Los protagonistas de la saga 'Crepúsculo' pasaron el Fin de Año en la tranquila isla de Wight
Madrid.- Robert Pattinson y Kristen Stewart comieron las uvas en Ventor, una localidad costera de la Isla de Wight situada a 80 kilómetros al sur de la casa donde vive la familia de Pattinson. Mucho se ha rumoreado tanto los días anteriores como los posteriores sobre si Kristen Stewart y Robert Pattinson estuvieron juntos en Navidades y las pruebas de que así lo hicieron cada vez parecen más evidentes.
Si primero fueron unas fotos en las que los actores, cada uno por separado, aparecen con una fan, ahora sale a la luz otra imagen que parece confirmar que definitivamente se vieron.
Aunque la fotografía está tomada desde lejos, se intuye que los dos que están más separados del grupo de gente son Robert Pattinson y Kristen Stewart dando un paseo por la localidad inglesa. Es cierto que Kristen Stewart podría haber ido a ver a Robert Pattinson en calidad de amiga, pero resulta raro pensar que se haya hecho tantos kilómetros para celebrar la entrada de 2010 con Robert Pattinson si no hay amor de por medio.
A la fotografía se le une el testimonio de numerosas personas que vieron tanto a Kristen Stewart como a Robert Pattinson paseando por la isla y posteriormente en la fiesta de Año Nuevo. La pareja protagonista de ‘Crepúsculo’ disfrutó de una fiesta discreta, barata y más propia de personas desconocidas que de dos estrellas de Hollywood.
Un asistente a la fiesta aseguró que Robert y Kristen se comportaron de forma totalmente normal y sin esconderse. “Actuaban como gente corriente y se adaptaron perfectamente a los habitantes del lugar”. Otro de los lugareños confesaba su asombro por el hecho de que los dos actores decidieran ir allí. “No puedo creer que estos dos famosos estuvieran en este bar. Esto puede que nos sitúe en el mapa”.
Pero a pesar de lo desconocido que pueda sonar el nombre de la localidad, no es la primera vez que otras celebridades británicas se trasladan a Ventor. Kate Moss, el cómico y novio de Katy Perry, Russell Brand o la cantante Amy Winehouse han elegido en más de una ocasión esta isla, ya que es un lugar que ofrece la privacidad deseada por las estrellas.
"No se que tan nuevaa sea la noticia para ustedees, peroo yo apenas la voi leyendo, ya habia visto esa foto pero no la noticiaa!!..qe emoción ojalaa si sea verdad y ps se respetaa que ellos qiera ocultar su relación pero creo qe es mas qe evidentee el amor qe se tieneen y ps no es la primera vez que el amor traspasa la pantalla para los protagonistas y era de esperarse con una de las historias de amor mas hermosas que hay (L)!
saludoos niñaas:)
Graciaas a La Voz Libre
sábado, 16 de enero de 2010
Robert Pattinson y Kristen Stewart: uvas en la intimidad
Publicado por anita cullen en 13:56 0 comentarios
Etiquetas: Robsten
jueves, 14 de enero de 2010
Renacer
Capítulo 7: Invitación
“¡Edward, suéltame! ¡Sabes que no me gusta la lluvia!”
Antes me gustaba el sol, a diferencia de Edward. Él disfrutaba de los días nublados y lluviosos. Se divertía cargándome y llevándome hacia los chorros de lluvia mientras yo intentaba inútilmente zafarme de sus brazos…
Ahora, me daba igual el clima.
Me desperté con un terrible sobresaltó y me tomó más de tres segundos el comprender que todo había sido un sueño. Un sueño muy doloroso, que me había dejado una terrible sensación de compresión en el pecho.
Inhalé aire profundamente en un intento de sofocar aquel repentino llanto que luchaba por salir. Tal vez me estaba volviendo loca. ¿Qué persona llora, así por que si, en las primeras horas del día? Salté de la cama al recordar lo que había pasado ayer por la noche, ¿Estaría Edward bien?
Solo sabría la respuesta llegando a la escuela. Corrí hacia la ducha y me cambié a velocidad record. Prendí la televisión para ver las noticias y escuché atentamente por si se reportaba algo sobre una pelea entre un licántropo y un vampiro… nada. Suspiré de alivio al mismo tiempo que me acaba mi jugo de naranja.
Me despedí de mi madre, ignorando todos sus consejos enfermizos. Fue entonces que recordé también a Jacob… mi amigo, ¿Cómo estaría? ¿Había sido mi imaginación o, aún bajo su forma lobuna, había podido leer en su mirada la decepción? Solo esperaba poder hablar pronto con él.
Llegué a la escuela demasiado temprano, no había ni un solo carro estacionado en la acera y a penas y alcancé a ver a tres alumnos caminando por los pasillos. Tomé asiento en una de las banquetas más aisladas y viajé mi vista de un lado hacia otro, buscando, con ella, a solo una persona.
“Bella” – salté ligeramente de mi lugar al escuchar aquella voz tan familiar. Giré mi vista y, ahí estaba, tan perfecto como siempre. – “Disculpa, ¿Te asusté?”
“No” – susurré, aún sin lograr poner en orden mis ideas.
Él se sentó a mi lado
“Toma” – indicó, al mismo tiempo que me daba la daga con que anoche le había amenazado
La cogí entre mis manos, un poco vacilante y avergonzada. Ya después me encargaría de devolversela a Jake o tirarla, si era necesario.
“Discúlpame” – murmuré, mientras la metía entre mi mochila – “Lo que hice ayer… lo siento…”
“No te preocupes, no pasó nada” – levanté la mirada y él me sonrió de manera amable. El corazón se me aceleró de manera frenética – “Están comenzando a llegar más alumnos” – informó, mientras se ponía de pie – “me tengo que ir”
“¿Por qué?” – pregunté, sin poderlo evitar. No me di cuenta del momento en que también yo me había puesto de pie y pude leer un leve deje de diversión en sus doradas pupilas-
“No te irá muy bien si te ven conmigo” –
“No me importa” – dije, de manera automática, y supe, sin saber cómo, que era una verdad absoluta.
Lo único que quería en ese momento, era estar con él, a su lado. No importaba nada más.
Él volvió a sonreír y levantó una de sus manos para rozar mis mejillas. Aquel movimiento de sus fríos dedos, sobre mi piel, lograba que olvidara que había un mundo exterior. Cerré mis ojos y me dejé llevar por el agradable cosquilleo que sentía en mi estomago
“Nunca cambiarás” – murmuró y, extrañamente, sus palabras no me resultaron ilógicas, si no más bien, ciertas – “No creo que a tu madre le haga mucha gracia el saber que has simpatizado con el vampiro que te sigue desde pequeña”
Abrí los ojos como si me hubieran pegado una fuerte descarga eléctrica. Tenía razón.
Dudaba que Dennis y Mike aceptaran de buena manera que, de un día a otro, me había hecho amiga de un vampiro. Seguramente, irían corriendo a decirle a mi madre, con el argumento de que estaba embrujada. Aunque, tal vez, tenían razón… después de todo, apenas tenía un día de haberle conocido y ya sentía la repentina y fuerte necesidad de estar con él… pero daba igual. Si estaba hechizada o no, no importaba. Me sentía feliz, plena y completa, como nunca pensé llegarme a sentir en mi vida.
