Dark Chat

lunes, 11 de octubre de 2010

Te Presento A Mi Amante

Capitulo 8: El prado

Edward POV

Sin esperármelo Tanya había aparecido por la puerta, era cerca de las dos de la mañana, jamás me lo espere, y menos que llegara de lo más cariñosa a besarme enfrente de Bella. Me quede completamente quieto cuando sentí sus labios sobre los míos, no quería comprar pero no pude evitar hacerlo. No se igualaban a los labios de Bella, los de Tanya eran fríos y no sentía ese mismo estremecimiento de antes. La separe y vi que Bella no estaba. Emmett salio por la puerta gritando su nombre.

— ¿Qué haces aquí? —pregunte sin despegar la vista de la puerta.

—Amor, te avise que hoy regresaba, se suponía que tendría que haber llegado por la tarde pero el vuelo se retraso.

— ¿Me avisaste? ¿Cómo? ¿Cuándo?

—Te mande un correo electrónico —su voz sonaba como si fuera lo obvio.

—Una llamada hubiera ayudado más, no he revisado mi correo en días.

—Pareces molesto por que regrese, deberías estar feliz y…

—No la alcance… —Emmett regreso respirando agitadamente— nunca la había visto correr así y menos con tacones ¿alguien sabe que le paso?

Yo lo sabia, pero no quería ser asesinado por el gigantesco hermano de Bella.

— ¿A quien? ¿Qué paso? ¿Dónde estoy? —Alice se pudo de pie de repente— ¡Tanya! ¿Cuánto tiempo?

— ¡Cuñada! Al menos tú te alegras de que haya regresado.

Entonces mi hermana empezó a reír como si estuviera poseída, se carcajeo varios minutos antes de volver a la compostura que su ebriedad le permitía.

—No estoy feliz de verte, yo decía que hace cuando tiempo que te fuiste, por que a mi me pareció muy poco sin tu molesta presencia ¿Por qué no te quedaste allá?

—Edward… —Tanya me llamo molesta— dile algo a la estúpida de tu hermana.

—Tanya esta borracha y que sea la ultima vez que la insultas ahora si me permites tengo que buscar a Bella.

— ¿Y quien es Bella?

—Es la mujer que Edward… —Alice empezó pero Jasper la tomo en los brazos repentinamente haciendo que mi hermana gritara.

—Luego te explico, adiós.

—Pero amor… acabo de… —Tanya hablo pero a mi no me importo, salí con Emmett detrás de mi.

— ¿Por donde se fue? —pregunte.

—Tomo camino a la carretera —Emmett se veía preocupado y molesto— no se por que se puso así y menos como se le ocurrió salir sola.

—No hay que perder tiempo, yo iré a buscarla en mi auto, tu ve en el tuyo, si la encuentras me marcas y si lo hago yo te llamo.

No espere respuesta, saque las llaves de mi Volvo y subí de inmediato. Arranque y salí por la carretera esperando encontrar a Bella. Entendía muy bien su reacción, yo acababa de decirle que no podía estar lejos de ella, y ella que la dejara decidir sobre esta situación y de pronto mi esposa aparecía. Simplemente debería sentirse fatal.

No muy lejos vi una figura pequeña moverse entre los árboles, me acerque más y la vi tropezar con algunas piedras, estacione el auto en medio de la oscuridad y me baje.

—Estúpido tacón —escuche que se quejaba.

—Bella…

—Vete —su voz sonaba fría.

—No me iré y dejare que te vayas sola, en la madrugada y vestida así —tan provocadoramente sexy, eso ultimo solo lo pensé.

—deberías regresar a TU casa con TU esposa que seguramente…

—No me importa ni mi casa ni Tanya… me importas tu —sus ojos por fin me regresaron la mirada, entonces la vi bien, se había quitado los zapatos, estaba un poco despeinada y el vestido tenia unas manchas oscuras supongo a causa de algunas caídas. Su piel relucía con la luz de la luna que esta noche brillaba como nunca. Me quite la chaqueta y la acomode en sus hombros.

—Sube, te llevo a casa.

—No quiero ir a casa —sus ojos se cristalizaron— mi papá se preguntara por que voy sin Emmett y el me cuestionara sobre por que actué así.

—Si quieres entonces puedes dormir en mi casa con…

— ¡No!

— ¿Entonces a donde pensabas ir?

—No lo se, a un lugar donde no fuera tan estúpida —se rió con una tristeza que me hizo abrazarla con fuerza, ella lloro contra mi cuerpo, temblaba, no se si a causa del frío o del llanto, pero no me gustaba verla así.

—Subamos al auto —se dejo guiar y la subí al auto del copiloto, camine alrededor del auto y para subir a mi asiento.

—Los zapatos —susurro Bella.

— ¿Cómo?

—Los deje tirados, si regreso sin ellos Alice me mata.

Sonreí que a pesar de todo se preocupara por no molestar a mi hermana, baje y tome los zapatos para después subir de nuevo al auto. Conduje en un silencio incomodo, no sabia que decirle, no podía prometerle dejar a Tanya por ella, no podía seguir al lado de Tanya si sentía esto por Bella, no me imaginaba regresando a casa donde ya estaba Tanya a quien antes había extrañado tanto y hoy me lamentaba por su regreso. Me sorprendí yo mismo una vez que llegue a la carretera que conducía a un lugar al cual iba cuando quería pensar o estar solo. Cuando me di cuenta seguí conduciendo, esto lo teníamos que arreglar Bella y yo esta misma noche y que mejor que estando solos en un lugar tranquilo.

Una vez que llegamos, saque el celular y le mande un mensaje a Emmett diciéndole que Bella estaba bien y que la llevaría a casa más tarde.

— ¿Me acompañas? —le pregunte. Ella no había despejado la vista de la ventana.

— ¿A dónde me trajiste?

—Es un sitio que descubrí hace algunos años, ¿confías en mí? —me miro con una sonrisa pintada en sus labios.

—Si —con eso fue suficiente para bajar del auto y abrir su puerta, se bajo y puso sus zapatos.

—No creo que sea buena idea, caminaremos un poco

—No puedo ir descalza

—Sube a mi espalda, yo te llevare

Mordió su labio inferior y bajo la vista al vestido.

—Será un poco incomodo por lo ajustado y…

Me acerque a ella y dejo de hablar, me gustaba hacerla sentir nerviosa, pase mi mano por su mejilla haciendo que tomara ese color sonrosado que tanto me gustaba, baje ambas manos a la falda del vestido y lo rasgue, hice lo mismo con el otro lado, vi a Bella quien miraba con los ojos completamente abiertos y el rostro más rojo aun.

—Problema resuelto —sonreí de lado y le di la espalda— ahora sube.

—Alice te asesinara —escuche el cierre de la chaqueta subir y después sentí su calido cuerpo sobre el mío.

—No será la primera vez que le rompo alguna prenda —comencé a caminar por el bosque lo más rápido que podía, me fue un poco difícil concentrarme con sus manos rodeando mi cuello y la calidez de sus piernas desnudas en mis manos, la brisa traía a mi cara sus cabellos castaños junto con ese aroma a fresas que despedía. El silencio de nuevo nos abrigo, solo el ruido de los árboles al moverse y mis pisadas, unos minutos después visualice una luz y supe que habíamos llegado.

— ¿Ves esa luz? —sentí su rostro rozar con mi majilla al momento en que asintió— hemos llegado.

Contra mi voluntad solté sus piernas y bajo de mi espalda, caminamos un poco hasta llegar al prado cubierto de la luz de la luna, esa noche no había nubes, como en todo el día el cielo estaba despejado y dejaba ver las estrellas.

—Es maravilloso —Bella se sentó en el pasto cuidadosamente, cubriéndose lo más que podía con la tela desgarrada, palmeo el sitio a su lado invitándome a sentarme. Obedecí inmediatamente, me senté con mis piernas sobre las de ella, cuidando no dejar caer todo mi peso, pero si cabiéndola del frío, ella situó sus manos en mi pierna y yo la tome entre las mías.

—Lo siento —comencé.

— ¿Otra vez? —sonrió y yo hice los mismo.

—Yo no sabia nada —dije en mi defensa— si lo hubiera sabido te habría sacado de ahí y… —sentí uno de sus delgados dedos en mi boca.

—Yo ya sabia que existía, y tarde o temprano la iba a conocer —dijo en un susurro que mostraba dolor.

—Si, pero no esta noche, era tu fiesta, acababa de decirte que te quería y… —la mirada sorprendida que me dio hizo que me detuviera— ¿dije algo malo?

—No dijiste que me querías.

—Pero te lo dijo ahora —sonreí de lado— no se que me diste Isabella Swan, y quizás pienses que estoy loco por que nos conocemos hace poco, pero no importa, te quiero.

Me pareció estarme volviendo loco, pero juro que escuche el latir de su corazón comenzar a elevarse y sus mejillas tomaron ese sonrojo tan lindo, no pude evitar acércame y rozar sus labios, se sentían calidos y me respondieron el beso inmediatamente, tome sus rostro entre mis manos y la acerque más a mi, esta vez ella tomo la iniciativa y paso su lengua por mis labios, yo los entreabrí para recibirla, el beso se profundizo y una vez que necesitamos aire, nos separamos.

—Yo también te quiero —sonreí y me sentí en el mismo cielo— pero…

—Me separare de ella —afirme.

—No, Edward yo no te estoy pidiendo nada.

—Lo se, pero que caso tiene estar con ella si no la amo.

