de irresponsabilidad de Bella, Angie es justamente lo contrario, una joven seria y prudente. Obviamente Edward jamás tendría ojos para una mujer ajena a Bella Swan, pero si tendemos que buscar una chica representase un verdadero “inconveniente” una contendora que mereciese ese título, claramente Ángela Weber sería la más compatible para el puesto.

Cabe recordar que no estamos insinuando que Edward quiera a la dulce Angie, sólo les mostramos una verdad ineludible, en la mayoría de los fanfic destrozan a Tanya, como si Edward pudiese siquiera interesarse en ella, son amigos, familia, compartieron tiempo viviendo juntos en Denali, son como hermanos. Desearlo no era un crimen, era lo obvio, Edward Cullen es un dios, no es para menos.

No hace falta añadir más nada, las cartas están puestas. Son ustedes quienes Juzgan.

sábado, 16 de enero de 2010

Calle Cullen

Esto es algo curioso, les sirve a todas las fans que esten vacacionando en en el Norte de Chile, especificamente en el Quiscohay un pasaje que se llama Cullen.

Graciaas a Twilightsinfronteras

Yo qieroo que halla una calle asii aqi en mi ciudad peroo que se llamee Edward Cullen jajaja

Love is in the Air

Hola niñaas!

Estando en el vicio de facebook encontre estas fotoos de nuestraa parejitaa consentidaa y la vdd me encantaroon (esperoo la primeraa no sea montajee pero s ve tan reaL) de cualqier formaa siempre los vamoos a qereer juntoos o separadooos aunqee de preferencia juntoos jajajaj

Esperoo les gusteen

Besiitooss

Team Robsten:)






Robert Pattinson y Kristen Stewart: uvas en la intimidad

Los protagonistas de la saga 'Crepúsculo' pasaron el Fin de Año en la tranquila isla de Wight

Madrid.- Robert Pattinson y Kristen Stewart comieron las uvas en Ventor, una localidad costera de la Isla de Wight situada a 80 kilómetros al sur de la casa donde vive la familia de Pattinson. Mucho se ha rumoreado tanto los días anteriores como los posteriores sobre si Kristen Stewart y Robert Pattinson estuvieron juntos en Navidades y las pruebas de que así lo hicieron cada vez parecen más evidentes.

Si primero fueron unas fotos en las que los actores, cada uno por separado, aparecen con una fan, ahora sale a la luz otra imagen que parece confirmar que definitivamente se vieron.

Aunque la fotografía está tomada desde lejos, se intuye que los dos que están más separados del grupo de gente son Robert Pattinson y Kristen Stewart dando un paseo por la localidad inglesa. Es cierto que Kristen Stewart podría haber ido a ver a Robert Pattinson en calidad de amiga, pero resulta raro pensar que se haya hecho tantos kilómetros para celebrar la entrada de 2010 con Robert Pattinson si no hay amor de por medio.

A la fotografía se le une el testimonio de numerosas personas que vieron tanto a Kristen Stewart como a Robert Pattinson paseando por la isla y posteriormente en la fiesta de Año Nuevo. La pareja protagonista de ‘Crepúsculo’ disfrutó de una fiesta discreta, barata y más propia de personas desconocidas que de dos estrellas de Hollywood.

Un asistente a la fiesta aseguró que Robert y Kristen se comportaron de forma totalmente normal y sin esconderse. “Actuaban como gente corriente y se adaptaron perfectamente a los habitantes del lugar”. Otro de los lugareños confesaba su asombro por el hecho de que los dos actores decidieran ir allí. “No puedo creer que estos dos famosos estuvieran en este bar. Esto puede que nos sitúe en el mapa”.

Pero a pesar de lo desconocido que pueda sonar el nombre de la localidad, no es la primera vez que otras celebridades británicas se trasladan a Ventor. Kate Moss, el cómico y novio de Katy Perry, Russell Brand o la cantante Amy Winehouse han elegido en más de una ocasión esta isla, ya que es un lugar que ofrece la privacidad deseada por las estrellas.

"No se que tan nuevaa sea la noticia para ustedees, peroo yo apenas la voi leyendo, ya habia visto esa foto pero no la noticiaa!!..qe emoción ojalaa si sea verdad y ps se respetaa que ellos qiera ocultar su relación pero creo qe es mas qe evidentee el amor qe se tieneen y ps no es la primera vez que el amor traspasa la pantalla para los protagonistas y era de esperarse con una de las historias de amor mas hermosas que hay (L)!

saludoos niñaas:)


Graciaas a La Voz Libre