Pero eso no bastaba por ahora, aun faltaba mucho tiempo para cumplir mi mayoría de edad y, hasta que esa fecha no llegara, yo era incapaz de deshacer aquella maldita orden de asilamiento que mi madre había levantado. Edward corría peligro estando a mi lado.
“Tienes razón” – susurré, sin poder ocultar la tristeza al hablar
“Alguien se acerca” – dijo y paseó una vez más sus dedos sobre mis pómulos – “Platicamos pronto” – aseguró y, cuando volví abrir mis ojos, ya no estaba.
Solamente había quedado su fresca fragancia impregnada en el viento y aquel extraño sentimiento de vacío me invadió casi al instante…
“¡Bella!” – exclamó Dennis, apareciendo detrás de mí – “No sabía que ya estabas acá”
“Acabo de llegar” – mentí, mientras me encogía de hombros para restarle importancia. Me percaté que viajaba su mirada de un lado a otro, de manera impaciente – “¿Qué te pasa?” – pregunté
“Estoy buscando a los chupa sangres. ¿Tu crees que la protesta de firmas haya funcionado y el director los haya expulsado de la escuela?”
“No lo creo” – dije, tratando de disimular mi enojo - “Pero, al fin de cuentas, ¿Por qué tanto desprecio? Ellos no han demostrado ser malos…”
Su mirada fría y mutiladora me silenció de manera automática
“No sabes lo que dices, Bella. Esos seres, son traicioneros y peligrosos. No deberías fiarte solamente por que tienen rostro de ángeles”
Al entrar al salón, lo primero que mis ojos buscaron fueron a aquel conjunto de cabellos despeinados. No fue difícil encontrarlo. Edward simplemente destacaba de toda esa multitud de personas - por algo era un hermoso vampiro -. Nuestras miradas se encontraron por un breve instante y pude percatarme de la pequeña sonrisa que me dedicaba.
Mi corazón se enloqueció con aquel simple gesto y, tan atontada estaba, que mis pies se enrollaron y di un fuerte tropezón
Todos en la clase rieron y lo único que fui capaz de hacer fue bajar la mirada y caminar lo más rápidamente posible hacia mi lugar. Paso lo mismo durante todo el día, en el cual Edward y yo intercambiamos furtivas miradas y sonrisas.
-“Soy una torpe”
-“No es cierto”
-“Claro que si, tropiezo con todo lo que me pone en el camino. Soy una vergüenza”
“-Para mí, eres lo más adorable que pueda existir en el mundo entero”
-“Lo dices por que eres mi novio”
-“Lo digo, por que te quiero”
“¡Bella!” – el gritó de Mike me despertó de mi ensueño
Me sentí repentinamente molesta de que su voz hubiera reemplazado a la que había en mi mente.
“¿Qué pasa, Mike?”
“¿Acaso no piensas comer?” preguntó, mientras señalaba la charola completamente llena de comida
Mis ojos se dilataron enormemente, ¿En qué momento había llegado a la cafetería? Antes de contestar a mi pregunta sin respuesta, paseé mi mirada por todo el alrededor… no estaba.
El desencanto que experimenté fue realmente preocupante.
Aunque claro, ¿Qué iba a hacer un vampiro en una cafetería en donde solamente vendían alimentos humanos?
“Bella, ¿No tienes hambre?” – volvió a insistir Mike y pegué otro brinquito
“La verdad es que no” – contesté
“Desde ayer te encuentras demasiado distraída” – recordó Brenda, con voz preocupada – “¿Segura que estas bien?”
“Lo estoy” – asentí y me llevé una manzana a la boca
“Entonces, ¿Aceptaras ir conmigo al baile?”
“¿Qué baile?”
“Hemos estado platicando de eso desde que llegamos” – señaló Dennis con voz desaprobatoria – “El fin de semana hay un baile por parte de la escuela. Iremos todos”
“No” – me negué, con una pequeña sonrisa – “Ya saben: los bailes no son objeto de mi atracción”
“¡Vamos, Bella!” – insistió Mike, tomándome las manos e incomodándome con el acto – “Se mi compañera”
“Lo siento, Mike” – dije, mientras trataba de librarme de sus manos – “No me gusta bailar. No puedo. Si voy, solamente te aburrirías conmigo”
“¿Aburrirme contigo? ¡Nunca! Vamos, di que si”
“No” – volví a repetir, con un poco más de firmeza. Agradecí que la alarma sonara en ese preciso momento y me puse de pie instantáneamente – “De todas formas, espero que se diviertan” – dije mientras, prácticamente, salía corriendo del lugar.
Mike siguió insistiendo durante el resto de la tarde, provocándome un terrible dolor de cabeza. De más esta decir que, las veces que él me pidió que aceptara ir al dichoso baile, fueron las veces que me negué de manera rotunda.
Tanta había sido la presión por parte del muchacho que, para tristeza mía, no me había percatado del momento en el que Edward se había ido. Mi humor y el dolor de cabeza empeoraron en ese instante.
Caminé hacia mi casa con mis dedos apretando mi sien en un intento de apaciguar el dolor. Frené mi marcha y me recargué debajo de un enorme árbol que se hallaba en el camino. De manera inconciente, llevé mis manos hacia mi mochila y extraje el pequeño cuadernito que tenía poco había comprado en una vieja libreria. Pasé mis dedos por su portada que, si bien era claro que tenía cierta antigüedad, se encontraba bien conservada. Me sentí un poco más tranquila cuando lo tuve entre mis manos. Había algo en ese objeto que me sosegaba con solo saber que lo tenía cerca. Cerré mis ojos y suspiré profundamente mientras esperaba a que la jaqueca disminuyera un poco.
Había encontrado aquella singular libretita en un paseo solitario que di por unas librerías de Forks. Había leido Cumbres Borrascosas alrededor de unas treinta veces, sin embargo, desde el primer momento en que había hojeado la primer página, tuve la ligera impresión de conocer cada detalle de aquella novela. Me seguía gustando mucho, si, pero quería algo nuevo. Fue así como llegué a un local de muy mala fachada (había recorrido cada una de las librerías de novedades y nada había captado mi atención), de esos típicos grandes cuartos que tienen ejemplares apilados unos sobre otros, hasta que la pasta del último topa con el techo.
Sonará extraño pero, en cuanto pisé el interior de aquel lugar, me sentí atraída, como por un imán. Caminé, movida por aquella fuerza extraña, hasta llegar a uno de los últimos pasillos y, cuando me hallé en medio de tantos anaqueles tapizados de libros empolvados, fuera de dar media vuelta e irme, comencé a buscar entre todos ellos. La libretita apareció de un momento a otro y, a pesar de tener un aspecto simple, la tomé sin vacilación alguna y la pegué fuertemente contra mi pecho, al mismo tiempo en que compenzaba a reír tontamente. Era algo así como si, en un pasado, hubiera significado mucho para mí y, de un momento a otro, la hubiera perdido y, por un milagro, la hubiera encontrado de nuevo. Si, creo que esa es la mejor explicación que puedo dar a lo que sentí en cuanto la miré y la tuve entre mis manos.