—Tienes que pensarlo, hasta hace unos días tu la querías y…

— ¡No! Casarme con ella fue un error, Tanya era maravillosa —bajo la mirada y yo tome su barbilla para que me viera a los ojos, quería que viera en ellos la sinceridad de las palabras que estaba a punto de decir— cuando éramos novios era la chica perfecta, guapa, alegre, me apoyaba en todo y por eso le pedí que se casara conmigo, acepto y al mes nos casamos. Después apareció otra Tanya, le dije que vendría a dar clases a Forks y fue nuestra primer pelea, ella no quería regresar aquí pero acepto. No pudimos viajar de luna de miel así que decidió hacerlo sola, yo comprendí y la deje ir, fueron dos meses en que no supe nada de ella más que mensajes de texto o correos. Regreso y pensé que todo volvería a la normalidad pero no fue así… no me dejaba tocarla con pretextos que yo me tragaba como un tonto y dos meses después me dijo que se iría de nuevo al caribe y ve regresa un mes después. Tenemos siete meses de casados, pero no han parecido eso.

Me calle un momento en el que nuestros ojos jamás perdieron contacto.

—He pensado lo que me ha dicho Alice, que solo esta conmigo por el dinero y creo que tiene razón, por eso ahora que se vaya de viaje de nuevo, por que estoy seguro que lo hará, pondré la demanda de divorcio por abandono de hogar, tengo a mis padres, a Alice, y ahora a Jasper a Rose a Emmett y a ti como testigos, además de boletos de avión y correos que me ha enviado cuando esta fuera.

—Edward… ya te lo dije yo no te estoy pidiendo nada, solo que estés conmigo —bajo la mirada de nuevo y se ruborizo, me estaba pidiendo que estuviera con ella sin importar que no pudiéramos gritar a todo el mundo que nos queríamos— claro si tu quieres.

—Claro que quiero, estaremos juntos hasta que esto acabe, después seguiremos juntos pero todo el mundo lo sabrá, solo dame tiempo Bella.

Me acerque y la bese con urgencia, estaba decidido que no podía vivir un segundo más sin sus besos, sin su cuerpo cerca del mío y sin sus labios diciéndome que me quería, quite mis piernas de encima de las de ella y la senté en mi regazo sin cortar el beso, esta vez sin que ninguno pidiera permiso, nuestras lenguas comenzaron a jugar, su calida saliva se juntaba con la mía, la recosté en el pasto y me puse sobre ella, bese su cuello y lo mordí lentamente haciendo que se le escapara un gemido que me hizo desearla más, una de mis manos se situó detrás de su cuello para acercarla más a mi y la otra descendió hacia su cintura, acaricie su pierna despacio mientras mis labios no se separaban de su boca, descendí por su pierna para volver a subir, esta vez pase el limite de la falta hasta que sentí la tela de su ropa interior, soltó un nuevo gemido que se ahogo en mi boca y reaccione.

Me separe lentamente de su cuerpo, ella respiraba agitadamente al igual que yo y el color de sus mejillas era de un rojo intenso, se miraba endemoniadamente sexy debajo de mi, agitada, sonrojada, con el vestido desgarrado y algunos mechones de pelo sobre su cara. Pero no podía pedirle eso, ya suficiente me daba con estar junto a mí,

—Será mejor que regresemos —me quite de encima de ella y le estire una mano para ayudarla— seguro Emmett no se quedo complacido con el mensaje que le envié.

—Hablando de el… no se puede enterar, ni mi papá, te matan y después me mandan de monja —sonreí, aunque tenia razón.

—Si, de quien creo no podremos ocultarlo es de…

—Alice —dijimos al mismo tiempo y nos reímos

— ¿Te llevo a tu casa?

Asintió y subió de nuevo a mi espalda, el contacto con la piel de sus piernas me quemaba pero me concentre en el camino, llegamos al auto y llame a Emmett, le pedí que recogiera a Bella para que su padre no dijera nada. Me despedí con pequeños besos que repartí por todo su rostro unos metros antes de llegar al jeep de Emmett quien no me dio una mirada muy amigable, y menos cuando noto el vestido desgarrado de su hermana. Ella subió al jeep y el se despidió con un seco 'adiós' yo regrese a mi casa feliz, ya no importaba si Tanya estaba ahí o se había ido de nuevo.

Bella POV

— ¿Te hizo algo? —la voz de Emmett me saco de mi burbuja.

—No… ¿Por qué lo dices? —arquee una ceja

—Mírate —me vio por el rabillo del ojo y yo empecé a reírme.

—Me caí un par de veces, y el vestido me estorbaba para correr así que lo rompí, el solo me presto su chaqueta para cubrirme.

— ¿Y por que saliste corriendo? —oh no, buena pregunta y yo mala para mentir.

—No lo se, creo que el alcohol me produce ganas de correr por el bosque en la madrugada.

— ¿Estas borracha? Tú no tomas.

—Si, pero Jake y yo tomamos un poco y demasiado rápido, creo que se me subió, pero ya estoy bien —Emmett no quería a Jacob, y esto solo le echaría más leña al fuego.

Por respuesta solo obtuve un 'uhm', llegamos a casa y subí a mi cuarto, no me bañe, solo quite el maquillaje, el peinado y me metí en mi pijama y por absurdo que parezca dormí con la chaqueta de Edward al lado mío, así su olor me hacia pensar que era el quien estaba conmigo, que había continuado eso que por alguna razón se había negado a hacer en el prado. Me sonroje solo de recordarlo, jamás había dejado que un hombre me tocara de esa manera y estaba segura que cuando pasara saldría corriendo, pero con Edward solo quería continuar, la pena me había abandonado en ese momento y desee ser suya. Pero ya habría otra ocasión para pensar en eso. Ahora estamos juntos, sin importar el papel que lo une con Tanya, por que solo eso los une. El… me quiere a mí.



domingo, 10 de octubre de 2010

Destellos de Oscuridad

Capítulo 6

Apuesta

Tal vez su cordura se esfumaba lentamente, sin que ella se percatara de su desaparición. Por que, en definitiva, ésa no había sido una conducta normal.


Aún no podía creer que lo había esperado. Cuando Dominic le había ordenado que saliera se había quedado preocupada –sí, aunque lo quisiera negar así era-, estaba asustada porque algo malo le fuera a ocurrir a Edward. Eso no estaba bien, ni siquiera lo conocía bien, además, la experiencia le decía que todo vampiro era un traidor, o lo terminaba siendo.


Por ello no debía confiar en las palabras de ayuda que él tan amablemente había ofrecido, Edward mentía. Nadie ofrece ayuda a cambio de nada, siempre hay un truco, una sombra detrás de la luz.


La oscuridad consumía el camino de Bella; las calles estaban desiertas, ensombrecidas con el manto nocturno. Pero no tenía prisa, en casa, o mejor dicho, departamento –la pobre imitación de hogar- no le esperaba nadie. Amy ya no vivía con ella y, a pesar que le entristecía la perspectiva de soledad, se alegraba que estuviera bajo la vigilancia lobuna. No creía que hubiera un mejor lugar para protegerse de un vampiro.


Entonces, sacándola de sus grises pensamientos y devolviéndola a una realidad mucho más ennegrecida, el celular sonó.


Bella apretó los labios, tentada a ignorar el molesto sonido. Sabía perfectamente quien era y no quería escuchar su voz.


Sin embargo, el recuerdo de su deuda la hizo ceder; descolgó el pequeño aparato y se lo puso al oído.


-Quiero que vengas.


-Me acabas de correr de tu casa, si mal no recuerdo –contestó ella, no sin cierto tono de molestia.


Dominic rió.


-Si, pero en ese momento tenía compañía no deseada y no quería que presenciaras una desagradable discusión. Ahora, en cambio, que ya he sacado la basura, quiero que regreses.


-Lo que digas.


Bella colgó el aparato sin dar tiempo a respuesta y se dio media vuelta, retrocediendo el camino recorrido.


No se sorprendió cuando entró en la casa, y se encontró al vampiro de cabellera rubia sentado, en un amplio y cómodo sillón, esperándola.


-¿Qué quieres?


-Pregunta correcta, sin embargo, el tono no lo es –apuntó Dominic como si estuviera educando a un niño. –Bella, no puedo quejarme de tu cumplimiento, cada vez que te pido algo lo haces, pero aún debes trabajar más con tu humor, me tratas muy mal.


-Eso no va a cambiar, acostúmbrate.


Dominic sonrió, dejando al descubierto sus afilados y blancos colmillos. Se puso de pie con un movimiento ágil, y caminó hacia ella.


-Bella, Bella… Se te olvida algo muy importante, y es, que prácticamente me perteneces. Te recuerdo que tu deuda conmigo es de una cantidad considerable, es cierto que me brindas servicios y con ello disminuye, pero no tanto como para considerarte libre. Así que creo merecer más respeto que el que me das. He sido demasiado tolerante contigo.


El vampiro comenzó a dar vueltas a su alrededor, como predador esperando a que su víctima se encuentre en el momento más vulnerable para atacar.


-Por otro lado –prosiguió él, tocando su cabello y retirándolo cuidadosamente de uno de sus hombros, dejando una parte de su cuello expuesto-, si te portas amable conmigo, tu deuda podría disminuir considerablemente.


Y dicho esto Dominic pasó la yema de sus dedos por la pálida piel de Bella. A lo que ella, para toda respuesta, le retiró la mano y retrocedió dos pasos.


-La última vez que me propusiste eso, lo rechacé, no veo porque ahora iba a cambiar de parecer –escupió Bella, con desprecio.


-Cambiarás de parecer.


-Lo dudo.


Dominic se rió.


-Ya basta de rodeos. ¿Qué es lo que querías?


-Primero quisiera informarme sobre algo que, debo admitirlo, me molesta, y pienso que tú podrías darme la respuesta. ¿Por qué te busca tanto Edward?