“¿Y esto?"
"Es un regalo, hoy cumplimos un año de novios. Ya se que no te gustan, pero, es algo hecho por mí, así no hay tanto problema ¿Verdad?... Ábrelo"
"Niña adorada, decid una palabra... una sola palabra" - leí la primera línea y su voz me acompañó después
"Aseguradme que puedo merecer vuestro corazón, y yo me encargo de los medios de conseguirlo"
Un pequeño cosquilleo sobre mi nariz, y parte de mis labios, me hizo abrir los ojos.
Sonreí al ver la pequeña rosa que se mostraba frente a mí y supe, por la oleada de tranquilidad que me embargó, que solamente se podía tratar de una persona. Solamente se podía tratar de él. Miré más allá del rojo capullo y me encontré con su rostro.
Era mágico el notar como el aire cambiaba con su sola presencia.
“Hola de nuevo” – saludó, ofreciéndome la flor, la cual tomé con mucho cuidado entre mis manos
“Hola” – contesté
“Te veías muy mal, ¿Ocurre algo?”
“Me duele un poco la cabeza” – confesé
“¿Es por el incesante acoso que recibiste por parte de Mike Newton?” – preguntó mientras llevaba doss dedos a ambos lados de mi sien y la apretaba ligeramente.
El dolor desapareció inmediatamente
“Supongo que no debe extrañarme el que hayas escuchado todo” – murmuré, aún con los ojos cerrados
“Hay cosas que preferiría no escuchar” – repuso
“Me imagino que ha de ser muy difícil para ti, y para tu familia, el tener un sentido de la audición tan desarrollado cuando la humanidad entera se la pasa señalándonos”
“Si, es molesto” – acordó – “pero no me refería precisamente a eso”
Abrí los ojos y el cesó de masajear mi cabeza, dejando caer sus manos sobre mis hombros
“¿Entonces a qué?”
Él me miró fijamente antes de contestar y, después, negó lentamente con la cebeza.
“No creo que sea buen momento” - susurró, como si estuviera hablando con él mismo, dejando caer sus manos a un costado. Antes de que pudiera insistir, bajó la mirada y noté un pequeño sobresaltó de su cuerpo al contemplar el cuadernito que en ellas había - "Bella, ¿Dónde conseguiste esta libreta?"
“Ah... ¿Te refieres a ésta?" - pregunté, levantando el pequeño objeto a la altura de sus ojos. Él asintió - "La compré en una vieja librería, no tiene mucho..."
"Ya veo" - musitó
"¿Por qué la pregunta?"
"Simple curiosidad" - contestó, con una pequeña sonrisa. Me sentí frustrada
"Hay muchas cosas que no entiendo al estar contigo" - admití - "Cosas que desconosco y, al mismo tiempo, sé"
Sus manos tomaron mis mejillas y me estremecí ante la ardiente y calida sensación que recorrió mi piel.
"Estoy seguro que un día todos tus pensamientos se aclararan. No te preocupes, no hay prisa. He esperado por ti década tras década. He estado un siglo, caminando sin tu presencia y, ahora, estás aquí, y eso es lo único que importa. No te inquietes, ni esfuerces a los recuerdos, ellos llegarán por si solos, en el momento adecuado..."
"¿Qué recuerdos?"
"El de una vida pasada"
"El de una vida pasada" - repetí y los labios de Edward dibujaron una pequeña sonrisa, casi imperceptible.
“¿Irías al baile conmigo, si te lo pidiera?” – soltó, cambiando radicalmente de tema, y sentí como la sangre huía de mi rostro – “¿Tan malo es?” – preguntó, al ver mi expresión.
Asentí, aun siendo incapaz de contestar. ¿Acaso estaba loco?
“No dejaré que te caigas a la hora de bailar” – prometió
¿Cómo sabía que era eso mi principal impedimento para aceptar ir a bailes?
Ignoré mi pregunta, y la guardé para otro momento, puesto que había algo más importante
“No es eso lo que me preocupa tanto” – logré decir y él esperó en silencio – “Si te ven entrar al baile conmigo…”
“Ah, te refieres a eso” – interrumpió
“¿Te parece poco?” – pregunté, frunciendo el ceño por su actitud tan despreocupada que poco encajaba en el momento
“Tengo un plan para que no nos descubran” – informó y sus dorados ojos chispearon
“¿Un plan? ¿Qué plan?”
“Dime si aceptas y, si así es, lo sabrás el sábado por la noche”
Lo miré fijamente durante varios segundos, intentado adivinar lo que tramaba… pero no descubrí nada en aquel brillo tan abrumador que, fuera de darme respuestas, me distorsionaba todo tipo de ideas coherentes. Suspiré profundamente. Aunque hubiera querido negarme, dudo mucho que mi voz interior me hubiese dejado, así que ¿Para qué luchar contra lo inevitable?
“Bien. Acepto” – dije y una enorme sonrisa se dibujo en aquel, increíblemente hermoso, rostro pálido.
Publicado por Angel of the dark en 13:09 0 comentarios
Etiquetas: Renacer
martes, 12 de enero de 2010
Renacer
Hola mis angeles hermosos aqui les dejo mas vicio , les mando mil besitos
Angel of the dark
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Capítulo 4: Deja Vu
Tuve un sueño…Un sueño realmente extraño…
Bella…
Alguien me llamaba… una conocida voz…
Bella…
¿Quién eres?
“¡Bella!”
Salté violentamente de mi asiento al escuchar la voz de Brenda llamarme…
“Hola, Dennis, Brenda ” – saludé – “No las vi llegar”
“Bella, hemos estado a tu lado tiene varios minutos” – informó Brenda con una sonrisa – “Estas muy distraída, ¿Te pasa algo?”
“No” – mentí – “supongo que son los nervios de comenzar un nuevo año escolar”
“Hablando de nuevos años escolares” – comenzó a decir Dennis, en medio de cuchicheos – “Se esta corriendo el rumor de que unos vampiros vendrán a estudiar a esta escuela… Solo espero que sea mentira. Yo no estoy dispuesta a compartir ninguna clase con monstruos”
Bajé la mirada, ¿Qué pasaría si mis amigas supieran que tenía como amigo a un hombre lobo?
Había conocido a Jake tenía no más de dos meses. Me había salvado de ser atropellada por una descontrolada motocicleta. Era un buen chico y una muestra clara para demostrar que era mentira todo lo que se decía acerca de los no humanos… al menos, si de licántropos se trataba.
“Creo que no te quedará otra opción” – murmuró Brenda, con voz entrecortada.
Dennis y yo levantamos nuestras miradas, y la guiamos hacia la misma dirección, encontrándonos con cinco figuras que, obviamente, no se trataban de simple mortales... Aquella gracilidad tan exagerada y perturbadora no podía considerarse como algo normal.
Uno de los tres hombres me miró por un momento y, sus dorados ojos me traspasaron como una corriente eléctrica, que se volvió en una extraña sensación de Deja vu. Una repentina oleada de melancolía me invadió y, de manera completamente inconciente y repentina, tuve muchos deseos de llorar.
“Bella, ¿Qué te pasa? Estas completamente pálida” – señaló Brenda cuando, con un movimiento violento de mi rostro, me deshice de ese par de pupilas
“¿Todavía lo preguntas?” – repuso Dennis – “¡La pobre esta completamente asustada!”
No. No era eso… No era miedo, ¿O si?
Volví a levantar mi mirada para verlos. Ya no estaban.
Todo el mundo estaba completamente alborotado. Y los malos rumores se alzaron entre el viento. La campana sonó, anunciando el inicio de clases.
Entré al salón con la mirada inclinada hacia abajo y no la levanté hasta que Dennis detuvo su marcha de manera violenta. Miré a mí alrededor y, al instante, supe cuál era el motivo. Con un rápido movimiento, alejé mi atención de aquel joven vampiro que tanto me había perturbado hacía pocos minutos.
“¿En qué esta pensando el gobierno?” – comenzó a decir mi compañera una vez estuvimos en nuestros lugares – “Mira que el permitir que estas bestias tengan derecho de adentrarse a una escuela es una barbaridad”
“Dennis, ya basta” – ordené de manera tajante, sin siquiera planearlo – “¿No te parece suficiente que ya todos estén calumniándolos?”
“Se merecen eso y mucho más… Ellos no deberían estar entre nosotros, ¡Son un peligro, lo peor que en este mundo puede existir!”
Suspiré pesadamente y preferí dejar que siguiera con su injurioso parloteo. No pude evitar dirigir, durante toda la clase, mi mirada hacia el vampiro y me pareció ver un gesto de dolor en sus pálidas facciones. No me sorprendió, después de todo, ¿Qué persona, siendo humana o no, se sentiría bien al estar rodeado de tanto desprecio?
Un fuerte golpe de dolor llegó a mi pecho poco después… ¿Por qué?
Las clase de Matemáticas terminó prontamente. Cabe destacar que hasta los catedráticos se mostraban ofensivamente cautelosos y distantes con el muchacho. Y, aunque luché por no darle importancia, no pude evitar sentir cierta pena por él.
Me despedí de Dennis al salir, ya que las clases que se avecinaban nos tocaban por separado. Mientras caminaba hacia el otro salón sentí aquella extraña presencia… como si alguien estuviese cuidándome, siguiéndome. Volví mi rostro y mis ojos se dilataron al ver que él venía detrás.
Sus ojos penetraron los míos de la misma manera que en la mañana e, inexplicablemente, mi corazón comenzó a latir de manera desbocada. No me había dado cuenta que había dejado de caminar hasta que Mike llegó a mi lado y, tomándome del brazo, me jaló de manera violenta, llevandome lejos del pálido chico.
“Bella, recuerda que no debes acercarte a esos monstruos, pueden hacerte daño…”
“No era necesario el que casi me llevaras arrastrando por todo el pasillo” – dije, soltándome de sus manos.
“Te hubieras visto” – continuó, ignorando mi comentario – “Te encontrabas perdida mientras le veías. Recuerda lo que se dicen de ellos: hipnotizan a sus presas para después beber su sangre”
Decidí, al igual que lo había hecho con Dennis, no discutir más sobre el tema. Al fin de cuentas, ¿Por qué habría yo de pelear con mis amigos solamente para defender a un vampiro al cual ni siquiera conocía?
Mentira, dijo una voz en mi mente y no entendí a qué se refería…
“Solamente espero que la junta de firmas ayude en algo” – murmuró, atrayendo de nueva cuenta mi atención.
Pude percatarme de la forma tan displicente que le dedicó al muchacho inmortal en cuanto entró sigilosamente al salón…
“¿Qué junta de firmas?” – pregunté para distraerme ¿Por qué su presencia me llamaba tanto como un fuerte imán?
“Se ha hecho un oficio, en el cual se pide la expulsión de estos aborígenes, al igual que la abnegación absoluta de inscripción para cualquiera que no sea humano ¿Firmarás a favor de su exilio?”
“No” – contesté rápidamente. Un impulso del cual me arrepentí casi al instante
“¿Me vas a decir que eres de esas personas que están con ellos?” – preguntó de forma retadora.
Antes de que pudiera contestar, una señora con traje se asomó a la entrada del salón y preguntó por mí. Anunciando que se me requería en la dirección. Caminé hacia ese lugar demasiado extrañada, preguntándome constantemente cuál sería el motivo ante la solicitud de mi presencia.
Traspase la puerta y me sorprendí de ver a mi madre en la pequeña oficina. Por su gesto, supe que estaba realmente enojada
“Mamá” – susurré – “¿Qué haces aquí?”
“Tome asiento, señorita Swan, para que le expliquemos qué es lo que pasa” – indicó el señor de avanzada edad y voz amable. Accedí, sin poner resistencia, ya que la situación era demasiado extraña – “Verá, Señorita Isabella” – comenzó a decir el anciano, mientras veía un paquete de papeles ordenados – “Como seguramente usted ya ha de estar enterada, un grupo de vampiros se ha inscrito en la escuela” – asentí, aún sin comprender qué tenía que ver yo en todo el asunto – “Estos casos son demasiados extraños y generalmente se dan más en las universidad debido al intelecto que estos seres poseen, así que decidí mejor investigar acerca de ellos y me encontré con este detalle demasiado interesante”
Me tendió un oficio de tamaño ligeramente más grande que una hoja común, el cual leí rápidamente.
“Es la orden de alejamiento que mi madre levantó hace años contra un vampiro” – reconocí
“Así es, y va dirigida hacia Edward Cullen” – agregó el señor, quien hizo una pausa dramática – “Quien se encuentra estudiando ahora mismo en este lugar”
Tensé mi cuerpo ante las palabras dichas y supe, sin necesidad de más información, que Edward Cullen era el mismo muchacho de cabello cobrizo que estaba en mi clase de matemáticas y español. No tuve ninguna duda.
“¡Ese monstruo esta obsesionado con mi hija!” – exclamó mi madre – “La ha seguido desde que es una niña…”
“Tranquila señora” – interrumpió el director – “Tal vez estamos mal interpretando las cosas. Puede que el joven este aquí por buena voluntad ”
“¿Joven?” – repitió mi progenitora con voz mofa – “¡Bestias, Demonios! ¡Así es como debe llamárseles. Deberían sacarlos a patadas de aquí”
El director endureció el gesto. Era claro, por su actitud, que era de las pocas personas que estaban de parte de los vampiros
“Siento no poder complacerla. Le recuerdo que la ley no prohíbe el derecho de la educación a los no humanos”
“Pues debería”
“Mamá, ya basta” – interrumpí la discusión
“Si” – apoyó el director – “Ya es suficiente. Lo único que podemos hacer en este caso es prevenirla a usted, señorita Swan, que tenga mucha cautela al tratar con el joven Cullen, solo por si las dudas. Tenga mucho cuidado de no mantenerse a solas con él”
Asentí, mientras el anciano me dedicaba una sonrisa.