-El no me busca.


-Sí lo hace, ahora, dime el porqué. ¿Qué es exactamente lo que quiere de ti?


-Lo desconozco –dijo Bella, lo que era completamente cierto, ella misma se hacía esa pregunta constantemente.


-No me mientas.


-No lo hago, en verdad no lo sé.


El vampiro caminó de un lado a otro, pensativo, luego se detuvo y en su rostro se formó una expresión ceñuda.


-De ahora en adelante, si te busca, evítalo, aléjate de él.


El primer impulso de Bella fue protestar, pero se dio cuenta que no debía importarle, Edward no significaba nada para ella.


-¿Por qué?


Dominic apretó la mandíbula.


-Porque, como seguramente apreciaste hace unos momentos, es mi enemigo y porque tú trabajas para mí. Es bastante sencillo, a mi parecer.


Al verlo tan molesto, Bella no se atrevió a poner réplica alguna en eso, no quería tentar a su suerte.


-De acuerdo. ¿Eso es todo? ¿Para eso me llamaste?


-Por supuesto que no, hace falta algo más.


Dicho esto, el vampiro volvió a sonreír. Aunque, ahora que lo veía, Bella no estaba segura que fuera una mejoría, ya que su sonrisa, lo hacía verse tanto o más peligroso que con el ceño fruncido.


-Necesito que mañana en la noche llegues a este lugar –le tendió una hoja de papel con una dirección anotada-, y busques a Richard Ferguson.


-¿Quieres que le cobre algo?


-Me debe el dinero de una apuesta, sí, pero no será necesario que le pidas el dinero, sólo quiero que le recuerdes su deuda. Tampoco creo conveniente que utilices tu arma, simplemente derríbalo y dale el mensaje.


Normalmente Dominic no era tan amable con los vampiros que tenían cuentas pendientes con él, pero Bella no hizo exteriores sus dudas, esperando salir de ahí pronto.


-De acuerdo –dijo. -¿Algo más?


-Nada, por el momento. Pero puedes irte.


Bella no dudó en hacerlo.


Sobra decir, que el momento favorito de Bella es la mañana; así cómo está demás añadir que es también el horario preferido de Amy. El único y corto lapso en que ambas hermanas pueden verse.


La vampiresa entró en la casa del líder de los licántropos, cosa, que parecería muy extraña a ojos ajenos que no conocieran la relación de éste hombre lobo y Bella.


Pero no fue él quien la recibió, ya que –como Bella sabía perfectamente- se encontraba en aquellos momentos en el hospital. Así que su anfitriona fue la compañera de éste, quien, por cierto, la recibió con una cálida sonrisa.


-¡Bella! ¡Bella!


Sin embargo, al escuchar ésta dulce y pequeñita voz, la atención de Bella se perdió completamente y se concentró en totalidad en la portadora.


Una niña humana, diminuta comparada con las otras dos féminas que se encontraban ahí, extendió los brazos a la vampiresa. Quien, a propósito, no dudó en responder a este llamado en silencio, y la levantó del suelo.


-¿Cómo estás, Amy?


-Triste, por que casi no te veo. ¿Por qué no quieres que esté contigo? –interrogó la niña.


-Ya te lo he explicado –respondió Bella-, estás más segura aquí.


-¿Por qué no te quedas aquí, entonces?


Bella abrazó con más fuerza a su hermana y le dio un beso en la frente.


-No Amy, estar conmigo es peligroso, yo soy el problema.


El rostro de la pequeña se cubrió de una sombra de confusión y tristeza.


-¿Por qué?


-Hay vampiros a los que no les agrado y si saben que tengo una hermana, ellos podrían hacerte daño.


Emily, quien hasta ahora había permanecido en silencio, decidió tomar la palabra en ese momento:


-Bella, sabes que la manada puede protegerte…


-Sam ya ha hecho demasiado por mí, no quiero meterlo en problemas, ni a los demás. ¿Cómo se sentirán ellos al saber que tienen que proteger a un vampiro?


-Aunque lo dudes, a los chicos les agradas –dijo Emily, y mientras una conocedora sonrisa atravesaba su rostro añadió:- Debo admitir que a uno hasta de más…


-Cómo ya le he dicho a Sam, agradezco el ofrecimiento pero puedo cuidarme sola.


-¡No, no! –interrumpió Amy. –Sam siempre dice que entre más miembros conformen un equipo es más seguro… Bella, tú no puedes sola.


-El lo dice porque ésa es la forma de trabajar de los lobos, y yo soy un vampiro, aunque no me guste.


-¡Pero Jacob dice que eres diferente! –protestó la niña. A lo que Emily secundó, indirectamente, con una pequeña risa, mal disimulada.


-No debe de tardar en llegar, por cierto –comentó ella.


-¿Quién? ¿Ahora de que hablas?


Entonces, alguien tocó la puerta.


-Debe ser él –dijo Emily.


Cuando ella abrió la puerta, en el umbral se dibujó la gran figura de un licántropo. Bella se giró y vio a Jacob, cuyos ojos se encontraron con los de ella.


-¿La sentiste? –le cuestionó la anfitriona, no sin cierta curiosidad en su tono.


A Bella le pareció que, de pronto, Jacob se veía más acalorado que antes. No entendió el significado de esa pregunta, pero no se preocupó, ya que pensó que debía tratarse de algún extraño diálogo entre los miembros de la manada.


-Sí.


Por fin, Emily dejó pasar al licántropo y éste se acercó a Bella.


-¡Hola, Jacob! –lo saludó ella.


-Bella –el contestó sin apartar sus ojos.


La vampiresa sonrió, en verdad le agradaba ése licántropo. Verlo en la casa de Sam no le pareció extraño, ya que el mismo le había dicho que siempre recibía visitas, sólo se cuestionó de la ausencia de los demás; había pensado que normalmente llegaban en grupo a esa casa, pero después de todo, ella no sabía mucho sobre lobos.


Después de la llegada de Jacob, Bella no estuvo mucho tiempo en la casa; se despidió de su hermana dándole un beso en la mejilla y se dirigió a la salida. No sin notar que el licántropo la seguía.


Jacob la abrazó a la primera oportunidad, y le recordó que si necesitaba ayuda podría llamarlo; lo que ella agradeció sinceramente, y se marchó.


En el momento que el cielo volvió a su estado oscuro, Bella maldijo. Aún le quedaba la encomienda de Dominic. Se preparó para la lucha y, aunque él le había dicho que no usara su cuchillo, lo escondió entre su ropa. Siempre era bueno cargar con él, por si lo ocupaba.


El lugar al que, momentos después, llegó, era una especie de salón, en el que en ese momento se daba una fiesta. Bella pensó que sería muy difícil entrar, sobre todo sin invitación.


Por ello tuvo que acercarse a los guardias y, al ver que le negaban –después de tanto insistir- la entrada, decidió que era el momento de usar la fuerza.


A diferencia de un centro nocturno, la gente no se aglomeraba en la entrada, de hecho estaba casi desierto. Los invitados, como era lógico, debían de estar dentro, a ésos lugares no asistía cualquier vampiro.


Bella les mostró los colmillos, retando abiertamente a los dos vampiros, a lo que, ambos respondieron lanzándose sobre ella. Pero para eso, ya estaba preparada; esquivó el golpe del primero y, aferrándose a su brazo lo tiró, con toda la fuerza que tenía al suelo. El otro se enfureció e intentó morderla, pero ella, nuevamente fue más rápida y lo pateó en el rostro, haciendo que éste cayera en cima del primero.


Entró en el lugar, ignorando a todos los vampiros que vestían elegantemente y les preguntaba, de cuando en cuando, por el vampiro llamado Richard. Finalmente, una vampiresa le señaló la dirección y Bella, sin perder tiempo, se aproximó a él.


-¿Richard Ferguson?


-El mismo –respondió el aludido, poniéndose de pie. El era un personaje peculiar, ya que su cabellera era roja, y sus ojos eran plateados. Y también poseía una barba que le rodeaba la boca y bajaba levemente por su mentón.


-Tengo un mensaje de Dominic.


Y dicho esto, Bella lo tomó del brazo, y lo derribó con un solo movimiento antes que él pudiera reaccionar. El pie de ella estuvo sobre su garganta en menos de un segundo.


-El dice que…


Pero fue interrumpida por la risa estruendosa de su víctima, lo que la confundió bastante.


-De acuerdo, Dom, tú ganas. ¡Ella es fantástica!


Richar observaba arriba, cómo si esperase que alguien llegara. Bella levantó un poco la vista, y vio que alguien aparecía entre una multitud de curiosos.


-Mi Bella, lo has hecho increíblemente, y gracias a ti, gané una apuesta –dijo Dominic. –Ahora sería conveniente que dejaras a Richard ponerse de pie.


La vampiresa, algo confundida, se alejó del cuerpo que yacía en el suelo riendo de buena gana.


Entonces, cuando Richard se levantó y le entregó dinero a Dominic, ella lo entendió todo; él sólo la había usado para divertir a sus amigos, la misión que le había encargado no era real. Ella misma había sido el objeto de la apuesta. Sintió más odio aún hacia Dominic.


Bella se dio la vuelta, para salir de ahí, pero una mano la detuvo. Una que se deslizó por su cintura.


-Tranquila, te pedí que vinieras, porque también esperaba que me acompañaras a la reunión –dijo Dominic. –La fiesta apenas comienza.



viernes, 8 de octubre de 2010

Phonography

Cap.4 Mea Culpa

— ¿Qué piensas sobre las relaciones prematrimoniales? —fue la pregunta que me trajo de regreso a la realidad sacándome abruptamente de mi mundo de ensueños.

Estaba sentada frente a mí, tomando café y con una expresión de demasiado perversa en la mirada. Se trataba de la misma periodista que había entrevistado a Bella dos semanas atrás ahora yo era su objetivo y como odiaba que sucediera justo ahora después de "aquello". Suspiré profundo tomando mi tiempo, en realidad era un intento un tanto infructuoso de ganar tiempo para poder armar una respuesta "creíble y coherente", después de todo estábamos en el ojo del huracán, la observé detalladamente y esa risa maliciosa que me dio al ver mi incomodidad me hizo preguntarme: ¿Cómo habíamos llegado de la película a hablar sobre sexo?.

— ¿Disculpa no te escuche bien? — respondí revolviéndome en el asiento incomodo y ella se rió. Estaba más que claro: yo la había escuchado perfectamente pero ¿qué iba a contestarle? ¿qué respuesta era la que espera?, me pregunté en los breves segundos que ella tuvo para formularla menos agresiva.

— Tú y el resto de tus compañeros son los jóvenes actores más populares del momento, eso los hace una suerte de ejemplos a seguir, la pregunta tiene relación con eso — me aclaró pero aún así la interrogante era la misma: No tenía idea de cómo contestar la pregunta sin pasar de un "puritano mentiroso" a un "pervertido".

— ¿Un rol a seguir?, la verdad siempre pensé que eso le correspondería a Bella —contesté evadiendo magistralmente, al menos eso creí yo, la respuesta directa y la periodista me miró sorprendida.

— ¿Qué cosa la correspondería a ella? — inquirió suspicaz al segundo.

— Bueno a "Marie —corregí tratando de parecer serio —ella es la heroína de la historia, mi personaje es un simple e insignificante complemento —concluí haciendo que la periodista se riera en mi cara.

— Uno bastante sexy por cierto — contraatacó mordaz.

Y sí, esa mujer era maliciosa y no iba a descansar hasta que le dijera que opinaba de acostarme con alguien sin estar casado. La verdad si hubiera sido "off record" le hubiera contestado sin tanto rodeo pero, como era una respuesta oficial no podía llegar y decir algo que a la larga repercutiría en un hermoso y vergonzoso titular. No iba a ser yo quien diera carne a los leones.

— Insisto deberías preguntarle a Bella, ella es la indicada — acoté serio y ella me miró suspicaz.

— ¿Lo dices porque ella tiene novio? —atacó en respuesta haciendo que mi expresión se tensará en cuestión de segundos, arrugue el entrecejo, endurecí mis facciones y estaba claro lo que reflejaba: furia. Aunque traté de controlarme no pude, de solo pensar en aquella palabra "novio" se me revolvía el estomago, más considerando lo que había pasado entre nosotros. No necesito que me recuerden la existencia de ese imbécil pensé fulminando con la mirada y con el pensamiento a la periodista y al mequetrefe ese.

— Sí —magullé finalmente a duras penas bastante más serio de lo habitual. La risa que había tenido hasta hace unos minutos se me apago en el instante que recordé lo que tanto trabajo me había tomado olvidar: el momento en que todo acabo sin siquiera comenzar.

Habían bastando solamente dos palabras para cambiarlo todo, transformar un inicio en un final de tragedia. Ese día batí el record de la insensatez puesto que me basto medio segundo para pasar de blanco a un negro profundo, un segundo de ingenuidad me había costado un millón de horas de soledad. Mi hidalguía había sobresalido aquella noche, yo cedí, al tenerla junto a mí, ante un impulso motivado en parte por la excitación del momento y porque no decirlo en parte por el cariño que le tenía. En realidad era por el deseo de querer transmitirle que ella era importante para mí, quería que Bella supiera que para mí lo que estaba ocurriendo era serio, lo yo sentía algo era fuerte, de un magnetismo inexplicable que superaba a la supuesta química volviendo mi interés por ella real y sincero. Pero que había logrado al mostrar mis sentimientos: frialdad y lejanía. Si antes ella solía hablarme ahora escasamente lo hacía con los parlamentos que forzadamente teníamos que decirnos. El "Te amo" habían significado el declive de nuestra no iniciada relación. Dado esto era que después de aquel día mantenía una lucha férrea por no pensar en ella.

Al principio me había sentido un tanto herido, es que nunca me imaginé que el mundo se viniera abajo en cuestión de segundos, que dos palabras me hubieran sacado de aquella burbuja creada hasta ese minuto terminándose con ese miedo que vi reflejado en aquellos ojos marrones, aquel sentimiento reflejado en su mirada fue suficiente para hacerme sentir miserable y arrepentido de haber pronunciado algo que cualquier mujer cuerda me hubiera pedido a gritos.

— Volviendo al tema, porque aún no me contestas ¿Crees que es correcto tenerlas? —insistió la periodista y tomé aire. Me estiré cambiando de posición al tiempo que salía de mis reflexiones.

— Creo que el libro dejo bastante claro las preferencias de Anthony respecto a ese tema —contesté derivando la pregunta al personaje. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?, me pregunté satisfecho por haber encontrado la manera de salir indemne de aquella entrevista. Al derivar la pregunta a un personaje podía ser puritano hasta el cansancio y nadie iba a cuestionarlo.

— Haciendo esa analogía me quedaría concluir que Marie es quién esta a favor de las relaciones prematrimoniales ¿Entonces crees que Bella se parece al personaje? —preguntó suavemente mientras la miraba distraído.

— Seguro —se me escapó y como me odie de ser tan tonto, otra vez, ahorcado por mis palabras. Ella abrió sus ojos como platos satisfecha por haberme echo pisar el "palito". ¡Maldición Edward como tan estúpido!, me gritó mi yo interior, apresuré a arreglar mi falta.

— Me refiero a que desde el punto de vista de Marie también se encuentra bien definido el tema del "despertar" de los adolescentes y está bastante cauto si me preguntas. Pero no podemos negar que la realidad a veces supera la ficción y que ese tipo de relaciones existen. Creo que más que dar un punto de vista deberíamos concentrarnos en educar a los adolescentes —concluí no sabiendo si parecí cuerdo o no pero tenía que arreglarlo de alguna manera. Ella iba a seguir con el cuestionario tortuoso e indeseado cuando el fotógrafo nos interrumpió.

— Estamos listo ya llego el resto —informó y por primera vez en aquellos veinticinco minutos mi suspiró fue de alivio desmesurado. La entrevista se había terminado y contra todo pronóstico había salido indemne de aquello. Caminé hasta el centro de la habitación donde estaban puestas las cámaras, las luces, el fondo blanco tan característico y salude a Emmett que venía entrando con una cara de felicidad inexplicable.

— Buenos días… menos mal que la sesión era a las ocho —inquirí riéndome y él suspiró

— Hoy me acosté a las tres de la madrugada, es que no te explico jamás aceptes hacer una serie de televisión se trabajan catorce horas seguidas e incluso más —exclamó a modo de justificación sentándose en la silla frente a nosotros para que lo maquillaran.

— Preferible tener catorce horas de trabajo a no tener nada —acoté ver divertido mientras terminaba de tomar mi café y la verdad ya estaba aburrido de tanta sesión fotográfica producto de la película era tercera vez que tendríamos que tomarnos las fotos de rigor para promocionarla.

Cuando me percaté de las fechas se me contrajo el estomago al pensar que pronto tendría que verla nuevamente, la premier se aproximaba a pasos agigantados. Desde que habían terminado las grabaciones no habíamos hablado, y no era que lo hubiéramos hecho desde el nefasto "te amo" pero con solo verla y saber que a pesar de todo me seguía mirando con interés para mí era suficiente consuelo.

— Buenos días a mi hombre mono —exclamó unos minutos más tarde Rosalie interrumpiendo nuestra rutina al tiempo que le daba un apasionado beso a Emmett. Me quede de una pieza. ¿Cuándo había sucedido esto que yo no me había enterado?, enarque una ceja mientras él se reía, luego me saludo a mí, claramente omitiendo el apasionado beso pero aún así demasiado contesta y relajada. De hecho así tan contenta y fugaz como había sido su llegada se fue de nuestro lado.

— ¿Tú y ella? – pregunté al segundo

— La pasión traspaso la pantalla —confirmó y yo puse mis ojos en blanco, ambos nos reímos.

— Por cierto debo darte las gracias —aclaró y lo miré confundido.

— A mí ¿Por qué? — pregunté extrañado recargando mi cuerpo contra la mesa.

— Porque si no hubiera sido por ti, yo y ella jamás —me explicó

— A ver explícate —le pedí interesado en que yo fuera el artífice de semejante hazaña

— Recuerdas ese día del bar —me preguntó y me puse serio

— ¿Qué bar? — inquirí haciéndome el tonto y se suponía que nadie me había visto allí. Para todos yo había estado en el hotel durmiendo como todo un angelito. Además ¿cómo sabía él lo del bar? ¿Qué también había ido? reflexioné.

— Por favor… no nos leamos la suerte entre gitanos —soltó suspicaz al segundo de ver mi improvisada sorpresa.

— No sé de que hablas —aseguré tratando de parecer convincente

— Refrescaré tu memoria de caballero —anunció sonriendo con ironía — callejón, Bella, taxi —anunció divertido y quise desaparecer.

Sentí que el color escapo de mi rostro y si ya estaba blanco producto del maquillaje ahora estaba translucido. ¿Emmett nos había visto?, me pregunté sorprendido y un tanto nervioso. No le conteste por lo que él se rió complacido.