Cuando mi madre se fue y regresé a mi jornada escolar, me sentí repentinamente ansiosa. Había escuchado de algunas cuantas historias muy similares a lo que se suponía la mía: vampiros obsesionados con la sangre de sus victimas, a las cuales persiguieron durante años por el simple placer de estar cerca de ese olor, hasta que hubo un momento en el que no pudieron controlar su instinto y…
Estaba claro que dentro de mis prioridades no estaba el ser comida de vampiro, así que estaba dispuesta a tomar el consejo del director muy en serio.
La inquietud se agrandó al notar que él estaba en todas mis clases, volviendo mis movimientos más torpes de lo habitual. Me encontraba caminando, a paso rápido, rumbo a la cafetería al mismo tiempo que acomodaba mis libretas dentro de mi mochila (estaba tan ansiosa de huir de aquel salón – más bien, de aquel vampiro – que había salido de ahí sin siquiera detenerme a ordenar mis cuadernos)
Como era de esperarse, mi maravillosa habilidad hizo de las suyas y, por tener la atención fija en los objetos escolares, no me fijé del pequeño escalón que se levantaba frente a mí y tropecé. Me aferré inmediatamente a la pared para no caer, dejando que mi mochila volará a unos cuantos metros de mí y, cuando recobré el equilibrio, me dispuse a cogerla. Fue ahí cuando un par de manos níveas se movieron más rápidamente que las mías y me tendieron los objetos anteriormente caídos.
No tardé mucho el saber de quién se trataba. Solamente uno de ellos era capaz de exhalar ese tipo de aliento tan peligrosamente embriagante. Inconcientemente, levanté la mirada para encontrarme con la suya y, tal como había pasado en la mañana, un extraña sensación me invadió al perderme en el ocre derretido de sus pupilas.
No es que jamás hubiera visto a un vampiro con ojos dorados – aunque ciertamente no eran muy comunes, la mayoría había optado la donación de sangre humana – pero no recordaba jamás haber visto algo tan hermoso en mi vida.
Tal vez se deba lo que anteriormente me había dicho Mike, pensó una parte conciente de mi cabeza. Tal vez lo veo tan hermoso, tan magnifico, debido a que se encuentra ejerciendo sobre mi un efecto hipnótico
Si era así, debía admitir que era realmente bueno empleando el papel de cazador seductor ya que, en ese momento, me importó poco el hecho de que se extendía ante mi la probabilidad de morir (es más, en ningún momento llegué a sentir ese tipo de aflicción), solamente me importaba aquella mirada melancólica que era demasiado profunda, demasiado difícil de interpretar y, al mismo tiempo, viejamente conocida…
“¿Te encuentras bien?” – preguntó, logrando que el suave sonido de su voz me confundiera aún más…
¿Dónde había escuchado aquella voz que se me hacía tan familiar?
“Si” – logré contestar mientras tomaba mis cosas – “muchas gracias” – agregué antes de dar media vuelta, lista para alejarme lo más rápidamente posible de él.
“Espera, Bella” – pidió y, como si de una irrevocable orden se tratara, mis pies frenaron su marcha, sin dejar de darle la espalda
Bella…
Mis ojos se dilataron al momento en el que recordé
“Bella”
“¿Cómo sabe mi nombre?”
Siempre supe que mi madre había levantado una orden de alejamiento pero jamás, ni de lejos, tuve la oportunidad de ver cara a cara a mi vampiro acosador y, desde luego, nunca imaginé que ese vampiro acosador fuera el mismo “humano” (a quién, hasta ese momento logré recordar) que con tanta delicadeza había pronunciado mi nombre aquella tarde, hacía diez años…
Eso significaba también que, el par de ocasiones en que había visto una borrosa sombra cerca de mí, no había sido producto de mi imaginación como había supuesto, si no que se trataba de él, de Edward Cullen…
Las palabras de mi madre adquirieron más veracidad que nunca: un vampiro me acechaba día y noche y, no podía haber otra justificación de semejante actitud, que no fuera el obsesivo deseo que, seguramente, sentía por mi sangre.
Aún así, lejos de que el miedo me invadiera, solo fui capaz de sentir confinada corazonada de que había un detalle que estaba olvidando… un detalle muy sutil y a la vez muy importante. Antes de que pudiera esforzar mi mente para descubrir qué era lo que retenía con tanto recelo, la voz de Dennis resonó por todo el pasillo
“¡Bella!” – gritó, mientras llegaba corriendo hacia mi, seguida por un numeroso grupo de estudiantes. Fue hasta ese momento en el que me percaté que el pasillo había estado habitado solamente por el vampiro y yo – “¿Te encuentras bien?” – preguntó y solamente me limité a asentir.
“¡Bella!” – llamó también Mike – “¿Te ha hecho daño este monstruo?”
“No” – contesté, levantando la mirada hacia Edward quien me miró fijamente por un segundo, antes de dar media vuelta e irse, ignorando todo lo que de él se decía a sus espaldas.
Ignoré el deseo que nació en mi de seguirle, de hablarle, al igual que intenté – fallando completamente al instante – el no sentir el incompresible dolor que su alejamiento me había dejado.
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Capítulo 5: Confianza
“¡Asquerosos chupasangres!” – Exclamó Jacob, mientras su fuerte mano rompía una gruesa roca que yacía frente a él.
No pude evitar sobresaltarme un poco, después de todo, el que tu amigo tenga la fuerza suficiente como para partir un árbol, sin mucho esfuerzo, dudo que pueda pasar desapercibido para cualquiera.
“Jake, tranquilo” – dije. De un momento a otro, ya no se me había hecho tan buena idea el haberle contado sobre mi vampiro acosador – “No pasa nada”
La idea no le había caído nada bien.
“¿Qué no pasa nada?” – repitió, con aquella acides a la cual comenzaba a adaptarme – “¡Vamos, Bella! Me acabas de contar que un vampiro te esta siguiendo ¿Y dices que no pasa nada?”
Bajé la mirada al recordar de nuevo aquel par de ojos dorados, preguntándome una vez más el por qué se me hacían tan familiares
“Bella, lo siento” – dijo Jacob, mal interpretando mi semblante, lo cual agradecí. No quería ni pensar el cómo se tomaría si, a todo lo que le había dicho, agregaba que aquel vampiro ejercía, sobre mí, una extraña sensación – “Suelo ser muy idiota pero no quiero que algo malo te pase”
Levanté la mirada cuando sus manos tocaron las mías. El calor sobrenatural de su cuerpo era reconfortante y me gustaba. Le sonreí y él correspondió el gesto al instante.
“Gracias, Jake. No sabes la falta que me hacía el platicar contigo hoy, que han pasado tantas cosas. Siempre sueles aparecer para ayudarme en los momentos más difíciles”
“Estaré ahí cada vez que me necesites, Bella” – prometió – “Y no tengas miedo” – agregó, sustituyendo la suavidad de su voz por la furia pura – “Estaré cuidándote de esa sanguijuela. No permitiré que te haga daño”
Él jamás me haría daño
Pegué un respingo al escuchar aquel gritó proferido por mi mente.
“¿Pasa algo?” – preguntó mi amigo.
Parpadeé numéricamente para deshacerme de la turbación que aquella vocecilla me había dejado y, cuando pude conectar mis ideas lejos de lo que acababa de escuchar en mi conciencia, contesté, ignorando su reciente pregunta.