— Tranquilo, nadie los vio a excepción mía que estaba, oportunamente en la vereda de enfrente —aseveró guiñándome un ojo pero no pude evitar palidecer aún más — Aunque debo reconocer que tuve un trabajo de chino evitando que Rosalie al no encontrar a su amiga del alma la llamará al celular. Pero claro, todo ese trabajo se vio recompensado cuando me tocó impedir, y de que manera, que se volteara justo en el momento en que ustedes dos salieron de ese callejón oscuro muy de la mano como dos tórtolas. Y déjame decirte que el atuendo de Bella dejaba poco para la imaginación, matador —concluyó dándome un ligero golpe en el hombro.

Sus palabras retumbaban en mi mente, medio sonreí nervioso y un tanto avergonzado porque él estuviera haciendo la imagen mental de lo que había sucedido con "nosotros" en aquel "callejón oscuro". Esa sonrisa que traté de mantener inalterable en mi rostro no logró quitar la palidez que me embargaba. Sin poder articular palabra alguna me quede observándolo hasta que atiné a tratar de seguir con la mentira y salir lo mejor que se pudiera de aquella circunstancia.

— Aún no se de qué estas hablando —le afirmé con un hilo de voz y Emmett se rió aún más haciendo que mi vergüenza aumentará. Las imágenes del cuerpo de Bella aparecieron sin control haciendo que mi rostro ahora te tiñera de un rojo pasión profundo.

— Por favor me subestimas ¿Qué hacías con Bella en un callejón? ¿Practicando algún dialogo para la última película? —discutió divertido — ¡No nací ayer Edward! — concluyó enarcando una ceja. Justo cuando le diría mi peculiar versión de los hechos se me anticipó y me interrumpió.

— Edward viejo tranquilo —apaciguó — No quiero ni pretendo juzgarte —agregó — De verdad no se porque se demoraron tanto pero bueno digamos que debes agradecer que los taxis en Canadá tengan vidrios polarizados sino ese pequeño "encuentro casual" hubiera sido el feroz rumor de pasillo —afirmó haciendo una pausa para volver a guiñarme el ojo.

Se acercó un poco más a mí tratando con ello que alguien más lo oyera, el resto de lo que dijo lo susurró — Tu sabes, pueblo chico infierno grande, y es mejor evitar. Cuando me percaté de ustedes dos decidí sacrificarme y distraje a Rosalie —confesó soltando una carcajada estruendoroza para el tono que había empleado. Lo miré atónito

— Confía en mí Rosalie jamás vio a Bella. La bese justo cuando se estaba dando vuelta, para cuando rompimos el beso tu eras quién estaba entrando a ese automóvil —admitió todo orgulloso de su proeza.

Y comprobé con aquello que tarde o temprano seríamos descubiertos. Para buena suerte mía al menos todo se había acabado tan pronto había comenzado. No seguimos hablando más del tema, quise pedirle que no le dijera nada a nadie pero eso seguro produciría el efecto contrario así que lo deje pasar tal como estaba sin agregar o desmentir nada. Todo quedo como un "encuentro casual", del que me había quedado claro una cosa: Jamás volvería a repetirse, no después de mi pequeño y estúpido comentario. Te amo se convirtieron en dos palabras demasiado pesadas y demasiado nefasta dentro de mi léxico.

Paris – Francia

Dos meses después

— No entiendo porque tenía que ser en Francia la premier ¿Qué tiene de malo California?, es bonita y lo más importante hay sol —reclamó Rosalie mientras se arreglaba el vestido y concordaba con ella, odiaba que lloviera.

Pero que le íbamos a hacer era Diciembre con suerte no estaba nevando. Me separé del ventanal del lobby del hotel y miré a Jasper que tenía su laptop encendida sobre sus piernas, no tardo en apagarla, al parecer se había aburrió.

— ¿Por qué será que las mujeres siempre se demoran? —preguntó retóricamente y en ese minuto arribaron Alice y Bella.

Bella se veía hermosa con ese vestido negro con straple. Era tan ceñido al cuerpo, de una manera exagerada, que denotaba cada curva existente de su cuerpo. Hacía el final estaba lleno de bucles y no tenía idea de cómo iba a caminar sin caerse. Con regocijo comprobé que ella había crecido en todo sentido, ya no era la niña de diecisiete años que había conocido en la primera película ahora era toda una mujer y había sido mía. Me sonreí como un tonto ante aquellos recuerdos.

— Cierra la boca Edward —aconsejó Emmett divertido con la expresión que tenía mi rostro, me golpeó en mi abdomen con un periódico, a cambio lo miré sorprendido.

Traté de alejar mi mirada de ella pero era imposible siquiera intentarlo, no podía mirarla con otros ojos. A pesar que lo intente, mi vista se desvió hipnotizada hasta su posición pero fue solo para dar de lleno contra otros ojos que hubiera deseado no estuvieran ahí.

— Jacob tantas lunas, soles y estrellas. ¿Tan perdido… en dónde te habías metido? —inquirió Emmett saludándolo y como odiaba a ese tipo.

¿Realmente lo odiaba?. Jacob sin tener arte ni parte se había transformado en mi enemigo público número uno. Claro que yo contaba con una ventaja sobre él, disfruté pensando en que Jake como le llamaban todos, no tenía idea de lo que había sucedido entre su "novia" y yo hace un par de meses atrás. Por que si lo supiera la sonrisa de orgullo que traía hoy dibujada en el rostro y que se formaba cuando la abrazaba la hubiera perdido hace rato. Como buen perdedor me conformé con aquello. Esa mujer también había sido mía y en más de una ocasión.

— El trabajo me tiene así pero no iba a perderme la Premier —explicó acercando su rostro al de su "novia" besándola con devoción. Al como ella le correspondía una ira inexplicable inundó mi alma.

¡Pero que demonios pasa contigo! me grité a mi mismo ofuscado por el poco autocontrol que tenía. ¡Si son novios, ¿qué esperabas?

Aún así, sabiendo que era correcto la ira me cegó por completo. Me ahogue en la rabia y perdí la perspectiva de la situación y del lugar. En mi mente afloró el deseo de irme lejos, desesperadamente sentía la necesidad de salir de aquella habitación porque si permanecía un minuto más junto a ellos, lo asesinaba. Me acerque a Esme quien sería mi pareja por aquel dichoso evento y la tomé de la mano para que nos fuéramos. A pesar que lo hice brusco ella me sonrió de vuelta, claro que lo hizo un tanto confusa.

Salimos del hotel a paso veloz y sin que pudiera decir nada ni ella ni nadie la hice entrar a una de las limusinas que esperaban. Tendríamos que hacer la entrada por separado y claro Bella ser iría con él. Para variar la entrada del cine estaba atestado de gente, muchos periodistas por no decir miles, paparazzi por doquier y coincidía con Rosalie debió ser en Estados Unidos y yo debí invitar a alguien más concluí.

Nos bajamos de la limusina solo para recibir flashes sobre el rostro además de los típicos gritos mientras caminábamos entre la gente y suspiré tratando de quitarme de la cabeza ese beso infame del cual había sido testigo. No entendía mi reacción, bueno tal vez me estaba picando el orgullo después de todo ella había terminado conmigo. Si tan solo hubiera guardado silencio pero no, tenía que decirle esas dos malditas palabras. Firme autógrafos y posamos para los fotógrafos. Incluso creí perder la noción del tiempo y olvidarme de Bella hasta que nos hicieron posar juntos para las fotos de rigor. Marie y Anthony la romántica pareja en pleno y de romántica no teníamos nada. Nos pusieron al medio de la entrada bajo una especie de toldo para que no nos mojáramos y los flashes se disparaban por segundo.

— ¿Todavía estas molesto? —me preguntó tímidamente pero yo no le contesté seguí mirando al frente ignorándola — ¿Desde cuando perdiste los modales? —espetó al cabo de unos minutos en que espero contestación pero no recibió. Su voz denotaba molestia por mi actitud. La miré de reojo y Bella estaba fulminándome con la mirada marrón inquisidora tan característica de ella, fue entonces cuando la miré de vuelta con una sonrisa fingida.

— ¿Por qué habría de estar molesto? —cuestioné entre dientes mientras volteaba hacía los fotógrafos dándole poca importancia a su evidente incomodidad. Puse mi brazo por su cintura y la apreté contra mi cuerpo intencionalmente.

— No lo sé, dímelo tú – respondió sin bajar la mirada — Jake es mi novio ¿Qué se suponía debía hacer? ¿Venir sin él?, lo sabías que sería así, era algo obvio —concluyó a modo de ¿Explicación?, lejos de sentirme complacido por aquello me sentí ofuscado.

—¿Qué te hace pensar que me molesta que él haya venido? —contesté de vuelta evadiendo lo evidente.

Aunque Bella trato de separarse un poco de mi abrazó pétreo cuando advirtió la mirada inquisitiva de su novio, se lo impedí luchando con sus débiles intentos, la apreté mucho más fuerte hacía mi cuerpo. Ahora era mi turno de la venganza deslice mi mano centímetros más debajo de la cintura provocándolos a ambos. Los ojos de Jacob flamearon por un instante.

— ¿Entonces si no te molesta, por qué comportarse como un imbécil? —preguntó tratando de aparentar como si no pasará nada pero definitivamente a veces era demasiado mala actriz, la incomodidad se notaba a la legua.

— ¿No habíamos terminado nosotros dos? —le pregunté de vuelta frunciendo el ceño con suficiencia.

— ¡No sabía que habíamos empezado siquiera! —protestó mordaz tomando mi mano para quitarla de su cintura.

En eso los periodistas hablaron pidiendo más fotografías al verla separarse de mí. Le enarque una ceja y ella se resigno a volver a mi lado al menos por unos minutos más. Luego le cedí el turno a su dichoso novio y me fui hasta la otra esquina donde me entrevistó un par de periodistas. ¿Qué sucedería con Marie y Anthony en la próxima película?, era la pregunta recurrente. "Lean el libro" fue mi respuesta y como odiaba que las cosas se hubiera salido de proporciones, aún quedaba una película más y se venía desde un matrimonio, una luna de miel hasta un embarazo para nada ortodoxo, todo eso junto a Bella.

— ¡Por fin! pensé que no terminaría nunca —exclamó aliviado Jasper apenas estuvimos en el interior del cine, más precisamente en el Lobby.

Afuera millones de personas ensordecían con gritos de histeria. Entramos a la sala del cine y la proyección empezó luego de dar el discursillo pertinente. Francamente odiaba mirarme en la pantalla y ya había visto hasta el cansancio las escenas así que no habían pasado ni veinte minutos cuando me disponía a huir del resto de la película y mi celular vibro – mensaje entrante – titilaba y me sorprendió ¿Quién sería?. Al segundo me respondí cuando leí el mensaje.

- Necesito hablar contigo, te espero en el baño de hombres

Me sorprendió pensar que Bella se fuera a meter en el baño de hombres ¿Ahora qué quería?, me pregunté intrigado y si mal no recordaba entre ella y yo ni siquiera existía un "nosotros". Motivado por la curiosidad me levanté de mi asiento dispuesto a encontrarme con ella donde había propuesto. Camine ansioso por el pasillo y cuando advertí unos periodistas esperando me metí al baño sin pensarlo. Entré y ni rastros de ella, casi como un estúpido miré cubículo por cubículo y nada. Me acerque al espejo y me contemple unos minutos — ¿qué demonios estas haciendo? —me recrimine mirando mi reflejo y era increíble que le siguiera todas las andanzas, ella había dicho baño y aquí estaba como un estúpido esperándola en el baño.

Recargue mis manos en el lavatorio frente a mí y cerré los ojos decidiendo. Simplemente no podía dejar de pensar en sus caricias, en sus besos, en sus gemidos, en su cuerpo. Me tenía atrapado, estaba literalmente desesperado por ella. Con la vista fija en el suelo llegue a una conclusión: Necesitas conseguirte una novia pero de verdad. Apreté mis labios y me giré para salir, recuperaría el control de mí vida, no podía ser que con un par de encuentros me obsesionará de esa manera. Miré por última vez hacia la llave de agua que estaba abierta y de la cual escurría un chorro de agua — ¡esto se terminó! —resolví tomando la perilla de la puerta al tiempo que la giraba lentamente. Tomé el impulso necesario para abrirla pero alguien lo hizo por mí: Bella.

Hundió sus manos en mi pecho y me empujo hacia el interior. Cerró la puerta sin dejar de mirarme recargándose en ella unos momentos. ¿Era real o estaba soñando despierto?, se veía incluso más hermosa que en el hotel. Tenía un leve rubor inundando sus mejillas, sus ojos castaños brillaban y sus labios estaban curvados en una tímida sonrisa. Los míos propios se inclinaron para formar la sonrisa de vuelta.

— ¿Por qué el baño y no otro lugar? —inquirí saliendo del transe y ella se rió.

Había algo distinto en su mirada a una hora atrás. Se acerco lentamente hasta donde me encontraba y tomó entre sus delgadas y finas manos, la mía que permanecía quieta a un costado de mi cuerpo. Sus dedos se entrelazaron con los míos y cuando se completo aquella unión alzo la mirada para encararla con la mía. Sin proponérmelo puse la palma de mi mano contraria contra su cuello y comencé a acariciar con mis yemas sus labios, que delineé con ternura. Estaba allí sin decir nada, simplemente contemplando aquella belleza tan sublime y tan discreta que poseía. Bella me atraía de la misma forma que atrae un imán, su fuerza era inexplicable, era tanta que simplemente perdía mis ganas de luchar por no sentirme atraído. No podría explicar que era lo que sentía, solo sabía que, mi corazón latía desbocado en la mitad de mi pecho, no había lugar de mi cuerpo que no estuviera lleno de sangre, ni activado por aquel contacto que estábamos teniendo. Era un hecho irrefutable, no tenía idea como ni cuando y lo peor de todo no tenía control sobre ello, la deseaba de una manera impensada. Y me deslumbraba aquel sentimiento, no habíamos emitido palabra alguna pero aún así sentía que su mirada me lo decía todo.

— Demuéstrame que me amas —pidió besando levemente el dedo que aún permanecía trazando líneas imaginarias sobre la comisura de sus labios.

Iba a contestarle o mejor dicho iba a demostrarle la sinceridad detrás de mis palabras cuando se sintieron pasos detrás de la puerta. Con torpeza producto de la sorpresa solo atiné a tomarla del brazo para hacerla entrar a uno de los cubículos que estaban a nuestras espaldas. Rápidamente y sin que lo pidiera o sugiriera Bella bajo la tapa del retrete, se saco los zapatos que traía puestos y se subió en ella mientras yo cerraba la puerta con cuidado para que no nos vieran.

Me quede estático y en silencio. Solo sentía el latir frenético y disparado de mi corazón que bombeaba sangre llena de adrenalina por todo mi cuerpo. Sentí las manos de ella en mis hombros, estábamos ambos esperando que, quién fuera, entrará en cualquier momento. No atiné a nada más que mirar la madera de la puerta hasta que ella, de improviso me beso el cuello. Entonces me giré, al sentir la tibieza y humedad de sus labios en mi piel y sin esperar por el intruso la besé con premura. Deslice mis manos por su rostro, acariciando su piel, mientras ella se acomodaba su postura. El beso fue lento, disfrutando del momento. Y como había extrañado sus caricias, su manera de besar. Era increíble pero a pesar que había gente afuera nosotros estábamos como en nuestra propia burbuja, olvidados de todo y de todos.

El beso se fue intensificando a medida que pasaban los minutos, nuestras lenguas se acariciaban con mayor intensidad saboreándose la una a la otra. Enterré mi rostro en su cuello cuando rompí el beso mientras buscaba ahora otro objetivo. Besé suavemente sus hombros desnudos, a cambio, Bella enterró sus maravillosas y ágiles manos en mis cabellos. Jugó con ellos lo que hizo aumentar mi deseo por amarla. Atolondradamente deslice mano por toda la extensión de su espalda hasta llegar al comienzo del cierre de su vestido, el cual bajé sin titubear. Su vestido cayó sin obstáculos hasta sus muslos, dando la sensación de que su piel estaba más tersa y suave de lo que recordaba. Acaricie su piel expuesta con la punta de mis dedos, recorriendo cada curva de su existencia, disfrute apretando mi palma en su cintura y desviándola hacía sus caderas. Unos gemidos exquisitos se escaparon de sus labios. Sin permiso y sintiéndome señor y duelo tomé entre mis dedos su ropa interior, la que baje hasta sus rodillas.

Con soberbia de saber que esa mujer era mía en aquel minuto contemplé su cuerpo vanaglorioso. Sin resistirme incliné mi rostro hasta dar con la altura de sus caderas, deposité mis labios en el hueso de la pelvis que sobresalía y deslice, trazando un camino por su piel, la punta de mi lengua hasta sus pechos.

Ante mi toque sentí como Bella apretaba sus ojos con fiereza en un intento de contener el jadeo. Sonreí al darme cuenta que hasta ahora, no habíamos incursionado en un arte particular de amar. Bella me había solicitado que la amará e iba a cumplir su deseo, hoy amaría cada parte de su cuerpo. Aún con mis manos en sus caderas acercándolas a las mías, incliné mi rostro dejándolo a un lado del de ella. Capturé entre mis labios el lóbulo de su oreja al tiempo que acariciaba con cuidado procurando apretar sus nalgas para lograr que su cuerpo retrocediera lo necesario para que se sentará en el estanque del baño detrás de ella.

Puse mi rodilla entre sus piernas y la seguí besando lentamente mientras disfrutaba de su aliento tibio y embriagador.

Una vez que estuvo sentada jugué con mis manos acariciando sus muslos desnudos. El roce de la piel suave de su entrepierna erizo cada fibra de mi piel, me excito mucho más de lo que ya estaba. Me separé un poco para contemplar su rostro completamente desfigurado por el deseo y la excitación. Sentí como ella soltó el lazo de mi corbata y desabotono mi camisa con sus dedos temblorosos. Cuando lo hizo y me liberó de la prenda deslizó sus manos por mi dorso desnudo acariciándome como lo había hecho yo con ella, incliné mi cabeza hacía atrás al sentir su toque. Le sonreí con deseo y ella me devolvió la sonrisa más tímida e ingenua que alguien pudiera haberme dado jamás. Hice que alzará su rostro para besar su cuello, bajé con pequeños besos fogosos hasta la base de esté luego llegue hasta el comienzo de sus pechos. Me senté en el baño ahorcajado para quedar a la altura precisa.

Tomé con mis manos sus rodillas y tiré sutilmente para lograr que inclinara su espalda y su cuerpo llegará más al borde. Hoy llevaría a Bella hasta el limité, ahora sería ella quién susurraría esas palabras que tanto miedo le habían dado dos meses atrás.

Cuando me sintió recorrer su vientre con besos húmedos y suaves presagió mi propósito. Su cuerpo se estremeció, su respiración se aceleró y de su boca salían gemidos bastante más fuertes convirtiéndose en pequeños quejidos audible por lo que acalle estos besándola unos instantes. Me acerque aún más a su cuerpo y volví a bajar por su piel desnuda hasta el hueso de su cadera justo en la parte baja de su vientre. Me separé un poco para darme espacio y besé todo el largo de su pierna desde la rodilla hasta el muslo, luego recorrí el interior de está hasta llegar a su parte más intima que besé con pasión.