“Gracias, Jake, pero no es necesario el que me cuides. Recuerda que estamos rodeados por una sociedad anti – licántropos y, si te ven merodeando cerca de mi todo el tiempo, te meterás en problemas.
“No pienso dejar que me vean” – discutió – “Es muy fácil engañar a los humanos” – agregó con suficiencia
“Como sea” – repliqué, dejando pasar su comentario despectivo hacia mi especie – “No quiero que mi madre levante un acta de alejamiento contra ti. Ya bastante incomodo es tener que venir a escondernos al bosque”
Su carcajada se levantó con un sonido ronco y varonil
“Esta bien, esta bien” – accedió – “pero prométeme que te vas a cuidar. Prométeme que no te le acercaras, que ni si quiera le dirigirás una sola mirada”
Quise, lo deseé con todas mis fuerzas, el poder decirle “Si, te lo prometo” pero aquella vocecilla volvió a gritar con un fuerte “¡No!”, volviendo mis palabras mudas y mi promesa vacía. No quería mentirle a mi amigo, así que rápidamente busqué algo con lo cual distraerle. Por suerte, al alzar la mirada hacia el cielo, supe que la llegada del crepúsculo se avecinaba
“Jake, ¡Mira que tarde es!” – exclamé, tal vez aparentando estar más ansiosa de lo real – “Mi madre me va a matar si llego tarde” – aseguré, mientras tomaba mis cosas y me ponía de pie
“Te acompaño…”
“Jake, mi madre esta como loca por lo que pasó hoy en la mañana” – recordé – “Puede que su sobreprotección crezca mucho más a partir de hoy. No quiero ni imaginar si, aparte de saber que tengo un vampiro acosador, tengo a un amigo licántropo”
Mi amigo suspiró, admitiendo su derrota.
“Este bien. Solo… cuídate, ¿Lo harás?”
“Si, Jake, tranquilo” – volví a decir y, al pasar unos cuantos segundos en silencio, noté un rasgo vacilante en su rostro, por lo que pregunté – “¿Qué pasa?”
El licántropo bajó la mirada para encontrarla con la mía y sus ojos negros, cubiertos de espesas pestañas, me miraron fijamente. No me di cuenta que, al mismo tiempo en que me miraba, su mano había jugueteado dentro de su mochila hasta sacar algo a lo que no le hallé forma al principio.
“Te parecerá estupido pero… lleva esto contigo” –
Mis ojos se dilataron al poder ver claramente el objeto que me tendía. Aquella vocecilla interior gruñó fuertemente al ver la estaca envenenada, uno de los instrumentos que se usaban para matar a los vampiros y que, según, solamente el gobierno, y la seguridad de éste, tenían derecho a portar ya que solamente eran ellos los que tenían el derecho de matar a las demás especies.
Una furia repentina me invadió tan solo al imaginar que ese objeto, de apariencia tan insignificante, era suficiente para acabar con él… con Edward
Edward…
“¡No!” – solté, con la ira embargando mis palabras – “¡Estas loco! ¿Cómo se te ocurre…? ¿Cómo…?”
“Bella, Bella, cálmate por favor” – interrumpió mi amigo – “Solamente es por precaución. Por favor, acepta, harás que me sienta más tranquilo”
Su mirada y voz suplicante desvaneció poco a poco mi furia y, con un profundo suspiro, tomé la daga entre mis manos (ignorando el fuerte bramido que aquella voz interior profirió) y la metí en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón
“Espero que estés contento” – repliqué, con frialdad – “Ahora, si no hay más armas contra vampiros que me tengas que dar, me voy”
Él ya no discutió. Solamente se limitó a regalarme una de sus enormes sonrisas y, después de dejarme a orilla del bosque, salir corriendo hacia éste y desaparecer entre la espeses de los árboles.
Al salir de nuestro escondite me percaté de que, en realidad, ya era mucho más que tarde. Las calles comenzaban a estar vacías y la temperatura comenzaba a descender. Me cubrí el cuerpo con los brazos para proporcionarme calor y aceleré el paso lo más que pude.
No llevaba ni diez minutos solas cuando sentí aquella presencia que me tranquilizaba y me hacía sentir protegida. Sin embargo, antes de que pudiera pensar alguna otra cosa, una figura varonil y alta se plantó frente a mí. Aunque la calle no hubiera estado alumbrada por la débil lámpara de luz bronceada, hubiera sabido perfectamente de quién se trataba. Inconcientemente, di dos pasos hacia atrás de manera rápida y, controlando lo mejor que pude mi voz, me dispuse a retarle.
“¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué me sigues todo el tiempo?” –
El vampiro no contestó y, a pesar de que sus pasos eran completamente inaudibles, mis ojos contemplaron como sus pies se movieron, recorriendo la distancia que yo había separado. Volví a retroceder y, con un movimiento completamente inconciente, llevé mis manos hacia atrás de mis pantalones y extraje la daga que Jacob me había dado momentos atrás y la puse delante de mí.
Su pálido rostro se contrajo en un gesto claro de dolor, el cual me perturbó por un momento.
“Aléjate. Déjame en paz. No quiero hacerte daño” – la última oración fue la única que, supe, era verdad. No quería hacerle daño, ni el más mínimo, y, sin embargo, mi mano no desistía en soltar el arma que con tanto ahínco sostenía.
Él siguió sin mencionar palabra alguna y se mantuvo completamente inmóvil por un lapso de tiempo, el cual no supe deducir, pero se me hizo eterno.
“Vete” – volví a decir, esta vez con menos fuerza.
La voz interior protestaba fuertemente dentro de mi cabeza y decía miles de cosas que no lograba entender… palabras y más palabras que me resultaron incoherentes y me confundieron mucho más.
Entonces, todo pasó demasiado rápido. En lo que duró uno de mis parpadeos, lo tuve frente a mí, con su rostro increíblemente hermoso a poca distancia del mío y con la daga rozando la parte central de su pecho
“Hazlo” – dijo con voz suave, pero firme – “Si piensas que te soy capaz de hacerte daño, hazlo”
Levanté la mirada para verle y el pecho se me contrajo al encontrarme con aquel par de ojos dorados y, de pronto, me desconecté de la realidad.
“Bella, te presento al señor Edward Masen y a su esposa, Elizabeth”
“Edward, cariño, ven y saluda a Bella”
“Hola”
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“Edward es muy guapo”
“Solo somos amigos”
“Pero a ti te gusta”
“S-si…”
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“Bella, te quiero”
“No hagas ese tipo de bromas, no son graciosas”
“No estoy bromeando. Lo digo en serio, te quiero”
“¡Oh!” – jadeé cuando las ilusiones se desvanecieron así con la misma brusquedad con la que llegaron
“Sabes que no te haré daño. Lo sabes perfectamente” – comenzó a decir y su voz era un apresurado murmullo – “Tu injusto desprecio me envenena más cruelmente que cualquier invento del hombre para exterminarnos. Dime, Bella, ¿Crees que te he seguido durante todos estos años solamente para lastimarte?”
NO...