El gritito desenfrenado no demoró en escucharse, Bella estaba completamente excitada y yo era el causando de aquello, sonreí satisfecho. Su temperatura corporal se acrecentaba a cada segundo que transcurría de manera dramáticamente y solo en cuestión de segundos se volvió fogosa.

Deslice mi lengua por su interior, primero lo hice lento y a medida que sentía como su cuerpo iba reaccionando y como se entrecortaba su respiración aún más y se convertía en un gemido constante y descontrolado que intentaba ocultar en vano puesto que a esta altura cualquiera que se parará fuera de aquel baño la sentiría. Sin importarme las consecuencias aumente la intensidad de mis besos y lo hice hasta dejarla justo al borde del orgasmo. La miré de reojo aún disfrutando de su centro y ella me sujeto por la solapa de la camisa que aún permanecía abierta haciendo que saliera de aquel lugar tan exquisito, su cuerpo estaba casi colapsando y su mirada completamente excitada. Una vez frente a ella sus labios tibios y húmedos besaron los míos con exigencia.

— Hazme el amor —pidió con un hilo de voz mientras nos separábamos.

Sus manos viajaron hasta mis pantalones bajando la cremallera de estos con la necesidad compartida de acabar unidos sin más demora. Su cuerpo se contrajo hacia mí y apretó mi rostro contra su cuello, sus manos estaban jugando desesperadamente en mis cabellos mientras me introducía en la tibieza de su cuerpo. La alce lo necesario para que quedáramos perfectamente unidos e incrementé los movimientos. Me excitaba sobre manera sentirla gemir en mi oído tan despacio pero con tanta lujuria. Estaba aferrada a mi cuello, una de sus manos cruzaba fieramente esté y la otra se enterraba en mi nuca entre mi pelo que lo apretaba con cada movimiento que sentía en su interior. Arqueo su espalda separándose levemente de mí cuando por fin llego al orgasmo, al mirarla pude notar que sus ojos estaban apretados, sus labios separados casi para gritar pero conteniéndose. Cuando finalmente los abrió estos demostraron cuan exhausta estaba. Por la sensación noté como esas dos hermosas orbes marrones escurrían lágrimas que viajaban sin control por sus mejillas hasta su mentón haciendo una especie de camino.

— Sácame de aquí, esta noche quiero estar contigo.



jueves, 7 de octubre de 2010

Feliz cumple ANJU DARK !!!

Mis angeles hermosos hoy estamos de fiesta ya q es el cumple de una de las escritoras mas geniales q conosco , q es dueña de los mejores fics q he leido . MI querida anju dark muchas felicidades hoy en tu dia pasatela genial , q todos tus sueños y metas se realizen . muchas gracias por tu amistad y cariño te deseo lo mejor en tu vida .
te mando mil besitos y abrazos de parte de todo el equipo que hace posible el blog y de todas tus seguidoras
Angel of the dark

Y he aqui tu regalo con mucho cariño de parte de todas






miércoles, 6 de octubre de 2010

Lagrimas de Amor

Capitulo 8

Por fin te has despertado. Nunca he conocido a una mujer que duerma tan profundamente como tú –le dijo Edward a Bella cuando vio que está tenía los ojos abiertos.

Eso es porque tengo la conciencia tranquila –dijo ella con dulzura, sintiendo cómo se le aceleraba el pulso al verlo- Supongo que tú no has dormido bien, ¿verdad?

Cierto, pero no ha sido mi conciencia, o la falta de ella, lo que me ha impedido dormir, querida –dijo, acercándose a la cama-. Mi falta de sueño tiene que ver con haber tenido tu delicioso cuerpo acurrucado en el mío, lo que me ha hecho tener mil y una fantasías.

Yo no me acurruque en ti –protestó Bella, incapaz de mirarlo a los ojos- ¿Sería demasiado desear que te comportaras como un caballero?

Me comporte impecablemente –garantizo el, sonriendo- Créeme; te acordarías si yo me hubiese dejado llevar por la tentación de explorar tus tentadoras curvas.

Entonces se acercó a ella y le dio un breve pero apasionado beso, que dejó los labios de ella sintiendo u hormigueo y deseando más. Cuando el la miró vio que se había ruborizado.

-Cuando te haga el amor, estarás muy despierta y serás consiente de las numerosas maneras en las que te daré placer, querida.

Bella resopló profundamente y apartó su mirada, temblando levemente.

¿No escuchaste ni una sola cosa de las que te dije anoche? –espetó ella-. No practicare sexo con un hombre que no amo.

-Entonces tendré que hacer que te enamores de mí, ¿no es así?

Ella pensó que eso era imposible.

-Pensaba que no creías en el amor.

Y así es… pero sí creo en la lujuria. Para serte sincero, no me importa como llames a esta química que existe entre nosotros, pero ambos sabemos que nos está quemando. Me divertiré derrumbando tus barreras –le dijo el con su usual arrogancia-. Pero ahora mismo es hora de que te levantes. Alice llegará en un momento con tu desayuno y después tenemos que tomar un avión.

-¿Por qué… a dónde vamos?

-Lo he organizado todo para que pasemos una semana en las islas Seychelles.

Edward se dirigió a la puerta y estaba a punto de abrir cuando Bella se dirigió a el.

¿Quieres decir que tienes negocios que atender allí? –preguntó ella, obviamente confundida.

No, es un viaje de placer –contestó el, con un perverso brillo reflejado en los ojos.

Pero antes de que ella pudiese preguntarle más cosas, apareció Alice con el desayuno, y Edward desapareció de la habitación.

Debe de estar emocionada –dijo la muchacha sonriendo y colocando la bandeja sobre el regazo de Bella-. Una luna de miel en las islas Seychelles… ¡es tan romántico! Creo que el duque parece muy severo, pero tiene un corazón cálido.

La muchacha continúo hablando alegremente.

Es una pena que sus rosas vayan a morir antes de que usted regrese. El señor Masen estaba decidido a cortarlas para usted de los jardines del castillo (mi perfil) pero las espinas le hirieron hasta hacerle sangrar –prosiguió el amas de llaves, sonriendo-. ¿Necesita algo más, señora?

Bella pensó que necesitaba una llave para llegar al corazón del duque Masen. Negó con la cabeza y miró su desayuno, pero no tenía hambre. Se preguntó quién era en realidad el hombre con el que se había casado. Ella había pensado que era frío y despiadado, pero el se había molestado mucho en cortar las rosas para su ramo de novia…

Cinco días después, Bella todavía no entendía que era lo que movía a su marido. Desde que habían llegado a la lujosa villa en la que se estaban alojando en las islas Seychelles, el había sido muy atento y tan encantador, que a ella le costaba creer que fuese el mismo hombre que le había azuzado el perro cuando la había descubierto en su propiedad.

No sabía a que estaba jugando el. Porque estaba claro que aquello era un juego y era solo su culpa el estar cayendo bajo su hechizo. Aunque trataba de no verse afectada por la potente masculinidad de el, no podía controlar la traicionera reacción de su cuerpo cuando el estaba cerca de ella.

Habían pasado los días nadando en la piscina privada de la villa o en la cristalina agua del mar. La isla contaba con kilómetros de playas de arena blanca, y habían andado por ella manteniendo todo tipo de conversaciones…aparte del asunto de su padre y de la verdadera razón de su matrimonio.

Edward era muy inteligente y tenía mucho ingenio. Ella había aprendido que le gustaban muchos deportes, incluyendo la esgrima. Habían hablado de cine y arte; el le había revelado los muchos tesoros árabes que tenía el castillo y le había dicho que podía mirar los catálogos manuscritos cuando regresasen al castillo.

Pero ella no había descubierto nada sobre el verdadero Edward Masen o sobre los secretos que el guardaba bajo llave en su corazón. No había vuelto a hablar sobre su niñez, pero ella sospechaba que el se había sentido solo, incluso cuando su abuelo le había llevado a vivir al castillo. Tenía la impresión de que Aro Masen le había mostrado a su nieto tan poco afecto como habían hecho sus padres.

Pero una tarde, cuando por primera vez pasaron un tiempo separados, ya que el fue a practicar esquí acuático, ella pensó que era mejor que el no mostrará sus verdaderos sentimientos. No quería que el comenzara a gustarle. Ya era suficiente malo con que el la hiciera sentirse como una torpe colegiala cada vez que le sonreía. Y cuando la besaba…

Gimiendo desesperada, se quitó el vestido y se metió al mar. El agua estaba fría y estuvo nadando hasta que le dolieron los brazos para tratar de liberar la tensión que le tenía los músculos agarrotados. Se dijo a si misma que no estaba sufriendo frustración sexual, pero su cuerpo no estaba convencido. Hasta que no había conocido a Edward, siempre había pensado que ella era una de esas personas que no tenían mucho apetito sexual… y era mortificante descubrir que con solo una mirada de el ya se encendían todos sus sentidos.

No tienes derechos a estar continuamente… maltratándome –le había dicho el primer día que habían estado en la villa.

El labia sentado en su regazo y la había besado apasionadamente, dejándola sin respiración.

-Tú mismo lo dijiste… nuestro matrimonio es un contrato de negocios y en ninguna parte, ni en letra chiquita, dice que yo tenga que compartir tu cama.

Pero es mucho más divertido romper las normas, ¿no crees querida? –había contestado el, esbozando una de sus devastadoras sonrisas.

Desde entonces, el la había besado donde y cuando había querido, lo que había resultado ser la mayor parte del tiempo. Y parecía que ella era incapaz de resistírsele cuando reclamaba su boca con una hambrienta pasión que el no hacía esfuerzo alguno por evitar.

Miró para atrás y disfrutó de la belleza del paisaje que la rodeaba. Al rato comenzó a andar por la playa, deteniéndose de vez en cuando para agarrar una concha. Pensativa, perdió la noción del tiempo y fue solo al levantarse una leve brisa, que le hizo sentir frío, cuando ella miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba anocheciendo.

¡Bella! –volvió a gritar Edward, buscándola por la playa.

Se preguntó donde estaba; su vestido todavía estaba en la arena y un miembro del personal del complejo le había confirmado que había visto a la señora Masen metiéndose en el mar hacía varias horas.

La había buscado por todas partes y al estar comenzando a anochecer, el miedo se apoderó de el. Mientras volvía a buscarla de nuevo por la playa, se dijo a si mismo que no podía haberse ahogado. La marea de aquella zona no era muy peligrosa y, si hubiese tenido problemas al nadar, seguro que alguien la hubiese visto y hubiese ido a ayudarla, ¿o no? ...

Pero Bella era muy pequeña e independiente. Incluso si hubiese tenido problemas en el agua, probablemente no hubiese armado ningún alboroto. Cabía la posibilidad de que se hubiese ahogado sin dejar huella. Entonces comenzó a andar más rápido, llamándola por su nombre una y otra vez, hasta que se quedo ronco.

Se dijo a si mismo que no debía haberla dejado sola. De hecho, solo había estado practicando deporte un par de horas; las facilidades para los deportes en la isla eran excelentes, pero sin Bella se había aburrido. Y, aunque le molestaba tener que admitirlo, había estado impaciente por volver a estar con ella. Por alguna inexplicable razón, aquella mujer le había llegado al alma. Debajo de su apariencia vergonzosa, era una persona brillante y divertida; podía estar hablando con ella durante horas y no sólo cinco minutos como le ocurría con el resto de mujeres.

La química sexual que había entre ambos siempre estaba presente y a veces, cuando la tomaba entre sus brazos y la besaba, amenazaba con explotar en llamas. Pero, en realidad, le divertía aquella intensificación de la pasión. Como el buen vino, era mejor saborearla un poco. La expectativa de hacerle el amor a Bella era un tentador preludio que se estaba convirtiendo en mucho más rico porque, aunque ella tratar de negarlo, también lo deseaba.

Pero ella había desaparecido y hasta aquel momento, el equipo de personal de la isla a quien le había pedido ayuda, no había encontrado rastro de ella. Controló su pánico con su fuerza de voluntad y volvió a mirar a la playa. En la distancia pudo ver una pequeña figura que se dirigía hacia el… andaba despacio, como si no le importara nada. Entonces el comenzó a correr.

¿Dónde demonios has estado? ¡La mayoría de la gente de la isla está buscándote! –dijo ferozmente cuando la alcanzó.

Pensó que ella era encantadora. Deseaba abrazarla y después… ¡agitarla hasta que le temblaran los dientes!

Lo siento. No me di cuenta de la hora –murmuró el, claramente desconcertada por la furia de el-. ¿Pero por que se ha armado tanto revuelo?

Aquella pregunta destapó el enfado de el, que la tomó en sus brazos y comenzó a andar por la playa.

Has estado por ahí durante más de cuatro horas y supongo que no has llevado crema solar contigo. Te mereces por lo menos sufrir una insolación –dijo el con gravedad.

Cuando llegaron a la villa les salió al encuentro el encargado del complejo que, les expresó su alivio ante el hecho de que Bella ya hubiese aparecido sana y salva. Edward le dio las gracias al hombre mientras Bella quería morirse por la vergüenza que sintió al haber causado tanto alboroto. En cuanto estuvieron solos, trato de bajarse de los brazos de el, pero Edward la ignoró y la llevó a la habitación principal, donde la echó sobre la cama.

Yo estaba perfectamente bien. Puedo cuidar de mi misma ¿sabes? –dijo ella enojada.

Temí que te hubieras ahogado –contestó el-. Dejaste tu ropa en la arena y la última vez que te vieron te dirigías a meterte en el mar –dijo encogiéndose de hombros-. Se que nuestro matrimonio no te hace feliz.

Quizá sea peor que la muerte, pero te prometo que no tengo la intención de quitarme la vida –dijo ella con ligereza.

Pero entonces vio reflejado en los ojos de el que realmente se había preocupado por ella.

-Lo siento… lo que he dicho ha sido una tontería.

Entonces el se echó sobre ella, acorralándola contra el colchón.

Así que estar casada conmigo es peor que la muerte, ¿no? –murmuró el suavemente-. Vamos a verlo, ¿quieres?

Edward…no, no quise decir… -comenzó a decir, sin poder terminar de hablar debido al beso que le dio el.

Aquel beso tenía la intención de castigarla más que de darle placer. La tomó de la nuca para sujetarla mientras su lengua trataba de abrirse paso a su boca, y ella pudo sentir la potente fuerza de su erección entre sus muslos, provocando que un calor líquido le recorriera las venas.

Incapaz de resistirse a la maestría de el, Bella le abrazó el cuello y se aferró a el.

Dime la verdad Bella, ¿mis caricias te resultan repugnantes? –exigió saber el bruscamente-. ¿Desprecias sentir mi boca sobre la tuya? –continuó con la pasión y el orgullo herido reflejado en sus verdes ojos.

Bella casi creyó que lo había herido. Despacio, agitó la cabeza de lado a lado, para después gritar cuando el le desabrocho la parte superior de su bikini, dejando sus pechos al aire.

¿Odias cuando te acaricio aquí? –preguntó, tomando uno de los pezones de ella entre sus dedos y comenzando a jugar con el-. ¿O aquí? –continuó, acariciando su otro pecho y bajando la cabeza para utilizar su lengua.

Lo hizo con tal efecto devastador que ella gimió y retorció sus caderas, desesperada de necesidad.

-Estoy esperando tu respuesta.

La profunda voz de el hizo que ella lo mirara a los ojos. Bella quería rechazarlo y borrar la arrogante sonrisa que el tenía reflejada en la cara, pero su cuerpo estaba en llamas y estaba desesperada porque el continuase con sus hábiles caricias.

Yo…no…lo odio –logró decir.

Vio la hambrienta pasión que sentía él reflejada en sus ojos justo antes de volver a besarla y demoler los últimos vestigios de su orgullo. Lo deseaba tanto, que estaba temblando. Podía sentir el calor que había invadido su entrepierna y se preguntó si sería una equivocación tan grande abandonar sus principios y entregarse por completo al placer de la posesión de el.

Sintió como el comenzó a acariciar su estómago. Para luego bajar su mano y detenerse en la sensible carne del interior de sus muslos. Con gran facilidad, le separó las piernas y ella aguantó la respiración cuando sintió como el le introducía los dedos por debajo de la braga de su bikini.

Al principio estuvo acariciándola con suavidad, pero después, despacio, comenzó a separar los delicados pliegues de su carne y se introdujo en ella. Instantáneamente, los músculos de Bella se tensaron alrededor del dedo de el. Gimió asustada al comenzar el a explorarla, pero con cada caricia le parecía estar llegando a las puertas de un lugar mágico.

Edward… -agobiada por aquellas sensaciones, hundió las uñas en los hombros de el, como si necesitase sujetarse a algo sólido.

Los dedos de el estaban realizando un baile erótico dentro de ella, que sollozó el nombre de el mientras sentía como un espasmo de exquisito placer se apoderaba de ella. Aquello era estupendo, pero estaba mal. No debería estar haciendo aquello… no con un hombre que no sentía respeto por ella y la consideraba de su propiedad.

Shh, tranquila. Está bien –murmuró Edward. La abrazó estrechamente.

Pero Bella lo apartó, empujándolo con firmeza, mientras las lágrimas le recorrían la cara.

No está bien… yo no debería estar haciendo esto. No te amo –dijo con furia, agitando la cabeza con tanta energía, que su pelo cayó hacia delante, cubriéndole los pechos-. No odio que me acaricies, es obvio, pero me odio a mí misma –susurró entrecortadamente.

¡Pero estamos casados! –explotó Edward-. Si no haces el amor conmigo mientras eres mi esposa… ¿qué demonios hubieras hecho si yo me hubiese ofrecido a ayudar a tu padre, pero solo a cambio de que tú te convirtieras en mi amante?

Hubiese hecho lo que fuese para salvar a mi padre de la cárcel –contestó sinceramente-. Incluso estaba dispuesta a tener relaciones sexuales contigo, aunque iba en contra de todo lo que yo creo. Pero había planeado emborracharme primero para así no recordar mucho de ello.

Edward se tumbó de espaldas y maldijo gravemente.

Eres tan buena para mi ego, querida, ¿Por qué no me das una patada entre las piernas y así te quedas contenta?

Bella notó un leve tono de dolor mezclado con el enfado que sentía el y se preguntó si realmente era posible que le hubiese hecho daño. Por alguna extraña razón, solo con pensarlo le daban ganas de llorar.

-Lo siento, pero ya sabías cuales son mis sentimientos. Para mí, el amor y el deseo van inextricablemente unidos y esperó conocer a alguien que valore mi corazón tanto como mí cuerpo.

¿Estás dispuesta a negarle a tu cuerpo el placer que ansía en base de la equivocada creencia en los cuentos de hadas? –exigió saber el mordazmente-. Bueno, espero que te diviertas en tu pedestal de superioridad moral, pero si alguna vez decides unirte al mundo real, dímelo, porque aunque te empeñes en negarlo, yo soy el único hombre que te excita.