“No” – musité y la daga resbaló de mis manos – “Edward” – dije aquel nombre de manera inconciente, al pasar varios minutos en completo silencio – “Algo me grita y me dice que has sido siempre parte de mí…"
“Solamente dame una oportunidad de acercarme a ti y, no me temas" - interrumpió, de manera delicada - "Te he esperado tanto tiempo, Bella. No me pidas estar lejos de ti por que no podría cumplir esa promesa. Preferiría que me enterraras ahora mismo ésta y miles de dagas más sobre mi cuerpo, que el tener que soportar una más de tus ausencias.”
“Sus brazos eran el mejor remedio para cualquier tipo de intranquilidad. Era mi mejor cura, mi mejor consuelo y mi mayor anhelo…”
“Abrázame” – supliqué, movida por aquel extraño sentimiento de necesidad hacia él y, cuando cerré mis ojos, pude sentir el contacto de su frío cuerpo que me resultó demasiado natural, demasiado cómodo, demasiado congénito.
Fue como si, durante mis cortos dieciséis años, hubiera estado buscando algo y, hasta en ese momento, lo hubiera encontrado. Me sentí realmente completa en medio de aquella tranquilizante y gélida piel. Me sentí Bella…
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Capítulo 6: Enfrentamiento
“Abrázame” –
No fue una orden, ya que su voz fue un ligero susurro que casi y se perdió con el viento, pero qué fuerza tuvo sobre mí. Mis oídos apenas y la escucharon y mis pies y manos se movieron de manera automática para rodearla con mis brazos.
Ahh…
Placer tan más exquisito el que sentí al tener su calor traspasando mis entrañas. Fue tanta la dicha, el sentimiento de sublimidad que, de haber podido llorar, lo hubiera hecho a cantaros por la satisfacción.
Su cabeza se recargo sobre mi pecho y, con un movimiento que pensé había quedado en el olvido, incliné mi rostro hacia sus cabellos. Inhalé su aroma, único, inmejorable, deleitante…
Cerré mis ojos y volví a suspirar. Bendita esencia tan tranquilizante…
Apreté más mis brazos entorno a ella y olvidé por completo todo lo que antes había pasado. No recordé ni un solo momento que no fuera aquel instante. Toda la soledad, la amargura, el dolor, la tristeza, no tuvieron lugar en mi corazón. Solamente estuvo ella, y la certeza de que estaba a mi lado y que, sin saber cómo ni por qué, de un momento a otro había comprendido que jamás le haría daño.
No, ya no. Ya mucho le había lastimado en el pasado. Y, cuando la perdí, esa había sido mi promesa: el jamás volverle a herir y, si para eso bastaba dejar me de despedazaran parte por parte, lo aceptaría gustoso y sin ninguna protesta. La razón de me existencia solamente se había extendido para esperarla y compensar lo que en un pasado no fui capaz de darle. La razón de mi existencia radicaba en el simple hecho de que, algún día, pudiera llegar a sentirla de nuevo junto a mí. Y ese día había llegado justamente hoy.
“Bella” – musité, rompiendo el cómodo silencio que entre nosotros se había formado.
Pasé lentamente mis manos por sus cabellos, volviendo a complacer mí tacto con lo suaves que eran y, pude sentir como ella suspiraba profundamente y apretaba su rostro mucho más hacia mi pecho.
De repente, con un pequeño sobresaltó, se alejó de mí. La miré en completo silencio y absoluta inmovilidad, con un miedo inmenso penetrando en mi alma. ¿Qué había hecho mal? ¿Qué había recordado ella? ¿Era acaso que todas mis suposiciones no eran ciertas y Bella no había renacido para amarme, si no, para hacerme pagar una condena que aún no terminaba?
Su mirada se centro en la mía. Había mucha confusión en sus pupilas al principio y, conforme los segundos transcurrieron, esa confusión fue reemplazada por un brillo de reconocimiento.
Me recordaba. Tal vez ella no lo sabía a ciencia cierta, pero había una parte en su interior que me reconocía. ¿O no? ¿Acaso era que yo así lo quería creer?...
Ese dilema me impidió hablar. Lo único que era capaz de hacer era esperar a que ella dijera algo, lo que fuera, cualquier palabra que me rescatara de aquella incertidumbre.
Habla, Bella, di algo… y, como si fuera ella la que pudiera leer las mentes, al fin articuló.
“Mi mamá. Ya es noche…”
“Oh. Lo siento, no es mi intención el que tengas problemas por mi culpa…”
“No” – interrumpió, de manera rápida – “No me importa lo que mi madre me diga… yo…” – paró de hablar por un momento y, tras bajar la vista y levantarla hacia mi dirección un par de veces continuas, agregó, con mejillas encantadoramente sonrojadas – “Me preocupa lo que puede llegar a levantar contra ti si…”
La volví a cubrir entre mis brazos. Fue un movimiento reflejo, provocado por la necesidad.
“Que me condenen al mismo centro del infierno si es necesario, no me interesa. Lo único que quiero es estar contigo” –
Un fuerte bramido se levantó entre el viento, provocando que, con un sobresalto, Bella y yo nos separamos. No necesité de mucho tiempo para darme cuenta de quién se trataba. ¡Maldición! ¿Cómo no pude percatarme antes?
“Jake” – susurró Bella al tener frente a nosotros al muchacho que, con su mente y mirada, me maldecían de todas las menaras posibles.
“¡Aléjate de ella, maldito chupa sangre!” – siseó y su rostro parecía diabólico a causa de la furia.
Rápidamente, cubrí a Bella con mi cuerpo al notar que la figura que teníamos al frente comenzaba a convulsionarse.
“¡Para!” – indiqué, tratando de controlarme para no acceder a lo que mi instinto me pedía e ir contra él para iniciar una batalla – “¡Tranquilízate!”
“¡No me digas lo que tengo que hacer!” – bramó – “Bella, ven” – pidió con voz suave, pero con la mirada furiosa puesta en mí.
Instintivamente moví mi cuerpo de manera para que éste cubriera completamente a la muchacha que estaba detrás de mí y levanté ligeramente mi brazo derecho, en una clara señal de que no la dejaría ir con él.
“¡Asquerosa sanguijuela! ¡Déjala ir!”
“No, Jacob” – repliqué, lo más calmado que pude – “Por favor, vete… no le pienso hacer daño a Bella”
“¡Mierda!” – exclamó y, a los pocos segundos, tuve frente a mí a un enorme lobo de pelaje rojizo.
Escuché detrás de mí el pequeño gemido de Bella mientras me agazapaba para atacar.
El licántropo se abalanzó contra mí con un movimiento ágil y rápido, los cuales esquivé ya que podía leer sus intenciones en la mente. El enorme lobo bramó de frustración y se volvió a lanzar contra mí, sin embargo, esta vez sus desplazamientos fueron más rápidos que su mente y logró tocar, con una de sus patas, el lado derecho de mi cuerpo, lanzándome contra la gruesa barda, la cual se rompió con el impacto
“¡Edward!” – escuché que susurró Bella.
Me levanté rápidamente y corrí de nuevo hacia él, que, a su vez, también ya se encontraba corriendo en mi dirección. Nuestros cuerpos se impactaron fuertemente, lanzándonos a ambos hacia atrás. Aproveché los dos segundos que tuve de ventaja a la hora de incorporarme y me lancé de nuevo hacia él. Tomé al enorme lobo por la espalda y, mientras le sujetaba fuertemente del cuello, abrí la boca para morderle
“¡No!” –
Su grito fue lo que me frenó instantáneamente. Giré mi rostro, aún sin soltar al lobo, y le vi… estaba preocupada por el perro que tenía atrapado.
– “No le hagas daño, por favor”
Fue una súplica. La más grande e infinita de las apelaciones…
Liberé al enorme perro de mis brazos, aún sin comprender muy bien, y dejé caer mis brazos a los costados. La enorme masa de pelo y músculo cayó al suelo, casi inconciente y emitiendo pequeños gruñidos. Bella corrió hacia él y, con voz desesperada le comenzó a llamar.
“¡Jake! ¡Jake! Contéstame…” – pedía con voz entrecortada – “¡Jake!”
“Bella…” – murmuré mientras me acercaba y, como si de un monstruo se tratara, levantó la mirada para frenar mis pasos con ésta
“Lo ibas a matar” – acusó, aún con sus ojos color chocolate mirándome de manera denunciante.
No pude negar lo que había hecho, por que así era. Yo estaba dispuesto, más que dispuesto, a matarlo y…
“Lo siento” – dije y, después, el sonido de unas sirenas se comenzaron a escuchar muy a lo lejos – “La policía viene en camino” – anuncié y pude escuchar como los latidos del corazón de Bella comenzaban a latir frenéticamente a causa del miedo.
Lo entendía, las peleas entre licántropos y vampiros estaban estrictamente prohibidas y castigadas y, en ese justo momento, ella estaba se encontraba en medio de una.
“Tienes que irte” – respingué al escucharla – “¡Tienes que irte!” – volvió a repetir – “¡Es más probable que te culpen a ti de dar inicio a esta pelea! ¡Además, recuerda que estas a mi lado, teniendo una orden que indica todo lo contrario!
“¿Y tú qué?” – pregunté – “No puedes quedarte con un hombre lobo inconciente en tu regazo…”
“No importa” – interrumpió – “¡Vete antes de que te miren! ¡Vete!”
“No” – dije, de manera rotunda – “No pienso dejarte sola”
“Te pueden matar…” – recordó y sus ojos se llenaron de lágrimas – “Sabes perfectamente que los de mi especie busca cualquier pretexto para condenar a la tuya. No quiero que nada te pase. ¡Vete!”
Tuve tantos deseos de decirle miles de cosas… Estaba preocupada por mí y no por lo que le pudiera pasar a ella. Bella mía, ¿Cuándo dejarías de ser tan poco egoísta?
“No” – volví a decir y, antes de que pudiera discutir, agregué – “Mejor ayúdame a despertar a tu amigo para que nos podamos marchar todos”
Fue una suerte que el lobo no estuviera del todo inconciente ya que, en cuanto terminé de hablar, comenzó a incorporarse en sus cuatro patas emitiendo aullidos que, supe yo, no eran del dolor físico, si no, más bien, emocional.
Había escuchado cada una de las palabras que Bella me había dicho y se sentía traicionado. Además de que, también, le enfurecía y le rasgaba el orgullo el que yo le hubiera ganado y que, solo por que Bella me lo había pedido, no lo había matado.
“Es hora de irnos” – dije – “Bella, ven conmigo, te llevaré a casa”
El perro volvió a gruñir, mostrándome los afilados dientes
“¡Primero muerto antes de permitir que vaya contigo, maldito animal!”
“Creo que tienes suficientes emociones por hoy, Jacob” – dije, de manera fría – “Recuerda que Bella está aquí y se verá igual o peor involucrada en todo esto si nos descubren”
A pesar de la enorme rabia que le carcomía y los deseos infinitos que tenía de matarme, el licántropo accedió y, con un fuerte y desgarrante bramido, dio media vuelta, no sin antes acribillarme con la mirada y con la mente, y comenzó a caminar.
“¡Jake!” – llamó Bella y sus patas frenaron al instante.
¿Qué quieres, Bella? Fue lo que pensó, aunque sabía que ella no le entendería.
“¿Estarás bien?” – preguntó la muchacha
Su mente quedó en blanco por un momento
Discúlpame…
Pidió, y la suplica se reflejó en la mirada, antes de echarse a correr. Bella se quedó plantada, mirando la dirección en la que la enorme figura rojiza se había perdido
“Bella, debemos de irnos” – recordé y ella pegó un respingo al escuchar mi voz.
Me observó fijamente por unos segundos y no supe interpretar qué sentimiento había en su mirada. A esas alturas, el sonido de las sirenas se escuchaba ya más cerca, a no más de un kilómetro de distancia. Alcancé mi mano para que la tomara. Ella la miró, con leve gesto de incredibilidad
“Vamos a tener que correr” – expliqué
Pude sentir como titubeó antes de aceptar subirse sobre mi espalda pero, cuando ya sus brazos y piernas enrollaron mi cuerpo, pude apreciar, por la forma en que estos se ajustaron a mí (Idénticamente a como lo había hecho en un pasado) que el miedo y la desconfianza se disiparon al instante.
Comencé a correr, ocultándome entre los callejones oscuros y, cuando faltaban pocas calles para llegar a su casa, me detuve. Esperé y la ayudé a que se bajara de mi espalda y, cuando supe que sus pies se encontraban ya en el suelo, di media vuelta para despedirme.
“Supongo que no me debe sorprender el que sepas donde vivo”
Se adelantó a decir y, antes de que pudiera contestarle, las sirenas y los helicópteros comenzaron a inundar parte de ese territorio
“Se han dado cuenta de que hubo una pelea” – murmuré, mientras la jalaba hacia una parte más oscura. Su corazón volvió a latir fuertemente – “No te preocupes” – intenté calmar – “Huimos a tiempo, pero ahora me tengo que ir” –
Levanté mi mano para rozar la suave piel de sus mejillas. El movimiento fue lento, por si quería rechazarlo, más no lo hizo, y las yemas de mis dedos se reconciliaron con aquel cálido contacto.
“Descansa” – dije, a modo de despedida, al mismo tiempo en que mi mano se alejaba de su rostro.
Mis ojos se dilataron en el momento en que ella impidió el movimiento, apretando una de sus manos contra la mía y acercándola de nuevo hacia su mejilla.
“¿Estarás bien?” – preguntó y aquella preocupación me supo deliciosa.
Llevé la otra mano y capturé, ente las dos, su fin semblante.
“No te preocupes. Estaré bien” – le aseguré. Mi mirada se clavó fijamente, por un segundo, en aquellos labios entreabiertos, los cuales se mostraban tentadores
Respiré profundamente y desvié mi vista hacia sus ojos para borrar aquel deseo, que no estaba dispuesto a obedecer en esos instantes
“Que tengas buena noche” – murmuré, al adquirir un poco de concentración y, después, salí corriendo de ahí.
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Por fiss mis Angeles dejen sus comentarios no sean malas
Publicado por Angel of the dark en 11:57 2 comentarios
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